PROPAGANDA, NEUTRALIDAD Y ESPIONAJE: LA PROYECCIÓN DE LA ESPAÑA FRANQUISTA EN TURQUÍA (1936-1945).
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PROPAGANDA, NEUTRALIDAD Y ESPIONAJE: LA PROYECCIÓN DE LA ESPAÑA FRANQUISTA EN TURQUÍA (1936-1945). ANTONIO CÉSAR MORENO CANTANO CEFID-GREF (UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA) Introducción En Suecia, Suiza y Turquía –países que mantuvieron una dudosa neutralidad ante la contienda bélica española como en la Segunda Guerra Mundial- existieron importantes servicios propagandísticos franquistas durante la Guerra Civil, aunque las personas que los llevaron a cabo no subieron de rango y no llegaron a ser nombrados agregados de Prensa (excepto César de Iriarte). Su papel marginal durante el conflicto español provocó que en algunas ocasiones tuviesen que depender de otras zonas de mayor importancia. Es el caso de Turquía, cuyo trabajo en la capital del país, Ankara, fue controlado por Pedro Prat y Soutzo desde Rumania.1 Fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando estos tres enclaves adquirieron una nueva significación, pues su condición de neutrales que compartieron durante gran parte del conflicto los convirtió en una zona geopolítica de primer orden. De ahí su gran valía desde el punto de vista informativo: Ankara, a medio camino entre los países del Eje y la URSS; Berna / Ginebra, sede de importantísimos organismos internacionales –Sociedad de Naciones- ; y Estocolmo, ciudad clave para el control del Mar Báltico y paso obligado de la ruta de hierro hacia el Reich. En consideración a estos factores y al nuevo rumbo de la guerra, la Vicesecretaría de Educación Popular acordó en 1943 la creación de nuevas Oficinas de Prensa “con el objetivo de tener copiosa documentación sobre situación política, social y bélica y de todo orden, del mayor número de países del mundo”. Entre éstos se incluyeron, como es lógico, Suecia, Suiza y Turquía, que a partir de ahora tendrían como Corresponsales Informativos de la VSEP a César de Iriarte, Francisco Sánchez Cañamares y Daniel Álvarez, respectivamente. 1 Sobre la labor desarrollada por este personaje en tierras rumanas véanse, VEIGA, Francisco: «La guerra de les Ambaixades: la Falange Exterior a Romania i l´Orient Mitjà, 1936-1944», L´Avenç, n.º 109, Barcelona, 1987, pp. 10-18; o MORENO CANTANO, Antonio César: «Guerra de propagandas en Rumania durante la contienda bélica española (1936-1939)», en Revista de Historia Actual Online, n.º 20, 2009. 1
Como demostraremos en esta comunicación, Turquía desempeñó un papel de primer orden dentro de las actividades de espionaje, a favor del Eje, durante los años de la Segunda Guerra Mundial, a través del Servicio de Información Rusa y el Servicio de Información Naval, controlados por Pedro Prat y Soutzo. Igualmente, analizaremos las campañas de propaganda que se desarrollaron en la península de Anatolia durante el tiempo de la Guerra Civil a favor del bando sublevado. El tiempo de la Guerra Civil española (1936-1939) La Turquía de Mustafá Kemal Atatürk (y a partir de noviembre de 1938 de Ismet Inönü), de acuerdo con su política de absoluta neutralidad en materia exterior, mantuvo relaciones cordiales tanto con la España franquista como con la republicana, con la que no rompió diplomáticamente hasta el final de la guerra. El Gobierno de Atatürk nunca presentó una postura de apoyo manifiesta a ninguno de los dos bandos y, a pesar de las dificultades por ser los estrechos turcos el único camino de salida de la flota rusa en ayuda a los republicanos, no llegó a haber una nota en la que pudiera constatarse el apoyo directo a uno u otro bando.2 Con relación a la compra de aviones en la que el Gobierno republicano mostró tanto interés para que fueran enviados a través del Gobierno turco, nunca lo consiguió a pesar de todas las garantías y regalos que por ello hubiera recibido. La única nota discordante a esta estricta neutralidad fue la del Ministro turco en Madrid ayudando a los sublevados, pero pronto fue “eliminada”, siendo destituido por motivos de salud.3 Este incidente de la Legación pudo, además, servir para dar paso a la aceptación “de facto” del Gobierno franquista. En cuanto a los representantes españoles en Turquía hay que destacar dentro de la zona republicana al Encargado de Negocios Ricardo de Begoña. A sus órdenes se encontraba el Secretario Jaime Fernández Chwoyka, que desde tempranas fechas comenzó a colaborar con los sublevados a través de la figura de Prat y Soutzo, no guardando lealtad al Gobierno de la República. Su misión debía consistir en informar sobre el paso de barcos de y a Rusia y copiar todos los telegramas y despachos republicanos. El ímpetu que le puso a sus acciones de espionaje sobre Begoña le valió los reconocimientos del propio Franco. El 15 de diciembre de 1937 ingresó 2 Para la España republicana, el mantenimiento de unas buenas relaciones con Turquía resultaba vital, al controlar el paso de los estrechos del Bósforo y los Dardanelos, los cuales resultaban de vital importancia en la línea de abastecimiento marítimo de material de guerra desde la URSS. 3 La figura de Tevfik Kâmil Koperler y el asalto de las fuerzas policiales republicanas a la legación turca en Madrid ha sido analizada en profundidad en, MORAL RONCAL, Antonio Manuel: Diplomacia, humanitarismo y espionaje en la Guerra Civil española. Madrid: Biblioteca Nueva, 2008, pp. 475-491. 2
secretamente en FET y de las JONS y poco después se convirtió en su delegado en Turquía.4 Pedro de Prat y Soutzo, Representante Nacional en Rumania tras desertar de la República, era el que llevaba las riendas de los rebeldes con el Gobierno turco hasta la llegada de Julio Palencia como Agente oficial. Prat y Soutzo consiguió el reconocimiento “de facto” del Gobierno de Burgos, el control de los barcos sospechosos por los estrechos (para lo que se sirvió del Servicio de Información Naval –S.I.N.- y del Servicio de Información Rusa –S.I.R.-), el establecimiento de negociaciones para el desbloqueo de los créditos españoles en los bancos turcos... Como dijimos, el primer Ministro franquista reconocido oficialmente fue Julio Palencia, que ya había realizado antes de la guerra labores de Cónsul General en Estambul (durante la Segunda Guerra Mundial este puesto fue ocupado por Antonio Gullón, tal y como veremos más adelante).5 La imparcialidad de la que hacían gala las autoridades turcas se trasladó a la prensa, preocupada por esas fechas por impregnar en el pueblo la nueva ideología nacionalista de Mustafá Kemal: republicanismo, nacionalismo, populismo –soberanía del pueblo-, estatismo, secularismo y reformismo. Solamente los periódicos publicados por minorías, como la judía (reconocida como tal desde el Tratado de Lausanne de 1923), presentaban un carácter prorepublicano o profranquista, pero no expresaban el pensamiento de la nación, que quiso mantenerse desde el principio hasta el final completamente neutral. Esta ansiada objetividad no fue obstáculo para que Julio Palencia opinase que el embajador francés en Turquía, Ponsot, ejercía una hegemonía espiritual sobre el Gobierno de Ankara y los círculos diplomáticos contraria a la España Nacional.6 Se explica así la beligerancia del “afrancesado” diario Istanbul contra los intereses del bando rebelde en España. El agente franquista Julio Palencia nos ofreció su particular retrato del tono de la prensa turca en un despacho remitido a Burgos en 1938. De la ciudad de Estambul resaltaba al Yeni Sabah, periódico dirigido por Husseyin Cahit, opuesto al régimen kemalista, antibolchevique y “que no se ha significado ni en pro ni en contra en lo que representa la guerra civil española”; al Cumhuriyet, de línea estatal y encabezado por 4 VIÑAS, Ángel: Al servicio de la República. Diplomáticos y guerra civil. Madrid: Marcial Pons Historia, 2010, pp. 308-309. 5 URIARTE, Carmen: Las relaciones hispano-turcas durante la Guerra Civil. Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores, Centro de Documentación y Publicaciones, 1995, pp. 180-181. 6 Ibidem, p. 38. 3
Yunus Nadi, miembro del Parlamento turco, “más bien simpatizante con la Causa Nacionalista”;7 al Aksam, del diputado y delegado permanente de Turquía en la Sociedad de Naciones, Necmeddin Sadik, “no habiéndose significado de un modo especial en el problema español”; al Tan, del periodista Ahmed Emin Yalman, que “en la guerra española se ha mostrado imparcial”;8 al Son Posta, Son Telegraf y Kurun, los tres pertenecientes a un consorcio periodístico y sin color político alguno; al referido Istanbul, “su tendencia es de Frente Popular”; al Beyoglu, órgano de la Embajada de Italia en Estambul, encabezada por Gilberto Primi, “está haciendo una entusiasta, infatigable y muy inteligente campaña en favor de la gloriosa Cruzada Nacional” o al Journal D´Orient, diario judío dirigido por Alberto Carasso, “que publica preferentemente noticias favorables a los rojos”. En la capital, Ankara, el diputado Falih Rifki Atay era el responsable del diario Ulus, órgano del Gobierno y de carácter moderado9 y del Ankara, dedicado a la propaganda y difusión en el extranjero de todo cuanto concernía a la vida política, económica e intelectual de Turquía.10 Espionaje y propaganda en Anatolia durante la Segunda Guerra Mundial La política exterior turca fue puesta en una encrucijada con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Tanto los Aliados como el Eje presionaron para que Turquía rompiese con sus dogmas neutralistas y se alinease hacia uno de los bloques en lucha. Su ubicación geográfica reclamaba el interés de las grandes potencias: al oeste el Eje proyectaba su sombra sobre los Balcanes; al este se levantaba la Unión Soviética; y en el sur Inglaterra y sus aliados extendían sus tentáculos sobre el mundo árabe. Además, Turquía controlaba importantes líneas de comunicación entre estos dos bloques: la ruta marítima entre los mares Egeo y Negro, y el ferrocarril de Bagdad, que comunicaba los 7 En un artículo del 21 de julio de 1936, Yunus Nadi echaba las culpas de lo que estaba sucediendo en España a la incapacidad política del Gobierno del Frente Popular para solucionar los problemas del país y a las disputas internas entre socialistas, comunistas, sindicalistas y anarquistas: “Entre todos los disturbios, los comunistas, tomando ventaja sobre los fascistas, buscaban el momento de implantar su dictadura. Pero al final, ante el asesinato de Calvo Sotelo, los soldados fascistas se levantaron”. Vid., URIARTE, Carmen: Las relaciones hispano-turcas…, p. 56. 8 Al referirse al conflicto español, el Tan afirmaba el 27 de julio de 1936 sentir pena “por nuestra nación amiga”. Vid., URIARTE, Carmen: Las relaciones hispano-turcas…, p. 58. 9 En el artículo “La tragedia española”, el director de este diario destacaba que la revolución en España no empezó con el levantamiento de Franco, sino con la victoria del Frente Popular, con lo que Franco no se habría levantado contra el Gobierno legal, sino que habría empezado a defenderse contra la revolución del Frente Popular; los rebeldes tendrían así el papel de atacados defendiéndose, con lo que se suavizaba bastante su imagen. Vid., URIARTE, Carmen: Las relaciones hispano-turcas…, p. 64. 10 Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (AMAE, Madrid), serie «Archivo Renovado» (clave R), legajo n.º 4002, expediente n.º 3 (en adelante se abreviará: AMAE, R. 4002/8). «Despacho de la Representación de España en Turquía al Excmo. Sr. Ministro de Asuntos Exteriores«, 3 de agosto de 1938. 4
Balcanes con el Medio Oriente. Y más aún, Turquía era rica en cromo (mineral indispensable –al igual que el wolframio español- para la industria de guerra de los países europeos), pues su producción representaba el 16 % del total mundial.11 A grandes rasgos el posicionamiento de Turquía durante la guerra fue el siguiente. El 19 de octubre de 1939 los turcos firmaron una alianza de defensa mutua con los poderes occidentales. Turquía ayudaría si la guerra llegaba al área mediterránea. El ataque italiano a Francia en junio de 1940 llevó la guerra al Mediterráneo occidental, pero el Gobierno turco trató de mantenerse neutral entre los dos bloques. En 1941 las fuerzas alemanas atravesaron Yugoslavia, entraron en Grecia y ocuparon las islas del Egeo, cerca de la costa turca. Tropas nazis estaban también en Bulgaria, no lejos de Estambul. En parte rindiéndose, Turquía firmó –ante la presión alemana- un pacto de no-agresión en junio de 1941, aunque estipulando al mismo tiempo que la alianza anglo-francesa con Turquía quedaba intacta.12 Las peticiones alemanas de colaboración política no fueron atendidas, aunque Alemania era, como en la Primera Guerra Mundial, muy popular al estar luchando contra Rusia, el enemigo histórico de Turquía. En 1942 la guerra cambió de sentido y en diciembre de 1943 Roosevelt y Churchill hablaron con Inönü en El Cairo, asegurando Turquía que daría facilidades militares. Sin embargo, se mantuvo la neutralidad. El 2 de agosto de 1944 Turquía rompió relaciones con la Alemania nazi y el 23 de febrero de 1945 le declaró la guerra para poder mandar un representante a la Conferencia de la ONU en San Francisco.13 La intención de reflejar en estas páginas la postura turca ante el desarrollo de la guerra no responde al simple y estéril ejercicio de rellenar páginas. Todo lo contrario. Nos permite, entre otras utilidades, ver cómo la estancia de Prat y Soutzo como Ministro de España en la Legación de Turquía (1940-1943) coincide con la etapa más proalemana (también entre 1940 y 1943) del Gobierno turco. Eso nos ayudará a entender, llegado el caso, el despliegue propagandístico y las actividades de espionaje 11 TOYNBEE, Arnold: La guerra y los neutrales. Barcelona: Editorial AHR, 1958, p. 403. 12 En una de las cláusulas de este pacto se estipulaba que ambos países deberían mantener a partir de ese momento “un espíritu amistoso en la prensa y radio respectivas”. A partir de entonces, como trataremos más adelante, empezaron a proliferar las organizaciones de información y propaganda germanas por territorio turco, que tuvieron su contrapunto en las que también establecieron los Aliados, que aunque con menor notoriedad se vieron sustancialmente ayudadas por las autoridades turcas. Uno de los enclaves nazis más activos en la Península de Anatolia fue el Viceconsulado de Alejandreta, donde una agente femenina, que había desplegado sus actividades en Siria bajo el régimen de Vichy, se estableció para operar contra los Aliados en Oriente Medio. Vid., ROS AGUDO, Manuel: La guerra secreta de Franco. (1939-1945), Barcelona: Editorial Crítica, 2002, p. 14; y TOYNBEE, Arnold: La guerra y los neutrales…, pp. 410-411. 13 URIARTE, Carmen: Las relaciones hispano-turcas…, p. 14. 5
que dicho diplomático y sus adláteres (como A. de Schubert y Velikotny) realizaron en esos años en beneficio del Eje. Era su particular contribución a la instauración de un nuevo orden europeo, que se convirtió en uno de los principales axiomas de la política exterior de España durante la Segunda Guerra Mundial.14 De manera paralela a lo que sucedió en Gran Bretaña con Alcázar de Velasco, Luis Calvo o José Brugada, el MI5 / MI6 desbarató todos estos planes y puso en evidencia la postura adoptada por el Ministerio de Asuntos Exteriores español (casualmente ocupado por el germanófilo Serrano Suñer) en esta fase de la guerra.15 Poco interés mostraron los diferentes representantes de la Legación de España en Turquía así como sus servicios de Prensa y Propaganda por los medios informativos del país. Más bien se utilizó la geoestratégica posición de Turquía para obtener noticias sobre los movimientos dados por la Unión Soviética y el mundo árabe en la conflagración mundial. Este hecho explica, en gran parte, la falta de iniciativas de las Oficinas de Prensa españolas en Estambul y Ankara, inmersas en problemas de corrupción y espionaje. Esta situación condujo a la clausura temporal de las mismas en 1943, a la par que Prat y Soutzo tenía que abandonar el país dirección a Finlandia por presiones del contraespionaje británico. No fue hasta 1944 cuando la Vicesecretaría de Educación Popular reconsideró el papel informativo de primera magnitud que jugaba Turquía como puente entre Europa y Asia y mandó a Daniel Álvarez como Corresponsal, situándolo al frente de la Oficina de Prensa de Ankara. Retrotraigámonos hasta el verano de 1939. En julio de ese año llegó a Turquía como Ministro de España Carlos L. Dóriga. Durante los primeros meses después de la guerra hubo problemas con las tripulaciones de los barcos que se encontraban en Rusia al finalizar la contienda en España. Se creó, por otra parte, una Delegación de Falange en Estambul en la que se invitó a participar hasta a la misma esposa del Presidente de la República turca, la Sra. Inönü. Se mandaron listas de personas sospechosas por su ayuda a los republicanos durante la Guerra Civil española en la que se encontraban muchos judíos sefarditas, y se dio la medalla con distintivo de retaguardia por los servicios prestados durante la “Cruzada Nacional” en Rumania a Pedro Prat y Soutzo, 14 Sobre esta política véase, EIROA SAN FRANCISCO, Matilde: «Urdiendo el tejido exterior para el Nuevo Estado: la política internacional del primer franquismo», Historia y Comunicación Social, n.º 6, 2001, pp. 207-214. 15 Las tareas de espionaje de estos nombres han sido analizadas en, ROS AGUDO, Manuel: La guerra secreta de Franco (1939-1945). Barcelona: Editorial Crítica, 2002; MARTÍN DE POZUELO, Eduardo y ELLKURÍA, Iñaki: La guerra ignorada. Los espías españoles que combatieron a los nazis. Barcelona: Ediciones Debate, 2008; o BURNS MARAÑÓN, Jimmy: Papa espía. Amor y traición en la España de los años cuarenta. Barcelona: Ediciones Debate, 2010. 6
Ministro de España, y en Turquía a Jaime Fernández y Chwokza, Secretario-intérprete, y a Alejandro Kurukli, Subagente secreto.16 También en 1939 se produjo la llegada de Antonio Gullón como Cónsul General de Estambul. Tanto Gullón como Dóriga informaban con asiduidad a sus superiores en Madrid, a los que a través de una selección de recortes de prensa explicaban cómo se vivía en este extremo de Europa el desarrollo de la guerra o cómo era juzgado el régimen franquista en los medios periodísticos del país. Durante el otoño de 1939, y en relación al polvorín balcánico, los diplomáticos españoles resaltaban que la prensa turca se expresaba con rotundidad al afirmar que sus “enemigos número 1” eran Rusia, en el este, e Italia, en el Mediterráneo.17 Más allá de la lectura mecánica y rutinaria de noticias, tanto las sedes españolas en Ankara como Estambul, se encargaron –en algunos casos por sugerencia de otros países, como Italia o Alemania- de vigilar los movimientos de los principales organismos de propaganda comunista en Turquía. En diciembre de 1939, el embajador de Italia en Ankara pidió a Carlos L. Dóriga que le ayudase a controlar el local de la Embajada rusa en Büyükdere (a orillas del Bósforo) cerca de la Legación de España, donde hipotéticamente operaban 60 agentes secretos rusos. Sin consultar al ministro de Exteriores, Dóriga se puso manos a la obra movido por el apocalíptico discurso del agregado de Prensa italiano, quién explicó que si no se acababa “con la extensión del comunismo en Europa” España podía convertirse de nuevo en un foco de “infección marxista”.18 Si estas acciones tenían lugar en este país era debido, como quedó plasmado en los escritos del diplomático franquista, a la “falta de lealtad y de mínimos escrúpulos” del conjunto de gobernantes turcos que, movidos por una falsa neutralidad, se abstenían de comerciar con Alemania (por mandato expreso de Francia e Inglaterra) mientras que con el nuevo socio nazi, la URSS de Stalin, se mantenía un fluido tráfico de mercancías. “Falta total de sinceridad y exageración de sus demostraciones” harto conocidas, no sólo para España sino también para la diplomacia alemana.19 Era, en pocas palabras, un enérgico reproche a la neutralidad proaliada jugada por Turquía hasta el año 1940.20 De la misma opinión fue el sucesor de Dóriga, Pedro Prat y Soutzo, que se planteaba el siguiente interrogante con respecto al posicionamiento turco en la actual guerra: 16 Ibidem, p. 180. 17 AMAE, R. 991/11. «La prensa turca y la situación en los Balcanes», 19 de noviembre de 1939. 18 AMAE, R. 991/7. «Actividad desplegada por los Soviets desde Estambul», 1 de diciembre de 1939. 19 AMAE, R. 991/7. «Oscilaciones y vacilaciones de Turquía», 9 de abril de 1940. 20 Sobre este interesante tema véase, DERINGIL, Selim: Turkish foreign policy during the Second World War. Cambridge: Cambridge University Press, 1989, pp. 71-91. 7
“¿Cómo puede decirse que Turquía es un país democrático, liberal y republicano comparable a Francia, antes de su desastre, a Suecia, Suiza o la Gran Bretaña? Toda su conformación es de tipo autoritario tanto en el punto de vista político como económico y social, y no se explica su presencia en el bando de los enemigos de los países de régimen totalitario”.21 Consideraciones de esta índole sirvieron de tabla justificatoria para que los representantes y propagandistas españoles colaborasen en las misiones de espionaje en tan “desleal” nación. En otra dirección se dirigieron los juicios del Cónsul de Estambul, que incidió en las medidas tomadas por el Gobierno turco contra el espionaje y propaganda germana. Con el revelador título de La cruzada turca contra el espionaje alemán, Gullón exponía al ministro Beigbeder los orígenes de la presencia masiva alemana en Turquía y su auge a partir de la revolución kemalista. Desde ese momento proliferaron en ciudades como Estambul comisionistas de comercio germano así como agentes de negocios y corresponsales de prensa, dedicados todos ellos a las “intrigas y espionajes” más que a sus propios quehaceres. Para impedir que la propaganda nazi “envenenase” a la opinión pública, los poderes turcos incautaron de la Embajada alemana cientos de folletos y circulares, y expulsaron a gran número de periodistas que en realidad eran “temibles espías”.22 Mientras que Gullón elaboraba tan crítico informe acerca de la presencia germana en Anatolia, se producía la llegada del nuevo representante de la Legación de España en Ankara, Pedro Prat y Soutzo, al que los hechos posicionarán en ese género de “temibles espías” así como a sus subordinados “periodistas”. Fue el 5 de abril de 1940 cuando Prat y Soutzo fue nombrado Ministro de España en Turquía.23 Con anterioridad, 21 AMAE, R. 991/12. «Turquía ante los regímenes y las ideologías», 3 de octubre de 1940. 22 AMAE, R. 991/11. «Informe del Consulado de España en Estambul acerca de las medidas tomadas por el Gobierno turco contra el espionaje alemán remitido al Excmo. Sr. Ministro de Asuntos Exteriores», 15 de abril de 1940. 23 Pedro Prat y Soutzo, marqués de Prat de Nantouillet, nació en Atenas en 1892. Ingresó en la carrera diplomática en 1912 con tan sólo 20 años. Su primer destino fue el de agregado en la legación española en Estambul, la misma ciudad a la que regresó casi tres décadas después. Hasta 1936 su actividad diplomática lo llevó a San Petersburgo, Atenas, Estocolmo, Tokio y Bucarest, donde le sorprendió el estallido de la Guerra Civil. Desde los primeros días de la contienda, Prat asumió un protagonismo personal en la defensa de los intereses del régimen e Burgos, tanto en el plano diplomático como en el político. En octubre se inscribió en Falange, organizó las secciones del Partido en Rumania y Turquía, y en compañía de Jaime Fernández Chwoyka, Jefe Territorial de FET y de las JONS en Turquía, creó un Servicio de Información Naval encargado de vigilar el tráfico marítimo en el estrecho del Bósforo. En esas mismas fechas fue nombrado agente del Estado español en Rumania, Yugoslavia y Turquía. Además de su misión oficial, Prat realizó diversos viajes a Grecia y a los Balcanes como representante itinerante de la España “nacional”. Su mayor aportación al esfuerzo bélico franquista consintió en impedir mediante presiones diplomáticas la salida en julio de 1937 del carguero sueco Lola, atracado en el puerto rumano de Constanza con 5000 toneladas de material bélico destinado al ejército republicano. El buque fue retenido por las autoridades rumanas y la carga, incautada. Vid., JUÁREZ, Javier: Madrid-Londres- Berlín. Espías de Franco al servicio de Hitler. Madrid: Temas de Hoy, 2005, pp. 231-232. 8
durante su actividad diplomática en Rumania,24 desarrolló una intensa actividad proselitista a favor de Falange y en contra de la URSS ampliamente conocida en Bucarest, hasta el punto de que el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Molotov, advirtió a su homólogo rumano en 1938 que “la presencia en Rumania del señor Prat es incompatible con el mantenimiento de relaciones cordiales entre ambos países”. En esas fechas, Pedro Prat comenzó a organizar lo que después sería conocido en el ámbito de la representación española como el SIR (Servicio de Información Rusa), a cargo del canciller intérprete Miguel Olsufiev. El SIR se dedicó a traducir prensa soviética y a obtener datos de la URSS por diversos canales, más próximos al espionaje que a la diplomacia como evidencia la detención poco después del chofer Pedro Prat bajo la acusación de espionaje.25 Por todas estas razones, el nombramiento de Prat como ministro franquista en Turquía no fue acogido con excesivo agrado por las autoridades de Ankara, quienes reclamaron a Madrid su historial completo e incluso sugirieron la conveniencia de retirarlo cuando en septiembre de 1940 recibió la Gran Cruz de la Corona de Italia y Berlín lo condecoró con la Orden del Águila Alemán. En pocos meses logró una merecida fama como celoso partidario del Eje, que el mismo fomentó abiertamente con sus opiniones y, sobre todo, con sus actos. Prat demostró de nuevo un mayor interés por las tareas de inteligencia que por las diplomáticas, organizando dos sistemas de información con el consentimiento de Madrid. Uno era el Servicio de Información General, cuyo objetivo prioritario era suministrar datos militares al Alto Estado Mayor español, casi siempre en referencia al propio ejército turco.26 El segundo fue un 24 Sobre esa etapa véase, MORENO CANTANO, Antonio César: «Guerra de propagandas en Rumania…», en Revista de Historia Actual Online. 25 Uno de los diarios soviéticos que fue examinado con mayor atención y cuidado fue el Pravda, órgano oficial del Partido Comunista, ya que en él aparecieron los artículos más duros contra la España franquista. Por ejemplo, en “Política de la España actual” este diario describía la “penosa” situación del país tras caer en manos de los sublevados y cuestionaba su posicionamiento en la actual contienda mundial: “La agricultura española se halla arruinada... Las aldeas han quedados despobladas como resultado de la política reaccionaria de los falangistas... La política exterior de la España de Franco no es un factor independiente, sino un reflejo de los intereses, planes y luchas de las grandes potencias capitalistas...”. AMAE, R. 991/2. «VIII Informe bisemanal sobre asuntos rusos conteniendo artículo Pravda sobre España», 13 de agosto de 1940. 26 En uno de estos informes, Prat y Soutzo (recurriendo a “todos los medios a mi alcance de carácter oficial, confidentes, servicio de información y S.I.R”) situaba sobre un mapa del país a cada división o brigada turca; localizaba a sus fuerzas aéreas y hacía mención a la cantidad y calidad de las tropas soviéticas estacionadas en el Caúcaso Meridional. El objetivo final era que la España de Franco tuviese conocimiento de los últimos pasos bélicos dados en las fronteras de Tracia y en la costa europea del Mar Negro. No sólo por cuestiones geopolíticas de interés general, sino con la intención de suministrar tal información al Alto Estado Mayor germano o italiano. AMAE, R. 991/11. «Informe confidencial sobre situación ejército turco y mapa», 31 de agosto de 1940. 9
renovado y ampliado Servicio de Información Ruso, en esta ocasión al frente de un colaborador llamado Alejandro Schubert y su esposa Teresa Ximénez y Turbín.27 A toda esta actividad, aunque en un plano bastante marginal, le acompañaron las continuas críticas que Prat y Soutzo realizó a cualquier diario turco que no fuese lo bastante “leal” para la España franquista. De esta manera, en julio de 1942 escribía a Madrid quejándose de que diversos directores de renombre, como Hüseyin Cahid Yalçin (responsable de los diarios Tanin y Yenin Sabah), estaban apoyando –junto al apoyo de la Oficina de Información y Prensa británica- la aparición de un nuevo medio llamado La Turquie, de “carácter democratófilo”.28 A los diplomáticos españoles, así como a los del bando Aliado o del Eje, les causaba un gran desconcierto la ambigüedad de la prensa turca, que no era más que el mero reflejo de la ambivalente política exterior del país. A las protestas que recibían de germanos o británicos, poderosos medios como el Yeni Sabah o el Tan respondían que “en Turquía la prensa era libre y no había censura”, gracias sobre todo “al buen hacer del Presidente Inönü”. Ello no impidió que entre 1939 y 1945 diferentes diarios (Cumhuriyet, Vatan, Vakit o los anteriormente mencionados) fueran clausurados –temporal o indefinidamente- por orden gubernamental o militar.29 Un episodio especialmente polémico se produjo a raíz del frustrado atentado, perpetrado supuestamente por el espía turco al servicio de Alemania “Cicerón” (alias de Elyeza Bazna), contra el embajador británico en Sofía (Randall) cuando visitaba el Hotel Pera Palas de Estambul el 11 de marzo de 1941, que ocasionó 6 muertos y 19 heridos. A raíz de tal acontecimiento, se mandó callar o corregir muchas de las informaciones que publicaron diarios como Yeni Sabah o Son Posta, pues podían comprometer la política “neutralista” del Gobierno turco.30 Prat también suministró importantes informes a la Delegación Nacional del Servicio Exterior de Falange. Cuando esta actividad fue conocida en Madrid recibió una amonestación oficial. Del mismo modo que envió información al Servicio Exterior de Falange, también hizo lo propio al Servicio Secreto alemán. Para este fin contó con un valioso colaborador: Vladimiro Velikotny, agregado de Prensa de la Representación 27 JUÁREZ, Javier: Madrid-Londres-Berlín…, pp. 233-234. 28 AMAE, R. 4011/4. «Informe sobre el primer número del nuevo diario La Turquie», 10 de julio de 1942. 29 DERINGIL, Selim: Turkish foreign policy…, pp. 8-10. 30 KOÇAK, Cemil: «Ikinci Dünya Savaşi ve Türk Basini (La Prensa turca en la Segunda Guerra Mundial)», Tarih ve Toplum, n.º 35, 1986, pp. 29-33. Agradecer al profesor Jesús Gil Fuensanta, de la Universidad Autónoma de Madrid, el acceso a tan interesante artículo. 10
española en Estambul.31 A juicio de los informes británicos, Velikotny constituía el auténtico cerebro de la célula de espionaje dirigida por Prat. En ellos se le calificaba “como el más peligroso miembro de la colonia española en Turquía, responsable de los Servicios de Información españoles en el país y habitual intermediario entre los Servicios Secretos turco y alemán”. Tales acusaciones se basaban en los contactos mantenidos por Velikotny con el periodista japonés Momotaro Enomoto, expulsado de Turquía en 1942 acusado de espionaje, así como en sus probados vínculos con representantes del Eje en Turquía, Bulgaria y Rumania. Se le consideraba, además, como un engranaje clave en la propaganda nazi en la zona. Respecto a Prat, se le atribuían importantes relaciones en Rumania y Grecia, país este último del que era natural su madre. Sobre la base de estas conexiones, ambos crearon una organización secreta con sede en Estambul integrada básicamente por rusos y griegos, extendidos por una amplia área que abarcaba la retaguardia soviética, Palestina, Grecia y los Balcanes. Prat se sirvió de su cargo para expedir pasaportes diplomáticos sin la autorización de Madrid, así como visados para falsos valijeros con los que sus agentes pudieron moverse con libertad por varios países. Además, las valijas diplomáticas de las legaciones españolas en Egipto, Bulgaria y Rumania debían ser remitidas a Turquía para su envío a Madrid. Durante este recorrido, Prat violó habitualmente su contenido, pese a las reiteradas protestas de los embajadores en estos países. Velikotny, a su vez, colaboró estrechamente con responsable del Servicio de Información Ruso, Schubert, y con un diplomático español acreditado en Beirut conocido como Vine. En la lista de sospechosos vinculados a Prat figuraron también los nombres de Eugenio Janet y Viale, agregado de Prensa de la Embajada de España en Ankara, y otro periodista nacionalizado español, Arnaldo Dalismo Damiano. El destino último de los informes redactados por estos personajes era dispar. En ocasiones se enviaban directamente a Berlín o se entregaban al embajador alemán en Ankara, Von Papen. Pero su destino más habitual fue la organización de espionaje del austriaco Richard Kauder, alias Klatt, establecido primero en Viena, luego en Budapest y por 31 Velikotny nació en San Petersburgo en 1892. Tras la revolución bolchevique se instaló en España y adquirió la nacionalidad gracias a los méritos contraídos como combatiente del bando franquista durante la Guerra Civil. Prat y el se conocieron con anterioridad al estallido de la contienda, y pronto confraternizaron en la adscripción común al fascismo y en su oposición radical al comunismo; entendimiento del que el embajador español intuyó mayores beneficios prácticos cuando reclamó a Velikotny para acompañarle en su misión oficial. Vid., JUÁREZ, Javier: Madrid-Londres-Berlín…, p. 235. 11
último en Sofía, cuyos informes sobre el frente ruso y la presencia británica en Oriente Próximo aportaron valiosos datos al servicio central del Abwehr.32 El hecho que situó definitivamente al diplomático Prat y Soutzo ante la gravedad de sus actos fue la desaparición de un telegrama confidencial enviado por el Ministerio de Asuntos Exteriores a la Embajada española en Rumania el 17 de marzo de 1942. La investigación posterior realizada por el secretario de la Legación en Bucarest, Alfonso Merry del Val, demostró que este suceso había sido responsabilidad de los agentes de Prat en Rumania, evidenciando, para mayor gravedad, el uso de la clave cifrada diplomática por personal extranjero no autorizado. En un hecho como poco insólito, contrario al proceder habitual de Serrano Suñer a favor del Eje, éste personalmente envió una dura carta a Prat recriminándole su comportamiento. Este incidente supuso el declive de Prat como informador cualificado al servicio de Berlín, consumado cuando el ministro Jordana lo destinó a Finlandia como embajador en mayo de 1943. Lo sustituyó José Rojas y Moreno, conde de las Casas Rojas. La caída en desgracia de Prat arrastró consigo a su fiel adlátere: Vladimiro Velikotny se trasladó con su familia a Hungría, y posteriormente a Austria, huyendo del avance de las tropas soviéticas. En 1945 el embajador español en Berlín le concedió un visado especial para poder cruzar a Suiza, donde permaneció al menos hasta 1947. Su nombre figuró durante bastantes años en una lista elaborada por el MI5 con el nombre de varios funcionarios españoles sospechosos de favorecer al Eje, en la que también figuraron Pedro Prat o su sustituto José Rojas.33 El caso Prat y Soutzo, en el que estuvieron implicados los “agregados de Prensa” Eugenio Janet y Vladimiro Velikotny, contribuyó –como afirmaba Juan M. de la Aldea- al mayor desprestigio de España en Turquía: “Es públicamente sabido, no solamente en Estambul, sino en todo el territorio turco y allende sus fronteras, que al amparo de la Legación de España se cobijaba un seudo-agregado de Prensa que trabajó con la identidad de diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores, y que se dedicaba a toda clase de actividades delictivas y realizaba cuantas operaciones o negocios sucios se le brindaban”.34 El agregado de Prensa de Bucarest tampoco ocultaba que la Oficina de Prensa de Estambul remitía gran cantidad de informes que excedían el ámbito español: las Embajadas de Alemania, Italia y Japón; lo que era una prueba fehaciente más de su 32 JUÁREZ, Javier, Madrid-Londres-Berlín…, pp. 234-236. 33 Ibidem, pp. 238-241. 34 Archivo General de la Administración (AGA), Cultura, caja 1107. «Informe sobre la Oficina de Prensa de la Legación de España en Turquía», 3 de septiembre de 1943. 12
actividad secreta.35 El interés creciente de Juan M. de la Aldea por Turquía respondía a sus deseos, en sintonía con la Delegación Nacional de Prensa, de ser nombrado responsable de las tareas propagandísticas franquistas en Ankara. Este proyecto no cuajó por la oposición de José Rojas y Moreno, para el que dicho nombramiento implicaría unos elevados gastos que se evitarían recurriendo a los propios Servicios de Información y Prensa de la Legación de Ankara.36 Juan M. de la Aldea también se exasperó cuando se enteró que en el verano de 1943, tiempo en el que estaba en el aire su posible nombramiento como agregado de Prensa en Ankara, su ex-secretario en Bucarest –Víctor Toff- se había presentado en Turquía divulgando a los cuatro vientos que era el nuevo agregado de Prensa de España en tal país. Lo peor del caso era que Víctor Toff se había ganado el apoyo del diplomático Rojas y Moreno, lo que le otorgó la libertad necesaria para organizar la Oficina de Prensa y Propaganda española en la capital turca a su antojo.37 Finalmente, y tras los incidentes protagonizados por Velikotny y Toff, la Vicesecretaría de Educación Popular dispuso en 1944 que el periodista Daniel Álvarez fuese nombrado Corresponsal Informativo en Ankara. Con su nombramiento se “pretendía disponer de un servicio de Prensa en el exterior amplio y eficiente, libre de influencias extrañas y de trabas entorpecedoras de su labor”.38 Daniel Álvarez intentó, en primer lugar, mejorar la imagen de España en Turquía (deteriorada por las labores de espionajes desarrolladas por Prat y Soutzo y Velikotny).39 Para ello pedía “recibir material concerniente a nuestra economía, comercio, obras sociales, organización y progresos recientes” para enviarlo con posterioridad a los diarios turcos.40 Todo ello sin descuidar los informes que remitía a la Delegación Nacional de Prensa sobre el desarrollo de la guerra en el Este de Europa y Próximo Oriente. Su trabajo chocó con la 35 Idem. 36 AGA, Cultura, caja 1553. “Escrito de la Legación de España en Turquía al Ilmo. Señor Don Juan Aparicio”, 28 de octubre de 1943. 37 AGA, Cultura, caja 1107. “Escrito de la Legación de España en Bucarest, Oficina de Prensa, al Camarada Delegado Nacional de Prensa”, 1943. 38 AGA, Cultura, caja 366. “Informe al Excmo. Vicesecretario de Educación Popular sobre la prensa y la propaganda de España en el exterior”, 1945. 39 Una bocanada de aire a la propaganda franquista le sobrevino con la agradable acogida que el diario Istanbul dio a la celebración en dicha ciudad del V aniversario de la “Victoria”. Organizado por la colonial española y por el cónsul general, Antonio Gullón, el acto incluyo un Te Deum, oficiado por el reverendo Pedro Francisco Roque Martínez, y un discurso en el que el cuerpo diplomático “expuso el significado de nuestra guerra de Liberación y la obra grandiosa de reconstrucción en todos los órdenes llevada a cabo en estos cinco años”. AGA, Cultura, caja 1107. «Recorte de prensa del diario Istanbul», 2 de abril de 1994. 40 AGA, Cultura, caja 1107. “Escrito de Daniel Álvarez a la Delegación Nacional de Prensa”, 1945. 13
oposición de José Rojas y con la falta, una vez más, de fondos para desarrollar sus servicios. 14
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