Perspectivas: #Economía2022 Qué esperar de la economía venezolana en 2022?
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Siete economistas venezolanos analizan qué esperar de la economía venezolana en 2022. Los expertos comentan sobre la dolarización, el tipo de cambio, la política monetaria , el gasto público, la desigualdad y el costo de la política antiinflacionaria sobre el crédito y la productividad en Venezuela. Lea los análisis de Ronald Balza, Leonardo Vera, Omar Zambrano, Asdrúbal Oliveros, Jesús Palacios Chacín, Giorgio Cunto y Tamara Herrera
Índice: ¿Qué esperar de la economía venezolana en 2022? Por Ronald Balza Guanipa 06 2022: factores para una ruta de crecimiento vigoroso y sostenido Por Leonardo Vera 13 2022: recuperación económica y desigualdad Por Omar Zambrano 20 Perspectivas 2022: Del cambio de paradigmas al cambio de tendencias Por Asdrúbal Oliveros y Jesús Palacios Chacín 26 2022: ¿Terminará la hiperinflación que parecía eterna? Por Giorgio Cunto 35 El adiós a la hiperinflación en medio de la hipoxia económica Por Tamara Herrera 45 Créditos 53
04 FOTO: YURI CORTEZ | AFP ¿Qué esperar de la economía venezolana en 2022? Por Ronald Balza Guanipa Ronald Balza es economista, profesor universitario y Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello.
05 00 FOTO : ROBERTO MATA | RMTF o contamos con estadísticas oficiales detalladas N y actualizadas. Los informes de PDVSA, disponibles hasta 2016, fueron retirados de la página de la empresa. Desaparecieron datos laboriosa- mente compilados por el BCV como parte de su Programa de Actualización de las Estimaciones Macroeconómicas (Pracem). En las páginas del BCV y el INE hay series des- continuadas desde 2013 y las más recientes, con excep- ciones, desde 2018. La página del Ministerio de Finanzas fue revisada en 2018 por última vez, pero sus últimos cuad- ros son de 2009. El presupuesto del Gobierno Central fue presentado a la Asamblea Nacional por el Ejecutivo el 14 de octubre de 2021, sin hacerse público. En la página de la ONAPRE, la última Ley de Presupuesto disponible es de 2016. En ausencia de datos consolidados que dieran continuidad a décadas de estadísticas oficiales, organizaciones como la UCAB, Ecoanalítica y el Observatorio Venezolano de Finan-
zas han hecho sus propias investigaciones. No es este el espacio para examinar sus cifras ni para resaltar la inexis- tencia de las oficiales. Esta es, en sí misma, una obser- vación relevante para atisbar el futuro inmediato. Consider- emos seis puntos a continuación. 06 1. Precios y presupuesto ¿La hiperinflación terminará en 2022? Si se cumplen 12 meses con una inflación menor al 50% mensual, sí. Podría ocurrir, y no por la dolarización transaccional ni por una política fiscal transparente y ordenada. Bastaría un menor financiamiento monetario del gasto público, decisión tan arbitraria como haber otorgado a PDVSA un inmenso poder de compra en bolívares por medio del BCV. Se desconoce el destino de esos bolívares. No se dedicaron a continuar inversiones públicas ni a frenar el deterioro en el valor real de salarios, bonos y pensiones del sector público. Sin embargo, conviene resaltar que durante la hiperinflación hubo quienes pudieron comprar y vender bienes y servicios, nacionales e importados, a pesar del incremento acelerado de los precios en bolívares (y frecuentemente en dólares) y de las variaciones en precios relativos. La hiperinflación no perjudicó a todos por igual. Pudo favorecer a grupos que estuviesen ligados, directa o muy indirectamente, con el gasto interno de PDVSA. Es posible que hacer recortes al gasto real ya no implique pérdidas para individuos y grupos que convirtieron bolívares en otros activos. Detener la hiper- inflación en 2022 puede estar en su interés. 2. Producción, importaciones y empleo La contracción de la producción, las importaciones, el empleo y la población venezolana desde el año 2012 tiene
múltiples explicaciones. Una de ellas fue el gasto público en dólares hecho en 2012, durante la última campaña electoral de Hugo Chávez. Impulsar importaciones con control de precios y cambios solo era posible gastando las reservas acumuladas en el FONDEN e ingresos petroleros recibidos 07 ese mismo año. Esto no podría repetirse en los años sigui- entes. La caída en precio del petróleo y cantidad vendida, el vencimiento de pagos de la deuda externa, el acelerado deterioro de la infraestructura y el mantenimiento de con- troles de precios y cambios no permitirían al sector público repetir la receta ni apoyarse en el sector privado. La migración de venezolanos es un reflejo de la destrucción de oportunidades productivas durante los últimos años. Las sanciones que comenzaron en 2017 y el carácter del conflicto político que le siguió supuso una restricción adicional para un conjunto de inversiones públicas y privadas, pero crearon incentivos para otras menos intere- sadas en la transparencia de las decisiones públicas. Los últimos años no solo son de encogimiento de las activi- dades productivas. También son años de recomposición, tanto del sector privado como de la “comunidad internacio- nal” más cercana al Gobierno. Un ejemplo de esto último es la importación de gasolina iraní por el Gobierno de Venezue- la, en condiciones que no son de dominio público. Otro es la explotación del Arco Minero del Orinoco, de cuyos resulta- dos solo se conoce la destrucción ambiental. Si en 2022 la caída del PIB se reduce o incluso se revierte, será una de las consecuencias de tal recomposición, ocurri- da en ausencia de presupuestos públicos, sin incidencia con- ocida del BCV en el mercado cambiario, sin intermediación financiera nacional ni estrecha vinculación con aliados tradi-
cionales que tuvieron gobiernos y empresas venezolanas durante los últimas décadas. Es posible que las condiciones que favorezcan a inversionistas nuevos y desconocidos tam- bién favorezcan a algunos sobrevivientes del colapso. 08 3. Ingresos y ahorros Volvamos al principio: la hiperinflación fue causada por el poder de compra que el BCV dio a PDVSA para gasto inter- no, esto es, en bolívares. Estos recursos fueron utilizados de un modo desconocido, con impactos desiguales sobre la población. Los precios crecieron aceleradamente durante el período, pero fueron, efectivamente, cobrados y pagados. Los ingresos generados durante el período variaron de un modo marcadamente desigual, entre personas y sectores productivos. Por eso importa tanto saber qué sectores se favorecieron en primer lugar de los gastos que hizo PDVSA y que desencadenaron la hiperinflación. Estos bolívares circularon de inmediato: en hiperinflación no se utilizaron como ahorro. Los proveedores de bienes y servicios vincu- lados, directa o indirectamente, con el gasto de PDVSA, pud- ieron recibir bolívares como pago y utilizarlos. Por supuesto, la contracción de la producción y la persistencia y empeora- miento de la pobreza de ingresos son prueba del efecto destructivo de haber utilizado la emisión monetaria con este fin. Ahora bien, la caída en los ingresos reales tuvo, entre muchas, dos consecuencias: las migraciones y el uso de ahorros privados. Los migrantes, en algunos casos, enviar- on parte de sus ingresos a familiares o amigos en Venezue- la. Sin conexión entre la banca nacional e internacional, estas “remesas” pudieron llegar en bolívares a sus destina- tarios, ocurriendo las transferencias de divisas en el exterior.
El uso de ahorros permite suavizar los ajustes en el con- sumo, tanto a nivel individual como a nivel social, cuando caen los ingresos. Tal era el propósito de crear el Fondo de Estabilización Macroeconómica, que fue vaciado desde 2003. El sector público no tiene ahorros, sino deudas. Sin 09 embargo, al pasar a ser el uso del dólar una “válvula de escape” y no un crimen contra el Gobierno, quienes perman- ecieron en el país pudieron recurrir abiertamente a sus ahorros en moneda extranjera, si los tenían. No hay cómo cuantificar la importancia relativa de ahorros familiares y empresariales durante estos años, pero su uso tuvo efectos favorables sobre quienes desahorraron y quienes pudieron proveerles bienes y servicios. 4. Sistema multimoneda El uso de bolívares, dólares, pesos, euros y gramos de oro en distintas partes de Venezuela es evidencia de un siste- ma multimoneda funcional y organizado por parte de clien- tes y proveedores, pero insuficiente. Al no participar el sector financiero nacional en el manejo de divisas, el actual sistema multimoneda se limita a utilizar medios de pago disponibles para transacciones cotidianas. Las transferen- cias en bolívares se hacen entre bancos venezolanos. Las transferencias en divisas se hacen en bancos en el exterior. La conversión entre bolívares y dólares (sea para pagos diarios o para remesas, por ejemplo) puede hacerse por medio de acuerdos informales, entre tenedores de efectivo o cuentas en el exterior y clientes de bancos venezolanos, mientras algunas casas de cambio obtienen aprobaciones parciales para algunas operaciones. Es posible que en 2022 el Gobierno reconsidere las limita- ciones actualmente impuestas sobre el sistema financiero
nacional. Esto podría reducir costos transaccionales, pero no bastaría para estimular actividades de intermediación bancaria. Nuevas inversiones requieren de algo más que disponibilidad nacional de crédito. Y ahorrar en divisas en el país, para quienes ya tienen sus cuentas en el exterior, 10 puede ser aún una apuesta excesivamente riesgosa. 5. El tipo de cambio En este sistema multimoneda, el marcador del tipo de cambio aceptado para cada transacción toma referencias publicadas en tiempo real a través de redes sociales. Las diferencias o coincidencias con el tipo oficial, publicado por el BCV, no pueden explicarse a partir de montos de divisas transados a través de la banca nacional o casas de cambio, porque esta información no se publica. Tampoco por el poder de intervención del BCV, teniendo en cuenta su actual nivel de reservas internacionales. En un contexto de contracción y empobrecimiento, atesorar dólares es más difícil. Por esto, es posible que la oferta privada de dólares y su velocidad de circulación se incre- mentaran durante los últimos años. Permitir el uso directo de dólares para pagos en efectivo y por transferencia pudo frenar la demanda de bolívares (a cambio de dólares) con fines transaccionales. Con hiperinflación, la velocidad de circulación de los bolívares debió incrementarse sustancial- mente. Quizás la posibilidad de usar ambas monedas simultáneamente con fines transaccionales (y la reducción en la capacidad de ahorro de parte de la población) redujo el volumen de transacciones en los mercados cambiarios de referencia. Esta pudo ser una de las razones por las que, durante un tiempo, el precio del dólar no subiera tan rápido como los precios en bolívares de bienes y servicios.
Si el Gobierno reduce su financiamiento monetario y no impide el uso libre de dólares en el territorio nacional, es posible que se reduzcan tanto las tasas de inflación como la de depreciación del marcador del paralelo. 11 6. “Reactivación económica” y “cambio político” Afirmar que la “reactivación” económica es posible solo si hay un “cambio político” ha sido una frase frecuente entre opositores al actual Gobierno. Sin embargo, tal relación, en esos términos, es muy imprecisa. En su versión más simple, cambio político se limita a cambio de presidente, con lo cual se presume que se lograría financiamiento externo y con él mejores oportunidades para producir y para superar la pobreza. Sin embargo, la discusión sobre el presupuesto público es prácticamente inexistente, al punto de que las recientes elecciones regionales se hicieron sin que los candidatos exigieran la publicación del situado con- stitucional, los aportes al Fondo de Compensación Interter- ritorial y la rendición de cuentas de los actuales goberna- dores y alcaldes. Si durante 2022 se detienen la caída del producto y la hiper- inflación (lo que no significa que la inflación pase a ser de un dígito anual, como en la mayoría de los países del mundo), habrá quienes digan que comenzó la “reactivación de la economía”, sin detenerse en las disparidades regio- nales, sectoriales y sociales, sin tener en cuenta la aparición de nuevos actores en condiciones de opacidad y atribuyen- do triunfos al actual Gobierno en contra de la “guerra económica” y el “bloqueo imperial”. La sobresimplificación del discurso político opositor no da adecuada respuesta a tales afirmaciones, que no se sustentan en fuentes de infor-
mación que estuvieron disponibles en Venezuela y publican otros gobiernos de América Latina, indispensables para discutir en democracia. Un cambio político esencial en Venezuela supone otro 12 modo de vincular o desvincular política y economía. Ya ha sido probado, una vez más, que una crisis económica no produce cambios en el control del poder en cualquier con- texto. En 2022 debería probarse que luchar por el recono- cimiento de derechos políticos no requiere de una crisis económica, y que tal lucha debe partir de reconocer explíci- tamente conflictos de intereses por motivos distributivos o por distintos puntos de vista sobre los mismos problemas. Haga click aquí para leer en línea
13 FOTO: FEDERICO PARRA | AFP 2022: factores para una ruta de crecimiento vigoroso y sostenido Por Leonardo Vera Leonardo Vera. Ph.D, M.A. es economista. Profesor Invitado Internacional de FLACSO-Ecuador. Profesor Titular de la Escuela de Economía de la UCV. Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
14 FOTO : LARA BLACKLOCK | RMTF pesar de que la actividad económica de Venezuela A avanza sobre un contexto de liberalización con una reanimación económica moderada, economía se aproxima al año 2022 con pocas fortalezas la para crecer vigorosamente. Los datos ofrecidos por el Observatorio Venezolano de Finanzas indican que hubo avances en el tercer trimestre del año con respecto al tercer trimestre del complicado 2020 (crecimiento de 9,2%), pero en conjunto, el año 2021 mostrará con seguridad un crec- imiento muy por detrás de lo que se observa en la región Latinoamericana (ya de por sí bajo), un crecimiento que pareciera ser además espacial y sectorialmente muy desigual, aunque vale decir que no tenemos una clara con- firmación de ello por la escasez de información oficial. Tres aspectos pueden ser considerados medulares para vislumbrar cambios en el contexto de crecimiento que casi todos esperan para el año 2022, a saber: a) una salida de la situación de aislamiento comercial y financiero en la que se
encuentra el país, b) una mejora en las condiciones en las que se desenvuelve el negocio petrolero, y c) un contexto macroeconómico y de reformas institucionales que permi- ta vislumbrar algún avance en la estabilización macroeco- nómica. 15 En el primero de los casos (salir del aislamiento), la posibili- dad de mantener vivo el diálogo político en México y de materializar algunas de las prioridades establecidas (por las delegaciones de la oposición y de Maduro) en el “memo- rándum de entendimiento”, son clave, y a decir verdad no se ha desvanecido del todo. En este sentido vale recordar que el levantamiento de las sanciones (prioridad 3) y la imple- mentación de un conjunto de medidas para promover un mejor sistema de protección social (prioridad 6), pueden constituir una singular oportunidad de cambio en el esce- nario económico del país. Lamentablemente, las fuerzas políticas que gobiernan no lo han entendido. Al ensuciar grotescamente el reciente evento electoral, desconociendo la voluntad popular en una jurisdicción regional, se derrum- ban meses de difícil construcción de acuerdos y de gener- ación de confianza. Notemos cuán diferente podría ser el panorama si ciertos avances en el frente internacional pudieran consolidarse. Por ejemplo, el panorama de Venezuela podría ser muy distinto si el país puede tener acceso a los US$ 5.100 millones en derechos especiales de giro (DEGs) que le corresponderían para apuntalar sus reservas internaciona- les (provenientes de la reciente emisión global del FMI). Esos recursos son casi 9 veces toda la liquidez monetaria en bolívares que circula por la economía y con ello se podría hacer una política cambiaria ordenada y creíble. También
serían muchos los avances si el país pudiera aglutinar acciones para constituir un gran fondo con donaciones y préstamos blandos internacionales para la reconstrucción, y si pudiera avanzar en un proceso de reestructuración comprensivo de las deudas y obligaciones externas. A sabi- 16 endas de lo importante que es para los flujos e inversiones financieras internacionales la calidad de las instituciones, un ambiente de prescinda de medidas exacerbadas de cumplimiento y de temor a las sanciones, es muchísimo más propicio que el ambiente actual. Naturalmente, los efectos de la salida del aislamiento finan- ciero no puede ser exagerada, pero un ambiente de convi- vencia política que marque una ruta para restablecer las garantías democráticas, permitiría levantar las sanciones económicas y financieras y darle un giro significativo a una situación que perjudica mucho a la economía local. En un segundo lugar está la posibilidad de recoger mejoras en el desenvolvimiento del negocio petrolero. El escenario de elevados precios del crudo será de alguna ayuda para Venezuela. Ya en octubre de este año el precio de la mezcla Merey, la referencia venezolana dentro de la cesta OPEP, se ubicó en US$ 62,72 por barril, un alza 14,1% con respecto a septiembre, alcanzando su mejor precio desde noviembre de 2018. El precio promedio del año llegó a US$ 50,08, por encima del que mostraba en igual lapso de 2020 ($27,76). Para el año 2022, siguiendo las proyecciones para el crudo Brent que hace la EIA, la mezcla Merey de Venezuela podría promediar cerca de US$ 52,00 el barril. Desde luego un aspecto más importante es la recuperación de la producción y esta depende en buena medida del
levantamiento de las sanciones comerciales tanto como del espacio y la calidad de las oportunidades que el gobier- no de Maduro esté dispuesto a dar a nuevas inversiones. Sin nuevas inversiones, la producción máxima de crudo y otros hidrocarburos de Venezuela exhibe un techo bajo. 17 Aquí vale recordar que en el documento conocido por los medios de comunicación (febrero de 2021) con el título de “Oportunidades de inversión”, la División de Planificación e Ingeniería de Petróleos de Venezuela establece que bajo la modalidad de Acuerdos de Servicios de Producción (ASP) PDVSA identifica necesidades por US$ 77.600 millones de dólares para para recuperar y actualizar la infraestructura de producción de petróleo del país. No hay manera de levantar el postrado sector de los hidrocarburos en Venezu- ela sin nuevas inversiones. Ese músculo financiero ya no lo tiene el estado venezolano, así que los cambios institucio- nales en el sector de los hidrocarburos son de vida o muerte si se quiere rescatar lo que aún queda. En tercer lugar, será clave para vislumbrar una recuperación más vigorosa en 2022 la conjugación de un proceso de desinflación que conlleve a un clima de mayor certidumbre para las decisiones de inversión. Hay una evidente desacel- eración inflacionaria en Venezuela, y ésta ha llegado más como resultado de un proceso sostenido de desmone- tización que como resultado de un bien orientado programa de estabilización. La desmonetización aunque es en esencia un proceso movido por la dolarización (y la sustitución creciente del bolívar por otros medios líquidos del pago), también se explica por la política monetaria del BCV destinada secar el crédito bancario (y la creación de dinero secundario) a
través de un encaje bancario de magnitudes espectacu- lares (de 85% para las obligaciones en moneda nacional y de 35% en moneda extranjera). De igual manera, las más recientes operaciones promovidas por el BCV interviniendo con la venta dólares en el mercado cambiario oficial, con- 18 tribuye puntualmente a esterilizar recursos en bolívares. En lo que va de año, se estiman 60 intervenciones del Banco Central de Venezuela en el mercado bancario oficializado y por montos que oscilan entre los 20 y 50 millones de US$. Sin reservas internacionales líquidas tales acciones son insostenibles y por lo tanto poco creíbles. Lo cierto es que la sostenibilidad de estas políticas del BCV y su éxito sobre el proceso gradual de desaceleración infla- cionaria es incierta. Controlar la creación de dinero secund- ario acabando con el crédito bancario conspira contra la recuperación, por lo que la política de mantener un encaje descomunal por mucho más tiempo tiene costos significa- tivos en términos de actividad económica y empleos formales. Sin embargo, mientras no se recobre la confianza, levantar el encaje requiere de otros mecanismos de esterilización. Si el temor es que al liberar el encaje los recursos se canalizan al mercado cambiario, vale entonces preguntarse por qué ocurre eso. Usar los escasos recursos de los que dispone el BCV y PDVSA para bajar la presión sobre el mercado de divisas es una opción limitada, un problema que se ha hecho estructural desde que Venezuela no posee un adec- uado fondo de reservas internacionales líquidas. Es aquí donde la posibilidad de acceso de los DEGs, de cambios en la institucionalidad que rige la política monetaria y de cam- bios sobre quienes con ineptitud conducen la política mon-
etaria, se hace estratégica para la estabilidad macro. No menos puede decirse de la gestión fiscal en un país donde ni el presupuesto público es conocido y donde la tributación se ha desplomado. 19 La dolarización de los salarios y de la actividad financiera son procesos ya en marcha que irán contribuyendo con la reaparición de la demanda y la producción en muchos mer- cados de bienes “no esenciales”, pero en ningún sentido deben concebirse como factores que ayuden a darle un giro significativo a la proyección de crecimiento en 2022. En perspectiva, Venezuela se enfrenta a un escenario de recuperación hacia 2022 que será más o menos significati- vo dependiendo de estos tres factores que alcanzamos a vislumbrar (salida del aislamiento comercial y financiero internacional, mejores condiciones para el negocio petrole- ro y una política macro socialmente responsable). Sin la conjugación de estos factores pareciera que el panorama de crecimiento sigue siendo sombrío lo que explica ciertos escenarios “business as usual” como los dados por analis- tas locales y otros organismos como la CEPAL, donde el crecimiento de Venezuela para 2022 oscilaría entre 1% y 4%. Haga click aquí para leer en línea
20 FOTO: JUAN BARRETO | AFP 2022: recuperación económica y desigualdad Por Omar Zambrano Omar Zambrano es economista jefe de ANOVA Policy Research, graduado de la Universidad Central de Venezuela y con maestría en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Es profesor en la Universidad Católica Andrés Bello.
21 FOTO : IVÁN REYES ara hablar sobre la Venezuela de 2022, he decidido P hablar sobre desigualdad. La razón es simple: la desigualdad en Venezuela, para usar un término canónico, es el verdadero signo de los tiempos. Me parece, además, que seguirá siendo así en el futuro cercano y que eso conlleva riesgos que conviene discutir. Dice Branko Milanovic que hay desigualdades buenas y malas. Hay unas, las deseables, que son consecuencia de esfuerzos o talentos diferenciados y es natural que la gente más productiva o laboriosa tenga más; de hecho, esto debe ser fomentado por las políticas. Pero hay otro tipo de desigualdad que es inadmisible, aquella ligada a carac- terísticas innatas de los seres humanos: raza, género, religión, orientación sexual, lugar de nacimiento o conex- iones políticas de la familia. Ese es el tipo de desigualdad que hay que combatir y no solo por razones éticas, sino porque es tremendamente improductivo para la sociedad privarse de los talentos productivos de una parte entera de
la población (los excluidos). En estos días de finales de 2021 no hay frase que haya sus- citado más polémica que la frase “Venezuela se arregló”. Unos la usan como arma arrojadiza contra los que se 22 fueron, para echarles en cara de lo que se perdieron y los otros la usan con piquete sarcástico para señalar que una parte de la población subsiste en condiciones degradantes. Ambos sufren del sesgo de juzgar por lo observado en su entorno y, en ambos casos, pierden la imagen panorámica de la economía venezolana. ¿Venezuela se arregló? No, bueno, sí, para algunos, todavía muy pocos y, bajo el actual estado de las cosas, sin posibilidades de que sean muchos más. Sobre eso va este texto. Venezuela es una economía fracturada. La dolarización transaccional y el ambiente de “libre mercado” para el emprendimiento y de “libre comercio” para la importación de bienes terminados han producido un “renacer” de las actividades de comercio y servicios orientados al consumo final. La mayor disponibilidad de bienes de consumo es notoria e inocultable. Una parte de la población, la que tiene acceso a ingresos en divisas, está consumiendo más y, a más consumo, más bienestar, como uno aprende muy tem- prano en la escuela de economía. El detalle está en que, en esta etapa del Laissez-faire boli- variano, es cierto que se está recuperando incipientemente el consumo, que hay más cosas disponibles para consumir y que una parte de la población puede consumirlas, pero el sistema cojea de una pata, la parte faltante de la ecuación: la producción. Otra cosa que le enseñan a uno muy tempra- no en economía es la noción de circuito macroeconómico,
aquello de que la producción se transforma en el ingreso de trabajadores y empresarios, que éste alimenta el consumo y que el consumo, entonces, alimenta la producción. Es aquella máxima de J.B. Say, de que toda oferta crea su propia demanda. 23 Uno escucha que en Venezuela hay mucha gente emprendi- endo, echándole pichón y haciendo cosas chéveres, y es cierto. Hay gente aprovechando oportunidades y trabajan- do duro. Uno ve gente vendiendo de todo, micro tiendas, tiendas por Instagram, tiendas chicas, medianas y hasta grandes comercios. Lo que uno no ve es la inauguración de líneas de producción, la apertura de una nueva planta o la llegada de inversiones extranjeras directas, la reactivación del aparato industrial o la recuperación del sector petrolero, metalúrgico o agroindustrial. Esa es la fractura fundamen- tal del circuito económico venezolano. Este “renacer” de la economía venezolana y el bienestar que ha producido el rebote parcial del consumo no tiene una base ancha. La razón es sencilla: la importación y comer- cialización de bienes de consumo final, de la aduana a su mesa, deja algo en el camino, produce una capa de emprendedores, produce algo de empleo urbano en activi- dades de comercio y servicios, algo se derrama al resto de los sectores, pero hasta ahí. Algunos, los menos, logran insertarse a estas actividades como empleados o emprendedores. Otros logran insertarse solo como con- sumidores, gracias a las remesas o a los ahorros externos. El resto, la mayoría, logra rasguñar algunos pocos dólares; están excluidos. Esta es la Venezuela donde la Crisis Humanitaria continúa.
Ya tenemos evidencia empírica de microdatos representati- vos de los ingresos laborales de los hogares venezolanos y que forman parte de un reporte por salir. Comparto tres cifras para ilustrar algunas de las exclusiones que caracteri- zan a la Venezuela actual: 24 1. Poca gente participa en el mercado laboral: en Venezue- la, solo el 53,8 % de las personas entre 15 y 64 años partici- pa en el mercado laboral. Esta sería, por mucho, la tasa de actividad laboral más baja de toda la región e implica que unos 8,8 millones de adultos en edad productiva no generan ingresos autónomos y están en situación de dependencia. 2. Los ingresos laborales han mejorado pero siguen siendo muy bajos: para aquellos que sí están trabajando, la situ- ación ha mejorado marginalmente, pero, en promedio, los ingresos laborales en dólares siguen siendo bajos. Cálculos preliminares indican que el ingreso laboral promedio de los venezolanos se ubica entre 45 y 50 dólares mensuales, con una gran heterogeneidad de acuerdo con el sector que se mire, incluyendo millones de venezolanos adscritos al sector público que ganan mucho menos que eso. 3. Las remesas ayudan, pero no tanto como se cree: de acu- erdo con cifras preliminares, el 15,3 % del total de familias venezolanas dice que recibe remesas y que estas alcanzan, en promedio, entre 20 y 30 dólares mensuales. Es impor- tante entender que este promedio esconde gran heteroge- neidad, con los hogares menos vulnerables y urbanos reci- biendo, en promedio, cinco veces esta cifra. Las tres cifras anteriores ilustran bien el caso Venezuela: se ha creado una isla de consumo y bienestar relativo, pero no todo el mundo tiene acceso, no todo el mundo emprende,
no todo el mundo puede insertarse laboralmente y no todo el mundo puede consumir con lo que le mandan sus famili- ares del exterior. Algunos pueden, otros no. Esa es la Vene- zuela de 2022, una economía que muestra signos de recu- peración parcial, limitada a algunos sectores y actividades, 25 y que está mostrando brechas de profunda y creciente desigualdad. Sobre eso también hay evidencia. Dice Milanovic, en otro de sus magníficos textos sobre el tema, que uno de los efectos más perversos de la desigual- dad es que tiende a perpetuarse a sí misma a través de los sistemas políticos. El argumento es simple: las élites bene- ficiarias de los sistemas excluyentes tienden a financiar representaciones políticas que le garanticen el manten- imiento del status quo, es decir, la desigualdad crea las bases políticas para su permanencia. Piense el lector en este argumento, piense en lo que el argumento implica en términos de la Venezuela de finales de 2021, de la identidad de la nueva élite económica emergente y sus ramifica- ciones políticas, piense en lo que esto significa para el futuro de la democracia. O mejor, no pensemos en nada de eso y tratemos de tener una feliz Navidad y un feliz año 2022. Haga click aquí para leer en línea
26 FOTO: YURI CORTEZ | AFP Perspectivas 2022: Del cambio de paradigmas al cambio de tendencias Por Asdrúbal Oliveros y Jesús Palacios Chacín Asdrúbal Oliveros es economista de la Universidad Central de Venezuela, egresado del Programa Avanzado de Gerencia del IESA y se desempeña como socio-director de Ecoanalítica. Jesús Palacios Chacín es economista y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, egresado de la Maestría de finanzas del IESA y Economista Senior de Ecoanalítica.
27 FOTO : ALFREDO LASRY | RMTF uego de un 2020 de fuertes choques estructurales L externos e internos para la economía venezolana, 2021 se presentaba como una oportunidad para iniciar un cambio de tendencia macroeconómica del país y empezar a construir una nueva narrativa, al menos parcial- mente, luego de siete años de durísima contracción económica que dejó a la economía en apenas una quinta parte de su tamaño respecto a 2013. Pero esta nueva narrativa es solo posible sobre la base del cambio de paradigmas a lo interno del gobierno, que pasó de una visión sumamente dogmática socialista del manejo económico a una más pragmática, como evidencian los cambios que ha acumulado en los dos últimos años [1], aplicados más que por convicción, por la caída de más del 80% de los ingresos fiscales del gobierno desde 2013. Con el cambio de paradigmas afianzado, 2022 parece dispuesto a facilitar el cambio de tendencia en tres variables claves que seguimos en Ecoanalítica: crecimiento económico,
inflación y encarecimiento del costo de la vida en dólares. Se estanca la caída y repunte del PIB privado Basado en este escenario de mayor pragmatismo en el manejo de la administración pública, desde Ecoanalítica 28 hemos proyectado para cierre de año una contracción de apenas 0,5 %, lo que representa un notorio cambio respecto al desempeño de los últimos anos, y confirma que la economía nacional finalmente da los primeros pasos para mostrar un crecimiento positivo, algo que no ocurre desde finales del año 2013 cuando el PIB creció 1 %. Con estos resultados es claro que las estadísticas reflejan que en 2021 Venezuela entró en un periodo de estancamiento en el que se frenó la caída libre por la que pasó durante los últimos años. De hecho, si consideramos algunos de los elementos que destacan en esta estabilización de las cifras de crecimiento, debemos hablar de indicadores que por primera vez desde 2013 muestran un resultado positivo, como es el caso del PIB del sector privado cuyo crecimiento esperamos por el orden del 3,1%, y que de acuerdo a la última data del Banco Central representa el 46,4% de la economía venezolana. Sin embargo, y en buena parte lo que explica el resultado agre- gado ligeramente negativo de este año, es el PIB del Sector Público (con un peso del 45,2% del PIB) que repite su sexto año de contracción al proyectar una caída interanual de 5,4%.
V a r ia ció n in t e r a n u a l d e l PIB r e a l p o r se ct o r e s 2014 2015 2016 2017 2018 2019* 2020* 2021* 0% 29 V a ria c ión ( % ) -2 0 % -4 0 % S e c tor priv a do S e c tor públic o F u e n t e : B a nc o C e ntra l de V e ne zue la y E c oa na lític a . ( *E s tim a c ione s y proy e c c ione s ) En este sentido, algunos elementos claves que han permiti- do un mayor dinamismo de la actividad comercial en 2021 han sido la maduración de la dolarización en alrededor de dos tercios de las transacciones de bienes y servicios en la economía; una leve mejora del flujo de caja del gobierno debido al repunte de precios del petróleo por un contexto global que ha presionado al alza los precios en el mercado de commodities y una mayor diversificación de ingresos; un creciente peso de los recursos provenientes de la “economía negra”; y una sobrevaluación real de nuestra moneda debido a la priorización del objetivo de contener la hiperinflación.
In fla ció n m e n su a l 200 150 30 Variación (% ) 100 50 0 oct 2016 ago 2017 jun 2018 abr 2019 feb 2020 dic 2020 oct 2021 F u e n t e : Banco Ce ntral de Ve ne zue la. Salida de la “hiper” Y sobre este último punto destaca uno de los cambios más relevantes de 2021, la determinación del gobierno en el último año de priorizar una disminución de la inflación por encima incluso del crecimiento económico a través de distintas políticas: intervenciones con compra-venta de divisas en el mercado cambiario para evitar el efecto pass through; un control de la oferta monetaria, con medidas como el cierre casi total del financiamiento bancario debido al mantenimiento de las elevadas tasas de encaje legal con las que limita a la banca nacional; una contracción muy pronunciada del gasto público en bolívares que exige menos al Banco Central con emisión monetaria; y una reci- ente tendencia a gastar directamente en dólares america- nos que recibe de las exportaciones. Ahora, más allá de las consideraciones de economía políti- ca del enfoque de priorización del control de la inflación
sobre el crecimiento económico del gobierno, que funda- mentalmente implican un rezago total en los incrementos salariales de los trabajadores del sector público y las pen- siones, el resultado es claro: hay una importante diminución de las tasas mensuales de inflación a casi la mitad de las 31 cifras de 2019, y apenas a una cuarta parte de los aumen- tos en esa periodicidad de 2018, lo que dejará a 2021 como el año con la menor inflación desde 2016, dejando la puerta abierta para que en el primer trimestre de 2022 Venezuela experimente formalmente la salida de la hiperinflación de acuerdo al criterio clásico del economista estadounidense Philip Cagan [2], que a pesar de ser cuestionada [3],es el más aceptado en la academia. Apreciación del tipo de cambio real Un elemento adicional que es derivado de la relativa estabil- idad del tipo de cambio, y aún con una moderación de la inflación, es el desajuste que ha habido entre este indicador y las tasas mensuales de inflación que ha mantenido la apreciación real, y que se traduce en un aumento de los costos de vida en dólares persistente pero en menor medida que años anteriores, debido al avance de la fijación de precios en dólares en la economía que provoca más fricciones comerciales frente a aumentos de precios en moneda extranjera por circunstancias de mercado como la competitividad de precios y la sensibilidad de la demanda de los consumidores. ¿Qué esperar del 2022? Tres cambios de tendencia De cara al próximo año, nuestra expectativa es un crec- imiento económico en torno al 6,9%, y una desaceleración de la inflación hasta las tres cifras bajas, la menor desde 2015, así como un tipo de cambio que mantendrá la tenden-
cia hacia la desaceleración de su crecimiento gracias al fácil mecanismo de control que ha encontrado el gobierno con las ventas controladas de divisas, mitigando cualquier riesgo de una depreciación más pronunciada. 32 V a r ia ció n in t e r a n u a l d e l PIB r e a l 40 20 Variación (% ) 0 -20 -40 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2019* 2017 2018 2020* 2021* 2022* 2023* F u e n t e : Banco Central de Venezuela y Ecoanalítica. (*Estimaciones y proy ecciones) En este escenario, algunos sectores que se verán beneficia- dos son similares a los que esperábamos en 2020 como Salud, Alimentos, Comercio minorista, Cuidado personal, Tecnología y Servicios profesionales, mientras que los sectores emergentes que destacaron este año y serán rele- vantes el próximo son Inmobiliario, Químico y Fintech. Por su parte, algunos elementos relevantes que podrían permitir un mayor dinamismo de la economía son funda- mentalmente: una mejora sustancial en la provisión de servicios públicos (electricidad, telefonía, agua, internet y
combustible) que representan la principal restricción de oferta de la economía y el avance de la dolarización finan- ciera que permitiría la compensación interbancaria en dólares, préstamos en divisas y la optimización del sistema de pagos. 33 Estos factores a su vez facilitarían al gobierno aumentar la presión tributaria en divisas y seguir cerrando el déficit fiscal en línea con el objetivo de un mayor control sobre la inflación, un asunto que deberán tener en cuenta las empre- sas. Otros retos que deberán asumir el sector privado en el contexto local son el repunte de costos laborales, las grandes dificultades para conseguir financiamiento, el alza de los costos de la vida en dólares, y las fallas en las cade- nas de suministros globales. En conclusión, si bien este año marcó la pauta de algunos cambios de tendencia importantes, debemos esperar a 2022 para confirmar si se trata de un verdadero punto de inflexión en la trayectoria de las variables y si se profundi- zan los ajustes económicos pendientes, siempre teniendo en cuenta que para avanzar hacia un crecimiento económi- co sostenido y más significativo en Venezuela deben llegarse a acuerdos de entendimiento político y generarse un clima de seguridad jurídica más creíble que el modelo actual de concesiones y opacidad que beneficia a algunos inversionistas privados. Haga click aquí para leer en línea
Notas: 1. ¿Qué esperar de la economía venezolana en 2020? 2. Según la definición clásica de Philip Cagan (1956), en su 34 libro “The Monetary Dynamics of Hyperinflation” un episo- dio de hiperinflación comienza el mes en el que el aumento de los precios supera el 50% y termina el mes anterior al cual ese aumento cae por debajo de esa tasa y permanece así por lo menos durante un año. 3. En la actualidad en un entorno de inflación global mod- erada, los repuntes inflacionarios como resultado de la coyuntura pandémica apenas muestran tasas anuales de un dígito, muy distinto de cuando se definió la teoría de Phil- lip Cagan en hiperinflación.
35 FOTO: YURI CORTEZ | AFP 2022: ¿Terminará la hiperinflación que parecía eterna? Por Giorgio Cunto Giorgio Cunto es economista y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, con especialización en Finanzas Internacionales de la Universidad Metropolitana. Es economista senior y científico de datos en Ecoanalítica.
36 esde al menos 2017 la hiperinflación se ha vuelto D uno de los fenómenos más notorios en la larga lista de calumnias autoinfligidas por la economía venezolana; siendo el desplome de la moneda local ilustrati- vo del colapso de la economía que la soportaba. Cuatro años y dos reconversiones monetarias después, el 2022 podría ver el fin del episodio hiperinflacionario en el país; aunque no necesariamente del ascenso del costo de vida. Volviendo al punto de partida Las hiperinflaciones no son fenómenos históricamente nuevos ni misteriosos. Tanto en la Roma de Diocleciano en el siglo III, como en el Zimbabue de Mugabe en el siglo XXI, los episodios hiperinflacionarios siguen dinámicas simi- lares, elegantemente resumidas por el nobel de economía Thomas Sargent en 2011: “La forma en que la empiezas [una hiperinflación] es que
tienes la política fiscal fuera de control, mantienes déficits persistentes, y luego tienes a una autoridad monetaria que debe monetizar la deuda gubernamental. Y eso siempre funcionará. ¿Entonces cómo detienes una hiperinflación? Dejando de hacerlo”. 37 Venezuela no fue diferente. Pese a numerosas adverten- cias sobre los riesgos de desequilibrios fiscales y monetar- ios, las autoridades venezolanas de 2016 veían una explosión inflacionaria en un país petrolero, de la misma forma que las autoridades soviéticas de 1986 veían una explosión de un reactor nuclear en su territorio: algo que simplemente no podía ocurrir… hasta que deficientes políti- cas públicas demostraron lo contrario. El inicio del episodio hiperinflacionario en Venezuela tiende a ubicarse en el en el último trimestre de 2017, cuando se supera el umbral planteado por Cagan (1956) de 50% inter- mensual. Posteriormente se entra en una fase de inflación explosiva durante la totalidad de 2018, con muchos meses superando las 3 cifras.
In fla ció n m e n su a l e n V e n e zu e la 250 225 200 175 38 Inflación mensual (% ) 150 125 100 75 Hiperinflación 50 25 0 2016 2017 2018 2019 2020 2021 AN-OVF BCV Ecoanalítica Fuente: Cagan (1956). BCV, Asamblea Nacional, Observ atorio Venezolano de Finanzas y Ecoanalitica. Un detalle a veces ignorado por la opinión pública es una segunda fase del episodio a partir de partir de febrero de 2019, momento desde el cual el ritmo de crecimiento de precios se ha desacelerado de forma sostenida hasta el momento de escribir estas líneas: con inflaciones men- suales usualmente debajo del umbral, salvo por oscila- ciones puntuales. Venezuela todavía ocupa el podio en inflación internacional, registrando en un mes mucho más de lo que el resto del planeta espera para un año entero. ¿Dónde queda Venezuela en el ranking? Siguiendo la métrica de Cagan, el episodio hiperinflacionar- io terminaría una vez que transcurran 12 meses consecuti- vos (un año) con una inflación intermensual por debajo del umbral de 50%. Con el fin del episodio siendo, retroactiva-
mente, el último mes que registre una inflación por encima del umbral. Bajo esa óptica, de no ocurrir un choque de precios súbito, la hiperinflación en Venezuela terminaría al cierre de 2021 o 39 en el primer trimestre de 2022; dependiendo de la serie con la que se analice. Esto dejaría al episodio venezolano con una duración de 38-40 meses, con una de las hiperinfla- ciones más largas de la era moderna. Superada solamente por Grecia (1941-1945) y Nicaragua (1986-1981). D u r a ció n d e e p iso d io s h ip e r in fla cio n a r io s Episodio Nicaragua (1986-1991) Grecia (1941-1945) Venezuela (2017-2021) Azerbaiy án (1992-1994) Ucrania (1992-1994) Russia/USSR (1922-1924) Angola (1994-1997) Moldov a (1992-1993) Turkmenistán (1992-19.. China (1943-1945) Yugoslav ia (1992-1994) República Srpska (1992-.. Zimbabue (2007-2008) China (1947-1949) Francia (1795-1796) Boliv ia (1984-1985) Alemania (1922-1923) D anzig (1922-1923) 0 10 20 30 40 50 60 D uración (meses) Fuente: Hanke & Krus (2017). BCV, OVF, Ecoanalítica y cálculos propios. Esta dinámica hiperinflacionaria también puede presen- tarse en términos anuales, usando como referencia el umbral planteado por Reinhart y Rogoff (2011) de 500% interanual para una hiperinflación y 20% interanual para una
crisis inflacionaria. Bajo esa óptica, Venezuela habría entra- do en hiperinflación entre finales de 2016 y el tercer trimes- tre de 2017, después de estar casi una década completa en crisis inflacionaria. 40 In fla ció n in t e r a n u a l e n V e n e zu e la 10.000.000 1.000.000 100.000 Inflación interanual (% ) 10.000 1.000 Hiperinflación 100 Crisis inflacionaria 10 1 2007 2009 2011 2013 2015 2017 2019 2021 AN-OVF BCV Ecoanalítica Nota: Gráfico en escala logarítmica. Fuente: Reinhart y Rogoff (2011). BCV, OVF, y Ecoanalítica. En esta escala se nota más fácilmente cómo el pico hiperin- flacionario se alcanza alrededor de enero 2019 y es seguido de una pronunciada desaceleración que durante la pan- demia del covid-19 se ha estado moderando. De seguir su rumbo, saldría del umbral de hiperinflación en los primeros meses de 2022. Eso implica que Venezuela entraría inmediatamente a un nirvana de estabilidad de precios, ya que su senda indica
que podría seguir dentro del rango de una crisis inflacionar- ia por mucho tiempo. Lo que implica una persistente erosión del poder adquisitivo, si no hay una recuperación en la productividad que permita mantener ingresos reales. 41 Más allá de un postulado académico Los umbrales de Cagan, Reinhart y Rogoff son por defin- ición arbitrarios, y las diferentes series de inflación en Vene- zuela pueden diferir considerablemente cuando son acu- muladas para horizontes temporales largos. Tales son los limitantes cuantitativos inherentes a mediciones en entor- nos altamente volátiles, donde pueden confluir diferentes muestras, ponderaciones, metodologías, y hasta presión institucional para subestimar y sobreestimar cifras política- mente sensibles. Más allá de la minucia cuantitativa, lo más importante es la dirección general de las mediciones, por imperfectas que sean, y las fuerzas subyacentes que están describiendo. En el caso venezolano, la evidencia indica que después de una fase explosiva en 2018, la inflación se está desacelerando de forma sostenida a la par que la credibilidad en la moneda local sufrió daños potencialmente permanentes. ¿Qué está detrás de la desaceleración inflacionaria? La desaceleración inflacionaria no es un hecho fortuito, es resultante de una combinación de cambios en la política económica del Ejecutivo, junto con adaptaciones espontáneas de la ciudadanía. A efecto de resumen estas pueden ser enumeradas en: •Reducción del gasto público en aras de cerrar el déficit fiscal para disminuir su monetización, forzando una
redimensión del Estado para adecuarse a menos recursos disponibles. • Restricción de crédito mediante aumentos de encaje bancario, lo que contiene presión de demanda en el mercado cambiario y sobre precios de bienes locales. 42 •Flexibilización de importaciones que aprovechan una apreciación cambiaria para abastecer el mercado local con bienes, en muchas ocasiones más baratos que los producidos localmente. •Dolarización emergente que permite a las firmas y hogares anclar sus expectativas de precios futuros pese a seguir enfrentando obstáculos operativos. Estos desarrollos no han ocurrido sin costos o fricciones. Tanto el ajuste fiscal como la restricción del crédito actúan de forma procíclica en un entorno recesivo, es decir son inhibidores de la demanda cuando la economía de por sí se está contrayendo. En esencia, ante la incapacidad de poder estimular de forma sostenida la actividad económica, durante el periodo 2019-2021 el gobierno venezolano prioriza una política de contención inflacionaria a expensas de una contracción, y por ende empobrecimiento, más profundos. Incluso con señales tímidas de crecimiento en algunos nichos, es prob- able que el Ejecutivo mantenga esta estrategia de cara a 2022. Tal posición no es infalible, la posición financiera del Estado sigue siendo vulnerable, y todavía existen las fallas insti- tucionales (entre otras, la falta de independencia del BCV) que precipitaron la hiperinflación en primer lugar. De ocurrir algún choque económico negativo, o un viraje en la política
pública que requiera volver a monetizar los déficits fiscales, la presión inflacionaria puede reanudarse de forma súbita, incluso en una economía altamente dolarizada. El nuevo status quo (semi) dolarizado 43 El legado más vistoso del fenómeno hiperinflacionario es la dolarización parcial de la economía venezolana. Atrás que- daron los tiempos en que la dolarización era debatida como una alternativa, con algunos méritos y muchos costos, de política económica discreta a las que podían optar autori- dades actuales o hipotéticas. La realidad decidió no esperar y la dolarización emergente ha penetrado lo suficiente para consolidar un sistema bimonetario de facto que Yeyati (2021) caracteriza como muy difícil de revertir. Entrando al 2022, la dolarización seguirá siendo un proceso desordenado y desigual, con fricciones persistentes en el ámbito de medios de pago y del sistema financiero mien- tras las autoridades siguen renuentes a permitir intermedia- ción bancaria en divisas. Sin embargo, la extensión de la misma es prácticamente irreversible, con la mayoría de las transacciones comerciales y depósitos de la banca privada ocupados por denominaciones en divisas. A la vez que el bolívar experimenta una desmonetización inercial, los ciudadanos venezolanos crecientemente pagan en dólares, ahorran (los que pueden) en dólares, y fijan sus expectati- vas en dólares. El fin de la hiperinflación se daría a la par en la que el bolívar sigue ocupando un espacio no trivial en las finanzas públi- cas, pero es progresivamente desplazado en las priori- dades de planificación financiera de las firmas y hogares. Sin embargo, la dolarización en sí no corrige de fondo las
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