Hacia el NOM por la "Cultura Woke"

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Hacia el NOM por la «Cultura
Woke»
written by Valentina Orte | 01/03/2022
Woke («despierto» en inglés) es un término, originario de
los Estados Unidos, que originalmente se refería a la
conciencia sobre el racismo. Después, una ola de revisionismo
histórico recorrió USA. De costa a costa, las estatuas de
multitud de personajes, en otro tiempo venerados, acabaron
siendo derribadas o presa del vandalismo. La caída de los
símbolos, aunque cada caso tenga sus particularidades, refleja
algo más que un brote de iconoclastia o corrección política
que se irá manifestando poco a poco.

En esa evolución, llegó a abarcar una conciencia de otras
cuestiones de desigualdad social, por ejemplo, en relación con
el género y la orientación sexual. ​ Desde finales de la
década de 2010, también se ha utilizado como un término
general para los movimientos políticos de izquierda y
perspectivas que enfatizan la política identitaria de las
personas LGBT, de color y las mujeres. El término, que pasó de
definir a personas concienciadas con problemas sociales a ser
arma arrojadiza desde la derecha, también recibe críticas
desde el progresismo. Obama reprobó sus métodos y Macron
alerta de que ciertas teorías sociales no tienen lógica en el
Viejo Continente, aunque, en realidad, se equivocaba.

Pero quien verdaderamente definió su evolución fue Greg
Lukianoff[1] quien

en 2014 empezó a observar varias cosas: primero, que las
iniciativas estudiantiles para des-invitar a oradores y
conferenciantes se habían disparado. Los alumnos, organizados
en asociaciones y prestos a manifestarse, presionaban a la
directiva para que rescindiese la invitación a determinados
panelistas[2] por considerar que su mensaje oprimía de alguna
manera al cuerpo estudiantil y por tanto no tenía espacio en
el campus.

Ejemplos de esa actitud intransigente la vimos contra Charles
Murray, reconocido conservador que, en un libro publicado hace
26 años, añadió “el coeficiente intelectual como un posible
factor que explicase la pobreza”. Una idea que le ganó el
epíteto de “fascista” y “supremacista blanco” por parte de los
estudiantes y de algunos profesores de Middlebury College.
Otros académicos y pensadores de la derecha, así
como políticos republicanos, jefes de policía, escritores,
cómicos o activistas de los derechos humanos, han sido
igualmente des-invitados o escracheados. La ira estudiantil
llegó a arremeter contra el demócrata Eric Holder, fiscal
general durante la administración Obama, o Madeleine Albright,
primera mujer en ocupar la secretaría de Estado. Los
estudiantes de Scripps College alegaron que Albright, una
“feminista blanca”, había “posibilitado el genocidio de
Ruanda”.

Lukianoff añade que “algo extraño está sucediendo en las
universidades de todo el mundo. Alumnos que dicen defender
ideas progresistas abuchean a políticos y conferenciantes y
les impiden hablar, como también ha ocurrido en España. Cada
vez en mayor número, muchos estudiantes son reacios a exhibir
sus opiniones y a discutirlas con franqueza. De un tiempo a
esta parte, lo que debería ser el “gimnasio de la mente” está
lleno de personas que rehúyen el debate y el pensamiento
crítico” porque según Lukianoff, “no están preparados para
encarar la vida, que es conflicto, ni la democracia, que es
debate. Van de cabeza al fracaso.”

Otro elemento que no le pasó desapercibido al presidente del
FIRE es que, en muchas de las universidades, empezaban a
aparecer peticiones de colocar trigger warnings (avisos de
contenido) en los materiales de estudio; es decir,
advertencias sobre contenidos que podrían herir la
sensibilidad de los estudiantes. Así por ejemplo atacaron la
novela El Gran Gatsby, porque consideranque algunos personajes
mantienen actitudes misóginas; clásicos norteamericanos,
como La cabaña del Tío Tom o Matar a un ruiseñor, porque
aparecen epítetos racistas contra los negros. El sin sentido
ha llegado al extremo de prohibir el Otelo de Shakespeare
porque el personaje era moro o Las Metamorfosis de Ovidio
porque incluye descripciones de una violación (como si no
estuviéramos cansados de verlo de manera más explícita en
multitud de películas que no condenan).

El entonces presidente Barack Obama vio en estas actitudes una
“receta para el dogmatismo”. La autora y periodista alemana
Judith Sevinç Basad coincide con el ex presidente: “me dí
cuenta de lo totalitarios que son en este movimiento” “Cómo
ideólogos deciden lo que está bien y mal” Según esta escritora
y periodista, el movimiento woke, “no se ocupa, en realidad,
de la gente a la que de verdad le va mal en la vida” y
recuerda a Hannah Arendt cuando decía que el totalitarismo lo
que hace es destruir el individuo. “Y esto mismo es lo que se
encuentra en la acción woke, porque

lo que están haciendo es retirar a las personas su
individualidad, diciéndoles que están definidas por su
identidad blanca o negra o por su afinidad sexual sin los
matices que caracterizan a cada uno.

De modo que el woke es un movimiento totalitario pero no
individualizado, es un concepto complejo asociado con el
desarrollo del capitalismo como sistema económico por el que
ha progresado la libertad económica y supuestamente ha elevado
el nivel de vida de todo el mundo, ha tenido un impacto en la
privatización de los servicios públicos y bienes como el agua,
la salud, la seguridad e incluso la administración
penitenciaria. También tiene el mérito de apoyar la expansión
de la democracia y de una mayor conciencia de los derechos
humanos. Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas pueden
encontrar que es difícil resistir a la competencia mundial y
garantizar los derechos laborales de sus trabajadores. La
desigualdad en la distribución de la riqueza acentúa esa
desigualdad, las tensiones en la sociedad y amenaza el acceso
efectivo a los derechos sociales para todos. Muchos acuerdos
comerciales

son decididos por los gobiernos, sin ninguna participación del
pueblo en la toma de decisiones. (sg la página del Consejo de
Europa: La Globalización)

Pero no solo es esto. Como movimiento globalizador y
uniformador de la sociedad, aparece el peligro laicista. El
abogado inglés Paul Diamond lleva 30 años representando los
derechos de cristianos en los tribunales de mayor rango en
Reino Unido y en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Buena parte de ese trabajo lo ha hecho con el Christian Legal
Centre, de 2008 a 2018. Él, basándose en su experiencia, ve
dos derivadas nocivas que cree que van a crecer:

*»Una es el uso de comités de conducta profesional. Cada vez
más vemos cuerpos profesionales no-legales que van contra
maestros, doctores, abogados… diciendo que no podrás practicar
tu profesión debido a tus creencias», (en España ya vemos las
presiones a profesores por explicar en clase que la diferencia
entre hombre y mujer es genética y no se puede cambiar, sobre
los médicos objetores al aborto y la eutanasia que no les
permiten acogerse a su juramento hipocrático y la persecución
a los grupos Provida por rezar en lugares próximos a las
clínicas abortistas)

*”Otro peligro esla cooperación creciente entre la prensa y el
Gobierno, de forma quemuchos puntos de vista (los cristianos,
por ejemplo) nunca lleguen a los grandes medios de
comunicación, incluso los privados.” En España, por
ejemplo, no se han visto grandes debates sobre la eutanasia en
la televisión pública controlada por el Gobierno pro-
eutanasia, ni parece fácil que puedan acudir a estas
televisiones cristianos a hablar contra el divorcio o el
matrimonio homosexual.
«Aquí en el Reino Unidotenemos a todos los actores privados
recitando el mismo libreto y produciendo los mismos
programas», denuncia el abogado. (Igualito que en España).

Todas estas actitudes que se dan con regularidad en tantos
países de características diferentes, no es posible si el
“libreto” que dice Diamond, no parte de ese grupo interesado
en unificar a toda la sociedad para conseguir su NOM deseado.

Diamond, como abogado que ha trabajado temas de libertad
religiosa,

constata que en Inglaterra ha crecido asombrosamente la
hostilidad contra el cristianismo. No nos extraña si pensamos
en las características del grupo dominante. Profesionalmente
ha llevado a Estrasburgo casos de enfermeras, azafatas o
terapeutas acosados por su fe, castigadas por llevar una
crucecita,   predicadores detenidos por enumerar pecados
predicando en las calles, consejeros matrimoniales despedidos
y expedientados por no trabajar con «matrimonios» del mismo
sexo…

Así, la azafata cristiana coptaNadia Eweidafue castigada por
una empresa importante como es British Airways y su mejor casa
de abogados, hasta tener que llegar al Tribunal de
Estrasburgo, porque, aunque  sus reglas permiten llevar
turbantes y hiyabs, no toleran una pequeña crucecita al
cuello. Diamond, que llevó el caso, señala que 13 jueces
británicos, recurso tras recurso, incluso en el Tribunal
Supremo inglés, aseguraron que la crucecita no era un signo
religioso y que no se discriminaba a Nadia porque si la
llevara una azafata musulmana también se le prohibiría
(resolución que hace un flaco favor a los jueces ingleses, por
cuanto una musulmana jamás se pondría un símbolo cristiano).
«Hizo falta un juez polaco -de un país excomunista- en el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos para dictaminar que la
cruz es un símbolo cristiano».
Otro ejemplo de acoso por parte de una empresa −que parecen
machacar al individuo “políticamente incorrecto” para
congraciarse con el verdadero poder−,       lo ve en el caso
de Gary McFarlane, «que fue expulsado como consejero
matrimonial porque reclamaba ser exento de trabajar con
parejas del mismo sexo. Era cuestión, simplemente, de acomodar
su situación y ponerle de consejero de grupos heterosexuales,
pero fue despedido por grave falta de conducta, el peor tipo
de comportamiento», señala el abogado.

Dice Diamond que no le gustan las teorías de la conspiración,
que no hay entidades misteriosas y siniestras haciendo
barbaridades, sino políticos del montón. Asegura que los
responsables de todas estas leyes que llaman anti-odio, (pero
que no definen con exactitud el término), son los gobiernos,
sin caer en la cuenta que cuando todos los gobiernos del mundo
y aún las grandes compañías multinacionales (el menciona la
British Airways), se someten a las mismas normas, es porque
alguien con más poder ha lanzado el diktat y ante él se
doblegan los gobiernos del mundo y las grandes compañías, por
miedo a perder poder, ya sea político o   económico.

«Esta es una etapa que da mucho miedo [very frightening
stage]», dice el abogado y lamenta: «La Iglesia, por
desgracia, carece de verdadero liderazgo, no actúa.”

Dada la situación que atraviesa la Iglesia, es posible que, si
mira a algunos de sus altos miembros y aún a la caput
ecclesiae, lleve razón, pero como los católicos de base somos
también iglesia, ahí estamos, denunciando las barbaridades que
ocultan los amigos del Hombre Nuevo para facilitar la llegada
del Nuevo Orden Mundial.

Y en esa disposición de ser católicos militantes, dos
reflexiones para la esperanza: Mateo dejó escrito (16:18): que
los poderes del infierno no prevalecerán contra ella (la
Iglesia)y la santa de Ávila, Teresa de Jesús, de forma
directa, como era ella, en una poesía certera y bella, nos
anima a tener confianza y fe en Él:

Nada te turbe, nada te espante todo se pasa,
Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza,
quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta.

     [1] Greg Lukianoff es el presidente de la Fundación para
     los Derechos Individuales en la Educación (FIRE)y uno de
     los defensores más apasionados de la libertad de
     expresión del país.Ha escrito sobre temas de libertad de
     expresión en los principales periódicos, incluidos El
     New York Times , El Wall Street Journal y El Washington
     Post . Nacido en la ciudad de Nueva York, obtuvo su
     título universitario de la Universidad Americana y su
     título de abogado de Stanford. Trabajó para la ACLU del
     norte de California, la Organización para la Ayuda a los
     Refugiados y el Proyecto EnvironMentors antes de unirse
     a FIRE en 2001.     Lukianoff, quien se convirtió en
     presidente de FIRE en 2006, ha dedicado gran parte de su
     tiempo a abogar por la libertad académica y en contra de
     la censura en los campus universitarios y
     universitarios. Es coautor de la Guía para la libertad
     de expresión en el campus de FIRE, autor de Freedom from
     Speech (2014) y también autor del aclamado Unlearning
     Liberty: Campus Censorship and the End of American
     Debate (2012). También es coautor del artículo de
     portada ampliamente leído de The Atlantic titulado «The
     Coddling of the American Mind». En 2008, ganó el Premio
     a la Libertad de Expresión de la Fundación Playboy.
     [2] Persona que participa en un debate o en una
     discusión pública sobre un tema determinado.
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