La Iniciativa Mérida: un problema común de seguridad

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De Raíz Diversa vol. 2, núm. 3, enero-junio, pp. 161-197, 2015

                    La Iniciativa Mérida: un problema común de seguridad* 1
                    Fuensanta Medina Martínez**2

                        Resumen. A partir de 2006 la política exterior mexicana tendrá entre sus prio-
                        ridades combatir los problemas de seguridad vinculados al comercio de drogas
                        ilegales, tráfico de armas y trata de personas, generando un mayor apoyo en re-
                        cursos materiales y asesoría por parte de los Estados Unidos de América. Como
                        resultado de esta colaboración, se resolvió implementar la Iniciativa Mérida.
                            A pesar de los esfuerzos de México y Estados Unidos para erradicar el co-
                        mercio de drogas por medio de la ejecución de la Iniciativa Mérida, los resulta-
                        dos no han sido los esperados. Esto se debe a que se han olvidado que la salida
                        no debe limitarse al combate de las organizaciones de traficantes; sino que tam-
                        bién necesitan atender necesidades como el deterioro en la calidad de vida de
                        la población, la falta de oportunidades educativas y la insuficiente política de
                        generación de empleo.
                            A la vez, resulta necesaria la cooperación eficaz de los EE.UU. en materia de
                        reducción en la demanda de los consumidores, así como del compromiso real
                        de cortar el flujo de armas que abastece a los cárteles mexicanos; no olvidando
                        que si bien éste es un problema que circula por México, su fin último es fluir
                        fuera de las fronteras, haciendo de la cooperación y el compromiso bilateral
                        una herramienta necesaria para enfrentar la situación.

                        Palabras clave: Iniciativa Mérida, narcotráfico, México-Estados Unidos.

                        Abstract. Since 2006 Mexican foreign policy will have among its priorities
                        combat security problems linked to illegal drug trade, arms trafficking and
                        human trafficking, generating greater support in material resources and
                        guidance from the United States. As a result of this collaboration, it was decided
                        to implement the Merida Initiative.
                            Despite ttthe efforts of Mexico and the United States to eradicate the drug
                        trade through the implementation of the Merida Initiative, the results have not
                        been as expected. This is because they have forgotten that the output should not
                        be limited to combat trafficking organizations; but also need to be addressed
                        other needs as deterioration in the quality of life of the population, lack of
                        educational opportunities and insufficient job creation policy.
                        At the same time, is necessary the effective cooperation of the US for the
                        reduction in consumer demand, as well as the real commitment to cut the
                        flow of weapons that caters to Mexican cartels; not forgetting that while this

                    *
                       El presente artículo forma parte de una investigación más amplia sobre el Plan Colombia
                    y la Iniciativa Mérida en una perspectiva comparada.
                    **
                        Programa de Estudios Políticos e Internacionales, El Colegio de San Luis. 

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                        is a problem that flows through Mexico, the ultimate goal is to flow outside its
                        borders, making cooperation and bilateral engagement a necessary coping tool.

                        Keywords: Mérida Initiative, drug trafficking, Mexico-United States.

                        Recibido: 03 de junio de 2014. Aceptado: 04 de noviembre de 2014.

                    Introducción

                     A     partir de diciembre de 2006, fecha en que Felipe Calderón inaugura
                    un nuevo mandato presidencial del Partido Acción Nacional (pan), la po-
                    lítica exterior mexicana tendrá entre sus prioridades la compatibilidad de
                    intereses y objetivos con la política de seguridad nacional de los Estados
                    Unidos de América. Los problemas de seguridad vinculados al comercio
                    de drogas ilegales, tráfico de armas y la trata de personas, dominarán la
                    agenda diplomática entre ambos gobiernos, al grado de viabilizar proyec-
                    tos de carácter regional en el que México tendrá un mayor apoyo en recur-
                    sos materiales y asesoría en comparación con los países de Centroamérica
                    y el Caribe. Al iniciar el nuevo siglo, tanto la contención del flujo de dro-
                    gas ilegales hacia los Estados Unidos, como de las redes delictivas asocia-
                    das a su procesamiento, transportación y venta, colocaban a México en un
                    lugar prioritario dentro de la estrategia antidrogas del gobierno nortea-
                    mericano.
                        Si bien las organizaciones de traficantes de drogas ilícitas en México
                    lograban fortalecerse y operar con cierta permisividad gubernamental
                    hacia la última década del siglo xx, su inclusión en la agenda de seguridad
                    nacional obedece en una proporción importante a un acontecimiento ex-
                    terno, como los atentados terroristas del 11 de septiembre en los Estados
                    Unidos y, en menor grado, a una iniciativa gubernamental. En las dos
                    administraciones que antecedieron al gobierno de Calderón los asuntos
                    de seguridad estuvieron determinados en lo externo por las relaciones co-
                    merciales con los Estados Unidos, mientras que en su dimensión interna
                    con las demandas sociales de democratización política. De acuerdo con
                    Raúl Benítez Manaut, la última administración del Partido Revoluciona-
                    rio Institucional (pri) con Ernesto Zedillo (1994-2000) limitó la agenda
                    de seguridad al conflicto sociopolítico derivado del alzamiento zapatista
                    de 1994 como al seguimiento del Tratado de Libre Comercio de Améri-
                    ca del Norte (tlcan); mientras que Vicente Fox (2000-2006) del Partido

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                    Acción Nacional heredó una agenda a la que le fueron agregados asuntos
                    como la migración, la inseguridad pública y el terrorismo internacional
                    (Benítez 2010: 9). En lo concerniente a la seguridad interna, durante la
                    presidencia de Zedillo y Fox las estructuras institucionales de seguridad
                    que operaron en los años de gobierno priísta permanecieron intactas a
                    pesar de dar claras muestras de un desfase en términos de eficacia para
                    atender los problemas de inseguridad pública. No es sino hasta la llegada
                    de Calderón a la presidencia de México que el tráfico de drogas en sus di-
                    ferentes expresiones se torna en el principal asunto de seguridad nacional
                    e internacional, hecho que significó buscar recursos económicos y ase-
                    soría norteamericana ante la incapacidad mostrada por las instituciones
                    mexicanas responsables de la seguridad pública.
                        El programa de seguridad transnacional firmado entre el presidente
                    norteamericano George W. Bush y el mandatario mexicano, Felipe Calde-
                    rón, denominado Iniciativa Mérida (im), respondía a un contexto distinto
                    de cooperación no sólo por el hecho de haberse incorporado el terroris-
                    mo como uno de los objetivos centrales, sino porque las organizaciones
                    de traficantes en México habían logrado extender con eficacia sus redes
                    delictivas hacia el resto de América Latina. Por otra parte, no resultaba
                    un hecho menor el cambio de percepción de la élite gobernante nortea-
                    mericana hacia México luego de tres décadas en que había prevalecido la
                    desconfianza y, en consecuencia, una precaria ayuda antidrogas en com-
                    paración a los recursos canalizados hacía otros países de América Latina
                    (Chabat 2009: 32-33).
                        Situando el enfoque teórico en la escuela realista, en el presente acápite
                    concentramos nuestra reflexión en la Iniciativa Mérida como un acto fun-
                    dacional del gobierno de Felipe Calderón, escudriñando sus implicaciones
                    en materia de seguridad y combate al narcotráfico en México. La dificultad
                    de establecer señalamientos concluyentes respecto a un programa en pro-
                    ceso de aplicación nos conduce a una valoración del mismo a partir de la
                    información periodística, informes sobre el tráfico y el crimen organizado
                    emitidos por ambos gobiernos y organismos internacionales, así como de
                    las incipientes investigaciones académicas que han empezado a publicarse
                    en México; siendo así la hipótesis de este trabajo que a través de la Iniciati-
                    va Mérida se trastocan en más de un sentido los elementos fundamentales
                    de la Seguridad Nacional Mexicana, entendida ésta como la capacidad del
                    Estado mexicano para atender en forma autónoma su seguridad pública y

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                    para seguir manteniendo un grado de autonomía relativa con respecto a
                    los intereses de los Estados Unidos de América.
                       De esta forma, y a manera de ubicación contextual, realizamos un bre-
                    ve recuento de los convenios bilaterales entre México y Estados Unidos,
                    en materia de seguridad y combate al crimen organizado y el terrorismo,
                    suscritos principalmente durante la primera década del siglo xxi.

                    Un pedregoso camino para la firma de acuerdos en materia de
                    “Narcotráfico” y Terrorismo

                    En la década de los ochenta del siglo xx el tráfico de drogas ilegales se en-
                    contraba estructurado básicamente entre el sur y el norte del Continente
                    Americano. Mientras en el área andina, específicamente en Perú y Bolivia,
                    extensas zonas se destinaban al abastecimiento de materia prima, en Co-
                    lombia, se trasformaba la base de coca que circulaba a través de las redes
                    de transportación asentadas en Centroamérica, el Caribe y México. Con-
                    formado un lucrativo mercado de fármacos ilegales en los Estados Unidos
                    de América durante los años setenta, los esfuerzos promovidos desde la
                    Casa Blanca para desarticular las redes de cultivo, procesamiento y la
                    transportación no habían logrado alterar tanto la oferta como la demanda
                    en las siguientes décadas. Diez años después, el gobierno estadounidense
                    terminó por aceptar que la complejidad del tráfico de drogas en su país se
                    encontraba al punto de considerarse como la principal amenaza interna.
                       La interpretación que hiciera George Bush respecto a los niveles de
                    consumo reportados por su país en poco más de una década, lo llevaron a
                    concebir un plan de combate con implicaciones regionales. La Estrategia
                    Nacional para el control de Drogas (end), emitida por Bush en septiembre
                    de 1989, establecía que el complejo problema del tráfico de drogas debía
                    atender el ciclo productivo que involucraba tanto el sur como el norte del
                    Continente Americano (The White House 1989: 59). En tanto al interior
                    de los ee.uu eran impulsadas un conjunto de disposiciones de carácter
                    punitivo, hacia fuera se buscaba romper con el ciclo productivo a través
                    de la destrucción de cultivos y la interdicción de droga principalmente en
                    Colombia, Perú y Bolivia (The White House 1989: 61-69).
                       En esos años, ciudades fronterizas y costeras de México eran utiliza-
                    das como lugares de paso de los cargamentos de droga procedentes de
                    Sudamérica. La integración de México al programa antidrogas de la admi-

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                    nistración Bush aconteció en febrero de 1989 con la firma del Convenio
                    entre México y los Estados Unidos para la Cooperación en la Lucha contra
                    el Narcotráfico. El esfuerzo bilateral se concentraría básicamente en alte-
                    rar el proceso de oferta y demanda a través de la destrucción de cultivos
                    como de incrementar la incautación de cargamentos aéreos y marítimos.
                    Comprometido a traducir en una versión doméstica el convenio antidro-
                    gas firmado con los estadounidenses, el entonces presidente de México,
                    Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), emprendió el Programa Nacional
                    para el Control de Drogas en enero de 1992. Como parte del programa
                    implementado en México aparece el Centro de Planeación para el Control
                    de Drogas (cendro), entidad cuya labor sería la de coordinar a las dife-
                    rentes instituciones mexicanas involucradas en la lucha antidrogas. Al año
                    siguiente el régimen mexicano consideró necesario concentrar el trabajo
                    de planeación y operatividad antidrogas en una institución de carácter
                    federal, es entonces que aparece el Instituto Nacional de Combate al Nar-
                    cotráfico.
                       Pero las acciones emprendidas durante la década de los noventa en
                    países de América Latina derivadas del plan estadounidense de 1989 re-
                    sultaron de limitado alcance. La destrucción de extensas hectáreas de hoja
                    de coca en Perú y Bolivia no derivó en la escasez de la materia prima en
                    Colombia como plantearon los norteamericanos, por el contrario, incenti-
                    vó la migración de los cultivos hacia diferentes regiones colombianas en la
                    modalidad de agricultura intensiva. Lo mismo aconteció con la inoperan-
                    cia temporal de rutas de transportación de la droga en el área andina y el
                    Caribe, la exploración de nuevas vías por parte de los traficantes a través
                    de Centroamérica y el Océano Pacífico mantuvo abastecido a los consu-
                    midores en los ee.uu. Pero al cabo de una década, las versiones nacionales
                    de la estrategia antidrogas iniciada por el presidente Bush habían resulta-
                    do insuficientes para lograr la disminución de los índices de consumo y
                    propiciar una escasez de droga ilegal luego de la destrucción de cultivos
                    de hoja de coca y la interdicción de cargamentos.
                       A pesar de no haberse alcanzado el objetivo principal de la lucha anti-
                    drogas durante los años noventa, los estadounidenses avanzaron hacia una
                    participación más directa en la logística y la operatividad contra los trafi-
                    cantes en el área Andina. El Plan Colombia, firmado entre los gobiernos
                    de Colombia y los Estados Unidos establecía una cooperación bilateral sin
                    precedente en términos de recursos materiales, asesoría de inteligencia,

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                    así como de injerencia norteamericana en el área andina. Pero los efectos
                    de una década de programas antidrogas en Sudamérica se podían consta-
                    tar en otras partes de América Latina.
                        Al iniciar el siglo xxi nuevas organizaciones dedicadas al tráfico de
                    estupefacientes emergían fuera de la región andina para ocupar el lugar
                    que dejaban los llamados “cárteles” colombianos luego de su desmembra-
                    miento en los años noventa. En México era posible comprobar la confor-
                    mación de poderosos “cárteles” de la droga con capacidad de disputarle a
                    cualquier otra organización las rutas de transportación hacia los Estados
                    Unidos de América, así como el control del incipiente mercado de consu-
                    midores en nuestro país. Entre los factores que propiciaron en la última
                    década la formación de vigorosas organizaciones de traficantes en México
                    podemos señalar:
                             la consolidación de un mercado negro de drogas como la cocaína y la he-
                             roína a causa de las políticas punitivas en los Estados Unidos; la emergen-
                             cia de un mercado de consumidores en México; la reducción al mínimo de
                             las capacidades de los cárteles colombianos producto del Plan Colombia;
                             y la ineficiencia y corrupción de las estructuras de seguridad (Rodríguez
                             2010:43).

                      La ubicación de dichos cárteles como de su zona de influencia en la
                    República Mexicana permitían identificarlos de la siguiente manera:
                             1) el del Golfo, teniendo a los temidos Zetas como brazo armado, contro-
                             lando la ruta que va desde la frontera Guatemala-México hasta Tamaulipas
                             y Texas; 2) el de Sinaloa, encabezado por [Joaquín Guzmán Loera, alias]
                             el Chapo Guzmán; 3) la escisión de ese cártel, integrando la organización
                             liderada por Arturo Beltrán Leyva; 4) el cártel de Juárez; 5) el de Tijuana;
                             y 6) La Familia Michoacana (Benítez 2010:10-11).

                       En este contexto, la política exterior de los Estados Unidos redefinirá
                    sus objetivos y sus alcances con posterioridad a los ataques terroristas del
                    11 de septiembre de 2001 a la ciudad de Nueva York. A partir de dichos
                    acontecimientos la Estrategia de Seguridad Nacional (esn) contemplará
                    controles de seguridad interna más rígidos como la ampliación de la pre-
                    sencia bélica estadounidense en regiones consideradas potencialmente
                    peligrosas a los intereses nacionales. El discurso bélico asumido por el
                    régimen norteamericano establecía la internacionalización de una guerra
                    contra las organizaciones terroristas asentadas en diferentes países del
                    mundo, situación que podía derivar en el asedio, la agresión e, incluso, la

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                    intervención directa para deponer regímenes políticos bajo sospecha de
                    proteger o financiar organizaciones delictivas. El carácter transnacional
                    que adquirían las acciones armadas estadounidenses requirió de un es-
                    fuerzo compartido al que pronto se le sumaron varios países identificados
                    con los postulados pronorteamericanos.
                        Corresponde al entonces mandatario George W. Bush llevar adelante
                    la esn luego de su presentación oficial en septiembre de 2002. Los pilares
                    principales en los que se apoyaba la propuesta se encontraban en la segu-
                    ridad y la economía internacional. De acuerdo al régimen estadouniden-
                    se, los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 requerían de nuevas
                    acciones para mejorar el sistema de seguridad así como de medidas que se
                    anticiparan a cualquier intento de agresión armada. Mientras en el pasado
                    se necesitaba “tener grandes ejércitos y grandes capacidades industriales
                    para poner en peligro a Norteamérica”, los acontecimientos recientes en
                    Nueva York demostraron “que redes de individuos [podían] traer gran
                    caos y sufrimiento por menos de lo que cuesta comprar un solo tanque”
                    (The White House 2002: 2).
                        Pero la amenaza no se circunscribía únicamente a territorio estadou-
                    nidense según la interpretación del presidente Bush, sino que de fondo,
                    se pretendía atentar contra la democracia, el libre mercado y los derechos
                    humanos. La estabilidad internacional requería entonces de sumar países
                    que compartieran esa interpretación de la realidad para enfrentar a las
                    organizaciones terroristas como a los regímenes de gobierno que tuvieran
                    algún tipo de participación en dichas actividades. Al considerarse que la
                    existencia de países interesados en hacerse de armas de destrucción masi-
                    va representaban un riesgo para el sistema internacional, se dejaba allana-
                    do el camino para futuras intervenciones sin mayor fundamento que una
                    serie de presupuestos o señalamientos carentes de sustento.
                        Mientras los países con mayor poderío militar se encargarían de la par-
                    te operativa como de las acciones de inteligencia contra las organizaciones
                    terroristas y los regímenes de gobierno bajo sospecha de brindar algún
                    tipo de colaboración, el resto de los aliados recibiría asistencia militar
                    para atender los problemas de seguridad relacionados con el creciente trá-
                    fico de drogas y la estructuración de sus organizaciones delictivas. A nivel
                    interno, los Estados Unidos reformaron sus instituciones de seguridad
                    nacional, por lo que aparece el Homeland Security.

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                    Medina Martínez.- La iniciativa Mérida: un problema común de seguridad

                        Durante la administración Bush se emitieron con posterioridad a la
                    ens otros programas que en esencia planteaban cuestiones puntuales de la
                    contienda contra el terrorismo declarada desde el 2001. Al cubrirse en un
                    primer momento un conjunto de disposiciones destinadas a incrementar
                    la seguridad interna de los ee.uu., aparecía con carácter de urgente esta-
                    blecer una serie de medidas que en esencia pudieran anticiparse a cual-
                    quier agresión futura (National Strategy for Combating Terrorism 2003: 2).
                    En esa tesitura es que en febrero de 2003 la Estrategia Nacional Contra
                    el Terrorismo matizaba entre organizaciones con alcance transnacional
                    y aquellas con un margen de actividad en una dimensión regional. En
                    el primer grupo se ubicaba la organización Al Qaeda, mientras que en
                    el segundo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc) y
                    la organización separatista Abu Sayyaf de Filipinas (National Strategy for
                    Combating Terrorism 2003: 8).
                        Gradualmente se fueron emitiendo una serie de programas con preten-
                    siones de legitimar el intervencionismo de los estadounidenses y sus alia-
                    dos. La Estrategia Nacional para Combatir Armas de Destrucción Masiva,
                    presentada en diciembre de 2002, además de reiterar los postulados del
                    año anterior, relativos a la intervención preventiva, intentaba controlar la
                    adquisición y desarrollo de armas nucleares para ciertos países, mientras
                    que validaba su utilización con fines defensivos.
                        De acuerdo con el esn, el gobierno de Washington consideró que Amé-
                    rica del Norte constituía una región estratégica dentro de la geopolítica
                    estadounidense, razón por la que se justificaba el establecimiento del
                    Comando Norte en octubre de 2002. El complejo de seguridad militar
                    abarcaría de Alaska hacia México, e incluía también el espacio aéreo como
                    el marítimo de dichos territorios.
                        Mientras tanto, hacia el resto del Continente Americano el Coman-
                    do Sur, en coordinación con la Cuarta Flota, mantenían bajo resguardo
                    a Centroamérica, el Caribe y Sudamérica. No será sino hasta octubre de
                    2008 que la geopolítica norteamericana extenderá su presencia hacia el
                    Continente Africano con la formación del Comando África cuya base se
                    instaló en Alemania.
                        Para asegurar la participación de sus dos socios comerciales de Améri-
                    ca del Norte, Estados Unidos firmó con ellos la Alianza para la Seguridad
                    y Prosperidad de América del Norte (aspan) en marzo de 2005. Planteado
                    como un instrumento de cooperación entre Estados Unidos, Canadá y

07 Fuensanta Medina Martínez.indd 168                                                              07/06/15 17:21
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                    México, representa una continuidad con el tlcan iniciado en la década
                    anterior, con la salvedad de que no se constituye en instrumento de obli-
                    gatoriedad entre las partes (ASPAN 2005: 1).
                        Pero ante el evidente fortalecimiento de las organizaciones de trafican-
                    tes en México es que en marzo de 2007 se contempla la puesta en mar-
                    cha de un programa de cooperación entre los Estados Unidos y México
                    destinado a erradicar la violencia e inseguridad interna. De manera que
                    la IM guardaba relación con los postulados enunciados años atrás en la
                    esn, el nuevo programa contemplaba la atención de aquellos problemas de
                    seguridad interna que pudieran detonar conflictos que pusieran en riesgo
                    la seguridad nacional estadounidense y la propia estabilidad de México.
                        Los objetivos de crecimiento económico, comercial y bienestar social
                    contemplados en la aspan aparecían supeditados a los avances en materia
                    de seguridad interna y al control fronterizo de los tres países. En aprecia-
                    ción de los estadounidenses la creciente inseguridad impedía incluir en
                    la agenda de negociación asuntos largamente pospuestos entre Canadá,
                    Estados Unidos y México: “el hecho es que la reforma migratoria va a ser
                    más viable cuando el pueblo y los dirigentes de los Estados Unidos sientan
                    la confianza de que la frontera es segura” (Embajada de los Estados Uni-
                    dos en México 2005, marzo 22:1).
                        La declaración conjunta emitida en Waco, Texas, por parte de los pre-
                    sidentes de Estados Unidos, George W. Bush, y de México, Vicente Fox,
                    así como del primer ministro de Canadá, Paul Martin, señala una serie
                    de problemáticas compartidas, así como un conjunto de acciones para su
                    atención. La vecindad y las relaciones comerciales entre dichos gobier-
                    nos requerían de establecer mejores controles internos, concretamente
                    en aquellos puntos fronterizos en que el flujo de personas pudiera dar
                    cabida a actividades que atentaran contra la seguridad interna. De tal for-
                    ma que se intentaba crear un modelo común de seguridad sostenido en
                    el intercambio de información como en la asesoría permanente. El pro-
                    nunciamiento apuntaba entonces a reforzar el trabajo aéreo y terrestre
                    para incrementar la capacidad de anticipación y respuesta a las amena-
                    zas venidas del exterior. En cuestiones económicas y sociales, la aspan
                    estaría abocada a incrementar la productividad como paso inicial de un
                    crecimiento económico que permitiría destinar recursos a la salud y la
                    seguridad. Al primer encuentro en Waco le siguió un segundo en Cancún

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                    en marzo de 2006,1 un tercero se efectuó en Québec en agosto de 2007,2
                    mientras que la cuarta reunión promovida por la administración Bush
                    congregó a los mandatarios de los tres países en Nueva Orleáns en abril
                    de 2008.3 En abril de 2009, unos meses antes de celebrarse la V Reunión
                    de Líderes de América del Norte, los gobiernos de México, Estados Uni-
                    dos y Canadá acordaron terminar la ASPAN impulsada bajo el signo de
                    la amenaza terrorista. Implementada para incentivar la competitividad e
                    incrementar la seguridad regional desde el 2005, los tres países acordaron
                    mantener la Cumbre de Líderes del Tratado de Libre Comercio de Améri-
                    1
                       La II Reunión de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Nor-
                    te celebrada en Cancún, Quintana Roo, contó con la asistencia de los presidentes de
                    México, Vicente Fox, el de Estados Unidos, George W. Bush, y el Primer Ministro de
                    Canadá, Stephen Harper. Además de la valoración de los avances del último año, fueron
                    enunciados un conjunto de objetivos a implementar en los siguientes meses: a) Fortale-
                    cer la competitividad a través de la creación de Consejo de Competitividad de América
                    del Norte (nacc); b) Gestión de emergencias a través del desarrollo de infraestructura
                    adecuada para responder a contingencias como la inf luenza aviar y humana; c) Seguri-
                    dad energética para lograr un desarrollo sustentable; y d) Establecimiento de fronteras
                    inteligentes y seguras con la finalidad de acelerar la movilidad comercial y de viajeros.
                    (En Trejo García, 2006: 12-13).
                    2
                       La III Reunión de la aspan en Québec, Canadá, recomendó a sus ministros trabajar
                    en: a) Implementar el Marco de Cooperación Regulatoria y la Estrategia de Acción
                    para la Protección de Propiedad Intelectual; b) Promover la inocuidad de los productos
                    importados que ingresan a América del Norte; c) Acelerar la investigación de tecnologías
                    nuevas y limpias y promover su comercialización; d) Incrementar las medidas que faciliten
                    el movimiento seguro de bienes y personas en las fronteras; y e) Manejo adecuado de
                    emergencias naturales y humanas. En: “Declaración conjunta Primer Ministro Harper,
                    Presidente Bush y Presidente Calderón. Cumbre de Líderes de América del Norte”,
                    Montebello, Québec, Canadá, agosto 21 de 2007, fuente: http://www.canadainternational.
                    gc.ca/mexico-mexique/media-presse/statement-declaration.aspx?lang=es         (Consultado
                    abril 22 de 2011).
                    3
                        En la iv Reunión de la aspan los jefes de Estado de Canadá, Estados Unidos y
                    México reconocieron los avances logrados en las áreas de interés comercial y de
                    seguridad establecidas desde el 2005. En la declaración emitida al término de la Cumbre
                    recomendaron avanzar en: a) Incrementar la competitividad de empresas y economías,
                    así como establecer regulaciones más compatibles; b) Creación de una infraestructura a
                    largo plazo para mejorar los servicios fronterizos; c) Fortalecer la seguridad energética
                    y protección de medio ambiente a través de la compatibilidad de normas de eficiencia
                    energética; d) Incrementar la compatibilidad de los estándares de inocuidad de alimentos
                    y de seguridad de productos; y e) Actualización de acuerdos bilaterales para el auxilio
                    mutuo en situaciones de emergencia. Para mayor detalle del pronunciamiento puede
                    consultarse: “Declaración conjunta de la Cumbre de Líderes de América del Norte”,
                    presidentes Bush y Calderón y primer ministro Harper en cumbre de Nueva Orleáns,
                    24 de abril de 2008, fuente: http://www.america.gov/st/washfile-spanish/2008/
                    April/20080424113221PII0.3417017.html (Consultado abril 23 de 2011).

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                    ca del Norte (tlcan), sólo que sujeta a una agenda de temas mucho más
                    acotada (Morales, 2009: 1). De manera que en la v Reunión de Líderes
                    de América del Norte, celebrada en la Ciudad de Guadalajara en el mes
                    de agosto, la valoración de las actividades entre los tres países resultó li-
                    mitada en comparación a las anteriores reuniones. Entre los asuntos que
                    tuvieron mención en la declaración conjunta emitida al término de la re-
                    unión estuvieron la respuesta coordinada ante el brote de Influenza h1n1,
                    la continuidad en la inversión de infraestructura fronteriza para facilitar
                    el comercio y la seguridad, la intención de disminuir las medidas protec-
                    cionistas en lo económico, participación activa de la región en problemas
                    como el cambio climático y una creciente cooperación al combate de las
                    redes delictivas del “narcotráfico” (The White House, 2009: 1).

                    La Iniciativa Mérida: distintas valoraciones de problemas comunes

                    Durante la gestión de Felipe Calderón se logra establecer una mayor
                    colaboración antinarcóticos con los Estados Unidos. Dos meses antes
                    de asumir la presidencia de México, luego de ser declarado por las au-
                    toridades electorales ganador de las elecciones presidenciales de julio de
                    2006, Felipe Calderón se apresuró a establecer contacto con su homólogo
                    estadounidense para atender los problemas de inseguridad y violencia de-
                    rivados del tráfico de drogas ilegales. A partir del mes de octubre de 2006
                    el entonces embajador de los ee.uu en México, Tony Garza, tuvo un papel
                    destacado como intermediario entre Calderón y el presidente George W.
                    Bush. La inusitada urgencia mostrada por Calderón antes de la asunción
                    formal de la presidencia colocaba en un primer plano la relación con los
                    Estados Unidos en lo concerniente a la seguridad interna.
                        La comunicación entre Garza y Calderón resultó determinante en la
                    relación entre México y los Estados Unidos, sobre todo si consideramos
                    el creciente interés en implementar acciones coordinadas para mitigar los
                    problemas de inseguridad, tráfico de armas y droga. En consecuencia, el
                    embajador Garza gestionó el primer encuentro entre el presidente electo
                    de México y George Bush, acontecido el 9 de noviembre de 2006 (Embaja-
                    da de los Estados Unidos en México 2006, octubre 19: 1).
                        En el mismo mes de octubre una comitiva de funcionarios de la Drug
                    Enforcement Administration (dea), encabezada por su titular Karen
                    Tandy, se trasladó a México para estructurar la guerra antidrogas bajo la

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                    segunda gestión panista. La administradora general de la dea se reunió en
                    Cuernavaca, Morelos, con Eduardo Medina Mora, secretario de Seguridad
                    Publica Federal, y Genaro García Luna. La presencia del director regional
                    para América del Norte y Centroamérica de la dea, en la comitiva que
                    acompañó a Tandy, anticipaba el interés norteamericano de concretar un
                    programa antidrogas para los próximos años. Considerado como uno de
                    los operadores del Plan Colombia hasta su traslado a la embajada de los
                    Estados Unidos en México en Junio de 2006, “Gaddis se convirtió desde
                    entonces en el eje rector de la lucha antidrogas en México, proporcionó
                    información y elaboró estrategias ante las autoridades mexicanas” (Torres
                    y Alvarado, 2010: 1).
                        El diseño de un nuevo programa de seguridad y combate a las organi-
                    zaciones de traficantes de drogas en México y Centroamérica establecía
                    ciertos matices con el Plan Colombia, puesto en marcha en aquel país
                    sudamericano antes de concluir el Siglo xx. La entrevista que sostuvieran
                    Álvaro Uribe, presidente de Colombia, y Felipe Calderón, en octubre de
                    2006, refiere la intención de estructurar un proyecto antidrogas a partir de
                    la experiencia colombiana, sólo que adaptado a las nuevas circunstancias
                    regionales. Interesado en conocer la experiencia colombiana en materia
                    de combate antidrogas, el primer acercamiento con Uribe sirvió a Cal-
                    derón “para intercambiar experiencias de asesoría en temas vitales para
                    México, en concreto, los temas de seguridad pública y de justicia penal”
                    (Presidencia de Colombia 2006, octubre 4:1). En consideración del en-
                    tonces presidente electo, existía el interés de México por “aprender de las
                    mejores experiencias de los cuerpos de seguridad del Estado Colombiano”
                    para “aplicar acciones contundentes en la lucha contra la inseguridad de
                    nuestro país” (Presidencia de Colombia 2006, octubre 4:1).
                        En la misma tónica, el encuentro entre Calderón y Bush un mes antes
                    de que el primero asumiera la presidencia de México, restringe de manera
                    temprana una serie de asuntos que predominarán en la agenda diplomá-
                    tica entre los dos países. Calderón sostuvo en ese primer encuentro con
                    Bush “una hipótesis inédita en la historia de México: una amenaza a la
                    seguridad del país no puede ser enfrentada sólo con las capacidades del
                    Estado mexicano” (Benítez, 2010: 9).
                        Desde el inicio de su mandato, Calderón llevó a un primer plano la
                    participación de las Fuerzas Armadas de México en el combate a las agru-
                    paciones de traficantes de drogas ilegales asentadas en diferentes regiones

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                    del país. Al asignarles las tareas de logística y operatividad en el combate
                    de las organizaciones delictivas dentro del Plan Nacional de Desarrollo
                    (pnd) para el quinquenio 2007-2012, las Fuerzas Armadas asumían un
                    papel preponderante en asuntos de política interna relacionados a la se-
                    guridad pública, en tanto que hacia el exterior, dicho esfuerzo mantenía
                    vínculos con lo que se hiciera en otros países de la región.4 De manera
                    que la modernización de las Fuerzas Armadas de México, necesaria para
                    asumir sus nuevas tareas, respondería a requerimientos específicos de la
                    cooperación regional.
                        Los operativos policíacos bajo la administración panista gozarían de una
                    amplia cobertura en medios televisivos y radiofónicos, al grado de homoge-
                    nizar el discurso periodístico en temas de seguridad y tráfico de drogas. Una
                    aparatosa movilización policial en el Estado de Michoacán inauguró una
                    serie de operativos que se replicarían progresivamente en varios Estados
                    del país. El seguimiento en los medios televisivos como en prensa acaparó
                    la atención social respecto a la determinación presidencial de combatir al
                    crimen organizado de una forma frontal y sin precedente en México.
                        En la llamada “guerra contra las drogas”, denominación empleada por
                    Calderón desde el inicio de sexenio para referirse al conjunto de accio-
                    nes encaminadas a desarticular a los “cárteles” mexicanos, se contempló
                    la movilización de cerca de 50 mil soldados en labores antinarcóticos
                    y la incorporación de 10 mil nuevos elementos militares a la Policía
                    Federal Preventiva. Sin embargo, tras el anuncio de Calderón realizado
                    en diciembre de 2006 durante un evento en el Campo militar de San
                    Miguel de los Jagüeyes, Estado de México, las secretarías de la Defensa

                    4
                        El Plan Nacional de Desarrollo 2007-20012 agrupa en cinco ejes las actividades
                    gubernamentales a implementarse para la atención de los problemas de mayor relevancia
                    en el país. Los objetivos como las estrategias enunciadas a través del pnd son: 1. Estado de
                    Derecho y seguridad; 2. Economía competitiva y generadora de empleos; 3. Igualdad de
                    oportunidades; 4. Sustentabilidad ambiental; y 5. Democracia efectiva y política exterior
                    responsable. El primer eje del pnd justifica la presencia de las Fuerzas Armadas para
                    resguardar la Seguridad Nacional en un contexto internacional de combate al terrorismo
                    y a las redes delictivas de traficantes en el Continente Americano. De acuerdo con el
                    Ejecutivo, la intervención de las Fuerzas Armadas en la persecución de las organizaciones
                    de traficantes de drogas ilegales ha resultado benéfica en varios sentidos, primero en las
                    aprehensiones de traficantes y decomisos de droga desde el inicio del sexenio, así como
                    en el reconocimiento de dicha labor por casi la totalidad de los mexicanos. Para mayor
                    detalle de la participación de las Fuerzas Armadas en el pnd, consultarse el “Eje 1. Estado
                    de Derecho y seguridad, en específico, los apartados: “Crimen organizado”, “Defensa de
                    la Soberanía” y “Seguridad fronteriza”. Poder Ejecutivo Federal: 2007.

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                    Nacional y de Marina se negaron a realizar la transferencia de efectivos en
                    los términos anunciados por el mandatario mexicano (Castillo y Aranda,
                    2007: 1). Las frustradas experiencias que habían enfrentado elementos de
                    la marina y policía militar en las trasferencias obligadas a la pfp desde
                    su creación en 1999, se convertían en un argumento de peso para distan-
                    ciarse de los planes del presidente (Aranda, 2006: 1). La postura de los
                    titulares de la Defensa y de la Marina, al condicionar su participación en
                    la llamada “guerra contra las drogas”, hacen suponer el desconocimiento
                    que ambas instituciones tenían de los planes de Calderón al disponer de
                    sus elementos en activo antes de consultar a sus respectivos mandos. En
                    adelante, la participación de las Fuerzas Armadas en tareas antidrogas,
                    según lo expresado en marzo de 2007, por los secretarios de la Defensa
                    Nacional, general Guillermo Galván Galván, y de Marina, almirante Ma-
                    riano Francisco Saynez Mendoza, consistiría en enviar brigadas navales
                    completas, es decir, desde el comandante de unidad hasta los marinos,
                    quienes estarían comisionados sólo por tiempo determinado, después, los
                    elementos regresarían a sus unidades (Castillo y Arana, 2007: 1).
                        Pero la intervención castrense en tareas policíacas ha producido una
                    respuesta violenta de las organizaciones de traficantes a quienes se dirigen
                    dichas operaciones, sin desdeñar el alto costo social en los lugares donde
                    tienen presencia los enfrentamientos armados. Las denuncias por viola-
                    ciones a los derechos humanos de civiles, interpuestas ante la Comisión
                    Nacional de Derechos Humanos (cndh) en contra de militares y policías
                    que participan en los operativos, se han incrementado en la misma pro-
                    porción en que las fuerzas de seguridad se trasladan a diferentes ciudades
                    de México. Hasta el primer semestre de 2010, la cndh había “recibido 174
                    quejas contra la Semar por violaciones a los derechos humanos, incluidos
                    asesinato, tortura, amenazas, detenciones ilegales y allanamientos a pro-
                    piedad privada” (Martínez, 2011: 5). Con actividad principalmente en los
                    estados de Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Morelos y Distrito Federal,
                    se contabilizan en más de 15 mil los elementos pertenecientes a la Semar
                    que participan en la “guerra contra las drogas”. Desde el inicio del sexenio
                    calderonista las denuncias ciudadanas en contra de militares asignados
                    a operativos antidrogas han crecido sensiblemente, de manera que en el
                    2007 se recibieron 31 quejas; en el 2008 se interpusieron 45; en el 2009 42;
                    mientras que hasta el primer semestre de 2010 las denuncias alcanzaban
                    las 56 (Martínez, 2011: 5). Sin embargo, el costo social estimado en per-

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                    secuciones, detenciones, torturas y muertes de civiles ajenos al combate
                    de los traficantes de drogas, ha sido menospreciado por las autoridades
                    federales, quienes al eximir a los militares de la justicia civil y omitir las
                    violaciones a la Constitución, las garantías individuales y los derechos
                    humanos en que incurren, las probabilidades de terminar con los excesos
                    policíacos son mínimas.
                        El 17 de enero de 2007 el diputado demócrata y miembro de la Comi-
                    sión de Seguridad Nacional, Henry Cuellar y el presidente del Comité de
                    Servicios de Inteligencia, Silvestre Reyes, enviaron al Congreso estadouni-
                    dense el proyecto de asistencia para combatir el tráfico de drogas ilícitas y
                    la violencia en México titulado Prosperous and Secure Neighbor Alliance of
                    2007, antecedente inmediato de la Iniciativa Mérida (Hispanic Bussiness,
                    2007: 1). El documento justifica la asistencia norteamericana a México
                    ante la creciente dificultad del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa para
                    enfrentar los problemas de seguridad pública asociados a la producción
                    y consumo de drogas ilícitas. Desde la óptica de los legisladores estadou-
                    nidenses los problemas derivados del tráfico de drogas debían combatirse
                    entre ambos países, la ayuda hacia México sería canalizada para mejorar
                    la seguridad y promover el desarrollo económico, aspectos vitales para
                    combatir el tráfico de drogas, la violencia y otras actividades delictivas.5
                        El encuentro entre Bush y Calderón, acontecido en Mérida a mediados
                    de marzo de 2007, anticipaba la “ampliación de la cooperación bilateral y
                    regional para alcanzar objetivos compartidos cruciales” (Gobierno Fede-
                    ral 2007, octubre 22:2) en materia de combate al tráfico de drogas ilícitas,
                    “fortalecimiento de la democracia, el respeto a los derechos humanos,
                    la promoción del libre comercio, el estado de derecho, la seguridad y el
                    desarrollo sustentable” (Gobierno Federal 2007, marzo 14:1). Al estable-
                    cer ambos presidentes la existencia de amenazas comunes producto del
                    crimen organizado y el tráfico de drogas, la “guerra” emprendida al inicio
                    del sexenio calderonista merecía el reconocimiento norteamericano, y
                    justificaba “intensificar la cooperación y el intercambio de información

                    5
                       La asistencia para México se concentraría en lograr los siguientes objetivos: a) La
                    profesionalización del personal encargado de aplicar la ley; b) Dotación de tecnología
                    al personal mexicano a cargo de la impartición de justicia; c) Fortalecimiento del poder
                    judicial mexicano; d) Establecer programas anticorrupción; y e) Reducción de la pobreza
                    a través recursos destinados a promover el desarrollo social. January 16th, 2007, fuente:
                    http://www.connect2congress.com/rev3/views/infobox.php?displayType=person&gov-
                    trackid=400657 (Consultado marzo 12 de 2011).

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                    entre las agencias policiales de México y Estados Unidos, especialmente a
                    lo largo de la frontera” (Gobierno Federal 2007, marzo 14:1).
                        El creciente interés de Calderón por llevar adelante una reestructu-
                    ración de las entidades encargadas de la seguridad pública, así como la
                    creación de nuevas instancias de apoyo a las ya constituidas, respondía
                    a una política de cooperación oficializada el 22 de octubre de 2007 con
                    el nombre de “Iniciativa Mérida: un nuevo paradigma de cooperación
                    en materia de seguridad”. Los objetivos enunciados en la IM significaron
                    también poner en evidencia las limitadas “capacidades operativas de las
                    dependencias e instituciones mexicanas”, en consecuencia, las estrategias
                    para resarcir dichas limitaciones incluían la transferencia de equipo y
                    recursos técnicos, además de la capacitación e intercambio de expertos
                    (Gobierno Federal 2007, octubre 22:2).
                        El primer eje de la Iniciativa Mérida establecía una modernización
                    tecnológica y operativa que implicaba la profesionalización del personal
                    encargado de la seguridad interna a través de su capacitación en labores
                    propias de combate a la violencia como de actividades ilícitas. En el se-
                    gundo eje se trabajaría en programas de reducción de la pobreza a través
                    de un fomento al desarrollo social. En agosto de 2007, las gestiones del
                    presidente Bush ante el Congreso de los Estados Unidos habían cobrado
                    mayor fuerza con la solicitud de 550 millones de dólares para el primer
                    año de vigencia de la im. En total, la petición de Bush consideraba un
                    monto de 1,400 millones de dólares distribuidos en un periodo de tres
                    años (Proceso 2008, febrero 8: 1).
                        El pronunciamiento de ambos mandatarios en el sentido de establecer
                    una estrategia conjunta destinada a la atención de problemas de seguridad
                    como el creciente tráfico de drogas ilícitas, así como la proliferación de
                    organizaciones delictivas, establecía un avance con respecto al documento
                    presentado al Congreso estadounidense en enero de ese mismo año. La
                    conjunción de intereses respecto a la seguridad interna, con sus respec-
                    tivas correspondencias hacia el exterior, representó una continuidad no
                    siempre visible para establecer fechas de encuentros entre los represen-
                    tantes de los dos países, así como de sus avances y puntos de tensión. Sin
                    embargo, el entendimiento cobró forma con la Iniciativa de Cooperación
                    para la Seguridad Regional presentada en esa ocasión.
                        Los encuentros entre legisladores de los dos países también fueron espa-
                    cios en los que temas de interés común como el “narcotráfico”, el terrorismo

07 Fuensanta Medina Martínez.indd 176                                                              07/06/15 17:21
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                                                           De Raíz Diversa, vol. 2, núm. 3, enero-junio, pp. 161-197, 2015

                    y las organizaciones delictivas, ocuparon un lugar importante. En junio de
                    2007 la xlvi Reunión Interparlamentaria México-Estados Unidos efectuada
                    en Austin, Texas, estuvo signada por la probable aplicación del Plan Co-
                    lombia bajo la denominación de Plan México (Castillo, 2007: 1). La identi-
                    ficación que se hiciera del proyecto de seguridad para México con el Plan
                    Colombia por parte de organizaciones partidistas, como de legisladores
                    mexicanos, obligó a los gobierno de México y los Estados Unidos a emitir
                    un comunicado en el que se precisaba el nombre. Fue entonces que se hizo
                    pública la puesta en marcha de la “Iniciativa Mérida: un nuevo paradigma
                    de cooperación en materia de seguridad”. De acuerdo con los firmantes, el
                    sustento legal de carácter bilateral y multilateral de la im se encontraba en
                    el Acuerdo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de
                    América sobre Cooperación para Combatir el Narcotráfico y la Fármaco-
                    dependencia rubricado en febrero de 1989,6 así como en dos convenciones
                    internacionales: La Convención de Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito
                    de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas de 19887 y la Convención de
                    las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional de
                    2000.8
                    6
                        Dicho acuerdo responde a las circunstancias propias del tráfico de drogas ilícitas de fines
                    de la década de los noventa del siglo xx: a) Prevención y reducción de la demanda ilícita de
                    estupefacientes y sustancias psicotrópicas; c) Control de la oferta; d) Supresión del tráfico
                    ilícito; y e) Tratamiento y rehabilitación. Si bien se reconoce la naturaleza transnacional del
                    fenómeno, la cooperación bilateral tiene su asiento principal en la aplicación de medidas
                    similares en ambos países, así como la consulta y valoración periódica de sus alcances y
                    resultados. Puede consultarse el documento en “Acuerdo entre los Estados Unidos Mexica-
                    nos y los Estados Unidos de América sobre cooperación para combatir el narcotráfico y la
                    fármacodependencia”, México, D.F., febrero 23 de 1989, fuente: http://www.ordenjuridico.
                    gob.mx/Publicaciones/CDs2010/CDTratados/pdf/B250.pdf (Consultado mayo 5 de 2011).
                    7
                        Las recomendaciones de Naciones Unidas de 1988 tienen especial énfasis en la actuali-
                    zación de la legislación penal de cada Estado para tipificar con mayor precisión los delitos
                    y sanciones a quienes participen en el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psico-
                    trópicas. En un nivel de cooperación bilateral y multilateral, promueve el intercambio de
                    información, el establecimiento de “equipos conjuntos” para operaciones antidrogas, así
                    como “el intercambio de personal” especializado en dichas labores. Para la consulta del
                    documento completo puede remitirse a “Convención de las Naciones Unidas contra el
                    Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas”, Viena, diciembre 23 de 1988,
                    fuente: http://www.unodc.org/pdf/convention_1988_es.pdf (Consultado mayo 5 de 2011).
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                        En el 2000 la onu establece a través de su Convención el carácter transnacional de la
                    delincuencia bajo una visión dicotómica, establece una diferenciación entre “lo civil”, es
                    decir, la acumulación de conocimiento traducido en el progreso, y “lo incivil”, denomina-
                    ción referida para los “terroristas, criminales, traficantes de drogas, tratantes de personas y
                    grupos que desbaratan las buenas obras de la sociedad civil”. Para una revisión detallada de

07 Fuensanta Medina Martínez.indd 177                                                                                         07/06/15 17:21
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                    Medina Martínez.- La iniciativa Mérida: un problema común de seguridad

                        En lo sucesivo, las condiciones impuestas por parte de la Cámara de
                    representantes de los eu para aprobar la partida inicial del programa
                    contra el tráfico de drogas ilegales y las organizaciones delictivas, suscitó
                    discrepancias que se expresaron en encuentros como la xlvii Reunión
                    Interparlamentaria México-Estados Unidos de junio de 2008.(Arámbula,
                    2008: 33-35). Celebrada en Nuevo León, los representantes de la cámara
                    de diputados y del senado mexicano expresaron una visión compartida en
                    cuanto a rechazar las condicionantes expresadas meses atrás, así como su
                    interés en reformular la propuesta presentada, incluyendo el análisis de la
                    situación del consumo en los Estados Unidos (Garduño, 2008: 1).
                        Programada para llevarse a cabo durante un periodo de tres años, y
                    con un subsidio de 1.4 millones de dólares, la im incluía también a Cen-
                    troamérica como parte de un extenso programa de seguridad regional.
                    En consideración de los impulsores de la im, las principales actividades
                    delictivas vinculadas al mercado de drogas ilegales se encontraban alrede-
                    dor de la fortaleza que habían adquirido sus organizaciones, sus activida-
                    des financieras, lavado de dinero, tráfico de armas y la trata de personas
                    (Gobierno Federal 2007, octubre 22: 2). De acuerdo con el contenido del
                    documento, la cooperación norteamericana estaría abocada a la capaci-
                    tación e intercambio de expertos como a dotar del equipo necesario a las
                    instituciones responsables de la seguridad interna en México (Gobierno
                    Federal 2007, octubre 22: 2).
                        La propuesta presentada en octubre de 2007 colocó en la mesa de ne-
                    gociaciones un conjunto de objetivos que en esencia se mantuvieron hasta
                    concluido el periodo de encuentros entre los representantes de ambos
                    gobiernos a mediados de 2008. En un principio, la liberación del dinero
                    norteamericano para México se condicionaba a un conjunto de acciones
                    que el régimen de Calderón debería iniciar antes de la firma del acuerdo
                    de cooperación. El Senado estadounidense consideró indispensable que
                    las fuerzas armadas y policiales encargadas de ejecutar la im estuvieran
                    libres de cualquier indicio de participación en actos de violación a los
                    derechos humanos y corrupción, mientras que en el plano de la adminis-
                    tración de justicia, solicitaba se iniciara un proceso de reformas judiciales
                    que coadyuvaran al programa de seguridad (Esquivel, 2008: 1).
                    la “Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional
                    y sus Protocolos”, Palermo, diciembre de 2000, fuente: http://www.unodc.org/documents/
                    treaties/UNTOC/Publications/TOC%20Convention/TOCebook-s.pdf (Consultado mayo
                    5 de 2011).

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