Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
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Paulette Patout * 1 - Francia en Alfonso Reyes UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON Capilla A l f o n s i n a Biblioteca Universitaria Monterrey, México • 1985
Pô^ • RsiïC» Nota previa La celebración del Festival Alf^asijio en Monterrey —en recuerdo del nacimiento de Alfonso R£ye$ (17 de mayo)— ha sido cada vez más relevante.^ .3 _ En el programa de cada a ñ o &áriTiguratl$ «fivérsés F r a n c i a en A l f o n s o R e y e s / p o r Paulette P a t o u t . especialistas, estudiosos de la figura del ilustre escritor. Monterrey, N.L : U.A.N.L., Capilla Alfonsina La destacada escritora francesa Paulette Patout. al Biblioteca Universitaria. c l 9 8 5 . intervenir en el V Festival, en 1981. presentó tres confe- 52 p. rencias que constituyeron, indudablemente, unos de los actos académicos más importantes. 1. R E Y E S . A L F O N S O . 1 8 8 9 - 1 9 5 9 - C R I T I C A E Residente en Toulouse, en Francia, c u a n d o la Dra. I N T E R P R E T A C I O N . I.t. Patout contestó a la invitación de la Universidad de Nuevo León, dijo que aceptaba " c o n m o v i d a y con PQ7297.R386/Z8 M860.9'72 / P313f inmensa alegría. Conocer a Monterrey, visitar los re- cuerdos alfonsinos... es un verdadero s u e ñ o " . Expresó, además, en su carta, su " p r o f u n d a satisfacción a la idea de ser regiomontana p o r algunos d í a s " . Y es que, en realidad, la distinguida investigadora conoce y siente a Alfonso Reyes p o r q u e ha p r o f u n d i z a d o en el análisis de su o b r a . Nacida en Séte (Heráult), inició sus estudios profe- sionales en Montpellier. O b t u v o allí la licenciatura en español y portugués, g r a d u á n d o s e con un estudio so- bre Federico García Lorca. Pasó luego al Instituto de Estudios Hispánicos, en la S o r b o n a . de París, dirigidos entonces p o r Marcel Bataillón. Obtenidos otros grados académicos, ha ejercido su P r i m e r a edición: 1985 labor docente y de investigación en diversas institucio- D . R . © 1985. Universidad A u t ó n o m a de N u e v o León nes universitarias. Desde 1967 enseña en la Universi- Cd. Universitaria. M o n t e r r e y . N . L . . México dad de Toulouse. Viajó en 1968 y 1972 a México, Argentina y Brasil, siguiendo la huella de Alfonso I m p r e s o y hecho en México. Reyes. Realizó, en 1972, la edición crítica del Epistola- Printed a n d m a d e in Mexico. rio Larbaud-Reyes y, al a ñ o siguiente escribió: La
amistad Reyes-Larbaud. D o c t o r a d a en 1977, g a n ó el premio del Comité de Rayonnement Francais. y su tesis doctoral: Alfonso Reyes y Francia, publicada en 1978, o b t u v o el Premio Biguet de la Academia Francesa. La Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la Universidad A u t ó n o m a de Nuevo León, reúne y pu- De las o b r a s tan variadas y sabrosas de Alfonso blica en esta f o r m a sus tres conferencias p r o n u n c i a d a s Reyes se pudiera extraer una verdadera historia de la en Monterrey. amistad franco-mexicana, p o r q u e ésta era u n o de sus temas predilectos. D o n Alfonso explicaba esta amistad ISRAEL CA VAZOS GARZA p o r cierta semejanza de carácter entre nuestros dos pueblos. Decía que este parentezco se manifestó tem- p r a n o . desde los primeros contactos que intervinieron entre las sensibilidades mexicanas y francesas. La primera revelación de las afinidades que existen entre el carácter mexicano y el carácter francés, nos los da Don Juan Ruiz de Alarcón. Este joven criollo de la Nueva España se fue a Madrid para "pretender en corte". E s p e r a n d o un cargo debido a su nacimiento y a sus méritos, se dedicó a escribir comedias. Su Verdad sospechosa, o b t i e n d o e n Madrid un éxito considerable, pasó a Francia. La t r a d u j o casi literalmente nuestro Corneille en su comedia titulada Le Menteur (FAmenti- roso). Gracias a esta comedia de Corneille. nuestro gran Moliere concibió más claramente el estilo teatral que tenía que escoger para sus propias obras. Alfonso Reyes, en unas páginas de sus Letras de Nueva Fspaña. elegantemente tituladas " P r i m a v e r a Colonial", ana- liza finalmente esta influencia de Alarcón sobre nues- tro teatro clásico del siglo XVII. A u n q u e muy celebrado en España. Ruiz de Alarcón era muy dife- rente "del m u n d o ruidoso de la comedia e s p a ñ o l a " . Lope de Vega descollaba por "la invención a b u n d a n t e y la fuerza lírica", más Alarcón d a b a en su teatro " u n a nota en sordina, en t o n o m e n o r " . En los Capítulos de la literatura española, a ñ a d e d o n Alfonso: " N o hay altas situaciones trágicas en su teatro, sino casi siempre discusiones apacibles de p r o b l e m a s m o r a -
amistad Reyes-Larbaud. D o c t o r a d a en 1977, g a n ó el premio del Comité de Rayonnement Francais. y su tesis doctoral: Alfonso Reyes y Francia, publicada en 1978, o b t u v o el Premio Biguet de la Academia Francesa. La Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la Universidad A u t ó n o m a de Nuevo León, reúne y pu- De las o b r a s tan variadas y sabrosas de Alfonso blica en esta f o r m a sus tres conferencias p r o n u n c i a d a s Reyes se pudiera extraer una verdadera historia de la en Monterrey. amistad franco-mexicana, p o r q u e ésta era u n o de sus temas predilectos. D o n Alfonso explicaba esta amistad ISRAEL CA VAZOS GARZA p o r cierta semejanza de carácter entre nuestros dos pueblos. Decía que este parentezco se manifestó tem- p r a n o . desde los primeros contactos que intervinieron entre las sensibilidades mexicanas y francesas. La primera revelación de las afinidades que existen entre el carácter mexicano y el carácter francés, nos los da Don Juan Ruiz de Alarcón. Este joven criollo de la Nueva España se fue a Madrid para "pretender en corte". E s p e r a n d o un cargo debido a su nacimiento y a sus méritos, se dedicó a escribir comedias. Su Verdad sospechosa, o b t i e n d o e n Madrid un éxito considerable, pasó a Francia. La t r a d u j o casi literalmente nuestro Corneille en su comedia titulada Le Menteur (Elmenti- roso). Gracias a esta comedia de Corneille. nuestro gran Moliere concibió más claramente el estilo teatral que tenía que escoger para sus propias obras. Alfonso Reyes, en unas páginas de sus Letras de Nueva España. elegantemente tituladas " P r i m a v e r a Colonial", ana- liza finalmente esta influencia de Alarcón sobre nues- tro teatro clásico del siglo XVII. A u n q u e muy celebrado en España. Ruiz de Alarcón era muy dife- rente "del m u n d o ruidoso de la comedia e s p a ñ o l a " . Lope de Vega descollaba por "la invención a b u n d a n t e y la fuerza lírica", más Alarcón d a b a en su teatro " u n a nota en sordina, en t o n o m e n o r " . En los Capítulos de la literatura española, a ñ a d e d o n Alfonso: " N o hay altas situaciones trágicas en su teatro, sino casi siempre discusiones apacibles de p r o b l e m a s m o r a -
les... El talento de observación, la serenidad íntima de conocen los versos de nuestros poetas parnasianos, y ciertas conversaciones, el t o q u e nunca exagerado para luego de los simbolistas. definir los caracteres, la prédica de b o n d a d , la fé en la N o sólo en las letras se nota un cierto afrancesa- razón c o m o n o r m a única de la vida... Era lento, pa- miento d u r a n t e el porfiriato. En su Crónica de Francia. ciente, de mucha conciencia artística". nota A l f o n s o Reyes los contactos que fueron entonces Estas cualidades, tan mexicanas, de Ruiz de Alarcón frecuentes entre mexicanos y franceses, las semejanzas —y que son exactamente las del mismo Alfonso en las órdenes del p e n s a m i e n t o filosófico y político, y Reyes— caracterizan también a nuestro teatro clásico, hasta en la vida cotidiana. El padre y la madre de don paradigma del t e m p e r a m e n t o francés: sobriedad, pro- Alfonso h a b l a b a n en francés p u r o y elegante. Acogían pensión al análisis, claridad, sentido de la a r m o n í a y de a sus huéspedes en francés. Los menús de las comidas la mesura: pudor en la expresión de los sentimientos: se escribían en francés, y h u b o entonces una notable cortesía en los diálogos: exigencia de una forma per- introducción de palabras francesas en el d o m i n i o de la fecta. Los héroes franceses se f u n d a n también sobre la m o d a , de los juegos, de los teatros. Estos galicismos n o razón para guiarse en la vida. eran excentos de cierta ridiculez y los estudiantes se En el siglo XVII. la revolución francesa puede ser b u r l a b a n de estos excesos. considerada c o m o un antecedente de la emancipación La misma exageración de las modas francesas ex- mexicana. " D e Francia venían las tentaciones", ex- plica que, c u a n d o empieza Reyes a escribir, los jóvenes plica Reyes, con su sonrisa a c o s t u m b r a d a . Miguel Hi- mexicanos miraban hacia o t r a s direcciones: Estados dalgo. Padre de la Patria mexicana, era aficionado a las Unidos, Inglaterra. Leyeron novelas rusas; se nota una letras francesas: " L a antorcha de Francia, sigue exce- vuelta cultural hacia España... Alfonso Reyes n o ig- lentemente don Alfonso, ilumina nuestra inde- n o r ó esta evolución. Estudió el inglés, hasta ser u n o de pendencia". los mejores traductores del inglés en el m u n d o hispá- Varias veces, c o n t ó Alfonso Reyes la simbólica his- nico. S u p o griego y latín. Pero, a t o d o eso, se q u e d ó toria de un botanista del Rey de Francia. Vino a Mé- muy cerca de la lengua y de la cultura francesa. Será "el xico para robar algunas pencas de nopal cargadas de más francófilo de su generación". Pero, un francófilo cochinillas: el Rey de Francia deseaba desarrollar la de un nuevo estilo: que n o se restringía al conocimiento economía de sus posesiones antillanas y se sabía que la de la cultura francesa; y al m i s m o tiempo se d o t a b a , cochinilla mexicana suministraba el más hermoso co- para observar a Francia y a los franceses, de una lor grana. Así. con este insecto mexicano se o b t u v o el lucidez m u y nueva, de una exigencia inaudita. Conocer color rojo que la Convención a ñ a d i ó a la b a n d e r a mejor a Francia, e n t r a r en c o n t a c t o con los franceses, francesa, antes sólo azul y blanca. revelar a sus amigos franceses la originalidad y la En los Capítulos de literatura mexicana, don Alfonso belleza de su patria mexicana, contribuir, en fin, al llama " E d a d de oro para las letras mexicanas" los años desarrollo de la amistad entre México y Francia... que van desde 1880 hasta 1910. gran época también serán unos de los fines esenciales que p r o p o n d r á en para las letras de Francia. Los modernistas mexicanos vida. Manuel Gutiérrez Nájera. J u s t o Sierra. Manuel José La maravillosa infancia de Alfonso Reyes en Monte- O t h ó n — m á s cerca de n o s o t r o s — . A m a d o Ñervo. rrey se i n t e r r u m p i ó c u a n d o el General Reyes fue n o m -
lado con provecho los libros de G é r a r d de Nerval, de b r a d o Ministro de la G u e r r a . La familia se trasladó al Francis J a m e s y sobre t o d o de Jules Laforgue. En Distrito Federal. Alfonso fue a l u m n o del Liceo F r a n - Cuestiones estéticas, obra publicada en Francia, cés de México, e s t u d i a n d o nuestro idioma, partici- c u a n d o tenía sólo 21 años, se encuentran páginas ma- p a n d o en las Fiestas francesas que se organizaban en gistrales sobre nuestro difícil Mallarmé. H a b í a leído ya este establecimiento... s o ñ a n d o con Francia. bastantes libros de historiadores y eruditos franceses. M á s tarde los primeros versos del f u t u r o Mexicano Además, ya cantaba canciones del folklore galo, can- Universal se publicaron en un periódico regiomon- ciones de estudiantes, que f o r m a n una parte muy t a n o , . E I . E s p e c t a d o r , el 28 de noviembre de 1905. Se auténtica de nuestro p a t r i m o n i o nacional, y que son inspiraban de un g r u p o escultórico debido a un artista canciones que se pasan en una bodega y que celebran a francés. algunos buenos vinos. Luego, en México, f o r m ó parte de los g r u p o s presti- En resumen, en su infancia, el calor familiar, el lujo, giosos de Sarabia Moderna y del A teneo de la Juventud. los libros se habían e m p a p a d o de un a r o m a francés. A Alfonso, con Pedro Henríquez Ureña, y Jesús Ace- los veintiún años, había c a p t a d o los cambios que vedo, especialmente, leía a muchos escritores france- a n u n c i a b a n , aun antes de la guerra mundial, una evo- ses, a Bergson, a Frederic Mistral, a Flaubert. lución decisiva en las letras de Francia. Por el e n c a n t a d o r Pasado inmediato, sabemos c ó m o El c o n t a c t o con la realidad n o coincide nunca con el entró Alfonso Reyes en c o n t a c t o más directo con Pa- sueño. La visión de París le causó a don Alfonso un rís. En noviembre de 1909, el General Bernardo Reyes verdadero choque: " C a í , dice, abierta la cabeza en viajó a París con su esposa, su hija Otilia, su hijo pedazos, al recibir el golpe de masa de París". En una Alejandro. Los viajeros se instalaron en el Hotel de obra suya, n o todavía recogida en libro, rica en preci- l'Athénée. detrás de la Opera, en u n o de los sitios más siones sobre su vida y sus libros. Historia documental de noblemente clásicos de la capital francesa. Acogido mis libros, cuenta que, p a s e a n d o por nuestros buleva- con m u c h o respeto, el General Reyes fue convidado a res, se sentía más lejos de "París" que c u a n d o iba a la ceremonias oficiales p o r el gobierno francés. Especial- librería Bouret, en la Avenida del Cinco de Mayo, en mente asistió a los desfiles del ejército francés y parti- México. En "El reverso de un libro" (Pasado inme- cipó en m a n i o b r a s militares, en calidad de huésped de diato), confiesa que estas primeras h o r a s en París fue- h o n o r . Es fácil imaginar la importancia, para Alfonso ron de descocierto. La síntesis frágil que se había Reyes, de los relatos y de los recuerdos de estos queri- f o r j a d o desde México se q u e b r a b a . dos viajeros, c u a n d o regresaron de Francia. N o se Por la m a ñ a n a , iba a la Legación de México, enton- conservan algunas cartas de aquella época en la familia ces en el Bulevar H a u s s m a n n . . . Pero las tardes eran de Alfonso Reyes. Por cierto, serían textos de m á x i m o libres y se puso a e m p r e n d e r inmensos paseos a pie o en interés histórico y psicológico, a la vez para los mexica- a u t o b ú s , por la capital francesa, visitándola metódica- nos y para los franceses. mente, de norte a sur. A veces se dejaba conducir p o r La cultura francesa de Alfonso Reyes, antes de su Víctor H u g o , o por Balzac u otros escritores que ha- salida de México, en 1913, era considerable. Conocía bían descrito a París en sus novelas. las o b r a s sobrias y fuertes de nuestros clásicos. Por los Entonces fue c u a n d o empezó esta colección de li- cuentos del Plano Oblicuo, sabemos que había asimi-
bros dedicados a París, colección que continuaría du- ginales y potentes de A n d r é s Gide y Paul Claudel. rante toda su vida. Alfonso Reyes asistió también a las realizaciones del D o n Alfonso, doña Manuela y Alfonsito se instala- Vieux-Colombier, teatro que iba a renovar tan p r o f u n - ron en un piso de una gran casa burguesa del buen d a m e n t e el estilo de este arte. barrio de los T e m o s , (yo fui a visitar esta casa, c o m o en Y, en el m o m e n t o en que él e m p e z a b a a formarse peregrinación, con la nieta y la encantadora biznieta de una nueva idea general de París y del genio francés, don Alfonso). Desde su ventana, él divisaba las torres, entonces, exactamente, estalló la guerra. Alfonso Re- tan blancas que parecían de azúcar, de la iglesia del yes conoció a París b o m b a r d e a d o . Pronto, tuvo que Sagrado C o r a z ó n , en la colina de M o n t m a r t r e . Desde d a r r u m b o al sur. su ventana, estaba a t e n t o a los ruidos de París, tan Inmediatamente, desde las primeras semanas que especiales y diferentes de los de México. Siempre le vivió en España, en San Sebastián, a c t u ó don Alfonso gustó a don A l f o n s o escuchar los ruidos de las c o m o un partidario convencido de la causa francesa. ciudades. Se e n c o n t r a b a también en esta ciudad el gran escritor París le pareció sucio, gris, sin luz y sin higiene. español Azorín. Por esta afición c o m ú n a Francia, así M u c h o s pisos no tenían entonces baños ni calefacción. se puede explicar la entrañable amistad que empezó a Apenas se empezaba la instalación de la luz eléctrica en establecerse entre los dos hombres. las calles. Pero París era un verdadero crisol. En esta Alfonso Reyes en M a d r i d , publicó muchos escritos a urbe se c o n c e n t r a b a n todas las razas del m u n d o . En favor de Francia. E n t r ó en relaciones con los franceses particular, en París, se hizo amigo don Alfonso de de M a d r i d , especialmente con los catedráticos del Ins- otros americanos, venidos de otras repúblicas del tituto Francés. Siempre era c o n v i d a d o c u a n d o llegaba nuevo m u n d o y, casi todos, diplomáticos, artistas o un francés de marca, venido a la capital a explicar la escritores ya implantados en la capital francesa. T r a b ó posición francesa. Así e n t r ó en contacto con el filósofo amistad con los h e r m a n o s García Calderón, escritores Henri Bergson, con el helenista Víctor Bérard. La peruanos ya célebres, con Felipe Cossío del P o m a r . frontera hispano-francesa q u e d ó c o m o entrabierta d u - Sus compatriotas, los pintores Angel Zárraga y rante el conflicto y Reyes p u d o cartearse largamente Diego Rivera le introdujeron entre los artistas de len- con u n o de sus mejores amigos franceses, el erudito gua española: t r a t ó con Picasso y con otros cubistas; R a v m o n d Foulché Delbosc. para realizar una edición con Modigliani. Y c o m o , en los cenáculos, se j u n t a b a n admirable de las Obras Completas de G ó n g o r a . artistas y poetas, Alfonso Reyes conoció entonces a Para persuadir mejor a sus lectores españoles. Al- Guillaume Apollinaire. En la Closerie des Lilas, café fonso Reyes se hizo historiador de Francia. El t o m o V literario célebre que a h o r a se visita c o m o un museo, yo de sus Obras Completas contiene un gran n ú m e r o de fui a buscar la sombre de Alfonso Reyes: él acudía aquí los magníficos artículos que publicó en El Sol de Ma- a escuchar los versos un poco anticuados y grandilo- drid. Representan un estudio muy importante de la cuentes de Paul F o r t , a p o d a d o "Príncipe de los poe- historia política de Francia, desde la Revolución de t a s " . Reyes prefería las tendencias más m o d e r n a s y 17.89 hasta la declaración de guerra de 1914. Son pági- despejadas, las de los futuristas, o de la Nouvelle Rovue nas cuidadosamente d o c u m e n t a d a s , y a la vez llenas de Française, d o n d e se publicaban las creaciones más ori- emoción personal, sucesivamente risueñas y grandio-
sas, con la inteligencia ligeramente escéptica que tenía primera servida. Sin - m b a r g o , dispuso de un poco de don Alfonso de los h o m b r e s y de los acontecimientos tiempo para continuar su visita de París, esta vez en internacionales. c o m p a ñ í a de su hijito. Nos cuenta c o m o iban a p r o b a r Muy c o n m o v e d o r a fue su vuelta a París, por primera los m a n j a r e s más tradicionales de Francia en unas vez después de la guerra, en 1923: " T a n t o s años sin ver p o s a d a s muy antiguas d o n d e viviera posiblemente el a F r a n c i a " , escribe. Vino a París en c o m p a ñ í a de Ge- famoso D'Artagnan. naro Estrada y de Manuel Toussaint. Se hospedó en el En este a ñ o de 1925, en la euforia de la paz, a pesar G r a n d Hotel, en el Bulevar des Capucines. Su c u a r t o de los lutos y de las ruinas, París era otra vez el centro d a b a a la Plaza de la Opera, y el m o n u m e n t o parecía artístico del m u n d o . A la verdad, Alfonso Reyes vivió e n t r a r por la ventana. C u a n d o llegó d o n G e n a r o , esta- poco tiempo en Francia, pero tuvo la suerte extraordi- lló toda la emoción de su a m i g o Alfonso: naria de estar en París en un m o m e n t o absolutamente crucial para la evolución moderna de las artes y de las " M i r e , G e n a r o , le dijo, tengo la Opera dentro de letras. El conoció la gran época de nuestros pintores, mi cuarto, y a b r i ó una ventana que caía sobre la c u a n d o b a j a b a n de M o n t m a r t r e a M o n t p a r n a s s e . magnífica plaza. Anoche vine a abrir esta puerta Llegó a p u n t o de inaugurar la famosa exposición de las y me encontré con que estaba aquí d e n t r o la Artes Decorativas. A la orilla del Sena en u n o de los Opera. ¡Ay, G e n a r o , e s t a m o s en París! ¡Fíjese, en puentes, habían surgido una multitud de casitas y de París! Pero déjeme llorar un poco. Y. dicho y pabellones en que cada país podía enseñar las nuevas hecho, se fue a poner la cara contra un rincón, en tendencias en la decoración del hogar. La manifesta- tanto que G e n a r o Estrada, con avidez nostálgica, ción a d q u i r i ó una importancia decisiva en la f o r m a - se pegó intensamente a la lectura del " D e m ó - ción del g r u p o m o d e r n o y en la historia de todas las c r a t a " , c o m o siempre lleno de sangre y de p u ñ a - artes. Alfonso Reyes, en el banquete inaugural, se les: pero de tiempo en tiempo sacaba la mirada hallaba al lado del arquitecto responsable de la por encima de la redonda eminencia de sus ante- exposición. ojos. para ver los movimientos espasmódicos de Paría, crisol. París, otra vez, era el crisol en que se Alfonso, quien seguía d á n d o l e fuerte al sollozo. c o n c e n t r a b a n todas las naciones. D o n Alfonso, en Por fin. G e n a r o le fue a d a r . con mucha cortesía, París, se e n c o n t r ó con otros mexicanos c o m o José golpecitos en la espalda, diciéndole con acento María González de Mendoza y Angel Zárraga. Se consolador: ¡ya!, ¡ya!, ¡ya!", (de A r t e m i o d e l Va- hicieron amigos de otros muchos hispanoparlantes, lle Arizpe, " A l f o n s o Reyes í n t i m o " . En Digesto Miguel Angel Asturias, el salvadoreño T o ñ o Salazar. sobre Alfonso Reyes, ed. p o r el Pen Club de Mé- excelente caricaturista. León Pacheco, de Costa Rica. xico; también en mi Alfonso Reyes y Francia, p. Entre los diplomáticos hispanoamericanos, don Al- 182. fonso simpatizó especialmente con González Z a l d u m - bide. Ministro del Ecuador, o t r o e n a m o r a d o de París. En los 28 meses que vivió A l f o n s o Reyes en París Z a l d u m b i d e vivía en un piso muy rico, frente a la Torre c o m o Ministro de México, pareció tener don de ubicui- Eiffel. En este c u a d r o lujoso leyó Alfonso Reyes, en dad. En primer lugar, a t e n d i ó a su legación, siempre presencia de la crema de los letrados parisienses, su
impecable y tan mexicana obra maestra, Ifigenia cruel. "Sean las c u a t r o de la t a r d e , hora ya m a d u r a y Francia había sufrido t a n t o de la guerra que su melificada; sea la primavera en París, gozosa de Ministro de Relaciones Exteriores, Aristide Briand, se gorriones. esforzaba p o r obtener en la Sociedad de las Naciones Esta niebla de París, parece que me a r r o p a y unos t r a t a d o s susceptibles de evitar la vuelta a la lo- conforta. cura. Alfonso Reyes aplaudía estos proyectos. Se hizo Este m o r c i n o sol, m o j a d o y tibión tan diferente a a m i g o de Aristide Briand y de su c o l a b o r a d o r Alexis mi fuego natal... Leger. Este, c o n o c i d o en poesía por el s e u d ó n i m o de Todavía d i s f r u t a m o s d e la última luz de París, al Saint-John Perse, sabía el español, había leído las o b r a s cruzar el r í o " . de Reyes, sobre t o d o Visión de Anáhuac. H a y recíproca influencia entre las o b r a s de don Alfonso Reyes, y las En Argentina también, se e n c o n t r ó con cierta pre- de este gran poeta francés m o d e r n o . H a s t a , se puede sencia de Francia. El g r u p o de jóvenes escritores porte- hablar de un " v a i v é n " de reminiscencias entre las ños —entre los cuales sobresalía ya Jorge Luis o b r a s alfonsinas y las de Saint-John Perse. Borges—, se hallaba sin jefe, desde la salida de Ricardo La amistad franco-mexicana figuraba en el primer Guiraldes. Le pidieron a A l f o n s o Reyes ayuda y direc- término de las procupaciones del Ministro Alfonso ción. Ya estos argentinos e s t a b a n en contacto estrecho Reyes. El mismo redactó el nuevo Tratado de Comercio con escritores de París, los m i s m o s que eran amigos de necesitado por el estado del m u n d o después de la Reyes: Valery L a r b a u d . Jules Romains, Adrienne guerra, t r a t a d o que iba a regir los intercambios entre Monnier, Marcelle Auclair. Pero le pareció a don Al- los dos países a lo largo de los años. Para mejorar las fonso que a p r o v e c h a b a n mal el ejemplo francés, dedi- relaciones económicas entre su país y Francia, el Mi- c a n d o su a t e n c i ó n e x c l u s i v a m e n t e a F r a n c i a , nistro Reyes organizó la venida a París de importantes dejándose invadir p o r los artículos y publicaciones misiones de negociantes, científicos e industriales me- francesas sin conservar b a s t a n t e sentido crítico ni clara xicanos. Les puso en contacto con sus h o m ó l o g o s conciencia de su personalidad mexicana. La revista franceses, no sólo en París sino también a través de las Libra que Reyes f u n d ó con ellos les enseñó un uso provincias francesas. El visitó así bastantes ciudades mejor de las lecturas francesas. Por cierto, hay recuer- francesas con los delegados mexicanos, lo cual l e d i ó la dos de Francia en Libra, p e r o n o exclusivamente. El o p o r t u n i d a d de conocer a " F r a n c i a p r o f u n d a " , con- juicio parecía más imparcial, m á s libre, el sentido crí- servando para siempre en los ojos la visión de tal tico siempre alerta. antigua plaza, o de un m o n u m e n t o renacentista. En varias manifestaciones argentinas, contribuyó Alejarse tan p r o n t o de París fue para don Alfonso don Alfonso, con Victoria O c a m p o , a la evocación del un desengaño intenso. " N a d i e deja a París sin lágri- genio francés. Lejos, a la vez. de México y de Francia, m a s " , dijo. Con ocasión de su salida, h u b o banquetes, se consolaba dedicándose a lecturas y estudios sobre recepciones. El c u e n t o que escribió poco después. escritores franceses. Entonces fue c u a n d o escribió es- " L o s dos a u g u r e s " , contiene líneas que son c o m o un tas páginas tan frescas y minuciosas en que resucita a poema, con sus últimas impresiones de París: J u a n J a c o b o Rousseau en su j u v e n t u d alpestre... Sobre todo, redactó su obra considerable sobre Mallarmé.
Preveía un libro, que se hubiera titulado Culto a Ma- de esta encuesta n o lograron publicarse en París, por- llarmé. Pero la publicación n o se hizo y c o n o c e m o s que la catástrofe se a b a t i ó antes sobre mi país, impi- sólo una parte de estos estudios en Mallarmé entre diendo los textos de esta orden. Pero poseemos la nosotros. Otra parte se publicó en la revista Sur de contestación enviada p o r Reyes: D o ñ a Manuela con- Victoria O c a m p o . N u n c a se recogió en volumen. Tene- servaba t o d o s los duplicados. La respuesta de Reyes mos que esperar que un p r ó x i m o t o m o de las Obras era una confesión admirable. Se adhería, "sin vacila- Completas de Reyes pueda reunir t o d o s los escritos que ciones ni matices" al t r i u n f o de la democracia. Para él. el gran mexicano dedicó a este poeta francés, del cual, la causa de Francia se c o n f u n d í a con la del espíritu, además, fue el a d m i r a b l e traductor. que eran las cosas más preciosas del m u n d o . . . "El La revista preciosa, lindamente llamada Monterrey triunfo de Francia importa, decía, al porvenir del pen- fue creada también en el aislamiento relativo de Bue- s a m i e n t o " . Explicaba la importancia preponderante nos Aires. Reyes c a m b i a b a cartas y libros con sus de Francia sobre los de su generación y sobre la genera- amigos de Francia, especialmente con Valery Lar- ción precedente. La reorganización de México, des- b a u d . Monterrey fue concebida ante t o d o c o m o una pués de la victoria de Benito J u á r e z , se había realizado carta colectiva enviada a sus amigos del m u n d o entero. con influencia francesa. Alfonso Reyes explicaba su Los franceses que recibieron la revista, c o m o Francia propia f o r m a c i ó n c o m o esencialmente basada sobre de M i o m a n d r e . escribieron varias reseñas de Monte- raíces mexicanas. Francia y España se había estimu- rrey que se publicaron en la prensa literaria francesa... lado recíprocamente para a ñ a d i r sus riquezas respecti- En Brasil, la presencia francesa era todavía mayor. vas y transmitir o t r a s culturas: h u m a n i d a d e s clásicas, La influencia del poeta francés Paul Claudel, el cual culturas italianas, inglesas, a l e m a n a . había sido E m b a j a d o r de Francia en Río de J a n e i r o La última parte de la hermosísima respuesta de Re- p o r los a ñ o s de guerra, se dejaba sentir todavía... yes se hace más íntima, se llena de emoción ya que El a n u n c i o de una segunda guerra franco-alemana evoca recuerdos queridos: " D e s d e mi primera infan- despertó en el alma de don Alfonso una intensa con- cia. amé a la lengua francesa de un m o d o instintivo". goja. Regresado de México, se hundía en el estudio Por cierto había p r o n u n c i a d o sus primeras palabras para s o p o r t a r su melancolía. francesas en familia, m u c h o antes de la primera ense- En los primeros meses de guerra, en octubre de 1939, ñanza. De niño, soñaba de verter al español algunos recibió d o n Alfonso una carta de la revista parisina Les matices de sensibilidad que creía adivinar en la lengua Nouvelles Littéraires. Esta carta contenía preguntas en francesa. Luego, resucitaba la visión, en Monterrey, vista de una encuesta internacional: "¿Cuál era su del c o m e d o r familiar. Su padre conversaba amistosa- posición delante del conflicto? ¿En qué medida i m p o r - mente con un ex-oficial francés. La evocación del gene- taba para el porvenir del pensamiento el t r i u n f o de ral ejerce entonces t o d o encanto. El texto de Reyes se Francia? ¿Qué debe a Francia en su formación espiri- hace muy tierno para retratar a este general-poeta... tual? ¿Cuál es el escritor francés que prefiere?" Los Don Alfonso escribió cada día sus pensamientos, en organizadores de la encuesta, dirigiéndose a Alfonso este período cruel de los primeros a ñ o s de la guerra Reyes, dedicaban esta carta al " G r a n poeta, gran di- mundial. Este Diario n o se ha publicado todavía. Por plomático y sincero a m i g o de F r a n c i a " . Los resultados cierto que será de un m á x i m o interés y que completará
la historia de las relaciones de Reyes con sus amigos p o r eso, os debéis a la h u m a n i d a d entera. Nos- franceses. Yo tuve entre mis manos el álbum espeso otros n o p u d i é r a m o s privarnos de las adquisicio- d o n d e Reyes se confesaba, a p r e t a n d o su letra. El 14de nes q u e t r a j o el espíritu francés al p a t r i m o n i o j u n i o del 40. repitiendo los versos f a m o s o s de Rubén h u m a n o . Todavía esperamos otras riquezas. Darío, escribe: " L o s b á r b a r o s , Francia, los b á r b a r o s , Vosotros sois el valor y la prudencia. Con el cara Lutecia... Los alemanes en París, luto del género alma tendida, esperáis la hora o p o r t u n a . Voso- h u m a n o . Me cuesta t r a b a j o c o n c e n t r a r m e para escri- tros sois la espuela y el f r e n o . " R o l a n d o es va- bir". El 17 de junio de 1940. a p u n t a : " E n c e r r a d o em- liente y Oliver es c u e r d o " . A r m o n í a de b r i a g á n d o m e de t r a b a j o , pero muy a n g u s t i a d o " . En su entusiasmo y de razón, de a m o r e inteligencia: la casa, don Alfonso acogía a los franceses refugiados a única que puede crear o b r a s duraderas. Recibid el México. Participó en la revista Lettres françaises que saludo y la expresión de los votos más fervorosos Roger Caillois f u n d a b a patrióticamente en Buenos de u n o de vuestros h e r m a n o s de América, el cual Aires. a p r o v e c h ó ampliamente vuestra cultura y vuestra En julio de 1943, se e n c o n t r ó en Nueva York con el sensibilidad, y a quien los franceses dieron, aun profesor francés Etiemble. el cual lanzaba por las o n - sin saberlo, las enseñanzas más valiosas y unas das exhortaciones al pueblo francés. Etiemble pidió a orientaciones definidas en su ciencia de la liber- Alfonso Reyes un mensaje de amistad destinado a tad y del t r a b a j o , de la alegría y del dolor. París. En seguida, en su mismo cuarto de hotel, escri- Un día estalló un conflicto a r m a d o , n o entre bió don Alfonso, a m a n o y sin detenerse, c o m o con su nuestros dos países, sino entre el cuerpo expedi- corazón, u n a s páginas magníficas, en francés, que leyó cionario de N a p o l e ó n III y el pueblo mexicano. luego en la radio. Ofreció el manuscrito de esta alocua- N u n c a h u b o odios nacionales. Conocí a algunos ción a Etiemble, el cual me lo entregó, con la autoriza- oficiales franceses de aquella época. Se habían ción de publicarlo enteramente. Permítame leer aquí casado con mujeres mexicanas, se q u e d a b a n en- este texto c o n m o v e d o r , traducido al español por pri- tre nosotros. No nos q u i t a r o n nada. AI contrario, m e r a vez: a u m e n t a r o n nuestro haber. H a b í a n c o m b a t i d o , en o t r o s tiempos, en unos encuentros azarosos, " E n mi país, en nuestros países — p o r q u e así se contra un joven teniente mexicano, el cual, luego, pasa en todas las repúblicas de la América vino a ser general. Llegados a la madurez, p r o b a - Latina— la causa de la Francia libre es conside- ban los buenos vinos de Francia, en compañía de rada c o m o nuestra. El 14 de julioes también para este general, mi padre. Así, alrededor de la mesa nosotros una fiesta nacional. Nada de lo que es familiar, aprendí a estimar a estos hombres, a francés nos es extranjero. Desde el primer mo- saber que e s t á b a m o s c o r t a d o s con la misma tela, mento, depositamos nuestra confianza en los ver- la de la verdadera amistad entre los pueblos. daderos franceses. Ni un instante d u d a m o s de la Permitid que os ofrezca este recuerdo de mi infan- victoria f u t u r a . La Geometría del m u n d o , la ar- cia, que me es tan caro, en testimonio de mi quitectura de la paz necesitan el pensamiento devoción p o r el gran país de la libertad, de la francés auténtico, os debéis a la Francia eterna y. razón, y de la justicia".
La imagen de Francia y de Ú los franceses en los escritos f o n d a de enfrente, las pintorescas costumbres del pue- de Alfonso Reyes blo francés: engullían los cocheros gloriosas sopas, dice, y volcaban frecuentemente el vino en el c a l d o " . D o n Alfonso ya enuncia una concepción moderna del viaje c u a n d o escribe, en Vida y ficción: "El que viaja... se informa con minuciosidad de los usos del h o m b r e para n o vivir c o m o extranjero en la tierra". Y. en efecto, observó m u y cuidadosamente la vida de los Antes de salir de México, en 1913, Alfonso Reyes, franceses. Poseía un d o n excepcional para discernir el por cierto, tenía una idea del carácter francés, idea que gesto que resume en sí solo el ambiente de una ciudad o p o d e m o s conocer gracias a algunos cuentos de su la psicología de un pueblo. Hasta supo respirar el olor Plano oblicuo. Había leído a Rabelais, y su carcajada de la primavera en París, la cual se nota aún más e n o r m e le parecía algo muy especialmente francés. A fuertemente que en el c a m p o . través de otras lecturas, había vislumbrado una sa- Primero, p u d o t r a z a r un retrato vigoroso de la joven brosa fantasía, una libertad alegre de las divagaciones, criada que vino a a y u d a r a doña Manuela. Era de una insolencia ligera, y nuestra tendencia a cierta Bretaña, hija de los celtas, raza enérgica. Anne Quéau irreverencia. se llamaba, y mecía a su hijo Alfonsito con las tradicio- En los asuntos religiosos, los franceses le parecían nales canciones de c u n a de su provincia: con lo cual razonables y hasta racionalistas. El joven mexicano don Alfonso q u e d a b a encantado. Dice que esta criada miraba con simpatía la sonrisa levemente escéptica de a p r e n d i ó el español p r o n t o y bien... (siempre pensé Michel de Montaigne. que, en esto, d o ñ a Manuela y don Alfonso habían Leyendo los poemas de Mallarmé, se había e n a m o - tenido mucha suerte. N o todos los a l u m n o s franceses r a d o de la lengua francesa, melodiosa y refinada. So- me parecieron d o t a d o s de aquellas disposiciones para bre t o d o , este idioma le reportaba a los m o m e n t o s más a p r e n d e r el español...) Los padres de Anne. amables y preciosos de su infancia, resucitaba la presencia de un deferentes, enviaban desde su provincia bretona unos padre a d o r a d o . ¡Cuántas veces, en Monterrey, escon- cestitos de langostas de inolvidable sabor... dido d e b a j o de la mesa del c o m e d o r familiar, c u á n t a s Los parisinos parecían conservadores. En las farma- veces el niño Alfonso había escuchado las conversacio- cias se veían todavía estos enormes globos llenos de nes amistosas c a m b i a d a s entre don Bernardo y unos aguas coloradas que habían desaparecido desde mu- huéspedes franceses, ex-oficiales del ejército imperial chos a ñ o s antes en México. que se habían establecido en este país, seducidos p o r su Los franceses eran unos maniáticos, sobre t o d o belleza, o por el encanto de alguna mexicana! c u a n d o se trataba de las horas de sus sagradas comi- En París, las primeras visiones de la vida francesa das. Nota Reyes " n o quieren que les retarden la s o p a " que recogió don Alfonso n o coincidieron, ni m u c h o ¡El personaje más i m p o r t a n t e de la vida parisiense era menos, en esta concepción elegante y lujosa que se el p o r t e r o , o m n i p o t e n t e , verdadero heredero de los había hecho de Francia. Desde las ventanas de su reyes de Francia! hotel, el hijo del general Reyes p u d o observar "en la El tipo del francés m e d i o era más bien b o n a c h ó n . La
francesa era b a s t a n t e fea y c o m ú n , c o m p a r a d a con la Los franceses, incluso los letrados, ignoraban r o t u n - h e r m o s u r a de las mexicanas. d a m e n t e la geografía, especialmente la de América. En el verano d e 1913, Reyes p u d o observar mejor la C u a n d o le h a b l a b a n de las repúblicas americanas, se vida de París. En aquellos tiempos, en efecto, la ciudad figuraban que eran " u n a s islas muy calientes en que n o se d e s p o b l a b a en agosto c o m o a h o r a . En el París vivían n e g r o s " . El francés consentía en hablar única- actual, d u r a n t e el mes de agosto, hay que recorrer mente su p r o p i o idioma. Muy pocos, entonces, sabían kilómetros antes de encontrar una panadería abierta: el español. todos los franceses están al m i s m o tiempo en las pla- Reyes e m p e z ó a frecuentar la Universidad de la yas. Pero, antes de la primera guerra mundial, los S o r b o n a , y q u e d ó muy decepcionado por esta ense- franceses, en general, n o tenían vacaciones y se q u e d a - ñanza d e m a s i a d o académica. Las clases eran m u y abu- ban en París en los meses calientes. Vivían en la calle. rridas. M e j o r valía, a su parecer, leer directamente los París t o m a b a entonces unos aires de libertad campes- autores c o m e n t a d o s . En c a m b i o , don Alfonso se inte- tre. Por las noches tibias, las familias populares saca- resó m u c h o por la organización de nuestros estudios ban sillas para sentarse en la acera. Los niños j u g a b a n universitarios. N o t ó que algunos catedráticos eran en- a la pelota en la calzada. Los h o m b r e s iban a pescar, en tusiastas y cordiales, c o m o Ernest Martinenche, el cual el Sena, b a j o puentes inmensos. La vida se deslizaba, organizaba reuniones muy simpáticas entre hispano- feliz. El pueblo francés ignoraba el hambre. La a b u n - americanos y franceses, reuniones a las que concurrió dancia francesa era simbolizada por los enormes panes don Alfonso con regularidad. que los chicos llevaban al h o m b r o . Los franceses, pues, D o n Alfonso se fue también a saludar a o t r o profe- en su c o n j u n t o parecían despreocupados, pacíficos. En sor francés. R a y m o n d Foulché-Delbosc, cuya gran los primeros meses de 1914, el deseo de los franceses de f a m a de e r u d i t o había llegado hasta México. Se encon- vivir en buena inteligencia con sus vecinos alemanes t r ó con un señor todavía joven. Reyes d i b u j a un retrato era incontestable. Los parisinos eran sociables; les gus- admirable del e r u d i t o francés, amigo generoso, cono- t a b a n los c o n t a c t o s con los vecinos, a u n q u e , según lo cedor de la lengua y de las letras hispánicas. Este sabio que n o t a b a A l f o n s o Reyes, la cortesía en el trato era permanecía en su biblioteca a t o d o lo largo de la m u c h o más directa, m u c h o más breve que en América. semana. Sólo salía de casa para ir a d a r sus clases, y eso Los burgueses n o tenían todavía ninguna "mácula de sin ningún reloj, ya que poseía a cada m o m e n t o la socialismo" y los mirones se divertían m u c h o viendo noción infalible de la hora. los choques entre los guardias y los socialistas. C u a n d o don Alfonso se entrevistó en París con el A l f o n s o Reyes tuvo entonces algunos contactos con poeta a r g e n t i n o Larreta, éste le c o m e n t ó su concep- las editoriales parisienses, especialmente en Ollen- ción del alma francesa, y sobre t o d o lo que él llamaba d o r f f , la cual había publicado ya sus Cuestiones estéti- "la avaricia" de los franceses. Le parecíamos muy cas. El libro se había vendido bien. Sin embargo, con apegados a la propiedad. Los franceses, decía Larreta, esta ocasión, habló del "mercantilismo cartaginés de eran el pueblo del sou. esta moneda de cinco centavos. los franceses". " S e nos paga un piquillo, escribía a sus Este pueblo francés, por cierto, era el inventor de la amigos de México, y aun iiregularmente". alcancía. El fin de los franceses era el a h o r r o : solían llenar su bas de laine. una media de lana, con escudos
de oro. Sólo a veces, consentían en gastar un p o c o para guerra. A r r a s t r a d o en un imbroglio diplomático, el beber y comer. gobierno francés se e n c o n t r ó en la obligación de crear, O t r o amigo, q u e le explicó entonces más f i n a m e n t e dentro de quince días, una psicosis de guerra. Volvie- el espíritu francés, fue A m a d o Ñervo. H a b í a sido el ron precipitadamente las familias ricas del verano. Se profesor de Alfonso en la escuela p r e p a r a t o r i a . En multiplicaron los desfiles militares de los cuales era aquel entonces, f o r m a b a parte de los diplomáticos Reyes muy aficionado, p r o b a b l e m e n t e en el recuerdo mexicanos en Madrid. En los primeros años de 1914, de don Bernardo. ¡De q u é t r a n f o r m a c i ó n tan asom- publicó su libro de versos titulado Serenidad. D o n brosa era capaz este pueblo, al parecer tan ligero y Alfonso había publicado sin t a r d a r un c o m e n t a r i o de hasta frivolo! De un día a o t r o la felicidad tranquila de la o b r a . C u a n d o A m a d o Ñervo se fue a París, quiso este pueblo se h u n d i ó en la tristeza. L o s hombres iban encontrarse con su joven c o m p a t r i o t a que había des- a la estación con un heroísmo t r a n q u i l o y hasta, a crito sus p o e m a s con tanta sensibilidad. A m a d o Ñervo veces, alegre, para subir a los trenes q u e los llevarían a tenía entonces 44 años. Había conocido al París de la un frente h o r r o r o s o . Pero las m u j e r e s lloraban. D o n Belle Epoque en los primeros a ñ o s del siglo. ¡Se había Alfonso vió y descubrió al " P a r í s d e la tristeza". Sin p a s e a d o p o r nuestros bulevares del brazo de Rubén embargo, todos se figuraban que la guerra iba a ser D a r í o ! A m a d o Ñervo saboreaba la lengua francesa muy breve, nada más que un p a s e o de algunas hasta en sus menores giros. Estaba atento a la palabra semanas. de m o d a , p o r una estación, en las orillas del Sena. Los C o m o el conflicto se eternizó, los latino-americanos detalles de la m o d a o de las costumbres podían reve- empezaron a salir de París. Alfonso Reyes se refugió en larle la verdad p r o f u n d a de un pueblo. Explicaba a España. Alfonso Reyes qué cambios estaban interviniendo en En España, el contraste le pareció e n o r m e entre los la mentalidad francesa. El precio de la vida había dos pueblos. En cierto sentido, la observación de la a u m e n t a d o mucho, recientemente, de m o d o que las vida española permitió a don Alfonso hacerse una idea familias burguesas presentaban a h o r a c o m o un lujo la más completa de los franceses, ya q u e podía c o m p a r a r elegancia de una mesa sobria. De estas dificultades los dos m o d o s de vida. La generosidad española —el económicas salía la m o d a de la esbeltez; así se expli- vino no se pagaba en la posada, p o r q u e era " d o n de caba el c a m b i o que se observaba en el criterio de la D i o s " — le hizo más evidente la p a r s i m o n i a francesa. belleza femenina ... ¡Cuántas cosas explicaría A m a d o Los españoles desdeñaban al t r a b a j o , que es c o m o una Ñervo a su c o m p a t r i o t a de 25 años! ¡Les encantaba el mendicidad disfrazada. En Francia, el t r a b a j o era dig- barrio latino! Se a d m i r a b a n de esta alegría espontánea nidad, virtud, razón de vivir. El M a n z a n a r e s era un río de París. Seguían al vapor azul y misterioso que subía inútil, se c o n t e n t a b a con c a n t a r al sol; pero el Sena del Sena e invadía las calles. aceptaba ser útil. El pueblo español c a n t a b a , para Entre t a n t o , la preocupación m a y o r de los parisinos olvidarse de la pobreza o de la muerte. En Francia, el era la designación de un nuevo maestro para dirigir la pueblo ríe c o m o un príncipe que ignora el dolor. Los orquesta de la Opera. mendigos pintorescos, ciegos y tullidos eran c o m o la Y, súbitamente, sobre este pueblo pacífico, feliz y flor venenosa de las calles madrileñas. Retrospectiva- alegre, vió d o n Alfonso que se cernía la s o m b r a de la mente, las calles de París le parecían casi silenciosas,
a n i m a d a s a p e n a s p o r las coplas tímidas de unos artis- Hay claridad mental, dice Reyes, en cada palabra del tas pálidos e inconsistentes. pueblo francés. España tiene el sentido de la comicidad Al mexicano Alfonso Reyes, las voces de M a d r i d , y del misterio metafísico. El hispánico posee la elegan- con su terrible pronunciación de la jota —explicación cia física y moral: es físicamente justo. Mientras que la de la tos que se oía en todas las iglesias—, parecían inteligencia se percibe p o r t o d a s partes en Francia. En broncas: las c o m p a r a b a interiormente con la música París, los hombres parecían comunes, físicamente, mesurada, y que le parecía perfecta, de la lengua pero " d e una celebración j u s t a " . francesa. Alfonso Reyes tuvo la ocasión de estudiar la psicolo- En la vida española, t o d o s los d o m i n i o s se mezcla- gía de la provincia francesa en 1919. c u a n d o se f u e a ban, la actividad profesional n o se separaba de la vida Burdeos con su a m i g o español Azorín. Era su primer personal o familiar ¡El sabio R a m ó n y Cajal, en un viaje a Francia después de la guerra. Se e n c o n t r a r o n en libro científico, d a b a consejos para casarse bien! En esta ciudad i m p o r t a n t e del centro oeste de Francia, el Francia, al contrario, el cartesianismo quizá excesivo mismo día en que se f i r m ó la paz entre Francia y colocaba separaciones absolutas entre la vida profesio- Alemania. Observó don Alfonso m u y finamente el nal, la vida privada, la vida religiosa. tinte particular de esta alegría francesa, tan diferente Entre los intelectuales españoles que r o d e a b a n a de la alegría mexicana. Era una "expansión de un buen R a m ó n Menéndez Pidal, reinaba un c o m p a ñ e r i s m o h u m o r n a d a t u m u l t u o s o . Ni furia, ni atropello. U n a s alegre, la misma sencillez en el trato que entre unos horas de asueto, nada m á s " . Miraba con a s o m b r o obreros, un día de asueto. En Francia, los intelectuales tanta m a n s e d u m b r e , tanta regularidad en esta multi- franceses podían ser representados, simbólicamente, tud, que a n d a suel"ta por las calles y n o r o m p e una p o r un señor, algo a c a r t o n a d o en su traje negro y vidriera ni a r m a escándalo. H a b í a en esta alegría una severo: era del Instituto de Francia o de la Academia gravedad p r o f u n d a . M e d i t a b a don Alfonso en una con sus condecoraciones, y siempre dispuesto a leer un frase de Montaigne que a c a b a b a de leer en el Ayunta- discurso oficial. miento de Burdeos: " E l goce p r o f u n d o tiene más de Las figuras religiosas de Francia eran suaves, come- severidad que de alegría". tidas, mientras que los s a n t o s españoles eran unos Burdeos era una ciudad m o n u m e n t a l , abierta al revoltosos o, p o r lo menos, habían sido activos y cielo, abierta al río, con unos edificios de piedra negra positivos. y plateada. En los edificios venerables, había puertas Los españoles evolucionaban lentamente. T a r d a b a n góticas que pudieran ser " b u e n a s p o r t a d a s para libros en modernizarse. Alfonso Reyes n o t ó en las calles unas de caballería". Los hombres llevaban u n a s barbas m u y escenas que le parecieron v e r d a d e r a m e n t e medioeva- francesas. les. Por contraste, este excelente observador se reme- Convidaron a Reyes en los mejores restaurantes de m o r a b a n la m a y o r calidad del pueblo o del espíritu la ciudad de Burdeos, capital del buen vino. Las m u j e - francés: la aptitud al c a m b i o , a a d a p t a r s e rápidamente. res que servían eran feas, pero simpáticas. H a b l a b a n a Francia era la que inventaba, en cada estación, una gritos, con el acento abierto y lento del sur de Francia. m o d a diferente. Los franceses tenían la rara virtud de Servían con una solicitud de nurse para quien todos los la curiosidad, y la curiosidad de las innovaciones. clientes f u e r a n c o m o otros tantos niños lisiados. Le
pasaban la m a n o al cliente p o r la cabeza, lo acaricia- Con los artistas de París, d o n A l f o n s o se encontraba ban en el h o m b r o , sonreían, decían cosas amables... siempre a gusto. Sus modelos eran u n a s mujeres her- C u i d a b a n y protegían a sus clientes, cuenta Reyes, mosísimas. Pero sus amigos cubistas habían cam- c o m o un p a s t o r a su g a n a d o . D o n Alfonso aprendió,' biado: a d m i t i d o s p o r todos, ya casi clásicos, se habían con sus amigos de Burdeos, a saborear el buen vino^ enriquecido, vivían de un m o d o m u y burgués. agitándolo levemente. luego más fuerte, luego respi- Reyes c o m p a r t i ó algunas " n o c h e s de charla encan- rándolo, antes de beberlo. Las danzas folklóricas de las t a d o r a " , según su propia expresión, con sus amigos provincias francesas le parecieron más bien sosas y sin escritores, t o d o s h o m b r e s refinados, de una sencillez carácter, a pesar de sus nombres tan bonitos. Azorín y Reyes pensaban en el ritmo y en el color de las danzas muy nueva y muy m o d e r n a , de vasta inteligencia y hispánicas... cultura pero que, a calidad de b u e n o s franceses, no d e s d e ñ a b a n las delicias de las mejores mesas de la Ministro en París, en 1925. d o n Alfonso inició el capital. Otra clase nueva que le era también muy sim- examen metódico de las diferentes clases de la sociedad pática era la de los aviadores, héroes de los tiempos francesa. Antes de lanzarse al examen de las clases m o d e r n o s , audaces y deportivos. ricas y nobles, leyó las novelas del gran escritor Marcel H u b o , sin e m b a r g o , una clase de la sociedad fran- Proust. el terrible retratista, tan irónico, de nuestra cesa que le pareció muy antipática: la de los políticos. gente " d e sangre a z u l " . Reyes se dejó convidar en ¡Cuántas veces subió don Alfonso a esta tribuna de algunos salones m u y aristocráticos y sacó de estas nuestra C á m a r a de D i p u t a d o s y q u e se reserva al experiencias exactamente las mismas conclusiones que C u e r p o Diplomático! Desde allí asistía, c o m o desde el Marcel Proust. Los aristócratas franceses eran h o m - palco de un teatro, a esta vida política francesa tan bres fríos, artificiales, e m b u í d o s de tabús sociales. complicada. C o m p a r a b a a ciertos ministros dema- En las clases burguesas, la estricta jerarquía que siado hábiles con unos magos o prestidigitadores. Mu- reinaba antes de la guerra se había h u m a n i z a d o un chos eran venales, o insulsos, o vulgares. El único poco, efecto, sin d u d a , de las reuniones de t o d o s los político que le inspiró simpatía y hasta admiración fue vecinos en las bodegas, d u r a n t e los b o m b a r d e o s . La Aristide Briand, y sus c o l a b o r a d o r e s del Quai d'Orsay. guerra había llevado a estas consecuencias. Este ministro de Relaciones Exteriores, lo mismo que Don Alfonso observaba la aparición de un nuevo Reyes, era un conciliador, un Apóstol de la Paz, t a m - tipo de francesas: letradas hermosas o, p o r lo menos, bién p e r s u a d i d o que la guerra n o resuelve ningún pro- agradables, inteligentes, emancipadas, independien- blema: antes los hace más difíciles de resolver. tes, a veces solteras: mujeres que le inspiraron a me- Los franceses, siempre a p e g a d o s a sus bienes, se n u d o simpatía, amistad, entre las cuales sobresalen: negaban a pagar los impuestos hechos necesarios por las ruinas de la guerra. N o habían protestado tanto — la famosa librera Adrienne Monnier para ir a morir en los c a m p o s de batalla. "Sablazos, — Mathilde Pomés, poeta, hispanizante famosa, exce- que n o alfilerazos", decía Reyes. lente t r a d u c t o r a de los versos de Reyes. D o n Alfonso se alejó rápidamente de Francia; más. — Marcelle Auclair, hermosa novelista y periodista. no p o r eso. desde lejos, cesó de observar la psicología francesa y de meditar sobre ella. En Río de J a n e i r o ,
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