CONOCER N.º 125 Enero de 2021 - FOAL
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CONOCER N.º 125 Enero de 2021 Sumario - Presentación - Actualidad ¿Alcohol?, ni mucho ni poco, nada Viajes turísticos al Titanic - En portada El teletrabajo que llegó con la COVID-19 para quedarse - Nuestro mundo En busca de los olores perdidos de Europa El Okmok II, la caída de la República Romana, el determinismo climático y su extraña conexión - Entrevista Amparo Climent, actriz y directora de Las cartas perdidas, un documental sobre la memoria histórica femenina: “Solo conociendo la verdad, haciendo justicia y reparando a las víctimas, podremos descansar” - Historia Enrique Martínez Ruiz, autor de Felipe II: hombre, rey, mito: “Felipe II fue un rey distante que no estuvo al alcance de sus súbditos” - Libros 1
Presentación La pandemia del coronavirus ha cambiado hasta nuestra forma de trabajar. Si el teletrabajo era algo muy residual en nuestro país, la COVID-19 ha hecho que deje de serlo. El pasado mes de octubre entró en vigor la nueva regulación del trabajo a distancia, fruto del diálogo social, y empresarios y trabajadores nos darán su opinión sobre cómo creen que se desarrollará esta modalidad de trabajo en nuestro país. La historia está repleta de olores esparcidos en pinturas, grabados, textos… Ahora, un proyecto financiado por la Unión Europea, llevado a cabo por historiadores, museólogos y lingüistas de varios países, denominado Odeuropa, pretende identificarlos y estudiarlos a través de la inteligencia artificial para investigar cómo los aromas han influido en las sociedades y tradiciones en los últimos siglos. En este número de Conocer también te hablaremos de cómo la erupción de un volcán situado en las islas Aleutianas, en Alaska, ocurrida en el año 43 antes de Cristo, pudo tener bastante que ver con algo que sucedió en el otro extremo del planeta, a más de 8.000 kilómetros de distancia: el fin de la República Romana y el nacimiento del Imperio Romano. Las mujeres republicanas sufrieron verdaderas atrocidades durante la Guerra Civil y los años que la siguieron. Fueron doblemente perseguidas, por su condición de mujeres y por su ideología. La actriz y directora Amparo Climent lo refleja en el documental ficcionado Las cartas perdidas, que se estrenará en los cines en breve. Felipe II ha sido un monarca fundamental en la historia de España y en la historia universal. Pese a haber sido ampliamente estudiado, la complejidad de su figura sigue escondiendo detalles y despertando interpretaciones. El historiador Enrique Martínez Ruiz, autor del libro Felipe II: hombre, rey, mito, nos ayuda a conocer un poco más la faceta como hombre de este poderoso rey. 2
Actualidad ¿Alcohol?, ni mucho ni poco, nada Así lo dicen investigadores españoles, que concluyen en un estudio publicado en la Revista Española de Salud Pública que no hay evidencias de que el consumo moderado de diferentes bebidas alcohólicas pueda relacionarse con beneficios para la salud o un menor riesgo de enfermedad. El trabajo, para el que han analizado estudios publicados en los últimos 20 años, indica que la recomendación es clara: el consumo más seguro es el consumo cero de alcohol. Según este grupo de expertos, encabezado por Iñaki Galán, investigador del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III, no hay evidencias de que el consumo de diferentes bebidas alcohólicas tenga un efecto diferencial en la aparición y desarrollo de enfermedades cardiometabólicas, neurodegenerativas o cáncer. Por ello, no creen que una u otra bebida alcohólica pueda relacionarse con menor riesgo de padecer enfermedades o con beneficios para la salud, con lo que su recomendación es, simplemente: cero alcohol. A juicio de Galán, hay cierta tendencia social a creer que algunos tipos de bebidas alcohólicas podrían aportar, dentro de los comprobados efectos negativos globales que tiene el consumo de alcohol, algún efecto beneficioso para la salud, como es el caso de los polifenoles del vino. “Lo mejor, en cuestiones de seguridad para la salud, es no consumirlo”, asegura. Pero, en el caso de que se consuma alcohol, “la recomendación es no sobrepasar ciertos umbrales (no llegar a 20 gramos/día en hombres y 10 en mujeres)”. La investigación llevada a cabo por este grupo de expertos revela que no hay consumo positivo de alcohol para la salud, e indica que tomar una u otra bebida alcohólica, como vino, cerveza, licores o combinados, no influye en posibles resultados de salud o en el riesgo de enfermedad o muerte, de manera que dicen que es muy difícil sacar conclusiones sobre posibles efectos desiguales en la salud entre una u otra bebida. Viajes turísticos al Titanic La noche del 14 al 15 de abril de 1912, el Titanic chocó contra un gran iceberg en el océano Atlántico frente a las costas de Terranova. Cuando zarpó de Southampton, al sur de Inglaterra, el 10 de abril de 1912 en su viaje inaugural hacia Nueva York, nada ni nadie hacían presagiar la tragedia que se cernía sobre el mayor y más lujoso barco jamás construido hasta entonces. Alrededor de 1.500 personas perdieron la vida en el hundimiento del Titanic, una de las mayores catástrofes marítimas de la historia. 3
El transatlántico lleva 108 años hundido en las profundidades del mar y su leyenda sigue viva. En todo ese tiempo, hasta él solo se han acercado expediciones científicas; ningún turista ha visto con sus propios ojos allí abajo los restos del célebre barco. Sin embargo, esto va a dejar de ser así en breve, ya que la compañía OceanGate Expedition realizará viajes turísticos para contemplar al Titanic, que se encuentra partido en dos en las gélidas aguas a 3.800 metros de profundidad. Las inmersiones al Titanic arrancarán en 2021 y se llevarán a cabo de mayo a septiembre, aprovechando las temperaturas cálidas en el hemisferio norte. Si estás interesado, solo hay un pequeño inconveniente, su nada módico precio: desde 125.000 dólares (unos 105.000 euros al cambio). Una experiencia solo al alcance de turistas ricos que, además, deberán estar en buena forma física y demostrar que están preparados para trabajar en equipo. Este viaje turístico durará ocho días y partirá desde St. John, en Terranova, Canadá, hasta el lugar del hundimiento. La inmersión hasta los restos del Titanic se realizará a bordo de un pequeño submarino, bautizado con el nombre de Titan, con capacidad para cinco personas, de las que dos serán tripulación y las otras tres turistas. Los afortunados pasarán unas 6-8 horas de aventura bajo el agua disfrutando de lo que queda del famoso transatlántico. Pero estos ricos e intrépidos turistas no serán solo eso, turistas. También se considerarán “especialistas de la misión” y deberán participar en la investigación del Titanic, ya que las inmersiones al lugar donde se encuentran los restos de la nave permitirán a los expertos y científicos que participan en el proyecto recopilar imágenes, vídeos y demás material para continuar investigando el barco y evaluar el estado de su casco. Y es que la compañía OceanGate Expedition dice que no quiere que el Titanic se convierta en una atracción turística. Lo cierto es que tal vez estas expediciones brinden a turistas e investigadores una de las últimas oportunidades de presenciar lo que queda del Titanic en el fondo del océano, ya que unos pequeños microorganismos comedores de hierro están devorando el casco del transatlántico. Los científicos calculan que en un par de décadas una nueva bacteria, que ha sido bautizada con el nombre de Halomonas titanicae, en honor del barco, podría hacer desaparecer los restos del Titanic, de manera que hacia el año 2040 no quedaría nada del célebre buque. 4
En portada El teletrabajo que llegó con la COVID-19 para quedarse Por Nuncy López Valencia Antes de la pandemia del coronavirus, el teletrabajo avanzaba lentamente en España, pero la llegada de la COVID-19 y la declaración del estado de alarma provocó que esta modalidad de trabajo se implantara de forma súbita y forzase la aprobación de una normativa para regularlo, que entró en vigor a mediados del pasado mes de octubre. ¿Cómo afrontan empresarios y trabajadores esta nueva realidad laboral? Ellos mismos nos lo cuentan. La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto que el trabajo a distancia ha sido importante para frenar el contagio de la enfermedad, pero sobre todo ha servido para demostrar que esta modalidad de trabajo es el mecanismo más eficaz para mantener la actividad de las empresas en momentos tan complicados como los que estamos viviendo. En la actualidad, nadie duda de que el trabajo a distancia ha llegado para quedarse. Un estudio del Banco de España señala que en 2018 esta modalidad de trabajo era residual, ya que solo un 7,5 por ciento de los trabajadores españoles teletrabajaba, muy por debajo del 13,5 por ciento que lo hacían en el conjunto de la Unión Europea (UE). Sin embargo, la expansión de la COVID-19 ha disparado el trabajo en remoto, hasta el punto de que para un buen número de empresas ha sido la solución para afrontar las duras consecuencias económicas de esta crisis sanitaria. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), durante el segundo trimestre de 2020, cuando tuvo lugar el estado de alarma, un 16,2 por ciento de los ocupados españoles trabajaron desde su domicilio “más de la mitad de los días”, hasta superar los 3 millones de personas, frente al 4,8 por ciento en 2019, lo que representa un incremento del 337 por ciento. Otras encuestas, como la de Eurofound Living, working and COVID-19, indican que 3 de cada 10 trabajadores españoles (el 30 por ciento) empezaron a teletrabajar a causa de la pandemia. Esta situación forzó que, tras meses de negociaciones, Gobierno, empresarios y sindicatos llegaran a un acuerdo el pasado mes de septiembre, que se plasmó en el decreto ley de trabajo a distancia, publicado en el BOE el 22 de ese mes y que entró en vigor 20 días después. La nueva norma se aplica a las relaciones de trabajo que se desarrollen a distancia “con carácter regular”, entendiéndose por “regular” el teletrabajo que se preste, en un periodo de tres meses, un mínimo del 30 por ciento de la jornada, o el porcentaje proporcional equivalente en función de la duración del contrato de trabajo. Entre las principales novedades de este decreto destacan la voluntariedad del teletrabajo tanto para el empleado como para la empresa, la obligatoriedad de 5
firmar un acuerdo entre el trabajador y la empresa, la garantía de que quienes teletrabajen tendrán los mismos derechos que si desarrollaran la actividad de forma presencial, la flexibilidad horaria, la posibilidad de que la empresa adopte medidas de vigilancia y control para que los empleados cumplan con su trabajo y el derecho del trabajador a que le sean sufragados o compensados por parte de la empresa los gastos derivados del desarrollo del trabajo a distancia, un asunto este que generó bastante polémica durante la negociación. Presentismo y desconfianza Para Rosa Santos Fernández, directora del Departamento de Empleo, Diversidad y Protección Social de la CEOE, que ha participado en la negociación del decreto ley del trabajo a distancia, aunque no era una regulación urgente, sí se podía entender “necesaria para garantizar una implantación creciente del teletrabajo en un entorno digital y global, que se ha acelerado con la COVID-19”. Aclara a Conocer que la norma aprobada está orientada a la implantación del trabajo en remoto “en un escenario de normalidad; nada que ver con el teletrabajo COVID, impuesto como medida de contención sanitaria, que ha quedado fuera de la aplicación de esta norma”. Sin embargo, a juicio de Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de CC. OO., que también intervino en la negociación, era “necesario y urgente” regular el teletrabajo por la situación de pandemia, aunque coincide en que esta normativa no solo aspira a regular la situación actual, sino “a que sea permanente”. “Ha tenido que llegar una pandemia para que nos cerciorásemos todos de que esta forma de trabajar no solo no es negativa, sino que es positiva para todas las partes, para los trabajadores y para las empresas”, asegura a nuestra revista. Pero, entonces, ¿por qué cuesta tanto implantar esta modalidad de trabajo en nuestro país? El responsable de CC. OO. lo tiene claro; los motivos son varios. Por un lado, apunta a la estructura productiva que tiene España, “con menores trabajos susceptibles de ser teletrabajables”, y, por otro y sobre todo, a la forma de gestionar el capital humano de las empresas, “fundamentada en el presentismo y la desconfianza hacia los trabajadores”. Sobre las previsiones a futuro, Gutiérrez dice que habrá que esperar a ver si esta situación de pandemia que ha obligado a extender el teletrabajo de forma masiva permite superar esos obstáculos y que los empresarios vean que es “un elemento positivo”. Por el contrario, la responsable de la CEOE no cree que se deba de hablar de reticencia por parte de las empresas a implantar el teletrabajo. “Se ha demostrado que la mayoría se han adaptado con rapidez y ya era habitual en algunos sectores antes de la COVID-19. La digitalización de los procesos y la transformación de las competencias de los trabajadores y trabajadoras fomentará aún más su utilización”, afirma, aunque matiza que “en nuestra economía hay sectores con mucho peso, como el turismo, la agricultura o los servicios, con un componente presencial inevitable”. En todo caso, Santos Fernández dice que corresponde a cada empresa decidir si esta forma de organización del trabajo se adapta o no a sus necesidades, y 6
considera que “la negociación colectiva tiene mucho que aportar”. A su juicio, es probable que el teletrabajo “sea cada vez más común en el futuro, sobre todo por el avance de la digitalización y si ganan peso sectores más basados en el conocimiento. Pero es difícil prever hasta qué punto y hacer estimaciones”, opina. La portavoz de la CEOE destaca que empresas y trabajadores han hecho un esfuerzo “enorme” durante la pandemia para dar continuidad a la actividad a través del teletrabajo, para lo que ha sido necesario acelerar los procesos de digitalización. “Sin duda, hay que fortalecer las inversiones para garantizar la digitalización de nuestra economía y nuestras empresas, y el éxito de estos procesos dependerá, en buena parte, de las destrezas, habilidades y competencias de las personas trabajadoras, de ahí que adquiera un papel central la formación”. A este respecto, el secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de CC. OO. cree que una buena parte de los trabajadores están preparados para teletrabajar, pero coincide en que puede haber empleados que quieran trabajar en remoto y no estén formados y en el importante papel que juega la negociación colectiva en este asunto. De hecho, Gutiérrez considera que la negociación colectiva es “una herramienta fundamental” para desarrollar todos los acuerdos del teletrabajo en las empresas. Para el responsable de CC. OO., es necesario “cualificar” la negociación colectiva para que, además de abordar temas más tradicionales, como el salario, la jornada, los permisos, etc., toque aspectos como el teletrabajo. Además, cree que los trabajadores, a nivel individual y colectivo, “también tenemos que sacar conclusiones de esta pandemia en el sentido de que, si nos unimos y tenemos representación legal, podremos alcanzar mejores acuerdos, y esto sirve para el teletrabajo, pero también para los ertes y para todo tipo de cuestiones”. Beneficios, y también riesgos Sobre cómo debe implantarse y mantenerse esta modalidad de trabajo en España, los sindicatos no creen que el teletrabajo permanente sea una buena opción para los trabajadores. En opinión de Gutiérrez, la fórmula ideal es el trabajo a distancia combinado con el trabajo presencial, “y así lo intentaremos implantar a través de la negociación colectiva”, subraya. Porque, según el responsable de CC. OO., el teletrabajo tiene claros beneficios para los trabajadores, como ahorrarse el tiempo de traslado al centro de trabajo, “que va asociado a mucha tensión, ansiedad y levantarse antes y poder descansar menos”, favorecer la conciliación o contribuir a reducir los accidentes in itinere (al ir o regresar del trabajo), pero también tiene sus riesgos y amenazas cuando se convierte en permanente. Entre estos últimos, destaca el aislamiento social y la total desconexión del empleado de sus compañeros y equipos de trabajo, lo que, a su juicio, “tampoco es bueno para las empresas”, sobre todo cuando las compañías buscan procesos de innovación basados en la colaboración y cooperación de los 7
trabajadores, lo que se hace más dificultoso si se teletrabaja de manera permanente. Otra amenaza es que no se cumpla el derecho a la desconexión digital, aunque, para González, este asunto va más allá del trabajo a distancia o el presencial. A su juicio, la empresa debe tomar todas las medidas necesarias para que ese derecho se haga efectivo, además de hacer pedagogía con los mandos y con los jefes en esta materia. En cualquier caso, el secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de CC. OO. subraya que el teletrabajo es voluntario y que, si al empleado no le interesa esta forma de desarrollar su actividad, puede rechazarla y volver al trabajo presencial. La directora del Departamento de Empleo, Diversidad y Protección Social de la CEOE cree que no se puede afirmar, con carácter general, que el trabajo en remoto ofrezca más o menos ventajas que el trabajo presencial. “Primero hay que analizar si un determinado puesto es o no teletrabajable y, si lo es, será el equilibrio de intereses de empresa y persona trabajadora lo que lo hará resultar más o menos ventajoso”, indica, al tiempo que señala que “la negociación colectiva resultará clave a estos efectos”. Santos Fernández coincide con el responsable sindical en que el teletrabajo ofrece algunas oportunidades en términos de sostenibilidad y de inclusión que son “evidentes”, así como en lo referente a la conciliación, pero alerta igualmente de que también puede aparejar problemas de aislamiento. ¿Y puede afectar a la productividad de las empresas? “La productividad –responde la portavoz de la patronal– depende de diversos factores, tanto si hablamos de trabajo presencial como en remoto. La implementación de esta forma de organización del trabajo no debería perjudicar a la productividad de las empresas; de hacerlo, desalentaría su utilización”, advierte. Además, señala que en sí misma no actuará como elemento de deslocalización, no fomentará el riesgo de la contratación de teletrabajadores en otros países. La compensación al trabajador de los gastos derivados del desarrollo del trabajo a distancia (luz, gas, agua…) ha sido otro de los temas espinosos del acuerdo. El decreto ley establece que estos gastos deberán ser sufragados o compensados por la empresa, y deriva a la negociación colectiva o, en su caso, al acuerdo individual entre empresa y trabajador, el mecanismo para determinarlos y compensarlos o abonarlos. A este respecto, Santos Fernández cree que la rentabilidad para las empresas del teletrabajo “dependerá del equilibrio de intereses entre empresa y trabajador”. Sobre este asunto, el responsable de CC. OO., tras dejar claro que ningún empleado que esté teletrabajando puede sufrir discriminación salarial con relación a los compañeros que trabajen de forma presencial, subrayó que “los trabajadores no tienen que asumir los gastos que conlleva teletrabajar desde su domicilio” y apeló nuevamente a la importancia de la representación legal de los trabajadores y la unión para conseguir mejores acuerdos. 8
Nuestro mundo En busca de los olores perdidos de Europa Por Federico Kukso/Agencia SINC Odeuropa es el primer proyecto internacional de investigación de los aromas del pasado y el presente. Historiadores, museólogos y lingüistas digitales de los Países Bajos, el Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Eslovenia explorarán durante tres años referencias olfativas en pinturas, tratados médicos y novelas con técnicas de inteligencia artificial. El objetivo es luchar contra el olvido oliendo la historia. En las manos de cientos de hombres y mujeres adinerados, retratados a partir del siglo XIV, se esconden las fallidas estrategias con las que se intentaban lidiar las recurrentes enfermedades y pestes durante siglos en Europa. Las pinturas y grabados no reflejan reinas, príncipes, aristócratas, cortesanas ni burgueses con mascarillas, pero sí sosteniendo pomanders, es decir, pequeñas esferas de orfebrería perforadas, hechas en oro, plata, perlas y demás elementos preciosos, en las que se introducían perfumes, hierbas o especias para aromatizar su entorno. Los nobles usaban estos amuletos odoríferos también en collares o colgando de una cadena unida a sus cinturas. No se trataba solo de un indicador de estatus. Por entonces, estaba bien instalada la creencia de que, acercadas a las fosas nasales, estas pequeñas obras de arte –cuyo nombre viene de la expresión francesa pomme d’ambre o manzana de ámbar, aunque venían en todas las formas, desde corazones a calaveras– otorgaban alguna clase de protección: además de encubrir los malos olores corporales propios, eran consideradas un antídoto a los olores pútridos o miasmas que, desde la antigüedad hasta bien entrado el siglo XIX, se pensaba que propagaban las enfermedades. Como estos dispositivos aromáticos portátiles, las referencias a nuestro pasado olfativo –y los rituales, prácticas e ideas asociados– se encuentran esparcidas en innumerables textos, pinturas y grabados. Desde hace menos de cuatro décadas, historiadores de las ideas y las sensibilidades, antropólogos, perfumistas, museólogos –todos descendientes intelectuales del francés Alain Corbin, cuyo libro El perfume o el miasma: el olfato y lo imaginario social, siglos XVIII y XIX marcó un antes y un después en la historia de la percepción– las rastrean y estudian como parte del patrimonio cultural. Es el patrimonio olfativo de la humanidad. “Los olores juegan un papel importante en nuestra vida diaria: nos afectan emocional, psicológica y físicamente, dan forma a quiénes somos, a dónde pertenecemos, cómo experimentamos los encuentros con diferentes culturas e influyen en la manera en que nos relacionamos con la historia”, cuenta a SINC la argentina Cecilia Bembibre, investigadora del Instituto de Patrimonio Sostenible del University College de Londres (UCL). “Pero a nivel académico, a quienes los estudiamos desde una perspectiva histórica o de la conservación se 9
nos mira con cierta curiosidad y sorpresa. Hay una reticencia a tratarnos con seriedad”, opina. La situación, sin embargo, parece estar cambiando. Por primera vez, la Unión Europea financiará durante tres años un ambicioso proyecto internacional que explorará los olores perdidos del continente. Con un presupuesto de 2,8 millones de euros, la iniciativa conocida como Odeuropa utilizará inteligencia artificial para investigar cómo los aromas han moldeado comunidades y tradiciones entre los siglos XVII y el presente. “Los olores dan forma a nuestra experiencia del mundo, pero tenemos muy poca información sensorial sobre el pasado”, cuenta la historiadora cultural neerlandesa Inger Leemans, líder del proyecto. “Odeuropa se sumergirá en las colecciones del patrimonio digital para descubrir los aromas clave de Europa y las historias que transmiten, y luego traerlos de vuelta a nuestras narices”. Minería de datos nasales Formalmente, el proyecto comenzará este mes de enero y congregará a toda clase de especialistas europeos interesados en la historia del olor que, hasta el momento, trabajaban en solitario, desconectados. El equipo interdisciplinario estará formado por historiadores, lingüistas computacionales, químicos, museólogos, perfumistas y especialistas en aprendizaje automático, reconocimiento de patrones y humanidades digitales. Todos ellos y ellas, procedentes del Reino Unido, los Países Bajos, Alemania, Italia, Francia y Eslovenia, explorarán referencias olfativas en pinturas, grabados, novelas, libros de cocina, tratados médicos, relatos de viajes, archivos notariales y antecedentes penales –en los que quedaron registros de quejas y peleas por malos olores–. También en los llamados “libros de secretos”, es decir, recopilaciones de fórmulas mágicas y recetas de alquimia, elaboración de perfumes y cosméticos que comenzaron a imprimirse en el siglo XVI y precedieron a las publicaciones científicas. Durante el primer año, los historiadores del equipo recopilarán fuentes en siete idiomas (inglés, italiano, francés, esloveno, latín, neerlandés y alemán) con algún tipo de alusión a olores, como los perfumes que se usaban para combatir enfermedades, la expansión del tabaco, el hedor de las ciudades y trasformaciones olfativas provocadas por la industrialización. “Nuestros sentidos son nuestras puertas de entrada al pasado”, señala Leemans, profesora de la Universidad Libre de Ámsterdam. “Mucho más que la vista, el tacto o el oído, el olfato está vinculado directamente a las emociones y recuerdos. Aun así, se tiende a pasar por alto la importancia de los olores en nuestra sociedad actual”. El proyecto aprovechará que, en los últimos años, instituciones europeas han invertido en la digitalización a gran escala y ahora cuentan con una gran cantidad de datos de objetos, textos e imágenes a la espera de ser analizados con técnicas informáticas de lo que se conoce como data mining o minería de datos. 10
Para ello, la lingüista computacional Sara Tonelli y la neerlandesa Marieke van Erp, especialista en humanidades digitales, desarrollarán herramientas de software para la excavación olfativa. “Le enseñaremos a los ordenadores a reconocer en un texto descripciones de olores y experiencias asociadas", explica Van Erp, del Clúster de Humanidades KNAW. “Entrenaremos a un algoritmo de aprendizaje automático para que identifique fragmentos de texto que contengan las palabras 'olor', 'aroma', 'hedor' o 'acre'. La cuestión es que para que esto funcione, el ordenador necesita muchos ejemplos”. Los idiomas occidentales, como el inglés y el neerlandés, no contienen vocabularios ricos para describir referencias olfativas en comparación con otras lenguas. Por ejemplo, los jahai, un grupo de cazadores-recolectores nómadas de Malasia, tienen más de una docena de términos para describir olores. En inglés hay menos de 30 palabras, que se usan para hacer referencia a la intensidad de un olor o a sensaciones como fétido y hediondo. “Nuestros hallazgos iniciales muestran que a menudo utilizamos una construcción que incluye un verbo y una descripción, por ejemplo 'huele a limón' –detalla Van Erp–, pero esperamos encontrar muchas más construcciones diferentes, especialmente al retroceder en el tiempo, cuando la gente estaba más sintonizada con los sentidos y la olfacción jugaba un papel más importante en la vida diaria que ahora”. Una ventana al pasado de cada país Las descripciones de los olores y experiencias olfativas en textos ofrecen una ventana al pasado lejano, a las emociones y supersticiones a las que han sido asociados a lo largo del tiempo. Cada investigador explorará temáticas propias. “Siendo de los Países Bajos –cuenta Inger Leemans–, me interesa conocer referencias al olor del agua fresca o contaminada: los ríos, los canales apestosos de la era moderna. También me interesan mucho las estrategias olfativas: ¿cómo utilizaba la gente los olores para protegerse de las enfermedades?”. Por su parte, Sara Tonelli, de la Fondazione Bruno Kessler en Trento, espera encontrar en textos de los futuristas italianos menciones al olor de combustible, asociado a industrias y al progreso. En el caso de pinturas, especialistas en visión por computadora de la Universidad de Erlangen-Núremberg, en Alemania, recolectarán representaciones visuales relacionadas con el olfato –como flores, tabaco o personas olfateando– y le pedirán a un gran número de individuos que los ayuden a identificarlas, y así entrenar a un algoritmo de aprendizaje automático para reconocer objetos de olor similar en nuevas imágenes. Les guiará Lizzie Marx, historiadora del Arte de la Universidad de Cambridge, quien explora la visualización del olfato y sus significados en el arte neerlandés del siglo XVII. “Trabajaré para identificar y analizar los rastros visuales del olor en las obras de arte a partir de los datos de imágenes recopilados”, explica. “Como pomanders, guantes de cuero perfumados visibles en retratos, flores, 11
comida, relatos que involucran olor, como María Magdalena y su frasco de ungüento fragante, e iconografía olfativa, como las alegorías del olfato en la imaginería de los cinco sentidos. Hay todo un universo de olores por explorar". Coordenadas espacio-temporales de aromas La información olfativa que este grupo de investigadores extraiga de los textos e imágenes las reunirán en lo que denominan un Gráfico de Conocimiento Olfativo Europeo: una gran base de datos online, un atlas con coordenadas temporales y espaciales de olores comisariado por historiadores culturales como el inglés William Tullett, autor de Smell in Eighteenth-Century England: a social sense. “Un olor que me interesa es el del tabaco, porque se vincula a la historia de la sensibilidad, del comercio, de la colonización y de la salud”, destaca este investigador de la Universidad Anglia Ruskin. “Es, en definitiva, una lucha contra el olvido”, afirma Bembibre, quien ya ha estudiado y desarrollado técnicas para preservar el olor de libros antiguos de la biblioteca de la Catedral de San Pablo en Londres. “Si nadie documenta estos olores, prácticas, ideas y tradiciones, se pierde su recuerdo en una o dos generaciones”. En la última etapa, químicos y perfumistas recrearán los aromas y hedores explorados y los compartirán con los visitantes de museos en los próximos años, por ejemplo, para promover la conciencia ecológica confrontando al público europeo con el trauma olfativo producido por la industrialización. “Así, las personas podrán oler la historia”, señala la neerlandesa Caro Verbeek, historiadora cultural de los sentidos, conocida por recorridos olfativos y talleres sensoriales para museos. “Los ordenadores quizás nos ayuden a descubrir en textos y pinturas referencias olfativas nuevas, desconocidas para los historiadores. Vivimos en sociedades tan oculocéntricas que pensamos que las obras de arte son solo para ver. Pero no es así: nuestros ojos nos dan acceso a una fracción de una experiencia multisensorial propuesta por un artista", continúa Verbeek. La pandemia de la COVID-19 ha subrayado la importancia de los olores: además de la pérdida del olfato como uno de los síntomas de la infección por coronavirus, el aislamiento social afecta a nuestros entornos olfativos. Extrañamos los olores de las personas que amamos, así como los olores de los lugares a los que ya no viajamos. “Los estímulos olfativos pueden servir como un medio vital para conectar a las personas con su pasado y con otras culturas”, sugiere Leemans. “Los aromas son creadores de conversaciones, pueden tender puentes entre comunidades. Llevar estos olores a los museos, directamente a la nariz del público europeo, ayudará a las personas a conectarse con las colecciones patrimoniales, les permitirá descubrir y oler como nunca mundos que se pensaban perdidos”. 12
El Okmok II, la caída de la República Romana, el determinismo climático y su extraña conexión Por Refugio Martínez Igual que, según la teoría del efecto mariposa, el aleteo de un lepidóptero en Brasil puede provocar un terremoto en China, una erupción en Alaska puede ayudar a sentar las bases del Imperio Romano. Esto es así porque, nos guste o no, las fuerzas de la naturaleza muchas veces han marcado el curso de los acontecimientos o, dicho de otra manera, no son los comportamientos humanos los únicos que hacen historia. Los volcanes han sido grandes activistas a la hora de configurar la forma y la geografía de nuestro planeta. Tanto es así que han creado islas y han dado forma a sistemas montañosos. Sus erupciones han provocado terremotos y maremotos que han desplazado las placas tectónicas de la Tierra, sus ríos de lava han barrido civilizaciones enteras y los dinosaurios aparecieron sobre la Tierra ayudados por el vulcanismo. En los últimos 2.500 años, ha habido erupciones enormes, como la del volcán Tambora, en Indonesia, en 1815, responsable del año sin verano que se vivió en EE. UU. y Europa. Más recientemente, hemos podido vivir en directo la erupción del Pinatubo, en la isla de Luzón (Filipinas), en 1991, que rebajó la temperatura durante tres años. Y, ahora, en un estudio publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, el equipo de investigación dirigido por el científico Joe McConnell afirma haber encontrado evidencias de que las partículas arrojadas durante la erupción del Okmok, un volcán de las islas Aleutianas, en Alaska (EE. UU.), en el año 43 antes de Cristo, tuvieron impacto climático y social en el otro extremo de la Tierra, lo que daría una explicación científica de la conexión entre un inusual período de frío extremo en la antigua Roma y la erupción del Okmok a más de 8.000 kilómetros de distancia. Un estudio, una evidencia científica Todo comenzó cuando, el año pasado, McConnell y el investigador suizo Michael Sigl, del Centro Oeschger para la Investigación del Cambio Climático de la Universidad de Berna (Suiza), encontraron una capa de tefra (restos de ceniza volcánica) inusualmente bien conservada en diversas muestras de hielo obtenidas en varios lugares del Ártico y decidieron investigar. Al igual que ocurre con los anillos de los árboles, la nieve que se deposita cada año sobre el manto terrestre atrapa el tiempo en cada una de sus capas. “Empezamos con el registro de los núcleos de hielo del que tenemos la fecha exacta y luego contamos las capas anuales hacia atrás en el tiempo”, explica McConnell. Se hicieron entonces nuevas mediciones en núcleos de hielo extraídos del subsuelo helado de Groenlandia y el norte de Siberia. Para ampliar el muestreo, trabajaron con aportaciones de colegas del Reino Unido, Suiza, Irlanda, 13
Alemania, Dinamarca, Alaska y la Universidad de Yale, en Connecticut. También se analizaron anillos de árboles de Escandinavia, estalactitas de cuevas del noreste de China y hielo atrapado en las Montañas Blancas de California que grabaron la anomalía climática. Luego, los investigadores realizaron un análisis geoquímico, donde compararon las muestras de tefra recogidas de los núcleos de hielo de los distintos países con los pequeños fragmentos de la erupción Okmok II, en Alaska. "Comparamos la huella dactilar química de la tefra encontrada en el hielo con la tefra de los volcanes que se cree que estallaron en ese momento, y estaba muy claro que la fuente de la ceniza en el 43 antes de Cristo en el hielo fue la erupción del Okmok II", dijo en un comunicado el especialista en tefra Gill Plunkett, de la Queen's University Belfast, en Irlanda del Norte. De los resultados de dichas mediciones pudieron delinear claramente dos erupciones distintas procedentes del mismo volcán. La primera, muy potente, pero de corta duración, tuvo lugar a principios del año 45 antes de Cristo. La segunda, denominada Okmok II, se remonta al año 43 antes de Cristo y fue mucho mayor. De hecho, la explosión dejó una caldera de 10 kilómetros de diámetro y las precipitaciones volcánicas fueron tan intensas que provocaron una lluvia radiactiva que se fue sedimentando en el hielo durante más de dos años. Con su segunda erupción, el Okmok inyectó grandes cantidades de dióxido de azufre en la estratósfera, que se convirtieron en aerosoles de sulfato altamente reflectantes; es decir, esas pequeñas partículas y gotitas en el aire formaron una capa en la estratosfera que impedía que penetrase toda la luz y el calor del sol. "Esos aerosoles fueron arrastrados por los vientos a todo el hemisferio norte y se produjo una reflexión de la radiación solar", señala McConnell. Estos hallazgos explican por qué los dos años posteriores a la erupción de Okmok II fueron algunos de los más fríos en el hemisferio norte en los últimos 2.500 años y por qué la década que siguió a la explosión volcánica fue la cuarta más fría que se haya registrado desde entonces. Las temperaturas bajaron de media entre dos y tres grados, aunque hubo regiones, como el sur de Hispania (el interior de lo que hoy es Marruecos o Anatolia en Turquía) donde descendieron hasta siete grados y las lluvias llegaron a cuadruplicarse en el otoño siguiente a la erupción. “En la región mediterránea, estas condiciones extremadamente húmedas y frías en primavera, crucial para la agricultura, y su prolongación hasta el otoño debió de reducir las cosechas y provocar problemas de abastecimiento en mitad de la agitación política del momento”, comenta el arqueólogo del periodo clásico Andrew Wilson, de la Universidad de Oxford (Reino Unido), en declaraciones recogidas por la revista australiana Science Alert. "Particularmente sorprendente fue la gravedad de las inundaciones del Nilo en el momento de la erupción de Okmok, y la hambruna y la enfermedad que se informó en las fuentes egipcias". "Los efectos climáticos fueron un shock severo para una sociedad ya estresada en un momento crucial de la historia", explica Andrew Wilson, para quien estas evidencias científicas vienen a “reforzar la credibilidad” de las historias de frío, 14
hambrunas y enfermedades descritas por fuentes antiguas como Plutarco o Séneca que, ya en su tiempo, relataron las penurias que vivieron los romanos en los años posteriores a la erupción del Okmok. El nacimiento de un imperio Repasemos un poco la historia. Por aquellos tiempos, concretamente, en el año 44 antes de nuestra era, en la antigua Roma, las correrías de Julio César terminaron abruptamente con su asesinato y su sucesión ocasionó una guerra civil. Este suceso histórico podría parecer que es el único a tener en cuenta para establecer el fin de la República, sin embargo, las fuentes escritas de la época describen un período de clima inusualmente frío, cosechas, hambrunas, enfermedades y disturbios en la región mediterránea que, finalmente, contribuyeron a la caída de la República Romana y el Reino Ptolemaico de Egipto. Los historiadores han sospechado durante mucho tiempo que detrás de estos acontecimientos climáticos que precipitaron el fin de la República Romana había una erupción volcánica, pero no podían determinar dónde o cuándo se había producido una erupción de ese tipo, o lo grave que fue, hasta ahora. “En lugar de estabilizar la República, el asesinato desató una lucha de poder para ver quién sucedería a César. Justo cuando esta lucha de poder estaba en su apogeo en los años 43 y 42 antes de Cristo, el Mediterráneo experimentó uno de los peores climas de los últimos 2.500 años provocado por la erupción volcánica del Okmok en el 43″, deduce McConnell. Demostrada la relación entre la erupción, el clima y la recesión en la antigua Roma, queda por dilucidar si el papel que jugó el cambio climático fue realmente determinante en el curso de los acontecimientos. “Siempre existe el riesgo del determinismo climático”, comenta en un correo el historiador del Trinity College de Dublín (Irlanda), Francis Ludlow, en referencia al papel jugado por el clima en los asuntos humanos. Para Ludlow, que ya investigó el impacto de las erupciones volcánicas en la historia del antiguo Egipto, “la mejor manera de tratar de entender cómo el clima (o el medio ambiente en general) afecta a la sociedad humana es comprender que nunca es un único factor el que determina el resultado”. Por su parte, Joe McConnell reconoce que, siendo obvio que fueron muchos los factores que determinaron la caída de la República Romana y del Reino Ptolemaico, "encontrar pruebas de que un volcán situado en la otra punta del mundo entró en erupción y contribuyó a que surgiera el Imperio Romano es fascinante", y “ayuda a llenar un vacío de conocimiento que había desconcertado a los historiadores”. Nunca está de más aportar un granito de arena con el que desentrañar los misterios de la antigüedad. 15
Entrevista Amparo Climent, actriz y directora de Las cartas perdidas, un documental sobre la memoria histórica femenina “Solo conociendo la verdad, haciendo justicia y reparando a las víctimas, podremos descansar” Por Meritxell Tizón La actriz y directora Amparo Climent está inmersa en estos momentos en el rodaje de Las cartas perdidas, un documental ficcionado basado en las cartas reales y en los testimonios de mujeres que fueron represaliadas por el régimen franquista. La película, en la que participan actrices de la talla de Marisa Paredes, Pilar Bardem, Ana Belén, Alba Flores o Nora Naves, es un homenaje a miles de mujeres que sufrieron una doble represión: por género y por ser republicanas. En 2019 se celebró el 80 aniversario de lo que se conoce como “La Retirada”, el exilio español de más de medio millón de hombres y mujeres que, huyendo de la guerra, cruzaron la frontera tras la caída de Barcelona. Fue en ese momento cuando la actriz y directora española Amparo Climent decidió llevar a cabo un proyecto en el que llevaba trabajando ya hace un tiempo: Las cartas perdidas, un espectáculo narrativo y musical –ideado y escrito por ella–, planteado desde una perspectiva de género y basado en las cartas reales y en los testimonios de las mujeres represaliadas por el régimen franquista. La obra se estrenó en el Instituto Cervantes de Madrid con motivo de la apertura de los actos oficiales del aniversario del exilio republicano y, posteriormente, recorrió gran parte del país. “El día del estreno fue de los más emocionantes que puede vivir una actriz. Durante la representación, solo se escuchaban en el patio de butacas suspiros emocionados y el silencio de las personas que asistieron. Al terminar, la gente puesta en pie, lloraba desconsoladamente y aplaudía. Esto siguió pasando en todos los lugares en donde actuamos”, rememora la directora. Un año después, la obra da el salto al séptimo arte convirtiéndose en un documental ficcionado que, en estos momentos, se encuentra todavía en proceso de rodaje y que se estrenará en febrero o marzo. “Para mí –explica– era muy importante seguir difundiendo ese mensaje a más gente que, bien por su juventud o por desconocimiento, podrían descubrir la verdad de una realidad cruel y dolorosa por la que pasaron miles de mujeres”. Porque, aunque se sabe bastante, cada vez más, sobre la represión que se ejerció sobre la población republicana, se conoce muy poco de la que se practicó especialmente con las mujeres, que sufrieron una doble persecución: ideológica y de género. De hecho, una de las cosas que más impactó a Climent al investigar sobre la memoria histórica fue comprobar la escasa documentación sobre la correspondencia de las presas políticas y las mujeres en el exilio con familiares y amigos. “Este vacío epistolar –cuenta–, fue lo que me impulsó a buscar y a 16
desarrollar la manera de reproducir cómo fueron las emociones y los sentimientos de esas mujeres en ese silencio del estado del terror”. Las cartas perdidas Miles de mujeres fueron detenidas, encarceladas y fusiladas tras el golpe de estado. Se las trató con una crueldad y violencia desmedidas por tener algún parentesco con republicanos o, simplemente, ser denunciadas anónimamente. “El régimen franquista no podía permitir que esas mujeres no tuvieran un castigo ejemplarizante, porque se habían atrevido a ser libres –explica la artista–. Habían ocupado puestos de responsabilidad, se habían divorciado y tomaban decisiones sin necesidad que recurrir al ‘hombre’. Eso era una afrenta demasiado grande para aquellos que consideraban que la mujer debía dedicarse solo, y exclusivamente, a las labores del hogar y al cuidado de los hijos. Por eso, la violencia fue salvaje, violenta, había que someterlas utilizando la fuerza y el método más duro. Había que violarlas, torturarlas y asesinarlas”. En aquellos momentos, las cartas fueron el único vínculo afectivo y emocional que tuvieron todas estas mujeres con sus familiares y amigos para poder sobrellevar las penurias y el sufrimiento por el que tuvieron que pasar. Y son aquellas misivas, que Amparo Climent recopiló tras un arduo trabajo de investigación y búsqueda en distintos archivos, el origen de la obra que ahora da el salto al cine y que recoge tanto cartas reales, que ven por primera vez la luz, como otros textos basados en las experiencias vividas por muchas de ellas. “Las cartas de estas mujeres están llenas de sufrimiento y de soledad –relata–. Les quitaron a los hijos, las violaron, las raparon el pelo, las apedreaban, las insultaban... incluso sus parientes. Se las castigaba y humillaba por haber sido libres, y daba igual si fueron milicianas, comunistas, socialistas, gitanas, lesbianas, maestras, artistas o simplemente hermanas, compañeras o amigas de republicanos”. Son, por tanto, cartas durísimas, aunque, según explica la directora, también hay “cartas llenas de futuro y donde, a pesar de tanto sufrimiento, las mujeres seguían luchando y reivindicando sus derechos. A miles de ellas las mataron y les robaron sus ilusiones, pero su legado ha sido tan importante que resurgen en los corazones de las mujeres de hoy”, reflexiona. El salto al cine El documental Las cartas perdidas es un recorrido emocional de los años de guerra y posguerra (1936-1945) a través de documentos y testimonios de las mujeres. En esta película, las protagonistas cuentan la historia española a través de sus cartas, que irán acompañadas de las canciones populares de la época de la Segunda República y de otras que han sido compuestas exclusivamente para esta película por grandes artistas como Gloria Vega o Lourdes Pastor. Para situar al espectador en el drama y hacer un paralelismo con nuestra actualidad, se ha rodado en localizaciones reales donde ocurrieron los hechos 17
sobre los que versan las cartas. De este modo, veremos a las actrices interpretar las cartas en el mismo lugar donde se encontraban aquellas mujeres, sitios como el campo de concentración Argelès-sur-Mer (Francia), el búnker de Brunete, el puerto de Alicante, la tapia del Cementerio del Este, Belchite... “Hemos intentado mostrar lugares que forman parte de la historia –explica–. Nos hubiese gustado rodar en más sitios, pero en algunos ha sido imposible dadas las trabas administrativas, los permisos para los desplazamientos y las altas tasas, que eran inaccesibles a nuestra economía”. En la película, cada una de esas cartas, que son en total 17, está interpretada por una actriz diferente y este es uno de los puntos fuertes del documental, que cuenta con un reparto repleto de rostros conocidos como Pilar Bardem, Marisa Paredes, Ana Belén, Alba Flores o Nora Navas, entre otras. “Cuando empecé a pensar en las actrices que quería que estuvieran en la película no tuve problema –relata Climent–. Con la mayoría había trabajado o eran compañeras de profesión. Las llamé y les conté la historia. Todas y cada una de ellas me dijeron que sí. Se implicaron en el proyecto con entusiasmo, con generosidad, con ilusión y emoción. Se metieron en la piel de cada una de esas mujeres y se mimetizaron con ellas y con sus sentimientos”. La memoria histórica Cuando le preguntamos a qué se debe que, en España, a diferencia de lo que ocurre en otros países, nuestro pasado, nuestra memoria histórica, siga siendo objeto de enfrentamientos y enconados debates, la actriz y directora lo tiene claro: “Es lógico, la derecha más reaccionaria no quiere que se saque a la luz todo lo que se hizo en esa época. Se saquearon propiedades, obras de arte, joyas, terrenos... Grandes fortunas que están creadas sobre todo lo que se robó a los republicanos. Por eso, solamente conociendo la verdad, haciendo justicia y reparando a las víctimas, podremos descansar”. El año pasado, la directora recibió el Premio Pilar Bardem-Cine, Ayuda y Solidaridad, con el que la Academia de Cine española reconoce a aquellos cineastas que se han distinguido por su lucha por causas solidarias y humanitarias. Durante el acto, se refirieron a ella como “una activista de la vida que está en todas partes”. “A lo largo de mi vida he sufrido y presenciado situaciones injustas y he sentido un gran afecto por todas las personas que anteponen la verdad y la justicia a cualquier otro aspecto de sus vidas –responde cuando le preguntamos por el origen de ese activismo–. He tenido como referentes a los grandes hombres y mujeres de la historia, anónimos, desconocidos para el gran público, pero de los que he aprendido el valor de la solidaridad. Con ellos he vivido en los barrios, en las escuelas, en el arte, en el cine...”. “Como artista plástica he buceado en las vidas de algunos personajes –continúa–, como María Zambrano, Clara Campoamor o Federico García Lorca. Los he pintado y he ‘convivido’ con ellos en el proceso creativo, descubriendo aspectos que me han ayudado a crecer y a reafirmarme en mis convicciones políticas”. 18
Historia Enrique Martínez Ruiz, autor de Felipe II: hombre, rey, mito “Felipe II fue un rey distante que no estuvo al alcance de sus súbditos” Por Javier Cuenca Para unos encarnaba la nobleza, mientras que para otros representaba la maldad. Sea como fuere, con él nació el concepto de “leyenda negra”, que persiguió a España desde su reinado imponiéndose a la denominada “leyenda áurea”. Profundamente católico y fascinado por el arte, Felipe II, hijo del emperador Carlos V, será recordado especialmente por haber levantado la magna obra de El Escorial, aunque también hizo gala de otras virtudes y defectos que tratan de ponerse en claro en el libro Felipe II: hombre, rey, mito, escrito por el catedrático de Historia de la Universidad Complutense de Madrid Enrique Martínez Ruiz, con quien Conocer ha hablado para intentar profundizar un poco más en la figura de este controvertido monarca. Felipe II es uno de los personajes más importantes de la historia de España. Su gran personalidad y la complejidad de la Europa de su tiempo le confieren un protagonismo especial en una época de gran plenitud vital en el continente. El historiador Enrique Martínez Ruiz, uno de los más reconocidos especialistas en el Siglo de Oro español, aborda en Felipe II: hombre, rey, mito las tres principales facetas vitales del monarca: la del hombre que ha de formarse con vistas a las responsabilidades que le esperaban como cabeza de un gran imperio que se asentaría en las cuatro partes del mundo entonces conocidas, la del rey que debe ejercer un gobierno permanente sobre todos los territorios en multitud de ámbitos y, la tercera, derivada de las dos anteriores, que eleva su figura a la categoría de mito. Cuenta Enrique Martínez Ruiz que Felipe II es un personaje que ha ido apareciendo de manera esporádica en sus investigaciones históricas, desde que empezó a indagar en la figura de Sancho Dávila, jefe de la guardia del duque de Alba en Flandes, personaje clave en la primera parte de la sublevación flamenca, y en 1998, cuando se conmemoraba el cuarto centenario de la muerte del monarca y apareció una enorme cantidad de publicaciones sobre su figura a cargo de especialistas muy diversos. “Lo que pasa es que salía un personaje muy fragmentado, con muchos aspectos, pero muy separados unos de otros, por lo que era difícil encontrar una conjunción, que de hecho no había”, explica el historiador. Desde aquel momento empezó a darle vueltas a la posibilidad de escribir una biografía de Felipe II que integrara todos los elementos de su vida que se hallaban dispersos y añadiera detalles en los que no se hubiera profundizado hasta entonces. 19
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