Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco
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¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco Jon Azkune Torres Profesor de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (España) Stateless nations or subaltern statehood? Analysis of contemporary nationalism considering the Basque case abstract This article proposes a renewed theoretical framework for the study of contem- porary nations and nationalism. To that end, we are going to analyse firstly the dominant views among different schools in political sciences in order to overcome their divisions. Through our preliminary conclusions, we will discuss the consequences of considering the state a social relationship. After that, we are going to define the concept that will guide our research: subaltern statehood. Finally, on a more concrete plane of analysis, we will endeavour to apply it to the Basque case. Our research questions and hypotheses will be the ones that will lead us to our main conclusions. On the one hand, when considering nations with self-government powers, the category that suits best their ontological being is that of subaltern states. On the other hand, our analysis will illustrate that the matter is dominated by issues related to the defence and construction of a democracy rather than by traditional nationalist arguments, so they are as nationalist as they are democratic. Thus, the key when studying contemporary nationalism is not the defence of a millenary and essentialist nation but how and to what extent can subaltern states make their case. keywords nationalism; democracy; state; subalternity; Basque Country. resumen Este artículo ofrece un marco teórico renovado a la hora de abordar la cuestión de la nación y el nacionalismo contemporáneo. Para ello, en primer lugar, nos acercaremos a los debates dominantes en la ciencia política contemporánea intentando superar las divisiones existentes entre escuelas. En un paso intermedio, valiéndonos de las primeras conclusiones, analizaremos las consecuencias de considerar el Estado una relación social y ofreceremos una definición del concepto que guía este artículo: estatalidad subalterna. Finalmente, en un plano más concreto de análisis intentaremos aplicarlo al caso vasco. Las conclusiones principales del artículo están relacionadas con las preguntas e hipótesis que guían esta investigación. Por una parte, en vez de naciones sin Estado, la categoría que mejor describe en un plano ontológico a Artículo recibido el 25/02/2021; aceptado el 6/05/2021 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 DOI: 10.2436/20.8080.01.61 59
Jon Azkune Torres las naciones con capacidad estatal de autogobierno es la de estatalidades subalternas. Por otra, la base de las demandas consideradas nacionalistas ha gravitado hacia el eje democrático por lo que son tan nacionalistas como democráticas. Creemos que la clave a la hora de estudiar y analizar el nacionalismo contemporáneo no reside en la defensa de una nación esencial y milenaria, sino en cómo y en qué medida pueden hablar los Estados subalternos. palabras clave nacionalismo; democracia; Estado; subalternidad; País Vasco. 1. Introducción Tanto la idea de nación como la de nacionalismo, en tanto que conflictivas, han suscitado innumerables debates académicos en las últimas décadas. A pesar de que ambas se han asociado a la Modernidad, podemos observar sus primeras referencias en la antigua Roma, en Grecia o incluso entre egipcios y asirios.1 Sin embargo, al menos desde finales del siglo xviii, el nacionalismo es percibido como una nueva fuente de legitimidad de la autoridad basada en la existencia de un sentimiento compartido de nación, frente a las que hasta entonces se remitían a la religión o la tradición.2 Desde entonces, han sido numerosas las voces que han anunciado desde dife- rentes posiciones el fin de las naciones y el nacionalismo. La última sentencia de muerte fue la dictada por la globalización, pero la realidad nos demuestra que la cuestión, lejos de disiparse, se muestra más viva y más compleja que nunca. En las últimas décadas las demandas soberanistas se han modificado y obser- vamos como el eje nacional tradicional se debilita y cuestiones relacionadas con el bienestar y la capacidad de autogobierno democrático se refuerza.3 A nuestro entender, emergen nuevas realidades que corresponde analizar con una mirada diferente. En ese sentido en este trabajo intentaremos dar respuesta a las siguientes preguntas: 1. Calhoun, Nations Matter, 1. 2. Pastor, Los nacionalismos, 15. 3. Azkune, “Nationalism, Hegemony and Populism”; Goikoetxea, “Nation and democracy building in contemporary Europe”; McEwen, Nationalism and the State. 60 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco 1) ¿Podemos seguir hablando de naciones sin Estado en el caso de naciones que disponen de estructuras de autogobierno? 2) ¿Podemos limitar las demandas de soberanía de estas naciones a la cate- goría de nacionalistas? Nuevas situaciones requieren de nuevos conceptos y a nuestro entender, en la situación actual, la idea de nación sin Estado no es capaz de condensar en un plano ontológico el ser que se propone describir. Estrictamente relacionado con esto, la idea de demandas nacionalistas no refleja de forma fiel el conte- nido de las mismas. Por ello, estas son nuestras hipótesis: Hipótesis 1: en vez de naciones sin Estado, la categoría que mejor describe en un plano ontológico a las naciones con capacidad estatal de autogobierno es la de estatalidades subalternas. Hipótesis 2: la base de las demandas consideradas nacionalistas ha gravitado hacia el eje democrático por lo que son tan nacionalistas como democráticas. Proponemos dos hipótesis diferenciadas con el objetivo de separar analítica- mente los argumentos, pero ambas deben ser entendidas de forma dialéctica. Como veremos más adelante, la idea de estatalidad subalterna está estrecha- mente ligada a la construcción discursiva que los actores políticos hacen de la misma. La base de ese discurso se centrará en reivindicar mayor capacidad política para poder gobernar de forma diferenciada su demos frente a las im- posiciones del “centro”.4 Sin embargo, el contenido del mismo no será el del nacionalismo clásico, sino que pivotará sobre un renovado eje democrático.5 Por otra parte, ese discurso no sería posible sin la existencia de una capacidad estatal de autogobierno que posibiliten un proceso de demos y nation building diferenciados.6 Por lo tanto, más que describir dos realidades diferenciadas, ambas hipótesis están estrechamente relacionadas y actúan como vasos co- municantes. 4. Azkune, “Nationalism, Hegemony and Populism”. 5. Goikoetxea, “Nation and democracy building in contemporary Europe”. 6. Azkune, Can the subaltern states speak? REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 61
Jon Azkune Torres En lo que respecta al enfoque que va a guiar la investigación, si bien han sido las teorías sobre el nacionalismo y sus diferentes escuelas las que han intentado dar respuesta a estas cuestiones, nuestra apuesta epistemológica reivindica las aportaciones de la teoría del Estado para acercar una visión renovada sobre la cuestión. De esta forma, intentaremos ofrecer una visión no esencialista sobre la nación y el nacionalismo y a su vez enriquecer las aportaciones de la teoría del Estado. Metodológicamente, antes de comenzar con el objeto de nuestro estudio en un plano concreto y complejo, creemos que es imprescindible hacer unas reflexiones previas en un nivel más abstracto y teórico. En ese sentido, ba- sándonos en el método de la articulación del enfoque estratégico relacional, comenzaremos con un análisis a un nivel abstracto y simple ofreciendo, paso a paso, nuevos planos de análisis que nos conduzcan a un nivel más concreto y complejo.7 Por ello, en un primer momento, haremos un acercamiento a las teorías sobre el nacionalismo para situar, a continuación, la teoría del Estado en un contexto más amplio junto a los debates y paradigmas dominantes en sociología y ciencia política en las últimas décadas. En un tercer paso, ofre- ceremos una visión estratégica y relacional del Estado para poder definir a posteriori lo que consideramos estatalidades subalternas. Por último, apli- caremos este concepto al caso vasco y de esta forma daremos respuesta a las hipótesis formuladas. 2. Enfoque teórico: el Estado como relación social 2.1. Los paradigmas clásicos del nacionalismo Según Anthony Smith, tres han sido las antinomias que han destacado a la hora de estudiar los nacionalismos: la disputa entre la nación como “esencia” versus la nación como “construcción social”; los debates sobre la antigüedad de la nación versus la nación como fenómeno moderno; la perspectiva que diferencia entre la base cultural del nacionalismo versus 7. Jessop, The Capitalist State, 213-220. 62 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco la base política.8 Estas disputas son las que han dado origen a los cuatro principales paradigmas en el estudio del nacionalismo: el primordialista, el perennialista, el modernista y el etnosimbólico.9 En lo que respecta al primordialismo destacan autores como Clifford Geertz10 o Edward Shils.11 Dentro de esta escuela, podemos diferenciar tres grandes corrientes: el nacionalismo orgánico, el nacionalismo biológico y el naciona- lismo cultural. Pese a sus diferencias, la característica principal del primor- dialismo será la visión fija, natural e histórica de la nación como realidad previamente dada. El perennialismo es un paradigma cercano. También parte de la hipótesis de la existencia premoderna de la nación, pero fija su origen en la Edad Media. Resaltan el continuum de la nación y la ausencia de rupturas en su evolución. Según este paradigma, la identidad de los grupos culturales se modifica muy lentamente y pese a los grandes cambios en términos económicos, políticos, culturales y tecnológicos de la Modernidad, la estructura “esencial” de la nación no ha cambiado.12 A diferencia de las dos corrientes mencionadas, el modernismo defiende que es el nacionalismo quien construye e inventa las naciones en el contexto de la construcción del Estado nación en la Modernidad.13 Relaciona su emergencia con el éxito de la Revolución Francesa, el surgimiento del capitalismo, la in- dustrialización, la urbanización, la secularización y el conjunto de cambios acaecidos entre los siglos xviii y xix.14 Sin embargo, los autores enmarcados dentro de este paradigma difieren a la hora de decidir qué factor va a tener más influencia a la hora de construir la 8. Smith, Nacionalismo y Modernidad, y Nacionalismo. Aquí situamos la dicotomía clásica entre la visión germana y francesa de la nación y la posterior separación entre el nacionalismo étnico y el cívico. 9. Ibíd. Nos limitaremos a realizar un acercamiento breve a las diferentes visiones, otor- gando mayor relevancia al acercamiento modernista. 10. Geertz, La interpretación de las culturas. 11. Shils, Tradition. 12. Özkirimli, Theories of Nationalism; Odriozola, Erakunde bat baino gehiago. 13. Smith, Nations and Nationalism in a Global Era. 14. Odriozola, Erakunde bat baino gehiago. REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 63
Jon Azkune Torres nación. Con base en sus diferencias internas, Smith divide en cinco grupos la corriente modernista siguiendo el criterio al que dan más importancia: ideológico, sociocultural, socioeconómico, político y constructivista. En primer lugar, quienes priman la importancia del factor ideológico como Kedourie relacionan el nacionalismo con el surgimiento del pensamiento ilustrado francés, el romanticismo germano y la idea de la “autonomía de la voluntad” de Kant (1960). En segundo lugar, Gellner será el mayor exponente de la primacía del factor sociocultural. En su opinión, pese a ser las élites intelectuales quienes impulsen el nacionalismo, también será necesario tener en cuenta a la clase trabajado- ra. El nacionalismo no será una simple invención de las élites, sino que será necesario considerar la construcción de la fuerza de trabajo alfabetizada me- diante sistemas educativos estandarizados que fomenten la homogeneización nacional. Según Gellner, cuando la gran masa tuvo acceso a la cultura gracias a los procesos de alfabetización surgió el nacionalismo.15 El tercer factor determinante es el socioeconómico. Desde una óptica neomar- xista, el surgimiento del capitalismo fomentará la lucha de clases y el desarro- llo desigual y combinado entre el centro y la periferia. Fruto de las desigual- dades entre territorios, las élites de la “periferia” impulsarán la creación de una identidad popular contra la dominación por parte del “centro”.16 De esta forma surgirá un nacionalismo periférico que en forma de juego de espejos replicará e imitará con los mismos argumentos y medios al nacionalismo del centro.17 El cuarto factor dentro de las corrientes modernistas es el factor político. La propuesta más relevante nos la ofrece Breuilly en su trabajo Nacionalismo y Estado18 en el que define el nacionalismo como forma política. Tal y como nos indica Odriozola al analizar la obra de Breuilly, en su opinión, los intereses de clase, la economía, la cultura, la psicología y otros elementos similares pueden 15. Gellner, Encuentros con el nacionalismo. 16. Nairn, Los nuevos nacionalismos en Europa. 17. Letamendia, Juego de Espejos. 18. Breuilly, Nacionalismo y Estado. 64 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco ser empleados para entender ciertos nacionalismos, pero no para entender al nacionalismo en general.19 La mayoría de los estudios dejan de lado lo que Breuilly considera esencial: la política. Desde su perspectiva, la política en el fondo es poder, y el poder, el control del Estado.20 Es por ello que relaciona el nacionalismo con la obtención y el uso del poder estatal: definió el nacionalismo como el mecanismo político que emplean las élites para la obtención del poder del Estado.21 En su opinión, “la cuestión primordial debería consistir en relacionar el na- cionalismo, con el objetivo de obtener y utilizar el poder del Estado ... (por otra parte) la segunda contribución ... se refiere a la forma en que se analiza la política nacionalista ... sólo se puede aceptar un marco general para el análisis del nacionalismo, si éste permite ... llevar a cabo un análisis acep- table de nacionalismos concretos ...”.22 Es destacable esta última aportación puesto que pone de relevancia la importancia del análisis concreto más allá de definiciones generales. Hay que destacar también el papel que otorga a la ideología nacionalista en la construcción de la nación, convenida en un fenómeno de identificación po- lítica de una comunidad, que intenta coordinar, movilizar y legitimar frente al estado existente.23 Por otra parte, según el autor, el nacionalismo conserva únicamente su idiosincrasia, mientras no alcance el éxito, puesto que si lo consigue elimina sus propios fundamentos.24 El quinto factor dentro de los autores modernistas es el que hace referencia al nacionalismo como construcción social. Son numerosas las voces que indican el carácter construido de la misma. Uno de los más destacados es el historiador marxista Eric Hobsbawn que defiende que la nación y el nacionalismo son el resultado de un proceso de “ingeniería social”.25 En su opinión, las élites 19. Odriozola, Erakunde bat baino gehiago, 30. 20. Breuilly, Nacionalismo y Estado, 1. 21. Ibíd., 385. 22. Ibíd., 11. 23. Ibíd., 183. 24. Ibíd., 392. 25. Hobsbawn, Naciones y nacionalismo desde 1780. REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 65
Jon Azkune Torres políticas emplean tradiciones inventadas para construir las naciones. De esta forma, desarrollan unas prácticas repetidas de forma continua que pese a ser fenómenos modernos, adoptan la forma de “herencia del pasado” que cohesio- na los grupos sociales.26 En el trabajo publicado con Ranger, diferencia entre las tradiciones pasadas adaptadas a las nuevas realidades de las que han sido directamente inventadas en el presente.27 Otro de los autores que más influencia ha tenido en esta corriente es Benne- dict Anderson y su definición de las naciones como “comunidades imagina- das”.28 Fruto del surgimiento del capitalismo y el desarrollo de la imprenta, personas que no son capaces de tener un contacto físico directo obtienen la capacidad de “imaginarse parte de una misma comunidad” y adoptar una autoidentificación social que acaba dando lugar a las naciones contemporá- neas.29 De esta forma, la cohesión que ofrece la comunidad nacional es capaz de llenar el vacío de poder generado por la decadencia de las monarquías y la religión. Finalmente, el cuarto paradigma es el etnosimbólico y se caracteriza por adop- tar una posición intermedia entre el primordialismo y el modernismo. Au- tores como Anthony Smith, Walker Connor, Armstrong o Hutchinson son sus voces más influyentes.30 Rechazan el total protagonismo que los modernistas otorgan a las élites y remarcan la interacción entre estas y el pueblo al que pretenden representar. Priman la longue durée a la hora de rastrear el origen de las naciones. Por ello, sin negar la importancia de la Modernidad, reivindican el estudio de las continuidades y fracturas en largos procesos históricos otorgando especial importancia a la etnia como precondición de la nación. En su opinión, es po- sible hablar de naciones antes de existir el nacionalismo, pero, sobre todo, re- marcan la idea de la importancia de los “núcleos étnicos” preexistentes como condición de posibilidad de la nación y el Estado nacional contemporáneos.31 26. Ibíd. 27. Hobsbawm, y Ranger, La invención de la tradición. 28. Anderson, Comunidades imaginadas. 29. Ibíd. 30. Özkirimli, Theories of Nationalism, 168. 31. Armstrong, Nations Before Nationalism; Smith, Nations and Nationalism in a Global Era. 66 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco Por último, Walker Connor ha realizado numerosas aportaciones al estudio del nacionalismo en contextos democráticos, entre los que destacan su visión sobre la etnocracia. En su opinión, la nación es una étnica políticamente cons- ciente de sí misma y el nacionalismo no tendría ideología concreta, sino que lo limitaría a la reivindicación de la Gemeinschaft (nación o comunidad) como grupo prioritario de lealtad.32 De su enfoque podemos deducir dos grandes hipótesis. Por una parte, indica que la autodeterminación presupone la exis- tencia de la etnocracia, pero no obligatoriamente la de democracia. Por otra, en el contexto de los Estados democráticos modernos, las minorías nacionales desean la etnocracia, pero no la independencia. Entiende la etnocracia como un nivel de autonomía alto, a medio camino entre la dependencia total y la independencia completa. Si bien es cierto que los estudios sobre el nacionalismo han ofrecido una amplia reflexión sobre la materia, creemos necesario ampliar sus horizontes a la hora de abordar las demandas nacionalistas contemporáneas. Discrepamos de las visiones esencialistas que nos ofrecen el primordialismo y el esencialismo. Las naciones, al igual que cualquier otro elemento de la realidad social, son fruto de la interacción social por lo que no mantienen una esencia histórica, sino que son el resultado de procesos políticos contenciosos.33 Una de las claves en esos proce- sos será la construcción discursiva y estratégica de la nación en la que, mediante un proceso de filtrado y elección, se seleccionaran unos rasgos sobre otros.34 Sin embargo, hay elementos que podemos destacar como interesantes a la hora de enriquecer nuestro análisis, sobre todo desde las aportaciones de los enfoques modernistas y etnosimbólicos. En lo que respecta a estos últimos, entendemos que es necesario partir de una visión dinámica y constructivista de la nación que entienda que esta no surge de la nada. Hay unas precondi- ciones étnicas e históricas fundamentales, que de ninguna manera dan como resultado automático el surgimiento de una nación, pero sin las cuáles es prácticamente imposible que esta exista. La nación es un edificio que se cons- truye de forma notable en la Modernidad, pero requiere de unos materiales etnosimbólicos que preexisten a ese proceso. 32. Connor, Etnonacionalismo. En su opinión, movimientos con ideologías políticas muy dife- rentes podrían ser nacionalistas, lo que destaca sería la prioridad de la comunidad nacional. 33. McAdam, et al., Dinamics of Contention. 34. Máiz, La frontera interior. REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 67
Jon Azkune Torres Sin dejar de lado la longue durée, pero reivindicando la necesidad de abordar la coyuntura y en cierta manera el acontecimiento, debemos adoptar categorías que nos ayuden a pensar las preguntas de nuestro tiempo. En ese sentido, en sociedades complejas como las actuales, la lectura de la etnocracia de Connor puede resultar limitada en lo que respecta tanto al enfoque como a su aplica- ción práctica. La propia separación entre Gemeinschaft (nación o comunidad) y gesellschaft (sociedad), nos muestra una separación que es necesario superar a la hora de analizar la realidad nacional en sociedades democráticas. Es preci- samente la nueva y compleja articulación entre nación, demos y construcción estatal la que debe ser estudiada. En lo que respecta a la escuela modernista, sin restar importancia al resto de factores, creemos que el factor político y la visión de Breuilly resultan interesantes. La dimensión del poder estatal y sus cambios son también el eje de nuestra investigación. En nuestro caso, y en consonancia con esa premisa, optaremos por alejarnos de las teorías del nacionalismo para poder acercarnos al nacionalismo contemporáneo. En ese sentido, creemos que podemos apos- tar por un enfoque que, sin renunciar a las aportaciones de estos paradigmas, abra un nuevo horizonte de investigación desde la teoría del Estado. 2.2. La teoría del Estado más allá de las mesas separadas En la mayoría de las lenguas romances y germánicas las palabras que contienen la raíz st- tienden a reflejar e(st)abilidad y, por ende, duración temporal: estatua, estructura, institución, estatuto, Estado… Por lo tanto, por mucho que intente- mos prescindir de ellas vuelven de una forma u otra a la primera línea del debate académico y requieren una readecuación casi generacional. Sin embargo, estas reflexiones no se hacen en el vacío, sino condicionadas tanto por las corrientes dominantes en cada época como por el contexto político general. En referencia a esto último, en el contexto abierto tras la crisis global del año 2008 y la de la COVID-19 de 2020, es imprescindible actualizar los enfoques que han sido hegemónicos hasta el momento y, además, promover el diálogo entre escuelas y disciplinas que han seguido caminos paralelos. Por ello, pen- samos que realizar una aportación a las teorías del nacionalismo valiéndonos de la teoría del Estado puede enriquecer a ambas y ayudar a caminar hacia un espíritu posdisciplinario que recoja aportes de diferentes enfoques más allá de fronteras previamente delimitadas. 68 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco Sin embargo, a la hora de estudiar la cuestión, ha predominado la tenden- cia a la segmentación, o lo que Gabriel Almond metafóricamente denominó “mesas separadas”.35 En su opinión, diferentes escuelas y sectas dentro de la ciencia política se sientan en mesas separadas, cada una con su concepción adecuada de lo que es la ciencia política, pero cada una manteniendo su pro- pia vulnerabilidad.36 En ese sentido, la teoría del Estado gozó de un interés especial durante de la década de los setenta, no solo por parte del marxismo sino por parte de diferentes corrientes y escuelas del pensamiento político. En las últimas décadas el debate ha sido relegado a un segundo lugar y han sido pocos los que han mantenido el interés por la cuestión del Estado. Se- gún Almond, “conforme el concepto de Estado fue cayendo en desuso en la corriente general de la ciencia política, vinieron a sustituirlo términos tales como Gobierno y, más adelante, sistema político”.37 Pese a que hubo intentos como los de Evans y Skocpol de volver a traer “el Estado al primer plano”,38 durante años predominó “la amnesia teórica” en la que autores como Milliband, Offe, Block, Therborn o Poulantzas fueron completamente olvidados.39 El debate sobre la teoría del Estado ha corrido de forma paralela a los grandes debates en sociología y ciencia política entre los que destacan la disputa entre abstracción contra empirismo, estructura y agencia o la separación entre estado y sociedad.40 Mientras que cada corriente ha defendido la supremacía de su enfoque, solamente unos pocos han intentado buscar un diálogo constructivo e integrar lo mejor de cada uno. Entender la base de estos debates e intentar superarlos será fundamental para enriquecer los enfoques sobre el Estado y el nacionalismo. Tal y como nos indica Simón, tanto Migdal que proviene del pluralismo, como Jessop, cuyo origen es el estructuralismo marxista, han sido los únicos en desarrollar un enfoque que beba de las diferentes fuentes y transcienda los 35. Almond, “Separate Tables”. 36. Ibíd., 828. 37. Almond, “The Return to the State”, 855. 38. Evans, et al., Bringing the State Back. 39. Aronowitz, y Bratsis, Paradigm Lost, 12. 40. Simón, Más allá de las mesas separadas, 47. REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 69
Jon Azkune Torres esquemas limitados de cada uno.41 En la medida en que el eje principal de la obra de Jessop es la teoría del Estado, será la referencia principal de nuestro enfoque teórico. En lo que respecta a la ruptura entre abstracción y empirismo, tanto el pluralis- mo clásico como el conductismo impulsado por autores como Truman, Dahl, Polsby o Latham mantenían una fe ciega en el empirismo.42 Mientras que las primeras críticas vinieron de parte del pluralismo reformista de Richardson y Jordan y el neopluralismo del segundo Dahl y Lindblom, no fue hasta la teorización por parte de Migdal que esta gran corriente teórica pudo integrar de forma coherente la interacción entre la abstracción y el empirismo.43 Desde un enfoque antagónico, el estructuralismo althusseriano partía de una abstracción pura en la que dominaban las estructuras y “no tenía sentido de- tenerse en los acontecimientos históricos que no pasan de ser un puro anecdo- tario sin capacidad explicativa”.44 Pese a que Theda Skockpol y Fred Block ya ofrecieron las primeras críticas rechazando la obsesión estructuralista por la abstracción fue Bob Jessop quien ofreció una propuesta capaz de unir las mesas separadas. En su opinión, no existe una realidad empírica y científicamente objetiva que no parta de una previa teorización, ni una abstracción teórica que prescinda de un elemento real, concreto y empírico.45 Para superar esta falsa dicotomía desarrolla el método de la articulación, el cual guía nuestra investigación como hemos indicado en la introducción. El método de la articulación integra la dialéctica entre abstracción y empirismo puesto que, partiendo de un plano abstracto y simple, propone un movi- miento que ofrece paso a paso nuevos planos de análisis que nos conduzcan a un nivel más concreto y complejo.46 En ese sentido, antes de analizar las demandas de soberanía y los movimientos nacionalistas contemporáneos en un plano concreto, creemos que es necesario realizar un paso previo, más abstracto y simple y entender qué es el Estado para después ir añadiendo más 41. Ibíd., 425. 42. Ibíd., 455-456. 43. Ibíd., 457. 44. Ibíd., 458. 45. (1983:214). 46. Jessop, The Capitalist State, 213-220. 70 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco planos de análisis que nos acerquen en un plano más concreto y complejo al objeto de nuestra investigación. Por otra parte, la ruptura entre agencia y estructuras mantiene una lógica simi- lar a la anterior. La tradición pluralista comienza con una confianza absoluta en los actores para ir integrando poco a poco elementos estructurales de la mano de Richardson y Jordan primero y en una segunda fase por el neoplu- ralismo de Charles Lindblom y el segundo Robert Dahl.47 En su intento por limitar el impacto del neoestatismo dentro del pluralismo, fue Joe Migdal quien consiguió con acierto integrar la dicotomía agencia/estructura reconociendo la realidad de las instituciones políticas e incluso la importancia performativa de las diferentes concepciones e imágenes de estas.48 En una línea similar, la abstracción de Althusser y Poulantzas está estrecha- mente ligada a su confianza epistemológica en las estructuras en la que los actores no eran más que un mero reflejo de las relaciones de producción.49 Jessop rechaza tanto el determinismo de este enfoque como el reduccionismo de teorías como la de la estructuración de Holmwood y Stewart e integra de forma original estructura y agencia. En su opinión, debemos considerar la selectividad estratégica estructuralmente inscrita de las estructuras y la acción de los actores como calculada estratégicamente y orientada estructu- ralmente.50 Observamos una síntesis de estas ideas en el siguiente gráfico: Gráfico 1. Dialéctica entre estructura y actores Structures Agents External constraints Free-Willed Actions (Dichotomy) q q q q Emergent social structures Partly socialized agents (Dualism masquerading as duality) q q q q Sructurally inscribed Strategically calculated (Dialectical duality) Strategic selectivity structurally oriented action Fuente: Jessop, “Interpretive Sociology and the Dialectic of Structure and Agency”, 124. 47. Simón, Más allá de las mesas separadas, 460. 48. Ibíd., 461. 49. Ritzer, Teoría Sociológica Moderna, 179. 50. Jessop, “Interpretive Sociology and the Dialectic of Structure and Agency”, 124. REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 71
Jon Azkune Torres El análisis de los actores nacionalistas y las naciones contemporáneas debe integrar esa perspectiva estratégica de la estructura y esa dimensión estruc- tural de la agencia. Como veremos más adelante, entre otras cosas, esto es fundamental para entender el proceso de construcción de un demos y una nación diferente al del Estado matriz y de la consideración de las estructuras estatales de esas naciones como estatalidades subalternas. Finalmente, a diferencia de las rupturas anteriores, en lo que respecta a la división entre sociedad y Estado, el pluralismo y el estructuralismo realizan una evolución paralela de una prioridad absoluta a la sociedad a una inte- gración de ambas dimensiones. Mientras que el pluralismo renegaba del con- cepto Estado y priorizaba conceptos como grupos sociales o sistemas políticos el estructuralismo priorizaba la dimensión económica y social del sistema capitalista.51 En ese sentido, a pesar de que Althusser y Poulantzas atribuían cierta autonomía al Estado, en el fondo éste mantenía un rol de epifenómeno de los intereses del sistema capitalista.52 Una vez más son Migdal y Jessop quienes rompen esa dicotomía e integran ambas dimensiones. En su opinión, no se puede mantener una visión está- tica puesto que los aparatos y las prácticas de Estado son materialmente in- terdependientes con otros órdenes institucionales y prácticas sociales.53 En ese sentido, ambas dimensiones son inseparables puesto que el Estado está socialmente integrado y la apariencia de tal división es el resultado del proce- so de construcción estatal contemporáneo. Son indicadas las palabras Tim Mitchell al respecto: The state should be addressed as an effect of detailed processes of spatial organ- ization, temporal arrangements, functional specification, and supervision and surveillance, which create the appearance of a world fundamentally divided into state and society. The essence of modern politics is not policies formed on one side of this division being applied to or shaped by the other, but the producing and reproducing this line of difference.54 51. Simón, Más allá de las mesas separadas, 462. 52. Ibíd. 53. Jessop, State Power, 5. 54. Mitchell, “The limits of the state”, 95. 72 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco Con base en ello, al hablar del Estado, no lo podemos considerar una cosa o un objeto y limitarnos a su ensamblaje institucional ni tampoco un sujeto que tiene vida propia, no es tampoco una herramienta pasiva al servicio del actor dominante que la utilice ni es un actor neutral que ejerza de árbitro de diferentes intereses sociales.55 Siguiendo la definición ofrecida por Poulant- zas, el Estado es una relación social determinada por su forma,56 lo cual, más allá de su definición, tiene efectos de largo alcance a la hora de estudiar el nacionalismo contemporáneo. 3. El Estado como relación social Definir al Estado como una relación social implica que el ejercicio de poder estatal, supone una condensación determinada por la forma del cambiante equilibrio de fuerzas.57 De acuerdo a Jessop, “el poder del Estado refleja el equilibrio de fuerzas predominante, mediado por el aparato estatal con su selectividad estratégica inscrita estructuralmente”.58 Desde esa perspectiva “el Estado puede definirse como un conjunto de instituciones, organizaciones, fuerzas sociales y actividades, incrustadas y reguladas socialmente, seleccio- nadas de manera estratégica y organizadas alrededor de la toma de decisiones que son vinculantes colectivamente para una comunidad política imaginada.59 Jessop entiende por selectividad estratégica, la forma en la que el Estado, con- siderado como un conjunto social, posee un impacto específico y diferenciado sobre la capacidad de las distintas fuerzas políticas para perseguir sus inte- reses y estrategias particulares en contextos espaciotemporales específicos.60 Fruto de esa selectividad, estará más abierto a ciertos intereses, prácticas y discursos que a otros. Tal y como nos indica el investigador británico, “es necesario prestar mucha atención a la selectividad estratégica, estructuralmente inscrita, de las for- 55. Jessop, The State, 54. 56. Poulantzas, Estado, poder y socialismo, 154. 57. Jessop, El futuro del Estado capitalista, 46. 58. Ibíd. 59. Ibíd. 60. Ibíd. REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 73
Jon Azkune Torres mas estatales y regímenes políticos específicos, y alejarse de una teorización abstracta y con frecuencia esencialista a favor de versiones más detalladas de la compleja interacción de las instituciones y las luchas sociales”.61 En ese sentido, el poder no es ejercido por el Estado como tal, sino que depen- de del equilibrio de fuerzas tanto dentro de la sociedad entendida en sentido amplio, como dentro de los propios aparatos del Estado. Como hemos indica- do, sociedad y Estado no son dos dimensiones separadas y opuestas la una de la otra. A la hora de estudiar el Estado debemos entenderlo en su sentido am- plio,62 considerando la compleja interacción entre lo que hemos denominado sociedad y lo que consideramos Estado. Esto, en nuestro caso de estudio será de gran importancia puesto que los actores nacionalistas actuarán de forma estratégica para hacer avanzar sus posiciones en las estructuras institucio- nales e intentarán emplear estas últimas para gobernar su sociedad y generar sobre ella efectos de Estado.63 Además, incluye en ella la movilización social, no solo de partidos políticos, sino de sindicatos y otro tipo de movimientos sociales fundamentales en cualquier proceso de democratización. Más allá de reflexiones abstracta, enumera seis dimensiones interrelaciona- das para estudiar en un plano más concreto al Estado como relación social. Las tres primeras se refieren principalmente a aspectos institucionales formales del Estado: 1) los modos de representación política y su articulación; 2) la articulación interna del aparato del Estado; 3) los modos de intervención y su articulación. Las otras tres dimensiones se refieren principalmente a aspectos sustantivos y estratégicos del Estado considerado como relación social: 4) los proyectos políticos articulados por distintas fuerzas sociales representadas dentro del sistema estatal; 5) el proyecto de Estado predominante con su racionalidad gubernamental y su arte de gobernar y 6) los proyectos hegemónicos que pretenden reconciliar lo particular y lo universal enlazando la naturaleza y los objetivos del Estado con una visión política, intelectual y moral más amplia —pero siempre selectiva— del interés público, de la buena sociedad, 61. Ibíd., 48-49. 62. Gramsci, Cuadernos de la Cárcel. 63. Aplicar sobre ella políticas sociales, por ejemplo, es uno de los efectos de Estado más comunes en los procesos de democratización contemporáneos. 74 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco del bienestar público… Estos proyectos dotan de contenido a los rasgos más formales del Estado.64 En la siguiente tabla, podemos observar de forma sintética las seis dimensio- nes, su definición, su significado y sus aspectos de crisis. Tabla 1. El Estado y sus dimensiones Dimension Definition Significance Crisis aspects Three formal dimensions Modes of These give social forces access Unequal access to state Crisis of representation to state apparatus and power Unequal ability to resist at distance representation from state Modes of lnstitutional architecture of Unequal capacity to shape, make, and Crisis of institutional articulation levels and branches of state implement decisions integration Modes of Modes of intervention inside Different sites and mechanisms of Rationality crisis intervention state and beyond it intervention Three substantive dimensions Social basis of Institutionalised social Uneven distribution of material and Crisis of power bloc state compromise symbolic concessions to ‘population’ Disaffection with to secure support for state, state partles and state projects, specific policy sets, and hegemonic visions State project Secures apparatus unity of Overcomes improbability of unified Legitimacy crisis state and its capacity to act state system by giving orientation to state agencies and agents Hegemonic Defines nature and purposes of Provides external legitimacy for Crisis of vision state for wider social formation state, defined in terms of the hegemony ‘common good’, ‘general will’, etc Fuente: Jessop, The State: past, present, future, 58. Mediante estas categorías, le quitamos al Estado su esencia y podemos estu- diar las diferentes formas de Estado en sus diferentes escalas. 4. Estatalidades subalternas: una definición Con base en el enfoque expuesto previamente, la idea clave es que el poder estatal es un explanandum, no un principio explicativo en sí.65 El explanandum 64. Jessop, El futuro del Estado capitalista, 48-49. 65. Jessop, State Theory, 117-118. REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 75
Jon Azkune Torres hace referencia a algo que debe ser explicado, mientras que el explanans hace referencia a la explicación en sí.66 Por ello debemos considerar lo siguiente: • No podemos considerar el concepto de Estado como un objeto analítico previamente definido. Sin embargo, la teoría del estado debe explorar todas las prácticas que producen efectos de estado.67 • Desde una perspectiva estratégica y relacional debemos rechazar los in- tentos por capturar la esencia del Estado y desarrollar, por el contrario, herramientas teóricas y metodológicas adecuadas para estudiar la varia- bilidad en sus formas, funciones y efectos.68 • Es necesario ampliar el foco para no limitarnos a la institucionalidad y a los aparatos del Estado y estudiar el ejercicio y los efectos del poder estatal como la expresión contingente de un cambiante equilibrio de fuerzas que intentan hacer avanzar sus propios intereses tanto dentro como fuera del sistema estatal. • Finalmente, desde una perspectiva estratégica y relacional es necesario considerar el rol de las prácticas materiales y discursivas a la hora de de- limitar los límites territoriales. Por ello, concluimos que debemos explicar los cambios en la estatalidad para poder explicar las naciones y el nacionalismo contemporáneo. Tras desarrollar en términos abstractos y simples nuestra heurística estratégica y relacional, ofrecemos ahora una definición de lo que consideramos estatalidades subal- ternas. Nuestro objetivo es desarrollar una perspectiva no esencialista tanto del na- cionalismo como del Estado superando, por una parte, la falacia epistémica del nacionalismo y, por otra, enriqueciendo la teoría del Estado. Considera- mos las estatalidades subalternas una reciente expresión del poder estatal y más en concreto de los procesos de descentralización de los estados contem- poráneos. 66. Ibíd. 67. Jessop, The State, 46. 68. Ibíd., 54. 76 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco Tal y como nos indica Saskia Sassen, el territorio, la autoridad y los derechos, son tres componentes que asumen contenidos, formas e interdependencias de carácter específico en cada coyuntura histórica.69 En el contexto que emerge desde finales de la década de los setenta del siglo xx ha habido un proceso de desnacionalización de los mismos favoreciendo un nuevo ensamblaje a escala internacional y el reforzamiento de actores e instituciones de carácter glo- bal. Sin embargo, el reverso de ese proceso lo ofrece el nuevo ensamblaje de territorio, autoridad y derechos a escala regional y el surgimiento de nuevos espacios para la articulación de procesos de democratización diferenciados.70 Tras estas consideraciones, las definiciones que proponemos serían la siguien- tes. Por Estado matriz nos referimos a esas fijaciones espaciotemporales de territorio, autoridad y derechos que tienen reconocidos el estatus de Estado de acuerdo con la legislación internacional. Se estructuran de forma coherente como re- sultado de la interacción de la selectividad estratégica de las estructuras, la orientación estratégica y estructural de los actores, la selectividad estratégica de los discursos y la selectividad de las tecnologías de gobierno. Si esta compleja interacción se guía por los principios de la soberanía popular, se generarán efectos de Estado democráticos. Mediante ese proceso se producirá y reproducirá el demos e igualmente se producirá y reproducirá democráticamente la nación. Por estatalidades subalternas nos referimos a esas fijaciones espaciotemporales de territorio, autoridad y derechos que llevan a la práctica su poder estatal de acuerdo con la capacidad política cedida por el Estado matriz. Se refiere a lo que tradicionalmente han sido consideradas como naciones sin Estado. Al igual que en el Estado matriz, se estructuran de forma coherente como resultado de la interacción de la selectividad estratégica de las estructuras, la orientación estratégica y estructural de los actores, la selectividad estraté- gica de los discursos y la selectividad de las tecnologías de gobierno. Si esta compleja interacción se guía por los principios de la soberanía popular, se generarán efectos de estado democráticos. Mediante ese proceso se producirá y reproducirá el demos e igualmente se producirá y reproducirá democrática- 69. Sassen, Territorio, autoridad y derechos de los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales, 23. 70. Goikoetxea, “Nation and democracy building in contemporary Europe”. REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 77
Jon Azkune Torres mente la nación. Por ello, las estatalidades subalternas son estatalidades dentro del Estado matriz y producen y reproducen democracias subalternas dentro de democracias matrices y naciones subalternas dentro de naciones matrices. La democracia reproduce su sujeto, el demos, y el nacionalismo el suyo, la na- ción. Mientras que la nación puede existir más allá de la democracia, el demos no puede existir sin el nacionalismo.71 En los Estados occidentales actuales, el demos es un tipo de nación y la democracia es un tipo de nacionalismo. Por ello, no tiene ningún sentido analítico diferenciar entre nacionalistas y no nacionalistas. En el contexto europeo actual, las demandas democráticas son demandas nacionalistas (p. ej., el 15M, las demandas contra la austeridad, las reivindicaciones por los derechos sociales, etc.) y las demandas nacionalistas son demandas democráticas (p. ej., las realizadas por el nacionalismo catalán, escocés, vasco, etc.). Con base en ello, considerar las demandas soberanistas actuales simplemente nacionalistas no hace sino reproducir la falacia epistémica del nacionalismo.72 Es decir, se cambia un nombre por otro que tiene un mismo significado, sin embargo, este cambio altera el significado del mismo. En este caso, sobera- nista o democrática se cambia por la categoría nacionalista y de esta forma es relegada al estudio de la particularidad, a la identidad, a la cultura o al reconocimiento de la diversidad. La posición de Goikoetxea sintetiza de forma correcta nuestro argumento: “This is why a book on American international politics is published in a collection on globalization while a book on Catalan international politics is published in one on nationalism, or why an article on women’s subordination is published in a journal on feminism but not in one on democratization”.73 Creemos que los elementos de carácter cultural son imprescindibles a la hora de realizar cualquier estudio, pero estamos de acuerdo con Keating cuando indica que la cuestión fundamental no radica en la diferenciación cultural o étnica, sino en la competición entre diferentes proyectos para reconstruir 71. Goikoetxea, Privatizing democracy. 72. Azkune, Can the subaltern states speak? 73. Goikoetxea, Privatizing democracy, 54. 78 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
¿Naciones sin Estado o estatalidades subalternas? Análisis del nacionalismo contemporáneo desde el caso vasco las comunidades políticas en nuevos niveles.74 El enfoque que defendemos, prescinde del esencialismo a la hora de entender tanto el nacionalismo como el Estado y al adoptar una perspectiva dinámica y relacional pone el foco tanto en los cambios estructurales como en la disputa política. Por ello, desde una perspectiva no esencialista, consideraremos como na- cionalistas matrices a aquellos que entiendan al Estado matriz como el sujeto político principal y al Estado subalterno una entidad subordinada (una región más entre otras). Aquellos que entiendan que tanto el Estado matriz como el subalterno son sujetos políticos cuya relación se debe desarrollar con base en un principio de igualdad, serán considerados nacionalistas subalternos. Propo- nemos estas categorías con el fin de mostrar una aproximación no esencialista de la nación y partir de la premisa de que todos somos nacionalistas.75 Más allá de su planteamiento en un plano abstracto y simple, su aplicación empí- rica requerirá de una clasificación más detallada de acuerdo con propuestas programáticas y posiciones políticas que hagan referencia al locus y al sujeto de la soberanía. El término subalterno fue introducido por Gramsci con el fin de desarrollar un nuevo enfoque en la historia de los dominados.76 En su opinión, lo que era común de los distintos grupos dominados era su condición subalterna. Hacía referencia a la clase trabajadora, el campesinado y a todos esos grupos que se podrían definir, de acuerdo con Rancière, como la parte sin parte.77 Para ofrecer una definición breve, podríamos decir, de acuerdo con Galfarsoro, que la noción de subalterno significa de nivel inferior.78 Esta idea ha sido empleada habitualmente por feministas entre las que debe- mos destacar a Spivak,79 cuyo famoso estudio “¿Pueden hablar los subalter- nos?” inspira la orientación de este trabajo. Desde su punto de vista, a pesar de que los sujetos subalternos tengan la capacidad física de hablar, en realidad, no tienen la capacidad para expresarse porque no tienen un lugar de enun- 74. Keating, The Independence of Scotland Self-government, 48. 75. Cagiao, Micro nacionalismos. 76. Gramsci, Cuadernos de la Cárcel. 77. Zizek, En defensa de la intolerancia. 78. Galfarsoro, Subordinazioaren Kontra. 79. Spivak, “Can the subaltern speak?” REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116 79
Jon Azkune Torres ciación que lo permita. La mujer colonial sería su ejemplo más radical puesto que sería doblemente subalterna por ser mujer y sujeto colonial. En este caso, siguiendo a Spivak, acaba siendo necesaria la mediación e interpretación del intelectual del primer mundo. Haciendo una analogía, en lo que respecta a comunidades políticas e insti- tuciones estatales, la subalternidad se refiere a la relación de dependencia entre la estatalidad subalterna y el Estado matriz. Esta incluye elementos materiales, estratégicos y discursivos. En lo que respecta a la dimensión material, esta dependencia se refiere, en primer lugar, a la necesidad de las estatalida- des subalternas de pedir más capacidad política al Estado matriz para poder producir y reproducir su demos de forma diferenciada (para normalizarlo mediante mecanismos disciplinarios, biopolíticos y regulatorios) o, en se- gundo lugar, para pedir representación propia en las instancias de decisión del Estado matriz. Sin embargo, esta necesidad debe ser estratégicamente articulada por actores políticos, económicos y sociales. En la medida en que es un concepto relacio- nal, debe ser construida discursivamente por partidos políticos, agentes esta- tales, intelectuales orgánicos, movimientos sociales, etc. En ese proceso, se empleará al Estado matriz como “afuera constitutivo”, es decir, como “ene- migo exterior” responsable de los problemas que acechan a la población.80 En la medida en que es un concepto relacional, no podemos definir, ab initio, una serie de características cerradas que nos indiquen cuándo estamos ante una estatalidad subalterna. Sin embargo, creemos que es un proceso que se desarrolla en aquellas consideradas “naciones sin estado” que poseen ciertos resortes de poder estatal. A la hora de realizar un análisis y estudiarlo en un plano más empírico, los criterios sugeridos por Requejo para determinar si un caso concreto puede ser considerado una nación minoritaria nos parecen adecuados. En ese sentido, añade dos criterios a los considerados de forma tradicional (la existencia de singularidades históricas, lingüísticas o culturales y los deseos de obtener un estatus diferenciado y su autogobierno.81 80. Mouffe, El retorno de lo político. 81. Requejo, “Federalism and democracy”. 80 REAF-JSG 33, junio 2021, p. 59-116
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