LA OTRA TRAMA DE LA MODERNIDAD o - PARA QUE SIRVE PENSAR POSMODERNAMENTE DESDE LA PERIFERIA?

Página creada Diana Bernat
 
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LA OTRA TRAMA DE LA
                                             MODERNIDAD o
                                        ¿PARA QUE SIRVE PENSAR
                                            POSMODERNAMENTE
                                            DESDE LA PERIFERIA?

                                                                                              Hermann Herlinghaus*

                                                 El artículo hace un análisis de la manera como cierto sector del pensamiento
                                             latinoamericano ha abordado el tema de la modernidad en la región. Resalta los
Luis Alberto Acuña, joven violinista

                                             problemas a los cuales se enfrenta un pensamiento nuevo, delinea algunos de sus
                                             principales presupuestos y procesos de construcción epistemológica y señala, con-
                                             venientemente, el lugar que este pensamiento ha ocupado desde las últimas déca-
                                             das en el ámbito académico construido por los centros.

                                              *   Docente; investigador del Centro de Investigación Literaria (en los Centros de Estudios
                                                  Humanísticos de Berlin). Autor de los libros Posmodernidad en la periferia y Enfoques Latinoa-
                                                  mericanos de la nueva teoría cultural, entre otros.

                                                                                                                          N ÓMADAS          89
Preámbulo                                de paráfrasis muy discutida-             implicaciones de la supuesta existen-
                                         “posmodernidad latinoamericana”.         cia de ‘muchas verdades’ reforzaron
    Desde los años ochenta, el pen-                                               los mecanismos de autorización y le-
samiento latinoamericano en torno           Antes de tematizar comparativa-       gitimación 2 . Considerando que el
a la modernidad está viviendo su tal    mente una serie de aspectos de la re-     peso globalizador sobre lo cultural lle-
vez más profundo cambio. Pasó de        flexión  latinoamericana, valdría         va al ‘científico humano’ a reubicarse,
unos grandes discursos de proyección tomar nota de paradojas que marcan           y esto significa también tomar seria-
y deseo en un fondo histórico de ex- los quehaceres en -con comillas de           mente en cuenta el mercado, hoy por
periencias cuya hibridez durante lar- Foucault- las ‘ciencias humanas’. El        lo que se brega es por la innovatividad
go tiempo no fue digna de criterio criterio de verdad no ha vivido su             (sorpresa), la legitimidad (insti-
científico, a un movi-                                                                            tucionalización) y la
miento de reflexión que                                                                           circulación (atracción y
llegó a asumir como cri-                                                                          pragmatismo) al mismo
terios la precariedad, la                                                                         tiempo.
diversidad, la disconti-
nuidad. Esto, no para                                                                               ¿Cómo puede el in-
entregarse ni al olvido                                                                        telectual académico
ni a la despedida de es-                                                                       asegurar su identidad en
peranzas, sino para me-                                                                        condiciones donde lo
terse en aquellas zonas                                                                        uno parece contradecir
opacas por las que hoy                                                                         lo otro? ¿Cómo se orga-
pasan las dinámicas cul-                                                                       niza la diversidad de
turales. Dinámicas que                                                                         estas identidades ines-
oscilan, para dar un                                                                           tables en las nuevas
ejemplo particularmen-                                                                         dialécticas centro-peri-
te complejo, entre la                                                                          feria? ¿Podría hablarse
secularización en con-                                                                         de una democratización
diciones periféricas y los                                                                     o pluralización ‘represi-
fenómenos de reen-                                                                             va’ que atraviesa en gra-
cantamiento massme-                                                                            do notable las ciencias
diático . Ahora, el
         1                                                                                     humanas y que con-
cambio abarca dos ni-                                                                          tribuye a reordenar
veles: 1. Los problemas                                                                        trasnacional y flexi-
en los que indaga un                                                                           blemente las hege-
pensamiento nuevo y                                                                            monías? Cualquier
las concepciones que                                                                           generalización sería di-
desarrolla y aplica. 2.                                                                        fícil, pero más allá de
Un estatus diferente                                                                           los textos se debe hablar
que éste cobra en los de-                                                                      de mecanismos. Llama
bates culturales en la re-                                                                     la atención el hecho de
gión y en el nivel                                                                             que por más que hayan
internacional. De lo                                                                           cambiado el debate y el
primero no resulta                 Guillermo Wiedeman   (1905-1969), monotipo, 1955            diálogo internacional,
automáticamente lo se-                                                                         al hacerse más inclu-
gundo. Pero es hasta ahora, que de la   desaparición sino su ‘multiplicación’,    sivos generan  también otras formas
relación de ambos niveles hablan los    pues muchas  teorías llegaron a recla-    de marginalización.  Así nos toca una
recursos intelectuales y políticos de mar, al construir esquemas, alguna tercera pregunta: si el pensamiento
la denominada “modernidad verdad. Pero con la enorme prolife- de modernidad desde Latinoamérica
periférica heterogénea” o -en forma ración de modelos teóricos, las se ha internado definitivamente en

90     N ÓMADAS
cuestiones culturales que son de ín-     lo que se deseaba construir. Todo su-        bién tambalear un persistente mode-
dole estratégica3 , ¿puede cobrar tam-   cedía como si la idea de lo moderno          lo de identidad: el que magnificaba
bién, en mayor o menor grado, una        fuese ontológicamente portadora de va-       la desproporción entre los altos lo-
función estratégica en los escenarios    lores que de manera natural corregirían      gros del modernismo (y más tarde una
internacionales?4                        nuestros desequilibrios”6 . El sueño la-     especie de ‘macondismo’ sublime-
                                         tinoamericano de que modernidad y            mente generalizado, según Brunner)7
    Aquí las retóricas facilistas -      modernización pudieran converger             y las insuficiencias de la moderniza-
Latinoamérica moderna versus             en un matrimonio feliz se esfumó,            ción real.
posmoderna /o posmoderna versus          porque fue un sueño que descansaba
moderna- no ayudan                                                                                      Este modelo que
mucho. El problema no                                                                               revelaba sus inclina-
está solamente en el                                                                                ciones de ‘espejo’ (com-
nombre y lo que éste lo-                                                                            plemento, o invención
gra ordenar teórica-                                                                                de otros grandes rela-
mente, el problema está                                                                             tos) hacia el discurso
también en una com-                                                                                 centrado de la moder-
plicada reconfiguración                                                                             nidad -el que fue reivin-
del pensamiento cultu-                                                                              dicado todavía en 1981
ral en los escenarios                                                                               por Jürgen Habermas
atravesados por la                                                                                  en “La modernidad, un
globalización.                                                                                      proyecto incompleto”8 ,
                                                                                                    guardaba trampas para
                                                                                                    el análisis cultural e his-
El relato                                                                                           tórico. Dos de ellas re-
diferente                                                                                           saltan particularmente.
                                                                                                    Primera, el escenario de
     Recordemos el ba-                                                                              las letras y la filosofía
lance con el que                                                                                    cultas convertido -des-
Renato Ortiz marcó                                                                                  de el proyecto europeo
aquella encrucijada que                                                                             de modernidad- en el
hizo imprescindible                                                                                 reino de la razón ilustra-
pensar una modernidad                                                                               da, llegó a representar
diferente y que llevó a                                                                             todo lo cultural y a or-
conectar de Chile a                                                                                 denar normativamente
México, durante los                                                                                 todo lo histórico, fun-
años ochenta, un grupo                                                                              dando su exclusividad
de pensadores de diver-                                                                             en una alta misión crí-
sas afiliaciones que con-                                                                           tica frente a las “aguas
cibieron la cultura/lo                                                                              heladas del cálculo
                                     Guillermo Wiedemann (1905-1969), monotipo,     1956
cultural de una manera                                                                              egoísta” 9 . Pero como
radicalmente nueva 5 .                                                                              subrayó Julio Ramos:
“Se imaginó que el proceso de mo- en ideales prescritos de modernidad.                “La crítica de la modernización po-
dernización eliminaría, por si solo, Característicamente, este balance,               sibilitó la modernización (autono-
tanto el subdesarrollo como las in- que es dimensionado por la reflexión              mización y así legitimación social,
justicias sociales. Esta visión un tan- de teóricos tan distintos como Jesús          H.H.) de la crítica”10 . La construc-
to ingenua del proceso histórico nos Martín-Barbero, José Joaquín                     ción especulativa -la modernidad
llevó a sobrevalorar la búsqueda de Brunner, Néstor García Canclini,                  como discurso imperante que se au-
una ‘identidad moderna’ sin que tu- Carlos Monsiváis, Nelly Richard,                  toriza a través de un espíritu supues-
viésemos una perspectiva crítica de Norbert Lechner y otros, hizo tam-                tamente universal y que, a partir de

                                                                                                            N ÓMADAS       91
ahí, se subordina el resto del mundo,    inconscientemente el deseo de hacer-      cuando ese nuevo territorio es anali-
(Hegel)11 - fue parte de la misma mo-    se partícipe de la ‘misma’ razón occi-    zado con las categorías mentales del
dernización europea. Dice José Joa-      dental, como un caso notorio del          descubridor”12 .
quín Brunner sobre las acepciones        funcionamiento hegemónico de la
latinoamericanas de semejante no-        modernidad centrada. “La interpre-            Segunda, y como problema resul-
ción de modernidad: se tendía a su-      tación de nuestra historia cultural por   tante, una trayectoria obstinada de
poner que el discurso a nivel de las     sus omisiones respecto de un modelo       subestimación cultural de lo que se
ideas habría “inaugurado, antes de       occidental consagrado refleja no sólo     llama modernización; función que de
que ella existiera, la modernidad de     la hegemonía de este último sino,         cierta manera cumplieron también
nuestra cultura”. De este hecho resul-   además, un antiguo gesto de perple-       los diversos ‘modernismos culturales’
taron construcciones de lo lati-         jidad frente a las diferencias            en América Latina13 , no necesaria-
noamericano en las que latía             específicas de ‘lo latinoamericano’       mente como textos y manifestacio-

                                         Guillermo Wiedemann, monotipo, 1954

92     N ÓMADAS
nes, sino como institución              sensus académico de su tiempo, se-       distinta de la noción establecida de
paradigmatizada en favor del dualis-    gún el cual el discurso denominado       cultura, es decir, una modernidad
mo ‘razón emancipativa versus razón     ‘modernidad’ administraba un canon       contradictoria y heterogénea en el
instrumental’.                          de obras ejemplares y sobrevivía gra-    centro mismo. Pero la asunción con-
                                        cias a su pobreza de experiencia; ello   ceptual e histórica de estos hechos a
    El destino del discurso centrado    debido a su distancia frente a las       nivel del pensamiento de la moder-
de la modernidad, en el siglo veinte,   masas, al hombre común (Musil) y a       nidad se dará apenas con el pensa-
no podía menos que desembocar en        la cultura cinematográfica, vista por    miento posmoderno. El discurso
el pesimismo cultural, ya que se ali-   el director ruso Eisenstein como es-     posmoderno va a (re)descubrir, co-
mentaba cada vez más de proyeccio-      fera teatralizadora de una heteroge-     nectar y validar aquellas experiencias
nes con bases cultural, histórica y     neidad fascinante. Sin embargo, aquí     históricas que muestran las ‘moder-
socialmente estrechas, y cada vez       se vislumbraban autoridades cultura-     nas’ sociedades industriales de cen-
menos de los procesos y de sus con-     les otras. Era la misma modernización    tro las cuales conforman, de hecho,
tradicciones. Fue Walter Benjamin       de los países europeos avanzados que     una modernidad dividida ya que la
quien se enfrentó vigorosamente al      producía una lógica de modernidad        dinámica de sus procesos socio-

                                        Guillermo Wiedemann, monotipo, 1960

                                                                                                     N ÓMADAS       93
económicos (en Europa diferente a         mericanos no sólo a la autocrítica,            Un pensamiento posmoderno en
los Estados Unidos) no sólo conser-       sino que les da un papel estratégico       la periferia tiende a ser, por consi-
va relictos de sociedades premo-          en los debates. No es idéntica una em-     guiente, de carácter diferencial fren-
dernas, sino suele crear formas propias   presa descentradora que se articula en     te al discurso posmoderno de centro.
de tradicionalidad 14 . El discurso       los centros en donde se descubre lo pe-    En otras palabras: con la asunción de
posmoderno mina un concepto ho-           riférico, a otra que opera desde las pe-   un horizonte posmoderno, los inte-
mogéneo y universalista de moderni-       riferias de la modernidad. En el           lectuales latinoamericanos saltan la
dad con una noción heteróclita de         primer caso, se trata de una autocrí-      dominación para encontrarse ante
cultura que da cabida a codificacio-      tica radical, giro epistemológico,         unas asimetrías nuevas. Ahora se
nes dobles o constitutivamente            pero sin ceder la dominación               habla mucho más ‘de igual a igual’,
aporéticas: ‘Modernidad’, de esta         epistemológica; en el segundo caso,        pero en vez de exclusión o subordi-
manera descentrada, reve-                                                                           nación se enfrenta el
la sus contornos lineales y                                                                         drama de las legiti-
discontínuos, de orden y de                                                                         maciones, lo que nos
caos, así como su carácter                                                                          permite desenredar una
tradicional y moderno y sus                                                                         confusión. Muchas ve-
connotaciones elitistas y                                                                           ces se suele rechazar lo
populares. Si se quiere ha-                                                                         posmoderno para Amé-
blar del advenimiento his-                                                                          rica Latina porque se
tórico de una “condición                                                                            quiere, por fin, dejar de
posmoderna”15 , ésta ya fue                                                                         copiar los centros don-
inscrita en la modernidad                                                                           de, según Jameson, este
por el lado de sus ocul-                                                                            discurso se ha ‘torcido’
tamientos y supresiones.                                                                            sobremanera. Pero los
                                                                                                    teóricos latinoamerica-
     La historización críti-                                                                        nos que más consecuen-
ca del proyecto centrado                                                                            temente asumieron la
de la modernidad desde                                                                              crítica epistemológica
posiciones posmodernas,                                                                             posmoderna mostraron
la puesta en descubierto de                                                                         que no se puede pensar
una epistemología impe-                                                                             posmodernamente des-
rante16 , es asumida por el                                                                         de la periferia sin asumir
nuevo pensamiento lati-                                                                             un descentramiento do-
noamericano de la cultu-                                                                            ble: el de la modernidad
ra (los años ochenta) por                                                                           centrada, y el de aque-
dos razones fundamenta-                                                                             llas posturas dominan-
les: se analiza, por un lado,                                                                       tes que el propio
que los modelos dicotó-                                                                             discurso posmoderno
micos que hasta más allá                                                                            erige al canonizar (que
de la mitad de este siglo                                                                           significa ‘reterritoria-
marcaron los imaginarios                                                                            lizar’ en los centros) sus
de lo propio en el conti-                                                                           empeños descentra-
nente eran de una mane-                             Fernando Botero, 1951                           dores17 . Por eso, una re-
ra u otra traducciones de                                                                           flexión posmoderna en
una epistemología dominante. Por          la autocrítica que la periferia em-        la periferia de la modernidad resalta
otro lado, el cambio de la noción de      prende, es acompañada por un pro-          como espacio intelectual diferencial,
periferia -de los esquemas de reflejo     fundo cambio de su propio estatus:         ya que es acá donde la epistemología
a unos escenarios activos de la dife-     el paso de la defensiva a una ofensi-      crítica se vuelve con mayor razón
rencia- incita a los teóricos latinoa-    va epistemológica.                         instancia politizadora.

94     N ÓMADAS
Volvamos a la reconsideración        lista como de identidades no                  Al conocer los escritos de Borges,
de las dinámicas de modernización         maniqueas): “Los países latinoame-        Foucault decía que lo que más asom-
a fin de precisar una noción de mo-       ricanos son actualmente resultado         bro le causaba era la posibilidad de pen-
dernidad ‘otra’. Para los pensado-        de la sedimentación, yuxtaposición        sar lo que se creía imposible pensar
res de los países latinoamericanos        y entrecruzamiento de tradiciones         -imposible según una trayectoria de
esto significaba recobrarlas como         indígenas (...), del hispanismo co-       razón “que tiene nuestra edad y nues-
criterio movilizador: superar la in-      lonial católico y de las acciones         tra geografía”20 . Numerosos teóricos
validación de las propias moderni-        políticas, educativas y comunica-         de la cultura fuera de América Lati-
zaciones que fue sugerida por la          cionales modernas” 19 .                   na probablemente hayan vivido una
hegemonía de idearios centrados.                                                    sensación parecida cuando conocie-
Se hace revelador, a nivel compa-             A partir de estas premisas se ar-     ron libros como “De los medios a las
rativo, que el modernismo europeo         ticula un concepto de hibridación cul-    mediaciones” de Jesús Martín-Barbe-
de los primeros dece-                                                                           ro o el ya citado de Néstor
nios del siglo XX (las                                                                          García Canclini. Renato
vanguardias, ante todo)                                                                         Rosaldo (Stanford),
no era lo que represen-                                                                         quien escribió la intro-
taba, es decir, elevarse                                                                        ducción para la edición
como cúpula reflexiva                                                                           en inglés de Culturas
encima de unas moder-                                                                           híbridas, lo dice al consta-
nizaciones exitosas y                                                                           tar que los conflictos cul-
acabadas, sino que en-                                                                          turales o sociales que
frentaba (y administra-                                                                         discutidos en los E. U.
ba culturalmente) lo                                                                            hoy, ya no se suelen vin-
que estaba fuera de la                                                                          cular a la moderniza-
normatividad moderna:                                                                           ción21 que es considerada
“un orden dominante                                                                             un hecho exitosamente
semiaristocrático, una                                                                          cumplido -un hecho, no
economía capitalista                                                                            un problema (lo que ex-
semindustrializada y un                                                                         plicaría también una vi-
movimiento obrero                                                                               sión que quiere situar lo
semiemergente o semi-                                                                           ‘posmoderno’ después de
nsurgente” (Néstor                                                                              lo ‘moderno’).
García Canclini, citan-
do a Perry Anderson)18 .                                                                            La reflexión latinoa-
“Si el modernismo no                                                                            mericana de la cultura,
es la expresión de la                                                                           desde preocupaciones
modernización socio -                                                                           agudamente contemporá-
                                          Fernando Botero, Niño de Vallecas, 1959
económica, ‘pregunta                                                                            neas, vincula de nuevo
García Canclini’, sino                                                                          registros de modernidad y
el modo en que las élites se hacen car-   tural que no es ‘fenomenológico’ ni       modernización que se habían
go de la intersección de diferentes       lingüístico, es histórico en la acep-     segmentado según lógicas y procesos
temporalidades históricas y tratan de     ción de lo particular de la moderni-      de modernización en los países más
elaborar con ellas un proyecto global,    dad latinoamericana; y lo particular      avanzados, yendo “más allá de la es-
¿cuáles son esas temporalidades en        a su vez no está en lo único de las       peculación filosófica y el intuicio-
América Latina y qué contradiccio-        esencias o en la síntesis original del    nismo estético dominantes en la
nes genera su cruce?”. Y formula,         mestizaje, está en las dinámicas de       bibliografía posmoderna”22 . Aten-
con vista a una modernidad ‘otra’         interacciones, de asimetrías, de          ción específica se ha rendido a una
que exige también otro discurso           discontinuidades de una “heteroge-        revisión de las complejas relaciones
(tanto de explicación no esencia-         neidad multitemporal”.                    entre tradición y modernidad, moder-

                                                                                                          N ÓMADAS       95
nidad y cultura popular, pero con          desequilibrio se apoyaba en la exclu-     ser considerado, estudiado, institu-
perspectivas que en nada resultan          sión y marginalización de toda una        cionalizado y normativizado como
nostálgicas, perspectivas alertas y a la   esfera de experiencia sociocultural y     cultura y, por consiguiente, sobre lo
vez teóricamente integrativas de la        creación simbólica -la de las culturas    que no correspondía ser integrado en
audiovisión avanzada y los desarro-        populares24 . El libro De los medios a    las incipientes naciones, es decir las
llos tecnológicos. Se ha llegado a         las mediaciones, clave para entender      modernas esferas de valores. Ya que
hablar hasta de una “cultura interna-      lo distintivamente posmoderno de la re-   no se trata de insinuar un ‘pathos’ co-
cional-popular”23 . De esta manera,        flexión latinoamericana, traza una        rrectivo de lo históricamente dado,
ha nacido una trasdisciplinariedad sui     pista de entendimiento crítico de au-     ¿a qué se está apuntando?
generis que, de hecho, hace difícil-       toridades culturales que se establecie-
mente clasificable el pensamiento la-      ron a partir de una determinada               Develar hoy con más precisión las
tinoamericano en torno a una               jerarquía entre ‘lo ilustrado’, ‘lo ma-   dinámicas opcionales de lo históri-
modernidad ‘otra’ capaz de involucrar      sivo’ y ‘lo popular’. Y se perfila más    co, se hace tanto más importante en
las energías descentradoras del pen-       claramente: la opción llamada ‘pro-       contextos donde la opción que se
samiento posmoderno.                                                                         tornó hegemónica entra nue-
                                                                                             vamente en cuestionamiento.
     Para mejor situar la epis-                                                              Y ahí los teóricos de la perife-
temología que atraviesa esta                                                                 ria hacen ver que aquella op-
reconceptualización, cabe ha-                                                                ción ha tenido uno de sus
cer un esfuerzo historizador. Si                                                             mayores diferenciales (y lógi-
nos hemos percatado que la                                                                   cas propicias a su cuestio-
hegemonía de un discurso cen-                                                                namiento) en los procesos
trado de modernidad tiene su                                                                 culturales de las regiones ex-
trayectoria limitada, hoy se                                                                 céntricas. Sus balances y pro-
hacen vinculables los umbra-                                                                 puestas llegan a apuntar, de
les históricos de 1800 y de                                                                  repente, en el blanco de las
2000. O sea, ¿qué se ha ido                                                                  reflexiones de los investi-
exluyendo desde hace dos si-                                                                 gadores que trabajamos en los
glos y qué vuelve a cobrar                                                                   antiguos centros de la
mucho peso en cuanto a con-                                                                  modernidad.
cepciones culturales, y en
cuanto a política de cultura?                                                               La mencionada nueva
Ahí tendríamos que volver a                                                             trasdisciplinariedad ha tenido,
establecer vínculos entre no-                                                           desde luego, otros espacios de
ciones que se tornaron mutua-                                                           despegue diferentes al del pen-
mente ‘autónomas’. A la luz de                                                          samiento posmoderno de los
las experiencias que nos pro-                                                           centros25 , y de manera despre-
pina el acercamiento del dos                                                            juiciada y dialógica ha inte-
mil es más fácil reconocer -y Juan Antonio Roda (1921), Retrato de un desconocido, 1971 grado una serie de perspectivas
los teóricos latinoamericanos                                                           que, en otras partes del mun-
han forzado este reconocimiento- el yecto de modernidad’ consistía en do apenas entraron en debate mutuo
discurso de representación (univer- ordenar las tensiones entre cultura como sucede, por ejemplo, con el
salismo) y legitimación (objetividad) ilustrada, cultura popular y cultura de caso de la escuela británica de estu-
de la modernidad europea como una masas que irrumpieron en el escena- dios culturales y con los conceptos
opción histórica de fundar rio europeo alrededor de 1800, por el filosóficos y estéticos del pensamiento
hegemonías en desequilibrios. Jesús camino de una estrategia episte- posmoderno. Se articuló desde varios
Martín-Barbero dio un aporte funda- mológica. Esta, reaccionando a pro- núcleos de desborde o desdeli-
mental a una historización diferente fundos cambios socioeconómicos, mitación disciplinaria, en donde se
de la modernidad, mostrando que ese ‘decidía’ sobre lo que sí valdría la pena encuentran, en primer lugar, la so-

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ciología (que se solía ocupar de la mo- epistemologías periféricas que res-            miento aparte. Es innegable que en
dernización) y la antropología (que ponden a preocupaciones posmo-                     el perfil trasdisciplinario de los es-
estudiaba la tradición), las cuales dernas avant la lettre. Se trata de                tudios de una ‘modernidad periférica
entraron en una “revisión conjunta situaciones y conflictos particulares               heterogénea’ se está expresando un
de la investigación”26 adoptando nu- de país en país o de institución en               rico diálogo entre las ciencias socia-
merosas y muy significativas perspec- institución. Pero llama la atención              les y los estudios culturales en sus
tivas de, por ejemplo, antropología la rigurosidad con que se está dan-                diversas acepciones. Las tendencias
urbana -ya no como disciplina apar- do, a partir de los ochenta, un deba-              brevemente marcadas se han ido
te sino interlocutora cercana- y so- te por encima de las fronteras                    diversificando y ampliando durante
ciología cultural comunicativa. nacionales, apoyado en organizacio-                    los últimos años en la medida en que
Cobran igual envergadura ante esce- nes tanto regionales como trasna-                  repercuten o interfieren, a veces
narios de modernizaciones aceleradas cionales, una enorme cantidad de                  también bajo otras denominaciones,
entre neoliberalismo y democratiza- publicaciones, revistas de perfil nue-             en los espacios académicos conven-
ción precaria, unas politologías pro- vo (en cuyo contexto la metáfora                 cionalmente administrados.
fundamente reformuladas
que denominamos tenta-
tivamente ‘politologías                                                                   Acentuación
culturales’, las cuales em-
prendieron un giro con-                                                                       Todo intento por aplicar ca-
ceptual hacia el papel de                                                                 tegorías ya establecidas para dar
las culturas políticas en los                                                             relieve al pensamiento cultural
procesos de cambio y ha-                                                                  ‘desde’ América Latina debe de
cia lo político de lo cultural                                                            alguna manera fracasar. Sin em-
cotidiano. Otra vertiente                                                                 bargo, las perspectivas comenta-
habla de los esfuerzos de                                                                 das requieren de una reflexión
numerosos críticos y críti-                                                               más detenida a fin de debatir un
cas de la literatura y las ar-                                                            marco conceptual que por un lado
tes por asumir, al orientarse                                                             no pretenda encajonarlo prema-
en los estudios culturales,                                                               turamente, pero que por otro lo-
un descentramiento de                                                                     gre elaborar una matriz afín a su
unas nociones ‘modernis-                                                                  riqueza específica y sus recursos
tas’ y ‘esteticistas’ de la cul-                                                          concretos. Proponemos hablar de
tura. Sin embargo, el rasgo                                                               unas nuevas ‘hermenéuticas cultu-
que en mayor grado parece                                                                 rales’ en América Latina. Se tra-
desafiar los criterios com-                                                               ta de una hipótesis que exige
parativos es aquella expe-                                                                mayor elaboración, y que aplica
riencia un tanto peculiar y                                                               un concepto de hermenéutica lo
de una urgencia digamos                                                                   menos estrecho posible.
global, que ha llevado a          Juan Antonio Roda, Retrato de un desconocido, 1971
pensar ‘desde los medios                                                                       No cabe duda que las ‘cien-
hacia las mediaciones’, rearticulando Nómadas no es nada casual); y por                cias humanas’ se encuentran plena-
los estudios de la comunicación como toda América Latina, una reorgani-                mente sumergidas en un drama
una hermenéutica cultural radical- zación de las áreas de trabajo de cam-              hermenéutico. En primer lugar, la her-
mente nueva. Esta nos ocupará to- po desde núcleos conceptuales                        menéutica en sus acepciones de on-
davía un poco más adelante.               audaces y con gran sensibilidad ha-          tología metafísica del sentido perdió
                                          cia experiencias socioculturales atra-       sus terrenos más importantes, y en
     El cuadro trazado aquí no pre- vesadas por los desarrollos                        segundo, se observa una inusitada
tende ser abarcador sino mostrar lo mediáticos y tecnológicos 27 . Pero                proliferación y reconfiguración de
profundamente diferente de unas todo esto merece un dedicado trata-                    ‘sentidos’ en un mundo postindustrial

                                                                                                           N ÓMADAS       97
-desigualmente modernizado-                   periencias colectivas de renego-          funcionamiento transitivo, un
globalmente conectado. Es en este             ciación de lo masivo desde lo popu-       “modo de decir que no sólo habla-
contexto de fin del siglo XX que la           lar y, que no era lo mismo, vice versa.   de sino que materializa unas mane-
importancia de prácticas y normas de          Los interlocutores intelectuales de       ras de hacer”29 . De ahí se desarrolló
leer/entender/interpretar para toda clase     Martín-Barbero, en este contexto,         un enfoque de descentramiento de
de análisis cultural y social está ad-        eran Walter Benjamín, Maurice             los medios masivos, un enfoque que
quiriendo otra dimensión. En vista            Merleau-Ponty, Paul Ricoeur y             no se limitaba a sus implicaciones
de los derrumbes que padecieron no-           Michel de Certeau. Uno de sus tex-        de producción/discurso, de técnica,
ciones coherentes de identidad y sub-         tos más provocadores para los             de distribución vertical, sino que
jetividad, habría que preguntar: ¿Qué         comunicólogos especializados de los       tendía a descubrir ‘relatos cultura-
sucede con las narraciones? Parece            años setenta, Prácticas de comunica-      les’ que se constituían en “la expe-
que el declive de los ‘grandes relatos’       ción en la cultura popular, se basaba     riencia que la gente tiene y (en el)
(especulación y emancipa-                                                                      sentido que en ella cobran los
ción), no tanto según el ba-                                                                   procesos de comunicación30 .
lance de Lyotard sino en la                                                                    Martín-Barbero, después de
manera como éste fue para-                                                                     leer lo melodramático como
digmatizado, no deja de cau-                                                                   narración cotidiana en vista
sar una irritación. Casi todo                                                                  de los “destiempos” de la mo-
‘narrar’ se cargó de estigma.                                                                  dernidad 31 , ha ido todavía
Pero sólo se puede pensar la                                                                   más allá. Optó por unos estu-
identidad de “ese sujeto he-                                                                   dios de la comunicación ca-
teróclito más allá de los                                                                      paces de asumir aquel
marcos restrictivos”, recuer-                                                                  descentramiento o ‘desorden’
da Julio Ortega, si no se pasa                                                                 cultural a partir de cuyas
por alto su narrativa, “sus re-                                                                dinámicas ya varias genera-
latos de construcción y                                                                        ciones se apropian de la mo-
autorreflexión” 28 .                                                                           dernidad sin tener como eje
                                                                                               la cultura y las normas
    Si hablamos hoy de la                                                                      hermenéuticas del libro. Hoy,
función inspiradora que los                                                                    la opción por ‘otra hermenéu-
estudios de la comunicación                                                                    tica’ afín a una modernidad
han desempeñado para que el                                                                    descentrada, que ha tenido
pensamiento cultural en                                                                        sus articulaciones orientado-
América Latina saliera de la                                                                   ras a nivel de una comuni-
“razón dualista”, es interesan-                                                                cología muy poco ortodoxa,
te recordar el hecho de que                                                                    es parte implícita del trabajo
fue curiosamente una pers-                                                                     de muchos investigadores la-
pectiva hermenéutica con la                                                                    tinoamericanos, sea en el
cual Jesús Martín-Barbero                                                                      marco de socio-antropologías
desafiara los criterios analíti-            Beatriz González (1938), Niña Johnson, 1965        interpretativas (que parecen
cos de mediacentrismo, de                                                                      constituir el ámbito predilec-
imperialismo cultural y de esen-              en estudios de campo que había he- to de los estudios interculturales en
cialización de las culturas populares.        cho junto con estudiantes en varios el continente), sea en el de las cien-
En lo conceptual, propuso discutir            (super)mercados y cementerios de cias políticas que integraron enfo-
una visión desprejuiciada tanto de            Bogotá y de Cali en los años 1974- ques psicológicos, semióticos y de
lo masivo como de lo popular,                 77. La problemática trabajada fue análisis discursivo, o en unos estu-
intuyendo que las dinámicas cultu-            otra estrategia de lectura, una lectura dios culturales y literarios que
rales de una modernidad periférica            cultural capaz de descubrir “el fun- oscilan entre feminismo y posmoder-
tuvieran mucho que ver con las ex-            cionamiento popular del relato”, un nismo, e incluso en varias investi-

98     N ÓMADAS
gaciones sobre comunicación y                      tas del siglo diecinueve hasta             cias humanas alrededor de una
globalización.                                     los teólogos de la liberación),            ‘objetivación sistémica’ de
                                                   latía la ilusión hermenéutica              teorías de interpretación.
    La diversidad del continente y lo              de que la autoridad de las na-             Hoy, bajo la gravitación de las
contradictorio de sus procesos pare-               rrativas europeas o de las pro-            sospechas postestructuralistas
cen hacer obsoleta la posibilidad de               pias tradiciones, de los grandes           a más tardar, la despedida de
que se desarrollara nuevamente una                 discursos del pasado (textos,              la hermenéutica como tal pa-
hermenéutica. Si hablamos de una                   mitos, colecciones, testimo-               rece haberse vuelto premisa
especie de ‘mapa hermenéutico’ sin                 nios), podría contribuir a di-             común33 .
orden establecido, lo hacemos con                  señar alternativas ante un
vista en concepciones y sensibilida-               presente que carecía de orien-            3. ¿Pueden haber plausibles con-
des para leer e interpretar lo cultural,           taciones.                                    cepciones de lectura de senti-
en las que sí repercuten valiosos re-                                                           do, de interpretación de
tazos de subjetividad, fragmentos              2. La constitución histórica de la               identidades que no se afirmen
“que proveen parte de la materia pri-             hermenéutica en la segunda                    en la autoridad de textos es-
ma para elaborar nuevos proyectos                 mitad del diecinueve, hacién-                 critos y semánticas canoniza-
colectivos”32 .                                   dose parte legitimadora de un                 das a partir de instituciones y
                                                  discurso europeo de moderni-                  categorías de la cultura letra-
    Acentuamos nuestras                                                                               da? Esta pregunta pare-
observaciones, en forma                                                                               ce adquirir peso a partir
de ‘tesis’, a través del si-                                                                          del pensamiento latino-
guiente balance compa-                                                                                americano de una ‘mo-
rativo:                                                                                               dernidad otra’. Los
                                                                                                      teóricos/las teóricas de
    1. Históricamente,                                                                                esta modernidad, aún en
        las inclinaciones                                                                             toda la diversidad de sus
        hermenéuticas                                                                                 enfoques, trabajan alre-
        forman parte cons-                                                                            dedor de cierta pers-
        titutiva del pensa-                                                                           pectiva común: las
        miento cultural en                                                                            dinámicas culturales in-
        América Latina.                                                                               cluyendo lo intermedial
        Un discurso de                                                                                e intercultural de la
        modernidad que                                                                                audiovisión y los funcio-
        comenzaba a ar-                                                                               namientos del hiper-
        ticularse desde la                                                                            texto, son leídas a nivel
        periferia tenía que                                                                           de experiencias/subjeti-
        enfrentar situa-               Beatriz González, Lo  que les sucede a las holandesas          vidades/constitución de
                                               por querer tanto a los perros, 1966
        ciones altamente                                                                              sentidos. Es aquí que se
        problemáticas en                                                                              muestra una marcada di-
        cuanto a interpretación de                dad desde Alemania (tenien-                   ferencia frente al pensamien-
        historia y sociedad -una laten-           do pocas raíces en Inglaterra                 to posmoderno tal como se
        te crisis de sentido conlleva-            y E. U.), permite reforzar lo                 institucionalizó, por ejemplo,
        ba el desafío de formular                 desigual de la modernización                  en los E. U. o en Francia.
        respectivas hermenéuticas de              en los centros: las teorías
        cumplimiento, de desarrollo,              hermenéuticas se hicieron es-              Una ‘empresa hermenéutica des-
        de proyecciones utópicas-. En             pecialmente cargo de condi- encantada’ no ofrece soluciones fá-
        las visiones de una ‘moderni-             ciones de déficit de sentido de ciles. Pero lo hermenéutico como
        dad correctiva o alternativa’             identidad (nacional), ten- principio para pensar y conceptualizar
        (desde los filósofos y ensayis-           diendo a reorganizar las cien- se puede tornar resistencia frente a

                                                                                                            N ÓMADAS       99
una retórica del ‘sinsentido’, una re-   cal de conceptuarios hermenéuticos.      prácticas de sentido inestables; que
tórica que disfraza el gesto nuevamen-   Se alude a perspectivas de interpre-     conciben las semánticas de lo social,
te hegemonizador que habla de la         tación cultural que conciben la no-      lo cultural de lo político y lo político
canonización de determinados             ción de experiencia desde un presente    de lo estético como fenómenos que
descentramientos en determinados         colectivamente vivido; que reclaman      exigen tanto el entendimiento como
lugares. En los profundos -hasta se      más democráticamente norma-              la percepción, esto es, racionalidades
podría decir tectónicos- cambios que     tividades desde proyectos partici-       abiertas a la explicación y a la viven-
han vivido las sociedades latinoame-     pativos, tolerantes, competitivos34 (y   cia. Ahí está la paradoja. Una her-
ricanas desde los años sesenta, resi-    menos desde discursos e institucio-      menéutica posmoderna desde
den impulsos y necesidades para una      nes previamente autorizadas); que no     perspectivas latinoamericanas no
reformulación particularmente radi-      buscan sentido superior sino analizan    deja de reformular un ‘nosotros’.

                                                                                  Citas
                                                                                  1
                                                                                      Jesús Martín-Barbero, “Secularización,
                                                                                      desencanto y reencantamiento massme-
                                                                                      diático”, en: J. M. B., Pre-Textos. Conver-
                                                                                      saciones sobre la comunicación y sus con-
                                                                                      textos, Cali, 1995, pp.177-192.
                                                                                  2
                                                                                      K. Ludwig Pfeiffer, Kommunikationsformen
                                                                                      als Lebensformen [Formas de comunica-
                                                                                      ción como formas de vida], München,
                                                                                      1990, p.16.
                                                                                  3
                                                                                      Ver la manera de asumir lo latinoameri-
                                                                                      cano en: Renato Ortiz, Mundialización y
                                                                                      cultura, Buenos Aires, 1997, pp.19, 20.
                                                                                  4
                                                                                      He propuesto discutir esta problemática,
                                                                                      desde un interés en desformalizar y
                                                                                      descanonizar ciertas discusiones compa-
                                                                                      rativas, en relación con los nuevos espa-
                                                                                      cios de legitimidad que cobra el pensa-
                                                                                      miento postcolonial en ámbitos académi-
                                                                                      cos angloamericanos. (Hermann Herling-
                                                                                      haus, “Entre posmodernidad latinoame-
                                                                                      ricana y postcolonialismo angloamerica-
                                                                                      no. Un debate necesario en torno a una
                                                                                      nueva ‘ecología’ de identidades”, en: Diá-
                                                                                      logos de la comunicación, No. 49, Lima, Oc-
                                                                                      tubre 1997, pp.43-53).
                                                                                  5
                                                                                      Hermann Herlinghaus/Monika Walter
                                                                                      (eds.), Posmodernidad en la periferia. En-
                                                                                      foques latinoamericanos de la nueva teoría
                                                                                      cultural, Berlín, 1994, pp.11-47.
                                                                                  6
                                                                                      Renato Ortiz, “Lo actual y la moderni-
                                                                                      dad”, en: Nueva Sociedad, No. 116, no-
                                                                                      viembre-diciembre 1991, p.96.
                                                                                  7
                                                                                      José Joaquín Brunner, “Tradicionalismo y
                                                                                      modernidad en la cultura latinoamerica-
                                                                                      na”, en: Brunner, Cartografías de la mo-
                                                                                      dernidad, Santiago, 1995, pp.167-169. Ver
                                                                                      especialmente el debate de Brunner con
                                                                                      Angel Rama y Octavio Paz, pp.169-175.
                                                                                  8
                                                                                      Hal Foster (comp.), La postmodernidad,
        Beatríz González, Leticia León, nueva Venus, 1966                             Barcelona, 1986, pp.19-36.

100    N ÓMADAS
9
     Octavio Paz, El ogro filantrópico, Barcelo-            salir de la razón dualista, Barcelona, 1987,   33
                                                                                                                La situación en América Latina es obvia-
     na, 1990, p.37.                                        p.111.                                              mente distinta, y llama la atención que
10
     Julio Ramos, Desencuentros de la moderni-                                                                  el teórico venezolano Rigoberto Lanz pro-
                                                       30
                                                            J. Martín-Barbero, Identidad, comunicación          pone incluso una relectura de los aportes
     dad en América Latina. Literatura y política           y modernidad en América Latina, en:
     en el siglo XIX, México, 1989, p.209.                                                                      de Gadamer en un contexto latinoameri-
                                                            Herlinghaus/Walter (eds.), Ob. cit., p.85.          cano de pensamiento posmoderno.
11
     G.W.F. Hegel, Lecciones sobre Historia de         31
                                                            J. Martín-Barbero, Sonia Muñoz                      Rigoberto Lanz, Miriam Hurtado
     la Filosofía, México, 1955. Ver los comen-                                                                 (coords.), Paradigmas, métodos y posmo-
                                                            (coords.), Televisión y melodrama. Géne-
     tarios de José Ortega y Gasset (1930) en:                                                                  dernidad, Mérida, 1995, pp.10,12.
     Hegel y América; en: J. Ortega y Gasset,               ros y lecturas de la telenovela en Colombia,
     Obras completas, Madrid, 1946.                         Bogotá, 1992.                                  34
                                                                                                                Fabio López de la Roche (comp.), Ensa-
12
     José Joaquín Brunner, Ibid., p.155.
                                                       32
                                                            Martín Hopenhayn, Ni apocalípticos ni in-           yos sobre cultura política colombiana, Bo-
                                                            tegrados. Aventuras de la modernidad en             gotá, 1990, p.101.
13
     Los modernismos latinoamericanos que se                América Latina, Santiago, 1994, p.9.
     han estudiado mucho a nivel estético y
     de movimiento artístico merecen una ma-
     yor diferenciación en sus relaciones con
     el carácter y los procesos de moderniza-
     ción en el continente.
14
     Herlinghaus/Walter (eds.), Ob. cit., p.18.
15
     Jean-François Lyotard, La condition
     posmoderne, Paris, 1979.
16
     Michel Foucault, Las palabras y las cosas,
     México, Siglo XXI, 1969.
17
     Nelly Richard, La estratificación de los már-
     genes, Santiago, 1989, pp.55-58; N. R.,
     Latinoamérica y la posmodernidad, en:
     Herlinghaus/Walter (eds.), Ob. cit.,
     pp.221,222.
18
     Néstor García Canclini, Culturas híbridas.
     Estrategias para entrar y salir de la moderni-
     dad, México, Grijalbo, 1990, pp.71,72.
19
     Ibid.
20
     Michel Foucault, Ob. cit., p.1.
21
     Renato Rosaldo, Prólogo, en: Néstor
     García Canclini, Hybrid Cultures.
     Strategies for Entering and Leaving
     Modernity, Minneapolis, 1995, p.xvi.
22
     Néstor García Canclini, Ob. cit., p.19.
23
     Renato Ortiz, Ob. cit., pp.145-198.
24
     Jesús Martín-Barbero, De los medios a las
     mediaciones. Comunicación, cultura y he-
     gemonía, México, 1987.
25
     Herlinghaus/Walter (eds.), Ob. cit.,
     pp.15,17.
26
     Néstor García Canclini, “Los estudios cul-
     turales de los 80 a los 90: perspectivas
     antroplogógicas y sociológicas en Améri-
     ca Latina”, en: Iztapalapa, año 11, No. 24,
     México, 1991.
27
     Ver el ejemplo revelador de Rossana
     Reguillo, La construcción simbólica de la
     ciudad. Sociedad, desastre y comunicación,
     Guadalajara, 1996.
28
     Julio Ortega, “Identidad y postmo-
     dernidad en América Latina”, en: Actua-
     lidades, Caracas, julio-septiembre 1995,
     p.41.
29
     Jesús Martín-Barbero, Procesos de comu-
     nicación y matrices de cultura. Itinerario para            Beatríz González, Mónica juega, canta y ríe como los otros niños, 1967

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