ELABORACIÓN DE PLANES, PROGRAMAS Y CURSOS DE FORMACIÓN - José Tejada Fernández Antonio Navío Gámez 2004
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ELABORACIÓN DE PLANES, PROGRAMAS Y CURSOS DE FORMACIÓN José Tejada Fernández Antonio Navío Gámez 2004
Módulo II: La planificación de la formación ÍNDICE PRESENTACIÓN.........................................................................................................3 INTRODUCCIÓN GENERAL .....................................................................................5 DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS .....................................................................9 1. CONSIDERACIONES INICIALES .....................................................................9 2. LOS NIVELES DE CONTEXTUALIZACIÓN DEL CURRICULUM COMO REFERENTE Y ESTRATEGIA DEL DISEÑO Y DESARROLLO CURRICULAR ..12 2.1. Niveles de concreción curricular ...................................................15 2.2. Elementos y modalidades curriculares .........................................16 3. LA PLANIFICACIÓN CURRICULAR ..............................................................20 4. ALGUNOS MODELOS PARA LA ELABORACIÓN DE PLANES Y PROGRAMAS DE FORMACIÓN ..................................................................25 4.1. Modelos tecnológicos......................................................................25 4.2. Modelos deliberativos ......................................................................27 4.3. Modelos críticos.................................................................................29 4.4. Modelos colaborativos ....................................................................31 5. ELEMENTOS DEL DISEÑO Y DESARROLLO CURRICULAR .........................33 5.1. El subsistema necesidades. .............................................................33 5.2. Institución............................................................................................36 5.3. El subsistema grupo. .........................................................................37 5.3.1 El papel del grupo en el diseño y desarrollo del curriculum. ..........................................................................................38 5.3.2 El grupo de incidencia y los modelos estructurales de organización.-....................................................................................40 5.4. El subsistema objetivos .....................................................................42 5.5. El subsistema contenidos .................................................................43 5.6. El subsistema estrategias metodológicas y medios y recursos didácticos...........................................................................47 5.7. Subsistema de evaluación ..............................................................50 BIBLIOGRAFÍA .........................................................................................................51 ACTIVIDADES ..........................................................................................................55 6. APLICACIÓN .................................................................................................55 7. PROFUNDIZACIÓN........................................................................................56 8. AUTOEVALUACIÓN ......................................................................................57 2 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación PRESENTACIÓN Esta unidad didáctica sobre Elaboración de planes, programas y cursos de formación queda integrada en el Módulo de planificación de la formación (II). Se justifica por ser el primer paso en la satisfacción de necesidades. Aunque aún lejano de la realidad del aula, este primer paso resulta imprescindible para poder actuar en consecuencia con las necesidades manifestadas en un contexto concreto. La importancia de este aspecto en la formación de formadores lo es más desde la vertiente conceptual que operativa. Así lo indicamos por el hecho de que el proceso de elaboración de planes, programas y cursos se inicia con el conocimiento y reflexión de la teoría curricular (diseño y desarrollo del currículum), a la par que la consideración de los modelos conceptuales que nos guiarán en todo el proceso. Por lo que en esta unidad se expondrá, debemos advertir que mantiene un estrecho vínculo con la unidad que trata del diseño de la formación (módulo III). En ella, se complementan algunos de los aspectos aquí tratados y se trata complementariamente la conceptualización aquí iniciada así como lo operativo del proceso de planificación y programación. Organización del Cultura, clima y I Contexto laboral y de trabajo y formación comunicación la formación Gestión de recursos Los actores de la humanos formación La planificación Análisis y detección II de la formación de necesidades Elaboración de Planes y Mercadotecnia programas de la formación Diseño curricular III de la formación Planificación de cursos Especificación Selección y Estrategias Selección y de objetivos secuenciación metodológicas empleo de de formación de contenidos medios Desarrollo Habilidades didácticas del formador La comunicación en el aula-taller IV curricular de la Procesos y dinámica formación Condicionamientos en el proceso E-A Procesos y métodos de de grupos motivación V Evaluación de la Evaluación de la La evaluación de Instrumentos y formación formación los aprendizajes técnicas de evaluación Investigación e Evaluación de programas Procesos y métodos de investigación VI innovación formativa Evaluación de instituciones La innovación formativa VII Proyecto de Investigación o Innovación José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 3
Módulo II: La planificación de la formación 4 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación INTRODUCCIÓN GENERAL La práctica es el punto final del proceso enseñanza-aprendizaje. Su relevancia queda fuera de todo cuestionamiento y no es ahora el momento de plantearla. El cualquier caso, su importancia es tal que no puede quedar a expensas de la improvisación o del azar. Con esto estamos apuntando hacia la necesidad de su planificación. Planificación que, como tal, deviene de la propia intencionalidad didáctica y del propio sistematismo inherente en los procesos de enseñanza-aprendizaje, amén de otros principios. “Partimos de la necesidad ineludible (obligación) de planificar el currículum, nacida del principio didáctico de la intencionalidad; de ahí que es irrelevante plantearse el problema de la no planificación. Otra cosa es el cariz de la misma (prescriptiva, rígida, abierta, flexible, etc.) y por ende, los diferentes modelos sobre ello, dada la idiosincrasia y genuinidad de nuestro quehacer teórico-práctico y los contextos de actuación” (Tejada, 1999: 193). Esta cita nos resulta especialmente interesante y sugerente porque resume en muy poco espacio lo que en esta unidad vamos a tratar. Justificar la necesidad de planificar la formación puede parecer una perogrullada; ahora bien, si profundizamos en esa justificación, veremos que muchos cabos deben ser atados, muchos conceptos definidos y muchas concepciones deben ponerse sobre la mesa. La intención en las consideraciones introductorias es precisamente la de aclarar el por qué debemos plantearnos la elaboración de planes, programas y cursos de formación; es decir, por qué debemos planificar, qué aspectos debemos considerar y bajo qué parámetros. No obstante, antes de seguir es necesario realizar unas mínimas consideraciones en esta tarea, que nosotros planteamos en claves de clarificación conceptual nuevamente, dado el variopinto campo de dichas acciones. Queremos decir con esto que en el quehacer del diseño y desarrollo curricular uno tropieza, en referencia a la literatura, de nuevo con polisemias y sinonimias con las que tiene que navegar. Aunque sea por clarificación personal preferimos asumir algunos matices que no siempre quedan lo suficientemente claros para acometer las tareas implicadas en este proceso. Con posterioridad, repararemos en los diferentes niveles de contexto en los que podemos operar como referentes y estrategia para el diseño y desarrollo curricular. Dicho proceso implica toda una serie de actividades específicas, donde operan diversos agentes, se incluyen distintos tipos de decisiones y se producen diferentes resultados o productos curriculares. Por último, precisaremos, desde la lógica de los elementos curriculares, un análisis de los mismos como subsistemas específicos, que obligan a otras tantas operaciones y toma de decisiones. Además, desde la óptica de nuestro plan de formación de formadores, también tenemos presente que en posteriores unidades didácticas se José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 5
Módulo II: La planificación de la formación plantea el problema del diseño y desarrollo curricular desde una perspectiva mucho más aplicada y práctica. De ahí que esta unidad no sea pretenciosa sino clarificadora, posicionándonos más desde un planteamiento conceptual (saber) que procedimental (saber-hacer). Podemos considerar que la elaboración de planes, programas y cursos es una de las competencias básicas del formador junto con el desarrollo de la formación y su evaluación. Esta consideración de competencia básica puede, no obstante, diversificarse según consideremos al formador, profesionalmente hablando. Para el responsable o coordinador, la planificación está más a la orden del día en su quehacer profesional, mientras que en el otro extremo, el monitor, que no siempre es un profesional de la formación, aunque se dedique ocasionalmente a ella, deberá elaborar un programa específico para una sesión de dos horas en un contexto concreto, para conseguir unos objetivos muy específicos, trabajando con unos contenidos, mediante la realización de unas actividades concretas y delimitadas. Con todo esto, queremos señalar que, sea cual sea el profesional que interviene en la tarea formativa, la elaboración del plan, del programa o de la acción concreta, es una competencia ineludible, básica en este entorno profesional. 6 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación OBJETIVOS 1. Reflexionar en torno a los conceptos relacionados con el proceso de elaboración de planes, programas y cursos de formación. 2. Analizar modelos de diseño de la formación con el fin de entrever sus aspectos positivos y negativos. 3. Identificar los elementos o componentes que intervienen en el proceso de planificación con el fin de destacar sus características básicas. 4. Identificar diferentes momentos en el proceso de elaboración de planes y programas en relación con los distintos elementos o componentes a considerar. CONTENIDOS En la presente unidad, de acuerdo a los propósitos anteriormente referidos, se tratan los siguientes contenidos: 1. La elaboración de planes y programas de formación. 2. La contextualización del plan y del programa de formación 3. La planificación curricular 4. Los modelos de planificación. 5. Componentes o elementos del proceso de planificación José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 7
Módulo II: La planificación de la formación Esquemáticamente podemos representar la secuencia de contenidos del siguiente modo: PLANIFICACIÓN PROGRAMACIÓN CURRICULAR DEL PROCESO E-A TEORIA CURRICULAR Bases y fundamentos Principios de articulación Contexto PLAN DE institucional FORMACIÓN general NECESIDADES PROGRAMA DE GRUPO Unidad FORMACIÓN OBJETIVOS Territorial ESTRATEGIAS METODOLÓGICAS PROGRAMACIÓN MEDIOS Y DE AULA RECURSOS Aula-Taller (CURSO) EVALUACIÓN ADECUACIÓN CURRICULAR INDIVIDUALIZADA Elementos curriculares Individuo Concreción Curricular NIVEL DE CONTEXTO Figura 1.- Ideograma de contenidos de la unidad 8 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS 1. CONSIDERACIONES INICIALES No son pocos los autores que a la hora de abordar el diseño del curriculum aluden al mismo como el proceso de planificación, programación, proyectación, etc., asumiendo como resultado de dichas actividades planes, programas, proyectos, diseños, etc. como “productos visibles” (Escudero, 1997). Si echamos la vista atrás podemos verificar que en nuestro contexto educativo prácticamente hasta los años ochenta se aludía fundamentalmente a programación. Una explicación de esta preponderancia semántica podríamos encontrarla en la conexión directa de este quehacer con su resultante: programa. No olvidemos que en dicha época el programa era el documento oficial –programas renovados-. Dicha tarea era acometida fundamentalmente por los profesores en la conexión con la práctica y el contexto particular donde desarrollar los aludidos programas renovados. Algunos ejemplos pueden ser ilustrativos. En este sentido, es significativa la referencia a Rodríguez Diéguez y Beltrán, que consideran la programación “individual o en equipo, constituye el mejor recurso para facilitar la adaptación de los contenidos determinados por instancias político-educativas a la dos coordenadas básicas del quehacer de la instrucción escolar; la adaptación a las necesidades sociales propias de cada entorno cultural, y la flexibilización que permita asumir desde la perspectiva personal –o en grupo- el desarrollo de un programa por encima de las concreciones y determinaciones implícitas en el texto escolar que se elija” (1983:7). Para el propio Rodríguez Diéguez (1980) el diseño sería sinónimo de programación. En este mismo sentido, podemos ubicar también a otros tantos autores. Hernández (1989) identifica la programación con el diseño instructivo. Zabalza (1987) alude al programa y la programación como dos fases consecutivas del desarrollo curricular. Sin embargo, en esta época de corte tecnológico también se utiliza la planificación (Ferrández y otros, 1979)1, e incluso dentro de otros paradigmas, concretamente los mediacionales, centrados en el profesor, se alude igualmente a planificación (Zabalza, 1987; Marcelo, 1987; Clark y Peterson, 1990; etc.). En todos los casos se suele identificar con diseño. Igualmente podemos encontrar ejemplos del uso de planificación en los planteamientos más sociocríticos. Tal es el caso de Kemmis y McTaggart, (1992) y el propio Grundy (1991) que integran la planificación y el diseño del curriculum como una actividad necesaria para su desarrollo. En todos los casos, se asocia esta tarea a los docentes que deben desarrollar el curriculum. Gimeno (1992) suele situarse más en claves de 1 Como el autor precisa, la planificación tenía un enfoque más organizativo (planes), mientras que la programación era más didáctica (programa). José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 9
Módulo II: La planificación de la formación diseño del curriculum y el papel de los profesores en esta tarea. Apunta el autor que existen distintos niveles de decisión y de diseño curricular para fijar el diferente protagonismo de los diversos agentes implicados. Aquí podríamos encontrar un punto de arranque en los matices que pueden encontrarse en torno a este campo semántico. Esta mínima muestra evidencia fundamentalmente la sinonimia que a todas luces es insatisfactoria para nuestros propósitos, por cuanto la mayoría de los autores tienen como referente el sistema educativo. Esto nos lleva a intentar una mínima clarificación conceptual compatible o extensible a los diferentes ámbitos educativos (formales y no formales, fundamentalmente), por encima de la nomenclatura oficial, sin obviarla o asumirla. Si prescindimos de tiempos, modas, tradiciones, teorías y paradigmas, ámbitos y nomenclaturas, y empezamos a reparar directamente en la esencia etimológico-semántica de los términos implicados quizás podamos encontrar alguna clave que justifique su diferencia más que su sinonimia2. Si retomamos la nota al pie de página, podemos verificar que existen dos grupos semánticos. De un lado, nos encontramos con plan, programa y proyecto con denotaciones claras de futuro (intención, anuncio, aspiración, ideal), aunque con distinto nivel de generalización o concreción. Por otro, encontramos diseño que no apunta tan directamente a esta idea, sino más bien hacia la descripción, bosquejo, trazado de algo (representación de algo separado de su realidad, al margen de ello, aparte o de forma previa), aunque también puede connotar el trazado de algo que se quiere realizar. Desde este punto de vista, parece ser que el diseño puede estar implícito en los otros términos, adquiriendo un sentido genérico. Es decir, tanto la realización de un plan (planificación), de un programa (programación) como la de un proyecto (proyectación-proyección) entrañarían actividades de diseño. 2 DISEÑO PLAN PROGRAMA PROYECTO Etimología “dis” aparte, Escrito en donde se “pro” a favor, hacia “pro” a favor, hacia separado, distinto apuntan las grandes delante, hacia el futuro. delante, hacia el futuro ideas de una cosa “signo” (después proyecto). “grama” escritura, grafismo, “yecto” trazado, recorrido. representación, señal, descripción. trazo) Echar hacia delante. Anuncio por escrito. Dibujar Diccionario Descripción o Extracto o escrito en que Previa declaración de lo Idear, trazar, disponer o bosquejo de alguna por mayor se apunta una que se piensa hacer en proponer el plan y los RALE cosa, hecho por acosa. alguna materia u ocasión. medios para la ejecución de palabras una cosa. Planta y Planificar: hacer plan o Sistema y distribución de un disposición que se forma proyecto de acción. curso o asignatura, que para un tratado o para la forman y publican los ejecución de una cosa, profesores encargados de anotando y extendiendo explicarlas. todas las circunstancias principales que deben concurrir para su logro. Diccionario Delineación, dibujo, Proyecto-intento, Anuncio público. Plan, intención, sueño, ideal, apunte, croquis intención, aspiración, aspiración. Ideoconstru deseo, ideal. ctivo 10 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación Si reparamos ahora en el campo educativo, al margen de lo que hemos apuntado anteriormente sobre el uso, a veces indiferenciado de los términos, podemos encontrar algún matiz más de relieve. En este sentido el análisis realizado por Gairín (1997) es bastante ilustrativo de ello. Este autor considera que no podemos igualar plan, programa, proyecto, diseño. Sus implícitos son muy diferentes. En su revisión, apoyada en el conjunto de las Ciencias Sociales y en autores tales como Dror (1993), Fuentes (1988), Mascort (1987), Ander-Egg (1993), Alonso (1992), Escudero (1992), Palma (1993), etc. nos ofrece algunas definiciones que destacan dichos implícitos. Planificación: proceso continuo y unitario que comienza con el desarrollo de objetivos, define estrategias para conseguirlos y establece planes coherentes con las anteriores decisiones; esto es, decide por adelantado cuestiones como: ¿qué se hará? ¿cómo se hará? ¿quién lo hará?. Pero también incorpora mecanismos de control que permiten las adaptaciones necesarias que las nuevas realidades impongan” (Gairín, 1997:158)Programación: “designa el conjunto de procedimientos y técnicas que permiten establecer, relacionar y concretar cronológica, espacial y técnicamente el conjunto de actuaciones dirigidas al logro de determinadas metas. Es la operativización de la planificación, en la medida que concreta finalidades, especifica acciones y recursos y sobre todo establece la temporalización” (Gairín, 1997:159). Retoma a Alonso, para diferenciar el diseño de la planificación. “La planificación es un proceso integral y continuo que se desarrolla a través de tres modelos o subprocesos secuenciales: el analítico, el normativo y el operativo. De esto último forma parte el diseño. Por tanto, la planificación es el todo, la gestalt; el diseño, como integrante del modelo operativo no es más que un subproceso, condicionado por otros previos, del proceso de planificación, que sólo puede ser abordado, de manera racional, a partir del modelo analítico y normativo, en los cuales se fundamenta, en tanto en cuanto éstos le proporcionan, respectivamente, el conocimiento del sistema objeto de planificación y su final deseado” (Alonso, 1992:80). Desde esta óptica, plan, programa y proyecto representan distintos niveles operacionales. “El plan hace referencia a las directrices políticas fundamentales, a las prioridades que éstas establecen, a las estrategias de acción y al conjunto de medios e instrumentos que se van a utilizar para alcanzar las metas y objetivos definidos. Engloba, por otra parte, a programas y proyectos y básicamente se mide por parámetros políticos. Un programa referencia, en sentido amplio, a conjunto organizado, coherente e integrado de servicios o procesos expresados en un conjunto de proyectos relacionados o coordinados entre sí y que son de similar naturaleza, el programa operacionaliza un plan mediante la realización de acciones José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 11
Módulo II: La planificación de la formación orientadas a alcanzar metas y objetivos definidos para un periodo determinado .El proyecto representa un mayor grado de concreción y agrupa a un conjunto de actividades relacionadas y coordinadas entre sí en relación a la satisfacción de un problema o de una determinada necesidad” (Gairín, 1997:160). Estas pinceladas iniciales apuntan ciertos matices diferenciales y establecen las relaciones de derivación entre los mismos, de manera que podemos asumir tranquilamente que un plan puede ser integrado y desarrollado por diferentes programas, que a su vez integran otros tantos proyectos. La clave está en el nivel de concreción curricular y su cercanía o distancia con la práctica, teniendo presente que, como veremos con posterioridad el protagonismo de los agentes curriculares es variado, las decisiones y los implicados en dichas modalidades curriculares también son diferentes, al igual que los elementos curriculares que en cada una de ellas son centro de atención principal. En síntesis, cuando apuntamos en torno a la planificación nos estaríamos moviendo en claves de macrodidáctica, mientras que cuando aludimos a la programación, nos moveríamos más en una lógica de microdidáctica. 2. LOS NIVELES DE CONTEXTUALIZACIÓN DEL CURRICULUM COMO REFERENTE Y ESTRATEGIA DEL DISEÑO Y DESARROLLO CURRICULAR Coincidimos con Gimeno cuando afirma que “la actividad del diseñar el curriculum se refiere al proceso de planificación, darle forma y adecuarlo a las peculiaridades de los niveles escolares. Desde las declaraciones de finalidades hasta la práctica es preciso planificar los contenidos y actividades con un cierto orden para que haya continuidad entre intenciones y acciones” (1992: 224). Esta referencia entraña todo un recorrido en el curriculum que como proceso alude indefectiblemente a diferentes niveles de concreción curricular, y por tanto, a abordar la tarea del diseño en consecuencia. Quiere esto decir que es necesario previamente ubicarse en tales niveles para entender no sólo el diseño sino también el propio proceso de desarrollo curricular. Partimos de una concepción del diseño y desarrollo curricular entroncada con una teoría del curriculum en la que se articulan sus bases y fundamentos a modo de filosofía, principios científicos e ideológicos que orientan la elaboración de un marco curricular. Las primeras se entroncarían directamente con lo sociopolítico, mientras que los segundos tendrían su referente en lo científico. Bajo este referente de la teoría curricular llegamos al primer paso del diseño, elaboración o concreción del mismo. En él se centrarían los criterios normativos e indicativos (prescriptivos) que delimitan los objetivos generales y la selección de los contenidos culturales (conocimientos, procedimientos y valores) cuya resultante el plan de formación o intervención (ámbito no formal) o el diseño curricular base (ámbito 12 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación formal) en un nivel de macrocontexto. De hecho, en el mismo se han marcado básicamente las intenciones educativas y se integran los contenidos culturales que se han de poner en juego, aunque se pueden establecer criterios para su desarrollo, sobre todo desde el punto de vista estratégico y para su evaluación. Con posterioridad hay que concretar el curriculum en conexión con el contexto propio donde hay que desarrollarlo. En este caso se suele aludir a territorio particular o institución específica, según se considere el nivel de mesocontexto. En este nivel, el centro de atención se ubica en las pautas de actuación, la especificación de los objetivos generales, las estrategias metodológicas y el sistema final de evaluación. La resultante de las decisiones a tomar conforma el programa de actuación. Por último, entroncado directamente con la acción-intervención educativa (práctica del curriculum), el curriculum se concretiza en la misma con el diseño de las actividades educativas derivadas de la especificidad de dicho contexto de actuación (microcontexto), y su evaluación. Esta caída en cascada si se quiere en torno al diseño y el desarrollo del curriculum evidencia que bajo una misma definición curricular es posible llegar a la práctica con acciones curriculares que entre sí no tienen ningún parecido pero que les une el mismo referente curricular de las que son deudoras. Dicho de otra manera, el desarrollo del curriculum al nivel de aula-talller o contexto mínimo de intervención formativa, por la misma idiosincrasia de ésta y sus elementos configuradores puede ser dispar, aunque siempre se esté ubicado bajo el mismo paraguas protector y legitimador de definición curricular. En el siguiente ideograma puede contemplarse las ideas comentadas hasta ahora. Cabe subrayar en este punto, retomando la idea del curriculum como proceso, que el mismo es más un proceso social que se crea y pasa a ser experiencia a través de múltiples contextos que interaccionan entre sí, idea que hemos desarrollado con anterioridad en la conceptualización del mismo. Esta visión ecológica intercontextual es la que permite integrar no sólo lo pedagógico, sino lo político, lo económico, lo legislativo, lo administrativo, lo organizativo, etc. pues sólo en la intersección contextual podremos encontrar el curriculum real. En este momento quizás lo más significativo desde del diseño y el desarrollo es que los niveles de concreción vienen a ser retratos –fotos fijas- que corresponderían a documentos, textos, planes y tareas. Pero para Gimeno (1992:161) estas fotos reflejan en cierta medida el currículum, pero el estudio y comprensión del mismo, tiene que considerar lo que pasa en el proceso entre fotos. En cada una de dichas intersecciones de este proceso el curriculum va modificándose, adaptándose de acuerdo a las exigencias del contexto. José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 13
Módulo II: La planificación de la formación TEORÍA CURRICULAR PROGRAMA (Homogeneidad) PROGRAMA (Heterogeneidad) ACCIÓN (Individualidad) Figura 2.- Diseño y desarrollo del curriculum según niveles de concreción Partimos de la consideración que todo plan de formación ha de organizarse según unos determinados criterios estructurales o generales, que en conexión con su diseño y desarrollo y con independencia del ámbito, podemos fijar en torno a: Adecuados a las necesidades sociales e individuales. Coherentes y articulados en los diferentes niveles. Equilibrados internamente (finalidades y contenidos). Reales, partiendo de las condiciones contextuales. Flexibles y adaptables a los cambios introducidos en su propio desarrollo. Interdisciplinares, coordinando los saberes culturales con sentido sistémico de la realidad. Pero también, en la línea de los planteamientos psicopedagógicos actuales relativos al proceso de enseñanza-aprendizaje, podemos apuntar otros tantos criterios para el diseño curricular en tal dirección (Torre, 1993:155-157): Unidad funcional del discente. Aprendizaje funcional. 14 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación Formación para el cambio. Aprendizaje significativo. Aprender a aprender. Aprendizaje activo. Aprendizaje creativo Interacción social. Carácter diferencial. Particularmente, añadiríamos el aprender a emprender y el aprender a desaprender. 2.1. Niveles de concreción curricular En nuestro contexto educativo (sistema no formal) se ha hecho hincapié en esta modalidad de diseño y desarrollo del currículo (Ferrández, 1997). Se distinguen tres niveles de concreción o contextualización claros con implicaciones bien variadas: 1. Primer nivel de concreción: vendría determinado por los responsables de la Política Formativa. Es el más alto nivel de responsabilidad y de toma de decisiones en la medida que afectan a todos los destinatarios. Tiene un carácter prescriptivo normativo y es obligatorio. El Plan de Formación es el documento que responde a este primer nivel de concreción, fijándose en el mismo, en términos muy generales, un conjunto de prescripciones, sugerencias, orientaciones sobre la intencionalidad de la formación. Los objetivos generales, así como los contenidos mínimos y los principios psicopedagógicos para su desarrollo serían los elementos constitutivos de éste. 2. Segundo nivel de concreción: se inscribe en la realidad de las instituciones de formación que han de desarrollar el curriculum, donde ha de contextualizarse. Compete a la institución que de forma colegiada ha de elaborar el Proyecto Curricular de Centro o Programas de Formación. Los elementos curriculares objeto de preocupación fundamental en este nivel es la precisión de los objetivos generales y la secuenciación de los contenidos por niveles y cursos, especificación de las estrategias metódicas, la organización espacio-temporal, la determinación de los recursos y medios a utilizar (materiales curriculares), así como el establecimiento de los criterios generales para la evaluación. 3. Tercer nivel de concreción: como último eslabón en el diseño y desarrollo del curriculum viene definido por los Proyectos Didácticos (cursos de formación) o programaciones que realizan los docentes y que han de desarrollar en el aula-taller. Tiene como referente los dos niveles anteriores, pero sobre todo se conecta directamente el Programa de Formación del que es deudor directo en cuanto a los objetivos específicos y secuenciación de contenidos. En este nivel el diseño del curriculum se centra específicamente en determinación de los objetivos didácticos, el establecimiento de las actividades de enseñanza-aprendizaje y las propias de la evaluación. José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 15
Módulo II: La planificación de la formación 2.2. Elementos y modalidades curriculares En el plano descriptivo-analítico en que nos venimos moviendo en este apartado, conviene reparar mínimamente ahora en lo relativo a los elementos componentes del curriculum que están presentes en el proceso de diseño y desarrollo curricular en los diferentes niveles de contextualización-concreción, así como las resultantes de dicho proceso al aludir a las modalidades curriculares. Con posterioridad, a partir de nuestra propuesta de modelo de diseño curricular entraremos en los entresijos de la anatomía curricular. En relación con los primeros, no cabe duda que dichos elementos están presentes en todo modelo de diseño, que incidirá obviamente en la manera peculiar de considerarlos. Los mismos son considerados como la respuesta a las diferentes cuestiones que pueden plantearse en relación con QUÉ enseñar, CÓMO enseñar, CUÁNDO enseñar y QUÉ, CÓMO, CUÁNDO evaluar. En esta línea, al margen de otras catalogaciones realizadas por los clásicos del curriculum, podemos apuntar en torno a los elementos generales como los objetivos, contenidos, metodologías (actividades), recursos y medios, y evaluación. Aunque late en todas las conceptualizaciones el grupo –discente- el contexto de intervención – organización-, etc. sobre todo en lo relativo a las necesidades de uno y otro, que en el ámbito no formal adquiere fundamental protagonismo. QUÉ ENSEÑAR Objetivos Contenidos Selección CÓMO Secuenciación CUÁNDO ENSEÑAR ENSEÑAR Actividades de enseñanza- aprendizaje Metodología QUÉ, CÓMO, CUÁNDO EVALUAR Figura 3.- Estructura y elementos básicos Bajo este referente de articulación curricular, se alude a objetivos generales considerados como los enunciados que fijan las capacidades que el participante ha de haber adquirido en cada una de las áreas. Los contenidos son el conjunto de formas culturales y de saberes, 16 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación seleccionados para formar parte del área en función de los objetivos. En este caso, se categorizan en torno a hechos, conceptos y sistemas conceptuales, procedimientos, y actitudes, valores y normas. Las actividades didácticas y de evaluación concretan el cómo enseñar y cómo evaluar. Según el nivel de concreción se abordan de manera diferencial las problemáticas implícitas en cada uno de los componentes presentados. Así por ejemplo, en relación con los objetivos hay que establecer los específicos y los didácticos; en relación con los contenidos habrá que realizar su secuenciación; y en relación con las orientaciones didácticas habrá que fijar la temporalización, seleccionar/construir los materiales curriculares, diseñar las actividades de enseñanza aprendizaje y las de evaluación. Pero el diseño y desarrollo del curriculum no se agota con la toma de decisiones en los diferentes niveles de contexto, relativa a los componentes analizados. Hay que advertir que tanto el diseño como el desarrollo del curriculum van más allá de lo puramente didáctico, y esto se evidencia cuando se contempla sobre todo desde lo organizativo. Desde aquí ha de vehicularse ambos procesos y eso entraña la consideración de los diferentes planteamientos institucionales (a corto, medio y largo plazo) como los posibilitadores del mismo. Quiere esto decir, entre otras cosas, que las modalidades curriculares no se agotan con la resolución del plan de formación, programas y programación al nivel de aula como hasta ahora hemos planteado. Se necesitan resolver toda una serie de implícitos como ya habíamos advertido en páginas precedentes en relación con las competencias curriculares cuya resultante implica nuevas modalidades curriculares. Aunque su descripción en detalle escape a nuestros propósitos, por su relevancia tanto en el diseño como en el desarrollo curricular nos vemos obligados a realizar una mínima referencia. Los trabajos realizados fundamentalmente por Gairín (1992, 1994, 1995, 1996, etc.), aunque centrados en el ámbito de la educación formal, son lo suficientemente clarificadores e ilustrativos de la necesidad de los planteamientos institucionales para que nos sirvan de guía en nuestro cometido. Parte el autor de que la configuración de proyectos de centro es una propuesta entre las posibles que aspira a: • “Delimitar por escrito el conjunto de intenciones de la comunidad educativa. Se participa así de la obligación democrática de presentar públicamente las opciones subyacentes a una oferta educativa y la de informar a los usuarios. • Facilitar el proceso de participación, delimitando ámbitos de competencia entre los diferentes protagonistas. • Posibilitar la adaptación de la actividad educativa a la diversidad social y contextual. • Proporcionar criterios que faciliten la actuación, pero también los procesos de evaluación y control social” (1994:130). En su modelo de interacción-relación de los diferentes documentos configuradores del proyecto de centro diferencia entre planteamientos institucionales a medio-largo plazo y planteamientos institucionales a José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 17
Módulo II: La planificación de la formación corto plazo. Los primeros, que se articulan para garantizar un cierta estabilidad de los planteamientos, tienen un carácter programático. Los segundos, que han de favorecer la realización de los anteriores, son de carácter operativo. Medio-largo plazo PROYECTO EDUCATIVO PROYECTO CENTRO CURRICULAR CENTRO R. REGIMEN INTERIOR PLAN ANUAL PROGRAMACIÓN Corto plazo PRESUPUESTO MEMORIA CONTEXTO INMEDIATO CONTEXTO MEDIATO Figura 4.- Documentos configuradores del Proyecto de Centro (Gairín, 1993:116) Baste para concluir este apartado una mínima descripción de las distintas modalidades aludidas hasta ahora. a) El Proyecto Educativo de Centro (PEC), situado en el segundo nivel de concreción curricular, es un documento en el que se plasman los principios socio-filosóficos y pedagógicos que, con pretensión de cierta estabilidad, deben definir la identidad de un centro, formulando sus objetivos y expresando la estructura organizativa pertinente para conseguirlos. Bajo dichos principios se fundamenta todo el trabajo formativo e instructivo y es uno de los referentes básicos del PCC a la hora de concretar el curriculum. b) El reglamento de régimen interior es un documento que integra los diferentes procedimientos o métodos de actuación que posibilitan la realización operativa del PEC y PCC, normativizando, pues, la vida institucional por medio de la formalización de la estructura del centro y establecimiento de reglas, preceptos e instrucciones a través de las cuales se regula la convivencia. 18 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación MARCO CURRICULAR Teoría curricular Leyes, decretos, Normativa, etc.- PLAN DE FORMACIÓN PROGRAMA DE FORMACIÓN EC, PCC, RRI, PLAN ANUA MEMORIA, PRESUPUESTO, PROYECTO INNOV PROGRAMACIONES PROYECTO DOCENTE, UNIDAD DIDÁCTICA, Figura 5.- Modalidades curriculares en el diseño y desarrollo del curriculum c) La programación general anual o plan general, ubicada en el segundo nivel de concreción, es un documento técnico-operativo derivado del PEC y PCC que comporta entre otras cosas la organización de los horarios y espacios del centro, planificar las actividades por áreas o seminarios, ciclos, etc., en función de los diferentes recursos institucionales y adecuar el plan a los objetivos del PCC y a los diversos intereses y programaciones parciales de los profesores. d) La memoria anual, es el documento de síntesis de las actuaciones realizadas en la institución educativa. Como tal puede considerarse como mecanismo de evaluación interna del centro a partir del la programación anual, propiciando con ello la propuesta de mejoras institucionales. e) Las programaciones en el ámbito de aula-taller, ubicadas en el tercer nivel de concreción curricular, se articulan como sumatorio o conjunto de las diferentes unidades didácticas ordenadas en cada área de José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 19
Módulo II: La planificación de la formación ciclo educativo. Compete al profesor o profesores de ciclo e incluye la planificación de la realización al nivel de aula, haciendo hincapié en la especificación de los objetivos (didácticos) las actividades de enseñanza-aprendizaje, la temporalización, la concreción de recursos y medios y las actividades de evaluación. Además, podemos incluir el proyecto docente y el proyecto de innovación, amen de otros instrumentos relativos a las diferentes actividades que se desarrollan en los centros o aulas como pueden ser los informes, presupuesto, etc. 3. LA PLANIFICACIÓN CURRICULAR Los procesos de formación deben ser concebidos como sistemas unitarios y continuos y para que ello sea así es preciso dotarles de una conexión que sirva para armonizar todas las acciones que requiere. A este proceso se le llama PLANIFICACIÓN, que vendría a significar la “ordenación secuencial de todos los elementos que intervienen o se requieren en una situación formativa”. La Planificación, pues, se mueve entre lo “mediato” y lo “inmediato”. En este sentido que decimos la PLANIFICACIÓN sería la disposición de los elementos y acciones necesarios para la consecución de un objetivo, idea o intención, previendo los principales factores que se consideran importantes en dicha consecución. Así pues, PLANIFICAR es proyectar, intentar, aspirar, disponer, intentar, idear, plantear…. En aras a la consecución de algo, es convertir una idea en acción, prevenir una actuación, tomar decisiones previas con vistas a la consecución de algo. En el ámbito formativo la Planificación requiere: • Reflexión sobre la secuencia a seguir o los pasos a dar • Previsión de los efectos de esa secuencia • Organización funcional de todo el proceso, visto como un conjunto integrado y armónico. Para que el formador pueda planificar es preciso que tome en consideración: • El propósito perseguido, esto es, debe comenzar por analizar el objetivo que se persigue, comprenderlo en toda su extensión, acotarlo, ver o analizar sus posibilidades, oportunidades, etc. • Prevenir el proceso a seguir, que en la práctica supone contestar a estas cuestiones: Por qué, para qué, qué, a quién, cómo, en qué circunstancias… • Contar con preparación necesaria (ideas, experiencias, conocimientos…) o aportar la información adicional necesaria con el fin de atender convenientemente el propósito perseguido. Como puede verse, se trata, como afirma Puente (1997: 330), de establecer un nexo entre necesidades y formación, con la finalidad de 20 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación traducir el contenido de una necesidad formativa en una propuesta de formación. Gairín (1997c: 159-158) define la planificación bajo las siguientes perspectivas: Â La planificación es una anticipación del futuro, un intento de predecir la cadena de consecuencias causa-efecto en el tiempo. Â La imprevisión de lo que puede suceder en el futuro, exige que la planificación deba definirse como una estructuración flexible que integra planes de programas y actuaciones que afectan a los distintos niveles y personas de las organizaciones. Â La planificación es un proceso continuo y unitario que comienza con el desarrollo de objetivos, define estrategias para conseguirlos y establece planes coherentes con las anteriores decisiones; esto es, decide por adelantado cuestiones como: ¿qué se hará, ¿cuándo se hará?, ¿cómo se hará?, ¿quién lo hará?… pero también incorpora mecanismos de control que permitan las adaptaciones necesarias que las nuevas realidades impongan. Â También, los procesos de planificación tienen un sentido preparatorio al formular decisiones que tienen que ser aprobadas antes de realizarse por los que tienen responsabilidad política. Â Si bien hay que admitir la íntima relación entre la planificación y la ejecución de un plan, son procesos distintos y deben considerarse analíticamente y metodológicamente de una manera diferenciada, a posteriori estas relacionas se harán más estrechas cuanto mayor sea la cercanía a la actuación concreta e inmediata. Â La planificación incluye una actitud de racionalidad y de reflexión que se refleja continuamente en el desarrollo de los cursos de acción. La planificación conlleva una toma de decisiones sucesivas, interdependientes, interactivas, dinámicas y con una intencionalidad eminentemente práctica. Â La planificación tiene una dimensión ideológica, consecuencia de las opciones subjetivas que se han de tomar. La complejidad de las situaciones que se dan en el contexto de educación no formal exige que los procesos de planificación sean lo más integrales posibles y tomen en consideración, además de la variación que imponga el transcurso del tiempo, la influencia de presiones coyunturales variedad de situaciones que inciden en cada actuación. A partir de la conceptualización expresada, podemos considerar diferentes niveles de planificación (Gairín, op. cit: 162; Tomàs, 1997: 40): Â Planificación estratégica: Se preocupa fundamentalmente de la especificación mediante objetivos de las políticas existentes (orientación). José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 21
Módulo II: La planificación de la formación  Planificación táctica: Adecuación de lo estratégico a un contexto y centrada en ordenación de medios (analizar recursos y entorno).  Planificación operativa: Se aplica a situaciones concretas y dirigidas a desarrollar actuaciones (ordenar y desarrollo de acciones concretas). Si los niveles de planificación los trasladamos a los Planes de Formación en el seno de las organizaciones, éstos deben estructurarse también en tres niveles que Puente (1997: 332) representa en la siguiente figura: COLECTIVOS TIPO DE NIVEL TIPO DE CONTENIDOS IMPLICADOS OBJETIVOS CURRÍCULUM Grupo Destinatario Generales Generales Selección en función PROGRAMA Grupo Incidencia Terminales grupos de Incidencia Específicos según PROGRAMACIÓN Grupos Diana Didácticos grupos diana Tabla 1.- Niveles de planificación El currículum, desde el ámbito educativo formal, lo podemos entender como “una intención, un plan o una prescripción, una idea acerca de lo que desearíamos en las escuelas” (Stenhouse, 1987: 27). Sin embargo, al aplicarlo a la formación en el seno de las organizaciones puede considerarse como un determinante de las finalidades formativas en relación a las necesidades de la organización influidas por las características del grupo destinatario. El currículum sería “la perspectiva estratégica del diseño formativo” y éste se establece en el análisis de situación de la institución y la detección de necesidades. El programa constituye, según Zabalza (1988: 15), “el punto de referencia inicial para cualquier profesor que quiera reflexionar sobre lo que debe ser su trabajo. El programa refleja el marco general común a que ha de acomodarse la enseñanza”. En el ámbito de la formación en las organizaciones, el programa traduce las necesidades, en función de los grupos de incidencia, en objetivos de aprendizaje que establecen el marco de los programas de intervención. El diseño del programa se inicia en el proceso de detección de necesidades y se concreta en la matriz de necesidades formativas. Cuando hablamos de programación (que después veremos) “nos referimos al proyecto educativo-didáctico específico desarrollado por los profesores para un grupo de alumnos concreto, en una situación concreta y para una o varias disciplinas” (Zabalza, 1988: 15). La programación hace referencia al plan de acción con un grupo concreto de características específicas y, en cierto sentido, únicas. En este nivel hay que concretar los objetivos dándoles el sentido didáctico de proximidad a la acción y vinculándolos a los contenidos específicos. Es aquí donde se toman las decisiones concernientes a las estrategias metodológicas. Como afirma Zabalza (1988: 15), programa y programación son planteamientos no excluyentes. En el desarrollo de una actividad formativa cada ha de cumplir una misión que le es propia y entre ambos se complementan y cierran el círculo de lo que posteriormente se deberá 22 José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004.
Unidad Didáctica: Elaboración de planes, programas y cursos de formación desarrollar en la práctica. Si el programa es consecuente con los grupos de incidencia a los que van dirigidos, las programaciones, o secuencias de intervención pedagógica planificadas para un grupo concreto, nominal y en presencia, se adecuarán a los niveles de aprendizaje, capacidades, motivación o intereses del grupo en cuestión. Para poder responder a las cuestiones que son la esencia de la Planificación es posible que se tengan que utilizar una serie de “mediadores”, entendidos como recursos que, en la práctica, actuarán como guía del proceso del programador. Estos mediadores son concretados por Ferrández y González Soto (op. cit: 264-265) en: Â Indicaciones, refiriéndonos a especificaciones concretas establecidas para los participantes en el curso. Â Programa, son los elementos de contenido a desarrollar habrán de ser elementos relevantes en este ámbito de planificación. Â Material bibliográfico, son elementos de consulta y ayuda de la planificación didáctica, evitando en todo momento la acomodación de la planificación a los materiales, siendo éstos últimos los que deben encajar. Â Cursos y experiencias, entendidos como un posible enriquecimiento de la planificación por cuanto que pueden suponer una actualización e intercambio de experiencias por cuanto que ayudan a configurar una solución razonada basada en la práctica. Â Conocimiento del mundo laboral, porque es esencial el dominio de la realidad en la que hay que inscribir la acción formativa o simplemente para conocer la realidad de nuestros posibles alumnos. Â Alumnos, porque el desarrollo de la programación debe venir determinada por la información que se posea sobre los alumnos, sobre su ambiente y, sobre todo, sobre sus intereses, necesidades, capacidades, niveles de participación, conductas, conocimientos, etc. Â Tareas de instrucción, ya que el contenido a impartir es un mediador si está asociado a las actividades que requieran dichos contenidos o el tratamiento que se le haya de dar a dichos contenidos. Â Usos metodológicos, referidos a concepción de la enseñanza, contenidos a enseñar y procedimientos heurísticos que ha de tener en formador. Es preciso explicitarlos. Â Aspectos institucionales, concretados en aspectos como la institución, su configuración, el tipo de relaciones que se establecen en ella o con su entorno social o administrativo. Estos elementos son determinantes a la hora de poder desarrollar las acciones formativas programadas. José Tejada Fernández y Antonio Navío Gámez, Grupo CIFO, 2004. 23
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