LA INTRUSIÓN DE GAIA: CLAVES MODESTAS PARA PENSAR LA CATÁSTROFE - Ludus Vitalis

 
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LA INTRUSIÓN DE GAIA:
                                       CLAVES MODESTAS PARA
                                       PENSAR LA CATÁSTROFE
                                          XÓCHITL ARTEAGA VILLAMIL

   ABSTRACT. GAIA’S INTRUSION:
   SOME MODEST CLUES TO THINK THE CATASTROPHE
   This text presents some keys to identify in which ways the catastrophic mate-
   rializes from the emergence of indeterminate events. The analysis is motivated
   but not focused on the irruption of the global pandemic of Covid-19, which we
   are still experiencing. These materializations dance and speculate on the gen-
   eral aspects of the pandemic, on overproduction and plastic pollution, together
   with the harmful agency of some algae--which under certain circumstances
   become killers of its surrounding ecosystem. The above characterize what Isa-
   belle Stengers names as “intrusions of Gaia”. Finally, the touring through this
   text appeals to responsible, careful, and committed ways of telling the stories
   of the present, which we are part of.

   KEY WORDS. Intrusion, Gaia, Covid-19, slowdown, catastrophe, indetermina-
   tion, ecocide, materialization, stories of the present, commitment.

                                      Descubrir qué preguntas no tienen respuesta
                                      y no darles respuesta:
                                      esa es la habilidad más necesaria
                                      en tiempos convulsos y oscuros.
                                            U. K. Le Guin, La mano izquierda de la oscuridad

Las categorías de vida y muerte se difractan, dado que el patrón de interfe-
rencia viral las torna cambiantes y múltiples. No contamos con experiencias
para lidiar con nuestros procesos de confinamiento, mientras nos acecha
la potencia de una muerte que altera el duelo y la despedida de los falle-
cimientos por Covid-19. Cómo se vive y se ritualiza la muerte es ahora
un panorama incierto. Entrelazar este presente confuso con el mediano y
largo plazo es la opción, contar con un par de claves modestas para pensar
e intervenir. “Nada será como antes” es la fábula del virus que enseña a los
humanos engreídos una lección. ¿En qué sentido debe entenderse esto 1?

Doctorado del Programa en Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad Autónoma Me-
tropolitana-Cuajimalpa, México. / esquixocarpo@gmail.com

                       Ludus Vitalis, vol. XXIX, num. 55, 2021, pp. 95-105.
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   Como un posicionamiento esencial, me alejo de las metáforas bélicas
para el entendimiento de la pandemia 2, pues éstas nos regresan a esa nor-
malidad que más bien es una barbarie de explotación humana y ecocidio.
Al contrario, busco imaginar otras formas de pensarnos y relacionarnos
con el mundo, las cuales no impliquen el referente de la violencia. Las
metáforas de guerra son frecuentes en el campo de la salud pública y, en-
tonces, ¿no es más necesario que nunca apartarse de este registro marcial?
Porque lo que nos sucede no es una guerra, sino una oportunidad para
cuestionar nuestra relación con el mundo viviente 3.
   Para aportar con modestia al entendimiento colectivo de la pandemia,
expongo un par de claves que se suman a la convivencia con el evento
Covid-19 y su enfermedad, SARS CO-V-2 desde la filosofía de la ciencia, con
la finalidad de poner en diálogo a dicho virus con un par de concreciones
que, en el mejor de los casos, apunten a replantear nuestro horizonte de
vida y muerte a partir de la vulnerabilidad a la cual nos exponen estas
crisis o, como las llamo más adelante, intrusiones.
   A partir de un recorrido por la muerte de los peces en la costa este de los
Estados Unidos y al visitar el séptimo continente de plástico en el océano
Pacífico, planteo que es necesario prestarle atención a estas intrusiones
que declaran la existencia de Gaia. Cabe mencionar que las intrusiones,
considerada también la pandemia, congregan conjuntos heterogéneos de
intereses y prácticas en las cuales es difícil aplicar soluciones concretas.
Además, cada evento presenta desafíos en cuanto a la forma de habitar el
mundo, entenderlo y relacionarnos con el concepto de naturaleza, al tiem-
po que revelan nuestra interdependencia con otras existencias, humanas
y no humanas, así como las consecuencias y responsabilidades que se asu-
men cuando estos discursos se ponen sobre la mesa de diálogo académico.
   Es abrumador afrontar los datos de esta pandemia, tanto emotiva como
epistémicamente. Estos apuntes se incrustan en la inmediatez y el corto
plazo, a partir de las experiencias que nos afectan en el devenir de esta
situación planetaria. Por tanto, me parece interesante anclar una discusión
transitoria y abierta que se sume, en lugar de imponerse a la diversidad de
narrativas que ahora se producen.

                                                       LA PRESENCIA DE GAIA
Es significativo distinguir que ningún tipo de crisis se manifiesta de forma
abstracta; por ejemplo, las crisis ecológicas como el calentamiento global,
la acidificación de los océanos, el blanqueamiento de los arrecifes de coral,
etc., se entrelazan a la vez con cuestiones políticas y morales. El punto está
en aquellas problemáticas colocadas en primer plano, sin perder de vista
que podrían existir otras configuraciones relevantes.
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   Para discernir nuestra consideración, responsabilidad y eventual cui-
dado frente a las crisis mencionadas, concierne discutir la relación de la
humanidad con la naturaleza, refiriéndome a lo que Isabelle Stengers 4
nombra la “intrusión de Gaia 5”. Elijo comprender a la naturaleza a partir
de esta intrusión, porque, como lo presenta Émilie Hache 6, el concepto de
naturaleza es complicado, en tanto hereda connotaciones modernas, frag-
mentarias y dualistas; además de que participa en su propia desnaturali-
zación u objetivación, especialmente por parte del capitalismo imperante.
   Esta figura de Gaia permite trabajar de manera indisociable una mul-
tiplicidad histórica y antigua de humanos y no humanos, como las bac-
terias, la conformación de los océanos y la distribución de suelos fértiles.
Es decir, estas situaciones no están dadas, sino que tienen una historia co-
mún. Para Stengers 7 se trata de “un conjunto de regímenes interconectados e
interdependientes […] que reaccionan mutuamente y que son potencial-
mente inestables”.
   Gaia es indiferente a nuestras vidas, sin invocar a una madre tierra que
nos protege y posteriormente nos castiga. Ella no pide nada 8, y más bien
se trata de un ser, y no un organismo, al cual tratamos como un sujeto con
historia y actividad propia. La Tierra no es inerte ni el medio de apropia-
ción para nuestros fines. Un ensamblaje fortuito de Gaia nos ha permitido
existir y, por ello, otro ensamblaje podría perturbar irremediablemente las
condiciones de vida e inclusive hacernos desaparecer.
   Por lo tanto, prestar atención a la diversidad de intrusiones de Gaia nos
convoca a repensar un “nosotros” que nos acerca con los insectos, árboles,
algas y todo aquello que configura nuestro entorno. Cuando alguna in-
trusión guarda la lectura de catástrofe, esta es una razón para reaccionar,
porque es nuestro mundo humano el que corre riesgo de desaparecer.
   Por otro lado, las intrusiones de Gaia nos convocan a celebrar el azar
que nos hace existir. Vivir implica reconocer nuestra interdependencia con
seres a diversas escalas, desde las bacterias hasta Gaia, pasando por los
ríos, el suelo y el aire. De esta manera, en lo cotidiano y evolutivo deveni-
mos con otros en una coreografía de agencias múltiples, complejamente
enredada, la cual implica una enorme responsabilidad para con el mundo,
que nos coloca frente al hecho irreductible de la imposibilidad de una exis-
tencia aislada de los demás 9.
   Queda aprender a responder a las intrusiones de esta figura ciega e
indiferente, a entender su asimetría. Dado que no hay respuesta ni reci-
procidad de su parte, se trata de “una forma olvidada de trascendencia 10”,
la cual convoca a compostear 11, a honrar las divergencias y mitigar las bar-
baries que forman parte de quedarnos con los problemas en este presente
vacilante.
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                          INTRUSIONES DEL SIGLO XXI: DINOFLAGELADOS Y PLÁSTICO
Coexistimos con un par de eventos catastróficos previos a la irrupción del
coronavirus, los cuales son fáciles de evadir porque no son tan globaliza-
dos, en la medida en que involucran problemáticas irrelevantes para el
capital. La primera intrusión para considerar es la presencia del dinofla-
gelado 12 asesino de peces Pfiesteria piscicida, quien en los últimos años ha
presentado grandes complicaciones para las costas de Carolina del Norte
y Maryland en Estados Unidos. Estas poblaciones de algas se volvieron un
foco de atención cuando por condiciones ecológicas desconocidas su ciclo
de vida sufrió un cambio abrupto, tornándose tóxicas para los seres vivos
de los cuerpos de agua compartidos, en especial los peces 13.
   Astrid Schrader argumenta la difícil tarea de los grupos de investiga-
ción que intentan entender el comportamiento de esta pequeña alga que
espectralmente deviene asesina, la que después de alimentarse de los pe-
ces y otros organismos, regresa sin mayor problema a su estado inocuo en
el mar. De esta manera, y basándose en el trabajo de Karen Barad, propo-
ne una noción de responsabilidad que está atenta a múltiples historias y
agencias alrededor de la incertidumbre en cuanto a la vida de Pfiesteria 14.
   Para muchos grupos de investigación, la toxicidad de estas algas se
vincula con las actividades de las granjas de carne vecinas, dentro de las
cuales se soslaya el adecuado manejo de residuos. Las actividades produc-
tivas, ecológicas, económicas y reproductivas no pueden disociarse. “Los
cuerpos no simplemente toman su lugar en el mundo. No están meramen-
te situados en ambientes particulares. Los ambientes y cuerpos se consti-
tuyen intractivamente 15”. De modo que no estamos en guerra, sino que
estamos aprendiendo una forma de vida atenta a otros seres, porque las
criaturas que se consideran indeseables tienen su propio tiempo y derecho
a la existencia.
   Es a partir de este modo de plantear los problemas que respondemos a
las intrusiones de Gaia. En quién se convierte el alga cuando se come a los
peces es un asunto aún sin aclarar, lo que refleja un problema en cuanto al
bienestar de los ecosistemas marinos mundiales.
   El indeterminado ciclo de vida de Pfiesteria piscicida es una clave para
pensar al coronavirus, como un evento que irrumpe atravesado por las
condiciones humanas de producción y consumo. Los virus forman parte
de la historia evolutiva de las especies que, a través de procesos de miles
de millones de años, conforman una parte de la variabilidad genética, di-
versidad indispensable para responder a condiciones de vida que resulten
cambiantes para cualquier organismo.
   El coronavirus que habita de manera inocua en murciélagos o pangoli-
nes irrumpió y desencadenó una virulencia planetaria al entrar en contac-
to con la humanidad. ¿Qué condiciones hacen posible una reunión huma-
na con estos animales y la prosperidad de una pandemia? ¿Tendrán que
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ver las relaciones de explotación que acontecen entre el tráfico ilegal de
especies silvestres y su demanda de consumo?
   La segunda intrusión para considerar es la presencia de los plásticos,
no humanos con temporalidades eternas que se relacionan con las pre-
guntas: ¿quién come a quién? O más bien, ¿quién come qué? y, ¿cómo se
hizo posible esa dieta? Estos cuestionamientos son pertinentes porque la
producción de plásticos parece más indispensable que nunca, dadas las
nuevas formas de convivencia frente a la crisis sanitaria del coronavirus.
   Thom van Dooren explora cómo distintas aves se entrelazan con la
humanidad, narrando las cuestiones de vida, muerte y extinción por las
cuales se configuran historias sobre las formas de vuelo 16 de cada espe-
cie. El capítulo uno 17 narra el cooperativo ciclo de vida de las parejas de
albatros en la crianza, quienes a pesar de habitar el atolón Midway en un
punto muy lejano del océano Pacífico, son trastocados a profundidad por
la presencia del séptimo continente de basura que se ha concentrado en
esa región del mundo. Kilómetros cuadrados de desechos, principalmente
plásticos, se acumulan, movilizan y desintegran gracias a las corrientes
oceánicas y su exposición al sol.
   Por su parte, las investigaciones de Max Liboiron 18 estudian la agen-
cia de los plásticos para una redefinición del concepto de contaminación,
donde aborda la masificación y ubicuidad de este material para puntua-
lizar la diversificación de su agencia. Con una presencia ubicua, los (micro)
plásticos forman parte de la alimentación animal. Su rastro se ha reportado
en especies marinas, sales comestibles e incluso dentro del cuerpo humano 19,
lo que ocasiona procesos de disrupción hormonal, cáncer, así como la pre-
sencia de aditivos en la orina, principalmente el bisfenol A o BPA.
   De regreso a los albatros, los plásticos han trastornado toda su existen-
cia. Toma tiempo que los pájaros adultos alcancen madurez para vincular
una pareja, al encontrarla, comienza el proceso de reproducción, donde
el huevo siempre debe quedarse empollado por algún progenitor, mien-
tras el otro emprende vuelos kilométricos en búsqueda de comida, la cual,
desgraciadamente, resulta ser plástico. Los pájaros adultos padecen des-
nutrición y perforación intestinal, mientras que el cascarón del huevo em-
pollado es frágil y generalmente se rompe antes de eclosionar causando la
muerte del avechucho porque no se lograron los procesos de calcificación
de la pared del huevo por la contaminación de aditivos.
   La presencia del plástico representa tensiones entre nuestra dependen-
cia y la profunda temporalidad que los acompaña después de utilizarlos,
ya que su acción prevalece a través de cientos o miles de años. ¿Qué pa-
pel juega aquí el coronavirus? Más que nada, tiene sentido problematizar
cómo el plástico pasó a formar parte de nuestras redes tróficas, así que esta
clave considera nuestra dependencia de estos productos, tanto en la vida
diaria como en las instituciones de salud. Debido a que las afectaciones
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de este no humano son atroces y recalcitrantes, queda pensar modos de
actuar frente a la inminente oleada de aumento de plásticos en la Tierra.
   Devenimos con brotes masivos de algas, con (micro)plásticos y múlti-
ples procesos que se intersectan y se hacen presentes en las redes tróficas
de una u otra manera. Estos eventos son nuestros compañeros, así como
las consecuencias colectivas y diferenciadas de habitar bajo un modo de
producción voraz al cual no le interesan las intrusiones de Gaia. Dado que
compañero es un concepto heredero del latín cumpanis, es decir, compartir
el pan, me parece urgente prestar atención a cómo, qué y con quiénes
queremos compartir la mesa, considerando las afectaciones de existencias
entrelazadas.

                                                           MOMENTOS DE DECISIÓN,
                                         ¿QUÉ NOS LLEVAMOS AL ATRAVESAR EL PORTAL?
Es imposible mantener el paso actualizado frente a todas las experiencias
que hablan del coronavirus. A modo de cierre, recupero el escrito de Arun-
dhati Roy 20, quien mira a la pandemia como un portal, junto con los even-
tos de migración y refugio, así como las algas asesinas y la producción de
plásticos, que exponen de manera desgarradora la vulneración de los seres
más afectados a partir de esta intrusión viral.
   Arundhati Roy narra un panorama estremecedor sobre las experiencias
que la población trabajadora enfrenta en la India. Estas personas son la
oleada migratoria que trabajaba y vivía en las grandes ciudades. Después
de que el gobierno declarara la cuarentena de manera abrupta, esos mi-
grantes no tuvo otra alternativa que regresar a sus lugares de origen, ca-
minando kilómetros y kilómetros, dado que el transporte público también
quedó clausurado. En esta caminata las personas estuvieron expuestas no
sólo al contagio, sino también a la crueldad de los controles policiales, don-
de contradictoriamente se vigilaba el cumplimiento de la cuarentena y los
toques de queda. Aunado a esto, a finales de abril ocurrió una masacre en
contra de la población musulmana de Delhi, con un resultado de cincuen-
ta personas asesinadas y el desplazamiento de las familias sobrevivientes
a campos de refugiados ubicados en los cementerios.
   Con este episodio problematizo a las especies refugiadas, por un lado, y
a la desaparición intensiva de refugios, por otro. Enfrentamos periodos de
crisis ecológicas, sociales, económicas, pandémicas, etc., que marcan dife-
rentes momentos de discontinuidad en los cuales, dentro de este presen-
te espeso y doloroso, conviene imaginar épocas por venir que recuperen
espacios como refugios, pues ahora muchos habitantes de la Tierra son
refugiados, humanos y no humanos, quienes no cuentan con un lugar
apropiado para subsistir, como los peces asesinados por el alga y los alba-
tros llenos de plástico.
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   El colapso del sistema no es ninguna novela de suspenso. Pregunten
a cualquier refugiado de cualquier especie 21. Acontecen un sinúmero de
muertes y la convivencia con el coronavirus hace que la potencia de pér-
dida sea muchísimo más profunda. La era de la extinción no es metafórica
sino un evento masivo de exterminio 22. De aquí se sigue la propuesta,
como lo hace Roy, de transversalizar la cuestión migratoria en el contexto
de la pandemia 23, y su extensión a todas las especies vulnerables. Esto apa-
rece como una invitación a la desantropomorfización del pensamiento,
ya que nada ni nadie viene sin su mundo 24, porque vivir y morir implica
devenir con otros.
   Abrazo la idea de la pandemia como un portal, el cual, sin ingenuidad
o idealización, tiene la potencia de problematizar nuestras formas de vi-
vir en las ruinas 25, para que, a través de esta ralentización infranqueable,
aprovechemos este momento indeterminado para dar consistencia a la es-
peculación colectiva sobre otros cursos posibles de la historia.
   El siglo XXI nos recibe con problemáticas que se exceden los dispositivos
académicos bajo los que nos entrenamos. Me interesa pensar en la poten-
cia para florecer y la resistencia de la heterogeneidad del mundo; atesti-
guar y dialogar con formas de vivir que tengan memorias y experiencias
distintas de lo académico. El que la academia esté dispuesta a dialogar fue-
ra de sus espacios habituales es otra clave para enfrentar todo lo que esta
intrusión pandémica trae consigo. Recuperemos a Yásnaya Aguilar, quien
demanda “múltiples ojos para una mejor lectura del mundo 26”.
   Aunque la materialidad del discurso sea esquiva y de difícil conside-
ración, hay que recordar que la teoría también es un momento de lucha,
donde teorizar y tomarse en serio las intrusiones de Gaia revela una vo-
luntad de vivir 27, que es la oportunidad de elegir aquellas experiencias,
saberes, afectos y prácticas con las cuales queremos atravesar el portal e
imaginar qué pasará después de esta ruptura. La única opción está en ra-
lentizar nuestro propio ritmo para frenar el virus 28. Las cosas no serán las
mismas y no sabemos a dónde se dirigen, pero aun en estas ruinas, tene-
mos la posibilidad de aprovechar el portal vírico y reconsiderar la manera
con la cual queremos contar historias.
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                                                                                NOTAS

   1 Bernadette Bensaude-Vincent, Guerre et Paix avec le coronavirus.
   2 Donna Haraway analiza cómo las prácticas científicas que fabricaron al sistema
       inmunológico tuvieron un sustento metafórico bélico. Ver D. Haraway, “The
       biopolitics of postmodern bodies: constitutions of self in immune system dis-
       course”, Simians, Cyborgs, and Women The Reinvention of Nature, pp. 203-230.
   3 B. Bensaude-Vincent, op. cit.
   4 Isabelle Stengers, In Catastrophic Times Resisting the Coming Barbarism. p. 43
   5 El contexto de esta discusión está en el trabajo conjunto de Lynn Margulis y
       James Lovelock y su propuesta de “La hipótesis Gaia” (ver J. Lovelock, The
       Ages of Gaia: A Biography of Our Living Earth; Gaia: A New Look at Life on Ear-
       th; The Revenge of Gaia: Why the Earth Is Fighting Back; L. Margulis, Symbiotic
       Planet: A New Look at Evolution). Además, la manera en que Stenges y otros
       autores han heredado los trabajos anteriores se puede consultar en el evento
       Os Mil Nomes de Gaia, https://www.youtube.com/channel/UC1JupPNldYN-
       tUAm4hO3ZDsw.
   6 Émilie Hache, Ce à quoi nous tenons: Propositions pour une écologie pragmatique,
       p. 18.
   7 Isabelle Stengers, Faire avec Gaïa: pour une culture de la non-symétrie, p. 10.
   8 I. Stengers, In Catastrophic Times…, op. cit. p. 46.
   9 Aréchiga et al., “¿Tiene la filosofía de la biología un oikos?”, p. 170.
   10 I. Stengers, In Catastrophic Times…, op. cit. p. 47.
   11 Bajo el tropo de la ‘composta’ somos terrícolas que configuran y fabrican
       mundos a partir del reconocimiento y responsabilidad con sus relaciones,
       evocando un proceso de descomposición e incorporación de materia orgá-
       nica para el bienestar de los suelos que depende de múltiples microrganis-
       mos. También se utiliza para distanciarse de la categoría del posthumanismo
       y optar por el slogan “todos somos composta”. Ver D. Haraway, “The Camille
       Stories, children of compost”, Staying with the Trouble Making Kin in the Ch-
       thulucene, pp. 134-168; Anthropocene, Capitalocene, Plantationocene, Chthulucene:
       Making Kin, p. 161.
   12 Este no es el único fenómeno dentro de los florecimientos dañinos de al-
       gas, pero es un caso estudiado de manera profunda e interdisciplinaria entre
       prácticas científicas y filosóficas que buscan atender a este evento de forma
       integral. En las costas del sureste mexicano ocurre un fenómeno parecido
       con otra especie de algas; el sargazo irrumpe la calma y ganancias de las in-
       dustrias hoteleras, aunque no es un alga que se alimente repentinamente de
       otras especies marinas. Los dinoflagelados corresponden a un amplio grupo
       de organismos que más allá de asesinar enigmáticamente a los peces, también
       llevan a cabo la mayor parte de la fotosíntesis y con ello la mayor producción
       de oxígeno mundial, además de que algunas especies son bioluminiscentes.
       De ahí la importancia de tomar su existencia con seriedad.
   13 Ver Astrid Schrader ,”Responding to Pfiesteria piscicida (The Fish Killer): Phan-
       tomatic ontologies, indeterminacy, and responsibility in toxic microbiology”.
       p. 276.
   14 Ibid., p. 277.
   15 Karen Barad, Meeting the Universe Halfway. Quantum Physics and the Entangle-
       ment of Matter and Meaning, p. 170.
   16 Thom van Dooren, Flight Ways Life and Loss at the Edge of Extinction. El autor
       recorre las vidas de aves como dodos, albatros, cuervos, buitres, pingüinos,
       grullas y cuervos, que revelan cómo sus existencias se ven comprometidas
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   por irrupciones en las cuales la agencia humana juega un papel a considerar.
   La figura a través de la cual narra las tramas de cada pájaro es la de “flight
   ways”, traducida aquí como “formas de vuelo”.
17 T. van Dooren, “Fledging albatrosses: flight ways and wasted generations”,
   op. cit., pp. 21-43.
18 Max Liboiron, Redefining pollution and action: The matter of plastics.
19 Para un panorama general ver: Joana Correia Prata, et al., Environmental expo-
   sure to microplastics: An overview on possible human health effects, pp. 1-32; Luís
   Gabriel Antão Barboza, et al., Marine microplastic debris: An emerging issue for
   food security, food safety and human health, pp. 336-348 y Ali Karami, et al., The
   presence of microplastics in commercial salts from different countries, pp. 1-11.
20 Arundhati Roy, The pandemic is a portal.
21 D. Haraway, op.cit. pp. 160-161; D. Haraway, op. cit. “Tentacular thinking
   Anthropocene, Capitalocene, Chthulocene”, pp. 30-57. Anna, Tsing, Feral Bio-
   logies.
22 Justin McBrien, This Is Not the Sixth Extinction. It’s the First Extermination Event.
23 La complejidad de las dinámicas de migración, desalojo y refugio es mucho
   más extensa y profunda, que presenta diferentes manifestaciones a través de
   la historia y en distintas partes del mundo. Por ejemplo, México y Centro-
   américa atraviesan un presente violento y complicado en cuanto a la crisis
   migratoria hacia Estados Unidos; la migración en el Mar Mediterráneo; el
   desplazamiento forzado en ciudades como Alepo, en Siria, o los conflictos de
   Kurdistán, por mencionar algunos. Además, los muros colocados como barre-
   ras físicas para obstaculizar a la gente también fragmentan los caminos de la
   biodiversidad, sin contar el gran negocio de las peligrosas rutas migratorias
   ofrecidas como servicio a las personas migrantes.
24 María Puig de la Bellacasa, ‘Nothing comes without its world’: Thinking with care.
   Donna Haraway y Thyrza Goodeve, “Nothing Comes Without Its World,
   Donna Haraway in Conversation with Thyrza Nichols Goodeve 20th Anni-
   versary of Modest_Witness”, Modest_Witness@Second_ Millenium.Female-
   Man©_Meets_ OncoMouseTM, pp. xviii-xlvii.
25 Anna Tsing, The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in
   Capitalist Ruins. I. Ver también, Isabelle Stengers, Réactiver le sens commun.
26 Yásnaya Elena A. Gil, La validación como captura.
27 Gladys Tzul Tzul puntualiza este papel de lo teórico, así como la motivación y
   conocimientos que le dejó el trabajo de campo para proponer la voluntad de
   vivir. Ver también G. Tzul Tzul, Sistemas de gobierno comunal indígena, mujeres
   y tramas de parentesco Chuimec’ena’, pp. 183, 213; Las mujeres indígenas reivindi-
   camos una larga memoria de lucha por la tierra.
28 B. Bensaude-Vincent, op. cit.
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                                                                          REFERENCIAS

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