I. LOS CHISTES POLÍTICOS EN CONTEXTO TEÓRICO
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I. LOS CHISTES POLÍTICOS EN CONTEXTO TEÓRICO Era tan pendejo que creía que golpe de Estado era pegarle a una mujer embarazada. El análisis del humor Los análisis de los chistes son escasos. De hecho muchos autores frecuentemente recurren al estudio de Freud (1973) escrito a principios de siglo en el que sugiere que los chistes sacan a la superficie lo críptico o escondido, permitiendo ver lo subconscien te. También a principios de siglo Bergson (1973) examinó las causas de la risa y estudió el subcons ciente. Una de sus contribuciones es el análisis de lo cómico y el papel social de la risa.1 Otro autor cita do profusamente es Jankelevitch (1982) y su análi sis de la ironía. Los tratados académicos son pocos, aunque hay una extensa lista de publicaciones humorísticas o so bre el humor (Fultz, 1970, que incluye caricatura 1. “La risa debe ubicarse en su medio natural, la sociedad, y por encima de todo, uno debe determinar su función utilitaria, que es una función social... La risa debe responder a determinadas exigencias de la vida co mún. La risa debe tener una función social” (Bergson, 1973, 18). 25
política, Rius, 1984; Pruneda, 1958; A. D., 1960), tratamientos cómicos o irónicos de la política (Covo, 1987) y hasta columnas periodísticas sarcásticas como las del estadunidense Art Buchwald, el israelí Efraim Kishon o Marco Almazán. Han sido los filó sofos y los psicólogos los que mayor atención le han prestado al humor. Estudios más recientes han arrojado luz sobre los diferentes componentes del humor. Pitchford (1960) exploró las funciones sociales del humor y Eastman (1972) los sentidos del humor. El humor étnico es una fuente importante para estudiar la cultura políti ca y la ideología, especialm ente en su aspecto discriminatorio (Telushkin, 1992). Sólo recientemente ha recibido atención el humor político. Entre los trabajos recientes destaca el de Schütz (1977), que ofrece un refrescante y novedoso acercamiento a los clásicos. Su lectura cómica de los griegos y su búsqueda sobre cómo los políticos hacen uso del humor son especialmente interesantes, en par ticular el capítulo sobre Lincoln. Lukes y Galnoor (1985) compilaron chistes alrededor del mundo. Banc y Dundes (1986) realizaron una colección de chistes rumanos, que reeditaron como colección de chistes po líticos del Este europeo (1990). Ambos estudios pro meten un análisis profundo y avances teóricos, pero dejan al lector con muchas preguntas sin responder. Kishtainy (1985) se concentra en el análisis del hu mor político egipcio, mientras que Beezley (1985) y Schmidt (1990a) examinan el humor político mexi cano desde la perspectiva del folclor y el elitelore, respectivamente. No obstante estos esfuerzos, el humor político continúa siendo un territorio inexplorado. Levine (1968) acepta que hay poco interés en investigar cien tíficamente el humor, mientras que Banc y Dundes (1990, 11) comentan que la mayoría de los estudios disponibles son meras compilaciones de chistes po 26
líticos “totalmente desprovistas de comentario o análisis”. La cantidad de preguntas pendientes es enorme y a cada nueva investigación surgen más. Hay muchas colecciones de chistes. La mayoría busca entretener sin más pretensión que ser diverti das. En estos libros los chistes políticos o escasean o no existen. Uno debe aceptar el hecho de que mu cha gente busca estos libros por puro entretenimien to. Pero acerca de la escasez de estudios sobre chistes políticos se pueden ofrecer varias explicaciones:2 1. Los chistes son un fenómeno común y corrien te, y como tal, pasan desapercibidos para los in vestigadores. La gente experim enta con ellos cotidianamente, vive con ellos y los usa con cierta frecuencia. Sin interés en las cosas comunes y co rrientes, los individuos, incluyendo a los académi cos, han ignorado a los chistes como objeto de análisis. 2. La risa es considerada hasta cierto grado como algo maligno, debido quizá a que ciertas “enferme dades” mentales usualmente producen explosiones de risa, o a que la risa atenta contra la solemnidad y se riedad con que la gente trata asuntos que considera importantes. La risa es condenada3 y juzgada ofensi va porque su estallido supone un acto de hostilidad, y en consecuencia se le reprime.4 Los adultos suelen controlar a los niños con el argumento de que “la 2. Durante mucho tiempo me sugirieron que escribiera un libro sobre chistes políticos mexicanos para volverme rico, lo que finalmente hice (Schmidt, 1996b), aunque la última parte de la afirmación no la he com probado. 3. Véase una magnífica exposición de este tema en Eco (1989). 4. Desde nuestra niñez individual, así como desde el tiempo de la niftez de la civilización, los impulsos hostiles en contra de nuestros semejantes están sujetos a las mismas limitaciones y represión progresiva que nues tros impulsos sexuales (Freud, 1973,91). De mi colección de anécdotas: en una cena en la casa de un diplomático en la ciudad de México, conocí a un funcionario de la oficina de prensa de la presidencia. Cuando me 27
gente se va a reír de ti”, con lo que la risa se convierte en sinónimo de ridículo. 3. Los chistes políticos rara vez se registran, qui zá porque la política debe ser seria y solemne.5 O será que la solemnidad ofrece una capa muy delga da de respetabilidad. Schütz (1977, 189) cita la Ley Corwin de la política: “Nunca hagas reír a la gente. Si quieres tener éxito en la vida debes ser solemne como un asno.”6 Kundera agrega (1986, 254): “Nin gún movimiento que intente cambiar al mundo es capaz de enfrentar la burla o el desprecio, el corrosi vo contra toda pretensión.” Los chistes y otras for mas del humor político rara vez son transcritos y analizados, y lo mismo ocurre con los materiales de quienes escriben sobre el humor. Para los políticos aparecer como un ser excepcio nal es prácticamente una necesidad existencial, y por lo tanto crean m itos que los m uestran como semidioses. El político se presenta frente a la socie dad como el mejor individuo de la humanidad, cer cano a la perfección, infalible, casi hasta el grado de no necesitar revelar ninguna emoción. No debe acep tar públicamente que está influido por pasiones hu manas. Si utiliza el humor, es para mejorar su imagen (Gardner, 1986) y mantenerse por encima del ciuda dano común y corriente. Los chistes políticos destruyen este mito, y con él el misterio de la política y de la vida de los polí preguntó en qué trabajaba, le respondí que era investigador del humor político, a lo que repuso que bajo ninguna circunstancia permitiría que se contaran chistes del presidente De la Madrid, para luego agregar que como lo mío era académico, yo le contara algunos. 5. Aquí se han manejado de la misma manera todos los chistes políticos; sin embargo, se requeriría una distinción más precisa entre los chistes políticos que se escriben para la televisión (para los programas de Jay Leño o David Letterman en Estados Unidos, por ejemplo) y los que cuenta la gente en general. 6. De acuerdo con Udall (1988, XV-XVI), esta idea se atribuye a un asesor del presidente estadunidense James Garfield (1881). 28
ticos. Los presentan como seres con familiares y amantes, y que sufren, lloran, envejecen, hacen el amor y hasta usan el sanitario. En pocas palabras, los chistes despojan a los políticos de su aura mís tica, revelan su santurronería y demuestran el ho rror que tienen de sí mismos: comprobar que son seres humanos. Más aún, los políticos buscan un lugar en la histo ria con la mejor imagen posible, pero el filo de los chistes amenaza con cortar esta aspiración. Cuando un chiste aparece por escrito, automáticamente pasa a formar parte del registro histórico, y hasta puede convertirse en punta de lanza contra la imagen del político. 4. La confusión general en los conceptos compli ca el análisis.7 El humor se confunde con frecuencia con lo cómico, la risa, chanza, caricatura, comedia, parodia, ingenio, ironía, sarcasmo, chistes y sátira, como si todos estos fueran sinónimos. Falta mucho por hacer para que estos conceptos adquieran vali dez científica en su análisis. Con esto en mente tra taremos de abrir brecha. Las manifestaciones del humor y sus sujetos de ataque están determinados por relaciones históricas, culturales y sociales. Los chistes políticos, la más popular de las manifestaciones del humor, seleccio nan su objetivo con base en la cultura e historia po líticas y en aquellos elementos políticos que irritan a la sociedad. El análisis de este estudio se concentra en el hu mor verbal, especialmente en el chiste, y omite el 7. Cuando realizaba la investigación para este estudio, me sorprendió que en la biblioteca de la UCLA hubiera muy pocas referencias bajo la categoría “humor”; pero cuando busqué “sátira”, encontré una muy larga lista de referencias. Obviamente, el concepto de “sátira” de los bibliote carios es erróneo. Expondré definiciones y conceptos en una sección posterior de este capítulo. 29
humor gráfico (como el cartón periodístico, mejor co nocido como caricatura) por dos razones básicas:8 1. No todos los cartones o tiras cómicas son cari caturas.9 Una taxonomía del humor gráfico supone una investigación más amplia. 2. En este libro analizo el comportamiento invo luntario y espontáneo en el sentido de que es indi recto, no comprometido y no planeado, aunque sea intencional. Difícilmente se le pueden atribuir es tas características al cartón o a la caricatura gráfi ca. Aún más, en estas formas se establece una relación clientelar entre el autor y el lector que está ausente en los chistes. Hay lectores que al seguir a un(a) autor(a) establecen una relación ideológica que implica la coincidencia con sus puntos de vis ta.10 Esta relación no se desarrolla con los chistes. El anonimato en las otras formas de humor políti co genera una relación directa solamente en el mo mento de la comunicación. De acuerdo con Freud (1973, 137), en el chiste intervienen tres individuos: el que lo cuenta, el que lo escucha y el sujeto del chis te. Entre el que platica y el que escucha se establece un entendimiento que pone en su lugar al sujeto del 8. Estas mismas razones de omisión son válidas para el humor político televisado o en teatro por carecer de espontaneidad; ambos son cuidado samente dirigidos. Durante la campaña presidencial de 1992 en Estados Unidos, el comediante Jay Leño, conductor del programa The Tonight Show en la cadena NBC, anunció que incluiría chistes sobre Bill Clinton para ser justo, porque ya había abusado de los referidos al presidente George Bush. 9. Para una definición de la caricatura, véase A. D. (1960), CIESPAL (1990), Pruneda (1958), Rius (1984), Freud (1973) y la taxonomía del humor incluida en este capítulo. 10. En julio de 1988, bajo el auspicio del Departamento de Comunica ción, organicé una serie de conferencias sobre humor político en la UNAM. La primera sesión, en la que participaron los caricaturistas de La Jomada Magú y El Fisgón, fue muy concurrida, al grado de haberse quedado gente fuera del salón. Ambos hicieron una presentación humo- 30
chiste, lo que puede ser importante para el chiste, pero la relación termina tan pronto como el chiste se ha contado. El que cuenta el chiste no lo inventó, y si lo hizo no tuvo en mente a una persona en especial para contárselo; de ahí que en este caso no emerja una re lación clientelar. En algunos casos, el chiste político puede consi derarse una caricatura de la persona o situación a la que se dirige la burla, lo que por sí mismo revela otra de las características de los chistes. Nuestra atención se enfoca a los chistes porque son la forma humorística más frecuente, y también porque no crea compromisos. Me concentro en los chistes políticos porque m uestran una opinión societaria libre y sin restricciones y representan una forma espontánea de comportamiento político. Pero para entender los chistes repasemos primero los dis tintos géneros del humor. Una definición del humor En la lectura de varios ensayos sobre el humor, y especialmente sobre chistes políticos, queda suficien temente claro que las preguntas básicas apenas se están formulando. Estas preguntas sugieren algunas de las direcciones teóricas y metodológicas en las que se mueve la discusión sobre el humor El humor tiene una asociación primaria con el es tado de ánimo.11 Esta concepción refleja la perspecti va fisiológica y se refiere a los humores corpóreos rística de su relación con Carlos Salinas de Gortari, en la que abordaron temas como la libertad de prensa y la corrupción de los periodistas. Des pués de la sesión — que fue muy larga, por cierto— , los estudiantes ro dearon a los caricaturistas para pedirles que autografiaran el cartón del día. Ésta me pareció una ocurrencia inusual en una facultad que sufre, o sufría, de gran solemnidad ideológica. El día en que se habló del análisis político del humor la audiencia fue mucho menor. 11. El término “humor” deriva del latín humor o, más apropiado, umor, que significa “líquido” (Encyclopaedia Britannica, 1990, vol. 6, 145). 31
que, se cree, determinan la salud humana y la predis posición (Goldenson, 1984,415). El humor tiene una fuerza creativa y curativa,12 anímica aunque se iden tifique a la risa como síntoma patológico (Moody, 1978). La energía invertida en la risa libera tensiones y estrés y ayuda a curar enfermedades y frustración social. La risa resulta de un chiste, sátira o reacción cómica contra la agresión. En el humor también se encuentra agresión y aprensión (Encyclopaedia Britannica, 1990, vol. 6, 144), El elemento central del análisis de Freud sugiere que los chistes son intencionales y siempre tienen un objetivo. La esencia del humor político es la corrección de situaciones indeseadas y la liberación de restriccio nes sociales, morales y políticas, especialmente resultantes de la represión política. El humor expresa una lección moral con una corrección producida por una emoción positiva de alegría y la liberación energética de la risa.13 El humorista es, en este caso, un moralista que se disfraza de científico, algo así como un anatomista que practica disecciones para enfermarnos del es tómago. El humor, en el estricto sentido del térmi no, es la trasposición de la moral a lo científico (Bergson, 1973, 107). En circunstancias difíciles el humor sirve de ins trumento para percibir los aspectos divertidos de una 12. “Imaginación jocosa, ingenio simpático. Ironía romántica equivalen te al triunfo del poder creativo del alma del artista sobre todo contenido y toda forma (Hegel)” (Runes, 1983, 312). 13 “Cuando se consigue el discernimiento humorístico, el despertar se incrementa para luego decrecer. Estos cambios en el despertar están aso ciados con la emoción positiva de la alegría y se acompañan de varios grados de risa y sonrisas... Buena parte del humor contiene elementos de distorsión sobre el conocimiento propio del mundo... Se interfiere en el humor cuando estos roles se revierten” (McGhee, 1985, 371-372). 32
situación14al tiempo que redefine los roles, colocan do al humorista o al que cuenta el chiste por encima de su objetivo. El cuentachistes adquiere el derecho legítimo de criticar al sujeto con el humor. El humor político enfrenta las situaciones que molestan a la sociedad descubriendo la verdad e ilu minando el juego político oculto. El Estado se autonomiza de la sociedad y los gobernantes desa rrollan un proyecto político para representarse a sí mismos, aun cuando esto los lleva a actuar contra los intereses inm ediatos de la clase dominante (Schmidt, 1988). Esta autonomización induce a la élite a limitar el poder de los gobernantes sin des truir al sistema. La élite preserva una fachada de uni dad nacional tras de la cual usa el humor como instrumento de confrontación. El humor representa el deseo de la élite de participar sin comprometerse y sin atentar contra la estabilidad del sistema políti co. Cuando este humor rebasa a la élite15 y es adop tado por el pueblo, se convierte en una forma jubilosa de enfrentar al liderazgo liberando tensiones socia les y estrés político sin poner en peligro al gobierno. Para la élite política un chiste puede ser poco pla centero, pero más conveniente que una revuelta. El humor político es un instrumento de agresión contra el liderazgo político que oprime a la sociedad, por que transgrede valores políticos y morales, normas, rituales y símbolos impuestos para defender a los gobernantes. Los chistes políticos ocasionalmente rebasan la línea entre este humor y el humor genérico. Com 14. “En un sentido abstracto, [humor] es la capacidad de percibir o ex presar los aspectos entretenidos de una situación... Platón (y también Thomas Hobbes) sostiene que nos reímos de personas o situaciones que nos hacen sentimos superiores” (Goldenson, 1984,415). Lipman (1993) analiza el papel del humor durante el Holocausto. 15. No he encontrado evidencias de chistes que se hayan originado en las clases populares. 33
parten la esencia del humor: se adaptan a las circuns tancias e intereses que modelan el orden moral por medio del cual la sociedad ordena valores y símbo los para burlarse de las normas y rituales estableci dos por la política. En este sentido el chiste es transgresor. Para ejemplificar, considérese el chiste que me contó uno de mis hermanos, que es médico, y que se trata de una burla contra la solemnidad de un acontecimiento muy serio: Era la toma de posesión del primer presidente judío de Estados Unidos. Su madre estaba sentada junto a uno de los secretarios del nuevo gabinete. Ella, muy emocionada, le dice: “¿Se da usted cuenta de lo que está pasando? ¡El primer presidente judío de Estados Unidos, y es mi hijo!” El secretario voltea y pa cientemente le dice: “Sí, señora, estoy muy conscien te de ello.” Después de unos momentos ella se voltea de nuevo y le dice: “Pero, ¿entiende usted bien? Mi hijo, el primer presidente judío de Estados Unidos, ¡y es hermano del doctor!” Este chiste ataca la solemnidad de la toma de po sesión presidencial con una referencia a la estereo tipada imagen de que los padres judíos (especialmente en Estados Unidos) desean que su hijo se convierta en el epítome del éxito como miembro de una de las profesiones más prestigiosas y mejor pagadas: la de médico. El valor social es transferido al chiste políti co para devaluar la imagen del político y la impor tancia del suceso. Después de todo, el que supone ser el presidente más poderoso del mundo ocupa sola mente un segundo lugar, después de su hermano el doctor. Los chistes políticos tienen el propósito de deni grar y ridiculizar a los políticos y su imagen. Otras formas del humor cumplen la misma función cuan do se aplican a la política, y cada género tiene ca racterísticas especiales que determinan su circulación. „.
Pero antes de seguir detengámonos en la taxonomía del humor para aclarar el análisis. Hacia una taxonomía del humor En esta sección identificamos tres elementos y ocho géneros del humor para presentarlos de acuerdo con su tratamiento en la bibliografía especializada. La comicidad, la risa y el ingenio son los elementos generales de situaciones humorísticas. Chanzas, ca ricaturas, comedia, parodia, ironía, sarcasmo, sátira y chistes son géneros. La forma y frecuencia de es tos géneros depende de determinantes culturales y de contexto. Los comentarios sobre cada uno de ellos son limitados, toda vez que mi propósito es desper tar la conciencia del lector sobre la riqueza y diver sidad en el objeto del humor. Elementos generales del humor Comicidad Lo cómico puede ser definido como “todo incidente que llam a nuestra atención sobre algo físico de una persona cuando lo moral es lo importante” y como toda combinación de actos y de acontecimientos que nos produce, insertas una en otra, la ilusión de la vida y la sensación de una disposición mecánica (Bergson, 1973, 50, 64). Lo cómico es una palabra que significa risible o divertido, pero como concepto no es fácil de definir. Kant enfatizó el ele- 35
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