ENFOQUES ACTUALES DE LA EDUCACIÓN FÍSICA Y EL DEPORTE. RETOS E INTERROGANTES: EL MANIFIESTO DE ANTIGUA, GUATEMALA

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P. GIL, O. R. CONTRERAS

ENFOQUES ACTUALES DE LA EDUCACIÓN FÍSICA
Y EL DEPORTE. RETOS E INTERROGANTES:
EL MANIFIESTO DE ANTIGUA, GUATEMALA
Pedro Gil Madrona y Onofre R. Contreras Jordán *

SÍNTESIS: El objeto de conocimiento de la educación física (en adelante
EF) es el movimiento del ser humano y su reciprocidad a través del
ejercicio físico, en cuanto le va a relacionar con la educación, con la
socialización y con la cultura. En ese sentido, en el presente artículo
intentaremos aportar algunas reflexiones de interés: de una parte, para
el docente del área de EF, y, de otra, para los estamentos sociales que
tienen asignadas competencias de decisión en los gobiernos de los
diferentes países.
Este artículo intenta reproducir los contenidos, los debates surgidos, el
manifiesto final de los participantes, y las propuestas de futuro desarro-
lladas en el transcurso del seminario, que, bajo la denominación de                         225
                                                                                            2 25
«Enfoques actuales de la educación física y el deporte. Retos e
interrogantes», se llevó a cabo en el Centro de Formación de la
Cooperación Española de la Agencia Española de Cooperación Internacio-
nal en Iberoamérica, y que tuvo lugar en Antigua, Guatemala, entre los
días 21 y 25 de noviembre de 2005.
En efecto, irrumpimos en el concepto de EF como ciencia, así como
también en los conceptos de raza, de religión y de cultura, en un intento
de pasar de una multiculturalidad racial, étnica y religiosa, a una
interculturalidad a través de la EF, con la idea de la actividad física y de
la salud desde una perspectiva actual (obesidad, anorexia, bulimia y
tercera edad) en el deporte en la edad escolar, y en los valores asociados
al deporte como cultura universal, en el ocio y en la recreación. A su vez,
nos ocuparemos del diseño y del desarrollo curricular en la actividad física
y deportiva, inmersos estos temas en los diversos apartados a modo de
estándares. Como consecuencia, plantearemos ejemplos de cómo abor-
dar la obesidad, la bulimia y la anorexia nerviosa, la identidad racial, o
los valores en el deporte, por medio de la actividad física y deportiva. Así
mismo, hablaremos acerca de la evolución profesional del maestro de EF
y del educador deportivo, para concluir ofreciendo a nuestros lectores el
manifiesto final del citado seminario de formación de La Antigua,

* Universidad de Castilla-La Mancha, España.

                          REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIÓN. N.º 39 (2005), pp. 225-256
P. GIL, O. R. CONTRERAS

         Guatemala, cuyos participantes fueron personas con responsabilidad en
         el ámbito de la EF en los diferentes países de América Latina.

         SÍNTESE: O objeto de conhecimento da educação física (mais adiante EF)
         é o movimento do ser humano e sua reciprocidade através do exercício
         físico, enquanto o vai relacionar com a educação, com a socialização e
         com a cultura. Neste sentido, no presente artigo tentamos aportar
         algumas reflexões de interesse: de uma parte, para o docente da área de
         EF, e, de outra, para os estamentos sociais que têm designadas
         capacidades de decisão nos governos dos diferentes países.
         Este artigo tenta reproduzir os conteúdos, os debates surgidos, o
         manifesto final dos participantes, e as propostas de futuro desenvolvidas
         através do seminário que, sob a denominação de «Enfoques atuais da
         educação física e o esporte. Desafios e perguntas», se levou a cabo no
         Centro de Formação da Cooperação Espanhola da Agência Espanhola de
         Cooperação Internacional em Ibero-América, e que teve lugar em Antigua,
         Guatemala, entre os dias 21 e 25 de novembro de 2005.
         Efetivamente, irrompemos no conceito de EF como ciência, assim como
         também nos conceitos de raça, de religião e de cultura, numa tentativa
         de passar de uma pluralidade cultural, étnica e religiosa, a uma
         pluralidade cultural através da EF, na idade da atividade física e da saúde
         desde uma perspectiva atual (obesidade, anorexia, bulimia e terceira
         idade), no esporte na idade escolar, e os valores associados ao esporte
         como cultura universal, no lazer e na recreação. Em seu momento, nos                        226
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         ocuparemos do design e do desenvolvimento curricular na atividade física
         e esportiva, imersos estes temas nos diversos tópicos a modo de
         padronização. Como consequência, planejamos exemplos de como abor-
         dar a obesidade, a bulimia, e a anorexia nervosa, a identidade racial, ou
         os valores no esporte em e através da atividade física e esportiva. Assim
         mesmo, falaremos a respeito da avaliação profissional do mestre de EF e
         do educador esportivo, para concluir oferecendo a nossos leitores o
         manifesto final do citado seminário de formação de A Antigua, Guatemala,
         cujos participantes foram pessoas com responsabilidade no âmbito da EF
         nos diferentes países da América Latina.

     1. INTRODUCCIÓN

         El presente trabajo intenta reproducir, aunque sea a modo de
pinceladas y siquiera sea brevemente, los contenidos temáticos que
fueron estudiados, los debates que surgieron, el manifiesto final de los
participantes, y las propuestas de cara al futuro emanadas del seminario,
que, con el mismo nombre que el título del artículo, se llevó a cabo en el
Centro de Formación de la Cooperación Española de la Agencia Española
de Cooperación Internacional en Iberoamérica, en Antigua, Guatemala,

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y que se celebró entre los días 21 y 25 de noviembre de 2005. En él
participaron los siguientes países iberoamericanos: Bolivia, Chile, Costa
Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, Nica-
ragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, y contó con la colaboración
del Consejo Superior de Deportes del Ministerio de Educación y Ciencia
de España, a través de la Organización de Estados Iberoamericanos para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

          Está claro que el movimiento del ser humano es el objeto de
conocimiento de la EF, y que la conexión que con ella se lleva a cabo
mediante el ejercicio físico se va a relacionar con la educación, con la
socialización y con la cultura. En tal sentido, intentaremos aportar
algunas reflexiones que pueden ser de interés para el docente de nuestra
área de conocimiento, por un lado, y, por otro, para los estamentos
sociales en general y para los políticos en particular de los diferentes
países, en este caso los iberoamericanos, que tienen asignadas compe-
tencias en la toma de decisiones en sus respectivos gobiernos.

          Por cuestiones de espacio, se nos planteó una duda: exponer
íntegramente uno de los temas tratados, o bien presentar una pequeña
síntesis de cada uno de los capítulos que se abordaron; al final, optamos                         227
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por esta última alternativa. De ahí que, debido a las citadas razones de
espacio, presentemos solamente algunas de las nociones y de las ideas
que allí se discutieron, así como un esquema de las propuestas plantea-
das acerca de una posible intervención. En dicho sentido, irrumpimos en
este trabajo, al igual que lo hicimos en el seminario al que nos referimos,
en el concepto de EF como ciencia, como también en los conceptos de
raza, de religión y de cultura, en un intento de pasar de una multicul-
turalidad racial, étnica y religiosa, a una interculturalidad a través de la
EF; en la idea de la actividad física y de la salud desde una perspectiva
actual (obesidad, anorexia, bulimia y tercera edad); en la de la corriente
psicomotriz; en la del deporte en la edad escolar, y en los valores en el
deporte, en el ocio y en la recreación. A su vez, nos hemos ocupado del
diseño y del desarrollo curricular en la actividad física y deportiva, y de
la progresión profesional del maestro de EF y del educador deportivo, si
bien aquí estos aspectos estarán inmersos en los diversos capítulos, ya
que, obviamente, son temas de los que cada uno daría para un artículo
independiente. En dicho sentido, pensamos que debíamos presentar los
diferentes aspectos tratados de modo abreviado, y ofrecer por eso el
manifiesto del seminario de formación de La Antigua, cuyos participan-
tes eran personas con responsabilidad en el ámbito de la EF en distintos
países de América Latina.

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     2. LA EDUCACIÓN FÍSICA COMO CIENCIA

         Haciendo un poco de historia, la EF nace con el hombre, pero la
EF moderna surge en el siglo XVIII con un enfoque terapéutico e higiénico.
Esta idea «médica» da paso, en el siglo XIX, a la «gimnástica», más
próxima a la idea de EF. En los primeros años del siglo XX se inician dos
vertientes alusivas a esta materia: la del deporte, en las Islas Británicas,
y la que se lleva a cabo en el continente europeo, que es higienista y
militar. A partir de los años 70 del pasado siglo XX, se produce de manera
simultánea una reconceptualización y una renovación indiscutible de la
EF. Las líneas de actuación tradicionales se han vivificado, en la actua-
lidad, con aportaciones como la danza, la música, la rítmica, la psi-
comotricidad, el ocio, el tiempo libre o los deportes de aventura, la
expresión corporal, las escuelas de iniciación deportiva y el deporte
educativo, y la EF enfocada a la salud. Estas manifestaciones pueden ser
de sumo interés para afrontar dilemas como los que se plantearon en el
seminario.

          González (1993, p. 52) define la EF como «la ciencia y el arte
de ayudar al individuo en el desarrollo intencional (armonioso, natural y
progresivo) de sus facultades de movimiento, y, con ellas, el del resto de                        228
                                                                                                  2 28
sus facultades personales». Si observamos con detenimiento la defini-
ción, son tres los conceptos que se repiten: la EF es una ciencia, ya que
tiene un cuerpo de conocimiento suficiente y específico, derivado de una
metodología científica. En segundo lugar, el objeto de conocimiento es
el movimiento humano, pero no desde un punto de vista exclusivamente
mecánico, sino con una cargada intencionalidad cognoscitiva, afectiva y
social. En tercer lugar, la palabra «educación» forma parte inseparable
de esta ciencia. La EF, por lo tanto, es, ante todo y sobre todo, educación.

          La EF alcanzará su verdadero valor educativo como
desencadenante de mejoras biológicas e higiénicas (condición física y
salud) con mejoras perceptivas (organización y estructuración corporal),
con mejoras cognitivas (resolución de problemas), con mejoras social-
relacionales (la conducta motriz en sociedad: expresión corporal, juego
motor de cooperación-oposición, etc.), con mejoras afectivo-emociona-
les (motivación al ego y a la tarea, las emociones positivas y negativas),
con práxias (finas y gruesas en la aplicación y en la realización de
movimientos), y con mejoras espirituales (morales y éticas).

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      3. LA ACTIVIDAD FÍSICA Y DEPORTIVA: CULTURA, RAZA Y RELIGIÓN

      3.1 DE UNA MULTICULTURALIDAD A UNA INTERCULTURALIDAD A TRAVÉS
          DE LA EDUCACIÓN FÍSICA

          La escuela, como institución, ha sido estudiada desde diversas
perspectivas. Una de ellas es la perspectiva social. En ese sentido, la
escuela tiene encomendadas una serie de tareas sociales orientadas a los
planos individual y social del individuo, tales como contribuir a su
desarrollo personal, físico, intelectual, afectivo y social o relacional,
intentando integrar a la persona en la comunidad como un miembro
activo y participativo.

         En los años finales del siglo XX, y en estos primeros del siglo XXI,
el mundo se ha convertido en una «aldea global». Lo que ocurre en
cualquier lugar del mundo repercute en las decisiones que se tomen
en coordenadas extremas. Las tecnologías de la información y de la
comunicación han permitido que lo que ocurra a unos cinco mil
kilómetros de nosotros, lo conozcamos en cuestión de horas. Si tradicio-
nalmente Europa, Estados Unidos, Canadá... han sido lugares de inmi-
gración, en los últimos años este suceso se ha visto «desbordado» (Gil                             229
                                                                                                   2 29
Madrona, 2003).

          Los fenómenos migratorios internacionales surgidos en los
últimos tiempos han adquirido tal magnitud, que algunos autores han
denominado este siglo como «la era de las migraciones», siendo cada vez
más reducidas las zonas del mundo que quedan al margen de las
corrientes migratorias, que se producen unas veces como consecuencia
del hambre y de la miseria, otras por los devastadores efectos de las
guerras, y, a veces, por motivos de persecución política.

          El respeto y el reconocimiento hacia el «diferente» son requi-
sitos para una convivencia pacífica entre las diversas culturas, y son estos
objetivos los que deben ser prioritarios en «la escuela», en una verdadera
educación intercultural, donde los niños aprenden a convivir a través del
proceso de la socialización, al tiempo que van adquiriendo valores como
la tolerancia, el respeto, etc., pero teniendo en cuenta que, del mismo
modo que pueden adquirir estos valores, también pueden aprender la
intolerancia, la intransigencia y el rechazo de lo diferente. De ahí que
la escuela, al lado de la familia, constituyan un espacio para formar a los
futuros adultos en una convivencia intercultural (Monreal y Amador,

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2004). La educación intercultural, por tanto, surge no sólo por razones
pedagógicas, sino también por motivos sociales, ideológicos y culturales.

          No obstante, es importante que diferenciemos las líneas que
estas políticas pueden seguir. Desde diversos referentes teóricos (Rosa-
les, 1994; Siguán, 1998; Arnáiz y Martínez Abellán, 2002), se suelen
clasificar en tres categorías:

         • Asimilacionismo: implica la pérdida de su cultura para los
           grupos minoritarios. La identidad de origen no es tenida en
           cuenta, e, incluso, supone un obstáculo para el proceso de
           integración escolar y para la incorporación a las estructuras
           sociolaborales y políticas en el territorio de acogida. Lejos de
           estas inadecuadas medidas, se sitúan las recomendaciones
           que Botton, Puigvert y Taleb (2004) resumen en un ni
           imponer, ni obligar.

         • Segregacionismo: es un proceso de desarrollo paralelo, en el
           que cada grupo étnico-cultural posee sus propias institucio-
           nes laborales, sanitarias, culturales y educativas, pero en el
           que el contacto con otros grupos intenta ser prácticamente
           nulo.                                                                                 230
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         • Interaccionismo: pretende un desarrollo diferenciado de los
           diversos grupos culturales, pero manteniendo una perma-
           nente relación de comunicación entre ellos. Se trata de
           facilitar, por medio de las instituciones políticas y escolares,
           la mejor intervención posible desde una política que fomen-
           te una igualdad de oportunidades, y de una socialización por
           medio de prácticas deportivas, en contraposición a políticas
           en las que la competitividad y la victoria –o el récord–,
           generen e incrementen las desigualdades, posturas que
           ejemplificarían las políticas derivadas del asimilacionismo o
           del segregacionismo.

         En esta línea, y desde las referencias de Gutiérrez Sanmartín
(1995), se subraya que, a través de las actividades físico-deportivas, se
pueden alcanzar, entre otros, los siguientes valores multiculturales:
respeto a los demás, cooperación, relación social, trabajo en equipo,
pertenencia a grupo, convivencia, responsabilidad social, justicia, amis-
tad, etcétera.

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           Sin embargo, la respuesta deportiva al multiculturalismo no es
fácil, y requiere para cada caso un conocimiento exhaustivo que permita
una intervención significativa. Desde esta perspectiva, indicamos una
serie de objetivos educativos que pueden ayudar a orientar la práctica
educativa a través del deporte, para conseguir una sociedad plural y
democrática. Nos valemos para ello de un decálogo, que estaría formado
por los siguientes puntos (Almeida, 2003):

         • Contribuir a la educación del alumno, para que sea capaz de
           escoger la actividad física como medio de interrelación
           personal.

         • Facilitar a los estudiantes el descubrimiento de otras cultu-
           ras, mediante el reconocimiento de otros cuerpos.

         • Facilitar al educando las posibilidades que las prácticas
           físico-deportivas permiten para el desarrollo de la coopera-
           ción y para el trabajo en equipo.

         • Analizar las posibilidades lúdicas de los deportes y de las
           actividades físicas, disociándolas de su intención agonística.

         • Saber adecuar la actividad física a unas características
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           recreativas que hagan aumentar su disfrute en relación con
           otras minorías étnicas.

         • Conocer y valorar las prácticas físico-recreativas de otras
           culturas, como un planteamiento integrador propio de una
           sociedad plural.

         • Ampliar la incidencia que tienen la educación física y el
           deporte en el proceso de la educación multicultural.

         • Contribuir a la organización de la actividad deportiva del
           centro educativo dentro y fuera de él (por medio de asocia-
           ciones juveniles), así como aprender a organizar todo tipo de
           actividades deportivas, potenciando la convivencia entre
           alumnos de diversas culturas.

         • Conseguir una educación integral a través de la práctica del
           deporte.

         • Rehabilitar los valores morales y educativos inherentes al
           deporte, es decir, mejorar la comunicación social, favorecer
           el agrupamiento de sexos y de razas, y, finalmente, desarro-

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            llar la deportividad intentando superar los prejuicios y los
            estereotipos culturales. Por tanto, el deporte aparece como
            un importante mediador cognitivo, dada su característica de
            «ideología maleable» que permite una interiorización de los
            valores, lo que facilita la socialización de los inmigrantes, y
            en donde la escuela y las asociaciones deportivas no pueden
            quedar al margen.

          No obstante, en la labor descrita el deporte también presenta
sus límites, ya que, aunque es particularmente válido por su capacidad
de movilización colectiva y de regulación de los comportamientos, el
carácter universal del gesto deportivo aparece como el mejor aliado de
aquellas políticas que no se dejan comprometer por las diferencias
culturales. Desde este punto de vista, las técnicas deportivas no son un
instrumento de construcción y de afirmación de la identidad cultural de
las minorías étnicas, sino un artificio para la mecanización y la
estandarización de la sociedad industrial. En ese sentido, la competición
deportiva aparece con toda claridad como el medio de producir una elite
más abierta, que no tiene en cuenta ni las razas ni los orígenes sociales
unidos en un mismo imperativo de competitividad internacional
(Contreras, 2003).                                                                                232
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          En conclusión, podemos decir que el referencial deportivo
juega un papel capital, en la medida en la que participa en la modelación
de las identidades colectivas, de manera que la eficacia simbólica del
discurso deportivo permite la difusión de creencias y de ideologías que
no son propias, y, por consiguiente, la integración de minorías étnicas. La
«ciudadanía deportiva» tiene una función reguladora, que permite a
personas de orígenes socioculturales diferentes tener las mismas funcio-
nes, los mismos significados y los mismos valores de los hechos deporti-
vos, de modo que suponen elementos exógenos a su propia cultura, por
lo que facilita la comunicación transcultural.

     3.2 LA RELIGIOSIDAD COMO UN DETERMINANTE DE LA ACTIVIDAD FÍSICA

          Estamos en un momento de resurgimiento de las religiones en
el mundo, cuestión de gran importancia no sólo por su relevancia
cultural, sino también por la gran influencia que ejercen sobre la
identidad racial. Las postrimerías del siglo XX han conocido una
reactivación global de las religiones en todo el mundo, lo que ha supuesto
la intensificación de la conciencia religiosa y la aparición de movimientos

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fundamentalistas, circunstancias que han llevado consigo una acentua-
ción de las diferencias entre las religiones (McNeill, 1993).

          A mediados de los años setenta la tendencia hacia la acomoda-
ción de la religión al laicismo «dio marcha atrás», y tomó forma una nueva
aproximación religiosa encaminada a recobrar un fundamento sagrado
para la organización de la sociedad, que se expresaba en multitud de
líneas, y que abogaba por el abandono del modernismo fracasado,
atribuyendo sus reveses al alejamiento de Dios.

          En efecto, las fuentes de identidad y los sistemas de autoridad
existentes desde mucho tiempo atrás se rompen, los campesinos emigran
del campo a la ciudad, se alejan de sus raíces, y realizan trabajos nuevos
o no trabajan, se mezclan con gran número de extraños y establecen
nuevas relaciones. Precisan nuevas formas de identidad, nuevas mane-
ras de agrupación estable, y nuevos conjuntos de preceptos morales que
les proporcionen un sentimiento de sentido y de finalidad. Es la religión,
sea ella moderada o fundamentalista, la que satisface dichas necesida-
des. Pero en todas ellas surgieron movimientos de esta segunda catego-
ría, empeñados en la remodelación de la conducta personal, social y
pública, de acuerdo con los dogmas religiosos (Huntington, 1997).                                 233
                                                                                                  2 33
          El cuerpo, como el yo, han cambiado siempre a través de la
historia: primero se configuró como receptáculo material del alma, pero
hoy se presenta como un objeto de consumo que promete control, poder
y renovación de la moral.

         Los principios sobre los que se basa la idea del cuerpo, en la
actualidad, están conectados con regímenes específicos, como el ejerci-
cio y la dieta. Dichos regímenes integran prácticas que requieren un
absoluto control, y que están social y culturalmente organizados y
formados a través de creencias personales, incluyendo las religiosas. De
esta manera, los regímenes tienen suma importancia en la identidad del
yo, porque conectan los hábitos con aspectos visibles de la apariencia
del cuerpo como un símbolo.

         La doctrina de una religión puede afectar de manera positiva o
negativa las conductas saludables, ya sea prescribiendo determinados
comportamientos, ya sea rechazando otros. Si una religión, como es el
caso del Adventismo del séptimo día, prohíbe el consumo de alcohol, de
tabaco y de bebidas con cafeína, pero que, a la vez, anima al ejercicio
regular, no cabe duda de que desarrolla conductas saludables. En

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sentido contrario, hay religiones cuya doctrina puede restringir la prác-
tica de estas conductas, desaconsejándolas expresamente, o priorizando
otros valores diferentes, como es el caso, por citar alguno, de lo que ocurre
con las mujeres judías y con las musulmanas ortodoxas, que han de seguir
preceptos relacionados con la prohibición del vestido inmodesto o con la
convivencia entre diferentes sexos en el ejercicio al aire libre (Kahan,
2002).

          Desde este punto de vista, la simbología del cuerpo, la moral de
los distintos grupos sociales, la liturgia de sus creencias religiosas... son
elementos que condicionan en gran medida la participación de los
alumnos en las actividades físicas, tanto en el ámbito escolar como en
los quehaceres de esta naturaleza que se realicen fuera del recinto
educativo. En dicho sentido, parece necesario que la formación del
profesorado de educación física tenga en cuenta las creencias religiosas
de los alumnos (Contreras, 2003).

     4. ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD DESDE UNA PERSPECTIVA ACTUAL:
        OBESIDAD, ANOREXIA, BULIMIA Y TERCERA EDAD
                                                                                                   234
                                                                                                   2 34

     4.1 LA EDUCACIÓN FÍSICA EN LA PERSPECTIVA DE UN ESTILO DE VIDA
         SALUDABLE

          La salud es un concepto que la mayor parte de la gente cree
saber, hasta que se le cuestiona su significado. La salud puede tener
diferentes acepciones, dependiendo de las personas que la definan. Para
unos, la salud puede ser equivalente a tener una buena condición física,
y, para otros, disfrutar de un sentimiento de felicidad producido por la
consecución de una buena imagen corporal, o de un bronceado perma-
nente. Así mismo, mientras que para un joven la salud puede estar
asociada con la participación en diversos deportes, para una persona
mayor puede estar vinculada a la capacidad de llevar a cabo actividades
menos intensas, como, por ejemplo, salir a pasear o hacer la compra todos
los días. Por tanto, la salud puede abarcar aspectos físicos, mentales y
sociales, cuya definición resulta difícil y compleja: un buen estado de la
salud puede ser definido como «la capacidad psicológica de realizar, de
forma normal, actividades diarias con seguridad e independencia, sin
fatigarse excesivamente».

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          Los beneficios de la actividad física y de la condición física se
han documentado sobre la salud, basándose en numerosos estudios
fiables (Leon, Connett, Jacob y Rauramaa, 1987; Leon y Norstrom,
1995, entre otros). Así, por ejemplo, se ha demostrado que varios
factores de riesgo de padecer enfermedades crónicas y cardiovasculares
se encuentran presentes o empiezan ya a estarlo en el período de la niñez
(Eisenmann, 2004, y Wedderkopp y cols. 2003). A su vez, muchos son
los datos que sugieren que multitud de beneficios psicológicos están
asociados con un estilo de vida activo: se refuerza el humor, se reduce la
tensión, se aminora el estado de ansiedad, disminuyen los niveles de
aparición de la depresión, se aumenta el autoconcepto positivo de sí
mismo, y, en fin, se logra una calidad más alta de vida (Pangrazi, Cosbin
y Welk, 1996). Por otra parte, el ejercicio tiene efectos emocionales
positivos en el tratamiento profesional de la presión severa (Internacio-
nal Society of Sport Psychology, 1992).

          La actividad física regular está asociada con un menor número
de hospitalizaciones, de visitas médicas y de medicamentos. De ahí que
es importante que la gente joven sea activa si quiere estar sana, ahora y
en el futuro, y, a su vez, es fundamental para las personas estar sanas si
quieren ser activas físicamente.                                                                   235
                                                                                                   2 35

         Desde una perspectiva actual, la EF integral, en este siglo XXI,
debe aportar el conocimiento sobre las necesidades y sobre las posibili-
dades de la persona en su globalidad, sobre sus hábitos de comporta-
miento con relación a la salud, sobre el desarrollo funcional del cuerpo
y su capacidad expresiva y de placer, y sobre los valores personales,
interpersonales y de inserción social, por ejemplo, para lo que hace falta
contar con expertos en EF, tal como se hace en otras áreas del conoci-
miento.

          La propuesta de un modelo de educación para la salud llevaría
consigo la creación de hábitos saludables (de trabajo, de higiene
corporal, de higiene postural, de alimentación, de prevención de acci-
dentes), el desarrollo de la condición biológica (impulso de la condición
física y evaluación de la aptitud física), y la utilización de los espacios y
de los materiales (vestimenta adecuada, análisis de los espacios y uso
adecuado del equipamiento y del material) (Devís y Peiró, 1992).

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     4.2 LOS PROBLEMAS DE LA OBESIDAD Y LA INTERVENCIÓN EDUCATIVA

          La obesidad es una enfermedad consistente en un exceso de
peso, teniendo en cuenta la interrelación que debe existir entre la masa
corporal (más de un 20%) y la estatura de la persona. Si se trata de los
adultos de Estados Unidos, y tomando en cuenta los períodos compren-
didos de 1976 a 1980, y de 1999 a 2000, la obesidad ha alcanzado
proporciones de epidemia: casi 59 millones de adultos son obesos.
Además, dicha epidemia no está limitada a los adultos, pues el porcen-
taje de gente joven que tiene sobrepeso ha experimentado tal crecimien-
to, que en los últimos 20 años se ha visto cómo su cifra se ha incrementado
en más del doble.

         Las personas con sobrepeso tienen un riesgo elevado de sufrir
enfermedades del corazón, de contar con una presión alta en la sangre,
de padecer diabetes o de adolecer de artritis relacionadas con
discapacidades, y de contraer algunos cánceres. El coste anual de la
obesidad y del sobrepeso, según estimaciones hechas de su población en
Estados Unidos en el año 2002, fue de cerca de 117 billones de dólares.

          Las enfermedades crónicas son las responsables de siete de                              236
                                                                                                  2 36
cada diez muertes en Estados Unidos, y de más del 75% de los gastos que
se han requerido de atención médica. Por otro lado, muchas enfermeda-
des crónicas reducen la calidad de vida de millones de americanos. Gran
parte de la carga de la enfermedad crónica es evitable. La inactividad
física y el comer insanamente contribuyen a la obesidad, a que surja el
cáncer, a producir enfermedades cardiovasculares y a la diabetes. Juntos,
estos dos comportamientos son responsables de 400.000 muertes cada
año, por lo menos. En el 2001, se estimó que la obesidad producía 9.000
muertes prematuras anuales en el mundo. Sólo el tabaco suele causar
más muertes evitables. Por todo eso, frenar la epidemia de la obesidad
es uno de los compromisos de la salud pública que debe asumirse en el
nuevo siglo.

          A pesar de los beneficios comprobados que produce la actividad
física y que ya han sido descritos, más del 50% de los americanos y de
los europeos adultos no vive una suficiente actividad física que les
proporcione beneficios en la salud; el 26% no es del todo activo en su
tiempo libre. La actividad disminuye con la edad, y esta es menos común
entre las mujeres que entre los hombres, y entre aquellos con ingresos
más bajos y con menor educación.

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          La actividad física insuficiente no está limitada a los adultos.
Más de una tercera parte de las personas jóvenes comprendidas entre los
9 y los 12 años no se dedica regularmente a la actividad física enérgica.
La participación diaria en las clases de EF en los colegios ha decaído de
un 42% en 1991, a un 32% en el 2001. En ese sentido, se están
tomando medidas nacionales sobre la salud para el 2010, que incluyen
incrementar el nivel de la actividad física y la reducción del sedentarismo
en el comportamiento de los niños y de los adolescentes, para promover en
ellos una vida sana.

          La obesidad en la infancia fue reconocida como un asunto serio
de la salud pública en Estados Unidos en los años 80. Sin embargo, la
obesidad está ahora tomando un lugar importante, y el asunto del
sobrepeso en los niños ha causado alarma tanto en los países desarrolla-
dos como en los que están en vías de desarrollo en todo el mundo, y es
similar a las estadísticas de los adultos. Es evidente, en todos los países
donde los datos están disponibles, que la obesidad en la niñez está
demostrando una tendencia al alza, lo que ha generado mucha preocu-
pación en los académicos, en los médicos, y en los mismos gobiernos.

         Las proporciones que presenta Europa en la actualidad parecen                            237
                                                                                                  2 37
mostrar ciertas variables. Existe un perfil más o menos graduado,
reduciéndose desde el sur hacia el norte, con niveles bajos de incidencia
en países como Holanda (sólo el 12% de los niños). Alemania, Dinamarca
y Suecia también experimentan índices relativamente bajos de inciden-
cia, mientras que los países del Mediterráneo exhiben por lo general
índices más altos de obesidad; así, por ejemplo, España es el tercer país
de Europa en el índice de niños obesos y con sobrepeso (14% y 29%,
respectivamente, de los que están en edad escolar).

         ¿Qué hay detrás de la actual epidemia de obesidad en la
infancia?, ¿es que los niños consumen ahora más comida que antes?,
¿están sus dietas más cargadas de grasa?, ¿deberíamos señalar un
progresivo declive de la actividad física?, ¿son estas preguntas las únicas
razones o existen algunos otros factores? Las respuestas para intervenir
no están tan claras.

          Para aquellos que confían en las leyes de la termodinámica, el
acercamiento a la explicación de este asunto no es tan difícil: para la
estabilidad del peso corporal y para la de su composición, la energía in
(entrante a través del alimento) debe complementar a la energía out
(saliente mediante la actividad física): puesto que formamos parte de

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una sociedad, no podemos seguir permitiendo realizar elecciones pobres
de salud, tales como ser físicamente inactivos y tener una dieta insana,
ya que, sin duda, estas elecciones conducen a la obesidad.

          Los niños obesos tienen un alto riesgo de padecer el Síndrome
Metabólico. Este síndrome es definido como aquel que conduce a la
adquisición, como mínimo, de los problemas siguientes: obesidad abdo-
minal, escasez de alta densidad de hipoproteínas, colesterol,
hipertrigliceridemia, hipertensión, y no tolerar la glucosa. Aquí es donde
las escuelas deben ser las protagonistas. ¿Qué papel pueden adoptar las
escuelas para encontrar una solución?

           Ambos, el entorno de la escuela y el ambiente familiar, son los
responsables del creciente aumento de la obesidad infantil. De nueve a
diez meses al año los niños van a la escuela cinco de cada siete días de
la semana, durante cinco, seis o siete horas diarias. La cafetería de la
escuela está provista de diferentes alimentos, el programa de EF determi-
na el tiempo dedicado a la actividad física, y el currículo escolar controla
los aprendizajes acerca de las relaciones entre la conducta personal y la
salud. Aparte de la escuela, la familia influye con no poca intensidad en
la vitalidad del niño. Los padres son quienes deciden comprar alimentos                           238
                                                                                                  2 38
de altas calorías, y/o los que permiten que sus hijos caigan en largos
períodos en los que sólo realizan labores sedentarias, facilitando la
balanza entre la toma de energía y el gasto. Con el incremento de la ac-
tividad física y con una dieta equilibrada, se puede reducir la obesidad,
aunque hay que tener en cuenta que es mejor prevenirla que curarla. En
Dinamarca y en Holanda montar en bicicleta es difundido como una
forma de transporte, pues del 60% al 70% de los niños se vale de este
medio para ir al colegio cada día. Esos dos países tienen el índice más bajo
de sobrepeso y de obesidad de la niñez en Europa.

     4.3 LA CORRECTA PERCEPCIÓN DE LA IMAGEN CORPORAL Y LA AUTOESTIMA
         COMO INSTRUMENTOS DE PREVENCIÓN DE TRASTORNOS
         ALIMENTICIOS EN ADOLESCENTES

          Los trastornos producidos por la conducta alimenticia constitu-
yen un fenómeno en continuo aumento entre la juventud, que está
produciendo enormes problemas: desde los sanitarios hasta los económi-
cos, pasando por los de naturaleza afectiva que se dan dentro de las
familias.

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          Algunos de los componentes de los trastornos de las conductas
alimenticias son los que están relacionados con la distorsión de la imagen
corporal producida por la propia insatisfacción corporal, que se dan en
todas las edades, pero principalmente durante la adolescencia, y sobre
todo entre las mujeres, si bien en los últimos años hay un aumento de
casos también en los chicos.

         Los llamados por lo común trastornos de la alimentación, son,
de hecho, alteraciones de la conducta que se tienen en relación con los
alimentos, y que se conocen también como desórdenes o perturbaciones
del comer, de la ingesta, de la conducta alimenticia, etc. Entre ellos, los
más importantes son la anorexia y la bulimia nerviosas, así como los co-
nocidos médicamente como trastornos alimentarios no específicos.

          Las características esenciales de la anorexia nerviosa consisten
en el rechazo a mantener un peso corporal mínimo o normal, en un miedo
intenso a ganar peso, y en una alteración significativa de la percepción
de la forma o del tamaño del cuerpo. Además, las mujeres afectas a este
trastorno, aunque hayan pasado la menarquia, sufren amenorrea.

         Por su parte, la bulimia nerviosa consiste en atracones y en
                                                                                                  239
                                                                                                  2 39
métodos compensatorios para evitar ganancias de peso. De otro lado, la
autoevaluación de los individuos con esta enfermedad se encuentra
excesivamente influida por la silueta y por el peso del cuerpo.

          Hilde Bruch (1962) fue la primera en sugerir la existencia de
una alteración de la imagen corporal en la anorexia nerviosa, de forma
que argumenta: «Lo patognómico de la anorexia no es la gravedad de la
malnutrición per se, sino más bien la distorsión de la imagen corporal
asociada a esta». Así, la citada autora (1973) considera como circuns-
tancia primordial de la anorexia la producida por los trastornos de la
imagen corporal, pues al referirse a la distorsión de tal imagen incluía
alteraciones tan variadas como conciencia cognitiva del yo corporal,
conciencia interoceptiva de sensaciones corporales, sensación de con-
trol sobre las funciones del propio cuerpo, consideración afectiva de la
configuración corporal real, y autovaloración de la deseabilidad del
cuerpo por parte de otros. De esa manera, el malestar producido por la
percepción de la imagen corporal y de su evaluación estética negativa,
constituye el principal factor que precede a la intención de adelgazar.

         Otros estudios han puesto de manifiesto que la distorsión
perceptiva corporal es muy superior en pacientes con trastornos alimen-

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ticios. Por ejemplo, Sunday y otros (1992) observaron que las pacientes
anoréxicas sobrevaloraban el tamaño de sus caderas y el grosor relativo de
su cuerpo. Fichter y otros (1986), por su parte, habían verificado tal
valoración en la cintura y en la zona superior de los muslos. Distintos
trabajos han evidenciado que las pacientes con trastornos alimenticios
tienden a fijar su atención preferente en las partes de su cuerpo que
menos les satisfacen, mientras los sujetos normales se concentran sobre
todo en la silueta corporal global (Freeman y otros, 1991). Así mismo,
Gila y otros (1998), hallaron que las adolescentes anoréxicas
sobreestimaban todas las partes de su cuerpo, aunque las percibidas con
mayores distorsiones fueron tórax, cintura y caderas.

         Comoquiera que los programas de EF incorporan entre sus
contenidos aspectos relacionados con el esquema corporal, con la
imagen corporal, con aspectos perceptivos, etc., es decir, que tratan,
entre otras cosas, de educar la percepción tanto interoceptiva como
exteroceptiva del propio cuerpo, es por lo que surge y se sugiere una
intervención educativa en y desde el área de la EF, con la intención de
prevenir los desajustes perceptivos sobre el propio cuerpo en jóvenes
púberes.
                                                                                                 240
                                                                                                 2 40
          Se trata, por tanto, de que la intervención del profesor de EF,
hasta ahora inexistente en el tratamiento de este trastorno nervioso,
pueda ayudar a prevenir dicha enfermedad, al ser de gran ayuda en el
aprendizaje de la percepción de la imagen corporal y del autoconcepto,
que son algunas de las variables implicadas en la aparición de este
trastorno. El tratamiento de un desarreglo como el de la Anorexia-Bulimia
debe ser multidisciplinar, y, una vez que se ha producido el diagnóstico
diferencial, las terapias suponen la parte de un todo no excluyente: la
aportación de la EF.

          Desde el campo de la educación en general, y de la EF en
particular, trataremos de contribuir a la reducción de los trastornos
alimenticios en púberes y en adolescentes, de corregir la mala asimila-
ción de la imagen corporal para prevenir las citadas disfunciones, de
mejorar la insatisfacción con la propia silueta, de plantear y de enseñar
actividades psicomotrices que les permitan afianzar y aceptar su imagen
corporal, de informar de la manipulación a la que se ven sometidos los
adolescentes por los medios de comunicación, de concienciar de la
existencia de cánones de belleza establecidos, diferentes para hombres
y para mujeres y variables en el tiempo, para realizar juicios críticos.

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     4.4 LA TERCERA EDAD O UNA JUVENTUD CASI ETERNA EN UNA
         CONSTANTE ALIANZA CON LA ACTIVIDAD FÍSICA

         Tanto nuestro cuerpo como nuestra mente se rigen por una
sencilla regla: lo que no se usa, se atrofia. Esta regla cobra más
importancia a medida que envejecemos, pues, con el paso del tiempo,
vamos perdiendo de manera paulatina nuestra capacidad física e inte-
lectual. Si logramos mantenernos corporal y mentalmente activos,
reduciremos el ritmo de deterioro de nuestras funciones, y aumentare-
mos la calidad de los años dorados de nuestra vida.

         Los datos de los que disponemos sobre la población española,
por ejemplo, nos indican que en torno al 20% de la población estará
formado por personas mayores de 65 años en el 2030. Los cambios que
se producen en el envejecimiento son, sobre todo, disminución de la
capacidad aeróbica; reducción de la masa ósea, con lo que se es más
propenso a sufrir fracturas; decrecimiento de la resistencia y de la fuerza
musculares, debido en gran parte a la atrofia muscular; retraimiento del
sentido del equilibrio; mitigación del tiempo de reacción; debilitamiento
del metabolismo basal y aumento de la grasa corporal; bajón del sistema
inmune, y mengua de la flexibilidad.                                                              241
                                                                                                  2 41

          Si nos fijamos en todos estos cambios, vemos que están
relacionados en gran parte con la actividad física y no tanto con el
envejecimiento, de tal manera que pueden ser retrasados o atenuados
mediante un ejercicio regular aeróbico que movilice grandes masas
musculares, y también con ejercicios de fuerza. Por lo tanto, es creíble
que muchas de las pérdidas ocasionadas por la edad son evitables, si se
combaten con una intervención apropiada de la actividad física. Hay
estudios en Estados Unidos que advierten que un dólar invertido en EF
supondrá en el futuro un ahorro de tres dólares en sanidad. En este
sentido, si un individuo, cualquiera que sea su edad, conoce los benefi-
cios directos o indirectos que puede brindarle el ejercicio, se mostrará
más dispuesto a desarrollar cierta actividad física. Algunas personas
buscan en el ejercicio una forma de combatir el estrés, mientras que
otras lo practican para aumentar su nivel de bienestar. De hecho, hay
tantas razones para hacer ejercicio como personas que lo practican.

        Hoy los médicos desean que las personas de todas las edades
sean más activas, que se mantengan en movimiento: los niños, los
adolescentes, los adultos, los mayores de 60, los de 70, los de más de 80,

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e incluso los de 90, para quienes mantenerse en movimiento quizás sea
más vital que para nadie.

          Debido al reconocido valor de la actividad física para preservar
la capacidad funcional y para reducir la fragilidad en altas edades,
combinado con el soporte de la comunidad médica, ha dado como
resultado que se produzcan numerosas clases de fitness y de actividad
física, apareciendo en diversas instituciones (ejemplo: centros para
mayores, hospitales, departamentos de recreación, clubes de salud y
fitness, iglesias, centros de la comunidad, comunidades de retiro, etc.)
alrededor de todo el mundo.

     4.5 HACIA UN ESTADO DE SALUD PERMANENTE: ¿RESPONSABILIDAD
         INDIVIDUAL O PÚBLICA?

          Actualmente, el ocio y el tiempo libre han dejado de ser
privilegio de minorías, para convertirse en un derecho de toda la
población. Con el aumento del tiempo libre, nuevos grupos sociales, con
diferentes intereses, han accedido a la práctica de la actividad física y
deportiva. Sin embargo, en la mayoría de los países estamos lejos de tener                        242
                                                                                                  2 42
una población físicamente activa, pese al aumento del interés de algunos
grupos sociales.

          La adopción de un estilo de vida que incluya la práctica habitual
de la actividad física es una elección totalmente individual. No obstante,
existen múltiples condicionantes que van más allá de la simple voluntad.
Ya que llevar una vida activa exige «conocimiento, tiempo, motivación, un
cuerpo capaz, un ambiente que ayude y algunas veces un equipamiento
caro», todo ello no está al alcance de «los pobres y los desempleados».

          La actividad física se está considerando cada vez más como una
importante línea de actuación en las políticas sociales y en los planes de
salud pública de muchos países desarrollados, y es de esta manera como
se ha introducido la actividad física dentro de la filosofía que, desde los
años 70 del siglo XX, se ha ido imponiendo alrededor del término
«promoción de la salud». En ese sentido, la educación para la salud se
debe dirigir a la comunidad, e involucrar a todos los sectores sociales.

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      5. EL DEPORTE EDUCATIVO O LA INICIACIÓN DEPORTIVA
         EN LA EDAD ESCOLAR

      5.1 LA EDUCACIÓN EN VALORES: REALIDAD O MITO

          Por tanto, muchos y veloces cambios se están produciendo en
las sociedades contemporáneas: ecología, feminismo, ancianidad, ex-
plosión demográfica, inmigración, organización de consumidores, revo-
lución digital de las telecomunicaciones, la propia percepción social del
cuerpo, la ocupación del ocio y del tiempo libre, el deporte como
fenómeno de masas, etc. José Antonio Camacho, ex seleccionador
nacional de fútbol de España, en una entrevista que le hicieron en el
programa de TV Las cerezas, vino a decir que hoy no se puede entender
la vida sin el deporte, y, si cabe, sin el fútbol. No cabe la menor duda de
que el deporte ha trascendido su papel meramente motriz, para configu-
rarse como uno de los elementos de mayor promoción política, social,
económica y moral (Acuña, 1994).

          La actividad deportiva, según la carta Europea del Deporte
(1992), es todo tipo de tarea física, que, mediante una participación
organizada o de otro tipo, tiene por finalidad la expresión o la mejora de                         243
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la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales, o
el logro de resultados en competiciones de todos los niveles. Y así es vista,
en la mayoría de los casos, por los chicos en diferentes investigaciones, en
las que se señala que los principales motivos por los que practican
deporte son la ocupación del tiempo de ocio, la recreación, la salud, y el
estar sanos o en buena forma física (Mendoza y cols. 1994; Castillejo y
Balaguer, 1998; Corral, 2005).

          Bien es cierto que hasta nuestros días se han venido estable-
ciendo numerosas ideas y juicios en torno a la relación entre deporte y
formación moral; pero nos preguntamos:¿de qué «deporte» se está
tratando? ¿se entiende que es del deporte profesional o de elite, en el que
la victoria y los resultados adquieren una importancia suprema, en el
que la competición constituye sobre todo un espectáculo, y en el que
subyacen intereses económicos y políticos?; o, por el contrario, ¿se habla
de un deporte practicado por afición o por recreación, en el que la
importancia de la victoria y de los resultados es relativa, en el que la com-
petición constituye sobre todo el aliciente del juego, y en ocasiones una
forma de ponerse a prueba y de esforzarse, y en el que la diversión y el

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bienestar personal constituyen los principales aspectos que motivan la
práctica deportiva?

          Cuando se habla de la definitiva incorporación del deporte al
ámbito educativo, todos los discursos coinciden en que el reto de futuro
consiste en que el deporte pase a ser parte importante de la formación
integral del niño en el centro escolar, en el barrio y en sus zonas de
influencia, desde el ocio y el tiempo libre, ya que ambos transmiten
valores.

          Ahora bien, el concepto de deporte, durante la etapa escolar,
cambia y puede tener diferentes concepciones en función de las condi-
ciones particulares en las que se desarrolle. Moreno (1998) incluye,
dentro del deporte escolar, dos acepciones. Por una lado, el deporte en
la escuela, que se identifica con la práctica deportiva desarrollada dentro
del entorno escolar, con una incidencia directa del profesorado que
enseña en ella. Por otro lado, el deporte en la edad escolar, que englobaría
todas las actividades deportivas que el alumno realiza fuera del horario
escolar.

          Ciertamente, la utilización del deporte puede estimular senti-
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mientos de juego limpio y de subordinación de los intereses particulares
a los generales, pero también, en otros casos, puede promocionar la
insolidaridad, el desprecio hacia los otros o el deseo de victoria por
encima de todo. Esta dimensión instrumental nos lleva a considerar el
deporte como un medio que el profesor está en condiciones de utilizar
para alcanzar sus objetivos de educación moral y ética. En tal sentido, es
preciso hacer notar que muchos autores (Gutiérrez Sanmartín, 1995)
reconocen en el deporte un contexto de alto potencial educativo para la
adquisición de valores y para el desarrollo de actitudes socialmente
necesarias.

           Hoy en día, uno de los aspectos centrales es la discusión sobre
si es factible introducir el deporte en la escuela o no, ya que se entiende
que el deporte contiene elementos que promueven una apología de
aplastar al contrario, y que desvirtúa valores como la solidaridad, el
compañerismo, la ayuda mutua, el altruismo, etc. En parte eso es verdad,
porque en el deporte actual lo que importa es el resultado. Por otro lado,
la presión social de los aficionados deportivos, de los políticos, de los
medios de comunicación, y de los propios alumnos/as, empuja a que el
deporte esté en el currículo escolar.

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          De ahí que haya autores, como Acuña (1994), que subdividen
los valores, a su vez, en dos subgrupos: por un lado, los que promueven
la obtención de un récord, la victoria y la superación, y, por otro, los que
se limitan a la diversión, al entretenimiento y al mantenimiento físico.
Desde este punto de vista, el deporte escolar, y en la edad escolar, es
educativo en la medida en la que, como maestros, además de ocuparnos
de la enseñanza de los aspectos técnico-tácticos y del desarrollo de las
cualidades físicas de los alumnos, nos centremos también en transmitir
valores.

           A este respecto parece oportuno citar a Le Boulch, cuando dice:
«un deporte es educativo cuando transmite [a quien lo practica] el
desarrollo de sus aptitudes motrices y psicomotrices, en relación con los
aspectos afectivos, cognitivos y sociales de su personalidad». Es decir, se
trata no sólo de una educación por conocimientos (técnica, fundamentos
individuales, táctica, etc.), sino, además y sobre todo, de una educación
en aptitudes que se configuren en el ámbito global de la personalidad del
niño, y que le ayuden a formarse como persona por encima de las
creencias, de las ideas y de las ideologías en las que, sin ningún género
de dudas, se pueden ver inmersos (Seirullo, 1995). De ahí que el
deporte, bien utilizado, puede enseñar resistencia, estrategias de juego,                          245
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habilidades básicas, coordinación, estimulación del juego limpio y del
respeto a las normas, así como a conseguir un esfuerzo coordinado y la
subordinación de los intereses propios a los del grupo; y, mal utilizado,
el deporte puede fomentar la vanidad personal, el deseo codicioso de
victoria, y el odio a los rivales (Gutiérrez, 1996). En ese sentido, nosotros,
como educadores, tenemos la misión de favorecer la primera opción;
de lo contrario, habría que preguntarse: ¿Qué sentido tiene para noso-
tros, desde la pedagogía y el deporte escolar, no enseñar esto? Por lo
tanto, desde la perspectiva educativa, la iniciación en los deportes debe
suponer la «inmersión» del alumno en un proceso, que, mediante la
propia práctica y el propio aprendizaje deportivo, le haga crecer y
desarrollarse en los planos intelectual, motriz, moral y actitudinal
(Velázquez, 2001).

          Pero, por otro lado, ¿podemos hablar de una educación depor-
tiva moral? ¿El deporte es o se hace educativo? ¿Qué debemos tomar en
consideración para una educación deportiva en valores? ¿Qué estrategias
podemos poner en práctica sin hipotecar tiempos de aprendizaje como
el motriz y el cognitivo? ¿Existen propuestas efectivas?

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