ARQUITECTURA TRADICIONAL. MERCADO Y DISCURSOS IDENTITARIOS
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Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios* Juan Agudo Torrico Universidad de Sevilla. España** La arquitectura tradicional constituye un ejem- Hablar de arquitectura “popular” andaluza, ga- plo paradigmático de lo que está ocurriendo con una llega, vasca, extremeña, mallorquina, etc. es remitir- parte significativa de nuestro patrimonio etnológico. nos a unas imágenes muy concretas –más o menos Por una parte, la referencia a la misma nos aparece- idealizadas y/o estereotipadas- de unas viviendas, rá como una constante entre las señas de identidad caseríos, masías o cortijadas, paisajes urbanos, etc. que representan a toda colectividad étnica. Hasta el con los que asociaremos a dichos pueblos y cul- punto de que, significativamente, en las leyes au- turas. Y aún más, no es extraño que si, a su vez, tonómicas sobre el patrimonio cultural/histórico queremos matizar la diversidad interna de dichas promulgadas en España, a la hora de hablar de los colectividades étnicas o regionales, de nuevo la ar- contenidos de los capítulos o títulos que las compo- quitectura nos aparezca como uno de los más des- nen, las lógicas generalizaciones en alusión a dichos tacados “matices” a la hora de hablar de comarcas, contenidos van a quebrarse, como después veremos, áreas culturales o incluso identificaciones locales. para hacer referencia a las casuísticas específicas de Buen ejemplo de ello es Andalucía y la extraordi- las arquitectura tradicionales o populares de los di- naria, y desconocida, variedad de arquitecturas que ferente territorios. podemos encontrar en sus diferentes comarcas1. Por otro lado, arquitectura monumental y tradi- cional irán, al menos en teoría, siempre de la mano, * Este texto ha seguido, en cierta manera, un proceso inverso creando unos paisajes culturales urbanos indisocia- al de otros escritos con vocación, o al menos intención de que lo bles y definitorios de la personalidad de las diferen- sean, de documentos de reflexión, yendo desde lo concreto a lo tes poblaciones: no se concibe el conjunto monu- general. En su esencia, ha constituido la base de intervenciones en foros de discusión-difusión comarcales (“Arquitectura tra- mental de la Alhambra granadina sin el barrio del dicional. De patrimonio modesto a patrimonio molesto”. XVIII Albaicín que la envuelve, los conjuntos históricos Jornadas del patrimonio de la Sierra de Huelva. Diputación de Córdoba o Sevilla sin la referencia a sus numero- de Huelva. Huelva. 2004. Págs. 27-57) o locales “Arquitectu- sos barrios “populares”, como son los de la judería, ra tradicional. Patrimonio modesto e identidades. Pensando en San Basilio, Santa Cruz, San Gil, Triana, etc. Écija. Actas de las II jornadas de protección y conservación del patrimonio histórico de Écija. “Patrimonio inmueble urbano y rural, su epidermis y la Ley de Protección. Asociación amigos de Écija. Córdoba. Pág. 67-93), en los que los contenidos del mismo están adaptados con ejemplos extraídos de los territorios 1. J. Agudo Torrico. “Espacios urbanos y arquitectura tra- de referencia. Pero también lo considero un documento base de dicional.” Gabriel Cano (dir.) Gran Enciclopedia Andaluza del reflexión sobre nuestra arquitectura tradicional andaluza, con siglo XXI. Conocer Andalucía. Vol. VII. Ed. Tartessos. Sevilla. las problemáticas de indefinición y ambigüedad de las políticas 2001, Págs. 294-357; A. Gil Albarracín, A.: Arquitectu- de valoración y conservación que le afectan. Y con esta función ra y tecnología popular en Almería. Griselda Bonet Girabet. ha sido recuperado y reelaborado para este Congreso. Almería, 1992; M.A. Sorroche Cuerva. Poblamiento y ** Departamento de Antropología Social. Universidad de arquitectura tradicional en Granada. Patrimonio de las co- Sevilla. Grupo para el estudio de las identidades socioculturales marcas de Guadix, Baza y Tierras de Huéscar. Universidad de en Andalucía -GEISA- (S.E.J. 0149 del P.A.I.) Granada. Granada. 2004. 37
Juan Agudo Torrico Aunque, aún en estos casos, no por ello quede “El patrimonio tradicional o vernáculo construido garantizada la preservación de esta arquitectura tra- es la expresión fundamental de la identidad de una dicional, tal y como ocurre con la peculiar situación comunidad, de sus relaciones con el territorio y, al y polémica creada en torno a los corrales y patios de mismo tiempo, la expresión de la diversidad cul- vecinos existentes en buena parte de las ciudades y tural del mundo” (Carta del Patrimonio Vernáculo grandes poblaciones andaluzas2. construido. ICOMOS. México, 1999). Y otro tanto podríamos decir de la arquitectura Pero al mismo tiempo, esta parte de nuestro pa- rural que ha contribuido a perfilar los paisajes cultu- trimonio cultural es también un patrimonio en uso rales de nuestros campos: no se conciben los montes en una situación de enorme riesgo. Su incuestiona- vascos, gallegos o catalanes sin la imagen de los ca- ble capacidad de evocación no impide que en mu- seríos o masías, ni los campos andaluces sin cortijos chos casos sea una arquitectura en fase de abandono y haciendas. –espacios agroganaderos de cortijadas e incluso de Son razones que han hecho, aún antes de que se las viviendas rurales urbanas, oficios y actividades hablase de su valor patrimonial-identitario, que su económicas en desuso– y, sobre todo, sometida a imagen nos aparezca vinculada desde muy remo- una imparable ley de mercado, donde los viejos ar- to con las señas identitarias más primarias de todo gumentos de confrontación entre tradiciones arcai- colectivo por su relación entre cultura y territorio, zantes y trasnochadas frente a unos cuestionables entre cultura y organización social, entre cultura y discursos de modernidad, se activan en perjuicio de recursos productivos. Un viejo texto de Torres Bal- esta arquitectura; sobre todo en lugares donde las bás, ya enfatizaba esta circunstancia en 1934 cuan- sustitución de la misma se traduce en pingües bene- do nos decía: “La arquitectura popular ... por ser ficios inmobiliarios. utilitaria, local y adaptada al modo de vivir familiar, Los argumentos para ello van a ser muy varia- constituye, uno de los signos más distintivos de la dos, dependiendo de la estrategia de los discursos nacionalidad, una pura creación del medio. En sus político-economicistas más adecuados según que obras no queda nada al capricho o al azar; edificán- contexto territorial. Cuando se trate de justificar su dose con los recursos del país, según procedimien- destrucción, los argumentos irán desde su considera- tos populares”3. En el mismo sentido, en uno de los ción de signo inequívoco de “atraso” y “ruralismo”, documentos en los que se valora de forma explicita a aquellos otros especialmente negativos que lejos y contundente el significado de esta arquitectura tra- de considerar esta arquitectura como el reflejo de un dicional, llega a afirmarse su condición de expre- modo de vida adaptado a un determinado territorio y sión identitaria “fundamental” de toda colectividad: experiencia histórica, la consideran como el reflejo de la imposibilidad de cualquier otra elección crea- tiva por razones de “pobreza” y/o “aislamiento”. En 2. Su significación como parte de la “cultura popular” an- daluza nadie parece cuestionarla. A su existencia se vincula un otras ocasiones podemos asistir a una defensa inte- determinado modo de vida urbana, unos rituales propios –cruces resada, incluso conservacionistas a ultranza de esta de mayo–, cantes y bailes específicos –es frecuente su vincula- arquitectura, si en ello estriba su rentabilidad eco- ción con el mundo del flamenco, dando como resultado incluso nómica como “consumo de tradición”. En tal caso, la música y cante específico de las “corraleras” de Lebrija–, o lo rural, aislado, adaptaciones ecológicas –véase el caracterizado la imagen de barrios enteros, como el de Triana y San Gil de la ciudad de Sevilla, o el de San Basilio de Córdoba. significativo ejemplo de la valoración actual de las Sin embargo, ello no ha garantizado la apuesta para su rehabi- viviendas en cuevas– se transforma en una imagen litación y conversión en viviendas dignas –tampoco hay que positiva de modos de vida integradores del pasado y olvidar frente a la frecuente imagen idealizada del pasado que el presente, de la naturaleza y creaciones humanas, fueron concebidos en gran medida como infraviviendas para el proletariado urbano del momento– que garantizasen su preser- ofrecidos como alternativa, irónicamente, a unos vación como parte del entramado urbano. Por el contrario, lejos modos de habitar en los que precisamente se ha de la incuestionabilidad de este principio de preservación, su justificado y justifica la destrucción de esta misma desaparición total ya se ha consumado en ciudades como Mála- posibilidad. ga, y en otras como Córdoba o Sevilla su presencia tiene ya un mero carácter testimonial –sin que se haya frenado este proceso Ejemplos de ambas circunstancias son muy de extinción–, enfrentada cualquier argumentación en defensa abundantes en Andalucía. El primero de los argu- de dicha preservación a unas especulativas leyes de mercado mentos ha sido y es el dominante para justificar fundamentadas en el predominio absoluto de su condición de la destrucción de buena parte de nuestros centros propiedad privada y problemáticas de su rehabilitación. urbanos y la práctica totalidad de los conjuntos ur- 3. Torres Balbas, L. “La vivienda popular en Espa- ña”. F. Carreras Candi, (dir.) Folklore y Costumbres de España, banos en las ciudades y poblaciones con un cierto vol. III. Ed. Alberto Martín. Barcelona, 1934. Págs. 137-502. dinamismo económico y, sobre todo, en las áreas — 38 —
Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios costeras controladas por el monocultivo turístico de que están siendo adquiridas por forasteros (naciona- sol y playa. Este proceso de destrucción, del que ni les e internacionales), con frecuencia como segundas siquiera se ha salvado o salva la propia arquitectu- viviendas o para destinarlas al sector servicio (hos- ra monumental salvo que tenga un carácter de ex- pedaje, restaurantes y bares, tiendas) lo que está su- cepcional valor (quedando entonces erigida en “el” poniendo un extraordinario incremento de su precio patrimonio histórico-artístico del lugar), práctica- que las hace inasequibles para los propios naturales mente ya ha culminado en buena parte de las pobla- del lugar, y originando el desplazamiento de estos ciones del litoral almeriense (con ejemplos de espe- habitantes hacia la periferia de sus mismos pueblos, cial dramatismo como es la población de Mojácar), al mismo tiempo que se transforma radicalmente malagueño (ejemplos paradigmáticos de Marbella o (bajo la apariencia de su inmutabilidad estética) la Estepota), y granadino (ejemplos similares de Mo- estructura social y económica con nuevos modelos tril o Almuñecar), extendiéndose en nuestros día a socioculturales que poco o nada tienen que ver con áreas que quedaron relegadas del boom turístico de el hábitat tradicional del lugar. Buen ejemplo de ello los años 70-80, pero que hoy se encuentran inmer- es lo que ocurre en las poblaciones de Ronda o de sas en un fenómeno de similar expansión urbanísti- Vejer. En esta última, de forma paradigmática dada ca especulativa que está afectando con extraordina- la estructura social tradicional de pequeños campe- ria virulencia a las poblaciones de la costa gaditana sinos y jornaleros que la caracterizó, el desorbitado (ejemplos de Zahara de los Atunes, Conil, Chipiona, precio que han alcanzado las viviendas en su bien Sanlúcar de Barrameda, etc.) y onubense. Y hacia conservado casco histórico, está haciendo que sus el interior de Andalucía, el proceso de crecimiento habitantes se estén desplazando hacia las nuevas urbano en torno a las áreas metropolitanas de las barriadas periféricas que contrastan, con respecto a grandes ciudades (Sevilla, Granada, Málaga, Cádiz) la antigua población paulatinamente ocupadas por está provocando un fenómeno semejante que está restaurantes, tiendas y residentes forasteros (buena afectando a comarcas enteras en un proceso difícil- parte de ellos extranjeros) por su condición anodina; mente parable. e incluso cuestionable planificación urbanística, ca- Por el contrario, en relación a la segunda de las lidad de las nuevas edificaciones, y servicios de que circunstancias referidas de significativas políticas están dotadas pese a su “modernidad”. de protección por el creciente valor de mercado que Ambos situaciones, su destrucción física sin más puede llegar a tener esta arquitectura tradicional, o su conversión en “parques temáticos” concebidos hacia el interior de Andalucía (Sierras de Aracena, únicamente para un consumo turístico, debiera obli- de Cádiz o de Grazalema, Alpujarras y Valle del Le- garnos también a replantearnos su significado, y que crín granadinas, etc.) el proceso es aparentemente su problemática no se limita a la cuestión simplista diferente. En estas comarcas y poblaciones su valor de su conservación física o destrucción. No se trata de mercado radica en su “ruralidad” y “autentici- sólo de preservar su estructura material (plazas, edi- dad” como poblaciones bien conservadas. Este ficios, técnicas constructivas) sino también de poner hecho está originando un doble proceso. Primero la en valor los modelos de hábitat, de estructuras para reafirmación folclorista de un tipismo que responda la convivencia, que las originó y justifican sus pe- a las expectativas de consumo de ocio-turismo tanto culiaridades y valores. Retomando el texto citado de extranjeros como, crecientemente, de grandes de la Carta del Patrimonio Vernáculo construido, se poblaciones urbanas más o menos alejadas; con la dice en ella “El Patrimonio Vernáculo no sólo obe- consiguiente afirmación de este ruralismo expresa- dece a los elementos materiales, edificios, estruc- do en la decoración machaconamente etnografista turas y espacios, sino también al modo en que es (colgadura de viejos utensilios y objetos del pasado usado e interpretado por la comunidad, así como a en las paredes de restaurantes, hoteles, etc.) y abuso las tradiciones y expresiones intangibles asociadas de una estética decorativa igualmente ruralista en la al mismo”. que, por ejemplo, se abusa de la madera y piedra Retomando de nuevo la cuestión acerca de las vista carente de cualquier otra funcionalidad que paradojas con las que nos vamos a encontrar a la nos sea la ornamental aplicada por igual a las nuevas hora de definir y valorar la arquitectura tradicional, construcciones y a las frecuentemente cuestionables no debemos olvidar que la defensa de aquellos com- “restauraciones” de viejos edificios. Y, en segundo ponentes de nuestro patrimonio cultural que meto- lugar, como fenómeno relativamente nuevo y con un dológicamente incluimos dentro de la calificación incremento considerable en fechas recientes, de la de etnológicos (de los que forma parte destacada creciente demanda de estas viviendas tradicionales la arquitectura tradicional) tendrá una considerable — 39 —
Juan Agudo Torrico aceptación, en labores de difusión, inventarios, pu- En segundo lugar, dentro del propio imagina- blicaciones, jornadas o congresos, etc. siempre que rio colectivo, existe una falta de consideración de hablemos de música, gastronomía, rituales, o tradi- esta arquitectura como expresión de una historia y ciones orales. Es decir, siempre que nos centremos modos de vida compartidos, específicos de un de- en aspectos de nuestra cultura tradicional fáciles de terminado territorio. Actualmente nadie parece ya incentivar en consonancia con los discursos forma- cuestionar el hecho de que los testimonios del “gran listas acordes con la eclosión identitaria en vigor patrimonio” histórico, por su condición de evoca- (desde lo local a lo étnico) y que o bien no entran ción del pasado, de testimonio de los grandes estilos en conflicto directo con intereses de mercado en y de los periodos temporales con los que se rela- cuanto a la obtención especulativa de beneficios a cionan, se conviertan por sí mismos en un valioso corto plazo, o bien porque su conservación y pues- patrimonio colectivo a proteger: por el vinculo au- ta en valor pueda suponer una rentabilización como tomático que hemos creado entre historia (pasado) consumo de tradición (véase al efecto el creciente e identidad. Sin embargo, este mismo vínculo de interés por las fiestas gastronómicas o exaltación evocación histórica, paradójicamente, se lo nega- de las fiestas tradicionales) de acuerdo con la nueva mos a la arquitectura tradicional: no sólo se cuestio- concepción de la cultura como mero “recurso” nará la relevancia de sus posibles valores estéticos económico. (aunque sí se reconoce la existencia de peculiares Sin embargo, cuando de lo que se trata es de estilos regionales o comarcales que caracterizan y arquitectura tradicional, más que hablar de un “pa- diferencian las arquitecturazas tradicionales entre trimonio modesto” en el sentido paternalista con el si), sino que el mismo criterio de antigüedad cente- que se suele definir el patrimonio etnológico frente naria, aparentemente neutral por cuanto es un mero al otro gran patrimonio culto, de lo que habría que factor cronológico, tampoco le será aplicado pese hablar es de un “patrimonio molesto”. Algunas de a que viviendas, posadas, fuentes, acequias, etc. lo las razones las hemos apuntado anteriormente, en cumplen sobradamente. esa falsa lucha entre tradición y modernidad; pero Y cuando se la valora, con frecuencia primero hay otras que debemos apuntar, como son: se “monumentaliza” aquella parte, o ejemplos, de la arquitectura tradicional a proteger, procediendo en no pocas ocasiones a aislarla del contexto del Peculiaridad de las valoraciones colectivas en que forma parte, para que cumpla así los requisitos las que se fundamentan las razones del origen preestablecidos del patrimonio históricos-artístico y pervivencia de esta arquitectura tradicional, envuelto en los criterios de excepcionalidad, singu- en cuanto a los conceptos de tiempo y uso, no laridad y escasez: ejemplo de las grandes haciendas siempre a favor de su autoestima y consideración olivareras andaluzas, o de casas de vecinos que se como patrimonio digno de ser preservado. valoran no tanto por su condición de construccio- nes relacionados con unas determinadas tecnolo- En primer lugar, nos vamos a encontrar con un gías, procesos productivos o modos de vida, o por sentimiento de “propiedad” personal/familiar (ori- su significación en la dinámica de transformación gen, vinculación afectiva, experiencias con las que sociocultural que han seguido, sino por la condi- se relacionan las historias peculiares de cada casa ción palaciega del edificio original5, o por la calidad tradicional) en la que no se cuestiona su plena dispo- arquitectónica del inmueble o parte del mismo. Lo nibilidad de uso y destino; una disponibilidad que, significativamente, es ya cuestionada abiertamente protegidos por las leyes de patrimonio y las escasas contrapres- en el caso del gran patrimonio monumental, donde taciones que reciben por ello (fiscales, ayudas económicas para su significación, de evocación compartida, prima su sostenimiento, etc.) sigue siendo una de las cuestiones más sobre este individualismo; lo que justifica que se recurrentes en el debate sobre el patrimonio arquitectónico. acepte, e incluso se exija, desde la propia comuni- 5. Un ejemplo paradigmático de ello lo tendríamos en el proceso que se ha seguido en la valoración y propuestas de me- dad tanto estas restricciones en el uso y destino que didas de protección de la casa de vecinos sevillana del Palacio pueden darle sus propietarios jurídicos, como que se del Pumarejo hasta su inclusión en el Catálogo General del Pa- acepte que se destine a su conservación importantes trimonio Histórico de Andalucía. J. Hernández Ramírez. “La recursos económicos colectivos4. construcción social del patrimonio: selección, catalogación e iniciativas para su protección. El caso del Palacio del Pumare- jo”. En V. Quintero y E. Hernández (coord.) Antropología y pa- 4. Al menos en teoría. La descompensación entre las li- trimonio: investigación, documentación e intervención. Junta mitaciones que se impone a los propietarios de los inmuebles de Andalucía. Granada. 2003. Págs. 84-95. — 40 —
Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios tienen quienes los habitan y debieran ser los prime- ros interesados en conservarlo. La razón más prima- ria no sería otra que los elevados beneficios que se obtienen con su destrucción debido al tamaño de los solares que ocupan o ubicación de los mismos en el entramado urbano. Pero no siempre es esta razón económica la dominante, sobre todo si observamos que esta destrucción afecta en mayor o menor medi- da a todas las poblaciones, incluidas aquéllas donde no existe presión urbanística dadas sus caracterís- ticas demográficas o reducidas dimensiones de los núcleos urbanos. Suelo de vivienda jornalera pintado a imitación del Una destrucción que tampoco responde siempre terrazo. Benamejí (Córdoba) a la imposibilidad (reducido tamaño, pobrezas de materiales, escasa calidad arquitectónica) de readap- tación de las viviendas a las condiciones de habita- cual también contribuye a explicar que criterios de bilidad que debe tener toda vivienda. Su destrucción “restauración” se seguirán sobre los mismos, respe- o transformación traumática va a responder a otras tando poco más que lo que de “monumental” haya motivaciones. Con frecuencia no va a ser sino el re- en el mismo. sultado de la enorme influencia ejercida sobre estas Por último, los riesgos para la preservación de poblaciones de unas “modas” foráneas provenientes esta parte de nuestro patrimonio proceden, igual- de unos centros de poder (económicos y culturales) mente, de la desconsideración que sobre el mismo urbanos claramente descontextualizadoras, cuando no tremendamente irrespetuosas con los modelos culturales sobre los que se imponen. Para sus moradores, estas expresiones culturales autóctonas son sentidas en muchos aspectos como sinónimo de ruralismo o primitivismo. No olvide- mos que, antes y ahora, las viviendas son conce- bidas como expresión de un determinado estatus social. Ello contribuiría a explicarnos, por ejemplo, que las viviendas andaluzas que más radicalmente han sido transformadas en Andalucía, hayan sido las casas de los jornaleros y pequeños propietarios. Los primeros recursos obtenidos de la emigración o de actividades laborales más productivas, se destinaran a la transformación de la vivienda. Unas transfor- maciones lógicas e inevitables en no pocos casos, dadas las condiciones de infraviviendas que ocupa- ban la clase jornalera. Pero también es frecuente, sobre todo en viviendas de pequeños y medianos propietarios, que se trate no tanto de una transfor- mación radical de la estructura de la vivienda, como de su aspecto formal, eliminando o sustituyendo elementos que se consideraban testimonio de la po- breza de sus moradores (puertas, solerías6, cierre de 6. Por ejemplo, el terrazo, considerado ejemplo de moder- nidad urbana, se va a imponer de forma drástica, eliminando enchinados, losetas e incluso solerías hidráulicas. Los enchina- dos que conformaban la franja central del pasillo, frecuentes en buena parte de Andalucía, se eliminan por su incomodidad para Enchinado tradicional. la limpieza y rusticidad, al haber sido concebidos para el paso de Hinojosa del Duque (Córdoba) los animales desde la calle a los corrales interiores. Sin embargo, — 41 —
Juan Agudo Torrico vanos7); o remarcando el nuevo estatus de la vivien- Contradictorias acciones institucionales. da con elementos de gran vistosidad hacia el exte- Acciones profundamente agresivas desde rior: alicatado de azulejos de muy variados colores las propias instituciones locales: y texturas en las fachadas8, sustitución de la viejas cubiertas de teja, aumento, en ocasiones despropor- a) Sistemas de clasificación en los PGOU. Inde- cionado, del tamaño de los vanos de ventanas y bal- finición de esta arquitectura y propuestas de protec- cones, sustitución de zócalos, etc. ción exclusivamente “ambientalistas”: fachadismo. En definitiva, por la misma circunstancia de ser Los planes de ordenación y/o de protección ur- un patrimonio vivo, en uso, la labor de preservación bana no son meros instrumentos para la actuación, del mismo no estaría tanto en acentuar unas medidas sino que con las clasificaciones que establecen están coercitivas, por lo demás imposibles, como en im- también fijando valores sobre el entorno en el que pulsar un cambio de valoración en los propios con- se interviene. Unas valoraciones que traspasan los textos de acción local y entre los agentes sociales fines administrativos pretendidos, para convertirse que conviven con (y en) él. Se trataría de que estas en referentes que influirán sobre la propia autoper- construcciones pasen de ser consideras “viejas” a cepción que tienen de su propia arquitectura quie- “antiguas” con el significativo cambio en la valo- nes conviven con ella y habitan en estas viviendas ración simbólica que conlleva esta modificación se- tradicionales. No olvidemos, como nos demuestra mántica; de potenciar modelos de intervención que la historia que el sentimiento colectivo en defensa preserven la calidad de los espacios creados y su de los “edificios singulares”, no es una cuestión adecuación a las nuevas condiciones de habitabili- innata, sino el resultado de un proceso de apren- dad; y de revalorizarla desde los propios discursos dizaje y carga de significación histórico-artística- institucionales, tanto académicos como de políticas simbólica de estas edificaciones monumentales. de intervención. Hasta el s. XIX, y en ciertos aspectos hasta bien entrado el XX, los “estilos” artísticos se valoraban o rechazaban según criterios cambiantes de belleza/ esta función primaria generalmente se combinó con la ornamen- fealdad, o se estimaban/rechazaban por su vincula- tal (sobre todo en las grandes casas donde conformaban elabora- ción expresa con determinados periodos históricos dos dibujos geométricos con piedras de diferentes colores) y ac- de gloria/decadencia; y en razón de ello se valora- tualmente, al tiempo que prácticamente han desaparecidos de las ba su conservación o se veía bien su desaparición o viviendas más humildes, estamos asistiendo a su recuperación como “suelos tradicionales” con fines ornamentales, cubriendo transformación. el piso de zaguanes, patios y pasillos, tanto de viviendas urbanas Con respecto a la arquitectura tradicional, falta como del mundo rural. Y otro tanto ocurre con los hermosos por hacer unos discursos valorativos positivos si- suelos de azulejería hidráulica de comienzos del s. XX que hoy milares; con las consiguientes labores de identifica- se comienzan a valorar de nuevo por el elevado coste de estos materiales y su reutilización como signo de prestigio. ción y carga de significación colectiva, recurriendo 7. Hasta los años setenta, las ventanas de muchas vivien- a idénticos mecanismos de difusión y protección das jornaleras, contradiciendo la imagen omnipresente de la desde las instituciones de poder. Aún queda mucho mitología folclorista de las rejas, se caracterizaron por la au- para que llegue el día en el que, al igual que ocurre sencia de rejas, además de por sus pequeñas dimensiones (e frente al qué hacer con una construcción palaciega, incluso inexistencia). Una costumbre, compartida en este terri- torio también con el sector de medianos propietarios agrícolas, la controversia sobre esta arquitectura tradicional que aún es posible de encontrar con relativa frecuencia en las sea el cómo se interviene, rehabilita o restaura, pero poblaciones de la comarca del Andévalo onubense, donde las no sobre la conveniencia o no de una permanencia ventanas de la primera planta nos aparecen solo con cierres de que, en el caso de las construcciones monumentales, madera y pequeños postigos, o bien, en las más grandes con barandales de madera o forja. ya nadie cuestiona. 8. Actualmente, esta “costumbre” esta expresamente pro- Una problemática, en lo referente a la escasa hibida en prácticamente todas las ordenanzas municipales por consideración que se le da, que se hace extensible considerarlas de mal gusto y contrarias a los usos tradicionales en no pocos casos a los planes de protección de los en el tratamiento de las fachadas. Sin embargo, su empleo fue muy abundante en los años 70/80, justificadas a nivel popular Conjuntos Históricos9. No deja de ser sorprenden- tanto por esta vistosidad como por lo que suponía de ahorro en el mantenimiento de las fachadas al no tener que encalarlas 9. Cuestión que, aunque someramente, he tratado en otros periódicamente. Pero a nivel simbólico, en aquella costumbre artículos en relación con los casos de Aguilar de la Frontera también habría que ver el deseo de demostrar la nueva situación (“Nuestra arquitectura tradicional. Un patrimonio que se pier- social de sus moradores, empleando e incluso derrochando ma- de”, Anuario de Etnología 1998-1999. Junta de Andalucía. Se- teriales, además de “modernos”, considerados hasta entonces villa. 2000. Págs. 257-266) y Écija (“Arquitectura tradicional. costosos y por lo tanto vedados a las clases populares. Patrimonio modesto e identidades. Pensando en Écija”. Actas — 42 —
Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios las alturas, acabado de fachadas, y poco más. Con la circunstancia añadida de que son medidas a aplicar a las nuevas construcciones pero en las que poco o nada se dice o hace en defensa de la arquitectura tradicional existente. Es decir, están dirigidas a tra- tar de mostrar una imagen benigna del pueblo con unas intenciones más voluntaristas que efectivas para que las nuevas construcciones procuren estar en consonancia con la siempre indefinida “tipolo- gía tradicional existente”. Y aún así, el paseo por cualquiera de nuestros pueblos nos muestra como ni siquiera estas mínimas medidas se suelen cumplir. Cumbres de San Bartolomé (Huelva). Edificio de “Uso polivalente” b) Paradoja en el hecho de que su protección y puesta en valor haya dependido por completo de unas políticas locales fuertemente permeables a inte- te el tratamiento que recibe esta parte destacada de reses especulativos; en gran medida por haberse con- nuestro patrimonio arquitectónico en dichos planes vertido la actividad constructiva y recalificación de especiales de protección; lo que en la práctica se suelos en una de las principales fuentes de ingresos materializa en un acelerado proceso de destrucción. de los ayuntamientos. Ello ha originado que en no Una vez acotados, con las máximas medidas de pocas ocasiones, en el pasado y en el presente, más protección e incluso con propuestas de recupera- que su protección se incite a su destrucción, bajos ción, los edificios más singulares (iglesias, palacios, las justificaciones populistas de constituir fuente de castillos), las clasificaciones que siguen no pueden ingresos para las arcas municipales y de trabajo para ser, cuanto menos, más desconcertantes. Las deno- los obreros locales. Cuando no su desaparición es ci- minaciones de “tipologías tradicionales” o “edificios tada como ejemplo de modernidad y modernización de interés ambiental” son empleadas para abarca al del pueblo, sin que importe el tipo de arquitectura conjunto de la arquitectura tradicional, sin que estas por la que se sustituye. Lo cual también contribuye clasificaciones, en términos generales, vayan acom- a explicarnos porque en muchas poblaciones anda- pañadas de propuestas de medidas de protección luzas las “casas de la cultura” o “edificios de usos específicas, y aún menos, en la práctica, de inten- culturales múltiples”, costeados con fondos públicos cionalidad de aplicación. Y cuando las hay, son pro- se caractericen precisamente por una “modernidad” puestas de protección que se limitan en su inmensa absolutamente descontextualizada y descontextuali- mayoría, a la fachada (“ambientalistas”) pero nada zadora del entorno en el que se insertan. se dice de estructuras, suelos, patios, techumbres, Teniendo en cuenta en estos casos lo que implica escaleras, etc. su condición de construcciones institucionales que En poblaciones pequeñas o que no cuentan con se convertirán en ejemplos, en modelos, de referen- cascos históricos relevantes, la situación se hace cia para el resto de la comunidad, con lo que ello im- más preocupante. O no existen con frecuencia pla- plica: por una parte introducen una “modernidad ar- nes de ordenación urbana o normas subsidiarias, quitectónica” en el pueblo que rompe drásticamente o cuando los hay son generalmente incumplidos. con la arquitectura existente; una ruptura que es le- Teniendo en cuenta, además, que dichos planes de gitimada desde el poder. Y por otra, a partir de estas ordenación suelen ser copias reiterativas de unos intervenciones, cabe preguntarse hasta qué punto modelos burocratizados que no parten del conoci- quedan legitimadas estas mismas instituciones lo- miento concreto de las arquitecturas locales sobre cales para hacer cumplir al resto de la colectividad los que han de aplicarse, por lo que las medidas que (siempre y cuando tengan la intención de hacerlo) se plantean suelen partir de una escasa valoración y unas normas urbanísticas que previamente han sido respeto a esta arquitectura tradicional, con propues- incumplidas, o se han creado modelos divergentes tas muy simplistas, generalmente limitadas a regular con la finalidad o espíritu de las mismas, por las propias instituciones encargadas de su aplicación. de las II jornadas de protección y conservación del patrimonio Un ejemplo paradigmático de ello sería el edifi- histórico de Écija. “Patrimonio inmueble urbano y rural, su epidermis y la Ley de Protección”. Asociación amigos de Écija. cio de la Oficina Municipal de Turismo y Congre- Sevilla. 2005. Pág. 67-93 ) sos construido por el ayuntamiento cordobés en el — 43 —
Juan Agudo Torrico corazón de la judería: un edificio de muros grises y todo del XIX y primera mitad del XX, fechas, estas cristales ahumados de varias plantas, con una estéti- últimas, de las que datan la inmensa mayoría de la ca y características arquitectónicas del todo vedadas arquitectura tradicional andaluza. Con el resultado para cualquier vecino del entorno que quisiera hacer de unos conjuntos urbanos en los que han convivido algo similar, dadas las especiales medidas urbanísti- las grandes casas palaciegas con otras más modes- cas que en teoría protegen el Conjunto Histórico de tas; y las tipologías más autóctonas de cada territo- la ciudad del que forma parte destacada este barrio. rio con estilos tan urbanos, burgueses, y difundidos por grandes escuelas, como el modernismo, histori- c) Desplazamiento del protagonismo de los vie- cismo, regionalismo, o eclecticismo. jos alarifes, y aún de los propietarios de las vivien- Así pues, el sentimiento pesimista que hoy se das, por una arquitectura institucional más interesa- tiene sobre el futuro de nuestra arquitectura tradi- da por la “originalidad” de sus propuestas e incluso, cional lo es tanto por el acelerado proceso de de- lo que es aún peor, por la aplicación empobrecida saparición al que estamos asistiendo, como por la y estandarizada de unos modelos arquitectónicos nueva arquitectura por la que es sustituida; una ar- anodinos. Sin preocuparse por tratar de integrar esta quitectura profundamente anodina y desarmónica, nueva arquitectura en los contextos urbanos en los destructora de unos entornos urbanos que forman que se inserta y que debiera contribuir a enriquecer. parte de nuestra cultura e identidad como pueblo. Tal y como hemos indicado, hablar de arquitec- d) Escaso apoyo institucional a programas de re- tura tradicional no es sólo hacerlo de sus manifes- habilitación en los que, además, se planifiquen mo- taciones materiales, de edificios o urbanismo, sino, delos respetuosos con la arquitectura autóctona. sobre todo, del modo de habitar que recrearon. Entra- mados urbanos y construcciones no son únicamente La desaparición de esta arquitectura tradicional la expresión formal de un modo de vida, sino que no siempre responde a unos factores de imposibili- contribuyen a conformar estos modos de vida. Y en dad de adaptación a unas condiciones de vida dig- este sentido, los entramados de las nuevas urbaniza- nas para sus moradores. Máxime cuando la propia ciones y barriadas, el aislamiento que propician, la pérdida de funcionalidad agroganadera de muchas carencia de espacios de interacción (plazas, urba- de las viviendas del mundo rural ha hecho que se nizaciones cerradas), o la dificultad para que en las pueda recuperar para usos habitacionales a veces nuevas “calles” de las urbanizaciones puedan surgir más del 75% del espacio construido. lugares que surtan a sus habitantes de determinados Por todo ello, con demasiada frecuencia su des- servicios y se conviertan a la vez en espacios de re- trucción no es sino consecuencia de una dinámica ferencia y encuentro colectivos (bares, tiendas, ta- de especulación (en todos los sentidos, incluida la lleres) no es una mera consecuencia imprevista del presión para imponer unos muy concretos tipos de nuevo urbanismo. Por el contrario, responden a la vivienda y maneras de habitar urbano-industriales en creciente implantación de un nuevo modo de habitar consonancia con los intereses del mercado inmobilia- que tiende al aislamiento e individualismo, y a crear rio), destrucción y sustitución de la arquitectura tra- dependencias consumistas muy claras, como es la dicional por otros tipos de edificaciones escasamente supeditación al automóvil como medio de transpor- respetuosos con los entornos en los que se levantan; te/comunicación, o la dependencia extrema de los y sin que esta destrucción implique automáticamen- grandes centros comerciales y de ocio; generando te que los viejos edificios y entramado urbano sean unos formas de vida radicalmente contrarias a los sustituidos por construcciones de mayor calidad ar- modos de convivencia que potenciaron y explican quitectónica, o que propicien una sustancial mejora nuestros barrios tradicionales. en la calidad de vida de sus habitantes. Aunque, como muestra de persistencia del espí- De este modo se rompe, irónicamente en un ritu de esta arquitectura tradicional, aún es posible tiempo en el que tanto se exalta la imparable evo- encontrar diferencias significativas en los diseños lución y dinámica cultural, con lo que ha sido una planimétricos e incluso resistencia de elementos es- adaptación cultural centenaria, capaz de asimilar téticos locales (más aún donde se trata de reafirmar las diferentes propuestas de cada momento históri- determinados discursos de identificación localistas/ co en un proceso armonioso (volumetría, técnicas regionalistas) entre la arquitectura de las poblacio- constructivas, inserción de las experiencias locales nes rurales, en las que se sigue teniendo en cuenta en los nuevos modelos) que supo integrar sin es- las necesidades y gustos de quienes mandan cons- tridencias la arquitectura del siglo XVIII, y sobre truir la vivienda, e incluso intervienen directamente — 44 —
Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios en sus proceso constructivo, y la arquitectura urbana preguntas que tendríamos que hacernos estarían en impuesta por diseños disciplinares en los que nada quién y dónde se ponen estos límites: ¿dónde están tienen que ver quienes después van a habitarla. Así, los límites de lo “numeroso”? ¿Se aplica por igual ubicación de cocinas (generalmente al fondo de la a todos los referentes culturales? ¿Existen demasia- casa en las poblaciones rurales frente a la imposi- das obras de un mismo autor renombrado, castillos, ción del modelo urbano que le da entrada directa- catedrales, templos o palacios? mente desde la calle), la duplicidad de salones/salas Con un factor añadido. Si existe una arquitectura en las casas de los pueblos, importancia que se asig- escasa es la tradicional, dado que mientras que las na a las dependencias destinadas a la maquinaria/ construcciones vinculadas a los grandes estilos ar- vehículos (desplazando la vivienda a la planta alta), quitectónicos (a veces con notable similitud en su empleo de materiales locales como señas identita- planimetría o elementos ornamentales) las podemos rias estéticas aun cuando hayan perdido su funcio- encontrar en muchos lugares diferentes y en un con- nalidad arquitectónica más primaria (granito, lajas siderable número de ejemplos, la arquitectura tra- de pizarra, tejas, etc.) nos indican la persistencia de dicional, como estilos diferenciados, no rebasa los viejos usos y, tal vez, el desarrollo de nuevas tipolo- límites de las comarcas y pueblos en las que se crea, gías de arquitecturas tradicionales. lo que la hace bastantes escasa: la arquitectura de la Sierra de Aracena se limita a las pocas poblaciones de esta comarca onubense, la arquitectura de pizarra Razones para su desconsideración. de Los Filabres se circunscribe al entorno de esta Tardío reconocimiento como patrimonio pequeña comarca almerienses, etc… cultural de la arquitectura tradicional. El valor en sí de los elementos que conforman este contexto “pintoresco”, es otra cosa; y desde su El reconocimiento del valor y significado de esta consideración como meros accesorios, en sentido arquitectura ha sido tardío, dentro de la dinámica escénico, a su interpretación como añadidos forma- iniciada a mediados del s. XX que ha llevado a la les que pueden ser reelaborados al gusto de la esce- definición y contenido globalizador del patrimonio na que se pretenda recrear, no hay nada más que un cultural tal y como hoy lo entendemos. De hecho, paso. Lo que contribuye a explicar, confirmando la su valoración inicial (¿mantenida hasta hoy en cier- fuerza de la continuidad de viejos hábitos, el sen- to modo?) lo fue como contexto escenográfico para tido que se está dando a la “remodelación” de las exaltar precisamente la grandeza de las construccio- plazas en los centros históricos; la reducción de la nes monumentales o riquezas paisajísticas. idea de conservación-entorno a la preservación de En la tan alabada Carta de Atenas de 1931 que las fachadas; o el conservacionismo arqueologista situaría las bases de buena parte de la filosofía to- de los centros históricos. davía hoy imperantes sobre el tratamiento que debe De este modo, lo típico y pintoresco se situaría darse al patrimonio monumental arquitectónico en dentro de las singularidades regionalistas, con bas- los procesos de restauración o conservación, tam- tante frecuencia imbuido de la imagen de “cultura bién puede leerse que además de la necesaria puesta popular” que fuera defendida por los movimientos en valor de estos monumentos, se recomienda que folkloristas de fines del s. XIX. Pero no existe un sean “preservados incluso conjuntos y perspectivas planteamiento de la cultura como globalidad y de la particularmente pintorescas”, es decir, utilizando la necesidad de conocer y preservar un patrimonio et- definición de la Real Academia Española, de aque nológico como testimonio de la evolución histórica llos “paisajes, escenas, tipos, figuras y a cuanto y modos de vida de un determinado colectivo. puede presentar una imagen grata, peculiar y con En la Ley Española de 1933 para la Defensa, cualidades pictóricas”. conservación y acrecentamiento del patrimonio En la misma carta encontramos igualmente un histórico-artístico nacional, deudora en algunos de significativo precedente de la cuestionable imagen sus planteamientos de la anterior carta de Atenas, de abundancia/selección que sigue rigiendo a la se llega leer en su Art. 3.º. “Compete a la Dirección hora de “actuar” sobre esta arquitectura tradicional. General de Bellas Artes cuanto atañe a la defensa, Se nos dice: “cuando se trate de construcciones re- conservación y acrecentamiento del patrimonio petidas en numerosos ejemplares, se conservarán al- histórico‑artístico nacional. Para lo cual cuidará: de gunos a título documental, derribándose los demás; la inclusión en el Catálogo de Monumentos históri- en otros casos, podrá aislarse solamente la parte co‑artísticos de cuantos edificios lo merezcan, como que constituya un valor real o un recuerdo...” Las asimismo de los conjuntos urbanos y de los parajes — 45 —
Juan Agudo Torrico pintorescos que deban ser preservados de destruc- A nivel internacional, la consideración respecto al ciones o reformas perjudiciales”; y más adelante, el valor de la arquitectura tradicional comenzará a cam- art. 33. dice: “Todas las prescripciones referentes a biar en torno a los años 60. En 1964, la Carta de Ve- los Monumentos histórico-artísticos son aplicables a necia recompone drásticamente la imagen que debe los conjuntos urbanos y rústicos (calles, plazas, rin- tenerse del patrimonio arquitectónico como manifes- cones, barrios, murallas, fortalezas, ruinas), fuera de tación cultural. Nos dirá: “La noción de monumen- las poblaciones que por su belleza, importancia mo- to comprende la creación arquitectónica aislada así numental o recuerdos históricos, puedan declararse como también el sitio urbano o rural que nos ofrece incluidos en la categoría de rincón, plaza, calle, ba- el testimonio de una civilización particular, de una rrio o conjunto histórico‑artístico. De las transgresio- fase representativa de la evolución o progreso, o de nes serán responsables sus autores, subsidiariamente un suceso histórico. Se refiere no sólo a las grandes los propietarios, y, en su defecto, las Corporaciones creaciones sino igualmente a las obras modestas que municipales que no lo hayan impedido”. han adquirido con el tiempo un significado cultural”. Por la misma fecha, el Reglamento de aplicación De este modo, la idea de una “noción global de de la Ley del Tesoro Artístico de la Nación de 1936 la arquitectura como patrimonio” se va abriendo establece en su artículo 29 que “La Junta Superior camino; aunque sólo en las últimas décadas parece del Tesoro Artístico procederá a formar una lista de que las grandes declaraciones de principios están ciudades, villas y pueblos cuyas agrupaciones urba- cambiando hacia medidas más comprometidas en nas total o parcialmente, tengan señalado interés ar- favor de la preservación del patrimonio arquitectó- tístico, histórico o pintoresco”. Unas valorizaciones nico tradicional. aparentemente progresistas que establecen para esta En 197611, nos aparecerá la primara formulación, arquitectura tradicional (o al menos a parte de ella) muy ambigua, de la UNESCO en defensa de los las mismas medidas de protección aplicables a los “conjuntos tradicionales”. En la “Recomendación monumentos histórico-artísticos. El problema surge relativa a la salvaguardia de los conjuntos históricos en la inexistencia de unos fundamentos conceptua- o tradicional y su función en la vida contemporá- les que la definan, lo que de hecho imposibilita unas nea”, fechada en Nairobi, se establece la siguiente medidas precisas de protección, o la aplicación de la definición: “Se considera “conjunto histórico o tra- misma sistemática que (siempre en teoría) se apli- dicional” todo grupo de construcciones y de espa- caba a unos monumentos con los que se compara cios, inclusive los lugares arqueológicos y paleon- contractivamente la arquitectura tradicional. El re- tológicos, que constituyan un asentamiento humano sultado es la inexistencia de una política efectiva de tanto en medio urbano como en medio rural y cuya protección, o de la voluntad de desarrollarla. cohesión y valor son reconocidos desde el punto En 1953, en plena dictadura franquista, se dic- de vista arqueológico, arquitectónico, prehistórico, taron unas peculiares disposiciones para la formali- zación del Inventario del Tesoro Artístico Nacional, historia de España, incluidos relevantes monumentos arquitec- en las que se aplica a la arquitectura no monumental tónicos en grandes poblaciones y ciudades. Y al mismo tiem- la definición de folklórica, asimilándola sorpresi- po se proclama la preocupación por la defensa de una cultura popular (folclore) sustentadora de los valores ancestrales del vamente al valor de etnológico; así su art. 2º reco- alma colectiva del pueblo español en un momento crítico de ge: “El inventario del Tesoro Artístico comprenderá transformación de un mundo/vida rural en extinción (museos cuantos inmuebles u objetos muebles de interés artís- de artes y costumbres populares); aunque la razón primordial tico, arqueológico, histórico y etnológico o folkló- no va a ser otra que la de ofertar la recreación/invención de rico haya en España de antigüedad no menor de un dicha cultura popular como una parte más de la oferta turística ante la creciente importancia de este sector a partir de los años siglo”. Pero darle cualquier valor a este y otros do- sesenta (barrios y pueblos típicos). cumentos de similares pretensiones propagandísti- 11. Con anterioridad, y ante la creciente amenaza del de- cas formulados en la época franquista, no dejaría de sarrollismo económico que empieza a amenazar el patrimonio ser irónico si tenemos en cuenta la peculiaridad de cultural europeo, ya en 1962, la UNESCO, en su Recomenda- ción relativa a la protección de la belleza y del carácter de los este periodo de la historia de España en lo referente lugares y paisajes (París), aconseja tomar medidas “en el con- la defensa del patrimonio cultural10. trol de los trabajos y actividades que puedan causar daños a los lugares y paisajes, y en particular de: a. La construcción de 10. Por una parte se seguirá consintiendo el expolio de toda clase de edificios, públicos o privados. Los planes se con- grande obras de arte, incluidos inmuebles, exportadas fuera cebirán de tal modo que se respeten ciertas exigencias estéticas de España. Al mismo tiempo, en los años venideros, con el relativas al propio edificio, y deberán estar en armonía con el desarrollismo de la década de los sesenta y setenta, se produce conjunto que se quiere proteger, evitando caer en una fácil imi- uno de los momentos de mayor destrucción patrimonial de la tación de ciertas formas tradicionales y pintorescas” — 46 —
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