POR FAVOR, SILENCIO - CULTURA DESORBITADA WWW.REVISTAMERCURIO.ES VERSIÓN4.0 211NOV.-DIC.2019 EJEMPLARGRATUITO - REVISTA MERCURIO

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www. revistamercurio.es   Versión 4.0 №211 nov.-dic. 2019   ejemplar gratuito

                               CULTURA DESORBITADA

                                                            Por
                                                            favor,
                                                            silencio
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            №211      nov.-dic.   2019   ‹2›
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                                                                                                №211 nov.-dic. 2019

                     CRÓNICA                                                                                    El Cabrero,
                 DESORBITADA                                                               54                   adiós al cantaor blasfemo

                                     ANIMA                                                                      La cultura
                                     MUNDI                                                 49                   y sus especies

                               HORAS                                                                            Revista
                             CRÍTICAS                                                      31                   de libros

                     POR FAVOR,                                                                                 Ensayos
                       SILENCIO                                                            05                   sobre el silencio

                         REVISTA MERCURIO Cultura Desorbitada
                               www.revistamercurio.es

                    Editor   Javier González-Cotta (editor@revistamercurio.es)
         Editora adjunta     Maite Aragón (editora.adjunta@revistamercurio.es)
Redacción y coordinación     Patricia Godino y Marta Caballero (redaccion@revistamercurio.es)
          Edición gráfica    Mario González Reina
            Ilustraciones    Sofía Fernández Carrera
Publicidad y Distribución    Marcos Fernández (publicidad@revistamercurio.es // 660 42 63 77)
                             Begoña Torres (publicidad2@revistamercurio.es // 640 02 87 14)
         Administración      Elena Sánchez (administracion@revistamercurio.es)
Equipo Asesor de Edición     Luis Solano, Alicia Almarcegui, David González Romero, Alfonso Crespo
                   ISSN      1139-7705
         Depósito Legal      SE-2879-98
                Imprime      Coria Gráfica

    La dirección de MERCURIO no comparte necesariamente la opinión de sus firmas colaboradoras.
    Tampoco mantiene contacto con artículos o firmas no solicitados.

                               Impacto                Agotamiento de         Huella de
                               ambiental              recursos fósiles       carbono
                               por producto
                               impreso           0,23 kg petróleo eq      0,62 Kg CO2 eq
                               por 100 g
                              de producto       0,04 kg petróleo eq      0,13 Kg CO2 eq     reg. n.º: 2019/79
                              % medio de un
                              ciudadano         5,21 %                   2,18 %
                              europeo por día
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por favor, silencio
            №211      nov.-dic.   2019   ‹4›
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                                            Silencios plurales
                                            Tal vez no habría habido
                                            mejor forma de expresar
                                            el silencio en estas
                                            páginas que dejándolas
                                            en blanco. La tentación
                                            ha sido fuerte. Pero
                                            hemos optado por tratar
                                            la blanca materia desde
                                            visiones distintas. He
                                            aquí, pues, este fluido
                                            de silencios plurales. El
                                            silencio es hoy por hoy una
                                            necesidad física, sensorial
                                            y hasta ecuménica. Nos
                                            hemos acostumbrado al
                                            terrorismo: el ruido. Nos
                                            perfora y hasta nos habita.
                                            De forma inquietante ya
                                            lo sugería John Cage en
                                            Silencio: “Donde quiera que
                                            estemos lo que oímos es
                                            fundamentalmente ruido.
                                            Cuando lo ignoramos
                                            nos perturba. Cuando lo
                                            escuchamos, nos resulta
                                            fascinante”. Necesitamos
                                            un punto de gravedad en el
                                            vacío: por favor,
                                             silencio.
Fotos en páginas 5 y 26: Marcos Fernández
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            №211      nov.-dic.   2019   ‹6›

Por
favor,
silencio
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‹7›     №211   nov.-dic.   2019

Meditación
      Se medita en busca de la propia
      identidad, en busca del propio
      nombre. De lo que se toma
      consciencia es de que somos.
      Por Pablo d’Ors páginas 8-9

Vanguardias
      Nos ahoga un descomunal
      tsunami de charlatanismo que
      hace más necesario que nunca
      reclamar el derecho a no decir
      nada, como en los cuadros de
      Hopper.
      Por Fernando Castro Flórez páginas 10-11

Peligro mudo
      Un vagón de metro donde nadie
      habla y un monasterio dominico.
      En el primero se desconecta del
      mundo a través de un móvil, en
      el segundo se conecta con el yo
      interior. ¿Cuál es más peligroso?
      Por Paco Cerdà páginas 12-13

Guerra
      El silbido de un misil antes de
      caer, los segundos antes de
      una muerte segura. Hay más
      solemnidad en estos instantes
      que en el silencio que imponen
      quienes mandan a callar al que
      molesta.
      Por Olga Rodríguez páginas 14-15

Bergman
      El blanco y negro en el cine es la
      belleza que se mantiene con el
      paso del tiempo. La llegada del
      color decepcionó al director de
      El silencio.
      Por Rita Azevedo Gomes páginas 16-17

La vida cool
      Pagar para descansar del ruido,
      como quien paga por obtener
      sexo. Son las modas y una vida
      de cara a la galería las que nos
      lleva a elegir la mudez al roce.
      Por Joana Bonet páginas 18-16

Silencio blanco
      A miles de metros de altitud, el
      hombre se convierte en roca y
      luego en polvo. No somos nada.
      Por Simón Elías páginas 20-21

La música
      El músico sólo toca una nota
      y en esa nota están todas. Sin
      embargo, quien hace silencio no
      quiere no oír nada, sino oír lo
      que suena de lejos.
      Por Andrés Ibáñez páginas 22-23
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              №211    nov.-dic.   2019   ‹8›

El arte del
                                                                                               La mística les pone a los dos en entredi-
                                                                                               cho. Así las cosas, quienes mejor podrían
                                                                                               aliarse con los meditadores —los sacer-
                                                                                               dotes y los teólogos—, resultan ser, casi
                                                                                               siempre, sus principales enemigos.
                                                                                                  La aventura del silenciamiento inte-

Silenciamiento
                                                                                               rior no puede realizarse sin un camino:
                                                                                               nadie llega a ningún sitio si no es de
                                                                                               algún modo. Tener un camino es algo
                                                                                               muy útil, desde luego; pero no deja de
                                                                                               ser peligroso, puesto que también el
                                         Pablo d´Ors                                           camino, el método, puede idolatrarse,
                                                                                               en cuyo caso deja de servir para hacer
                                                                                               la experiencia del Espíritu, convirtién-
La meditación es el arte del silencio               Para ir adonde no sabes, has de ir por     dose en su principal obstáculo. La exa-
interior. Normalmente, todos vivimos             donde no sabes, escribió Juan de la Cruz,     cerbación del método no es otra cosa,
en medio del ruido, exterior e interior.         uno de los más grandes maestros del           en meditación, que el subrayado en la
Conseguir el silencio exterior no es             silencio. Eckhart, en la misma línea,         técnica. Claro que la práctica meditativa
fácil, pero parece algo más o menos              plantea una idea muy similar: en el ca-       comporta una dimensión técnica, pero
accesible a todo el mundo. Alcanzar el           mino hacia Dios llega necesariamente          no puede reducirse a ella. También la
silencio interior, en cambio, lo que aquí        un punto en que se desmorona nuestro          escritura literaria, por poner un ejem-
                                                                   concepto de Dios y has-     plo, tiene su dimensión técnica; pero
                                                                   ta nuestra propia ex-       la literatura, reducida a mera técnica,
                                                                   periencia de Dios, a la     queda convertida en una caricatura de lo
                                                                   que hay que morir para      que podría ser. En estas páginas quiero
                                                                   nacer al Dios verdade-      mostrar que la meditación en silencio y
                                                                   ro. Esto hace que el ca-    quietud es, esencialmente, un arte.
                                                                   mino del conocimiento          Toda técnica ofrece procedimientos
                                                                   silencioso o mística sea    en orden a un fin eminentemente útil.
                                                                   bastante cercano al ag-     El arte, en cambio, ofrece expresiones
                                                                   nosticismo. Y convierte     de un individuo de modo gratuito, sin
                                                                   la práctica de la medi-     expectativas prácticas. Allí donde hay
                                                                   tación, ciertamente, en     expresión de la experiencia sin preten-
                                                                   una gran aventura.          sión utilitaria podemos hablar de arte.
                                                                       Hay quien se pone       Y eso es justamente la meditación: una
                                                                   muy nervioso ante           profundización en la experiencia del yo
                                                                   afirmaciones de este        para expresar en la vida el ser en pleni-
                                                                   género. Estoy pensan-       tud. La práctica meditativa es, pues, un
                                                                   do en los teólogos y        ejercicio artístico sobre el propio cuerpo
                                                                   sacerdotes católicos, es    y la propia mente con el fin de realizar
                                                                   decir, en los hombres       una obra de arte con la propia vida.
                                                                   que, en Occidente, han      Vista así, la meditación —o vía mística—
                                                                   representado la cultura     está profundamente hermanada con el
                                                                   y el culto. Porque los      arte —o vía poética—. No es de extrañar:
                                                                   teólogos, los intelectua-   mística y poética han aparecido profun-
                                                                   les, pretenden, como no     damente unidas a lo largo de la historia.
                                                                   puede ser de otra forma,       La paradoja de plantear la meditación
                                                                   que la razón tenga su       como un arte radica en proponer un
                                                                   papel en el acercamien-     trabajo esencialmente formal, es decir,
                                                                   to al misterio de Dios.     poético, de cara a una experiencia esen-
                                                                   Es comprensible, por        cialmente de fondo, por tanto, mística.
                                                                   tanto, que se sientan       Por mi parte, quisiera proponer aquí,
                                                                   desplazados cuando          desde la tradición occidental a la que
                                                                   los místicos les hacen      pertenezco, una poética del espacio, una
                                                                   ver lo limitada, y hasta    poética del cuerpo y una poética del co-
                                                                   contraproducente, que       razón, de cara a posibilitar una mística
                                                                   puede ser su aporta-        del desierto (o del vacío), de la escucha
                                                                   ción. Lo propio de la       (o la palabra) y del amor (o nupcial).
voy a llamar silenciamiento, no parece           clase sacerdotal, por otro lado, es acceder   Daré algunas pistas concretas sobre
tarea sencilla. Si lo deseamos, hemos            a Dios ya no por vía de la mente, como        cada una de estas propuestas.
de aprender. Pero para eso necesitamos           los teólogos, sino por la del culto y del
de alguien que nos enseñe. Existe en             rito. Tampoco puede maravillar que las        Poética del espacio
Occidente, al igual que en Oriente, una          pretensiones de los místicos, que buscan      Lo primero que es preciso para apren-
tradición de conocimiento silencioso.            llegar al fondo de la cuestión sin pasar      der a meditar es escoger un espacio en
En estas páginas quiero ofrecer algunas          por las formas rituales o religiosas, inco-   donde pueda realizarse la práctica. Debe
pistas para adentrarse prácticamente,            moden a los clérigos, dejándoles fuera de     ser un espacio en la propia vivienda, de
es decir, desde la experiencia, en este          juego. La cuestión es clara: los teólogos     modo que se tenga acceso fácil e inme-
conocimiento, tan necesario para el              exageran la importancia de la forma ver-      diato a la misma; y debe ser pequeño
hombre de hoy.                                   bal y los sacerdotes la de la forma ritual.   (bastaría un metro cuadrado, acaso dos,
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por favor, silencio
                                                                                          ‹9›   №211      nov.-dic.    2019

pero no más). El meditador aprendiz         posible. La quietud es el silencio del        Mística de la escucha (o de la palabra)
debe primeramente delimitar bien ese        cuerpo. La mente no puede silenciarse         El silencio del meditador es en orden
territorio, sea metafórica o, incluso,      en un cuerpo inquieto. A mayor quietud        a la escucha. Hay algo que está suce-
físicamente (dibujando con tiza en el       externa, mayor movimiento interno. A          diendo, que está sonando interiormen-
suelo, por ejemplo). Eso le ayudará a       menor quietud, por el contrario, menor        te, algo a lo que estar atento para no
entrar y salir del espacio de meditación    capacidad de concentración, lo que nos        perderse. El silencio no se conforma
con consciencia. La toma de consciencia     permite entrar en el siguiente punto.         consigo mismo —por decirlo así—, sino
de estas entradas y salidas en ese metro                                                  que va en busca de una palabra —por
cuadrado es ya un ejercicio de medita-      Poética del corazón                           designarla de alguna forma— que abra
ción. Ayuda a este efecto, por ejemplo,     Dentro de ese espacio bien delimitado         a un silencio aún mayor. Pues bien, eso
descalzarse a la hora de entrar y, en       que es ese metro cuadrado reservado           que resuena en el desierto místico es lo
fin, calzarse de nuevo cuando se sale.      para meditar, y dentro del espacio del        que en el cristianismo se conoce como la
Este pequeño gesto nos va educando y        propio cuerpo, en este proceso de pro-        voz divina o la Palabra de Dios. Y lo que
abriendo en nuestro interior una lógi-      gresivo estrechamiento y concentración,       primariamente dice esa voz o Palabra es
ca distinta a la habitual, normalmente      el punto sobre el que la meditación de        esto: “tú eres” o, lo que en sustancia es
mecanizada y rutinaria. Cuidar este         cepa cristiana invita al meditador a cen-     lo mismo, “yo soy”. Dicho de otra forma:
pequeño templo, ese metro cuadrado          trarse es el corazón. Meditar es recoger      se medita en busca de la propia identi-
que el meditador ha reservado a este fin,   la atención en un punto del cuerpo: la        dad, en busca del propio nombre. De lo
significará mantenerlo siempre limpio       nariz es, desde luego, una posibilidad,       que se toma consciencia al meditar es de
y ordenado, conservando en él sólo lo       pues es por los orificios nasales por         que somos. Esa consciencia es la raíz del
imprescindible para meditar: un ban-        donde inspiramos y espiramos el aire          verdadero autoconocimiento.
quito de oración o un cojín, por ejemplo,   que nos permite estar vivos; pero otra
una manta, un icono o un crucifijo, una     posibilidad es el corazón, que es, junto a    Mística del amor (o nupcial)
vela…: todos los elementos de la ritua-     la respiración, el ritmo biológico esen-      La experiencia del misterio y de la iden-
lidad meditativa y sólo ellos. Es capital   cial. De lo que se trata es de escuchar los   tidad es en el cristianismo personal.
que todo sea sencillo y esté dispuesto      propios latidos y, en fin, de entonarse       Esto significa que lo que se escucha en
con atención, a ser posible respetando      con ese ritmo biológico. Quien está en        el desierto de la práctica meditativa
la simetría. El cuidado de lo exterior      la percepción de este ritmo no estará en      no es un genérico “yo soy”, sino un “yo
será una invitación a atender lo interior   la reflexión, que nos saca del proceso        soy hijo”, “yo soy amado”. Lo que se
y un modo indirecto de cuidarlo efecti-     meditativo. Esta triple poética del espa-     descubre, en otras palabras, es que se
vamente. Por otra parte, quien cuida lo     cio, del cuerpo y del corazón consiente       puede confiar. Y que si se puede confiar
pequeño, sólo él, aprenderá a cuidar lo     el acceso a la experiencia mística, sobre     es porque hay algo o alguien en quien
grande. No podremos respetar la natu-       la que, con toda modestia, me permitiré       confiar. El meditador de cepa cristiana
raleza —hermoso y noble ideal—, si no       decir también tres palabras.                  experimenta en su práctica que es cui-
somos capaces de cuidar un metro cua-                                                     dado. Y si alguien es cuidado —resulta
drado de nuestra vivienda.                  Mística del desierto (o del vacío)            evidente— es porque hay Alguien que
                                            Cultivar el espacio físico del propio         le cuida, precisamente eso que los cris-
Poética del cuerpo                          templo, del propio cuerpo y del propio        tianos designan con la palabra “Dios”.
Dentro de ese espacio bien delimitado       corazón conduce inexorablemente al            Afirmar que Dios es Padre, por tanto, es
que hace las veces de templo, el verda-     descubrimiento del espacio interior. La       para un cristiano lo mismo que afirmar
dero espacio de la meditación es el pro-    mente, habitualmente llena de palabras        que la confianza tiene un fundamento.
pio cuerpo. Se medita con el cuerpo, lo     e imágenes, se va vaciando en la me-          Esta experiencia del fundamento amo-
que significa que, una vez ritualizada la   dida en que se medita. Que se vaya va-        roso es la quintaesencia de la mística
entrada en el espacio de la meditación,     ciando significa, simple y llanamente,        cristiana.
la siguiente tarea es atender al propio     que se va descubriendo como un terri-            Quien experimente, al menos en
cuerpo. Esto se hace fundamentalmen-        torio, es decir, como espaciosidad inte-      cierta medida, esta mística del desierto,
te de dos formas: una, sentándose;          rior. Esta experiencia de la mente es lo      de la escucha y del amor, cosechará al-
y dos, quedándose quieto. Sentarse          que habitualmente llamamos conscien-          gunos frutos, de los que reseño los más
correctamente es básico para meditar.       cia. Nos damos cuenta de algo porque          notorios: la claridad (las palabras sólo
Más aún: meditar es sentarse correcta-      hemos hecho vacío a su alrededor, lo          se escuchan en el silencio; las formas
mente, lo que significa, por decirlo de     que nos ha permitido distinguirlo. Esa        se perciben porque hay un fondo); la
forma simple, tener la espalda erguida.     espaciosidad no está prácticamente            humildad (que es consecuencia del an-
La práctica meditativa en quietud se        nunca por completo vacía, sino que en         terior fruto de la claridad: si se ve lo que
realiza sentado, sea con las piernas        ella distinguimos a veces algunos ele-        realmente hay no cabe sino ser humilde;
cruzadas en postura de loto o dobladas,     mentos: una distracción, una sombra,          no aceptar la propia y modesta dimen-
arrodillado en un banquito de oración.      la presencia de un ojo observador o de        sión es un simple error de perspectiva);
Esta postura sólo debe asumirse para        un testigo… Es como el desierto: un           la paz (que también es consecuencia del
meditar, con lo que el cuerpo está          espacio geográfico con muy pocos ele-         anterior fruto, puesto que sólo conoce
diciendo al alma, cuando asume esta         mentos, sólo aquellos que nos permiten        la verdadera paz quien es humilde, es
postura, qué es lo que espera de ella en    saber que eso es un desierto: arena, sol,     decir, quien se ve como realmente es); y,
ese momento. También es importante          una montaña a lo lejos, escasa vegeta-        en fin, la alegría (que es consecuencia de
porque, al sentarnos, nos abajamos:         ción… Sólo lo simple puede propiciar          la paz interior). En otras palabras, el arte
tocamos tierra: realizamos físicamente      la experiencia de la unidad. No es en         de la meditación otorga la alegría del
aquello que buscamos espiritualmen-         absoluto casual, sino muy revelador,          ser. Algo de esa claridad y de esta alegría
te: tocar la realidad. La meditación es     que los monoteísmos hayan nacido              es lo que, con mejor o peor fortuna, he
una escuela de realismo. No hay vuelo       precisamente en el desierto y que los         pretendido transmitir en estas líneas.
espiritual que no parta de la tierra y      politeísmos, por contrapartida, se ha-
que no aboque a ella. Una vez abajo,        yan desarrollado en zonas selváticas o        Pablo d´Ors es escritor, ensayista y traductor.
se trata de permanecer lo más quieto        de jungla.                                    Fundador de Amigos del Desierto.
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por favor, silencio
              №211    nov.-dic.   2019   ‹10›

Del anómalo
 derecho a no
    decir nada
Fernando Castro Flórez

Filosofía, literatura, música y arte contemporáneo se han inclinado por
la “seducción del silencio” a través de un lenguaje propio. De la antigua
Grecia, a los cuadros de Hopper o la pieza musical 4’33’’ de John Cage, la
búsqueda de la mudez creadora ha tenido idas y venidas.

“Si es cierto como dice el escritor ameri-      sido considerado como culmina-
cano Paul Goodman, que la consigna de           ción de la lógica de su poesía; su
Stephen Dedalus estilo, astucia y silencio,     vida postrera, dentro del refugio
encierra el código de comportamiento            del silencio (guardando no pocas
que el artista de vanguardia se impone,         analogías con los años de la locura de
no es menos evidente que el último              Nietzsche), vendría a encarnar la pala-
de estos tres mandamientos sólo raras           bra que se supera a sí misma, que ac-
veces es obedecido”. Con esta provoca-          cede a su culminación no en otro lugar
dora frase comienzo el libro de Renato          sino en la actitud antitética del no decir
Poggioli Teoría de la vanguardia (Ed. Re-       nada con sentido. El “abandono” de la
vista de Occidente, 1964), ironizando en        poesía de Rimbaud parece tener
torno a la tendencia del arte moderno           un sentido distinto: mostrar
hacia el exceso programático y la infi-         la superación de la acción
nita retórica de los manifiestos. Sin em-       sobre la palabra; con el su-
bargo, parece que la consigna del artista       perviviente, si tal cosa es
adolescente puede ser entendida, en lo          posible, del barco a la deriva
que respecta al silencio, en otro sentido:      la poesía se comprime y se
asumiendo que el arte moderno es un             expresa en paralelo al dina-
intento de experimentar los límites del         mismo de la ciudad moderna,
lenguaje, una búsqueda excesiva en pos          los privilegios y la fascinación
de las fronteras de la palabra humana,          de la arbitrariedad, de la auto-
un atisbo de lo que reside fuera del len-       nomía técnica, de la referencia
guaje; de este modo, el silencio elegido        interior y de la retórica subte-
aparece como una de las metáforas vivas         rránea que definen y constituyen
de la condición literaria moderna.              el espíritu del siglo XX. Estas dos
    El insigne crítico literario George         propuestas, tanto de escritura cuanto
Steiner señaló en un importante en-             existenciales, han supuesto al mismo
sayo recopilado en su libro Lenguaje y          tiempo la aparición de una función poé-
silencio (Ed. Gedisa, 1982) que los tres        tica del silencio y el final de partida en
motivos decisivos de la exploración o           aquel “anhelo de transcendencia”. Una
experiencia de los límites del lengua-          suerte de ateísmo atraviesa esa desme-
je, entendidos como “pruebas” de una            sura que se tensa desde el romanticis-
presencia transcendente en la fábrica           mo a las vanguardias, cuando comenzó
del universo son: la luz, la música y el        a revelarse que el viaje no sería un
silencio. La opción por el silencio se          modo de la rebeldía sino, a la manera
remonta en el dominio de la filosofía a         del gélido cuadro de Friedrich, el defini-
Grecia (especialmente en las narracio-          tivo naufragio de la esperanza.
nes “mitológicas” dan cuenta de la vida            Desde La carta de Lord Chandos de
de Empédocles o Heráclito) y en caso de         Hofmannsthal, donde solamente queda
la poesía se asocian fundamentalmente           un “pensamiento febril” (mientras las
con Hölderlin y Rimbaud. El silencio del        palabras parecen convertirse en hongos
poeta alemán que escribiera páginas             podridos en la boca) hasta el nihilismo
tan intensas como las del Hiperión ha           del “basurero” de la historia desplegado
por favor, silencio
                                                                                           ‹11›   №211     nov.-dic.    2019

por Samuel Beckett, del puntillismo            honra de ensalzar lo inhumano, ya sea       del espacio tal y como aparecía en el
hipnótico de la música de Anton Webern         mediante su apoyo o su incuria. Si es la    De rerum natura de Lucrecio. Nuestro
a la búsqueda del silencio (finalmente         palabra el sello que concede al hombre      mundo es un auténtico barullo, un
imposible) en Cage, desde el icono de          su humanidad, aquello que le convierte      torbellino estrictamente inconsistente
la pobreza enmarcado por Malevich en           en un ser ávidamente inquieto, la pa-       en el que parece que todo se convierte
su contundente Cuadrado Negro hasta            labra no puede permitirse tener vida        en espuma, fluido y sin sedimentación,
la proliferación objetual generada por         natural, como si fuera un santuario         leve y acaso algo peor que “insopor-
la duchampitis, no son pocas las mani-         neutral, sobre todo cuando el lugar en el   table”. La sociedad es la suma de sus
festaciones de seducción del silencio en       que tenemos que intentar sobrevivir no      cantos recitativos, el conglomerado
el arte moderno, convertida en dogma,          es otra cosa que una tierra baldía.         humano que soporta un nivel determi-
a la postre, la fórmula de que “hablar es         Susan Sontag indagó, en un lúcido        nado de decibelios sin explotar en una
decir menos”, en un minimalismo que            ensayo incluido en su libro Estilos radi-   furia incontrolada.
terminó por ser casi el código genético        cales (Ed. Muchnik, 1985), sobre la cues-       Peter Sloterdijk sugiere, en el tercer
de la creación contemporánea.                  tión del silencio en el arte, concluyendo   volumen de su monumental y barroca
    Las estéticas de la retracción, un tér-    que puede aparecer de diversos modos:       meditación sobre las Esferas (Ed. Sirue-
mino que desarrolló José Ángel Valente,        como decisión (expresado en el suicidio     la, 2006), que la invención del individuo
tienen relación con la tendencia hacia         ejemplar del artista que da cuenta de       en las así llamadas grandes culturas sólo
los lenguajes propios: la aspiración a que     ese modo de su exceso), como castigo        fue posible por la introducción de las
cada poeta tuviera su propio lenguaje,         (en la locura de aquellos artistas que      prácticas de sosiego y silencio, al que
exclusivo para sus necesidades expre-          desfondan su cordura al transponer las      aconteció, entre otras cosas, gracias a
sivas; pero tal lenguaje no sometido al        fronteras aceptables de la conciencia),     la escritura y el ejercicio solitario de la
imperativo mass-mediático de la co-            como inexistente experiencia pública        lectura: “El silentium conventual trabaja
municación informativa parece que solo         (en un desarraigo que vuelve las obras      con esa diferencia para reconocer la voz
podría sostenerse, paradójicamente, al         herméticas) y como imposible propiedad      suave de Dios y la voz alta de los huma-
filo del silencio. Ni la paradoja del silen-   de la obra de arte (esa desposesión que     nos. In interiore homini habitat veritas.
cio como lógica final de la palabra poética    termina por socavar la idea de “auto-       San Agustín insiste en que, tras la cesura
ni la exaltación de la acción sobre el         ría”). El silencio solo puede aparecer      del silentium, la verdad sólo puede en-
enunciado verbal, corriente que fue muy        en la obra como un horizonte que se         contrarse donde las cosas suceden sua-
vigorosa en el existencialismo de tona-        repliega constantemente, un “lugar” que     vemente: junto al jardín platónico en-
lidad romántica, dan cuenta de la que es       no se puede habitar o consumar cabal-       tran aquí en consideración, sobre todo,
probablemente la más honda tentación           mente. “El vacío genuino, el silencio       las casas de Dios”. Sabemos de sobra
del silencio en la sensibilidad contem-        puro —escribe Sontag—, no son viables       que es demasiado tarde para la “ideo-
poránea. “Hay un tercer motivo (más            ni conceptualmente, ni en la práctica.      rritmia” conventual y que los desiertos
allá de los de Hölderlin y Rimbaud), más       Aunque sólo sea porque la obra de arte      eremíticos han sido “colonizados” por
poderoso, que —escribe George Stei-            existe en un mundo pertrechado con          el nihilismo arquitectónico (la reducción
ner— puede situarse circa 1914. Lo dice        otros múltiples elementos, el artista que   del mundo a comunidades, pavorosa-
Mrs. Bickle en la última frase de Cabot        crea el silencio o el vacío debe producir   mente, “adosadas”) o mantenidos como
Wrights begins, de James Purdy, esa            algo dialéctico: un vacío colmado, una      “sublimes espacios” de la turistificación.
comedia trágica sobre el novelista y el        vacuidad enriquecedora, un silencio         Nos ahoga un descomunal tsunami de
tema recalcitrante: “No seré escritor en       resonante o elocuente. El silencio conti-   charlatanismo y nuestro naufragio no
un lugar y una época como el presente”.        núa siendo, inevitablemente, una forma      está situado en la “indeterminación” del
El escritor aparece, por tanto, como un        del lenguaje […] y un elemento del diá-     coup de dés mallarmeano ni podemos
disidente que se opone frontalmente            logo”. Esta interpretación concluye que     volver a entregarnos a la interpretosis de
a la deshumanización lingüística, a la         detrás de las invocaciones al silencio se   aquella última proposición del Tractatus
gramática de lo inhumano; lo que está          oculta el anhelo de renovación sensorial    de Wittgenstein que lo mismo sirve para
en tela de juicio es la condición del len-     o cultural o, en el extremo, la defensa     soltar una perorata (para)budista que
guaje ya que la palabra está perdiendo         del silencio expresa un proyecto mítico     para justificar cualquier disparate esté-
algo de su genio humano. Aquí vendría          de liberación total.                        tico en plena hipsterización. Sabemos de
a imponerse una alternativa: hacer que            Al comienzo de su hermosa Historia       sobra que sería mejor guardar silencio…
el lenguaje exprese la crisis o elegir la      del silencio (Ed. Acantilado, 2019) Alain   pero no lo hacemos. La corrala digital
retórica del silencio.                         Corbin introduce una pertinente cita        nos incita a decir lo que (nos) pasa, a
    La depreciación de las palabras con-       de Paul Valery: “Escucha ese fino rui-      repartir likes a diestro y siniestro o a
dujo inevitablemente a la negación de          do que es continuo que es el silencio.      colgar la foto del gato postbaudeleriano.
la poesía —ese lugar común del “nada           Escucha lo que se oye cuando nada           Frente a tanto chismorreo surge incluso
de poesía después de Auschwitz” que            se hace oír”. Podríamos pensar que          el deseo de hacer una apología de la “es-
se atribuye a Theodor W. Adorno— y             esta frase nos encamina tanto hacia el      tética del silencio” por anacrónico que
a la exaltación del silencio. En la obra       ruido (continuo) del mundo que, lite-       suene todo; aunque mejor sería defen-
de algunos poetas, el tema del silencio        ralmente, reveló la ya mítica pieza de      der el derecho a no decir nada. Una vez
emerge como respuesta a lo peculiar de         John Cage 4´33” cuanto a la melancolía      más: “I would prefer not to”.
su visión poética, pero además como            sedimentada en algunos de los cuadros
expresión de la honda crisis del len-          de Edward Hopper. Es evidente que no        Fernando Castro Flórez es profesor de estética de
guaje de nuestro tiempo desquiciado.           podemos reencontrar el “silencio de         la UAM, crítico de arte, comisario de exposiciones
Para Steiner es preferible que el poeta        la naturaleza” o ese “severo silencio       y autor de Estética de la crueldad (Fórcola
se corte la lengua a que caiga en la des-      de la noche” que reina en la totalidad      Ediciones, 2019)
por favor, silencio
               №211    nov.-dic.   2019      ‹12›

 Peligros mudos
                                          Paco Cerdà

  El silencio es subversivo; el bullicio es alienante y represor a pesar de que su
  apariencia en la España despoblada nos contradiga. Desde los altos prados
  vaciados o los repletos trenes que horadan las metrópolis, asoma el peligro.

El silencio es peligroso. Invita a pensar.          los 700 y 2.307 metros de altitud. Una
Incluso a pensar demasiado. Y todos los             montaña: esa sería la bandera de la Espa-
peligros, individuales o colectivos, nacen          ña despoblada. Su himno sería el silencio,
justo ahí.                                          si acaso el quedo murmullo de una voz
                                                    anciana. Pero qué sentido tienen aquí las
El silencio es la montaña. A tres mil me-           banderas y los himnos. Muy poca indus-
tros de altitud, con la cima del Monte Per-         tria, escasos vehículos por sus carreteras
dido empequeñeciendo a la persona, casi             comarcales, vecindarios más pequeños y
apoderándose de ella, nada se oye. Solo             envejecidos cada día que pasa. Y el silen-
el viento acompasa al silencio pirenaico.           cio avanzando sin tregua. Un silencio que
No hay animales, salvo la media docena              ya no rezuma espiritualidad como al pie
de cabras y unos pocos cuervos, negros,             del Monte Perdido; un silencio muy ligado
siniestros, avistados un momento atrás.             a la montaña, pero, sobre todo, al olvido
Un infinito mar de piedras, con animales            silencioso de la Administración, a la con-
fosilizados en su vetusta piel, robustece la        dena muda de un sistema tan coherente
sensación de aislamiento al caer la tarde.          como despiadado: tanto vales, tanto cuen-
Ya no queda ni rastro de los alpinistas             tas. En la tierra del Monte Perdido hay
que hace solo unas horas ascendían, por             un País Perdido. Uno de tantos perdidos
docenas, hasta la cumbre por su senda               que languidecen en la península. Es el
más transitada, la Ruta de la Coca-Cola.            Sobrarbe, la comarca de Huesca que linda
Así la llaman, con sorna, los montañeros            con los Pirineos. La Ronda de Boltaña le
más puristas por las condiciones que la             dedica su canción El país perdido, y unos
rodean: aparcamiento de pago para el                versos resumen bien el saqueo impúdico
coche, autobús lanzadera, refugio para              acometido en el reino de la despoblación:
dormir a cubierto con refrescos a cinco             “País de silencios, de ausencias y olvidos,
euros la lata, horario de vuelta inflexible         tristes montes y soledad. País sin historia,
para no perder el autocar que los devuel-           pueblo sin raíces, carrasca que se secará.
va al cálido refugio con precio de hostal.          Sobrabas, país. Solo querían agua, monta-
Es la montaña con barniz comercial,                 ñas y electricidad”.
peajes protocapitalistas. En cambio, bajo
la cara norte del Perdido cae la tarde y            El silencio. ¿Qué es el silencio? Se lo
no hay más que silencio acompañando al              pregunté a Moisés Salgado, prior del mo-
saco de dormir desplegado en el suelo, en           nasterio de Santo Domingo de Silos. “El
mitad de una nada que lo es todo, debajo            silencio —me respondió— son muchas co-
de un cielo que en breve va a estrellarse           sas. La más elemental: ausencia de ruido
de forma majestuosa. Ahí comienza la                externo. Esa es una condición necesaria.
paradoja: ese mismo silencio que a tres             El hombre es un ser silencioso, necesita
mil metros desprende una agradable                  el silencio por su constitución natural.
sensación espiritual difícil de descri-             Primero, con ausencia de ruido externo:
bir, va irradiando muerte a medida que              sin interferencias sociológicas. Pero luego
desciende las laderas de guijarros y se va          está el ruido interno. Ese es el más difícil
adentrando en la civilización.                      de acallar y el más peligroso. Es el ruido
                                                    de nuestras ambiciones y pasiones huma-
La montaña. Es el factor que hermana a              nas: la sexualidad, la ambición, el orgullo,
casi todos los lugares despoblados de               la vanidad. El ruido interno es difícil de
España. La montaña como embrión ge-                 domesticar y el barullo que más nos com-
nerador de frío, de aislamiento, de malas           plica. Por lo tanto, ¿qué sería el silencio?
comunicaciones. España es el segundo                Yo diría que el silencio completo para el
Estado más montañoso de Europa, tras                ser humano consiste en el apaciguamien-
Suiza; los 1.355 municipios de la Serra-            to de su mundo íntimo acompañado de la
nía Celtibérica, con solo medio millón de           ausencia de ruido externo. Pero eso no es
habitantes para un territorio contiguo tan          siempre posible. Porque el ruido exter-
grande como Catalunya, se mueven entre              no —del trabajo, de la convivencia, del
por favor, silencio
                                                                                              ‹13›   №211     nov.-dic.   2019

ruido sociológico— no siempre podemos          en vez de ser la vacuna para evitar la         veinticinco habitantes reales. En silen-
acallarlo. Pero sí que es posible lograr el    deshumanización, lo va desconectando a         cio la pizarra gastada, las bajitas sillas
silencio interior. Es el que más tendríamos    uno de su entorno más inmediato. Incluso       marrones de los alumnos, montadas unas
que trabajar por una cuestión de salud         de sí mismo, narcisismos aparte. Parado-       sobre otras, los mapas enrollados sobre el
psíquica, física y espiritual”.                ja: cuando el usuario calla y está como        armario que aún custodia el viejo mate-
                                               ausente frente a su ídolo lumínico, en si-     rial escolar: ejemplares amarillentos del
Silencio. No solo en las tierras despobla-     lencio, el ruido es más intenso que nunca.     Heraldo de Aragón de los años setenta
das se halla silencio. Hay silencio en ese     Ruido silente. Otra paradoja: se diría que     y ochenta, más mapas y muchos libros
metro atiborrado de gente que se despla-       hablar de manera analógica, cara a cara,       escolares antiguos. Ese silencio zarandea
za desde el centro de Madrid hasta Boadi-      es hoy la forma más silenciosa de estar        el alma y resulta insoportable. El último
lla del Monte, que acaba en la superficie      en el mundo. Guardar silencio en medio         silencio es más complejo. Subiendo a la
mesetaria con el metro ligero arrastrando      de la conversación global que pretenden        aldea riojana de El Collado, deshabitada y
humildades por delante de las suntuosas        representar las pantallas y sus apóstoles      luego rehabitada, el silencio es absoluto.
oficinas de la Ciudad Financiera del Grupo     constituye hoy una experiencia solitaria       Arriba solo viven cuatro personas, sin luz
Santander. Nadie habla dentro del convoy.      y silente que se aproxima mucho a ver el       eléctrica. Marcos lucha por el sueño de
Parece que sea mejor así. El silencio es un    cielo estrellado bajo el Monte Perdido.        darle vida a la aldea. Habla de raíces, de
refugio protector en la gran ciudad. En el                                                    pueblo, de causa. Palabras intraducibles a
metro, en el autobús. En el ascensor. Espa-    Recuerdo cuatro silencios distintos entre      una hoja Excel. Marcos sabe que muchos
cios llenos de gente por metro cuadrado        sí. El silencio de esperar toda una tarde      lo tomarán por loco. No le importa en
y, sin embargo, anegados de un clamoroso       a un pastor que no llega a la aldea cuyo       absoluto. Antes de despedirse, con el
silencio. Decía el prior de Silos que una      único habitante es él. El único, el último.    silencio de la noche borrando los contor-
persona que no practica el silencio se         Esperarlo en obligado silencio, intuyendo      nos de esta aldea sin electricidad, suelta
deshumaniza en cierto modo. Sin embar-         que ese es justo el silencio que espera,       una reflexión que a cada poco vuelve a mi
go, hay casos en que sucede al contrario:      como una guadaña, a la aldea. Luego            mente por los temas más diversos. “A ver
el silencio completo revela la deshuma-        recuerdo el silencio, un silencio etnoló-      quién es más feliz, si el loco o el cuerdo.
nización de un contexto humano como            gico, al visitar una aldea completamente       Y si el loco no se mete con nadie, y aquí
es la vida en común. La incomodidad de         deshabitada desde hace un cuarto de            no nos metemos con nadie, bendita sea la
saber del prójimo, del otro real que está      siglo. La maleza, las zarzas, los hierbajos,   locura”.
a nuestro lado. Si acaso el otro es virtual,   los cascotes, el óxido y las grietas deglu-
entonces quizá.                                tían con voracidad y parsimonia las casas      El silencio es peligroso. Como el caminar.
                                               de piedra de Les Alberedes y el recuerdo       Como leer. Implica salirse de las coorde-
Falso silencio. Es el que ha brotado en        de aquellos que las habitaron: Severiano,      nadas que el capitalismo ha establecido
nuestras vidas. Gente callada, en aparen-      Joaquinica, Eliacer, Primitiva. Cándida,       para nosotros. Todas pasan por el con-
te silencio, mira absorta su breviario de      Domitila, Daniel, Manuela. Simón, Julia,       sumo. Por Rutas de la Coca-Cola más o
bolsillo y pasa las yemas de los dedos por     Orencio, Felipa. Leandro, Fermín, Tere-        menos frecuentadas, con más o menos
su única página de vidrio. Parecen mudos,      sa, Juan Ramón. Fernando, Maximina,            margen de maniobra. Ninguna de esas
ausentes. Pero no están en silencio.           Adoración, Humildad. El silencio de todos      coordenadas pasa por el silencio auténti-
Hablan, conversan, opinan, comparten,          ellos y de su memoria. Hubo otra clase         co. Por eso es peligroso el silencio.
insultan. Continuamente, sin parar. Casi       de silencio: más duro, pesado, doloroso.
cuatro horas al día. Sin mover un músculo      El silencio de visitar la escuela cerrada
facial. Sin abrir la boca. Nunca un silen-     de Bubierca, que en un siglo ha pasado         Paco Cerdà es es periodista, editor y autor de Los
cio peor entendido. Porque ese silencio,       de rozar los 900 habitantes a tener solo       últimos (Pepitas de Calabaza).
por favor, silencio
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                                                     El silencio es el mayor enemigo de la
                                                     verdad, de la memoria, de la justicia, pues
                                                     solo con la palabra, con el recuerdo, con
                                                     la denuncia, puede reivindicarse a las
                                                     víctimas, señalar a los verdugos y evitar
                                                     que el infierno ocurrido vuelva a repetirse.
                                                     Por eso hay que hablar sobre los crímenes
                                                     y el dolor de las guerras, para intentar
                                                     hacer entender qué pasa en ellas. Por eso
                                                     el silencio, como indiferencia, es criminal.

                                                     Pero hay otras clases de silencio. Está el
                                                     silencio como herramienta reparadora,
                                                     como elemento rumiante para elaborar,
                                                     asumir y, posteriormente, ya sí, vomitar las
                                                     palabras. Está también el silencio como
                                                     vía de comunicación. Segundos antes de
                                                     una explosión, cuando suena el silbido
                                                     del misil a punto de caer o cuando el aire
                                                     se espesa repentinamente, avisando de
                                                     que el peligro llega, el silencio interrum-
                                                     pe la conversación y se impone como el
                                                     mejor modo de compartir el miedo, de
                                                     expresar complicidad, de sentirse acom-
                                                     pañado. ¿Qué frase puede sustituir a la
                                                     solemnidad del mutismo ante la posibili-
                                                     dad de morir segundos después? El silen-
                                                     cio se hace denso, casi se solidifica en el
                                                     aire, ante un bombardeo. Como si quisiera
                                                     servir de contraste frente al estruendo
                                                     que se avecina.

                                                     Cuando regresé de Bagdad en 2003, tras
                                                     cubrir la invasión y ocupación de Irak,
                                                     encontré entre mis archivos la foto de
                                                     una niña muerta rescatada entre los
                                                     escombros provocados por un bombar-
                                                     deo estadounidense sobre la ciudad de
                                                     Basora. Fue una fotografía que se publicó
                                                     en multitud de medios de comunicación
                                                     de todo el mundo. Representaba bien
                                                     el horror de aquella operación militar
                                                     bautizada con el nombre “Conmoción y

   El ruido
                                    Olga Rodríguez   Pavor”. La niña, con el rostro impávido,
                                                     sereno, dormido, tenía una pierna arranca-
                                                     da de cuajo. Un hombre de barba blanca
                                                     sujetaba su cuerpecito ensangrentado
                                                     mientras miraba sus ropas, deshilachadas,
                                                     rotas y cubiertas del polvo causado por

      de la
                                                     la explosión. A sus pies asomaban varios
                                                     cadáveres más.

                                                     Decidí colocar esa fotografía en el escri-
                                                     torio de mi ordenador. Representaba para

      guerra
                                                     mí la justa condensación de lo que había
                                                     visto y vivido en Irak. Aquella niña podía
                                                     ser Hoda, la pequeña bagdadí a la que su
                                                     madre intentaba reinsertar la masa ence-
                                                     fálica que se desparramaba por el suelo
                                                     de una morgue, queriendo recomponer su
                                                     cabeza, destrozada por un proyectil. O po-
por favor, silencio
                                                                                                ‹15›   №211    nov.-dic.    2019

día ser esa otra niña de la que nadie sabía   Basora. Alguien me contó que un repor-            hermanos, con los que arrojaron la bomba,
su nombre, tumbada en el suelo de un          tero estaba tras los pasos de la niña. Días       con los que la ignoraban, con el mundo.
hospital bagdadí, con un vestido azul y a     después llegó la noticia. Estaba viva. Irak
su lado un cartel: “Encontrada en el barrio   podía salvarse y yo no había muerto del           Su silencio era obligado, pero asumido. Al
de Al Karrada, cerca del centro comercial,    todo. Un diario local de Basora primero           pensar en ella recuerdo otro silencio, el
entre los destrozos de los bombardeos de      y una agencia internacional después pu-           de Jamal, superviviente de siete cárceles
la pasada noche.”                             blicaron la historia. La niña que era todas       secretas estadounidenses en Irak. Las tor-
                                              las niñas se llama Ibtihal Jassem. Tenía          turas, las palizas, el temor a ser ejecutado,
La niña de la foto era todas las niñas        siete años. Tenía seis hermanos, un padre         dejaron profunda huella en su estado de
muertas y heridas en Irak. Era todas las      y una madre. Todos, menos ella, habían            ánimo. Al principio solo mascullaba, no
mujeres, todos los hombres muertos            muerto en el bombardeo que arrancó su             pronunciaba palabras. Después, con el
y vivos en Irak. Éramos todos los que         pierna.                                           tiempo, empezó a hablar y eso le curó.
vivíamos y dormíamos con los muertos,                                                           ¿Cómo se cura quien no habla? ¿Cómo se
todos los días, todas las horas, todos los    El señor que en la foto la sostenía entre         cura Ibtihal? ¿Cómo cicatrizan los que sí
minutos.                                      sus brazos era su tío. Ella era sordomuda         gritan pero nadie les oye? ¿De qué forma
                                              de nacimiento. Ahí me detuve. Sordomuda.          se puede derribar la indiferencia que
A veces la envergadura de lo que se           Sorda. Esa niña no había podido escuchar          ensordece al planeta? ¿Está más sorda
quiere expresar es tal que no hay sistema     ninguno de los estruendos de los bom-             Ibtihal, que todo lo observa y analiza, o lo
lingüístico capaz de sostenerlo. Pesa         bardeos. Los sentía vibrar en su cuerpo,          están los mandatarios que dan la espal-
demasiado. Cortocircuita. Solo hay algo       como los sentíamos todos. Pero no los oía.        da una y otra vez –una y otra vez– a las
con potencia para abarcar tanto: un           No pudo percibir el silbido del proyectil         víctimas?
determinado silencio, en el que no solo       que impactó contra su casa ni los gritos
caben todas las conjeturas, todo lo ima-      de sus seres queridos, ni siquiera oyó su         El hermano de Jamal tiene un sueño
ginable, sino también queda espacio para      propia respiración. No pudo decir nada.           recurrente. Sueña con una mesa plagada
apelar al receptor, haciéndole entender       Ni gritar para que la localizaran entre los       de manjares en torno a la cual conversan
que existen rincones a los que no podrá       escombros. Ni exclamar: “¡Estoy aquí!”.           animadamente gobernantes, periodistas
llegar.                                                                                         y hombres de poder occidentales. En un
                                              Ibtihal había perdido su pierna, a sus seis       momento dado comienzan a desplomarse
Aquella niña de la foto era ese silencio      hermanos, a su padre, a su madre y no             sobre la comida, como caídos del cielo,
elocuente que decía tanto. Aparentemen-       podía comunicarse con nadie porque nadie          decenas de cadáveres de iraquíes, claros
te muerta, los ojos cerrados, la pierna       en su entorno más cercano sabía el len-           símbolos de los cientos de miles de
arrancada, el rostro apacible, la boca        guaje de signos. Sus abuelos la acogieron         muertos, heridos y torturados que cuel-
cerrada, chillaba con el grito más alto       en su casa. Su abuela la bañaba, la cuidaba,      gan, olvidados, de las páginas no escritas
que jamás se hubiera oído. Permaneció         le cantaba canciones que ella imaginaba           de nuestra actualidad.
meses en mi escritorio. La veía todas las     mirando con atención los labios de la
mañanas, como a tantos otros muertos de       anciana. Su abuelo le consiguió una pierna        Hay un silencio que actúa como la
los que no tenía foto pero que asomaban       ortopédica demasiado rígida, a la espe-           expresión más elocuente cuando no hay
por ahí. Hasta que una noche de insomnio      ra de ayuda económica para un modelo              significante capaz de dar forma a lo que
en la que estaba terminando de escribir       mejor. Ibtihal callaba y sonreía sin hacerlo,     se quiere explicar. Ibtihal es un exponente
un libro algo cayó sobre el teclado de        con las comisuras un poco ladeadas.               del mismo. Es un silencio ondulado que
mi ordenador y la foto se amplió en la                                                          inclina las miradas hacia el suelo.
pantalla. La miré unos segundos y observé     Un día un periodista le sacó una foto. La
que el brazo de la pequeña no colgaba         niña que era todas las niñas miró a la            Hay otro silencio, sin embargo, que da la
del todo, se sostenía ligeramente alzado.     cámara. Suspiró para sus adentros, miró           espalda a la realidad. Es el silencio con-
Podía ser fruto de un movimiento que          profundamente al objetivo y, con los labios       vertido en política e industria, para el que
hubiera generado el hombre que llevaba        apretados, gritó en silencio. Ibtihal, la única   trabajan instituciones, empresas y medios
su cuerpo. Podía. Pero quizá no. Quizá la     superviviente de su familia, la única sordo-      de comunicación dispuestos a callar y a
niña que representaba a todos los niños       muda, la que no tenía palabras para con-          hacer callar a todos aquellos que moles-
de Irak no había muerto de inmediato.         tarlo. Algunos vecinos de su barrio creían        tan. Como a Jamal. Como a Ibtihal. Como a
Quizá aún vivía. Eso, en mi absurdo dic-      que fue ella la que sobrevivió porque era         todos los que alguna vez, ante el crimen
cionario de supervivencia, equivalía a que    la única que, desde su aislamiento acústi-        y la impunidad, nos hemos quedado sin
Irak aún podía salvarse. Eso significaba      co, podía desdibujar la realidad, adornarla       palabras. Como a las víctimas a las que se
que a lo mejor yo misma seguía más viva       con sus palabras internas, transformarla,         castiga si hablan. Como a los que buscan
de lo que creía. Emití una exclamación de     mirarla con cierta distancia. Ibtihal, maes-      justicia y solo obtienen indiferencia. Como
esperanza. Mi compañero, que leía a mi        tra del silencio, disponía dentro de ella         a los que cuando recuperan la voz les
lado, me preguntó qué ocurría. Opté por       de un enorme mar de diálogos. Cuando              arrebatan su derecho a usarla.
el silencio.                                  intentaba comunicarse con el afuera sus
                                              palabras internas callaban y se perdía un         Olga Rodríguez es periodista especializada en in-
Al día siguiente a primera hora inicié la     poco. Cuando regresaba a su océano de             formación internacional, cofundadora de eldiario.es
búsqueda, telefoneé a amigos en Irak, a       silencio reflotaban las conversaciones            y autora de libros como El hombre mojado no teme
cooperantes en Bagdad, a periodistas en       consigo misma, con su madre, con sus              la lluvia o Yo muero hoy (ambos en Debate).
por favor, silencio
                  №211     nov.-dic.   2019    ‹16›

El silencio
           (de Bergman)
Rita Azevedo Gomes
Traducción: Alicia Mendoza

Ahora que casi nadie habla de él, parece buena idea romper el silencio en torno a Bergman. No hay mejor manera que hacerlo a
través de las palabras que una epígona portuguesa, Rita Azevedo Gomes, le pone al filme que el sueco construyera alrededor de
ese inefable, para él cifrado en la falta, la angustia, los abismos... la expectativa.

«Creo que la cinematografía del rostro humano nos      “¿Qué significa?”, pregunta Johan al ver un   hasta la llegada... ¿Dónde? Una habita-
ha traído la cosa más fantástica que podemos dis-      letrero de vidrio en el que se lee: NITZEL    ción de hotel con vistas a la encrucijada
frutar en el arte» (Talking with Ingmar Bergman, por
William Jones, entrevista de 1980).                    STANTNJON PALIK. “No lo sé”, responde         de un pueblo lleno de movimiento. El re-
                                                       Ester. De repente, se contrae sofocada por    loj de Johan se detiene en su muñeca; los
Qué asfixiante la luz blanca de El silencio.           una tos seca. Anne manda a su hijo salir      pies descalzos de Anne “parecen caminar
Qué paz en los negros de las imágenes.                 al pasillo; por la ventana ve una luna,       por sí solos” entre las grecas florales de
Qué sugestión entre la una y los otros.                o un sol, que se alza tras las montañas;      las alfombras...
                                                       una luz que lo ciega. Adormilado, deja
El silencio abre con la imagen de un niño              que lo venza el sueño... Se oye el sonido     En estos casi diez minutos iniciales
dormido, Johan. Y sobre el rostro de Johan             brusco de las ruedas en los raíles; el tren   –secuencia sublime– en los que todo está
se cerrará la película. Se oye un murmullo             entra en un túnel; flashes de luz, blanco     dispuesto para introducirnos en el espa-
lejano, sibilante y continuo; la cámara se             y negro, blanco y negro. Johan curiosea       cio sonámbulo que entraña El silencio,
mueve en el compartimento del tren y                   los compartimentos con pocos viaje-           solo se han intercambiado estas breves
vemos a Anne, empapada y desfallecida                  ros: la cara aterradora de un militar... Y    frases. Y ya sabemos que Bergman es el
de calor. Después Ester, que parece inmune             siempre, siempre, los fogonazos blancos.      cineasta del rostro. Rostro de verificación
a la temperatura, altanera y elegante.                 Con la mano pegada a la ventana (futura       carnosa del latir de las pasiones que, en
Johan despierta (¿estaremos entrando                   imagen del niño de Persona que, además,       esta película, es el latir de los cuerpos.
en un sueño?), el vagón parece estar                   es el mismo actor) ve pasar una hilera de     Cuerpos de deseo y de sexo. Y cuerpos
flotando; el paisaje se desliza con una                tanques de guerra... ¡Bergman, Bergman        de rechazo, soledad y muerte que, desde
lentitud imposible; ni siquiera se oye el              y más Bergman! Y todo bajo la continua        el primer plano, son de una evidencia
ruido del tren, solo el silbido constante.             oscilación de la luz, blanco/negro/blanco,    asfixiante.
por favor, silencio
                                                                                                            ‹17›   №211   nov.-dic.   2019

El silencio no llegó a Lisboa hasta marzo      El miedo, que no supe verbalizar en aquel                    Ester, cuerpo de rechazo, de soledad, de
de 1975, pues, como se sabe, antes de la       momento, venía de aquello que yo misma,                      sufrimiento y de muerte. Ester es más
Revolución de Abril, silencios como este       sin ser muy consciente, había puesto en                      la tiniebla (¿será Dios?) que la luz en
no podían atravesar la frontera. Se decía      esta película, tan blanco y tan negro. Y                     El silencio –Ingrid Tulin de lágrimas y
entonces que el cine de Bergman era un         hoy sé que hay una belleza inmensa en                        suspiros a cada paso: “¿Cómo conseguiste
cine de élites. Le doy gracias a mi madre      ese terror, en la lucha de los cuerpos, en                   seguir viviendo después de la muerte
porque siempre me llevó a ver todo y           el movimiento de las imágenes en blanco                      de tu padre?”– La Ester del asco al “olor
más; por hacerme formar parte de esa           y negro.                                                     a pescado podrido” del sexo, que busca
élite. Aquella primera visión de la película                                                                traducción en el entendimiento de las
me produjo una fuerte impresión de pa-         ¿Qué belleza es esa que se mantiene con                      palabras de una lengua indescifrable, en
vor y angustia que todavía hoy perdura. Si,    el paso del tiempo? ¿Qué pavor extremo                       la que el útimo término compresible es
en aquel momento, no comprendí bien la         viene de esa belleza? Soledad, muerte,                       musik. El viejo criado del hotel le enseña
película, sí que entendí profundamente a       vacío. ¿Quién de las dos hermanas, Anne o                    que kazi quiere decir mano. Después, en
Johan, medio sonámbulo en el silencio de       Ester, será el más indescifrable personaje                   esa “lengua perdida” –que es también
los inmensos pasillos del hotel fronterizo     de Bergman? ¿Qué fisura entre cuerpo y                       la de la película– se acerca a la palabra
de cualquier país, en estado de guerra,        alma nos lleva de la exuberante sensua-                      alma, primera y última palabra de esta
aparentemente ajeno a la fosa abismal en       lidad de Rubens en el hotel al escenario                     película.
la que se entierran los adultos; si no más     de los enanos encabalgados en forma
inocente, sí exento de culpa y de arrepen-     de cienpiés, bajo la mirada horrorizada                      “Lo que hace a la muerte terrible no es de-
timiento. Viví el secreto mundo de silen-      de Anne, con una luz cegadora, en la que                     jar de existir, sino tener la confirmación de
cios de Johan –¡todavía con pantalones         todo se ve y todo se esconde como en el                      la absoluta falta de sentido de la vida”, dijo
cortos!–, desconociendo el bien o el mal,      teatro? ¿Qué fisura en la espiral de los                     Bergman en algún lugar. Como, después
el horror de los enanos, o el aburrimiento     coñacs y de los cigarros entre los dientes                   de las místicas obras Como en un espejo
de la espera. Y pensé que la angustia era      de Ester (la mano que coge el vaso y nos                     y Los comulgantes, se escribió mucho por
una parte del estado natural de las cosas.     lleva en movimiento hasta la cama donde                      todas partes, Bergman culmina su trilogía
                                               se sumerge en los profundos edredo-                          sobre “el silencio de Dios” con Tystnaden
Bergman, cuando tuvo que comenzar a            nes acariciando el cuerpo, hasta que la                      (El silencio), que tanto sorprendió por las
filmar en color, estaba muy decepcionado.      cámara se acerca y cierra sobre el rostro                    osadas escenas que contiene, inesperadas
Explicó que “en el teatro, cuando el esce-     invertido de la imagen)? Imagen en la                        en su cinematografía. Estas películas, las
nario está vacío y el actor no está todavía    que explota toda la carga erótica del placer                 de la trilogía, se han ido alejando cada
vestido para el papel, entra en él con         ácido, como ácido es el descenso a la                        vez más de la idea de Dios y han llegado
la luz gris de ensayo y dice: “¡Qué bella      calle caliente donde los hombres sudados                     a tener subtítulos como La certidumbre
noche!, ¡Qué maravillosa puesta de sol!”,      y polvorientos siguen de cerca el cuerpo                     cumplida, La certidumbre desenmascarada o
y se respira la magia del teatro. Porque       blanco de Anne.                                              La impresión negativa.
el que está sentado en el público crea la
puesta de sol y la luz, y ni el mejor maes-    ¡Maravillosa actriz!, Gunnel Lindblom/                       Resulta extraña la idea de impresión
tro iluminador puede crear un atardecer        Anne, que añade hermetismo al mundo                          negativa relacionada con El silencio. ¿No
tan bonito como el que cada uno genera         del silencio, del vacío y de la muerte,                      será toda esta película una historia de
en su mente”. Me encantaría que fuese          parapetado en el cuerpo y en el límite                       negativos sobre subsuelos de positivos?
posible trabajar en blanco y negro porque      del placer físico: los baños, las siestas, los               Esta es una película cóncava y convexa
me parece que el blanco y negro es el          vestidos escotados, el amor clandestino                      simultáneamente. “Todo es erección y
color más bello que existe para nuestras       con el extraño del café al que le dice: “Me                  succión”, nos dice Ester desde su miedo
mentes creativas.                              gusta que no entiendas mi lengua”.                           mórbido al cuerpo. Blanco y Negro.

                                               Rita Avezevedo Gomes (Lisboa, 1952) es directora de cine. Sus últimas películas son La portuguesa y, como
                                               co-directora, Danses Macabres, Skeletons and other fantaisies.
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