Una logística muy espacial - El Mercantil

Página creada Mateo Canillos
 
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Una logística muy espacial - El Mercantil
Una logística muy espacial
Antes de que el hombre diese un pequeño paso, que sería un gran paso para la
humanidad, el espacio ya había recibido prácticamente de todo. En 1957, la Unión
Soviética consiguió que la perra Laika llegase al espacio exterior a bordo del
‘Sputnik 2’, mientras que Estados Unidos lanzó en 1948 un vuelo pilotado por el
mono Albert y, en 1959, otros dos monos astronautas, Able y Miss Baker,
conseguirían volver a la Tierra intactos. Desde entonces, tanto en viajes
espaciales tripulados como no tripulados, se han puesto en órbita objetos de lo
más variopintos, desde un disco de The Beatles hasta un coche Tesla. Con el
tiempo, la carrera espacial evolucionó y permitió crear una base permanente, la
conocida como Estación Espacial Internacional, que está en órbita desde 1998 y
que es una infraestructura clave para la investigación en un término amplio y la
exploración espacial. Su creación motivó la necesidad de enviar y recibir todo tipo
de suministros y productos al espacio exterior con una cierta regularidad. Con
más o menos profundidad, se conocen las vicisitudes de la logística terrícola, pero
¿cómo es la que nutre a la Estación Espacial Internacional?
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Comencemos este viaje espacial por el principio. La frecuencia de envíos varía
según las necesidades de la Estación Espacial Internacional. En la actualidad, hay
uno cada mes y medio o dos meses. «El número de vuelos que alcanzan la ISS
(International Space Station, en español Estación Espacial Internacional) es de
diez aproximadamente por año, algunos de ellos se usan para transportar a la
tripulación (en estos vuelos la cantidad de mercancías que se puede cargar es
muy limitada) y algunos se usan solo para transporte de mercancías», explican
desde el directorio de Human and Robot Exploration Programme de la Agencia
Espacial Europea (ESA). En el caso de esta entidad europea, envían mercancía,
principalmente, «para cubrir todas las necesidades científicas y de
mantenimiento».

Lanzamiento del vehículo de mercancías ATV-5 de ESA a bordo del cohete ‘Ariane
5’. Transportó a la Estación Espacial Internacional aproximadamente 6,6
toneladas de suministros, incluyendo 2.682 kilogramos de mercancía seca.

¿Y qué se transporta? «De todo», afirma el astrónomo y divulgador científico Álex
Riveiro, «desde alimentos para los astronautas, que en ocasiones están
deshidratados y debe añadirse agua en la estación, hasta alimentos envasados al
vacío, pasando por experimentos y dispositivos, módulos, o componentes nuevos
(o reemplazos) para la estación». Desde la Agencia Espacial Europea confirman
que «sobre todo enviamos experimentos, pero también repuestos para cubrir las
necesidades de mantenimiento del módulo de la ESA» en la Estación Espacial
Internacional. Todo se transporta en el interior de cápsulas espaciales que
dependerán, en primer lugar, de la compañía o la agencia espacial que se
encargue del transporte. «Los vehículos de mercancías permiten una carga de
hasta 3 o 3,5 toneladas, presurizada y no presurizada», sostienen.

Las mercancías son enviadas por lo general en misiones no tripuladas, que son
llevadas a cabo por Roscosmos, la agencia espacial rusa, y NASA, que colabora
con empresas privadas. Entre 2008 y 2016, el transporte de productos a la
Estación Espacial Internacional y su devolución a la Tierra se realizó a través de
una docena de naves espaciales de SpaceX, conocidos con el nombre de ‘Dragon’,
y ocho naves espaciales de Northrop Grumman, conocidas como ‘Cygnus’. Desde
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2019 hasta 2024, los envíos de mercancías estarán al cargo de 20 lanzamientos
de SpaceX a bordo de sus ‘Dragon2’ y de diez vuelos gestionados por OrbitalATK,
empresa absorbida por Northrop Grumman en 2018.

       De izquierda a derecha: Thomas Pesquet (ESA) y Shane Kimbrought
       (NASA), preparando y empaquetando mercancías que retornaron a la
       Tierra en el SpaceX Cargo Dragon el 3 de junio de 2021

       Técnicos de ESA cargando más de 2.600 kilogramos de mercancía seca en
       el ATV Georges Lemaître que se enviará al espacio a bordo del Ariane 5
El ‘Cygnus NG-12’ llegando a la Estación Espacial Internacional en 2019
       con cuatro toneladas de experimentos científicos, suministros para la
       tripulación y material para la estación

Existe la posibilidad de sufrir «desde dificultades técnicas que puedan ralentizar
el proceso de empaquetado, o algún experimento que no está listo para ser
enviado al espacio, hasta lo que afecta al vuelo y la cápsula en sí», advierte el
divulgador Álex Riveiro. Otros problemas plausibles serían los ocasionados a la
hora del despegue, que obligaría a posponerlo a otra fecha, o en pleno vuelo. «En
este último caso, la cápsula puede perderse (se desintegra en la atmósfera de la
Tierra) o no lograr alcanzar su objetivo de acoplarse a la Estación Espacial
Internacional». Desde el directorio de Human and Robotic Exploration
programme de ESA afirman que «especialmente con pequeños objetos el riesgo
es que se pierdan, por eso su contención es muy importante». Así y todo, y
teniendo en cuenta todos los factores que intervienen en el proceso de envío, Álex
Riveiro sostiene que «hoy en día es muy raro que un vuelo de suministros salga
mal».

Si la precisión y las medidas de protección son cruciales para el transporte de
mercancías en la Tierra, en el espacio cobran el doble de importancia. Su
almacenamiento depende del producto que se quiera enviar, asegura el
divulgador Álex Riveiro, «pero por lo general todo se intenta reducir al mínimo
espacio posible para aprovechar al máximo la capacidad de carga de las
cápsulas». Todo lo que se puede empaquetar en un espacio mínimo, se comprime
para dedicar más espacio a otras cosas.

Las mercancías se transportan en bolsas estándar, conocidas como Cargo
Transfer Bags o CTB, que se usan durante la fase de lanzamiento, el trayecto y el
regreso a la Tierra. Estas bolsas están fabricadas con el material Nomex por
razones de inflamabilidad, según explican desde el directorio de Human and
Robotic Exploration Programme de la Agencia Espacial Europea, cuando estas
bolsas contienen hardware en su interior y se cierran, «no hay riesgo de tener
objetos flotando». Para evitar que los objetos floten producto de la ingravidez, la
tripulación puede usar velcro para pequeños objetos o cuerdas elásticas para
objetos de tamaño medio y grande para frenarlos. De hecho, hay piezas de velcro
para sujetar los objetos en las paredes de la Estación Espacial Internacional, lo
que ejemplifica que, a veces, las soluciones más simples, incluso en la logística
espacial, son las más útiles y eficientes.

BASURA ESPACIAL, LA ÚLTIMA FRONTERA DE LA LOGÍSTICA PARA SER
SOSTENIBLE
El cuidado por el medio ambiente y el respeto por el lugar donde vivimos no solo
repercute en la actividad logística de la Tierra, también alcanza al espacio. Según
el informe anual de la Oficina de Basura Espacial de ESA, cada vez existen más
desechos espaciales que son susceptibles de colisionar con satélites en
funcionamiento. En sí, los residuos no se devuelven, se almacenan en una cápsula
que, cuando llega el momento, se desacopla de la Estación Espacial Internacional
y se envía a la atmósfera de la Tierra, donde se desintegra por completo. Desde la
Oficina de Basura Espacial de la ESA confirman que solo hay dos ejemplos en los
que la basura espacial llega a la Tierra: cuando «un satélite o cohete vuelve a
entrar en la atmósfera, una porción sobrevive y se encuentra más tarde en el
suelo» o cuando «un experimento específico es orbitado que tiene el objetivo de
recolectar ejemplos de basura y más tarde este instrumento es recuperado».

Por el momento, afirman desde ESA, «no hay forma de desorbitar objetos
pequeños de basura espacial, aunque estamos trabajando en una nueva
tecnología con láseres que resulta prometedora». Por su parte, el ingeniero Diego
Garces de D-Orbit recuerda que «si queremos ser capaces de continuar enviando
objetos en el futuro, de viajar al espacio y de seguir teniendo una órbita terrestre
utilizable, este problema debe ser abordado para no llegar a un punto crítico».
Siempre que se lanzan cohetes al espacio se realiza previamente un análisis de
cuál es la posibilidad de ser golpeado por basura espacial y, con los futuros viajes
turísticos al espacio, se deberá estudiar con mayor profundidad. «Si queremos ser
sostenibles, debemos limitar los desechos espaciales en órbita», subraya Diego
Garces.
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