Los 10 Mártires de Quiché - Estos son sus nombres y sus historias.

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Los 10 Mártires de Quiché - Estos son sus nombres y sus historias.
los 10 Mártires de Quiché
Estos son sus nombres y sus historias.

                        1. José María Gran Cirera (sacerdote)

Sacerdote español enviado a Guatemala en 1975. Lo asesinaron 5 años más tarde en
las montañas de San Gaspar Chajul, al norte de Quiché. Durante su paso por la
Diócesis de Quiché desarrolló un vínculo fuerte con la población de las regiones más
pobres y aquellos que sufrían persecuciones de cualquier índole.
En la quema de la Embajada española, algunas de las víctimas eran catequistas de
Quiché, por esa razón la Diócesis emitió un pronunciamiento en el que condenó la
violencia y la ocupación militar en la zona norte de ese departamento y la existencia
de “un esquema de desarrollo económico, social y político que no tomaba en cuenta
los intereses de los pobres”.
Días después, José María Gran fue citado, interrogado e intimidado por un
comandante militar de Chajul. “No se olvide que es extranjero y aténgase a las
consecuencias”, le advirtió.

                           2. Faustino Villanueva (sacerdote)
Las personas que lo conocieron lo describen como una persona sin inclinaciones
políticas, pero cercana a la gente de Joyabaj, sensible a la realidad, entregado a las
visitas de enfermos y a los recorridos en aldeas.
Fue asesinado el 10 de julio de 1980, un mes después de la muerte de Gran Cirera.
Ese día, en horas de la noche, dos hombres tocaron la puerta de su despacho y
pidieron hablar con él. El sacerdote fue asesinado cuando acudió al llamado.

                        3. Juan Alonzo Fernández (sacerdote)
El sacerdote llegó a Guatemala en 1960. Fue asesinado en 1981, luego de ser
detenido y torturado. Toda su experiencia como misionero la vivió en la zona norte
del Quiché, en donde los ataques contra líderes religiosos eran más frecuentes.
Después de la muerte de Gran Cirera y Villanueva, había un temor generalizado en
los sacerdotes de la región. Fernández se refugió fuera de Quiché, pero cuestionado
por sus ideales, regresó. “No deseo que me maten, aunque tengo un
presentimiento”, escribió.

A los tres días fue retenido, embriagado e interrogado por un grupo de militares.
Después de unas horas fue liberado. Sin embargo, a los dos días fue interceptado
mientras conducía una moto. Lo asesinaron al instante.

                         4. JUAN BARRERA MENDEZ (niño)
Los 10 Mártires de Quiché - Estos son sus nombres y sus historias.
Fecha de nacimiento: Se desconoce la fecha exacta, pero se estima que Fue en
1968. Misión: Niño Catequista, tenía a su muerte 12 años. Lugar de nacimiento:
Segundo Centro de la Vega (El Tablón, Zacualpa).
Fecha de su muerte: 1980. Lugar de su muerte: Segundo Centro de la Vega.
Nombre de los papás: Roberto Barrera y Ana Méndez.

Compartimos la vida de un Niño Catequista
Juan Barrera Méndez era un niño, nacido en una familia cristiana de la Acción
Católica; por su gran preocupación e inteligencia, participó desde tierna edad con su
familia en las actividades propias de la parroquia y de su cantón. En su conciencia
inocente de niño que empieza la vida, se fueron grabando los signos y las raíces de
su fe para sentirse miembro a título pleno de la Iglesia.

 A pesar de su corta edad, le gustaba participar en reuniones de tipo formativo para
aprender la “doctrina” en celebraciones. Era un niño inquieto, con iniciativas casi de
adulto, que en sus trabajos se escondían ya semillas de un ideal todavía no realizado
de ver a su Pueblo adornado con los valores de la paz, de la justicia y de la
fraternidad que permitieran a todos participar de una vida más digna.

Era un niño campesino y trabajador. A pesar de la fragilidad de su cuerpo, todavía en
crecimiento, ofrecía sus tiernos brazos como jornalero, contribuyendo con su
esfuerzo a ganarse con su familia el sustento cotidiano. Era también un buen
catequista, muy listo; participaba y colaboraba en su comunidad en cuanto a la
formación cristiana.

Asistía dominicalmente a la celebración de la Eucaristía en la Parroquia y dos veces
por semana participaba en las reuniones que desarrollaban en el oratorio de su
propio cantón. Con tan pocos años, el lunes de cada semana, lo recuerda la gente,
explicando el catecismo y la Palabra de Dios; y el viernes, llevaba a cabo el rezo del
Santo Rosario con las personas, sobre todo mujeres y otros niños que llegaban al
oratorio.

¿Por qué lo mataron?
Todos en su familia eran miembros de la Acción Católica; él había logrado ser ya un
buen catequista. Sus responsabilidades tan bien llevadas crearon en Testigos de la fe
por la paz Vidas ejemplares de la Iglesia Católica de Guatemala. Era en esto
privilegiado si lo comparamos al resto de niños de su misma edad. Si hubiera vivido
en un lugar donde el acceso a centro educativo le hubiera permitido desarrollar
plenamente sus facultades, diríamos que Juan era un niño superdotado.
 Le gustaba visitar a sus hermanos de comunidad, porque tal vez, desde chiquito así
lo hizo de la mano de sus padres. Lo hacía tanto con los necesitados de la Palabra de
Dios como los necesitados de las cosas materiales; él sabía interceder. Se preocupaba
de las necesidades de los demás: así con el candor de quien cree que el bien y la
salud de todos es un bien querido por Dios.
Juan corría de un lado para otro, éstos eran sus gestos a favor de la justicia, y tal vez
por esta generosidad personal, fue como la gente grande, señalado por el Ejército de
“guerrillero”. ¡A un niño, acusarlo de estas cosas ¡ ¡A un niño campesino e indígena,
pobre, humilde, y sencillo¡ Esto nos hace ver la irracionalidad del Sistema. También
Herodes ordenó despóticamente acabar con los niños inocentes, pensando que entre
ellos daría muerte a Aquel que la gente decía ser el Rey de los judíos.

 Historia de su muerte:
En el año 1980 el Ejército llevó a cabo la primera masacre en la comunidad del
Cantón Segundo Centro de la Vega (El Tablón); luego los soldados, con el aparato de
fuerza que les era característico en todas estas operaciones de “limpieza”,
dispusieron registrar casa por casa. Los testimonios dan cuenta que muchas
personas, hombres, mujeres, ancianos, jóvenes, fueron apresados y amarrados de
pies y manos. La gente recuerda que uno de los soldados hizo un llamado por radio a
su centro de operaciones para que el teniente enviara más miembros de tropa.

Algunos minutos después, llegaron varios helicópteros dejando más soldados en
distintos lugares. A pesar del control que había, muchas de las personas conociendo
mejor la geografía del propio lugar, poco a poco se fueron retirando, alejándose de
las posibilidades de ser aprehendidos por los soldados. No se sabe por qué, cuatro
hermanos de una familia no consiguieron substraerse a la presencia de los militares,
que les dieron caza como a presa.

Fueron interrogados, amenazados y torturados. El hermano mayor, de nombre
Jacinto Barrera Méndez, fue amarrado por el cuello y lo dejaron suspendido de un
árbol; a él le habían pedido información acerca de la actividad de la guerrilla.
Finalmente, luego de los interrogatorios y la tortura, lo bajaron del árbol ya casi
medio muerto; en un momento de gracia y fortaleza, tres de los hermanos lograron
salir y liberarse misteriosamente de aquel suplicio. Eran como las 12:00 del medio
día.

A raíz de la fuga de las personas detenidas por el ejército y de los tres hermanos,
empezaron a torturar al más jovencito, Juan Barrera Méndez; se lo llevaron a un
lugar cerca de un riachuelo y allí empezaron a torturarlo sin piedad haciéndole
heridas con cortes de cuchillo en las plantas de los pies. Después le hacían caminar
por las piedras rústicas con el fin de doblegarlo por el dolor; no bastó esto, sino que
le cortaron las orejas, le quebraron las piernas y finalmente disparando, acribillaron
su cuerpo reiteradamente.

Los miembros de la comunidad, por la noche, cuando ya los elementos de
“seguridad” se habían retirado del lugar, decidieron con mucho valor dar cristiana
sepultura a los restos mortales del niño Juan Barrera. Allí mismo, como a tantos otros
no se le llevó al cementerio, la santa tierra que para los mayas es sagrada, era capaz
de recibir el cuerpo de Juan, muy cerca donde lo encontraron ya muerto y con los
signos evidentes y sangrantes de tanto horror. La vida de Juan fue segada en su
tierna edad, cuando sus padres confiaban en las cualidades prometedoras de un niño
encantador, en el transcurso de sus breves años supo trabajar por lo que creyó daba
sentido a su vida y a la vida de su gente: la fe en Cristo.

                           5. Rosalío Benito Ixchop (laico)
ROSALIO BENITO Y 48 COMPAÑEROS ASESINADOS DEL CANTON LA PUERTA, EN LA
PARROQUIA DE CHINIQUE, EL QUICHE Fecha de nacimiento: Aproximadamente en
1902.
Su misión: Catequista y directivo de la Acción Católica. En 1982, el catequista
Rosalío Benito, también por muchos años directivo de la comunidad de Acción
Católica junto con sus hermanos, dieron testimonio hasta derramar su sangre, de su
fidelidad a la Palabra de Dios, de su fidelidad al servicio de la Comunidad y de su
fidelidad y amor al Evangelio.
Lugar y fecha de su muerte: En la Puerta, cantón del municipio y Parroquia de
Chinique, de El Quiché es asesinado junto a 48 compañeros el día 22 de julio de 1982.

De acuerdo a testimonios de personas, vecinos y comunidad en general que
conocieron cercanamente a Rosalío Benito y los 48 compañeros de El Quiché. Tenía
al morir unos 80 años. Fue uno de los primeros catequistas del cantón La Puerta en
Chinique, cuando se inició el trabajo de la Acción Católica en la década de los años
’40; por la falta de sacerdotes de toda la región del Quiché, en muchas comunidades
se escogían “rezadores “para circunstancias religiosas especiales de la vida de la
comunidad, sobre todo en casos de las velas que se hacían por los muertos.

Allá por los años 1940, Rosalio Benito, como reconocen los que lo conocieron,
aprendió a rezar el rosario y a cantar cantos religiosos para las celebraciones. Todo lo
hacían de memoria las oraciones, el Padre Nuestro, el Credo, las letanías... Con la
animación de las comunidades impulsada por el P. Rafael González Estrada, por
medio de la Acción Católica, creció en los habitantes del lugar el compromiso por
animar y fortalecer su fe cristiana. Rosalío Benito fue uno de los impulsores más
decididos de este trabajo, era un señor ya maduro, y su esfuerzo y servicio a la
comunidad le habían ganado el respeto, el cariño y la admiración de todos, de modo
que su liderazgo era indiscutible.

Impulsaron la catequesis, la reconstitución de las familias, preparándolas para el
matrimonio; se preparaba igualmente a los niños para la primera comunión. La
vivencia religiosa de la comunidad crecía día a día. Luego se decidieron a construir el
oratorio de la Aldea. Posteriormente la gente unida por la fe, se comprometió a
mejorar las condiciones de vida de la comunidad, se hizo la carretera de terracería,
se introdujo el agua potable y se emprendieron otras obras en beneficio de todos.
Había unidad, comprensión y espíritu de servicio entre todos. Juan Quinilla, que
todavía vive fue uno de los compañeros de Rosalío Benito, y narra que cuando se
decidieron conformar la primera Junta Directiva de la Acción Católica en
Chinique, recuerdan que hicieron un juramento de fidelidad, que aunque los
amenazaran con matarlos o hubiera gente que tuviera osadía de llegar a matarlos,
ellos seguirían adelante con su trabajo. Su decisión era radical. Sus grandes
contratiempos ya los sufrieron por el año 1943, de los que pudieron salir bien
parados. Rosalío Benito no se desdijo nunca de aquel compromiso y decisión, se
mantuvo fiel hasta el final de sus días.

 En 1982, el catequista Rosalío Benito, también por muchos años directivo de la
comunidad de Acción Católica junto con sus hermanos, dieron testimonio hasta
derramar su sangre, de su fidelidad a la Palabra de Dios, de su fidelidad al servicio de
la Comunidad y de su fidelidad y amor al Evangelio.

Cuando sus hermanos hoy lo recuerdan, dicen: “Cuando llegó la violencia, los malos
tiempos, la persecución, ellos se entregaron al martirio. Ninguno de ellos levantó la
mano para señalar al hermano como culpable de su muerte: aceptaron
humildemente la muerte. Murieron según el trabajo que habían realizado. Los que
se dedicaban a la Palabra de Dios, los torturaron hasta la muerte. Los que hacían
otros trabajos, como el desarrollo comunitario, la salud, arreglo de carreteras, los
martirizaban de otra forma. Nosotros nunca dijimos que no fue correcto el camino
que nos enseñaron.

Vimos que el camino era correcto pero la respuesta del Estado con el ejército fue
destruir sus comunidades. Lo sembrado ya está sembrado, lo sembrado no se
puede arrancar. La lucha no va a terminar. Vamos a morir pero vendrán otros ...
Ahora ya no les podemos hacer un regalo pero preparamos candelas, flores, pom
(incienso), frutas, con esto y nuestro recuerdo les agradecemos, les decimos que
nunca son olvidados en la memoria de la comunidad; este es nuestro regalo para
ellos, que participan de la vida de todos los que es la vida de Cristo Jesús resucitado,
de la vida de todos los antepasados del pueblo maya que también entregaron su vida
por la causa en nombre de la paz y la verdad.” Cada año el día 22 de julio, la
comunidad recuerda a sus 48 compañeros asesinados en su aldea, en la que varios
catequistas sellaron su fidelidad a toda prueba con el derramamiento de su sangre.

                       6.- DOMINGO DEL BARRIO BATZ (laico)

Uno de los sacristanes de la Parroquia de San Gaspar Chajul, corrió la misma suerte
que el Padre José María Gran; nació en Ilom, una aldea muy alejada de Chajul,
antiguamente debió ser un gran centro poblacional, donde existió una gran Iglesia.

Era una Aldea que abrigaba a campesinos indígenas pobres, sin ninguna vía de
comunicación terrestre, sin servicios de agua potable y energía eléctrica, sin
educación, ni servicios de salud. Domingo fue un agricultor que vivía de la tierra,
desde el año 1970 aproximadamente llegó a la parroquia de Chajul donde
desempeñaba sus tareas propias como sacristán de la Iglesia.

 Desde joven empezó a participar en la iglesia y miembro activo de la Acción
católica, visitaba con otros catequistas los hogares leyendo la biblia. y sus tareas las
desempeñaba siempre acompañado de los sacerdotes en giras misioneras. Esta era
su tarea como sacristán.

La gente lo recuerda como un hombre de mucha fe, un católico convencido. Para los
tiempos de lluvia o de cosechas hacía su oración acompañando a la gente. Leía la
Biblia cada domingo, y por su mismo trabajo asistía también todos los domingos a la
Santa Misa, recibiendo siempre la comunión.

 ¿Por qué mataron a Domingo? Por haberlo encontrado con el padre José María
Gran Cirera, a quien ya los militares tenían planificado para dar muerte, debía sufrir
la misma suerte, para que no quedaran testigos. No podría haber otros motivos, en
una persona que nada tenía que ver con grupos armados, que siempre trabajaba en
la Iglesia. El 4 de julio de 1980 Domingo fue encontrado muerto por los bomberos de
Chajul, con las marcas de 5 heridas de bala (dos a la altura del estómago, dos en el
pecho y una en el ojo que le salió por atrás de la cabeza).

El padre José María Gran muerto al lado de Domingo, tenía al menos el impacto de 5
balazos, con un brazo cortado y arrancado el resto del cuerpo, tirado a unas 25 varas.
En las mochilas del padre, habían introducido propaganda para aparentar que eran
miembros de la guerrilla contra los cuales entablaron combate los miembros del
ejército.

Domingo murió en el camino, sirviendo a la comunidad, sirviendo a la Iglesia.
Viviendo plenamente su fe cristiana con la humildad y sencillez que siempre
caracterizaron a su persona.

                          7.- TOMAS RAMÍREZ CABA. (laico)
Nace en 1934 en Chajul, El Quiché, miembro de la acción católica, se desempeñó
como Sacristán en la Parroquia de Chajul, un hombre bueno, muy amable, sonriente,
sencillo, y respetuoso de todos.

 Un hombre de fe y compromiso, apoyaba a la gente en todo lo que Él podía,
siempre se le veía con gran ánimo para trabajar, así se expresaban cuantos lo
conocieron. Desde el año de 1980 el ejército ya tenía ocupadas arbitrariamente y por
la fuerza, las instalaciones del Convento Parroquial y de la Iglesia de Chajul.
A pesar de tal presencia arbitraria, con todo lo que suponía de prepotencia y abuso
de la fe de la gente, Tomás cuidaba discretamente el área de la Iglesia que siempre
tuvo a su cargo. El ejército trató de disuadirlo para que no hiciera tal cosa, llegando a
amenazarle al lugar donde se desempeñaba. Tomás era Fiel a sus tareas y
responsable en su trabajo, él sabía que cuidar la iglesia era su deber.

Ante las repetidas amenazas y llamadas de atención, Tomás llegaba a contarle a Rosa
su esposa que el ejército le estaba molestado y tratando de impedir en su trabajo. El
día 6 de septiembre de 1980, los miembros de la guerrilla entraron al pueblo para
hostigar el destacamento militar, disparando desde el cerro de Andrés.

Los soldados irrumpieron en el templo, dirigiéndose hacia donde estaba Tomás
rezando, lo jalaron y a patadas lo sacaron de la Iglesia. Le dispararon con sus armas
de fuego a la altura del pecho, al instante, Tomás cayó al suelo muerto. Después de
la muerte del sacristán Tomás, los soldados no conformes con la faena, se
presentaron en su casa, de forma prepotente y con aparato de fuerza, asustaron y
atemorizaron a toda su familia.

A pesar de todo, este es el mejor testimonio del sacristán Tomás Ramírez “Estoy en
la Iglesia”. Estaba sirviendo con responsabilidad el encargo confiado, de cuidar la
Iglesia.

Murió cumpliendo su tarea, sin claudicar ante el miedo y las amenazas. Sólo la fuerza
del Espíritu de Dios puede dar a una persona esta capacidad de resistir hasta el final,
hasta dar la vida.

                         8.- NICOLAS TUM CASTRO.(laico)
 Nicolás era de la Aldea Los Plátanos, Chicamán, El Quiche. 35 años. Catequista
durante 20 años de la acción catolica y ministro de la comunión, en la Parroquias de
la Diócesis del Quiché, donde nadie se animaba a entrar en ellas por temor a ser
denunciados o acusados por guerrillero.

Nicolás siempre jovial y dispuesto para afrontar las tareas más complicadas propuso
a la comunidad seguir unidos en el trabajo Pastoral:
Decía “si no nos dejan reunirnos en el oratorio, lo vamos a hacer en la montaña, en
las cuevas, o de noche en nuestras casa, en estos tiempos de persecución,
necesitamos más del cuerpo de cristo para que nos de fuerza. Arriesgando su vida,
Nicolás iba hasta Cobán a buscar la comunión, ya que los sacerdotes ya no llegaban a
la parroquia.
A escondidas traía las Hostias dispuestas cuidadosamente entre las tortillas un tanto
resecas y envueltas en un paño, que escondía en el morral, que acompaña como
indumentaria normal a todo campesino indígena que sale de viaje.

¿Quién podía sospechar que aquel era un morral especial, que era un “VERDADERO
SAGRARIO?” Otras veces escondía la comunión en el costal donde llevaba el maíz y
con mecapal lo cargaba hasta su aldea.

Alguien lo denuncio como “mala gente “y el 29 de septiembre de 1980, en horas de
la noche, unos individuos golpearon bruscamente la puerta de su casa. Nadie abrió,
pero ellos a golpes derribaron la puerta y entraron bruscamente en la sencilla
vivienda; fue después de la 11:00 dicen los testigos.

Aquellos individuos desconocidos, con lujo de fuerza trataron de apresar a Nicolás. Él
se agarró fuertemente con el horcón que sostiene la biga madre de le casa y les
gritaba “mátenme aquí pero no me lleven” porque sabía que si lo llevaban, lo iban a
torturar para sacar más nombres de catequista.

Doblegaron su fuerza Lo atacaron en el patio de su propia casa descargando sobre él
siete balazos que rompieron toda su columna vertebral, dejando destrozada su
espalda. Cuando se fueron los soldados él no había muerto todavía, llamó a su familia
y le dijo a su esposa:
 “cuida de mis hijos nunca logré hacerles buena casa... cuiden mucho a los niños.
Recitando con fe el Padre Nuestro, aún no logro de terminar la oración, y el día 29
de septiembre de 1980 en la aldea en los Plátanos, Chicamán, el Quiché, expiró.

                           9.- REYES US HERNÁNDEZ.(laico)
Nace en Macalajau, San Miguel de Uspantán, El Quiché, fue catequista y Promotor de
Salud por unos diez años en la comunidad de Camalajau, un hombre lleno de Dios
que dedicó su vida al servicio de la comunidad, preocupado de la palabra de Dios y de
buscar que toda la gente tuviera un mínimo de desarrollo con la comunidad;
promovieron proyectos de desarrollo en beneficio de todos.
Gastaba sus mejores esfuerzos promoviendo y atendiendo la salud de la gente, Salía
a ver los enfermos los atendía a la hora que lo llegara a traer a la casa y en casos de
gravedad, si era necesario ayudaba a la las familias a trasladarlos al hospital.

Desde la comunidad cristiana promovieron proyectos de desarrollo en beneficio de
todos, el predicaba que hay que luchar a la par por o espiritual y lo material.
Tomando como ejemplo la vida de Jesús. Muchas veces él decía: “quiero que mis
hijos estudien y que se gradúen, que lleguen a algo y no quedarse como estoy yo,”
también planteaba: “¿Cómo vamos a hacer nosotros para dejar algo mejor a los
hijos y comunidades? Solo con el ejemplo y el sacrificio”
Una vez reunió a toda su familia y les dijo: “yo estoy perseguido y talvez va a llegar un
día en que me van a matar; cuando eso suceda quiero que ustedes ayuden a su mama
y también tienen que luchar porque yo lo que quiero para la gente es un bien. Yo no
estoy haciendo nada de daño a la gente” lo dijo esto llorando porque sabían que lo
iban a matar. Ya había mucha amenaza. Como jesus en la cruz, recomendando el
amor y su tarea a sus seres queridos

Los testimonios dan cuenta que Gaspar, campesino indígena de Macalajau,
Uspantán, en el año 1980, las cuadrillas del Ejercito Nacional lo entrevistan y
después de hacerle varias preguntas le arrancaron la lengua y le cortaron la boca
para seguidamente degollarlo.

La gente reconoce que todos estos catequistas murieron por dar testimonio de la
verdad en medio de la comunidad cristiana, que les escuchaban en las celebraciones
y los reconocían como personas que trabajaban haciendo el bien. Gaspar había dicho
que en alguna oportunidad “si nos morimos por seguir a Dios, es que Él sabe que
estamos a favor de la vida, así es que no debemos tenerle miedo a nadie porque no
le hemos robado a ninguno” Estas son palabras sencillas que expresan con sabiduría
la actitud de un hombre que sabe dar testimonio de la verdad.

                              10. Miguel Tiu Imul (laico)

Nació el 5 de septiembre de 1941, en el cantón la montaña, parraxtut , Sacapulas.
Fue asesinado el 31 de octubre de 1991. Miguel vivió y trabajo en su propia aldea de
la Montaña, donde desempeño el cargo en dos ocasiones de directivo de la ACCION
CATOLICA y por muchos años realizo su trabajo pastoral como catequista. Mártir y
promotor de la no violencia. Decía que no se podía andar con la biblia bajo un brazo
y el fusil en otro.
Fue hombre de mucha oración, siempre tenía en sus labios una palabra o expresión
de la biblia, quería que todos conocieran la palabra de Dios, hombre humilde,
respetuosos y muy cariñosos con su familia, responsable en su hogar y en su trabajo
de iglesia. Cuando comenzó a recibir amenazas decía:

“si yo muero piensen que ustedes tienen que seguir la religión…. No le tengan
miedo a la muerte, porque cuando uno dice la verdad, la gente dice que uno es
malo… si muero, muero como Jesús murió. Él no fue pecador y la gente le decía
que era hombre malo… y yo si soy un pecador.

En estas palabra percibimos al hombre humilde, pero al mismo tiempo decidió a
seguir el camino emprendido; una vida que nos recuerda aquellas palabras de Jesús a
sus discípulos “DICHOSOS LOS PERSEGUIDOS POR HACER LA VOLUNTAD DE DIOS
PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS. MT. 5.10
Lo asesinaron una tarde que salía de su casa para revisar sus cultivos. Su hija mayor
escuchó un disparo cercano a su casa y encontró su cuerpo sobre el camino ya
agonizante. Ella se arrodillo ante su cuerpo y agarrándole la mano le gritaba llorando
“¿Qué PASA PAPA?” EN EL SILENCIO QUE SE DIBUJABA SOBRE EL ROSTRO DEL
PADRE. SINTIÓ QUE SONREÍA AL MIRARLA Y LUGO DE AQUELLA MIRADA DE PAZ
EXPIRO.

Placa en memoria de Miguel Tiu Imul, ubicada en el Caserío La Montaña, Parraxtut,
Sacapulas, Quiché. Su ejecución extrajudicial fue perpetrada el 30 de noviembre de
1991.

COPIADO textualmente:
1.-Testigos de la fe por la paz, Vidas ejemplares de la Iglesia Católica de Guatemala.
Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala
-ODHAG6ta. Calle 7-70 zona1
Guatemala, Guatemala, C.A.
PBX: 285-0456 Fax: 232-8384
Correo Electrónico: ddhh@odhag.org.gt
Guatemala, abril de 2003

+ Monseñor Mario Ríos Mont C.M.
Coordinador General

2.- Revista Nómada. POR KIMBERLY LÓPEZ / 30 ENERO, 2020.

3.- Doc. Guiados por el evangelio entregaron su vida. Diócesis del Quiche.
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