Perspectivas: #Economía2022 Qué esperar de la economía venezolana en 2022?

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Perspectivas: #Economía2022 Qué esperar de la economía venezolana en 2022?
Perspectivas:
#Economía2022
¿Qué esperar de la economía
venezolana en 2022?
Perspectivas: #Economía2022 Qué esperar de la economía venezolana en 2022?
Siete economistas venezolanos analizan qué esperar
de la economía venezolana en 2022. Los expertos
comentan sobre la dolarización, el tipo de cambio,
la política monetaria , el gasto público, la desigualdad
y el costo de la política antiinflacionaria sobre
el crédito y la productividad en Venezuela.
Lea los análisis de Ronald Balza, Leonardo Vera,
Omar Zambrano, Asdrúbal Oliveros, Jesús Palacios
Chacín, Giorgio Cunto y Tamara Herrera
Perspectivas: #Economía2022 Qué esperar de la economía venezolana en 2022?
Índice:

          ¿Qué esperar de la economía venezolana
          en 2022?

          Por Ronald Balza Guanipa                                   06
          2022: factores para una ruta de crecimiento
          vigoroso y sostenido

          Por Leonardo Vera                                          13
          2022: recuperación económica
          y desigualdad

          Por Omar Zambrano                                          20
          Perspectivas 2022: Del cambio
          de paradigmas al cambio de tendencias

          Por Asdrúbal Oliveros y Jesús Palacios Chacín              26
          2022: ¿Terminará la hiperinflación
          que parecía eterna?

          Por Giorgio Cunto                                          35
          El adiós a la hiperinflación en medio
          de la hipoxia económica

          Por Tamara Herrera                                         45

                                                          Créditos   53
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FOTO: YURI CORTEZ | AFP

¿Qué esperar de la economía
venezolana en 2022?
Por Ronald Balza Guanipa

                           Ronald Balza es economista, profesor universitario
                           y Decano de la Facultad de Ciencias Económicas
                           y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello.
Perspectivas: #Economía2022 Qué esperar de la economía venezolana en 2022?
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                                                                00

FOTO : ROBERTO MATA | RMTF

            o contamos con estadísticas oficiales detalladas

N           y    actualizadas.   Los   informes   de   PDVSA,
            disponibles hasta 2016, fueron retirados de la
página de la empresa. Desaparecieron datos laboriosa-
mente compilados por el BCV como parte de su Programa
de Actualización de las Estimaciones Macroeconómicas
(Pracem). En las páginas del BCV y el INE hay series des-
continuadas desde 2013 y las más recientes, con excep-
ciones, desde 2018. La página del Ministerio de Finanzas
fue revisada en 2018 por última vez, pero sus últimos cuad-
ros son de 2009. El presupuesto del Gobierno Central fue
presentado a la Asamblea Nacional por el Ejecutivo el 14 de
octubre de 2021, sin hacerse público. En la página de la
ONAPRE, la última Ley de Presupuesto disponible es de
2016.

En ausencia de datos consolidados que dieran continuidad
a décadas de estadísticas oficiales, organizaciones como la
UCAB, Ecoanalítica y el Observatorio Venezolano de Finan-
Perspectivas: #Economía2022 Qué esperar de la economía venezolana en 2022?
zas han hecho sus propias investigaciones. No es este el
espacio para examinar sus cifras ni para resaltar la inexis-
tencia de las oficiales. Esta es, en sí misma, una obser-
vación relevante para atisbar el futuro inmediato. Consider-
emos seis puntos a continuación.
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1. Precios y presupuesto
¿La hiperinflación terminará en 2022? Si se cumplen 12
meses con una inflación menor al 50% mensual, sí. Podría
ocurrir, y no por la dolarización transaccional ni por una
política fiscal transparente y ordenada. Bastaría un menor
financiamiento monetario del gasto público, decisión tan
arbitraria como haber otorgado a PDVSA un inmenso poder
de compra en bolívares por medio del BCV.

Se desconoce el destino de esos bolívares. No se dedicaron
a continuar inversiones públicas ni a frenar el deterioro en el
valor real de salarios, bonos y pensiones del sector público.
Sin embargo, conviene resaltar que durante la hiperinflación
hubo quienes pudieron comprar y vender bienes y servicios,
nacionales e importados, a pesar del incremento acelerado
de los precios en bolívares (y frecuentemente en dólares) y
de las variaciones en precios relativos. La hiperinflación no
perjudicó a todos por igual. Pudo favorecer a grupos que
estuviesen ligados, directa o muy indirectamente, con el
gasto interno de PDVSA. Es posible que hacer recortes al
gasto real ya no implique pérdidas para individuos y grupos
que convirtieron bolívares en otros activos. Detener la hiper-
inflación en 2022 puede estar en su interés.

2. Producción, importaciones y empleo
La contracción de la producción, las importaciones, el
empleo y la población venezolana desde el año 2012 tiene
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múltiples explicaciones. Una de ellas fue el gasto público en
dólares hecho en 2012, durante la última campaña electoral
de Hugo Chávez. Impulsar importaciones con control de
precios y cambios solo era posible gastando las reservas
acumuladas en el FONDEN e ingresos petroleros recibidos
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ese mismo año. Esto no podría repetirse en los años sigui-
entes. La caída en precio del petróleo y cantidad vendida, el
vencimiento de pagos de la deuda externa, el acelerado
deterioro de la infraestructura y el mantenimiento de con-
troles de precios y cambios no permitirían al sector público
repetir la receta ni apoyarse en el sector privado. La
migración de venezolanos es un reflejo de la destrucción de
oportunidades productivas durante los últimos años.

Las sanciones que comenzaron en 2017 y el carácter del
conflicto político que le siguió supuso una restricción
adicional para un conjunto de inversiones públicas y
privadas, pero crearon incentivos para otras menos intere-
sadas en la transparencia de las decisiones públicas. Los
últimos años no solo son de encogimiento de las activi-
dades productivas. También son años de recomposición,
tanto del sector privado como de la “comunidad internacio-
nal” más cercana al Gobierno. Un ejemplo de esto último es
la importación de gasolina iraní por el Gobierno de Venezue-
la, en condiciones que no son de dominio público. Otro es la
explotación del Arco Minero del Orinoco, de cuyos resulta-
dos solo se conoce la destrucción ambiental.

Si en 2022 la caída del PIB se reduce o incluso se revierte,
será una de las consecuencias de tal recomposición, ocurri-
da en ausencia de presupuestos públicos, sin incidencia con-
ocida del BCV en el mercado cambiario, sin intermediación
financiera nacional ni estrecha vinculación con aliados tradi-
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cionales que tuvieron gobiernos y empresas venezolanas
durante los últimas décadas. Es posible que las condiciones
que favorezcan a inversionistas nuevos y desconocidos tam-
bién favorezcan a algunos sobrevivientes del colapso.

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3. Ingresos y ahorros
Volvamos al principio: la hiperinflación fue causada por el
poder de compra que el BCV dio a PDVSA para gasto inter-
no, esto es, en bolívares. Estos recursos fueron utilizados de
un modo desconocido, con impactos desiguales sobre la
población. Los precios crecieron aceleradamente durante el
período, pero fueron, efectivamente, cobrados y pagados.
Los ingresos generados durante el período variaron de un
modo marcadamente desigual, entre personas y sectores
productivos. Por eso importa tanto saber qué sectores se
favorecieron en primer lugar de los gastos que hizo PDVSA
y que desencadenaron la hiperinflación. Estos bolívares
circularon de inmediato: en hiperinflación no se utilizaron
como ahorro. Los proveedores de bienes y servicios vincu-
lados, directa o indirectamente, con el gasto de PDVSA, pud-
ieron recibir bolívares como pago y utilizarlos. Por supuesto,
la contracción de la producción y la persistencia y empeora-
miento de la pobreza de ingresos son prueba del efecto
destructivo de haber utilizado la emisión monetaria con
este fin.

Ahora bien, la caída en los ingresos reales tuvo, entre
muchas, dos consecuencias: las migraciones y el uso de
ahorros privados. Los migrantes, en algunos casos, enviar-
on parte de sus ingresos a familiares o amigos en Venezue-
la. Sin conexión entre la banca nacional e internacional,
estas “remesas” pudieron llegar en bolívares a sus destina-
tarios, ocurriendo las transferencias de divisas en el exterior.
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El uso de ahorros permite suavizar los ajustes en el con-
sumo, tanto a nivel individual como a nivel social, cuando
caen los ingresos. Tal era el propósito de crear el Fondo de
Estabilización Macroeconómica, que fue vaciado desde
2003. El sector público no tiene ahorros, sino deudas. Sin
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embargo, al pasar a ser el uso del dólar una “válvula de
escape” y no un crimen contra el Gobierno, quienes perman-
ecieron en el país pudieron recurrir abiertamente a sus
ahorros en moneda extranjera, si los tenían. No hay cómo
cuantificar la importancia relativa de ahorros familiares y
empresariales durante estos años, pero su uso tuvo efectos
favorables sobre quienes desahorraron y quienes pudieron
proveerles bienes y servicios.

4. Sistema multimoneda
El uso de bolívares, dólares, pesos, euros y gramos de oro
en distintas partes de Venezuela es evidencia de un siste-
ma multimoneda funcional y organizado por parte de clien-
tes y proveedores, pero insuficiente. Al no participar el
sector financiero nacional en el manejo de divisas, el actual
sistema multimoneda se limita a utilizar medios de pago
disponibles para transacciones cotidianas. Las transferen-
cias en bolívares se hacen entre bancos venezolanos. Las
transferencias en divisas se hacen en bancos en el exterior.
La conversión entre bolívares y dólares (sea para pagos
diarios o para remesas, por ejemplo) puede hacerse por
medio de acuerdos informales, entre tenedores de efectivo
o cuentas en el exterior y clientes de bancos venezolanos,
mientras algunas casas de cambio obtienen aprobaciones
parciales para algunas operaciones.

Es posible que en 2022 el Gobierno reconsidere las limita-
ciones actualmente impuestas sobre el sistema financiero
Perspectivas: #Economía2022 Qué esperar de la economía venezolana en 2022?
nacional. Esto podría reducir costos transaccionales, pero
no bastaría para estimular actividades de intermediación
bancaria. Nuevas inversiones requieren de algo más que
disponibilidad nacional de crédito. Y ahorrar en divisas en el
país, para quienes ya tienen sus cuentas en el exterior,
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puede ser aún una apuesta excesivamente riesgosa.

5. El tipo de cambio
En este sistema multimoneda, el marcador del tipo de
cambio aceptado para cada transacción toma referencias
publicadas en tiempo real a través de redes sociales. Las
diferencias o coincidencias con el tipo oficial, publicado por
el BCV, no pueden explicarse a partir de montos de divisas
transados a través de la banca nacional o casas de cambio,
porque esta información no se publica. Tampoco por el
poder de intervención del BCV, teniendo en cuenta su actual
nivel de reservas internacionales.

En un contexto de contracción y empobrecimiento, atesorar
dólares es más difícil. Por esto, es posible que la oferta
privada de dólares y su velocidad de circulación se incre-
mentaran durante los últimos años. Permitir el uso directo
de dólares para pagos en efectivo y por transferencia pudo
frenar la demanda de bolívares (a cambio de dólares) con
fines transaccionales. Con hiperinflación, la velocidad de
circulación de los bolívares debió incrementarse sustancial-
mente. Quizás la posibilidad de usar ambas monedas
simultáneamente con fines transaccionales (y la reducción
en la capacidad de ahorro de parte de la población) redujo
el volumen de transacciones en los mercados cambiarios
de referencia. Esta pudo ser una de las razones por las que,
durante un tiempo, el precio del dólar no subiera tan rápido
como los precios en bolívares de bienes y servicios.
Si el Gobierno reduce su financiamiento monetario y no
impide el uso libre de dólares en el territorio nacional, es
posible que se reduzcan tanto las tasas de inflación como
la de depreciación del marcador del paralelo.
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6. “Reactivación económica” y “cambio político”
Afirmar que la “reactivación” económica es posible solo si
hay un “cambio político” ha sido una frase frecuente entre
opositores al actual Gobierno. Sin embargo, tal relación, en
esos términos, es muy imprecisa. En su versión más
simple, cambio político se limita a cambio de presidente,
con lo cual se presume que se lograría financiamiento
externo y con él mejores oportunidades para producir y
para superar la pobreza. Sin embargo, la discusión sobre el
presupuesto público es prácticamente inexistente, al punto
de que las recientes elecciones regionales se hicieron sin
que los candidatos exigieran la publicación del situado con-
stitucional, los aportes al Fondo de Compensación Interter-
ritorial y la rendición de cuentas de los actuales goberna-
dores y alcaldes.

Si durante 2022 se detienen la caída del producto y la hiper-
inflación (lo que no significa que la inflación pase a ser de
un dígito anual, como en la mayoría de los países del
mundo), habrá quienes digan que comenzó la “reactivación
de la economía”, sin detenerse en las disparidades regio-
nales, sectoriales y sociales, sin tener en cuenta la aparición
de nuevos actores en condiciones de opacidad y atribuyen-
do triunfos al actual Gobierno en contra de la “guerra
económica” y el “bloqueo imperial”. La sobresimplificación
del discurso político opositor no da adecuada respuesta a
tales afirmaciones, que no se sustentan en fuentes de infor-
mación que estuvieron disponibles en Venezuela y publican
otros gobiernos de América Latina, indispensables para
discutir en democracia.

Un cambio político esencial en Venezuela supone otro
                                                               12
modo de vincular o desvincular política y economía. Ya ha
sido probado, una vez más, que una crisis económica no
produce cambios en el control del poder en cualquier con-
texto. En 2022 debería probarse que luchar por el recono-
cimiento de derechos políticos no requiere de una crisis
económica, y que tal lucha debe partir de reconocer explíci-
tamente conflictos de intereses por motivos distributivos o
por distintos puntos de vista sobre los mismos problemas.

                          Haga click aquí para leer en línea
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FOTO: FEDERICO PARRA | AFP

2022: factores para una ruta
de crecimiento vigoroso
y sostenido
Por Leonardo Vera

                             Leonardo Vera. Ph.D, M.A. es economista. Profesor
                             Invitado Internacional de FLACSO-Ecuador. Profesor
                             Titular de la Escuela de Economía de la UCV. Individuo
                             de Número de la Academia Nacional de Ciencias
                             Económicas.
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FOTO : LARA BLACKLOCK | RMTF

             pesar de que la actividad económica de Venezuela

A            avanza sobre un contexto de liberalización con
             una     reanimación   económica   moderada,
economía se aproxima al año 2022 con pocas fortalezas
                                                           la

para crecer vigorosamente. Los datos ofrecidos por el
Observatorio Venezolano de Finanzas indican que hubo
avances en el tercer trimestre del año con respecto al tercer
trimestre del complicado 2020 (crecimiento de 9,2%), pero
en conjunto, el año 2021 mostrará con seguridad un crec-
imiento muy por detrás de lo que se observa en la región
Latinoamericana (ya de por sí bajo), un crecimiento que
pareciera ser además espacial y sectorialmente muy
desigual, aunque vale decir que no tenemos una clara con-
firmación de ello por la escasez de información oficial.

Tres aspectos pueden ser considerados medulares para
vislumbrar cambios en el contexto de crecimiento que casi
todos esperan para el año 2022, a saber: a) una salida de la
situación de aislamiento comercial y financiero en la que se
encuentra el país, b) una mejora en las condiciones en las
que se desenvuelve el negocio petrolero, y c) un contexto
macroeconómico y de reformas institucionales que permi-
ta vislumbrar algún avance en la estabilización macroeco-
nómica.
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En el primero de los casos (salir del aislamiento), la posibili-
dad de mantener vivo el diálogo político en México y de
materializar algunas de las prioridades establecidas (por
las delegaciones de la oposición y de Maduro) en el “memo-
rándum de entendimiento”, son clave, y a decir verdad no se
ha desvanecido del todo. En este sentido vale recordar que
el levantamiento de las sanciones (prioridad 3) y la imple-
mentación de un conjunto de medidas para promover un
mejor sistema de protección social (prioridad 6), pueden
constituir una singular oportunidad de cambio en el esce-
nario económico del país. Lamentablemente, las fuerzas
políticas que gobiernan no lo han entendido. Al ensuciar
grotescamente el reciente evento electoral, desconociendo
la voluntad popular en una jurisdicción regional, se derrum-
ban meses de difícil construcción de acuerdos y de gener-
ación de confianza.

Notemos cuán diferente podría ser el panorama si ciertos
avances en el frente internacional pudieran consolidarse.
Por ejemplo, el panorama de Venezuela podría ser muy
distinto si el país puede tener acceso a los US$ 5.100
millones en derechos especiales de giro (DEGs) que le
corresponderían para apuntalar sus reservas internaciona-
les (provenientes de la reciente emisión global del FMI).
Esos recursos son casi 9 veces toda la liquidez monetaria
en bolívares que circula por la economía y con ello se podría
hacer una política cambiaria ordenada y creíble. También
serían muchos los avances si el país pudiera aglutinar
acciones para constituir un gran fondo con donaciones y
préstamos blandos internacionales para la reconstrucción,
y si pudiera avanzar en un proceso de reestructuración
comprensivo de las deudas y obligaciones externas. A sabi-
                                                                16
endas de lo importante que es para los flujos e inversiones
financieras internacionales la calidad de las instituciones,
un ambiente de prescinda de medidas exacerbadas de
cumplimiento y de temor a las sanciones, es muchísimo
más propicio que el ambiente actual.

Naturalmente, los efectos de la salida del aislamiento finan-
ciero no puede ser exagerada, pero un ambiente de convi-
vencia política que marque una ruta para restablecer las
garantías democráticas, permitiría levantar las sanciones
económicas y financieras y darle un giro significativo a una
situación que perjudica mucho a la economía local.

En un segundo lugar está la posibilidad de recoger mejoras
en el desenvolvimiento del negocio petrolero. El escenario
de elevados precios del crudo será de alguna ayuda para
Venezuela. Ya en octubre de este año el precio de la mezcla
Merey, la referencia venezolana dentro de la cesta OPEP, se
ubicó en US$ 62,72 por barril, un alza 14,1% con respecto a
septiembre, alcanzando su mejor precio desde noviembre
de 2018. El precio promedio del año llegó a US$ 50,08, por
encima del que mostraba en igual lapso de 2020 ($27,76).
Para el año 2022, siguiendo las proyecciones para el crudo
Brent que hace la EIA, la mezcla Merey de Venezuela podría
promediar cerca de US$ 52,00 el barril.

Desde luego un aspecto más importante es la recuperación
de la producción y esta depende en buena medida del
levantamiento de las sanciones comerciales tanto como
del espacio y la calidad de las oportunidades que el gobier-
no de Maduro esté dispuesto a dar a nuevas inversiones.
Sin nuevas inversiones, la producción máxima de crudo y
otros hidrocarburos de Venezuela exhibe un techo bajo.
                                                               17
Aquí vale recordar que en el documento conocido por los
medios de comunicación (febrero de 2021) con el título de
“Oportunidades de inversión”, la División de Planificación e
Ingeniería de Petróleos de Venezuela establece que bajo la
modalidad de Acuerdos de Servicios de Producción (ASP)
PDVSA identifica necesidades por US$ 77.600 millones de
dólares para para recuperar y actualizar la infraestructura
de producción de petróleo del país. No hay manera de
levantar el postrado sector de los hidrocarburos en Venezu-
ela sin nuevas inversiones. Ese músculo financiero ya no lo
tiene el estado venezolano, así que los cambios institucio-
nales en el sector de los hidrocarburos son de vida o muerte
si se quiere rescatar lo que aún queda.

En tercer lugar, será clave para vislumbrar una recuperación
más vigorosa en 2022 la conjugación de un proceso de
desinflación que conlleve a un clima de mayor certidumbre
para las decisiones de inversión. Hay una evidente desacel-
eración inflacionaria en Venezuela, y ésta ha llegado más
como resultado de un proceso sostenido de desmone-
tización que como resultado de un bien orientado programa
de estabilización.

La desmonetización aunque es en esencia un proceso
movido por la dolarización (y la sustitución creciente del
bolívar por otros medios líquidos del pago), también se
explica por la política monetaria del BCV destinada secar el
crédito bancario (y la creación de dinero secundario) a
través de un encaje bancario de magnitudes espectacu-
lares (de 85% para las obligaciones en moneda nacional y
de 35% en moneda extranjera). De igual manera, las más
recientes operaciones promovidas por el BCV interviniendo
con la venta dólares en el mercado cambiario oficial, con-
                                                                 18
tribuye puntualmente a esterilizar recursos en bolívares. En
lo que va de año, se estiman 60 intervenciones del Banco
Central de Venezuela en el mercado bancario oficializado y
por montos que oscilan entre los 20 y 50 millones de US$.
Sin reservas internacionales líquidas tales acciones son
insostenibles y por lo tanto poco creíbles.

Lo cierto es que la sostenibilidad de estas políticas del BCV
y su éxito sobre el proceso gradual de desaceleración infla-
cionaria es incierta. Controlar la creación de dinero secund-
ario acabando con el crédito bancario conspira contra la
recuperación, por lo que la política de mantener un encaje
descomunal por mucho más tiempo tiene costos significa-
tivos en términos de actividad económica y empleos
formales.

Sin embargo, mientras no se recobre la confianza, levantar
el encaje requiere de otros mecanismos de esterilización. Si
el temor es que al liberar el encaje los recursos se canalizan
al mercado cambiario, vale entonces preguntarse por qué
ocurre eso. Usar los escasos recursos de los que dispone el
BCV y PDVSA para bajar la presión sobre el mercado de
divisas es una opción limitada, un problema que se ha
hecho estructural desde que Venezuela no posee un adec-
uado fondo de reservas internacionales líquidas. Es aquí
donde la posibilidad de acceso de los DEGs, de cambios en
la institucionalidad que rige la política monetaria y de cam-
bios sobre quienes con ineptitud conducen la política mon-
etaria, se hace estratégica para la estabilidad macro. No
menos puede decirse de la gestión fiscal en un país donde
ni el presupuesto público es conocido y donde la tributación
se ha desplomado.

                                                               19
La dolarización de los salarios y de la actividad financiera
son procesos ya en marcha que irán contribuyendo con la
reaparición de la demanda y la producción en muchos mer-
cados de bienes “no esenciales”, pero en ningún sentido
deben concebirse como factores que ayuden a darle un giro
significativo a la proyección de crecimiento en 2022.

En perspectiva, Venezuela se enfrenta a un escenario de
recuperación hacia 2022 que será más o menos significati-
vo dependiendo de estos tres factores que alcanzamos a
vislumbrar (salida del aislamiento comercial y financiero
internacional, mejores condiciones para el negocio petrole-
ro y una política macro socialmente responsable). Sin la
conjugación de estos factores pareciera que el panorama
de crecimiento sigue siendo sombrío lo que explica ciertos
escenarios “business as usual” como los dados por analis-
tas locales y otros organismos como la CEPAL, donde el
crecimiento de Venezuela para 2022 oscilaría entre 1% y
4%.

                         Haga click aquí para leer en línea
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FOTO: JUAN BARRETO | AFP

2022: recuperación económica
y desigualdad
Por Omar Zambrano

                           Omar Zambrano es economista jefe de ANOVA
                           Policy Research, graduado de la Universidad Central
                           de Venezuela y con maestría en la Escuela de Gobierno
                           John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.
                           Es profesor en la Universidad Católica Andrés Bello.
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FOTO : IVÁN REYES

             ara hablar sobre la Venezuela de 2022, he decidido

P            hablar sobre desigualdad. La razón es simple: la
             desigualdad en Venezuela, para usar un término
canónico, es el verdadero signo de los tiempos. Me parece,
además, que seguirá siendo así en el futuro cercano y que
eso conlleva riesgos que conviene discutir.

Dice Branko Milanovic que hay desigualdades buenas y
malas. Hay unas, las deseables, que son consecuencia de
esfuerzos o talentos diferenciados y es natural que la gente
más productiva o laboriosa tenga más; de hecho, esto debe
ser fomentado por las políticas. Pero hay otro tipo de
desigualdad que es inadmisible, aquella ligada a carac-
terísticas innatas de los seres humanos: raza, género,
religión, orientación sexual, lugar de nacimiento o conex-
iones políticas de la familia. Ese es el tipo de desigualdad
que hay que combatir y no solo por razones éticas, sino
porque es tremendamente improductivo para la sociedad
privarse de los talentos productivos de una parte entera de
la población (los excluidos).

En estos días de finales de 2021 no hay frase que haya sus-
citado más polémica que la frase “Venezuela se arregló”.
Unos la usan como arma arrojadiza contra los que se
                                                                 22
fueron, para echarles en cara de lo que se perdieron y los
otros la usan con piquete sarcástico para señalar que una
parte de la población subsiste en condiciones degradantes.
Ambos sufren del sesgo de juzgar por lo observado en su
entorno y, en ambos casos, pierden la imagen panorámica
de la economía venezolana. ¿Venezuela se arregló? No,
bueno, sí, para algunos, todavía muy pocos y, bajo el actual
estado de las cosas, sin posibilidades de que sean muchos
más. Sobre eso va este texto.

Venezuela es una economía fracturada. La dolarización
transaccional y el ambiente de “libre mercado” para el
emprendimiento y de “libre comercio” para la importación
de bienes terminados han producido un “renacer” de las
actividades de comercio y servicios orientados al consumo
final. La mayor disponibilidad de bienes de consumo es
notoria e inocultable. Una parte de la población, la que tiene
acceso a ingresos en divisas, está consumiendo más y, a
más consumo, más bienestar, como uno aprende muy tem-
prano en la escuela de economía.

El detalle está en que, en esta etapa del Laissez-faire boli-
variano, es cierto que se está recuperando incipientemente
el consumo, que hay más cosas disponibles para consumir
y que una parte de la población puede consumirlas, pero el
sistema cojea de una pata, la parte faltante de la ecuación:
la producción. Otra cosa que le enseñan a uno muy tempra-
no en economía es la noción de circuito macroeconómico,
aquello de que la producción se transforma en el ingreso de
trabajadores y empresarios, que éste alimenta el consumo
y que el consumo, entonces, alimenta la producción. Es
aquella máxima de J.B. Say, de que toda oferta crea su
propia demanda.
                                                                 23

Uno escucha que en Venezuela hay mucha gente emprendi-
endo, echándole pichón y haciendo cosas chéveres, y es
cierto. Hay gente aprovechando oportunidades y trabajan-
do duro. Uno ve gente vendiendo de todo, micro tiendas,
tiendas por Instagram, tiendas chicas, medianas y hasta
grandes comercios. Lo que uno no ve es la inauguración de
líneas de producción, la apertura de una nueva planta o la
llegada de inversiones extranjeras directas, la reactivación
del aparato industrial o la recuperación del sector petrolero,
metalúrgico o agroindustrial. Esa es la fractura fundamen-
tal del circuito económico venezolano.

Este “renacer” de la economía venezolana y el bienestar que
ha producido el rebote parcial del consumo no tiene una
base ancha. La razón es sencilla: la importación y comer-
cialización de bienes de consumo final, de la aduana a su
mesa, deja algo en el camino, produce una capa de
emprendedores, produce algo de empleo urbano en activi-
dades de comercio y servicios, algo se derrama al resto de
los sectores, pero hasta ahí. Algunos, los menos, logran
insertarse a estas actividades como empleados o
emprendedores. Otros logran insertarse solo como con-
sumidores, gracias a las remesas o a los ahorros externos.
El resto, la mayoría, logra rasguñar algunos pocos dólares;
están excluidos. Esta es la Venezuela donde la Crisis
Humanitaria continúa.
Ya tenemos evidencia empírica de microdatos representati-
vos de los ingresos laborales de los hogares venezolanos y
que forman parte de un reporte por salir. Comparto tres
cifras para ilustrar algunas de las exclusiones que caracteri-
zan a la Venezuela actual:
                                                                          24

        1. Poca gente participa en el mercado laboral: en Venezue-
        la, solo el 53,8 % de las personas entre 15 y 64 años partici-
        pa en el mercado laboral. Esta sería, por mucho, la tasa de
        actividad laboral más baja de toda la región e implica que unos
        8,8 millones de adultos en edad productiva no generan
        ingresos autónomos y están en situación de dependencia.

        2. Los ingresos laborales han mejorado pero siguen siendo
        muy bajos: para aquellos que sí están trabajando, la situ-
        ación ha mejorado marginalmente, pero, en promedio, los
        ingresos laborales en dólares siguen siendo bajos. Cálculos
        preliminares indican que el ingreso laboral promedio de los
        venezolanos se ubica entre 45 y 50 dólares mensuales, con
        una gran heterogeneidad de acuerdo con el sector que se
        mire, incluyendo millones de venezolanos adscritos al
        sector público que ganan mucho menos que eso.

        3. Las remesas ayudan, pero no tanto como se cree: de acu-
        erdo con cifras preliminares, el 15,3 % del total de familias
        venezolanas dice que recibe remesas y que estas alcanzan,
        en promedio, entre 20 y 30 dólares mensuales. Es impor-
        tante entender que este promedio esconde gran heteroge-
        neidad, con los hogares menos vulnerables y urbanos reci-
        biendo, en promedio, cinco veces esta cifra.

Las tres cifras anteriores ilustran bien el caso Venezuela: se
ha creado una isla de consumo y bienestar relativo, pero no
todo el mundo tiene acceso, no todo el mundo emprende,
no todo el mundo puede insertarse laboralmente y no todo
el mundo puede consumir con lo que le mandan sus famili-
ares del exterior. Algunos pueden, otros no. Esa es la Vene-
zuela de 2022, una economía que muestra signos de recu-
peración parcial, limitada a algunos sectores y actividades,
                                                               25
y que está mostrando brechas de profunda y creciente
desigualdad. Sobre eso también hay evidencia.

Dice Milanovic, en otro de sus magníficos textos sobre el
tema, que uno de los efectos más perversos de la desigual-
dad es que tiende a perpetuarse a sí misma a través de los
sistemas políticos. El argumento es simple: las élites bene-
ficiarias de los sistemas excluyentes tienden a financiar
representaciones políticas que le garanticen el manten-
imiento del status quo, es decir, la desigualdad crea las
bases políticas para su permanencia. Piense el lector en
este argumento, piense en lo que el argumento implica en
términos de la Venezuela de finales de 2021, de la identidad
de la nueva élite económica emergente y sus ramifica-
ciones políticas, piense en lo que esto significa para el
futuro de la democracia. O mejor, no pensemos en nada de
eso y tratemos de tener una feliz Navidad y un feliz año
2022.

                         Haga click aquí para leer en línea
26

FOTO: YURI CORTEZ | AFP

Perspectivas 2022: Del cambio
de paradigmas al cambio
de tendencias
Por Asdrúbal Oliveros y Jesús Palacios Chacín

   Asdrúbal Oliveros es economista de la Universidad Central de Venezuela,
   egresado del Programa Avanzado de Gerencia del IESA y se desempeña
   como socio-director de Ecoanalítica. Jesús Palacios Chacín es economista
   y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, egresado de la Maestría
   de finanzas del IESA y Economista Senior de Ecoanalítica.
27

FOTO : ALFREDO LASRY | RMTF

             uego de un 2020 de fuertes choques estructurales

L            externos e internos para la economía venezolana,
             2021 se presentaba como una oportunidad para
iniciar un cambio de tendencia macroeconómica del país y
empezar a construir una nueva narrativa, al menos parcial-
mente, luego de siete años de durísima contracción
económica que dejó a la economía en apenas una quinta
parte de su tamaño respecto a 2013.

Pero esta nueva narrativa es solo posible sobre la base del
cambio de paradigmas a lo interno del gobierno, que pasó
de una visión sumamente dogmática socialista del manejo
económico a una más pragmática, como evidencian los
cambios que ha acumulado en los dos últimos años [1],
aplicados más que por convicción, por la caída de más del
80% de los ingresos fiscales del gobierno desde 2013. Con
el cambio de paradigmas afianzado, 2022 parece dispuesto
a facilitar el cambio de tendencia en tres variables claves
que seguimos en Ecoanalítica: crecimiento económico,
inflación y encarecimiento del costo de la vida en dólares.

Se estanca la caída y repunte del PIB privado
Basado en este escenario de mayor pragmatismo en el
manejo de la administración pública, desde Ecoanalítica
                                                                28
hemos proyectado para cierre de año una contracción de
apenas 0,5 %, lo que representa un notorio cambio respecto
al desempeño de los últimos anos, y confirma que la
economía nacional finalmente da los primeros pasos para
mostrar un crecimiento positivo, algo que no ocurre desde
finales del año 2013 cuando el PIB creció 1 %. Con estos
resultados es claro que las estadísticas reflejan que en
2021 Venezuela entró en un periodo de estancamiento en el
que se frenó la caída libre por la que pasó durante los
últimos años.

De hecho, si consideramos algunos de los elementos que
destacan en esta estabilización de las cifras de crecimiento,
debemos hablar de indicadores que por primera vez desde
2013 muestran un resultado positivo, como es el caso del
PIB del sector privado cuyo crecimiento esperamos por el
orden del 3,1%, y que de acuerdo a la última data del Banco
Central representa el 46,4% de la economía venezolana. Sin
embargo, y en buena parte lo que explica el resultado agre-
gado ligeramente negativo de este año, es el PIB del Sector
Público (con un peso del 45,2% del PIB) que repite su sexto
año de contracción al proyectar una caída interanual de
5,4%.
V a r ia ció n in t e r a n u a l d e l PIB r e a l p o r se ct o r e s
                                     2014       2015              2016   2017        2018           2019*              2020*   2021*

                          0%

                                                                                                                                       29
 V a ria c ión ( % )

                        -2 0 %

                        -4 0 %

                       S e c tor priv a do   S e c tor públic o

F u e n t e : B a nc o C e ntra l de V e ne zue la y E c oa na lític a . ( *E s tim a c ione s y proy e c c ione s )

 En este sentido, algunos elementos claves que han permiti-
 do un mayor dinamismo de la actividad comercial en 2021
 han sido la maduración de la dolarización en alrededor de
 dos tercios de las transacciones de bienes y servicios en la
 economía; una leve mejora del flujo de caja del gobierno
 debido al repunte de precios del petróleo por un contexto
 global que ha presionado al alza los precios en el mercado
 de commodities y una mayor diversificación de ingresos; un
 creciente peso de los recursos provenientes de la
 “economía negra”; y una sobrevaluación real de nuestra
 moneda debido a la priorización del objetivo de contener la
 hiperinflación.
In fla ció n m e n su a l
                  200

                  150

                                                                                                       30
 Variación (% )

                  100

                   50

                    0
                        oct 2016   ago 2017     jun 2018   abr 2019   feb 2020   dic 2020   oct 2021

F u e n t e : Banco Ce ntral de Ve ne zue la.

 Salida de la “hiper”
 Y sobre este último punto destaca uno de los cambios más
 relevantes de 2021, la determinación del gobierno en el
 último año de priorizar una disminución de la inflación por
 encima incluso del crecimiento económico a través de
 distintas políticas: intervenciones con compra-venta de
 divisas en el mercado cambiario para evitar el efecto pass
 through; un control de la oferta monetaria, con medidas
 como el cierre casi total del financiamiento bancario debido
 al mantenimiento de las elevadas tasas de encaje legal con
 las que limita a la banca nacional; una contracción muy
 pronunciada del gasto público en bolívares que exige
 menos al Banco Central con emisión monetaria; y una reci-
 ente tendencia a gastar directamente en dólares america-
 nos que recibe de las exportaciones.

 Ahora, más allá de las consideraciones de economía políti-
 ca del enfoque de priorización del control de la inflación
sobre el crecimiento económico del gobierno, que funda-
mentalmente implican un rezago total en los incrementos
salariales de los trabajadores del sector público y las pen-
siones, el resultado es claro: hay una importante diminución
de las tasas mensuales de inflación a casi la mitad de las
                                                                31
cifras de 2019, y apenas a una cuarta parte de los aumen-
tos en esa periodicidad de 2018, lo que dejará a 2021 como
el año con la menor inflación desde 2016, dejando la puerta
abierta para que en el primer trimestre de 2022 Venezuela
experimente formalmente la salida de la hiperinflación de
acuerdo al criterio clásico del economista estadounidense
Philip Cagan [2], que a pesar de ser cuestionada [3],es el
más aceptado en la academia.

Apreciación del tipo de cambio real
Un elemento adicional que es derivado de la relativa estabil-
idad del tipo de cambio, y aún con una moderación de la
inflación, es el desajuste que ha habido entre este indicador
y las tasas mensuales de inflación que ha mantenido la
apreciación real, y que se traduce en un aumento de los
costos de vida en dólares persistente pero en menor
medida que años anteriores, debido al avance de la fijación
de precios en dólares en la economía que provoca más
fricciones comerciales frente a aumentos de precios en
moneda extranjera por circunstancias de mercado como la
competitividad de precios y la sensibilidad de la demanda
de los consumidores.

¿Qué esperar del 2022? Tres cambios de tendencia
De cara al próximo año, nuestra expectativa es un crec-
imiento económico en torno al 6,9%, y una desaceleración
de la inflación hasta las tres cifras bajas, la menor desde
2015, así como un tipo de cambio que mantendrá la tenden-
cia hacia la desaceleración de su crecimiento gracias al
fácil mecanismo de control que ha encontrado el gobierno
con las ventas controladas de divisas, mitigando cualquier
riesgo de una depreciación más pronunciada.

                                                                                                                                                                                                           32
V a r ia ció n in t e r a n u a l d e l PIB r e a l
                 40

                 20
Variación (% )

                  0

                 -20

                 -40
                       1999
                              2000
                                     2001
                                            2002
                                                   2003
                                                          2004
                                                                 2005
                                                                        2006
                                                                               2007
                                                                                      2008
                                                                                             2009
                                                                                                    2010
                                                                                                           2011
                                                                                                                  2012
                                                                                                                         2013
                                                                                                                                2014
                                                                                                                                       2015
                                                                                                                                              2016

                                                                                                                                                                   2019*
                                                                                                                                                     2017
                                                                                                                                                            2018

                                                                                                                                                                           2020*
                                                                                                                                                                                   2021*
                                                                                                                                                                                           2022*
                                                                                                                                                                                                   2023*
F u e n t e : Banco Central de Venezuela y Ecoanalítica. (*Estimaciones y proy ecciones)

En este escenario, algunos sectores que se verán beneficia-
dos son similares a los que esperábamos en 2020 como
Salud, Alimentos, Comercio minorista, Cuidado personal,
Tecnología y Servicios profesionales, mientras que los
sectores emergentes que destacaron este año y serán rele-
vantes el próximo son Inmobiliario, Químico y Fintech.

Por su parte, algunos elementos relevantes que podrían
permitir un mayor dinamismo de la economía son funda-
mentalmente: una mejora sustancial en la provisión de
servicios públicos (electricidad, telefonía, agua, internet y
combustible) que representan la principal restricción de
oferta de la economía y el avance de la dolarización finan-
ciera que permitiría la compensación interbancaria en
dólares, préstamos en divisas y la optimización del sistema
de pagos.
                                                                 33

Estos factores a su vez facilitarían al gobierno aumentar la
presión tributaria en divisas y seguir cerrando el déficit
fiscal en línea con el objetivo de un mayor control sobre la
inflación, un asunto que deberán tener en cuenta las empre-
sas. Otros retos que deberán asumir el sector privado en el
contexto local son el repunte de costos laborales, las
grandes dificultades para conseguir financiamiento, el alza
de los costos de la vida en dólares, y las fallas en las cade-
nas de suministros globales.

En conclusión, si bien este año marcó la pauta de algunos
cambios de tendencia importantes, debemos esperar a
2022 para confirmar si se trata de un verdadero punto de
inflexión en la trayectoria de las variables y si se profundi-
zan los ajustes económicos pendientes, siempre teniendo
en cuenta que para avanzar hacia un crecimiento económi-
co sostenido y más significativo en Venezuela deben
llegarse a acuerdos de entendimiento político y generarse
un clima de seguridad jurídica más creíble que el modelo
actual de concesiones y opacidad que beneficia a algunos
inversionistas privados.

                           Haga click aquí para leer en línea
Notas:

1. ¿Qué esperar de la economía venezolana en 2020?

2. Según la definición clásica de Philip Cagan (1956), en su
                                                                  34
libro “The Monetary Dynamics of Hyperinflation” un episo-
dio de hiperinflación comienza el mes en el que el aumento
de los precios supera el 50% y termina el mes anterior al
cual ese aumento cae por debajo de esa tasa y permanece
así por lo menos durante un año.

3. En la actualidad en un entorno de inflación global mod-
erada, los repuntes inflacionarios como resultado de la
coyuntura pandémica apenas muestran tasas anuales de
un dígito, muy distinto de cuando se definió la teoría de Phil-
lip Cagan en hiperinflación.
35

FOTO: YURI CORTEZ | AFP

2022: ¿Terminará la hiperinflación
que parecía eterna?

Por Giorgio Cunto

                          Giorgio Cunto es economista y profesor
                          de la Universidad Católica Andrés Bello,
                          con especialización en Finanzas Internacionales
                          de la Universidad Metropolitana. Es economista
                          senior y científico de datos en Ecoanalítica.
36

         esde al menos 2017 la hiperinflación se ha vuelto

D        uno de los fenómenos más notorios en la larga
         lista de calumnias autoinfligidas por la economía
venezolana; siendo el desplome de la moneda local ilustrati-
vo del colapso de la economía que la soportaba. Cuatro
años y dos reconversiones monetarias después, el 2022
podría ver el fin del episodio hiperinflacionario en el país;
aunque no necesariamente del ascenso del costo de vida.

Volviendo al punto de partida

Las hiperinflaciones no son fenómenos históricamente
nuevos ni misteriosos. Tanto en la Roma de Diocleciano en
el siglo III, como en el Zimbabue de Mugabe en el siglo XXI,
los episodios hiperinflacionarios siguen dinámicas simi-
lares, elegantemente resumidas por el nobel de economía
Thomas Sargent en 2011:

“La forma en que la empiezas [una hiperinflación] es que
tienes la política fiscal fuera de control, mantienes déficits
persistentes, y luego tienes a una autoridad monetaria que
debe monetizar la deuda gubernamental. Y eso siempre
funcionará. ¿Entonces cómo detienes una hiperinflación?
Dejando de hacerlo”.
                                                                 37

Venezuela no fue diferente. Pese a numerosas adverten-
cias sobre los riesgos de desequilibrios fiscales y monetar-
ios, las autoridades venezolanas de 2016 veían una
explosión inflacionaria en un país petrolero, de la misma
forma que las autoridades soviéticas de 1986 veían una
explosión de un reactor nuclear en su territorio: algo que
simplemente no podía ocurrir… hasta que deficientes políti-
cas públicas demostraron lo contrario.

El inicio del episodio hiperinflacionario en Venezuela tiende
a ubicarse en el en el último trimestre de 2017, cuando se
supera el umbral planteado por Cagan (1956) de 50% inter-
mensual. Posteriormente se entra en una fase de inflación
explosiva durante la totalidad de 2018, con muchos meses
superando las 3 cifras.
In fla ció n m e n su a l e n V e n e zu e la

                          250

                          225

                          200

                          175                                                                          38
 Inflación mensual (% )

                          150

                          125

                          100

                           75

                                Hiperinflación
                           50

                           25

                            0
                                2016         2017            2018         2019     2020         2021

                                                    AN-OVF          BCV          Ecoanalítica

Fuente: Cagan (1956). BCV, Asamblea Nacional, Observ atorio Venezolano de Finanzas y Ecoanalitica.

    Un detalle a veces ignorado por la opinión pública es una
    segunda fase del episodio a partir de partir de febrero de
    2019, momento desde el cual el ritmo de crecimiento de
    precios se ha desacelerado de forma sostenida hasta el
    momento de escribir estas líneas: con inflaciones men-
    suales usualmente debajo del umbral, salvo por oscila-
    ciones puntuales. Venezuela todavía ocupa el podio en
    inflación internacional, registrando en un mes mucho más
    de lo que el resto del planeta espera para un año entero.

    ¿Dónde queda Venezuela en el ranking?

    Siguiendo la métrica de Cagan, el episodio hiperinflacionar-
    io terminaría una vez que transcurran 12 meses consecuti-
    vos (un año) con una inflación intermensual por debajo del
    umbral de 50%. Con el fin del episodio siendo, retroactiva-
mente, el último mes que registre una inflación por encima
del umbral.

Bajo esa óptica, de no ocurrir un choque de precios súbito,
la hiperinflación en Venezuela terminaría al cierre de 2021 o
                                                                                          39
en el primer trimestre de 2022; dependiendo de la serie con
la que se analice. Esto dejaría al episodio venezolano con
una duración de 38-40 meses, con una de las hiperinfla-
ciones más largas de la era moderna. Superada solamente
por Grecia (1941-1945) y Nicaragua (1986-1981).

D u r a ció n d e e p iso d io s h ip e r in fla cio n a r io s
                Episodio
  Nicaragua (1986-1991)
      Grecia (1941-1945)
  Venezuela (2017-2021)
 Azerbaiy án (1992-1994)
    Ucrania (1992-1994)
Russia/USSR (1922-1924)
     Angola (1994-1997)
    Moldov a (1992-1993)
 Turkmenistán (1992-19..
      China (1943-1945)
 Yugoslav ia (1992-1994)
República Srpska (1992-..
  Zimbabue (2007-2008)
      China (1947-1949)
     Francia (1795-1796)
     Boliv ia (1984-1985)
   Alemania (1922-1923)
     D anzig (1922-1923)
                            0       10           20          30            40   50   60
                                                       D uración (meses)

Fuente: Hanke & Krus (2017). BCV, OVF, Ecoanalítica y cálculos propios.

Esta dinámica hiperinflacionaria también puede presen-
tarse en términos anuales, usando como referencia el
umbral planteado por Reinhart y Rogoff (2011) de 500%
interanual para una hiperinflación y 20% interanual para una
crisis inflacionaria. Bajo esa óptica, Venezuela habría entra-
do en hiperinflación entre finales de 2016 y el tercer trimes-
tre de 2017, después de estar casi una década completa en
crisis inflacionaria.

                                                                                                                 40
In fla ció n in t e r a n u a l e n V e n e zu e la

                             10.000.000

                              1.000.000

                               100.000
 Inflación interanual (% )

                                10.000

                                  1.000
                                          Hiperinflación

                                   100

                                          Crisis inflacionaria
                                    10

                                      1
                                            2007           2009   2011     2013   2015      2017   2019   2021

                                                    AN-OVF           BCV           Ecoanalítica

Nota: Gráfico en escala logarítmica.
Fuente: Reinhart y Rogoff (2011). BCV, OVF, y Ecoanalítica.

En esta escala se nota más fácilmente cómo el pico hiperin-
flacionario se alcanza alrededor de enero 2019 y es seguido
de una pronunciada desaceleración que durante la pan-
demia del covid-19 se ha estado moderando. De seguir su
rumbo, saldría del umbral de hiperinflación en los primeros
meses de 2022.

Eso implica que Venezuela entraría inmediatamente a un
nirvana de estabilidad de precios, ya que su senda indica
que podría seguir dentro del rango de una crisis inflacionar-
ia por mucho tiempo. Lo que implica una persistente
erosión del poder adquisitivo, si no hay una recuperación en
la productividad que permita mantener ingresos reales.

                                                                   41
Más allá de un postulado académico
Los umbrales de Cagan, Reinhart y Rogoff son por defin-
ición arbitrarios, y las diferentes series de inflación en Vene-
zuela pueden diferir considerablemente cuando son acu-
muladas para horizontes temporales largos. Tales son los
limitantes cuantitativos inherentes a mediciones en entor-
nos altamente volátiles, donde pueden confluir diferentes
muestras, ponderaciones, metodologías, y hasta presión
institucional para subestimar y sobreestimar cifras política-
mente sensibles.

Más allá de la minucia cuantitativa, lo más importante es la
dirección general de las mediciones, por imperfectas que
sean, y las fuerzas subyacentes que están describiendo. En
el caso venezolano, la evidencia indica que después de una
fase explosiva en 2018, la inflación se está desacelerando
de forma sostenida a la par que la credibilidad en la moneda
local sufrió daños potencialmente permanentes.

¿Qué está detrás de la desaceleración inflacionaria?
La desaceleración inflacionaria no es un hecho fortuito, es
resultante de una combinación de cambios en la política
económica     del   Ejecutivo,    junto   con    adaptaciones
espontáneas de la ciudadanía. A efecto de resumen estas
pueden ser enumeradas en:

       •Reducción del gasto público en aras de cerrar el
déficit fiscal para disminuir su monetización, forzando una
redimensión del Estado para adecuarse a menos recursos
disponibles.
        • Restricción de crédito mediante aumentos de
encaje bancario, lo que contiene presión de demanda en el
mercado cambiario y sobre precios de bienes locales.
                                                                  42
        •Flexibilización de importaciones que aprovechan
una apreciación cambiaria para abastecer el mercado local
con bienes, en muchas ocasiones más baratos que los
producidos localmente.
        •Dolarización emergente que permite a las firmas y
hogares anclar sus expectativas de precios futuros pese a
seguir enfrentando obstáculos operativos.

Estos desarrollos no han ocurrido sin costos o fricciones.
Tanto el ajuste fiscal como la restricción del crédito actúan
de forma procíclica en un entorno recesivo, es decir son
inhibidores de la demanda cuando la economía de por sí se
está contrayendo.

En esencia, ante la incapacidad de poder estimular de
forma sostenida la actividad económica, durante el periodo
2019-2021 el gobierno venezolano prioriza una política de
contención inflacionaria a expensas de una contracción, y
por ende empobrecimiento, más profundos. Incluso con
señales tímidas de crecimiento en algunos nichos, es prob-
able que el Ejecutivo mantenga esta estrategia de cara a
2022.

Tal posición no es infalible, la posición financiera del Estado
sigue siendo vulnerable, y todavía existen las fallas insti-
tucionales (entre otras, la falta de independencia del BCV)
que precipitaron la hiperinflación en primer lugar. De ocurrir
algún choque económico negativo, o un viraje en la política
pública que requiera volver a monetizar los déficits fiscales,
la presión inflacionaria puede reanudarse de forma súbita,
incluso en una economía altamente dolarizada.

El nuevo status quo (semi) dolarizado
                                                                     43
El legado más vistoso del fenómeno hiperinflacionario es la
dolarización parcial de la economía venezolana. Atrás que-
daron los tiempos en que la dolarización era debatida como
una alternativa, con algunos méritos y muchos costos, de
política económica discreta a las que podían optar autori-
dades actuales o hipotéticas. La realidad decidió no esperar
y la dolarización emergente ha penetrado lo suficiente para
consolidar un sistema bimonetario de facto que Yeyati
(2021) caracteriza como muy difícil de revertir.

Entrando al 2022, la dolarización seguirá siendo un proceso
desordenado y desigual, con fricciones persistentes en el
ámbito de medios de pago y del sistema financiero mien-
tras las autoridades siguen renuentes a permitir intermedia-
ción bancaria en divisas. Sin embargo, la extensión de la
misma es prácticamente irreversible, con la mayoría de las
transacciones comerciales y depósitos de la banca privada
ocupados por denominaciones en divisas. A la vez que el
bolívar experimenta una desmonetización inercial, los
ciudadanos venezolanos crecientemente pagan en dólares,
ahorran (los que pueden) en dólares, y fijan sus expectati-
vas en dólares.

El fin de la hiperinflación se daría a la par en la que el bolívar
sigue ocupando un espacio no trivial en las finanzas públi-
cas, pero es progresivamente desplazado en las priori-
dades de planificación financiera de las firmas y hogares.
Sin embargo, la dolarización en sí no corrige de fondo las
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