HABITACION INDEPENDIENTE - PARA HOMBRE SOLO - Caracas, 1990 - Para los actores de URBE, Colectivo teatral.

Página creada Pablo Harinordoquy
 
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HABITACION INDEPENDIENTE
         PARA
      HOMBRE SOLO

  Para los actores de URBE, Colectivo teatral.

                                                   A Iván Pineda y
                            los entrañables habitantes de IBAGUE.

                Caracas, 1990
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HABITACIÓN INDEPENDIENTE PARA HOMBRE SOLO surgió como resultado del
proyecto “Dos piezas sobre un mismo escenario”, una propuesta de Elio Palencia y
Marco Purroy para URBE, Colectivo Teatral. Dicha propuesta contemplaba la escritura
y puesta en escena a partir de taller-montaje con soporte en la dinámica entre actores,
autores y directores. Tanto ANATOMIA DE UN VIAJE de Purroy como
HABITACION INDEPENDIENTE PARA HOMBRE SOLO de Palencia fueron
montadas sobre el mismo dispositivo escénico y con el mismo elenco, como el proyecto
piloto de una propuesta de Compañía Juvenil. El estreno tuvo lugar el 21 de noviembre
de 1991 en la Sala RAJATABLA de Caracas, con arreglo al siguiente
                                                       Reparto:
                       LUINGO.................................. GONZALO CUBERO
                       CHEO..................................... DAVID ABAD
                       SERGIO.................................. ALEJANDRO STRAUSS
                       VIGIRIMA............................... ENRIQUE MUJICA.
                       ANA JULIA............................. MERCEDES BARRIOS
                       ALONSO................................. RUBÉN LEÓN.
                       GIOVANNI.............................. WILIAMS NAVA.
                       CELESTE................................ MARITZA CABELLO
                       NINFA.................................... ALEYDA CEBALLOS
                       HÉCTOR................................. ANTONIO J. CARRASCO
                       GIOCONDA............................. NORMA FERNAZDEZ
                       GATO..................................... JOHNNY ZAPATA
                       COMPINCHE, OBRERO...... ENRIQUE MUJICA.
                       EXCOMPAÑEROS.............. INDIRA PAEZ
                                                                 LUIS D. GONZALEZ
                                                                 YOYI ANA AHUMADA
                                                                 JOHNNY ZAPATA.

      Musicalización y ruidos..............................           Roberto Tarzieris/ Eleazar.
      Diseño de escenografía...............................           Pedro A. Barrios
      Realización de escenografía........................             Guarapo
      Diseño de Vestuario.....................................        URBE
      Asesoría en el Diseño de Vestuario.............                 Antonio Bethencourt
      Asesoría actoral............................................    Alexander Milich
      Producción...................................................   Carlos Capote
      Asistente de Dirección.................................         Enrique Mujica

                                                    Dirección:
                                                Elio Palencia
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Dos niveles de camas y puertas. Arriba, los espacios de LUINGO, ALONSO y SERGIO.
Abajo, los de VIGIRIMA, GIOVANNI y CHEO. Un área central como cocina y salón. Al
fondo una nevera. Hacia atrás, el baño. Televisores y aparatos de sonido. A pesar de la
amplitud, todo refleja la promiscuidad citadina; individualidades que cohabitan por
emergencias. Soledades agrupadas; alianza de separaciones.

Madrugada, LUINGO junto a su vieja máquina de escribir.

LUINGO.- La hora del silencio / Todos duermen / Ella duerme / Mi amor/ Suavizando
mi insomnio de ausencias… profundas e inmediatas, como la de una computadora que
sustituya a esta maquinita Olivetti 1975 y las teclas cabalguen junto a mis pensamientos.

Comienza a amanecer. GIOVANNI cuela café. CHEO se despereza. VIGIRIMA duerme.
ALONSO, luego de algunas flexiones, procede a vestirse.

LUINGO.- Cedo al sueño sin poder hacer lo que quiero, pese a hacer todo lo que puedo.

I.- En un espacio común. Luz de día. Cola para entrar al baño.

CHEO.- ¡Yo no soy ningún lambucio! le dije: ¡Senda lonchera la que me metió mi vieja
en el morral, después del felizaño “Para que no pase hambre, mijo” ¡Hallaca, pernil,
panetón y dulce de lechoza! ¿Voy a andar robándome un piche jamón de espalda?

SERGIO.- Yo como la única carne que como es la humana.

CHEO.- Con eso de que se graduó en el exterior quiere andar exigiendo. No sé por qué
Luingo lo aceptó, ¡Que se alquile un apartamento!

GIOVANNI.- Tampoco es tan fácil encontrar... El tipo parece que es un coco.

CHEO.- , ¿Un coco? ¿Viviendo en un cuarto y peleando por unas lonchitas de jamón?

SERGIO.- ¡Surrealismo tropical!

GIOVANNI.- Yo a mis cosas les he puesto etiqueta y los paquetes los tengo en mi
closet.

SERGIO.- ¡Con razón el chiripero que anda por ahí!
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CHEO.- Ya en el baño yo no pongo nada. Le gastan a uno el champú y la pasta. ¿Y
después? ¡Nadie fue! (Hacia el baño) ¿Qué? ¿Te fuiste por el inodoro?

SERGIO.- ¿Quién está ahí? ¿Vigirima?

CHEO.- Yo creo (Hacia el baño) ¡”Vamonós”, Vigirima, estamos haciendo cola!

Entra VIGIRIMA cara de acontecido por mal estomacal.

VIGIRIMA.- ¿Qué fue? Si estoy aquí.

SERGIO.- Y entonces, ¿quién está ahí? ¿Luingo? ¿Alonso?

VIGIRIMA.- Van a tener que darme un chancecito, panitas... es urgente.

GIOVANNI.- Ya se me está haciendo tarde.

SERGIO.- ¡Cuidado y se paraliza la economía nacional!

VIGIRIMA.- Ayer comí en el comedor del albergue y algo me cayó mal.

CHEO.- ¿No será un paro tuyo para entrar primero al baño?

GIOVANNI.- Hay que hablar con Luingo para poner todos y arreglar el baño de arriba.

SERGIO.- Si el que está allí dentro es Alonso, se va a armar un peo.

CHEO.- Qué va, ese se levanta temprano como los gringos.

SERGIO.- ¿Y quién te dijo a ti que los gringos se levantan temprano?

CHEO.- Coño, si no no harían tantas vainas arrechas. Levantándose temprano fue que le
metieron las hamburguesas a los rusos (Hacia el baño) ¡Papito, año nuevo vida nueva:
uso limitado del baño. Desocupe, que Vigirima ayer comió comida con sus malandros
y...

VIGIRIMA.- (Corrigiendo) ¡Menores con problemas!

Para sorpresa de todos, quien aparece es ANA JULIA, envuelta en una toalla.
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ANA JULIA.- Ya sé por qué Luingo es amigo de ustedes: son todos locos igual que él.

GIOVANNI.- ¡Ana Julia!

ANA JULIA.- Los sorprendí, ¿verdad? Estaban en pleno desguase, son unos bichos.

SERGIO.- ¡La mujer de la casa! ¿Cómo está Fray Luingo, escritor y martir? Hazle un
cariñito a ver si duermo y no oigo su máquina.

ANA JULIA.- Es que anda apurado con la tesis.

CHEO.- Una computadora es lo que necesita. Yo se lo dije, se la consigo barata: menos
de la mitad del PVP.

ANA JULIA.- (Interesada) ¿En serio?

VIGIRIMA.- (Desde dentro) ¡¿Quien agarró mi pasta y mi cepillo otra vez?!

Indignación general.

CHEO.- ¿Ven? ¡Yo sabía que era un paro!

GIOVANNI.- ¡Voy a llegar tarde otra vez!

CHEO.- ¡Esto es un abuso! ¡Sal de ahí, Vigirima! ¡Te las das de vivo!

Todos sacan a VIGIRIMA que ya estaba preparado para ducharse.

VIGIRIMA.- (Entre risas) ¿Quién me mandaría abrir la boca? La culpa es del suma cum
suma ése recién llegado de gringolandia: ¡Siempre confunde su cepillo con el mío!

II.- En el espacio de Luingo.-
ALONSO, impecablemente vestido, junto a LUINGO que acaba de levantarse.

LUINGO.- Vienes del exterior, Alonso, por eso ves las cosas así.

ALONSO.- Yo sólo, no: Ana Julia también. Piensa en ella, los dos merecen estar mejor.
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LUINGO.- Son amigos, gente que lleva años conmigo. ¿Cómo los voy a sacar?

ALONSO.- ¡Agradecidos te deberían estar por haber vivido en una casa como esta!
Ahora que estás comenzando a trabajar en televisión y terminando la tesis...

LUINGO.- (Para sí) Y el libro... ¡Por cierto...!

ALONSO.- ¿Te das cuenta? Diles que se vayan. Esa señora te alquiló esta casa por
amistad. Mientras terminabas la carrera, perfecto, pero ahora...

LUINGO.- Me parece deshonesto con ellos.

ALONSO.- Luingo, ¿tú crees que ellos piensan en ti? ¿No ves cómo está la casa? Parece
una pensión del centro…

ANA JULIA.- (Entrando) Ay, mijito, estás perdiendo el tiempo.

ALONSO.- Diles que te pidieron la casa y hay que desocupar. Dos meses y se acabó.
Saldrías de esta vidita de estudiante, tendrías un espacio para escribir y vivir mejor

LUINGO.- ¿Crees que nunca se van a enterar?

ALONSO.- Si no te preocupas por mejorar tu vida, ¿quién lo va a hacer?

ANA JULIA.- (Con ironía) Los que están allá abajo incapaces de ponerse de acuerdo
para mandar a arreglar el otro baño.

LUINGO.- De eso nosotros también somos responsables...

ALONSO.- ¡Hagámoslo: vamos a quedarnos con la casa los tres! Yo mudaría mi oficina
para acá abajo, Ana Julia trabajaría conmigo y…

LUINGO.- ¡Olvídense de eso!

ALONSO sale, impotente.

ANA JULIA.- Luingo, a quien más favorece la idea de Alonso es a ti. Él no, él puede
mudarse y listo. Es sobre todo por ti, por mí, por nuestra privacidad.
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LUINGO.- Cuando te viniste a vivir conmigo, estabas clara en que...

ANA JULIA.- Mi amor, sabes que yo no tengo ningún problema. A mí no me importa
vivir con un montón de tipos… y que me morboseen cada vez que salgo del baño...

LUINGO.- ¿Cómo es la cosa?

ANA JULIA.- Tranquilo, tú sabes que yo me los vacilo... se trata de otra cosa, del
cambio del que hemos hablado siempre...

LUINGO.- Me estás manipulando, Ana Julia...

ANA JULIA.- (Mimosa) ¡¿Y no se vale? ¡Hasta para que estés bien hay que
manipularte! Vamos a quedarnos solitos, anda. (Cambia tema) ¿Crees que tendrás la
tesis a tiempo?

LUINGO.- No sé... si tuviera una computadora. A máquina, es más lento todo.

ANA JULIA.- ¿Vas a pensar lo de la casa?

LUINGO.- Te voy a responder con algo que escribió Miguel Hernández: “Mi casa...”

ANA JULIA.- Quiero que me respondas tú, no Miguel Hernández.

Interrumpen voces demandantes, desde diversos espacios:

CHEO.- ¡Luingo! ¿Cuándo vas a mandar a arreglar ese tanque? ¡Se fue el agua otra vez!

VIGIRIMA.- ¡Luingo! ¿Podrías esperar un poco por la mensualidad? No me han
pagado.

ALONSO.- ¡Luingo, qué asco! ¡Hay que mandar a limpiar dos veces por semana!

SERGIO.- ¡Luingo! ¡Ponle un silenciador a esa máquina? Anoche no pude dormir!

GIOVANNI.- ¡Luingo! ¡Te llaman del canal!

LUINGO.- ¡”Florecilla Indomable”! Miguel Hernández sepultado la novela de las
nueve.
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ANA JULIA.- (Para sí) ¡Y la intimidad de Ana Julia y Luingo interrumpida por todos
los inquilinos de esta casa!

III.- En un espacio común:

ANA JULIA.- ¿Podría pagártela a fin de mes?

CHEO.- ¡Difícil! La venden barata pero tiene que ser chin chin.

ANA JULIA.- Le facilitaría a Luingo tantas cosas...

SERGIO.- (Saliendo del baño) ¡Y te pararía un poco más de bolas! ¿Cuánto te falta?

ANA JULIA.- La mitad, quince mil...

SERGIO.- Habla con tus compinches, Cheo. Yo le presto los reales. ¡A ver si al fin
puedo dormir un poco sin el bendito tecleo y estos pobres mortales pueden abandonarse
al amor!

IV.- Espacio de Luingo y otros espacios:
LUINGO escribe veloz. Televisores, empleadas domésticas himnotizadas. ALONSO y
ANA JULIA comienzan a jugar a víctimas y victimarios. Acordes de melodrama.

LUINGO.- (Veloz) Florecilla Indomable escena cuatro interior día sala de los Alcázar
Partimos de un Primer Plano de Don Vladimir que intrigante se dirige a Luis Alberto...

ALONSO.- ¡Luingo, yo no sabía que Cheo vendía coca! ¡Cuidado y nos mete en un peo!

LUINGO.- Azucena, secándose las lágrimas, conversa con Vitico...

ANA JULIA.- ¡No puedo hacer cena así! ¡Un gentío cocinando y todo está asqueroso!

LUINGO.- Don Vladimir, blandiendo los documentos, mira calculador a Luis Alberto...

ALONSO.- ¿Esto no se ha pagado, Luingo? ¡Sabiendo cómo estás y no son capaces de
pagar los servicios! ¡Un día de éstos se ahogan en la mierda y ni cuenta se dan!

LUINGO.- Azucena voltea para dirigirse con firmeza a Luis Alberto...
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ANA JULIA.- ¡Se pasaron: entro y los encuentro jugando cartas en mi mesa de dibujo!

LUINGO.- Aturdido, Luis Alberto se levanta. Azucena lo sigue, documentos en mano.

Silencio. LUINGO se levanta agotado. La casa retoma sus claroscuros sin acordes.

ANA JULIA.- ¿Te das cuenta? Ultimamente nuestras conversaciones tratan es de tus
inquilinos y su malvivir (Se detiene frente a los papeles de LUINGO y lee) “Poesía
Urbana y comunicación alternativa”. ¿Cómo haces para cambiarte de swiche tan rápido?

Silencio.

LUINGO.- Tomé una decisión: voy a hablar con todos, vamos a quedarnos con la casa.

V.- En un espacio común:
Final de la jornada. Reunión accidental entre diarios y gacetas hípicas. Alguna toalla al
hombro, algún vaso de agua, algún descalzarse para refrescar embotellamientos.

GIOVANNI.- ¡El hombre renunció! ¡Voló haciendo la carta para el jefe de personal y
empezó a contarnos lo que iba a hacer con ese realero!

CHEO.- ¡¿Realero, Giovanni? ¡Tres millones no son ningún realero!

ALONSO.- Para ese pobre cajero de banco, sí. Claro que lo más seguro es que amplíe su
rancho, renueve el zinc y le monte aire acondicionado. (Se dirige al baño)

SERGIO.- ¡Yo estaría ahora en Roma tomándome un capuccino y sería media noche ya!

CHEO.- ¡Treinta millones! ¡Eso sí es billete! Yo, lo primero: le pegaría candela a la
llaga de mi jeep, me compraría senda nave y montaría a los mejores culos de este país!

VIGIRIMA.- Cualquier cosa, me regalas el jeep a mí...

SERGIO.- O a Giovanni para que se rebusque taxeando y salga a levantar los viernes.

CHEO.- ¡Sí! A lo mejor así le duran más los novios. (Todos ríen)

GIOVANNI.- Un poquito de respeto, vale.
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VIGIRIMA.- Yo le acomodaría la casa a los viejos, allá en Vigirima.

GIOVANNI.- Yo daría la inicial para un apartamentico y un carrito...

SERGIO.- ¡Y todo chiquitico! ¡Sigan soñando y gastando sus reales en lotos y esa
vaina!

GIOVANNI.- ¿Me vas a decir que tú nunca has sellado un loto?

SERGIO.- ¿Yo? ¡Qué va! ¡Allá los marginales mentales!

GIOVANNI va a responder, pero entra LUINGO.

CHEO.- ¡Ese, Luingo!

LUINGO.- ¿Qué hubo?

SERGIO.- ¿Y esa cara?

ALONSO.- ¿Qué pasó? ¿Algo malo?

LUINGO.- Me pidieron la casa.

CHEO.- ¡¡Perro!!

GIOVANNI.- ¿Qué?

LUINGO.- Me llamó Fernanda. Necesita la casa y quiere que desocupemos.

SERGIO.- ¿Pero… así, tan intempestivamente?

CHEO.- ¡Pana, eso es ilegal, según la Ley de Inquilinato...!

LUINGO.- Aquí no se firmó ningún contrato. Fernanda me dejó esta casa para ayudarme
mientras terminaba la carrera y ahora que me voy a graduar... Yo no puedo exigirle, al
contrario, tengo que agradecerle y apoyarla… Le dije que en dos meses...

ALONSO.- ¡Dos meses! ¿Pero y esa mujer no piensa en los demás?
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SERGIO.- Ella tiene derecho, pero... ¡Séis meses, al menos! En esta ciudad…

LUINGO.- Fernanda no tiene culpa del problema habitacional, Sergio.

CHEO.- Deberías hablar con ella otra vez, Luingo.

ALONSO.- Lo que pasa es que… si no hubo contrato…

LUINGO.- Exacto. Sólo quería decirles eso. Tratemos de mantener la casa en orden para
entregarla en buenas condiciones, mientras buscamos donde mudarnos (Sale)

Suena el timbre, GIOVANNI va a abrir. Silencio tenso.

VIGIRIMA.- Otra vez con el escaparate al hombro.

CHEO.- Y con las libertades que uno tiene aquí. Lo que soy yo me voy a un apartamento
como sea. A otra habitación peorra no vuelvo.

GIOVANNI.- (De regreso) Te buscan, Cheo.

ALONSO.- ¡Dígame eso! Yo que casi ni había deshecho las maletas.

SERGIO.- Vete acostumbrando. Este país no es el mismo de cuando te fuiste hace seis
años. En el 83, cuando el Viernes Negro, esto se vino en picada.

CHEO junto al GATO. Le da billetes.

CHEO.- Sabes que no me gusta que vengas por aquí, man.

GATO.- Si no vas tú a pagarme, man...

CHEO.- Ahí tienes, cuenta. Te vendí una computadora pero el bille es para fin de mes.

GATO.- ¿Sería seguro?

CHEO.- ¡Tan seguro como toda la nieve que te vendí esta navidad!

SERGIO.- Me parece demasiado raro. ¿Será que Fernanda se enteró de algún chisme?
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GIOVANNI.- (Bajo) ¿Le dirían lo de Cheo, que a veces vende monte y perico?

CHEO.- Luingo es alto pana y la necesita. Dale, te espero con la computadora.

Sale el GATO. ALONSO entusiasta junto a LUINGO y su malestar.

LUINGO.- Me siento mal, nunca había hecho una vaina así.

ALONSO.- ¡Deja la culpa ya, Luingo. Vamos a buscar a Ana Julia!

LUINGO.- (Saliendo) Quiero estar solo.

SERGIO.- Para mí que algo le dijeron a Fernanda. Si Luingo es casi como su hijo.

VIGIRIMA.- ¿Qué pueden haberle dicho? ¿Que hacemos fiestas y entran mujeres?

SERGIO.- (Mirando a GIOVANNI) Y algunos hombres...

VIGIRIMA.- Nada del otro mundo.

SERGIO.- No sé. Algo aquí me huele mal. ¡En fin, a ver si pinto algo! “Desalojo
sangriento” ¡Hay que tomárselo con soda!

LUINGO, de salida, se cruza con GIOVANNI.

GIOVANNI.- Luingo...quería preguntarte para dónde te vas. De repente, entre los dos...

LUINGO.- Tal vez me vaya con Ana Julia, no sé. Busca para ti, Giovanni. (Sale)

Mutación.

VI.- En el espacio de Luingo, conde El GATO y un COMPINCHE terminan de instalar
la computadora. ANA JULIA los despide y prepara un rito con su regalo, mientras Al
margen de la casa, con páginas de avisos clasificados, en diversos teléfonos públicos:

VIGIRIMA.- Por el aviso, sí: Habitación independiente... Sí, sí, soy yo solo. Soltero, sí...
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CHEO.- ¿Y cuánto es el traspaso?... ¡Señora, con eso yo me compro uno nuevo!... ¡Por
supuesto que los tengo, lo que no tengo es la cara para aceptar su abuso! ¡Eso es ilegal!...
¡Más grosera será usted, vieja corrupta!

VIGIRIMA.- ¿Con derecho a todo? ¡Ah, qué bueno!... claro, claro que entiendo... ya va,
¿que si soy “entendido”? ¿Entendido de qué… porque yo estudio Trabajo Social?

SERGIO.- ¡Rey, primo, cuánto tiempo!... bien, pintando, ya sabes... Mira, Rey... ¿por fin
se murió la tía Ricarda?... ¿Quimioterapia? Pobrecita... Pero, está en la clínica, ¿no?... En
la casa, ocupando el cuartico... no, nada, para saber de ustedes. Saludos, primo.

GIOVANNI.- ¿Y una más pequeña?... sí, sin garaje… más... económica, sí... sí, lo leí...
ejecutivo, claro, yo soy ejecutivo... en un banco... Caja, departamento de conformación...
¡Ah!... yo es que... creía que era para todo tipo de ejecutivo... Disculpe, muchas gracias.

ALONSO.- Claro, a fin de mes cambio de dirección de mi oficina... sí, más cómodo y
mejor ubicado... de la cama a la mesa de dibujo, prácticamente, ¿qué te parece?

ANA JULIA descubre su santuario a LUINGO: una computadora.

ANA JULIA.- ¡Una sorpresa, Luingo! ¡Para que tus ideas fluyan y tus obligaciones no
entorpezcan tu poesía, para que transformes el caos... Para que tengas tiempo para mí.

Tras el grito vaquero de LUINGO, preámbulo sexual sobre la computadora encendida.

LUINGO.- ¡La tesis, los artículos, la telenovela, el libro! Archiva Copia Pega Guarda,
una angustia menos, ¡y yo te amo Ana Julia, te amo!

La impresora expulsa metros y metros de papel mientras ellos, arropados por éstos,
parecieran ajenos al paso del tiempo.

VII.- En espacios comunes y en el de Luingo. Jueves cualquiera. ALONSO aprovecha el
vacío vespertino. Da indicaciones a un OBRERO. Junto a la computadora, LUINGO
conversa con SERGIO. ANA JULIA allí.

ALONSO.- Sí, arreglar un baño arriba y tabiquería para oficinas aquí, según el plano.

SERGIO.- Ni habitación se consigue, Luingo ¡Habla con Fernanda!
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ANA JULIA.- Ya él habló, Sergio. Y se avisó hace un mes.

SERGIO.- Todos trabajamos, ¿cuándo vamos a buscar? Ustedes, ¿ya encontraron?

ANA JULIA.- ¿No ves cómo anda? Luingo tiene que entregar la tesis en una semana.

SERGIO.- Estoy intentando hablar contigo, Luingo.

LUINGO mira a ANA JULIA. Ella entiende la señal y procede a salir.

ANA JULIA.- (Saliendo molesta) ¡Escritor y mártir! ¡Ahí tienes escenas por escribir y
una tesis, no te levantas de esa computadora ni para mirarme, y ahora… la casa! (Sale)

Ha entrado HÉCTOR con GIOVANNI extrañado ante ALONSO y el OBRERO.

ALONSO.- Hay que dejar todo en buenas condiciones. Trato de ayudar a Luingo.

GIOVANNI.- Pero... ¿es necesario medir para pintar?

ALONSO.- Cuando se trata de profesionales, se mide, Giovanni.

Salen GIOVANNI y HÉCTOR. Aparece ANA JULIA y va hacia ALONSO..

ANA JULIA.- ¡Qué arrechera! Arriba está Sergio hablando con Luingo, ¡lo va a
ablandar!

ALONSO.- ¡Algo hay que hacer! A Luingo le cuesta mucho negarse. Y Sergio lo sabe.

ANA JULIA.- Sí, es el más inteligente de todos éstos.

SERGIO.- (Observando al OBRERO) ¡Luingo! ¿Tú mandaste a arreglar el baño?

LUINGO.- Sería… Ana Julia. Hay que dejarlo todo en buenas condiciones.

ANA JULIA.- Menos mal que ya va a terminar con la bendita tesis. A veces me
pregunto por qué sigo ahí... si un día de verdad voy a ser algo más para él.

ALONSO.- ¿Algo más en qué? Tienes que tenerlo claro, Ana Julia, hoy es la tesis,
mañana será el libro, pasado, el poemario, el ensayo...
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ANA JULIA.- Es que eso es parte del asunto también. A mí me gusta admirarlo,
sentirme orgullosa... no es fácil encontrar a un tipo como él, compañero, tierno y a la
vez…

ALONSO.- ¡Hay que hacer que se vayan, cómo sea, pero hay que hacer que se vayan!

VIII.- En espacios comunes y en el de Vigirima y Cheo:
HÉCTOR y GIOVANNI en medio de un café. VIGIRIMA, solo, leyendo los clasificados.

HÉCTOR.- ¡No, ya no voy: los bares ya no me interesan! Mucha pose. Todos
compitiendo, cada queriendo ser levantado por el otro y no se te acercan para no dar su
brazo a torcer. Y, si se acercan, ya uno sabe las tres preguntas de rigor: “¿Vives solo o
con tu familia?” Si dice que vives solo, ganas un punto, pero falta la segunda: “¿Dónde
vives?” si no es un barrio marginal: ¡otro punto! ¡Pero no te fíes que aún falta la
tercera!”

HÉCTOR y GIOVANNI.- “¿Tienes carro?” (Ríen)

HÉCTOR.- ¡Y ésa sí que es definitiva! Porque a ninguna de esas locas de gimnasio les
gusta andar de peatonas para ir a la cama con uno.

GIOVANNI.- Pero, Héctor, tú tienes carro, vives solo y en tu buen apartamentico.

HÉCTOR.- ¡Pero prefiero una mala noche a una mala mañana! ¡Noo: es mejor amanecer
con tu almohada que con un cuerpo que no te dice nada y, si te dice, lo que te provoca es
meterle un zapato en la boca y llamar a un teletaxi para que desaparezca.

CHEO.- (Entrando entusiasmado) ¡Ese, Vigirima! ¡Arregla un pelo ahí, que traigo par
de tiernas! ¡La gorda Ninfa y una para ti que está...! (Besa el aire y sale)

GIOVANNI.- Precisamente, Héctor... quería hablar contigo... llevo un mes buscando
para mudarme y nada. No sé... tú eres como mi hermano... tienes una habitación libre y...

HÉCTOR.- (Incómodo) ¡Ay, Giovanni! No es lo mismo ser amigos que vivir juntos.
(Con dificultad) No lo tomes a mal pero prefiero que sigamos como hermanos, pero cada
quien en su casa. Discúlpame pero, la verdad… no puedo. (Apura el café y sale)
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Entra NINFA seguida de CHEO y de CELESTE. Es el cuarto que comparte con
VIGIRIMA, que está allí leyendo.

NINFA.- ¿Se puede?

CHEO.- ¡Claro que se puede! ¿No te dije? (A VIGIRIMA) Conoces a Ninfa, ¿no?

VIGIRIMA.- Sí. Hola.

NINFA.- ¿Estás buscando trabajo, Vigirima?

VIGIRIMA.- No, trabajo, no. Casa o cuarto, mejor dicho.

CHEO.- Ella es una amiga de Ninfa. Se llama...

CELESTE.- Celeste...

VIGIRIMA.- Ah... ¿qué tal?

CHEO.- (A CELESTE) Vigirima es un tipo bien chévere.

NINFA.- ¡Celeste también es bien chévere! ¡Siéntate, Celeste!... Es un poquito tímida.

CHEO destapa una botella y sirve en vasos.

CHEO.- ¿Un traguito ahí, Vigirima?

NINFA.- (Pícara) ¡Ay me voy a recostar aquí en la cama!

CHEO.- (Yendo a ella, seductor) ¡Claro, en la cama es que es!

NINFA ríe pícara y desaparece con CHEO entre secretos y picardías. VIGIRIMA y
CELESTE se quedan incómodos sin saber qué decirse.

CELESTE.- (Por romper el silencio) Entonces... ¿usted se llama Vigirima?

VIGIRIMA.- Bueno... no, así me dicen porque yo nací en un lugar llamado Vigirima.
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CELESTE.- Yo en Zaraza. ¿Se imagina que me dijeran así? ¡Ay, no! “Zaraza, venga
acá”

Ríen y se cortan. Silencio.

VIGIRIMA.- ¿Naciste en Zaraza?

CELESTE.- (Entusiasmada) ¿Usted la conoce?

VIGIRIMA.- No (Silencio) ¿Tú conoces Vigirima? (Ella niega) Es bonito... hay un río.

CELESTE.- En Zaraza también hay un río.

VIGIRIMA.- Hubo una batalla ahí... hay petroglifos...

CELESTE.- ¿Petro...? ¿Qué es eso?

VIGIRIMA.- Piedras... con formas que tallaron los indios.

CELESTE.- ¿Prehistóricas? Yo he visto cosas de ésas en televisión. De indios y
animales, aunque... son fastidiosos, ¿verdad? (VIGIRIMA sonríe) ¿Usted es maestro, no?

VIGIRIMA.- No, ni soy maestro, ni me sigas diciendo “usted” que me pone mal.

CELESTE.- Ninfa me dijo que... tú eras maestro.

VIGIRIMA.- Trabajo con chamos con problemas, sin padres... Les programo
actividades.

CELESTE.- Ah... ¿juegos de pelota, cursos y esas cosas?

VIGIRIMA.- Esas cosas...

NINFA.- ¿Así es la cosa? ¿Tienen que irse? ¡Ay, qué lástima, esta casa es tan chévere!

CHEO.- ¡Chévere estás tú!

NINFA.- (Tras una carcajada) En un edificio donde yo trabajo hay un traspaso.
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CHEO.- ¿Traspaso? ¡Qué rico! ¡A mí me encantan los traspasos! (Le hace cosquillas)

NINFA.- (Entre risas) ¡Ay, Cheo, no! ¡No, cheíto...no!

NINFA y CHEO, riendo y acariciándose, van a lo suyo.

VIGIRIMA.- La están pasando bien, ¿no? (Ella asiente, cortada) Mira, chama... yo no
soy siempre así tan... lo que pasa es que hoy estoy enrollado. Tengo que mudarme y…

CELESTE.- No importa.... Mejor.

VIGIRIMA.- ¿Mejor?

CELESTE asiente. Silencio.

VIGIRIMA.- Tú... tú eres bien bonita.

CELESTE.- (Ríe incrédula) ¡Es la primera mentira que le escucho!

VIGIRIMA.- No, de verdad, eres bien bonita.

CELESTE.- Tú... bueno... bonito, bonito, no eres... ¡Te pareces a Vitico! (Él no tiene ni
idea) Vitico, el jardinero de Don Vladimir Alcázar... El negrito cómico de la novela. (Él
sigue sin entender) ¡El de “Florecilla Indomable”!

VIGIRIMA.- ¡Ah!... es que no... no veo novelas.

CELESTE.- ¡Yo sí! Bueno, tres nada más porque las otras no me gustan. Pero la mejor
es “Florecilla Indomable”. Es que es igualito a lo que pasa en la vida real. Bueno, casi.
Pero, fíjese... fíjate que la muchacha viene ya casada del campo pero con un hombre que
la trata mal, le pega y lo único de lo que está pendiente es de que ella se la dé.

VIGIRIMA.- ¿Que se la dé?

CELESTE.- ¡Sí, que se la dé! ¡A mí ese machismo no me gusta! A mí me pasó igualito:
me enamoré como una gafa y salí preñada.

VIGIRIMA.- Tienes un niño...
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CELESTE.- De siete años, me lo cuida una vecina.

VIGIRIMA.- ¿Y marido?

CELESTE.- Tenía pero lo metieron preso. A veces lo visito. ¡Aunque no se lo merece!
(Mira a todos lados y baja el tono) Se metió con el narcotráfico... Pero es demasiado
machista y muy flojo. Si no es por mí que me muevo no consigo esa parcela allá en
Guarenas. Si vuelve, yo no lo dejo entrar en la casa. ¡Qué va!

VIGIRIMA.- Entonces, tu vida es como en las novelas...

CLESTE.- Casi. Claro, en eso del tipo rico que se enamora de una, no, pero...

VIGIRIMA.- Tú quisieras, claro...

CELESTE.- (Riendo) Bueno, más o menos...

VIGIRIMA.- Mira... y... ¿tú siempre sales así, con Ninfa?

CELESTE.- A veces. No es que una sea bochinchera pero... Debe haber algo más,
¿verdad? Todo no puede ser hacer oficios, que si el muchacho, hacerse la arrecha en el
barrio para que te respeten... Algo más... alguien… una persona que no sólo se quiera
acostar con una, pues! Que no te tengas que caer a golpes con él... Yo a veces pruebo,
porque si no, ¿cómo? Pero qué va: se acuestan y después... Y entonces una dice que ya,
que más nunca. Pero otra vez se siente sola y sale... creyendo que va a haber algo más.

IX.- En el espacio de Luingo:

LUINGO.- ¡Es sólo un mes! No encuentran dónde mudarse. Un mes más un mes
menos...

ALONSO.- ¡Pero ya yo entregué la oficina y programé la mudanza del mobiliario!

LUINGO.- Entre tu mobiliario y los muchachos, me quedo con los muchachos. Les dije
que había hablado con Fernanda, que nos daba un mes más.

ANA JULIA.- Pero Alonso contaba con los dos meses que habías dicho, Luingo y...
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LUINGO.- Me escuchan los dos: accedí a que nos quedáramos con la casa porque
consideré los argumentos que me dieron y pensé que tenían razón. Pero de allí a no
escuchar a gente que ha compartido conmigo varios años, hay un trecho. ¡Están locos si
creen que voy a olvidarme de eso por un mes más en una casa!

ANA JULIA.- No te estamos diciendo que...

LUINGO.- Miren, ya me tiene arrecho todo esto. La semana que viene defiendo tesis,
tengo mucho trabajo. No quiero oír más. ¡Esa gente se queda otro mes y punto!

ALONSO sale. LUINGO frente a la computadora. ANA JULIA mal.

X.- En los diversos espacios:
Televisores y empleadas domésticas hipnotizadas. LUINGO escribe frenéticamente.
Puertas que se tiran, golpes sobre las mesas. Pequeñas rabietas que crecen. ANA JULIA
y ALONSO en lo alto, claros en su meta.

LUINGO.- (Veloz) “Florecilla Indomable” Escena cinco Interior día Sala. Don Vladimir
y Redención Campos confabulan en contra de Azucena y su familia...

SERGIO.- Yo que me gasto el domingo en preparar ensaladas para la semana y ya hoy
no me queda ninguna. ¡Nadie la agarró, fue el fantasma!

ALONSO.- (Intrigante) ¡Al que le encantan esas ramas es al montuno ése de Vigirima!

GIOVANNI.- Se me perdió el cassette de Rocío Jurado, ¿ninguno lo ha visto?

ALONSO.- ¡Esa música le encanta a las cachifas y Cheo se la pasa metiéndolas aquí!

VIGIRIMA.- Cónchale, a mí no me importa que me agarren la leche pero, repónganla.

ALONSO.- Quien siempre come Corn Flakes es Giovanni. Y nunca lo veo traer leche.

CHEO.- ¡Coño, a ver si anotan las llamadas! ¡He perdido varios negocios por esa vaina!

ALONSO.- Me pasa igual. Para mí que es Sergio, que atiende de mala gana y no anota.

TODOS a la vez se pasean cada vez más furiosos, lanzando quejas y portazos, mientras
LUINGO escribe y ANA JULIA y ALONSO lanzan culpables al aire.
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Explosión. Silencio.

XI.- Madrugada. LUINGO junto a la computadora.

LUINGO.- El silencio/ Duerme Ana Julia / Duermen todos / Computadora seductora/
Raya amarilla que frena angustias y deseos / La tesis / Mañana es el día / Hoy es el día.

Amanece. Malestar. TODOS, evadiendo encontrarse al salir a sus rutinas.

Media tarde de viernes. Olor a celebración. SERGIO mata la chicharra de un buen
cannabis, a la vez que no se define con algún trazo en el lienzo. Timbre. Sin más
remedio, va a abrir. Aparece GIOCONDA, entre traslúcidas telas hindúes y sándalo
mezclados con moriche y mango; el último número de Chanel y una dentadura de cuña.

GIOCONDA.- Hola.

SERGIO.- Hola.

GIOCONDA.- (Entrando) ¿Luingo está?

SERGIO.- No. Hoy está defendiendo tesis.

GIOCONDA.- ¿En serio? ¡Guao! Soy Gioconda.

SERGIO.- ¿Gioconda, la hija de...?

GIOCONDA.- ¡De Fernanda, sí! ¿La conoces?

SERGIO.- No, pero de tanto oírsela nombrar a Luingo... Soy Sergio.

GIOCONDA.- ¡Encantada! ¿Estudias con Luingo?

SERGIO.- No. Ya no. Le tengo alergia a las universidades: de tres, tres.

GIOCONDA.- ¿Cómo?

SERGIO.- De tres empezadas, tres abandonos.

GIOCONDA.- (Ríe) ¿Puedo pasar?
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SERGIO.- ¡Está es tu casa! ¡Literalmente!

GIOCONDA.- ¡Tenía unas ganas de entrar aquí! Puedo dejar el jeep ahí afuera ¿no?

SERGIO.- Si. A veces roban pero son ladrones buenos: un reproductor, una batería…

GIOCONDA.- (Respirando beatífica) ¡Años sin sentir esta energía! Es que yo no vivo
aquí ¿sabes? Vivo en una montaña, lejos del ruido y la contaminación... Vine de visita:
momentos de crísis y reflexión que le dan a una. ¿No te pasa?

SERGIO.- ¡Constantemente!

GIOCONDA.- (Pedagógica) ¡Son positivos, ¿sabes?! Destrucción para la construcción.
Oye, ¿crees que haya rollo en que me quede aquí unos días? ¡Sin molestar, claro, yo
traje mi hamaca! Es que un día me desperté, cogí el jeep, mi casabe, mis frutas y llegué
aquí ¿Por qué? ¡No me lo preguntes! Fluyó la energía, ¿tú crees en el poder de la
energía?

SERGIO.- ¡De que existe, existe! ¡Y si no, que lo diga la compañía de electricidad!

GIOCONDA.- ¡No, vale, digo la energía en general! Ella me trajo a esta promiscuidad.
(Él pela los ojos. Ella ríe) Hablo de lo urbanístico. ¿No te ha sucedido, cuando regresas
de un viaje a Caracas? los edificios, los buhoneros, el tráfico y la neurosis ¡Eso es
promiscuidad! ¡Total que de pronto me vi estacionando aquí enfrente! ¿No es increíble?

SERGIO.- (Siguiéndole el juego) No: aquí viviste, es tu referencia histórica, ¿no?.

GIOCONDA.- ¡Y afectiva: la energía primigenia! ¡Y esta casa es una maravilla!

SERGIO.- Sí, lástima que haya que entregarla.

GIOCONDA.- ¿Entregarla? ¿No me digas que…? ¿Mamá le pidió la casa a Luingo?
Qué raro ¿La querrá vender? ¡Ay, no! (De súbito, cambia tema, coqueta) ¿Y tú? ¿qué
haces?

SERGIO.- Nada. Vivir o viendo a ver si se puede… Bueno, no, mentira, yo pinto.

GIOCONDA.- ¡No me lo creo! ¡Wolfan también pintaba! ¡Wolfan, mi excompañero!
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SERGIO.- Claro que también hago otras nimiedades... Utilería, decoración, vidrieras,
recuerditos y afines. Todo lo que pueda parecerse a plástica y lo paguen. Hay que comer.

GIOCONDA.- ¡Qué loco eres! ¡Pero me encanta tu aura! ¿Me muestras tus trabajos?

SERGIO.- Como no, “Mona Lisa”.

GIOCONDA.- ¡Gio-con-da, chico! ¡Me llamo Gioconda! ¡Qué loco, me encanta!

XII.- En espacios comunes: GIOVANNI limpia cuando eufórico, entra CHEO con
cervezas y le lanza una.

CHEO.- ¡Una cervecita ahí, Giovanni! ¡Venga acá, dele un besito a papaíto!

GIOVANNI.- ¡Ahora sí me jodí yo!

CHEO.- ¿Qué fue? ¿Acaso el único que puede ser gay en esta casa eres tú? (lo besa)
¡Felicítame, loco! ¡Encontré un traspaso arrechísimo! (Sorpresa de Giovanni) ¡Lo dije:
para una habitación peorra, never more, man! Ya tengo dónde satisfacer mis
necesidades: comer, dormir, orinar, cagar y, por supuesto, tirar. Resuelto eso, ¿qué más
puedo querer?

GIOVANNI.- Tú, me imagino que unos pasecitos de perico.

CHEO.- ¡También!

GIOVANNI.- ¿Y de dónde vas a sacar para un traspaso? ¿Un prestamo en el taller?

CHEO.- ¿Qué taller, Giovanni? Mi verdadero modus vivendi es gracias de los que se
dan duro por esas narices. Ese eres tú, que crees que vas a salir de abajo contando
billetes que no son tuyos. Yo que tú, me conseguiría un viejo con plata o... ¡me metería a
transfor!

GIOVANNI.- (Divertido) Tú estás loco. Yo soy legal.

CHEO.- ¡La legalidad no paga, loco! ¡En este país, ese es el camino para vivir de
inquilino toda la vida!
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GIOVANNI.- Qué va. En seis años me dan mi crédito en el banco y doy la incial para…

CHEO.- ¡Sigue pensando en eso! Ni Luingo que trabaja día y noche por lo legal, puede
pensar en pararse en un piso propio.

VIGIRIMA entra corriendo Medio saluda y se dirige al baño.

CHEO.- ¡Ese! ¡Otro que no tendrá casa nunca! ¿Otra vez comiste con tus malandros?

VIGIRIMA.- (Desde dentro) ¡Menores con problemas!

CHEO.- Fíjate, se parte el lomo para que los chamos ésos se regeneren y capaz y un día,
en la calle, uno de esos mismos chamos le pone un punzón en la yugular. ¡La legalidad
no paga! Y, si no, que lo digan desde su yacuzzi los corruptos que se han ido de este
país!

Timbre. GIOVANNI va a abrir. VIGIRIMA sale del baño.

VIGIRIMA.- (Saliendo del baño) Venía sudando...

CHEO.- ¡Come bien, loco, come bien!

VIGIRIMA.- Hay cosas en las que tienes razón, pero no en todo. Yo sí creo en la
decencia, en mejorar el entorno de uno. Corruptos hay en todas partes y en todas las
épocas. Allá ellos. Yo sí creo en la conciencia, en lo que no es, pero puede ser.

CHEO.- ¡Ay, Vigirima, ni los malos ni los pendejos van al cielo!

GIOVANNI.- Te buscan, Vigirima.

Turgente y radiante de tanto meter y sacar el vestido dominguero, aparece CELESTE
recién bañada con una arrugada bolsa de plástico entre las manos.

CELESTE.- Hola.

VIGIRIMA.- Hola... ¿Cómo está “Rosa Salvaje”?

CELESTE.- (Riendo) ¡”Florecilla Indomable”! ...bien.
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VIGIRIMA.- ¿Y tu chamo? ¿fino? (Ella asiente)¿Y eso que pasaste por aquí?

CELESTE.- Es que... la señora que cuida a mi chamo vende productos y... y te compré
esto. (Saca un envase plástico) Es para sánguches... como tú comes en el trabajo...

VIGIRIMA.- Este... ¿quieres pasar? yo preparo un café con canela sabroso.

GIOCONDA en el enrole con SERGIO, en su espacio, entre lienzos y cannabis.

SERGIO.- Yo me perdí entre el figurativo y el abstracto, y caí en este nihilismo. Aquí
uno quiere crear en serio y… “¡Ése es un drogadicto, un vago, un flojo!”. Nada
trasciende.

GIOCONDA.- Pero tú puedes ser trascendente para ti. Y si tienes talento...

SERGIO.- Pero si no tienes plata, debes sobrevivir, sacrificar tus mejores horas...

GIOCONDA.- Pero el sacrificio es válido, ¿no?

SERGIO.- ¿Por la nevera, la lavadora, el alquiler? La mayoría de los jóvenes con luz y
garra, una vez que salen en la prensa se agarran de sus recorticos para tener su parcelita
en “La Cultura”. ¿Y la luz? ¡Adiós que te apagaste! A veces me da la tripa de cortarme
las venas en la Plaza de los Museos a ver qué pasa. Pero, ¿para qué? Aquí nunca pasa
nada.

ANA JULIA y HÉCTOR poniendo una mesa exquisita en el espacio de LUINGO.

ANA JULIA.- ¡Todo! ¡Respondió todo! ¡Y yo, emocionada porque ése de la tesis era el
tipo que yo quiero! Hoy lo desperté con una tarjetota: “Invitación: cena íntima para dos”.

HÉCTOR.- Ana Julia, eres más cursi de lo que pareces.

ANA JULIA.- Ay, mijito, una es así, ¡un bolero, un caribe! ¡A una le encanta lo cursi! T,
a ver: ¿cómo le dices a alguien que lo amas sin ponerte cursi? ¡Por más libros que leas!

CELESTE.- (Con un libro, asombrada) ¿Lo escribió el encargado de esta casa? Yo
nunca he conocido a un escritor de libros...

VIGIRIMA.- Escribe para telenovelas también.
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CELESTE.- ¡No te creo! ¿De verdad? (Lee)             “Luis Domingo Bermúdez. Ética
suburbana. Ensayo” ¿Y con qué se come eso?

GIOCONDA.- Con frutas, hortalizas... las sembramos nosotros. ¡Tengo un horno que lo
ves y te desvaneces! A Wolfan, mi ex, le gustaba mucho todo, pero… un día se empató
en una de celibato para llegar a la elevación. Yo, claro, no estaba de acuerdo y...

SERGIO.- ¡Ni yo! ¡Si lo más elevado está en las antípodas del celibato!

GIOCONDA.- El caso es que allá todo es sanísimo, pero de pronto me sentí un tanto flat
¿sabes? Dos días rodando... y ahora en este infierno llamado Caracas, aquí, contigo...

SERGIO.- (Seductor) La energía... no me creerás pero justo ahora la estoy sintiendo...

VIGIRIMA.- ¡Si apenas me acabas de conocer!

CELESTE.- A la gente se le ve cuando es buena persona. A mí me sobra ese cuarto y tú
andas buscando. Además, tú me vas a pagar. Me ayudas y yo te ayudo. Sería mientras
tanto. A lo mejor allá se te arregla el estómago porque lo tuyo es por comer mal.

VIGIRIMA.- No sé...

CELESTE.- Es en un barrio, en Guarenas... y hace calor, eso sí, pero una vecina mía
hace sanes y le puedes pagar un ventilador por cuotas. (Silencio de él) ¿Qué te pasa?

VIGIRIMA.- La verdad es que tú eres bien bonita.

Como un tropel, entran barbas, lentes, bolsos, mochilas, faldas, corbatas y zapatos
deportivos con vasos, hielo, libros y deseos de trasnocho. Continuación de alegría que
encabeza LUINGO, ya ebrio. HÉCTOR y GIOVANNI se unen a la fiesta. ANA JULIA
queda paralizada ante lo inesperado.

LUINGO.- ¡Ya conocen su casa! ¡Hoy aquí no se duerme!

MARIO.- Pensé que habías decorado la casa. No parece que trabajaras en la televisión.

CHILENO.- El billete se lo meten otros, guebón: ¡Este es un asalariao, nomás!
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MECHA.- (Entrando) ¡Llegó la curda y el sabor! ¡Ya me enteré: brillante, para variar!

LUINGO.- ¡Negra! ¡No te esperaba!

MECHA.- ¿Cómo iba a faltar yo a la rumba del hombre que me dejó por una piche
edición popular! ¡Y como ando otra vez soltera…! ¿Cómo estás, mi amor?

LUINGO.- ¡Para ti, cómo tú quieras!

MECHA.- ¡Qué va! Yo con hombre casado no me meto.

Risas. Luingo ve a Ana Julia que sube y va tras ella, mientras…

CHILENO.- ¡No me digai que dejastei al César!

MECHA.- ¡Mucha teoría y poca práctica: y la revolución empieza por casa… y cama!

LUINGO.- No te he leído más en el Suplemento, negra, ¿qué pasó?

MECHA.- ¡Un lío con el jefe de redacción! Y yo seré lo que sea, pero ¡Vendida, jamás!

MARIO.- Por eso yo no me quiero graduar nunca: tener jefe es una aberración.

MECHA.- No, corazón, lo tuyo no es por eso: ¡tú es que tienes complejo de Peter Pan!

Luingo junto a Ana Julia.

LUINGO.- ¿Qué pasó, Ana Julia? Son amigos míos...

ANA JULIA.- ¡Y yo hablo con la pared! ¡Vino, velas y hasta cristalería de mi mamá!

LUINGO.- ¿Qué querías? Me los encontré, se animaron a...

ANA JULIA.- ¡Y no pudiste decirles que tenías un compromiso, la cena conmigo!

LUINGO.- Vamos, bajamos el vino y compartimos con ellos. (Va a besarla y ella
evade)
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ANA JULIA.- Deja, Luingo. Me siento mal... Habíamos quedado en que haríamos una
reunión el otro fin de semana. Hoy era para los dos.

LUINGO.- Hay tiempo...

ANA JULIA.- ¡No, no hay tiempo, para mí nunca hay! Siempre es lo mismo: escucharte,
comprenderte y no decir nada. Porque mis necesidades son mías. No, no me siento mal:
¡Arrechera es lo que tengo! ¡Pendeja con mi… cena íntima para dos!

LUINGO.- La aprovechamos después. Ven. Ellos me vieron, querían agasajarme…

ANA JULIA.- ¡Siempre hay algo o alguien delante de mí!

VOCES.- ¡¡Luingo!! ¿Dónde está Luingo?

LUINGO baja a la fiesta. ANA JULIA descorcha la botella de vino y bebe un trago
largo. Barullo. Aparece ANA JULIA con la botella.

ANA JULIA.- (A voces) ¡Para los que les gusta el vino, aquí hay!

MECHA.- ¿Como que se te arrechó la mujer?

LUINGO.- Si se arrechó, tiene doble trabajo.

MECHA.- ¡Tú no cambias, mijito!

LUINGO.- ¡Esta noche es mía!

MARIO.- Insisto en que deberías redecorar esta casa. Tiene burda de posibilidades.

ANA JULIA.- (Irónica) ¡Sí, estamos pensando empapelar pero no sabemos si hacerlo
con carteles del Che o de Camilo Cienfuegos!

CHILENO.- Yo tengo en casa uno de Allende hecho por los hermanos Mapuches, que…

ANA JULIA.- ¡Ese quedaría buenísimo en la oficina donde escriben la novela!

CHILENO.- ¿Te imaginai la cara de los ejecutivos del canal, güeón?
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MECHA.- ¡Mi amor, desde que las colas para visitar la tumba de Lenin pasaron a las de
Mac Donald, nada sorprende a nadie! ¿Y nadie tiene cigarrillos en esta casa?

ANA JULIA.- (En su ironía) ¡Lástima que se nos acabaran los Populares cubanos,!
¿verdad Luingo? Pero... ¡Alonso! ¡Alonso, vamos a comprar cigarrillos!

Sale ANA JULIA, llevando del brazo a ALONSO. LUINGO va a ir tras ella pero el
tumulto lo entretiene. La fiesta decae. Sombras de un apelmazado grupo. MECHA, muy
ebria, sube a alguna silla o mesa, con la botella.

MECHA.- ¡Brindemos! ¡Brindemos por lo que no pasa! ¡Por las utopías perdidas, por la
universidad, por el país, por la coronación de un presidente… y la nada que pasa! ¡Por
las medidas del FMI…y el agua de perrarina que alimenta a muchos de nuestros
chamos… ¡Por la boda de una niña de la jet set y su decoración versallesca y
dolarizada… y nada pasa! ¡Brindemos, compañeros, porque todo está chéverísimo, ¡Y
no pasa NADA!

El grupo se hace sombra. lamparas iluminan intimidades: CELESTE y VIGIRIMA;
GIOCONDA y SERGIO en preambulo sexual; una cena servida y ya fría y solitaria,
iluminada por las velas. Dos amigos, GIOVANNI y HÉCTOR, en su borrachera.

GIOCONDA.- ¡TODO! ¡Tu energía, la mía, la de esta casa de mi infancia! ¡Chagall,
Dalí, Miró., el Bosco, la Sixtina! ¡Aquí, contigo, soy todas las Señoritas de Avignon!

GIOVANNI.- (Ebrio, triste) ¿Te acuerdas, Héctor, cuando nos conocimos allá en el
hospital donde mi mamá y tu mamá trabajaban... nos caímos mal. Pero, un día
comenzamos a olernos, tocarnos, en aquel campamento vacacional. Nos hicimos amigos,
¡amigos! y después nos sorprendimos porque había muchos que sentían como nosotros...

HÉCTOR.- Los tragos te ponen sentimental, Giovanni.

GIOVANNI.- ¡Tú y Luingo son los únicos que saben que yo no me llamo Giovanni… y
que mi papá sí era italiano pero que soy un polvazo con la negrita, que me llamo
Gregorio y me da pena; que mis hermanos son de otros tipos y todos malandros... que
soy... ¡”lo mejor de mi casa”! Qué esperanza…

HÉCTOR.- Ya, papá, tranquilo...
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GIOVANNI.- ¡Quiero decirlo! Yo le echo bolas pero... como en el colegio: estudiaba de
noche, de madrugada, ¡y sacaba once! Once… Yo te admiro, sí...

HÉCTOR.- Duérmete. No te hagas daño.

GIOVANNI.- ¡Te admiro y te quiero mucho! ¡Eres mi hermano!

HÉCTOR. Yo también te quiero mucho...

GIOVANNI.- ¡No! ¡No me quieres, Héctor! Me tienes... lástima... ¡Y ni siquiera por eso
quieres brindarme tu casa ahora que tengo que salir de aquí y no quiero volver al barrio!

HÉCTOR.- Giovanni, no digas eso...

GIOVANNI.- ¡Es que tengo que aprovechar los palos para decírtelo! Yo sólo te pedí un
favor. Sabes que yo te haría todo, te cocino, te lavo, te plancho…limpio, a mí me gusta
eso… ¡Me duele que me hayas negado tu casa! ¡Mucho, no joda!

HÉCTOR.- Giovanni… Si te he causado un dolor, perdóname... fue por... ¿me prometes
que no te vas a poner paranóico? Yo... ¡Yo te quiero mucho, Giovanni! Como eres... con
tus espaguettis, tu corbatica y tu ronda de bares los viernes... con tus once puntos. ¡Eres
mi hermano, claro que podría vivir contigo! Es más, me gustaría pero… Llevo un año
siendo un... HIV positivo, ¿sabes lo que es ser un HIV positivo, Giovanni?

GIOVANNI.- (Sorprendido, en un hilo, con dolor) Héctor...

HÉCTOR.- Trauma, al principio, inmensos deseos de vivir, después. Abismo… e
intensidad en lo sencillo. Ganas de amor... En lo cotidiano, fibra, nada de azúcar blanca,
sal desyodificada, mucho cuidado con las afeitadoras y, tal vez, “un poquito más”.

VIGIRIMA.- ¿Qué pasó, mi amor? ¿Hice algo malo? ¿Por qué lloras?

CELESTE.- Nada... es que nunca... nunca, me habían tratado así, con ternura... nunca.

XIII.- Amanecer. ALONSO se arregla y sale. LUINGO yace semidesnudo durmiendo su
borrachera. Cajas de mudanza por los espacios. Al margen, en teléfonos públicos:

VIGIRIMA.- .Ya avisé en el albergue... Llevo todo… Sí, yo sé cómo llegar a Guarenas.
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GIOVANNI.- Sí, Héctor, voy mudando todo a tu casa durante la semana...

CHEO.- ¡Listo: el depósito y me da las llaves! ¡Claro, a mi me gusta todo legal!

ALONSO.- El único del que no se sabe nada es de Sergio que desapareció hace días...

GIOCONDA.- (Junto a SERGIO) El pintor, mami, es una nota ¡estábamos en el Ávila!

ALONSO.- Baja la guardia y regresa, Ana Julia: en una semana todos estarán mudados.

CHEO.- La jeva me pagó la computadora, Gato, pero… ¡¿Qué vas a hacer, Gato?!

GIOCONDA.- Sí, mami, que tú le habías pedido la casa. Luingo les dijo eso a todos.

En la casa, LUINGO se despereza junto a VIGIRIMA.

VIGIRIMA.- Entonces, te vas a Guarenas, con…

VIGIRIMA.- Celeste, sí… mientras tanto. Luingo, no quería irme sin agradecerte. Hay
que ser agradecido y más contigo que eres parte del país decente en el que yo creo, el de
mis viejos, el de la gente hace, que es gente... Gracias.

Se oye una corneta. Sale con sus bolsos y se cruza con Ana Julia que llega.

VIGIRIMA.- ¡Ahí está el libre que llamé! (A ANA JULIA) Hola, Ana Julia.

Ana Julia va a la habitación a hacer la maleta.

GIOVANNI.- Tómate este café, Luingo. Estás más pálido.

LUINGO.- Entonces, ¿te vas con Héctor?

GIOVANNI.- (Asiente triste) Qué lástima esto de la casa, ¿verdad?

LUINGO sonríe triste y va hacia ANA JULIA. Silencio.

LUINGO.- ¿Tanto te ofendí? (Silencio) ¿Tengo que pedirte perdón? Yo lo hago.
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ANA JULIA.- Ese es el problema... que vives pidiendo perdón y no cambia nada.
Entonces, ¿de qué sirve? Sientes culpa por todo: por escribir, por no escribir, por comer
mal, por comer bien, por hacer el amor y por no... pero no cambia nada.

LUINGO.- Sé que fui torpe pero... he estado muy mal... te he llamado... He estado
pensando mucho y… quiero cambiar… contar contigo para…

ANA JULIA.- ¿Te das cuenta? Siempre el eje eres tú. Si te pusieran a elegir entre esa
computadora y yo, mi ego quedaría lesionado para el resto de mi vida...

LUINGO.- Ana Julia...

ANA JULIA.- Te quiero, pero no. Yo necesito cosas que para ti son secundarias.
¿Cuánto hace que no me preguntas por mi trabajo, por cosas simples pero importantes
para mí?

LUINGO.- Uno puede rectificar...

ANA JULIA.- Me suena a disco rayado. Luingo, tú quieres pasar a la historia. Yo no,
pero tampoco me hace gracia el anonimato total. Eres un tipo formidable, pero no.

LUINGO.- Formidable, pero no... (La besa) Ana Julia, yo sé que tú me quieres.

ANA JULIA.- (Se aparta y lo mira) Me alegra que lo sepas.

ANA JULIA baja con la maleta. LUINGO intenta vestirse con urgencia para seguirla y
convencerla.

ALONSO.- (Al ver a ANA JULIA) Ana Julia, ¿Te vas a ir por una peleíta pendeja?
¿Ahora que esta gente ya se está yendo y las cosas pueden ser diferentes?

SERGIO, lleno de rabia, entra con GIOCONDA. Se cruzan con ANA JULIA y ALONSO.

SERGIO.- (Mordaz) ¿Y eso? ¿Ya encontraron Luingo y tú a dónde irse?

ANA JULIA sale sin responder. ALONSO, tras ella.

SERGIO.- (A GIOVANNI) ¿Y Luingo?
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