Bioética 1. Introducción - Sociedad Española de Filosofía Analítica

Página creada Iñigo Cristina
 
SEGUIR LEYENDO
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 Bioética

 1. Introducción

 La bioética es un ámbito de reflexión multidisciplinar acerca de los aspectos normativos y de
 valores relacionados con las ciencias de la vida. Aunque el análisis bioético se ha desarrollado
 principalmente en el ámbito de la salud –la medicina, la enfermería–, también se aplica a otras
 ciencias, como la biología, la genética o la ecología. La bioética suele entenderse como una ética
 aplicada. Incluye la ética clínica (centrada en los problemas que surgen en la relación profesional
 sanitario-paciente), pero también otros ámbitos de conocimiento y reflexión, como la ética de la
 investigación biomédica, la bioética global, la gen-ética o la ética de las organizaciones sanitarias.
 Su extensión a otros campos y la transversalidad de muchos de sus análisis relativos a la vida han
 llevado a algunos autores (Gracia 2002) a considerarla como una ética civil, proponiendo un
 modelo de abordaje de los conflictos de valores en general. Los métodos de la filosofía moral –la
 argumentación, la deliberación- son elementos centrales e indispensables para toda actividad
 bioética que se pretenda rigurosa. El objetivo es analizar razonadamente los problemas y sus
 implicaciones desde una visión plural, interdisciplinar y necesitada de matices y perspectivas
 variados, a fin de establecer justificadamente consensos y orientaciones que, en algunos casos,
 tienen dimensión normativa. Sin embargo, la bioética es algo más que filosofía moral aplicada.
 Desde su origen se plantea como una reflexión esencialmente multidisciplinar y colaborativa,
 donde las humanidades y las ciencias de la vida se unen a otras disciplinas (el derecho, la
 economía, las ciencias sociales, etc.) con el mismo propósito: contribuir a que las prácticas y las
 políticas relacionadas con la vida y con la salud se analicen desde una perspectiva plural y se
 argumenten adecuadamente. En 1970 el oncólogo Van Rensselaer Potter –una de las primeras
 personas en emplear el término bioética– propuso esta nueva disciplina como una forma de
 tender puentes entre las llamadas “dos culturas” –las ciencias y las humanidades– para asegurar
 la supervivencia (Potter 1971). Un empeño, no exento de controversia, en el que ya existían
 precedentes como los de C.P. Snow en los años 50 del siglo XX (Snow 1959).

 Algunas de las cuestiones de las que se ocupa la bioética –como las obligaciones y los deberes de
 los médicos– ya aparecen en la medicina antigua, pero es a partir de mediados del siglo XX
 cuando esa reflexión se estructura en un corpus de conocimiento y una metodología propios.
 Suelen mencionarse, como factores desencadenantes del surgimiento de la bioética, el desarrollo
 biotecnológico, los problemas de gestión de recursos limitados, los abusos perpetrados por la
 medicina en el contexto de la experimentación con seres humanos y la influencia de los

                                                                                                   1/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 movimientos sociales asociados a la reivindicación de derechos civiles surgidos en la segunda
 mitad del siglo XX.

 En primer lugar, los desarrollos tecnológicos aplicados a la salud y a la vida ofrecen indudables
 promesas de mejora para las condiciones de vida y de salud de los individuos y las comunidades,
 pero también amplían el ámbito de la responsabilidad al incrementar el rango de opciones que
 quedan bajo el control de la agencia humana. Por ejemplo, la disponibilidad de máquinas de
 diálisis y de respiradores automáticos permite prolongar la vida, pero también obliga a justificar a
 quién deberían ofrecerse esos recursos cuando no están disponibles para todas las personas que
 los necesitan, o bajo qué condiciones resultaría éticamente aceptable o exigible interrumpirlos.

 En segundo lugar, la investigación biomédica y la experimentación con seres humanos son
 necesarias para progresar en el conocimiento sobre la eficacia y la seguridad de nuevos fármacos
 con los que tratar enfermedades. Sin embargo, en nombre de la ciencia se han llevado a cabo
 algunos de los abusos más terribles en la historia de la medicina (Beecher 1966). Los crímenes de
 la medicina nazi juzgados en Nüremberg (1947), el experimento Tuskeege con poblaciones
 afroamericanas (1932-1972) y el experimento Willowbrook (1958-1970) en una institución con
 menores discapacitados son algunos casos históricos que propiciaron la necesidad de imponer
 límites institucionales, jurídicos y éticos a la investigación biomédica (Murphy 2004).

 Finalmente, los movimientos por los derechos civiles y sociales de la última mitad del siglo
 pasado pusieron en la agenda social y política cuestiones como los derechos de las mujeres, la voz
 de las minorías raciales, los abusos de la guerra, la justicia internacional, los riesgos
 medioambientales y los determinantes sociales de la salud. Las luchas en contra del racismo y la
 segregación, la desigualdad socioeconómica, las reivindicaciones a favor de los derechos
 reproductivos, los movimientos pacifistas y, de manera particular, los movimientos ecologistas,
 constituyen el caldo de cultivo cultural del que surge la Bioética.

 Estos cambios acabarán propiciando un análisis de los modos de tomar decisiones y una visión
 cada vez más reflexiva y crítica sobre el progreso biotecnológico y su ambivalencia: la medicina
 puede contribuir a cumplir las aspiraciones de la humanidad, erradicar enfermedades y mejorar
 la calidad de vida y la equidad, pero también puede ponerse al servicio de intereses militares,
 exacerbar desigualdades, dañar la biosfera e incluso amenazar la supervivencia.

 La bioética se constituye así como un cuestionamiento del imperativo tecnológico (la asunción de

                                                                                                 2/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 que cualquier capacidad tecnológica novedosa es necesariamente un progreso y debe
 desarrollarse) y viene a afirmar más bien que no todo lo técnicamente posible resulta éticamente
 aceptable. Entre las prácticas sanitarias y de investigación en ciencias de la salud, nociones
 como autonomía, equidad, futilidad, protección, beneficio, riesgo y respeto cobran relevancia. Las
 habilidades profesionales y la pericia específica de los profesionales implicados –enfermeras,
 médicos, farmacéuticos, biólogos, etc– son necesarias, pero también insuficientes para resolver
 cuestiones en las que están implicados valores. La autoridad moral de la profesión médica, que
 tradicionalmente había ejercido el papel beneficente y paternalista que la sociedad le concedía,
 será cuestionada –sin por ello abandonarse completamente–, lo que se traduce en un rechazo
 cada vez mayor del paternalismo médico.

 2. Aproximaciones en bioética

 Parte del éxito y de la aceptación social e institucional que tiene la bioética en la actualidad se
 debe a que, como disciplina, ha sido capaz de crear un corpus de conocimiento y diversos
 métodos para abordar los problemas normativos que surgen en el contexto de las ciencias de la
 vida y de la salud. Cada aproximación desarrolla un marco teórico que enfatiza aspectos
 diferentes de la ética y propone una herramienta para la toma de decisiones. Son muchos los
 modelos que se han elaborado. A continuación, se comentarán brevemente algunos de los más
 importantes.

 2.1 Principalismo

 Las aproximaciones desde los principios se basan en la convicción de que es posible establecer
 algún fundamento universal para la ética. Se ha discutido ampliamente sobre el origen de los
 principios, si pueden ser construidos históricamente, o si pueden ser absolutos.
 Contemporáneamente y ante la pluralidad de posibles perspectivas en el mundo de los valores,
 parece claro que los principios deben plantearse con carácter formal como salvaguarda de su
 universalidad. Los principios suelen ser expresiones de convicciones morales básicas, de valores
 considerados irrenunciables. Así, tienen un carácter normativo, nos indican que debemos hacer
 algo porque con ello se está intentando proteger un valor importante. Su validez depende del
 razonamiento que lo justifique. Su función es establecer elementos firmes sobre los que asentar
 la toma de decisiones. No pueden tomarse como máximas de actuación justificadas por el uso que

                                                                                                   3/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 les demos, como podría ocurrir en el enfoque casuístico. Los principios sirven, pues, de
 orientación básica para la acción.

 En el contexto de la bioética, los principios surgen históricamente como respuesta ante la
 necesidad de establecer unos criterios comunes para la evaluación ética de la investigación con
 seres humanos. En 1974 comenzó su trabajo una Comisión Nacional en Estados Unidos (National
 Commission for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research) con el
 fin de identificar los principios éticos básicos aplicables. Los resultados de esa labor se recogen
 en el Informe Belmont de 1979 (National Commission 2013). En él se establecen tres principios
 generales que se refieren al respeto a las personas –lo cual reconoce la autonomía y establece la
 necesidad de proteger a las personas con autonomía disminuida–, a la realización de
 investigaciones evitando el daño y extremando los beneficios para los sujetos de investigación, y a
 la observancia de los criterios de justicia.

 Esos principios se consideran tan válidos que un año más tarde los recogerán, con pocas
 variaciones, pero con un aparato de fundamentación mucho más amplio, dos autores, T.L.
 Beauchamp y J.F. Childress (Beauchamp y Childress 2002), proponiendo la aplicación de los
 mismos al ámbito clínico y convirtiéndose así “los principios de la bioética” en un canon de
 referencia, tanto para la resolución de conflictos específicos en la práctica clínica como para
 cualquier otro análisis de problemas bioéticos.

 El principio de no maleficencia recoge el mandato básico ya presente en los escritos de
 Hipócrates: la primera obligación de un médico es no dañar a su paciente. No ejercer un mal, no
 infligir daño, no producir dolor. Este principio se completa con el de beneficencia, que establece
 que el deber del médico es siempre buscar el beneficio del paciente.

 La diferenciación actual en dos principios obedece a la introducción del principio de autonomía.
 Aunque el médico debe buscar el bien del paciente, no existe un criterio único, objetivo, que
 pueda ser aplicable para todos los individuos. El reconocimiento de la autonomía exige el respeto
 a la libertad y la asunción de un pluralismo moral que se articula en un modelo de comunicación,
 el consentimiento informado, herramienta básica para la toma de decisiones compartida. Esto
 supone la ruptura con el ideal clásico “paternalista” en el cual es el médico el que decide por el
 paciente, imponiendo su decisión y tratando por tanto al paciente como si fuera un menor moral.

 Finalmente, no es posible entender la toma de decisiones en el ámbito clínico sin tener en

                                                                                                   4/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 consideración su inserción en instituciones, organizaciones y sistemas de atención sanitaria,
 influidos por factores económicos y políticos, donde es esencial garantizar el reparto equitativo
 de los recursos, la igualdad de acceso a los servicios sanitarios, la búsqueda de políticas
 sanitarias que contribuyan a la justicia social, la no discriminación, etc. Esto es lo que recoge el
 principio de justicia, donde se atiende a las terceras partes, los afectados por las decisiones, los
 centros o el contexto de la salud pública y la sociedad en su conjunto.

 Para esclarecer la toma de decisiones y resolver casos problemáticos, Beauchamp y Childress
 propusieron que los principios deberían articularse o jerarquizarse a la vista de las circunstancias
 específicas. Todos los principios son prima facie obligatorios, pero no absolutos pues, en
 ocasiones, entran en conflicto. Beauchamp y Childress no establecen un orden de prioridad entre
 los principios. La exigencia moral es respetarlos todos y son las circunstancias del caso las que
 determinan cuál es el principio que debe tener primacía en caso de conflicto. Los métodos para
 realizar este análisis son dos: la especificación, o deducción de unas normas concretas,
 específicas, a partir del principio, dotándolo así de contenido material, y la ponderación, esto es,
 sopesar los principios para determinar cuál debe primar frente a otro, a la luz de las
 circunstancias y consecuencias particulares del caso. Beauchamp y Childress integran de este
 modo una aproximación deontológica con una aproximación consecuencialista.

 En el contexto europeo se planteó un enfoque alternativo: establecer una jerarquía entre los
 principios para evitar la posible arbitrariedad de la decisión casuística. Diego Gracia propuso en
 1989 (Gracia 2008) un “principialismo jerarquizado”, que distingue unas normas básicas de
 convivencia (nivel de mínimos) correspondientes con los principios de no-maleficencia y de
 justicia, y unas normas de máximos, correspondientes con los principios de autonomía y
 beneficencia, que tienen menor prevalencia y deberían supeditarse a los primeros en caso de
 conflicto. El fundamento de esta distinción, que coloca en primer lugar la justicia social y en
 segundo lugar las preferencias del individuo, radica en los valores que tradicionalmente han sido
 más característicos de la cultura europea.

 2.2. Casuística

 El casuismo se ha planteado desde antaño como un procedimiento de particularización de los
 principios generales en casos concretos, de un modo deductivo. Sin embargo, el modo como se ha
 entendido el casuismo en bioética ha sido considerando que no deben tenerse en cuenta
 principios, pues estos no son absolutos ni formales, sino históricos y específicos de la situación,

                                                                                                    5/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 materiales (Gracia 2007). Así, A. Jonsen y S. Toulmin (Jonsen y Toulmin 1989), los representantes
 principales de este enfoque, afirman que es imprescindible partir de las situaciones concretas (el
 caso particular) porque, según ellos, no se pueden fundamentar los juicios morales de un modo
 universal y absoluto, es decir, no es posible establecer criterios éticos que puedan ser aceptados
 por todas las personas. Incluso en el caso de que se llegue a establecer un conjunto de
 imperativos, que serán necesariamente formales, al intentar concretarlos en marcos culturales y
 de valores diferentes, no será posible mantener el acuerdo. Se inscriben así estos autores en el
 profundo y largo debate sobre la idoneidad de una filosofía moral que enfatiza la atención a los
 casos como modo de responder a las situaciones problemáticas contextualizadas en el mundo
 real.

 Por ello consideran que el procedimiento a seguir es partir de los casos particulares para poder
 elaborar una norma general. Observando cómo se resuelven los problemas en cada caso, se
 puede describir un modo de resolución considerado correcto. Esa norma es una “máxima de
 actuación”, es decir, un tópico en el que coinciden todas las personas –o al menos un grupo de
 expertos, considerados los más sabios— a la hora de hacer un juicio práctico sobre un caso
 concreto. Así, la forma de interpretar los casos similares permite alcanzar una máxima, una regla
 que deberá ser utilizada en futuros casos semejantes.

 En el caso de que existan análisis discrepantes podríamos atender a la solución más frecuente,
 pero esto puede ser también un error, pues la opinión mayoritaria no ha de ser necesariamente la
 más correcta. Por ello estamos obligados a consultar a los expertos, personas con formación que
 tienen una opinión más fundamentada que el resto, y que pueden aportar criterios de actuación.
 Evidentemente, esto no garantiza que encontremos una única solución válida, que esta no sea
 incorrecta, o que estemos a salvo de encontrar nuevos casos en los que la aplicación de la norma
 produjera consecuencias nefastas. Sin embargo, acudiendo a los principios no estaríamos, según
 estos autores, en mejores condiciones para resolver los conflictos morales que utilizando las
 máximas.

 2.3. Bioética narrativa

 La bioética narrativa se inscribe dentro del grupo de aproximaciones contemporáneas que ponen
 en cuestión los modelos de principios y las aproximaciones de normas abstractas que se alejan de
 la vida de las personas (Domingo y Feito 2013). El punto de partida es la afirmación de que la
 experiencia moral es algo más complejo que la mera observancia de una ley o una regla. Más bien

                                                                                                6/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 tiene que ver con la biografía y la historia de personas concretas, que se sitúan dentro de un
 marco de valores, con una intención, buscando un objetivo. Desde esta perspectiva, se pone el
 acento en la importancia del carácter experiencial del pensamiento, frente a otras
 aproximaciones que se dedican más a los principios o normas teóricos, desprendidos de los
 contextos y las circunstancias concretas de la vida humana. Además, al analizar el carácter
 lingüístico de esta experiencia, se enfatiza la necesidad de indagar en cómo las palabras y la
 forma en que con ellas se realiza la construcción de las narraciones suponen diferentes
 perspectivas e interpretaciones, que están también presentes en los relatos de los problemas
 bioéticos.

 La bioética narrativa recupera dimensiones de la moral que han sido relegadas u olvidadas, como
 la experiencia vital, el sentido personal que se otorga a los acontecimientos, o la dimensión de
 responsabilidad y compromiso con los otros seres humanos. Aporta, además, una reflexión sobre
 la educación de actitudes morales, subrayando que la enseñanza de contenidos y procedimientos
 racionales está incompleta si no trabaja también la dimensión actitudinal.

 Esta aproximación se ancla en la perspectiva hermenéutica, se nutre con el giro cultural y el
 énfasis en la dimensión de justicia de la época actual, y guarda relación con otros modelos, como
 la bioética feminista, la ética del cuidado y otras, que están insistiendo reiteradamente en la
 necesidad de completar el modelo moderno de la ética racionalista, decisionista y principialista,
 con una perspectiva desde la relación, el contexto, la atención a lo particular y los elementos
 emocionales o afectivos que influyen en la toma de decisiones y en las actitudes. Este enfoque
 desde luego no es novedoso, ya que hunde sus raíces en la ética aristotélica y, en general, en las
 éticas de la virtud. Sin embargo, su vigencia actual es enorme y aporta como innovación la
 perspectiva crítica frente a una epistemología descontextualizada y ajena a los aspectos
 socioculturales, frente a modelos occidentales y del primer mundo que no atienden a otras
 realidades, o frente a una autonomía que no repara en lo relacional.

 La bioética narrativa se constituye así como una suerte de puente entre lo particular y lo
 universal, promoviendo un análisis de los conflictos que parte de la experiencia concreta,
 circunstanciada, histórica, contextual, para extraer enseñanzas que puedan ser extrapolables a
 otros ámbitos o personas, y quizá alcanzar algún grado de universalizabilidad. Por eso puede
 decirse que, aun partiendo de lo específico y concreto, pretende ofrecer un relato válido sobre lo
 humano a nivel general. Más allá de lo normativo y de las estrategias de resolución de conflictos,
 la contribución más valiosa de la bioética narrativa es la inmersión en las interpretaciones que
 expresan los valores y las vivencias humanos, la búsqueda de sentido como único modo de
 comprender y justificar las acciones y decisiones morales.

                                                                                                  7/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 2.4. Bioética empírica

 La argumentación en bioética combina enunciados de tipo descriptivo y de tipo normativo. Los
 estudios empíricos aportan a los debates bioéticos la posibilidad de probar la verdad y precisión
 de afirmaciones de naturaleza empírica –p.ej., “el público está de acuerdo con la regulación
 actual sobre a”–, identificar y dimensionar los desacuerdos, analizar la oportunidad de propiciar
 formas de deliberación pública, facilitar tales procesos, y anticipar consecuencias –p.ej., en
 términos del impacto que puede tener una tecnología innovadora o una nueva regulación en el
 bienestar, en la igualdad social, etc. Desde hace varias décadas la bioética ha puesto a su servicio
 las metodologías propias de las ciencias sociales (estudios etnográficos, grupos focales,
 encuestas, etc.) para nutrir los debates propios de la disciplina. El recurso a estudios empíricos
 sirve para analizar y comparar conocimientos y tendencias entre la opinión lega y experta, para
 comprobar el grado de penetración social de determinadas visiones normativas y para constatar
 posibles incongruencias entre el empleo ordinario de ciertas categorías y su tratamiento
 normativo (jurídico o ético).

 Una variante de la bioética empírica es la bioética experimental o bioxphy (Earp et al. 2020), que
 emparenta a la ética experimental (Aguiar, Gaitán, y Viciana 2020) con la bioética empírica y se
 caracteriza por el empleo de experimentos controlados para comprender mejor el uso de los
 conceptos, las intuiciones morales y los modos de razonamiento más frecuentes en los debates
 bioéticos (Viciana, Hannikainen, y Rodríguez-Arias 2021). Lo que caracteriza a esta variante en
 auge de la bioética empírica es que no se limita a constatar y caracterizar los conocimientos, las
 opiniones y las actitudes de los agentes implicados en los debates, sino que contribuye a desvelar
 los mecanismos psicológicos que explican sus juicios morales (Mihailov, Hannikainen, y Earp
 2021).

 Una de las objeciones que afronta la bioética empírica tiene que ver con la imposibilidad de
 derivar directamente conclusiones normativas de hallazgos empíricos. Los estudios empíricos en
 bioética no informan por sí mismos sobre la aceptabilidad o el deber ser, pero ayudan a clarificar
 o desmentir algunas de las premisas descriptivas de los argumentos bioéticos, contribuyendo así
 a superar desacuerdos que solo en apariencia son valorativos. Conocer los valores y opiniones de
 las personas afectadas deja ciertamente sin resolver la cuestión sobre el deber, puesto que
 podrían a fin de cuentas perseguir valores inadecuados. Sin embargo, suele considerarse que
 respetar los valores es algo deseable. Para afrontar el reto de transitar entre lo descriptivo y lo
 normativo sin caer en la falacia naturalista o en el mero argumentum ad populum, la bioética
 empírica adopta diferentes estrategias que, si bien se sitúan dentro de un cierto falibilismo –en la
 medida en que reconocen que las conclusiones normativas siempre podrían requerir reevaluación
 a la luz de nuevas evidencias empíricas– le permiten guiar normativamente la acción sobre la

                                                                                                  8/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 base de nociones como el consenso, la coherencia o el equilibrio reflexivo (Earp et al. 2021).

 3. Razones y deliberación en bioética

 La bioética, como parte de la filosofía moral aplicada, reflexiona y ayuda a argumentar; entrena
 en el ejercicio de la crítica, consistente en dar y exigir razones de las creencias y los
 comportamientos de las personas, así como de los valores implícitos en las instituciones. El
 análisis bioético requiere trabajar en procesos deliberativos y una destreza particular para
 identificar problemas, darse cuenta de lo que está en juego (los presupuestos, las consecuencias)
 e incorporar diferentes puntos de vista (contraargumentos, objeciones). La bioética se desarrolla
 necesariamente en una doble dimensión de fundamentación y aplicación, de modo que ha de dar
 razón de sus propuestas y ha de ser capaz de llevarlas a la práctica. Una resolución de problemas
 sin argumentación racional podría dar lugar a la arbitrariedad o al dogmatismo, pero un análisis
 teórico sin tomar en consideración los contextos reales podría resultar irrelevante.

 En un entorno plural como el de las sociedades contemporáneas, no es admisible un
 planteamiento dogmático, por lo que una bioética a la altura de nuestro tiempo requiere una
 aproximación deliberativa. Lo que distingue la deliberación de la persuasión y el adoctrinamiento
 es su componente racional y argumentativo, es decir, la invitación explícita o implícita a objetar y
 tratar de demostrar que otros puntos de vista y posicionamientos normativos pueden ser
 aceptables y deben por tanto ser considerados. Un argumento es una justificación verosímil. Se
 ofrece con la aspiración de convencer de la verdad de la afirmación en cuestión, lo cual, en el
 mundo de los valores, exige razones bien fundamentadas. Los argumentos en ética son
 razonamientos que emplean premisas descriptivas y normativas y que terminan con conclusiones
 normativas. Su solidez depende de la validez del razonamiento que los estructura (p.ej. que no
 incurra en falacias) y de la verdad de las premisas en las que se basa. Un buen razonamiento en
 bioética puede conducir a conclusiones contraintuitivas, sorprendentes, e incluso socialmente
 disruptivas, pero si el argumento está bien construido será una invitación a pensar, a buscar
 objeciones válidas, o a transformar la realidad. Poner en entredicho los dogmas heredados de la
 tradición y explorar libremente ideas morales nuevas, sin importar su carácter potencialmente
 controvertido, es sin lugar a dudas una de las funciones que ha cumplido históricamente la
 filosofía moral y que, por supuesto, cumple la bioética (McMahan, Minerva, y Singer 2021). Ahora
 bien, frente a estas formas más o menos especulativas y radicales de argumentar en bioética que
 derivan implacablemente conclusiones de premisas y no se dejan constreñir por el impacto de
 esas conclusiones en el mundo real, otras aproximaciones en bioética reivindican que la
 argumentación rara vez se produce en condiciones ideales y acaban optando por formas de

                                                                                                  9/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 deliberación más situadas en el mundo –más posibilistas y pragmáticas (Racine et al. 2019)- en
 las que los conceptos y los argumentos cumplen la función de demostrar que lo que
 intuitivamente resulta razonable está, además, justificado (Mercier y Sperber 2017).

 El positivismo ha partido del presupuesto de que se puede trazar una línea clara entre los hechos
 científicos –incuestionables y sólidos–, y los valores morales, que suelen considerarse relativos,
 personales y maleables. Sin embargo, la reflexión bioética ha mostrado que la relación entre los
 hechos y los valores es más problemática (Kaebnick 2021). Diagnósticos como los de salud y
 enfermedad, vida y muerte, dependen tanto de constataciones sobre la fisiología y la anatomía
 (juicios descriptivos) como del significado que se atribuye a esas constataciones –umbrales de
 significación, categorizaciones, etc.– que son fruto de convenciones sociales, valores individuales
 o grupales o experiencias personales. (Molina, Rodríguez-Arias y Youngner 2008).

 Por eso, aunque las decisiones en salud difícilmente pueden ser moralmente aceptables si no
 están basadas en un conocimiento cabal, adecuado, de los hechos biológicos, ese conocimiento a
 menudo es insuficiente. La calidad del ejercicio profesional se cifra, además, en su capacidad de
 aplicar reglas, incorporar virtudes, anticipar y evitar consecuencias no deseadas, tener en cuenta
 otras opiniones sobre lo más correcto, optimizar el uso de los recursos, promover el respeto, la
 equidad… Depende, en definitiva, de competencias que no son técnicas, sino propiamente éticas.

 4. El futuro de la bioética

 Desde hace cinco décadas, la bioética ha experimentado un enorme desarrollo en el ámbito
 académico, en el contexto sanitario y en la esfera pública, pues los cambios culturales que
 introduce no solo penetran en las prácticas profesionales y los protocolos sanitarios, sino también
 en las leyes y en la opinión pública.

 En su dimensión académica, la bioética se ha convertido en un análisis sistemático de los
 aspectos normativos y las dimensiones morales de las creencias, conductas y políticas
 relacionadas con las ciencias de la vida y de la salud. Pero la bioética también se desarrolla
 institucionalmente en las comisiones y los comités de ética. Así, además de ser un ámbito de
 reflexión teórica –acerca de los aspectos moralmente relevantes relacionados con las ciencias de
 la vida– puede decirse que la bioética es también una actividad: una práctica cultural con

                                                                                                10/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

 capacidad de tener efectos y ejercer fuerza política en las ciencias de la salud, del medio
 ambiente y la biología (Callahan 2004).

 La bioética del mundo contemporáneo, globalizado, se enfrenta al reto de integrar las
 aproximaciones locales (nacionales, regionales) sin renunciar a la aspiración de universalidad.
 Esto no solo afecta a la atención que reciben ciertos temas (cuya relevancia depende, entre otros
 factores, del grado de desarrollo tecnológico y de las prioridades sanitarias de cada región), sino
 también a las estructuras normativas y los sistemas de valores prevalentes localmente.

 Ante la objeción de que la bioética clínica incurre en la imposición de una axiología etnocéntrica,
 la bioética global se ofrece como un modo de promover valores ampliamente compartidos que
 incluyen el respeto de la vida humana, los derechos humanos, la equidad, la libertad, la
 democracia, la sostenibilidad medioambiental y la solidaridad (Benatar, Daar y Singer 2005;
 Casado y Vilà 2014). La bioética global es también una reacción a la constatación de que los
 problemas de salud de la era globalizada (p.ej. pandemias) y sus prácticas biomédicas
 (investigación biomédica internacional, gestación subrogada, turismo sanitario) van más allá de
 las fronteras nacionales y requieren un tratamiento normativo con mayor aspiración de
 universalidad.

 Las preocupaciones sobre la salud pública y de las poblaciones, cada vez más interconectadas con
 los temas de la bioética y de la ética medioambiental, están siendo centrales para la bioética del
 s. XXI, que se enfrenta además a retos nuevos vinculados a las innovaciones en las tecnologías
 reproductivas, en biología sintética, robótica, el mejoramiento humano, el tratamiento masivo de
 datos o la inteligencia artificial. Por supuesto, junto a los temas más innovadores, persisten las
 preocupaciones por la justicia y las desigualdades, por el acceso a la sanidad o por la
 consideración de los participantes en la toma de decisiones. Todo ello permite anticipar que la
 reflexión bioética será una práctica social y ciudadana con enorme trascendencia en el diseño de
 políticas y regulaciones futuras. La investigación en este campo seguirá siendo imprescindible
 para acompañar y dar sentido a estos procesos de cambio.

                                                                                          Lydia Feito

                                                              (Universidad Complutense de Madrid)

                                                                                                11/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

                                                                             David Rodriguez-Arias

                                                                         (Universidad de Granada)

 Referencias

       Aguiar, F., A. Gaitán, y H. Viciana. 2020. Una introducción a la ética experimental:
       Problemas, enfoques y métodos. Teorema. Serie mayor. Ediciones Cátedra.
       https://books.google.es/books?id=BDbnDwAAQBAJ.
       Beauchamp, Tom L, y James F Childress. 2002. Principios de ética biomédica. Barcelona:
       Masson.
       Beecher, H. K. 1966. «Ethics and Clinical Research». The New England Journal of
       Medicine 274 (24): 1354-60. https://doi.org/10.1056/NEJM196606162742405.
       Benatar, Solomon R., Abdallah S. Daar, y Peter A. Singer. 2005. «Global Health Challenges:
       The Need for an Expanded Discourse on Bioethics». PLoS Medicine 2 (7): e143.
       https://doi.org/10.1371/journal.pmed.0020143.
       Callahan, D. 2004. «Bioethics». En Encyclopedia of Bioethics, I:278-87. MaCmillan
       Reference USA. https://books.google.es/books?id=JHErtAEACAAJ.
       Casado, María, y Antoni Vilà. 2014. Declaración Universal sobre Bioética y Derechos
       Humanos de la Unesco y la discapacidad, La. Edicions Universitat Barcelona.
       Domingo, Tomás, y Lydia Feito. 2013. Bioética narrativa. 1a edición. Colección de análisis y
       crítica. Madrid: Escolar y Mayo Editores.
       Earp, Brian D., Joanna Demaree-Cotton, Michael Dunn, Vilius Dranseika, Jim A. C. Everett,
       Adam Feltz, Gail Geller, et al. 2020. «Experimental Philosophical Bioethics». AJOB
       Empirical Bioethics 11 (1): 30-33. https://doi.org/10.1080/23294515.2020.1714792.
       Earp, Brian, Jonathan Lewis, Vilius Dranseika, y Ivar Hannikainen. 2021. «Experimental
       Philosophical Bioethics and Normative Inference». Theoretical Medicine and Bioethics,
       enero, in press.
       Gracia, Diego. 2002. «De la bioética clínica a la bioética global: treinta años de
       evolución». Acta bioethica 8 (1): 27-39.
       https://doi.org/10.4067/S1726-569X2002000100004.
       ———. 2008. Fundamentos de bioética. Madrid: Triacastela.
       Jonsen, Albert R., y Stephen Edelston Toulmin. 1989. The Abuse of Casuistry: A History of
       Moral Reasoning.Nachdr. Berkeley, Calif.: Univ. of California Press.
       Kaebnick, Gregory E. 2021. «Civic Learning When the Facts Are Politicized: How Values
       Shape Facts, and What to Do about It». Hastings Center Report 51 (S1): S40-45.
       https://doi.org/10.1002/hast.1228.

                                                                                              12/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

       McMahan, Jeff, Francesca Minerva, y Peter Singer. 2021. «Editorial». Journal of
       Controversial Ideas 1 (1): 1. https://doi.org/10.35995/jci01010011.
       Mercier, Hugo, y Dan Sperber. 2017. The Enigma of Reason. Cambridge, Massachusetts:
       Harvard University Press.
       Mihailov, Emilian, Ivar R. Hannikainen, y Brian D. Earp. 2021. «Advancing Methods in
       Empirical Bioethics: Bioxphi Meets Digital Technologies». The American Journal of
       Bioethics: AJOB 21 (6): 53-56. https://doi.org/10.1080/15265161.2021.1915417.
       Molina, A., D. Rodríguez-Arias, y S. J. Youngner. 2008. «Should Individuals Choose Their
       Definition of Death?» Journal of Medical Ethics 34 (9): 688-89.
       https://doi.org/10.1136/jme.2007.022921.
       Murphy, T.F. 2004. Case Studies in Biomedical Research Ethics. Basic bioethics. MIT Press.
       https://books.google.es/books?id=43etQgAACAAJ.
       National Commission. 2013. The Belmont Report: Ethical Principles and Guidelines for the
       Protection of Human Subjects of Research… HardPress.
       https://books.google.es/books?id=rqn0nQEACAAJ.
       Potter, V.R. 1971. Bioethics: Bridge to the Future. Prentice-Hall biological science
       series. Prentice-Hall. https://books.google.es/books?id=rcNJAAAAMAAJ.
       Racine, Eric, M. Ariel Cascio, Marjorie Montreuil, y Aline Bogossian. 2019. «Instrumentalist
       Analyses of the Functions of Ethics Concept-Principles: A Proposal for Synergetic Empirical
       and Conceptual Enrichment». Theoretical Medicine and Bioethics 40 (4): 253-78.
       https://doi.org/10.1007/s11017-019-09502-y.
       Snow, C. P. 1959. The two cultures. Cambridge, U.K. ; New York: Cambridge University
       Press.
       Viciana, Hugo, Ivar R. Hannikainen, y David Rodríguez-Arias. 2021. «Absolutely Right and
       Relatively Good: Consequentialists See Bioethical Disagreement in a Relativist Light». AJOB
       Empirical Bioethics, abril, 1-22. https://doi.org/10.1080/23294515.2021.1907476.

 Lecturas recomendadas

       Abel, Francesc. 2001. Bioética: orígenes, presente y futuro. Madrid: Fundación MAPFRE
       Medicina : Institut Borja de Bioética.
       Beauchamp, Tom L, y James F Childress. 2002. Principios de ética biomédica. Barcelona:
       Masson.
       Beca I, Juan Pablo, y Astete A. Carmen. 2012. Bioética clínica. Santiago de Chile:
       Mediterraneo.
       Domingo, Tomás, y Lydia Feito. 2013. Bioética narrativa. 1a edición. Colección de análisis y

                                                                                              13/14
Enciclopedia SEFA
Sociedad Española de Filosofía Analítica

       crítica. Madrid: Escolar y Mayo Editores.
       Feito, Lydia, y Tomás Domingo. 2020. Bioética narrativa aplicada.
       Feito, Lydia, Diego Gracia, y Miguel Ángel Sánchez González. 2011. Bioética: el estado de
       la cuestión. Madrid; Tres Cantos, Madrid: Triacastela ; Fundación de Ciencias de la Salud.
       Ferrer, Jorge José, y Juan Carlos Álvarez. 2003. Para fundamentar la bioética: teorías y
       paradigmas teóricos en la bioética contemporánea. Bilbao; Madrid: Desclée de Brouwer ;
       Universidad Pontificia Comillas.
       Ferrer, Jorge José, Juan Alberto Lecaros Urzúa, y Róderic Molins Mota. 2016. Bioética: el
       pluralismo de la fundamentación.
       Gracia, Diego. 2008. Fundamentos de bioética. Madrid: Triacastela.
       ———. 2008. Procedimientos de decisión en ética clínica. Madrid: Triacastela.
       ———. 2019. Bioética mínima.
       Jonsen, Albert R., y Stephen Edelston Toulmin. 1989. The Abuse of Casuistry: A History of
       Moral Reasoning.Nachdr. Berkeley, Calif.: Univ. of California Press.
       Post, S.G. 2004. Encyclopedia of Bioethics. MaCmillan Reference USA.
       https://books.google.es/books?id=JHErtAEACAAJ.
       Potter, V.R. 1971. Bioethics: Bridge to the Future. Prentice-Hall biological science
       series. Prentice-Hall. https://books.google.es/books?id=rcNJAAAAMAAJ.
       Reich, W.T. 1982. Encyclopedia of Bioethics. Encyclopedia of Bioethics. Free Press.
       https://books.google.es/books?id=ZO2SoD9sTAQC.
       Romeo Casabona, Carlos M., ed. 20. Enciclopedia de bioderecho y bioética. Granada:
       Comares [u.a.].
       Ten Have, Henk. 2020. Encyclopedia of Global Bioethics. Cham: Springer International
       Publishing : Imprint : Springer. https://link.springer.com/book/10.1007/978-3-319-05544-2.

 Cómo citar esta entrada: Feito, L. Rodríguez-Arias, D. 2021. “Bioética”, Enciclopedia de la
 Sociedad Española de Filosofía Analítica, URL: http://www.sefaweb.es/bioetica/

                                                                                               14/14
También puede leer