Consumo de drogas ilegales y participación laboral: Evidencia empírica basada en registros clínicos de pacientes

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Consumo de drogas ilegales y participación laboral: Evidencia empírica basada en
                         registros clínicos de pacientes

Resumen
La investigación empírica de la relación entre consumo de drogas y participación laboral no es
concluyente. La literatura justifica que una fuente de variabilidad en los resultados son los métodos
utilizados para controlar la potencial endogeneidad. Basándose en registros clínicos, el presente artículo
utiliza un modelo de ecuaciones simultáneas como alternativa para estimar el efecto del uso de drogas
sobre la participación laboral y para controlar el problema de endogeneidad. Los resultados confirman la
existencia de endogenidad y aportan evidencia suficiente para confirmar que un consumo problemático de
drogas de dependencia reduce significativamente la probabilidad de trabajar. Este resultado muestra los
potenciales costes sociales derivados del abuso de drogas ilegales, sobre todo en términos de pérdidas de
producción por exceso de desempleo.

Palabras clave: consumo de drogas, participación laboral, endogeneidad, modelo de ecuaciones
simultáneas, pérdidas de producción.
Clasificación JEL: C31, I12, J23.

Abstract
Empirical research on the relationship between illicit drug use and labour market success has been found
to have mixed results in the literature. Relevant sources of variability are the methods used to account for
the potential endogeneity of drug use. Using clinical data of drug users, this paper utilizes a recursive
simultaneous-equations approach as an alternative for estimating the effect of consumption on labour
participation and control the endogeneity problem. Our results confirm that drug use is endogenously
determined, and provides evidence to support that problematic drug use of dependency drugs greatly
decreases the likelihood of be in work. The results derive here show the potentially social costs of drug
use and abuse, mainly in terms of production loss.

Key words: drug use, labour participation, endogeneity, simultaneous equation model, production losses.
JEL Classification: C31, I12, J23.

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1. Introducción

El consumo de drogas ilegales se encuentra directamente relacionado con una serie de

problemas sociosanitarios que generan importantes costes económicos para el individuo

y para el conjunto de la sociedad. En base a la clasificación económica más utilizada en

los estudios de costes de enfermedad, el consumo de drogas genera costes de tipo

directo (en asistencia sanitaria; en programas de investigación, prevención y

rehabilitación; costes judiciales,...); costes indirectos derivados de pérdidas de

productividad laboral; y costes intangibles, como son el dolor y el sufrimiento del

consumidor y de su entorno social más cercano.

En cuanto a los costes indirectos, el consumo de drogas ilegales genera problemas de

salud que repercuten en una reducción en la disponibilidad, la calidad, y la efectividad

de la fuerza de trabajo remunerada y no remunerada (sector doméstico). Uno de los

estudios pioneros en la estimación del coste asociado al consumo de drogas ilegales es

el desarrollado por Rice et al. (1990) para los Estados Unidos. Los autores estiman para

el año 1985 un coste total de 43.000 millones de dólares, de los que un 65% son costes

indirectos (pérdidas de producción derivadas de hospitalizaciones y muertes

prematuras). Por su parte, Harwood et al. (1998) obtienen que el peso de la partida que

recoge las pérdidas de producción laboral derivadas del consumo de drogas significa el

71% del coste total del consumo de drogas. La última de las estimaciones realizadas

por la Office of National Drug Control Policy (2004) sobre los costes sociales del uso y

abuso de drogas ilegales en los Estados Unidos, sitúa el coste total de la adicción a las

drogas en 180,9 billones de dólares. El 71,2% de estos costes se corresponden con

pérdidas de productividad laboral en el mercado de trabajo remunerado y en el sector

doméstico.

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En el ámbito nacional, los trabajos de referencia son los realizados por García-Altés et

al. (2002), y Oliva y Rivera (2006). García-Altés et al. (2002) aproximan desde una

perspectiva social el coste imputable a los consumos de drogas ilegales en España

durante el año 1997. En los costes indirectos se incluyen las pérdidas de productividad

laboral asociadas a muertes prematuras y hospitalizaciones, representando estas partidas

el 24,4% del coste. En el trabajo de Oliva y Rivera (2006) el peso relativo de los costes

indirectos se sitúa en un 67% del coste social del consumo de drogas estimado para

Galicia en el año 2003 (cuyo cálculo sitúan entre los 129 y los 133 millones de euros).

El objetivo principal del presente trabajo es el de reexaminar la relación existente entre

consumo de drogas de dependencia y participación en el mercado de trabajo. Las

principales aportaciones de esta investigación a la literatura son el considerar como

población de referencia en el análisis a los usuarios de la red de centros de tratamiento

de conductas adictivas de Galicia (población visible), así como la utilización de un

modelo probit bivariado de ecuaciones simultáneas (RBP) como técnica econométrica

alternativa para controlar la potencial endogeneidad del consumo de drogas.

El cuerpo de literatura que estudia la relación entre consumo de drogas y participación

laboral no es del todo concluyente en cuanto al sentido y la significación de dicha

relación. Diferentes estudios sugieren que el consumo de sustancias ilegales afecta de

forma negativa a la productividad y a la participación laboral del individuo (French et

al., 2001; Buchmueller y Zuvekas, 1998; MacDonald y Pudney, 2000; DeSimone, 2002;

Alexandre y French, 2004; Van Ours, 2006). Sin embargo, otra serie de investigaciones

no encuentran efectos significativos del consumo sobre la ganancia salarial o la

participación laboral del individuo, y algún trabajo llega incluso a estimar un efecto

positivo en esta relación (Gill y Michaels, 1992; Register y Williams, 1992; Kaestner,

1991, 1994).

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La comparación de los resultados entre estudios debe de realizarse con precaución. La

variabilidad observada entre resultados puede deberse a factores relacionados con el

propio diseño del estudio, como son la especificación de la variable de resultado laboral

que se adopta en cada trabajo, las medidas de frecuencia de consumo de drogas y los

tipos de drogas sobre los que se dirige el análisis, la muestra de población que se

considera, y los métodos utilizados en el análisis para controlar la potencial

endogeneidad del consumo. En relación con el problema de la endogenidad,

Buchmueller y Zuvekas (1998) argumentan dos posibles fuentes de sesgos: el efecto

directo que tiene la renta sobre el consumo de estas sustancias, y las diferencias (no

observables) que puedan existir entre consumidores, en cuanto a cómo se relacionan con

el mercado laboral.

Desde el punto de vista de las políticas públicas de salud, el estudio que se presenta

resulta de marcado interés para el análisis y la evaluación de la efectividad de las

medidas que se articulan para mitigar el impacto de los consumos de drogas sobre el

bienestar individual y colectivo, en particular de las medidas recogidas en los programas

de incorporación social que se dirigen a favorecer el logro de la autonomía y la

independencia personal del consumidor desde diferentes áreas de intervención, entre las

que destaca de manera especial el área de integración laboral y formativa. En el año

2008 el presupuesto invertido por la Subdirección Xeral de Saúde Mental e

Drogodependencias (Xunta de Galicia) en programas asistenciales, de prevención,

incorporacion social, y formación ascendió a más de 19 millones de euros.

El trabajo se estructura de la siguiente forma. En la sección segunda se revisan las

investigaciones más relevantes sobre la relación entre consumo de drogas ilegales y

participación laboral. En las dos siguientes secciones se presenta el marco teórico y se

plantea el modelo econométrico que se utilizará en las estimaciones. La sección quinta

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está dedicada a describir la base de datos y las principales variables de interés. A

continuación se presentan los resultados obtenidos en el estudio de la situación laboral

de consumidores de drogas de dependencia. En la sección sexta se aproxima el valor

económico de la producción perdida que puede atribuirse al problema de la adicción

para la muestra de individuos. El trabajo finaliza exponiendo las conclusiones más

relevantes que se derivan del análisis empírico efectuado.

2. Revisión de la literatura

La literatura previa que estudia la relación entre consumo de sustancias ilegales y

participación laboral no es concluyente en cuanto al sentido de su asociación y su

intensidad. Así por ejemplo, algunos trabajos obtienen resultados que confirman el

sentido negativo de esta relación, a través del empeoramiento en el estado de salud

físico y psicológico de los individuos. Otros trabajos argumentan que una situación de

desempleo puede ser la que modifique su actitud con respecto al uso y abuso de drogas

ilegales (MacDonald y Pudney, 2000).

En la interpretación y comparación de esta disparidad de resultados hay que considerar

las diferentes variables de interés que se utilizan, su categorización, y los segmentos de

población que se consideran. Las técnicas utilizadas para tratar la potencial

endogeneidad del consumo de drogas también pueden ser origen de la variabilidad

observada entre estudios. Del mismo modo, otra posible fuente de inconsistencias entre

resultados es el retardo que existe entre el momento del consumo y su impacto sobre la

productividad laboral (DeSimone, 2002).

Entre los estudios que consideran los efectos a largo plazo del consumo de drogas sobre

la participación laboral, Burgess y Propper (1998) utilizan datos de la US National

Longitudinal Survey on Youth (NLSY) y obtienen como principal resultado que un

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consumo de drogas blandas no perjudica la participación laboral en 10 años. Sin

embargo, el consumo de drogas duras sí genera un efecto negativo sobre el empleo. En

esta línea de trabajos, MacDonald y Pudney (2000), con datos procedentes de las

oleadas de 1994 y 1996 de la British Crime Survey (BCS), concluyen que un consumo

pasado de drogas blandas no está asociado con una situación actual de desempleo, pero

obtienen evidencia suficiente para demostrar que las expectativas de empleo se reducen

en individuos consumidores de drogas duras. Por el contrario, Van Ours (2006) estudia

a través de 3 encuestas realizadas en los años 1994, 1997 y 2001, los efectos que sobre

el empleo provocan los consumos de cannabis y cocaína. Diferenciando por sexos, el

autor obtiene que para el sexo femenino, un consumo pasado de cannabis genera un

efecto positivo sobre el ratio actual de empleo. En el caso de los hombres no encuentra

evidencia suficiente que demuestre la existencia de efectos negativos del consumo de

drogas sobre su participación en el mercado de trabajo.

Kaestner (1994) combina en su análisis estimaciones de sección cruzada y datos de

panel de las oleadas de 1984 y 1988 de la NLSY. Las primeras estimaciones sugieren

que el abuso de sustancias ilegales determina la existencia de un efecto negativo sobre

la oferta laboral. Sin embargo, la estimación con datos de panel no confirma este

resultado. Zarkin et al. (1998) utilizan datos de la National Household Survey on Drug

Abuse (NHSDA) y obtienen un efecto poco significativo del consumo de drogas ilegales

sobre el número de horas trabajadas. French et al. (2001) utilizan esta misma encuesta

para analizar los ratios de empleo según diferentes perfiles de consumo. Los autores

obtienen una relación negativa con el empleo en el caso de consumidores crónicos de

ambos sexos. Sin embargo, el consumo no crónico de drogas no se encuentra

estadísticamente relacionado con ninguna de las medidas del mercado de trabajo

utilizadas en la investigación.

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Buchmueller y Zuvekas (1998) incorporan en su trabajo la intensidad en el consumo de

drogas a partir de medidas de diagnostico clínico, lo que les permite diferenciar entre

individuos que realizan un uso patológico de drogas, de aquellos que no presentan

problemas de dependencia. Utilizan datos de la Epidemiologic Catchment Area (ECA),

y obtienen que en la cohorte de 18-29 años las ganancias están relacionadas de manera

positiva con un uso moderado de drogas, pero la relación es negativa respecto a su uso

diario. Para los individuos de entre 30 y 45 años, un consumo problemático de drogas

afecta de manera negativa a empleo y salarios.

Gill y Michaels (1992) utilizan las oleadas de 1980 y 1984 de la NLSY y controlan la

potencial endogenidad del consumo utilizando variables instrumentales en la estimación

de las ecuaciones de empleo. Cuando consideran el total de consumidores según tipo de

drogas (duras y blandas) concluyen que el consumo durante el año anterior reduce su

empleabilidad actual. Sin embargo, considerando únicamente los consumidores de

drogas duras (cocaína y heroína), no se aprecia la existencia de un efecto negativo sobre

la probabilidad de estar empleado.

Register y Williams (1992) utilizan también técnicas de variables instrumentales sobre

datos obtenidos en la oleada de 1984 de la NLYS. Según los autores, el consumo de

cannabis repercute negativamente sobre el empleo, mientras que el consumo de cocaína

no se encuentra relacionado de manera significativa con la probabilidad de estar

trabajando. DeSimone (2002), utilizando datos de la NLSY y la técnica de las variables

instrumentales, estima la existencia de una relación negativa entre consumo y empleo, si

bien, el efecto es mayor en consumos de cocaína que de marihuana.

Considerando como medida de resultado los salarios, su relación con el consumo de

sustancias ilegales es aun menos concluyente entre investigaciones. Mientras que una

serie de estudios contrastan la existencia de una relación positiva entre frecuencia de

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consumo y nivel salarial (Kaestner, 1991; Gill y Michaels, 1992; Register y Williams,

1992), otros autores cuestionan esta relación cuando diferencian entre tipo de drogas y

características de los individuos. Kaestner (1994) realiza estimaciones longitudinales

con dos oleadas de la NLSY y encuentra que la relación entre consumos y salarios varía

en función del tipo de droga y las características del individuo. Confirma la relación

positiva en el caso de consumos de cocaína y salarios obtenidos por mujeres, pero la

relación es de signo negativo si se considera consumo de marihuana y salarios obtenidos

por hombres. Con datos de esta misma encuesta, Kandel et al. (1995) obtienen que la

relación entre consumo de drogas ilegales y salarios es positiva en las primeras etapas

de la trayectoria laboral del individuo, y negativa en etapas más avanzadas de su carrera.

Para finalizar, revisaremos los resultados obtenidos por tres estudios que utilizan

información procedente de registros y encuestas realizadas a colectivos específicos. En

este grupo de trabajos, French et al. (1998) analizan la relación entre consumo de drogas

y absentismo laboral a través de los registros obtenidos en seis lugares de trabajo para

una muestra de 1.600 trabajadores. Los resultados no evidencian la existencia de una

relación significativa entre ambas variables. Por su parte, Alexandre y French (2004)

utilizan un cuestionario y una estrategia de muestreo específica para estudiar la relación

entre un consumo crónico de drogas y empleo en el área metropolitana de Miami. Como

conclusión principal de su estudio, los autores obtienen que un consumo crónico de

drogas está relacionado de forma negativa con el empleo. Los datos utilizados por

Atkinson et al. (2000) proceden de una investigación desarrollada por el NIDA

(National Institute of Drug Abuse) sobre transmisión del VIH en usuarios de drogas.

Entre otros resultados, presentan que la participación del individuo en el mercado de

trabajo no depende de la frecuencia de consumo de sustancias ilegales.

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3. Marco teórico

La base teórica sobre la que se justifican las posteriores estimaciones se basa en el

modelo desarrollado por Mullahy y Sindelar (1996), y adaptado posteriormente por

French et al. (2001). Las funciones de consumo de drogas y participación en el mercado

de trabajo se especifican de acuerdo a las siguientes expresiones:

                                                                   F=F(p, w, XF, F)    (1)

                                                                   L=L(p, w, XL, L),   (2)

donde p es el vector de precios, w es un vector de salarios, XF y XL son vectores de todos

las variables observables que influyen en la frecuencia de consumo y en la probabilidad

de participar en el mercado de trabajo (variables sociodemográficas y de salud,

variables relacionadas con el patrón y la dinámica de consumo, tratamientos

asistenciales recibidos, así como otros factores de riesgo), mientras que F y L recogen

características no observables que están relacionadas con F y L.

Las ecuaciones (1) y (2) pueden ser derivadas a partir de un modelo de maximización de

la utilidad del consumo de drogas y del ocio teniendo en cuenta las habituales

restricciones de presupuesto y tiempo. Si asumimos que en la función de utilidad las

preferencias de consumo y ocio son implícitas y ajenas a los precios, se obtienen las

siguientes funciones:

                                                                        F=F(L, X, )    (3)

                                                                       L=L(F, X, ),    (4)

donde X recoge todas las variables incluidas en XF y XL, y  todos los factores no

observables de F y L. El objetivo principal del análisis empírico posterior es el de

obtener estimaciones consistentes del efecto de F en L (ecuación 4), en las que se

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controle la potencial correlación de F con  . El efecto de F en L puede representarse de

forma analítica de acuerdo a la siguiente expresión:

                                                            dL/dF= LF+Lɛdɛ/dF         (5)

4. Modelo empírico

Una fuente relevante de variabilidad en los resultados descritos en el apartado de

revisión de la literatura es la diversidad de métodos que se utilizan para resolver el

problema de la endogeneidad del consumo de drogas (DeSimone, 2002; Norton y Han,

2007).

Entre los métodos más utilizados para controlar el problema de la endogenidad figuran

los procedimientos basados en la utilización de variables instrumentales (IV),

generalmente aplicados en dos etapas (DeSimone, 2002; French et al., 2001; Norton et

al., 1998; Register y Williams, 1992).

Estos procedimientos requieren la existencia de uno o más instrumentos válidos que no

expliquen directamente la variable binaria dependiente, pero que se encuentren

fuertemente correlacionados con el regresor endógeno. El mayor problema de este tipo

de aproximaciones es encontrar instrumentos válidos para la estimación. Si la

correlación entre el instrumento y el regresor endógeno es débil, las estimaciones

basadas en IV estarán seriamente sesgadas (Alexandre y French, 2004; Norton et al.,

1998; Davidson y MacKinnon, 1993). Aun disponiendo de un instrumento que a priori

cumple con las condiciones necesarias para ser incorporado a la estimación, los modelos

con variables dummy endógenas muestran ciertos problemas econométricos cuando el

regresor endógeno y la variable de resultado son binarias (Angrist, 1999; Foster, 1997;

Terza et al., 2007). En resumen, aplicar métodos de variables instrumentales en modelos

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de regresión no lineal puede derivar en importantes sesgos en la estimación del efecto

del consumo de drogas sobre la situación laboral del individuo.

El estudio empírico de la participación laboral de consumidores problemáticos de

drogas de dependencia comienza con la especificación de un modelo probit univariado:

                                                          Pr(L=1)=Pr( x’+>0)       (6)

                                                                  =Pr(-
la estimación se utiliza el método de ajuste de máxima verosimilitud con información

completa (Full Information Maximum Likelihood - FIML).

La modelización de la participación laboral se realiza de acuerdo a la siguiente ecuación

latente:

                                                                    L*= l x’ + 2F + 1,   (7)

donde la variable latente L* se define en base a la variable observada L:

L=1        si   L*>0             participa en el mercado laboral.

L=0        si   L*0             otro caso.

En la ecuación (7) x’ es un vector de variables exógenas y F una variable binaria que

toma el valor de la unidad si el individuo es un consumidor problemático de drogas.

Se asume que el consumo de drogas es endógeno en la ecuación (7) y que se determina

de acuerdo a la siguiente expresión:

                                                                            F*= 1z’+2,    (8)

Donde F* es una variable latente para el consumidor problemático de drogas, y z’ es un

vector de variables exógenas que tienen influencia sobre los patrones de frecuencia de

consumo. La variable latente no observada F* se relaciona con la variable observada en

base a la siguiente condición:

F=1        si   F*>0             consumidor patológico.

F=0        si   F*0             otro caso.

                                                                                            12
Se asume que los términos de error 1 y 2 se distribuyen conjuntamente como una

distribución normal con E[1|x’, z’]= E[2|x’, z’]=0, var[1|x’, z’]= E[2|x’, z’]=1, y

cov[1, 1|x’, z’]=.

El coeficiente  mide la correlación existente entre los factores omitidos en las

ecuaciones de empleo y consumo. Si =0, la resolución del modelo pasa por la

estimación separada de dos modelos de probabilidad para L y F (modelos probit).

Cuando 1 y 2 no son independientes, un marco de análisis basado en un modelo

recursivo probit bivariado obtendrá estimaciones consistentes. El test de Wald se utiliza

para determinar cuando  es significativamente distinto de cero (la hipótesis nula es

=0).

Para finalizar, resulta interesante poder medir la influencia de un consumo problemático

de drogas sobre la probabilidad de estar trabajando. La cuantificación de este efecto se

estima a partir de la diferencia entre las predicciones de probabilidad condicionada de

participación laboral cuando se consume de manera patológica y con una intensidad de

consumo menor (Greene, 2003):

                                    E(F)=Pr(L=1|F=1; x, z) - Pr(L=1|F=0; x, z).       (9)

5. Datos y variables

En el análisis empírico se utilizan datos procedentes de registros clínicos de

consumidores codificados a través de un sistema de evaluación multicéntrico que

recoge, de manera estandarizada, información procedente de individuos admitidos a

tratamiento por consumo de drogas en las Unidades de Atención a Drogodependientes

(UAD) del Servicio Gallego de Salud (SERGAS).

La principal desventaja que presenta la utilización de datos procedentes de encuestas en

las que determinadas preguntas se dirigen a capturar información sensible para el

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encuestado, como puede ser información relativa al consumo de sustancias ilegales, es

la posible limitación en la validez y la fiabilidad de los datos con los que se está

trabajando (MacDonald y Pudney, 2000). Respecto a otras fuentes de datos utilizadas en

la literatura, la utilización de registros clínicos presenta ventajas en cuanto a la

fiabilidad y veracidad de la información facilitada, sobre todo a la hora de clasificar a

los individuos según la frecuencia de consumo de drogas. No obstante, una muestra de

individuos condicionada a un alta clínica presenta ciertas limitaciones a la hora de

generalizar, o extrapolar, los resultados obtenidos en las estimaciones a la población

diana, en la que también se incluyen consumidores de drogas que no han accedido a

tratamiento y que por lo tanto no son visibles.

Las UAD se configuran como la puerta de entrada a los servicios públicos sanitarios de

atención a consumidores de drogas, y el origen de posteriores derivaciones a otra serie

de servicios de tratamientos especializados para este problema de salud. La codificación

de los datos que contiene este registro la realiza el personal sanitario de estas unidades a

través de una entrevista personal en el momento de ser admitido el individuo a

tratamiento y siguiendo un protocolo clínico estándar en todas las unidades. La

admisión a una UAD se realiza en base a la demanda individual del propio consumidor

(48,32%), por demanda de su entorno social más próximo (14,01%), por derivación de

atención primaria (11,76), y por otras fuentes de referencia, como la judicial.

En el año 2008 las UAD presentan un volumen acumulado de más de 11.000 altas por

tratamientos relacionado con el consumo de drogas ilegales, el uso y abuso de alcohol,

tabaco, la presencia de desórdenes alimenticios, ludopatías, o dopaje en el deporte.

Durante el año 2008 se produjeron un total de 2.984 altas por abuso o dependencia de

drogas ilegales en los centros integrados en esta red asistencial. Independientemente del

año de admisión o readmisión a tratamiento, el volumen asistencial que están generando

                                                                                         14
los tratamientos por dependencia de drogas ilegales asciende a los 10.165 pacientes. El

objetivo principal de la información contenida en este registro es la de obtener, por parte

de los servicios públicos de salud, indicadores de evaluación asistencial sobre los que

argumentar programas y actuaciones dirigidas a rehabilitar, prevenir y reintegrar en la

sociedad a consumidores de drogas y de otras sustancias de carácter adictivo.

El registro contiene información detallada sobre la situación laboral de cada individuo

en el momento de ser admitido a un tratamiento; sustancias consumidas; patrones de

consumo (frecuencia de consumo, vía de administración de la droga principal, dinámica

de consumo – edad de inicio, tiempo máximo sin consumir,…); tratamientos previos

recibidos; antecedentes judiciales; así como las típicas variables sociodemográficas.

Siguiendo estudios previos, como son el de Buchmueller y Zuvekas (1998), DeSimone

(2002) y Zuvekas et al. (2005), el análisis se limita a pacientes de sexo masculino,

justificándose esta decisión en base a la baja representatividad de las mujeres en la

muestra (13%), a la mayor prevalencia de consumo de drogas ilegales entre varones, y

también a los mayores ratios de empleo que presenta el sexo masculino (Kessler et al.,

1994; Regier et al., 1993).

Las consecuencias negativas que el abuso de drogas produce sobre la productividad del

trabajador varían de acuerdo a los efectos físicos y psíquicos asociados a la sustancia

principal consumida. En el análisis se sigue la clasificación propuesta por Ramsay y

Spiller (1997) y MacDonald y Pudney (2000), y se focaliza el estudio en individuos

cuyo consumo principal son sustancias ilegales incluídas en el grupo denominado como

“drogas de dependencia” (cocaína, heroína, cocaína+heroína, y base libre de cocaína), y

que se codifican en el registro bajo la categoría de “droga principal consumida”. En

comparación con otro tipo de drogas, como puede ser el cannabis, este grupo de

sustancias está compuesto por aquellas drogas que provocan efectos sumamente

                                                                                        15
perjudiciales sobre la salud de la persona que las consume, y que se presume que

provocan efectos negativos sobre su productividad laboral (DeSimone, 2002; Van Ours,

2006).

No se implementaron modelos específicos para consumidores de cannabis debido a que

en la muestra, los consumos de esta droga se muestran en su mayoría como secundarios

al uso de drogas de dependencia (no se trata de sustancias mutuamente excluyentes), y

cuando se controla en las estimaciones por los patrones de frecuencia e intensidad de

consumo, resulta difícil distinguir los efectos aislados que provoca esta droga

(Buchmueller y Zuvekas, 1998).

El posible impacto que puede ocasionar un consumo de drogas sobre la empleabilidad

depende, entre otros aspectos, de la intensidad y de factores relacionados con la

dinámica temporal de consumo. Siguiendo la frecuencia de consumo adoptada por

Buchmueller y Zuvekas (1998), y en base al consumo realizado durante el mes anterior

a la admisión a tratamiento, la frecuencia de consumo se divide en dos categorías

mutuamente excluyentes, caracterizando como “consumidores problemáticos” aquellos

individuos que han desarrollado síntomas de un consumo patológico o dependiente de la

droga codificada como principal en el momento de su admisión (consumo diario). Los

criterios diagnósticos de dependencia y abuso son los aplicados por los profesionales

que realizan la admisión al tratamiento. Esta clasificación se fundamenta en base a

criterios de diagnóstico de la adicción siguiendo el Diagnostic and Statistical Manual of

Mental Disorders (DSM-IV) de la American Psychiatric Association.

La variable de empleo L es un indicador binario de aquellos pacientes que se encuentran

“en el mercado laboral”, agrupando en la definición a los trabajadores autónomos y por

cuenta ajena. Se excluyen individuos que no tiene edad para trabajar (menores de 16

años y mayores de 65), estudiantes a tiempo completo, discapacitados permanentes,

                                                                                      16
pensionistas, e internos en instituciones penitenciarias. La muestra final seleccionada

para el análisis incluye un total de 1.754 consumidores de drogas de dependencia

admitidos a tratamiento en el año 2008.

La selección de variables se realiza después de una exhaustiva revisión bibliográfica

sobre los determinantes del consumo de drogas ilegales y de la participación laboral. La

identificación de los modelos se realiza estableciendo restricciones de exclusión,

mediante la estimación de modelos alternativos y el contraste, a través de la prueba de

Wald, de la significación de los instrumentos incluidos en la ecuación de participación

laboral.

Las variables incluidas en el análisis empírico junto con su estadística descriptiva son

recogidas en la tabla 1. La prevalencia de individuos que realizan un uso patológico de

drogas de dependencia es de un 46%, mientras que el porcentaje de pacientes que

participan en el mercado laboral asciende a un 48% de la muestra.

                            (TABLA 1 INSERTAR AQUÍ)

En lo que se refiere a variables relacionadas con tratamientos previos y patrones de

consumo, exceptuando tratamientos de tipo psiquiátrico, destaca el elevado porcentaje

de individuos que en algún momento han recibido algún tipo de tratamiento asistencial

por consumo de drogas (67%). El 26% de los individuos recibió tratamiento psiquiátrico

específico para su problema de adicción. En cuanto a la dinámica pasada de consumo y

sus posibles implicaciones sobre la intensidad de consumo actual, un 44,5% de los

pacientes declaran haber tenido, en algún momento, un periodo de abstinencia en el

consumo superior a los 12 meses.

                                                                                     17
4. Resultados

La tabla 2 muestra los resultados obtenidos en la estimación de un modelo probit sobre

la participación laboral, tomando como exógena la variable de frecuencia de consumo.

En la misma tabla se recogen también los resultados del modelo probit estimado para el

consumo problemático de drogas de dependencia.

Se ha planteado la endogenidad de la variable de consumo mediante la estimación de un

modelo probit para la variable de resultado laboral en el que se incluye, como variable

explicativa, las predicciones obtenidas en una primera etapa para la variable

potencialmente endógena. La prueba de significación de esta variable permite rechazar

la hipótesis nula de exogeneidad (test de Hausman).

                           (TABLA 2 INSERTAR AQUÍ)

El efecto directo de un consumo problemático de drogas sobre la probabilidad de estar

empleado es negativo, pero no es significativo ni cuantitativamente relevante.

MacDonald y Pudney (2000) en sus estimaciones sobre datos de la British Crime Survey

obtienen en sus modelos probit univariados un resultado similar, indicando que el

consumo de drogas de dependencia tiene un impacto positivo sobre la probabilidad de

encontrarse desempleado. French et al. (2001) llegan a la misma conclusión y obtienen

que un consumo patológico de drogas reduce en un 0,089 la probabilidad de estar

empleado.

Diferentes trabajos muestran que el nivel educativo completado por el individuo es un

factor que puede ser relevante en la relación entre situación laboral y consumo de

drogas (Mullahy y Sindelar, 1989, 1993; French y Zarkin, 1995). En nuestras

estimaciones, y tomando como referencia a los consumidores que carecen de estudios,

niveles superiores de educación presentan un efecto positivo y significativo sobre la

                                                                                    18
probabilidad de trabajar. Asimismo, carecer de antecedentes penales aumenta en un

18% la probabilidad de participar en el mercado de trabajo. En cuanto a enfermedades

infecciosas prevalentes en el colectivo de consumidores de drogas inyectadas, la

probabilidad de estar trabajado de aquellos individuos que padecen hepatitis o

VIH/SIDA es más reducida que aquellos que no las padecen.

Los coeficientes estimados y los efectos marginales totales del modelo probit bivariado

de ecuaciones simultáneas se presentan en la tabla 3.

                            (TABLA 3 INSERTAR AQUÍ)

Burguess y Propper (1998) consideran que una iniciación temprana en determinados

hábitos y comportamientos, como es el consumo de drogas ilegales, provoca efectos

futuros sobre la productividad laboral. Examinando en primer lugar la ecuación de

consumo, individuos que se inician antes de los 16 años en el uso de drogas ilegales, y

que consumen de manera secundaria otras drogas de dependencia, presentan una mayor

probabilidad de realizar un consumo patológico de estas sustancias. Sin ser

estadísticamente significativos en conjunto, los coeficientes estimados para las variables

de educación sugieren que, con respecto a la categoría omitida (sin estudios), completar

estudios primarios, secundarios o universitarios reduce la probabilidad de ser un

consumidor frecuente de este tipo de drogas.

En el análisis se incluyen variables que recogen los efectos de tratamientos previos

recibidos por el paciente, como factores que pueden llegar a modificar sus actitudes y

comportamientos ante el uso de drogas ilegales. La probabilidad de ser un consumidor

patológico de drogas es mayor en aquellos individuos que recibieron tratamientos

asistenciales previos dirigidos a reducir las consecuencias de la adicción. Resulta

complicado poder determinar las causas que explican este resultado, para ello sería

                                                                                       19
necesario poder evaluar el grado de dependencia que presentaba el individuo en el

momento de acceder a estos tratamientos, la dinámica de consumo experimentada en un

momento posterior, así como el tipo de tratamiento recibido. El coeficiente obtenido

para la variable que codifica tratamientos de tipo psiquiátrico, aun siendo positivo, no es

estadísticamente significativo

Diferente literatura sugiere que la situación de convivencia en pareja y estar casado se

relaciona con la reducción, o el cese, en el consumo de drogas, definiendo esta situación

como un factor de protección frente al consumo de sustancias adictivas (Bachman et al.,

1997; Moos et al., 2002; Heinz et al., 2009). La variable que recoge esta situación

(MARRIED), y las variables de enfermedades infecciosas relacionadas con consumo de

drogas inyectadas presentan el signo esperado pero no son estadísticamente

significativas.

Examinando la ecuación de participación laboral, los coeficientes obtenidos muestran

un impacto significativo de un consumo problemático de drogas sobre la situación

laboral del individuo. El signo negativo indica que, manteniendo constante el resto de

factores, los individuos admitidos a tratamiento que presentan un uso patológico de

drogas, son menos propensos a participar en el mercado de trabajo. Evaluando de

manera cuantitativa este efecto, se reduce la probabilidad de estar trabajando en un

0,584.

El resultado anterior es consistente con los obtenidos en otros trabajos sobre el tema.

French et al. (2001) utilizan el procedimiento de variables instrumentales para datos de

la National Household Survey y obtienen que en consumidores crónicos, la probabilidad

de estar trabajando se reduce en un 0,495. Alexandre y French (2004) utilizan

información procedente de un cuestionario específico para consumidores de drogas y

obtienen como principal resultado que consumos crónicos de drogas inyectadas están

                                                                                        20
asociados de manera negativa y significativa con el empleo. Este resultado lo obtienen

tanto para los modelos probit univaridos como para los modelos de ecuaciones

simultáneas, sin embargo, el impacto sobre la probabilidad de trabajar es inferior al

obtenido con nuestros datos (reducción de entre el 8% y el 10%).

Además de la naturaleza de la muestra y el tipo de drogas que se considera

(dependencia), una posible causa de este impacto tan significativo sobre la participación

laboral es la mayor propensión de los consumidores habituales de drogas de

dependencia a consumir, de manera simultánea, otras sustancias que influyen de manera

negativa sobre su bienestar físico y psicológico (Buchmueller y Zuvekas, 1998). Estos

consumos secundarios incrementan el efecto de la droga principal consumida, pero es

difícil determinar la contribución relativa de cada tipo de sustancia sobre la reducción

en la probabilidad de estar trabajando.

Analizando el resto de variables incluidas en la ecuación de empleo, podemos

identificar la importancia que tiene no tener antecedentes penales sobre la probabilidad

de estar trabajando (efecto positivo de 0,161 sobre la probabilidad de estar trabajando).

En el otro sentido, los resultados obtenidos muestran que los individuos que padecen

VIH/SIDA, presentan una menor probabilidad de estar empleados.

El valor estimado para la correlación entre los errores () significa que los factores

omitidos, que repercuten en un consumo problemático de drogas, están positivamente

correlacionados con los factores omitidos que afectan a la participación laboral del

individuo. El estadístico de Wald presenta un valor de 29.773, y para una chi-cuadrado

con un grado de libertad indica que  es significativamente distinto de cero, pudiendo

rechazarse la hipótesis de exogeneidad. Este resultado sugiere que en el presente

análisis el consumo de drogas está correctamente tratado como una variable endógena

en la ecuación de participación laboral, y que un modelo recursivo probit bivariado es

                                                                                      21
un marco analítico correcto para investigar el efecto de un consumo problemático de

drogas sobre la participación en el mercado de trabajo.

Diferente literatura atribuye la posible endogenidad de las variables de educación,

estructura familiar, estado civil, y problemas de salud que limitan la actividad del

individuo, sobre las ecuaciones de consumo de drogas (Burgess y Propper, 1998;

Kenkel y Ribar, 1994; MacDonald y Pudney, 2000; Register et al., 2001). Si realizamos

un análisis de sensibilidad y reestimamos los modelos anteriores omitiendo estas

variables, el sentido de la relación entre consumo y participación laboral no se altera en

ninguno de los dos modelos, no obstante, en el modelo probit univariado, la variable de

intensidad de consumo es ahora significativa, y reduce la probabilidad de estar

trabajando en un 4,3% (tabla 4).1 El efecto de esta variable en el modelo de ecuaciones

simultáneas es idéntico al obtenido en el modelo inicial. El resto de coeficientes

estimados mantienen el signo, y sólo en unos pocos se aprecian pequeños cambios en su

impacto sobre la participación laboral (efectos marginales).

                                (TABLA 4 INSERTAR AQUÍ)

Los resultados obtenidos confirman que en muestras de individuos admitidos a

tratamiento, modelos independientes que no corrigen el problema de endogeneidad

están seriamente sesgados, y subestiman el impacto negativo del consumo de drogas

sobre la situación laboral de los individuos.

1
  Buchmueller y Zuvekas (1998) con datos de la Epidemiologic Catchment Area (ECA) obtienen un
resultado similar en sus modelos probit para el grupo de varones entre 30 y 45 años. Un diagnóstico de
consumo patológico de drogas reduce la probabilidad de estar empleado en un 4%.

                                                                                                  22
5. Producción laboral perdida

En base a los resultados obtenidos en el apartado anterior, que confirman una menor

probabilidad de estar trabajando en aquellos individuos que son consumidores

problemáticos de drogas de dependencia, el objetivo del presente apartado es tratar de

asignar un valor económico a la producción que se pierde como resultado de los efectos

que causa el consumo de drogas de dependencia sobre la capacidad productiva de las

personas admitidas a tratamiento (coste de oportunidad).

La valoración de los costes de productividad se realiza siguiendo el enfoque del capital

humano desarrollado por Becker (1964), y utilizado en la mayoría de los análisis de

coste de enfermedad. Este enfoque utiliza los salarios como medida de la pérdida

potencial de producción para la sociedad debida a la reducción del tiempo de trabajo

remunerado que causa la enfermedad. La hipótesis central del método del capital

humano es la asunción de que las variaciones en las rentas salariales se deben

principalmente a la acumulación de capital humano a través de la formación y la

experiencia acumulada (Puig y Pinto, 2001).

A pesar de ser el método empleado con más frecuencia en los trabajos que estiman el

coste social del consumo de drogas ilegales y otras sustancias adictivas, es preciso

comentar la existencia de ciertos problemas en su aplicación, derivados de la existencia

de desequilibrios en el mercado de trabajo (paro involuntario), de la elección de las

variables indicadores de precios sombra, y de las inequidades en el tratamiento de

individuos con y sin trabajo. Una de las críticas más recurrentes a su utilización es que

sobreestima las pérdidas de producción, al no tener en cuenta la sustitución del

trabajador, siendo los únicos costes que deberían de ser considerados los que se incurren

en el propio reemplazo del trabajador y el entrenamiento de su sustituto (Koopmanschap

et al., 1995).

                                                                                      23
El enfoque de los costes de fricción tiene en cuenta el desempleo y la sustitución del

trabajador, y representa un método alternativo al del capital humano. En el método de

los costes de fricción lo relevante no es la pérdida potencial de producción, sino el coste

que supone la pérdida de producción ocasionada por la ausencia de un trabajador en una

situación en la que existe desempleo en el mercado de trabajo. No obstante, no pudo

aplicarse el método de los costes de fricción debido a que los datos no aportan

información sobre la transición entre estados de salud ni sobre la frecuencia y duración

de los periodos en los que no se trabaja.

A partir de las tasas de empleo para Galicia se extrapoló el número de personas que

deberían de estar empleadas si suponemos que la muestra de población consumidora de

drogas presenta similar empleabilidad que la población general. La valoración en

términos monetarios de la producción se aproxima a través de la ganancia salarial que el

individuo deja de percibir para el año de referencia por encontrarse en situación de

desempleo.

Si asumimos una productividad y empleabilidad similares a las de la población, la

estimación de las pérdidas de producción ocasionadas por abusos de drogas se realiza

para cada grupo i de individuos de acuerdo a las siguientes expresiones:

                                                             PP=∑(PL´i − PLi) wi      (10)

                                                                      PL´i=PTi · ui   (11)

donde PP representa la producción total perdida; PL´i el número potencial de

consumidores que deberían de estar trabajando si se atiende a las tasas de empleo de la

población general; PL el número total de consumidores que efectivamente están

trabajando; w el salario bruto medio; PT el número total de consumidores de drogas; y u

la tasa de empleo.

                                                                                        24
La ganancia bruta anual se obtiene de la Encuesta de Estructura Salarial (EES)

realizada por el INE (2008a), y en ella se incluye el total de las percepciones salariales,

en dinero efectivo y en especie, pagadas a los trabajadores por el tiempo trabajado o por

el trabajo realizado, junto a la remuneración por periodos de tiempo no trabajados. La

encuesta clasifica las estimaciones por tipo de jornada, sexo, actividad económica,

ocupaciones y comunidad autónoma en la que trabaja.

Los datos de empleo se obtienen de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE

(2008b), y en ella se recogen datos de fuerza de trabajo en sus diferentes categorías.

Para el análisis se utiliza la tasa de empleo, que se define como el porcentaje de la

población ocupada en relación con la población en edad de trabajar. Al igual que la

EES, la encuesta clasifica las estimaciones por las variables de interés (sexo, edad y

comunidad autónoma).

En la tabla 5 se recoge la valoración de la pérdida potencial de producción asociada a un

consumo de drogas ilegales de dependencia en la muestra de pacientes que fueron

admitidos a tratamiento durante el año 2008. Tomando las tasas de empleo y las

ganancias estimadas para Galicia, las pérdidas de producción se estiman en casi 14

millones de euros. Si consideramos los valores medios obtenidos en las encuestas para

el conjunto de España, la perdida de producción se incrementaría en 1,6 millones de

euros.

                             (TABLA 5 INSERTAR AQUÍ)

                                                                                        25
6. Conclusiones

La finalidad principal del presente trabajo es la de reexaminar la relación existente entre

consumo de drogas ilegales y situación laboral. Para ello se utiliza un registro clínico de

personas admitidas a tratamiento por abuso o dependencia de sustancias psicoactivas,

por considerar que esta población es de marcado interés desde la perspectiva de la salud

pública y de las medidas dirigidas a reducir las consecuencias que supone la adicción

para el conjunto de la sociedad. En el año 2008 el presupuesto invertido por el gobierno

gallego en recursos asistenciales y programas de prevención e incorporación social

superó los 19 millones de euros.

En el análisis econométrico se controla la posible correlación no observada entre

consumo de drogas y participación laboral mediante la aplicación de un modelo probit

bivariado de ecuaciones simultáneas, una técnica de estimación alternativa a las

utilizadas en la literatura para controlar la potencial endogeneidad de la variable de

consumo. Se confirma que un consumo problemático de drogas está determinado de

manera endógena con la participación laboral, y que la utilización de un modelo

recursivo de ecuaciones simultáneas es un método apropiado para controlar este

problema. No considerar el consumo de drogas como endógeno puede producir

resultados inconsistentes en futuros trabajos que aborden la influencia de la adicción

sobre el mercado de trabajo.

Si bien es arriesgado extrapolar los resultados obtenidos al conjunto de la sociedad,

estos no difieren de los obtenidos por otros estudios empíricos, y confirman de manera

significativa la existencia de una fuerte asociación entre consumo de drogas y

participación laboral (una vez que se controla el problema de endogenidad). En este

sentido, un uso patológico de drogas de dependencia reduce de forma importante la

probabilidad de estar trabajando.

                                                                                        26
Es importante tener en cuenta una serie de limitaciones en el análisis desarrollado. La

primera, es que la frecuencia de consumo de drogas no es la mejor variable para

predecir cuando una persona tiene un problema de abuso de drogas que puede afectar a

su situación laboral. En futuras investigaciones sería relevante, para dotar de mayor

robustez a los resultados, introducir en las especificaciones el estado físico y

psicológico individual de los consumidores de drogas (Buchmueller y Zuvekas, 1998).

En segundo lugar, asumiendo que existe un retardo de las consecuencias que provoca el

consumo de drogas sobre la situación laboral observada, sería interesante analizar datos

longitudinales de consumo y participación laboral sobre una misma muestra de

individuos. Un análisis de sección cruzada no permite analizar patrones de consumo en

el largo plazo y la relación que guardan con la empleabilidad de los sujetos. Para

finalizar, la utilización de un registro de consumidores admitidos a un tratamiento limita

la extrapolación de los resultados al conjunto de la población consumidora (incluida la

que no es visible para la sanidad pública).

Desde la perspectiva de la políticas públicas, los resultados obtenidos muestran los

potenciales costes que para el conjunto de la sociedad supone el uso y abuso de drogas

ilegales, en términos de producción perdida, así como la necesidad de coordinar e

integrar políticas activas de empleo y programas de inserción social para los

consumidores de este tipo de sustancias. En este punto, también se plantea la necesidad

de evaluar la eficacia de programas asistenciales y de inserción social recibidos

anteriormente por la población consumidora usuaria de los servicios asistenciales.

Desde el punto de vista de la investigación empírica de las consecuencias económicas y

sociales de la adicción, el análisis presenta dos contribuciones de interés: el uso de

información procedente de un registro clínico de consumidores, y la aproximación a la

                                                                                       27
relación entre consumo y trabajo a partir de un modelo recursivo de ecuaciones

simultáneas.

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