AUTONÓMICAS DE 2007 Y SISTEMAS DE PARTIDOS EN LA ESPAÑA MULTINIVEL. ELECCIONES DE SEGUNDO ORDEN?
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AUTONÓMICAS DE 2007 Y SISTEMAS DE PARTIDOS EN LA ESPAÑA MULTINIVEL. ¿ELECCIONES DE SEGUNDO ORDEN? Pablo Oñate y Francisco Ocaña En F. Pallarés (ed.), Elecciones autonómicas y municipales de 2007 en perspectiva multinivel, CIS, Madrid, 2008.
2 1. Introducción1 Las elecciones autonómicas celebradas el 27 de mayo de 2007 en 13 comunidades autónomas -las de régimen común- constituyeron la séptima ocasión en la que sus ciudadanos concurrían a las urnas para elegir a sus representantes en la respectiva Asamblea Autonómica. En esos procesos, así como en los celebrados en las Comunidades históricas con anterioridad a esa fecha, se distribuyeron 1.206 escaños de unas instituciones ya plenamente institucionalizadas2. Las elecciones autonómicas y sus resultados han ido adquiriendo progresivamente mayor importancia y entidad, en tanto configuran unas instituciones que tiene cada vez más funciones en relación con la vida cotidiana de los ciudadanos, alojan a buena parte de la clase política española, que en gran medida forja sus carreras políticas en ese ámbito, sirven de termómetro electoral en relación con las siguientes elecciones generales –en ocasiones se ha hablado de ellas como “primarias de las generales”-, y suponen la arena en la que los partidos de ámbito no estatal cosechan sus mejores resultados, al competir en su espacio natural. La convocatoria de mayo de 2007, como ocurrió en la de 2003, adquirió un inusual carácter estatal; dejando al margen las inmediatas europeas de 2004 (celebradas 2 meses después de las generales), las elecciones autonómicas de 2007 supusieron la primera ocasión en la que los dos principales partidos medían sus fuerzas después de años de intensa conflictividad y bronca política en el ámbito estatal, que inevitablemente tiñó el autonómico: en esos tres años el enfrentamiento y la acritud políticos ha sido la norma, acrecentada principalmente por las posturas respecto de la reformas de 1 Este trabajo se enmarca en una investigación financiada por el Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica, con referencia: BSO2006… 2 Como es sabido, las Comunidades Autónomas “históricas”, las que accedieron a la autonomía por el procedimiento establecido en el artículo 151 de la Constitución, celebran sus elecciones en fechas distintas a las restantes. En el País Vasco y en Cataluña se han celebrado ocho convocatorias (1980, 1984, 1986, 1990, 1994, 1998, 2001 y 2005; y 1980, 1984, 1988, 1992, 1995, 1999, 2003 y 2006, respectivamente); y siete en Galicia y en Andalucía (1981, 1985, 1989, 1993, 1997, 2001 y 2005; y 1982, 1986, 1990, 1994, 1996, 2000 y 2004, respectivamente. El resto de Comunidades Autónomas celebraron sus elecciones autonómicas simultáneamente en 1983, 1987, 1991, 1995, 1999, 2003 y 2007. Para la Comunidad Autónoma de Madrid se han tenido en cuenta los datos de la elección celebrada en octubre de 2003, toda vez que fue la votación que configuró las instituciones autonómicas de forma duradera, tras el escándalo de los dos diputados tránsfugas que “obligó” a repetir la elección cinco meses después de celebrarse la convocatoria “original”.
3 los estatutos de autonomía (especialmente el de Cataluña3) y de la política antiterrorista (y en relación con la negociación con la banda terrorista ETA). No es exagerado decir que en los 4 años de la legislatura autonómica se había reactivando, quizá con más fuerza, la política de adversarios que tan buenos resultados le había proporcionado al PP en su estrategia desde 1993 (Llera, 2003: 12). Adicionalmente, la cita de 2007 también adquiría especial interés por darse en ella algunas novedades relevantes respecto de la anterior cita electoral: no se presentaban como candidatos algunos “barones” territoriales de los principales partidos, que venían protagonizando la política autonómica en su respectivo ámbito: Bono, Zaplana, Rodríguez Ibarra… Al tiempo, concurrían otros que provenían de la política estatal, con la esperanza de reforzar los resultados de sus partidos en el ámbito autonómico: Camps, López Aguilar… Por último, otra novedad de la convocatoria de 2007 era el aislamiento en el que se encontraba el Partido Popular respecto del resto de formaciones políticas: dado el rechazo que un posible pacto postelectoral con el PP suscitaba entre el resto de formaciones, al partido conservador no le bastaba con ganar las elecciones, sino que debía hacerlo por mayoría absoluta si quería asegurarse el acceso a los gobiernos regionales –evitando, así, que un minoritario PSOE, que tenía todas las bazas para alcanzar coaliciones de variado color político pudiera arrebatárselo al pactar con cualesquiera otras fuerzas políticas. En las siguientes páginas se van a analizar los resultados electorales de la convocatoria electoral autonómica de 2007 (de las comunidades autónomas de régimen común, e incluyendo los de las históricas que celebraron elecciones con anterioridad) desde el punto de vista de la configuración de los respectivos sistemas de partidos autonómicos resultantes. Para ello se van a analizar las dimensiones del respectivo sistema de partidos, tratando de diseccionar sus características principales y la medida en la que los resultados electorales han supuesto cambios relevantes en ellas. Ese análisis nos conducirá a la última parte, para comprobar en qué medida en estas elecciones han estado presentes las características que podrían calificar a las elecciones autonómicas como elecciones de segundo 3 También debe recordarse que en esta legislatura (autonómica) se presentó formalmente la propuesta del Plan Ibarretxe en el Congreso de los Diputados.
4 orden (Schmitt, 2006), en función de la menor importancia que los electores conferimos a este tipo de comicios o –dicho de otro modo— de la mayor relevancia que atribuimos a las elecciones generales al entender que en ellas “hay más en juego”. En función de esa categorización, una parte no desdeñable del electorado se sentiría más propensa a “jugar” con su voto, bien absteniéndose cuando no lo hizo en las generales inmediatamente anteriores, bien para para castigar a los grandes partidos, inclinarse a favor de otras formaciones políticas de ámbito estatal o para apoyar a formaciones más pequeñas o de ámbito no estatal. En el anexo al final del capítulo se incluyen las tablas con los valores que las distintas dimensiones de los respectivos sistemas de partidos han alcanzado en cada comunidad autónoma en los diversos comicios autonómicos celebrados hasta la fecha, por el valor que esa información puede tener para otras investigaciones. 2. Las dimensiones del voto en las elecciones autonómicas Como es sabido, las principales características definitorias de un sistema de partidos vienen dadas por lo que se conoce como dimensiones del voto o del sistema de partidos, esto es, la fragmentación, la concentración, la competitividad, la polarización, la volatilidad y el regionalismo4. Los valores que alcanzan los índices utilizados para medirlas permitirán conocer en profundidad el sistema de partidos y compararlo cabalmente con otros anteriores o simultáneos y analizar con mayor precisión el calado del eventual cambio electoral. Dadas las características multinivel del sistema político y del comportamiento electoral de los españoles, esa comparación ha de hacerse en un sentido no sólo temporal (diacrónico o longitudinal) sino, también, geográfico (sincrónico), en tanto –como hemos comprobado en diversas ocasiones (Oñate y Ocaña 1999 y 2006)-- una de las singularidades del sistema de partidos en España es su pluralismo no sólo temporal, sino también espacial. En nuestro país conviven, simultáneamente, varios sistemas de partidos, con morfología, 4 Los índices para medirlas y las fórmulas para calcularlos se recogen en Oñate y Ocaña 1999 (35 a 50).
5 pautas de competición y protagonistas distintos, en tanto junto con el de carácter general o común hay otros de ámbito regional en los que los partidos de ámbito no estatal obtienen relevantes niveles de apoyo electoral, desplazando de las primeras posiciones en sus respectivos territorios a los de ámbito estatal. En este sentido, hace ya años que José María Vallès (1991: 33 ss.) habló de las Españas electorales, para referirse a esa realidad electoral plural, configurada por distintos modelos –común y excéntricos- de competición electoral partidista. En las siguientes páginas nos proponemos analizar los sistemas de partidos resultantes de las elecciones autonómicas celebradas en mayo de 2007 (y fechas anteriores para las Comunidades históricas), a la luz de la evolución de las dimensiones del voto en cada una de ellas, para tratar de determinar si sigue siendo válida la fórmula pluralista de las Españas electorales 26 años después de ser formulada, y qué sistemas conviven -y cuáles son sus características- junto al común. Todo ello será útil para determinar la medida en la que las elecciones autonómicas de mayo de 2007 adquirieron las características de unas elecciones de segundo orden. a. La fragmentación y el número efectivo de partidos La primera dimensión relevante es la de la fragmentación, esto es, la que nos informa acerca de la medida en la que el poder político está disperso o concentrado, considerando el número de partidos relevantes, esto es, con posibilidades de coalición o posibilidades de chantaje que compiten y que pueden influir en las estrategias y dirección de la competencia partidista (Sartori, 1987: 157). Douglas Rae (1971: 54 ss.) sofisticó algo más el estudio de la fragmentación al no conformarse con los criterios meramente numéricos de Sartori, y considerar tanto el número de partidos relevantes como su fuerza o tamaño respectivo. Para lograrlo propuso que en el cálculo del índice de fragmentación tuviera en cuenta los porcentajes de voto (y de escaños de cada partido, para hablar, así, de la versión electoral o parlamentaria del índice). Tal y como venía ocurriendo en los anteriores procesos electorales, la heterogeneidad es la pauta cuando se atiende la valor que la fragmentación alcanza en cada comunidad autónoma: como se aprecia en los gráficos 1 y 2, y en consonancia con lo que viene sucediendo en anteriores convocatorias
6 autonómicas, las comunidades en las que se registra una mayor fragmentación son las de Cataluña (0,779), Canarias (0,754) y País Vasco (0,750), Navarra (0,703) y Aragón (0,699) y Baleares (0,684), todas ellas con partidos de ámbito no estatal relevantes que logran buenos resultados, compitiendo con éxito con los estatales. En algunos de estos casos gobierna la Comunidad partidos de ámbito no estatal (en coalición), estando considerablemente dividido el voto en Aragón y Baleares. Por el contrario, las menos fragmentadas son –también como viene siendo habitual- las de Castilla-La Mancha (0,537), Murcia (0,541), Extremadura (0,557), La Rioja (0,580) y Madrid (0,581), en las que se registra, prácticamente, un bipartidismo al no existir PANEs relevantes en su seno y limitarse la competición a PP y PSOE. GRÁFICO 1 AQUÍ (Fragmentación en 2007) Los niveles de fragmentación derivados de la pasada convocatoria autonómica se han manifestado generalmente estables respecto de los registrados en anteriores comicios (gráfico 2), si bien con una ligera reducción en la mayor parte de comunidades autónomas, en la misma tendencia de los anteriores comicios: en once de ellas ha descendido el índice, si bien de forma apenas relevante. En algunas Comunidades, como las de Extremadura y la Región de Murcia se ha registrado el índice de fragmentación más bajo de toda su historia electoral autonómica. Por el contrario ha aumentado –también ligeramente- en cinco de ellas (Canarias, Castilla La Mancha, Cataluña, Galicia y País Vasco) y se ha mantenido igual en Murcia. La pauta general en esta convocatoria es, por tanto, la de la estabilidad o continuidad tanto respecto de la heterogeneidad entre comunidades autónomas, como en cuanto a los valores de al fragmentación en cada una de ellas. GRÁFICO 2 AQUÍ (Promedios fragmentación en elecciones autonómicas 1980- 2007) El índice del número efectivo de partidos (de Laakso y Taagepera [1979: 3 ss.], perfilado por Taagepera y Shugart [1989: 77 ss.]) proporciona información complementaria, al permitir apreciar con mayor precisión cuántos
7 partidos compiten electoralmente y cuántos lo hacen en la arena parlamentaria, partiendo siempre de sus tamaños relativos respectivos. Los valores alcanzados en las distintas comunidades autónomas en la pasada convocatoria confirman, básicamente, lo percibido al analizar el índice de fragmentación: en la práctica totalidad de las comunidades se registra un número efectivo de partidos considerablemente bajo, si bien se observa una considerable heterogeneidad entre ellas también en cuanto a este índice. En la convocatoria de 2007 se ha alcanzado el índice más bajo de número efectivo de partidos de toda la historia electoral autonómica (respectiva) en nueve comunidades autónomas: Andalucía, Asturias, Baleares, Castilla León, Extremadura, Madrid, Murcia, Navarra y La Rioja. Las comunidades que mayor y menor número efectivo de partidos registran coinciden con las que ocupaban esas posiciones en anteriores comicios y como ocurría respecto del índice de fragmentación: Cataluña, Canarias, País Vasco y Navarra (4,5, 4,1, 4,0 y 3,4) y Castila La Mancha, Región de Murcia, Extremadura, Madrid, La Rioja y Valencia (2,2, 2,20, 2,3 y 2,4 las tres últimas, respectivamente), reflejando la presencia y la inexistencia de partidos de ámbito no estatal relevantes en la respectiva arena electoral (gráfico 3). GRÁFICO 3 AQUÍ (NEP autonómicas 2007) Las pautas de evolución respecto a los valores de anteriores comicios son también similares a las apreciadas al analizar el índice de fragmentación: el número efectivo de partidos electorales disminuye ligeramente en trece de las comunidades autónomas y aumenta, también de forma moderada, en cinco de ellas (País Vasco, Canarias, Cataluña, Galicia y Castilla La Mancha). Las variaciones no son especialmente relevantes, excepto en País Vasco, Canarias, Cataluña (donde los respectivos índices se incrementan en algo más de cuatro décimas) y Navarra (donde disminuye en casi seis décimas, debido a la coalición en una candidatura en 2007 que en 2003 se presentaron por separado. En bastantes de las comunidades autónomas la evolución del número efectivo de partidos ha seguido la pauta de anteriores comicios, siendo en el resto los cambios de tendencia de poca entidad (dejando a salvo las
8 excepciones comentadas) (Gráfico 4). Continuidad en el tiempo y heterogeneidad (también continuista) en el espacio en relación con los respectivos valores. GRÁFICO 4 AQUÍ Promedio fragmentación 1980-2007 b. La concentración Otra dimensión relacionada con la dispersión del poder político es la de la concentración, de voto y de escaños, que se da entre los dos primeros partidos. Esta dimensión tiene relevancia para la estabilidad institucional y su índice se calcula sumando el porcentaje de voto o de escaños, respectivamente, que obtienen los dos primeros partidos. La concentración fue de nuevo --en términos generales-- alta en los comicios de 2007, más de lo que habitualmente solía serlo: en ocho de las comunidades autónomas se registró el record de máxima concentración (respecto de su historia electoral): Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla León, Extremadura, Galicia, Murcia y La Rioja. El índice de concentración electoral ha aumentado moderadamente en diez comunidades – en torno a los 4 puntos porcentuales en Baleares, Asturias, Galicia y Comunidad Valenciana). Las disminuciones han sido también de poca entidad (en 4,7 y 4,4 puntos en Canarias y País Vasco, respectivamente). Nueve comunidades autónomas registran una concentración electoral superior al 80% del voto, volviendo a ser más elevada, una vez más, en Castilla La Mancha, Extremadura, Murcia y La Rioja (donde supera el 90%), al carecer en su seno de partidos de ámbito no estatal relevantes. La evolución de la concentración en la convocatoria de 2007 ha seguido, en buena parte de las comunidades autónomas, la tendencia de anteriores comicios. GRÁFICO 5 AQUÍ Concentración en elecciones aut 2007 Las que menores índices de concentración han registrado son, también como en anteriores comicios, Canarias (59,4%), Cataluña (59,6%), País Vasco (61,4%) y Navarra (66,7%), todas ellas con presencia significativa de partidos
9 de ámbito no estatal, que ocupan posiciones entre los más votados en cada una de estas Comunidades5 (gráfico 6). GRÁFICO 6 AQUÍ Concentración autonómicas 1980-2007 Mayor todavía, como es lógico, han sido los niveles de concentración parlamentaria, al sobrerrepresentar los respectivos sistemas electorales a las dos fuerzas más votadas en cada arena electoral. La transformación de votos en escaños dio lugar a que en ocho comunidades autónomas los dos partidos más votados sumaran el 90% de los escaños de la respectiva asamblea autonómica: Asturias, Castilla La Mancha, Extremadura, Murcia, Castilla León, La Rioja, Comunidad Valenciana, Madrid y Andalucía. c. La competitividad La competitividad es la dimensión que mide el grado de rivalidad entre los dos partidos más votados, esto es, la distancia porcentual, en votos o escaños, según se refiera a la versión electoral o parlamentaria del índice, que les separa. Como en anteriores convocatorias, la primera nota que debe resaltarse es la variedad de protagonistas que tiene esta dimensión, dependiendo de la arena electoral a la que atendamos, lo que no constituye sino una manifestación más de la pluralidad espacial que caracteriza al sistema de partidos en España: en algunas comunidades autónomas los dos actores protagonistas son los partidos de ámbito estatal, PP y PSOE o viceversa, según la comunidad. En otros casos, en cambio, uno de ellos cede su puesto a una formación de ámbito no estatal: Convergencia i Unió en Cataluña, Partido Nacionalista Vasco (en coalición con EA) en el País Vasco, u ocupando el segundo lugar en la competición (Nafarroa Bai, en Navarra). Esta circunstancia se repite respecto de lo que ocurrió en anteriores convocatorias en esas comunidades, confirmando la pauta ya consolidada y que les convertirá en casos excéntricos en cuanto a su sistema de partidos. En Canarias y Galicia, en cambio, un partido de ámbito estatal ha arrebatado el segundo puesto a uno de ámbito estatal, respecto de lo ocurrido en anteriores comicios. 5 En todas estas Comunidades ha habido otros partidos de ámbito no estatal que lograron porcentajes significativos de voto.
10 Por otro lado, cuando se compara el par de primer y segundo partidos más votados en esta convocatoria con los que lo resultaron en la anterior se observa una gran continuidad, como se evidencia en el cuadro 2: en 12 comunidades autónomas se repitió el mismo par, mientras que en cinco se registraron cambios.
11 Cuadro 1. Los tres partidos más votados en elecciones autonómicas, 1980-2007 1983 1987 1991 1995 1999 2003 2007 Andalucía* PSOE-AP-UCD PSOE-AP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU Aragón PSOE-AP-PAR PSOE-PAR-AP PSOE-PAR-PP PP-PSOE-PAR PP-PSOE-PAR PSOE-PP-ChA PSOE-PP-PAR Asturias PSOE-AP-PCE PSOE-AP-CDS PSOE-PP-IU PP-PSOE-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU Baleares AP-PSOE-UM AP-PSOE-CDS PP-PSOE-PSM PP-PSOE-PSM PP-PSOE-PSM PP-PSOE-PSM PP-PSOE-PSM Canarias PSOE-AP-CDS PSOE-AIC-CDS PSOE-AIC-CDS CC-PP-PSOE CC-PSOE-PP CC-PP-PSOE PSOE-CC-PP Cantabria AP-PSOE-PRC AP-PSOE-PRC PSOE-UPCA-PP PP-PSOE-UPCA PP-PSOE-PRC PP-PSOE-PRC PP-PRC-PSOE C. Mancha PSOE-AP-PCE PSOE-AP-CDS PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU C. y León PSOE-AP-CDS AP-PSOE-CDS PP-PSOE-CDS PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-UPL PP-PSOE-UPL Cataluña* CIU-PSOE-AP CIU-PSOE-IU CIU-PSOE-ERC CIU-PSOE-PP CIU-PSOE-PP PSOE-CiU-ERC CiU-PSOE-ERC Extremadura PSOE-AP-EXU PSOE-AP-CDS PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU PSOE-PP-IU Galicia* AP-UCD-PSOE AP-PSOE-CG PP-PSOE-BNG PP-PSOE-BNG PP-BNG-PSOE PP-BNG-PSOE PP-PSOE-BNG Madrid PSOE-AP-PCE PSOE-AP-CDS PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU Murcia PSOE-AP-PCE PSOE-AP-CDS PSOE-PP-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU Navarra PSOE-UPN-AP PSOE-UPN-HB UPN-PSOE-HB UPN-PSOE-CDN UPN-PSOE-EH UPN-PSOE-IU UPN-NaBai-PSOE País Vasco* PNV-PSOE-HB PNV-PSOE-HB PNV-PSOE-HB PNV-PSOE-HB PNV-PP-EH PNV-PP-PSOE PNV-PSOE-PP La Rioja PSOE-AP-PRP PSOE-AP-CDS PSOE-PP-PR PP-PSOE-IU PP-PSOE-PR PP-PSOE-PR PP-PSOE-PR CValenciana PSOE-AP-PCE PSOE-AP-CDS PSOE-PP-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-IU PP-PSOE-Entesa En negrita los partidos de ámbito no estatal; en cursiva los partidos que obtienen mayoría absoluta de escaños. (*)Celebraron elecciones autonómicas en 2004, 2006, 2005 y 2005, respectivamente.
12 Pero si se atiende a los valores de la competitividad en el conjunto de las comunidades autónomas en esta última convocatoria, la nota más sobresaliente es la heterogeneidad, en consonancia, también, con lo que viene siendo habitual en anteriores convocatorias. Sólo en una Comunidad se dio una alta tasa de competitividad: Asturias, con una diferencia entre primero y segundo más votados de tan sólo 0,6 por ciento (en Cataluña la competitividad se situó en los 4,8 puntos). En cambio la competitividad fue baja (por encima de los 15 puntos porcentuales de diferencia entre los dos partidos más votados) en siete comunidades: Murcia, Madrid, Navarra, Andalucía, Baleares, Comunidad Valenciana y País Vasco (variando entre los 26,7 puntos de Murcia y los 16,0 del País Vasco). En el resto de comunidades el valor de la competitividad electoral osciló entre los 5 y 15 puntos porcentuales, como se aprecia en el gráfico 7. GRÁFICO 7 AQUÍ Competitividad en aut 2007 Si comparamos los valores registrados en la última convocatoria con los correspondientes a la anterior, la competitividad se incrementó en nueve de las comunidades autónomas, mientras que se redujo en ocho de ellas. No obstante, las variaciones fueron generalmente pequeñas: por debajo de los 10 puntos porcentuales, salvo en Andalucía y Madrid (donde el índice se incrementó en 12,7 y 10,5 puntos porcentuales, respectivamente –y, así, la competitividad se redujo) y Galicia y Castilla La Mancha (Comunidades Autónomas en las que los índices disminuyeron en 17,3 y 11,3 puntos, aumentando, de esa forma, la competitividad). En casi todas las comunidades la evolución de la tasa de competitividad siguió pautas preexistentes en anteriores comicios. En Asturias y Murcia la competitividad registrada en la última convocatoria ha sido la más alta de su respectiva historia electoral, mientras que en Cantabria la de esta última convocatoria ha sido la más baja. El gráfico 8 se recoge los promedios de competitividad electoral y parlamentaria para el período 1980-2007. La competitividad parlamentaria disminuye respecto de la electoral por efecto del sistema electoral, al sobrerrepresentar, normalmente, al partido más
13 votado en mayor medida, como se aprecia en el gráfico 7. Los casos en los que se registra mayor y menor competitividad parlamentaria son los de Asturias y Madrid (2,4 y 20,8 puntos, respectivamente). d. La polarización La polarización puede definirse como “el ámbito general del espectro ideológico de cualquier comunidad dada” (Sartori: 1987: 161) y, predicada de un sistema de partidos, como la distancia espacial que separa en la escala ideológica a los partidos políticos relevantes. Para medirla se tiene en cuenta la distancia que separa a los dos partidos que ocupan las posiciones más distantes en la escala ideológica 1-106. En términos generales, cabe observar que la elevada polarización registrada en anteriores convocatorias disminuyó en los últimos comicios en casi todas las comunidades autónomas (excepto en Galicia, Extremadura y Cantabria –donde se incrementó en 0,7, 0,5 y 0,4 puntos respectivamente), si bien se registraron niveles y tendencias heterogéneos entre ellas también respecto de esta dimensión, diferencias que impiden hablar de pautas comunes y consistentes. Como se aprecia en el gráfico 9, las comunidades en las que mayor nivel de polarización se alcanzó fueron País Vasco, Extremadura y Cantabria, destacando los 6,4 puntos del País Vasco, Comunidad en la que observa también en anteriores comicios una alta polarización. Los sistemas de partidos menos polarizados son los de La Rioja, Aragón y Canarias. La diferencia entre el más y el menos polarizados es también notable, ascendiendo a dos puntos (en una escala 1-10). En 2007 se registró la polarización más baja de su respectiva historia electoral autonómica en Asturias, Baleares, Canarias, Castilla y León, Cataluña, La Rioja y la Comunidad Valenciana. GRÁFICO 9 AQUÍ (Polarización autonómicas 2007) 6 La posición que cada partido tiene en la escala viene dada por la colocación que de ellos hacen los ciudadanos, según los estudios postelectorales del Centro de Investigaciones Sociológicas. Habrá que tener en cuenta que hay algunos sistemas o subsistemas de partidos en los que la dimensión ideológica no será la única o la más relevante. Es el caso del País Vasco y Cataluña, por lo que al hacer un estudio específico de su sistema de partidos habría que atender también a la dimensión territorial o centro-periferia: tomando en cuenta esa dimensión la polarización asciende en esas Comunidades a 6,86 y 6,27, respectivamente.
14 (((***Si se calcula el promedio de la polarización para el período 1980- 2007 (Gráfico 10), destacan las Comunidades de Galicia y Murcia como las más polarizadas, por encima del valor 4,5: a buen seguro, el mayor porcentaje de voto que el PP –partido ubicado en el polo derecho- viene logrando en ellas explica esa mayor polarización de su sistema de partidos –mayor en Galicia por la presencia relevante del BNG, ubicado en el polo contrario. En cambio, las menos polarizadas -por debajo del valor 3,0- son las Comunidades de Canarias y Cataluña, por la moderación del electorado canario (que suele conferir la mayoría de votos a un partido de centro y solo de forma casi testimonial a partidos ubicados en los extremos del espectro ideológico) y por la moderación que el electorado catalán venía demostrando (hasta las anteriores elecciones), propiciando que los partidos ubicados en los extremos del espectro ideológico (IC, ERC o PP) ocuparan posiciones minoritarias; habrá que prestar atención para observar si el cambio manifestado en los últimos comicios se confirma en sucesivas convocatorias***))). GRÁFICO 10 AQUÍ e. La volatilidad La volatilidad es la dimensión que aporta información acerca del sistema de partidos desde un punto de vista dinámico, poniendo de manifiesto la medida en la que cambia el correspondiente sistema de partidos entre dos elecciones consecutivas. Cabe definirla como la dimensión que mide el cambio agregado neto que se da en el apoyo a los partidos entre dos elecciones consecutivas (Bartolini y Mair, 1990: 19). La volatilidad evidencia el grado en el que el sistema de partidos es estable o, por el contrario, cambia (volatilidad total), y si el eje o línea (cleavage)7 que articula el sistema de partidos en dos bloques sigue siendo relevante (mayor volatilidad entre bloques que intrabloques) o ha perdido importancia (mayor volatilidad intrabloques que entre bloques), apuntando en el primer caso a un cambio electoral de mayor calado. 7 Aquí se tendrá en cuenta el cleavage izquierda-derecha, si bien para realizar un análisis completamente cabal en el País Vasco y Cataluña –al menos-- habría que considerar también el cleavage centro-periferia.
15 La volatilidad total ha sido considerablemente baja en la última convocatoria en casi todas las comunidades, como se aprecia en el gráfico 11, aunque se observan diferencia relevantes que obligan, de nuevo, a hablar de la habitual heterogeneidad entre las diferentes comunidades: ha sido media-alta (por encima de los diez puntos) en Canarias, Cantabria, el País Vasco y Galicia (16,9, 10,6, 10,2 y 9,9, respectivamente) y ha sido notablemente baja en La Rioja, Castilla y León y Murcia (por debajo o ligeramente por encima de los 3 puntos). GRÁFICO 11 AQUÍ Las tasas medias-altas de volatilidad total alcanzadas en Canarias, Cantabria y el País Vasco son de especial relevancia por su importancia para la transformación del sistema de partidos ya que se deban principalmente (57, 92 y 95 por ciento de su tasa, respectivamente) a transferencias de voto entre partidos pertenecientes a distinto bloque ideológico, esto es, a volatilidad entrebloques): se trata de cambios que implican transferencias de voto por encima de la barrera ideológica. Si se comparan esas heterogéneas tasas de volatilidad con las registradas en los anteriores comicios se observa también una considerable variedad en las diferencias: se ha incrementado en siete comunidades autónomas, disminuyéndose en el resto. El incremento de la volatilidad total fue digno de mención en Canarias (10,4 puntos), Galicia (6,9) y Cantabria (4,5). Se ha redujo por encima de los cinco puntos en Navarra, Asturias y Aragón. En la convocatoria de 2007 se registraron los niveles más bajos de volatilidad total de su respectiva historia electoral autonómica en Aragón, Asturias, Castilla y León, Extremadura, Murcia, Navarra y La Rioja. Y también se registraron máximos históricos de volatilidad entrebloques en Andalucía, Canarias, Cantabria, Castilla La Mancha, Galicia, Navarra y el País Vasco8. GRÁFICO 12 AQUÍ (Volatilidad aut 2007) 8 Debe recordarse que la volatilidad total superó los diez puntos en Canarias (16,9), Cantabria y el País Vasco.
16 f. El regionalismo El regionalismo es la dimensión que analiza el sistema de partidos desde un punto de vista espacial, tratando de poner de manifiesto las similitudes y diferencias en el comportamiento electoral de los ciudadanos de las diversas comunidades autónomas. Ello se hace especialmente necesario en España, cuyo sistema de partidos se caracteriza en primer lugar por su pluralidad: coexisten simultáneamente diversos sistemas de partidos, común y excéntricos, como consecuencia de las distintas arenas de competición electoral que la presencia de partidos de ámbito no estatal generan. Para medir el regionalismo en elecciones autonómicas acudimos al índice de voto regionalista, que suma el apoyo que consiguen en la respectiva comunidad autónoma los partidos de ámbito no estatal. Los niveles registrados de voto regionalista fueron, de nuevo, altamente heterogéneos. Como se aprecia en el gráfico 13, fue alto --como viene siendo habitual en anteriores comicios tanto autonómicos como generales-- en el País Vasco (53,8), Cataluña (46,7), Canarias (37,1) y a algo más de distancia Galicia (28,5) y Aragón (21,1). También fue alto en 2007 en Cantabria, al alcanzar los 31,7 puntos. En cambio, como también es habitual en anteriores comicios, los niveles de voto regionalista fueron muy bajos en Madrid, Castilla La Mancha, Región de Murcia o Extremadura (sin llegar al 2 por ciento). La presencia de partidos relevantes de ámbito no estatal en las primeras, en las que desplazan de las posiciones de partidos más votados a los de ámbito estatal, incide enormemente en las pautas de competición electoral propia de esas arenas, trastocando las que se registran en las del modelo común: en esas Comunidades Autónomas los partidos de ámbito no estatal dirigen o están en el Gobierno autonómico. GRÁFICO 13 AQUÍ (voto regionalista aut 2007) La evolución de los valores de este índice entre las dos últimas elecciones ha experimentado también tendencias distintas en las comunidades autónomas, sin que pueda hallarse una pauta general: se ha incrementado en cinco de ellas (especialmente en Cantabria: casi diez puntos), mientras que se ha reducido en doce (casi cinco puntos en Extremadura, País Vasco, Galicia y
17 Aragón). En el resto de comunidades los niveles de incremento o de reducción del voto regionalista son de poca entidad. Es difícil encontrar pautas comunes, salvo las ya habituales de continuidad en cuanto a las comunidades autónomas que registran mayores niveles de regionalismo, por un lado, y de heterogeneidad –también continuista-, en cuanto a la variedad de casos entre las 17 comunidades. 3. ¿Elecciones de segundo orden? Hace casi tres décadas Reif y Schmitt (1980) acuñaron la categoría de “elecciones de segundo orden” para referirse a los comicios en los que los ciudadanos creían que había menos en juego y, así, votaban de forma distinta a como lo hacían en las que ellos mismos consideraban elecciones de primer orden. Estos autores se refirieron, concretamente, a las elecciones al Parlamento Europeo para acuñar esa categoría. Al entender que las elecciones de segundo orden son menos relevantes y que de sus resultados se derivarán menos consecuencias, los electores se manifiestas más dispuestos a experimentar con su voto, absteniéndose en mayor medida, utilizándolo para castigar mostrar su descontento con el partido gobernante, para castigar a lso grandes partidos, para favorecer a los pequeños o, en especial, a los de ámbito no estatal. Estas son las cinco características con las que Hermann Schmitt (2006) comprobó más recientemente que las elecciones al Parlamento Europeo seguían siendo consideradas por los electores como elecciones de segundo orden: - La abstención es mayor que en la elección de primer orden precedente. - Los grandes partidos obtienen menos porcentaje de voto que en la elección de primer orden precedente. - Los pequeños partidos logran más porcentaje de voto que en la elección de primer orden precedente. - El número efectivo de partidos es mayor que en la elección de primer orden precedente. - El partido en el Gobierno logra menos porcentaje de voto que en la elección de primer orden precedente.
18 La configuración del sistema político español en varios niveles o esferas de gobierno ha configurado una estructura electoral compleja en la que los ciudadanos manifiestan sus preferencias político-partidistas en cuatro ocasiones y ámbitos distintos. La apreciación de cada nivel o esfera de gobierno puede no ser igual. Así, cabe aplicar la categorización de Reif y Schmitt a los cuatro tipos de elecciones que se celebran en España: generales, autonómicas, muncipales y europeas. Los electores españoles han considerado habitualmente que las elecciones más importantes son las elecciones generales, con las que se eligen el Congreso de los Diputados y el Senado. Las elecciones autonómicas, municipales y europeas han tendido a ser catalogadas como menos relevantes, pues se tendía a entender que el impacto de las instituciones conformadas en tanto se entendía que sus resultados tenían menos consecuencias. Esa primacía del ámbito estatal se deja notar, incluso, en las campañas electorales, que normalmente están teñidas de asuntos de política estatal, que ensombrecen, en muchas ocasiones, a otros más propios del respectivo ámbito. Pero para comprobar estas apreciaciones que en ocasiones pueden encontrarse en los medios de comunicación o encuestas, cabe comprobar la medida en la que se dan en unos u otros tipos de elecciones las características que, según Reif y Schmitt, permiten catalogar unos comicios como de segundo orden. En el cuadro 2 se ha plasmado el cumplimiento de cada una de esas condiciones en las 17 comunidades autónomas en la elección autonómica de 2007. Cuadro 2. Cumplimiento de las características de elecciones de segundo orden en las elecciones autonómicas de 2007 Absten PSOE PP Grandes Pequeños NEP Pdo Gob Andalucía* Aragón - Asturias Baleares Canarias - Cantabria - - - - C-Mancha - - C y León
19 Cataluña* - Extremadura - - Galicia* Madrid - - Murcia Navarra - País Vasco* - La Rioja Valencia - Elaboración propia a partir de datos electorales de Argos. En alguna comunidad autónoma los partidos más votados no fueron PSOE y PP: el segundo partido más votado en Canarias fue CC; el partido más votado en Cataluña fue CiU; el segundo partido más votado en Navarra fue Na-Bai; el partido más votado en el País Vasco fue el PNV. (*) Celebraron sus elecciones autonómicas en fecha distinta (Andalucía en 2004, Galicia y País Vasco en 2005, y Cataluña en 2006). La impresión general es que en estos comicios el cumplimiento de las condiciones que los identifican como elecciones de segundo orden se han cumplido casi por completo. La abstención ha sido más alta que la registrada en las elecciones generales de 2004 en todas las comunidades autónomas. En todas ellas, excepto en Cantabria, los principales partidos de ámbito estatal recibieron menos porcentaje de voto que en las generales inmediatamente precedentes (el PSOE en más comunidades autónomas [16] que el PP [14]). Los pequeños partidos, conjuntamente los de ámbito estatal y los de ámbito no estatal, recibieron más porcentaje de voto en las autonómicas que en las generales precedentes en todas las comunidades autónomas excepto en dos casos (Cantabria y Extremadura). El número efectivo de partidos de cada comunidad autónoma fue menor en las elecciones autonómicas que en las generales precedentes excepto en cuatro casos. Y el partido en el Gobierno estatal logró menos porcentaje de voto en las autonómicas que en las generales en la mayor parte de las comunidades autónomas (en doce casos, frente a cinco en los que obtuvo más). Además, en buena parte de los casos en los que estas condiciones no se cumplen, esto ocurre porque los resultados de los respectivos índices correspondientes a las elecciones autonómicas y a las generales inmediatamente anteriores fueron iguales. El cumplimiento de esas características ha sido la pauta general en anteriores elecciones autonómicas, siendo pocas las ocasiones en las que no se verificaron en los últimos 15 años. Hubo alguna excepción en el proceso de 2003, especialmente en Extremadura y Murcia en 2003, así como en el País
20 Vasco en 2001. Pero la pauta general ha sido la confirmación de las características que permiten catalogar las elecciones autonómicas como elecciones de segundo orden. 4. Conclusión Las elecciones de 2007 se plantearon por los dos principales partidos como una prueba para confirmar o contradecir la supuesta influencia de los atentados en las elecciones generales de 2004. A la luz del análisis que se ha plasmado en las anteriores páginas cabe decir que las elecciones autonómicas de 2007 no generaron un claro ganador, frustrando las expectativas que los dos principales partidos habían puesto en ellas. Un partido logró más votos y el otro más capacidad de gestión gubernamental, sin que los resultados implicaran un cambio relevante en el panorama político-electoral español. Si se comparan con las anteriores elecciones autonómicas, las de 2007 fueron –por lo que se refiere a las dimensiones de los sistemas de partidos-- elecciones de continuidad: continuidad manifestada en la heterogeneidad entre los subsistemas de partidos de las distintas comunidades autónomas, que obliga a seguir hablando claramente de las Españas electorales: hay cuatro comunidades autónomas con sistemas excéntricos, que se alejan de las pautas de competición generales o comunes (Cataluña, Navarra, País Vasco y Canarias, con Aragón a medio camino entre los excéntricos y los comunes). Y continuidad manifestada en las pautas que sigue cada uno de los respectivos sistemas de partidos, ligeramente moldeadas en esta ocasión por circunstancias que cabe calificar de coyunturales o, en su caso, locales. Sigue estando plenamente vigente la expresión de las Españas electorales, acuñada hace casi 15 años, para definir la plural arena electoral española, y siguen siendo las mismas comunidades las que en mayor medida se distancian del modelo común. A la vista de todos los datos que se han presentado en estas páginas, nada permite augurar una aproximación de los modelos excéntricos al común. Ni siquiera los altos niveles de conflictividad política vivida en la última Legislatura autonómica (aunque afectaban principalmente a la política nacional) parecieron haber influido en un eventual cambio de pautas de comportamiento electoral en los comicios autonómicos.
21 La heterogeneidad y la continuidad siguieron siendo las pautas principales, por lo que un eventual cambio de ciclo tendrá que esperar a futuras convocatorias. Los datos previos a las elecciones generales de 14 de marzo permitían augurar que algo estaba cambiando en las pautas del comportamiento electoral de los ciudadanos españoles. Los resultados de esta convocatoria, así como las circunstancias en las que estos comicios se celebraron no permiten augurar conclusiones concluyentes acerca de qué pueda ocurrir en futuras comicios, más allá de confirmar la incidencia que tendrá la pluralidad de las Españas electorales y la heterogeneidad en el comportamiento electoral de sus ciudadanos. Los resultados de las elecciones autonómicas de 2007 resultan, cuando se comparan con los de las elecciones generales inmediatamente anteriores, los propios de unas elecciones de segundo orden. Los resultados de 2007 cumplen en la práctica totalidad de las comunidades autónomas las cinco condiciones que evidencian esa consideración por parte de los ciudadanos: menos participación, menos porcentaje de apoyo electoral a los partidos grandes, más a los pequeños, mayor número efectivo de partidos y peores resultados del partido en el gobierno estatal. Se sigue la pauta de anteriores procesos electorales autonómicos también en su condición de elecciones de segundo orden.
22 4. Anexo: las dimensiones del voto en las diversas elecciones en las 17 comunidades autónomas
23 5. Referencias bibliográficas Alcántara, Manuel y Antonia Martínez (eds.) (1998), Las elecciones autonómicas en España, 1980-1997, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas. Bartolini, Stefano y Peter Mair (1990), Identity, Competition and Electoral Availability. The Stabilisation of European Electorates, 1885-1985, Cambridge, Cambridge University Press. Laakso, Markku y Rein Taagepera (1979), “Efective number of parties. A measure with application to West Europe”, Comparative Political Studies, 12, pp. 3-27. Llera, Francisco (2003), “Las elecciones de 2003: ¿Cambio de ciclo?, Claves de Razón Práctica, 134, 2003 (12-20). _____ (2006), “Elecciones autonómicas de 2004 en Euskadi: realineamiento y cambio de ciclo”, en en Joaquim Molins y Pablo Oñate (eds.), Elecciones y comportamiento electoral en la España multinivel, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, pp. 77-104. _____ (2007), ARTICULO CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA Molins, Joaquim y Sergi Pardos-Pardo, “Las elecciones autonómicas de 2003 en Cataluña: resultados, tendencias, ciclos, coyuntura e ideología”, en en Joaquim Molins y Pablo Oñate (eds.), Elecciones y comportamiento electoral en la España multinivel, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, pp. 105-136. Montabes, Juan y Carmen Ortega (2006), “Las elecciones autonómicas de 2004 en Andalucía: bases sociales y políticas del comportamiento electoral de los andaluces”, en Joaquim Molins y Pablo Oñate (eds.), Elecciones y comportamiento electoral en la España multinivel, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, pp. 137-164. Ocaña, Francisco y Pablo Oñate (1999), “Índices e indicadores del sistema electoral y del sistema de partidos. Una propuesta informática para su cálculo”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 68, pp. 223- 245. Oñate, Pablo y Francisco Ocaña (1999), Análisis de datos electorales, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas.
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