ARQUITECTURA TRADICIONAL. MERCADO Y DISCURSOS IDENTITARIOS

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ARQUITECTURA TRADICIONAL. MERCADO Y DISCURSOS IDENTITARIOS
Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios

Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios*

                                                        Juan Agudo Torrico
                                                  Universidad de Sevilla. España**

 	La arquitectura tradicional constituye un ejem-                                                                                     Hablar de arquitectura “popular” andaluza, ga-
plo paradigmático de lo que está ocurriendo con una                                                                               llega, vasca, extremeña, mallorquina, etc. es remitir-
parte significativa de nuestro patrimonio etnológico.                                                                             nos a unas imágenes muy concretas –más o menos
Por una parte, la referencia a la misma nos aparece-                                                                              idealizadas y/o estereotipadas- de unas viviendas,
rá como una constante entre las señas de identidad                                                                                caseríos, masías o cortijadas, paisajes urbanos, etc.
que representan a toda colectividad étnica. Hasta el                                                                              con los que asociaremos a dichos pueblos y cul-
punto de que, significativamente, en las leyes au-                                                                                turas. Y aún más, no es extraño que si, a su vez,
tonómicas sobre el patrimonio cultural/histórico                                                                                  queremos matizar la diversidad interna de dichas
promulgadas en España, a la hora de hablar de los                                                                                 colectividades étnicas o regionales, de nuevo la ar-
contenidos de los capítulos o títulos que las compo-                                                                              quitectura nos aparezca como uno de los más des-
nen, las lógicas generalizaciones en alusión a dichos                                                                             tacados “matices” a la hora de hablar de comarcas,
contenidos van a quebrarse, como después veremos,                                                                                 áreas culturales o incluso identificaciones locales.
para hacer referencia a las casuísticas específicas de                                                                            Buen ejemplo de ello es Andalucía y la extraordi-
las arquitectura tradicionales o populares de los di-                                                                             naria, y desconocida, variedad de arquitecturas que
ferente territorios.                                                                                                              podemos encontrar en sus diferentes comarcas1.
                                                                                                                                      Por otro lado, arquitectura monumental y tradi-
                                                                                                                                  cional irán, al menos en teoría, siempre de la mano,
     * Este texto ha seguido, en cierta manera, un proceso inverso                                                                creando unos paisajes culturales urbanos indisocia-
al de otros escritos con vocación, o al menos intención de que lo                                                                 bles y definitorios de la personalidad de las diferen-
sean, de documentos de reflexión, yendo desde lo concreto a lo                                                                    tes poblaciones: no se concibe el conjunto monu-
general. En su esencia, ha constituido la base de intervenciones
en foros de discusión-difusión comarcales (“Arquitectura tra-
                                                                                                                                  mental de la Alhambra granadina sin el barrio del
dicional. De patrimonio modesto a patrimonio molesto”. XVIII                                                                      Albaicín que la envuelve, los conjuntos históricos
Jornadas del patrimonio de la Sierra de Huelva. Diputación                                                                        de Córdoba o Sevilla sin la referencia a sus numero-
de Huelva. Huelva. 2004. Págs. 27-57) o locales “Arquitectu-                                                                      sos barrios “populares”, como son los de la judería,
ra tradicional. Patrimonio modesto e identidades. Pensando en
                                                                                                                                  San Basilio, Santa Cruz, San Gil, Triana, etc.
Écija. Actas de las II jornadas de protección y conservación del
patrimonio histórico de Écija. “Patrimonio inmueble urbano y
rural, su epidermis y la Ley de Protección. Asociación amigos
de Écija. Córdoba. Pág. 67-93), en los que los contenidos del
mismo están adaptados con ejemplos extraídos de los territorios                                                                       1. J. Agudo Torrico. “Espacios urbanos y arquitectura tra-
de referencia. Pero también lo considero un documento base de                                                                     dicional.” Gabriel Cano (dir.) Gran Enciclopedia Andaluza del
reflexión sobre nuestra arquitectura tradicional andaluza, con                                                                    siglo XXI. Conocer Andalucía. Vol. VII. Ed. Tartessos. Sevilla.
las problemáticas de indefinición y ambigüedad de las políticas                                                                   2001, Págs. 294-357; A. Gil Albarracín, A.: Arquitectu-
de valoración y conservación que le afectan. Y con esta función                                                                   ra y tecnología popular en Almería. Griselda Bonet Girabet.
ha sido recuperado y reelaborado para este Congreso.                                                                              Almería, 1992; M.A. Sorroche Cuerva. Poblamiento y
     ** Departamento de Antropología Social. Universidad de                                                                       arquitectura tradicional en Granada. Patrimonio de las co-
Sevilla. Grupo para el estudio de las identidades socioculturales                                                                 marcas de Guadix, Baza y Tierras de Huéscar. Universidad de
en Andalucía -GEISA- (S.E.J. 0149 del P.A.I.)                                                                                     Granada. Granada. 2004.

                                                                     37
ARQUITECTURA TRADICIONAL. MERCADO Y DISCURSOS IDENTITARIOS
Juan Agudo Torrico

    Aunque, aún en estos casos, no por ello quede                  “El patrimonio tradicional o vernáculo construido
garantizada la preservación de esta arquitectura tra-              es la expresión fundamental de la identidad de una
dicional, tal y como ocurre con la peculiar situación              comunidad, de sus relaciones con el territorio y, al
y polémica creada en torno a los corrales y patios de              mismo tiempo, la expresión de la diversidad cul-
vecinos existentes en buena parte de las ciudades y                tural del mundo” (Carta del Patrimonio Vernáculo
grandes poblaciones andaluzas2.                                    construido. ICOMOS. México, 1999).
    Y otro tanto podríamos decir de la arquitectura                    Pero al mismo tiempo, esta parte de nuestro pa-
rural que ha contribuido a perfilar los paisajes cultu-            trimonio cultural es también un patrimonio en uso
rales de nuestros campos: no se conciben los montes                en una situación de enorme riesgo. Su incuestiona-
vascos, gallegos o catalanes sin la imagen de los ca-              ble capacidad de evocación no impide que en mu-
seríos o masías, ni los campos andaluces sin cortijos              chos casos sea una arquitectura en fase de abandono
y haciendas.                                                       –espacios agroganaderos de cortijadas e incluso de
    Son razones que han hecho, aún antes de que se                 las viviendas rurales urbanas, oficios y actividades
hablase de su valor patrimonial-identitario, que su                económicas en desuso– y, sobre todo, sometida a
imagen nos aparezca vinculada desde muy remo-                      una imparable ley de mercado, donde los viejos ar-
to con las señas identitarias más primarias de todo                gumentos de confrontación entre tradiciones arcai-
colectivo por su relación entre cultura y territorio,              zantes y trasnochadas frente a unos cuestionables
entre cultura y organización social, entre cultura y               discursos de modernidad, se activan en perjuicio de
recursos productivos. Un viejo texto de Torres Bal-                esta arquitectura; sobre todo en lugares donde las
bás, ya enfatizaba esta circunstancia en 1934 cuan-                sustitución de la misma se traduce en pingües bene-
do nos decía: “La arquitectura popular ... por ser                 ficios inmobiliarios.
utilitaria, local y adaptada al modo de vivir familiar,            	Los argumentos para ello van a ser muy varia-
constituye, uno de los signos más distintivos de la                dos, dependiendo de la estrategia de los discursos
nacionalidad, una pura creación del medio. En sus                  político-economicistas más adecuados según que
obras no queda nada al capricho o al azar; edificán-               contexto territorial. Cuando se trate de justificar su
dose con los recursos del país, según procedimien-                 destrucción, los argumentos irán desde su considera-
tos populares”3. En el mismo sentido, en uno de los                ción de signo inequívoco de “atraso” y “ruralismo”,
documentos en los que se valora de forma explicita                 a aquellos otros especialmente negativos que lejos
y contundente el significado de esta arquitectura tra-             de considerar esta arquitectura como el reflejo de un
dicional, llega a afirmarse su condición de expre-                 modo de vida adaptado a un determinado territorio y
sión identitaria “fundamental” de toda colectividad:               experiencia histórica, la consideran como el reflejo
                                                                   de la imposibilidad de cualquier otra elección crea-
                                                                   tiva por razones de “pobreza” y/o “aislamiento”. En
     2. Su significación como parte de la “cultura popular” an-
daluza nadie parece cuestionarla. A su existencia se vincula un
                                                                   otras ocasiones podemos asistir a una defensa inte-
determinado modo de vida urbana, unos rituales propios –cruces     resada, incluso conservacionistas a ultranza de esta
de mayo–, cantes y bailes específicos –es frecuente su vincula-    arquitectura, si en ello estriba su rentabilidad eco-
ción con el mundo del flamenco, dando como resultado incluso       nómica como “consumo de tradición”. En tal caso,
la música y cante específico de las “corraleras” de Lebrija–, o
                                                                   lo rural, aislado, adaptaciones ecológicas –véase el
caracterizado la imagen de barrios enteros, como el de Triana y
San Gil de la ciudad de Sevilla, o el de San Basilio de Córdoba.   significativo ejemplo de la valoración actual de las
Sin embargo, ello no ha garantizado la apuesta para su rehabi-     viviendas en cuevas– se transforma en una imagen
litación y conversión en viviendas dignas –tampoco hay que         positiva de modos de vida integradores del pasado y
olvidar frente a la frecuente imagen idealizada del pasado que     el presente, de la naturaleza y creaciones humanas,
fueron concebidos en gran medida como infraviviendas para el
proletariado urbano del momento– que garantizasen su preser-       ofrecidos como alternativa, irónicamente, a unos
vación como parte del entramado urbano. Por el contrario, lejos    modos de habitar en los que precisamente se ha
de la incuestionabilidad de este principio de preservación, su     justificado y justifica la destrucción de esta misma
desaparición total ya se ha consumado en ciudades como Mála-       posibilidad.
ga, y en otras como Córdoba o Sevilla su presencia tiene ya un
mero carácter testimonial –sin que se haya frenado este proceso
                                                                   	Ejemplos de ambas circunstancias son muy
de extinción–, enfrentada cualquier argumentación en defensa       abundantes en Andalucía. El primero de los argu-
de dicha preservación a unas especulativas leyes de mercado        mentos ha sido y es el dominante para justificar
fundamentadas en el predominio absoluto de su condición de         la destrucción de buena parte de nuestros centros
propiedad privada y problemáticas de su rehabilitación.
                                                                   urbanos y la práctica totalidad de los conjuntos ur-
     3. Torres Balbas, L. “La vivienda popular en Espa-
ña”. F. Carreras Candi, (dir.) Folklore y Costumbres de España,    banos en las ciudades y poblaciones con un cierto
vol. III. Ed. Alberto Martín. Barcelona, 1934. Págs. 137-502.      dinamismo económico y, sobre todo, en las áreas

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Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios

costeras controladas por el monocultivo turístico de            que están siendo adquiridas por forasteros (naciona-
sol y playa. Este proceso de destrucción, del que ni            les e internacionales), con frecuencia como segundas
siquiera se ha salvado o salva la propia arquitectu-            viviendas o para destinarlas al sector servicio (hos-
ra monumental salvo que tenga un carácter de ex-                pedaje, restaurantes y bares, tiendas) lo que está su-
cepcional valor (quedando entonces erigida en “el”              poniendo un extraordinario incremento de su precio
patrimonio histórico-artístico del lugar), práctica-            que las hace inasequibles para los propios naturales
mente ya ha culminado en buena parte de las pobla-              del lugar, y originando el desplazamiento de estos
ciones del litoral almeriense (con ejemplos de espe-            habitantes hacia la periferia de sus mismos pueblos,
cial dramatismo como es la población de Mojácar),               al mismo tiempo que se transforma radicalmente
malagueño (ejemplos paradigmáticos de Marbella o                (bajo la apariencia de su inmutabilidad estética) la
Estepota), y granadino (ejemplos similares de Mo-               estructura social y económica con nuevos modelos
tril o Almuñecar), extendiéndose en nuestros día a              socioculturales que poco o nada tienen que ver con
áreas que quedaron relegadas del boom turístico de              el hábitat tradicional del lugar. Buen ejemplo de ello
los años 70-80, pero que hoy se encuentran inmer-               es lo que ocurre en las poblaciones de Ronda o de
sas en un fenómeno de similar expansión urbanísti-              Vejer. En esta última, de forma paradigmática dada
ca especulativa que está afectando con extraordina-             la estructura social tradicional de pequeños campe-
ria virulencia a las poblaciones de la costa gaditana           sinos y jornaleros que la caracterizó, el desorbitado
(ejemplos de Zahara de los Atunes, Conil, Chipiona,             precio que han alcanzado las viviendas en su bien
Sanlúcar de Barrameda, etc.) y onubense. Y hacia                conservado casco histórico, está haciendo que sus
el interior de Andalucía, el proceso de crecimiento             habitantes se estén desplazando hacia las nuevas
urbano en torno a las áreas metropolitanas de las               barriadas periféricas que contrastan, con respecto a
grandes ciudades (Sevilla, Granada, Málaga, Cádiz)              la antigua población paulatinamente ocupadas por
está provocando un fenómeno semejante que está                  restaurantes, tiendas y residentes forasteros (buena
afectando a comarcas enteras en un proceso difícil-             parte de ellos extranjeros) por su condición anodina;
mente parable.                                                  e incluso cuestionable planificación urbanística, ca-
    Por el contrario, en relación a la segunda de las           lidad de las nuevas edificaciones, y servicios de que
circunstancias referidas de significativas políticas            están dotadas pese a su “modernidad”.
de protección por el creciente valor de mercado que                 Ambos situaciones, su destrucción física sin más
puede llegar a tener esta arquitectura tradicional,             o su conversión en “parques temáticos” concebidos
hacia el interior de Andalucía (Sierras de Aracena,             únicamente para un consumo turístico, debiera obli-
de Cádiz o de Grazalema, Alpujarras y Valle del Le-             garnos también a replantearnos su significado, y que
crín granadinas, etc.) el proceso es aparentemente              su problemática no se limita a la cuestión simplista
diferente. En estas comarcas y poblaciones su valor             de su conservación física o destrucción. No se trata
de mercado radica en su “ruralidad” y “autentici-               sólo de preservar su estructura material (plazas, edi-
dad” como poblaciones bien conservadas. Este                    ficios, técnicas constructivas) sino también de poner
hecho está originando un doble proceso. Primero la              en valor los modelos de hábitat, de estructuras para
reafirmación folclorista de un tipismo que responda             la convivencia, que las originó y justifican sus pe-
a las expectativas de consumo de ocio-turismo tanto             culiaridades y valores. Retomando el texto citado
de extranjeros como, crecientemente, de grandes                 de la Carta del Patrimonio Vernáculo construido, se
poblaciones urbanas más o menos alejadas; con la                dice en ella “El Patrimonio Vernáculo no sólo obe-
consiguiente afirmación de este ruralismo expresa-              dece a los elementos materiales, edificios, estruc-
do en la decoración machaconamente etnografista                 turas y espacios, sino también al modo en que es
(colgadura de viejos utensilios y objetos del pasado            usado e interpretado por la comunidad, así como a
en las paredes de restaurantes, hoteles, etc.) y abuso          las tradiciones y expresiones intangibles asociadas
de una estética decorativa igualmente ruralista en la           al mismo”.
que, por ejemplo, se abusa de la madera y piedra                	Retomando de nuevo la cuestión acerca de las
vista carente de cualquier otra funcionalidad que               paradojas con las que nos vamos a encontrar a la
nos sea la ornamental aplicada por igual a las nuevas           hora de definir y valorar la arquitectura tradicional,
construcciones y a las frecuentemente cuestionables             no debemos olvidar que la defensa de aquellos com-
“restauraciones” de viejos edificios. Y, en segundo             ponentes de nuestro patrimonio cultural que meto-
lugar, como fenómeno relativamente nuevo y con un               dológicamente incluimos dentro de la calificación
incremento considerable en fechas recientes, de la              de etnológicos (de los que forma parte destacada
creciente demanda de estas viviendas tradicionales              la arquitectura tradicional) tendrá una considerable

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ARQUITECTURA TRADICIONAL. MERCADO Y DISCURSOS IDENTITARIOS
Juan Agudo Torrico

aceptación, en labores de difusión, inventarios, pu-           	En segundo lugar, dentro del propio imagina-
blicaciones, jornadas o congresos, etc. siempre que            rio colectivo, existe una falta de consideración de
hablemos de música, gastronomía, rituales, o tradi-            esta arquitectura como expresión de una historia y
ciones orales. Es decir, siempre que nos centremos             modos de vida compartidos, específicos de un de-
en aspectos de nuestra cultura tradicional fáciles de          terminado territorio. Actualmente nadie parece ya
incentivar en consonancia con los discursos forma-             cuestionar el hecho de que los testimonios del “gran
listas acordes con la eclosión identitaria en vigor            patrimonio” histórico, por su condición de evoca-
(desde lo local a lo étnico) y que o bien no entran            ción del pasado, de testimonio de los grandes estilos
en conflicto directo con intereses de mercado en               y de los periodos temporales con los que se rela-
cuanto a la obtención especulativa de beneficios a             cionan, se conviertan por sí mismos en un valioso
corto plazo, o bien porque su conservación y pues-             patrimonio colectivo a proteger: por el vinculo au-
ta en valor pueda suponer una rentabilización como             tomático que hemos creado entre historia (pasado)
consumo de tradición (véase al efecto el creciente             e identidad. Sin embargo, este mismo vínculo de
interés por las fiestas gastronómicas o exaltación             evocación histórica, paradójicamente, se lo nega-
de las fiestas tradicionales) de acuerdo con la nueva          mos a la arquitectura tradicional: no sólo se cuestio-
concepción de la cultura como mero “recurso”                   nará la relevancia de sus posibles valores estéticos
económico.                                                     (aunque sí se reconoce la existencia de peculiares
    Sin embargo, cuando de lo que se trata es de               estilos regionales o comarcales que caracterizan y
arquitectura tradicional, más que hablar de un “pa-            diferencian las arquitecturazas tradicionales entre
trimonio modesto” en el sentido paternalista con el            si), sino que el mismo criterio de antigüedad cente-
que se suele definir el patrimonio etnológico frente           naria, aparentemente neutral por cuanto es un mero
al otro gran patrimonio culto, de lo que habría que            factor cronológico, tampoco le será aplicado pese
hablar es de un “patrimonio molesto”. Algunas de               a que viviendas, posadas, fuentes, acequias, etc. lo
las razones las hemos apuntado anteriormente, en               cumplen sobradamente.
esa falsa lucha entre tradición y modernidad; pero                 Y cuando se la valora, con frecuencia primero
hay otras que debemos apuntar, como son:                       se “monumentaliza” aquella parte, o ejemplos, de
                                                               la arquitectura tradicional a proteger, procediendo
                                                               en no pocas ocasiones a aislarla del contexto del
Peculiaridad de las valoraciones colectivas en                 que forma parte, para que cumpla así los requisitos
las que se fundamentan las razones del origen                  preestablecidos del patrimonio históricos-artístico
y pervivencia de esta arquitectura tradicional,                envuelto en los criterios de excepcionalidad, singu-
en cuanto a los conceptos de tiempo y uso, no                  laridad y escasez: ejemplo de las grandes haciendas
siempre a favor de su autoestima y consideración               olivareras andaluzas, o de casas de vecinos que se
como patrimonio digno de ser preservado.                       valoran no tanto por su condición de construccio-
                                                               nes relacionados con unas determinadas tecnolo-
	En primer lugar, nos vamos a encontrar con un                 gías, procesos productivos o modos de vida, o por
sentimiento de “propiedad” personal/familiar (ori-             su significación en la dinámica de transformación
gen, vinculación afectiva, experiencias con las que            sociocultural que han seguido, sino por la condi-
se relacionan las historias peculiares de cada casa            ción palaciega del edificio original5, o por la calidad
tradicional) en la que no se cuestiona su plena dispo-         arquitectónica del inmueble o parte del mismo. Lo
nibilidad de uso y destino; una disponibilidad que,
significativamente, es ya cuestionada abiertamente
                                                               protegidos por las leyes de patrimonio y las escasas contrapres-
en el caso del gran patrimonio monumental, donde               taciones que reciben por ello (fiscales, ayudas económicas para
su significación, de evocación compartida, prima               su sostenimiento, etc.) sigue siendo una de las cuestiones más
sobre este individualismo; lo que justifica que se             recurrentes en el debate sobre el patrimonio arquitectónico.
acepte, e incluso se exija, desde la propia comuni-                5. Un ejemplo paradigmático de ello lo tendríamos en el
                                                               proceso que se ha seguido en la valoración y propuestas de me-
dad tanto estas restricciones en el uso y destino que          didas de protección de la casa de vecinos sevillana del Palacio
pueden darle sus propietarios jurídicos, como que se           del Pumarejo hasta su inclusión en el Catálogo General del Pa-
acepte que se destine a su conservación importantes            trimonio Histórico de Andalucía. J. Hernández Ramírez. “La
recursos económicos colectivos4.                               construcción social del patrimonio: selección, catalogación e
                                                               iniciativas para su protección. El caso del Palacio del Pumare-
                                                               jo”. En V. Quintero y E. Hernández (coord.) Antropología y pa-
    4. Al menos en teoría. La descompensación entre las li-    trimonio: investigación, documentación e intervención. Junta
mitaciones que se impone a los propietarios de los inmuebles   de Andalucía. Granada. 2003. Págs. 84-95.

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ARQUITECTURA TRADICIONAL. MERCADO Y DISCURSOS IDENTITARIOS
Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios

                                                                 tienen quienes los habitan y debieran ser los prime-
                                                                 ros interesados en conservarlo. La razón más prima-
                                                                 ria no sería otra que los elevados beneficios que se
                                                                 obtienen con su destrucción debido al tamaño de los
                                                                 solares que ocupan o ubicación de los mismos en el
                                                                 entramado urbano. Pero no siempre es esta razón
                                                                 económica la dominante, sobre todo si observamos
                                                                 que esta destrucción afecta en mayor o menor medi-
                                                                 da a todas las poblaciones, incluidas aquéllas donde
                                                                 no existe presión urbanística dadas sus caracterís-
                                                                 ticas demográficas o reducidas dimensiones de los
                                                                 núcleos urbanos.
  Suelo de vivienda jornalera pintado a imitación del            	Una destrucción que tampoco responde siempre
             terrazo. Benamejí (Córdoba)                         a la imposibilidad (reducido tamaño, pobrezas de
                                                                 materiales, escasa calidad arquitectónica) de readap-
                                                                 tación de las viviendas a las condiciones de habita-
cual también contribuye a explicar que criterios de              bilidad que debe tener toda vivienda. Su destrucción
“restauración” se seguirán sobre los mismos, respe-              o transformación traumática va a responder a otras
tando poco más que lo que de “monumental” haya                   motivaciones. Con frecuencia no va a ser sino el re-
en el mismo.                                                     sultado de la enorme influencia ejercida sobre estas
   Por último, los riesgos para la preservación de               poblaciones de unas “modas” foráneas provenientes
esta parte de nuestro patrimonio proceden, igual-                de unos centros de poder (económicos y culturales)
mente, de la desconsideración que sobre el mismo                 urbanos claramente descontextualizadoras, cuando
                                                                 no tremendamente irrespetuosas con los modelos
                                                                 culturales sobre los que se imponen.
                                                                     Para sus moradores, estas expresiones culturales
                                                                 autóctonas son sentidas en muchos aspectos como
                                                                 sinónimo de ruralismo o primitivismo. No olvide-
                                                                 mos que, antes y ahora, las viviendas son conce-
                                                                 bidas como expresión de un determinado estatus
                                                                 social. Ello contribuiría a explicarnos, por ejemplo,
                                                                 que las viviendas andaluzas que más radicalmente
                                                                 han sido transformadas en Andalucía, hayan sido las
                                                                 casas de los jornaleros y pequeños propietarios. Los
                                                                 primeros recursos obtenidos de la emigración o de
                                                                 actividades laborales más productivas, se destinaran
                                                                 a la transformación de la vivienda. Unas transfor-
                                                                 maciones lógicas e inevitables en no pocos casos,
                                                                 dadas las condiciones de infraviviendas que ocupa-
                                                                 ban la clase jornalera. Pero también es frecuente,
                                                                 sobre todo en viviendas de pequeños y medianos
                                                                 propietarios, que se trate no tanto de una transfor-
                                                                 mación radical de la estructura de la vivienda, como
                                                                 de su aspecto formal, eliminando o sustituyendo
                                                                 elementos que se consideraban testimonio de la po-
                                                                 breza de sus moradores (puertas, solerías6, cierre de

                                                                      6. Por ejemplo, el terrazo, considerado ejemplo de moder-
                                                                 nidad urbana, se va a imponer de forma drástica, eliminando
                                                                 enchinados, losetas e incluso solerías hidráulicas. Los enchina-
                                                                 dos que conformaban la franja central del pasillo, frecuentes en
                                                                 buena parte de Andalucía, se eliminan por su incomodidad para
               Enchinado tradicional.                            la limpieza y rusticidad, al haber sido concebidos para el paso de
            Hinojosa del Duque (Córdoba)                         los animales desde la calle a los corrales interiores. Sin embargo,

                                                        — 41 —
Juan Agudo Torrico

vanos7); o remarcando el nuevo estatus de la vivien-                 Contradictorias acciones institucionales.
da con elementos de gran vistosidad hacia el exte-                   Acciones profundamente agresivas desde
rior: alicatado de azulejos de muy variados colores                  las propias instituciones locales:
y texturas en las fachadas8, sustitución de la viejas
cubiertas de teja, aumento, en ocasiones despropor-                      a) Sistemas de clasificación en los PGOU. Inde-
cionado, del tamaño de los vanos de ventanas y bal-                  finición de esta arquitectura y propuestas de protec-
cones, sustitución de zócalos, etc.                                  ción exclusivamente “ambientalistas”: fachadismo.
    En definitiva, por la misma circunstancia de ser                 	Los planes de ordenación y/o de protección ur-
un patrimonio vivo, en uso, la labor de preservación                 bana no son meros instrumentos para la actuación,
del mismo no estaría tanto en acentuar unas medidas                  sino que con las clasificaciones que establecen están
coercitivas, por lo demás imposibles, como en im-                    también fijando valores sobre el entorno en el que
pulsar un cambio de valoración en los propios con-                   se interviene. Unas valoraciones que traspasan los
textos de acción local y entre los agentes sociales                  fines administrativos pretendidos, para convertirse
que conviven con (y en) él. Se trataría de que estas                 en referentes que influirán sobre la propia autoper-
construcciones pasen de ser consideras “viejas” a                    cepción que tienen de su propia arquitectura quie-
“antiguas” con el significativo cambio en la valo-                   nes conviven con ella y habitan en estas viviendas
ración simbólica que conlleva esta modificación se-                  tradicionales. No olvidemos, como nos demuestra
mántica; de potenciar modelos de intervención que                    la historia que el sentimiento colectivo en defensa
preserven la calidad de los espacios creados y su                    de los “edificios singulares”, no es una cuestión
adecuación a las nuevas condiciones de habitabili-                   innata, sino el resultado de un proceso de apren-
dad; y de revalorizarla desde los propios discursos                  dizaje y carga de significación histórico-artística-
institucionales, tanto académicos como de políticas                  simbólica de estas edificaciones monumentales.
de intervención.                                                     Hasta el s. XIX, y en ciertos aspectos hasta bien
                                                                     entrado el XX, los “estilos” artísticos se valoraban
                                                                     o rechazaban según criterios cambiantes de belleza/
esta función primaria generalmente se combinó con la ornamen-        fealdad, o se estimaban/rechazaban por su vincula-
tal (sobre todo en las grandes casas donde conformaban elabora-      ción expresa con determinados periodos históricos
dos dibujos geométricos con piedras de diferentes colores) y ac-     de gloria/decadencia; y en razón de ello se valora-
tualmente, al tiempo que prácticamente han desaparecidos de las      ba su conservación o se veía bien su desaparición o
viviendas más humildes, estamos asistiendo a su recuperación
como “suelos tradicionales” con fines ornamentales, cubriendo
                                                                     transformación.
el piso de zaguanes, patios y pasillos, tanto de viviendas urbanas   	Con respecto a la arquitectura tradicional, falta
como del mundo rural. Y otro tanto ocurre con los hermosos           por hacer unos discursos valorativos positivos si-
suelos de azulejería hidráulica de comienzos del s. XX que hoy       milares; con las consiguientes labores de identifica-
se comienzan a valorar de nuevo por el elevado coste de estos
materiales y su reutilización como signo de prestigio.
                                                                     ción y carga de significación colectiva, recurriendo
     7. Hasta los años setenta, las ventanas de muchas vivien-       a idénticos mecanismos de difusión y protección
das jornaleras, contradiciendo la imagen omnipresente de la          desde las instituciones de poder. Aún queda mucho
mitología folclorista de las rejas, se caracterizaron por la au-     para que llegue el día en el que, al igual que ocurre
sencia de rejas, además de por sus pequeñas dimensiones (e
                                                                     frente al qué hacer con una construcción palaciega,
incluso inexistencia). Una costumbre, compartida en este terri-
torio también con el sector de medianos propietarios agrícolas,      la controversia sobre esta arquitectura tradicional
que aún es posible de encontrar con relativa frecuencia en las       sea el cómo se interviene, rehabilita o restaura, pero
poblaciones de la comarca del Andévalo onubense, donde las           no sobre la conveniencia o no de una permanencia
ventanas de la primera planta nos aparecen solo con cierres de       que, en el caso de las construcciones monumentales,
madera y pequeños postigos, o bien, en las más grandes con
barandales de madera o forja.
                                                                     ya nadie cuestiona.
     8. Actualmente, esta “costumbre” esta expresamente pro-         	Una problemática, en lo referente a la escasa
hibida en prácticamente todas las ordenanzas municipales por         consideración que se le da, que se hace extensible
considerarlas de mal gusto y contrarias a los usos tradicionales     en no pocos casos a los planes de protección de los
en el tratamiento de las fachadas. Sin embargo, su empleo fue
muy abundante en los años 70/80, justificadas a nivel popular
                                                                     Conjuntos Históricos9. No deja de ser sorprenden-
tanto por esta vistosidad como por lo que suponía de ahorro
en el mantenimiento de las fachadas al no tener que encalarlas            9. Cuestión que, aunque someramente, he tratado en otros
periódicamente. Pero a nivel simbólico, en aquella costumbre         artículos en relación con los casos de Aguilar de la Frontera
también habría que ver el deseo de demostrar la nueva situación      (“Nuestra arquitectura tradicional. Un patrimonio que se pier-
social de sus moradores, empleando e incluso derrochando ma-         de”, Anuario de Etnología 1998-1999. Junta de Andalucía. Se-
teriales, además de “modernos”, considerados hasta entonces          villa. 2000. Págs. 257-266) y Écija (“Arquitectura tradicional.
costosos y por lo tanto vedados a las clases populares.              Patrimonio modesto e identidades. Pensando en Écija”. Actas

                                                                — 42 —
Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios

                                                                     las alturas, acabado de fachadas, y poco más. Con la
                                                                     circunstancia añadida de que son medidas a aplicar
                                                                     a las nuevas construcciones pero en las que poco o
                                                                     nada se dice o hace en defensa de la arquitectura
                                                                     tradicional existente. Es decir, están dirigidas a tra-
                                                                     tar de mostrar una imagen benigna del pueblo con
                                                                     unas intenciones más voluntaristas que efectivas
                                                                     para que las nuevas construcciones procuren estar
                                                                     en consonancia con la siempre indefinida “tipolo-
                                                                     gía tradicional existente”. Y aún así, el paseo por
                                                                     cualquiera de nuestros pueblos nos muestra como ni
                                                                     siquiera estas mínimas medidas se suelen cumplir.
Cumbres de San Bartolomé (Huelva). Edificio de “Uso
                   polivalente”                                          b) Paradoja en el hecho de que su protección y
                                                                     puesta en valor haya dependido por completo de
                                                                     unas políticas locales fuertemente permeables a inte-
te el tratamiento que recibe esta parte destacada de                 reses especulativos; en gran medida por haberse con-
nuestro patrimonio arquitectónico en dichos planes                   vertido la actividad constructiva y recalificación de
especiales de protección; lo que en la práctica se                   suelos en una de las principales fuentes de ingresos
materializa en un acelerado proceso de destrucción.                  de los ayuntamientos. Ello ha originado que en no
	Una vez acotados, con las máximas medidas de                        pocas ocasiones, en el pasado y en el presente, más
protección e incluso con propuestas de recupera-                     que su protección se incite a su destrucción, bajos
ción, los edificios más singulares (iglesias, palacios,              las justificaciones populistas de constituir fuente de
castillos), las clasificaciones que siguen no pueden                 ingresos para las arcas municipales y de trabajo para
ser, cuanto menos, más desconcertantes. Las deno-                    los obreros locales. Cuando no su desaparición es ci-
minaciones de “tipologías tradicionales” o “edificios                tada como ejemplo de modernidad y modernización
de interés ambiental” son empleadas para abarca al                   del pueblo, sin que importe el tipo de arquitectura
conjunto de la arquitectura tradicional, sin que estas               por la que se sustituye. Lo cual también contribuye
clasificaciones, en términos generales, vayan acom-                  a explicarnos porque en muchas poblaciones anda-
pañadas de propuestas de medidas de protección                       luzas las “casas de la cultura” o “edificios de usos
específicas, y aún menos, en la práctica, de inten-                  culturales múltiples”, costeados con fondos públicos
cionalidad de aplicación. Y cuando las hay, son pro-                 se caractericen precisamente por una “modernidad”
puestas de protección que se limitan en su inmensa                   absolutamente descontextualizada y descontextuali-
mayoría, a la fachada (“ambientalistas”) pero nada                   zadora del entorno en el que se insertan.
se dice de estructuras, suelos, patios, techumbres,                  	Teniendo en cuenta en estos casos lo que implica
escaleras, etc.                                                      su condición de construcciones institucionales que
	En poblaciones pequeñas o que no cuentan con                        se convertirán en ejemplos, en modelos, de referen-
cascos históricos relevantes, la situación se hace                   cia para el resto de la comunidad, con lo que ello im-
más preocupante. O no existen con frecuencia pla-                    plica: por una parte introducen una “modernidad ar-
nes de ordenación urbana o normas subsidiarias,                      quitectónica” en el pueblo que rompe drásticamente
o cuando los hay son generalmente incumplidos.                       con la arquitectura existente; una ruptura que es le-
Teniendo en cuenta, además, que dichos planes de                     gitimada desde el poder. Y por otra, a partir de estas
ordenación suelen ser copias reiterativas de unos                    intervenciones, cabe preguntarse hasta qué punto
modelos burocratizados que no parten del conoci-                     quedan legitimadas estas mismas instituciones lo-
miento concreto de las arquitecturas locales sobre                   cales para hacer cumplir al resto de la colectividad
los que han de aplicarse, por lo que las medidas que                 (siempre y cuando tengan la intención de hacerlo)
se plantean suelen partir de una escasa valoración y                 unas normas urbanísticas que previamente han sido
respeto a esta arquitectura tradicional, con propues-                incumplidas, o se han creado modelos divergentes
tas muy simplistas, generalmente limitadas a regular                 con la finalidad o espíritu de las mismas, por las
                                                                     propias instituciones encargadas de su aplicación.
de las II jornadas de protección y conservación del patrimonio
                                                                         Un ejemplo paradigmático de ello sería el edifi-
histórico de Écija. “Patrimonio inmueble urbano y rural, su
epidermis y la Ley de Protección”. Asociación amigos de Écija.       cio de la Oficina Municipal de Turismo y Congre-
Sevilla. 2005. Pág. 67-93 )                                          sos construido por el ayuntamiento cordobés en el

                                                            — 43 —
Juan Agudo Torrico

corazón de la judería: un edificio de muros grises y      todo del XIX y primera mitad del XX, fechas, estas
cristales ahumados de varias plantas, con una estéti-     últimas, de las que datan la inmensa mayoría de la
ca y características arquitectónicas del todo vedadas     arquitectura tradicional andaluza. Con el resultado
para cualquier vecino del entorno que quisiera hacer      de unos conjuntos urbanos en los que han convivido
algo similar, dadas las especiales medidas urbanísti-     las grandes casas palaciegas con otras más modes-
cas que en teoría protegen el Conjunto Histórico de       tas; y las tipologías más autóctonas de cada territo-
la ciudad del que forma parte destacada este barrio.      rio con estilos tan urbanos, burgueses, y difundidos
                                                          por grandes escuelas, como el modernismo, histori-
   c) Desplazamiento del protagonismo de los vie-         cismo, regionalismo, o eclecticismo.
jos alarifes, y aún de los propietarios de las vivien-        Así pues, el sentimiento pesimista que hoy se
das, por una arquitectura institucional más interesa-     tiene sobre el futuro de nuestra arquitectura tradi-
da por la “originalidad” de sus propuestas e incluso,     cional lo es tanto por el acelerado proceso de de-
lo que es aún peor, por la aplicación empobrecida         saparición al que estamos asistiendo, como por la
y estandarizada de unos modelos arquitectónicos           nueva arquitectura por la que es sustituida; una ar-
anodinos. Sin preocuparse por tratar de integrar esta     quitectura profundamente anodina y desarmónica,
nueva arquitectura en los contextos urbanos en los        destructora de unos entornos urbanos que forman
que se inserta y que debiera contribuir a enriquecer.     parte de nuestra cultura e identidad como pueblo.
                                                          	Tal y como hemos indicado, hablar de arquitec-
   d) Escaso apoyo institucional a programas de re-       tura tradicional no es sólo hacerlo de sus manifes-
habilitación en los que, además, se planifiquen mo-       taciones materiales, de edificios o urbanismo, sino,
delos respetuosos con la arquitectura autóctona.          sobre todo, del modo de habitar que recrearon. Entra-
                                                          mados urbanos y construcciones no son únicamente
	La desaparición de esta arquitectura tradicional         la expresión formal de un modo de vida, sino que
no siempre responde a unos factores de imposibili-        contribuyen a conformar estos modos de vida. Y en
dad de adaptación a unas condiciones de vida dig-         este sentido, los entramados de las nuevas urbaniza-
nas para sus moradores. Máxime cuando la propia           ciones y barriadas, el aislamiento que propician, la
pérdida de funcionalidad agroganadera de muchas           carencia de espacios de interacción (plazas, urba-
de las viviendas del mundo rural ha hecho que se          nizaciones cerradas), o la dificultad para que en las
pueda recuperar para usos habitacionales a veces          nuevas “calles” de las urbanizaciones puedan surgir
más del 75% del espacio construido.                       lugares que surtan a sus habitantes de determinados
    Por todo ello, con demasiada frecuencia su des-       servicios y se conviertan a la vez en espacios de re-
trucción no es sino consecuencia de una dinámica          ferencia y encuentro colectivos (bares, tiendas, ta-
de especulación (en todos los sentidos, incluida la       lleres) no es una mera consecuencia imprevista del
presión para imponer unos muy concretos tipos de          nuevo urbanismo. Por el contrario, responden a la
vivienda y maneras de habitar urbano-industriales en      creciente implantación de un nuevo modo de habitar
consonancia con los intereses del mercado inmobilia-      que tiende al aislamiento e individualismo, y a crear
rio), destrucción y sustitución de la arquitectura tra-   dependencias consumistas muy claras, como es la
dicional por otros tipos de edificaciones escasamente     supeditación al automóvil como medio de transpor-
respetuosos con los entornos en los que se levantan;      te/comunicación, o la dependencia extrema de los
y sin que esta destrucción implique automáticamen-        grandes centros comerciales y de ocio; generando
te que los viejos edificios y entramado urbano sean       unos formas de vida radicalmente contrarias a los
sustituidos por construcciones de mayor calidad ar-       modos de convivencia que potenciaron y explican
quitectónica, o que propicien una sustancial mejora       nuestros barrios tradicionales.
en la calidad de vida de sus habitantes.                      Aunque, como muestra de persistencia del espí-
    De este modo se rompe, irónicamente en un             ritu de esta arquitectura tradicional, aún es posible
tiempo en el que tanto se exalta la imparable evo-        encontrar diferencias significativas en los diseños
lución y dinámica cultural, con lo que ha sido una        planimétricos e incluso resistencia de elementos es-
adaptación cultural centenaria, capaz de asimilar         téticos locales (más aún donde se trata de reafirmar
las diferentes propuestas de cada momento históri-        determinados discursos de identificación localistas/
co en un proceso armonioso (volumetría, técnicas          regionalistas) entre la arquitectura de las poblacio-
constructivas, inserción de las experiencias locales      nes rurales, en las que se sigue teniendo en cuenta
en los nuevos modelos) que supo integrar sin es-          las necesidades y gustos de quienes mandan cons-
tridencias la arquitectura del siglo XVIII, y sobre       truir la vivienda, e incluso intervienen directamente

                                                     — 44 —
Arquitectura tradicional. Mercado y discursos identitarios

en sus proceso constructivo, y la arquitectura urbana            preguntas que tendríamos que hacernos estarían en
impuesta por diseños disciplinares en los que nada               quién y dónde se ponen estos límites: ¿dónde están
tienen que ver quienes después van a habitarla. Así,             los límites de lo “numeroso”? ¿Se aplica por igual
ubicación de cocinas (generalmente al fondo de la                a todos los referentes culturales? ¿Existen demasia-
casa en las poblaciones rurales frente a la imposi-              das obras de un mismo autor renombrado, castillos,
ción del modelo urbano que le da entrada directa-                catedrales, templos o palacios?
mente desde la calle), la duplicidad de salones/salas            	Con un factor añadido. Si existe una arquitectura
en las casas de los pueblos, importancia que se asig-            escasa es la tradicional, dado que mientras que las
na a las dependencias destinadas a la maquinaria/                construcciones vinculadas a los grandes estilos ar-
vehículos (desplazando la vivienda a la planta alta),            quitectónicos (a veces con notable similitud en su
empleo de materiales locales como señas identita-                planimetría o elementos ornamentales) las podemos
rias estéticas aun cuando hayan perdido su funcio-               encontrar en muchos lugares diferentes y en un con-
nalidad arquitectónica más primaria (granito, lajas              siderable número de ejemplos, la arquitectura tra-
de pizarra, tejas, etc.) nos indican la persistencia de          dicional, como estilos diferenciados, no rebasa los
viejos usos y, tal vez, el desarrollo de nuevas tipolo-          límites de las comarcas y pueblos en las que se crea,
gías de arquitecturas tradicionales.                             lo que la hace bastantes escasa: la arquitectura de la
                                                                 Sierra de Aracena se limita a las pocas poblaciones
                                                                 de esta comarca onubense, la arquitectura de pizarra
Razones para su desconsideración.                                de Los Filabres se circunscribe al entorno de esta
Tardío reconocimiento como patrimonio                            pequeña comarca almerienses, etc…
cultural de la arquitectura tradicional.                         	El valor en sí de los elementos que conforman
                                                                 este contexto “pintoresco”, es otra cosa; y desde su
    El reconocimiento del valor y significado de esta            consideración como meros accesorios, en sen­tido
arquitectura ha sido tardío, dentro de la dinámica               escénico, a su interpre­tación como añadidos forma-
iniciada a mediados del s. XX que ha llevado a la                les que pueden ser reelaborados al gusto de la esce-
definición y contenido globalizador del patrimonio               na que se pretenda recrear, no hay nada más que un
cultural tal y como hoy lo entendemos. De hecho,                 paso. Lo que contribuye a explicar, con­firmando la
su valoración inicial (¿mantenida hasta hoy en cier-             fuer­za de la continuidad de viejos hábitos, el sen-
to modo?) lo fue como contexto escenográfico para                tido que se está dando a la “remodela­ción” de las
exaltar precisamente la grandeza de las construccio-             plazas en los centros históricos; la reducción de la
nes monumentales o riquezas paisajísticas.                       idea de conservación-entor­no a la preservación de
	En la tan alabada Carta de Atenas de 1931 que                   las fachadas; o el conservacionismo arqueologista
situaría las bases de buena parte de la filosofía to-            de los centros históricos.
davía hoy imperantes sobre el tratamien­to que debe                  De este modo, lo típico y pintoresco se situaría
darse al patrimonio monumental arquitectónico en                 dentro de las singularidades regio­nalistas, con bas-
los procesos de restauración o conservación, tam-                tante frecuencia imbuido de la imagen de “cultura
bién puede leerse que además de la necesaria puesta              popular” que fuera de­fendida por los movimientos
en valor de estos monumentos, se recomienda que                  folkloristas de fines del s. XIX. Pero no existe un
sean “preservados incluso conjuntos y perspectivas               plantea­miento de la cultura como globalidad y de la
particularmente pinto­rescas”, es decir, utilizando la           necesidad de conocer y preservar un patrimo­nio et-
definición de la Real Academia Espa­ñola, de aque­               nológico como testimonio de la evolución histórica
llos “paisajes, escenas, tipos, figuras y a cuan­to              y modos de vida de un determi­nado colectivo.
puede presentar una imagen grata, peculiar y con                 	En la Ley Española de 1933 para la Defensa,
cualidades pictóricas”.                                          conservación y acrecentamiento del patrimonio
	En la misma carta encontramos igualmente un                     histórico-artístico nacional, deudora en algunos de
significativo precedente de la cuestionable imagen               sus planteamientos de la anterior carta de Atenas,
de abundancia/selección que sigue rigiendo a la                  se llega leer en su Art. 3.º. “Compete a la Dirección
hora de “actuar” sobre esta arquitectura tradicional.            General de Bellas Artes cuanto atañe a la defensa,
Se nos dice: “cuando se trate de construc­ciones re-             conservación y acrecentamiento del patrimonio
petidas en numerosos ejemplares, se conservarán al-              histórico‑artístico nacional. Para lo cual cuidará: de
gunos a título documental, derribándose los demás;               la inclusión en el Catálogo de Monumentos históri-
en otros casos, podrá aislarse solamente la parte                co‑artísticos de cuantos edificios lo merezcan, como
que constituya un valor real o un recuerdo...” Las               asimismo de los conjuntos urbanos y de los parajes

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Juan Agudo Torrico

pintorescos que deban ser preservados de destruc-                     A nivel internacional, la consideración respecto al
ciones o reformas perjudiciales”; y más adelante, el              valor de la arquitectura tradicional comenzará a cam-
art. 33. dice: “Todas las prescripciones referentes a             biar en torno a los años 60. En 1964, la Carta de Ve-
los Monumentos histórico-artísticos son aplicables a              necia recompone drásticamente la imagen que debe
los conjuntos urbanos y rústicos (calles, plazas, rin-            te­nerse del patrimonio arquitectónico como manifes-
cones, barrios, murallas, fortalezas, ruinas), fuera de           tación cultural. Nos dirá: “La noción de monumen-
las poblaciones que por su belleza, importancia mo-               to comprende la creación arquitectónica aislada así
numental o recuerdos históricos, puedan declararse                como también el sitio urba­no o rural que nos ofrece
incluidos en la categoría de rincón, plaza, calle, ba-            el testimonio de una civilización particular, de una
rrio o conjunto histórico‑artístico. De las transgresio-          fase repre­sentativa de la evolución o progreso, o de
nes serán responsables sus autores, subsidiariamente              un suceso histórico. Se refiere no sólo a las grandes
los propietarios, y, en su defecto, las Corporaciones             creaciones sino igualmente a las obras modestas que
municipales que no lo hayan impedido”.                            han adquirido con el tiempo un significado cultural”.
    Por la misma fecha, el Reglamento de aplicación                   De este modo, la idea de una “noción global de
de la Ley del Tesoro Artístico de la Nación de 1936               la arquitectura como patrimo­nio” se va abrien­do
establece en su artículo 29 que “La Junta Superior                camino; aunque sólo en las últimas décadas parece
del Tesoro Artístico procederá a formar una lista de              que las gran­des declaraciones de prin­cipios están
ciudades, villas y pueblos cuyas agrupaciones urba-               cam­biando hacia medidas más comprometidas ­en
nas total o parcialmente, tengan señalado interés ar-             favor de la pre­serva­ción del patrimonio arquitectó-
tístico, histórico o pintoresco”. Unas valorizaciones             nico tradicional.
aparentemente progresistas que establecen para esta               	En 197611, nos aparecerá la primara formulación,
arquitectura tradicional (o al menos a parte de ella)             muy ambigua, de la UNESCO en defensa de los
las mismas medidas de protección aplicables a los                 “conjuntos tradicionales”. En la “Recomendación
monumentos histórico-artísticos. El problema surge                relativa a la salvaguardia de los conjuntos históricos
en la inexistencia de unos fundamentos conceptua-                 o tradicional y su función en la vida contemporá-
les que la definan, lo que de hecho imposibilita unas             nea”, fechada en Nairobi, se establece la siguiente
medidas precisas de protección, o la aplicación de la             definición: “Se considera “conjunto histórico o tra-
misma sistemática que (siempre en teoría) se apli-                dicional” todo grupo de construcciones y de espa-
caba a unos monumentos con los que se compara                     cios, inclusive los lugares arqueológicos y paleon-
contractivamente la arquitectura tradicional. El re-              tológicos, que constituyan un asentamiento humano
sultado es la inexistencia de una política efectiva de            tanto en medio urbano como en medio rural y cuya
protección, o de la voluntad de desarrollarla.                    cohesión y valor son reconocidos desde el punto
	En 1953, en plena dictadura franquista, se dic-                  de vista arqueológico, arquitectónico, prehistórico,
taron unas peculiares disposiciones para la formali-
zación del Inventario del Tesoro Artístico Nacional,              historia de España, incluidos relevantes monumentos arquitec-
en las que se aplica a la arquitectura no monumental              tónicos en grandes poblaciones y ciudades. Y al mismo tiem-
la definición de folklórica, asimilándola sorpresi-               po se proclama la preocupación por la defensa de una cultura
                                                                  popular (folclore) sustentadora de los valores ancestrales del
vamente al valor de etnológico; así su art. 2º reco-
                                                                  alma colectiva del pueblo español en un momento crítico de
ge: “El inventario del Tesoro Artístico comprenderá               transformación de un mundo/vida rural en extinción (museos
cuantos inmuebles u objetos muebles de interés artís-             de artes y costumbres populares); aunque la razón primordial
tico, arqueológico, histórico y etnológico o folkló-              no va a ser otra que la de ofertar la recreación/invención de
rico haya en España de antigüedad no menor de un                  dicha cultura popular como una parte más de la oferta turística
                                                                  ante la creciente importancia de este sector a partir de los años
siglo”. Pero darle cualquier valor a este y otros do-             sesenta (barrios y pueblos típicos).
cumentos de similares pretensiones propagandísti-                      11. Con anterioridad, y ante la creciente amenaza del de-
cas formulados en la época franquista, no dejaría de              sarrollismo económico que empieza a amenazar el patrimonio
ser irónico si tenemos en cuenta la peculiaridad de               cultural europeo, ya en 1962, la UNESCO, en su Recomenda-
                                                                  ción relativa a la protección de la belleza y del carácter de los
este periodo de la historia de España en lo referente             lugares y paisajes (París), aconseja tomar medidas “en el con-
la defensa del patrimonio cultural10.                             trol de los trabajos y actividades que puedan causar daños a
                                                                  los lugares y paisajes, y en particular de: a. La construcción de
    10. Por una parte se seguirá consintiendo el expolio de       toda clase de edificios, públicos o privados. Los planes se con-
grande obras de arte, incluidos inmuebles, exportadas fuera       cebirán de tal modo que se respeten ciertas exigencias estéticas
de España. Al mismo tiempo, en los años venideros, con el         relativas al propio edificio, y deberán estar en armonía con el
desarrollismo de la década de los sesenta y setenta, se produce   conjunto que se quiere proteger, evitando caer en una fácil imi-
uno de los momentos de mayor destrucción patrimonial de la        tación de ciertas formas tradicionales y pintorescas”

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