JOSÉ EMILIO PACHECO DESCUBRE UNA DE SUS MÁSCARAS PARA HABLAR DEL MUNDO PRECOLOMBINO Y COLONIAL

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Carmen Alemany Bay

                                                                                                   Profesora titular de literatura hispanoameri-
                                                                                                   cana de la Universidad de Alicante y direc-
                                                                                                   tora del Centro de Estudios Iberoamericanos
                                                                                                   Mario Benedetti de la citada Universidad.
                                                                                                   Ha sido antologa y editora de obras de Mi-
                                                                                                   guel Hernández, entre ellas, la Obra com-
                                                                                                   pleta publicada por Espasa-Calpe. En litera-
                                                                                                   tura hispanoamericana destacan sus estudios
                                                                                                   sobre indigenismo y sobre poesía coloquial
                                                                                                   {Poética coloquial hispanoamericana), así
     JOSÉ EMILIO PACHECO DESCUBRE                                                                  como numerosos trabajos sobre poesía cu-
                                                                                                   bana, poesía mexicana (una edición sobre
                                                                                                   Jaime Sabines, artículos sobre José Emilio
       UNA DE SUS MÁSCARAS PARA                                                                    Pacheco), poesía uruguaya (artículos y un li-
                                                                                                   bro sobre Mario Benedetti). Otra línea de su
                                                                                                   investigación es las relaciones culturales
           HABLAR DEL MUNDO                                                                        entre España y América latina que se han
                                                                                                   materializado en su libro El meridiano inte-
                                                                                                   lectual en Hispanoamérica, en el número

       PRECOLOMBINO Y COLONIAL                                                                     monográfico Relaciones entre la literatura
                                                                                                   española e hispanoamericana en el siglo
                                                                                                   XX en la revista América sin nombre y en
                                    CARMEN ALEMANY      BAY                                        artículos sobre la relación entre autores
                                                                                                   españoles y latinoamericanos del siglo XX.

    En un artículo sobre la poesía de José Emi-   sólo en tres esta temática será relevante: No            l
                                                                                                           María Rosa Olivera-Williams,
lio Pacheco, María Rosa Oliver-Williams afir-     me preguntes como pasa el tiempo (1964-                  «La muerte como fuerza creado-
maba que el escritor mexicano «(re)crea -sa-      1968), Irás y no volverás (1969-1972) e Islas a          ra en la poesía de José Emilio
biendo que sus propias creaciones, sus            la deriva (1973-1975), sin que exista un orden           Pacheco» en La hoguera y el
                                                                                                           viento, José Emilio Pacheco ante
poemas, no están ajenas al derrumbamiento-        preestablecido ni ninguna prioridad a la hora
                                                                                                           la crítica (selección y prólogo de
la naturaleza ambigua de la humanidad: cruel      de enfrentarse a lo mítico, a lo histórico o a lo        Hugo Verani), México, Biblioteca
y destructora así como anhelante de paz y ar-     cultural.                                                Era, 1993, pág. 134.

monía»1. Estas antinomias son las que parecen         Las primeras muestras de la importancia
prevalecer, también, cuando el poeta se acerca    del pasado en el México del presente las halla-          José Emilio Pacheco, Tarde o
al mundo precolombino y colonial mexicano         mos en su segundo libro, El reposo del fuego             temprano (poemas 1958-2000),
                                                                                                           México, Fondo de Cultura Eco-
haciéndolo de forma intermitente y, de mane-      (1963-1964). De las tres partes de las que               nómica, 2000. Cuando haga re-
ra más insistente, en sus primeros libros; por    consta el libro, será en la tercera, compuesta           ferencia a los poemas de Pache-
tanto no es un tema prioritario en su poética     por quince poemas, en la que Pacheco inten-              co, seguiré esta edición, y en el
                                                                                                           texto principal aparecerá entre
pero sí necesario porque esta temática ayudó      tará crear un «poema-ciclo» partiendo de la              paréntesis el número de página.
al autor en sus primeros años de poeta a con-     metáfora heracliteana (vía Bachelard) para
figurar la complejidad del mundo mexicano,        plantear que «la condición trágica de la hu-
                                                  manidad consiste en que añoremos el fuego                Michael J. Doudoroff, «José Emi-
tan presente en todos sus versos, y a ensayar
                                                                                                           lio Pacheco: recuento de la poe-
la importancia que la intertextualidad tendrá     pero pertenecemos al agua», según Michael J.             sía, 1963-86» en La hoguera y
siempre en su obra. Al evocar el pasado           Doudoroff3; y desde ahí emerge la necesidad              el viento. José Emilio Pacheco
                                                  de remontarse a los orígenes del pueblo mexi-            ante la crítica, pág. 149.
prehispánico y la conquista adopta la postura
de quien piensa que no hay tiempo para la         cano para establecer una fuerte relación entre
nostalgia por alguna felicidad pasada ya que la   la mitología precolombina, hechos históricos
única pervivencia del pasado es la acumula-       de la colonia, la filosofía presocrática y la fun-
ción de ruinas, de crímenes y de injusticias; y   ción de la poesía. En el primer poema de esta
es aquí donde actúa la poesía ya que, según el    tercera parte, «Brusco olor del azufre, repen-
autor, una de las dolorosas funciones de ésta     tino» el autor se sumerge en el mundo subte-
es que perviva el pasado en los textos del pre-   rráneo de México para decirnos que: «Bajo el
sente.                                            suelo de México se pudren/ todavía las aguas
    Hasta estos momentos son doce los libros      del diluvio» (51), versos que nos remiten no al
poéticos que ha publicado el autor, recogidos     diluvio bíblico sino al Quinto presagio funes-
en Tarde o temprano (poemas 1958-2000)2, y        to: «Hirvió el agua: el viento la hizo alboro-
                                                                                                               José Emilio Pacheco descubre una
                                                  tarse hirviendo. Como si hirviera en furia, co-
será en siete en los que aparezca, con mayor o                                                                  de sus máscaras para hablar del
                                                  mo si en pedazos hirviera al revolverse. Fue su               mundo precolombino y colonial
menor intensidad, el pasado mexicano. Tan                                                                        CARMEN ALEMANY BAY
impulso muy lejos, se levantó muy          en Pacheco -como recurso de distanciamiento-
                                                    alto. Llegó a los fundamentos de las       es una simbiosis que conserva la estructura o el
                                                    casas: y derruidas las casas, se anega-    espíritu del original pero que libremente alte-
                                                    ron en agua. Eso fue en la laguna que      ra lo circunstancial. Esta conjunción de ecos
                                                    está junto a nosotros». Esa laguna         se da en el entrecruzamiento, contaminación y
                                                    que aparece en el Quinto presagio          metamorfosis de textos reales, apócrifos o
                                                    reaparecerá en el poema citado cuan-       conjeturales -que por medio de la actividad
                                                    do se apunta que: «nuestra laguna en       participatoria del lector, establecen una rela-
                                         \ l a         que el mito/ abre las alas todavía,     ción dialogística-admirativa o paródico-anta-
                                                    devora/ la serpiente metálica, nacida/     gonista»4.
                                                    en las ruinas del águila»(51); referen-        De esta misma guisa serán los versos que
José Emilio Pacheco.
                                                    cias que nos remiten al mito del ori-      siguen a los citados anteriormente: «La inju-
                                          gen mexicano del águila y el nopal, símbolos         ria del virrey flota en el lodo./ Ningún tiem-
Lilvia Soto-Duggan,       «Realidad       hoy de la bandera mexicana. En este mito del         po pasado ciertamente/ fue peor ni fue mejor./
de papel: máscaras y voces en la          origen se nos cuenta que los aztecas del noro-       No hay tiempo, no lo hay,/ no hay tiempo;
poesía de José Emilio Pacheco»
                                          este recibieron el mensaje de que donde viesen       mide/ la vejez del planeta por el aire/ cuando
en Ensayos críticos sobre poesía
mexicana       actual   (edición   de     un águila devorando una serpiente debían             cruza implacable y sollozando» (55-56), ver-
Norma Klahn y Jesse Fernán-               construir su ciudad. La serpiente y el águila        sos que enlazan indudablemente con los de
dez), México, Katún, 1987, pág.
                                          serán nuevamente protagonistas en el quinto          Jorge Manrique para contradecirlos y, asimis-
173.
                                          poema: «son los yermos/ de la serpiente árida,       mo, expresar la versatilidad de lo poético.
5                                         habitante/ en comarcas de fango, esas caver-             Esta primera aproximación de Pacheco al
Michael J. Doudoroff,         op.cit.,    nas/ donde el águila real bate las alas/ en con-     mundo precolombino y colonial, a través de
pág. 152.
                                          fusión de bóvedas, reptante/ por la noche de         textos y personajes de la historia mexicana, se-
                                          México» (54). Si el origen de la ciudad, des-
                                                                                               guirá en su tercer libro: No me preguntes có-
                                          crito a través del Libro de los presagios y del
                                                                                               mo pasa el tiempo; libro que fue escrito du-
                                          mito del origen, es la referencia del primer
                                                                                               rante el gobierno de Díaz Orgaz, un periodo
                                          poema y el quinto; el sexto y séptimo tendrán
                                                                                               de crisis en la vida política, económica y cul-
                                          como referente a un virrey -por tanto, pasa-
                                                                                               tural y que culminó con la matanza de Tlate-
                                          mos a la época colonial- del que no se dice su
                                                                                               lolco en 1968. Como ha señalado la crítica, No
                                          nombre, pero sí que fue el causante de la de-
                                                                                               me preguntes... supuso un cambio en la tra-
                                          sertización de la laguna. Este virrey fue el ter-
                                                                                               yectoria del autor que se podría resumir en la
                                          cer Marqués de Montesclaros, Juan Manuel de
                                                                                               utilización de un estilo más directo, mayor
                                          Mendoza y Luna (1571-1628), quien con tal
                                                                                               presencia de humor y de ironía y una relevan-
                                          título gobernó México de 1603 a 1607, año en
                                                                                               te preocupación por el presente, como lo de-
                                          el que pasó a ser Virrey del Perú. En su tiem-
                                          po mexicano realizó obras para desaguar la la-       muestran poemas dedicados a la guerra del
                                          guna y reorganizar la traída de aguas; y a pe-       Vietnam, a la muerte del Che Guevara, a la
                                          sar de ser uno de los virreyes que suavizó la        política mexicana, etc.: «La teoría de la de-
                                          situación de los indios y dio protagonismo a         pendencia -según Michael J. Doudoroff- in-
                                          la clase criolla, caerán sobre él todas las culpas   forma algunas meditaciones sobre la historia
                                          de la situación del México actual: «México           desromantizando las nostálgicas ilusiones
                                          subterráneo... El poderoso/ virrey, empera-          acerca del pasado colonial»5 y saca a colación
                                          dor, sátrapa hizo/ de los lagos y bosques el de-     el poema «Manuscrito de Tlatelolco (2 de oc-
                                          sierto» (56), y Pacheco pondrá en su boca las        tubre de 1968)» que consta de «1. Lectura de
                                          siguientes palabras: «Dijo el virrey: Los hom-       los Cantares mexicanos» y «2. Las voces de
                                          bres de esta tierra/ son seres para siempre con-     Tlatelolco (2 de octubre de 1978: diez años
                                          denados/ a eterna oscuridad y abatimiento./          después)». El poema de la «Lectura d e l ° s
                                          Para callar y obedecer nacieron» (55). Apare-         Cantares mexicanos» ha sido uno de los más
                                          ce aquí un recurso utilizado con frecuencia           estudiados por la crítica y, por tanto, sólo ci-
                                          por Pacheco como es el de cambiar o perfilar         taré las peculiaridades de este texto siguiendo
                                          las palabras que fueron dichas por alguien e          a Lilvia Soto-Duggan: la textualidad básica
                                          insertarlas en el texto para darle una mayor vi-     parte del manuscrito de los Cantares (1523) de
    José Emilio Pacheco descubre una      gencia y actualidad; o bien, como afirma Lil-         la Biblioteca Nacional de México; sin embar-
     de sus máscaras para hablar del
     mundo precolombino y colonial
                                          via Soto-Duggan: «La superposición de voces           go, en el texto de Pacheco se encuentran tam-
      CARMEN ALEMANY BAY                                                                        bién frases del Códice Florentino, libro XII,
capítulo XX, y del Ms. Anónimo de Tlatelol-        Carlos V, hace duras críticas ante el
co de 1528
precolombino, del tiempo            Una de las figuras más relevantes del tiem-
                                                        de la conquista y de la co-     po de la Conquista, y llegado a tierras ameri-
                                                        lonia es Islas a la deriva;     canas en los primeros viajes que hicieron los
                                                        aunque la crítica pache-        españoles, fue el Padre Las Casas. Como se
                                                        quiana cuando habla de la       sabe, en sus escritos de defensa a los indios
                                                        presencia del pasado en la      son múltiples las referencias bíblicas y sobre
                                                        obra del mexicano, en ge-       todo al Antiguo Testamento. En este caso, Pa-
                                                        neral, sólo hace referencia     checo escribe un poema titulado «El Padre
                                                        al «Manuscrito de Tlate-        Las Casas lee a Isaías, XIII». El capítulo
                                                        lolco» de No me pregun-         bíblico referenciado es el primero de los quin-
                                                        tes... Creo, contrariamen-      ce discursos que bajo el título de «Oráculos
                                    te, que Islas a la deriva resume todas las          contra las naciones» profetizan la ruina de los
                                    novedades e inquietudes de Pacheco y debe           enemigos de Dios que por sus acciones serán
Michael J. Doudoroff, op.c'rí.,     considerarse como un libro axial entre lo pu-       sometidos al juicio del Mesías. El poema,
pág. 156.
                                    blicado en años anteriores y sus libros poste-      escrito en cursiva, es casi una reproducción
                                    riores. La prueba la tenemos en la segunda          fidedigna de este oráculo contra Babilonia
                                    parte, de las cinco que componen el libro, en       revelado al profeta Isaías. Los dos primeros
                                    la que se concentran los poemas que tratan de       versos de Pacheco dicen así: «Estruendo de
                                    la temática en cuestión bajo el epígrafe de         multitud en los montes,/ como de mucho
                                    «Antigüedades mexicanas» con un total de            pueblo» que es una traslación de parte del
                                    dieciocho poemas que comienzan con el des-          versículo 4: «Clamor de multitudes en los
                                    cubrimiento y con composiciones que hacen           montes,/ como de pueblo innumerable». Los
                                    referencia al mundo precolombino, para dar          dos versos siguientes, «Y traen los instru-
                                    paso al mundo colonial y terminar con refe-         mentos de su furor!para borrar del suelo a los
                                    rencias al México del presente. La manera con       opresores.» lo son del final del versículo 5 que
                                    que Pacheco aborda el caudal histórico mexi-        reza lo siguiente: «Vienen de países lejanos,/
                                    cano es desde la tercera persona (a diferencia      de los confines del cielo,/ Yavé y los instru-
                                    de algunos de los poemas vistos hasta ahora         mentos de su cólera/ a devastar toda la
                                    en los que se poetizaba desde la primera) con       tierra». Los cuatro versos que siguen en el
                                    distanciamiento e ironía, a manera de cronis-       poema de Pacheco hay una notable diferencia
                                    ta; y por esa voluntad de poetizar la historia      respecto a los versículos bíblicos: la primera
                                    no oficial nos recuerda, salvando todas las         persona que aparece en los versículos 11 y 12
                                    distancias que requieren, a la labor que reali-     de Isaías se sustituye por la tercera en los ver-
                                    zan los narradores de la nueva novela históri-      sos del escritor mexicano: «Y los castigarán
                                    ca. Ahora se intenta poetizar desde una pers-       por su iniquidad/ y harán que cese la arro-
                                    pectiva más objetiva hechos sustanciales del        gancia de los soberbios./ Y ya nadie se ocupa-
                                    pasado mexicano.                                    rá de la plata/ ni seguirá codiciando el oro»,
                                                                                        frente a versículo 11 que dice: «Yo castigaré
                                        Esta serie comienza con «La llegada», re-       por su maldad al mundo/ a los impíos por su
                                    presentación de la venida de los conquistado-       iniquidad;/ acabaré con la arrogancia de los
                                    res al Nuevo Mundo. Ya en los primeros ver-         orgullosos,/ y humillaré el orgullo de los
                                    sos Pacheco resalta la verdadera obsesión con       déspotas»; y en el versículo 12: «Haré a
                                    la que los españoles llegaron a aquellas tierras:   los hombres más escasos que el oro». Micha-
                                    la búsqueda del oro; oro que metafóricamente        el J. Doudoroff apunta - y nosotros lo com-
                                    aparece identificado con el color del sol y éste    partimos- que la pretensión del poema es
                                    a su vez es la representación de Dios: («Pero       cómo «pudo haberla leído Las Casas o cual-
                                    ante todo el oro,/ piedra color de sol que es co-   quiera que hoy se sienta perturbado por'la
                                    lor de Dios»); y de forma más explícita se di-      injusticia y alerta al sentimiento apocalíptico
                                    rá: «Y sobre esta piedra/ fundaremos el Nue-        de levantamiento inminente»8.
                                    vo Mundo» (166). Este poema enlazaría con
                                    «Becerrillo», el nombre de un perro antropó-            Junto a estos poemas que son la represen-
                                    fago que mató a centenares de indios de Santo       tación de los primeros momentos de la con-
                                    Domingo y a quien «Colón le dio la paga de          quista aparecen otros que hacen referencia a
 José Emilio Pacheco descubre una
  de sus máscaras para hablar del   dos soldados»; pero, y de ahí viene la denun-       momentos históricos anteriores a la Conquis-
  mundo precolombino y colonial
                                    cia, «Ya la historia/ olvidó el episodio» (168).    ta; como son «Ceremonia», «Presagio» y «Te-
   CARMEN ALEMANY BAY
miltotzin de Tlatelolco». En el primero, se                   tiradas; dando empellones. Se hacían la guerra
describe cómo eran sacrificados los hombres                   unos a otros y los traían a cuestas unos como
                                                                                                                  Ibidem, póg. 149. A lo dicho,
en honor de sus dioses:                                       venados». Si lo observamos bien, hay un cam-        añade el crítico: «Sus lecturas del
                                                              bio sustancial entre lo que dice que vio el         Antiguo Testamento cumplen la
                                                                                                                  misma función, tal y como, en
    De entre los capturados en la Guerra de la Florida        Gran Tlatoani en el Séptimo Presagio y lo que
                                                                                                                  sentido opuesto, lo ha hecho su
    escogeremos uno. Para él serán                            se dice que se vio en el texto de Pacheco. El es-   interés en los poetas orientales y
    las vírgenes del templo, la comida sagrada, todo el honor critor  mexicano tomando como punto de par-         en los precolombinos. Pero Pa-

                                                              tida  el citado Presagio lo enlaza con una his-     checo no es inocente como Da-
    que la ciudad de México reserva
                                                                                                                  río, y ciertamente es más escép-
    a quien es elegido por sus deidades (167)                 toria del Antiguo Testamento: la del becerro        tico que Paz en su aproximación
                                                              de oro, quizá con la función de «tocar la fuen-     al mito».

    El templo al que hace referencia es el que                te de la mentalidad panmediterránea-euro-
se construyó en honor de Huitzilopochtli, a                   pea»,  como afirma Doudoroff9; pero también
instancias entre otros de Tlacaélel, y que tenía              para enlazar, como lo hace Pacheco en todos
como finalidad sacrificar numerosas víctimas                  los poemas en los que aborda el tema de la
al Sol-Huitzilopochtli, quien había llevado a                 Conquista, con la obsesión de los conquista-
los mexicas a realizar grandes conquistas. Por                dores por el oro y la religión como ya veíamos
consejo de Tlacaélel, los sacrificados debían                 también en el primer poema de esta sección.
ser de provincias no excesivamente remotas a                  La composición termina con la voz de Moc-
Ciudad de México como Tlaxcala, Huejot-                       tezuma afirmando que las profecías se cum-
zinco, Cholula, Atlixco, Tliuhquitépec y                      plen y no habrá oro suficiente para parar la
Técoac, para comodidad del ejército y «la                     ambición y «Del azteca/ quedarán sólo el llan-
gente de los cuales pueblos tendrá nuestro                    to y la memoria» (170). Pacheco, por tanto,
dios por pan caliente que acaba de salir del                  actualiza la profecía; mientras que el Séptimo
horno, blando y sabroso», palabras éstas de                   Presagio termina de forma más enigmática:
Tlacaélel, registradas por Fray Diego de Du-                  «Al momento llamó a sus magos, a sus sabios.
ran y que nos remiten al origen de las guerras                Les dijo: -¿No sabéis qué es lo que he visto?
floridas.                                                     ¡Unas personas que están de pie y agitándo-
                                                              se!... Pero ellos, queriendo dar la respuesta,
    El poema «Presagio» es quizá de los más
                                                              se pusieron a ver: desapareció (todo): nada
interesantes de Islas a la deriva porque se to-
                                                              vieron».
ma como referencia el Séptimo Presagio fu-
nesto y Pacheco varía algunos aspectos: mien-                     Si seguimos con los poemas de Islas a la
tras que en el Séptimo presagio se nos dice que               deriva, Pacheco, en «Temiltotzin de Tlatelol-
«Había llegado el sol a su apogeo»; Pacheco                   co» cuenta la vida de este poeta de finales del
escribe «Se puso el sol» y a continuación es-                 siglo XV quien luchó contra los españoles en
cenifica cómo el Gran Tlatoani camina hacia                   la defensa de Tenochtitlán, junto a Cuauhté-
las Salas Negras a contemplar el lago y la ciu-               moc, y que ya preso de Cortés desapareció, y
dad. En el Presagio, en cambio, ya está el Gran               aquí entra la imaginación del poeta: «se arro-
Tlatoani en «la Casa de lo Negro». En ambos                   jó/ a las olas del mar y nadie sabe/ si acabaron
se dice que unos pescadores (en el texto de Pa-               con él los grandes peces/ o si alcanzó la orilla»
checo son dos) le llevan «cierto pájaro ceni-                 (171-172). Otros poetas de la etapa colonial
ciento como si fuera grulla» que en versos de                 mexicana tendrán su espacio en estas «Anti-
Pacheco es «un ave misteriosa». A estos le se-                güedades mexicanas» de Islas a la deriva en
guirán los siguientes versos: «El Gran Tlatoa-                poemas como «Francisco de Terrazas», «Sor
ni/ observó que en lugar de la cabeza/ tenía un               Juana» y «Un poeta novohispano». De Fran-
espejo. En él vio que surgían/ casa sobre la                  cisco de Terrazas, poeta incluido en Flores de
mar y unos venados/ cubiertos de metal, gran-                 variapoesía (1577), destacará el haber sido un
des, sin cuernos» (169-170); mientras que en el               poeta criollo «por tanto/ el primer hombre de
Séptimo Presagio se dice: «Había uno como                     una especie nueva» y cuya identidad nació del
espejo en la cabeza del pájaro como rodaja de                 idioma; de un idioma que «vino con la cruz
huso, en espiral y en rejuego: era como si es-                hecha de espadas» (172), pero además «fundó
tuviera perforado en su medianía (...) Pero                   la otra poesía y escribió/ el primer verso del
cuando vio por segunda vez la cabeza del pá-                  primer soneto:/ Dejad las hebras de oro en-
                                                                                                                   José Emilio Pacheco descubre una
jaro, nuevamente vio allá en lontananza; como                 sortijado...», quizá el poema más conocido del        de sus máscaras para hablar del
si algunas personas vinieran deprisa; bien es-                autor porque superó al que fue su modelo, el          mundo precolombino y colonial
                                                                                                                     CARMEN ALEMANY BAY
soneto de Camoes «Tornai essa brancura a al-       nunciar con la ironía: «El denunciado/ ardió
10
                                    va assucena». En la misma línea está la com-       en la leña verde, fue a reunirse/ con su Dios
Ibidem, pág. 156.
                                    posición «Un poeta novohispano» en la que se       -que es amor- en el infierno» (173).
                                    subraya el carácter criollo de estos poetas y,         Restan tres poemas intercalados entre los
                                    por tanto, su carácter americano; aunque la        ya mencionados y que hacen referencia a rui-
                                    composición termina con un toque de humor,         nas mexicanas; nos estamos refiriendo a «Tu-
                                    muy presente en las composiciones de Pache-        lum», a «Ciudad maya comida por la selva» y
                                    co desde No me preguntes..., y que no había        a «Las ruinas junto al mar». De todos es sabi-
                                    estado presente en ninguno de los poemas que       do que Tulum fue un importante centro as-
                                    el mexicano ha escrito sobre el pasado de Mé-      trológico, fundado en el siglo VI, situado jun-
                                    xico: «Han pasado los siglos y alimentan/ una      to al mar, y que fue considerado un lugar
                                    ciega sección de manuscritos» (175). Sor Jua-      sagrado y así lo subraya el autor, pero no só-
                                    na también tendrá su espacio, aunque breve,        lo en este poema sino también en los dos res-
                                    un haiku que dice así: «Es la llama trémula/ en    tantes se insiste en una misma idea que, para-
                                    la noche de piedra del virreinato» (174). A        dójicamente, no es muy usual en la poética de
                                    partir de términos propios de la poética pa-       Pacheco: nada cambia, todo permanece. In-
                                    chequiana, el autor metaforiza la significación    cluso, en una de las composiciones, «Las rui-
                                    que ha tenido la escritora más destacada del       nas junto al mar», que a diferencia de las de-
                                    periodo colonial hispanoamericano.                 más ruinas descritas ésta pertenece al tiempo
                                        De la referencia a escritores pasamos a otro   de la colonia por los detalles que da Pacheco
                                    de los personajes más conocidos de la historia     de unas inscripciones que aparecen en la pie-
                                    del México colonial con el poema titulado          dra casi devorada por la selva; estas ruinas
                                    «Doña Marina», la Malinche; aunque ella no         -decía- siguen siendo un «Pardo vestigio/ de
                                    será la protagonista de los versos, sino que lo    una opresión que ya cambió de nombre/ pero
                                    serán Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Gue-           nos sigue atando» (174). Se enfatiza así la
                                    rrero. Sabemos su historia, y que Pacheco re-      crueldad cíclica de la historia que tan presen-
                                    sume en unos cuantos versos, a través de la        te está en la poética pachequiana; o dicho en
                                    Historia verdadera de la conquista de Nueva        otras palabras, la importancia que tiene el pe-
                                    España de Bernal Díaz del Castillo, quien a        so de la historia y del pasado desde la con-
                                    partir del capítulo XXVII relata lo sucedido a     ciencia de que el tiempo es destructor. Sin em-
                                    estos dos españoles que después de un nau-         bargo, en este mismo haz de poemas que son
                                    fragio vivieron en una tribu maya y que Gon-       las «Antigüedades mexicanas» el autor ha de-
                                    zalo Guerrero tuvo hijos mestizos y renunció       fendido la idea contraria en «Caverna»: «ni si-
                                    a volver con los españoles, con Cortés, e in-      quiera la muerte permanece» para concluir
                                    cluso luchó contra ellos; en cambio, Aguilar,      que «Todo está muerto./ En esta cueva ni si-
                                    huyó de todo contacto con los indígenas y re-      quiera vive la muerte» (173); lo que nos lleva
                                    gresó con el conquistador español convirtién-      a concluir que en la poesía de este escritor
                                    dose -gracias a sus conocimientos de la lengua      conviven dos ideas que en sí son antagónicas
                                    indígena- en el traductor casi oficial de Cor-     pero que en su obra se complementan: todo
                                    tés. Sin embargo, desde el punto de vista del       muere -de ahí su obsesión por la fugacidad de
                                    poeta mexicano, lo que en realidad hicieron        lo vivido- pero todo se repite porque nada
                                    estos dos personajes fue potenciar «el mesti-       cambia.
                                    zaje,/ el enredo llamado México, la pugna/ de
                                                                                           Las «Antigüedades mexicanas» terminan
                                    hispanismo e indigenismo» (170). Relaciona-
                                                                                       -como ciclo que son estos poemas- en una vi-
                                    do con el mestizaje, pero para llegar nueva-
                                                                                       sión metaforizada del presente mexicano. Se-
                                    mente a otras deducciones, nos encontramos
                                                                                       gún Michael J. Doudoroff, «En los poemas fi-
                                    con el poema «La secta del bien». El protago-
                                                                                       nales el hablante abriga, y rechaza, una fantasía
                                    nista es un párroco de aldea «criollo o tal vez
                                                                                       de escape hacia el utópico Norte, reflexiona
                                    mestizo» que se dio cuenta que el Dios al que
                                                                                       acerca de las múltiples vidas de una casa como
                                    veneraba era un Dios demoníaco, y se lo re-
                                                                                       metáforas para el país, y concluye con una vi-
                                    veló a un cura que poco tiempo tardó -como
                                                                                       sión totalizadora pero desolada de que la tierra
                                    era habitual en la época- en contarlo al Santo
 José Emilio Pacheco descubre una
                                                                                       es de polvo y arena, y perdura»10. Sinceramen-
                                    Oficio. El final, como se sabe en estos casos,
  de sus máscaras para hablar del                                                      te, no vemos en estos versos ninguna huida pe-
  mundo precolombino y colonial     fue la hoguera; pero Pacheco no rehuirá a de-
                                                                                       ro sí un testimonio penetrante y conmovedor
   CARMEN ALEMANY BAY
del México contemporáneo que sobrevive de          importancia que para el análisis de cualquier
las cicatrices de un desolador pasado:             texto tienen los aspectos políticos, sociales,
                                                   culturales, etc. La crítica más explícita llegará
   Sin embargo, la tierra permanece                al final del poema a través de la aplicación de
   y todo lo demás pasa, se extingue.              sutiles variantes a un soneto de Sor Juana que
   Se vuelve arena para el gran desierto           comienza: «Al que ingrato me deja, busco
   «México: vista aérea» (177)                     amante;/ al que amante me sigue, dejo ingra-
                                                   ta» y que concluye: «Pues no te engaño amor,
    Después de Islas a la deriva, pocas refe-      Alcino mío,/ sino llegó el término preciso».
rencias al mundo precolombino y colonial en-       Pacheco, teniendo en cuenta la táctica de los
contraremos en su poesía. Una composición,         deconstruccionistas de producir efectos paró-
«Cabeza olmeca», se entremezclará entre los        dicos -no cómicos- mediante la modificación
versos de Desde entonces (1975-1978) en una        de palabras concluirá el poema con estos ver-
especie de homenaje a las grandiosas y origi-      sos:
nales esculturas de este grupo prehispánico
afincado en la zona costera del Golfo de Mé-          Cuando lo dejó ingrata, la buscó amante.
xico; con la finalidad de insistir en la idea de      Cuando lo siguió amante, la dejó ingrato.
que la historia es inescrutable. Tardarán algu-
nos años hasta que reaparezca el pasado pre-          Y llegaron al término preciso. (423)
colombino y colonial en sus libros, y será en
El silencio de la luna (1985-1996) y en los si-        Un marcado carácter irónico también apa-
guientes poemas: «Un reo bendice a Torque-         recerá en el poema «Poscolonial», pertene-
mada», «El gran inquisidor» y «La descons-         ciente al hasta ahora su último libro Siglo pa-
trucción de Sor Juana Inés de la Cruz». Los        sado (1999-2000). En esta composición se hace
tres tienen como denominador común una             un alegato de lo mucho que se ha hecho en las
manifiesta ironía: en los dos primeros recurre     artes y en las letras mexicanas tomando como
de nuevo a la inquisición; pero mientras que       referencia las palabras de «nuestro clásico»
en «Un reo bendice a Torquemada» está cla-         que en versos de Pacheco dijo aquello de:
ramente delimitado en el tiempo y la figura de     «Llegamos tarde al banquete/ de las artes y le-
Torquemada como símbolo que la inquisición         tras occidentales» (599)
española; en el segundo, reflexiona sobre la           José Emilio Pacheco, y ya para concluir,
ley y sobre el poder destructor de ésta para       nos enseña a través de estos textos que refle-
llegar a la conclusión de que de nuevo la his-     xionan sobre el pasado precolombino y co-
toria se repite: siempre habrá inquisidores. De    lonial mexicanos cómo el hombre es siempre
otro calado será el poema «La desconstruc-         la víctima de su propia violencia, de su des-
ción de Sor Juana Inés de la Cruz» en el que,      conocimiento endémico de la historia y de su
tras copiar la definición del término descons-     ansia de poder; debatiéndose eternamente
trucción del The Random House Dictionary,          -como decíamos al comienzo en palabras de
cuenta su experiencia de cómo en un semina-        María Rosa Olivera- en su naturaleza cruel y
rio se desconstruyó la poesía de Sor Juana: «El    destructora pero al mismo tiempo anhelante
texto/ quedó aislado del mundo, sin relación/      de paz y de armonía. Todo ello a través de
más que consigo mismo, eco y espejo» (422),        una poesía que es el resultado de su propia
pero ante tanta vehemencia «los sonetos se         voz fragmentada en máscaras apócrifas, ver-
vengaron y al fin/ desconstruyeron hasta el        siones y voces de otros que dialogan entre sí,
seminario» (423). Una dura crítica al método       y es de este diálogo de donde nace su verda-
deconstructivista -nada fuera del texto, predi-    dera voz poética y su visión de lo que es la
ca Derrida- por no tener en cuenta la decisiva     poesía.

                                                                                                       José Emilio Pacheco descubre una
                                                                                                        de sus máscaras para hablar del
                                                                                                        mundo precolombino y colonial
                                                                                                         CARMEN ALEMANY BAY
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