Las migraciones vascas en perspectiva histórica - (siglos XVI-XX)

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Las migraciones vascas
en perspectiva histórica
     (siglos XVI-XX)

         Óscar ÁLVAREZ GILA
   Alberto ANGULO MORALES (eds.)

                    eman la zabal zazu

          Universidad           Euskal Herriko
       del País Vasco           Unibertsitatea
     servicio editorial         argitalpen zerbitzua
Presencia de los navarros en Cuba
                    al final del período colonial!
                        Juan B. AMORES CARREDANO
                                Universidad del País Vasco

1. Navarros hacia Cuba dentro de la gran emigración peninsular
   (1880-1900)

    Dentro de la abundante bibliografía producida en la última década
sobre la emigración española a América, especialmente en la época
contemporánea, nos interesa distinguir, para el objeto de este breve tra-
bajo, la que se refiere a Cuba como destino del emigrante peninsular y,
más en concreto, del navarro, en las últimas dos décadas del siglo XIX.
    Ese marco temporal se inserta en lo que se ha llamado «emigración
en masa»2. Dentro de ese proceso migratorio, la gran Antilla se consti-
tuyó en el segundo lugar de destino de los emigrantes peninsulares a
América, sólo por detrás del Río de la Plata3 . A ello contribuirían fac-

     1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación «Cuba y Navarra en el siglo XIX:
emigración, familias y negocios. El impacto del 98 en Navarra», financiado por el Gobierno
de Navarra entre 1995 y 1997. Una primera versión del mismo fue ya expuesto en el simpo-
sio «Cuba y Puerto Rico en tomo al 98» celebrado en la sede de la UNED de Palencia en no-
viembre de 1996.
    2 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Nicolás (comp.): Españoles hacia América. La emigración en
masa, 1880-1930, Madrid, Alianza (1988).
    3 Según Blanca SÁNCHEZ ALONSO, la cifra de españoles emigrados entre 1882-1894 as-
cendería a 814.000, de los que marcharon a América 505.000, y de éstos, 235.000 a Cuba, ci-
fra ésta que supone el 46,5% del total de los que van a América y casi el 30% del total de
emigrantes «
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tores de atracción como el proceso de expansión del cultivo de la caña
y la industria azucarera, junto con el progresivo declive de la trata es-
clavista desde mediados de siglo (y de la asiática desde 1875, aproxi-
madamente), además de que, como es obvio, la condición de colonia
facilitaba desde muchos puntos de vista esa emigración, que incluso
fue fomentada, aunque por razones distintas, tanto por los propietarios
como por las autoridades coloniales4 .
    La gran mayoría de esos emigrantes de fines de la época colonial
a Cuba se trasladó a la isla para las labores de la zafra azucarera y
otros sectores de la agricultura; los datos oficiales disponibles refle-
jan efectivamente que las tres cuartas partes de los emigrantes se re-
gistran a la salida de la Península como agricultores, seguidos por los
comerciantes, burócratas y militares 5 . Otra cosa es que muchos de
ellos optaran luego por quedarse y lo hicieran, casi siempre, en el
sector de los servicios urbanos, entre los que sobresale el comercio al
por menor6 •
     José María Imízcoz ha confirmado, para el caso del emigrante na-
varro, lo que se ha apuntado para la emigración peninsular en su con-
junto en cuanto al destino elegido. Los datos oficiales reflejan una sa-
lida de 4.018 navarros hacia América para el periodo 1885-1895, cifra
equivalente al cuatro por ciento del total de emigrantes peninsulares
hacia América en ese mismo periodo; de esa cifra, un total de 1.036, al-
rededor del 26%, se dirigieron a Cuba, que fue por tanto el segundo
destino por detrás, y a gran distancia, de Argentina. De todas formas, y
como señala también Imízcoz citando otras fuentes, esas cifras oficia-
les no alcanzan a certificar la salida de al menos la mitad de los nava-
rros que efectivamente emigraron, porque eligieron algún puerto fran-
cés. Para este autor, la razón principal de esta emigración se encuentra
en la fuerte inadecuación entre población y recursos, especialmente en
la Navarra oceánica (valle del Baztán, Bertizarana y Cinco Villas), que
fue la que proporcionó la mayor cantidad de emigrantes. y en cuanto a
la tipología del emigrante no varía sustancialmente de la que ofrecen
otros procesos migratorios similares, es decir, que tiende a ser varón,

historiografía de la migración española a Puerto Rico y Cuba en las últimas décadas del si-
glo XIX y primeras del XX», en Migraciones y Exilios, n. 1 (diciembre de 2000), 161-199.
    4 MALUQUER, J.: Nación e inmigración, 15-49. Sobre los planes para el fomento de la in-

migración blanca, véanse los trabajos de NARANJO ORüVlü, Consuelo: «Trabajo libre e inmi-
gración española en Cuba, 1880-1930», en Revista de Indias, 195-196 (Madrid, 1992), 749-
794, e «Hispanización y defensa de la integridad nacional en Cuba, 1868-1898», en Tiempos
de América, 2 (1998), 71-93.
    5 MALUQUER, J.: Nación e inmigración, 52-54.
    6 GARCÍA, Gloria: «Trabajadores urbanos: comportamiento político y conciencia de

clase», en BARCIA María del Carmen et al.: La turbulencia del reposo. Cuba I878-I895, La
Habana, editorial Ciencias Sociales (1998),194.
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial               237

soltero muy joven y calificado de labrador cuando embarca hacia Amé-
rica?
    Pero el propósito de este trabajo no consiste en volver a analizar el
proceso migratorio, cuyos rasgos generales era conveniente anotar, no
obstante; se trata más bien de analizar las características sociodemográ-
ficas de un grupo numeroso de navarros residentes en Cuba a finales
del periodo colonial, en la medida en que nos lo permiten las fuentes
manejadas.

2. Navarros residentes en Cuba según el Registro de Españoles
   de 1899

     El Tratado de París, suscrito por España y Estados Unidos en di-
ciembre de 1898, facilitó la permanencia de los residentes españoles en
la isla así como la conservación de su nacionalidad y patrimonio. Para
ello el Tratado establecía, en su artículo IX, que los que quisieran man-
tener la ciudadanía española deberían inscribirse, durante el año 1899,
en el registro que se estableció al efecto. Es así como se elaboró el lla-
mado Registro General de Españoles, que se conserva en el Archivo
Nacional de Cuba, en La Habana. El Registro lo forman 85 libros con
alrededor de 800 folios cada uno, de modo que recoge los datos de al-
rededor de 65.000 españoles que quisieron conservar su nacionalidad al
acceder Cuba a la independencia. Es obvio que no todos los españoles
se inscribieron en el Registro, al menos de modo inmediato; en con-
creto, parece que en ese año 1899 no lo hicieron más de la mitad de los
que allí vivían, ya que el censo elaborado por la administración nortea-
mericana de la isla, del mismo año 1899, recoge un total de 129.000 es-
pañoles residentes 8•
     Aún así, el Registro de Españoles constituye una fuente de gran va-
lor para el análisis y conocimiento de la población española residente
en Cuba al finalizar el siglo XIX. En concreto, los datos consignados en
el Registro para cada inscrito recogen el nombre y apellidos, edad y es-
tado civil, nombre de la esposa e hijos en su caso, lugar de origen, pro-
fesión u oficio y lugar de residencia en Cuba. Esta documentación fue
tratada ya, de un modo general, por Fe Iglesias 9 • Nosotros hemos po-
dido obtener la información precisa de los 680 navarros que aparecen
en dicho Registro, y es la que vamos a analizar en este epígrafe.

     7 Dentro de la obra colectiva ANDRÉS GALLEGO, José y otros: Navarra y América, Map-
fre (Madrid, 1992),321-505.
     8 Véase nota 3.
     9 IGLESIAS GARCÍA, Fe: Características de la inmigración española en Cuba, 1904-1930
(Madrid, 1988).
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    Aunque no suponen más que el uno por ciento del total de inscritos
como españoles, esa cifra nos permite establecer algunas pautas genera-
les aplicables al conjunto de los navarros emigrados a la gran Antilla en
las dos últimas décadas del siglo XIX. En primer lugar, si relacionamos,
aunque sólo sea a efectos puramente estimativos, la cifra de 1.036 emi-
grantes navarros a Cuba que ofrecía Imízcoz para el periodo 1885-95,
con la de los 680 navarros inscritos en el Registro, sólo cuatro años más
tarde, podríamos deducir que se da un alto grado de inserción o perma-
nencia del emigrante navarro en la tierra de destino. Una explicación de
ese hecho radicaría en la necesidad de quedarse debido al origen mo-
desto del emigrante, a su escasa cualificación profesional -como se co-
menta más abajo- y a que su único o principal medio de vida seguía
estando en Cuba, toda vez que en su tierra de origen no habían cam-
biado las condiciones estructurales que le empujaron a salir de ella. Si
sumamos a esa cifra los más de cien navarros que, sin estar inscritos en
el Registro, aparecen como miembros de la Asociación Vasco Navarra
de Beneficencia entre 1895-99 (véase la relación completa al final del
trabajo), aún se refuerza esta primera impresión.
    En segundo lugar, los datos del Registro confirman lo que sabíamos
por las fuentes estadísticas oficiales respecto al origen regional de los
emigrantes navarros. En concreto, la distribución por merindad de ori-
gen de los inscritos es la siguiente:

              Pamplona                       488           (71,8%)
              Olite                           38            (5,5%)
              Sangüesa                        34            (5,0%)
              Estella                         81           (12,0%)
              Tude1a                          26            (3,8%)
              Otros                           13            (1,9%)

    El predominio de la merindad de Pamplona se debe a que incluye
los valles cantábricos de la Navarra húmeda del noroeste (Baztán,
Cinco Villas, Santesteban, Basaburúa, Bertizarana, Urumea, Leizarán y
Araiz)lO, región específica de donde proceden 240 de todos los inscri-
tos, es decir, el 49% de los originarios de la merindad y el 35 por ciento
de todos lós navarros registrados, confirmándose así, una vez más, que
esa región era la de más alto potencial migratorio de todo el Viejo
Reino.

  10 Cf FLORISTÁN SAMANES, Alfredo (diL): Gran Atlas de Navarra, vol. 1, Pamplona,
CAN. (/986), pág. 54.
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial   239

    La muestra que estudiamos ofrece otros rasgos generales que
coinciden con los de la estadística oficial de emigración. Es el caso,
por ejemplo, del absoluto predominio de la emigración masculina: el
93,5 por ciento de los inscritos son varones. Pero este dato podría no
ser especialmente significativo ya que se da el caso, ciertamente sin-
gular, de que no se registra ninguna navarra casada: de las 43 mujeres
que aparecen en el Registro, 27 son solteras y 16 viudas, sin que ten-
gamos una explicación plausible para ello. Otra característica del
grupo coincidente con la estadística oficial es la del alto índice de
soltería: en concreto 480 eran solteros (el 70,5%), frente a 150 casa-
dos y 50 viudos. Sin embargo, a pesar de este predominio aplastante
de los solteros, la edad media del grupo supera los 38 años; y, por
otro lado, un treinta por ciento de los casados tiene una edad inferior
a la media.
    Todo ello nos lleva a confirmar algo en lo que Imízcoz insiste una y
otra vez en su estudio sobre la emigración navarra contemporánea a
América: la dificultad de establecer unos perfiles determinados o, lo
que viene a ser lo mismo, la variedad de motivaciones y situaciones
que se dan en el fenómeno migratorio aparte de unas causas generales
obvias, comola simple necesidad de sobrevivir, sin las cuales no existi-
ría el fenómeno mismo migratorio.

                              Cuadro n.O 1
                Navarros inscritos por grupos de edades
                    Grupo           N.O           %

                  0-15 años          O
                 16-30 años        177          26,2
                 31-45 años        303          44,5
                  + 45 años        199          29,2
                     s.e.            1           0,1

    El Registro nos ofrece también información sobre la actividad pro-
fesional de esos navarros en su nueva patria. Esto nos ha permitido dis-
tribuirlos en cinco grupos socioprofesionales (vid. cuadro n.o 2):
    En un primer grupo, o grupo A), incluimos a los que se inscriben
como propietarios, como hacendados, tanto grandes como medianos, o
como comerciantes. Llama la atención el escaso número de hacendados
y el elevado número de comerciantes, que llega a 158, el 23% de los
inscritos, formando así el segundo grupo socioprofesional más nume-
roso de todo el conjunto; la mayoría de ellos se dedican al comercio al
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                                                    Cuadro n.o 2
        Distribución de los navarros inscritos por grupo socioprofesional

A. Propietarios         B. Prof. liberales        C. Oficios          D. Empleados         E. Otros

agricultores  12 administro    2                  albañiles      7 dependientes 30 su casa                 24
comercio     158 artista       I                  barbero        I empl. ferroc.   3
hacendados     2 farmacéutico I                   carpinteros   70 jornaleros    181
propietarios 19 ingeniero      I                  cerrqjero      I sirvientes      3
colonos        2 músico        I                  cocineros      3 labradores     56
profesores     2 curtidores    3
religiosos    14 fanelero      I
sacerdotes     4 herreros     10
sobrecargo     I maesI. azúc.  6
veterinario    I maquinistas   2
mecánicos     12
obrero         I
paileros      33
planchador     I
prostitutas    2
sastre         1
tabaqueros     2
tipógrafo      I
toneleros      2
zapateros      3

   Total          193                        28                 162                  273                   24

detalle, tanto en ciudades importantes como en poblaciones menores;
sin duda, estos navarros están aprovechando el incremento del sector
servicios como consecuencia del crecimiento del mercado interno y el
desarrollo urbano en las dos últimas décadas del periodo colonial. En
todo caso, queda claro así que, a diferencia de otros grupos de emigran-
tes peninsulares, como los vascos, la inmensa mayoría de los navarros
no alcanzaron en esta época una posición entre las elites del país, una
impresión que hemos visto confirmada al rastrear su presencia en otras
fuentes como los registros mercantiles, de protocolos o las Memorias
de la Asociación Vasco Navarra de Beneficencia; lo veremos más ade-
lante cuando analicemos con más detalle el sector de los comerciantes
a partir de otros datos complementarios.
    En el grupo B) incluimos a los que ejercen alguna profesión liberal
y a los representantes del clero, secular y regular. El escasísimo nú-
mero de titulados universitarios se corresponde con la realidad de cual-
quier grupo migratorio en esta época. Además, en Cuba la profesión li-
beral fue un sector controlado por las clases criollas a lo largo de todo
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial                 241

el siglo XIX Il . Aún así, no faltará algún caso significativo en este
campo, como el de Nicolás Gamboa Gorostiaga, director del periódico
Diario de Cienfuegos desde 1874 e importante miembro del ayunta-
miento de esa ciudad entre 1878 y 1895; en 1874 publicó un plano to-
pográfico de la jurisdicción de la ciudad y en 1879 un volumen titulado
Nociones de Agricultura para uso de las escuelas de Instrucción Pri-
maria de la Isla de Cuba, que fue declarado texto oficia¡I2. Otro nava-
rro de cierto fuste intelectual fue Diego Larrión y Legarreta, veterinario
de profesión en La Habana finisecular, quizás el técnico más relevante
en al área de sanidad de la administración española en la isla, que in-
gresó como miembro de la Real Academia de Ciencias Médicas, Física
y Naturales de La Habana en 1894 13 •
    En el grupo C) se incluye a los que ejercen algún oficio artesanal o
mecánico, y resulta como se ve una cifra bastante significativa, concre-
tamente 162, lo que supone casi un cuarta parte del total. Destaca el
número, muy por encima de los demás, de carpinteros, con 70 indivi-
duos, bastantes de ellos con taller propio; a distancia, pero destacando,
aparecen los oficios de pailero, herrero y mecánico. Estos cuatro eran
precisamente los oficios más demandados en la industria azucarera, la
primera con gran diferencia del país. Tendríamos aquí una confirma-
ción de lo que ya conocemos por los estudios más generales sobre la
inmigración española a Cuba en estas décadas (yen las siguientes a la
independencia): la preferencia de los propietarios de ingenios azucare-
ros (algo parecido ocurrirá con los tabaqueros) por la mano de obra
blanca inmigrante, en su inmensa mayoría española peninsular, espe-
cialmente para las tareas que requerían una cierta especialización.
    El más numeroso de todos es el grupo D), en donde se incluye a los
que se inscriben simplemente como empleados, jornaleros o con la ge-
nérica expresión de «campo» que, por varios casos que conocemos con
más detalle, se trataría en su mayor parte de pequeños aparcerosl 4 • Este
grupo ofrece un índice de soltería muy alto, del 78 por ciento, pero no
se corresponde con una edad media baja, pues supera ampliamente los

     1I Cf TORRES-CUEVAS, Eduardo: «Las clases sociales en Cuba y la revolución martiana»,
en Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, XXV (La Habana, 1983),25-49.
     12 Cf BUSTAMANTE, Luis J.: Diccionario biográfico de Cienfuegos (Cienfuegos 1931),
96-97. Era dueño de una sociedad comisionista que declaraba, a su fallecimiento en 1913, un
capital de 24.968 pesos oro: Archivo Histórico Provincial de Cienfuegos, Protocolos Notaria-
les (en adelante AHPC, PN) notaría de Antonio Font y Font, 1913, t. 1, ff. 131-150.
     13 En el n. 35 de. 2 de septiembre de 1894, el semanario vasco navarro de La Habana,
Laurac Bat, hacía un elogio suyo con motivo de su recepción en la Academia y reproducía su
discurso de ingreso.
     14 Es el caso, por ejemplo, de Julián Iriarte y Góñez, de Pamplona, soltero, vecino de
Palmira y ocupado en las faenas agrícolas, que subarrienda una finca rústica de dos caballe-
rías (27 Has.): AHPC, PN, notaría de Antonio Font y Font (1912), t. 3, f. 1703.
242                                 Juan B. Amores

40 años; parece entonces que el retraso o ausencia del matrimonio ha-
bría que relacionarlo con el bajo nivel de ingresos de este grupo; en
todo caso, parece que estos navarros perpetúan en Cuba su condición
original de campesinos, aunque logrando allí la tierra, siquiera en
arriendo o aparcería, que no encontrarían en su región de origen.
    Finalmente, en el grupo E) se incluye a las mujeres que declaran
dedicarse a las labores del hogar. Como ya se advirtió, se trata sólo de
viudas (11) y solteras (13). Aunque no estamos en disposición de afir-
marlo con certeza, los datos del Registro sobre la población femenina
inscrita sugieren que la mayoría de varones navarros que casaron lo hi-
cieron con cubanas, ya que, no existiendo ninguna razón de carácter
administrativo, es muy improbable que no se inscribiera en el Registro
la esposa navarra.
    Podríamos concluir que la gran mayoría de los navarros que deci-
den inscribirse en el Registro son varones que en su mayoría permane-
cen solteros -los que casan lo hacen normalmente con una cuba-
na- que han arraigado en la isla y se dedican preferentemente al
comercio al detalle, a la manufactura gremial o simplemente como
campesinos, muchos de los cuales no han superado la condición de jor-
nalero. La mayoría de los casos proporcionados por otras fuentes vie-
nen a confirmar este perfil generaF5.
    No supone ninguna sorpresa comprobar que la gran mayoría de es-
tos navarros residían en las tres provincias de Cuba en donde se concen-
traba el ochenta por ciento de la población y riqueza de la isla, las dos
occidentales de La Habana y Matanzas, y la que ocupa un lugar más

     15 Así, casi todos los navarros de los que se ha encontrado algún rastro en los registros
notariales de Cienfuegos en el periodo 1880" 1900: Rafael Larralde Alzugaray, de Lesaca,
67 años, casado con cubana, propietario, aparece comprando lotes de terreno en el término
del poblado de Abreus (AHPC, PN, notaría de Francisco Sotolongo, 1901, t. 7, f. 1220 Y
1904, t. 6 ff. 118 Y 266); Lorenzo Beriau Larrechea, de 34 años y soltero, carpintero, que
compra un taller de carretería en Abreus por 200 pesos oro español (ibídem, 1904, t. 6,
f. 515); dos años más tarde aparece en el mismo pueblo su hermano Alejandro, también car-
pintero (ídem, notaría de Felipe Silva, 1906, f. 320); José Francisco Alzuri Apecechea, de
62 años y casado con cubana, maestro albañil y vecino de Cienfuegos, con casa propia (ídem,
notaría de Pedro Fuxá Seuret, 1901,tomo l, ff. 1022-29); un comerciante de La Habana, Do-
mingo lrisarri Larrapide, de Legasa, que fallece en Cienfuegos en 1904, estaba casado con
Antonia Gamio, cubana, y deja tres hijos (ídem, notaría de Francisco Sotolongo, 1904, t. 7,
f. 735); Francisco Gamboa Alzugaray, de Arrayoz, 64 años, casado con una cubana, maestro
albañil, que lo único que deja en su testamento es la dote que aportó su mujer: una casa en
Sagua la Grande, un lote de tierra en el poblado La Esperanza y una colonia de 16 caballerías
en arriendo (íDEM, notaría de Pedro Fuxá Seuret, 1904, t. 3, f. 1920); Y el caso de Salvador
lribarren Olave, soltero, vecino del poblado Las Cruces, que asociado con Pedro Hiribarne,
de Bayona, montó un comercio de peletería con un capital social de 2.492 pesos oro español
y un año más ampliaban capital en 510 pesos (ídem, notaría de Domingo Valdés Losada,
1902, t. 5, f. 873 y 1903, t. 6, f. 369). Agradezco a Orlando García Martínez, director del
AHPC, la ayuda prestada para obtener esta información.
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial                   243

central dentro del occidente, Santa Clara. Y resulta lógico también que
la mayoría minoritaria se encuentre en esta última provincia, porque fue
la que sufrió un incremento mayor en la extensión del cultivo de la caña
e industria azucarera en las dos últimas décadas de dominio colonia¡i6.

                                        Cuadro n.O 3
            Distribución de los navarros inscritos por lugar de residencia

        Pinar del Río                    39           5,8% (extremo occidente)
        La Habana                       177          26,0% (occidente)
        Matanzas                        167          24,5% (occidente)
        Santa Clara                     243          35,7% (centro occidente)
        Camagüey                         14           2,0% (centro oriente)
        Santiago de Cuba                 40           6,0% (oriente)

    Al relacionar los parámetros de residencia en Cuba y actividad pro-
fesional (cuadro n.o 4) vemos que se confirma lo anterior, pues mien-
tras que en La Habana son mayoría los que gozan de mejor posición
económica, en la provincia de Santa Clara predominan tanto los agre-
miados como los jornaleros.

                                        Cuadro n.O 4
    Distribución de los navarros por provincias y grupo socioprofesional

Provincia                    A           B           e          D           E         Total

La Habana                    63         18           27         52          16         177
Santa Clara                  54          3           70        114           3         243
Matanzas                     51          2           55         57           2         167
Pinar del Río                11                       4         23           1          39
Santiago de Cuba
Puerto Príncipe
                              6
                              8
                                         °5           5
                                                      1
                                                                23
                                                                 4
                                                                             1
                                                                             1
                                                                                        40
                                                                                        14

     Total                  193
                                         °
                                        28         162         273         24          680

    16 SANTAMARÍA GARCÍA, Antonio: «Caña de azúcar y producción de azúcar en Cuba: cre-
cimiento y organización de la industria azucarera desde mediados del siglo XIX hasta la finali-
zación de la 1 Guerra Mundial», en NARANJO, C.; PUIG-SAMPER, M.A. y GARCÍA MORA, L.M.
(eds.): La Nación soñada: Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98, Aranjuez, Doce Calles
(1996),225-250.
244                                 Juan B. Amores

    Por otro lado, esos datos sugieren un tipo de residencia mayorita-
riamente rural y así lo confirma el mismo Registro. En efecto, los que
residen en las ciudades de más de diez mil habitantes suman sólo 240,
un 35 por ciento, destacando por supuesto La Habana, en donde viven
120 navarros inscritos, seguida a gran distancia por Cienfuegos, con
47, y Matanzas con 30; pero es muy bajo el número de los que viven
en las otras que podemos llamar ciudades, como Santiago de Cuba,
Santa Clara, Sancti Spiritus o Puerto Príncipe. Por contraste, en torno
a Jovellanos, en el centro de la provincia de Matanzas, y los pueblos
de su alrededor como Perico, Balandrón, Unión de Reyes y San José
de los Ramos se concentra un total de 60 navarros inscritos, y muchos
otros no inscritos en el Registro, como se verá más adelante cuando
hablemos de la Asociación de Beneficencia. La causa principal de esta
concentración podría estar en la existencia en esas tierras de algunos
grandes ingenios de azúcar propiedad de vascos, como el «Álava»,
propiedad de los famosos Zulueta 17 , y el «Guipúzcoa», del tolosano
Manuel Arocena.
    Un ejemplo que reúne muchas de las características hasta ahora
apuntadas lo tenemos en los hermanos Jorajuría Aldave, de Sumbilla.
El mayor de ellos, Francisco, llegó a ser el administrador del ingenio
«Álava», propiedad de los Zulueta, uno de los más grandes de la re-
gión; Francisco regresó a Sumbilla después de la guerra de indepen-
dencia, pero allí quedaron sus hermanos Manuel y José María y algún
primo hermano; una hija de Francisco casó con un Oyarzábal, también
de Sumbilla, que era ingeniero químico; los Jorajuría llegaron a formar
parte de la burguesía de la región de Cárdenas en los años cuarenta y
cincuenta del siguiente siglo hasta que, como tantos otros, se vieron
obligados a abandonar la isla a principios de los sesenta 18 •
    En todo caso, debería llamar en aquella época la atención la exis-
tencia de un grupo relativamente numeroso de navarros en pequeñas
poblaciones rurales de la isla; lo mismo que en esos pueblos citados
ocurría por ejemplo en Abreus, Caibarién, y Yaguajay en la de Santa
Clara, donde incluso hay una población, Placetas, con 19 de los nava-
rros inscritos en el Registro. En este fenómeno de concentración inter-
vino, como hemos visto para el caso de los Jorajuría, el efecto de la
emigración en cadena.
    Al relacionar los datos del Registro sobre la profesión con el de los
lugares de residencia en Cuba y los del pueblo y comarca de origen, se
comprueba la existencia de ese fenómeno -considerado típico de la

     17 Sobre los Zulueta, véase CAYUELA FERÁNDEZ, José G.: «Comportamiento inversor de
la elite económica antillana en Europa: la progresión patrimonial de don Pedro Julián de Zu-
lueta, 1834-1874», en Estudios de Historia Social, 44-47 (1988), 191-212.
     18 Información facilitada por María Ester Oyarzábal Jorajuría, Pamplona, 21/07/2001.
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial   245

emigración navarra, aunque por supuesto no exclusivo de ella- y que
se manifiesta en lo que Imizcoz denomina «estructuras de acogida»19,
es decir, la existencia en el lugar de destino de paisanos o parientes que
facilitan la llegada e inserción del emigrante navarro en su nueva tierra.
De las pequeñas comunidades del norte Navarra salían un año tras otro
los jóvenes -sobre todo cuando se acercaba la edad militar- para di-
rigirse al mismo lugar y, a veces, al mismo centro de trabajo, o incluso
al mismo oficio, donde ya se encuentran sus hermanos o los de su
mismo pueblo. El ejemplo más claro es el de los navarros de las Cinco
Villas que se dirigen al área circundante de Jovellanos: de ese valle na-
varro proceden quince de los veintiuno inscritos como residentes en el
pueblo de Balandrón, once de los diecinueve navarros que residen en
Placetas, siete de los quince que viven en Yaguajay, y nueve de los die-
cisiete que hay en Cárdenas. El fenómeno se repite si nos fijamos no ya
en el valle sino en el mismo pueblo de origen: así, de Almándoz pro-
vienen 8 inscritos, de Areso 9, de Azcárate (un pequeño pueblo con
unas pocas decenas de habitantes en la época) vinieron 11, de Donama-
ría 19, de Santesteban 17 y de Sumbilla nada menos que 28. Aunque,
insistimos, no es un fenómeno en absoluto exclusivo de la emigración
navarra, estos datos evidencian la importancia que para el navarro tenía
la estructura familiar y de paisanaje, como sabemos que siguió tenién-
dola en las décadas siguientes.

3. Comerciantes y tenderos navarros en La Habana finisecular

    Otra fuente, también del Archivo Nacional de Cuba, que nos ofrece
datos adicionales sobre la presencia de los navarros en la isla al final
del periodo colonial es el Registro Mercantil de La Habana, donde he-
mos encontrado cerca de un centenar de ellos con negocio propio regis-
trado entre 1890 y 1905, todos en la capital de la isla; la relación com-
pleta es la que figura al final de este epígrafe.
    Como se puede comprobar en el resumen que hacemos más abajo,
se da un predominio claro del negocio de la alimentación y hostelería:
bodegas (pequeñas tiendas en donde se vende todo tipo de alimentos y
bebidas), cafés, cafés cantinas, bares y restaurantes, además de las pa-
naderías y dulcerías. Pero aparte de esta relativa especialización, la va-
riedad de los negocios es grande, destacando quizá las cinco relojerías
y las seis casas comisionistas, que indican también una cierta especiali-
zación en un grupo relativamente pequeño. El resto de los negocios,
con la salvedad de esa curiosa «fábrica de instrumentos matemáticos»

   19 ANDRÉS GALLEGO,   J. Yotros: Navarra y América, 357.
246                                 Juan B. Amores

que no podemos precisar en qué consistía, son los típicos de una ciudad
populosa y rica, con mucha población flotante y donde la alta y media
burguesía estaba acostumbrada a disfrutar de una amplia gama de ser-
vicios.
     En esta relación de comerciantes y bodegueros navarros afincados
en La Habana sólo hemos encontrado dos que parecen poseer negocios
de más entidad: Fermín Ipar, de la sociedad Fernández Carrillo y Cía,
comerciantes al por mayor y comisionistas, con un capital social de
33.000 pesos, del que la cuarta parte correspondía al navarro, y Pruden-
cio Bidegain Oyarzábal, con una sociedad de 20.000 pesos de capital,
dueño de un almacén mayorista de ropa fina y sedería y de un molino.
     En otras fuentes insistentemente rastreadas, apenas se ha encon-
trado alguno que, en estas fechas finiseculares, hubieran alcanzado una
buena posición económica. Habría que citar a Carlos Balerdi y Arrezu-
bieta, vecino de Güines, socio de la Compañía Azucarera de Güines, de
la que era presidente el vizcaíno Juan de Azpuru e Isasi. La Compañía
se constituyó en 1902 con un capital de 100.000 pesos, de los que Ba-
lerdi puso 20.000. La compañía adquirió a la sociedad Czarnikov Mac
Dougall and Co. el ingenio «Providencia», en Güines, cinco potreros y
un sitio de labor, en total 3.678 hectáreas. Balerdi era además dueño de
la colonia de caña «Aranguito» en Melena del Sur20 • Un caso parecido
es el de Luis Díez de Ulzurrun, que aparece en el año 1886 como co-
propietario, junto al vizcaíno Francisco Ibáñez, de la Compañía Territo-
rial Cubana, dueña de siete ingenios de azúcar21 . Por último, habría que
mencionar al comisionista Miguel Goizueta Baráibar, vecino del enton-
ces lujoso barrio de El Vedado, en La Habana, que se declara corredor
de comercio y aparece administrando los bienes de una adinerada fami-
lia cubana con residencia en los Estados Unidos 22 •
     Como ya se apuntó, la gran mayoría de los navarros residentes en
Cuba a fines del siglo XIX eran gentes provenientes de un medio rural y
de escasos recursos, que arraigan con facilidad en su nueva patria pero
sin alcanzar una posición desahogada, lo que explicaría, quizá, entre
otras posibles causas, la decisión de muchos de ellos de permanecer
solteros. A pesar de una teórica posición de partida de cierto privilegio,
por el hecho de provenir de la metrópoli, continúan formando parte de
una clase media baja, como pequeños comerciantes, obreros especiali-
zados o pequeños campesinos. Esto es lo que se deduce de los datos
que nos aporta el Registro de Españoles y el Registro Mercantil de

    20 Archivo Nacional de Cuba (en adelante ANC), Protocolos notariales, escribanía de
Francisco Angulo, 1902, t. 3, f. 130; ANC, Secretaría de Hacienda, leg. 15, n. 57; y Directo-
rio General de la República de Cuba (1907), p. 1.312.
    21 ANC, Secretaría de Hacienda, leg. 473, n. 58.
    22 ANC, Secretaría de Hacienda, leg. 9, n. 563, leg. 16, n. 465.
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial                                247

La Habana, y no es arriesgado hacer extensiva esta conclusión al total
de los navarros residentes en ese momento en la isla, pues resulta im-
probable que fueran precisamente los mejor situados económicamente
los que evitaran conservar su ciudadanía española en 1899 o no hubie-
ran dejado rastros en la documentación notarial y mercantil.

          Relación de navarros que aparecen en el Registro Mercantil
           de La Habana con negocio propio en el periodo 1890-1905

Nombre                             Edad/estado             Negocio                   (1)     (2)       (3)

Aguinaga Soravilla, Pedro             33 S       panadería «La Capital»            1901-03 200        168,41
Aguinaga Soravilla, Pedro             33 s       bodega                              [903    650    15,61-65
Albistur González, Ángel                         bodega                           1891-1900         32,25-27
A[bistur González, Ánge[                         casa de baños                       1900                id.
Alcoz Arrieta, Ju[ián                38 c        bodega                              [901    250     149,191
Aldove Adevis, Parcasio              36 s        quincalla y abaniquería             1900            68,116
A[egría Irigoyen, Esteban            24 s        café cantina                     1896-1903 540     54,141-3
Alorma Montalván, Pío                30s         fábrica de calzado con motor        [899            191,189
Alzugaray Oteiza, Lorenzo            50 s        establecimiento de carruajes        1900             163,13
Andueza Elduayen, Carmen             32s         bodega                              1903    200    170,101-
Andueza Iriarte, José                35 s        tienda mixta «La Parra»             1886               [,88
Argalia Llorregui, Pedro             40 s        fonda «La Estrella»                 1900    400     [25,121
Argoña Argoña, Carlos                66c         bodega «Las Tres Cruces»            1899             171,43
Argoña Argoña, Carlos                66 c        bodega «La Gran Vía»                [900             170,29
Arismendi Fernández, Antonio         41c         almacén                             1901    160     158,113
Arismendi Ituarte, Lorenzo           39 c        almacén                             1901    160         íd.
Arreche Irouzón, Tomás               60s         establecimiento de carruajes        [900              126,2
Arribalzaga Solarri, Bernardo        23 s        fonda «El sol de Navarra»           1902    300    158,91-2
Arrieta Urreta, Pascual              33 s        taller de carpintería               1900             172,82
Artola González, Juan                34 s        camisería                           [901           203,181
Arutegui Fernández, Lázaro           §7 c        café cantina                        1897            180,151
Azcárraga Uriarte, Pedro             32s         establecimiento de carruajes        1900             101,62
Azpiroz Alcoy, Ramón                 49 s        bodega                              1900            20[,26
Azpiroz Zaspi, Florentino            27 s        establecimiento de ropa hecha     1900-01 600       63,192
Azpiroz Zaspi, F[orentino            27 s        quincallería                        1893             63,45
Azurmendi Erosa, Salvador            39 s        bodega con alcoholes             1895-1902          8,68-69
Azurmendi UlIate, Ezequiel           58 c        tienda de ropas                     1900    400      40,96
Azurmendi Ullate, Ezequiel           58 c        establecimiento de tejidos          1900    280      35,12
Bedegain Torres, Vicente             32 s        carpintería                         1890             94,35
Beraza Azpiroz, José María           29 s        estblcto. de expender dulces     1896-1902 380     110, 13-4
Beraza Marticorena, José             28 s        panadería «La puntual»              1900             165,87
Beriain Osocoin, Severo              50 s        taller de lavado a mano          1894-[902 180     38, 146-7
Bidegain Oyarzabal, Prudencio        33 s        establ. de sedería y quincalla      1889              4,91
Bidegain Oyarzabal, Prudencio        3[ s        «Mo[ino Bidegain yCía»           1884-[89020.000    2,9-12
Contin Zubillaga, Ramón              30s         fonda «La gitana»                   [897           8,115-[6
Cuadra Ugarte, Francisco             36 c        establecimiento de comisiones       1886              3,68
Digón Irao[a, Domingo                26 c        casa de cambio de monedas           [903            167,186
Echarte Ve[oyo, Agustín              38 c        rastro                              1903    100      181, [6
Echeverría Echeverría, Marcelino      ?c         sedería «La corona»               1909-12 3.617     254,41-
Echeverrí Uricoz, Pedro              6[ s        bodega «La luz del mundo»        1892-1901 300       13[,32
248                                       Juan B. Amores

Nombre                          Edad/estado            Negocio                  (1)     (2)      (3)

Eirea Otero, Evaristo               ?c        bodega                            1903     700 163,51-5
Erro, Guillermo                    77c        farmacia                          1895           120,86
Erviti Loidiz, Miguel              35 s       lavandería «La rápida»            1896            163,55
Ezpeleta Morga, Cayetano           63 v       panadería-dulcería «Las etapas»   1900           164,13
Fernández Otero, Mateo             56 c       bodega                            1899           122,97
Goicochea, Pedro                   60v        camisería                         1897            162,35
Goldiz Torres, Juan                31 s       casa de cambio                    1901           179,35
Goñi Santiesteban, Francisco       25 s       relojero                          1902      80 159,196
Goñi Sorocibar, Antonio            88 v       restaurante bar «El roble»        1889          95,32-35
Goñi Sorocibar, Antonio            88 v       casa de huéspedes                 1891          95,32-35
Goñi Sorocibar, Antonio            88 v       café cantina con billar           1892          95,32-35
Iraiza Mergara, Carlos             29 s       casa de baños                     1902     150 176,86
Iraiza Mergara, Carlos             29 s       relojero                          1899          170,175
Iraizoz Meira, Félix               24 s       bodega                            1901           187,116
Iriarte Erviti, José María         51 c       fábrica de chocolate              1886           1,92-93
Iribarren Torres, José             55 s       relojería «El navarro»            1899     150     8,16
Irigorri Larrapide, Domingo        48 c       tren de lavado a mano             1900           190,76
Iroizoz Sarduy, Severo             39 c       restaurante «La perla»            1898           138,22
Iroizoz Vergara, Pedro             32 s       bodega                            1891             9,60
Iroza Azcona, Lorenzo              55 c       bodega                            1904     300 192,14
Jaurena Sardua, Sebastián          39 s       bodega «La navarra»               1899            79,56
Laballer Pérez, Francisco          50c        sastrería con géneros             1903     150 176,81
Larrazábal, Ricardo                33 s       rastro                           1900-03 175     181, 86
Larrazábal, Pedro                  27 s       rastro                            1903     175    181,86
Larrazábal Palacios, Enrique       29 s       bodega                            1902           210,73
Larrieta Velasco, Vicente           ?s        fonda «La primera de Belascoain» 1901 265,17-18
Larrouse Guerediaga, Juan          60c        panadería                         1901            196,5
Laurena Fernández, Casimiro        47 c       rastro                            1899     160 181,16
Lazcai Azpiroz, Joaquín            25 s       agencia de viajes                 1897            173,15
Leranoz Osocain, Vicente           49 s       café cantina «El lobo azul»       1901           171,98
Lizarraga Latorre, Enrique         57 c       café cantina con billar           1901            166,2
Lizarraga Latorre, Robustiano      63 v       restaurante «Cuba bella»          1901     340 165,64
Lizarraga Latorre, Sebastián       43 c       café cantina «El orgullo»         1899            137,49
Loidi Aldaz, José A.               63 c       establ. de componer relojes     1891-1902 80 157,121
López Iturralde, Juan              46c        bar restaurante                   1900          88,71-73
López Iturralde, Juan              56 c       bodega                            1900           44, 182
Lorbe Goicochea, Florentino        34 s       abaniquería y sombrería           1900     800 100, 12-3
Lorbes Ulonga, Esteban             46 s       café cantina con billar           1900     180 132,23
Lusarreta González, Carlos         57 c       fonda                             1902     180 180,180
Maciciar Picobea, José             45 c       panadería «La mejor»              1896             9,86
Margal Uriarte, José María         62 v       fonda                             1900           207,28
Mora Mendaraz, Raimundo            32 s       sastrería                         1892     540 101,15-6
Navarro Ochoa, Enrique             38 s       fonda                             1900            133,15
Ochoa Perula, Félix                32 s       establecimiento de tejidos        1900     600 27,115
Olaechea Elduayen, Vicente         43 c       bodega «El invencible»          1899-1901 2.000 34,71-2
Olaechea Elduayen, Vicente         53 c       casa de instrumental matemático 1890              81,26
Olomendi Olomendi, Juan            28 s       fábrica de calzado con motor      1899            175,36
Ordoñez Undiano, Ramón             29 s       fonda                             1899            186,81
Osis Góñi, Angel                   31 s       bodega                            1901            138,87
Otero Iturralde, Leopoldo          46 c       fonda                             1900            177,16
Oyarvide Garciandía, Felipe        66 c       casa de comisiones                1897            60,15
Oyarvide Garciandía, Felipe        69c        bodega «La cubanísima»            1900          203,114
Rada Zabalza, José                 62 s       relojero                          1897           105, 196
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial                             249

Nombre                             Edad/estado            Negocio                     (1)     (2)   (3)

Remín Ulibarri, Francisco             30s        bodega                            1892          93,35
Ruiz Ruiz, José María                 32 s       rastro «El brillante»             1900         199,18
Ruiz Sabategui, José                  45 s       casa de comisiones                1897          60, 15
Saguez Ojoz, Jerónimo                 70v        café cantina «El regreso»         1900        50, ll7-18
Saguez Ojoz, Jerónimo                 70v        bar restaurante «Los amigos»      1900        50, ll7-18
Salcedo Aldevis, Ramón                46c        venta de tabacos y cigarros      1900-02      36, 15-16
Salcedo Iparraguirre, Sebastián       47 s       fonda                             1900         114,33
Valda Maiz, Martín                    31s        café cantina con billar         1894-1903 300 9,48-49
Vergara Vergara, Cipriano             4lc        agencia de mudanzas               1899         186,42
Ypar Navascués, Fermín                44s        sociedad comisionista             1882 7.791 1,21-24
Zabala Vergara, Luis                  60 v       fonda                             1900    180 180,181
Zubeldia Noain, Martín                26s        carpintería                       1897         8,12-13

(1) l.' fecha: registro del negocio; 2.' fecha: venta.
(2) Valor de compra o de venta.
(3) Tomo y folio del Registro de Comerciantes de La Habana.

                                  Resumen por tipo de negocio

Alimentación                 Textil y calzado       Hostelería              Otros servicios

20 bodegas                   6 tiendas de ropa 3 casas de baños    3 establecimientos de carruajes
14 cafés y restaurantes      2 sastrerías      3 lavanderías       I agencia de viajes
 7 panaderías y dulcerías     I sombrerería    I casa de huéspedes I agencia de mudanzas
 I fábrica de chocolate      I sedería
 2 fábricas de calzado

Almacenes                    Varios                         Talleres

5 rastros                    6 casas de comisiones          5 relojerías
3 almacenes                  1 farmacia                     3 carpinterías
3 quincallerías                                             1fábrica de instrumentos matemáticos
I tabaquería

4. Los navarros y la Asociación Vasco Navarra de Beneficencia
    de La Habana

    Sobre la base de un asociacionismo informal de base étnica o regio-
nal, que se puede observar en la isla desde la década de 1860 al menos 23 ,

    23 Por ejemplo, en 1860, Fermín Fernández, Pedro Lemonceura y Diego Ochandorena
plantean construir un hospital para los naturales de las vascongadas y Navarra (ANC, Go-
bierno Superior Civil, leg. 16147, n. 411).
250                               Juan B. Amores

las denominadas Asociaciones de Beneficencia surgen oficialmente en
Cuba a raíz de la regulación del derecho de asociación por el gobierno
español, con carácter general, en 1878. Comenzando por la de los cata-
lanes, que se encontraba en embrión desde mucho antes, muy pronto
los naturales o sus descendientes de cada región peninsular registraron
la suya, destacando por el número de asociados y por su actividad las
de aquellas regiones con más presencia de sus naturales en la isla,
como eran los canarios, gallegos, asturianos y catalanes.
     «Unos cuantos entusiastas Eúskaros», como los llama el autor de la
Memoria de las actividades de la Asociación correspondiente a 1897,
fueron los que constituyeron la Asociación Vasco Navarra de Benefi-
cencia en 1878, con el objetivo principal de «ejercer la caridad con
aquellos de nuestros comprovincianos que necesitan de auxilio»24. Se
trataba, por tanto, de reunir a todos los naturales e hijos de naturales de
la región vasco navarra para ejercer la asistencia social, entre ellos y
para ellos principalmente, de una forma organizada y eficaz.
     Con una cuota muy asequible -medio peso mensual- atendían
todas sus actividades, entre las que destacaron la construcción del pan-
teón «Laurac bat» en el cementerio de Colón de La Habana para ente-
rrar a los miembros de la Asociación, el pago de los honorarios médi-
cos y dietas de estancia en hospitales, ayudas para el pasaje de los que
decidían regresar .a España, ayudas mensuales en metálico a pobres de
solemnidad y una gran variedad de socorros extraordinarios como, por
ejemplo, la prestada en 1912 a Elizondo y Errazu, que habían quedado
arrasadas por una tromba de agua; por supuesto, la Vasco Navarra,
como el resto de las Asociaciones regionales, colaboró con sus donati-
vos al sostenimiento de las tropas españolas durante la guerra de inde-
pendencia25 .
    En el año 1895 la Asociación contaba con 670 socios, que fueron
disminuyendo en los cuatro años siguientes como consecuencia de la
guerra, ,quedando en algo menos de 500 en el año 1899. Navarra era la
segunda provincia mejor representada, después de Vizcaya, con ·140
miembros distintos entre 1895 y 1899, variando de 130 miembros en
1895 a 92 en 1899, es decir, entre un quince y un veinte por ciento del
total de asociados. Al final del trabajo se incluye la relación completa
de los asociados navarros en esos años.
    Mientras que su posición en La Habana era de segundo orden, a
juzgar por su muy escasa participación en los puestos directivos y por-
que apenas dos o tres aparecen entre los principales contribuyentes, los

    24 Archivo de la Asociación Vasco-Navarra de Beneficiencia (en adelante, AAVNB),
Memoria de 1896, p. 6. Agradezco a María Begoña Uriondo, actual presidenta de la Asocia-
ción en La Habana, que me haya facilitado el acceso a este archivo.
    25 AAVNB, Memorias de 1895-99 y 1912.
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial                    251

navarros eran claramente mayoritarios en la sucursal que tenía la Aso-
ciación en Cienfuegos, en la que se concentraba la mitad de todos los
navarros miembros de la Asociación: aquí eran además los promotores
y dos de ellos, Martín Juantorena y Francisco Echaide, formaban parte
de la junta directiva como vicepresidente y secretario respectivamente.
Esta sucursal de Cienfuegos fue, no obstante, la que más sufrió las con~
secuencias de la guerra de independencia, que afectó de lleno a esa re-
gión. En el año 1896, las cuotas de la sucursal descendieron de 822 pe-
sos a 38, lo que da una idea de lo ocurrid0 26 .
     La presencia de los navarros no ha dejado rastros significativos en-
tre las actividades de la Asociación, a diferencia de los vizcaínos, los
más activos, y de algunos guipuzcoanos. Como dato curioso cabe men-
cionar que en la corrida de toros que cada año organizaba la Asociación
con fines benéficos estaba siempre presente la ganadería navarra Carri-
quirri.
     Donde sí encontramos muchas y significativas referencias al Viejo
Reino es en el semanario Laurac-Bat, «Periódico semanal dedicado a
los vasco-navarros y a sus sociedades benéficas», como especificaba el
título, órgano oficioso de la Asociación fundado y editado por uno de
sus miembros más entusiasta, Faustino D. Gaviñ0 27 •
     Además de publicar las actas de las reuniones de la Junta Directiva
de la Asociación, el semanario incluía una extensa sección titulada
«Ecos de Euskaria» en la que recogía noticias referentes a las tres pro-
vincias vascas y Navarra, que tomaba de los principales periódicos de
los respectivos territodos. El 3.03.895 decía el editorial que «los
Vasco-Navarros residentes en la Isla de Cuba seguimos con verdadero
interés cuantos acontecimientos se desarrollan en nuestras amadas Pro-
vincias y que la distancia que nos separa no disminuye, antes bien au-
menta, si cabe, el entrañable afecto que profesamos al privilegiado sue-
lo en que hemos tenido la dicha de nacer».
     En el caso de Navarra el editor recoge las noticias de El Eco de Na-
varra, El Liberal Navarro y El Diario de Tudela. Las más frecuentes se
refieren a las fiestas locales, con un especial seguimiento de las de San
Fermín en Pamplona, y de las actuaciones del Orfeón Pamplonés, Ga-
yarre, Sarasate y otros famosos tenores navarros de la época 28 .

    26 AAVNB, Memoria de 1896, p. 11.
    27 Una colección de este semanario se encuentra en la Biblioteca del Instituto de Litera-
tura y Lingüística de La Habana.
    28 Cada año se incluía el programa oficial de las fiestas. Extractamos el significativo co-
mentario que recoge el n. 24 del ll de agosto de 1895 sobre el carácter de la fiesta, por las si-
militudes y contrastes con lo que pasa hoy día: «El carácter navarro es demasiado conocido
para que intentemos darlo a conocer en estas breves líneas; carácter propio de los pueblos
creyentes y vigorosos; que tranquilos de conciencia y apacibles en su sentir, se aprestan a las
252                                 Juan B. Amores

    Abundantes son también las noticias sobre la producción y el mer-
cado agrícola, el estado del campo en Navarra, y los efectos del clima o
los desastres naturales: la plaga de mildiu en los viñedos de la Ribera
en 1886, los pedriscos, grandes incendios en los pueblos, las graves
inundaciones de los valles de la Montaña en julio de 1895, o las batidas
de lobos en la Barranca. Es claro el contraste entre esta Navarra agrí-
cola y las noticias que se refieren a Bilbao, todas referentes a la gran
industria emergente, el comercio y la navegación.
    Se da cuenta de la marcha de obras públicas y de infraestructura,
como las del inicio de las obras del ferrocarril de vía estrecha de Este-
lla a Durango, con un ramal de Arróniz a Lerín, que finalmente no se
llegó a concluir (n. 5, julio de 1886), la instalación del tranvía en Pam-
plona (ll.XI.1894), la llegada de la electricidad a Villafranca en 1893,
con la que eran ya doce las poblaciones navarras que disponían de ella,
los saltos de agua entre Irurzun y Alsasua para el aprovechamiento
eléctrico, etc.
    La ideología conservadora del editor queda patente en la alabanza
que hace de la actitud de ·los obreros de Pamplona, a raíz de la funda-
ción del centro escolar dominical de obreros, en 1886, poniéndolo
como ejemplo de iniciativa «en el buen camino» de la promoción real
del trabajador de paso que critica con fuerza las ideologías más radica-
les del movimiento obrero.
    Tras el fallecimiento de Gaviño, en 1893, el periódico pasa a subti-
tularse «Semanario fuerista» , y se convierte en un furibundo defensor
de esa ideología: así, se felicita de la candidatura católico-fuerista de
Arturo Campión para la Diputación (n. 8, 19.II.1893) Y recoge con en-
tusiasmo los discursos de políticos e intelectuales en defensa de las li-
bertades y fueros vascos y navarros. Especial eco se hizo de la Gama-
zada (mayo de 1893 a junio de 1894), el famoso movimiento de
oposición popular al proyecto del ministro Gamazo que suprimía la au-
tonomía fiscal de Navarra. Invocando las sabias leyes de la patria Eus-
kara y el amor a Euskaria, se lamentaba de que muchos vasco navarros
antepusieran sus intereses materiales: en referencia a la falta de apoyo
al movimiento por parte de las tres provincias vascas, acusaba al libera-
lismo y centralismo castellanos de haber conseguido la división de los
vasco navarros «¡Tanto ha influido en ellos el malhadado veneno polí-
tico importado de Castilla!» Su fuente habitual en este tema era la pu-
blicación fuerista La Unión Vasco-Navarra.

expansiones legítimas con espontáneo ardimiento. Por eso, las fiestas de Pamplona son parén-
tesis a la vida normal, paréntesis de franca alegría y generosos esparcimiento, motivo de que
los forasteros encuentren cordialísima acogida en la capital de Navarra; de que se les hagan
breves las horas de la permanencia entre nosotros...; días que pasan, por fortuna, sin que se
turbe el reposo público y sin que ningún exceso nuble la franca y natural alegría... ».
Presencia de los navarros en Cuba al final del período colonial   253

    Iniciada la guerra de independencia, la vocación fuerista cede pro-
gresivamente al sentimiento de españolidad. Así anunciaba el 3 de
marzo de 1895 el levantamiento armado producido apenas quince días
antes: «Criminal intentona. Elementos díscolos, que son la deshonra de
este generoso y noble país, hánse levantado en armas contra la nación,
en nuestros campos. Malditos sean los que así mancillan y escarnecen
este pueblo digno de mejor suerte, y... i Viva España!».
    En todos los números siguientes abundan las protestas de españoli-
dad y los ataques a los insurrectos. Desde el mes de abril de 1895,
cuando la guerra se ha extendido por casi toda la isla, cada editorial
del semanario es una manifestación de patriotismo español: «fueristas
pero españoles», se titulaba el del 28.07.95; bienvenidas a las tropas
que van llegando de la Península, suscripciones patrióticas, loas a las
victorias del ejército contra los mambises y ataques furibundos a las
acciones de éstos, etc. A lo largo de ese año la posición del semanario
se va haciendo cada vez más dura: «nada de concesiones, nada de re-
formas», se dice en l5.IX.895, en alusión al plan reformista del minis-
tro Maura, tan bien recibido por las elites cubanas; el único objetivo
era la derrota del enemigo desde la unión monolítica de todos los es-
pañoles (8.IX.895); el editorial del 27.X.1895 se titulaba «Autonomía,
no; la paz sólo puede venir por las bayonetas». Por fin, la Memoria de
1898, redactada cuando los norteamericanos ya habían desembarcado
en la isla, refleja hasta qué punto llegó a prevalecer el sentimiento de
españolidad sobre cualquier otro con motivo del conflicto bélico: «La
Patria española, a quien le debemos todo cuanto somos y poseemos,
nos ha enviado sus mejores hijos a esta isla, para librarla de la anarquía
y de las ambiciones del yankee, y sostener enhiesto el pabellón glo-
rioso que se ha paseado triunfante por todo el mundo, llevando al seno
de innumerables pueblos su religión, su civilización, su sangre, su idio-
ma y sus costumbres».

5. La comunidad navarra y la guerra de independencia cubana
   (1895-98)

    No son muchos los datos que hemos podido reunir sobre el impacto
que pudo tener la situación de guerra que va a vivir la isla entre 1895 y
1898 sobre la comunidad navarra en Cuba. Esta ausencia de noticias
debe interpretarse como un reflejo más de que esa comunidad apenas
llegó a disponer de elementos relevantes en la sociedad cubana, a dife-
rencia, por ejemplo, de los vizcaínos, entre los que había grandes pro-
pietarios de ingenios y comerciantes que, lógicamente, sufrieron im-
portantes pérdidas. Por otro lado, las fuentes navarras, que hemos
rastreado conciezudamente, dejan también una impresión bastante clara
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