Semana santa en Lambayeque - Municipalidad Provincial De Lambayeque
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SEMANA SANTA La Semana Santa, “Semana de Pasión” o “Semana Grande”, alternativas denominaciones con las que también suelen llamarla tanto los católicos romanos como los ortodoxos, es una festividad religiosa en que la Iglesia recuerda y conmemora las grandes acciones y sacrificios del hijo de Dios para la redención de la humanidad toda. Es considerada como la festividad más importante del año cristiano, incluso más que Navidad. Este periodo sagrado transcurre, según el punto de vista litúrgico, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, aunque en muchos casos las festividades empiezan desde algunos días antes. Esta es la semana de más intensa actividad dentro de la Iglesia por ser la semana en la que se hace un memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Los días que la conforman son los siguientes: Viernes de Dolor; Sábado de Pasión; Domingo de Ramos; Lunes, Martes y Miércoles Santos; Jueves Santo; Viernes Santo; Sábado Santo o Sábado de Gloria y Pascua de Resurrección o Domingo de Resurrección.
EL DOMINGO DE RAMOS En la liturgia cristiana, el Domingo de Ramos es el primer día de la Semana Santa. En el mismo se conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén montado sobre un asno, en medio de una multitud que lo aclamaba como el Hijo de Dios, siguiendo la narración del Evangelio de San Marcos. Con esta festividad se da inicio a la Semana Santa. Su fecha varía cada año. Hace poco más de una centuria atrás se daban en esta localidad múltiples procesiones y manifestaciones de piedad cristiana con motivo de esta festividad. Convirtiéndose Lambayeque, en esos días, en punto de peregrinación de toda la región. El Domingo de Ramos se celebraban tres procesiones en esta ciudad. La primera en horas de la mañana, en la cual salía el Señor montado en un borriquito que era paseado por las almenías, alrededor del atrio de la Iglesia. Salía por la puerta del “Perdón” que da a la antigua calle de “San Sebastián”, hoy calle “Bolívar”, aquella que mira a la Plaza de Armas de esta ciudad, e ingresaba por la puerta principal o de la “Esperanza”, con frente a la antigua calle “del Cabildo”, después San Roque”, hoy calle “2 de Mayo”. “Una vez que la procesión salía, se cerraban todas las puertas de la Iglesia, con el fin de que fuera tocada la de San Roque y se simulara, de esta manera, la entrada en Jerusalén” (Augusto León Barandiaran, Rómulo Paredes. “A Golpe de Arpa”. Folklore lambayecano de humorismo y costumbres. Edición de los autores. Lima 1934)
Poco después del ingreso al Templo, se procedía a la bendición de las palmas y ramitas de olivo seguidamente se celebraba la Santa Misa, acabada esta y en horas de la tarde salía la procesión muy popular del Señor del borriquito, con la que se daba inicio a la Semana Santa propiamente dicha. La efigie de Jesús sentado en una autentica burra “de mullido y blanco lomo”, amarrado en montura de cajón, con riendas y estribos de fina plata, recorría las calles de la ciudad. Una gruesa soga conducida por el mayordomo guiaba a la burra mientras dos miembros de la hermandad sostenían la imagen del Justo. Esta conmemoración era acompañada de numeroso público, en su mayoría jóvenes y niños. “Esta procesión comenzaba a las tres de la tarde y terminaba, por regla general, a las seis, después que se habían lucido miles de palmas, con infinidad de adornos, como son cintas, de los más variados colores y precios, adornos y un mundo de trabajos manuales, como sortijas, canastas sombreros, etc. todo hecho de la misma hoja de palma”.
“Esta procesión comenzaba a las tres de la tarde y terminaba, por regla general, a las seis, después que se habían lucido miles de palmas, con infinidad de adornos, como son cintas, de los más variados colores y precios, adornos y un mundo de trabajos manuales, como sortijas, canastas sombreros, etc. todo hecho de la misma hoja de palma”. Esta procesión comenzó a salir, a partir de las tres primeras décadas del siglo XX, desde la capilla de la Cruz del Siglo XX, ubicada en la antigua calle del “Hospital” hoy avenida “Charles Suttón”, al noroeste de la ciudad, haciendo su recorrido por la vieja calle “Chancay” hoy “Francisco Bolognesi” y la calle “2 de Mayo” hasta la Iglesia Matriz de San Pedro. Desde el 2000, la festividad solo se celebra en la Iglesia y su recorrido procesional solo abarca el perímetro del cuadrilátero de la Plaza de Armas “27 de Diciembre” de esta ciudad. En horas de la noche del mismo Domingo de Ramos salía otra procesión la del Señor del Huerto. Una imagen de regular tamaño de Jesús, solo, de pie, orando, en un anda de madera “profusamente adornada con palmas, ficus, flores y frutos”, simulando, no cabe duda, el huerto de Getsemaní. Le seguía el anda de los apóstoles y en ella Pedro en actitud de cortarle la oreja a Malco”. Las imágenes de Pedro y Malco de este antiguo “Paso” han desaparecido con el correr de los años. Estas andas las cargaban los hombres del pueblo y las seguían el cura y una banda de músicos.
LA ÚLTIMA CENA Es la representación en imágenes de la última Cena del Señor y sus doce apóstoles. Este grupo estaba formado por hombres que Jesús llamó personalmente y que le acompañaron en su misión de instaurar el Reino de su Padre, fueron testigos de sus palabras, de sus obras y de su resurrección. Se trata de un conjunto escultórico muy curioso y que por su peso procesiona sobre una plataforma de madera con ruedas. Jesús preside la mesa, de mantel largo, que se encuentra muy bien surtida de pan o bizcochos, vino y variedad de frutas. A su costado izquierdo la imagen de San Juan, el discípulo amado, y a su diestra la del apóstol San Pedro, alrededor de la mesa los apóstoles Andrés, Bartolomé, Felipe, Judas Tadeo, Mateo, Simón, Santiago el mayor, Judas Iscarioti, Santiago el menor y Tomás. Se trata de Imágenes “de vestir” o “de candelero”, que no sobrepasan los 100 cm. de altura. La cabeza, el tronco y los brazos articulados de la imagen de Jesús se encuentran tallados en madera policromada y ojos de cristal. El candelero se compone de una estructura de cuatro listones de madera sobre una base cuadrada de madera. En cuanto a las figuras de los apóstoles solamente la cabeza se encuentra tallada en madera policromada con ojos de cristal; con hombreras de tela acolchada que le dan forma de un busto sin brazos. El candelero se compone de una pequeña estructura de cuatro listones de madera sobre una base cuadrada de madera. Visten una especie de poncho elaborado en burda tela de diversos colores. Suponemos datan de principios del siglo XIX, y habrían sido realizadas en algún taller de la ciudad de Quito. Este grupo escultórico con sus respectivos vestidos, incluido el Señor de la Cena con sus tres potencias de plata y cabellera postiza, perteneció a la Cofradía del Santísimo Sacramento de la Iglesia lambayecana, y consta que fueron retocados en los primeros años del siglo XX, tal y como se lee en un viejo Inventario perteneciente a esta Cofradía que se conserva en el Archivo Parroquial de esta ciudad.
SEÑOR DEL HUERTO
EL SEÑOR DEL HUERTO Escultura “de candelero” o “de vestir”, solamente la cabeza, busto y manos están realizadas en madera policromada, tiene ojos de cristal. Data de finales del siglo XVIII y su autor es anónimo. Se le representa de pie y de frente. Con larga cabellera postiza recogida hacia atrás dejando expuestos los lóbulos auditivos de ambos lados, la frente amplia surcada con pequeños hilos de sangre, cejas delineadas color castaño, la mirada ligeramente hacia arriba, las pestañas superiores e inferiores pintadas, la nariz recta, la boca cerrada, bigote partido con las partes cercanas a las comisuras rasuradas y barba rizada color castaño oscuro. Los brazos flexionados, a la altura de la cintura y extendidos hacia delante, con las manos abiertas en actitud implorante. Viste túnica de terciopelo morado, ciñe su cintura un ancho cinturón del mismo tono. Corona su testa a manera de aureola tres potencias de plata.
SEÑOR DEL PRENDIMIENTO
EL SEÑOR DEL PRENDIMIENTO Imagen “de vestir” o “de candelero”. La cabeza y manos talladas en madera policromada, ojos de cristal. Rostro completamente repintado. Data de finales del siglo XVIII y su autor es desconocido. Jesús esta de pie, resignado, sumiso, humilde y solo. Tiene la frente amplia, cinco hilillos de sangre le corren por esta. Tiene la mirada ligeramente hacia abajo, cejas arqueadas, parpados pintados. En la mejilla izquierda muestra una laceración y tumoración verdosa; nariz recta, boca cerrada, cabellera negra y liza, bigote con las partes cercanas a las comisuras rasuradas, barba rizada y ligeramente bífida, de color negro. Los brazos extendidos hacia abajo con las muñecas de ambas manos entrelazadas a la altura del vientre con grueso cordón de hilo color blanco. Tres potencias doradas exornan su testa. Viste túnica de paño color vino con fajín del mismo tono, ambos bordados en finos hilos dorados.
SEÑOR DE LA COLUMNA
SEÑOR DE LA COLUMNA. Hermosa talla de madera policromada y ojos de cristal. Mide 163 cm. de altura. Data de finales del siglo XVIII y su autor es desconocido Se trata de una trágica representación de Jesús flagelado. Se le muestra de cuerpo entero, de pie y de frente. Como única vestimenta un sudario elaborado en tela encolada, cubierto por un faldellín de color morado. La cabeza, que lleva tres potencias plateadas, se encuentra levemente inclinada hacia el hombro derecho. El rostro ovalado, la frente despejada. Cejas arqueadas; la mirada baja refleja gran sufrimiento, con un extraño y trágico brillo; los ojos con el iris color castaño oscuro; nariz recta y prominente; los labios, bien dibujados y gubiados y ligeramente entreabiertos. La cabellera larga y rizada, dejando visible buena parte del pabellón auditivo del lado izquierdo. La barba corta y rizada. Los brazos flexionados, cruzados y enlazados a la altura del abdomen, la muñeca de la mano derecha monta la de la mano izquierda. Esta apoyado en su pie y talón izquierdo, con la pierna derecha ligeramente flexionada hacia adelante, dejando el talón en el aire. A su costado izquierdo, y a la altura de la cadera, una especie de columna, exenta, de madera dorada. La imagen muestra una carnadura de tonos claros, salpicada por huellas de laceraciones y tumoraciones, destacándose las de la parte media de la espalda, donde también son remarcados los huesos que la conforman.
CRISTO POBRE Lograda talla barroca de 117 cm. de altura, realizada en madera policromada, ojos de cristal y sudario de tela encolada. Su autor es anónimo. Sabemos fue trasladada a la Iglesia San Pedro de Lambayeque en febrero de 1785. Costearon su fábrica los señores Manuel Albujar y Antonio Farro, indios originarios del pueblo de Lambayeque, quienes a su vez fueron sus primeros mayordomos. (Jorge Izquierdo Castañeda. “Una Joya del arte virreinal en Lambayeque”. Suplemento Dominical del Diario “La Industria” de Chiclayo. 12 de octubre de 2008). Es la representación de Jesús en uno de los momentos más dramáticos de su Pasión. Se le muestra de contextura delgada y semidesnudo. Su semblante ofrece una expresión de angustia y abandono, con la mirada hacia abajo y los parpados sombreados, la nariz recta, los pómulos acusados, la boca entreabierta mostrando claramente los dientes superiores tallados y parte de la lengua. La barba ligeramente bífida. Se encuentra sentado sobre una silla de madera de moderna factura y dorada con purpurina, asiento de pana color rojo. Las piernas cruzadas, el pie izquierdo descansa sobre un cojín forrado en tela de pana color rojo. La cabeza y el tórax ligeramente hacia delante y ladeados hacia el lado derecho del cuerpo. La cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha descansa sobre la mano del brazo derecho, cuyo codo se asienta en la pierna del mismo lado. El brazo izquierdo cruzado descansa sobre la pierna derecha. Es fin se trata de un Varón de carnaciones mate, con visibles heridas en ambas rodillas, hombros y espalda, producto del Vía Crucis y la flagelación. Procesiona cubierto con un rico manto de terciopelo rojo ricamente bordado en finos hilos dorados, y tres potencias de plata a manera de aureola.
JESÚS NAZARENO Representa una de las caídas de Cristo con la cruz a cuestas en la calle de la Amargura mientras camina hacia el más alto y generoso de los sacrificios en el monte del Calvario. Se trata de una efigie, de vestir, aunque aparentemente parezca una talla completa, como erróneamente se puede juzgar en una observación parcial. Una observación más detenida e integral permite comprobar que tan sólo se trabajaron las partes más visibles, como son la cabeza, pies, antebrazos y manos (articuladas), elaborados en madera de cedro policromada y ojos de cristal, mientras que al resto del cuerpo se le dio tan sólo forma y volumen pero no talla y encarnación. Su autor es anónimo y dataría de la primera mitad del siglo XVIII, Muestra el Nazareno la cabeza levemente girada a la derecha. Su rostro alargado, posee rasgos serenos y varoniles. Finos hilos de sangre parten de la frente ancha, las fosas nasales y las comisuras de los labios. La nariz recta y pronunciada, de inspiración judaica, prolongada por cejas levemente arqueadas en sus extremos, en la mejilla del lado izquierdo se puede observar la herida producida por el bastonazo que le dio un guardián de Caifás. Acusa el rostro casi extenuación, agobiado por el peso de la cruz y el duro castigo de los azotes, reforzando este efecto los párpados caídos y la mirada triste y resignada. El bigote nacido a partir del surco nasolabial y la barba, apuntada y ligeramente bífida, enmarcan una boca entreabierta por la que asoma la dentadura inferior y parte de la lengua trabajadas con minuciosidad en la misma madera. Lleva procesionalmente largos cabellos postizos que cubren su original cabellera, partida al medio y recogida hacia atrás, con una leve e intencionada deformación de los parietales para ahormar la corona de espinas que es sobrepuesta. Viste un atuendo morado ricamente bordado.
LA VERÓNICA Aunque a este personaje no se le cita en los evangelios, existen referencias en los evangelios apócrifos, y su leyenda se extendió a partir de la Edad Media. Dicha mujer según la tradición se abrió paso entre la multitud que acompañaba a Jesús en su camino al calvario, y con un pañuelo limpió el sudor y la sangre que corría por su faz. Se trata de una escultura de regular tamaño, realizada en pasta de madera, tela encolada y ojos de cristal. Data de principios del siglo XX y su autor es anónimo. Se le muestra de cuerpo entero, de pie y de frente. De rostro ovalado, con la cabeza ligeramente inclinada hacía la izquierda, con aureola de metal plateada. La mirada ligeramente hacía arriba, frente amplia y despejada, cejas delineadas color castaño oscuro, nariz recta, boca entreabierta que deja traslucir los dientes superiores, labios y mejillas sonrosadas. Sus brazos flexionados a la altura de la cintura y hacia adelante, las manos abiertas, con los dedos ligeramente flexionados en actitud de sostener el velo impreso con las facciones de Jesús. Viste tocado de color blanco, túnica de color lila, y manto abierto de color castaño claro con revés celeste, ciñe su talle una correa dorada. Se encuentra descalza.
CRISTO DE LA AGONÍA Escultura de tamaño natural de mediados del siglo XVIII, realizada en fina madera de cedro policromada y ojos de cristal. Se trata de una dramática representación barroca de Cristo vivo en la cruz, en el momento de la expiración. Jesús eleva ligeramente la cabeza hacia la derecha, y dirige la mirada, ya carente de visión, al cielo clamando al Padre las últimas palabras. La corona de espinas es superpuesta y la abundante cabellera, La abundante cabellera ha sido modelada a base de suaves rizos que caen sobre la espalda, dejando descubiertas ambas orejas. La barba redondeada recibe el mismo afán naturalista en su modelado. El semblante del Varón ofrece una expresión de angustia y abandono, con el entrecejo fruncido, los ojos entreabiertos, las pestañas pintadas en la madera, el perfil hebraico, la nariz recta y perfilada esta dotada de aletas de correctas dimensiones. Los pómulos acusados y los labios amoratados y abiertos, mostrando claramente los dientes superiores tallados. El cuello aparece notablemente tensionado por la forzada posición de la testa. Los brazos colgantes del travesaño y las manos con las palmas extendidas y los dedos ligeramente flexionados. El sudario es de tipo cordífero, y forma un nudo en la cadera derecha que se encuentra descubierta. La talla presenta una anatomía ampulosa en el modelado de ambas piernas, es de carnaciones claras, con abundancia de heridas en su piel y regueros de sangre, destacando las heridas de sus hombros, manos, rodillas, pies y del pómulo izquierdo. Se halla crucificado por tres clavos, montado el pie derecho sobre el izquierdo. La Cruz es de formato rectangular, plana, y de color verde. El fraile dominico Ángel Menéndez Rúa nos dice que fue traído de Quito, por encargo del señor don José Silva Ruiz para el oratorio de la Tina o taller de elaborar jabón y curtir pieles de San Judas Tadeo, del cual era propietario. Arruinada completamente la Tina, como consecuencia de las torrenciales lluvias e inundación de marzo de 1871, el Santo Cristo pasó donado a la Iglesia. (“Boceto Histórico de la Iglesia de Lambayeque”. 1935). Debemos agregar que la Tina del señor Silva se ubicaba en los terrenos donde hoy se levanta el Centro Educativo “Antonieta Sara A. Bullón” de esta ciudad.
CRISTO YACENTE Se trata de una talla completa de tamaño natural, realizada en fina madera de cedro policromada de claro estilo barroco. Se muestra en posición decúbito supino, bien depositada en el interior de una urna de madera, adornada en sus cuatro esquinas por Ángeles alados, de rodillas y en actitud orante, a modo de sepulcro, toda cubierta en finas hojas de pan de oro. La escultura se encuentra bien colocada sobre un lecho de color lila, también de madera. Tiene la cabeza ligeramente inclinada hacia delante por encontrase apoyada sobre un cojín o almohada y la cabellera desplegada en varias madejas de cabello a ambos lados de esta. De rostro sereno, con los brazos extendidos a lo largo de su cuerpo y las manos ligeramente cerradas, las piernas y los pies juntos. No se trata de un Cristo sangriento y destrozado, magullado por los azotes y el castigo. Al contrario, demuestra ternura y cuidados. Cubre sus partes más intimas un paño de pureza. Esta significativa obra de arte fue ejecutada por el peruano C. Alberto Nalli. Fue Obsequiada a esta Iglesia en 1927, por uno de sus más notables hijos el Presidente Augusto Bernardino Leguía Salcedo.
VIRGEN DE DOLORES Imagen que procesiona bajo palio. Se trata de una escultura “de vestir” o “de candelero” solamente la cabeza, el busto y las manos, estas últimas articuladas, están realizados en madera policromada, con ojos de cristal. Data de mediados del siglo XVIII y su autor es desconocido. Entendemos por candelero al maniquí formado por un armazón de madera compuesto por dos secciones troncocónicas unidas entre sí para darle una forma corporal, en cuya parte superior se coloca el busto tallado y los brazos articulados. Para darle una mayor consistencia, este armazón de listones esta recubierto con tela. La Virgen de los Dolores es la figura indispensable e indisoluble de la Semana Santa. Su nombre responde a esa tradición medieval que representa a la Madre angustiada por el inmenso dolor producido por la Pasión y Muerte de su Hijo. La imagen muestra un rostro, con un leve giro a la izquierda, formado por un ovalo de perfectas proporciones, con cejas rectas y la frente despejada, sus ojos oscuros, serenos, de mirada introspectiva. Se le representa como una doncella en plena juventud a pesar de que esto sea un anacronismo en comparación con la realidad bíblica, esto como símbolo de su Virginidad. La pequeña boca de finos labios cerrada, la nariz recta y pequeña, los parpados, las mejillas y el mentón sonrosados. Va engalanada con preciado tocado, vestido blanco adornado con motivos florales elaborados en finos hilos dorados y un largo manto negro, que manifiesta su soledad y luto, decorado con hermosos bordados dorados. Porta sobre su cabeza una diadema con ráfagas por tratarse de la Reina de los Cielos. Sus manos, entreabiertas al más puro estilo sevillano, portan el pañuelo para enjugar sus lágrimas. Sobre su pecho el corazón llameante traspasado por siete puñales como símbolo del amor atravesado por los siete dolores que debía padecer según las Escrituras. Estos son: Profecía de Simeón el día de la Presentación en el Templo, Huida a Egipto, Pérdida de Jesús en el Templo y su encuentro entre los doctores, el Encuentro de Jesús con su Madre camino del Calvario, la Crucifixión, la Entrega de Cristo muerto en su regazo y, por último, la Sepultura de su Hijo.
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