El perro del hortelano - Comedia de Lope de Vega Película de Pilar Miró

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El perro del hortelano - Comedia de Lope de Vega Película de Pilar Miró
El perro del hortelano
          Comedia de Lope de Vega

              Película de Pilar Miró

Club de Lectura y Cine “Leer en imágenes”
Biblioteca Pública de Mérida “Jesús Delgado Valhondo”

                     Mayo y junio de 2011
               www.bibliotecaspublicas.es/merida
        http://clubdelecturaycine-merida.blogspot.com/
El perro del hortelano - Comedia de Lope de Vega Película de Pilar Miró
Sobre El perro del hortelano
                              de Lope de Vega

                               La época: El Barroco

        El siglo XVII, el Barroco, comprende la segunda centuria de lo que se
conoce como Siglo de Oro español, junto con el XVI. Frente al período
renacentista, en el cual España es una nación rica y poderosa que extiende sus
dominios a América, los Países Bajos e Italia, durante el siglo XVII la Península
sufrirá una progresiva e imparable decadencia. Felipe III (1598-1621) y Felipe IV
(1621-1665) fueron unos monarcas débiles que gobernaron por medio de validos
(primeros ministros), que eran quienes tenían, en realidad, todo el poder, como el
                                     duque de Lerma o el conde-duque de
                                     Olivares (a la izquierda, retrato suyo, en una obra
                                     de Velázquez). Continúan las costosas guerras
                                     en los Países Bajos en defensa del catolicismo
                                     y de la hegemonía de los Austrias, y España
                                     pierde paulatinamente su Imperio: hubo de
                                     reconocer la independencia de Holanda,
                                     entregó a Francia el Rosellón, Cerdeña y
                                     Artois, y se sublevaron Cataluña (1640-1652)
                                     y Portugal (1640). Este país alcanzó su
                                     independencia en el sombrío reinado de
                                     Carlos II (1665-1700), durante el cual la
                                     decadencia política, social y económica de
                                     España se acentuó aún más y la muerte del
                                     rey sin descendencia desembocó en la Guerra
                                     de Sucesión (1701-1714).

        Las epidemias, guerras y crisis económicas diezmaron la población española
en el siglo XVII. El centro peninsular perdió poder económico, en beneficio de la
periferia. El comercio con América declinó y las importaciones de plata americana
disminuyeron progresivamente. Todo ello, unido a la exportación de materias
primas e importación de manufacturas, provocó la ruina económica.

       La aristocracia, como en épocas anteriores, era incompatible con el trabajo y
el comercio, porque estas actividades podían poner en duda su limpieza de sangre,
así que había gran número de ociosos. La Iglesia mantuvo su importancia y aumentó
el número de eclesiásticos, pues numerosas personas se veían empujadas al
sacerdocio por su ambición o como refugio de su pobreza. La crisis, como era de
esperar, recayó de modo más grave sobre las “clases medias” (patronos, tenderos,
comerciantes) y sobre campesinos y artesanos, con aumento de pobres y
desheredados (el género de la picaresca es buena muestra de la situación).

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La época barroca supone un profundo cambio de mentalidad frente al
optimismo de los humanistas del Renacimiento. En muchos aspectos hay una
regresión a actitudes medievales: la Inquisición vigila cualquier explicación científica
que no tenga en cuenta la acción directa de Dios, la filosofía se retrasa con respecto
a la europea (el racionalismo de Descartes) y, en general, se impide todo contacto
cultural con Europa. Los cambios que experimenta la sociedad del siglo XVII
alteran la visión del mundo que tuvieron los renacentistas: hay un cambio de
sensibilidad y una sensación de que todo es inestable, de ahí las continuas
referencias al tiempo, a las ruinas, a la caducidad de la belleza y a la muerte, que
encontramos en la literatura. De esta sensación de fugacidad derivarán los
sentimientos de melancolía, pesimismo y desengaño propios del Barroco, lo mismo
que la afición a la soledad y el gusto epicúreo por las cosas; y, puesto que las cosas
se perciben por los sentidos, esto dará origen a la conocida sensualidad barroca:
gozo por lo bello, la pompa, lo suntuoso. Lógicamente, se da un profundo cambio
de estética y, frente a la actitud renacentista de exaltación e imitación de la
naturaleza, los hombres del Barroco ensalzan el artificio, lo complejo, buscan causar
asombro. Es decir, se pasa de la imitación (imitatio) a la invención (inventio).

        Pero no podemos olvidar que el XVII es
el segundo de los Siglos de Oro y, a pesar de la
crisis, el mundo del arte florece de forma
exuberante: la pintura contará con artistas de la
talla de Zurbarán, Murillo, Velázquez, etc.; la
escultura, con Gregorio Fernández o Alonso
Cano; la arquitectura con Gómez Mora, y la
literatura conoce unos de sus momentos de
máxima creatividad con Góngora, Quevedo,
Gracián, Lope de Vega y Calderón de la
Barca. Durante esta época se dan dos
movimientos        estilísticos   fundamentales:
culteranismo y conceptismo. Ambos tienen en
común que rompen el equilibrio clásico entre
forma y contenido, pero lo hacen de manera
diferente. Mientras el culteranismo se centra en
la forma haciéndola compleja, el conceptismo rompe ese equilibrio a favor del
contenido, que se vuelve denso. Por lo que al teatro se refiere, los dramaturgos
renacentistas (Juan del Encina, Lope de Rueda, Cervantes) fueron adquiriendo
nuevas técnicas y ampliando la temática de sus obras, de manera que aparecen los
dos grandes géneros dramáticos españoles: la comedia y el auto sacramental. Pero
será en el siglo XVII cuando el teatro llegue a su máximo esplendor, con la creación
de la comedia nueva por Lope de Vega.

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La comedia nueva

                                                Esta nueva fórmula dramática,
                                        fijada por Lope de Vega en su Arte nuevo de
                                        hacer comedias en este tiempo (1609), unida al
                                        establecimiento de lugares fijos para
                                        representar (los “corrales de comedias”,
                                        que no eran sino los patios vecinales), la
                                        formación de compañías de actores, la
                                        captación del público, etc., dará como
                                        resultado la gran eclosión del teatro áureo
                                        español. Así se constituyó un teatro
nacional, la llamada “comedia nueva” cuyas características son las siguientes:

   — Ruptura de las tres unidades del teatro clásico: acción, tiempo y lugar. En la
       comedia nueva, la acción puede durar más de un día y transcurrir en espacios
       diferentes. Solamente se mantiene la unidad de acción, ya que la trama debía
       basarse en un asunto central, aunque no se trata de una acción simple, sino
       que es una trama compleja, integrada por una acción principal y otras
       secundarias.

   — División en tres actos, frente a lo habitual que era la división en cinco actos.
       Esta nueva estructuración corresponde a las tres fases en que se divide la
       trama: exposición o planteamiento del asunto, nudo y desenlace, aunque éste
       se aplazaba hasta cerca del final, para mantener en pie el interés del público.

   — Uso exclusivo del verso como lenguaje dramático. Dentro de una misma
       obra se emplean diferentes metros y estrofas (polimetría), para expresar
       distintos tipos de escenas, situaciones o emociones dramáticas. Con
       frecuencia se incorporan canciones populares y bailes, que interrumpen el
       curso de la acción y añaden espectacularidad a la acción.

   — Los dramaturgos españoles del siglo XVII rompen la separación clásica entre
       lo trágico y lo cómico, pues introducen escenas, episodios y personajes
       cómicos dentro de obras graves (tragicomedia).

   — Los personajes de la comedia nueva se conciben como tipos convencionales,
       es decir, están vistos desde fuera y carecen de psicología individual, pues su
       misión primordial es dar expresión a unos sentimientos y comportamientos
       previstos por el código teatral. Veamos los más importantes: el rey, que
       premia o castiga; el padre, que vela por el honor de la dama; el poderoso,
       soberbio e injusto; el galán y la dama (él valiente, generoso, constante, y
       ella bella, dulce, apasionada), que son el centro de la intriga; el villano
       “habitante de la villa”, representante del campo, y, por supuesto, el criado o
       gracioso. Este personaje es, sin duda, la creación más notable de la comedia
       y se caracteriza por su buen humor, fidelidad a su señor, amor al dinero y la

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buena vida, etc. Es la contrafigura inseparable del galán, confidente de su
       amo y protagonista de la segunda intriga, paralela a la principal (galán-dama/
       criado-criada).

   — La pluralidad temática: temas históricos, pastoriles, mitológicos, bíblicos, etc.
       Pero el sentimiento del amor (y unido a él, el tema de los celos) y el del
       honor o la honra, entendidos como la dignidad del individuo y el respeto que
       le debe la sociedad, son los que aparecen con mayor regularidad.

   — El fin del teatro barroco no era únicamente entretener, sino que tenía un
       carácter didáctico, es decir, los escritores comunicaban unas lecciones
       morales y políticas, pero de forma muy sutil: el placer, la diversión, se ponían
       al servicio de la doctrina.

        La “comedia nueva” gustó pronto al pueblo, de manera que se convirtió en
un producto de consumo que el público pagaba y, por tanto, en un medio de vida
estable para escritores y actores. Esto suponía que el dramaturgo tenía que satisfacer
las exigencias de su público y, en cierta medida, someterse a sus gustos.

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Sobre Lope de Vega (1562-1635). Vida y obra

        Estudiante en Alcalá, militar y religioso. Su vida sentimental fue
tremendamente azarosa: se enamoró perdidamente de la actriz Elena Osorio (la Filis
de sus tempranas poesías amorosas), que dejó honda huella tanto en su vida como
en su obra, y contra la cual escribió unas composiciones ofensivas que le llevaron al
destierro, durante cinco años de Madrid y dos de Castilla. Apenas comenzó a
cumplir el castigo, cuando raptó a una joven de familia noble, doña Isabel de Urbina
(poetizada como Belisa), con la que casó por poderes y en 1589 se instaló con ella en
                                       Valencia, ciudad donde, en aquellos
                                       momentos, florecía el teatro.

                                            En 1590 regresa a Castilla y sirve como
                                    secretario al duque de Alba hasta 1595, fecha
                                    en que se le levanta el destierro y puede volver
                                    –ya viudo– a Madrid. En 1596 se le procesó
                                    por vivir amancebado con la actriz Antonia
                                    Trillo y en ese mismo año contrajo de nuevo
                                    matrimonio, en esta ocasión con Juana de
Guardo, hija de un rico mercader. A pesar de su reciente matrimonio, inició nuevos
amores con otra actriz, Micaela de Luján (la Camila Luscinda de sus versos), que
duraron casi tantos años como su matrimonio legítimo, y con ella tuvo varios hijos.

       Tras vivir seis años en Toledo, Lope volvió a Madrid con su familia en 1610
y parece que esto le proporcionó un período de paz y alegría, aunque fue algo
efímero, pues en 1612 muere su hijo Carlos Félix y poco tiempo después, en 1613,
su esposa.

        En esta época, Lope atraviesa una crisis espiritual y sus inquietudes religiosas,
que ya antes había puesto de manifiesto, llegan a su punto culminante, de manera
que en 1614 se ordena sacerdote. Sin embargo, era incapaz de renunciar a las
mujeres por mucho tiempo y en 1616 conoce al último gran amor de su vida: Marta
de Nevares (Amarilis), una bella joven muy culta y casada. Tras la muerte del marido,
parece que vivieron felices unos años junto a sus hijos y a otros habidos por Lope
con varias mujeres. Pero los últimos años de Lope se ensombrecieron con una serie
de desdichas: Marta quedó ciega, en 1628 enloqueció y en 1630 falleció. Dos años
más tarde, ya anciano el poeta, un hijo militar pereció ahogado en el mar y en 1634
su hija preferida, Antonia Clara, con sólo diecisiete años fue raptada por su amante.
Un año después, solo, muere Lope de Vega.

       Si intensa y apasionada fue su vida, no lo fue menos su producción literaria.
El talento de Lope era polifacético y de un vigor extraordinario. Cultivó todos los
géneros, pero sobre todo el dramático: es el escritor teatral más prolífico que se
conoce (Cervantes lo llamó “monstruo de naturaleza”); conservamos más de 400
comedias, género al que dio su forma definitiva y fue el creador de nuestro teatro
nacional. Tan enorme producción responde, en muchas ocasiones, a las necesidades

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El perro del hortelano - Comedia de Lope de Vega Película de Pilar Miró
económicas del autor, aunque bien es cierto que su instinto creador le impedía
abandonar el teatro. En los Siglos de Oro las comedias no se escribían para ser
leídas, sino para ser representadas, por lo que los escritores, Lope entre ellos,
vendían sus obras al director de una compañía (llamado “autor”), que podía variar el
texto a su antojo.

       La producción teatral de Lope está formada por una serie de piezas cortas
(loas y entremeses), autos sacramentales y todas sus comedias, que tratan gran
variedad de temas: dramas sociales, tema bíblico, mitológico, pastoril, histórico, etc.,
y comedias de enredo o de “capa y espada”, entre las que se encuentran las
comedias amorosas, como El perro del hortelano.

                              El perro del hortelano

                                              Compuesta en 1613, es una comedia
                                       palatina (de ambiente aristocrático y
                                       palaciego) que gira en torno al amor, los
                                       celos y el honor. La acción se desarrolla en
                                       Nápoles –que perteneció a España hasta
                                       principios del siglo XVIII– y trata del
                                       conflicto al que se enfrenta la condesa
                                       Diana, enamorada de su secretario Teodoro,
                                       pero éste es de una clase inferior. El código
                                       del honor impide que la pareja se case mas la
                                       celosa Diana tampoco consiente que
Teodoro tenga relaciones con Marcela, de ahí que el conocido refrán “el perro del
hortelano, ni come ni deja comer” dé título a la obra. Los nobles que aspiran a la
mano de Diana traman matar a Teodoro sin embargo Tristán, su criado, valiéndose
de una mentira, convence a todos de que Teodoro es noble. Éste, sin embargo, dice
la verdad a Diana y ella contesta que esa afirmación es prueba de su nobleza y que
está dispuesta a casarse con él, de manera que el conde fingido se convierte en
conde verdadero.

       En esta comedia los personajes luchan entre sus deseos íntimos y las
convenciones sociales: Diana oscila entre el amor a Teodoro y su orgullo de clase, y
él, por su parte, se siente desconcertado por las insinuaciones que descubre en su
señora, si bien se cubre las espaldas con el amor de Marcela, la cual siempre se
mantiene fiel.

        Muy importante es el papel de Tristán, un gracioso sumamente discreto y
hábil. Su lealtad hacia Teodoro le convierte en cómplice de sus idas y venidas y es el
instrumento del que se vale el autor para solucionar la obra. Cada personaje
defiende su derecho a conseguir la felicidad, para lo cual deben superar prejuicios y
presiones del entorno y lo hacen actuando, incluso, con una considerable falta de
escrúpulos: Diana juega con Teodoro, desplazando a Marcela, y él traiciona a su
enamorada en cuanto se le ofrece un partido mejor.

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El perro del hortelano - Comedia de Lope de Vega Película de Pilar Miró
FICHA   DE LA   PELÍCULA

EL PERRO DEL HORTELANO

AÑO                 1996

DURACIÓN            108 min.

PAÍS                España

DIRECTORA           Pilar Miró

PRODUCTOR           Vicente Viéitez
EJECUTIVO

GUION               Pilar Miró, basado en la obra teatral homónima de Lope de Vega

VERSIÓN             Rafael Pérez Sierra

DIRECTOR DE         Javier Aguirresarobe
FOTOGRAFÍA

MÚSICA              José Nieto

DIRECTOR DE         Carlos Ramón Lluch
PRODUCCIÓN

DIRECCIÓN           Félix Murcia
ARTÍSTICA

VESTUARIO           Pedro Moreno

MONTADOR            Pablo G. del Amo

SONIDO              Carlos Faruolo y Ray Gillon

MAQUILLAJE          Juan Pedro Hernández

PELUQUERÍA          Esther Martín, Merche Paradela y Miriam de Graff

ASESORES            Carlos Hernando y Adolfo Carrasco
HISTÓRICOS

INTÉRPRETES         Emma Suárez, Carmelo Gómez, Ana Duato, Miguel Rellán, Ángel de
                    Andrés, Juan Gea, Blanca Portillo, Fernando Conde y Rafael Alonso.

PRODUCTORA          Cayo Largo Films

GÉNERO              Drama. Comedia | Drama de época

SINOPSIS            Diana, condesa de Belflor, es una joven perspicaz, impulsiva e
                    inteligente. Está enamorada de Teodoro, su secretario, pero comprueba
                    que éste ya está comprometido con Marcela. Movida por los celos y la
                    envidia, hace todo lo posible para separar a los dos enamorados.
                    Adaptación cinematográfica de la obra de Lope de Vega que respeta el
                    texto en verso, en una de las últimas películas que dirigió la realizadora
                    Pilar Miró.

CRÍTICAS            “Maravillosa adaptación del homónimo literario. Excelente recreación de
                    la época, vistoso vestuario y unas interpretaciones de altura (...)
                    Derrocha calidad en todo el metraje” (Fernando Morales: Diario El País).

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Nota de los críticos de filmaffinity.com: 6,4.

PREMIOS       7 estatuillas en la XI edición de los Premios Goya (1997):
              - Mejor dirección: Pilar Miró
              - Mejor actriz protagonista: Emma Suárez
              - Mejor guion adaptado: Pilar Miró y Rafael Pérez Sierra
              - Mejor fotografía: Javier Aguirresarobe
              - Mejor dirección artística: Félix Murcia
              - Mejor diseño de vestuario: Pedro Moreno
              - Mejor maquillaje y peluquería: Juan Pedro Hernández y Esther Martín

              Candidata en las categorías de mejor película, mejor actor protagonista
              (Carmelo Gómez), mejor música original (José Nieto), mejor montaje
              (Pedro del Amo) y mejor sonido (Carlos Faruolo, Ray Gillon y Antonio
              Bloch).

              Otros galardones:

              Fue seleccionada para la clausura de la sección Zabaltegui en el Festival
              Internacional de San Sebastián de 1996.
              Ombu de Oro a la mejor película (Mar de Plata Film Festival 1996).
              Delfín de Oro a la mejor actriz (Emma Suárez) y a la mejor fotografía
              (Javier Aguirresarobe).

MÁS
                 Reportaje de Diego Galán en El País, sobre El perro del
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                                hortelano (26/03/2004):

              En 1995, Pilar Miró acabó la adaptación al cine del texto de Lope
              de Vega El perro del hortelano, un filme rodado sin modificar lo
              más mínimo la obra clásica en verso, para lo que tuvo que exhibir
              uno de los rasgos fundamentales de su carácter: la constancia.
              Superó todas las dificultades de una industria timorata que no
              tuvo más remedio que rendirse ante la evidencia: consiguió siete
              goyas y un notable éxito de taquilla.

              Tozuda en sus propuestas, Pilar Miró se había empeñado
              contracorriente en adaptar al cine una comedia en verso de Lope
              de Vega. “Es un proyecto arriesgado -reconoció en una
              entrevista-, porque en España hay mucha prevención hacia lo que
              aún no se ha hecho aquí, aunque haya funcionado previamente
              en otros países”. En una conversación que Eduardo Haro Tecglen
              ha relatado en la revista Nosferatu, la Miró le insistió: “Los
              ingleses hacen todo Shakespeare en su cine, los franceses hacen
              su Cyrano con todos sus versos... ¿Por qué no vamos nosotros a
              hacer a nuestros clásicos?”.

              Convencida de que también era posible en España este tipo de
              películas, Pilar Miró, “buscando una obra que fuera transgresora a
              la par que moderna”, eligió El perro del hortelano porque “estoy
              absolutamente convencida de su eficacia y de su actualidad. El
              perro del hortelano trata de un tema insólito en el siglo XVII: el
              de la condesa de Belflor, una mujer que lucha por el hombre que
              le gusta, comportándose con él de mil maneras engañosas,
              mintiéndole incluso. Una mujer dueña y señora de voluntades que
              utiliza su ingenio y su posición para conseguir lo que quiere y
              como quiere. Una comedia palatina, corrosiva, maliciosa,
              inteligente y divertida”.

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A pesar de su entusiasmo, no le fue fácil a la ex directora general
de Cine y luego de RTVE poner en marcha una producción tan
compleja. Y una vez avanzado el rodaje en Portugal, hubo que
interrumpirlo por problemas financieros; sólo meses después la
unión de tres productores en un “comité de salvación”, Enrique
Cerezo a la cabeza, logró que el filme se terminara de rodar,
aunque con un aplazamiento tan largo que Pilar Miró tuvo tiempo
para dirigir entretanto otra película, Tu nombre envenena mis
sueños, con los mismos actores, Emma Suárez y Carmelo Gómez.
“Todo el mundo le dijo que estaba loca”, escribió Juan Tébar:
“Pero sin esa cabezonería de terminar El perro del hortelano,
cayera quien cayera, al cine español le faltaría hoy una de sus
mejores obras, y si su autora no hubiese fallecido dos años
después, tendríamos la esperanza de una nueva filmografía en
quien estaba empezando a hacer su mejor cine”.

Tu nombre envenena mis sueños y El perro del hortelano se
estrenaron a la vez en el Festival de San Sebastián; la primera, a
concurso, no gustó lo suficiente a la crítica, y la segunda, en
consecuencia, fue ignorada. Presentada más tarde en el festival
argentino de Mar del Plata, obtuvo allí el máximo galardón y las
más entusiastas críticas. A su regreso triunfal a España, El perro
del hortelano, a cuyo estreno madrileño incluso acudieron los
Reyes, se transformó en una de las películas de mayor éxito de
1996, logrando además siete de los premios Goya: mejor
dirección (Pilar Miró), mejor actriz (Emma Suárez), fotografía
(Javier Aguirresarobe), maquillaje y peluquería (Juan Pedro
Hernández, Esther Martín y Mercedes Paradela), vestuario (Pedro
Moreno), dirección artística (Félix Murcia) y mejor guion adaptado
(Pilar Miró y Rafael Pérez Sierra), “y demás bordadores de este
precioso juego que nos han regalado entre todos”, en elogio de
Ángel Fernández-Santos.

La crítica francesa Silvia Balea escribió: “La película es un deleite
para la mirada y el oído, ante todo por la calidad de sus actores,
los dos protagonistas, naturalmente, pero también Ana Duato y
Fernando Conde, mucho más valiosos todos por su sabiduría en
decir los deliciosos versos del Siglo de Oro”. Miguel García-Posada
opinó en la citada revista Nosferatu: “Con un texto menor, Pilar
Miró ha hecho un prodigio de espectáculo, alado, lleno de color,
habitado por la gracia y sin tragarse una sola coma del texto; lo
que parecía imposible fue cierto”. “Una belleza. Consigue que el
verso se vuelva aire y acción. Lope de Vega se hubiese
entusiasmado”, aseguró Tébar. “En fin”, como dijo Eduardo
Rodríguez en Cinerama, “una deliciosa película que reconciliará al
espectador con sus olvidados clásicos”.

Así pues, Pilar Miró resultó triunfadora en su arriesgada apuesta.
“Mi victoria es haber demostrado que un clásico no es algo rancio.
El éxito que está teniendo la película tanto aquí como fuera de
España, los siete premios Goya, y especialmente la acogida del
público, son una de las mayores satisfacciones profesionales que
he tenido en mi vida. Para mí, El perro del hortelano era una
cuestión de principios”, confesó la directora a Javier Rioyo. Pilar
Miró había sufrido tres años atrás un proceso judicial por supuesta
malversación de fondos, que se había transformado en

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espectáculo orquestado, del cual había sido absuelta, pero por
               cuya experiencia quedó herida. Con Beltenebros (1991), rodada
               antes del juicio pero en situación de encausada, había logrado el
               Oso de Plata en el Festival de Berlín. Con El pájaro de la felicidad
               (1993), el fotógrafo José Luis Alcaine había obtenido un Goya y
               Mercedes Sampietro, el Premio Ondas a la mejor actriz. Pero ella
               insistió en un más difícil todavía. Javier Rioyo lo resumió así:
               “Esta dama lista se obsesionó, se peleó como gato panza arriba
               por conseguir terminar una de las películas más hermosas y
               singulares del año. La fuerza, la razón y la belleza de la película
               de Pilar Miró están más allá de la trama. Está en una perfecta
               dirección de actores, en la inteligencia cinematográfica de saber
               contar una liviana historia del Siglo de Oro como si fuera una
               comedia intemporal. Los sentimientos no tienen siglo”.

SOBRE          Pilar Miró nació el 20 de abril de 1940 en Madrid, ciudad en la
LA DIRECTORA
               que falleció a los 57 años. Tras estudiar Periodismo y Derecho, se
               licencia en guion en la Escuela Oficial de Cinematografía, donde
               años más tarde impartirá clases. En 1960 empieza a trabajar en
               TVE como ayudante de redacción. De ahí salta a la realización de
               programas y espacios dramáticos.

               Tras colaborar en los guiones de La niña de luto y El juego de la
               oca, dirige su primer largo, La petición (1976). La película, basada
               en un cuento de Émile Zola, obtiene el premio revelación al mejor
               director del Círculo de Escritores, además del premio al mejor
               guion del Sindicato Nacional del Espectáculo.

               Poco después rueda El crimen de Cuenca (1979), denuncia de las
               torturas de la Guardia Civil sobre los campesinos y una de sus
               obras más destacadas. Con ella conquista una gran popularidad, a
               pesar de que la película es prohibida durante unos meses. Su
               siguiente largometraje, Gary Cooper, que estás en el cielo…
               (1980), es una conmovedora historia que mantiene muchas
               similitudes con su vida. A continuación llega Hablamos esta noche
               (1982), un filme sobre insatisfacciones personales y una sociedad
               inmersa en el cambio. En 1982 es nombrada directora general de
               Cinematografía, cargo que ocupa hasta 1985. Tras su dimisión,
               realiza Werther (1986), una adaptación de la obra de Goethe
               según la versión operística de Massenet.

               Entre 1986 y 1989 es directora general de Radiotelevisión
               Española. Dos años más tarde estrena Beltenebros (1991),
               basada en la novela de Antonio Muñoz Molina, con la que
               consigue un Oso de Plata en el Festival de Berlín. Tras El pájaro
               de la felicidad (1993), en la que recupera un antiguo guion de
               Mario Camus, rueda El perro del hortelano (1996), magistral
               adaptación de la obra de Lope de Vega interpretada por Emma
               Suárez y Carmelo Gómez, con la que gana siete premios Goya,
               entre ellos el de mejor dirección y mejor guion adaptado.

               En 1996 dirige su último largometraje, Tu nombre envenena mis
               sueños, adaptación de la novela homónima de Joaquín Leguina,
               también protagonizada por Emma Suárez y Carmelo Gómez. Pilar
               Miró deja destacadas obras, cerca de 200 realizaciones, la
               dirección de diversos montajes teatrales y óperas, y algunos

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lugar señalado en la historia del cine español.

Filmografía de Pilar Miro:

1976   |   La petición
1979   |   El crimen de Cuenca
1980   |   Gary Cooper, que estás en los cielos…
1982   |   Hablamos esta noche
1986   |   Werther
1991   |   Beltenebros
1993   |   El pájaro de la felicidad
1996   |   El perro del hortelano
1996   |   Tu nombre envenena mis sueños

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