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Alba Lucía Aguirre Franco Diego Arias Cortés Luz Stella Giraldo Gallego narrando NUESTRO TERRITORIO crónicas
Alba Lucía Aguirre Franco Diego Arias Cortés Luz Stella Giraldo Gallego NARRANDO NUESTRO narrando NUESTRO TERRITORIO TERRITORIO crónicas Libro digital Primera Edición crónicas Universidad del Quindío Decanatura de Ciencias Humanas y Bellas Artes Fernando Hernández García Decano Encargado Decanatura de Ciencias de la Educación Jhojan Cardona Patiño Decano Encargado Programa Ciencia de la Información y la Documentación, Bibliotecología y Archivística. Fernando Hernández García Director Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana. Juan Manuel Acevedo Carvajal Director Diseño y Diagramación Oficina de Publicaciones Universidad del Autores Quindío Alba Lucía Aguirre Franco Luz Stella Giraldo Gallego ISBN: 978-958-5556-02-7 Docentes del Programa Ciencia de la Información y la Documentación, Todos los derechos reservados. El copyright Bibliotecología y Archivística es propiedad exclusiva de los autores y por lo tanto no se permite su reproducción, Diego Arias Cortés copiado ni distribución total o parcial ya Docente de la Licenciatura en Literatura y sea con fines comerciales, personales o sin Lengua Castellana ánimos de lucro sin previa autorización de los mismos. Edición y Corrección de Estilo Diego Arias Cortés Armenia, Quindío. Abril de 2019
Tabla de contenido De músicos montañeros................................................ 13 Por: Carlos Fernando Gutiérrez Don Merino. El hombre que escribía con la luz..........17 Por: Claudia Milena Pinilla El milagro de la vida, en un milagro de ciudad................................................23 Por: David Alejandro Duque Martica.............................................................................33 Por: Diego Arias Cortés La primera vez.................................................................43 Por: Enrique Álvaro González El Salento de antes. Salento, reserva cultural del Quindío ......................... 51 Por: Enrique Barros Vélez Nunca más.......................................................................63 Por: Johan Andrés Rodríguez Lugo Historia de una canción: La casa del silencio............75 Por: Luis Carlos Vélez La vida en las montañas............................................... 81 Por: María Paulina Vásquez Maestro de caminantes................................................. 91 Por: Natalia Esperanza Aguilera Arias El tranvía de Ayacucho................................................103 Por: Nathalia Baena Giraldo
PRÓLOGO Todos tenemos algo por contar. Gabriel García Márquez decía que: “el deber de los escritores no es conservar el lenguaje sino abrirle camino en la historia”, y tal vez tenía razón. Nuestro territorio no es solo el lugar en el que habitamos. Es, también, las personas que lo caminan, las estructuras que lo adornan, los desastres que lo transformaron, los acentos, los mitos de barrio, las tiendas de la esquina, las calles que antes eran estrechas y ya no, la comida, los cantantes de esquinas y los distintos lugares que lo hacen único en el mundo. Es, es gran medida, la diversidad cultural, la gente y las costumbres que lo conforman. El libro Narrando nuestro territorio pretende mostrar, por medio de crónicas, aquellas historias que a partir de un hecho particular pueden, quizá, ayudar a entender un universo entero. Música montañera que evoca los caminos del café, las fondas y las montañas quindianas; la alquimia del fotógrafo Merino que, décadas atrás, embellecía a las celebridades de Armenia a través del retoque manual de negativos; la llegada del tranvía de Ayacucho a Medellín, la ciudad que le ha apostado a la cultura por medio de la movilidad; historias de la vida que nunca más serán; la canción envuelta en un pasillo que recorre la casa del silencio, habitada por arrugas y cabezas blancas; protestas civiles, gente que calla y otra que sabe para qué sirve el poder de la palabra serán, entre otras, las historias que se leerán en este libro y que quedarán en nuestra memoria por mucho tiempo.
Los programas Ciencia de la Información y la Documentación, Bibliotecología y Archivística y la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana, de la Universidad del Quindío, quisieron hacer realidad este proyecto con el objetivo de incentivar no solo el ejercicio de la lectura y escritura sino, con mayor fuerza, el de la memoria. Esa idea de que todos tenemos algo que contar, ese ejercicio de convertir los recuerdos o los sucesos en historias que perduran con el tiempo. Con una convocatoria abierta a nivel nacional y un juicioso trabajo de corrección de estilo, diseño y edición, fue posible reunir, a continuación, una pizca de historia regional y colombiana escrita por personas comunes y corrientes; relatos que quizá no hoy, pero sí en un par de años, sean una fuente de sonrisas y recuerdos que evoquen lo que fuimos, lo que hubo, lo que sucedió y que no importa por qué, ya no existen. Nathalia Baena Giraldo
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas De músicos MONTAÑEROS Por: Carlos Fernando Gutiérrez Escritor, docente. Pocos sabíamos que era su tarde de inspiración. Que hacía muchos días no se lo veía por la Calle Real de Armenia, Quindío. A lo mejor estaba recuperándose de sus dolencias de viejo o rebuscando el sustento semanal, en las fincas de Quebradanegra o La Bella de Calarcá. Solo conocíamos algunos datos sueltos sobre su vida y su pasión: la música montañera. Algunos murmuran que llegó muy joven de un pueblo olvidado del Risaralda, otros que tuvo una mujer siendo joven y enviudó. Sólo datos sueltos que se dicen de alguien que nos detiene por un momento, mientras improvisa su presentación callejera. Su presencia es como esa canción que pronto olvidamos, como ese gesto de mujer nocturna que lanza su moneda al azar. Así es este personaje único en la región cafetera. Quizás verlo haciendo su papel callejero por tanto tiempo, ha formado una amistad distante y solidaria. Casi siempre acudo a su sombrero con un billete de mil pesos o un puñado de monedas de mi bolsillo. Si el azar nos hace coincidir un fin de semana o una quincena, le dejo dos mil pesos y un saludo cordial. Él agradece, junto a sus compañeros de música. 13
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas «Siempre trato Siempre trato de encontrar un musicales de Los Relicarios, Los Trovadores de Cuyo, Los de encontrar un gesto nuevo, de ver lo novedoso de Visconti, Olimpo Cárdenas, Julio Jaramillo, entre muchos otros. gesto nuevo... de su improvisado baile, de evocar las Estos hombres son testimonio de una música que evolucionó remontarme a raíces de esta música que nació entre hacia autores más reconocidos como Darío Gómez, Luis las parrandas de montañas y colonos, de remontarme a Alberto Posada, El Charrito Negro; hasta llegar a un fenómeno fondas y casetas las parrandas de fondas y casetas de más comercial: la música de despecho; hoy día echada a de vereda en la vereda en la región del Eje Cafetero. Sé menos por la cultura traqueta que la contaminó. región del Eje que allí está la luz. Está la magia que Cafetero». recorre a estos músicos venidos a menos, Pero allí están ellos, con su testarudez a cuestas. Con castigados por la pobreza y la vejez. Un sus monocordes musicales, con sus voces cansadas, con show de músicos vinculados por esa su persistencia de sobrevivir, con sus canciones tristes que nostalgia de sus años campesinos entre nos llevan a nuestras infancias. Pero hoy, el personaje que las montañas del Quindío, robándole baila está inspirado. Lo sabemos quiénes lo conocemos en tiempo a sus labores entre surcos y este improvisado escenario callejero. Lo sabemos por la cafetales. Rasgando una tonada, después fuerza de sus pasos, por su palmoteo fuerte, por gritar fuerte de un agotador día de sol o de lluvia. el monocorde del “Ratón con pantalones”. Lo sabemos por Entonando una melodía simple con una sus saltos y vaivenes que acompañan su particular baile guitarra o un tiple. Inspirados en las montañero. Allí está frente a nosotros como un artista venido rancheras y corridos mejicanos, en los a menos, pero con una dignidad única. Todos gritamos: valses, tangos y zambas argentinas o los ¡Eso, Ratón! Él agradece concentrado en su ritmo frenético boleros antillanos. y seductor. Así es la vida, repartiendo dones y gracias al observar estos músicos que nos vienen a evocar caminos de Tras estos tres músicos y un bailarín café, fondas y montañas quindianas, en rústicas melodías. que sincroniza los pasos del baile montañero, se esconde una tradición que se niega a morir. Retazos de recuerdos musicales, nacidos entre cosechas de café y músicas populares de carrilera. Melodías y letras de colonos cafeteros que fueron desplazados por la violencia partidista de los años 40 al 60 en las regiones cafeteras del Gran Caldas, Antioquia y Tolima. Tras estos hombres que sobreviven con migajas de ciudad, se hayan esos colonos recios de ruana, sombrero «Un show de músicos vinculados por esa y machete que tumbaron selvas en nostalgia de sus años campesinos entre las el Quindío y fundaron sus pueblos montañas del Quindío, robándole tiempo a cafeteros. Tras estas melodías, poco sus labores entre surcos y cafetales». entonadas , están esas herencias 14 15
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas DON MERINO el hombre que escribía con la luz. Por: Claudia Milena Pinilla Estudiante Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana, Universidad del Quindío. Era 1978 en la ciudad de Armenia, ardía “La esquina de la carrera 14”. “Román Merino perdió, además de sus haberes, el más preciado archivo histórico fotográfico de la ciudad. Merino hace declaraciones en la madrugada del incendio”. Él mira con nostalgia aquel pedazo de papel que además guarda la imagen fotográfica de las ruinas del incendio. Aquello sería el recuerdo imborrable de una pérdida importantísima para el departamento del Quindío; su memoria fotográfica ardió y se consumió en unas cuantas horas. -Si supiera todo lo que yo tengo en esta cabeza, si pudiera pasarle toda la información que sé -decía don Merino mientras apretaba la cabeza del joven estudiante Pablo. Éste le pide que le hable un poco más sobre la fórmula para crear diferentes tonalidades en una fotografía a blanco y negro. Don Merino prefiere servir una café mientras lo mira de reojo; inicia el relato de su vida, de cómo llegó a ser el mejor retocador de fotos. -La fórmula para revelar las imágenes a blanco y negro la inventé yo… Utilizo la cantidad necesaria de elón y metol, además de la hidroquinona. ¿Para qué quiere saber tanto? 17
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas - Pe r o , ¿ u s te d l e p o n e m á s Desde Antioquia, hace más de 40 hidroquinona, cierto? años, llegó Román Merino para hacer parte del Círculo de Periodistas del -Este muchacho sabe mucho… Quindío. “Esa es otra historia” –dice-, mientras vuelve a fumar su cigarrillo y -¿Cuántos gramos de hidroquinona toma un poco de café. Con una sonrisa le pone para mejorar el revelado? y un tono irónico, le repite al estudiante: -¡No, mijito! Esa información vale -¡Todo lo que sé, vale mucho! mucho. Siendo un jovencito de quince años Hombres que revelaran fotografías que vivía con su familia en Medellín, había muchos, pero como don Merino decidió dejar de estudiar. Esta ocurrencia no ex i st ía ot ro que reto ca ra los terminó por molestar a su padre, quien negativos. Su técnica para editar o inventó un castigo por semejante corregir las imperfecciones de sus atrevimiento. Así fue como terminó clientes era exclusiva. Gracias a sus donde un amigo de la familia, el vecino fórmulas secretas, a la precisión al fotógrafo a quien debería ayudar en momento de tomar la fotografía, sus labores diarias, de esa manera, elegir el diafragma adecuado y medir aprendería la disciplina de un oficio. con exactitud asombrosa la cantidad de luz necesaria, don Merino hacía Su vida giraría en torno a la luz magia en el cuarto oscuro al momento y con ella llegaría a esta región de revelar los negativos. Después de quindiana. Un viaje por Brasil le algunos minutos y tener los negativos permitió mejorar su técnica para crear impecables, el trabajo con el retoque murales fotográficos y perfeccionar el manual empezaba en el atril, un arte de retocar los negativos a mano. artefacto construido por él mismo, Editar imágenes de forma manual y el cual tiene una gran lupa y lápices, utilizar químicos para el revelado y cuya punta puede medir hasta cuatro el barniz para el retoque, serían los centímetros del largo. elementos que completarían su vida para convertirla en una obra de arte. Fue reconocido como uno de los mejores fotógrafos del Quindío, y Las nuevas técnicas que aprendería en durante 70 años de experiencia en el Brasil, las desarrollaría plenamente a su trabajo con la luz, logró documentar «Su éxito con las mujeres fue tal llegada al departamento del Quindío en gran parte de las personalidades, que ellas habían creado un dicho los años sesenta. Armenia se convertiría eventos importantes e instantes que que hacía resaltar las características en el nuevo hogar de uno de los mejores ahora están guardados en la memoria de su trabajo: Dios las hace y fotógrafos de Colombia. Román Merino de muchos álbumes familiares y Merino las compone». sería el fotógrafo favorito de aquella archivos históricos. época, el encargado de hacer los retratos 18 19
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas para las familias prestigiosas de la ciudad. Era el más solicitado, gracias al arte del retoque manual directo sobre el negativo, el cual utilizaba cuando era necesario mejorar la calidad de la imagen y los rostros de algunos hombres y mujeres distinguidos. Fue así como ocupó un lugar importante en la historia de nuestro departamento, sobre todo entre las mujeres. Su éxito fue tal que ellas habían creado un dicho que hacía resaltar las características de su trabajo: “Dios las hace y Merino las compone”. La técnica de edición que él empleaba es muy antigua, se hace a mano y con tres tipos de lápices, una lupa grande y una fuente de luz que pasa a través de una lámina blanca incrustada en un cajón de madera. Este cajón de madera se le conoce como atril. Todos estos instrumentos son necesarios, pero lo más importante es la fórmula para hacer ese líquido casi mágico que se llama barniz, indispensable para el retoque sobre el negativo. -Para entender cómo funciona esto hay que estar atento -repite don Merino y le pide a Pablo que se concentre-. Después de pasar el negativo por el mejor proceso de retoque manual, se refuerza la calidad de la imagen en el cuarto oscuro. El trabajo en la ampliadora es igualmente importante. La imagen proyectada sobre el papel fotográfico, después de unos segundos, debe pasar ahora por dos químicos diferentes, revelador y fijador, los cuales se preparan modificándolos según la necesidad del contraste y la textura que le quiere imprimir a la fotografía. Cuando don Merino explica las razones de su éxito durante tantos años como fotógrafo y su excepcional técnica de retoque manual sobre negativos, agradece la disciplina que adquirió trabajando con su vecino en Medellín, mientras cumplía el castigo que le impuso su padre. Así nacería ese gran amor por su oficio, ese que duraría hasta el último día de la vida de un virtuoso dibujante de la luz, quien dedicó por completo su existencia al arte fotográfico. 20
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónica EL MILAGRO DE LA VIDA, EN UN MILAGRO DE CIUDAD Por: David Alejandro Duque Profesional en Ciencia de la Información y la Documentación, Bibliotecología y Archivística, de la Universidad del Quindío. Siendo el primero de julio de 1966, desde la que entonces fuese la nueva capital departamental, el expresidente de la república Guillermo León Valencia pronunció lo que hasta hoy y desde entonces es la denominación más precisa para la ciudad de Armenia, su historia y tal vez su constante existencial. En aquel entonces se designa “milagro de ciudad” a la capital quindiana gracias a su desarrollo y crecimiento urbano alcanzado en poco tiempo, es la constancia la encargada de acentuarlo a partir de sus alcances como urbe y subsecuente importancia para la región. La ironía, sin embargo, es el acompañante constante de la vida, cambia palabras y significados, los ubica en los sitios menos esperados. Dicen por lo mismo, los milagros adoptan diferentes formas, aunque este tomó diferente valor. “En el Eje Cafetero ocurrirá un gran terremoto”, fueron las tajantes palabras del ingeniero Hugo Monsalve en octubre de 1998. “Terrorista, amarillista, agitador del pánico en la población”, a modo de respuesta hacia la advertencia por parte de los entes encargados. Otra vez, de
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónica forma calcada y sobre iguales caminos, se repitió la historia escombros y recuerdos en forma de «Las casas sin fin; planificar le cuesta a Colombia, y si le cuesta no sirve. objetos o personas. El transitar se parecían convirtió en imposible en un lugar no hacer parte Una llovizna ligera, un cielo encapotado, un presagio de solo consumido por restos sobre la calle de un tristeza y vacío, serían la mejor descripción de la mañana sino también así por abrirse campo a un macabro del 25 de enero de 1999 antes de la fatídica hora (1:19 pm). mar humano que se movía sin claudicar juego de Cuentan, con palabras pausadas, la tierra se movió con poder hacia el milagro de encontrar con vida y brusquedad inusual, menos de un minuto equiparable en algún ser querido entre el desastre. dominó...». horas, en el que el reflejo era la huida de la vida misma. Las Algunos tuvieron suerte de ver tan casas parecían hacer parte de un macabro juego de dominó, solo lo material derruido mientras ésta tumbaba la de más acá, la de más acá tumbaba la de más podían sentir esa pequeña punzada allá, se caía una, luego la otra y la otra; al compás de gritos de alivio al observar su familia en pie. desesperados de niños, adultos, viejos, padres, hijos, abuelos, Otros, sin embargo, debieron soportar angustiados por una bocanada más de existencia en un mundo la visita de una muerte camuflada, que se derrumbaba rápidamente ante sus ojos. Sí, tres meses casi imperceptible dentro de una antes, ¡tan solo tres!, se dio un primer campanazo de alerta nube de polvo, sangre y basura que que nadie quiso escuchar. parecía inextinguible. Si en el resto del país desde las radios y noticieros El día en cuestión y por la indiscutible vía del nocaut, el frecuentados se escuchaban datos sobre contrincante “ganador” venció a su posibles muertos, así como el grado de frágil homólogo, pero también fue afectación del lugar, en Armenia se oía vencido y quiso en el fondo no ser el a modo grito, eco o sollozo el: “¿Dónde están? ¿Están bien? vencedor. Esta vez no hubo aplausos ¡Auxilio! ¡Llamen a alguien!”. para la figura triunfal, pero sí altas dosis de incredulidad del público presente. «... la tierra se movió La profecía se cumplió cruelmente, Una muerte con poder y mostrando de primera mano, o mejor sin espíritu deportivo brusquedad aún de la mano de la muerte, el poder inusual...». destructivo de la tierra a una pequeña ciudad de poco más de 30 0 .0 0 0 Darío Campagna, exjugador argentino, arribó en 1985 por personas, acostumbrada, entre otras, a la vez primera a la ciudad de Armenia luego de su agridulce falta de perspectiva futura y al “Eso por paso por Rosario Central. Descartado en tierras gauchas acá no va pasar, no seamos extremistas”. decide probar suerte en el cuadro cuyabro, famoso, entre otras cosas, por conformar escuadras con base en futbolistas de M a g n it ud 6 , 4 en l a esca l a de dicha nacionalidad. En poco tiempo su acento termina por Richter, destrucción de cerca del 75% destacar más allá de lo literal, permeando así los afectos de de la ciudad, 1.900 muertos, cerca de una hinchada exigente. Anexó el medio campo a su zona de 3000 heridos; barrios prácticamente dominio personal: regates con enorme calidad, visión de juego en el suelo: La Brasilia, Corbones, exquisita, pegada y olfato de gol únicos que terminaron por Granada, el sector del centro. Todos rendir a sus pies las tribunas del antiguo estadio San José. A los lugares se unían en un solo de lo largo de tres temporadas fue pieza vital para el sistema de 24 25
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónica vida, en tierras lejanas, de manera abrupta y sin posibilidad de prórroga. La tierra crujió, el hotel de tan solo siete pisos colapsó de manera simple; tic, tac: cuestión de segundos; tic, tac: como una casa de naipes; tic, tac: como un gol de penalti, al ángulo, duro y sin chances de taparlo. “Creíamos que la comunicación se había interrumpido por un problema de línea”, comentaba aún perplejo el periodista que tan solo horas antes entrevistaba a un Bihurriet ilusionado. Al tiempo, y en contraste, el arquero Néstor Lo Tártaro (también argentino) buscaba desesperado entre los escombros del hotel Darío Campagna (izq) y Diego Montenegro (der), fallecieron al derrumbarse el hotel donde se hospedaban en Armenia el 25 de enero de 1999. Foto: periódico a sus compatriotas desparecidos. Tenían planes de vivir cerca, Veapues Quindío. http://www.veapuesquindio.com/noticia/campagna-montenegro- presentar a sus hijos y juntos alcanzar la gloria en el club. y-bihurriet-vivos-en-el-quindio-tras-el-terremoto. Debía una cita a sus compañeros y lo sabía, una especie juego impuesto, esquivó rivales, anotó goles y dio asistencias de obligación tácita de compatriotas en la lejanía lo obligaba vitales, tanto fue, que como premio a la labor titánica recobra acompañarlos a la firma de sus respectivos contratos, por ello un estatus de calidad cristalizado en un boleto de regreso salió de su casa ubicada en el sector norte de Armenia a la 1:19 al país que le vio nacer. Sin embargo, es el destino quien pm. Hizo trasbordo a su camioneta, sintió la tierra moverse, bajó celosamente guardaría el “boleto” de vuelta e impondría las de tajo y de forma apresurada. Conocía de primera mano las reglas menos esperadas para su canje. sensaciones posteriores a un temblor. Había vivido uno fuerte en 1995, sin ningún tipo de daño; por ende, y con tranquilidad El miércoles 27 de enero de 1999, el periódico argentino fingida, se paró a observar lo que frente a sus ojos manifestaba La Nación abre su sección deportiva con un lapidario titular: el mundo, fue largo, pero terminó sin contratiempos. “Hallaron abrazados a dos de los futbolistas argentinos muertos”1 . Campagna (para ese entonces representante), El norte opulento de la capital quindiana lucía impecable, Rubén Bihurriet y Diego Montenegro se encontraban alojados solo un pequeño susto, era hora de observar las caras de sus en el desaparecido Hotel Armenia Plaza, instalado en el centro amigos y tal vez, por qué no, hacer una broma acerca del de la ciudad, a pocas horas de firmar contrato con el Deportes sacudón de “bienvenida”. Llegar al centro de Armenia, apenas Quindío. Luego de una agotadora jornada de entrenamiento, separado del norte, resultó imposible. Se bajó del auto y corrió se disponían descansar en la recepción del lugar, previo a los incrédulo hacia el hotel al tiempo que observaba las caras trámites de incorporación que debían efectuarse en la sede del club también radicada en la zona. Bihurriet, el más joven de la camada de extranjeros, daba una entrevista telefónica a «Llegar al centro de Armenia, apenas Caracol Radio Bogotá. Se jugaba, sin saber, el minuto 90 de su separado del norte, resultó imposible». 1. “Hallaron abrazados a dos de los futbolistas argentinos muertos” (1999). Recuperado de: http://www.lanacion. com.ar/125995-hallaron-abrazados-a-dos-de-los-futbolistas- argentinos-muertos 26
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas de angustia y los rostros bañados en sangre que parecían se caracterizaban por presentar suma descoordinación, mirar a la nada. Al llegar, solo una montaña de escombros. caminando a ciegas y sin un derrotero definido, la Escaló rápidamente, quería apartar desde la cima y de forma naturaleza humana aprovechó el caos para manifestarse; simple, cual balones fuesen, cada pequeño fragmento que lo su representación previa era el obligado rescate de objetos separaba de Bihurriet, Campagna y Montenegro. Mientras valiosos para la subsecuente supervivencia. gritaba desesperado el nombre de sus amigos, sintió una nueva réplica. Ahora sí era el final, pensó. Asustado, y sin querer Algunos buscaban extraer algo de sus antiguas viviendas, abandonar la búsqueda, desiste por amor a su familia, hijos y otros intentaban sacarlo todo sin meditar el peligro de esposa, de vacaciones en Buenos Aires en aquel momento. Tan estas acciones. Los entes encargados recomendaban, solo horas más tarde, con suprema angustia y dolor, encuentra insistentemente, alejarse de los sitios afectados, pero los a sus compañeros, pero ya no levantando la mano dentro de oídos sordos no se derrumbaban ante los buenos consejos y una cancha sino bajo sábanas blancas instaladas a modo de seguían con su misión bajo parámetros irracionales. “Él fue morgue improvisada en un coliseo de la ciudad. La muerte a sacar el televisor”, “Voy celebraba el gol en su cara. a buscar el dinero que deje en...”, “No dejaré perder las fotografías familiares”. La primera En unas y otras, noche apartando aquí y allí , siempre será la una tierra burlona volvió jugar con la vida de miles más fría de armenios; si tan solo hubiese jugado, mejor se La segunda réplica se llevó unas cuantas a manera concibe desde la mitología de castigo y recordatorio. urbana del terremoto como Muchos lloraban viendo el causante fundamental de la final cerca, otras cuantas mayor cantidad de víctimas voces apegadas ahora sí a lo fatales, incluso por encima espiritual pedían perdón al del sismo principal. Desde cielo y a un dios que había ot ra ópt ica es ta n solo abandonado a su suerte la varios puntos suspensivos pequeña ciudad. del que sin dudas es el peor de los días para la ciudad; Lo que fuese era válido una apertura abrupta del para asegurar un cupo en el infierno en una noche fría lugar prometido; la vida se de enero se acercaba. alejaba tan rápido como un estruendo o sonido repentino, Cerca de las cinco de «Había que comer, buscar no quedaba más que aguantar la tarde, hora en la que refugio, calentarse; el instinto de y pedir, pedir mucho así no se las labores de búsqueda supervivencia lo pedía a gritos». creyera en nada. Numerosas 28 29
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas estructuras de las que lograron quedar en pie, ahora se caían presa de la fuerza devastadora. Casas y casonas antioqueñas, de esas viejas, viejas de ventanales y puertas coloridas salían de su agonía y se llevaban consigo años de desarrollo y vivencias. Donde empezó todo ya no descansaba el alma de los fundadores, eso también partió al ver a sus hijos afligidos por el dolor del desastre. De igual forma sucedió con edificios importantes como la Alcaldía, el Centro Administrativo, la Gobernación, la Universidad del Quindío e iglesias como el Sagrado Corazón, la Catedral de la Plaza Bolívar y los Franciscanos. Todos quedaron pendiendo de un hilo, inhabitables y con serios problemas de estructura. Pasar cerca lastimaba el corazón, los ojos y el todo de quienes aman o amaban “El milagro de ciudad”. Sobre casas derrumbadas caía la noche con una parsimonia desentendida de lo ocurrido, mientras quienes la veían pasar no captaron en realidad su presencia. Había que comer, buscar refugio, calentarse; el instinto de supervivencia lo pedía a gritos. Como manifestación colectiva se conformaron pequeños grupos de autocuidado, la cuadra se unió. Los habitantes del barrio reconocían en el dolor del vecino el propio. Se habilitaron albergues provisionales por toda la ciudad: coliseos, canchas y polideportivos, escuelas e iglesias. Esto no fue lo único que disminuyó la confusión de la comunidad, también las almas caritativas contribuyeron al poner a disposición de quien necesitara sus pocas pertenencias y un hombro amigo, de ser el caso. Mucho de lo que se recuerda son las acciones increíbles e irónicas vividas por todos: comedores y muebles, antes valiosos para sus dueños, se usaron como leña para fogones improvisados en los que se cocinaban alimentos rendidores con efecto reconfortante; cobijas nuevas extendidas en la calle para que los heridos descansaran o para que utilizaran a modo de torniquete. Bien lo mencionó Napoleón cientos de años atrás: “Hay cuatro cosas que ponen al hombre en acción: interés, amor, miedo, fe”. Es con seguridad la noche del 25 de enero de 1999, el momento exacto en el cual todos se unieron en solidaridad. 30
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas MARTICA Por: Diego Arias Cortés Docente de Lingüística de la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana, de la Universidad del Quindío. Para ella, con todo el cariño del mundo Martica es quien captura todas las miradas en los próximos acontecimientos. Ella es un amasijito de a r r u g a s a p re t a d a s , d e s on r i s a en or m e y ojo s achinados. Cabello negro- cano y corto. La geografía de su cuerpo se equipara a la dimensión que ocupa el mapa del Quindío en el i n men s o ter r itor io colombiano. Es, a todas lu ce s , l a m á s p e qu eñ a de la familia. Sus manos tienen unos dedos torcidos que apuntan en diferentes direcciones. Posee el don de doblar las falanges distales de sus índices mientras las otras permanecen erguidas. Calza 33. Su paso es rápido y menudo y siempre, pero siempre que la veas andar, irá con las manos entrelazadas sobre el regazo. Tan normal es esta postura 33
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas que resulta extraño descubrirla de otra manera. Hay que mediodía y la somnolencia se apoderaba del lugar. Todos decir, además, que es noble con quienes quiere; no le alcanza buscaban resguardo en alguna cama o mueble que se prestara el cuerpito para contener esta virtud. A quienes no estima para un sueñito. Ella seguía empeñada en su tarea de lavar la suele manifestarles un desprecio que se concreta en frases loza y limpiar los regueros de la estufa. Se aferraba a un tinto descorteses o en silencios interminables. bien oscuro. De repente, entró Martica. El piso estaba recién trapeado. Entonces la tía Gorda, en el afán de protegerlo, apeló Con respecto a su pasado, un par de sucesos llaman la a darle una suave nalgada para que no pusiera los pies allí. atención. Cuando la llevaban a la finca de la familia, en sus primeros años de vida, se la pasaba detrás de la tía Bernarda Tras la amable advertencia, Martica se retira al patio diciendo: “Techi capaz, yo no capaz”. La tía barría el patio, de ropas, contiguo a la cocina. Se queda quieta. Inmóvil. más de media hora en tal labor, y Martica: “Techi capaz, yo no Suspendida en el espacio-tiempo. Unos cinco metros las capaz”. Dicen los testigos que dizque la ponía borracha con tanta distancian. La mira sin mediar palabras. No hay nada en sus repetidera. Y otra vez: “Techi capaz, yo no capaz”. ¡Ay, bendita! ojos. Los minutos avanzan y ella no se inmuta. La Gorda está a punto de terminar su tarea, pero no deja de incomodarle ese Cuenta también una de sus hermanas que Martica fue a silencio que castiga al sorber de sus labios en el tinto. Quiere la escuela de niñas y nunca superó primero de primaria. Lo decirle algo, pero se contiene. repitió no se sabe cuántas veces, pero algo aprendió al calorcito de las compañeras que iban discurriendo año tras año. Doña -¡Me quedo callada! Esther fue su mentora, quien con cariño y paciencia la sostuvo -¿Qué? en su curso. Con ella aprendió a leer y a escribir. -¡Me quedo callada! –insiste Martica con mayor intensidad. -¿Se empendejó o qué? En la actualidad supera los 60 años. Va a la iglesia y -¡Me quedo callada! –lo dice con voz aguda, las manos en pertenece a un grupo de oración que se ocupa de ayudar a los el regazo y las piernas juntas. menos favorecidos. La Gorda, sorprendida, la mira con fastidio y se apura a *** abandonar la cocina. La tarea está lista. Enfila sus pasos hacia Martica vive con sus hermanas, 5 en total. Habitan una su habitación y se deja caer en la suavidad de la cama. vivienda amplia. Cada una cumple un rol determinado. La tía Gorda, por ejemplo, es la santa patrona de los acontecimientos Nunca sospechó que esa frasecita sería el símbolo de un culinarios, de todo aquello que entra, vivo o muerto, en la interminable (¿interminable?) desencuentro con su hermana. cocina. Por su parte, Martica es la encargada de las diligencias El “¡Me quedo callada!” persiste hoy día, como cuando Martica, familiares que se llevan a cabo en el pueblo: pago de facturas, en son de juego, emborrachaba a la tía Bernarda. razones pa’las vecinas, algún medicamento, entre otras. A las demás se les encomienda llevar las cuentas, ordenar la casa y *** atender a las visitas que, por cierto, nunca faltan. El 27 de noviembre de 2017 fue una fecha especial para esta familia. El babyshower de uno de sus nuevos integrantes. Ese día Un día, casi treinta años atrás, Martica y la Gorda tuvieron evidencia, sutilmente, los caminos opuestos que ambas hermanas un desacuerdo cuyas consecuencias aún perduran. siguieron desde aquel lejano tropiezo que acabamos de narrar. Después de un sancocho, se encontraba la Gorda dándole Todo empezó con un corto viaje. la estocada final a la limpieza de la cocina. Había pasado el 34 35
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Para llegar al sitio del agasajo, primero tuvimos que ir ausencia de su obsequio en la caja familiar, las murmuraciones de Armenia a Filandia, municipio en el cual viven las tías. no se hicieron esperar: Debíamos recoger a la Gorda y a María. Así lo hicimos. En otros automóviles iban repartidos los demás. Martica ocupaba - Claro, pa’que no se mezcle con el de la Gorda. uno de ellos, pero no por azar. - ¡Ay! No diga pendejadas. ¡Tampoco pues! - ¡Yo sí creo! ¡Ufff! La reunión se planeó con el debido tiempo y las - ¡Ah! ¡Eso es problema de ella, que haga lo que se le dé la invitaciones, de manera diligente, se entregaron a todos. gana! –reponía enfadada una de las tías al tiempo que se arrancaba las cejas con los dedos índice y pulgar. Entonces se acordó que quien quisiera aportar un obsequio para la ocasión debía depositarlo en una caja. Las tías pusieron Entonces, así, aferrada a su paquetico, Martica sorteó los regalos allí. Se selló y se rotuló con las siguientes palabras: las inclemencias del clima y los comentarios acusadores. Luego descendió de la bestia de cuatro ruedas, que una hora De: Flia. Cortés después abría sus puertas y reposaba sus enjalmas en el Para: Lucas patio del lugar acordado. Se emprendió la marcha. *** Entraron todos. Saludaron. Felicitaciones a los novios y Bajo un aguacero, bordeando la carretera, se divisaban los abrazos. Se depositó la caja en una especie de cuna, junto con siete cueros de ráfagas violeta apartando los borronazos de la regalos de otros invitados. tormenta. Y como telón de fondo, unos yarumos se agitaban en un concierto impetuoso de tonos verdes. En algún momento se notó que Martica ya no portaba en sus manos aquel envoltorio. Repentinamente, alguien notó que Martica abrazaba una bolsa, atada con cintas coloridas. La agarraba con fuerza. Se sentaron (nos sentamos) y conversaron (conversamos). Ninguno se atrevió a preguntarle qué llevaba ahí. Pero ante la Admiramos la enorme panza de la futura parturienta y la comparamos con la del esposo en potencia. Se concluyó que tenían diámetros semejantes. La reunión discurrió cálidamente. Se hicieron algunos juegos, entre ellos uno que consistía en que las mujeres daban teteros de cerveza a sus parejas, quienes debían beber lo más pronto posible su contenido. Hubo algunos incidentes, pero en general, todos los participantes resultaron ser buenos bebedores. También se entregó a los asistentes una serie de letreritos sujetos a unos palillos que exhibían frases como: “Tengo hambre”, “Y la comida qué”, “La Minitía”, etc. “La Minitía”. A cambio del paquete que había cuidado con tanto esmero, Martica portaba ahora en sus manos ese letrerito. Obviamente se le hicieron las fotos respectivas, obviamente Navidad 2008. 37 Foto: Carlos Cortés
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas nos causó ternura. Ese amasijito tupido de arrugas estaba ahí, El trajecito pasó por muchas manos, fue objeto de embeleso quietecito, permitiendo que sus sobrinos la fotografiaran para de las tías y de los demás. Una de ellas lo puso a la luz para dejar una huella imborrable en la historia de la familia. contemplarlo mejor, otra intentó medírselo a un muñeco de trapo. Martica, con la sangre hirviendo, se levantó y avanzó Luego vinieron las bebidas y la comida, pero no hubo más contra la Gorda. Letrerito en mano. Hubo una abuelita alcohol. La conversación se fue tejiendo entre los más cercanos. que, recurriendo al instinto maternal, dobló perfectamente El ambiente se decoró con chistes tontos. el vestidito, evitando así que se arrugara más. Y viendo a Martica en pie, se le atravesó diciendo: Finalmente, los regalos. Medias de bebé, pañales, biberones, pijamas, cobijitas, cremas, pañalera, baberos; maricaitas - Mija, póngale usté el overol al niño. pa’morder y chupar -como decía un tío-. Laura, con la barriga ¡Ay! Va a quedar tan lindo. hinchada y ayudada de una niña impulsiva, los tomaba en sus - Pero… manos, los elevaba en el aire y después de mirar las tarjeticas, - Hágale, mamita –insistió la mujer. leía en voz alta de quién para quién. Posteriormente, y con - Es que… cierta lentitud que rayaba en el suspenso, los obsequios eran expuestos para que todos los admiraran. ¡Oh! ¡Una cobijita! ¡Ah! Alguien interrumpió y apartó a la abuelita, mientras le ¡Un tetero! ¡Ay! ¡Unas mediecitas! Como hubo tanta cosa, la niña susurraba: “Mita, el niño no ha nacido”. se apresuró y fue destapando los regalos a diestra y siniestra, sin consideración con el suspenso instituido por la futura madre. En fin, todos tenían que ver con el vestidito, excepto la Gorda que nunca pudo tenerlo en sus manos. *** La Minitía no se desprendía de aquel letrerito. Se notaba Este desajuste en la reunión calmó su ánimo. La rabieta en su expresión la admiración por cada uno de los presentes acostumbrada que Martica solía dedicar a la Gorda, y que referidos. Sin embargo, una mueca de fastidio palpitaba por terminaba en un monólogo de gritos por parte de esta última, momentos en ella. Martica acá, la Gorda allá. Cuando le llegó el turno a la familia Cortés, desvió la mirada hacia su hermana. El anuncio del montón de regalos continuó. Pasados unos minutos, la portavoz de las sorpresas comunicó: “De Martica para Lucas”. El semblante se le transformó. Una fiera mirada impactó a la tía Gorda. Ésta se quedó pasmada, presentía lo peor. El letrerito, que hasta entonces permanecía erguido, se fue inclinando en sus manos y desapareció de nuestra vista. Laura destapó el regalo sin apelar a la dulce tensión. Y al unísono: ¡Oooh! Los espectadores se dejaron llevar por la sensación que el overol azul y la camisa blanca bordada les causó: ¡Aaay! Dio la impresión de que todos estaban preparados para aquel momento, como si hubiesen planeado dicha reacción. A tal punto fue la coincidencia del asombro que luego rieron en simultáneo. “¡Me quedo callada!”, solía instigar a pocos metros cuando la rabia la desbordaba, como ahora. Algo en su interior bullía y estaba a punto de explotar. Martica en su habitación 38 39
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas no prosperó. En lugar de ello, una inexplicable alegría coloreó su rostro y el avisito ése se izó de nuevo. El babyshower terminó en la noche. Antes de regresar a casa, los invitados se despidieron (nos despedimos) expresando su satisfacción y agradecimiento. Uno de ellos contó que el overol y la camisa los compró Martica gracias a los ahorros cultivados durante muchísimos días, producto de los encargos o mandados que hacía a sus hermanas. Tres o cuatro veces a la semana repasaba las moneditas sobre su cama, las amontonaba según su denominación. Las contaba una y otra vez, hasta que el olor a cobre y níquel la impregnaba. Parecía abonarlas con sus manos, las regaba con bonitas palabras y las consentía con sus caricias para que crecieran rápidamente. Este milagro sucedía en las tardes. Ella, con las piernas cruzadas, concentrada en su tarea. Un sol desvaneciéndose a través de la ventana y la montaña en la lejanía arropando la mirada. 40
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Por: Enrique Álvaro González Pensionado INPEC. LA PRIMERA Autor del libro: Relatos cautivos VEZ No sabría decir con exactitud si lo que voy a contar es creíble como testigo presencial, o es solamente el vestigio de unos recuerdos que a través del tiempo han sido requeridos, según quiera extraer de ellos imágenes gratas o dolorosas. Más adelante explico. Era el comienzo de los años setenta. Quince años de mi vida, durante los cuales, la libertad de procedimientos ante ella no eran tomados por mí, sino por la férrea voluntad de mi madre. Hoy día comprendo que esa rigidez estaba encaminada a sacar de mí alguien de provecho, por ende lo que mi vieja decía era cierto: -A usté puede que no le guste mucho, pero mientras viva conmigo hará lo que yo diga. Es por su bien. Pero repito: “hoy”, porque en aquellos tiempos, despertaba en mí la rebeldía como el cachorro de tigre a los intentos de caza y poco o casi nada tenía en cuenta sus reprimendas. El país cosechaba lo que habían sembrado los recientes años sesenta. Un ejemplo, era el fruto que germinaba al árbol de la protesta civil en aquel 1971, cuando los padres de todo el país, o por lo menos los que oyeron la radio o estuvieron esa tarde en la avenida 76 de Ciudad Kennedy, en Bogotá, se santiguaron al ver por primera vez a sus hijos que apenas descollaban en la preparación bachiller, volcados a las calles con pancartas y mensajes en los que apoyaban a los universitarios, a los sindicatos y pedían a gritos libertades personales. 43
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Me atrevo a decir que entre los marchantes, no hubo aquella Bajo el liderazgo de los de sexto, hoy once, del Distrital, tarde, aparte de los agentes uniformados y los momentáneos del INEM y de otros colegios oficiales y privados que ya no espectadores que se echaban bendiciones, mucho mayor de edad, recuerdo, pero que quedaban en Ciudad Kennedy, se planeó pues la mayoría de ésta, se adquiría entonces a los veintiuno y a partir de esa tarde el acompañamiento a las marchas de los los que esa tarde caminamos, no llegábamos a ellos. Estábamos huelguistas mayores, que tendrían lugar en el centro de la allí, sin el conocimiento de los ciudad unos días después. respectivos padres o tutores, pues ellos vinieron a enterarse La primera reacción del alumnado ante un cese de con el escándalo, lo que quiere actividades es de fiesta. No tareas, no previas, no profes decir, que marchábamos y mamones; fútbol, desparpajo, fiesta. Nuestra especie no era protestábamos, porque eso distinta, pero como según Darwin, los mejores se hacen notar, formaba parte del empastre, algunos muchachos de sexto dieron la idea y a los demás la gallada, la pandilla, o como nos pareció hasta chévere, por eso nos dedicamos a hacer dicen hoy, el parche. pancartas y a copiar lo que veíamos en los desplazamientos de los noticieros, en la vida diaria y en toda protesta popular, En el colegio distrital que como siempre y gracias a Chuchito, no han faltado. John Fitzgeral Kennedy, del barrio homónimo, un día Llegado el momento, partimos de nuestros respectivos antes, el profesor encargado planteles con el fin de encontrarnos frente al Ley de la 76 de la prefectura, a quien los y de allí caminar por las Américas, hasta Puente Aranda, estudiantes llamábamos, subir por la Jiménez, y en la Séptima girar hasta la plaza mezcla de cariño y protesta, de Bolívar, que era el sitio de reunión de los que nosotros El Perfecto, después de llamábamos, Los Cuchos. m a ntener a l cuer p o de profesores a la espera de «Quince años de -¿Se imaginan la reacción de Los Cuchos al vernos llegar, supuestos arreglos laborales, mi vida, durante los güevón? no pudo más y se adhirió cuales, la libertad de al movimiento de quienes procedimientos ante Nosotros salimos desde la avenida Primero de Mayo, por exigían la huelga general. ella no eran tomados la ruta de los buses hacia la zona comercial donde estaba por mí, sino por la el almacén Ley; otros, como los del INEM, partieron de Se unió a ella contra sus férrea voluntad de mi la avenida Abastos. Un grupo venía desde la iglesia de La principios, pero obligado por madre». Macarena y así, mientras coreábamos las mismas arengas de la sordera oficial, según dijo la Nacional, la Distrital y de las marchas sindicales, no faltó en una arenga memorable quien aprovechara el momento para atacar a alguien o a algo. a nte l o s a l u m n o s d e l Distrital, que aquella tarde, quedamos convertidos por -“Grite y grite, joda y joda, los amigos, las niñas, pocas, sus palabras, en ciudadanos responsables de su sociedad pero hay”. “Los viejos en la casa ni se imaginan en las que y de su futuro. Lástima que en la primera muestra de esa ando. Ojalá no vayan a estar en la calle, porque me pillan. responsabilidad, los mazos y el agua hubieran devuelto a un Hermano, ¡cúbrame!”. buen número a su vida cómoda de hijos. Todo, absolutamente todo pudo haber salido bien, porque a 44 45
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas lado y lado de la calle habían agentes y el orden se mantuvo estudiantes, con una parte de la policía en medio y otra por los durante el desplazamiento desde el colegio al Ley, pero cuando lados y por detrás nuestro, la vi escabullirse bajo el escudo de llegamos a la 76 y nos dirigimos al sitio de encuentro, vimos uno de los agentes y correr con una decisión tan grande, que allá abajo, al otro extremo de la avenida, digamos a unas la discapacidad en una de sus piernas le hizo dar grotescas diez cuadras, un piquete policial que impedía el paso de los zancadas cojas, pero no le muchachos del INEM y de otros colegios. impidió llegar a abrazarse con los primeros de nuestros -Huy, marica, ¿qué pasó? m a rch a ntes . A l m i s mo -¡La tomba, hermano, la tomba! t iempo, los est udiantes abrazados empezaron En ese momento caímos en cuenta de que la policía vista a re c i b i r l a s p r i m e ra s en el camino desde el colegio, nos había seguido y ahora nos reacciones policiales. habían cerrado las salidas de la avenida o, para decirlo en términos de película de guerra, nos habían emboscado. Solo Ju sto a hora ex pl ico quedaba, para un posible escape, la entrada a los edificios por qué los recuerdos de donde seríamos fácil presa, el Ley o las casas, donde o nos aquella tarde traen a veces cogían los papás o nos escondían. Pero después supimos que imágenes gratas, y otras, lo que ellos buscaban era no permitir que la marcha saliera imágenes dolorosas. Vi unos del barrio. Y claro, lo lograron. cinco o seis muchachos enfrentar a los agentes que El desmadre fue cosa seria. A lo mejor si no corremos quisieron agarrarla, entre no pasa nada, todo se habría arreglado con detener uno ellos nuestros líderes, y que otro joven para entregárselo después a sus padres con contra ellos se dirigió la matrícula condicional en el colegio, o algo así, pero no. En acción oficial. Ella, con ojos nuestro caso, los del Distrital, seguimos la marcha guiados por espantados, a lo mejor como la voz estentórea de Arbeláez, a la postre uno de los mejores nosot ros , desc ubr iendo bachilleres de ese año, que nos animaba a unirnos con los que recién la trascendencia venían al otro extremo de la avenida. ¿Y saben qué? Eso no era de lo que hacíamos por un grito. Era una orden, hermano. «El país cosechaba lo primera vez los estudiantes que habían sembrado de bachillerato, esperaba Ese man estaba imbuido en su rol de líder, y acompañado de los recientes años estática, asombrada, sin Cortés, otro de sexto, tomaron la punta de la marcha pidiendo sesenta». percatarse de que el tumulto que los siguiéramos, y los demás, aunque estábamos cagados en que se había convertido el del susto, porque entendimos en qué nos habíamos metido, enfrentamiento la aplastaría no nos sentimos capaces de dejarlos solos. A medida que la de un momento a otro. distancia entre los dos colegios y los agentes mermaba y estos ordenaban detener la marcha, los grupos fueron acelerando, Llegué a ella sin saber por qué. A lo mejor por verla tan acelerando hasta que terminamos en carrera. inerme pero a la vez tan resignada, como quien dice: “Ah, qué carajo. Ya que pase lo que pase”, y la saqué del remolino No sé qué fue lo que pasó, pero el caso es que cuando de gritos, patadas, empujones y palazos, a costa de recibir estábamos a una media cuadra de unirnos los dos grupos de algunos. Luego corrí halándola y alcancé a ingresar con ella al 46 47
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas Ley en el momento en que los empleados del almacén bajaban las cortinas metálicas. No sé cuántos pudimos entrar, aunque sí alcancé a ver a otros de mis condiscípulos correr sin control con la desbandada que se formó tras ellos. Luego, en una de las esquinas de los edificios, vi aparecer el tanque de agua. Cuando vuelto en mí quise preguntarle a la niña sobre su estado, no la vi por ninguna parte, pero después supe que gracias a su historia, fui durante unos meses un héroe entre las niñas, lo que generó otros recuerdos gratos, además del rescate de Orfilia, nombre de la niña. Ver al día siguiente a Cortés, Arbeláez y otros líderes estudiantiles incapacitados de tantos golpes recibidos, con el rostro amoratado y dificultad para hablar, es algo que daña todas las cosas buenas. Aunque eso no fue lo que más me impresionó, lo que realmente me hizo sentir miedo, sucedió en las respectivas reuniones de las directivas con las asociaciones de padres en los colegios implicados. Por una parte, nos informaron que ninguna demanda por lesiones a los estudiantes fue aceptada, además se nos dijo, con gestos de vergüenza, que agradeciéramos el hecho de que no fuéramos expulsados por haber participado en la marcha. Queda en la memoria el mensaje mudo que adiviné en la mirada de algunos de los agredidos y sus palabras, en cuanto pudieron decirlas: -Lo que más nos duele, es que a ustedes también los hayan amordazado. Hoy, más de cuarenta y cinco años después, cuando una breve mirada a la historia nos dice cuántos insurgentes nacieron por cosas como las de aquella tarde, me repito la misma pregunta que me surgió con aquellas miradas: “¿Cuántos de ellos decidieron un día tomar el camino de las armas, obligados, lo mismo que El Perfecto, por la sordera oficial?”. 48
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