El ciclo del agua - Julio 2011
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El ciclo natural del agua El agua de los mares y los océanos se evapora y sube a la atmósfera. Al entrar en contacto con las bolsas de aire frío, el vapor de agua se condensa en minúsculas gotas. Éstas, impulsadas por los vientos, se unen y forman las nubes, que acaban vertiendo su contenido sobre la tierra en forma de lluvia, nieve o granizo. La mayor parte del agua cae directamente sobre los mares y océanos. El resto se infiltra en el suelo, formando acuíferos subterráneos que dan lugar al nacimiento de las fuentes, o brota para nutrir los ríos que, a su vez, alimentan los mares y océanos. Y el ciclo vuelve a empezar. El agua es un recurso que proporciona la naturaleza de forma renovable, pero no de forma ilimitada. A menudo, el crecimiento de la población y el desarrollo de las actividades económicas ejercen una presión en el medio que provoca que el ciclo del agua se vea amenazado, convirtiéndose en frágil y vulnerable. El agua, además de ser un recurso, tanto para nuestra sociedad como para las generaciones futuras, también es un elemento fundamental para los ecosistemas acuáticos y la vegetación de ribera. Evidentemente, se trata de un patrimonio colectivo, de inestimable valor, que debe protegerse y conservarse de manera integral. Por este motivo, las aguas subterráneas pueden contener partículas filamentosas, además de presentar un olor o un sabor desagradables. En las aguas superficiales, por efecto del sol y del oxígeno, pueden proliferar las bacterias. Por todo ello, las captaciones destinadas al agua potable se someten a controles periódicos, y la calidad del agua distribuida también se controla de forma regular. Qué contiene el agua En la naturaleza, el agua es un medio vivo que contiene dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno. El agua se carga de elementos presentes en los medios que atraviesa, incluyendo, entre otros: sales minerales de las rocas, materias orgánicas y microorganismos del ecosistema. • Materias disueltas: calcio, manganeso, potasio, bicarbonatos, cloruros. • Partículas de arcilla que forman una esponja absorbente susceptible de atraer bacterias y moléculas. • Bacterias que proliferan en el medio acuático. • Materias orgánicas que provienen del ciclo de descomposición de vegetales y animales.
Por este motivo, las aguas subterráneas pueden contener partículas filamentosas, además de presentar un olor o un sabor desagradables. En las aguas superficiales, por efecto del sol y del oxígeno, pueden proliferar las bacterias. Por todo ello, las captaciones destinadas al agua potable se someten a controles periódicos y la calidad del agua distribuida también se controla de forma regular. La acción de los seres humanos Las personas, las industrias y la agricultura utilizan el agua de forma cotidiana. El agua que utilizamos no proviene directamente del medio, sino que se ha tratado previamente y posee las condiciones adecuadas para el uso al que se destina. Una vez que el agua ha sido utilizada, en su mayor parte no regresa directamente al medio (los ríos, los mares, etc.), sino que es sometida a un proceso de depuración, de forma que el medio receptor –el río, el mar o el uso al que se destine, si se reutiliza– la reciba con las características adecuadas. La contaminación La contaminación del agua es una alteración de su calidad que provoca que su empleo resulte peligroso para determinados usos, además de perturbar los ecosistemas acuáticos. Las diversas fuentes de contaminación son: • La contaminación química, que puede ser crónica, accidental o difusa. Tiene diversos orígenes: el funcionamiento deficiente de algunas estaciones depuradoras de aguas residuales, la ausencia de sistemas de saneamiento en algunas zonas, los vertidos accidentales o ilegales que pueden afectar a las aguas superficiales o a las aguas subterráneas por infiltración, etc. • Virus y bacterias patógenos provenientes de los residuos orgánicos de animales y de seres humanos vertidos al río o al suelo que, si bien de forma natural pueden depurarse, en el caso de que lleguen rápidamente al siguiente punto de captación pueden provocar una contaminación microbiológica. • La contaminación agrícola producida por la concentración de la ganadería, los abonos químicos (nitratos y fosfatos), los herbicidas, los insecticidas y otros productos fitosanitarios. • La contaminación doméstica de las aguas negras (lavabos e inodoros) y grises (lavadoras, duchas, etc.) de una vivienda o comercio, así como las aguas pluviales.
• Vertido de productos contaminantes en accidentes de circulación, por dispersión en el medio de gases y líquidos tóxicos, a causa de un deficiente funcionamiento de las depuradoras de aguas residuales, etc. La autodepuración Cuando un medio vivo se transforma y de forma natural elimina (total o parcialmente) la contaminación que tiene, se habla de autodepuración. Gracias a los fenómenos de filtración y de oxidación, combinados con la acción de organismos (bacterias, insectos y plantas) que viven en el medio acuático y sobre los cauces, el agua asegura su calidad y preserva el equilibrio de su ecosistema. Si el nivel de contaminación no llega a ser crítico, el agua es capaz de autodepurarse; es decir, de eliminar progresivamente los agentes contaminantes. Pese a ello, la depuración del agua tiene sus límites, de modo que, por ejemplo, la sal o los plásticos que no son degradables alteran este fenómeno. El mantenimiento del recurso también es necesario por parte de los seres humanos y, cuando dicho mantenimiento no se lleva a cabo regularmente, el río se degrada y el cauce y la vegetación se ven modificados.
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