Crónicas Alba Lucía Aguirre Franco Diego Arias Cortés Luz Stella Giraldo Gallego - cidba

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crónicas

Alba Lucía Aguirre Franco
   Diego Arias Cortés
Luz Stella Giraldo Gallego
Crónicas Alba Lucía Aguirre Franco Diego Arias Cortés Luz Stella Giraldo Gallego - cidba
Alba Lucía Aguirre Franco
       Diego Arias Cortés
    Luz Stella Giraldo Gallego

          narrando
NUESTRO TERRITORIO

         crónicas
Crónicas Alba Lucía Aguirre Franco Diego Arias Cortés Luz Stella Giraldo Gallego - cidba
Alba Lucía Aguirre Franco
                                                                                                    Diego Arias Cortés
                                                                                                 Luz Stella Giraldo Gallego

NARRANDO NUESTRO                                                                                       narrando
                                                                                             NUESTRO TERRITORIO
TERRITORIO
  crónicas

Libro digital Primera Edición

                                                                                                      crónicas
Universidad del Quindío

Decanatura de Ciencias Humanas y
Bellas Artes

Fernando Hernández García
  Decano Encargado

Decanatura de Ciencias de la
Educación

Jhojan Cardona Patiño
  Decano Encargado

Programa Ciencia de la Información
y la Documentación, Bibliotecología
y Archivística.

Fernando Hernández García
  Director

Licenciatura en Literatura y Lengua
Castellana.

Juan Manuel Acevedo Carvajal
  Director                                     Diseño y Diagramación
                                                 Oficina de Publicaciones Universidad del
Autores                                          Quindío
Alba Lucía Aguirre Franco
Luz Stella Giraldo Gallego                     ISBN: 978-958-5556-02-7
  Docentes del Programa Ciencia de
  la Información y la Documentación,           Todos los derechos reservados. El copyright
  Bibliotecología y Archivística               es propiedad exclusiva de los autores y por
                                               lo tanto no se permite su reproducción,
Diego Arias Cortés                             copiado ni distribución total o parcial ya
  Docente de la Licenciatura en Literatura y   sea con fines comerciales, personales o sin
  Lengua Castellana                            ánimos de lucro sin previa autorización de
                                               los mismos.
Edición y Corrección de Estilo
  Diego Arias Cortés                           Armenia, Quindío. Abril de 2019
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Tabla de contenido

 De músicos montañeros................................................ 13
     Por: Carlos Fernando Gutiérrez

 Don Merino. El hombre que escribía con la luz..........17
     Por: Claudia Milena Pinilla

 El milagro de la vida,
 en un milagro de ciudad................................................23
     Por: David Alejandro Duque

 Martica.............................................................................33
     Por: Diego Arias Cortés

 La primera vez.................................................................43
     Por: Enrique Álvaro González

 El Salento de antes.
 Salento, reserva cultural del Quindío ......................... 51
     Por: Enrique Barros Vélez

 Nunca más.......................................................................63
     Por: Johan Andrés Rodríguez Lugo

 Historia de una canción: La casa del silencio............75
     Por: Luis Carlos Vélez

 La vida en las montañas............................................... 81
     Por: María Paulina Vásquez

 Maestro de caminantes................................................. 91
     Por: Natalia Esperanza Aguilera Arias

 El tranvía de Ayacucho................................................103
     Por: Nathalia Baena Giraldo
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PRÓLOGO
   Todos tenemos algo por contar. Gabriel García Márquez
decía que: “el deber de los escritores no es conservar
el lenguaje sino abrirle camino en la historia”, y tal vez
tenía razón. Nuestro territorio no es solo el lugar en el
que habitamos. Es, también, las personas que lo caminan,
las estructuras que lo adornan, los desastres que lo
transformaron, los acentos, los mitos de barrio, las tiendas
de la esquina, las calles que antes eran estrechas y ya no, la
comida, los cantantes de esquinas y los distintos lugares que
lo hacen único en el mundo. Es, es gran medida, la diversidad
cultural, la gente y las costumbres que lo conforman. El libro
Narrando nuestro territorio pretende mostrar, por medio de
crónicas, aquellas historias que a partir de un hecho particular
pueden, quizá, ayudar a entender un universo entero.

Música montañera que evoca los caminos del café, las fondas
y las montañas quindianas; la alquimia del fotógrafo Merino
que, décadas atrás, embellecía a las celebridades de Armenia
a través del retoque manual de negativos; la llegada del
tranvía de Ayacucho a Medellín, la ciudad que le ha apostado
a la cultura por medio de la movilidad; historias de la vida
que nunca más serán; la canción envuelta en un pasillo que
recorre la casa del silencio, habitada por arrugas y cabezas
blancas; protestas civiles, gente que calla y otra que sabe
para qué sirve el poder de la palabra serán, entre otras, las
historias que se leerán en este libro y que quedarán en nuestra
memoria por mucho tiempo.
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Los programas Ciencia de la Información y la Documentación,
Bibliotecología y Archivística y la Licenciatura en Literatura y
Lengua Castellana, de la Universidad del Quindío, quisieron
hacer realidad este proyecto con el objetivo de incentivar
no solo el ejercicio de la lectura y escritura sino, con mayor
fuerza, el de la memoria. Esa idea de que todos tenemos
algo que contar, ese ejercicio de convertir los recuerdos o los
sucesos en historias que perduran con el tiempo.

Con una convocatoria abierta a nivel nacional y un juicioso
trabajo de corrección de estilo, diseño y edición, fue posible
reunir, a continuación, una pizca de historia regional y
colombiana escrita por personas comunes y corrientes; relatos
que quizá no hoy, pero sí en un par de años, sean una fuente
de sonrisas y recuerdos que evoquen lo que fuimos, lo que
hubo, lo que sucedió y que no importa por qué, ya no existen.

                          Nathalia Baena Giraldo
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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

                                              De músicos
                        MONTAÑEROS
                                     Por: Carlos Fernando Gutiérrez
                                                       Escritor, docente.

   Pocos sabíamos que era su tarde de inspiración. Que hacía
muchos días no se lo veía por la Calle Real de Armenia,
Quindío. A lo mejor estaba recuperándose de sus dolencias
de viejo o rebuscando el sustento semanal, en las fincas de
Quebradanegra o La Bella de Calarcá. Solo conocíamos algunos
datos sueltos sobre su vida y su pasión: la música montañera.

   Algunos murmuran que llegó muy joven de un pueblo
olvidado del Risaralda, otros que tuvo una mujer siendo
joven y enviudó. Sólo datos sueltos que se dicen de alguien
que nos detiene por un momento, mientras improvisa su
presentación callejera. Su presencia es como esa canción que
pronto olvidamos, como ese gesto de mujer nocturna que
lanza su moneda al azar.

   Así es este personaje único en la región cafetera. Quizás verlo
haciendo su papel callejero por tanto tiempo, ha formado una
amistad distante y solidaria. Casi siempre acudo a su sombrero
con un billete de mil pesos o un puñado de monedas de mi
bolsillo. Si el azar nos hace coincidir un fin de semana o una
quincena, le dejo dos mil pesos y un saludo cordial. Él agradece,
junto a sus compañeros de música.

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas                                                                   Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

 «Siempre trato                    Siempre trato de encontrar un           musicales de Los Relicarios, Los Trovadores de Cuyo, Los
 de encontrar un                gesto nuevo, de ver lo novedoso de         Visconti, Olimpo Cárdenas, Julio Jaramillo, entre muchos otros.
gesto nuevo... de               su improvisado baile, de evocar las        Estos hombres son testimonio de una música que evolucionó
  remontarme a                  raíces de esta música que nació entre      hacia autores más reconocidos como Darío Gómez, Luis
las parrandas de                montañas y colonos, de remontarme a        Alberto Posada, El Charrito Negro; hasta llegar a un fenómeno
fondas y casetas                las parrandas de fondas y casetas de       más comercial: la música de despecho; hoy día echada a
 de vereda en la                vereda en la región del Eje Cafetero. Sé   menos por la cultura traqueta que la contaminó.
   región del Eje               que allí está la luz. Está la magia que
      Cafetero».                recorre a estos músicos venidos a menos,      Pero allí están ellos, con su testarudez a cuestas. Con
                                castigados por la pobreza y la vejez. Un   sus monocordes musicales, con sus voces cansadas, con
                                show de músicos vinculados por esa         su persistencia de sobrevivir, con sus canciones tristes que
                                nostalgia de sus años campesinos entre     nos llevan a nuestras infancias. Pero hoy, el personaje que
                                las montañas del Quindío, robándole        baila está inspirado. Lo sabemos quiénes lo conocemos en
                                tiempo a sus labores entre surcos y        este improvisado escenario callejero. Lo sabemos por la
                                cafetales. Rasgando una tonada, después    fuerza de sus pasos, por su palmoteo fuerte, por gritar fuerte
                                de un agotador día de sol o de lluvia.     el monocorde del “Ratón con pantalones”. Lo sabemos por
                                Entonando una melodía simple con una       sus saltos y vaivenes que acompañan su particular baile
                                guitarra o un tiple. Inspirados en las     montañero. Allí está frente a nosotros como un artista venido
                                rancheras y corridos mejicanos, en los     a menos, pero con una dignidad única. Todos gritamos:
                                valses, tangos y zambas argentinas o los   ¡Eso, Ratón! Él agradece concentrado en su ritmo frenético
                                boleros antillanos.                        y seductor. Así es la vida, repartiendo dones y gracias al
                                                                           observar estos músicos que nos vienen a evocar caminos de
                                   Tras estos tres músicos y un bailarín   café, fondas y montañas quindianas, en rústicas melodías.
                                que sincroniza los pasos del baile
                                montañero, se esconde una tradición que
                                se niega a morir. Retazos de recuerdos
                                musicales, nacidos entre cosechas de
                                café y músicas populares de carrilera.
                                Melodías y letras de colonos cafeteros
                                que fueron desplazados por la violencia
                                partidista de los años 40 al 60 en las
                                regiones cafeteras del Gran Caldas,
                                Antioquia y Tolima.

                                   Tras estos hombres que sobreviven
                                con migajas de ciudad, se hayan esos
                                colonos recios de ruana, sombrero                     «Un show de músicos vinculados por esa
                                y machete que tumbaron selvas en                     nostalgia de sus años campesinos entre las
                                el Quindío y fundaron sus pueblos                    montañas del Quindío, robándole tiempo a
                                cafeteros. Tras estas melodías, poco                      sus labores entre surcos y cafetales».
                                entonadas , están esas herencias

                                              14                                                         15
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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

                                                DON
                                   MERINO
                                   el hombre que
                                    escribía con la luz.
                                     Por: Claudia Milena Pinilla
                                     Estudiante Licenciatura
                                     en Literatura y Lengua
                                     Castellana, Universidad del
                                     Quindío.

   Era 1978 en la ciudad de Armenia, ardía “La esquina de la
carrera 14”. “Román Merino perdió, además de sus haberes,
el más preciado archivo histórico fotográfico de la ciudad.
Merino hace declaraciones en la madrugada del incendio”. Él
mira con nostalgia aquel pedazo de papel que además guarda
la imagen fotográfica de las ruinas del incendio. Aquello
sería el recuerdo imborrable de una pérdida importantísima
para el departamento del Quindío; su memoria fotográfica
ardió y se consumió en unas cuantas horas.

     -Si supiera todo lo que yo tengo en esta cabeza, si pudiera
     pasarle toda la información que sé -decía don Merino
     mientras apretaba la cabeza del joven estudiante Pablo.

   Éste le pide que le hable un poco más sobre la fórmula
para crear diferentes tonalidades en una fotografía a blanco y
negro. Don Merino prefiere servir una café mientras lo mira
de reojo; inicia el relato de su vida, de cómo llegó a ser el
mejor retocador de fotos.

     -La fórmula para revelar las imágenes a blanco y negro la
     inventé yo… Utilizo la cantidad necesaria de elón y metol,
     además de la hidroquinona. ¿Para qué quiere saber tanto?

                              17
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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas                                                              Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

      - Pe r o , ¿ u s te d l e p o n e m á s                                               Desde Antioquia, hace más de 40
      hidroquinona, cierto?                                                              años, llegó Román Merino para hacer
                                                                                         parte del Círculo de Periodistas del
      -Este muchacho sabe mucho…                                                         Quindío. “Esa es otra historia” –dice-,
                                                                                         mientras vuelve a fumar su cigarrillo y
      -¿Cuántos gramos de hidroquinona                                                   toma un poco de café. Con una sonrisa
      le pone para mejorar el revelado?                                                  y un tono irónico, le repite al estudiante:

      -¡No, mijito! Esa información vale                                                       -¡Todo lo que sé, vale mucho!
      mucho.
                                                                                            Siendo un jovencito de quince años
   Hombres que revelaran fotografías                                                     que vivía con su familia en Medellín,
había muchos, pero como don Merino                                                       decidió dejar de estudiar. Esta ocurrencia
no ex i st ía ot ro que reto ca ra los                                                   terminó por molestar a su padre, quien
negativos. Su técnica para editar o                                                      inventó un castigo por semejante
corregir las imperfecciones de sus                                                       atrevimiento. Así fue como terminó
clientes era exclusiva. Gracias a sus                                                    donde un amigo de la familia, el vecino
fórmulas secretas, a la precisión al                                                     fotógrafo a quien debería ayudar en
momento de tomar la fotografía,                                                          sus labores diarias, de esa manera,
elegir el diafragma adecuado y medir                                                     aprendería la disciplina de un oficio.
con exactitud asombrosa la cantidad
de luz necesaria, don Merino hacía                                                          Su vida giraría en torno a la luz
magia en el cuarto oscuro al momento                                                     y con ella llegaría a esta región
de revelar los negativos. Después de                                                     quindiana. Un viaje por Brasil le
algunos minutos y tener los negativos                                                    permitió mejorar su técnica para crear
impecables, el trabajo con el retoque                                                    murales fotográficos y perfeccionar el
manual empezaba en el atril, un                                                          arte de retocar los negativos a mano.
artefacto construido por él mismo,                                                       Editar imágenes de forma manual y
el cual tiene una gran lupa y lápices,                                                   utilizar químicos para el revelado y
cuya punta puede medir hasta cuatro                                                      el barniz para el retoque, serían los
centímetros del largo.                                                                   elementos que completarían su vida
                                                                                         para convertirla en una obra de arte.
   Fue reconocido como uno de los
mejores fotógrafos del Quindío, y                                                            Las nuevas técnicas que aprendería en
durante 70 años de experiencia en el                                                     Brasil, las desarrollaría plenamente a su
trabajo con la luz, logró documentar             «Su éxito con las mujeres fue tal       llegada al departamento del Quindío en
gran parte de las personalidades,                que ellas habían creado un dicho        los años sesenta. Armenia se convertiría
eventos importantes e instantes que             que hacía resaltar las características   en el nuevo hogar de uno de los mejores
ahora están guardados en la memoria                de su trabajo: Dios las hace y        fotógrafos de Colombia. Román Merino
de muchos álbumes familiares y                        Merino las compone».               sería el fotógrafo favorito de aquella
archivos históricos.                                                                     época, el encargado de hacer los retratos

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

para las familias prestigiosas de la ciudad. Era el más solicitado,
gracias al arte del retoque manual directo sobre el negativo,
el cual utilizaba cuando era necesario mejorar la calidad de la
imagen y los rostros de algunos hombres y mujeres distinguidos.
Fue así como ocupó un lugar importante en la historia de nuestro
departamento, sobre todo entre las mujeres. Su éxito fue tal que
ellas habían creado un dicho que hacía resaltar las características
de su trabajo: “Dios las hace y Merino las compone”.

   La técnica de edición que él empleaba es muy antigua,
se hace a mano y con tres tipos de lápices, una lupa grande
y una fuente de luz que pasa a través de una lámina blanca
incrustada en un cajón de madera. Este cajón de madera se le
conoce como atril. Todos estos instrumentos son necesarios,
pero lo más importante es la fórmula para hacer ese líquido
casi mágico que se llama barniz, indispensable para el retoque
sobre el negativo.

       -Para entender cómo funciona esto hay que estar atento
       -repite don Merino y le pide a Pablo que se concentre-.
       Después de pasar el negativo por el mejor proceso de
       retoque manual, se refuerza la calidad de la imagen en el
       cuarto oscuro. El trabajo en la ampliadora es igualmente
       importante. La imagen proyectada sobre el papel
       fotográfico, después de unos segundos, debe pasar ahora
       por dos químicos diferentes, revelador y fijador, los cuales se
       preparan modificándolos según la necesidad del contraste y
       la textura que le quiere imprimir a la fotografía.

   Cuando don Merino explica las razones de su éxito durante
tantos años como fotógrafo y su excepcional técnica de retoque
manual sobre negativos, agradece la disciplina que adquirió
trabajando con su vecino en Medellín, mientras cumplía el
castigo que le impuso su padre. Así nacería ese gran amor
por su oficio, ese que duraría hasta el último día de la vida de
un virtuoso dibujante de la luz, quien dedicó por completo su
existencia al arte fotográfico.

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónica

  EL MILAGRO DE
  LA VIDA, EN UN
MILAGRO DE CIUDAD
Por: David Alejandro Duque
Profesional en Ciencia de la Información
y la Documentación, Bibliotecología y
Archivística, de la Universidad del Quindío.

   Siendo el primero de julio de 1966,
desde la que entonces fuese la nueva
capital departamental, el expresidente
de la república Guillermo León Valencia
pronunció lo que hasta hoy y desde
entonces es la denominación más precisa
para la ciudad de Armenia, su historia
y tal vez su constante existencial. En
aquel entonces se designa “milagro de
ciudad” a la capital quindiana gracias
a su desarrollo y crecimiento urbano
alcanzado en poco tiempo, es la
constancia la encargada de acentuarlo
a partir de sus alcances como urbe y
subsecuente importancia para la región.
La ironía, sin embargo, es el acompañante
constante de la vida, cambia palabras
y significados, los ubica en los sitios
menos esperados. Dicen por lo mismo,
los milagros adoptan diferentes formas,
aunque este tomó diferente valor.

   “En el Eje Cafetero ocurrirá un gran
terremoto”, fueron las tajantes palabras
del ingeniero Hugo Monsalve en octubre
de 1998. “Terrorista, amarillista, agitador
del pánico en la población”, a modo de
respuesta hacia la advertencia por parte
de los entes encargados. Otra vez, de
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas                                                                     Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónica

forma calcada y sobre iguales caminos, se repitió la historia             escombros y recuerdos en forma de              «Las casas
sin fin; planificar le cuesta a Colombia, y si le cuesta no sirve.        objetos o personas. El transitar se              parecían
                                                                          convirtió en imposible en un lugar no         hacer parte
   Una llovizna ligera, un cielo encapotado, un presagio de               solo consumido por restos sobre la calle             de un
tristeza y vacío, serían la mejor descripción de la mañana                sino también así por abrirse campo a un          macabro
del 25 de enero de 1999 antes de la fatídica hora (1:19 pm).              mar humano que se movía sin claudicar            juego de
Cuentan, con palabras pausadas, la tierra se movió con poder              hacia el milagro de encontrar con vida
y brusquedad inusual, menos de un minuto equiparable en                   algún ser querido entre el desastre.
                                                                                                                        dominó...».
horas, en el que el reflejo era la huida de la vida misma. Las            Algunos tuvieron suerte de ver tan
casas parecían hacer parte de un macabro juego de dominó,                 solo lo material derruido mientras
ésta tumbaba la de más acá, la de más acá tumbaba la de más               podían sentir esa pequeña punzada
allá, se caía una, luego la otra y la otra; al compás de gritos           de alivio al observar su familia en pie.
desesperados de niños, adultos, viejos, padres, hijos, abuelos,           Otros, sin embargo, debieron soportar
angustiados por una bocanada más de existencia en un mundo                la visita de una muerte camuflada,
que se derrumbaba rápidamente ante sus ojos. Sí, tres meses               casi imperceptible dentro de una
antes, ¡tan solo tres!, se dio un primer campanazo de alerta              nube de polvo, sangre y basura que
que nadie quiso escuchar.                                                 parecía inextinguible. Si en el resto
                                                                          del país desde las radios y noticieros
   El día en cuestión y por la indiscutible vía del nocaut, el            frecuentados se escuchaban datos sobre
                      contrincante “ganador” venció a su                  posibles muertos, así como el grado de
                      frágil homólogo, pero también fue                   afectación del lugar, en Armenia se oía
                      vencido y quiso en el fondo no ser el               a modo grito, eco o sollozo el: “¿Dónde están? ¿Están bien?
                      vencedor. Esta vez no hubo aplausos                 ¡Auxilio! ¡Llamen a alguien!”.
                      para la figura triunfal, pero sí altas dosis
                      de incredulidad del público presente.
«... la tierra
se movió              La profecía se cumplió cruelmente,                                  Una muerte
con poder y           mostrando de primera mano, o mejor                             sin espíritu deportivo
brusquedad            aún de la mano de la muerte, el poder
inusual...».          destructivo de la tierra a una pequeña
                      ciudad de poco más de 30 0 .0 0 0                       Darío Campagna, exjugador argentino, arribó en 1985 por
                      personas, acostumbrada, entre otras, a la           vez primera a la ciudad de Armenia luego de su agridulce
                      falta de perspectiva futura y al “Eso por           paso por Rosario Central. Descartado en tierras gauchas
                      acá no va pasar, no seamos extremistas”.            decide probar suerte en el cuadro cuyabro, famoso, entre otras
                                                                          cosas, por conformar escuadras con base en futbolistas de
                                 M a g n it ud 6 , 4 en l a esca l a de   dicha nacionalidad. En poco tiempo su acento termina por
                              Richter, destrucción de cerca del 75%       destacar más allá de lo literal, permeando así los afectos de
                              de la ciudad, 1.900 muertos, cerca de       una hinchada exigente. Anexó el medio campo a su zona de
                              3000 heridos; barrios prácticamente         dominio personal: regates con enorme calidad, visión de juego
                              en el suelo: La Brasilia, Corbones,         exquisita, pegada y olfato de gol únicos que terminaron por
                              Granada, el sector del centro. Todos        rendir a sus pies las tribunas del antiguo estadio San José. A
                              los lugares se unían en un solo de          lo largo de tres temporadas fue pieza vital para el sistema de

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                                                                               vida, en tierras lejanas, de manera abrupta y sin posibilidad
                                                                               de prórroga. La tierra crujió, el hotel de tan solo siete pisos
                                                                               colapsó de manera simple; tic, tac: cuestión de segundos; tic,
                                                                               tac: como una casa de naipes; tic, tac: como un gol de penalti,
                                                                               al ángulo, duro y sin chances de taparlo.

                                                                                  “Creíamos que la comunicación se había interrumpido por
                                                                               un problema de línea”, comentaba aún perplejo el periodista que
                                                                               tan solo horas antes entrevistaba a un Bihurriet ilusionado. Al
                                                                               tiempo, y en contraste, el arquero Néstor Lo Tártaro (también
                                                                               argentino) buscaba desesperado entre los escombros del hotel
Darío Campagna (izq) y Diego Montenegro (der), fallecieron al derrumbarse el
hotel donde se hospedaban en Armenia el 25 de enero de 1999. Foto: periódico   a sus compatriotas desparecidos. Tenían planes de vivir cerca,
Veapues Quindío. http://www.veapuesquindio.com/noticia/campagna-montenegro-    presentar a sus hijos y juntos alcanzar la gloria en el club.
y-bihurriet-vivos-en-el-quindio-tras-el-terremoto.
                                                                                  Debía una cita a sus compañeros y lo sabía, una especie
juego impuesto, esquivó rivales, anotó goles y dio asistencias                 de obligación tácita de compatriotas en la lejanía lo obligaba
vitales, tanto fue, que como premio a la labor titánica recobra                acompañarlos a la firma de sus respectivos contratos, por ello
un estatus de calidad cristalizado en un boleto de regreso                     salió de su casa ubicada en el sector norte de Armenia a la 1:19
al país que le vio nacer. Sin embargo, es el destino quien                     pm. Hizo trasbordo a su camioneta, sintió la tierra moverse, bajó
celosamente guardaría el “boleto” de vuelta e impondría las                    de tajo y de forma apresurada. Conocía de primera mano las
reglas menos esperadas para su canje.                                          sensaciones posteriores a un temblor. Había vivido uno fuerte
                                                                               en 1995, sin ningún tipo de daño; por ende, y con tranquilidad
   El miércoles 27 de enero de 1999, el periódico argentino                    fingida, se paró a observar lo que frente a sus ojos manifestaba
La Nación abre su sección deportiva con un lapidario titular:                  el mundo, fue largo, pero terminó sin contratiempos.
“Hallaron abrazados a dos de los futbolistas argentinos
muertos”1 . Campagna (para ese entonces representante),                           El norte opulento de la capital quindiana lucía impecable,
Rubén Bihurriet y Diego Montenegro se encontraban alojados                     solo un pequeño susto, era hora de observar las caras de sus
en el desaparecido Hotel Armenia Plaza, instalado en el centro                 amigos y tal vez, por qué no, hacer una broma acerca del
de la ciudad, a pocas horas de firmar contrato con el Deportes                 sacudón de “bienvenida”. Llegar al centro de Armenia, apenas
Quindío. Luego de una agotadora jornada de entrenamiento,                      separado del norte, resultó imposible. Se bajó del auto y corrió
se disponían descansar en la recepción del lugar, previo a los                 incrédulo hacia el hotel al tiempo que observaba las caras
trámites de incorporación que debían efectuarse en la sede
del club también radicada en la zona. Bihurriet, el más joven
de la camada de extranjeros, daba una entrevista telefónica a                                     «Llegar al centro de Armenia, apenas
Caracol Radio Bogotá. Se jugaba, sin saber, el minuto 90 de su
                                                                                                separado del norte, resultó imposible».
   1. “Hallaron abrazados a dos de los futbolistas argentinos
muertos” (1999). Recuperado de: http://www.lanacion.
com.ar/125995-hallaron-abrazados-a-dos-de-los-futbolistas-
argentinos-muertos

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas                                                                             Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

de angustia y los rostros bañados en sangre que parecían                          se caracterizaban por presentar suma descoordinación,
mirar a la nada. Al llegar, solo una montaña de escombros.                        caminando a ciegas y sin un derrotero definido, la
Escaló rápidamente, quería apartar desde la cima y de forma                       naturaleza humana aprovechó el caos para manifestarse;
simple, cual balones fuesen, cada pequeño fragmento que lo                        su representación previa era el obligado rescate de objetos
separaba de Bihurriet, Campagna y Montenegro. Mientras                            valiosos para la subsecuente supervivencia.
gritaba desesperado el nombre de sus amigos, sintió una nueva
réplica. Ahora sí era el final, pensó. Asustado, y sin querer                        Algunos buscaban extraer algo de sus antiguas viviendas,
abandonar la búsqueda, desiste por amor a su familia, hijos y                     otros intentaban sacarlo todo sin meditar el peligro de
esposa, de vacaciones en Buenos Aires en aquel momento. Tan                       estas acciones. Los entes encargados recomendaban,
solo horas más tarde, con suprema angustia y dolor, encuentra                     insistentemente, alejarse de los sitios afectados, pero los
a sus compañeros, pero ya no levantando la mano dentro de                         oídos sordos no se derrumbaban ante los buenos consejos y
una cancha sino bajo sábanas blancas instaladas a modo de                         seguían con su misión bajo parámetros irracionales. “Él fue
morgue improvisada en un coliseo de la ciudad. La muerte                                                         a sacar el televisor”, “Voy
celebraba el gol en su cara.                                                                                     a buscar el dinero que deje
                                                                                                                 en...”, “No dejaré perder las
                                                                                                                 fotografías familiares”.
   La primera
                                                                                                                        En unas y otras,
     noche                                                                                                          apartando aquí y allí ,
siempre será la                                                                                                     una tierra burlona volvió
                                                                                                                    jugar con la vida de miles
    más fría                                                                                                        de armenios; si tan solo
                                                                                                                    hubiese jugado, mejor se
   La segunda réplica se                                                                                            llevó unas cuantas a manera
concibe desde la mitología                                                                                          de castigo y recordatorio.
urbana del terremoto como                                                                                           Muchos lloraban viendo el
causante fundamental de la                                                                                          final cerca, otras cuantas
mayor cantidad de víctimas                                                                                          voces apegadas ahora sí a lo
fatales, incluso por encima                                                                                         espiritual pedían perdón al
del sismo principal. Desde                                                                                          cielo y a un dios que había
ot ra ópt ica es ta n solo                                                                                          abandonado a su suerte la
varios puntos suspensivos                                                                                           pequeña ciudad.
del que sin dudas es el peor
de los días para la ciudad;                                                                                            Lo que fuese era válido
una apertura abrupta del                                                                                            para asegurar un cupo en el
infierno en una noche fría                                                                                          lugar prometido; la vida se
de enero se acercaba.                                                                                               alejaba tan rápido como un
                                                                                                                    estruendo o sonido repentino,
   Cerca de las cinco de
                                                         «Había que comer, buscar                                   no quedaba más que aguantar
la tarde, hora en la que
                                                      refugio, calentarse; el instinto de                           y pedir, pedir mucho así no se
las labores de búsqueda
                                                      supervivencia lo pedía a gritos».                             creyera en nada. Numerosas

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

estructuras de las que lograron quedar en pie, ahora se caían
presa de la fuerza devastadora.

   Casas y casonas antioqueñas, de esas viejas, viejas de
ventanales y puertas coloridas salían de su agonía y se llevaban
consigo años de desarrollo y vivencias. Donde empezó todo ya
no descansaba el alma de los fundadores, eso también partió al
ver a sus hijos afligidos por el dolor del desastre.

   De igual forma sucedió con edificios importantes como
la Alcaldía, el Centro Administrativo, la Gobernación, la
Universidad del Quindío e iglesias como el Sagrado Corazón, la
Catedral de la Plaza Bolívar y los Franciscanos. Todos quedaron
pendiendo de un hilo, inhabitables y con serios problemas de
estructura. Pasar cerca lastimaba el corazón, los ojos y el todo
de quienes aman o amaban “El milagro de ciudad”.

   Sobre casas derrumbadas caía la noche con una parsimonia
desentendida de lo ocurrido, mientras quienes la veían pasar
no captaron en realidad su presencia. Había que comer,
buscar refugio, calentarse; el instinto de supervivencia lo
pedía a gritos. Como manifestación colectiva se conformaron
pequeños grupos de autocuidado, la cuadra se unió. Los
habitantes del barrio reconocían en el dolor del vecino el
propio. Se habilitaron albergues provisionales por toda la
ciudad: coliseos, canchas y polideportivos, escuelas e iglesias.
Esto no fue lo único que disminuyó la confusión de la
comunidad, también las almas caritativas contribuyeron al
poner a disposición de quien necesitara sus pocas pertenencias
y un hombro amigo, de ser el caso. Mucho de lo que se
recuerda son las acciones increíbles e irónicas vividas por
todos: comedores y muebles, antes valiosos para sus dueños,
se usaron como leña para fogones improvisados en los que
se cocinaban alimentos rendidores con efecto reconfortante;
cobijas nuevas extendidas en la calle para que los heridos
descansaran o para que utilizaran a modo de torniquete. Bien
lo mencionó Napoleón cientos de años atrás: “Hay cuatro cosas
que ponen al hombre en acción: interés, amor, miedo, fe”.

  Es con seguridad la noche del 25 de enero de 1999, el
momento exacto en el cual todos se unieron en solidaridad.

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

MARTICA
Por: Diego Arias Cortés
Docente de Lingüística de la Licenciatura
en Literatura y Lengua Castellana, de la
Universidad del Quindío.

  Para ella, con todo el
     cariño del mundo
    Martica es quien captura
todas las miradas en los
próximos acontecimientos.
Ella es un amasijito de
a r r u g a s a p re t a d a s , d e
s on r i s a en or m e y ojo s
achinados. Cabello negro-
cano y corto. La geografía
de su cuerpo se equipara
a la dimensión que ocupa
el mapa del Quindío en
el i n men s o ter r itor io
colombiano. Es, a todas
lu ce s , l a m á s p e qu eñ a
de la familia. Sus manos
tienen unos dedos torcidos
que apuntan en diferentes
direcciones. Posee el don de
doblar las falanges distales
de sus índices mientras las
otras permanecen erguidas.
Calza 33. Su paso es rápido
y menudo y siempre,
pero siempre que la veas
andar, irá con las manos
entrelazadas sobre el regazo.
Tan normal es esta postura

                                       33
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas                                                               Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

que resulta extraño descubrirla de otra manera. Hay que             mediodía y la somnolencia se apoderaba del lugar. Todos
decir, además, que es noble con quienes quiere; no le alcanza       buscaban resguardo en alguna cama o mueble que se prestara
el cuerpito para contener esta virtud. A quienes no estima          para un sueñito. Ella seguía empeñada en su tarea de lavar la
suele manifestarles un desprecio que se concreta en frases          loza y limpiar los regueros de la estufa. Se aferraba a un tinto
descorteses o en silencios interminables.                           bien oscuro. De repente, entró Martica. El piso estaba recién
                                                                    trapeado. Entonces la tía Gorda, en el afán de protegerlo, apeló
   Con respecto a su pasado, un par de sucesos llaman la            a darle una suave nalgada para que no pusiera los pies allí.
atención. Cuando la llevaban a la finca de la familia, en sus
primeros años de vida, se la pasaba detrás de la tía Bernarda           Tras la amable advertencia, Martica se retira al patio
diciendo: “Techi capaz, yo no capaz”. La tía barría el patio,       de ropas, contiguo a la cocina. Se queda quieta. Inmóvil.
más de media hora en tal labor, y Martica: “Techi capaz, yo no      Suspendida en el espacio-tiempo. Unos cinco metros las
capaz”. Dicen los testigos que dizque la ponía borracha con tanta   distancian. La mira sin mediar palabras. No hay nada en sus
repetidera. Y otra vez: “Techi capaz, yo no capaz”. ¡Ay, bendita!   ojos. Los minutos avanzan y ella no se inmuta. La Gorda está
                                                                    a punto de terminar su tarea, pero no deja de incomodarle ese
   Cuenta también una de sus hermanas que Martica fue a             silencio que castiga al sorber de sus labios en el tinto. Quiere
la escuela de niñas y nunca superó primero de primaria. Lo          decirle algo, pero se contiene.
repitió no se sabe cuántas veces, pero algo aprendió al calorcito
de las compañeras que iban discurriendo año tras año. Doña                -¡Me quedo callada!
Esther fue su mentora, quien con cariño y paciencia la sostuvo            -¿Qué?
en su curso. Con ella aprendió a leer y a escribir.                       -¡Me quedo callada! –insiste Martica con mayor intensidad.
                                                                          -¿Se empendejó o qué?
   En la actualidad supera los 60 años. Va a la iglesia y                 -¡Me quedo callada! –lo dice con voz aguda, las manos en
pertenece a un grupo de oración que se ocupa de ayudar a los              el regazo y las piernas juntas.
menos favorecidos.
                                                                       La Gorda, sorprendida, la mira con fastidio y se apura a
                                       ***                          abandonar la cocina. La tarea está lista. Enfila sus pasos hacia
   Martica vive con sus hermanas, 5 en total. Habitan una           su habitación y se deja caer en la suavidad de la cama.
vivienda amplia. Cada una cumple un rol determinado. La tía
Gorda, por ejemplo, es la santa patrona de los acontecimientos         Nunca sospechó que esa frasecita sería el símbolo de un
culinarios, de todo aquello que entra, vivo o muerto, en la         interminable (¿interminable?) desencuentro con su hermana.
cocina. Por su parte, Martica es la encargada de las diligencias    El “¡Me quedo callada!” persiste hoy día, como cuando Martica,
familiares que se llevan a cabo en el pueblo: pago de facturas,     en son de juego, emborrachaba a la tía Bernarda.
razones pa’las vecinas, algún medicamento, entre otras. A las
demás se les encomienda llevar las cuentas, ordenar la casa y                                    ***
atender a las visitas que, por cierto, nunca faltan.                   El 27 de noviembre de 2017 fue una fecha especial para esta
                                                                    familia. El babyshower de uno de sus nuevos integrantes. Ese día
  Un día, casi treinta años atrás, Martica y la Gorda tuvieron      evidencia, sutilmente, los caminos opuestos que ambas hermanas
un desacuerdo cuyas consecuencias aún perduran.                     siguieron desde aquel lejano tropiezo que acabamos de narrar.

   Después de un sancocho, se encontraba la Gorda dándole              Todo empezó con un corto viaje.
la estocada final a la limpieza de la cocina. Había pasado el

                                            34                                                     35
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   Para llegar al sitio del agasajo, primero tuvimos que ir             ausencia de su obsequio en la caja familiar, las murmuraciones
de Armenia a Filandia, municipio en el cual viven las tías.             no se hicieron esperar:
Debíamos recoger a la Gorda y a María. Así lo hicimos. En
otros automóviles iban repartidos los demás. Martica ocupaba                  - Claro, pa’que no se mezcle con el de la Gorda.
uno de ellos, pero no por azar.                                               - ¡Ay! No diga pendejadas. ¡Tampoco pues!
                                                                              - ¡Yo sí creo! ¡Ufff!
   La reunión se planeó con el debido tiempo y las                            - ¡Ah! ¡Eso es problema de ella, que haga lo que se le dé la
invitaciones, de manera diligente, se entregaron a todos.                     gana! –reponía enfadada una de las tías al tiempo que se
                                                                              arrancaba las cejas con los dedos índice y pulgar.
   Entonces se acordó que quien quisiera aportar un obsequio
para la ocasión debía depositarlo en una caja. Las tías pusieron           Entonces, así, aferrada a su paquetico, Martica sorteó
los regalos allí. Se selló y se rotuló con las siguientes palabras:     las inclemencias del clima y los comentarios acusadores.
                                                                        Luego descendió de la bestia de cuatro ruedas, que una hora
                               De: Flia. Cortés                         después abría sus puertas y reposaba sus enjalmas en el
                                Para: Lucas                             patio del lugar acordado.

   Se emprendió la marcha.                                                                            ***
                                                                           Entraron todos. Saludaron. Felicitaciones a los novios y
   Bajo un aguacero, bordeando la carretera, se divisaban los           abrazos. Se depositó la caja en una especie de cuna, junto con
siete cueros de ráfagas violeta apartando los borronazos de la          regalos de otros invitados.
tormenta. Y como telón de fondo, unos yarumos se agitaban
en un concierto impetuoso de tonos verdes.                                En algún momento se notó que Martica ya no portaba en sus
                                                                        manos aquel envoltorio.
   Repentinamente, alguien notó que Martica abrazaba una
bolsa, atada con cintas coloridas. La agarraba con fuerza.                 Se sentaron (nos sentamos) y conversaron (conversamos).
Ninguno se atrevió a preguntarle qué llevaba ahí. Pero ante la          Admiramos la enorme panza de la futura parturienta y la
                                                                        comparamos con la del esposo en potencia. Se concluyó que
                                                                        tenían diámetros semejantes.

                                                                           La reunión discurrió cálidamente. Se hicieron algunos juegos,
                                                                        entre ellos uno que consistía en que las mujeres daban teteros
                                                                        de cerveza a sus parejas, quienes debían beber lo más pronto
                                                                        posible su contenido. Hubo algunos incidentes, pero en general,
                                                                        todos los participantes resultaron ser buenos bebedores. También
                                                                        se entregó a los asistentes una serie de letreritos sujetos a unos
                                                                        palillos que exhibían frases como: “Tengo hambre”, “Y la comida
                                                                        qué”, “La Minitía”, etc.

                                                                           “La Minitía”. A cambio del paquete que había cuidado con
                                                                        tanto esmero, Martica portaba ahora en sus manos ese letrerito.
                                                                        Obviamente se le hicieron las fotos respectivas, obviamente
                                                     Navidad 2008.                                      37
                                                  Foto: Carlos Cortés
Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas                                                                 Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

nos causó ternura. Ese amasijito tupido de arrugas estaba ahí,          El trajecito pasó por muchas manos, fue objeto de embeleso
quietecito, permitiendo que sus sobrinos la fotografiaran para       de las tías y de los demás. Una de ellas lo puso a la luz para
dejar una huella imborrable en la historia de la familia.            contemplarlo mejor, otra intentó medírselo a un muñeco de
                                                                     trapo. Martica, con la sangre hirviendo, se levantó y avanzó
    Luego vinieron las bebidas y la comida, pero no hubo más         contra la Gorda. Letrerito en mano. Hubo una abuelita
alcohol. La conversación se fue tejiendo entre los más cercanos.     que, recurriendo al instinto maternal, dobló perfectamente
El ambiente se decoró con chistes tontos.                            el vestidito, evitando así que se arrugara más. Y viendo a
                                                                     Martica en pie, se le atravesó diciendo:
   Finalmente, los regalos. Medias de bebé, pañales, biberones,
pijamas, cobijitas, cremas, pañalera, baberos; maricaitas                   - Mija, póngale usté el overol al niño.
pa’morder y chupar -como decía un tío-. Laura, con la barriga                 ¡Ay! Va a quedar tan lindo.
hinchada y ayudada de una niña impulsiva, los tomaba en sus                 - Pero…
manos, los elevaba en el aire y después de mirar las tarjeticas,            - Hágale, mamita –insistió la mujer.
leía en voz alta de quién para quién. Posteriormente, y con                 - Es que…
cierta lentitud que rayaba en el suspenso, los obsequios eran
expuestos para que todos los admiraran. ¡Oh! ¡Una cobijita! ¡Ah!        Alguien interrumpió y apartó a la abuelita, mientras le
¡Un tetero! ¡Ay! ¡Unas mediecitas! Como hubo tanta cosa, la niña     susurraba: “Mita, el niño no ha nacido”.
se apresuró y fue destapando los regalos a diestra y siniestra,
sin consideración con el suspenso instituido por la futura madre.      En fin, todos tenían que ver con el vestidito, excepto la
                                                                     Gorda que nunca pudo tenerlo en sus manos.
                                  ***
    La Minitía no se desprendía de aquel letrerito. Se notaba           Este desajuste en la reunión calmó su ánimo. La rabieta
en su expresión la admiración por cada uno de los presentes          acostumbrada que Martica solía dedicar a la Gorda, y que
referidos. Sin embargo, una mueca de fastidio palpitaba por          terminaba en un monólogo de gritos por parte de esta última,
momentos en ella. Martica acá, la Gorda allá. Cuando le llegó el
turno a la familia Cortés, desvió la mirada hacia su hermana.
El anuncio del montón de regalos continuó. Pasados unos
minutos, la portavoz de las sorpresas comunicó: “De Martica
para Lucas”. El semblante se le transformó. Una fiera mirada
impactó a la tía Gorda. Ésta se quedó pasmada, presentía lo
peor. El letrerito, que hasta entonces permanecía erguido, se fue
inclinando en sus manos y desapareció de nuestra vista. Laura
destapó el regalo sin apelar a la dulce tensión. Y al unísono:
¡Oooh! Los espectadores se dejaron llevar por la sensación que
el overol azul y la camisa blanca bordada les causó: ¡Aaay! Dio la
impresión de que todos estaban preparados para aquel momento,
como si hubiesen planeado dicha reacción. A tal punto fue la
coincidencia del asombro que luego rieron en simultáneo. “¡Me
quedo callada!”, solía instigar a pocos metros cuando la rabia la
desbordaba, como ahora. Algo en su interior bullía y estaba a
punto de explotar.
                                                                     Martica en su habitación
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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

no prosperó. En lugar de ello, una inexplicable alegría coloreó
su rostro y el avisito ése se izó de nuevo.

   El babyshower terminó en la noche. Antes de regresar a
casa, los invitados se despidieron (nos despedimos) expresando
su satisfacción y agradecimiento.

   Uno de ellos contó que el overol y la camisa los compró
Martica gracias a los ahorros cultivados durante muchísimos
días, producto de los encargos o mandados que hacía a
sus hermanas. Tres o cuatro veces a la semana repasaba
las moneditas sobre su cama, las amontonaba según su
denominación. Las contaba una y otra vez, hasta que el olor
a cobre y níquel la impregnaba. Parecía abonarlas con sus
manos, las regaba con bonitas palabras y las consentía con sus
caricias para que crecieran rápidamente. Este milagro sucedía
en las tardes. Ella, con las piernas cruzadas, concentrada en
su tarea. Un sol desvaneciéndose a través de la ventana y la
montaña en la lejanía arropando la mirada.

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

Por: Enrique Álvaro
          González
   Pensionado INPEC.       LA
                           PRIMERA
Autor del libro: Relatos
               cautivos

                           VEZ
   No sabría decir con exactitud si lo que voy a contar es
creíble como testigo presencial, o es solamente el vestigio de
unos recuerdos que a través del tiempo han sido requeridos,
según quiera extraer de ellos imágenes gratas o dolorosas.
Más adelante explico.

    Era el comienzo de los años setenta. Quince años de mi
vida, durante los cuales, la libertad de procedimientos ante
ella no eran tomados por mí, sino por la férrea voluntad de mi
madre. Hoy día comprendo que esa rigidez estaba encaminada
a sacar de mí alguien de provecho, por ende lo que mi vieja
decía era cierto:

       -A usté puede que no le guste mucho, pero mientras viva
       conmigo hará lo que yo diga. Es por su bien.

   Pero repito: “hoy”, porque en aquellos tiempos, despertaba
en mí la rebeldía como el cachorro de tigre a los intentos de
caza y poco o casi nada tenía en cuenta sus reprimendas.

   El país cosechaba lo que habían sembrado los recientes años
sesenta. Un ejemplo, era el fruto que germinaba al árbol de la
protesta civil en aquel 1971, cuando los padres de todo el país,
o por lo menos los que oyeron la radio o estuvieron esa tarde
en la avenida 76 de Ciudad Kennedy, en Bogotá, se santiguaron
al ver por primera vez a sus hijos que apenas descollaban en
la preparación bachiller, volcados a las calles con pancartas
y mensajes en los que apoyaban a los universitarios, a los
sindicatos y pedían a gritos libertades personales.

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas                                                                      Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

    Me atrevo a decir que entre los marchantes, no hubo aquella              Bajo el liderazgo de los de sexto, hoy once, del Distrital,
tarde, aparte de los agentes uniformados y los momentáneos                del INEM y de otros colegios oficiales y privados que ya no
espectadores que se echaban bendiciones, mucho mayor de edad,             recuerdo, pero que quedaban en Ciudad Kennedy, se planeó
pues la mayoría de ésta, se adquiría entonces a los veintiuno y           a partir de esa tarde el acompañamiento a las marchas de los
los que esa tarde caminamos, no llegábamos a ellos. Estábamos             huelguistas mayores, que tendrían lugar en el centro de la
allí, sin el conocimiento de los                                          ciudad unos días después.
respectivos padres o tutores,
pues ellos vinieron a enterarse                                              La primera reacción del alumnado ante un cese de
con el escándalo, lo que quiere                                           actividades es de fiesta. No tareas, no previas, no profes
decir, que marchábamos y                                                  mamones; fútbol, desparpajo, fiesta. Nuestra especie no era
protestábamos, porque eso                                                 distinta, pero como según Darwin, los mejores se hacen notar,
formaba parte del empastre,                                               algunos muchachos de sexto dieron la idea y a los demás
la gallada, la pandilla, o como                                           nos pareció hasta chévere, por eso nos dedicamos a hacer
dicen hoy, el parche.                                                     pancartas y a copiar lo que veíamos en los desplazamientos
                                                                          de los noticieros, en la vida diaria y en toda protesta popular,
   En el colegio distrital                                                que como siempre y gracias a Chuchito, no han faltado.
John Fitzgeral Kennedy, del
barrio homónimo, un día                                                      Llegado el momento, partimos de nuestros respectivos
antes, el profesor encargado                                              planteles con el fin de encontrarnos frente al Ley de la 76
de la prefectura, a quien los                                             y de allí caminar por las Américas, hasta Puente Aranda,
estudiantes llamábamos,                                                   subir por la Jiménez, y en la Séptima girar hasta la plaza
mezcla de cariño y protesta,                                              de Bolívar, que era el sitio de reunión de los que nosotros
El Perfecto, después de                                                   llamábamos, Los Cuchos.
m a ntener a l cuer p o de
profesores a la espera de                            «Quince años de            -¿Se imaginan la reacción de Los Cuchos al vernos llegar,
supuestos arreglos laborales,                     mi vida, durante los          güevón?
no pudo más y se adhirió                         cuales, la libertad de
al movimiento de quienes                         procedimientos ante         Nosotros salimos desde la avenida Primero de Mayo, por
exigían la huelga general.                      ella no eran tomados      la ruta de los buses hacia la zona comercial donde estaba
                                                    por mí, sino por la   el almacén Ley; otros, como los del INEM, partieron de
   Se unió a ella contra sus                    férrea voluntad de mi     la avenida Abastos. Un grupo venía desde la iglesia de La
principios, pero obligado por                                  madre».    Macarena y así, mientras coreábamos las mismas arengas de
la sordera oficial, según dijo                                            la Nacional, la Distrital y de las marchas sindicales, no faltó
en una arenga memorable                                                   quien aprovechara el momento para atacar a alguien o a algo.
a nte l o s a l u m n o s d e l
Distrital, que aquella tarde, quedamos convertidos por                          -“Grite y grite, joda y joda, los amigos, las niñas, pocas,
sus palabras, en ciudadanos responsables de su sociedad                         pero hay”. “Los viejos en la casa ni se imaginan en las que
y de su futuro. Lástima que en la primera muestra de esa                        ando. Ojalá no vayan a estar en la calle, porque me pillan.
responsabilidad, los mazos y el agua hubieran devuelto a un                     Hermano, ¡cúbrame!”.
buen número a su vida cómoda de hijos.
                                                                             Todo, absolutamente todo pudo haber salido bien, porque a

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lado y lado de la calle habían agentes y el orden se mantuvo      estudiantes, con una parte de la policía en medio y otra por los
durante el desplazamiento desde el colegio al Ley, pero cuando    lados y por detrás nuestro, la vi escabullirse bajo el escudo de
llegamos a la 76 y nos dirigimos al sitio de encuentro, vimos     uno de los agentes y correr con una decisión tan grande, que
allá abajo, al otro extremo de la avenida, digamos a unas         la discapacidad en una de sus piernas le hizo dar grotescas
diez cuadras, un piquete policial que impedía el paso de los                                         zancadas cojas, pero no le
muchachos del INEM y de otros colegios.                                                              impidió llegar a abrazarse
                                                                                                     con los primeros de nuestros
       -Huy, marica, ¿qué pasó?                                                                      m a rch a ntes . A l m i s mo
       -¡La tomba, hermano, la tomba!                                                                t iempo, los est udiantes
                                                                                                     abrazados empezaron
   En ese momento caímos en cuenta de que la policía vista                                           a re c i b i r l a s p r i m e ra s
en el camino desde el colegio, nos había seguido y ahora nos                                         reacciones policiales.
habían cerrado las salidas de la avenida o, para decirlo en
términos de película de guerra, nos habían emboscado. Solo                                                  Ju sto a hora ex pl ico
quedaba, para un posible escape, la entrada a los edificios                                              por qué los recuerdos de
donde seríamos fácil presa, el Ley o las casas, donde o nos                                              aquella tarde traen a veces
cogían los papás o nos escondían. Pero después supimos que                                               imágenes gratas, y otras,
lo que ellos buscaban era no permitir que la marcha saliera                                              imágenes dolorosas. Vi unos
del barrio. Y claro, lo lograron.                                                                        cinco o seis muchachos
                                                                                                         enfrentar a los agentes que
   El desmadre fue cosa seria. A lo mejor si no corremos                                                 quisieron agarrarla, entre
no pasa nada, todo se habría arreglado con detener uno                                                   ellos nuestros líderes, y
que otro joven para entregárselo después a sus padres con                                                contra ellos se dirigió la
matrícula condicional en el colegio, o algo así, pero no. En                                             acción oficial. Ella, con ojos
nuestro caso, los del Distrital, seguimos la marcha guiados por                                          espantados, a lo mejor como
la voz estentórea de Arbeláez, a la postre uno de los mejores                                            nosot ros , desc ubr iendo
bachilleres de ese año, que nos animaba a unirnos con los que                                            recién la trascendencia
venían al otro extremo de la avenida. ¿Y saben qué? Eso no era                                           de lo que hacíamos por
un grito. Era una orden, hermano.                                 «El país cosechaba lo                  primera vez los estudiantes
                                                                  que habían sembrado                    de bachillerato, esperaba
   Ese man estaba imbuido en su rol de líder, y acompañado de     los recientes años                     estática, asombrada, sin
Cortés, otro de sexto, tomaron la punta de la marcha pidiendo     sesenta».                              percatarse de que el tumulto
que los siguiéramos, y los demás, aunque estábamos cagados                                               en que se había convertido el
del susto, porque entendimos en qué nos habíamos metido,                                                 enfrentamiento la aplastaría
no nos sentimos capaces de dejarlos solos. A medida que la                                               de un momento a otro.
distancia entre los dos colegios y los agentes mermaba y estos
ordenaban detener la marcha, los grupos fueron acelerando,           Llegué a ella sin saber por qué. A lo mejor por verla tan
acelerando hasta que terminamos en carrera.                       inerme pero a la vez tan resignada, como quien dice: “Ah,
                                                                  qué carajo. Ya que pase lo que pase”, y la saqué del remolino
   No sé qué fue lo que pasó, pero el caso es que cuando          de gritos, patadas, empujones y palazos, a costa de recibir
estábamos a una media cuadra de unirnos los dos grupos de         algunos. Luego corrí halándola y alcancé a ingresar con ella al

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Narrando NUESTRO TERRITORIO / crónicas

Ley en el momento en que los empleados del almacén bajaban
las cortinas metálicas.

   No sé cuántos pudimos entrar, aunque sí alcancé a
ver a otros de mis condiscípulos correr sin control con la
desbandada que se formó tras ellos. Luego, en una de las
esquinas de los edificios, vi aparecer el tanque de agua.
Cuando vuelto en mí quise preguntarle a la niña sobre su
estado, no la vi por ninguna parte, pero después supe que
gracias a su historia, fui durante unos meses un héroe entre
las niñas, lo que generó otros recuerdos gratos, además del
rescate de Orfilia, nombre de la niña.

   Ver al día siguiente a Cortés, Arbeláez y otros líderes
estudiantiles incapacitados de tantos golpes recibidos, con el
rostro amoratado y dificultad para hablar, es algo que daña
todas las cosas buenas. Aunque eso no fue lo que más me
impresionó, lo que realmente me hizo sentir miedo, sucedió en
las respectivas reuniones de las directivas con las asociaciones
de padres en los colegios implicados.

   Por una parte, nos informaron que ninguna demanda por
lesiones a los estudiantes fue aceptada, además se nos dijo,
con gestos de vergüenza, que agradeciéramos el hecho de que
no fuéramos expulsados por haber participado en la marcha.

  Queda en la memoria el mensaje mudo que adiviné en la
mirada de algunos de los agredidos y sus palabras, en cuanto
pudieron decirlas:

       -Lo que más nos duele, es que a ustedes también los hayan
       amordazado.

    Hoy, más de cuarenta y cinco años después, cuando una
breve mirada a la historia nos dice cuántos insurgentes nacieron
por cosas como las de aquella tarde, me repito la misma
pregunta que me surgió con aquellas miradas: “¿Cuántos de
ellos decidieron un día tomar el camino de las armas, obligados,
lo mismo que El Perfecto, por la sordera oficial?”.

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