Genaro Estrada: de los criaderos de perlas en la Baja California a Visionario de la Nueva España

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Genaro Estrada: de los criaderos de perlas
            en la Baja California a Visionario de la
            Nueva España
            Rogelio Arenas Monreal, UABC. México

                                           A Don Edmundo Valadés, quien me acercó a
                                           los secretos de las perlas de este mar Bermejo.

            El 29 de septiembre de 1937, en la última etapa de sus estancia
            diplomática en Buenos Aires, anota Alfonso Reyes en su Diario: Anoche
            dijo la radio de México que Genaro Estrada estaba muy grave. Él me
            anuncia su mal en carta recibida hace una semana, en que me dice que
            apenas puede escribirme porque no ve y tiene la albúmina por todo el
            cuerpo - le escribí al instante, y hoy telegrafié a su casa deseándole salud,
            pues temo que sea mi palabra de despedida.' Luego al día siguiente con
            el dolor profundo de quien ha perdido al mejor amigo, continúa: £Y en
            efecto, ayer falleció mi Genaro Estrada, según los telegramas de hoy.
            Pena, jaqueca nerviosa, muchas interrupciones',1 y ahí mismo adelanta:
            'Escribo un artículo sobre Genaro para La Nación del domingo'.2 La
            muerte, lejos de separar a los amigos, estrecha mucho más los lazos
            afectivos entre ellos pues Reyes escribe uno de los textos más hermosos y
            precisos entre los que se han escrito sobre Genaro Estrada.' Al igual que
            él, como testimonio del mejor homenaje, con una prosa precisa y justa,
            Reyes logra recoger el perfil exacto del erudito historiador, sobresaliente
            diplomático, 'excelente escritor' y 'ciudadano intachable' que fue Genaro
            Estrada.4 Digno del mejor exordio, Reyes ofrece en apretada síntesis el
            retrato espiritual de este 'gran mexicano de nuestro tiempo':

                El que comprende a unos y a otros y a todos puede conciliarios; el
                que trabaja por muchos y para muchos sin que se le sienta esforzarse;
                el que da el consejo oportuno; el que no se ofusca ante las inevitables
                desigualdades de los hombres, y les ayuda, en cambio, a aprovechar
                sus virtudes; el fuerte sin violencia ni cólera; el risueño sin
                complacencias equívocas; el puntual sin exigencias incómodas; el que
                estudia el pasado sin precisiones de técnico, vive en el presente con
                agilidad y sin jactancia, y provoca la llegada del porvenir entre
                precavido y confiado; el último que pierde la cabeza en el naufragio,
                el primero en organizar el salvamento.5

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Genaro Estrada 39

            Entre la hiperbólica enumeración de los atributos con que Reyes
         completa este cuadro inicial destacan el de bonhomie, paciencia,
         comprensión, ecuanimidad, buen humor, y el de ser 'coleccionista de
         buenos libros, de manuscritos raros, de cucharillas de plata, de cuadros y
         de muebles, de jades y primores chinescos' que convierten su casa en un
         verdadero museo, pero sobre todo como 'padrino natural de los libros',
         era 'una de esas instituciones de la ciudad' capaz de congregar 'pléyades
         literarias': 'Y era la suya una de las bondades sin aureola y sin excesos de
         santidad... Tan de grata compañía siempre, tan mensajero de buenas
         noticias, tan de todas las horas, tan hermano mayor con su vibración de
         ternura contenida y sus travesura de joven elefante.'6
            Pero quizás la más significativa distinción sea el designarlo 'hombre
         del Renacimiento' que con su vasta cultura se ocupó de las más diversas
         y sustanciales ramas del conocimiento humano.
            Genaro Estrada, el hombre de Sinaloa, llega a la ciudad de México en
         un momento en que las actividades del Ateneo llegaban a su fin, en una
         atmósfera convulsionada por la Revolución encontró el apoyo de otro
         tardío ateneista también llegado de la provincia, el poeta Enrique
         González Martínez y con el magisterio de Genaro García fue moldeando
         su profunda afición por el pasado colonial de México. La obra de Genaro
         Estrada más que extensa es una obra diversa y significativa que a juicio
         de José Emilio Pacheco aún espera un estudio cuidadoso por parte de
         'nuestros críticos': 'La dificultad se comprende: en la literatura mexicana
         no ha habido nunca espacio para el amateur; además su contribución
         más interesante la hizo dentro de una corriente, el colonialismo, que aún
         está a la espera ya no digamos del juicio y el balance sino del entendimiento
         e incluso la lectura.'7 La acepción de amateur que le da José Emilio
         Pacheco no está dicha en sentido negativo para indicar 'falta de
         conocimiento y de destreza' que no se podría aplicar a este hombre culto
         y de fina sensibilidad, sino que la utiliza para designar a Estrada con
         justeza en el sentido original del término: 'La persona que ama un arte
         de consumidor pasa a productor sin aspirar al profesionalismo.' Pacheco
         argumenta que esto les pasó a todos los miembros de su grupo, el grupo
         de 1915, 'la generación de la zozobra', exceptuando a Ramón López
         Velarde. Lo que pasó con Estrada: 'quedó obscurecido entre los prosistas
         del Ateneo y los poetas de Contemporáneos.'8
            Como aquellos escritores que optaron por remontarse al pasado
         colonial, tema de su escritura, ante la situación angustiosa de la
         Revolución,9 Genaro Estrada, cuya silueta biográfica se percibe en los
         personajes de sus libros de ficción, se insertó de lleno en el colonialismo,
         sin embargo, tuvo la valentía y la audacia para ir en contra del
         movimiento como lo demuestra en su única novela: Pero Galtn, que es la
         continuación de Visionario de la Nueva España10 y en cuya unidad debe

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            estudiárseles. Con la lucidez que lo caracteriza ésa ha sido la apreciación
            de José Emilio Pacheco. Siguiendo sus enseñanzas en esta aproximación
            al poeta, narrador, ensayista, crítico, diplomático y mecenas generoso de
            empresas,11 nuestra intención consiste en estudiarlo desde la perspectiva
            de dos metáforas que a nuestro juicio lo comprenden: la metáfora del
            mar abierto y profundo donde se esconden los secretos de las perlas, y la
            de la tierra firme y fascinante de la ciudad colonial de México que tanto
            lo cautivó. La primera la desprendo de un ensayo temprano que fue
            objeto de una conferencia dictada en la Sociedad Mexicana de Geografía
            y Estadística, en 1918, y que está íntimamente relacionado con sus
            orígenes, con el contorno de la ciudad donde nació, en provincia, con 'el
            amarillo amargo mar de Mazatlán' como lo dijera la voz poética de
            Gilberto Owen, su paisano y contemporáneo. En el texto aludido de
            Reyes me llamó la atención el párrafo en que con una mención abarcadora
            él se refiere al amigo que ha partido. Con su clásica economía lingüística
            y su extraordinario don de síntesis asienta refiriéndose a la evolución del
            escritor:

                Entretanto, la pluma activa daba de sí colaboraciones dispersas; tal
                sabrosa traducción de Renard, o trabajos de diversa índole que saciaba
                su apetito de hombre del Renacimiento; estudios sobre los criaderos
                de perlas en la Baja California o sobre los ejemplares mexicanos en los
                museos de Europa, las municipalidades en la América Española, las
                ordenanzas de los gremios en la Nueva España; mil noticias de
                bibliografía literaria; y, en medio de todo ello, un constante anhelo
                por coordinar el trabajo de todos, y poner de acuerdo las preguntas
                de uno con las respuestas del otro.'12

               Efectivamente sobre todos estos importantes asuntos se ocupó la erudita
            pluma de Genaro Estrada. La primera metáfora en la que aquí me detengo
            está sustentada en esta información, que Genaro Estrada hizo 'estudios
            sobre los criaderos de perlas en la Baja California' y está referida al único
            de sus ensayos en que se ocupa, parece, de este tema, titulado, 'La pesca
            en los mares de México.' El tono, sin embargo, más abarcador, sólo de
            manera tangencial se detiene en este otro imaginario del conquistador
            de México que lo llevó a buscar en el fondo del cálido mar bermejo de la
            Baja California las codiciadas y preciosas perlas que acrecentaran la
            riqueza en oro y plata arrancada a las entrañas de la tierra y cómo éstos
            pudieran adornar en fino pendiente a la realeza europea, a las virreynas
            o a las vírgenes de los altares barrocos y churriguerescos de la Nueva
            España. Con acierto enumera las distintas especies, las fruit de mer, que
            en el mar se producen como parte de su propósito: 'difundir el
            conocimiento de una de las riquezas nacionales tan grandes como
            despreciadas.'1' Menciona, en la pesca mayor, en este orden: al tiburón,
            al bufeo, al cochinillo, a la ballena, la tortuga, el carey, la foca o lobo

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         marino, la totoaba, la nutria, la langosta, la sardina, y aludiendo a nuestro
         asunto dice: 'La pesca de la madreperla o buceo de la concha perla también
         debe comprenderse dentro de la pesca mayor, sin embargo de ser una
         explotación muy distinta a la pesca en general, y parecerse más a una
         industria,' 14 y en el rubro de la pesca menor aparecen: el pargo o
         guachinango, la cabrilla, la mojarra, el pez-sierra, el pez-gallo, la palomita,
         el roncador, el rayadillo y algunos otros. Menciona entre algunas especies
         de las que no se pescan: la anguila, el congrio, la lamprea, la raya, la
         abarcoa y el barrilete o atún'. Cabe advertir que en este ensayo sólo en
         otro pasaje aparece el tema, cuando haciendo gala de erudición filológica
         al describir las condiciones de vida de los pescadores explica una de sus
         acciones: vigiar. ¿En qué consiste? Él mismo acota: 'vigiar es ver desde la
         canoa el verde del mar profundo', y en seguida completa: 'Generalmente
         si el hecho sucede en la costa oriental de la Baja California, las excursiones
         para 'vigiar' tienen por objeto buscar ostras que puedan proporcionar
         alguna perla a los pescadores.' 15 ¿Justifican estas dos alusiones la
         apreciación de Reyes? ¿O a Reyes le pasó con Estrada lo que a los
         conquistadores con el mar Bermejo, ahora mar de Cortés o de la Baja
         California? No hay en este autor estudios específicos sobre los criaderos
         de perlas en la Baja California, lo que no significa que no supiera de este
         asunto, pues al concluir su estudio menciona a varias autoridades en la
         materia, entre los que destaca la figura de D. Gastón J. Vives.16 De esta
         manera se confirma que este tema referido a Estrada por su entrañable
         amigo Alfonso Reyes es más bien una gran metáfora para aludir a la
         desbordante erudición de la que era depositario como llegó a serlo el
         mar Bermejo del imaginario perlero. El historiador Adrián Valadés se
         pregunta si el poderoso atractivo y la fascinación que ejerció este mar en
         la mente de los conquistadores responden, como lo señala Clavijero, a
         que eran abundantes las perlas en la corte azteca: '¿Procedería en parte
         aquel tesoro de perlas de los placeres de la California como opinan
         algunos respetables escritores?',17 pues no son pocos los testimonios que
         la historia registra sobre este hecho que tanto atrajo a los conquistadores,
         sin embargo, las conclusiones a las que llega no apuntan a confirmar
         esta suposición, ya que 'Parece ser lo más probable que las perlas que
         atesoraron los aztecas, procedieran del Golfo Paria, de Panamá.'18
            Recientemente un inteligente estudio de la historiadora Martha
         Micheline Cariño Olivera, desde una perspectiva socio-económica,
         permite situar las múltiples alusiones a las perlas que desprendidas de la
         memoria colectiva se les encuentran aún en la cultura popular y en la
         vida cotidiana, sobre todo en el puerto de la Paz, en el sur de la península;
         dice al respecto: 'Tanto el mito como la realidad influyeron para que la
         pesca de perlas en la época colonial haya desempeñado un papel central
         en la historia de la explotación y conquista del territorio peninsular. Tan
         grande fue entonces la explotación de los bancos perleros que desde las
         últimas décadas del siglo XVIII hasta ya bien entrada la segunda mitad

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            del siglo pasado, las perlas brillaron por su ausencia.'19 Por ella se sabe
            que, sin embargo, en el período comprendido entre 1870 y 1940 se dio
            un auge en la pesca y comercio de las perlas que llega incluso a dar una
            cierta identidad como vínculo social que define e integra a la región. De
            manera que en el momento en que Genaro Estrada, hombre de mar
            nacido en el puerto de Mazatlán, vecino próximo del puerto de la Paz,
            escribió su ensayo sobre 'La pesca en los mares de México', sensible a su
            entorno de origen, estaba recogiendo la información sobre un hecho vivo
            y candente. Los informes de Gastón Vives sobre Los criaderos de concha
            madre perla en Baja California, que con toda seguridad conocía Estrada,
            dentro de sus reclamos y la tragedia en ellos contenida, son de una belleza
            exquisita,20 belleza que comparte un interesante trabajo sobre las perlas
            en la Baja California, escrito y publicado en 188021 y que sin duda formó
            parte de la biblioteca de este coleccionista de libros raros.
               Esta metáfora de la erudición de 'el Gordo', como lo llamaban sus
            amigos más cercanos, conocedor de los secretos del mar, queda incompleta
            sin la otra que lo sitúa en el corazón de tierra firme, en la fascinación que
            sobre él ejercicio la ciudad de México, a la que llegó en 1912. Su Visionario
            de la Nueva España publicado nueve años después, lo muestra como un
            conocedor profundo de los misterios y los secretos de esta ciudad colonial.
            Reyes, quien pudo haberlo influido con su Visión de Anáhuac, mostrándole
            el camino, se expresa en estos términos:

                Su Visionario de la Nueva España viene a ser como un Gaspar de la
                noche mexicano, y no creo que antes de él se haya logrado poner a
                contribución, con mayor efecto, todos los temas y motivos de nuestra
                imaginería colonial, de nuestra suntuosa y parsimoniosa 'Edad Media',
                llena de virreyes, frailes y doctores, asuntos transportados por él a un
                ambiente, si vale decirlo, de disciplinada fantasía, de ensueño con
                bridas.22

               En una carta que Estrada le envía a Reyes desde Milán, el 30 de abril
            de 1921, donde le comunica que irá a Madrid a principios de junio, y
            con un escueto lenguaje le dice: 'Le envío eso del 'Visionario", provoca
            en Reyes una inmediata y entusiasta respuesta: 'Venga cuanto antes,
            tenemos mucho de que hablar' y con un manifiesto tono de admiración
            le comunica: 'leo y releo con entusiasmo su Visionario. Con lo mucho
            que lo estimo ha sido una revelación.'23 Las estampas recogidas en
            Visionario de la Nueva España a manera de relatos breves en una escritura
            fragmentaria que, sin embargo, se integra en la unidad del libro, es el
            antecedente de su Pero Galín, 'novela-ensayo' como la llamó
            Villaurrutia. 24 Aludiendo a la unidad de ambos libros Christopher
            Domínguez destaca la hermandad entre Estrada, Silva y Aceves y Torrí
            por las viñetas o retablos de Visionario de la Nueva España y por la fina
            ironía y el ingenio con el que 'Estrada no sólo lleva el colonialismo hacia

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          su mayor decantación estilística sino [que] lo clausura con humor, alevosía
          y ventaja en Pero Galín. La limpieza en el trazo, la ubicación clara en los
          sujetos en escena y los respiros que su pluma parece tomarse, hacen de
          los cuentos y sucedidos de Estrada artefactos memorables.'25 No hay en
          ellos desperdicio. De los treinta y nueve relatos recogidos en Visionario de
          la Nueva España {Fantasías mexicanas), desde 'Dilucidaciones' con el
          que se abre hasta el 'Diálogo Churigueresco' con el que se cierra, en esa
          alucinante fantasía de poner a dialogar a los más importantes personajes
          y construcciones arquitectónicas de la historia colonial de México,
          desfilan con lujo de detalle los más diversos personajes y situaciones que
          constituyen el imaginario preciso de la vida cotidiana durante la Colonia.
          Así, en esta segunda metáfora de ser él mismo el visionario de la Nueva
          España, Genaro Estrada despliega sus mejores dotes de erudición que
          con justa razón le ganó el calificativo de ser 'un hombre del Renacimiento',
          en la cultura y la literatura mexicana del siglo XX. Eso explica la profunda
          amistad y admiración que existió entre ellos y que con Visionario de la
          Nueva España, seis años después, Estrada complete la Visión de Anáhuac
          1519. De esta manera el imaginario de las perlas en Baja California, en
          el Mar Bermejo o Mar de Cortés, que tanto alimentó la fantasía de los
          conquistadores y abrió el camino para su cultivo en cautiverio, en los
          criaderos, en la valoración de Alfonso Reyes se convierte en poderoso
          símbolo para exaltar la figura de un hermano gemelo en la erudición:
          Genaro Estrada.

          NOTAS
          1
                Alfonso Reyes, Diario inédito, Cuaderno número 6, pp. 18-19. La consulta
                de este material, en la Capilla Alfonsina, se hizo con la autorización de
                su Directora, Alicia Reyes.
          2
                Efectivamente con el título 'Genaro Estrada' apareció en el Suplemento
                de La Nación, Buenos Aires, 3 de octubre de 1937.
          3
                Aparte de que se reprodujo en varias publicaciones, Alfonso Reyes lo
                integró en su libro Pasado Inmediato y otros ensayos (México: El Colegio
                de México, 1941), pp. 165-78, y en Obras completas (México: F.C.E.,
                1960), XII, 175-81. Se citará en lo sucesivo de esta edición.
          4
                Los calificativos 'excelente escritor', 'ciudadano intachable' y 'gran
                mexicano de nuestro tiempo' pertenecen a Reyes, quien concluye su ensayo
                diciendo: 'Y esperó la muerte trabajando para México, para su América,
                en el recuerdo de sus amigos, que son también en todas partes, y en la
                serenidad de su obra; su obra de hombre bueno, de excelente escritor y
                de ciudadano intachable' {Obras completas, p. 181).
          5
                Obras completas, p. 175. Cierra así este párrafo inicial: 'tal era Genaro
                Estrada, gran mexicano de nuestro tiempo a quien todos podían atreverse
                a llamar "el Gordo"'.

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             6
                  Obras completas, pp. 175-76.
             7
                  José Emilio Pacheco, 'Genaro Estrada en su centenario', en Proceso,
                  552, 1 de junio de 1987, p. 50.
             8
                  Pacheco, 'Genero Estrada'. Pacheco completa su esbozo homenaje a Genaro
                  Estrada con otra importante nota titulada: 'Genaro Estrada: lo colonial
                  californiano', donde se ocupa de Pero Galín, en Proceso, 553, 8 de junio
                  de 1987, pp. 48-49.
             9
                  José Luis Martínez ha caracterizado de esta manera al colonialismo:
                  'Movimiento de huida hacia el pasado, determinado por la angustia de la
                  revolución' (Literatura Mexicana Siglo XX: 1910-1949). Entre los escritores
                  de este movimiento se encuentran: Francisco Monterde, Artemio del Valle
                  Arispe, Julio Jiménez Rueda, Ermilo Abreu Gómez y Genaro Estrada.
             10
                  Genaro Estrada, Visionario de la Nueva España. Fantasías mexicanas
                  (México: Ediciones México Moderno, 1921), 204 pp. (en Biblioteca de
                  Autores Mexicanos Modernos). Existen dos ediciones más: con una
                  introducción de Irma Gudiño y 'Evocación de Genaro Estrada' por Alfonso
                  Reyes, 2 a ed. (México: D.D.R.Sría. de Obras y Servicios Públicos, 1975);
                  y en Obras Completas, compilación, prólogo, notas y bibliografía por
                  Luis Mario Scheider (México: Siglo XXI-Difocur, 1988), pp. 81-118.
                  Pero Galín (México: Editorial Cultura, 1926), 173 pp., con prólogo de
                  M a del Carmen Millán (México: INBA, 1967), XXVII + 124 pp. 3 a ed.
                  en Obras completas, pp. 119-72.
             11
                  José Emilio Pacheco apunta en su 'Genaro Estrada en su centenario' que:
                  'Después de Vasconcelos, sin Estrada no hubiera habido subsidio para las
                  revistas, ni puestos burocráticos ni diplomáticos para los escritores, en
                  un país sin medios de subsistencia para ellos' (p. 50).
             12
                  Alfonso Reyes, Obras completas, pp. 176-77.
             13
                  Cito de la edición de Luis Mario Schneider, Genaro Estrada, 'La pesca
                  en los mares de México', en Obras Completas, II, 379.
             14
                  Obras Completas, II, 389.
             15
                  Obras Completas, II, 380.
             16
                  Gastón J. Vives, Criaderos de Concha Madre Perla en Baja California.
                  Informes de 1904 y 1908. Documento consultado en la Colección Especial
                  en la Biblioteca de La Jolla, en San Diego.
             17
                  Adrián Valadés, Temas históricos de la Baja California (México: Editorial
                  Jus, 1983), p. 95.
             18
                  Temas históricos, p. 96.
             19
                  Martha Micheline Cariño Olivera, 'Perlas: de la pesca al cultivo. Premisas
                  para una historia de la acumulación de Capital en La Paz, 1890-1915',
                  en V Simposio de Historia y Antropología Regionales. Memoria (México:
                  UABC-Sur, 1994), p. 53.
             20
                  Cf. Informes citados arriba.
             21
                  Anónimo, Las perlas de la Baja California, publicado originalmente en
                  El Minero Mexicano, en 1880, según nota al lector de una edición
                  posterior: México: Editor Vargas Rea, Biblioteca Aportación Histórica,
                   1959, 27 pp. Ejemplar consultado en la Biblioteca del Instituto de
                  Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California,

AIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. Genaro Estrada: de los criaderos de ... ROGELIO ARENAS MONREAL.
Genaro Estrada 45
               en la Colección California Mexicana donada por Ascensión y Miguel
               León Portilla.
               Alfonso Reyes, Obras completas, p. 177.
               Cf. Con leal franqueza. Correspondencia entre Alfonso Reyes y Genaro
               Estrada 1916-1927, compilación y notas de Serge I. Zaitzeff (México: El
               Colegio Nacional, 1992), I, 48 y 49.
               Xavier Villaurrutia, 'Seis personajes. IV Pero Galín', en Obras (México:
               F.C.E., 1966). Dice al respecto: 'Estamos frente a una novela-ensayo, lo
               cual equivale a decir que nos hallamos a mil metros sobre el nivel de un
               ensayo de novela' (p. 679).
               Christopher Domínguez Michel, Antología de la narrativa mexicana del
               siglo XX (México: F.C.E., 1989) (Letras mexicanas), I, 544.

AIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. Genaro Estrada: de los criaderos de ... ROGELIO ARENAS MONREAL.
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