LA(S) REVISTA(S) CIENTÍFICAS DE LA SEM: EL TESÓN DE LO IMPROBABLE

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Guerrero R, López R. 2002. Scientific journals of the SEM. In: García
         Mendoza C (coord.). History of the SEM in the XX century. Editorial
         Centro de Estudios Ramón Areces, S.A., pp 143–182

                             Ricardo Guerrero1 y Rubens López2.

        Universidad de Barcelona1, Centro de Investigaciones Biológicas, CSIC, Madrid2

                                    Apéndice II

               LA(S) REVISTA(S) CIENTÍFICAS
                        DE LA SEM:
               EL TESÓN DE LO IMPROBABLE

Las revistas científicas

    Una revista científica es una publicación periódica ―hasta hace poco
exclusivamente impresa― cuya finalidad es la comunicación y transmisión
del conocimiento científico, especialmente de los avances que se producen en
un determinado campo. Sus características están determinadas por la
comunidad a la que se dirige y por el área temática que cubre. Las primeras
revistas científicas correspondían a campos muy generales que abarcaban lo
que llamamos ciencia en sentido estricto ―las ciencias matemáticas y de la
naturaleza. A partir del siglo XIX aparecieron otras revistas que correspon-
dían a las humanidades ―filosofía, lingüística, sociología, etc.
    La primera revista científica de la que tenemos noticia es la francesa
Journal des Savants, fundada en 1665. El mismo año, la Royal Society de
Londres inició la publicación de una revista que aún existe hoy día, The Phy-
losophical Transactions of the Royal Society. Aquél fue un año fecundo en
la cosecha de la publicación científica, ya que también, recordemos, vio la
luz el libro Micrographia, de Robert Hooke, el acta fundacional de la
microscopia y, por extensión, de la biología. Durante el resto del siglo XVII
y todo el XVIII las diversas revistas que fueron apareciendo eran las publica-
ciones oficiales de sociedades científicas de prestigio. En la segunda mitad
del siglo XIX surgieron revistas independientes de sociedades, que iban des

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tinadas a un sector determinado de científicos. Nature, que no era el órgano
de ninguna institución sabia, fue fundada por Norman Lockyer en 1869 con
el objetivo, entre otros, de publicar las cartas y comunicaciones de Charles
Darwin. La aparición (en 1859) de la obra de Darwin On the Origin of Spe-
cies by Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the
Struggle for Life actuó de fermento sobre la intelectualidad victoriana de
Gran Bretaña. Nature fue desde el principio una revista independiente que
no tenía el respaldo, ni económico ni científico, de ninguna institución. En
cuanto a la financiación, tuvo sus problemas durante los primeros años. Por
lo que respecta a la garantía científica, desde el principio contó con colabo-
radores destacados, como John Tyndall o Thomas H. Huxley. Todavía ahora
es una revista dedicada parcialmente al periodismo científico, con secciones
de información general sobre la comunidad científica y los avances de la
ciencia, de opinión, necrológicas, revisiones de libros, etc. Y muchos lecto-
res lo que buscan principalmente son esas páginas. Sin embargo, lo que con-
fiere a Nature el calificativo de “prestigiosa” con que se la suele adjetivar en
los medios ―y, por supuesto, el alto “factor de impacto” que tiene―, es la
sección de artículos de revisión (Review Articles), la de artículos de investi-
gación primaria (Articles) y las comunicaciones (Letters to Nature), que sue-
len ser artículos cortos. A pesar de su título, Letters no es una sección de car-
tas de los lectores, las cuales están en la sección Correspondence.
    En el siglo XX, además de las revistas publicadas por instituciones
―sociedades científicas, universidades, facultades, organismos guberna-
mentales de investigación, centros de investigación, etc.―, aparecieron
muchas que dependían de editoriales privadas, solas o en colaboración con
instituciones científicas. Entre las que pertenecen a una institución científica
están Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA
―habitualmente abreviada como PNAS―, publicada por la sociedad nortea-
mericana de su nombre, entidad que es la máxima autoridad científica del
país; Journal of Bacteriology y el resto de las que edita la American Society
for Microbiology; Microbiology, publicada por la Society for General
Microbiology (Reino Unido). Entre las que pertenecen a conocidas editoria-
les tenemos, además de la ya citada Nature, Virology o Archives for Micro-
biology (Macmillan, Academic y Springer, respectivamente). Caso especial
es Science; aunque pertenece a la American Association for the Advance-
ment of Science, su difusión, comercialización, prestigio e impacto viven
una vida bastante separada de la de la sociedad que la edita.
    Hoy día, muchas de las revistas que tienen prestigio en la comunidad
científica son, independientemente de su calidad intrínseca, un producto de

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mercado. Además, para muchas editoriales, un negocio seguro y creciente,
donde con una mínima propaganda se aseguran la venta anual de un pro-
ducto caro; con unos precios que se pueden “actualizar” sin temor a la com-
petencia y sin posibilidades de protesta por parte del comprador, general-
mente sólo instituciones, debido a su precio prohibitivo. Los libros científi-
cos no seriados tradicionales, en cambio, necesitan una propaganda y comer-
cialización específicas para cada caso, quedan anticuados en seguida, no
pueden colocarse en el mercado general y, finalmente, son un engorro para
la editorial al cabo de poco tiempo, por lo que una parte no despreciable de
la edición acaba sus días, a la infantil edad de tres a cinco años, convertida
en pasta de papel. Actualmente, las editoriales científicas más potentes
deben la mayor parte de sus beneficios no a los libros ―como era tradicio-
nal―, sino a las revistas, ya que tienen la venta asegurada antes de su apa-
rición porque se distribuyen por suscripción. Además, si “el producto” se
dedica a un campo aplicado, como muchas especialidades de la medicina o
de la ingeniería, se obtienen notables ingresos adicionales por la abundante
publicidad.
    Se calcula que en la actualidad existen más de 100.000 revistas científi-
cas. En 1997, cuando uno de nosotros (RG) pidió al Centro de Información
y Documentación del CSIC que mirara cuántas revistas europeas ―sólo―
relacionadas con la microbiología existían, la lista inicial llegó a las 200 (!).
Después de cuidadosa depuración, y de quedarse con las más estrictamente
relacionadas, la lista se redujo a ―sólo― 146 (Ronda & Vázquez 1997). En
la actualidad, muchas revistas están pasando a tener dos ediciones, la habi-
tual en papel y la electrónica. Algunas revistas nuevas se publican ahora
exclusivamente en su versión electrónica y, en muchos casos, su calidad y
rigurosidad están fuera de duda, porque mantienen el sistema de evaluación
y selección de originales que practicarían si se editaran en papel. Microbio-
logia SEM se publicó en 1996 y 1997―los dos últimos años de su existen-
cia― también en versión electrónica, gracias al empeño de Jesús García-Gil,
de la Universidad de Gerona (Piqueras 1997, García-Gil 1997). Internatio-
nal Microbiology está en Internet desde el primer número. Los años
1998–2000, a nuestro cargo, en ; desde 2001, a
cargo de SpringerVerlag,en . De los tres primeros años, los artículos completos son de
libre acceso; a partir de 2001, sólo los índices y resúmenes, pero los socios
de la SEM y los suscriptores de la revista tienen acceso a los artículos
completos.

                                    – 145 –
Revistas, artículos y separatas

    Las revistas científicas están subdivididas en unidades llamadas “artícu-
los”. Cada artículo lleva, una vez publicado el número donde ven la luz, una
vida propia. Tienen autores y temas diferentes de los otros trabajos del resto
del número. Una vez impresos en forma separada (“separata”, que si respe-
tásemos más nuestro latín original sería separatum), se distribuyen y citan
de manera totalmente independiente. Tanto, que muchos autores no hemos
visto nunca un ejemplar completo de alguna de las revistas donde hemos
publicado nuestros artículos. Esta vida independiente sólo se ha interrumpi-
do en los últimos tiempos a la hora de citar “el factor de impacto (FI) del
artículo”, concepto equivocado porque se refiere siempre al FI de la revista
en conjunto en el año concreto en el que se publicó el artículo en cuestión
(Guerrero 2001a, Piqueras 2002).
    Los artículos de las primeras revistas científicas eran casi exclusivamen-
te descriptivos; sus autores explicaban sus observaciones y, en ocasiones, las
deducciones extraídas. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la experi-
mentación inductiva adquiere gran importancia, y los artículos deben no
sólo exponer las observaciones y deducciones realizadas sino detallar los
métodos empleados, de tal manera que otros investigadores puedan verificar
o falsar las afirmaciones realizadas. En la actualidad, la mayor parte de los
artículos contienen “investigación primaria” y constituyen la primera comu-
nicación completa por escrito de una investigación concreta, con sus prece-
dentes, metodología, resultados y comentarios. La fecha de publicación es
importante, porque, en caso de discusión de la autoría de un descubrimiento
entre dos o más artículos, se respeta la prioridad cronológica. Hay también
“artículos de revisión”, que describen la situación contemporánea de algún
campo de investigación; sus autores pueden ser algunos de los responsables
de esa investigación o bien otros científicos conocedores del tema. La
estructura del número de la revista puede hacerse más compleja e incluir
también “editoriales”, “cartas”, artículos de opinión y perspectiva, revisio-
nes de libros, comentarios de reuniones, etc. (Sharp 2001).
    La revista de la Sociedad Española de Microbiología (SEM), al margen de
diferencias propias de cada época, ha seguido ese esquema: la mayor parte de
los artículos han sido de investigación primaria y de revisión. Estos artículos
son el núcleo fundamental de una revista científica, los que los autores pre-
paran para comunicar su investigación y los colegas buscan para preparar,
mejorar, o justificar la suya. Al aparecer Microbiología Española (1947) se
anunciaba que la revista, principalmente, “estará consagrada a la publicación

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de trabajos estrictamente originales, ...” (las cursivas y la falta de ortografía
son del original), pero que “otras secciones estarán dedicadas a bibliografía,
[...] resumen de actas de las sesiones y breves noticias de interés para los
socios [de la Sociedad de Microbiólogos Españoles, que es como empezó lla-
mándose la SEM].” Durante toda su existencia, Microbiología Española
mantuvo esa tónica. La nueva revista, Microbiología SEM, publicó a partir de
1985, además de artículos de investigación primaria, minirrevisiones de temas
de interés general. Finalmente, a partir de 1994 cada número de Micro-
biología SEM contenía dos tipos de artículos: los que llamábamos “Investi-
gación” (que eran de una a tres minirrevisiones, o “investigación secundaria”,
más un número variable de artículos de presentación de resultados propios, o
“investigación primaria”) y los que agrupábamos bajo el nombre de “Com-
plementos” (que eran editoriales, artículos de opinión y/o perspectivas, recen-
siones de libros, recuerdo de la vida y obra de científicos españoles o extran-
jeros, etc.). Estos Complementos enriquecieron la publicación tratando temas
de interés general en microbiología, o temas generales vistos desde la pers-
pectiva de la microbiología, y cumpliendo, una vez más, la vocación genera-
lista y formadora de la SEM. Merecen especial mención los que se dedicaron
a la historia de nuestra Sociedad, a la propia revista y al estado de la micro-
biología en América Latina (véase la p. 515 de Mas Castellà 1997). Muchos
de esos artículos “complementarios” han sido citados e incluso reproducidos
íntegramente en diversas publicaciones extranjeras, lo que indica que nuestra
revista se lee en diversas partes del mundo. En International Microbiology se
ha mantenido ese esquema general, donde destaca la calidad de los editoria-
les, que se encargan a distintos expertos para que nos den su visión particu-
lar del campo donde trabajan. Estos editoriales no constituyen la opinión de
la revista (ya que son responsabilidad de quienes los firman), ni por supues-
to de la SEM, pero son muy coherentes con la idea de nuestra Sociedad de
agrupar opiniones diversas con un objetivo colectivo: el progreso de la micro-
biología (in pluribus unum).
     Y sin más preámbulo, pasemos a recordar lo que tuvimos, para describir
lo que tenemos. Entre lo que tuvimos, está la historia de la revista, desde
1947 hasta nuestros días, un recorrido en tres etapas muy dispares en carác-
ter y extensión (el primero de 38 años, el segundo de 13, y el actual, de sólo
4). Al final de este trabajo recapitularemos sobre cuatro aspectos que son
esenciales en una revista moderna y que han sido objeto de discusión a la
hora de dirigir y enjuiciar nuestra publicación oficial: la utilización del
inglés, el sistema de evaluación por expertos (peer review), la publicación
electrónica y los índices de citación internacionales (Current Contents, etc.).

                                    – 147 –
La revista Microbiología Española (1947–1986)

    Las revistas de la SEM han sido tres: Microbiología Española
(1947–1986), Microbiología SEM (1985–1997) e International Microbio-
logy (desde 1998). Aunque diferentes en presentación, contenido y aspira-
ciones, constituyen una línea de continuidad que justifica los paréntesis del
título de este trabajo. Dicha continuidad fue claramente descrita en la pre-
sentación de la benjamina, International Microbiology, por el entonces pre-
sidente de la SEM (Ruiz Berraquero 1998).
    Microbiología Española (Fig. 1) se fundó en 1947. Sus avatares, logros
y debilidades han sido narrados en la serie de artículos sobre la historia de
la SEM de Concepción (siempre Conchita) García Mendoza (1995–1996)
reproducidos en este libro, en Isamat et al. (1996) y en Mas-Castellà (1997).
Desde su aparición hasta 1984 fue editada conjuntamente por el Instituto
Jaime Ferrán de Microbiología (del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, CSIC) y por la SEM. Puede sorprendernos que el primer núme-
ro empezara con la reproducción del texto de una conferencia de Luis Náje-
ra Angulo titulada “La guerra bioparasitológica”, un tema tan desgraciada-
mente actual todavía. La revista alcanzó cierto prestigio y se citaba en varios
índices internacionales. Le cupo el honor de publicar el artículo que propu-
so la creación del nuevo género Bordetella. Este articulo (de Manuel More-
no López, Microbiol. Esp. 5:177–181 [1952]) ha sido citado en multitud de
trabajos y libros de taxonomía, entre ellos varias ediciones de los Bergey's
Manual. La época de mayor impulso de la revista fue la década entre los
años 1953 y 1962, llegándose en dos de ellos (1955 y 1956) a publicar más
de 500 páginas. Sin embargo, a partir de entonces fue decayendo lentamen-
te, hasta el punto de que en 1985 la SEM dejó de colaborar con el Instituto
Jaime Ferrán y decidió iniciar por su cuenta la publicación de Microbiología
SEM. El Instituto Jaime Ferrán aún publicó dos números más de Microbio-
logía Española independientemente de la SEM, en los años 1985 y 1986. Los
últimos números tenían un aspecto escuálido, pero sirvieron, una vez
más, para demostrar el tesón de los pioneros: publicaron los últimos artícu-
los a los que se habían comprometido.
    El año 1985 se reorganizó el CSIC y desapareció, entre otros, el Institu-
to Jaime Ferrán. El último número de Microbiología Española, que apareció
en noviembre de 1986, constaba de 5 artículos, sólo 39 páginas y contenía
el epitafio, triste pero digno, de la revista: “[...] El Equipo editorial, al des-
pedirse, quiere hacer constar su agradecimiento a los lectores, muy espe-
cialmente, y a todos cuantos con su colaboración en las diferentes tareas,

                                     – 148 –
FIGURA 1. Portadas del primer (1947) y último (1986) número de Microbiología Española

asesoramiento, organización, redacción, imprenta, han permitido la publica-
ción de la revista que, después de treinta y nueve años de existencia, cierra
con este volumen su colección.” Hay que decir a fuer de sinceros, que la
separación de ambas revistas no fue amigable precisamente. Los responsa-
bles del Instituto reclamaron ante el Registro de la Propiedad Industrial por
considerar que el nuevo nombre (Microbiología) usurpaba el anterior. Ese
organismo dio la razón a los demandantes, y por ello gozamos ―sin saber-
lo― de un nombre “ilegal” durante toda la vida de la segunda revista
(1985–1997).
    Quedan pocas colecciones completas de Microbiología Española. El
estudio detallado de sus trabajos, temas y autores (Vázquez & Ronda, este
libro) proporcionaría una visión, a veces descorazonadora, a veces esperan-
zada, de una microbiología autárquica, alejada de las corrientes interna-
cionales. Pero no podemos olvidar que eso era fiel reflejo de la situación de
España en las décadas de 1940 y de 1950. A pesar del aislamiento, se apre-
cian los tímidos intentos de abrirse al exterior, el interés en convocar cientí-
ficos extranjeros de reconocido prestigio, para aprender de ellos. Y el esfuer-
zo de algunos de los microbiólogos jóvenes ―en aquella época― para salir al
extranjero a perfeccionar conocimientos y volver al país a poner en prác

                                       – 149 –
tica lo aprendido. Rodaron por el mundo y volvieron, insuflando aires nue-
vos en un país de ambiente enrarecido. Puede decirse, viendo la situación
actual, que a pesar de las dificultades pudieron volver; ahora, hubieran teni-
do muchos obstáculos, porque el aire ha vuelto a enrarecerse. Sin duda, los
fundamentos del magnífico edificio de la microbiología española que se fue
levantando en las décadas de 1970 y 1980 se apoyan en parte en aquellos
cimientos y aires renovadores. Además de otros méritos, no podemos negar
a aquella primera época de la microbiología española los del esfuerzo, la
continuidad y la esperanza.
    Microbiología Española se proponía sacar cuatro números individuales al
año, pero eso se logró pocas veces (por ejemplo, en 1953). Cada volumen
(año) tenía oficialmente cuatro números, pero lo más frecuente era que éstos
aparecieran agrupados de dos en dos. De 1947 a 1952 hubo uno o dos núme-
ros dobles por año (con la excepción de 1948, año en que no se publicó la
revista), que podían ser el 3–4 o el 2–3. Por otra parte, hay dos cosas que
hacen difícil saber cuántas veces por año apareció realmente la revista: la
primera es que las bibliotecas suelen quitar las cubiertas de los números
individuales al encuadernar el volumen anual; la segunda es que entre los
años 1958 y 1967 la revista publicó un único índice, que correspondía a todo
el año. Por ello, en la columna correspondiente de la Tabla 1 se indican 4
números hasta 1976, aunque no tengamos constancia de que siempre fuese
así. A partir de 1976 se hace evidente que la revista tiene serias dificultades
para publicar incluso un solo volumen-número anual. En la Tabla 1 se expo-
nen los años y números de la primera revista y el número de artículos y de
páginas que contenían. Para elaborar esa Tabla contamos en su día (1996)
con la ayuda inestimable de Sara I. Pérez Prieto y de las bibliotecarias del
Centro de Investigaciones Biológicas (CIB), María Antonia Hermida Gon-
zález y Concepción López Hermida.

La nonata Biología Microbiana y la transición penosa

   La idea de lanzar una nueva publicación ya se había discutido, si no
antes, en 1976. En la Junta Directiva de la SEM celebrada con ocasión del
I Congreso de la Federación Española de Sociedades de Biología Experi-
mental (FESBE, Madrid), siendo presidente de la SEM Fernando Baquero,
se decidió publicar una nueva revista. Se acordó llamarla Biología Micro-
biana, y se nombró editor-jefe (director) de la misma a Jorge López Tello,
que ocupaba el cargo de bibliotecario en la Junta Directiva de la SEM. Dicha

                                   – 150 –
Tabla 1. Volúmenes y números de Microbiología Española
                                    (1947–1986)

     Vol.     Núm.            Año                Artículos                Páginas
      01         4            1947                  15                     317
      02         4            1949                  11                     283
      03         4            1950                  16                     247
      04         4            1951                  13                     209
      05         4            1952                  12                     213
      06         4            1953                  17                     414
      07         4            1954                  16                     328
      08         4            1955                  14                     523
      09         4            1956                  26                     504
      10         4            1957                  23                     485
      11         4            1958                  24                     431
      12         4            1959                  23                     438
      13         4            1960                  24                     414
      14         4            1961                  22                     268
      15         4            1962                  23                     307
      16         4            1963                  27                     280
      17         4            1964                  21                     254
      18         4            1965                  16                     250
      19         4            1966                  24                     346
      20         4            1967                  18                     250
      21         4            1968                  20                     240
      22         4            1969                  25                     286
      23         4            1970                  23                     306
      24         4            1971                  24                     302
      25         3            1972                  25                     289
      26         3            1973                  17                     199
      27         2            1974                  19                     326
      28         4            1975                  15                     178
      29a       “4”           1976                  13                     156
    30–31b       1          1977–78                 15                     142
    32–33b       1          1979–80                 12                     123
      34         1            1981                  9                       90
      35         1            1982                  6                       76
      36         2            1983                  14                     132
      37         1            1984                  13                     119
      38c        2            1985                  15                     125
      39c        1            1986                  5                       39
a
  La indicación “4” señala que parece que se publicaron los cuatro números de una sola vez.
A partir de ese año hemos indicado las veces que se publicó realmente. Los dos números de
cada uno de los anos 1983, 1984 y 1985 fueron dobles.
b
  Los volúmenes 30–31 y 32–33 se publicaron en un solo número cada uno, que cubrieron los
años 1977–1978 y 1979–1980, respectivamente.
c
  En 1985 y 1986 ya se publicaba Microbiología SEM.

                                          – 151 –
revista podría aparecer después del siguiente congreso nacional (en Santia-
go de Compostela, 1977; véase García Mendoza 1995, Parte II). Se trató de
nuevo el tema en ese congreso. Varias personas intervinieron en esta fase de
preparación; entre ellas, podemos destacar a Antonio Portolés, director de
tesis de uno de nosotros (RL). El nombre de Biología Microbiana llegó a
registrarse oficialmente. Pero, debido principalmente a la falta de originales,
la nueva publicación no llegó a hacerse realidad. Como último recurso, se
pensó en fusionarla con el Boletín Informativo, que, por iniciativa de Julio
R. Villanueva, ayudado por Federico Uruburu, había comenzado a publicar-
se en Salamanca en diciembre de 1972.
    Al no haberse podido plasmar la idea de esta nueva revista, la Junta
Directiva de la SEM decidió en 1980 seguir colaborando con el Instituto
Jaime Ferrán en la publicación de Microbiología Española. Se acordó que,
decisiones que se tomasen. Pero a partir de 1984 la situación a partir de
entonces, la SEM debería formar parte tanto del Consejo de Dirección
como del Comité de Redacción, y que participaría en todas las de
coedición de Microbiología Española se hizo insostenible, por lo que se
decidió, esta vez con éxito, lanzar la nueva revista. A última hora, se
cambió el nombre de Biología Microbiana (que a algunas personas de la
Junta les pareció demasiado “básico” y poco clínico), por el más general de
Microbiología. Este nombre también se intentó ―fallidamente― registrar,
con la fuerte oposición de algunas personas del Instituto Jaime Ferrán y con
las consecuencias que hemos visto.
    Dado que el nombre se prestaba a confusión, porque había en el mundo
otras revistas con ese mismo título ―llegamos a contar hasta siete―, a
veces se le añadían las siglas de la Sociedad, que aparecían ―verdad es que
a una considerable distancia― en la portada. Incluso la tipografía de los pri-
meros años fue errática, ya que podemos leer tanto MICROBIOLOGÍA,
como M ICROBIOLOGÍA (parece lo mismo, pero no lo es; las segundas son
letras versales), y también Microbiología.SEM (adelantándonos con ello
muchos años a la “sintaxis” de la actual separación de dominios en Internet).
A partir de 1994, Ricardo Guerrero fijó el nombre “ilegal”, y pasamos a la
nomenclatura binomial y cursiva (Microbiología SEM) siempre que la citá-
bamos, aunque en la portada seguía manteniéndose una prudente separación
entre la denominación “genérica” y la “específica”, y las letras seguían sien-
do de tipo “redondo” y “de palo recto” (sans serif). El nombre no debía de
ser tan malo porque finalmente la prestigiosa Society for General Microbio-
logy nos lo “usurpó” en 1994, cuando cambió el nombre de su revista ofi-
cial (Journal of General Microbiology) al de Microbiology. O sea, que desde

                                   – 152 –
FIGURA 2. Carta de la SGM a Microbiología SEM en 1997

1994 a 1997 disfrutamos de un nombre no solamente ilegal en España sino
compartido internacionalmente por un “gran hermano” británico (el cual,
por cierto, tiene nuestra misma edad) (Fig. 2), y con un hermano ruso (la tra-
dicional Microbiologyia de Moscú), que es anterior y con la cual nos con-
fundieron a veces.

                                    – 153 –
La revista Microbiología SEM. Primera y segunda etapa (1985 a 1993)

    Los tres directores (o editores coordinadores, o editores-jefe, que de todas
estas maneras se han llamado) que tuvo Microbiología SEM fueron: Rubens
López (1985–1989), José Antonio Ordóñez (1990–1993) y Ricardo
Guerrero (1994–1997). La idea de la nueva revista se hizo realidad gracias
a los esfuerzos coordinados de César Nombela, por aquel entonces presi-
dente de la SEM, y de Rubens López y su equipo. Se inició un poco como
una aventura, ya que era un reto empezar una revista partiendo casi de cero.
Tras muchas discusiones, se decidió que fuera bilingüe: se podrían publicar
artículos en inglés o en español. Esto suponía una ruptura con respecto a la
anterior revista, donde los artículos en una lengua extranjera fueron excep-
ción (Vázquez & Ronda, este libro). Se decidió también redactar unas nor-
mas para los autores y que el director fuera reelegible cada cuatro años. Se
nombró un Consejo Editorial y se escogieron expertos en cada especialidad,
para que fuesen coordinadores de cada grupo específico. Cada número
incluiría, como mínimo, una “minirrevisión”, generalmente en inglés, sobre
algún tema de interés microbiológico. Los originales se someterían a eva-
luación por el sistema de revisión por expertos” (peer review). El diseño y
formato de cada número de Microbiología SEM era el habitual en revistas
similares del momento y fue pensado y ejecutado por la empresa a la que
encargamos la publicación, Editorial Garsi (Fig. 3).
    A uno de nosotros (RL) le cupo el honor de ser el primer director de
Microbiología SEM, cargo que desempeñó de 1985 a 1989. Particularmente
decisiva para la elaboración de cada ejemplar resultó la ayuda recibida de
Ernesto García, de Pedro García y de Concha Ronda, tanto al aplicar sus
muchos saberes para cuidar el contenido científico de los artículos como su
infinita paciencia para soportar que el “despacho” que compartíamos en el
CIB ―que bien merecería ser llamado galguera― se convirtiera en flaman-
te Redacción. Aquel pequeño cubículo tuvo que multiplicar increíblemente
su espacio, hasta convertirse en un remedo del camarote de los hermanos
Marx, rebosante no de camareros, platos y flores, sino de archivadores, car-
petas, originales de artículos, gráficas y fotos.
    El primer número tuvo, muy humanamente, una gestación de unos nueve
meses y salió mellizo (apareció en septiembre de 1985 y fue un número
doble, vol. 1, núms. 1 y 2 juntos). El recién nacido llenó de gozo tanto a sus
progenitores directos (RL y su equipo), como a los padrinos (la SEM) y, por
qué no decirlo, a los esforzados autores ―que en este tipo de paternidad no
hay exclusivismo― de los diez primeros artículos, que eran
minirrevisiones.

                                    – 154 –
FIGURA 3. Portada del primer número de Microbiología SEM (1995)

Por su carácter fundador, mencionaremos los nombres y centros (abrevia-
dos) de los autores “senior” o “correspondientes” de cada uno de los artícu-
los: G. Larriba (Microb., Univ. Extremadura), C. García Mendoza (J. Ferrán,
CSIC), F. Rodríguez-Valera (Microb., Univ. Alicante), R. López (Inmunol.
Biol. Microb., CSIC), J. L. García (Antibióticos, Madrid), R. Guerrero
(Microb., Autón. Barcelona), B. Gómez-Miranda (Inmunol. Biol. Microb.,

                                  – 155 –
CSIC), J. Barbé (Microb., Autón. Barcelona), A. Ramos Cormenzana
(Microb., Univ. Granada) y M. López-Brea (Hptal. de la Princesa, Autón.
Madrid). Esos autores, y sus coautores, tuvieron la osadía ―o no pudieron
resistir el ardiente acoso del director― de enviar un artículo para el número
pionero y aceptaron publicar en una revista no solamente “mala por defini-
ción, ya que era española” ―como se oía a veces―, sino además novel. No
suficientemente agotados por el esfuerzo del parto, el año 1986 continuamos
“produciendo” dos números, prole que aumentó en los dos años siguientes a
tres números por año.
    Desde el principio, el núcleo “duro” del primer Consejo Editorial que
dirigí (RL), entendió que nos daríamos por satisfechos si durante aquellos
primeros años lográbamos sustentar las bases que permitieran dar un salto
cualitativo en la forma y en el fondo de lo que queríamos que fuera el estilo
de una revista digna de la SEM. En este sentido, la labor de José Antonio
Ordóñez, el segundo director de la revista, se podría calificar de continua-
dora y necesaria para que fraguara el trabajo desarrollado en los primeros
cinco años. La novedad más destacada del período de José Antonio Ordóñez
fue el inicio de la publicación de números monográficos. Los números
monográficos, que desde entonces han tenido mucho éxito, han sido una
característica de nuestra revista (Tabla 2).
    Ya desde el principio era evidente el cambio total de aspecto y contenido
de Microbiología SEM con respecto a Microbiología Española. También en la
lengua de los artículos: 6 de los 10 trabajos antes mencionados estaban en
inglés. En los años siguientes se publicaron de dos a tres números por año,
que contenían generalmente 7 u 8 artículos cada uno. El número total de
páginas por año fue de 116 a 201 (Tabla 3). No obstante, publicar en una
revista nacional seguía estando “mal visto” por algunas personas y organis-
mos, que no comprendían ―y lo peor es que siguen sin comprenderlo― que
si un país quiere tener una ciencia fuerte, además de competir en las revis-
tas internacionales importantes, debe publicar y elevar el nivel de las propias
―pocas, pero buenas―, para hacerlas también internacionales.
    Durante el período 1990–1993 aparecieron normalmente dos números
por año, que contenían de 6 a 9 artículos cada uno. El número de páginas por
año, que estaba entre 110 y 133, llegó en 1993 a 262, con 31 artículos en
total, debido a que aquel año, además de dos números normales, se publicó
el primer número monográfico de la revista, dedicado a microbiología de los
alimentos (véase la Tabla 3). Esta reducción en el número de artículos y de
páginas se debía a que llegaban menos originales y a que bastantes de los
recibidos, aproximadamente el 45%, no eran aceptados. Como se ha dicho,

                                   – 156 –
TABLA 2. Números monográficos publicados en la revista de la SBM (período 1985–2001)

Temática                              Volumen/año             Editor responsable

Microbiología SEM
VIII Reunión Científica de            9(Extra) 1993           J.A. Ordóñez
Microbiología de los Alimentos
XIV Congreso Nacional de              10 (1–2)1994            R. Gómez-Lus
Microbiología
IX Congreso de Microbiología          11(1)1995               J.A. Ordóñez y V. Sanchis
de los Alimentos

Origen de la vida, ISSOL              11(2)1995               J. Oró y A. Lazcano

Molecular pathogenesis of             12(2)1996               J.A. Vázquez Boland
bacterial infections
Frontiers in antimicrobial            13(3)1997               M. Viñas
resistance

International Microbiology
Perspectives in non-conventional      1(2)1998                E. Herrero y
fungi research                                                R. Santandreu

Ten years of CIBE-Symposia            1(4)1998                S. Mochales

Microbial pathogenesis                2(3)1999                J.A. Vázquez Boland,
                                                              M. Suárez y R. Rotger

Protistology today                    4(3) 2001               J.C. Gutiérrez

todos los números incluían como mínimo una minirrevisión, que general-
mente tenía que pedirse a los autores, ya que la calidad de las que llegaban
espontáneamente no siempre era la adecuada. En septiembre de 1992 se
publicó el Directorio de socios de la SEM, de 106 páginas y con el mismo
formato que la revista. Este Directorio, que fue una idea entusiasta del
entonces presidente, Francisco Ruiz Berraquero, supuso un esfuerzo enco-
miable tanto de Concepción García Mendoza, secretaria de la SEM, como
de Isabel Perdiguero, secretaria administrativa de la Sociedad desde 1987, y
a quien tanto debemos los socios. El Directorio ha sido por muchos años un
elemento insustituible para facilitar la comunicación entre los socios. Espe-
remos que pronto pueda ser continuado por una versión “en línea” que supla
y mejore sus funciones.

                                       – 157 –
TABLA 3. Volúmenes y números de Microbiología SEM (1985–1997)

          Año               Vol.              Núm.                    Artículos                  Páginas

         1985a               01                 2                         10                        94

         1986                02                 2                         14                       119

         1987                03                 3                         20                       201

         1988                04                 3                         19                       170

         1989                05                 2                         15                       116

         1990                06                 2                         13                       110

         1991                07                 2                         15                       133

         1992                08                 2                         14                       126

         1993b               09                 3                         31                       262
                c
         1994                10                 4                         44                       462

         1995d              11                  4                         59                       532

         1996                12                 4                         76                       688

         1997               13                  4                         66                       556

a
    En 1985 la SEM pasó a editar Microbiología SEM y la numeración empezó de nuevo. El primer año sólo se publi-
    có un número, que fue doble.

b
    El primer número que se publicó ese año fue extraordinario (febrero 1993), dedicado monográficamente a alimen-
    tos. Se basaba en la VIII Reunión de Microbiología de los Alimentos (Cáceres, 1992).

c
    El primer número de 1994 fue doble y se dedicó al XIV Congreso Nacional (Zaragoza, 1993). Los números de
    1994 a 1997 fueron publicados puntualmente, dentro del trimestre al que correspondían.

d
    En 1995, el primer número (marzo) fue una monografía sobre alimentos, basado en el IX Congreso de Microbiolo-
    gía de los Alimentos (Lérida, 1994). El segundo (junio) fue también monográfico, dedicado al origen y evolución
    temprana de la vida. El tercero (septiembre), que se entregó al empezar el XV Congreso Nacional (Madrid, 1995),
    contenía además de 8 artículos de longitud normal, 11 miniartículos (de 3 ó 4 páginas) correspondientes a algunas
    ponencias que se iban a presentar en el Congreso.

                                                      – 158 –
La última etapa de Microbiología SEM (1994–1997) y la transición
prometedora

    En 1994, Ricardo Guerrero se encargó de la agradable, pero absorbente
tarea de tomar el relevo en la dirección de la revista. Desde el principio tra-
tamos de optimizar la publicación por Editorial Garsi. Pusimos en claro el
estado de las suscripciones, coste de la revista y gestión de los anuncios que
proporcionaba Editorial Garsi. Vimos, también desde el principio, que la
cogestión con la editorial era muy difícil. Era una empresa que tenía más de
cuarenta revistas médicas, y la nuestra no era precisamente la que reportaba
más anuncios (la principal fuente de ingresos para la editorial). Aunque,
como se vio después, fue la que llegó a alcanzar más prestigio. No podíamos
cambiar ni el tipo de papel (couché, que era el mismo que en las restantes
revistas), ni el tamaño (que se había quedado anticuado), para poder hacer
más atractivas las separatas, que es lo que queda a los autores, y les sirve de
comunicación con sus colegas. También vimos que no estaban capacitados
para publicar en inglés, porque no tenían personal que supiera ni cómo sepa-
rar las palabras (con reglas totalmente distintas de las del castellano), ni
entendiera las correcciones hechas a mano sobre las galeradas por autores y
editores. O sea que, por una parte, cambiamos todo lo que pudimos por den-
tro (dos columnas para meter más texto, distribución agradable de figuras y
tablas, reelaboración de figuras para que tuvieran un aspecto uniforme y
moderno, etc.), sin poder modificar lo más mínimo el aspecto externo. Para
ello, tuvimos que aprender muchas cosas de ese arte tan bello y casi olvida-
do que es la tipografía (sorprende saber que existen tres clases de guiones,
que hay muchos tipos de “«‘comillas’»”, y que hay “familias” de letras con
“patitas” [remate o serif] y otras sin ellas). También tuvimos que recordar
constantemente que “el ordenador no es una máquina de escribir” (si, ese
instrumento antiguo que se parecía a un ordenador, pero sin monitor).
    En esa última etapa de Microbiología SEM conté (RG) con la ayuda
constante e inestimable de tres personas que han dedicado a la revista
muchas horas y esfuerzos, durante ocho años: Carmen Chica, Mercè Pique-
ras y Jordi Mas Castellà. Después de un intenso aprendizaje “on the job”,
como dicen los ingleses, preparábamos la revista totalmente, desde la
corrección inicial al maquetado final; la editorial recibía el número acabado
en disco, y no tenía más que imprimirlo. Con eso conseguimos que la revis-
ta saliera puntual y regularmente (casi siempre dentro del trimestre que indi-
caba la portada), una de las condiciones exigidas por el Institute for Scienti-
fic Information (ISI) para poder incluirla en el Current Contents. De mante

                                   – 159 –
ner la calidad de los artículos seleccionados se encargaban los miembros del
Comité Editorial y los diversos evaluadores externos (revisión por expertos).
En todo ese período contamos siempre con la colaboración de Juan Antonio
Leal, como secretario de la SEM, y de su esposa, Begoña Gómez Miranda,
que tenía una gran capacidad para corregir textos en inglés, y una enorme
perspicacia para detectar los numerosos pequeños errores que se crían, casi
por generación espontánea, en las pruebas de imprenta. El resultado fue
halagüeño y la respuesta de los socios casi inmediata. Empezaron a llegar
más originales, hasta una media de aproximadamente 100 por año, con lo
que se pudo seleccionar el material y elevar la calidad de lo publicado hasta
un nivel internacionalmente aceptable (véase la Tabla 3).
    También en esa etapa se impuso definitivamente el uso exclusivo del
inglés para aumentar su proyección internacional, se aumentaron las
minirrevisiones, se realizó un esfuerzo por conseguir puntualidad en la
salida de la revista (y el esfuerzo dio fruto), se informatizó su elaboración y
se introdujeron otras mejoras que establecían los pilares de una nueva y
muy prometedora revista.
    Las relaciones contractuales con Editorial Garsi se remontan al año 1985,
cuando se firmó el contrato para la publicación y distribución de la revista.
En la época que va de 1993 a 1998, sin embargo, se fue haciendo cada vez
más evidente que, aunque Editorial Garsi tenía interés en nuestra publica-
ción, era muy poco lo que iban a hacer para promover su proyección inter-
nacional y por conseguir más publicidad. Fueron muchas las reuniones que
mantuvimos a lo largo de todo ese período y exhaustiva la información que
les proporcionamos sobre casas comerciales, proveedores habituales de
material de microbiología, etc. Por otro lado, comparativamente los costes
no eran bajos, ya que les dábamos cada número de la revista acabado y listo
para su reproducción. Además, Editorial Garsi, por contrato, tenía un poder
absoluto sobre la revista. En el último período, viendo que no podíamos
mejorar con esa empresa, iniciamos una prospección en busca de una edito-
rial que pudiera satisfacer nuestras aspiraciones sin que se interrumpiera la
publicación de la revista de la SEM. A diferencia de la muerte por agota-
miento de la primera, la segunda revista tuvo un final brillante y vigoroso,
que dio vida a un nuevo producto, atractivo y eficaz.

                                   – 160 –
FIGURA 4. Portadas de International Microbiology del período 1998–2000

International Microbiology. Los primeros cuatro años

   Entre las diferentes editoriales con las que se estableció contacto, se vis-
lumbraron tres posibilidades: Elsevier, Chapman & Hall y Springer-Verlag.
La primera de ellas, Elsevier, ofrecía la filial española (Elsevier Prensa, SA)
que, aunque tenía experiencia y profesionalidad, estaba enteramente dedica-
da a revistas técnicas, especialmente de mecánica. Con Chapman & Hall se
estuvo a punto de llegar a un acuerdo. Ricardo Guerrero, por indicación de
Remedios Melero, directora de una revista del IATA (Valencia) que estaba
editada por ellos, los visitó en Londres en abril de 1997. Ofrecían condicio

                                   – 161 –
nes favorables, era una editorial de prestigio y tenía una larga tradición (“We
published Dickens's novels”, nos espetaron a modo de presentación). Mani-
festaron que el enfoque generalista de la revista encajaba en su política edi-
torial y se mostraron de acuerdo con nuestras expectativas de difusión en
América Latina. Sin embargo, el contrato no llegó a firmarse y, tras un inex-
plicable y prolongado silencio por su parte supimos que, en una cadena de
absorciones y compras en las que intervinieron Elsevier y Kluwer, la vieja
Chapman & Hall de Dickens había sido adquirida por Thomson Corpora-
tion. Nunca dieron explicaciones y se supone que en un momento de cam-
bios empresariales y de renovación total de ejecutivos optaron por no llevar
adelante operaciones inconclusas.
    La filial española de Springer-Verlag, sita en Barcelona, fue la opción
elegida. Entre sus ventajas se pueden citar unas condiciones económicas
ventajosas (a cambio de hacer nosotros parte del trabajo) y un trato muy afa-
ble, que permitía preparar el número en estrecha connivencia con un exce-
lente profesional, Reinhoid Rensen. Montserrat Fontboté, directora entonces
de la empresa, creyó desde el principio en la idea de hacer una revista visual-
mente atractiva, con una presentación de calidad y con un contenido cientí-
ficamente correcto. El presidente de la SEM, Francisco Ruiz Berraquero,
estimuló todo el proceso y firmó rápidamente el contrato, que tenía una
duración de dos años. La nueva revista, International Microbiology, tenía un
aspecto, formato, color y nombre nuevos (Fig. 4). En esta etapa era Springer
quien, a partir del disquete, hacía la maquetación. La proximidad de la edi-
torial permitía la rápida solución de cualquier duda antes de la impresión,
aunque para acabar el número había que desplazarse al taller tipográfico
(que estaba a unos 40 km de Barcelona, y donde contábamos con la amable
condescendencia del dueño de la empresa, Albert López Casanovas).
    En esta época, y también para ahorrar tiempo y dinero, se realizó la dis-
tribución desde Barcelona. Se buscó una distribuidora, LetterGraphic, que se
encontraba en Badalona, a unos 10 km de distancia. Cada tres meses, Car-
men Chica, cargada con una mochila como un escolar, se desplazaba hasta
allí provista de unas 2000 fajas (de la revista); viajaba en metro y caminaba
un kilómetro y medio hasta una inmensa nave industrial. Por otra parte, des-
pués de innumerables trámites, se logró de Correos el precio especial para
publicaciones periódicas (que afectaba solamente a la distribución terrestre
y por tanto era adecuada para España y el resto de Europa, pero no para Esta-
dos Unidos y América Latina). Posteriormente la revista volvió a distribuir-
se desde Madrid, esta vez por la misma empresa que venía haciéndolo satis-
factoriamente con el Boletín de la SEM.

                                   – 162 –
Se ha explicado brevemente el problema que comporta la aplicación de
los criterios de calidad. En primer lugar, el rechazo de una gran cantidad de
artículos, en muchas ocasiones de los propios colegas. El enojo que provo-
ca ese rechazo es comprensible y se notó en la disminución del número de
artículos que llegaban a la redacción. Sin embargo, una vez que la revista de
la SEM consolidó su estatus de publicación modesta pero rigurosa, el flujo
de artículos aumentó, permitiéndonos ese nivel de calidad exigible a toda
publicación científica moderna. Persiste, sin embargo, un problema que
afecta al estado en que se envían los trabajos y que supone un considerable
esfuerzo y dedicación por parte de quienes preparamos cada número. Resul-
ta incomprensible que autores que realizan un gran esfuerzo en la presenta-
ción de sus trabajos para las revistas “importantes”, no tengan el mismo cui-
dado cuando los envían a revistas modestas. Errores en la bibliografía, tablas
y figuras con la misma información, ilustraciones penosas y un inglés pési-
mo son frecuentes. Si se trata de autores jóvenes, es hora de pensar en ense-
ñarles que además de investigar hay que comunicar lo que se investiga, lo
cual se hace principalmente mediante la comunicación escrita. Después de
diseñar un experimento y de obtener los resultados, es imprescindible saber
explicar el trabajo, respetar las diferentes partes del artículo, y no hacer sal-
tos y trasvases inexplicables en el texto. No obstante, comprobados el inte-
rés y la calidad de un artículo, de acuerdo con el criterio de los revisores,
International Microbiology no puede permitirse el lujo de rechazarlo por la
descuidada presentación en forma y contenido. El trabajo que esto supone
para la Redacción (especialmente para Mercè Piqueras y para Carmen
Chica, que son quienes llevan la voz cantante en ese tema) resulta difícil de
evaluar y debería ser reconocido, en primer lugar, por los propios autores
que, en numerosas ocasiones, ven mejorado considerablemente el artículo
que han sometido a la revista.
    Durante los primeros cuatro años de International Microbiology se han
publicado 16 números, con un total de 180 artículos y 1156 páginas (Tabla 4).
    Finalmente, el mayor tamaño de las páginas y la nueva maquetación y
tipografía permiten poner aproximadamente 900 palabras ―unos tres folios
de ordenador― en cada página, lo que ha supuesto un gran ahorro de papel
y la optimización del espacio de la revista. Los artículos no sólo han venido
de España, sino que han tenido como autores a grupos de diversos países
(Tabla 5).

                                    – 163 –
Tabla 4. Detalle de los números de International Microbiology publicados en el período
                                         1998–2001

 Año              Vol.(Núm)         Núm pág AI*             Núm pág AC*             Pág. año            Artículos

1998                1(1)                 78                      10
                    1(2)                66                       10
                    1(3)                48                      14
                    1(4)                80                        6
Total                                  272                      40                      312                   52

1999                2(1)                56                       10
                    2(2)                58                       14
                    2(3)                64                       12
                    2(4)                66                       14
Total                                  244                       50                     294               46

2000               3(1)                 58                       12
                   3(2)                 56                       12
                   3(3)                 56                       12
                   3(4)                 46                       22
Total                                  216                       58                     274               44

2001               4(1)                 44                       14
                   4(2)                 46                       20
                   4(3)                 50                       14
                   4(4)                 76                       12
Total                                  216                       60                       276                 38
*AI: Artículos de “Investigación” (de revisión o de investigación primaria).
*AC: Artículos “Complementos” (Editoriales, Opinión, Perspectivas, Biografías, Revisiones de libros, etc.).

Características físicas de la revista

   El aspecto de la revista ha experimentado diversos cambios desde su ini-
cio hasta nuestros días. En sus cuatro primeros años, 1947 a 1951, la porta-
da tiene el árbol luliano del CSIC (véase García Mendoza 1995, p. 361). A
partir de 1952, muestra el rostro de perfil del Dr. Ferrán (como hemos visto,
uno de los dos coeditores era el Instituto de ese nombre), y esa figura se

                                                    – 164 –
TABLA 5. Países, además de España, de los que se ha publicado artículos en International
                          Microbiology en el período 1998–2001

                  Estados Unidos                                         22
                  Alemania                                               14
                  Francia                                                11
                  Canadá                                                  7
                  Argentina                                               5
                  México                                                  5
                  Rusia                                                   5
                  Venezuela                                               4
                  Brasil                                                  3
                  Holanda                                                 2
                  Italia                                                  2
                  Reino Unido                                             2
                  Chile, Colombia, Cuba, Israel,
                  Japón, Nigeria, Noruega, Chequia,
                  Suiza, Sudáfrica                                        1

mantendría hasta el fin de la primera revista, en 1986. La cubierta era de car-
tulina de color crudo y tenía un tamaño de 17 x 24 cm. En 1982 cambió la
presentación: la cubierta se hizo algo más dura, plastificada y de color ama-
rillo brillante, con distinta tipografía; el papel mejoró; el perfil del Dr. Ferrán
se mantuvo, aunque un poco desplazado hacia la parte inferior. El tamaño
siguió siendo el mismo (véase la Fig. 1).
    Al preparar el primer número de Microbiología SEM, pensamos (RL) en
el diseño y formato habituales en revistas similares del momento. El cambio
con respecto a la anterior (pero, recordemos, aún existente) revista fue total:
desapareció la imagen del Dr. Ferrán (ya no la editaba el Instituto de su nom-
bre) y la cubierta pasó a ser de color azul turquesa. El tamaño aumentó (19
x 26 cm). La elección de la portada fue de fácil consenso: sobre un fondo
azul, que incorporaba en su parte inferior el afortunado y reciente anagrama
de la SEM, aparecía la palabra MICROBIOLOGÍA (véase la Fig. 3). No
obstante, las limitadas disponibilidades económicas nos llevaron a utilizar
impresores más voluntariosos que capacitados. El mejor ejemplo de todo
ello se reflejó en que el color que servía de fondo a la portada mostraba en
el conjunto de los números que salieron a la luz toda una gama de diferen-
tes tonos de azul (cual mancha de sangre del fantasma de Canterville) que
nunca se repetían de número a número.

                                           – 165 –
En 1998, cuando International Microbiology inició su andadura, cambia-
mos (RG) por completo el formato (que pasó a ser de 28 x 21 cm, es decir,
“DINA4 menos un centímetro”, como el de muchas revistas internaciona-
les), el color se convirtió en un rojo conspicuo y se modernizó totalmente la
tipografía. Se empezaron a publicar ilustraciones en color dentro del núme-
ro, que iban a cargo de los autores. La portada pretendía expresar la volun-
tad integradora de la SEM: estaría dividida en cuatro cuadrantes, que man-
tendrían la misma imagen los cuatro números del año, y en el centro, en un
círculo cuyo diámetro era exactamente el de una placa de Petri estándar (9,5
cm), se pondría una figura destacada del número. La figura central sería a
todo color, y desde el principio nos propusimos que los colores y figuras
centrales de los cuatro números del año constituyeran un conjunto armóni-
co. Los cuatro cuadrantes de fondo representarían los cuatro grandes grupos
de microorganismos: virus (en la parte superior izquierda), procariotas (bac-
terias o arqueas, en la parte superior derecha), protistas (en la parte inferior
izquierda) y hongos (en la parte inferior derecha) (véase la Fig. 4). Final-
mente, Ricardo Guerrero dedicó una gran atención al título de la revista.
Después de considerar docenas de posibilidades (muchas precedidas por
“Journal”, algunas acabadas en “Acta”), y después de abandonar una que
nos parecía adecuada al contenido, “Basic and Applied Microbiology” (pen-
sada, todo hay que decirlo, con la sana intención de aparecer en las listas
alfabéticas en uno de los primeros lugares), nos decidimos por un nombre
corto y sugerente, el que ahora tenemos. Curiosamente, al menos por lo que
pudimos averiguar, a nadie se le había ocurrido antes un nombre tan evi-
dente. Y podríamos preguntarnos cómo íbamos a llamar “International” a
una revista de una sociedad nacional. Pero la SEM, desde su fundación, ha
querido proyectarse en ámbitos internacionales, especialmente en América
Latina. Finalmente, gracias a la constancia de Sara I. Pérez Prieto, entonces
tesorera de la SEM, se inscribió el nombre en el Registro de la Propiedad
Industrial. Lo intentamos en otros países, pero el precio era prohibitivo y
cejamos en el empeño.
    Además del elemento esencial constituido por los trabajos de investiga-
ción, que en una publicación de microbiología cubren quizá una de las áreas
científica más extensas, otros componentes diversos han contribuido a per-
filar, desde sus inicios, la personalidad de nuestra revista. Por ejemplo, su
temprana apertura internacional, que queda plasmada en la designación de
miembros de honor de la SEM a reconocidos microbiólogos. Más reciente-
mente, la inclusión de secciones con artículos generales, Editoriales, Opi-
nión, Perspectivas y Revisiones de Libros ha permitido afianzar esa perso

                                    – 166 –
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