JOSÉ EMILIO PACHECO DESCUBRE UNA DE SUS MÁSCARAS PARA HABLAR DEL MUNDO PRECOLOMBINO Y COLONIAL
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Carmen Alemany Bay Profesora titular de literatura hispanoameri- cana de la Universidad de Alicante y direc- tora del Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti de la citada Universidad. Ha sido antologa y editora de obras de Mi- guel Hernández, entre ellas, la Obra com- pleta publicada por Espasa-Calpe. En litera- tura hispanoamericana destacan sus estudios sobre indigenismo y sobre poesía coloquial {Poética coloquial hispanoamericana), así JOSÉ EMILIO PACHECO DESCUBRE como numerosos trabajos sobre poesía cu- bana, poesía mexicana (una edición sobre Jaime Sabines, artículos sobre José Emilio UNA DE SUS MÁSCARAS PARA Pacheco), poesía uruguaya (artículos y un li- bro sobre Mario Benedetti). Otra línea de su investigación es las relaciones culturales HABLAR DEL MUNDO entre España y América latina que se han materializado en su libro El meridiano inte- lectual en Hispanoamérica, en el número PRECOLOMBINO Y COLONIAL monográfico Relaciones entre la literatura española e hispanoamericana en el siglo XX en la revista América sin nombre y en CARMEN ALEMANY BAY artículos sobre la relación entre autores españoles y latinoamericanos del siglo XX. En un artículo sobre la poesía de José Emi- sólo en tres esta temática será relevante: No l María Rosa Olivera-Williams, lio Pacheco, María Rosa Oliver-Williams afir- me preguntes como pasa el tiempo (1964- «La muerte como fuerza creado- maba que el escritor mexicano «(re)crea -sa- 1968), Irás y no volverás (1969-1972) e Islas a ra en la poesía de José Emilio biendo que sus propias creaciones, sus la deriva (1973-1975), sin que exista un orden Pacheco» en La hoguera y el viento, José Emilio Pacheco ante poemas, no están ajenas al derrumbamiento- preestablecido ni ninguna prioridad a la hora la crítica (selección y prólogo de la naturaleza ambigua de la humanidad: cruel de enfrentarse a lo mítico, a lo histórico o a lo Hugo Verani), México, Biblioteca y destructora así como anhelante de paz y ar- cultural. Era, 1993, pág. 134. monía»1. Estas antinomias son las que parecen Las primeras muestras de la importancia prevalecer, también, cuando el poeta se acerca del pasado en el México del presente las halla- José Emilio Pacheco, Tarde o al mundo precolombino y colonial mexicano mos en su segundo libro, El reposo del fuego temprano (poemas 1958-2000), México, Fondo de Cultura Eco- haciéndolo de forma intermitente y, de mane- (1963-1964). De las tres partes de las que nómica, 2000. Cuando haga re- ra más insistente, en sus primeros libros; por consta el libro, será en la tercera, compuesta ferencia a los poemas de Pache- tanto no es un tema prioritario en su poética por quince poemas, en la que Pacheco inten- co, seguiré esta edición, y en el texto principal aparecerá entre pero sí necesario porque esta temática ayudó tará crear un «poema-ciclo» partiendo de la paréntesis el número de página. al autor en sus primeros años de poeta a con- metáfora heracliteana (vía Bachelard) para figurar la complejidad del mundo mexicano, plantear que «la condición trágica de la hu- manidad consiste en que añoremos el fuego Michael J. Doudoroff, «José Emi- tan presente en todos sus versos, y a ensayar lio Pacheco: recuento de la poe- la importancia que la intertextualidad tendrá pero pertenecemos al agua», según Michael J. sía, 1963-86» en La hoguera y siempre en su obra. Al evocar el pasado Doudoroff3; y desde ahí emerge la necesidad el viento. José Emilio Pacheco de remontarse a los orígenes del pueblo mexi- ante la crítica, pág. 149. prehispánico y la conquista adopta la postura de quien piensa que no hay tiempo para la cano para establecer una fuerte relación entre nostalgia por alguna felicidad pasada ya que la la mitología precolombina, hechos históricos única pervivencia del pasado es la acumula- de la colonia, la filosofía presocrática y la fun- ción de ruinas, de crímenes y de injusticias; y ción de la poesía. En el primer poema de esta es aquí donde actúa la poesía ya que, según el tercera parte, «Brusco olor del azufre, repen- autor, una de las dolorosas funciones de ésta tino» el autor se sumerge en el mundo subte- es que perviva el pasado en los textos del pre- rráneo de México para decirnos que: «Bajo el sente. suelo de México se pudren/ todavía las aguas Hasta estos momentos son doce los libros del diluvio» (51), versos que nos remiten no al poéticos que ha publicado el autor, recogidos diluvio bíblico sino al Quinto presagio funes- en Tarde o temprano (poemas 1958-2000)2, y to: «Hirvió el agua: el viento la hizo alboro- José Emilio Pacheco descubre una tarse hirviendo. Como si hirviera en furia, co- será en siete en los que aparezca, con mayor o de sus máscaras para hablar del mo si en pedazos hirviera al revolverse. Fue su mundo precolombino y colonial menor intensidad, el pasado mexicano. Tan CARMEN ALEMANY BAY
impulso muy lejos, se levantó muy en Pacheco -como recurso de distanciamiento- alto. Llegó a los fundamentos de las es una simbiosis que conserva la estructura o el casas: y derruidas las casas, se anega- espíritu del original pero que libremente alte- ron en agua. Eso fue en la laguna que ra lo circunstancial. Esta conjunción de ecos está junto a nosotros». Esa laguna se da en el entrecruzamiento, contaminación y que aparece en el Quinto presagio metamorfosis de textos reales, apócrifos o reaparecerá en el poema citado cuan- conjeturales -que por medio de la actividad do se apunta que: «nuestra laguna en participatoria del lector, establecen una rela- \ l a que el mito/ abre las alas todavía, ción dialogística-admirativa o paródico-anta- devora/ la serpiente metálica, nacida/ gonista»4. en las ruinas del águila»(51); referen- De esta misma guisa serán los versos que José Emilio Pacheco. cias que nos remiten al mito del ori- siguen a los citados anteriormente: «La inju- gen mexicano del águila y el nopal, símbolos ria del virrey flota en el lodo./ Ningún tiem- Lilvia Soto-Duggan, «Realidad hoy de la bandera mexicana. En este mito del po pasado ciertamente/ fue peor ni fue mejor./ de papel: máscaras y voces en la origen se nos cuenta que los aztecas del noro- No hay tiempo, no lo hay,/ no hay tiempo; poesía de José Emilio Pacheco» este recibieron el mensaje de que donde viesen mide/ la vejez del planeta por el aire/ cuando en Ensayos críticos sobre poesía mexicana actual (edición de un águila devorando una serpiente debían cruza implacable y sollozando» (55-56), ver- Norma Klahn y Jesse Fernán- construir su ciudad. La serpiente y el águila sos que enlazan indudablemente con los de dez), México, Katún, 1987, pág. serán nuevamente protagonistas en el quinto Jorge Manrique para contradecirlos y, asimis- 173. poema: «son los yermos/ de la serpiente árida, mo, expresar la versatilidad de lo poético. 5 habitante/ en comarcas de fango, esas caver- Esta primera aproximación de Pacheco al Michael J. Doudoroff, op.cit., nas/ donde el águila real bate las alas/ en con- mundo precolombino y colonial, a través de pág. 152. fusión de bóvedas, reptante/ por la noche de textos y personajes de la historia mexicana, se- México» (54). Si el origen de la ciudad, des- guirá en su tercer libro: No me preguntes có- crito a través del Libro de los presagios y del mo pasa el tiempo; libro que fue escrito du- mito del origen, es la referencia del primer rante el gobierno de Díaz Orgaz, un periodo poema y el quinto; el sexto y séptimo tendrán de crisis en la vida política, económica y cul- como referente a un virrey -por tanto, pasa- tural y que culminó con la matanza de Tlate- mos a la época colonial- del que no se dice su lolco en 1968. Como ha señalado la crítica, No nombre, pero sí que fue el causante de la de- me preguntes... supuso un cambio en la tra- sertización de la laguna. Este virrey fue el ter- yectoria del autor que se podría resumir en la cer Marqués de Montesclaros, Juan Manuel de utilización de un estilo más directo, mayor Mendoza y Luna (1571-1628), quien con tal presencia de humor y de ironía y una relevan- título gobernó México de 1603 a 1607, año en te preocupación por el presente, como lo de- el que pasó a ser Virrey del Perú. En su tiem- po mexicano realizó obras para desaguar la la- muestran poemas dedicados a la guerra del guna y reorganizar la traída de aguas; y a pe- Vietnam, a la muerte del Che Guevara, a la sar de ser uno de los virreyes que suavizó la política mexicana, etc.: «La teoría de la de- situación de los indios y dio protagonismo a pendencia -según Michael J. Doudoroff- in- la clase criolla, caerán sobre él todas las culpas forma algunas meditaciones sobre la historia de la situación del México actual: «México desromantizando las nostálgicas ilusiones subterráneo... El poderoso/ virrey, empera- acerca del pasado colonial»5 y saca a colación dor, sátrapa hizo/ de los lagos y bosques el de- el poema «Manuscrito de Tlatelolco (2 de oc- sierto» (56), y Pacheco pondrá en su boca las tubre de 1968)» que consta de «1. Lectura de siguientes palabras: «Dijo el virrey: Los hom- los Cantares mexicanos» y «2. Las voces de bres de esta tierra/ son seres para siempre con- Tlatelolco (2 de octubre de 1978: diez años denados/ a eterna oscuridad y abatimiento./ después)». El poema de la «Lectura d e l ° s Para callar y obedecer nacieron» (55). Apare- Cantares mexicanos» ha sido uno de los más ce aquí un recurso utilizado con frecuencia estudiados por la crítica y, por tanto, sólo ci- por Pacheco como es el de cambiar o perfilar taré las peculiaridades de este texto siguiendo las palabras que fueron dichas por alguien e a Lilvia Soto-Duggan: la textualidad básica insertarlas en el texto para darle una mayor vi- parte del manuscrito de los Cantares (1523) de José Emilio Pacheco descubre una gencia y actualidad; o bien, como afirma Lil- la Biblioteca Nacional de México; sin embar- de sus máscaras para hablar del mundo precolombino y colonial via Soto-Duggan: «La superposición de voces go, en el texto de Pacheco se encuentran tam- CARMEN ALEMANY BAY bién frases del Códice Florentino, libro XII,
capítulo XX, y del Ms. Anónimo de Tlatelol- Carlos V, hace duras críticas ante el co de 1528
precolombino, del tiempo Una de las figuras más relevantes del tiem- de la conquista y de la co- po de la Conquista, y llegado a tierras ameri- lonia es Islas a la deriva; canas en los primeros viajes que hicieron los aunque la crítica pache- españoles, fue el Padre Las Casas. Como se quiana cuando habla de la sabe, en sus escritos de defensa a los indios presencia del pasado en la son múltiples las referencias bíblicas y sobre obra del mexicano, en ge- todo al Antiguo Testamento. En este caso, Pa- neral, sólo hace referencia checo escribe un poema titulado «El Padre al «Manuscrito de Tlate- Las Casas lee a Isaías, XIII». El capítulo lolco» de No me pregun- bíblico referenciado es el primero de los quin- tes... Creo, contrariamen- ce discursos que bajo el título de «Oráculos te, que Islas a la deriva resume todas las contra las naciones» profetizan la ruina de los novedades e inquietudes de Pacheco y debe enemigos de Dios que por sus acciones serán Michael J. Doudoroff, op.c'rí., considerarse como un libro axial entre lo pu- sometidos al juicio del Mesías. El poema, pág. 156. blicado en años anteriores y sus libros poste- escrito en cursiva, es casi una reproducción riores. La prueba la tenemos en la segunda fidedigna de este oráculo contra Babilonia parte, de las cinco que componen el libro, en revelado al profeta Isaías. Los dos primeros la que se concentran los poemas que tratan de versos de Pacheco dicen así: «Estruendo de la temática en cuestión bajo el epígrafe de multitud en los montes,/ como de mucho «Antigüedades mexicanas» con un total de pueblo» que es una traslación de parte del dieciocho poemas que comienzan con el des- versículo 4: «Clamor de multitudes en los cubrimiento y con composiciones que hacen montes,/ como de pueblo innumerable». Los referencia al mundo precolombino, para dar dos versos siguientes, «Y traen los instru- paso al mundo colonial y terminar con refe- mentos de su furor!para borrar del suelo a los rencias al México del presente. La manera con opresores.» lo son del final del versículo 5 que que Pacheco aborda el caudal histórico mexi- reza lo siguiente: «Vienen de países lejanos,/ cano es desde la tercera persona (a diferencia de los confines del cielo,/ Yavé y los instru- de algunos de los poemas vistos hasta ahora mentos de su cólera/ a devastar toda la en los que se poetizaba desde la primera) con tierra». Los cuatro versos que siguen en el distanciamiento e ironía, a manera de cronis- poema de Pacheco hay una notable diferencia ta; y por esa voluntad de poetizar la historia respecto a los versículos bíblicos: la primera no oficial nos recuerda, salvando todas las persona que aparece en los versículos 11 y 12 distancias que requieren, a la labor que reali- de Isaías se sustituye por la tercera en los ver- zan los narradores de la nueva novela históri- sos del escritor mexicano: «Y los castigarán ca. Ahora se intenta poetizar desde una pers- por su iniquidad/ y harán que cese la arro- pectiva más objetiva hechos sustanciales del gancia de los soberbios./ Y ya nadie se ocupa- pasado mexicano. rá de la plata/ ni seguirá codiciando el oro», frente a versículo 11 que dice: «Yo castigaré Esta serie comienza con «La llegada», re- por su maldad al mundo/ a los impíos por su presentación de la venida de los conquistado- iniquidad;/ acabaré con la arrogancia de los res al Nuevo Mundo. Ya en los primeros ver- orgullosos,/ y humillaré el orgullo de los sos Pacheco resalta la verdadera obsesión con déspotas»; y en el versículo 12: «Haré a la que los españoles llegaron a aquellas tierras: los hombres más escasos que el oro». Micha- la búsqueda del oro; oro que metafóricamente el J. Doudoroff apunta - y nosotros lo com- aparece identificado con el color del sol y éste partimos- que la pretensión del poema es a su vez es la representación de Dios: («Pero cómo «pudo haberla leído Las Casas o cual- ante todo el oro,/ piedra color de sol que es co- quiera que hoy se sienta perturbado por'la lor de Dios»); y de forma más explícita se di- injusticia y alerta al sentimiento apocalíptico rá: «Y sobre esta piedra/ fundaremos el Nue- de levantamiento inminente»8. vo Mundo» (166). Este poema enlazaría con «Becerrillo», el nombre de un perro antropó- Junto a estos poemas que son la represen- fago que mató a centenares de indios de Santo tación de los primeros momentos de la con- Domingo y a quien «Colón le dio la paga de quista aparecen otros que hacen referencia a José Emilio Pacheco descubre una de sus máscaras para hablar del dos soldados»; pero, y de ahí viene la denun- momentos históricos anteriores a la Conquis- mundo precolombino y colonial cia, «Ya la historia/ olvidó el episodio» (168). ta; como son «Ceremonia», «Presagio» y «Te- CARMEN ALEMANY BAY
miltotzin de Tlatelolco». En el primero, se tiradas; dando empellones. Se hacían la guerra describe cómo eran sacrificados los hombres unos a otros y los traían a cuestas unos como Ibidem, póg. 149. A lo dicho, en honor de sus dioses: venados». Si lo observamos bien, hay un cam- añade el crítico: «Sus lecturas del bio sustancial entre lo que dice que vio el Antiguo Testamento cumplen la misma función, tal y como, en De entre los capturados en la Guerra de la Florida Gran Tlatoani en el Séptimo Presagio y lo que sentido opuesto, lo ha hecho su escogeremos uno. Para él serán se dice que se vio en el texto de Pacheco. El es- interés en los poetas orientales y las vírgenes del templo, la comida sagrada, todo el honor critor mexicano tomando como punto de par- en los precolombinos. Pero Pa- tida el citado Presagio lo enlaza con una his- checo no es inocente como Da- que la ciudad de México reserva río, y ciertamente es más escép- a quien es elegido por sus deidades (167) toria del Antiguo Testamento: la del becerro tico que Paz en su aproximación de oro, quizá con la función de «tocar la fuen- al mito». El templo al que hace referencia es el que te de la mentalidad panmediterránea-euro- se construyó en honor de Huitzilopochtli, a pea», como afirma Doudoroff9; pero también instancias entre otros de Tlacaélel, y que tenía para enlazar, como lo hace Pacheco en todos como finalidad sacrificar numerosas víctimas los poemas en los que aborda el tema de la al Sol-Huitzilopochtli, quien había llevado a Conquista, con la obsesión de los conquista- los mexicas a realizar grandes conquistas. Por dores por el oro y la religión como ya veíamos consejo de Tlacaélel, los sacrificados debían también en el primer poema de esta sección. ser de provincias no excesivamente remotas a La composición termina con la voz de Moc- Ciudad de México como Tlaxcala, Huejot- tezuma afirmando que las profecías se cum- zinco, Cholula, Atlixco, Tliuhquitépec y plen y no habrá oro suficiente para parar la Técoac, para comodidad del ejército y «la ambición y «Del azteca/ quedarán sólo el llan- gente de los cuales pueblos tendrá nuestro to y la memoria» (170). Pacheco, por tanto, dios por pan caliente que acaba de salir del actualiza la profecía; mientras que el Séptimo horno, blando y sabroso», palabras éstas de Presagio termina de forma más enigmática: Tlacaélel, registradas por Fray Diego de Du- «Al momento llamó a sus magos, a sus sabios. ran y que nos remiten al origen de las guerras Les dijo: -¿No sabéis qué es lo que he visto? floridas. ¡Unas personas que están de pie y agitándo- se!... Pero ellos, queriendo dar la respuesta, El poema «Presagio» es quizá de los más se pusieron a ver: desapareció (todo): nada interesantes de Islas a la deriva porque se to- vieron». ma como referencia el Séptimo Presagio fu- nesto y Pacheco varía algunos aspectos: mien- Si seguimos con los poemas de Islas a la tras que en el Séptimo presagio se nos dice que deriva, Pacheco, en «Temiltotzin de Tlatelol- «Había llegado el sol a su apogeo»; Pacheco co» cuenta la vida de este poeta de finales del escribe «Se puso el sol» y a continuación es- siglo XV quien luchó contra los españoles en cenifica cómo el Gran Tlatoani camina hacia la defensa de Tenochtitlán, junto a Cuauhté- las Salas Negras a contemplar el lago y la ciu- moc, y que ya preso de Cortés desapareció, y dad. En el Presagio, en cambio, ya está el Gran aquí entra la imaginación del poeta: «se arro- Tlatoani en «la Casa de lo Negro». En ambos jó/ a las olas del mar y nadie sabe/ si acabaron se dice que unos pescadores (en el texto de Pa- con él los grandes peces/ o si alcanzó la orilla» checo son dos) le llevan «cierto pájaro ceni- (171-172). Otros poetas de la etapa colonial ciento como si fuera grulla» que en versos de mexicana tendrán su espacio en estas «Anti- Pacheco es «un ave misteriosa». A estos le se- güedades mexicanas» de Islas a la deriva en guirán los siguientes versos: «El Gran Tlatoa- poemas como «Francisco de Terrazas», «Sor ni/ observó que en lugar de la cabeza/ tenía un Juana» y «Un poeta novohispano». De Fran- espejo. En él vio que surgían/ casa sobre la cisco de Terrazas, poeta incluido en Flores de mar y unos venados/ cubiertos de metal, gran- variapoesía (1577), destacará el haber sido un des, sin cuernos» (169-170); mientras que en el poeta criollo «por tanto/ el primer hombre de Séptimo Presagio se dice: «Había uno como una especie nueva» y cuya identidad nació del espejo en la cabeza del pájaro como rodaja de idioma; de un idioma que «vino con la cruz huso, en espiral y en rejuego: era como si es- hecha de espadas» (172), pero además «fundó tuviera perforado en su medianía (...) Pero la otra poesía y escribió/ el primer verso del cuando vio por segunda vez la cabeza del pá- primer soneto:/ Dejad las hebras de oro en- José Emilio Pacheco descubre una jaro, nuevamente vio allá en lontananza; como sortijado...», quizá el poema más conocido del de sus máscaras para hablar del si algunas personas vinieran deprisa; bien es- autor porque superó al que fue su modelo, el mundo precolombino y colonial CARMEN ALEMANY BAY
soneto de Camoes «Tornai essa brancura a al- nunciar con la ironía: «El denunciado/ ardió 10 va assucena». En la misma línea está la com- en la leña verde, fue a reunirse/ con su Dios Ibidem, pág. 156. posición «Un poeta novohispano» en la que se -que es amor- en el infierno» (173). subraya el carácter criollo de estos poetas y, Restan tres poemas intercalados entre los por tanto, su carácter americano; aunque la ya mencionados y que hacen referencia a rui- composición termina con un toque de humor, nas mexicanas; nos estamos refiriendo a «Tu- muy presente en las composiciones de Pache- lum», a «Ciudad maya comida por la selva» y co desde No me preguntes..., y que no había a «Las ruinas junto al mar». De todos es sabi- estado presente en ninguno de los poemas que do que Tulum fue un importante centro as- el mexicano ha escrito sobre el pasado de Mé- trológico, fundado en el siglo VI, situado jun- xico: «Han pasado los siglos y alimentan/ una to al mar, y que fue considerado un lugar ciega sección de manuscritos» (175). Sor Jua- sagrado y así lo subraya el autor, pero no só- na también tendrá su espacio, aunque breve, lo en este poema sino también en los dos res- un haiku que dice así: «Es la llama trémula/ en tantes se insiste en una misma idea que, para- la noche de piedra del virreinato» (174). A dójicamente, no es muy usual en la poética de partir de términos propios de la poética pa- Pacheco: nada cambia, todo permanece. In- chequiana, el autor metaforiza la significación cluso, en una de las composiciones, «Las rui- que ha tenido la escritora más destacada del nas junto al mar», que a diferencia de las de- periodo colonial hispanoamericano. más ruinas descritas ésta pertenece al tiempo De la referencia a escritores pasamos a otro de la colonia por los detalles que da Pacheco de los personajes más conocidos de la historia de unas inscripciones que aparecen en la pie- del México colonial con el poema titulado dra casi devorada por la selva; estas ruinas «Doña Marina», la Malinche; aunque ella no -decía- siguen siendo un «Pardo vestigio/ de será la protagonista de los versos, sino que lo una opresión que ya cambió de nombre/ pero serán Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Gue- nos sigue atando» (174). Se enfatiza así la rrero. Sabemos su historia, y que Pacheco re- crueldad cíclica de la historia que tan presen- sume en unos cuantos versos, a través de la te está en la poética pachequiana; o dicho en Historia verdadera de la conquista de Nueva otras palabras, la importancia que tiene el pe- España de Bernal Díaz del Castillo, quien a so de la historia y del pasado desde la con- partir del capítulo XXVII relata lo sucedido a ciencia de que el tiempo es destructor. Sin em- estos dos españoles que después de un nau- bargo, en este mismo haz de poemas que son fragio vivieron en una tribu maya y que Gon- las «Antigüedades mexicanas» el autor ha de- zalo Guerrero tuvo hijos mestizos y renunció fendido la idea contraria en «Caverna»: «ni si- a volver con los españoles, con Cortés, e in- quiera la muerte permanece» para concluir cluso luchó contra ellos; en cambio, Aguilar, que «Todo está muerto./ En esta cueva ni si- huyó de todo contacto con los indígenas y re- quiera vive la muerte» (173); lo que nos lleva gresó con el conquistador español convirtién- a concluir que en la poesía de este escritor dose -gracias a sus conocimientos de la lengua conviven dos ideas que en sí son antagónicas indígena- en el traductor casi oficial de Cor- pero que en su obra se complementan: todo tés. Sin embargo, desde el punto de vista del muere -de ahí su obsesión por la fugacidad de poeta mexicano, lo que en realidad hicieron lo vivido- pero todo se repite porque nada estos dos personajes fue potenciar «el mesti- cambia. zaje,/ el enredo llamado México, la pugna/ de Las «Antigüedades mexicanas» terminan hispanismo e indigenismo» (170). Relaciona- -como ciclo que son estos poemas- en una vi- do con el mestizaje, pero para llegar nueva- sión metaforizada del presente mexicano. Se- mente a otras deducciones, nos encontramos gún Michael J. Doudoroff, «En los poemas fi- con el poema «La secta del bien». El protago- nales el hablante abriga, y rechaza, una fantasía nista es un párroco de aldea «criollo o tal vez de escape hacia el utópico Norte, reflexiona mestizo» que se dio cuenta que el Dios al que acerca de las múltiples vidas de una casa como veneraba era un Dios demoníaco, y se lo re- metáforas para el país, y concluye con una vi- veló a un cura que poco tiempo tardó -como sión totalizadora pero desolada de que la tierra era habitual en la época- en contarlo al Santo José Emilio Pacheco descubre una es de polvo y arena, y perdura»10. Sinceramen- Oficio. El final, como se sabe en estos casos, de sus máscaras para hablar del te, no vemos en estos versos ninguna huida pe- mundo precolombino y colonial fue la hoguera; pero Pacheco no rehuirá a de- ro sí un testimonio penetrante y conmovedor CARMEN ALEMANY BAY
del México contemporáneo que sobrevive de importancia que para el análisis de cualquier las cicatrices de un desolador pasado: texto tienen los aspectos políticos, sociales, culturales, etc. La crítica más explícita llegará Sin embargo, la tierra permanece al final del poema a través de la aplicación de y todo lo demás pasa, se extingue. sutiles variantes a un soneto de Sor Juana que Se vuelve arena para el gran desierto comienza: «Al que ingrato me deja, busco «México: vista aérea» (177) amante;/ al que amante me sigue, dejo ingra- ta» y que concluye: «Pues no te engaño amor, Después de Islas a la deriva, pocas refe- Alcino mío,/ sino llegó el término preciso». rencias al mundo precolombino y colonial en- Pacheco, teniendo en cuenta la táctica de los contraremos en su poesía. Una composición, deconstruccionistas de producir efectos paró- «Cabeza olmeca», se entremezclará entre los dicos -no cómicos- mediante la modificación versos de Desde entonces (1975-1978) en una de palabras concluirá el poema con estos ver- especie de homenaje a las grandiosas y origi- sos: nales esculturas de este grupo prehispánico afincado en la zona costera del Golfo de Mé- Cuando lo dejó ingrata, la buscó amante. xico; con la finalidad de insistir en la idea de Cuando lo siguió amante, la dejó ingrato. que la historia es inescrutable. Tardarán algu- nos años hasta que reaparezca el pasado pre- Y llegaron al término preciso. (423) colombino y colonial en sus libros, y será en El silencio de la luna (1985-1996) y en los si- Un marcado carácter irónico también apa- guientes poemas: «Un reo bendice a Torque- recerá en el poema «Poscolonial», pertene- mada», «El gran inquisidor» y «La descons- ciente al hasta ahora su último libro Siglo pa- trucción de Sor Juana Inés de la Cruz». Los sado (1999-2000). En esta composición se hace tres tienen como denominador común una un alegato de lo mucho que se ha hecho en las manifiesta ironía: en los dos primeros recurre artes y en las letras mexicanas tomando como de nuevo a la inquisición; pero mientras que referencia las palabras de «nuestro clásico» en «Un reo bendice a Torquemada» está cla- que en versos de Pacheco dijo aquello de: ramente delimitado en el tiempo y la figura de «Llegamos tarde al banquete/ de las artes y le- Torquemada como símbolo que la inquisición tras occidentales» (599) española; en el segundo, reflexiona sobre la José Emilio Pacheco, y ya para concluir, ley y sobre el poder destructor de ésta para nos enseña a través de estos textos que refle- llegar a la conclusión de que de nuevo la his- xionan sobre el pasado precolombino y co- toria se repite: siempre habrá inquisidores. De lonial mexicanos cómo el hombre es siempre otro calado será el poema «La desconstruc- la víctima de su propia violencia, de su des- ción de Sor Juana Inés de la Cruz» en el que, conocimiento endémico de la historia y de su tras copiar la definición del término descons- ansia de poder; debatiéndose eternamente trucción del The Random House Dictionary, -como decíamos al comienzo en palabras de cuenta su experiencia de cómo en un semina- María Rosa Olivera- en su naturaleza cruel y rio se desconstruyó la poesía de Sor Juana: «El destructora pero al mismo tiempo anhelante texto/ quedó aislado del mundo, sin relación/ de paz y de armonía. Todo ello a través de más que consigo mismo, eco y espejo» (422), una poesía que es el resultado de su propia pero ante tanta vehemencia «los sonetos se voz fragmentada en máscaras apócrifas, ver- vengaron y al fin/ desconstruyeron hasta el siones y voces de otros que dialogan entre sí, seminario» (423). Una dura crítica al método y es de este diálogo de donde nace su verda- deconstructivista -nada fuera del texto, predi- dera voz poética y su visión de lo que es la ca Derrida- por no tener en cuenta la decisiva poesía. José Emilio Pacheco descubre una de sus máscaras para hablar del mundo precolombino y colonial CARMEN ALEMANY BAY
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