Claves para entender la decisión de España sobre el Sáhara: qué y quién está detrás?

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Claves  para   entender  la
decisión de España sobre el
Sáhara: ¿qué y quién está
detrás?
written by The Conversation | 22/03/2022
María López Belloso, Universidad de Deusto

Desde que el pasado viernes 17 de marzo se hiciera pública la
carta del presidente Pedro Sánchez al Rey de Marruecos han
sido numerosas y dispares las reacciones que ha desatado,
aunque la mayoría de ellas coinciden en la crítica en el fondo
y en la forma.

El debate está servido y ya hay quien lee esta noticia en
clave mundial, buscando las conexiones de este anuncio con las
alianzas geopolíticas internacionales en torno a la crisis de
Ucrania.

La solución al conflicto: ¿política
o Derecho?
La primera pregunta que debemos hacernos para entender el
alcance de este movimiento, del que no puede dudarse el
impacto político, es si la solución al conflicto del Sáhara
Occidental puede venir desde la política de espaldas al
Derecho Internacional.

Desde que se hiciera pública la toma de partido de Pedro
Sánchez, han sido muchos los que han señalado la incoherencia
de defender el Derecho Internacional y la soberanía nacional
en Ucrania. Sin embargo, al igual que hicimos cuando Trump
anunció el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el
territorio, es necesario recordar que a pesar de la
interrelación entre la política y el Derecho Internacional,
este pronunciamiento no cambia la naturaleza jurídica del
conflicto ni de su solución.

Así, es necesario aludir a los aspectos fundamentales que
determinan el marco jurídico aplicable para la resolución del
conflicto: la naturaleza del territorio, la representación
legítima de su población, el marco legal aplicable para su
resolución y el rol de España.

El territorio del Sáhara Occidental es un Territorio No
Autónomo, y por tanto, según las resoluciones de Naciones
Unidas (Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, aprobada el 24 de octubre de 1970) su
naturaleza solo cambiará cuando “el pueblo de la colonia o el
territorio no autónomo haya ejercido su derecho de libre
determinación de conformidad con la Carta y, en particular,
con sus propósitos y principios» (p. 174).

Esta naturaleza ha sido reiterada por parte del asesor
jurídico de Naciones Unidas, Hans Corell (S/2002/161), por
ejemplo, o en las distintas sentencias de los tribunales
europeos al hilo de la legalidad de la explotación de los
recursos naturales del territorio.

Esta naturaleza del territorio define también el estatus de
las partes, y concretamente la naturaleza de la presencia
marroquí en el territorio como una ocupación (ver Resoluciones
Res UNSC 377/1975 y Res UNGA 34/37 de 1979 y nuestro análisis
previo).

Estas mismas sentencias también dejan claro que el
representante legítimo del pueblo saharaui es el Frente
Polisario (Sentencia del TG de 29 de septiembre 2021) y que,
por tanto, cualquier decisión que afecte al bienestar del
pueblo saharaui, a la gestión de sus recursos naturales o a la
determinación de su futuro debe de pasar por la consulta a su
representante legítimo.
Dada la naturaleza del territorio y el estatus de las partes,
no cabe otro marco para la resolución del conflicto que el
establecido por el Derecho Internacional y las resoluciones de
Naciones Unidas, y este pasa por la realización del derecho de
autodeterminación del pueblo saharaui.

Sin embargo, no ayuda a aclarar este marco la laxidad en el
uso del lenguaje por parte de la propia ONU, que ha ido
modificando su formulación para la solución al conflicto desde
la defensa tajante de la autodeterminación (véase, por
ejemplo, la Resolución 621 de 1988), a la búsqueda de una
«solución política que sea mutuamente aceptable” (por ejemplo,
la Resolución 1541 de 29 de abril de 2004) o la apelación a un
“proceso político bajo sus pautas” del portavoz de la ONU,
Stéphane Dujarric, en su reacción al movimiento del Gobierno
español.

Por último, la condición jurídica del territorio marca también
la naturaleza de España como potencia administradora del
territorio, aunque los distintos Gobiernos españoles hayan
tratado de desligarse de su responsabilidad.

¿Una traición nueva o una nueva
traición?
Teniendo en cuenta los fundamentos jurídicos aplicables, ¿cuál
es la repercusión real del anuncio del presidente Sánchez? El
Frente Polisario recuerda que este posicionamiento no cambia
el estatus del territorio ni la responsabilidad de España,
mientras que hay quien afirma que este anuncio no supone
cambio, ya que la traición del PSOE se remonta a la época de
Felipe González.

Si bien es cierto que el Partido Socialista hace tiempo que se
alineó con la propuesta marroquí, nunca hasta ahora se había
realizado un posicionamiento oficial que contraviniese la
tradicional “neutralidad activa” de la postura española. Por
eso, muchas de las críticas se dirigen a la forma en la que se
ha realizado este cambio, sin informar ni a los socios del
gobierno de coalición, ni a la oposición, ni a la ciudadanía.

Las críticas más tibias solo reprochan a Pedro Sánchez la
forma en la que se ha comunicado esta decisión, alegando que,
dado su calado, debería haber sido comunicada de forma
consensuada y transparente, y no como reacción a la
publicación de la misiva por parte de Marruecos.

Sin embargo, estas posiciones ignoran que este cambio de
rumbo, además de contravenir el posicionamiento histórico de
la política exterior española y las ya mencionadas bases del
derecho internacional, contradice el propio programa electoral
del partido socialista de 2019, que en su página 286 prometía
respetar el principio de autodeterminación del pueblo
saharaui), por lo que sus bases y sus votantes deberían
también reclamarle explicaciones, no solo en la forma, sino en
el fondo.

¿Estrategia de política nacional o
alianzas internacionales?
Así las cosas, muchos se preguntan por el por qué de este
cambio y el por qué ahora, cuando más necesario es estrechar
los lazos con Argelia, aliado histórico del pueblo saharaui.
Mientras que el argumento oficial que se desprende de los
fragmentos filtrados de la misiva y de las declaraciones de
algunos miembros del partido apuntan a la necesidad de cerrar
la crisis diplomática con Marruecos, es necesario analizar la
repercusión global de esta decisión para saber si responde a
una estrategia de política nacional o a alianzas estratégicas
internacionales.

En primer lugar, es necesario recordar que Marruecos reconoció
que el origen de esta crisis diplomática no fue por la
atención hospitalaria del lider del Frente Polisario Brahim
Ghali, sino por el posicionamiento español tras el anuncio de
Trump del reconocimiento de la soberanía sobre el territorio.

En esta clave, la decisión adoptada por el Gobierno de Pedro
Sánchez supondría una cesión al chantaje marroquí para iniciar
otra crisis con Argelia, quien asegura no haber sido informada
de este viraje.

Además, desde la oposición le recriminan al Gobierno que no se
haya informado en sede parlamentaria de este cambio e incluso
sus socios de Gobierno han pedido la comparecencia del
presidente para dar explicaciones de este cambio

Las manos que mueven los hilos
Sin embargo, ya hay quien ve en este giro un interés que va
más allá de un intento por solucionar una crisis bilateral, un
cambio que responde a intereses geopolíticos más amplios.

En primer lugar, resulta difícil desligar cualquier decisión
actual de la crisis ucraniana. No en vano, es bueno recordar
que Marruecos se abstuvo en la votación contra Rusia en la
Asamblea General, consciente de la relación de Argelia con
Rusia y del papel del país asiático en la región.

Otras voces apuntan a que España sigue así los pasos de
EE. UU. y de Alemania para descongelar las relaciones con
Marruecos y reforzar así la alianza con quien entienden que es
un socio clave en la región.

Merece la pena señalar que también en el caso de Alemania fue
Marruecos el que filtró una misiva del recién elegido
canciller para dar cuenta de lo que entendía como un respaldo
a su plan de autonomía, a pesar de que Alemania afirma no
haber variado su postura oficial respecto al conflicto. Lo que
resulta difícil de entender, en cualquier caso, es el momento
elegido para este cambio de postura, cuando la alianza con
Argelia es estratégica en la crisis energética europea.
Ante estos interrogantes es lógico preguntarse quién es el
principal impulsor de esta medida, y todo apunta en dos
direcciones: EE. UU. y Francia. Ambos países tienen intereses
claros en la región, y no es la primera vez que el conflicto
del Sáhara Occidental se cuela en las claves geopolíticas de
la zona y especialmente en la repercusión de las relaciones de
EE. UU., Rusia y China.

Por otro lado, Francia es el principal valedor de la postura
marroquí, y la sintonía entre el Gobierno español de Pedro
Sánchez y el presidente Macron fue evidente en la reunión del
pasado 15 de marzo, justo antes del anuncio de este cambio de
postura.

Mensajes al pueblo saharaui
De lo que no cabe duda es de que esta situación da un mensaje
claro al pueblo saharaui y al Frente Polisario. En primer
lugar, queda patente que no todas las guerras son iguales y
que la repercusión política y social de los conflictos está
condicionada por cuestiones como la raza y la cercanía
cultural, y sobre todo, por los intereses económicos.

La apuesta del pueblo saharaui por una solución pacífica a un
conflicto que dura más de 46 años solo les ha llevado al
ostracismo y al bloqueo mediático, roto únicamente cuando la
violencia ha escalado en el territorio. Así, es difícil que la
apuesta por la paz se mantenga, sobre todo entre las
generaciones saharauis más jóvenes.

Por otro lado, la incoherencia     en la aplicación del Derecho
Internacional lleva al pueblo      saharaui a desconfiar de la
comunidad internacional, que       ve cómo Marruecos viola el
derecho de forma recurrente e      incluso los propios acuerdos
firmados sin ninguna repercusión   ni legal ni política.

Y por último, el tercer mensaje que esta situación envía al
pueblo saharaui es que no puede confiar en la clase política
española. A diferencia de otros países como Portugal, que
hicieron de la descolonización de Timor Este una apuesta
nacional hasta que se solucionó en conflicto con Indonesia,
todos los partidos políticos españoles se han caracterizado
por defender una postura en torno al Sáhara Occidental desde
la oposición y la contraria desde el Gobierno.

A pesar de las críticas de sus socios de Gobierno y de los
partidos que facilitaron la investidura, es poco probable que
su reacción vaya más allá de declaraciones mediáticas y alguna
pregunta en sede parlamentaria.

Y como decía el recién fallecido Desmond Tutu: “Si eres
neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del
opresor”. Parece claro que cada vez son más los que eligen el
“lado del opresor” y sólo resta ver cómo reacciona el pueblo
oprimido.

María López Belloso, Investigadora asociada del proyecto
GEARING ROLES (H2020), Universidad de Deusto

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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