EFECTOS Y EVOLUCIÓN EN EL NÚMERO DE CROMOSOMAS - Genética Evolutiva 4º Grado en Biología
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EFECTOS Y EVOLUCIÓN EN EL NÚMERO DE CROMOSOMAS Genética Evolutiva 4º Grado en Biología Dorian Peña Cabrera Lucía Rodríguez Mesa Alicia Perera Castro 0
ÍNDICE 1. Introducción. Visión general de la variación del número de cromosomas en el mundo vivo. Bacterias, virus, protozoos. Reino animal. Variación gradual en el número de cromosomas. Reino vegetal. Variación anárquica del número de cromosomas. 2. Aneuploidía y Evolución. Aneuploidía como fuente de evolución y otros procesos que afectan a 2n. Ejemplo de las translocaciones robertsonianas en homínidos. Cromosomas B o cromosomas parásitos. Impulso a la variación y a la evolución. 3. Adaptación al ambiente. Ejemplo del grupo de las cariáceas como correlación entre aneuploidía y adaptación. 1
1. Introducción. Visión general de la variación del número de cromosomas en el mundo vivo. El número de cromosomas 2n varía mucho de unas especies a otras y no existe relación entre el número de cromosomas y la complejidad evolutiva del organismo ni tampoco con la cantidad de ADN. Un ejemplo claro de esta situación es el de los ciervos del género Muntiacus en el que hay especies muy similares (denominadas especies gemelas) una con 2n=6 (M. muntjak) y otra con 2n=46 (M. reevesi). Dentro de toda la variación que caracteriza al mundo vivo, el número de cromosomas Organismo Número de Cromosomas Virus 1 Cromosoma (Circular o Lineal) Bacterias 1 Cromosoma (Circular o Lineal) Aulacantha scolymantha (Protozoo) 1600 Cromosomas Ophioglussum recitulatum (Helecho) 1260 Cromosomas Solanum tuberosum (Papa) 48 Cromosomas (Otros 24 y 72) Myrmecia pilosula(Hormiga australiana) 1 Cromosomas Drosophila melanogaster 8 Cromosomas Primates 48 Cromosomas Hominidos 46 Cromosomas Cabe destacar que un número mayor de cromosomas no significa o está relacionado con un organismo más avanzado o complejo funcionalmente. M. muntjak M. reevesi Llegados a este punto una duda razonable sería ¿en qué momento una serie de aneuploididas puntuales inducen a una divergencia evolutiva gradual? Además, ¿A qué se debe esta gran variedad de aneuploidias? 2. Aneuploidía y Evolución Aneuploidía como fuente de evolución y otros procesos que afectan a 2n. Ejemplo de las translocaciones robertsonianas en homínidos. La aneuploidía consiste en la variación en el número de cromosomas de un organismo. Entre otros, está provocada por fenómenos de agmatoploidía (fisión cromosómica) y simploidía (fusión cromosómica). 2
Las investigaciones realizadas desde 1959 han revelado un cierto número de translocaciones en individuos de poblaciones humanas. Un tipo frecuente de translocación, llamada translocación robertsoniana o fusión céntrica, implica roturas en el extremo final de los brazos cortos de dos cromosomas acrocéntricos no homólogos (13, 14, 15, 21 y 22). Los pequeños fragmentos acéntricos se pierden y los segmentos cromosómicos grandes se fusionan por sus regiones centroméricas, dando lugar a un nuevo cromosoma grande, metacéntrico o submetacéntrico (Figura 1). Estos son los tipos de reordenaciones cromosómicas más frecuentes en la especie humana. En el transcurso de la evolución entre primates y homínidos, se han descubierto numerosos fenómenos de aneuploidía: fisiones, fusiones, translocaciones robertsonianas, etc. De hecho, se sabe que el cromosoma 2 de los homínidos se originó mediante una translocación robertsoniana entre dos cromosomas de primates. Por este motivo, Homo sapiens tiene 46 cromosomas mientras que los primates tienen 48. Las translocaciones robertsonianas se dan incluso en la actualidad, explicando los casos familiares en los que el síndrome de Down se hereda. La mayoría de los casos del síndrome de Down se deben a la trisomía del 21, que se produce por una no disyunción en la meiosis de uno de los padres. La trisomía explica el 95% de todos los casos del síndrome de Down. En tal situación, la probabilidad de que los mismos padres tengan un segundo hijo afectado es extremadamente baja, Sin embargo, en las restantes familias afligidas con un hijo Down, el síndrome aparece en una frecuencia mucho mayor durante varias generaciones. Los estudios citogenéticos de los padres y de sus descendientes en estos casos raros explican la causa del síndrome de Down familiar. Los análisis revelan que uno de los padres tiene una translocación 14/21 D/G (Figura 2). Es decir, un padre tiene la mayor parte del cromosoma 21 del grupo G Figura 1. En una translocación robertsoniana, translocado al extremo del cromosoma 14 del el brazo corto de un cromosoma acrocéntrico grupo D. Este individuo es normal, aun cuando se intercambia con el brazo largo de otro. él o ella sólo tengan 45 cromosomas. 3
En la meiosis, la cuarta parte de los gametos de estos individuos tendrán dos copias del cromosoma 21: un cromosoma normal y la mayor parte de una segunda copia translocada al cromosoma 14. Cuando dicho gameto sea fecundado por un gameto haploide normal. El cigoto resultante tendrá 46 cromosomas, pero con tres copias del cromosoma 21. Estos individuos presentan el síndrome de Down. Otros posibles descendientes viables tienen o bien el genoma diploide normal (sin translocación), o la translocación equilibrada como el padre. Ambos casos dan lugar a individuos normales. El conocimiento de las translocaciones ha permitido a los genéticos resolver la aparente paradoja de un fenotipo trisómico heredado en un individuo con un aparente número diploide de cromosomas. Es interesante advertir que el portador, que tienen 45 cromosomas y el fenotipo normal, no tiene una dotación diploide completa de material genético. Al producirse la translocación se ha perdido una pequeña porción, tanto del cromosoma 14 como del 21. Esto ocurre debido a que se han tenido que romper los extremos de ambos cromosomas antes de su fusión. Se sabe que estas regiones concretas son dos de las muchas localizaciones cromosómicas que albergan copias múltiples de los genes que codifican al rRNA, el componente principal de los ribosomas. A pesar de la pérdida de hasta el 20% de estos genes, el individuo portador no queda afectado. Una translocación robertsoniana como esta es la que se piensa que pudo haber tenido lugar durante la divergencia entre primates y homínidos. Figura 2. Cromosomas implicados en el síndrome de Down familiar. La fotografía ilustra los cromosomas relevantes de un descendiente con una trisomía del 21 producida por un padre portador de una translocación. Cromosomas B o cromosomas parásitos. Impulso a la variación y a la evolución. Los cromosomas B son aquellos cromosomas que poseen algunas especies animales y vegetales, aparte de su cariotipo normal. Por definición, estos cromosomas no son esenciales para la vida de las especies, y muchos de los individuos de esas especies (la mayoría) carecen de ellos. De manera que una población podemos encontrar un número muy variable de 4
cromosomas B, incluso dentro de un mismo individuo, como ocurre con la liliácea Scilla autumnalis (Fig. 3). La mayoría de los cromosomas B son principalmente o totalmente heterocromáticos, y pueden ser en su mayor parte no codificantes. Pero algunos, como los cromosomas B del maíz, contienen importantes regiones eucromáticas. Incluso, en otros casos, se han hallado genes ribosómicos (que codifican para generar ribosomas, los elementos que transforman la información genética en proteínas), aunque en su mayor parte están inactivos. En líneas generales, parece inverosímil que los cromosomas B puedan persistir en una especie a menos que aporten alguna ventaja adaptativa, y esta ventaja se ha probado tan solo en unos pocos casos. Por ejemplo, el saltamontes británico, Myrmeleotettix maculatus, tiene dos tipos estructurales de cromosomas B: metacéntricos y submetacéntricos. Los Figura 3. Cariotipo de tres cromosomas B que poseen ADN satélite, aparecen en ejemplares de Scilla autumnalis, con ambientes calurosos y secos, mientras que en lugares múltiples cromosomas B. húmedos y más bien fríos son escasos o simplemente están ausentes. En plantas, existe una tendencia a que los cromosomas B aparezcan en células de la línea germinal, pero se pierden en células de otros tejidos, como las hojas o raíces. Existen pruebas de los efectos deletéreos de cromosomas B en la fertilidad del polen, y de efectos favorables en algunas especies de determinados hábitats, como se demostró en la planta Allium schaenoprasum. El origen evolutivo de los cromosomas B no está claro, pero se piensa que han derivado de segmentos heterocromáticos de cromosomas normales en un pasado remoto. En general, "podemos ver a los cromosomas B como una clase especial de polimorfismo genético, que debido a múltiples mecanismos de acumulación, no obedecen las leyes de herencia Mendeliana." En los últimos años, los tipos de secuencias de ADN residentes en cromosomas B han sido analizados en algunos organismos. Los primeros análisis, en los 70 y 80, demostraron que los cromosomas B contenían ADN similar al encontrado en los cromosomas normales o autosómicos). Investigaciones en los 90 relacionaron el aislamiento, la clonación y la secuenciación de secuencias repetitivas de ADN localizadas en cromosomas B de varias especies. La visión tradicional, que es ampliamente aceptada, consiste en que los cromosomas B derivan de los cromosomas autosómicos. A partir de esta perspectiva, podríamos considerar el origen de los cromosomas B como el simple producto de la evolución del cariotipo estándar. Dado que los cromosomas B no siempre aparecen en parejas ni se segregan en los diferentes polos celulares durante la meiosis (comportamiento normal en los cromosomas normales), no se transmiten según el sistema Mendeliano. A diferencia del sistema mendeliano, estos cromosomas pueden tener ventaja en la 5
transmisión gracias al denominado “impulso meiótico”, algo que hace que estos cromosomas se consideren egoístas ya que les sirve para invadir nuevos genomas y establecerse y mantenerse en las poblaciones. Este mecanismo se da durante la ovogénesis donde hay una asimetría en los productos meióticos obtenidos, degenerando en forma de corpúsculo polar la célula que no tiene el cromosoma B, lo que hace que la frecuencia de los cromosomas B en los óvulos supere el 50% predicho según las leyes mendelianas de segregación. Los cromosomas B han sido descritos en más de 1.300 especies de plantas y en casi 500 especies animales, así como en unas pocas especies de hongos. Estos cromosomas se han descrito fundamentalmente en ciertos grupos taxonómicos, aunque la alta frecuencia de estos cromosomas en esos taxones refleja probablemente la intensidad y la facilidad técnica con la que cada grupo ha sido estudiado. No es sorprendente por tanto que los cromosomas B hayan sido más frecuentemente descubiertos en Gramíneas, Liliáceas y Ortópteros (saltamontes), ya que estos grupos satisfacen esas dos condiciones. Los cromosomas B pueden lograr frecuencias extremadamente altas en poblaciones naturales, dependiendo del grado en el que las especies en particular puedan tolerar esos elementos adicionales, y de la fuerza del mecanismo de acumulación de los cromosomas B (siempre que exista tal mecanismo). Se ha visto que muchos cromosomas B presentan a lo largo del tiempo una frecuencia estable, dada por un equilibrio entre el aumento de la frecuencia por la acumulación de los B y el decremento producido por la selección en contra de los individuos portadores. Este equilibrio se ha estudiado y se ve que puede cambiar por la evolución en el genoma hospedador de unos genes supresores de la acumulación de los B, lo que devuelve la tasa de transmisión a un valor cercano al 0.5 mendeliano. Esto hace que los cromosomas B pasen a ser elementos neutros que únicamente pueden evolucionar por deriva y selección en contra de los portadores con muchos B, lo que significa que no es posible una fijación, quedando solo la opción de extinción. Algunos de los efectos de los cromosomas B parecen ser atribuibles directamente al producto de sus genes (en algunos hongos, confieren resistencia a los antibióticos, así como favoreciendo su patogeneidad), lo que indica que no todos los cromosomas B son genéticamente inactivos. Hay una amplia evidencia de que los cromosomas B pueden afectar a multitud de procesos fisiológicos y celulares en plantas y animales. Los efectos se manifiestan raramente en el fenotipo externo, sino que, con más frecuencia, afectan a caracteres asociados con el vigor, la fertilidad y la fecundidad. Estos efectos negativos en los hospedadores apuntan a la naturaleza parasítica de los cromosomas B, aunque algunos, cuando se presentan en poca cantidad, tienen efectos beneficiosos en sus portadores, y de este modo adquieren un diferente significado biológico. 4. Adaptación al ambiente. Ej. Carex. Carex es el género más representado de las plantas angiospermas, con 2.100 especies. Aunque en la actualidad se haya considerado como un taxon parafilético, del cual derivan los géneros Cymophyllus, Kobresia, Schoenoxiphium y Uncinia, la tribu Cariceae sigue siendo de gran interés para la genética debido a que presenta la mayor radiación cromosómica no poliploide, cuyo número diploide varía entre 12 y 124 cromosomas, existiendo incluso una gran variación 6
intraespecífica de más de 10 cromosomas de diferencia. Esta rápida evolución en el número de cromosomas se explica por la presencia de cromosomas holocéntricos, de centrómeros difusos. Durante la meiosis se suelen segregar fragmentos de cromosomas holocéntricos fisionados, aunque también se puede producir la fusión de los mismos. Sin embargo, no se espera un significado adaptativo per se en el número de cromosomas, sino que estos cambios tengan un efecto directo en la tasa de recombinación. Ej Carex pedunculata: 2n=26 (n=13). Quiasmas entre 13 y 26. Uncinia pheoides: 2n=96 (n=48). Quiasmas entre 48 y 96. Además de la variación de la tasa de recombinación, estos fenómenos de fusión y fisión pueden cambiar la expresión de ciertos genes por un efecto de posición. Hipótesis de la selección de una tasa de recombinación óptima: Alta tasa de recombinación puede darse cuando el medio es estable y permite innovación evolutiva. Bajas tasas de recombinación sería el óptimo cuando el medio requiere gran especialización y adaptación. Estudios de este grupo han probado la evidencia de una relación entre la evolución en el número de los cromosomas y su diversificación ecológica. Variables bioclimáticas y morfológicas, así como citogenéticas, de 96 especies fueron medidas. Ninguna de ellas explicó completamente la variación en el número de cromosomas, pero sí se encontró evidencias de un débil efecto de algunas variables: longitud de las inflorescencias, humedad del suelo, temperaturas son aquellas variables que en conjunto explican un 13% en la variación del número de cromosomas. Aquellas especies con mayor número de cromosomas tienden a tener inflorescencias más largas y, aunque de forma más variable, tienden a habitar suelos saturados de agua y bajas temperaturas estacionales. Concluyen que la fisión y fusión de los cromosomas está influenciada por la selección para de esta forma adaptar las tasas de recombinación a la ecología del organismo. Bajo número de cromosomas (bajas tasas de recombinación) se relacionan con hábitats extremos e inestables (suelo seco y temperatura inestable). El origen de un clado en el este de Norteamérica a partir de ancestros originarios del oeste del mismo continente significó un decrecimiento en el número de cromosomas. El cambio a medios más nobles está asociado con una reducción en el número de cromosomas (bajas tasas de recombinación). De forma similar, un cambio en el hemisferio norte de un clima húmedo, templado y húmedo durante el mioceno y principios del Plioceno a un clima más inestable, seco y frío durante el final del Plioceno y Pleistoceno fue esencial para la expansión del género Carex y su diversificación en las regiones templadas del norte, gracias a la variación en el número de cromosomas. BIBLIOGRAFÍA William S.Klug, Michael R. Cummings, Charlotte A. Spencer. Conceptos de Genética, pág. 235-236 (8º Edición). M. Escudero, A. L. Hipp, T. F. Hansen, K. L. Voje and M.Lucen. Selection and inertia in the evolution of holocentric chromosomes in sedges (Carex, Cyperaceae). New Phytologist. (2012) 195: 237–247 http://es.wikipedia.org/wiki/Cromosoma http://es.wikipedia.org/wiki/Cromosomas_B 7
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