Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout

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Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
Paulette Patout

 Francia en
Alfonso Reyes
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
I C " 297
| F 36
1831
C.l
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
1080050217

             •
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
Francia en Alfonso Reyes
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
Paulette Patout

                              *   1   -

       Francia en
      Alfonso Reyes

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON
    Capilla A l f o n s i n a Biblioteca Universitaria
                  Monterrey, México            •
                              1985
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
Pô^
• RsiïC»                                                                        Nota previa

                                                                                   La celebración del Festival Alf^asijio en Monterrey
                                                                                —en recuerdo del nacimiento de Alfonso R£ye$ (17 de
                                                                                mayo)— ha sido cada vez más relevante.^ .3 _
                                                                                   En el programa de cada a ñ o &áriTiguratl$ «fivérsés
      F r a n c i a en A l f o n s o R e y e s / p o r Paulette P a t o u t .   especialistas, estudiosos de la figura del ilustre escritor.
 Monterrey, N.L : U.A.N.L., Capilla Alfonsina                                   La destacada escritora francesa Paulette Patout. al
 Biblioteca Universitaria. c l 9 8 5 .                                          intervenir en el V Festival, en 1981. presentó tres confe-
    52 p.                                                                       rencias que constituyeron, indudablemente, unos de
                                                                                los actos académicos más importantes.
        1. R E Y E S . A L F O N S O . 1 8 8 9 - 1 9 5 9 - C R I T I C A E          Residente en Toulouse, en Francia, c u a n d o la Dra.
 I N T E R P R E T A C I O N . I.t.                                             Patout contestó a la invitación de la Universidad de
                                                                                Nuevo León, dijo que aceptaba " c o n m o v i d a y con
  PQ7297.R386/Z8                                    M860.9'72 / P313f           inmensa alegría. Conocer a Monterrey, visitar los re-
                                                                                cuerdos alfonsinos... es un verdadero s u e ñ o " . Expresó,
                                                                                además, en su carta, su " p r o f u n d a satisfacción a la idea
                                                                                de ser regiomontana p o r algunos d í a s " . Y es que, en
                                                                                realidad, la distinguida investigadora conoce y siente a
                                                                                Alfonso Reyes p o r q u e ha p r o f u n d i z a d o en el análisis
                                                                                de su o b r a .
                                                                                    Nacida en Séte (Heráult), inició sus estudios profe-
                                                                                sionales en Montpellier. O b t u v o allí la licenciatura en
                                                                                español y portugués, g r a d u á n d o s e con un estudio so-
                                                                                bre Federico García Lorca. Pasó luego al Instituto de
                                                                                 Estudios Hispánicos, en la S o r b o n a . de París, dirigidos
                                                                                entonces p o r Marcel Bataillón.
                                                                                    Obtenidos otros grados académicos, ha ejercido su
P r i m e r a edición: 1985                                                      labor docente y de investigación en diversas institucio-
D . R . © 1985. Universidad A u t ó n o m a de N u e v o León                    nes universitarias. Desde 1967 enseña en la Universi-
Cd. Universitaria. M o n t e r r e y . N . L . . México                          dad de Toulouse. Viajó en 1968 y 1972 a México,
                                                                                 Argentina y Brasil, siguiendo la huella de Alfonso
I m p r e s o y hecho en México.                                                 Reyes. Realizó, en 1972, la edición crítica del Epistola-
Printed a n d m a d e in Mexico.                                                 rio Larbaud-Reyes     y, al a ñ o siguiente escribió: La
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
amistad Reyes-Larbaud.         D o c t o r a d a en 1977, g a n ó el
premio del Comité de Rayonnement Francais. y su tesis
doctoral: Alfonso Reyes y Francia, publicada en 1978,
o b t u v o el Premio Biguet de la Academia Francesa.
    La Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la
Universidad A u t ó n o m a de Nuevo León, reúne y pu-                      De las o b r a s tan variadas y sabrosas de Alfonso
blica en esta f o r m a sus tres conferencias p r o n u n c i a d a s   Reyes se pudiera extraer una verdadera historia de la
en Monterrey.                                                           amistad franco-mexicana, p o r q u e ésta era u n o de sus
                                                                        temas predilectos. D o n Alfonso explicaba esta amistad
                               ISRAEL      CA VAZOS         GARZA       p o r cierta semejanza de carácter entre nuestros dos
                                                                        pueblos. Decía que este parentezco se manifestó tem-
                                                                        p r a n o . desde los primeros contactos que intervinieron
                                                                        entre las sensibilidades mexicanas y francesas.
                                                                            La primera revelación de las afinidades que existen
                                                                        entre el carácter mexicano y el carácter francés, nos los
                                                                        da Don Juan Ruiz de Alarcón. Este joven criollo de la
                                                                        Nueva España se fue a Madrid para "pretender en
                                                                        corte". E s p e r a n d o un cargo debido a su nacimiento y a
                                                                        sus méritos, se dedicó a escribir comedias. Su Verdad
                                                                        sospechosa, o b t i e n d o e n Madrid un éxito considerable,
                                                                        pasó a Francia. La t r a d u j o casi literalmente nuestro
                                                                        Corneille en su comedia titulada Le Menteur (FAmenti-
                                                                        roso). Gracias a esta comedia de Corneille. nuestro
                                                                        gran Moliere concibió más claramente el estilo teatral
                                                                        que tenía que escoger para sus propias obras. Alfonso
                                                                        Reyes, en unas páginas de sus Letras de Nueva Fspaña.
                                                                        elegantemente tituladas " P r i m a v e r a Colonial", ana-
                                                                        liza finalmente esta influencia de Alarcón sobre nues-
                                                                        tro teatro clásico del siglo XVII. A u n q u e muy
                                                                        celebrado en España. Ruiz de Alarcón era muy dife-
                                                                        rente "del m u n d o ruidoso de la comedia e s p a ñ o l a " .
                                                                        Lope de Vega descollaba por "la invención a b u n d a n t e
                                                                        y la fuerza lírica", más Alarcón d a b a en su teatro " u n a
                                                                        nota en sordina, en t o n o m e n o r " . En los Capítulos de
                                                                        la literatura española, a ñ a d e d o n Alfonso: " N o hay
                                                                        altas situaciones trágicas en su teatro, sino casi siempre
                                                                        discusiones apacibles de p r o b l e m a s m o r a -
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
amistad Reyes-Larbaud.         D o c t o r a d a en 1977, g a n ó el
premio del Comité de Rayonnement Francais. y su tesis
doctoral: Alfonso Reyes y Francia, publicada en 1978,
o b t u v o el Premio Biguet de la Academia Francesa.
    La Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la
Universidad A u t ó n o m a de Nuevo León, reúne y pu-                      De las o b r a s tan variadas y sabrosas de Alfonso
blica en esta f o r m a sus tres conferencias p r o n u n c i a d a s   Reyes se pudiera extraer una verdadera historia de la
en Monterrey.                                                           amistad franco-mexicana, p o r q u e ésta era u n o de sus
                                                                        temas predilectos. D o n Alfonso explicaba esta amistad
                               ISRAEL      CA VAZOS         GARZA       p o r cierta semejanza de carácter entre nuestros dos
                                                                        pueblos. Decía que este parentezco se manifestó tem-
                                                                        p r a n o . desde los primeros contactos que intervinieron
                                                                        entre las sensibilidades mexicanas y francesas.
                                                                            La primera revelación de las afinidades que existen
                                                                        entre el carácter mexicano y el carácter francés, nos los
                                                                        da Don Juan Ruiz de Alarcón. Este joven criollo de la
                                                                        Nueva España se fue a Madrid para "pretender en
                                                                        corte". E s p e r a n d o un cargo debido a su nacimiento y a
                                                                        sus méritos, se dedicó a escribir comedias. Su Verdad
                                                                        sospechosa, o b t i e n d o e n Madrid un éxito considerable,
                                                                        pasó a Francia. La t r a d u j o casi literalmente nuestro
                                                                        Corneille en su comedia titulada Le Menteur           (Elmenti-
                                                                        roso). Gracias a esta comedia de Corneille. nuestro
                                                                        gran Moliere concibió más claramente el estilo teatral
                                                                        que tenía que escoger para sus propias obras. Alfonso
                                                                        Reyes, en unas páginas de sus Letras de Nueva España.
                                                                        elegantemente tituladas " P r i m a v e r a Colonial", ana-
                                                                        liza finalmente esta influencia de Alarcón sobre nues-
                                                                        tro teatro clásico del siglo XVII. A u n q u e muy
                                                                        celebrado en España. Ruiz de Alarcón era muy dife-
                                                                        rente "del m u n d o ruidoso de la comedia e s p a ñ o l a " .
                                                                        Lope de Vega descollaba por "la invención a b u n d a n t e
                                                                        y la fuerza lírica", más Alarcón d a b a en su teatro " u n a
                                                                        nota en sordina, en t o n o m e n o r " . En los Capítulos de
                                                                        la literatura española, a ñ a d e d o n Alfonso: " N o hay
                                                                        altas situaciones trágicas en su teatro, sino casi siempre
                                                                        discusiones apacibles de p r o b l e m a s m o r a -
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
les... El talento de observación, la serenidad íntima de              conocen los versos de nuestros poetas parnasianos, y
ciertas conversaciones, el t o q u e nunca exagerado para             luego de los simbolistas.
definir los caracteres, la prédica de b o n d a d , la fé en la           N o sólo en las letras se nota un cierto afrancesa-
razón c o m o n o r m a única de la vida... Era lento, pa-            miento d u r a n t e el porfiriato. En su Crónica de Francia.
ciente, de mucha conciencia artística".                               nota A l f o n s o Reyes los contactos que fueron entonces
     Estas cualidades, tan mexicanas, de Ruiz de Alarcón              frecuentes entre mexicanos y franceses, las semejanzas
—y que son exactamente las del mismo Alfonso                          en las órdenes del p e n s a m i e n t o filosófico y político, y
 Reyes— caracterizan también a nuestro teatro clásico,                hasta en la vida cotidiana. El padre y la madre de don
paradigma del t e m p e r a m e n t o francés: sobriedad, pro-        Alfonso h a b l a b a n en francés p u r o y elegante. Acogían
 pensión al análisis, claridad, sentido de la a r m o n í a y de      a sus huéspedes en francés. Los menús de las comidas
 la mesura: pudor en la expresión de los sentimientos:                se escribían en francés, y h u b o entonces una notable
 cortesía en los diálogos: exigencia de una forma per-                introducción de palabras francesas en el d o m i n i o de la
 fecta. Los héroes franceses se f u n d a n también sobre la          m o d a , de los juegos, de los teatros. Estos galicismos n o
 razón para guiarse en la vida.                                       eran excentos de cierta ridiculez y los estudiantes se
     En el siglo XVII. la revolución francesa puede ser               b u r l a b a n de estos excesos.
 considerada c o m o un antecedente de la emancipación                    La misma exageración de las modas francesas ex-
 mexicana. " D e Francia venían las tentaciones", ex-                 plica que, c u a n d o empieza Reyes a escribir, los jóvenes
 plica Reyes, con su sonrisa a c o s t u m b r a d a . Miguel Hi-     mexicanos miraban hacia o t r a s direcciones: Estados
 dalgo. Padre de la Patria mexicana, era aficionado a las             Unidos, Inglaterra. Leyeron novelas rusas; se nota una
  letras francesas: " L a antorcha de Francia, sigue exce-            vuelta cultural hacia España... Alfonso Reyes n o ig-
  lentemente don Alfonso, ilumina nuestra inde-                       n o r ó esta evolución. Estudió el inglés, hasta ser u n o de
  pendencia".                                                         los mejores traductores del inglés en el m u n d o hispá-
      Varias veces, c o n t ó Alfonso Reyes la simbólica his-         nico. S u p o griego y latín. Pero, a t o d o eso, se q u e d ó
  toria de un botanista del Rey de Francia. Vino a Mé-                muy cerca de la lengua y de la cultura francesa. Será "el
  xico para robar algunas pencas de nopal cargadas de                 más francófilo de su generación". Pero, un francófilo
  cochinillas: el Rey de Francia deseaba desarrollar la               de un nuevo estilo: que n o se restringía al conocimiento
  economía de sus posesiones antillanas y se sabía que la             de la cultura francesa; y al m i s m o tiempo se d o t a b a ,
  cochinilla mexicana suministraba el más hermoso co-                 para observar a Francia y a los franceses, de una
   lor grana. Así. con este insecto mexicano se o b t u v o el        lucidez m u y nueva, de una exigencia inaudita. Conocer
   color rojo que la Convención a ñ a d i ó a la b a n d e r a        mejor a Francia, e n t r a r en c o n t a c t o con los franceses,
   francesa, antes sólo azul y blanca.                                revelar a sus amigos franceses la originalidad y la
       En los Capítulos de literatura mexicana, don Alfonso           belleza de su patria mexicana, contribuir, en fin, al
   llama " E d a d de oro para las letras mexicanas" los años         desarrollo de la amistad entre México y Francia...
   que van desde 1880 hasta 1910. gran época también                  serán unos de los fines esenciales que p r o p o n d r á en
   para las letras de Francia. Los modernistas mexicanos              vida.
    Manuel Gutiérrez Nájera. J u s t o Sierra. Manuel José                La maravillosa infancia de Alfonso Reyes en Monte-
    O t h ó n — m á s cerca de n o s o t r o s — . A m a d o Ñervo.   rrey se i n t e r r u m p i ó c u a n d o el General Reyes fue n o m -
Francia en Alfonso Reyes - Paulette Patout
lado con provecho los libros de G é r a r d de Nerval, de
b r a d o Ministro de la G u e r r a . La familia se trasladó al
                                                                         Francis J a m e s y sobre t o d o de Jules Laforgue. En
Distrito Federal. Alfonso fue a l u m n o del Liceo F r a n -
                                                                         Cuestiones           estéticas, obra publicada en Francia,
cés de México, e s t u d i a n d o nuestro idioma, partici-
                                                                         c u a n d o tenía sólo 21 años, se encuentran páginas ma-
p a n d o en las Fiestas francesas que se organizaban en
                                                                         gistrales sobre nuestro difícil Mallarmé. H a b í a leído ya
este establecimiento... s o ñ a n d o con Francia.
                                                                         bastantes libros de historiadores y eruditos franceses.
    M á s tarde los primeros versos del f u t u r o Mexicano
                                                                         Además, ya cantaba canciones del folklore galo, can-
Universal se publicaron en un periódico regiomon-
                                                                         ciones de estudiantes, que f o r m a n una parte muy
t a n o , . E I . E s p e c t a d o r , el 28 de noviembre de 1905. Se
                                                                         auténtica de nuestro p a t r i m o n i o nacional, y que son
inspiraban de un g r u p o escultórico debido a un artista
                                                                         canciones que se pasan en una bodega y que celebran a
francés.
                                                                         algunos buenos vinos.
     Luego, en México, f o r m ó parte de los g r u p o s presti-
                                                                             En resumen, en su infancia, el calor familiar, el lujo,
giosos de Sarabia Moderna y del A teneo de la Juventud.
                                                                         los libros se habían e m p a p a d o de un a r o m a francés. A
Alfonso, con Pedro Henríquez Ureña, y Jesús Ace-
                                                                         los veintiún años, había c a p t a d o los cambios que
vedo, especialmente, leía a muchos escritores france-
                                                                         a n u n c i a b a n , aun antes de la guerra mundial, una evo-
ses, a Bergson, a Frederic Mistral, a Flaubert.
                                                                         lución decisiva en las letras de Francia.
     Por el e n c a n t a d o r Pasado inmediato, sabemos c ó m o
                                                                             El c o n t a c t o con la realidad n o coincide nunca con el
entró Alfonso Reyes en c o n t a c t o más directo con Pa-
                                                                         sueño. La visión de París le causó a don Alfonso un
 rís. En noviembre de 1909, el General Bernardo Reyes
                                                                         verdadero choque: " C a í , dice, abierta la cabeza en
 viajó a París con su esposa, su hija Otilia, su hijo
                                                                         pedazos, al recibir el golpe de masa de París". En una
 Alejandro. Los viajeros se instalaron en el Hotel de
                                                                         obra suya, n o todavía recogida en libro, rica en preci-
 l'Athénée. detrás de la Opera, en u n o de los sitios más
                                                                         siones sobre su vida y sus libros. Historia documental de
 noblemente clásicos de la capital francesa. Acogido
                                                                         mis libros, cuenta que, p a s e a n d o por nuestros buleva-
 con m u c h o respeto, el General Reyes fue convidado a
                                                                         res, se sentía más lejos de "París" que c u a n d o iba a la
 ceremonias oficiales p o r el gobierno francés. Especial-
                                                                         librería Bouret, en la Avenida del Cinco de Mayo, en
 mente asistió a los desfiles del ejército francés y parti-
                                                                         México. En "El reverso de un libro" (Pasado inme-
 cipó en m a n i o b r a s militares, en calidad de huésped de
                                                                         diato), confiesa que estas primeras h o r a s en París fue-
 h o n o r . Es fácil imaginar la importancia, para Alfonso
                                                                         ron de descocierto. La síntesis frágil que se había
  Reyes, de los relatos y de los recuerdos de estos queri-
                                                                         f o r j a d o desde México se q u e b r a b a .
 dos viajeros, c u a n d o regresaron de Francia. N o se
                                                                             Por la m a ñ a n a , iba a la Legación de México, enton-
 conservan algunas cartas de aquella época en la familia
                                                                         ces en el Bulevar H a u s s m a n n . . . Pero las tardes eran
 de Alfonso Reyes. Por cierto, serían textos de m á x i m o
                                                                         libres y se puso a e m p r e n d e r inmensos paseos a pie o en
  interés histórico y psicológico, a la vez para los mexica-
                                                                         a u t o b ú s , por la capital francesa, visitándola metódica-
  nos y para los franceses.
                                                                         mente, de norte a sur. A veces se dejaba conducir p o r
      La cultura francesa de Alfonso Reyes, antes de su
                                                                         Víctor H u g o , o por Balzac u otros escritores que ha-
  salida de México, en 1913, era considerable. Conocía
                                                                         bían descrito a París en sus novelas.
  las o b r a s sobrias y fuertes de nuestros clásicos. Por los
                                                                             Entonces fue c u a n d o empezó esta colección de li-
  cuentos del Plano Oblicuo, sabemos que había asimi-
bros dedicados a París, colección que continuaría du-                 ginales y potentes de A n d r é s Gide y Paul Claudel.
rante toda su vida.                                                       Alfonso Reyes asistió también a las realizaciones del
     D o n Alfonso, doña Manuela y Alfonsito se instala-              Vieux-Colombier, teatro que iba a renovar tan p r o f u n -
ron en un piso de una gran casa burguesa del buen                     d a m e n t e el estilo de este arte.
barrio de los T e m o s , (yo fui a visitar esta casa, c o m o en         Y, en el m o m e n t o en que él e m p e z a b a a formarse
peregrinación, con la nieta y la encantadora biznieta de              una nueva idea general de París y del genio francés,
don Alfonso). Desde su ventana, él divisaba las torres,               entonces, exactamente, estalló la guerra. Alfonso Re-
tan blancas que parecían de azúcar, de la iglesia del                 yes conoció a París b o m b a r d e a d o . Pronto, tuvo que
Sagrado C o r a z ó n , en la colina de M o n t m a r t r e . Desde   d a r r u m b o al sur.
su ventana, estaba a t e n t o a los ruidos de París, tan                 Inmediatamente, desde las primeras semanas que
especiales y diferentes de los de México. Siempre le                  vivió en España, en San Sebastián, a c t u ó don Alfonso
gustó a don A l f o n s o escuchar los ruidos de las                  c o m o un partidario convencido de la causa francesa.
ciudades.                                                             Se e n c o n t r a b a también en esta ciudad el gran escritor
     París le pareció sucio, gris, sin luz y sin higiene.             español Azorín. Por esta afición c o m ú n a Francia, así
M u c h o s pisos no tenían entonces baños ni calefacción.            se puede explicar la entrañable amistad que empezó a
Apenas se empezaba la instalación de la luz eléctrica en              establecerse entre los dos hombres.
las calles. Pero París era un verdadero crisol. En esta                   Alfonso Reyes en M a d r i d , publicó muchos escritos a
urbe se c o n c e n t r a b a n todas las razas del m u n d o . En    favor de Francia. E n t r ó en relaciones con los franceses
particular, en París, se hizo amigo don Alfonso de                    de M a d r i d , especialmente con los catedráticos del Ins-
otros americanos, venidos de otras repúblicas del                     tituto Francés. Siempre era c o n v i d a d o c u a n d o llegaba
nuevo m u n d o y, casi todos, diplomáticos, artistas o               un francés de marca, venido a la capital a explicar la
escritores ya implantados en la capital francesa. T r a b ó           posición francesa. Así e n t r ó en contacto con el filósofo
amistad con los h e r m a n o s García Calderón, escritores           Henri Bergson, con el helenista Víctor Bérard. La
peruanos ya célebres, con Felipe Cossío del P o m a r .               frontera hispano-francesa q u e d ó c o m o entrabierta d u -
     Sus compatriotas, los pintores Angel Zárraga y                   rante el conflicto y Reyes p u d o cartearse largamente
 Diego Rivera le introdujeron entre los artistas de len-              con u n o de sus mejores amigos franceses, el erudito
gua española: t r a t ó con Picasso y con otros cubistas;             R a v m o n d Foulché Delbosc. para realizar una edición
con Modigliani. Y c o m o , en los cenáculos, se j u n t a b a n      admirable de las Obras Completas de G ó n g o r a .
 artistas y poetas, Alfonso Reyes conoció entonces a                      Para persuadir mejor a sus lectores españoles. Al-
 Guillaume Apollinaire. En la Closerie des Lilas, café                fonso Reyes se hizo historiador de Francia. El t o m o V
 literario célebre que a h o r a se visita c o m o un museo, yo       de sus Obras Completas contiene un gran n ú m e r o de
 fui a buscar la sombre de Alfonso Reyes: él acudía aquí              los magníficos artículos que publicó en El Sol de Ma-
 a escuchar los versos un poco anticuados y grandilo-                 drid. Representan un estudio muy importante de la
 cuentes de Paul F o r t , a p o d a d o "Príncipe de los poe-        historia política de Francia, desde la Revolución de
 t a s " . Reyes prefería las tendencias más m o d e r n a s y         17.89 hasta la declaración de guerra de 1914. Son pági-
 despejadas, las de los futuristas, o de la Nouvelle Rovue            nas cuidadosamente d o c u m e n t a d a s , y a la vez llenas de
 Française, d o n d e se publicaban las creaciones más ori-           emoción personal, sucesivamente risueñas y grandio-
sas, con la inteligencia ligeramente escéptica que tenía                  primera servida. Sin - m b a r g o , dispuso de un poco de
don Alfonso de los h o m b r e s y de los acontecimientos                 tiempo para continuar su visita de París, esta vez en
internacionales.                                                          c o m p a ñ í a de su hijito. Nos cuenta c o m o iban a p r o b a r
    Muy c o n m o v e d o r a fue su vuelta a París, por primera          los m a n j a r e s más tradicionales de Francia en unas
vez después de la guerra, en 1923: " T a n t o s años sin ver             p o s a d a s muy antiguas d o n d e viviera posiblemente el
a F r a n c i a " , escribe. Vino a París en c o m p a ñ í a de Ge-       famoso D'Artagnan.
naro Estrada y de Manuel Toussaint. Se hospedó en el                          En este a ñ o de 1925, en la euforia de la paz, a pesar
G r a n d Hotel, en el Bulevar des Capucines. Su c u a r t o              de los lutos y de las ruinas, París era otra vez el centro
d a b a a la Plaza de la Opera, y el m o n u m e n t o parecía            artístico del m u n d o . A la verdad, Alfonso Reyes vivió
e n t r a r por la ventana. C u a n d o llegó d o n G e n a r o , esta-   poco tiempo en Francia, pero tuvo la suerte extraordi-
lló toda la emoción de su a m i g o Alfonso:                              naria de estar en París en un m o m e n t o absolutamente
                                                                          crucial para la evolución moderna de las artes y de las
      " M i r e , G e n a r o , le dijo, tengo la Opera dentro de         letras. El conoció la gran época de nuestros pintores,
      mi cuarto, y a b r i ó una ventana que caía sobre la                c u a n d o b a j a b a n de M o n t m a r t r e a M o n t p a r n a s s e .
      magnífica plaza. Anoche vine a abrir esta puerta                    Llegó a p u n t o de inaugurar la famosa exposición de las
      y me encontré con que estaba aquí d e n t r o la                    Artes Decorativas. A la orilla del Sena en u n o de los
      Opera. ¡Ay, G e n a r o , e s t a m o s en París! ¡Fíjese, en       puentes, habían surgido una multitud de casitas y de
      París! Pero déjeme llorar un poco. Y. dicho y                       pabellones en que cada país podía enseñar las nuevas
      hecho, se fue a poner la cara contra un rincón, en                  tendencias en la decoración del hogar. La manifesta-
      tanto que G e n a r o Estrada, con avidez nostálgica,               ción a d q u i r i ó una importancia decisiva en la f o r m a -
      se pegó intensamente a la lectura del " D e m ó -                   ción del g r u p o m o d e r n o y en la historia de todas las
      c r a t a " , c o m o siempre lleno de sangre y de p u ñ a -        artes. Alfonso Reyes, en el banquete inaugural, se
      les: pero de tiempo en tiempo sacaba la mirada                      hallaba al lado del arquitecto responsable de la
      por encima de la redonda eminencia de sus ante-                     exposición.
      ojos. para ver los movimientos espasmódicos de                          Paría, crisol. París, otra vez, era el crisol en que se
      Alfonso, quien seguía d á n d o l e fuerte al sollozo.              c o n c e n t r a b a n todas las naciones. D o n Alfonso, en
      Por fin. G e n a r o le fue a d a r . con mucha cortesía,            París, se e n c o n t r ó con otros mexicanos c o m o José
      golpecitos en la espalda, diciéndole con acento                      María González de Mendoza y Angel Zárraga. Se
      consolador: ¡ya!, ¡ya!, ¡ya!", (de A r t e m i o d e l Va-          hicieron amigos de otros muchos hispanoparlantes,
      lle Arizpe, " A l f o n s o Reyes í n t i m o " . En Digesto         Miguel Angel Asturias, el salvadoreño T o ñ o Salazar.
      sobre Alfonso Reyes, ed. p o r el Pen Club de Mé-                   excelente caricaturista. León Pacheco, de Costa Rica.
      xico; también en mi Alfonso Reyes y Francia, p.                      Entre los diplomáticos hispanoamericanos, don Al-
       182.                                                                fonso simpatizó especialmente con González Z a l d u m -
                                                                          bide. Ministro del Ecuador, o t r o e n a m o r a d o de París.
    En los 28 meses que vivió A l f o n s o Reyes en París                 Z a l d u m b i d e vivía en un piso muy rico, frente a la Torre
c o m o Ministro de México, pareció tener don de ubicui-                   Eiffel. En este c u a d r o lujoso leyó Alfonso Reyes, en
dad. En primer lugar, a t e n d i ó a su legación, siempre                 presencia de la crema de los letrados parisienses, su
impecable y tan mexicana obra maestra, Ifigenia cruel.                                "Sean las c u a t r o de la t a r d e , hora ya m a d u r a y
    Francia había sufrido t a n t o de la guerra que su                               melificada; sea la primavera en París, gozosa de
Ministro de Relaciones Exteriores, Aristide Briand, se                                gorriones.
esforzaba p o r obtener en la Sociedad de las Naciones                                Esta niebla de París, parece que me a r r o p a y
unos t r a t a d o s susceptibles de evitar la vuelta a la lo-                        conforta.
cura. Alfonso Reyes aplaudía estos proyectos. Se hizo                                 Este m o r c i n o sol, m o j a d o y tibión tan diferente a
a m i g o de Aristide Briand y de su c o l a b o r a d o r Alexis                     mi fuego natal...
Leger. Este, c o n o c i d o en poesía por el s e u d ó n i m o de                    Todavía d i s f r u t a m o s d e la última luz de París, al
Saint-John Perse, sabía el español, había leído las o b r a s                         cruzar el r í o " .
de Reyes, sobre t o d o Visión de Anáhuac. H a y recíproca
influencia entre las o b r a s de don Alfonso Reyes, y las                         En Argentina también, se e n c o n t r ó con cierta pre-
de este gran poeta francés m o d e r n o . H a s t a , se puede                sencia de Francia. El g r u p o de jóvenes escritores porte-
hablar de un " v a i v é n " de reminiscencias entre las                       ños —entre los cuales sobresalía ya Jorge Luis
o b r a s alfonsinas y las de Saint-John Perse.                                Borges—, se hallaba sin jefe, desde la salida de Ricardo
    La amistad franco-mexicana figuraba en el primer                           Guiraldes. Le pidieron a A l f o n s o Reyes ayuda y direc-
término de las procupaciones del Ministro Alfonso                              ción. Ya estos argentinos e s t a b a n en contacto estrecho
 Reyes. El mismo redactó el nuevo Tratado de Comercio                          con escritores de París, los m i s m o s que eran amigos de
necesitado por el estado del m u n d o después de la                           Reyes: Valery L a r b a u d . Jules Romains, Adrienne
guerra, t r a t a d o que iba a regir los intercambios entre                   Monnier, Marcelle Auclair. Pero le pareció a don Al-
los dos países a lo largo de los años. Para mejorar las                        fonso que a p r o v e c h a b a n mal el ejemplo francés, dedi-
 relaciones económicas entre su país y Francia, el Mi-                         c a n d o su a t e n c i ó n e x c l u s i v a m e n t e a F r a n c i a ,
 nistro Reyes organizó la venida a París de importantes                        dejándose invadir p o r los artículos y publicaciones
 misiones de negociantes, científicos e industriales me-                       francesas sin conservar b a s t a n t e sentido crítico ni clara
 xicanos. Les puso en contacto con sus h o m ó l o g o s                       conciencia de su personalidad mexicana. La revista
 franceses, no sólo en París sino también a través de las                      Libra que Reyes f u n d ó con ellos les enseñó un uso
 provincias francesas. El visitó así bastantes ciudades                        mejor de las lecturas francesas. Por cierto, hay recuer-
 francesas con los delegados mexicanos, lo cual l e d i ó la                   dos de Francia en Libra, p e r o n o exclusivamente. El
 o p o r t u n i d a d de conocer a " F r a n c i a p r o f u n d a " , con-   juicio parecía más imparcial, m á s libre, el sentido crí-
 servando para siempre en los ojos la visión de tal                            tico siempre alerta.
 antigua plaza, o de un m o n u m e n t o renacentista.                            En varias manifestaciones argentinas, contribuyó
     Alejarse tan p r o n t o de París fue para don Alfonso                    don Alfonso, con Victoria O c a m p o , a la evocación del
 un desengaño intenso. " N a d i e deja a París sin lágri-                     genio francés. Lejos, a la vez. de México y de Francia,
 m a s " , dijo. Con ocasión de su salida, h u b o banquetes,                  se consolaba dedicándose a lecturas y estudios sobre
 recepciones. El c u e n t o que escribió poco después.                        escritores franceses. Entonces fue c u a n d o escribió es-
 " L o s dos a u g u r e s " , contiene líneas que son c o m o un              tas páginas tan frescas y minuciosas en que resucita a
 poema, con sus últimas impresiones de París:                                  J u a n J a c o b o Rousseau en su j u v e n t u d alpestre... Sobre
                                                                               todo, redactó su obra considerable sobre Mallarmé.
Preveía un libro, que se hubiera titulado Culto a Ma-                 de esta encuesta n o lograron publicarse en París, por-
llarmé. Pero la publicación n o se hizo y c o n o c e m o s           que la catástrofe se a b a t i ó antes sobre mi país, impi-
sólo una parte de estos estudios en Mallarmé                  entre   diendo los textos de esta orden. Pero poseemos la
nosotros. Otra parte se publicó en la revista Sur de                  contestación enviada p o r Reyes: D o ñ a Manuela con-
Victoria O c a m p o . N u n c a se recogió en volumen. Tene-         servaba t o d o s los duplicados. La respuesta de Reyes
mos que esperar que un p r ó x i m o t o m o de las Obras             era una confesión admirable. Se adhería, "sin vacila-
Completas de Reyes pueda reunir t o d o s los escritos que            ciones ni matices" al t r i u n f o de la democracia. Para él.
el gran mexicano dedicó a este poeta francés, del cual,               la causa de Francia se c o n f u n d í a con la del espíritu,
además, fue el a d m i r a b l e traductor.                           que eran las cosas más preciosas del m u n d o . . . "El
    La revista preciosa, lindamente llamada Monterrey                 triunfo de Francia importa, decía, al porvenir del pen-
fue creada también en el aislamiento relativo de Bue-                 s a m i e n t o " . Explicaba la importancia preponderante
nos Aires. Reyes c a m b i a b a cartas y libros con sus              de Francia sobre los de su generación y sobre la genera-
amigos de Francia, especialmente con Valery Lar-                      ción precedente. La reorganización de México, des-
b a u d . Monterrey fue concebida ante t o d o c o m o una            pués de la victoria de Benito J u á r e z , se había realizado
carta colectiva enviada a sus amigos del m u n d o entero.            con influencia francesa. Alfonso Reyes explicaba su
 Los franceses que recibieron la revista, c o m o Francia             propia f o r m a c i ó n c o m o esencialmente basada sobre
de M i o m a n d r e . escribieron varias reseñas de Monte-           raíces mexicanas. Francia y España se había estimu-
 rrey que se publicaron en la prensa literaria francesa...            lado recíprocamente para a ñ a d i r sus riquezas respecti-
     En Brasil, la presencia francesa era todavía mayor.              vas y transmitir o t r a s culturas: h u m a n i d a d e s clásicas,
 La influencia del poeta francés Paul Claudel, el cual                culturas italianas, inglesas, a l e m a n a .
 había sido E m b a j a d o r de Francia en Río de J a n e i r o          La última parte de la hermosísima respuesta de Re-
 p o r los a ñ o s de guerra, se dejaba sentir todavía...             yes se hace más íntima, se llena de emoción ya que
     El a n u n c i o de una segunda guerra franco-alemana            evoca recuerdos queridos: " D e s d e mi primera infan-
 despertó en el alma de don Alfonso una intensa con-                  cia. amé a la lengua francesa de un m o d o instintivo".
 goja. Regresado de México, se hundía en el estudio                   Por cierto había p r o n u n c i a d o sus primeras palabras
 para s o p o r t a r su melancolía.                                  francesas en familia, m u c h o antes de la primera ense-
     En los primeros meses de guerra, en octubre de 1939,             ñanza. De niño, soñaba de verter al español algunos
 recibió d o n Alfonso una carta de la revista parisina Les           matices de sensibilidad que creía adivinar en la lengua
 Nouvelles Littéraires. Esta carta contenía preguntas en              francesa. Luego, resucitaba la visión, en Monterrey,
 vista de una encuesta internacional: "¿Cuál era su                   del c o m e d o r familiar. Su padre conversaba amistosa-
 posición delante del conflicto? ¿En qué medida i m p o r -           mente con un ex-oficial francés. La evocación del gene-
 taba para el porvenir del pensamiento el t r i u n f o de            ral ejerce entonces t o d o encanto. El texto de Reyes se
 Francia? ¿Qué debe a Francia en su formación espiri-                 hace muy tierno para retratar a este general-poeta...
 tual? ¿Cuál es el escritor francés que prefiere?" Los                    Don Alfonso escribió cada día sus pensamientos, en
 organizadores de la encuesta, dirigiéndose a Alfonso                 este período cruel de los primeros a ñ o s de la guerra
 Reyes, dedicaban esta carta al " G r a n poeta, gran di-             mundial. Este Diario n o se ha publicado todavía. Por
 plomático y sincero a m i g o de F r a n c i a " . Los resultados    cierto que será de un m á x i m o interés y que completará
la historia de las relaciones de Reyes con sus amigos                              p o r eso, os debéis a la h u m a n i d a d entera. Nos-
franceses. Yo tuve entre mis manos el álbum espeso                                 otros n o p u d i é r a m o s privarnos de las adquisicio-
d o n d e Reyes se confesaba, a p r e t a n d o su letra. El 14de                  nes q u e t r a j o el espíritu francés al p a t r i m o n i o
j u n i o del 40. repitiendo los versos f a m o s o s de Rubén                     h u m a n o . Todavía esperamos otras riquezas.
 Darío, escribe: " L o s b á r b a r o s , Francia, los b á r b a r o s ,              Vosotros sois el valor y la prudencia. Con el
cara Lutecia... Los alemanes en París, luto del género                             alma tendida, esperáis la hora o p o r t u n a . Voso-
 h u m a n o . Me cuesta t r a b a j o c o n c e n t r a r m e para escri-         tros sois la espuela y el f r e n o . " R o l a n d o es va-
 bir". El 17 de junio de 1940. a p u n t a : " E n c e r r a d o em-               liente y Oliver es c u e r d o " . A r m o n í a de
 b r i a g á n d o m e de t r a b a j o , pero muy a n g u s t i a d o " . En su   entusiasmo y de razón, de a m o r e inteligencia: la
casa, don Alfonso acogía a los franceses refugiados a                              única que puede crear o b r a s duraderas. Recibid el
 México. Participó en la revista Lettres françaises que                            saludo y la expresión de los votos más fervorosos
 Roger Caillois f u n d a b a patrióticamente en Buenos                            de u n o de vuestros h e r m a n o s de América, el cual
 Aires.                                                                            a p r o v e c h ó ampliamente vuestra cultura y vuestra
      En julio de 1943, se e n c o n t r ó en Nueva York con el                    sensibilidad, y a quien los franceses dieron, aun
 profesor francés Etiemble. el cual lanzaba por las o n -                          sin saberlo, las enseñanzas más valiosas y unas
 das exhortaciones al pueblo francés. Etiemble pidió a                             orientaciones definidas en su ciencia de la liber-
 Alfonso Reyes un mensaje de amistad destinado a                                   tad y del t r a b a j o , de la alegría y del dolor.
 París. En seguida, en su mismo cuarto de hotel, escri-                                Un día estalló un conflicto a r m a d o , n o entre
 bió don Alfonso, a m a n o y sin detenerse, c o m o con su                        nuestros dos países, sino entre el cuerpo expedi-
 corazón, u n a s páginas magníficas, en francés, que leyó                         cionario de N a p o l e ó n III y el pueblo mexicano.
 luego en la radio. Ofreció el manuscrito de esta alocua-                          N u n c a h u b o odios nacionales. Conocí a algunos
 ción a Etiemble, el cual me lo entregó, con la autoriza-                          oficiales franceses de aquella época. Se habían
 ción de publicarlo enteramente. Permítame leer aquí                               casado con mujeres mexicanas, se q u e d a b a n en-
 este texto c o n m o v e d o r , traducido al español por pri-                    tre nosotros. No nos q u i t a r o n nada. AI contrario,
 m e r a vez:                                                                      a u m e n t a r o n nuestro haber. H a b í a n c o m b a t i d o ,
                                                                                   en o t r o s tiempos, en unos encuentros azarosos,
        " E n mi país, en nuestros países — p o r q u e así se                     contra un joven teniente mexicano, el cual, luego,
        pasa en todas las repúblicas de la América                                 vino a ser general. Llegados a la madurez, p r o b a -
        Latina— la causa de la Francia libre es conside-                           ban los buenos vinos de Francia, en compañía de
        rada c o m o nuestra. El 14 de julioes también para                        este general, mi padre. Así, alrededor de la mesa
        nosotros una fiesta nacional. Nada de lo que es                            familiar, aprendí a estimar a estos hombres, a
        francés nos es extranjero. Desde el primer mo-                             saber que e s t á b a m o s c o r t a d o s con la misma tela,
        mento, depositamos nuestra confianza en los ver-                           la de la verdadera amistad entre los pueblos.
        daderos franceses. Ni un instante d u d a m o s de la                      Permitid que os ofrezca este recuerdo de mi infan-
        victoria f u t u r a . La Geometría del m u n d o , la ar-                 cia, que me es tan caro, en testimonio de mi
        quitectura de la paz necesitan el pensamiento                              devoción p o r el gran país de la libertad, de la
        francés auténtico, os debéis a la Francia eterna y.                        razón, y de la justicia".
La imagen de Francia y de
                                                                        Ú
los franceses en los escritos
                                                                        f o n d a de enfrente, las pintorescas costumbres del pue-
de Alfonso Reyes                                                        blo francés: engullían los cocheros gloriosas sopas,
                                                                        dice, y volcaban frecuentemente el vino en el c a l d o " .
                                                                            D o n Alfonso ya enuncia una concepción moderna
                                                                        del viaje c u a n d o escribe, en Vida y ficción: "El que
                                                                        viaja... se informa con minuciosidad de los usos del
                                                                        h o m b r e para n o vivir c o m o extranjero en la tierra". Y.
                                                                        en efecto, observó m u y cuidadosamente la vida de los
    Antes de salir de México, en 1913, Alfonso Reyes,                   franceses. Poseía un d o n excepcional para discernir el
por cierto, tenía una idea del carácter francés, idea que               gesto que resume en sí solo el ambiente de una ciudad o
p o d e m o s conocer gracias a algunos cuentos de su                   la psicología de un pueblo. Hasta supo respirar el olor
Plano oblicuo. Había leído a Rabelais, y su carcajada                   de la primavera en París, la cual se nota aún más
e n o r m e le parecía algo muy especialmente francés. A                fuertemente que en el c a m p o .
través de otras lecturas, había vislumbrado una sa-                         Primero, p u d o t r a z a r un retrato vigoroso de la joven
brosa fantasía, una libertad alegre de las divagaciones,                criada que vino a a y u d a r a doña Manuela. Era de
una insolencia ligera, y nuestra tendencia a cierta                      Bretaña, hija de los celtas, raza enérgica. Anne Quéau
irreverencia.                                                           se llamaba, y mecía a su hijo Alfonsito con las tradicio-
    En los asuntos religiosos, los franceses le parecían                nales canciones de c u n a de su provincia: con lo cual
razonables y hasta racionalistas. El joven mexicano                     don Alfonso q u e d a b a encantado. Dice que esta criada
miraba con simpatía la sonrisa levemente escéptica de                   a p r e n d i ó el español p r o n t o y bien... (siempre pensé
Michel de Montaigne.                                                    que, en esto, d o ñ a Manuela y don Alfonso habían
    Leyendo los poemas de Mallarmé, se había e n a m o -                 tenido mucha suerte. N o todos los a l u m n o s franceses
r a d o de la lengua francesa, melodiosa y refinada. So-                 me parecieron d o t a d o s de aquellas disposiciones para
bre t o d o , este idioma le reportaba a los m o m e n t o s más        a p r e n d e r el español...) Los padres de Anne. amables y
preciosos de su infancia, resucitaba la presencia de un                 deferentes, enviaban desde su provincia bretona unos
padre a d o r a d o . ¡Cuántas veces, en Monterrey, escon-              cestitos de langostas de inolvidable sabor...
dido d e b a j o de la mesa del c o m e d o r familiar, c u á n t a s        Los parisinos parecían conservadores. En las farma-
veces el niño Alfonso había escuchado las conversacio-                  cias se veían todavía estos enormes globos llenos de
nes amistosas c a m b i a d a s entre don Bernardo y unos               aguas coloradas que habían desaparecido desde mu-
huéspedes franceses, ex-oficiales del ejército imperial                 chos a ñ o s antes en México.
que se habían establecido en este país, seducidos p o r su                   Los franceses eran unos maniáticos, sobre t o d o
belleza, o por el encanto de alguna mexicana!                            c u a n d o se trataba de las horas de sus sagradas comi-
    En París, las primeras visiones de la vida francesa                  das. Nota Reyes " n o quieren que les retarden la s o p a "
que recogió don Alfonso n o coincidieron, ni m u c h o                   ¡El personaje más i m p o r t a n t e de la vida parisiense era
menos, en esta concepción elegante y lujosa que se                       el p o r t e r o , o m n i p o t e n t e , verdadero heredero de los
había hecho de Francia. Desde las ventanas de su                         reyes de Francia!
hotel, el hijo del general Reyes p u d o observar "en la                     El tipo del francés m e d i o era más bien b o n a c h ó n . La
francesa era b a s t a n t e fea y c o m ú n , c o m p a r a d a con la       Los franceses, incluso los letrados, ignoraban r o t u n -
h e r m o s u r a de las mexicanas.                                       d a m e n t e la geografía, especialmente la de América.
     En el verano d e 1913, Reyes p u d o observar mejor la               C u a n d o le h a b l a b a n de las repúblicas americanas, se
vida de París. En aquellos tiempos, en efecto, la ciudad                  figuraban que eran " u n a s islas muy calientes en que
n o se d e s p o b l a b a en agosto c o m o a h o r a . En el París      vivían n e g r o s " . El francés consentía en hablar única-
actual, d u r a n t e el mes de agosto, hay que recorrer                  mente su p r o p i o idioma. Muy pocos, entonces, sabían
kilómetros antes de encontrar una panadería abierta:                      el español.
todos los franceses están al m i s m o tiempo en las pla-                      Reyes e m p e z ó a frecuentar la Universidad de la
yas. Pero, antes de la primera guerra mundial, los                        S o r b o n a , y q u e d ó muy decepcionado por esta ense-
franceses, en general, n o tenían vacaciones y se q u e d a -             ñanza d e m a s i a d o académica. Las clases eran m u y abu-
ban en París en los meses calientes. Vivían en la calle.                  rridas. M e j o r valía, a su parecer, leer directamente los
París t o m a b a entonces unos aires de libertad campes-                 autores c o m e n t a d o s . En c a m b i o , don Alfonso se inte-
tre. Por las noches tibias, las familias populares saca-                  resó m u c h o por la organización de nuestros estudios
ban sillas para sentarse en la acera. Los niños j u g a b a n             universitarios. N o t ó que algunos catedráticos eran en-
a la pelota en la calzada. Los h o m b r e s iban a pescar, en            tusiastas y cordiales, c o m o Ernest Martinenche, el cual
el Sena, b a j o puentes inmensos. La vida se deslizaba,                  organizaba reuniones muy simpáticas entre hispano-
feliz. El pueblo francés ignoraba el hambre. La a b u n -                 americanos y franceses, reuniones a las que concurrió
dancia francesa era simbolizada por los enormes panes                     don Alfonso con regularidad.
que los chicos llevaban al h o m b r o . Los franceses, pues,                  D o n Alfonso se fue también a saludar a o t r o profe-
en su c o n j u n t o parecían despreocupados, pacíficos. En              sor francés. R a y m o n d Foulché-Delbosc, cuya gran
los primeros meses de 1914, el deseo de los franceses de                  f a m a de e r u d i t o había llegado hasta México. Se encon-
vivir en buena inteligencia con sus vecinos alemanes                      t r ó con un señor todavía joven. Reyes d i b u j a un retrato
era incontestable. Los parisinos eran sociables; les gus-                 admirable del e r u d i t o francés, amigo generoso, cono-
t a b a n los c o n t a c t o s con los vecinos, a u n q u e , según lo   cedor de la lengua y de las letras hispánicas. Este sabio
que n o t a b a A l f o n s o Reyes, la cortesía en el trato era          permanecía en su biblioteca a t o d o lo largo de la
m u c h o más directa, m u c h o más breve que en América.                semana. Sólo salía de casa para ir a d a r sus clases, y eso
Los burgueses n o tenían todavía ninguna "mácula de                       sin ningún reloj, ya que poseía a cada m o m e n t o la
socialismo" y los mirones se divertían m u c h o viendo                   noción infalible de la hora.
los choques entre los guardias y los socialistas.                              C u a n d o don Alfonso se entrevistó en París con el
    A l f o n s o Reyes tuvo entonces algunos contactos con               poeta a r g e n t i n o Larreta, éste le c o m e n t ó su concep-
las editoriales parisienses, especialmente en Ollen-                      ción del alma francesa, y sobre t o d o lo que él llamaba
d o r f f , la cual había publicado ya sus Cuestiones estéti-              "la avaricia" de los franceses. Le parecíamos muy
cas. El libro se había vendido bien. Sin embargo, con                     apegados a la propiedad. Los franceses, decía Larreta,
esta ocasión, habló del "mercantilismo cartaginés de                      eran el pueblo del sou. esta moneda de cinco centavos.
los franceses". " S e nos paga un piquillo, escribía a sus                 Este pueblo francés, por cierto, era el inventor de la
amigos de México, y aun iiregularmente".                                   alcancía. El fin de los franceses era el a h o r r o : solían
                                                                           llenar su bas de laine. una media de lana, con escudos
de oro. Sólo a veces, consentían en gastar un p o c o para           guerra. A r r a s t r a d o en un imbroglio diplomático, el
beber y comer.                                                       gobierno francés se e n c o n t r ó en la obligación de crear,
    O t r o amigo, q u e le explicó entonces más f i n a m e n t e   dentro de quince días, una psicosis de guerra. Volvie-
el espíritu francés, fue A m a d o Ñervo. H a b í a sido el          ron precipitadamente las familias ricas del verano. Se
profesor de Alfonso en la escuela p r e p a r a t o r i a . En       multiplicaron los desfiles militares de los cuales era
aquel entonces, f o r m a b a parte de los diplomáticos              Reyes muy aficionado, p r o b a b l e m e n t e en el recuerdo
mexicanos en Madrid. En los primeros años de 1914,                   de don Bernardo. ¡De q u é t r a n f o r m a c i ó n tan asom-
publicó su libro de versos titulado Serenidad. D o n                 brosa era capaz este pueblo, al parecer tan ligero y
Alfonso había publicado sin t a r d a r un c o m e n t a r i o de    hasta frivolo! De un día a o t r o la felicidad tranquila de
la o b r a . C u a n d o A m a d o Ñervo se fue a París, quiso       este pueblo se h u n d i ó en la tristeza. L o s hombres iban
encontrarse con su joven c o m p a t r i o t a que había des-        a la estación con un heroísmo t r a n q u i l o y hasta, a
crito sus p o e m a s con tanta sensibilidad. A m a d o Ñervo        veces, alegre, para subir a los trenes q u e los llevarían a
tenía entonces 44 años. Había conocido al París de la                un frente h o r r o r o s o . Pero las m u j e r e s lloraban. D o n
Belle Epoque en los primeros a ñ o s del siglo. ¡Se había            Alfonso vió y descubrió al " P a r í s d e la tristeza". Sin
p a s e a d o p o r nuestros bulevares del brazo de Rubén            embargo, todos se figuraban que la guerra iba a ser
D a r í o ! A m a d o Ñervo saboreaba la lengua francesa             muy breve, nada más que un p a s e o de algunas
hasta en sus menores giros. Estaba atento a la palabra               semanas.
de m o d a , p o r una estación, en las orillas del Sena. Los           C o m o el conflicto se eternizó, los latino-americanos
detalles de la m o d a o de las costumbres podían reve-              empezaron a salir de París. Alfonso Reyes se refugió en
larle la verdad p r o f u n d a de un pueblo. Explicaba a            España.
Alfonso Reyes qué cambios estaban interviniendo en                      En España, el contraste le pareció e n o r m e entre los
la mentalidad francesa. El precio de la vida había                   dos pueblos. En cierto sentido, la observación de la
a u m e n t a d o mucho, recientemente, de m o d o que las           vida española permitió a don Alfonso hacerse una idea
familias burguesas presentaban a h o r a c o m o un lujo la          más completa de los franceses, ya q u e podía c o m p a r a r
elegancia de una mesa sobria. De estas dificultades                  los dos m o d o s de vida. La generosidad española —el
económicas salía la m o d a de la esbeltez; así se expli-            vino no se pagaba en la posada, p o r q u e era " d o n de
caba el c a m b i o que se observaba en el criterio de la            D i o s " — le hizo más evidente la p a r s i m o n i a francesa.
belleza femenina ... ¡Cuántas cosas explicaría A m a d o             Los españoles desdeñaban al t r a b a j o , que es c o m o una
Ñervo a su c o m p a t r i o t a de 25 años! ¡Les encantaba el       mendicidad disfrazada. En Francia, el t r a b a j o era dig-
barrio latino! Se a d m i r a b a n de esta alegría espontánea       nidad, virtud, razón de vivir. El M a n z a n a r e s era un río
de París. Seguían al vapor azul y misterioso que subía               inútil, se c o n t e n t a b a con c a n t a r al sol; pero el Sena
del Sena e invadía las calles.                                       aceptaba ser útil. El pueblo español c a n t a b a , para
   Entre t a n t o , la preocupación m a y o r de los parisinos      olvidarse de la pobreza o de la muerte. En Francia, el
era la designación de un nuevo maestro para dirigir la               pueblo ríe c o m o un príncipe que ignora el dolor. Los
orquesta de la Opera.                                                mendigos pintorescos, ciegos y tullidos eran c o m o la
   Y, súbitamente, sobre este pueblo pacífico, feliz y               flor venenosa de las calles madrileñas. Retrospectiva-
alegre, vió d o n Alfonso que se cernía la s o m b r a de la         mente, las calles de París le parecían casi silenciosas,
a n i m a d a s a p e n a s p o r las coplas tímidas de unos artis-        Hay claridad mental, dice Reyes, en cada palabra del
tas pálidos e inconsistentes.                                           pueblo francés. España tiene el sentido de la comicidad
    Al mexicano Alfonso Reyes, las voces de M a d r i d ,               y del misterio metafísico. El hispánico posee la elegan-
con su terrible pronunciación de la jota —explicación                   cia física y moral: es físicamente justo. Mientras que la
de la tos que se oía en todas las iglesias—, parecían                   inteligencia se percibe p o r t o d a s partes en Francia. En
broncas: las c o m p a r a b a interiormente con la música              París, los hombres parecían comunes,               físicamente,
mesurada, y que le parecía perfecta, de la lengua                       pero " d e una celebración j u s t a " .
francesa.                                                                   Alfonso Reyes tuvo la ocasión de estudiar la psicolo-
    En la vida española, t o d o s los d o m i n i o s se mezcla-       gía de la provincia francesa en 1919. c u a n d o se f u e a
ban, la actividad profesional n o se separaba de la vida                Burdeos con su a m i g o español Azorín. Era su primer
personal o familiar ¡El sabio R a m ó n y Cajal, en un                  viaje a Francia después de la guerra. Se e n c o n t r a r o n en
libro científico, d a b a consejos para casarse bien! En                esta ciudad i m p o r t a n t e del centro oeste de Francia, el
Francia, al contrario, el cartesianismo quizá excesivo                  mismo día en que se f i r m ó la paz entre Francia y
colocaba separaciones absolutas entre la vida profesio-                 Alemania. Observó don Alfonso m u y finamente el
nal, la vida privada, la vida religiosa.                                tinte particular de esta alegría francesa, tan diferente
    Entre los intelectuales españoles que r o d e a b a n a             de la alegría mexicana. Era una "expansión de un buen
R a m ó n Menéndez Pidal, reinaba un c o m p a ñ e r i s m o            h u m o r n a d a t u m u l t u o s o . Ni furia, ni atropello. U n a s
alegre, la misma sencillez en el trato que entre unos                   horas de asueto, nada m á s " . Miraba con a s o m b r o
obreros, un día de asueto. En Francia, los intelectuales                tanta m a n s e d u m b r e , tanta regularidad en esta multi-
franceses podían ser representados, simbólicamente,                     tud, que a n d a suel"ta por las calles y n o r o m p e una
p o r un señor, algo a c a r t o n a d o en su traje negro y            vidriera ni a r m a escándalo. H a b í a en esta alegría una
severo: era del Instituto de Francia o de la Academia                   gravedad p r o f u n d a . M e d i t a b a don Alfonso en una
con sus condecoraciones, y siempre dispuesto a leer un                  frase de Montaigne que a c a b a b a de leer en el Ayunta-
discurso oficial.                                                       miento de Burdeos: " E l goce p r o f u n d o tiene más de
   Las figuras religiosas de Francia eran suaves, come-                 severidad que de alegría".
tidas, mientras que los s a n t o s españoles eran unos                    Burdeos era una ciudad m o n u m e n t a l , abierta al
revoltosos o, p o r lo menos, habían sido activos y                     cielo, abierta al río, con unos edificios de piedra negra
positivos.                                                              y plateada. En los edificios venerables, había puertas
   Los españoles evolucionaban lentamente. T a r d a b a n              góticas que pudieran ser " b u e n a s p o r t a d a s para libros
en modernizarse. Alfonso Reyes n o t ó en las calles unas               de caballería". Los hombres llevaban u n a s barbas m u y
escenas que le parecieron v e r d a d e r a m e n t e medioeva-         francesas.
les. Por contraste, este excelente observador se reme-                     Convidaron a Reyes en los mejores restaurantes de
m o r a b a n la m a y o r calidad del pueblo o del espíritu            la ciudad de Burdeos, capital del buen vino. Las m u j e -
francés: la aptitud al c a m b i o , a a d a p t a r s e rápidamente.   res que servían eran feas, pero simpáticas. H a b l a b a n a
Francia era la que inventaba, en cada estación, una                     gritos, con el acento abierto y lento del sur de Francia.
m o d a diferente. Los franceses tenían la rara virtud de               Servían con una solicitud de nurse para quien todos los
la curiosidad, y la curiosidad de las innovaciones.                     clientes f u e r a n c o m o otros tantos niños lisiados. Le
pasaban la m a n o al cliente p o r la cabeza, lo acaricia-              Con los artistas de París, d o n A l f o n s o se encontraba
ban en el h o m b r o , sonreían, decían cosas amables...            siempre a gusto. Sus modelos eran u n a s mujeres her-
C u i d a b a n y protegían a sus clientes, cuenta Reyes,            mosísimas. Pero sus amigos cubistas habían cam-
c o m o un p a s t o r a su g a n a d o . D o n Alfonso aprendió,'   biado: a d m i t i d o s p o r todos, ya casi clásicos, se habían
con sus amigos de Burdeos, a saborear el buen vino^
                                                                     enriquecido, vivían de un m o d o m u y burgués.
agitándolo levemente. luego más fuerte, luego respi-
                                                                         Reyes c o m p a r t i ó algunas " n o c h e s de charla encan-
rándolo, antes de beberlo. Las danzas folklóricas de las
                                                                     t a d o r a " , según su propia expresión, con sus amigos
provincias francesas le parecieron más bien sosas y sin
                                                                     escritores, t o d o s h o m b r e s refinados, de una sencillez
carácter, a pesar de sus nombres tan bonitos. Azorín y
Reyes pensaban en el ritmo y en el color de las danzas               muy nueva y muy m o d e r n a , de vasta inteligencia y
hispánicas...                                                        cultura pero que, a calidad de b u e n o s franceses, no
                                                                     d e s d e ñ a b a n las delicias de las mejores mesas de la
    Ministro en París, en 1925. d o n Alfonso inició el               capital. Otra clase nueva que le era también muy sim-
 examen metódico de las diferentes clases de la sociedad              pática era la de los aviadores, héroes de los tiempos
 francesa. Antes de lanzarse al examen de las clases                  m o d e r n o s , audaces y deportivos.
 ricas y nobles, leyó las novelas del gran escritor Marcel                H u b o , sin e m b a r g o , una clase de la sociedad fran-
 Proust. el terrible retratista, tan irónico, de nuestra              cesa que le pareció muy antipática: la de los políticos.
 gente " d e sangre a z u l " . Reyes se dejó convidar en              ¡Cuántas veces subió don Alfonso a esta tribuna de
algunos salones m u y aristocráticos y sacó de estas                  nuestra C á m a r a de D i p u t a d o s y q u e se reserva al
experiencias exactamente las mismas conclusiones que                  C u e r p o Diplomático! Desde allí asistía, c o m o desde el
 Marcel Proust. Los aristócratas franceses eran h o m -                palco de un teatro, a esta vida política francesa tan
bres fríos, artificiales, e m b u í d o s de tabús sociales.           complicada. C o m p a r a b a a ciertos ministros dema-
    En las clases burguesas, la estricta jerarquía que                 siado hábiles con unos magos o prestidigitadores. Mu-
reinaba antes de la guerra se había h u m a n i z a d o un             chos eran venales, o insulsos, o vulgares. El único
poco, efecto, sin d u d a , de las reuniones de t o d o s los          político que le inspiró simpatía y hasta admiración fue
vecinos en las bodegas, d u r a n t e los b o m b a r d e o s . La     Aristide Briand, y sus c o l a b o r a d o r e s del Quai d'Orsay.
guerra había llevado a estas consecuencias.                            Este ministro de Relaciones Exteriores, lo mismo que
    Don Alfonso observaba la aparición de un nuevo                     Reyes, era un conciliador, un Apóstol de la Paz, t a m -
tipo de francesas: letradas hermosas o, p o r lo menos,                bién p e r s u a d i d o que la guerra n o resuelve ningún pro-
agradables, inteligentes, emancipadas, independien-                    blema: antes los hace más difíciles de resolver.
tes, a veces solteras: mujeres que le inspiraron a me-                     Los franceses, siempre a p e g a d o s a sus bienes, se
n u d o simpatía, amistad, entre las cuales sobresalen:                 negaban a pagar los impuestos hechos necesarios por
                                                                        las ruinas de la guerra. N o habían protestado tanto
— la famosa librera Adrienne Monnier                                    para ir a morir en los c a m p o s de batalla. "Sablazos,
— Mathilde Pomés, poeta, hispanizante famosa, exce-                     que n o alfilerazos", decía Reyes.
  lente t r a d u c t o r a de los versos de Reyes.                         D o n Alfonso se alejó rápidamente de Francia; más.
— Marcelle Auclair, hermosa novelista y periodista.                     no p o r eso. desde lejos, cesó de observar la psicología
                                                                        francesa y de meditar sobre ella. En Río de J a n e i r o ,
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