La imagen de las personas sin hogar en dos diarios madrileños - (Grupo temático 2)

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La imagen de las personas sin hogar en dos diarios madrileños - (Grupo temático 2)
La imagen de las personas sin hogar en dos
           diarios madrileños
              (Grupo temático 2)

                         Pedro José Cabrera Cabrera
                        Facultad de Ciencias Humanas y Sociales
                        Universidad Pontificia Comillas de Madrid
                                        pcabrera@chs.upco.es
La imagen de las personas sin hogar en dos diarios madrileños - (Grupo temático 2)
El presente análisis de contenido ha sido realizado a partir de las noticias aparecidas en
dos de los principales diarios que se publican en España: El País y El Mundo. En
principio las instrucciones con las que debíamos trabajar los miembros del grupo
temático número 2 de Feantsa, establecían una serie de limitaciones temporales que nos
instaban a limitarnos a las noticias aparecidas durante el año 2003. Sin embargo, en el
caso español, diversos acontecimientos ocurridos durante el primer semestre del año
2004, han hecho aconsejable alargar el período de búsqueda hasta el verano de 2004.
Con frecuencia las noticias sobre cuestiones sociales, están muy condicionadas por el
discurrir de la agenda política y electoral, en ese sentido, puesto que a mediados del mes
de marzo de 2004 se celebraron elecciones nacionales parecía conveniente alargar el
plazo para cubrir al menos hasta el mes de abril. Más aún cuando apareció en la prensa
alguna noticia, vinculando a una persona sin hogar con el terrible atentado del 11-M que
precedió a aquellas elecciones. En segundo lugar, el 22 de mayo de 2004 se celebró en
Madrid la primera boda real después de 98 años en que se celebró la de Alfonso XIII, y
todo lo que sucedió en aquellas fechas, acabó teniendo también alguna repercusión
sobre la vida de las personas que viven sin techo en las calles madrileñas.

Metodología

Para realizar la búsqueda ha sido preciso suscribirse a la edición on-line de ambos
diarios, con el fin de poder utilizar los motores de búsqueda en el archivo de noticias
publicadas que ambos facilitan a sus suscriptores. Esto significa que la búsqueda está
condicionada por el nivel de exhaustividad que ambas herramientas son capaces de
alcanzar, sin embargo, no se encuentra en nuestra mano otro mecanismo más eficiente.
Igualmente, los resultados que ofrecen tales motores de búsqueda son desiguales,
mientras que en la versión en formato html que proporciona El País de las noticias se
incluyen los elementos gráficos (fotografías, diagramas, etc) no ocurrre así con el diario
El Mundo, de modo que un importante aspecto informativo, ha quedado sin poder ser
analizado.

Tanto El País como El Mundo, son dos diarios de alcance nacional, pero que tienen su
sede central en Madrid, esto significa que, aunque ambos tienen ediciones regionales, la
mayor parte de las noticias referidas a PSH que hemos podido detectar están ubicadas o
se circunscriben a la realidad madrileña. De hecho, en la mayoría de los casos las
noticias aparecen publicadas en las páginas de “Local”.

En el caso de ambos periódicos, la pretensión formal ante los lectores es la de
presentarse como dos medios independientes y encuadrables dentro de lo que se conoce
como prensa seria o de calidad. Sin embargo, esto no quita para que, de hecho, sea
posible identificar a uno y otro con ciertas posiciones políticas, de modo que no
resultaría abusivo identificar a El País con las posiciones defendidas por el Partido
Socialista (PSOE) mientras que El Mundo se ha venido encontrando más claramente
alineado con las posiciones del Partido Popular (PP).

En ambos periódicos hemos realizado una búsqueda exhaustiva de las noticias
aparecidas entre el 1 de enero de 2003 y el mes de junio de 2004. Para el rastreo de las
mismas hemos utilizado los siguientes descriptores: “sin hogar”, “sin techo”,
“mendigo”, “indigente” y el término más genérico de “pobres”, con el fin de intentar
ser lo más exhaustivos que nos fuera posible.
La búsqueda según estos términos nos ha proporcionado varios miles de referencias
periodísticas cuyo resumen hemos debido leer uno por uno. Una vez depuradas las
noticias de todos aquellos contenidos que no estaban directamente relacionados con
nuestro tema de investigación, hemos terminado por seleccionar un total de 219
noticias, 122 procedentes del diario El País y 97 del diario El Mundo. De este reparto no
se puede concluir que el tema adquiera mayor importancia en un diario que en otro,
puesto que como hemos dicho antes, cabe la posibilidad de que nuestros resultados se
encuentren condicionados por la desigual capacidad de las herramientos de búsqueda
que facilitan en sus páginas web uno y otro medio. Se trata de noticias de muy diferente
entidad y extensión pero que tienen la particularidad de referirse directamente a las
cuestiones que tienen que ver con el sinhogarismo.

Finalmente, cada una de estas 219 noticias, han sido exportadas a un tratamiento de
textos y preparadas para poder ser introducidas en un software profesional diseñado
para realizar análisis de contenido. Esta labor ha sido enormemente tediosa puesto que
ha sido necesario limpiar de elementos extraños (banner, etc) cada una de las piezas
hasta dejarlas reducidas al puro texto. Para nuestro análisis hemos utilizado el programa
QSR-NVivo lo que nos permite realizar búsquedas enormemente rápidas y eficientes
además de un tratamiento estadístico riguroso y completote los contenidos rastreados.

Periodicidad

Pocos temas sociales de cuantos aparecen en la prensa están sometidos a mayores
fluctuaciones según sea la época del año. En general, los meses de invierno son los que
registran un mayor número de noticias relacionadas con el sinhogarismo. Con el
invierno, llegan las bajas temperaturas que hacen la vida en la calle particularmente
difícil, junto a la eventual aparición de casos de muerte por congelación, o la
proximidad de las mismas fiestas de Navidad que vienen acompañadas de los primeros
anuncios de cava junto con la puesta en marcha de la llamada “campaña contra el frío”
en las grandes ciudades, todas estas circunstancias hacen que la cuestión de las personas
sin hogar, sea un tema navideño e invernal, como el turrón, papá Noel o los Reyes
Magos.

Probablemente un año es un tiempo demasiado breve para poder llegar a establecer de
modo concluyente una tendencia general, pero incluso con esta limitación, si
observamos la cadencia de publicación de las noticias sobre sinhogarismo a lo largo del
año 2003 en ambos diarios (ver gráfico sig.), es obvio que los meses de Noviembre-
Diciembre son los que marcan el pico de mayor incidencia, seguidos de los meses fríos
de enero-febrero-marzo, a partir de ahí se inicia un descenso que sólo algunos
acontecimientos puntuales consiguen contener. Es verdad que en el momento de la
transición hacia el verano, se vuelve a producir un cierto repunte, así sucedió en los
meses de Mayo y Junio, como consecuencia de algunas informaciones puntuales que
hablaban de alguna muerte trágica, de la puesta en marcha de una novedosa “campaña
de calor”, de la difusión de los datos de un estudio y de la coincidencia con uno de los
hechos noticiosos que han dado lugar a un mayor impacto informativo: la celebración
de un campeonato internacional de fútbol-calle en Austria a donde acudió un equipo
madrileño. En cualquier caso, en los meses de Nov-Dic-Enero se publicaron el 41% de
todas las noticias.
Noticias sobre PSH aparecidas durante el año 2003

                     30
                                                                                                                               25
                     25
                                                                                                                   19
                     20
                           14                               16
                     15           11 12                            13

                     10                                                     8                              8
                                                                                            6
                                                     5                              4
                      5

                      0
                                            Marzo

                                                            Mayo
                                  Febrero

                                                                   Junio

                                                                           Julio

                                                                                   Agosto

                                                                                                         Octubre

                                                                                                                   Noviembre
                                                    Abril

                                                                                            Septiembre

                                                                                                                               Diciembre
                          Enero

La designación

Durante los últimos años se ha producido un importante debate entre las personas
implicadas en la atención a personas sin hogar en torno a la expresión más adecuada
para designar a sus usuarios/clientes. Pensemos que durante los años 80 hizo fortuna la
expresión “transeúnte”1 por entender que tenía una connotación menos peyorativa que
las de vagabundo, mendigo o indigente que venían siendo utilizadas. De modo que al
aludir a una conducta que se entendía característica y definitoria del problema, como era
la de llevar una vida itinerante, nómada y desarraigada de albergue en albergue, se
obviaban otro tipo de alusiones a la naturaleza de las personas. Sin embargo, desde
finales de los noventa, se dejó notar la influencia de las primeras investigaciones sobre
el problema que se realizaron desde la Universidad (Vega1995; Muñoz 1996; Cabrera
1998) en las que se empleaba profusamente la traducción al español del término inglés
“homeless”, con toda la carga semántica y de contenido que ello implicaba, puesto que
al aludir a la situación y no a la naturaleza ni a la conducta de las personas, se ponían de
manifiesto las limitaciones una cierta visión estereotipada que hasta el momento se
había tenido sobre el problema, ligándolo exclúsivamente a la dinámica generada en
torno a los albergues y su clientela: varones, solitarios, desarraigados, alcohólicos y/o
con problemas de salud mental, etc. Mientras que por el contrario, la expresión “sin
hogar” obligaba a contemplar el asunto como un problema mucho más ligado a los
problemas de acceso al alojamiento y la vivienda y, por lo tanto, como algo que exigía
contemplar entre sus afectados a otras personas, grupos, y colectivos con circunstancias
bastante más heterogéneas (menores y jóvenes desinstitucionalizados, mujeres
maltratadas y familias monoparentales sin domicilio, inmigrantes y extranjeros sin
alojamiento, etc).

Entre la expresión transeúnte, y la expresión “sin hogar” –aunque mucho más próxima a
esta última- se encuentra una tercera expresión: “sin techo”, que en gran parte ha venido
a incorporarse al castellano desde la traducción literal de la expresión francesa “sans-
abri”, y que hoy en día coexiste con la anterior con un uso más o menos similar, si bien
en los últimos tiempos algunos proponemos reservar su utilización para designar a
1
 En gran medida como consecuencia de algunos importantes trabajos publicados por Cáritas (MARTÍN
BARROSO, 1985)
quienes se encuentran literalmente viviendo en la calle, lo que supone restringir su uso
para hacerlo coincidir con el término inglés roofless, mientras que continuamos usando
“sin hogar” para la situación más genérica designada como homeless.

En estos momentos, por lo que es posible apreciar en las noticias analizadas, el debate
terminológico de los profesionales, no tiene ya vigencia en el discurso de los medios. Si
consideramos el uso que se hace de las distintas expresiones en uno y otro diario, no
parece que existan diferencias significativas entre ambos. “Sin hogar”, “sin techo” se
utilizan amplia e indistintamente en ambos periódicos, y de forma similar ocurre cuando
se antepone en la búsqueda terminológica a las anteriores expresiones la palabra
“personas”, los porcentajes de utilización siguen sindo similares. Sí resulta curioso
comprobar que en español es mucho más frecuente anteponer la condición de personas a
la expresión “sin hogar” que a la de “sin techo”, esta última tiende a ser utilizada por los
periodistas más como un sustantivo, incluso haciendo desaparecer el espacio que separa
ambas palabras y fusionándolas en una sola, de manera que en ocho noticias se escribe
literalmente: “sintecho” sustantivizando así absolutamente la situación de encontrarse
viviendo sin techo, y convirtiendo de paro a la persona afectada por el problema en “un
sintecho”, categoría gnoseológica que viene a ser usada como etiqueta degradante para
designar, clasificar y encasillar a las personas que viven sin hogar.

                                               % de noticias en las
                                                que se emplea la
                                                    expresión…
                                               El País     El Mundo
                      “personas sin hogar”        36           35
                      “personas sin techo”         8           10
                      sin hogar                  45            40
                      sin techo                   39           46
                      Indigentes                  49           51
                      Mendigos                   18            19
                      transeúntes                 10           18
                      vagabundo                    2            5

El término “transeúnte” es utilizado sólo de forma muy residual y escasa si bien el uso
que se hace del mismo es importante por el efecto connotador y peyorativo, con lo que
qued claramente anclado en las obsoletas visiones del problema (“Dos indigentes
resultaron heridos mientras dormían durante la madrugada del viernes tras declararse
un incendio en la vivienda abandonada que ocupaban, […] Los transeúntes resultaron
heridos, si bien su estado no reviste gravedad, según aseguraron fuentes sanitarias”(El
País 15-3-2003); “La hermandad, fundada en 1615, fue creada con el fin exclusivo de
atender a los más necesitados de Madrid, función que sigue ejerciendo. De lunes a
sábado, da cena a transeúntes, inmigrantes e indigentes en un comedor con capacidad
para 90 personas.” El País, 10-4-2003) Si nos remontamos en el tiempo, nos
encontramos, por ejemplo, con que en 1998 se publicó una noticia en donde la
expresión surgía como consecuencia de que todavía en aquel tiempo se seguía
utilizando en un programa de atención de Cáritas (“…Mar Crespo, responsable del
Programa de Transeúntes de Cáritas Madrid…”, El Mundo 19-01-98) limitándose el
periodista en aquella ocasión a recoger la formulación utilizada por las entidades de
asistencia, lo que pone de relieve la importancia de cambiar el lenguaje entre los
profesionales como paso previo para modificar el discurso de los medios, y tras ello,
intentar modificar la representación social y colectiva del problema entre la opinión
pública.

En cambio la expresión “sin hogar” es utilizada actualmente muchísimo más que la
vieja y trasnochada de “transeúnte”, pues aparece en 93 de las noticias seleccionadas, y
algo parecido ocurre con “sin techo” que se usa en 92 noticias. Mostrando ambas una
enorme y masiva difusión, de modo que actualmente tanto una como otra son los
artefactos lingüísticos en torno a los cuales se construye el problema en España. Sin
embargo, mientras que la expresión transeúnte ha caído en desuso y está prácticamente
erradicada, no ocurre lo mismo con otros dos términos de uso coloquial que
tradicionalmente han servido para describir, exponer y representar el problema del
sinhogarismo y que aún hoy día siguen contando con un enorme predicamento, me
refiero a la palabra “mendigo” que aparece en 39 documentos, y a la palabra “indigente”
que es utilizada en 108 noticias, siendo por tanto el sustantivo más popularmente
utilizado por los periodistas en sus textos.

Para cualquier lector de estas noticias son evidentes las connotaciones que acarrea el
término indigente2: la extrema pobreza, la carencia más absoluta, la asociación
simbólica con una actitud pedigüeña y el hecho de encontrarse en una situación de
riesgo para la propia supervivencia, junto con la desvinculación semántica respecto del
discurso de los derechos sociales y el moderno welfare, etc. No obstante, al comienzo
del siglo XXI, esta palabra es la más utilizada de entre todas las usadas para referirse a
nuestros protagonistas.
    - “’Hay mucha competencia para conseguir cama en los albergues’, se lamenta
        un indigente”
    - “Otro de los indigentes que frecuentan la zona es Guillermo, un peruano
        alcohólico que vive en la calle porque su familia le trata como a un niño”
    - “Los indigentes jóvenes sufren más intentos de suicidio y problemas de drogas”
    - “Si no comes por ahí, si te quedas sentado a la mesa de tu casa, eres un
        miserable indigente. Se acabó todo para tí: las marcas, el sushi, la llamada
        desde el móvil al 2424 para que te hagan reservas”, etc.

Con la introducción de esta palabra los centros que atienden a PSH se transforman en
“la red de acogida de indigentes de Madrid”, y las iniciativas novedosas se tornan en
antiguallas pasadas de moda incluso antes de empezar a funcionar: “El Ayuntamiento de
Barcelona creará un centro de acogida para indigentes que tendrá entre 300 y 400
plazas”. Iniciativas como las de la Comunidad San Egidio de Barcelona que publica
una guía titulada “On menjar, dormir i rentar-se” ideada por la organización como “una
guía para las personas sin techo que recoge todas las direcciones de los servicios útiles
para las personas que viven en la calle” un texto en el que como es fácil apreciar se
insiste en dos ocasiones en la condición de “personas” la gente sin hogar, se convierte
sin embargo en el texto del periodista en “la primera guía para indigentes publicada en
España”. De la mano de la palabra “indigente”, las personas sin hogar son arrastradas
hasta la última posición en la escala social, económica y simbólica (“Este indigente, ex
toxicómano y español de origen armenio, al que llaman el moreno con suerte...”).

2
  Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua “indigente” es quien “padece
indigencia”, esto es: una “falta de medios para alimentarse, para vestirse, etc”
Al mismo tiempo, por su connotación negativa, a menudo es utilizada por los
periodistas para “manchar” la imagen del político de turno, o es utilizada entre políticos
de diferentes partidos para mostrar las debilidades y fallos de la política de su rival,
como en el siguiente texto: “La concejal de Empleo y Servicios al Ciudadano, Ana
Botella, pidió ayer a los grandes ayuntamientos de la región que abran centros de
acogida para personas sin hogar, ya que sólo Aranjuez y Colmenar Viejo disponen de
ellos. La edil considera que la falta de albergues en otros municipios provoca un
"efecto llamada" sobre la capital. Las principales localidades replican que "apenas
tienen indigentes", de modo que para los ayuntamientos de las grandes ciudades del sur,
gobernadas por la izquierda, la cuestión de la “indigencia” es un asunto que sólo
existiría en el territorio gobernado por el Partido Popular, y de esta horma la expresión
“personas sin hogar” utilizada por Ana Botella (concejala responsable de Servicios
Sociales en el Ayuntamiento de Madrid y esposa del anterior presidente del gobierno,
José Mª Aznar) es trocada por el término “indigentes” en boca de sus oponentes.

Este toma y daca terminológico invierte su sentido, en cuanto a la adjudicación de
responsabilidad política, en el párrafo siguiente de la misma noticia: “Botella reclamó
la apertura de albergues en las ciudades de la periferia durante la presentación de los
resultados de la campaña invernal de atención a los sintecho, finalizada en marzo. No
es la primera vez que una edil de Servicios Sociales de la capital realiza un
llamamiento similar. En 1998 la entonces concejal Elena Utrilla, en un tono
beligerante que Botella no utilizó en ningún momento, acusó a los alcaldes socialistas
de los municipios del sur de "enviar a sus indigentes a Madrid en vez de crear recursos
para atenderlos", siendo en esta ocasión la anterior concejala del PP, la que reprocha a
los socialistas del sur, la exportación de sus “indigentes” a la capital.

Esta guerra a veces velada y en ocasiones manifiesta que mantienen los responsables
municipales por evitar ser asociados con la pobreza más extrema, con el sinhogarismo,
les lleva frecuentemente a mostrarse reticentes y rechazar la construcción de centros de
atención en su localidad, siendo ésta una guerra que trasciende las fronteras partidistas
y que enfrenta a miembros de la misma formación política por un “quítame allá esos
pobres”; tal y como aparece reflejado en otra noticia aparecida al día siguiente de la
anterior: “El Consistorio de Pozuelo de Alarcón, del PP, considera que este municipio
de 76.000 habitantes ‘no necesita un centro de acogida para indigentes’. ‘Pero
estudiaremos la sugerencia de Botella’, añade”

La palabra indigente aparece de forma reiterada en aquellas noticias más truculentas,
como forma de excitar el morbo en quien lee, así: “Detenido un indigente por matar a
otro en una pelea en Benidorm”; “Tres indigentes perecen en un incendio y dos
excursionistas mueren en Peñalara”; “La Policía Nacional rescató ayer a seis
indigentes que se vieron atrapados por el fuego cuando dormían en un depósito
municipal de coches abandonados de Mislata”; “Agentes del Cuerpo Nacional de
Policía buscan desde la madrugada de ayer a los tres ocupantes de un BMW negro que
sobre las 2.40 lanzaron una botella con líquido inflamable contra una furgoneta
aparcada en la calle de Embajadores (Arganzuela) y en cuyo interior dormían dos
indigentes, un hombre y una mujer”; “Un indigente de 39 años, identificado por la
policía como Juan Manuel A. F., murió ahogado en la noche del pasado lunes…”; “Un
indigente de 56 años ha sido detenido por apuñalar a otro, de 43 años, con un
abrecartas en el abdomen”; “Dos personas -al parecer indigentes- han fallecido en un
incendio ocurrido en una nave industrial en desuso...”; “Dos indigentes han sido
encontrados muertos en el municipio de Fuenlabrada en un intervalo de 24 horas, uno
en la vía pública y otro en un hueco de la fachada de un edificio, sin signos externos de
violencia y con el frío”; “Una indigente da a luz en un descampado a un bebé
prematuro. Los servicios sanitarios asistieron rápidamente a la madre y al recién
nacido, pero no pudieron hacer nada por el neonato”. En ocasiones la noticia
truculenta viene acompañada de otras circunstancias añadidas que la hacen doblemente
morbosa e inquietante, como este breve de agencia en el que a la condición de indigente
de la víctima y al hecho de la violación se añade la referencia a la condición étnica del
agresor, extranjero y por más señas de nombre Mostafá: “La Audiencia Provincial de
Madrid ha condenado a ocho años de prisión a Mostafá B., un marroquí de 40 años
que en octubre de 2002 violó a una indigente”(El Mundo 23 marzo de 2004).

Esta lucha terminológica que enfrenta a los actores de este drama queda recogida
brutalmente en el texto de una entrevista a una persona sin hogar que publicamos en una
investigación para la Comunidad de Madrid y que aparecía literalmente reflejada en una
noticia del diario El Mundo en donde se hacían eco de la investigación: “«Vagabundos,
mendigos... como quieran llamarnos. ¡Cómo cambian todos los nombres! Bueno, somos
indigentes». Esa entrega resignada que muestran las palabras (“como quieran
llamarnos”) de esta persona sin hogar ante un combate del que se sabe de antemano
perdedor y víctima (“¡cómo cambian todos los nombres!”), puede ser la mejor
descripción de la batalla lingüística que unos y otros mantienen por construir una
identidad deteriorada, o por defender los últimos jirones simbólicos de una persona
“normal”.

El efecto estigmatizador no sólo se consiguen por la utilización abusiva de
determinados sustantivos para designar a las personas sin hogar, un efecto parecido se
consigue por la vía de unirles a otros actores y personajes presentes también en el
paisaje urbano de cualquier gran ciudad. No son infrecuentes las enumeraciones de tipos
y personajes que incluyen a nuestros protagonistas entre una pléyade de grupos y
colectivos que, si algo tienen en común, es su condición de identidades sociales
estigmatizadas: “Los mendigos, los trileros, los turistas, los carteristas, los maderos,
los tenderos, los del top-manta, los manifestantes, los repartidores de propaganda, los
chaperos, los que dan sermones, los vigilantes y los que vigilan a los vigilantes”;
“…personas sin hogar, ancianos y niños desvalidos…”; “Junto a las tipologías más
tradicionales, en las que el alcoholismo era la más generalizada, han ido apareciendo
otras que han dado lugar a drogodependientes sin hogar, a enfermos mentales sin
hogar y a inmigrantes sin hogar…”

Por el contrario, las visiones más rigurosas del problema que ofrece la prensa suelen
aparecer entreveradas en medio de aquellas noticias que se hacen eco de la publicación
de una investigación, o de un libro escrito por un experto como es el caso del siguiente
texto en donde el periodista expone que: “ser pobre no significa ser mendigo: la gran
mayoría de las personas comprendidas en la definición de pobreza habitual en el
primer mundo trabaja mucho: probablemente más horas que los no pobres.
Simplemente, lo que ganan no les da para vivir”, claro que se trata de una noticia en
donde se comenta el libro de Barbara Ehrenreich “Por cuatro duros” (Nickel and dimed
en el original inglés). O esta otra en la que recogían los resultados de una investigación
sobre la mendicidad en Madrid (Cabrera y Rubio 2003) en la que se marcan claramente
las distancias entre mendicidad y sinhogarismo, cuando lo habitual es que se confundan
una y otra: “Partiendo de la base de que ni todas las personas sin techo mendigan ni
todos los mendigos viven sin techo, entre 600 y 800 personas se dedican a la
mendicidad en Madrid”

De hecho, la palabra mendigo es utilizada de modo más o menos abusivo para referirse
a las personas sin hogar, y de forma sistemática en todas aquellas noticias en las que se
recogen referencias a actuaciones de corte policial y de seguridad ciudadana, como por
ejemplo: “el Ayuntamiento colocará vallas en todas las calles de acceso con el objetivo
de erradicar a los mendigos de la zona, frenar la prostitución y mejorar las condiciones
de salubridad” ; “El candidato del PP pide severas medidas contra mendigos y
prostitutas de calle”; “Garzón deja en libertad al mendigo argelino detenido el lunes
en San Sebastián. El juez considera que Alí Amrous, arrestado al lunes por la
Ertzaintza, no tiene ninguna relación con los atentados [del 11-M]”. Es fácil ver cómo
la asociación de la mendicidad, en tanto que práctica, si no delictiva o ilegal, sí
relativamente alegal o cuando menos incómoda, hace que los compañeros de viaje y las
actuaciones de limpieza callejera unan a personas sin hogar -transmutados en
“mendigos”-, con gente como prostitutas, trileros, gamberros y otras “subespecies”
urbanas: “Las cámaras de videovigilancia expulsan de la plaza a los mendigos, a los
jóvenes del 'botellón' y a los patinadores”.

La asociación simbólica con otros temas marginales: locos, parados, borrachos,
drogatas, extranjeros y criminales.

En el imaginario colectivo las personas sin hogar resulta invariablemente descalificadas
y destituidas simbólicamente al quedar asociadas a otros problemas con una fuerte
estigmatización como son la enfermedad mental, la pereza frente al trabajo, la
drogadicción, el alcoholismo, la inmigración ilegal y la delincuencia. Todas estas
conexiones infamantes quedan confirmadas y amplificadas en muchas ocasiones por el
lenguaje empleado en los medios. De tal manera que si hacemos un rastreo temático
entre las noticias seleccionadas nos encontramos con una altísima presencia de estos
asuntos en las informaciones que hablan de las personas sin hogar (ver tabla siguiente)

                              Inmigración              79
                              Droga                    49
                              Alcohol                  33
                              Salud mental             23
                              Paro                     16
Resulta sorprendente la masiva asociación del sinhogarismo con las referencias a la
inmigración habida cuenta de que se trata de un asunto relativamente reciente entre
nosotros, sin embargo, frente a las tradicionales imágenes que lo asociaban a problemas
con la droga, el alcohol o la enfermedad mental, hoy en día se puede afirmar sin ningún
género de dudas que en la mente de los españoles la imagen de una persona sin techo se
corresponde casi con toda seguridad con el rostro de un extranjero, magrebí,
subsahariano o europeo del Este; el caso es que la pobreza más extrema hoy en día en
España habla otra lengua, tiene hábitos culinarios diferentes, carece de documentación
que le permita trabajar legalmente y vaga por las calles, o de albergue en albergue,
buscando la manera de salir a flote. Como afirma en una entrevista la presidenta de
Cáritas española, Nuria Gispert: “Atendemos a los últimos de los últimos. Y los últimos
son ahora los inmigrantes”

Una y otra vez se relata como “en los últimos años la demanda de camas ha crecido de
forma importante por la llegada de inmigrantes”o se expone cómo “aumentan las
mujeres con hijos y los inmigrantes en el colectivo de ‘los sin techo’ de Barcelona”.
También, cuando se describen los servicios, es habitual reflejar el enorme peso que
representan los extranjeros; en algunos textos se habla del 80%, en otros del 75 o del
70% pero casi nunca se baja del 50%. Aunque habitualmente el tono no es tan neutro y
descriptivo, y por ejemplo se utiliza la referencia a los inmigrantes como elemento de
descalificación, como en la siguiente noticia en la que el espacio urbano por el que
deambulan las personas sinhogar, es también el lugar “donde te quitan la cartera,
donde duermen los mendigos, donde van los chaperos y donde se ponen los
inmigrantes”.

También en ocasiones el periodista se hace eco de las quejas de los españoles sin techo:
“Para conseguir una cama tienes que competir con 30 bolivianos, 30 ecuatorianos y
otros 30 autóctonos” y sólo excepcionalmente aparecen noticias en las que se reflejan
los problemas y dificultades añadidas que la condición de extranjero en situación
irregular añade al hecho de vivir sin techo, con lo que en estas raras y escasas noticias
en las que la condición de inmigrante no es violentada como dato descalificador sino
como circunstancia agravante de la exclusión social aprendemos que existe un nuevo
síndrome similar al que sufrió el marido de Penélope en su periplo hacia Ítaca: “Si
estuvieran legalizados, encontrarían un trabajo legal y les alquilarían un piso. Pero
aquí hay quienes se enriquecen precisamente a costa de la situación de ilegalidad de
estos trabajadores, condenados al síndrome de Ulises, un cuadro de depresión y apatía
en el que caen muchos de los inmigrantes cuando, después de varios años de ilusiones y
lucha infructuosa, pierden toda esperanza”.

Pero probablemente de entre todas las asociaciones negativas con las que se ha unido en
los medios españoles el discurso sobre el sinhogarismo con la inmigración, la de efectos
más perversos sea la que se ha producido como consecuencia de la existencia en muchas
ciudades españoles de clanes gitanos rumanos que se dedican sistemáticamente al
ejercicio de la mendicidad lo que ha permitido recuperar actitudes de rechazo y visiones
negativas sobre la pobreza que creíamos desaparecidas hace tiempo (“La Asociación
Proderechos Humanos de Córdoba hizo hincapié en la situación por la que atraviesa el
creciente colectivo de inmigrantes rumanos en Córdoba. La vocal de Inmigración,
Ángeles Marco, precisó que este colectivo sufre un mayor rechazo al dedicarse a la
mendicidad”)

Para acabar de violentar la visión del problema en la prensa, la asociación del la gente
sin hogar con el mundo de la droga se produce justamente a partir del subgrupo más
marginal y despreciado de los toxicómanos: las personas que deambulan por los
poblados chabolistas de Las Barranquillas y La Quinta en las afueras de Madrid y que
viven a la intemperie mientras trapichean y buscan la forma de conseguir una nueva
dosis, en una “situación tercermundista” según las palabras del presidente de una ONG
“con centenares de toxicómanos deambulando enfermos y durmiendo en chabolas y
tiendas de campaña” entre la sala de venopunción, la espera para obtener jeringuillas y
la ocasión de “pillar” algo que inyectarse. Los drogodependientes más tirados han
venido pues a unirse a los alcohólicos de toda la vida, en tratamiento o no, y a los
enfermos mentales, a la hora de identificar y visualizar la imagen de una persona sin
hogar como es el caso de “XX” con “dos décadas en la calle que malvivía en la
glorieta de Quevedo, enfermo, sucio y con graves problemas de alcoholismo”. En el
caso de los enfermos mentales nos encontramos con un buen número de noticias que
vinieron a hacerse eco de la puesta en marcha durante el año 2003 del primer equipo de
calle que presta atención psiquiátrica al aire libre en Madrid, la novedad de contar entre
sus integrantes con un médico psiquiatra resultó ser un fuerte reclamo para la prensa que
una y otra vez se hicieron eco de que se había “encendido una pequeña luz con la
creación, en junio de 2003, de un equipo volante de atención mental formado por una
psiquiatra, dos enfermeras y un educador” y cuyo objetivo era “conseguir que estos
indigentes con problemas psíquicos inicien un tratamiento y mejoren sus condiciones de
vida”. En cualquier caso la vieja y estereotipada imagen de la persona sin hogar es
descrita y representada una y otra vez en el discurso periodístico vinculándola mucho
más al extravío mental que a los problemas sociales y estructurales, como en el caso de
un “hombre joven de habla inglesa, cuya cabeza se perdió hace tiempo y que desde
entonces duerme al raso, come lo que le dan, viste con andrajos y pasa las horas
muertas dando vueltas a sus obsesiones y a sus cartones de vino. Necesitaría ayuda
psiquiátrica, pero no la busca” La noticia periodística, en la mayoría de los casos no
hace sino confirmar, reproducir y amplificar lo que ya se sabe o se cree saber sobre el
problema.

La política

Por otro lado, un buen número de las noticias que se reflejan en los periódicos tienen
que ver con la puesta en marcha de algún nuevo servicio, la introducción de novedades
en otro o el lanzamiento de la campaña del frío, hasta 40 noticias aluden a este tipo de
eventos, y como es lógico su aparición regular tiene mucho que ver con la actividad
desplegada por los gabinetes de prensa de los departamentos de servicios sociales que se
encargan de airear cada pequeña o gran novedad “la Agencia Antidroga abrirá este año
alojamientos para toxicómanos sin hogar tratados con metadona”; “Barcelona tendrá
un albergue para 300 'sin techo'”; “Botella [la concejala madrileña] abre un centro en
la Casa de Campo para los indigentes y cierra el metro como refugio”, etc. El colmo de
esta actuación publicitaria se alcanza cuando los periódicos se hacen eco, no ya de
alguna nueva actuación, sino que dan publicidad a lo que tan sólo son una serie de
buenas intenciones para el futuro: “El Ayuntamiento de Madrid construirá un nuevo
Centro de Acogida para personas sin hogar”, o:“El Ayuntamiento creará un foro de
estudio sobre los 'sin techo'” como anunciaba El País en diciembre de 2003, una
iniciativa que a mediados de octubre de 2004 aún no se ha puesto en marcha.

Bien es verdad que en ocasiones, esta actividad desplegada por los publicistas de los
políticos se vuelve en contra de sus objetivos de marketing y lo que pretenden anunciar
a bombo y platillo se convierte en ocasión de descrédito por arte de birlibirloque
periodístico al que no es ajeno el debate entre partidos políticos y sus respectivos
medios periodísticos, como ocurrió por ejemplo, con el intento del Ayuntamiento
madrileño de acercar a las personas sin hogar hasta un alojamiento de emergencia
situado en un parque algo alejado mediante el recurso de habilitar un autobús urbano, lo
que llevó al periodista del medio vinculado al partido socialista a titular así la iniciativa
del ayuntamiento conservador: “El autobús que llevará a los indigentes al refugio de la
Casa Campo se 'estrena' con 8 usuarios”; y unos días más tarde, a continuar
informando de que :“El autobús de los 'sin techo' lleva sólo unos 20 pasajeros por
noche”. Al fin y al cabo, los intereses que se dan cita en torno al sinhogarismo tienen
muchos actores protagonistas (incluso los sindicatos entran a veces en la liza:
“Comisiones Obreras denuncia que el Ayuntamiento ‘está formando un gueto de
marginados en la Casa de Campo al crear todos los servicios para indigentes en una
misma zona’”), y si bien los responsables políticos municipales son importantes e
intentan publicitar sus actuaciones, también hay otros, como por ejemplo las ONGs que
intentan conquistar un espacio mediático para hacerse valer ante la opinión pública y
lanzar sus críticas al poder mientras tratan de afirmarse y asentar su cuota de
protagonismo en el asunto: “La comunidad de San Egidio denuncia que hay 2.000
'sintecho' en Barcelona”; “Unos 100 indigentes con problemas psíquicos malviven a
laintemperie, según las ONG”; entre estas ONG, probablemente Cáritas sea una de las
más activas y la que con más facilidad consigue abrirse paso en la prensa escrita, ya sea
para denunciar o para publicitar sus actuaciones: “Seis de cada siete personas que
carecen de un hogar en Málaga duermen en la calle cada noche debido a que el
número de plazas que ofrecen los centros es insuficiente para atenderlos, denunció hoy
el director de Cáritas…”; “Cáritas pide que se "aligere la burocracia" de las ayudas
oficiales”; “El secretario general de Cáritas, Joaquim Sabater, presentó ayer la
campaña que promueven con motivo de la Navidad, que comienza hoy con un concierto
en la basílica de Santa Maria del Mar” . Hasta un total de 22 noticias recogían una
referencia a Cáritas, frente a 17 que aludían a los hermanos de San Juan de Dios, 10 a
RAIS, 5 a FACIAM, y 3 a Feantsa.

La actividad política se materializa y se prolonga en la prensa escrita una y otra vez
tomando a los pobres y excluidos como ocasión o excusa para intentar ganar espacio y
algún titular en los medios, los políticos aparecen una y otra vez para decir lo que se
hace, lo que se proyecta hacer o lo que quizás se haga. En esta feria de vanidades, el
momento electoral es sin duda el tiempo privilegiado para hacer que los que se
presentan como candidatos o los que acaban de ganar las elecciones hagan acto de
presencia en los albergues y servicios que atienden a las PSH. Llegado el momento de
las elecciones, se intentar demostrar sensibilidad social, proximidad y calor humano
ante los electores. En estos asuntos no parece que haya muchas diferencias entre unas
siglas y otras: “Los 230 indigentes que se cobijan en el albergue de San Juan de Dios
(Chamartín) tuvieron ayer un desayuno sobresaltado. Mientras apuraban sus tazones
de café se encontraron de pronto rodeados de periodistas y políticos. El revuelo se
debía a que la nueva presidenta regional, Esperanza Aguirre, del PP, decidió celebrar
en este centro el primer acto oficial de su mandato”; y en el caso de los candidatos
socialista, el periódico recogía una noticia en la que podía leerse que “la aspirante del
PSOE a la Alcaldía acompaña de incógnito a voluntarios de 'Solidarios' para conocer
la realidad de decenas de indigentes que viven en la calle” , sin embargo, a pesar de ir
de incógnito y de que según se lee en la noticia “No quería fotos. No quería prensa. No
quería a su equipo alrededor” ¡qué casualidad!, el periodista estaba allí y bajo su atenta
mirada y su ágil pluma la aspirante a alcalde “siguió repartiendo café, caldo y comida
hasta muy pasada la medianoche”.

Esta actividad electoral entre los más pobres para obtener, no ya su voto, sino para
corregir, afianzar o modificar algún aspecto de la imagen pública de los políticos ante
los ciudadanos se presenta a veces por el periodista como una especie de descenso a los
infiernos teñido de ribetes épicos: “Ana Botella tenía ayer una de las pruebas difíciles
como candidata: la visita al albergue de San Isidro, uno de los puntos más duros del
Madrid del 2003” con lo que se contribuye a afianzar una vez más el estereotipo de
distancia, alejamiento, peligro e inseguridad frente a los más excluidos.

Peligro ¿para quién?

Este breve análisis de contenido estaría incompleto si no hiciéramos referencia a la
cuestión de la inseguridad en relación al sinhogarismo. Lamentablemente en los últimos
años se ha abierto paso una cierta corriente de opinión que intenta poner de relieve los
peligros, riesgos y conflictos que vendrían a amenazar a los ciudadanos bienpensantes
como consecuencia de la existencia de personas excluidas sin hogar en medio de las
sociedades más ricas. Para agravar aún más la situación, hay ocasiones en las que
incluso políticos con escasas luces y menos información reclaman medidas urgentes que
detengan el deterioro de la inseguridad en las calles, y apelando a la doctrina de la
tolerancia cero piden actuaciones policiales contra los más pobres: “El candidato del
PP [a la Generalitat de Cataluña] pide severas medidas contra mendigos y prostitutas de
calle”, y más adelante se aclara que “inmigrantes en situación irregular, prostitutas de
calle, mendigos y delincuentes habituales serán, de tener responsabilidades de
gobierno, los ejes de lucha del PP para garantizar la seguridad” en una amalgama de
pobres y excluidos con la que se busca agitar el espantajo de la pobreza identificándola
con el delito y la criminalidad. El mismo objetivo que vuelve a aparecer en la noticia
que recogía la intención del ayuntamiento socialista barcelonés de colocar “vallas en
todas las calles de acceso [a un popular mercado barcelonés] con el objetivo de
erradicar a los mendigos de la zona, frenar la prostitución y mejorar las condiciones de
salubridad”. Personas sin hogar, prostitutas y otras gentes de mal vivir se constituyen
nuevamente en el punto de mira de la prensa y de los políticos y acaban siendo
apartados, orillados, segregados, recibiendo exclusión sobre exclusión ya sea por
motivos de seguridad, de policía o de higiene. Cámaras de videovigilancia, vallas de
separación, policías, instalación de “bancos antimendigos” con un reposabrazos en
medio que impiden acostarse y dormir sobre ellos, todo vale con tal de limpiar las
calles, puesto que el peligro siempre parece venir de los más pobres: “un total de 187
menores de nacionalidad rumana fueron detenidos en el primer semestre del año en las
calles de Madrid por venta ilegal en cruces y semáforos, mendigar en esos mismos
lugares, limpiar cristales o perpetrar hurtos en los vehículos parados”. Nada se dice de
la obligación de tutela y defensa de los derechos vulnerados de estos menores, basta la
referencia al peligro que encierran y la constatación de que han sido “detenidos”.

El punto álgido de este tipo de actuaciones tendentes a criminalizar la exclusión por
parte de algunos políticos irresponsables se produjo en Madrid con ocasión de la boda
del heredero de la Corona, en aquella ocasión la jefa municipal de turismo del
ayuntamiento madrileño fue cesada de forma fulminante al hacerse público en la prensa
que “había firmado una orden para expulsar a los mendigos de la Plaza Mayor” dos
días antes de la boda. Aunque el motivo aducido era la celebración de un acto en el que
se iba a presentar una guía de Madrid, el hecho seguía a la denuncia que habían hecho
los medios dos días antes de la boda bajo el titular de “¡mendigos fuera!” en donde
según el periodista se relataba que “los organizadores de la boda real” entendían que
esta “debe atravesar las calles de Madrid limpias de mendigos, vagabundos o
yonquis”, por lo que “en los últimos días agentes de la Policía Municipal de Madrid y
del Cuerpo Nacional de Policía han recomendado a los indigentes que ‘desaparezcan o
se marchen’ de los alrededores del Palacio Real y de la catedral de la Almudena, según
han explicado varios de los mendigos que pululan y duermen por las cercanías del
escenario de la boda” . La noticia se acompañaba de varias fotos3 en las que se veía a
agentes de la policía local que se acercaban a hablar y pedir la documentación a las
personas que pernoctaban en los túneles y pasos subterráneos próximos al Palacio.

(“¡Mendigos fuera!”, El Mundo, 13 de mayo de 2004)

Y, sin embargo, si analizamos objetivamente las noticias aparecidas en los mismos
periódicos, se comprueba que los problemas de seguridad del sinhogarismo son sobre
todo un problema que afecta a las propias personas sin hogar. Aunque con menos
relieve tipográfico y sin tanto alarde como el otorgado a la operación de seguridad
previa a la boda principesca, lo cierto es que de forma regular los periódicos recogen un
goteo constante de noticias en las que las víctimas de sucesos violentos resultan ser
habitualmente las personas excluidas sin hogar. Hasta 35 noticias hemos detectado en
donde se relatan sucesos trágicos; en 31 de ellas las personas sin hogar resultan ser las
víctimas, mientras que sólo en 4 son los agresores, e incluso en estos pocos casos la
víctima suele ser también una persona sin hogar “Un indigente de 56 años ha sido
detenido por apuñalar a otro, de 43 años, con un abrecartas”; “Un mendigo, Ramón

3
  La cuestión de las fotografías con las que se ilustran las noticias sobre sinhogarismo merecería por sí
sola un estudio específico puesto que en gran medida la construcción mediática del problema viene
generada a partir de la necesidad de acompañar el texto de imágenes sintéticas y suficientemente
ilustrativas. En este sentido lo habitual es recoger únicamente aquellas estampas de personas sin hogar
que más refuerzan visualmente el estereotipo dominante, descartando las fotografías de todss aquellas
PSH que presentan un aspecto “normal” puesto que resultan sencillamente inválidos para ilustrar
gráficamente cualquier noticia sobre el tema ya que no llevan en su aspecto externo ninguna seña de
identidad suficientemente característica que les vuelva identificables a primera vista.
Amorós Ordóñez, de 62 años murió el jueves por la mañana en el hospital Clínico, dos
días después de recibir una brutal paliza propinada por otra indigente, Felisa
Cebadero Ganán, de 34 años”. No obstante, a pesar de esta constatación objetiva de los
riesgos que implica vivir en la calle, a la intemperie, el imaginario colectivo seguirá
plagado de temores infundados y pavores fantásticos frente al pobre, el excluido, el
marginado, mientras que tan sólo algunas pocas voces se alzarán reclamando más
medidas de seguridad y más actuaciones policiales para… proteger a las personas sin
hogar y garantizar su supervivencia. Entretanto, las PSH son apuñaladas y apaleadas
(“La víctima, que dormía junto a un garaje, fue acuchillada y apaleada con barras de
hierro”), quemadas (“Una mujer de 34 años ha resultado herida grave, con
quemaduras de segundo grado en el 30% de su cuerpo, tras haber sido rociada con
alcohol por un desconocido cuando se encontraba tendida en un colchón bajo un
puente de la carretera de circunvalación M-30 de la capital”), aplastadas (“Un hombre
ha muerto aplastado por la maquinaria del camión de basura que recogió el
contenedor en el que esta pasando la noche”), mueren ahogados (“Un indigente de 39
años, identificado por la policía como Juan Manuel A. F., murió ahogado en la noche
del pasado lunes en el río Guadalquivir a la altura del puente del Cristo de la
Expiración de Sevilla, donde solía pernoctar con su pareja”), de frío (“Dos indigentes
de dos zonas muy alejadas entre sí fallecieron de frío. El primero, un hombre de 64
años, murió en Lleida el sábado (la autopsia ha desvelado la causa días después) tras
pasar la noche a la intemperie y otro, en Jerez, falleció ayer mientras dormía en unos
soportales”), o como consecuencia de la violencia ultra de grupos cuya “principal
actividad es aterrorizar a inmigrantes, vagabundos, prostitutas, homosexuales y
travestidos” y que rara vez resultan detenidos: “Agentes del Cuerpo Nacional de
Policía buscan desde la madrugada de ayer a los tres ocupantes de un BMW negro que
sobre las 2.40 lanzaron una botella con líquido inflamable contra una furgoneta
aparcada en la calle de Embajadores (Arganzuela) y en cuyo interior dormían dos
indigentes, un hombre y una mujer”, estos hechos distan mucho de ser casos aislados,
puesto que como se indicaba en otra ocasión en el periódico El Mundo recogiendo datos
de un informe publicado en 2004 por el Movimiento contra la Intolerancia “en España
se cometen más de 4.000 agresiones al año protagonizadas por grupos neonazis y
fascistas dirigidas especialmente contra inmigrantes, indigentes, homosexuales,
prostitutas y jóvenes de diferentes aspectos (hippies, pelo largo, etc. )”. Aunque sin
duda el caso más tremendo de cuantos recogió la prensa durante el período analizado lo
constituye el caso de un grupo de jóvenes “de buena familia” que fueron detenidos en
Barcelona “acusados de humillar a mendigos y grabar sus actuaciones en vídeo” para
divertirse.

Conclusión

La prensa escrita encierra una enorme cantidad de información sobre el sinhogarismo. A
menudo la información refleja los estereotipos y juicios previos existentes en la
sociedad de la que emergen y a la que vuelven, además de la precipitación y la urgencia
con que deben ser redactadas las noticias, y de la que también termina siendo víctima
en algún sentido el propio periodista que intenta realizar honestamente su trabajo. Es
muy difícil encontrar informaciones que se aparten del tópico, y reorganicen los datos
para presentarlos de forma seria y rigurosa. Habitualmente predominan las imágenes
tremendistas, en donde se busca lo más chocante y escabroso llevados de la pasión por
buscar o inventar un exotismo que atraiga la mirada del lector y permita sentar plaza de
periodista aguerrido y observador. No obstante, también es perfectamente constatable
tras un somero análisis que la prensa resulta tremendamente útil para levantar acta de
cuanto ocurre y poder realizar el seguimiento diario de nuestra sociedad. Más allá de las
pretensiones explicitadas por los actores que participan y tienen intereses manifiestos en
torno al drama que viven las personas sin hogar, el hecho es que un análisis objetivo de
los textos escritos, del vocabulario empleado, de los temas y subtemas con los que se
adorna la información sobre sinhogarismo realizado mediante el software apropiado
para objetivar hacer emerger las relaciones estructurales ocultas y presentes en el
discurso, pone de relieve inmediatamente la existencia de pautas, regularidades y
modelos latentes que afectan tanto a la forma como al contenido de la información que
se ofrece en los diarios. La utilización subsidiaria de la pobreza durante los períodos
electorales, o en determinadas épocas del año como la Navidad, así como cierta
tendencia a convertir la exclusión en ocasión para hacer literatura es un hecho
fácilmente constatable. Al mismo tiempo, también es verdad que la abundante presencia
del tema en los periódicos, es a la vez un buen indicador de que nuestra sociedad no ha
perdido totalmente ni la sensibilidad, ni la conciencia, ni el respeto por la dignidad de
sus miembros más pobres.

                                         Bibliografía citada

CABRERA CABRERA, P.J. (1998) Huéspedes del aire: sociología de las personas sin hogar,    edn.
     Madrid: Universidad Pontificia Comillas.

CABRERA, P.J. and RUBIO, M.J. (2003) Personas sin techo en Madrid: Diagnóstico y propuestas de
     actuación, edn. Madrid: Dir. Gral. Servicios Sociales. Comunidad de Madrid.

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     Epidemiológico. , edn. Madrid: Facultad de Psicología, Universidad Complutense, D.L.

VEGA GONZÁLEZ, L.S. (1996) Salud mental en población sin hogar, edn. Asturias: Edita Servicio
      de Publicaciones del Principado de Asturias.

Tabla.-
                      Noticias aparecidas durante el año 2003
                                                     2003       %
                      Enero                          14         10,0
                      Febrero                        11         7,9
                      Marzo                          12         8,6
                      Abril                          5          3,6
                      Mayo                           16         11,4
                      Junio                          13         9,3
                      Julio                          8          5,7
                      Agosto                         4          2,9
                      Septiembre                     6          4,3
                      Octubre                        8          5,7
                      Noviembre                      19         13,6
                      Diciembre                      25         17,9
                        Total                        141        100
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