Depresión en estudiantes universitarios de Europa durante el confinamiento derivado de la crisis sanitaria del COVID-19

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Depresión en estudiantes universitarios de Europa durante el confinamiento derivado de la crisis sanitaria del COVID-19
Facultad de Psicología

                                     Trabajo de Fin de Grado

   Depresión en estudiantes universitarios de Europa
    durante el confinamiento derivado de la crisis
               sanitaria del COVID-19

                                    Elena Teodora Popa

                                    Grado de Psicología

                                      Año académico 2020-2021

Trabajo tutelado por la Dra. Maria Jesús Serrano Ripoll

Departamento de Psicología

Palabras clave: depresión, confinamiento, estudiantes universitarios, COVID-19
ÍNDICE

RESUMEN ...................................................................................................................................... 1
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 2
METODOLOGÍA.............................................................................................................................. 3
RESULTADOS ................................................................................................................................. 5
   Consideraciones generales........................................................................................................ 5
   Prevalencia ................................................................................................................................ 7
   Prevalencia antes, durante y después del confinamiento ...................................................... 10
   Factores asociados y factores predisponentes ....................................................................... 11
       Género................................................................................................................................. 11
       Año y nivel de estudios ....................................................................................................... 12
       Estresores académicos ........................................................................................................ 13
       Estresores sociales .............................................................................................................. 14
       Estilo de pensamiento ......................................................................................................... 15
   Factores protectores ............................................................................................................... 16
       Actividad física..................................................................................................................... 16
       Estilo de pensamiento y estilo de afrontamiento ............................................................... 17
DISCUSIÓN................................................................................................................................... 17
CONCLUSIONES ........................................................................................................................... 21
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................................. 24
RESUMEN

La crisis sanitaria desencadenada por el COVID-19 ha provocado que las autoridades

tomen medidas drásticas con tal de detener los contagios derivando en el mayor

confinamiento conocido en la historia. Se prohibió a los ciudadanos salir de casa a no

ser que fuera necesario, los negocios cerraron a excepción de los servicios esenciales y

la educación pasó a llevarse a cabo de forma online. Ante esta situación, es de esperar

que la salud y bienestar psicológicos de los ciudadanos se haya visto afectado. Los

estudiantes universitarios son un grupo especialmente propenso al malestar psicológico,

siendo la depresión uno de sus principales problemas de salud. La depresión en los

jóvenes supone un peligro, no solamente durante la duración de la enfermedad, sino

también una vez superada esta, ya que puede derivar en una acumulación de problemas

que llevarán arrastrando en el futuro. Con las nuevas restricciones impuestas y los

cambios que estas provocaron en todos los ámbitos de su vida, es posible que este

problema se haya agravado. Por ello vamos a realizar una revisión de los estudios

publicados hasta la fecha con tal de conocer cuál fue la prevalencia de la depresión en

los estudiantes universitarios de Europa durante el confinamiento, si ha habido algún

cambio con respecto a antes de la imposición de las restricciones y cuáles son los

factores predisponentes y protectores.

Palabras clave: depresión, confinamiento, estudiantes universitarios, COVID-19

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INTRODUCCIÓN

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declara el estado de

pandemia mundial debido a la extensa y rápida propagación del SARS-CoV-2. Con tal

hacer frente al creciente número de contagios y detener su expansión, los gobiernos

tomaron drásticas e insólitas medidas que darían lugar al mayor confinamiento llevado a

cabo hasta la fecha (Kharroubi y Saleh, 2020).

La mayor parte de la actividad laboral/económica se suspendió a excepción de los

servicios esenciales. Las escuelas y universidades cerraron pasando a llevar a cabo la

actividad educativa de forma online. Se prohibió a los ciudadanos salir de casa excepto

para abastecerse de los productos básicos o se les permitió hacerlo parcialmente bajo

estrictas normas horarias. Se prohibieron los viajes y desplazamientos innecesarios de

larga y corta distancia tanto nacionales como internacionales.

Estas nuevas medidas supusieron un gran cambio en la vida de las personas, pues su día

a día y su actividad habitual se vieron drásticamente afectados en todos los aspectos,

constituyendo una amenaza para su salud y bienestar psicológico. Una de las principales

amenazas para la salud mental y uno de los trastornos mentales más frecuentes en el

mundo, con una estimación de más de 300 millones afectados a nivel global según la

Organización Mundial de la Salud (2020), es la depresión.

La depresión se caracteriza principalmente por la presencia de un estado de ánimo triste,

vacío o irritable y/o la pérdida de interés o disfrute de actividades que antes resultaban

placenteras. Presenta, además, otros síntomas como disrupción del sueño, alteración del

apetito, modificaciones involuntarias en el peso, fatiga, disminución de la capacidad de

pensar o concentrarse o sentimientos de culpabilidad y baja autoestima entre otros. En

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los casos más graves, se pueden dar ideaciones e incluso intentos de suicidio

(Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Siendo uno de los problemas de salud más comunes entre los estudiantes universitarios

(Ibrahim et al., 2013), es necesario estudiar el impacto de las restricciones impuestas en

los síntomas de depresión de este grupo. Los posibles efectos no se deben menospreciar,

pues las consecuencias de la depresión en los jóvenes (menor éxito académico,

relaciones inestables, peor desempeño laboral o incluso pensamientos o intentos

suicidas) pueden acumularse a lo largo de su vida, dejando secuelas en aspectos tan

importantes como el rendimiento académico, el rendimiento laboral, las relaciones

sociales y la calidad de vida en general (Ibrahim et., al 2013).

El objetivo de este trabajo, por lo tanto, es estudiar cuál ha sido la prevalencia de la

depresión en los estudiantes universitarios de Europa durante el período de

confinamiento y averiguar si estas excepcionales circunstancias han tenido algún efecto

sobre este tipo de síntomas. Para ello, realizaremos una revisión bibliográfica de los

estudios publicados hasta la fecha.

METODOLOGÍA

Este trabajo se ha realizado mediante una búsqueda bibliográfica. Las bases de datos

consultadas son: Scopus, Pubmed, PsycInfo y Web of Science. En todas ellas, se realizó

una búsqueda avanzada con la ecuación formada por las palabras clave del tema y

algunos de sus sinónimos y operadores booleanos. Las palabras clave fueron

“depression”, “depressive symptoms”, “depressive symptomatology”, “quarantine”,

“confinement”, “lockdown” y “university students” entre los cuales se colocaron los

operadores booleanos AND y OR resultando en la siguiente ecuación: (depression OR

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"depressive symptoms" OR "depressive symptomatology") AND (quarantine OR

confinement OR lockdown) AND "university students".

Se aplicaron los filtros de búsqueda años 2020 y 2021 y el idioma inglés. Además, en

las bases de datos Scopus y Web of Science, se aplicó el filtro País/territorio por el que

se excluyeron aquellos países externos a Europa. El número de resultados obtenidos fue:

23 en Scopus, 72 en Pubmed, 18 en PsycInfo y 21 en Web of Science dando un total de

134.

Con tal de obtener resultados más precisos se realizó una lectura superficial de título y

resumen de los resultados. Los criterios de inclusión fueron: (1) tratar la prevalencia o

cambio de la prevalencia de la depresión, (2) durante el periodo de confinamiento del

año 2020 debido al COVID-19, (3) en estudiantes universitarios y (4) de países

europeos.

Se descartaron los duplicados y los que no fueran de libre acceso. Se eliminaron

aquellos que trataban un tema irrelevante para el presente trabajo y los que se realizaron

con una población externa al territorio europeo. El resultado fueron 21 artículos

restantes de los cuales se eliminaron otros siete tras la lectura completa por resultar

irrelevantes para el presente trabajo.

El resultado final fueron 14 artículos incluidos en el presente trabajo.

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1. Proceso de selección de los artículos incluidos en la revisión.

RESULTADOS

Consideraciones generales

Los datos sobre la prevalencia de la depresión que expondremos a continuación se

obtuvieron mediante cuestionarios, que, a pesar de ser útiles y reveladores para detectar

síntomas de depresión, no pueden utilizarse por sí mismos como instrumentos

diagnósticos, por lo tanto, hablaremos de síntomas de depresión y su gravedad, aunque

no de la presencia clínicamente diagnosticada de un trastorno de depresión como tal.

Estos cuestionarios fueron:

   1. Cuestionario sobre la salud del paciente-9 (PHQ-9): basándose en los criterios

       diagnósticos del DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos

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mentales), contiene 9 ítems con respuesta tipo Likert cuya corrección resulta en

   una puntuación entre 0 y 27 con los siguientes puntos de corte: 1-4 puntos se

   considera depresión mínima; 5-9, depresión leve; 10-14, depresión moderada;

   15-19, depresión entre moderada y grave y 20-27 depresión grave (Kroenke et.,

   al 2001).

2. Escala de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (HADS): indica la presencia de

   síntomas de ansiedad y depresión mediante dos subescalas, HAD-A y HAD-D

   respectivamente, de 7 ítems de respuesta tipo Likert. Siendo 21 la puntuación

   máxima para cada una (Herrero et., al 2003), entre 8 y 10 puntos indica que

   estamos ante un probable caso de ansiedad o depresión, mientras que las

   puntuaciones iguales y superiores a 11, indican que, efectivamente, se trata de

   un caso de ansiedad o depresión (Cabrera et., al 2015).

3. Inventario de Depresión de Beck-II (BDI-II): está formado por 21 ítems tipo

   Likert representativos de los criterios diagnósticos del DSM-IV y la CIE-10

   (Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas

   relacionados con la Salud). La puntuación obtenida se situará entre 0 y 63

   clasificándose en los siguientes rangos: 0-13, depresión mínima; 14-19,

   depresión leve; 20-28, depresión moderada; y 29-63, depresión grave (Peñalver,

   2014). El BDI-13, es una de sus versiones abreviadas.

4. Listado de Comprobación de Síntomas-90-Revisado (SCL-90-R): evalúa

   patrones de síntomas mediante 90 ítems que se contestan a través de una escala

   de entre 0 y 4 puntos (Casullo & Pérez, 2008).

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5. Escala de depresión, ansiedad y estrés-21 (DASS-21): consiste en 3 escalas

       diseñadas para medir depresión, ansiedad y estrés formadas por 7 ítems con 4

       opciones de respuesta. La gravedad de los síntomas de depresión se establece

       mediante los siguientes puntos de corte: 0-9, normal; 10-13, leve; 14-20,

       moderado; 21-27, severo y 28+ extremadamente severo (Lovibond y Lovibond,

       1995).

   6. Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (CES-D):

       cuestionario creado para identificar poblaciones de riesgo de desarrollar

       trastornos depresivos. Se centra en las dimensiones afectivas y somáticas. Está

       formado por 20 o 8 ítems, versión normal y versión abreviada respectivamente,

       de respuesta tipo Likert el total de los cuales dará un resultado entre 0 y 60 o 0 y

       24 donde mayor puntuación equivale a mayor frecuencia de síntomas de

       depresión (Van de Valde et., al 2009).

Prevalencia

La prevalencia de estudiantes con depresión durante el periodo de confinamiento

consiste en un amplio rango entre las diferentes poblaciones analizadas e incluso entre

la población de un mismo país, podemos encontrar diferencias notables.

Los porcentajes más bajos los encontramos en una muestra 904 estudiantes de la mayor

universidad de Kosovo tras pasar entre 21 y 28 días de confinamiento. Tras completar el

HADS, un 7,9 y un 1,7% obtuvieron puntuaciones de depresión moderada y depresión

grave, respectivamente. Es decir, un total de 9,6% de estudiantes superaron el umbral de

la depresión clínica. Mientras que la gran mayoría, esto es, el 70,4% obtuvieron un nivel

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normal y un 18,5% mostraron niveles leves (los valores de un 1,7% se perdieron),

(Arënliu et al., 2021).

En Grecia, Patsali et al. (2020) detectaron depresión mayor en un 12,43% de una

muestra de 1.535 estudiantes evaluados con el CES-D en pleno periodo de

confinamiento, además de un 13,46% que sufrían de distrés severo. Mientras que, en el

mismo país en una evaluación realizada con el mismo cuestionario durante los primeros

días de confinamiento, se observó que un 25,9% de 1000 superaban el umbral de

depresión clínica autoinformada (Kaparounaki et al., 2020).

En la misma línea, tras 20 días de confinamiento en Albania, un 25,2% de 863

estudiantes de enfermería y partería superaron el umbral de depresión del PHQ-9,

indicando puntuaciones de depresión entre moderadas y severas. Concretamente, un

14,5% mostraron síntomas de depresión moderada, un 7% de depresión moderada-grave

y un 2,7% llegaron a la depresión grave. Mientras que del resto de participantes un

24,8% y un 50% puntuaron en la categoría de depresión leve y depresión mínima

respectivamente (Mechili et al., 2020).

En la Universidad de L’Aquila, Italia, se evaluaron 103 estudiantes que pidieron ayuda

al Servicio de Orientación y Consulta para estudiantes, a lo largo de los dos meses de

confinamiento. Tras completar el BDI-II, un 26,2% presentaron síntomas de depresión.

De estos, un 9,7% presentaron síntomas leves, un 8,7% mostraron síntomas moderados

y un 7,8% mostraron síntomas graves. Esto es, un 16,5% superaron el umbral clínico

(Ventriglio et al., 2020). Mientras que de los 49 estudiantes que pidieron ayuda al

Centro de Consejería Psicológica en la Universidad de Salerno durante las primeras 3

semanas de confinamiento, un 87% presentaron algún tipo de síntoma atribuido a un

trastorno depresivo. Algunos de éstos fueron: disminución del interés en las cosas,

sensación de cansancio, desorientación, apatía, dificultades de concentración, alteración
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del patrón de sueño, miedo excesivo y miedo por las perspectivas presentes y futuras.

La depresión fue la segunda causa, de 5 áreas identificadas, que llevó a los estudiantes a

pedir ayuda al centro, tan solo superada por la ansiedad. Estos resultados se obtuvieron

tras contestar el SCL-90-R (Casullo & Pérez, 2008), una corta entrevista

semiestructurada online y un cuestionario ad hoc destinado a evaluar: “manifestaciones

psicológicas”, “psicosomatización”, “relaciones familiares y sociales”, “dificultades de

aprendizaje/estudio a distancia y relacionados” y “indicadores de la calidad de vida”

(Savarese et al., 2020).

En Francia, se ha analizado la sintomatología depresiva de una muestra de 1.297

estudiantes de varias universidades francesas tras un mes de confinamiento. Se constató

que un 21,20% posiblemente tuviera sintomatología depresiva tras alcanzar una

puntuación igual o superior a 8 en el HADS y un 20,28% tenía sintomatología depresiva

llegando a una puntuación igual o superior a 11 (le Vigouroux et al., 2021). En otro

estudio llevado a cabo poco después, con una muestra de 69.054 estudiantes de todas las

universidades públicas del mismo país, se realizó una evaluación con el BDI-13. Esta

vez, un 33,2% obtuvieron puntuaciones correspondientes a depresión moderada y hasta

un 16,1% de depresión severa, es decir, un 49,3% superaron el umbral de depresión

clínica. El resto, 25,1 y 25,5% puntuaron en la categoría de depresión leve y depresión

normal respectivamente (Wathelet et al., 2020).

Tras aproximadamente siete semanas de confinamiento en el Reino Unido, Der Feltz-

Cornelis et al. (2020) encontraron síntomas de depresión clínica en un 46,5% de 925

estudiantes de la Universidad de York y de la Hull York Medical School. Estos

alcanzaron o superaron el umbral de depresión del PHQ-9, mientras que el resto 28,2 y

25,3%, presentaron síntomas de depresión mínima y síntomas subclínicos

respectivamente.

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Aproximadamente en el mismo periodo, tras más de seis semanas de confinamiento,

Padrón et al. (2021) hicieron uso del PHQ-9 para evaluar los síntomas de depresión de

932 estudiantes en España. El resultado fue considerablemente más alto con un 65,8%

de estudiantes llegando o superando el umbral de depresión. De estos, un 23,4%

mostraron síntomas de gravedad moderada, un 25,2% tuvieron síntomas

moderadamente severos y un 17,2% mostraron síntomas severos.

Prevalencia antes, durante y después del confinamiento

En cuanto a la influencia del confinamiento en estos resultados, Meda et al., (2021)

llevaron a cabo un estudio en el que se evaluó la depresión en dos muestras de 161 y

197 estudiantes de la Universidad de Padova. Haciendo uso del BDI-II, el primer grupo

fue evaluado durante un periodo anterior al confinamiento, en octubre de 2019 y,

nuevamente, durante el confinamiento en abril de 2020. El segundo grupo fue evaluado

antes del confinamiento, durante el periodo de noviembre-diciembre de 2019, y una vez

finalizado este, durante mayo y junio de 2020.

Los resultados mostraron un aumento de dos puntos en la media de depresión durante el

confinamiento con respecto al periodo previo. Aunque el 86,2% no se vio afectado por

este aumento, un 4,2% pasaría a una categoría de mayor gravedad. Esto es, pasaron de

la categoría de síntomas de depresión leve/sin síntomas de depresión, a la siguiente

categoría, síntomas de depresión moderada. O, pasaron de esta última, a la categoría de

síntomas de depresión severa. Mientras que un 1,7% pasaron directamente de síntomas

de depresión leve/sin síntomas de depresión, a síntomas de depresión severa. Llegando

a un total de 5,9% cuya sintomatología se vería agravada. Todo lo contrario, sin

embargo, les ocurrió a aproximadamente 5% de ellos que pasaron a una categoría de

menor gravedad.

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En cuanto al segundo grupo, estos obtuvieron los mismos resultados antes y después del

confinamiento, sugiriendo que la sintomatología volvería a su nivel inicial una vez

terminado el confinamiento.

En el estudio de Kaparounaki et al. (2020), un 60,9% de los 1000 estudiantes evaluados

en Grecia afirmaron que su depresión había aumentado durante el confinamiento. La

gran mayoría de los estudiantes evaluados por Padrón et. al, (2021), también afirmaron

que su malestar psicológico (ansiedad, depresión e irritabilidad) se vio agravado durante

el confinamiento. Un 14,7% declararon encontrarse mucho peor y el 57,5% afirmaron

sentirse peor. Por otro lado, el 22,7% no notaron diferencia alguna con respecto a antes

del confinamiento y tan solo un 4,2 y un 1% se sintieron mejor y mucho mejor

respectivamente.

Villani et al. (2021) clasificaron a un 71,93% como deprimidos, de una muestra de 501

estudiantes de Italia evaluados inmediatamente tras el fin del confinamiento. De estos,

la gran mayoría, un 58,83% mostraron depresión leve, un 13,42% depresión moderada y

un 0,67% depresión severa. Es decir, un 19,32% de la muestra total alcanzaría el umbral

clínico.

Factores asociados y factores predisponentes

Se han encontrado una gran cantidad de factores asociados con la depresión. Algunos de

los más prevalentes son los siguientes.

Género

Wathelet et al. (2020) encontraron que las mujeres son más propensas a desarrollar

síntomas de depresión tras observar una media de hasta dos puntos superior en el BDI-

13 con respecto a los hombres. Ventriglio et al. (2020) también encontraron niveles de

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depresión significativamente más altos en mujeres que en hombres. Concretamente un

9,5% de mujeres puntuaron en la categoría de depresión leve, 10,7% en depresión

moderada y 9,5% en depresión severa. Mientras que los hombres obtuvieron porcentajes

significativamente más bajos de 10,5, 0 y 0% respectivamente.

A su vez, Padrón et al. (2021) mostraron una diferencia de 9,2% entre hombres y

mujeres que sobrepasaron el umbral de la depresión, con un 68 y 58,8%

respectivamente. Mientras que la media del cambio autopercibido de la sintomatología

(desde 1 mucho peor a 5 mucho mejor), obtuvo una media menor en las mujeres (2,15

vs 2,32) indicando que estas se sintieron afectadas negativamente en mayor medida.

Der Feltz-Cornelis et al. (2020) terminaron considerando el género como factor que

puede predecir estos síntomas tras observar mayor distrés psicológico (depresión,

ansiedad y estrés) en mujeres.

Por último, Patsali et al. (2020) calcularon que las mujeres tenían el doble de riesgo de

desarrollar depresión en comparación con los hombres.

Hay estudios, sin embargo, cuyos resultados no concuerdan con estos datos. Aunque

Meda et al. (2021) observaron también un mayor aumento de síntomas de depresión en

mujeres, la diferencia no fue estadísticamente significativa. Mientras que Villani et al.

(2021) y Mechili et al. (2020) no encontraron relación entre ambos factores.

Año y nivel de estudios

Hay algunos datos que indican una correlación negativa entre los años de estudio y la

depresión.

Según las observaciones de Wathelet et al. (2020), aquellos estudiantes que acababan de

empezar los estudios tenían más riesgo de reportar depresión severa. Riesgo que

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disminuía a medida que aumentaban los años de estudio. Resultados similares

obtuvieron Odriozola-González et al. (2020) tras observar que los estudiantes de sexto

(solamente de medicina) y cuarto curso tenían significativamente menos depresión que

aquellos de primero.

Por otro lado, Villani et al. (2021) no encontraron esta relación.

En cuanto al nivel de estudios, Odriozola-González et al. (2020) observaron que los

estudiantes de grado tenían depresión significativamente más alta en comparación con

los estudiantes de máster. El mismo resultado, sin embargo, no se observó al comparar

los estudiantes de grado con aquellos realizando el doctorado.

Mientras que Padrón et al. (2021) detectaron una diferencia significativa entre los

distintos niveles de estudios. Los estudiantes de grado fueron los que presentaron mayor

porcentaje de depresión con hasta un 68,3%, siendo un 20,4% más que los de máster,

que presentaron depresión en un 47,9%, y un 18,3% más que los estudiantes de

doctorado cuyo porcentaje fue del 50%.

Estresores académicos

Padrón et al. (2021) estudiaron el efecto de diferentes estresores sobre la depresión. De

todos ellos (estresores académicos, distanciamiento social, tener que estar en casa

durante tanto tiempo, pandemia, sobrecarga general y conflictos interpersonales), los

estresores académicos fueron los más perturbadores y se asociaron significativamente

con la depresión. Dentro de estos, la “Incertidumbre sobre la evaluación de las

asignaturas que se están cursando” fue el ítem más perturbador.

Arënliu et al. (2021), concluyeron que tener problemas con las clases online y necesitar

ayuda de la universidad para llevar adelante el curso académico fueron factores

significativamente predictores de depresión. Observaron que los estudiantes que
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declararon necesitar ayuda de la universidad con el curso académico tuvieron niveles de

depresión significativamente superiores a aquellos que declararon no necesitar ayuda.

Mientras que informar de dificultades con las clases online correlacionó positivamente

con la depresión.

Estresores sociales

Conocer a alguien con COVID-19, estar preocupado por la salud de los miembros de la

familia y estar preocupado por la soledad debido al confinamiento fueron variables que

predijeron depresión de forma significativa (Arënliu et al., 2021). Tener a algún familiar

infectado con COVID-19 no se asoció con depresión (Arënliu et al., 2021), sin

embargo, le Vigouroux et al. (2021) encontraron que aquellos estudiantes con algún

familiar infectado con COVID-19 tenían niveles de depresión más altos. Este mismo

estudio también concluyó que la preocupación por la salud de los seres queridos se

asociaba de forma positiva con depresión, mientras que Wathelet et al. (2020)

encontraron un aumento del riesgo.

No vivir con la familia durante el periodo de confinamiento aumentó las posibilidades

de tener depresión durante este periodo (Wathelet et al., 2020). Ventriglio et al. (2020)

en cambio, no encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los

estudiantes que vivían en sus casas y aquellos que siguieron habitando en la

universidad.

Otro factor relacionado encontrado por Wathelet et al. (2020) fue los sentimientos de

integración social previo al confinamiento. Los estudiantes con menos sentimientos de

integración social mostraron más riesgo de sufrir síntomas de depresión. Además, el

riesgo aumentaba para todos a medida que la calidad de los vínculos sociales disminuía.

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Estos datos se reflejaron en Savarese et al. (2020) donde los mismos estudiantes

afirmaron que uno de los principales factores asociados con los síntomas de depresión

fue el sentimiento de pérdida de relaciones.

Villani et al. (2021) descubrieron que estar distanciado de los compañeros de estudio era

un factor de riesgo de depresión. En la misma línea, Padrón et al. (2021) asociaron

distanciamiento social y depresión de forma significativa, y concluyeron que las

experiencias sociales personales junto con las dificultades académicas fueron los

factores más involucrados en el malestar psicológico.

Por último, Der Feltz-Cornelis et al. (2020) añadieron el aislamiento social como otro

predictor de distrés (incluyendo síntomas de depresión, ansiedad y estrés) en

estudiantes.

Estilo de pensamiento

Tras analizar los diarios narrativos de los estudiantes en los que se les pidió informar de

las dificultades por las que estaban pasando, Ventriglio et al. (2020) diferenciaron

cuatro estilos de pensamiento. Estos fueron: intolerancia a la incertidumbre (ej.: “El

pensamiento desagradable frecuente es el de no poder alcanzar mis metas, porque tengo

la sensación de que mi vida está en espera ahora mismo, no avanza ni retrocede.”),

estilo optimista (ej.: “Esta situación me está permitiendo dedicar mucho tiempo a mí

mismo y a mi bienestar, algo que no he podido hacer durante mucho tiempo.”), todo o

nada/devaluación de uno mismo o de los demás (ej.: “En esta difícil situación, ¡no estoy

haciendo nada para ayudar a la gente! ¡Soy una persona inútil!”) y

catastrofismo/sobreestimación del riesgo (ej.: “Me preocupa no volver a una situación

“normal”, el hecho de que no nos devuelvan nuestras libertades, me hace sentir mal no

                                                                                         15
poder hacer esto o aquello. Tengo la sensación de que esta situación nunca cambiará y

eso me atormenta.”).

Los estilos “todo o nada” y “catastrofismo” correlacionaron positiva y

significativamente con la presencia y la gravedad de los síntomas de depresión.

Indicando que estos estilos podrían contribuir al desarrollo y/o mantenimiento de la

sintomatología depresiva.

Mediante un cuestionario basado en el COPE (Carver, 1997) tras el cual se añadieron

algunos ítems con aspectos específicos de la cuarentena, Padrón et al. (2021) detectaron

varias estrategias de afrontamiento utilizadas por los estudiantes que agruparon en:

orientación hacia los demás (buscar y proveer ayuda), reencuadre de la situación (buscar

el lado positivo de la situación y/o tratar de buscar soluciones a las dificultades),

actividades de desconexión (como distracción o relajación) y el mantenimiento de una

rutina estructurada/sana.

De todas ellas, la más utilizada fue la de actividades de desconexión, mientras que la

menos utilizada fue el mantenimiento de una rutina estructurada. A pesar de ser la más

utilizada, la actividad de desconexión fue la que menos correlacionó con depresión. La

estrategia de orientación hacia los demás fue predictora de una peor autopercepción de

los síntomas, es decir, más malestar.

Factores protectores

Actividad física

Tras evaluar a 3.671 estudiantes de la Universidad de Rouen-Normandia, Tavolacci et

al. (2021) encontraron una asociación positiva entre disminución de la actividad física

moderada y puntuación del CESD-8 (Van de Valde et., al 2009). Es decir, a menor

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actividad física moderada, mayor puntuación de depresión. En el caso de la actividad

física vigorosa, se encontró asociación entre su disminución y la puntuación del CESD-

8 aunque, la direccionalidad de la relación no se acabó de confirmar.

En la misma línea, Wathelet et al. (2020) asociaron mayor frecuencia de actividad física

con menor gravedad de los síntomas de depresión. Mientras que Der Feltz-Cornelis et

al. (2020) incluyeron la disminución del ejercicio físico en su modelo de siete variables

predictoras del distrés psicológico (ansiedad, depresión y síntomas somáticos) junto a

factores como género femenino y aislamiento social.

Por otro lado, Villani et al. (2021) encontraron que la actividad física actúa como factor

protector ante la ansiedad, aunque, el mismo resultado no se repitió en cuanto a la

depresión al no encontrar relación entre ambos factores.

Estilo de pensamiento y estilo de afrontamiento

De los cuatro estilos de pensamiento citados anteriormente, el único que tuvo una

correlación negativa y estadísticamente significativa con los síntomas de depresión y su

gravedad fue el estilo optimista, indicando que podría actuar como factor protector

(Ventriglio et al., 2020).

En cuanto a las estrategias de afrontamiento, el reencuadre de la situación se asoció con

una mejor salud mental incluyendo menos depresión y el mantenimiento de una rutina

estructurada tuvo una fuerte correlación negativa con la depresión (Padrón et al., 2021).

DISCUSIÓN

La prevalencia de síntomas de depresión entre los estudiantes universitarios durante el

confinamiento ha sido alta, con un rango de entre 9,6 y 65,8%, considerando solamente

                                                                                          17
los casos que superaron los umbrales clínicos. Los datos apuntan que los estudiantes se

han visto afectadas por las restricciones del confinamiento y que la situación de crisis

les ha afectado negativamente aumentando y agravando la sintomatología depresiva.

Además, se ha visto que ciertos factores como el género, el estilo de pensamiento o la

actividad física pueden constituir factores de riesgo o factores protectores.

La prevalencia hallada de depresión muestra diferencias notables. Considerando los

casos que superan el umbral clínico, el porcentaje más bajo de prevalencia es de 9,6%

en Kosovo, seguido de Grecia con un 12,43- 25,9%, Italia con un 16,5% y Albania con

un 25,2%. La cifra, sin embargo, se dispara al llegar a Francia, pues aquí alcanza entre

42,8 y 49,3%. Reino Unido obtiene un porcentaje parecido de 46,5% y aumenta hasta

un 65,8% en población española.

Las cifras son altas, indicando que la salud mental de los estudiantes se ha visto

gravemente afectada durante el periodo de confinamiento. En Reino Unido casi el doble

de estudiantes, (46,5%), superaron el umbral de depresión en comparación con el

personal universitario que alcanzó el 24% (Der Feltz-Cornelis et al., 2020). Odriozola-

González et al. (2020) confirmaron que los estudiantes tuvieron significativamente más

depresión comparado con los miembros de la facultad y el personal académico.

Comparando con la población general, de 3.480 individuos de España, González-

Sanguino et al. (2020) detectaron que un 18,7% superaron el umbral de depresión,

situándose muy por debajo del 65,8% de deprimidos en la muestra de estudiantes. Por

otro lado, Mechili et al. (2020) compararon la prevalencia entre estudiantes y sus

familiares obteniendo resultados muy similares entre ambos con un 25,2 y 25,6%

respectivamente. A pesar de la variedad de resultados, la cantidad de estudiantes

afectados por la depresión durante el confinamiento parece ser superior a otras

poblaciones indicando una mayor prevalencia en este grupo.

                                                                                           18
Los estudios longitudinales son muy escasos y las conclusiones no están claras. Sin

embargo, hay datos que indican que los síntomas de depresión no solamente han sido

frecuentes, sino que se han visto agravados por el confinamiento (Meda et al., 2021),

(Kaparounaki et al., 2020), (Padrón et al., 2021) pero que no tardaron en volver a su

estado inicial una vez finalizado este periodo (Meda et al., 2021). Otros estudios, sin

embargo, siguen informando de una notable incidencia incluso tras el fin del

confinamiento, indicando que las consecuencias se mantendrán a largo plazo (Villani et

al., 2021).

Sin embargo, estos resultados no pueden considerarse concluyentes. Debemos tener en

cuenta que los estudios analizados se realizaron a través de encuestas online haciendo

uso exclusivamente de cuestionarios autoinformados para evaluar los síntomas de

depresión. Estos cuestionarios no sirven por sí solos como método de diagnóstico de la

depresión. Con lo que, a pesar de obtener datos reveladores que puedan dar pie a futuras

investigaciones, no es una manera adecuada de establecer un diagnóstico. A esto

debemos sumarle que, al haberse contestado de forma autónoma por los participantes,

variables como las condiciones del entorno, no han sido controladas. Por último, en la

mayoría de las muestras analizadas, hubo mucha más presencia de mujeres que de

hombres. Llegando, en muchos casos, a ser más del 70%. Esta diferencia podría

significar una menor representatividad de la población de estudio y un sesgo en los

resultados.

A pesar de la gran cantidad de factores asociados que se han encontrado, la literatura y

los estudios disponibles son muy escasos, necesitando de más investigaciones que

puedan confirmar los hallazgos hasta la fecha.

Sin duda, el factor más estudiado y con mayor consenso entre los investigadores ha sido

el género. Aunque, unos pocos no obtuvieron relación entre ambos factores, la gran
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mayoría de estudios encontraron una relación positiva y significativa entre depresión y

género femenino, indicando que las mujeres son más propensas a padecer síntomas

relacionados con este trastorno. Estos datos concuerdan con la Organización Mundial de

la Salud (2020) que informa de una mayor incidencia de este trastorno en las mujeres.

Aunque con menos estudios disponibles que en el caso anterior, parece ser que los

estudiantes de cursos inferiores tienen más posibilidades de sufrir depresión que

aquellos de cursos superiores (Wathelet et al., 2020), (Odriozola-González et al., 2020).

Mientras que, considerando el nivel de estudios, los estudiantes de grado serian, con

diferencia, los más afectados. Seguidos de los estudiantes de doctorado y los de máster.

Las medidas de confinamiento y distanciamiento social llevadas a cabo han tenido un

alto impacto en el desarrollo de la actividad educativa de los estudiantes (Román, 2020).

Ante el cambio que supone realizar las clases online sin la presencia física de profesores

y compañeros, la incertidumbre de cómo serán evaluados, las dudas sobre cómo se

desarrollará el curso e incluso de si podrán llegar a terminarlo, es de esperar la relación

encontrada entre las dificultades académicas y los síntomas de depresión

experimentados por los estudiantes siendo estas dificultades uno de los factores más

perturbadores para su salud mental.

Otro importante ámbito que se ha visto gravemente afectado es el ámbito social. En la

situación en que los estudiantes se han visto aislados de sus compañeros, amistades y

conocidos, obtenemos varios factores relacionados con este ámbito que han mostrado

influir negativamente en su estado de ánimo. El sentimiento de deterioro y de pérdida de

relaciones (Savarese at al., 2020), el temor a la soledad ante la incapacidad de reunirse

con los seres queridos (Arënliu et al., 2021) y el aislamiento social (Villani et al., 2021),

(Padrón et al., 2021) son algunas de las consecuencias más significativas derivadas de la

crisis sanitaria del COVID-19. Pero debemos sumarle, además, la preocupación por la
                                                                                           20
salud de los seres queridos que podrían verse afectados por la enfermedad (Arënliu et

al., 2021), (le Vigouroux et al., 2021).

A pesar de las limitaciones impuestas, se ha visto que la manera de afrontar la situación

y el estilo de pensamiento, tienen un peso importante en la salud mental y en cómo se

vive la situación de confinamiento. Mientras que los estilos “todo o nada” y el

“catastrofismo” contribuyen a la presencia y gravedad de los síntomas depresivos, un

“reencuadre de la situación” y el mantenimiento del “pensamiento optimista” pueden

ser grandes aliados para paliar y disminuir los síntomas (Ventriglio et al., 2020),

(Padrón et al., 2021). No nos sorprende encontrar estos resultados, ya que en Psicología

es bien sabida la relación entre pensamiento y emoción, y se sabe que la regulación de

los pensamientos ayuda a regular las emociones y las manifestaciones fisiológicas.

Mas allá del enfoque que podamos darle a la situación, la gran mayoría de estudios

acuerdan que realizar ejercicio físico y mantener una rutina diaria estructurada y sana

son fuertes protectores ante la depresión (Tavolacci et al., 2021), (Wathelet et al., 2020),

(Der Feltz-Cornelis et al., 2020), (Padrón et al., 2021). Estos resultados coinciden con

las recomendaciones de la OMS que, ante el confinamiento, propone mantener una

rutina y realizar actividad física diariamente con tal de mantener el bienestar tanto físico

como psicológico.

CONCLUSIONES

Los datos obtenidos indican que los estudiantes universitarios tuvieron un alto riesgo de

depresión durante el confinamiento, con una prevalencia de entre 9,6 y 65,8% de

sintomatología depresiva entre moderada y grave. Los pocos estudios disponibles

                                                                                           21
advierten que el confinamiento y demás restricciones impuestas para detener los

contagios derivaron en un empeoramiento de su salud mental.

Al comparar con otras poblaciones (personal universitario, población general), los

estudiantes mostraron niveles de depresión más elevados advirtiendo que son un grupo

especialmente propenso al deterioro de la salud mental en situaciones de crisis.

Dentro de los factores relacionados, ser mujer es el que dispone de más consenso

indicando que tienen significativamente más tendencia a la depresión que los hombres.

Haber empezado los estudios recientemente, ser estudiante de grado, sufrir la presencia

de estresores académicos y sociales, debido principalmente a la incertidumbre por el

desarrollo del curso y el distanciamiento y aislamiento social respectivamente, y tener

un estilo de pensamiento “todo o nada” y “catastrofismo” también parecen contribuir a

los síntomas de depresión.

Por otra parte, entre los factores protectores, la realización de actividad física es el

factor más estudiado hasta la fecha y sobre el que más acuerdo hay entre los estudios

indicando una fuerte relación negativa con los síntomas de depresión. Aunque menos

estudiados, otros factores que parecen ayudar a disminuir la cantidad y gravedad de los

síntomas son el seguimiento de una rutina diaria estructurada y el “pensamiento

optimista”.

Los estudiantes universitarios han mostrado ser un grupo con alto riesgo, por lo tanto, es

necesario ofrecer y facilitar el acceso a servicios de ayuda psicológica durante periodos

de crisis y restricciones que impida llevar a cabo su actividad habitual. Dado que los

estresores académicos fueron algunos de los más relevantes para su malestar, es

importante que las instituciones educativas estén preparadas para llevar a cabo la

enseñanza de una manera eficaz incluso en situaciones de crisis y/o confinamiento, así

                                                                                           22
como, ofrecer la información y recursos necesarios para que los alumnos puedan seguir

su aprendizaje de forma no presencial. De esta manera, podremos disminuir la

sintomatología sufrida y evitar, en lo posible, las repercusiones negativas en su

bienestar general, formación y, a largo plazo, futuro como profesionales. Debido a las

limitaciones de los datos actuales, es necesario seguir investigando cuáles son los

factores de riesgo más relevantes y cómo paliarlos. Por último, se ha de informar sobre

cuáles son los factores protectores y fomentarlos entre los estudiantes, así como, seguir

investigando cuáles son las maneras más efectivas de afrontar este tipo de situaciones

para estar preparados en caso de que vuelvan a darse en el futuro.

                                                                                         23
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