Edward Hopper - Ein neuer Blick auf Landschaft
←
→
Transcripción del contenido de la página
Si su navegador no muestra la página correctamente, lea el contenido de la página a continuación
Mundoclasico.com viernes, 21 de febrero de 2020 ARTES VISUALES Y EXPOSICIONES Edward Hopper – Ein neuer Blick auf Landschaft JUAN CARLOS TELLECHEA Grandes cineastas como Alfred Hitchcock, David Lynch y Wim Wenders se inspiraron, entre otros, en los peculiares cuadros de Edward Hopper (Nyack/NY, 1882- Nueva York, 1967), pintor del realismo estadounidense, de la soledad del Hombre moderno y uno de los más importantes del siglo XX. Edward Hopper se titula una preciosa exposición de este extraordinario artista norteamericano que tiene lugar del 26 de enero al 17 de mayo en la Fondation Beyeler de Basilea/Suiza, en cooperación con el Whitney Museum of American Art de Nueva York. La muestra, que abarca acuarelas y óleos desde la década de 1910 hasta la de 1960 y proporciona una visión completa y sobrecogedora de la naturaleza multifacética de Hopper, está enfocada en sus representaciones icónicas sobre la inmensidad del paisaje rural y urbano estadounidense, temática poco Hopper A-Z abordada en las exhibiciones realizadas hasta ahora © 2020 by Hatje Cantz sobre este creador, aunque de importancia central para la comprensión y recepción de su trabajo. Tras formarse como ilustrador, Hopper estudió hasta 1906 en la Escuela de Arte de Nueva York. Las obras de Diego Velázquez, Francisco de Goya, Gustave Courbet y Édouard Manet fueron importantes puntos de referencia para el joven creador que se formó asimismo en literatura alemana, francesa y rusa. En seis décadas Hopper creó un total de 335 pinturas, de las cuales 35 son mostradas ahora
en Basilea, junto con otras obras suyas sobre papel. El pintor trabajaba despacio y escrupulosamente. Se tomaba mucho tiempo para elegir un motivo y decidir si valía la pena retratarlo. Después se recluía en el estrecho repertorio que había reunido desde bastante tiempo atrás y permanecía solitario, inadvertido para el mundo del arte estadounidense. Así pernaneció, taciturno y prescindente durante toda su vida, aún cuando el público apreciara mucho después su experiencia vital. Edward Hopper, Square rock, Ogunquit, 1914. © 2019 by Whitney Tenía 42 años de edad cuando celebró su Museum of American Art / Licensed by Scala. primera exposición individual en una galería. Casi una década más tarde, en noviembre de 1933, el Museo de Arte Moderno (MoMA), fundado cuatro años antes y ubicado entonces en un edificio de oficinas, organizó una muestra que le dió el impulso decisivo para el reconocimiento nacional. Hopper había estado en París cuando era joven, antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Allí se había topado con lo moderno y con la vanguardia. Sin embargo, no le atraería mucho o al menos no lo alentaría a la imitación, al igual que ocurriera con otros noveles artistas estadounidenses. De todas maneras, Hopper Edward Hopper, Second story sunligth (1960). © 2019 by Whitney desarollaría su pintura, que captura la Museum of American Art / Licensed by Scala. realidad visible, en un diálogo íntimo con la modernidad, si bien, y de hecho, en contra de ella, mientras los experimentos formales le seguirían siendo absolutamente ajenos. La vista de la estación de servicio, Gas, pintada por Hopper en 1940 y de una nostalgia espeluznante por algo que quedó en el pasado, fue elegida por la Fondation Beyeler como motivo de la exposición. El catálogo, de 150 páginas, titulado Edward Hopper – Ein neuer Blick auf Landschaft, publicado por la editorial Hatje Cantz de Berlín, contiene artículos de especialistas en artes visuales como Sam Keller, Ulf Küster (comisario de la muestra), Erika Doss, David M. Lubin y Katharina Ruppell. Los paísajes de Hopper son abstracciones. Mirando sus cuadros con mayor detenimiento se descubre que sus casas a menudo tienen puertas y ventanas abiertas, que los postes de electricidad o de telégrafo no
tienen cables ni hilos y que los automóviles, esquemáticamente pintados, pasan velozmente a lo lejos. Las praderas, son superficies de color verde cinabrio claro y amarillo; las colinas, ondulaciones a tono que contrastan con el rojo oscuro de los graneros de madera; el bosque se confunde en una masa verde oscura; y el cielo azul claro se extiende indiferente sobre el escenario. Hopper pintó repetidamente esta imagen ideal de las zonas rurales de Nueva Inglaterra. El mundo físico es como es. Su indiferencia Edward Hopper. Ein neuer Blick auf Landschaft. © 2020 by Hatje es la réplica de la soledad o, mejor dicho, Cantz & Fondation Beyeler. del aislamiento, de la incomunicación, de la indefensión que constatan las figuras de Hopper y que ocultan los paisajes. El presidente de Estados Unidos Barack Obama colgó dos cuadros con esas imágenes en la Oficina Oval. Las representaciones varían con el mismo motivo, los edificios de madera de Mister Burly Cobb en la península de Cape Cod. Allí tenía Hopper su estudio, que se diferenciaba de los graneros solo por el gran ventanal mirando hacia el norte que el Edward Hopper, Railroad Sunset (1929). © 2019 by Whitney Museum pintor necesitaba para su trabajo. of American Art / Licensed by Scala. Todo parece capturado de manera realista, tanto al interior como al exterior, pero con Hopper hay siempre una introspección. Son descripciones de la realidad, pero lejos de la superficie, que calan muy profundamente. El mismo Hopper describiría en una carta (1939) su objetivo, llevar al lienzo mi percepción más honda de un tema que desencadena en mi el sentimiento más intenso. La percepción más íntima, significa al mismo tiempo un máximo de Edward Hopper, Road and houses, South Truro (1939-1933). © subjetividad: Estoy detrás de mí (...). El 2019 by Whitney Museum of American Art / Licensed by Scala. arte es en gran medida expresión del subconsciente (…) la consciencia desempeña un papel subordinado, subrayaba Hopper.
La cuestión es cómo sondear la parte inconsciente que tiene el yo en cada percepción; un empeño necesario, debido a cada forma de subjetividad. Este parece ser el secreto que hace tan atractivas y seductoras las imágenes de Hopper; y, sin embargo, tan difíciles de leer claramente, al contrario de lo que parecen a primera vista. De forma críptica, Hopper hizo referencia también a la realidad política de Estados Unidos. En muchos de sus cuadros hay Edward Hopper, Lee shore (1941). © 2019 by Photo Art Resource / elementos narrativos, planteamientos Scala, Florence. históricos abiertos, inconclusos, plausibles e imposibles al mismo tiempo; incluso angustiantes. Esa forma de encriptar la realidad político-social tiene mucho que ver con las formas de expresión artística, poética de su época que él influenció y que influyó a su vez sobre él. Sin duda, los visitantes de la Fondation Beyeler repararán prioritariamente en esas efigies o siluetas, por ejemplo la dama leyendo una revista en Compartment C, Edward Hopper, Portrait of Orleans (1950). © 2019 by Randy Car 293 (1938), la pareja apoyada en la Dodson, The Fine Arts Museums of San Francisco. barandilla en Summer Evening (1947), la joven a contraluz en Cape Code Morning (1950), las personas soleándose en Second Story Sunlight (1960) o el empleado de la mencionada estación de servicio, pero más que nada en la misma gasolinera. Unido a la tradición figurativa estadounidense, predecesora del pop art, Hopper pintó primero en Nueva York, donde creció y trabajó como dibujante publicitario (igual que Andy Warhol); Edward Hopper, Cape Code Morning (1950). © 2019 by Whitney después en la pintoresca península de Cape Museum of American Art / Licensed by Scala. Cod, al sur de Boston, donde encontró su estudio en Truro, en el istmo antes de pegar la curva que lleva al mismo cabo; y más tarde algo al norte, en la escarpada y accidentada costa de Maine. Hopper no viajó mucho. En la vejez, un poco más a menudo con Josephine, su mujer, pasando por Texas rumbo a México, donde estuvo tres veces, pero nunca pintó el sur. El director cinematográfico alemán Wim Wenders realizó por encargo de la Fondation un
filme en 3D de 15 minutos de duración y explicó en rueda de prensa antes de la apertura de la muestra de qué forma influenciaron las pinturas de Hopper sobre el lenguaje en la pantalla grande (verbigracia, el lienzo House by the Railroad (1925) y la enigmática casona donde Hitchcock hace perpetrar el crimen en Psicosis). El cortometraje se muestra en una cabina insonorizada y los espectadores reciben gafas apropiadas para ver la proyección. En la cinta, titulada Dos o tres cosas que sé sobre Hopper, aludiendo al clásico (1967) del francés Jean-Luc Godard, aparecen imágenes de Gas y de Cape Code Morning que fascinaran tanto a Wenders. El comisario de la exposición, Ulf Küster, presenta a Hopper como el paisajista que capta siempre el fragmento de una realidad mucho más vasta que el espectador imagina e intruye en sus cuadros. Cuando se acentúan en una composición las líneas horizontales más importantes sin grandes interrupciones hasta el margen de un cuadro, se refuerza esa imaginación y se sugieren al observador los espacios y elementos más allá de los límites de la escena representada, afirmaba Hopper en 1939 en una de esas rarísimas descripciones sobre su labor. Esto es, sus pinturas debieran ser interpretadas como parte de un todo más grande e ignoto.Lo más importante es lo que el espectador cree ver en los cuadros de Hopper, no lo que ve ni lo que oculta el artista. Si (lo inefable) pudiera expresarse con palabras, no habría ninguna razón para pintar, concluiría Hopper en 1956, ya en la cima de su fama. © 2020 Juan Carlos Tellechea / Mundoclasico.com. Todos los derechos reservados
También puede leer