LAS OMISIONES URSINAS DEL ZOÓLOGO CABRERA EN EL NOROESTE PENINSULAR Y EL MAGREB
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LAS OMISIONES URSINAS DEL ZOÓLOGO CABRERA EN EL NOROESTE PENINSULAR Y EL MAGREB José Piñeiro Maceiras Ángel Cabrera Latorre (1879-1960) ha sido uno motivo, cuando sus habitantes eran levantiscos y des- de nuestros naturalistas más célebres. Nacido en confiados como ocurría en la zona del antiguo Protec- Madrid pronto se decantó por el estudio de la fauna, torado de Marruecos. pese a los deseos de su familia de convertirlo en pas- La obra de Cabrera no iba a constituir una ex- tor protestante. Con diecisiete años ya era socio de la cepción en tal aspecto, no pudiendo zafarse de tales Sociedad Española de Historia Natural, comenzan- inconvenientes circunstanciales. De hecho, con re- do una carrera brillantísima en lo que respecta a la lación al noroeste peninsular, hemos observado dos descripción y clasificación de los animales silvestres, omisiones zoo-geográficas que pueden advertirse habiendo descrito y descubierto varios mamíferos sin dificultad en su monografía sobre los mamíferos hasta entonces inadvertidos. Estaba en posesión de ibéricos editada en 1914. Ni siquiera sería necesario varios reconocimientos oficiales, siendo miembro de mostrar las pruebas testimoniales que hemos conoci- la sección de Osteozoología del Museo de Ciencias do para demostrar tal aserto1, pues basta para cons- Naturales, lo que no fue óbice para abandonar el tatar tales errores con repasar algunas noticias que país en 1925, tras recibir una proposición del Museo por aquella época publicaban la literatura y la prensa de La Plata, adquiriendo con el tiempo la naciona- escrita. lidad argentina y continuando allí con sus estudios Pues bien, las omisiones de Cabrera, en lo tocante faunísticos. a la fauna silvestre de las Montañas Galaico-Leone- sas, han consistido principalmente en considerar ex- Las mayores dificultades que se encontraban los tintas dos especies representativas de este sector, al naturalistas del 1900 para poder desarrollar sus in- menos, hasta la segunda mitad del siglo pasado: me vestigaciones con éxito procedían de la escasez de estoy refiriendo al rebeco (Rupicapra rupicapra) y al medios técnicos, los cuales resultan imprescindibles oso pardo (Ursus arctos). para conocer en profundidad la distribución de las En relación con el primer animal, el zamorano Is- distintas especies salvajes en un concreto territorio. mael Calvo Madroño, catedrático, senador, magistra- Por aquel entonces, los útiles más comunes del zoó- do y académico, desvelaba en 1914, en lo que respec- logo eran un cuaderno, un lápiz y unos binoculares, ta a la fauna cinegética de la provincia de Zamora, la aparte del análisis pormenorizado de pieles, cráneos supervivencia del referido rumiante, al mismo tiempo y animales disecados. Bien es cierto que los informa- que Cabrera lo consideraba apresuradamente extin- dores locales suponían una fuente complementaria, guido: «Mencionaremos asimismo la gamuza, lla- salvo que se tratase de personas poco instruidas. Des- mada en España “rebezo”, “rebeco” o “sarrio”, cuya afortunadamente, las imprecisiones y omisiones en carne es comestible y su piel muy estimada»2. los estudios naturalísticos no resultaban infrecuentes, No existía equivocación alguna, pues años más por lo que a la distribución geográfica de las especies tarde, bajo el Directorio de Primo de Rivera, el ins- respecta; sobre todo los análisis en aquellas comarcas pector del partido de Ponferrada, Modesto Medina aisladas, que carecían de comunicaciones modernas Bravo, precisaba lo siguiente en lo concierne al oso y y de un óptimo grado de alfabetización: con mayor al rebeco de los Montes Aquilianos: 94 - Argutorio 46 - II semestre 2021
En otro tiempo, lo mismo en toda la cadena Montes Aquilianos: el valle del Silencio9, corroboran- cantábrica, fue frecuente el oso, pero hoy se ve rara do lo que el novelista Gil y Carrasco había insinuado vez. No así los rebecos que todavía pululan a pesar en El Señor de Bembibre, allá por 1844. Con todo, de las cazatas en los Aquilianos, particularmente en la noticia de existencia de osos pardos en las proxi- el Morredero y en el Catoute3. midades de Ponferrada había llegado hasta el Reino Unido, publicándose tres libros entre 1897 y 1906, Poco después, en plena II República, la prensa ma- en los que se detallaba el paso del plantígrado por drileña mencionaba también la existencia de rebecos la zona. Primeramente, sería el zoólogo Hans F. Ga- en la Cabrera leonesa, al pie de Peña Trevinca: «Los dow, y después los escritores Walter M. Gallichan y lobos (…) se comen el ganado, los rebecos, los pe- Edgar Wigram10. Por ende, resulta extraño que Ángel rros y hasta las personas…»4. Y, terminada la Guerra Cabrera no hubiera consultado dichas obras, habida Civil, sería el célebre cazador Conde de Yebes quien cuenta que desde joven pertenecía a las sociedades corroboraba las informaciones anteriores: naturalistas más importantes de Inglaterra y domina- ba bien la lengua inglesa; particularmente, la descrip- El lobo, corzo y rebeco en las sierras altas co- ción de Gadow que, por aquel entonces, era profesor lindantes con Asturias, León y Zamora. Rara vez el oso (…). La zona más querenciosa para el rebeco es de morfología de vertebrados en la Universidad de Peña Trevinca y Pico Picón, en el límite de Orense, Cambridge. Y es que este naturalista daba fe de la Zamora y León5. exposición de un oso naturalizado en el gabinete de Historia Natural del instituto ponferradino: un sober- A mayor abundamiento, a principios de los años bio ejemplar, abatido veinte años antes por Paciano sesenta, el Diccionario Geográfico anotaba la gamuza Ucieda en el mismo término municipal11. Incluso, en el municipio lucense de Quiroga6, cuyos montes el silencio de Cabrera parece más incongruente a la limitan con las montañas de Valdeorras y la Cabrera; luz del posterior estudio de Laredo Blanco sobre la y el directivo de la Federación de Caza, el poeta Celso geografía médica del municipio12, pues dicho autor Emilio Ferreiro, en los altos de la provincia de Oren- seguía incluyendo la especie Ursus en el listado de la se7. De hecho, la especie sobreviviría en los riscos de fauna municipal13. Trevinca hasta aproximadamente 19708. Por lo demás, la comarca de la Cabrera también resultaba excluida como hábitat del oso por el natu- ralista madrileño, lo que resulta igualmente sorpren- dente si tenemos en cuenta algunas referencias de la época, como los comentarios difundidos en la prensa provincial, precisamente en la primavera de 191314. De hecho, pocos años antes, un periódico levantino había publicado un artículo cuyo título no ofrecía dudas: La caza del oso en la Sierra de la Cabrera15. Tampoco el zoólogo madrileño mencionaba al plan- tígrado en las zonas limítrofes de esa comarca leo- nesa: bien fuera en la zona septentrional de la pro- vincia de Zamora, donde la mismísima Enciclopedia Espasa citaba la especie dos años más tarde16, bien en el macizo de Trevinca, en cuyos valles la Ilustración Venatoria hacía lo propio en 188117. Ni siquiera el na- turalista susodicho hacía referencia alguna a la parte oriental de la sierra del Teleno, donde el cronista local Fernández reflejaba la pervivencia del úrsido varios años después18; ni tampoco aludía al área de Manza- nal y Foncebadón, cuando el Diccionario geográfico de Riera refería la presencia de algunos osos en las Rebeco. Dibujo de Pablo Pérez García. masas boscosas de El Acebo19. Igualmente, Cabrera consideraba extinguido el animal en los montes oren- Con todo, más extrañas nos parecen las omisiones sanos, pese a que el letrado Vicente Risco constataría de Cabrera en lo relativo al oso del sector galaico- aún su existencia a comienzos de los años treinta20. leonés. Así, la prensa nacional recogía en 1905 la En definitiva, el mastozoólogo madrileño prescin- presencia del oso en el lugar más carismático de los día en 1914 de un sector de miles de kilómetros cua- Argutorio 46 - II semestre 2021 - 95
drados en el que aún existían osos pardos, constitu- Marruecos. La elaboración de la misma le iba a pro- yendo su apreciación un yerro ostensible –por lo que porcionar a su autor la obtención de la Medalla del a la distribución de la fauna silvestre respecta–, pues Mérito Militar, no en vano estaba en posesión de la no debiera olvidarse que cierta bibliografía científica medalla de Alfonso XIII y había sido el número uno de la época aún refería la captura regular del animal de su promoción en la Academia de Infantería. El li- en tales hábitats: bro fue conceptuado por el Estado Mayor como «muy recomendable», tanto para el país como para el Ejér- (…) y aún, de cuando en cuando, se cazan aque- cito25. Y lo mismo haría en diciembre de 1910 la Real llas fieras en el territorio leonés en los montes de Academia de la Historia, en conformidad con el orde- la Cabrera y en los de Bembibre, de donde suce- namiento vigente, habida cuenta su utilidad pública26. sivamente han sido traídos cuatro al disecador del Las razones esgrimidas por Cabrera para sostener Museo de Historia Natural D. Manuel Sánchez21. la no existencia del úrsido en Marruecos eran elemen- Con todo, las consecuencias de estas omisiones tales e incompletas: no había hallado persona en la se han prolongado excesivamente en el tiempo, pues zona del Tetuán que le hablase de la especie; las in- debió esperarse hasta el filo del siglo XXI para que dicaciones de Crowther en 1841 sobre un ejemplar las autoridades tuvieran constancia de que en el sec- capturado le parecían insuficientes; y las referencias tor aún subsistía la especie, ya que Ángel Cabrera la antiguas no estaban bien precisadas. En realidad, había considerado extinta apresuradamente. Y es que lo que el naturalista británico Edward Blyth (1810- el prestigio que ha poseído este naturalista ha propi- 1873) había revelado a la sociedad zoológica de Lon- ciado que no pocos biólogos, ingenieros y naturalistas dres no era más que la descripción facilitada por un hayan creído a pies juntillas la inexactitud de tales in- compañero de viaje, militar de profesión: dicaciones zoogeográficas, no prestando por ello su- Al preguntarle sobre el oso de la cordillera del ficiente interés al patrimonio natural de las montañas Atlas, del que se sospecha pueda ser el Syriacus, Galaico-Leonesas. Con mayor motivo en los tiempos el Sr. Crowther dijo que lo conocía bien y que se que corren, teniendo en cuenta las prospecciones ofi- trataba de un animal bastante diferente. Una hem- ciales que certifican –incluso genéticamente– la mo- bra adulta era más pequeña que la de un oso negro vilidad ursina por el sector galaico-leonés22. americano, pero resultaba más robusta; la cara era Pues bien, un año antes de ver publicada su mo- mucho más corta y ancha aunque tenía el hocico nografía sobre los mamíferos de la Península nues- puntiagudo, y tanto los dedos de los pies como las tro protagonista efectúa un viaje de tres meses por la garras eran notablemente cortos (para un oso), sien- parte septentrional del Protectorado de Marruecos, do esto último particularmente robusto. Pelaje ne- acompañado de otros científicos. Así, en la primavera gro, o más bien marrón oscuro, y peludo, de aproxi- de 1913, Cabrera se interna en la región de Yebala madamente cuatro o cinco pulgadas de largo; pero, hasta el medio Atlas, escribiendo meses más tarde un en las partes inferiores, de color rojo anaranjado. El hocico negro. Este individuo fue muerto al pie de relato sobre su peculiar viaje. Refiere detalladamente las montañas de Tetuán, a unas veinticinco millas de el zoólogo las especies faunísticas que encuentra a su las del Atlas. Se considera una especie rara en esta paso y de las que tiene noticia por referencias fidedig- región, y se alimenta de raíces, bellotas y frutas. No nas, pero disiente de la posibilidad de que existiera sube fácilmente y se dice que es muy diferente en algún oso en Marruecos23, bien entendido que algunas apariencia a todos los otros osos. fuentes modernas sostenían lo contrario, mencionan- do precisamente el estudio geográfico del capitán de Así las cosas, el naturalista madrileño realizaría infantería don Jerónimo Campo Angulo, quién había tres expediciones más por Marruecos hasta 1923, señalado lo siguiente: mudándose a la Argentina poco después. En 1932, publica su célebre monografía sobre los mamíferos La fauna se ha transformado indudablemente a de Marruecos, reiterando de nuevo la falsedad de que través del tiempo, pues de la gran cantidad de leo- hubiera habido alguna vez osos en el norte de África, nes y panteras que en otra época debió haber, según testimonio de antiguos escritores, quedan hoy tan al menos por lo que a los tiempos modernos respecta; sólo escasos representantes en las proximidades de impugnando por tanto lo asegurado por Deyrolle años Argelia. El oso, aunque raro, vive todavía en esta atrás en una famosa publicación naturalista: «(...) el comarca24. oso todavía existe en Marruecos, en Argelia no sola- mente existió en época romana sino que vivió hasta La obra de Campo Angulo había sido prologada el siglo XIX»27. Cabrera contradice tal afirmación a por el diputado Gabriel Maura, quien en 1905 pro- radice, olvidando que el publicista galo hablaba en nunciara en las Cortes su famoso discurso sobre términos teóricos, pues deseaba que la fauna de Ma- 96 - Argutorio 46 - II semestre 2021
rruecos fuese estudiada definitivamente por los sol- mayor prestigio y mejores conocimientos de campo. dados y exploradores que penetrarían en su territorio En concreto, me estoy refiriendo a un comandante tras el control administrativo de parte del país por el francés, el naturalista Victor Jean-François Loche, y Gobierno francés una vez ratificada el Acta de Alge- a los coroneles españoles de Estado Mayor Francisco ciras de 1906; siendo, por regla general sus indicacio- Coello y José Gómez de Arteche; así como al briga- nes zoológicas una mera digresión ensayística, sobre dier de la Guardia Civil Salvador Valdés33. la base de la fauna española y argelina ya conocidas28. No en vano, el primero de ellos había participado Con todo, la consideración de que la especie Ursus no en varias exploraciones científicas promovidas por el hubiera existido en territorio magrebí29 ha de concep- Estado francés en territorio argelino por la década de tuarse como discutible a la luz de la documentación 1840, convirtiéndose en miembro correspondiente del existente, así como por la limitación de medios téc- Museo de Historia Natural de París y Conservador de nicos con que podían contarse entonces para conocer la Exposición Permanente de Productos de Argelia. la distribución geográfica de las especies escasas o en Pues bien, en 1858, el mencionado Loche escribía lo trance de extinción. siguiente, en relación con la fauna argelina: «La exis- No contento con ello, meses después30 Cabrera la tencia en Marruecos, en las montañas del Atlas, del emprende desde Buenos Aires contra el facilitador oso pardo, explica el paso accidental por Argelia de de la información del naturalista Blyth en 1841, el algunos individuos de esta especie, de quienes se dice militar británico del 63 Regimiento de la Reina, su- han sido vistos allí»34. poniendo que era un mero farsante, llegando incluso Loche moriría en 1863 en la ciudad argelina de a considerar que podría haberle afectado el calor ma- Bone, lo que no le impediría completar póstumamen- rroquí, si acaso hubiera estado alguna vez en Tetuán te lo antes expuesto con el siguiente añadido: «El por aquel entonces. Creemos que, en esta ocasión, el emperador de Marruecos ha enviado últimamente al zoólogo Cabrera se excede en sus afirmaciones. Jardín Zoológico de Marsella un magnífico oso vivo, En realidad, el desconocido naturalista citado procedente de sus estados…»35. Como quiera que di- por Edward Blyth era William George Langrish cho zoológico fue abierto al público en 1855, cabe Crowther. Efectivamente, pertenecía al Ejército bri- fácilmente inferir cuándo pudo arribar ese misterio- tánico y al 63 Regimiento de Infantería de su Majes- so úrsido a la ciudad portuaria francesa procedente tad, habiendo sido destinado al departamento indio de África, no siendo el único oso del Magreb que se de Madras en 1841, procediendo del depósito militar alojaría en dicho recinto zoológico durante la segun- inglés de la localidad de Catham, donde se hallaba da mitad del siglo XIX, a juzgar por investigaciones acuartelado en espera de destino. De hecho, en 1840, recientes36. poseía el grado de alférez, habiendo alcanzado en Por su parte, los coroneles españoles citados iban 1842 el de teniente31. En consecuencia, si había re- a revelar en un estudio topográfico de Marruecos una cibido varias pieles del cónsul danés en la ciudad de enumeración faunística del ignoto imperio marroquí, Tánger, el famoso botánico Peder Schousboe, cabe en vísperas de la guerra contra dicho país en 1859: deducir que tal donativo tuvo que haberse producido, «Hay en las selvas leones, panteras, osos, hienas, como muy tarde, en 1832, año del fallecimiento del chacales y raposos…»37. En este caso, no se trataba mencionado diplomático en la aludida ciudad marro- de anónimos personajes, ni siquiera de novatos en la quí; pudiendo presumirse, igualmente, que, por aquel materia, sino de excelentes geógrafos que conocían el entonces, formaría ya parte de las fuerzas armadas norte de África: Coello había sido destinado en 1840 británicas, sirviendo quizás en la embajada del Reino en la embajada de Francia en Argel como agregado Unido en Tánger: el centro urbano donde residían de militar y Gómez de Arteche había participado en el aquélla las principales legaciones extranjeras en sue- servicio de Información en la embajada española de lo marroquí. la ciudad de Tánger, cuando era capitán de Estado Con todo, acierta nuestro Cabrera al pensar que Mayor. De hecho, como poseían fama digna de crédi- mister Crowther no era un informador fiable, pues to, su estudio geográfico trascendió a la opinión pú- el susodicho oficial fue sometido a varios tribunales blica, acogiendo la prensa nacional sus precisiones en castrenses por indisciplina militar, siendo arrestado cuanto a la existencia de osos en territorio marroquí38. en alguna ocasión, como ocurrió en marzo de 1845, Y en lo que respecta al mariscal laureado, Salvador tras ser condenado por la corte marcial pertinente32. Valdés, ha de recordarse que viajó por la zona costera Por ende, hizo bien el zoólogo madrileño en no darle de la Berbería39. inicialmente credibilidad a las informaciones facilita- Sorprende que dicha bibliografía no haya sido das por el oficial Crowther; pero, en cambio, no debió consultada por Cabrera, pues cuando el madrileño de omitir otras referencias facilitadas por militares de inicia sus estudios faunísticos estos tres militares Argutorio 46 - II semestre 2021 - 97
todavía gozaban de mucho prestigio en España: ciente de la especie en la provincia, así como algunos Valdés había sido funcionario del Ministerio de la datos folclóricos de interés que acreditan el paso his- Guerra, diputado por Oviedo en varias legislaturas tórico del animal por el norte de África. y secretario de la Dirección General de Guardia Podría entenderse, quizás, el mentís de Cabrera en Civil; Coello, director del Instituto Estadístico; y relación con el pretendido oso argelino, por asumir Arteche, diputado nacional, miembro de la Real las ligerezas del naturalista Fernand Lataste, muy crí- Academia de Historia, ostentando además el grado tico en 1885 con quienes sostenían el paso del úrsido de mariscal. por la Berbería; pero en absoluto, en lo concerniente Pensemos, pues, que Cabrera únicamente consul- a las montañas de Marruecos, habida cuenta que uno tó obras de factura exclusivamente faunística por jac- de los maestros de Ángel Cabrera, el zoólogo Jimé- tancia profesional, pero en tal caso tampoco resulta nez de la Espada, editaba en 1874 las memorias del comprensible que ni siquiera aludiera a los trabajos español Pedro Tafur por el norte de África durante del francés Bourguignat, anteriores incluso a su na- el siglo XV, quien señalaba la existencia de osos en cimiento40. Precisamente, este paleontólogo descubre las proximidades de Ceuta, el puerto comercial de la en una caverna de la provincia argelina de Constan- zona montañosa de Tetuán. tina, hacia 1860, los restos óseos de un singular úr- Por lo que a España respecta, recién estrenado el sido, de corpulencia similar al oso malayo, robusto, nuevo siglo, sería otro jefe de Estado Mayor del Ejér- con curiosa dentición y de corta estatura que, curio- cito quien redactaría un nuevo prontuario sobre el rei- samente, parecía coincidir en algunos rasgos con la no marroquí. Se trataba del teniente-coronel Joaquín descripción facilitada de memoria por Crowther vein- Cos-Gayón y Señán, hijo de un renombrado ministro te años antes. En consecuencia, Cabrera, que era un de la Restauración. Pues bien, el referido militar, con magnífico paleontólogo, tendría que haber observado destino en 1899 en el Depósito de la Guerra, ilustraba tal característica. Necesariamente. el conocimiento del país magrebí con unos apuntes Con todo, la curiosidad de Bourguignat le acom- listos para la imprenta. En relación con la fauna de pañaría para descubrir otros vestigios del enigmáti- Marruecos, dejaba escrita la siguiente descripción: co oso del Magreb. Sin solución de continuidad, el «Por las más sombrías selvas, y en particular por las naturalista francés interroga a monsieur Letourneux, del Mediodía del Atlas y las montañas del Rif, pu- quien en 1851 fuera procurador imperial en Bone41, lulan los leones, panteras, chacales, osos, jabalíes y sobre la hipotética presencia del oso en dicho territo- lobos (...)»43. rio. Letourneux, buen conocedor de la lengua nativa e Este militar había realizado varios trabajos topo- investigador, le informaría al respecto: el oso era aún gráficos para el Ejército desde la década de 1880, mu- frecuente a principios de siglo, quedando aún cons- riendo en marzo de 1902, cuando ostentaba la jefatura tancia de sus capturas; se trataba de un animal al que del Estado Mayor de la octava división acuartelada le gustaban la miel, los frutos y los viñedos; y que, en Gerona. En cualquier caso, no se trataba de una según los árabes, era fornido pero pequeño, de pelaje información excepcional sobre el Marruecos de 1900, marrón, con una mancha blanquecina en la garganta, pues de aquélla se publicaron en la Península varios y que se ponía de pie para combatir. Mismamente, artículos y monografías describiendo el país marro- el grupo de Bourguignat, descendiendo una solitaria quí, donde se señalaba alguna vez que otra la presen- gruta de Thaya, se topó con unas huellas frescas sobre cia de osos en sus bosques impenetrables44. Así, en el barro de un plantígrado que los árabes de la ex- 1909, el escritor, jurista y directivo de la Real Socie- pedición identificaron como las de un oso. Y aunque dad Geográfica, Jerónimo Bécker, buen conocedor de el estudio de Bourguignat presentaba alguna ligere- la región del Rif y de la actuación de España en el za, como pudiera ser la de considerar al oso argelino exterior, redactaría un estudio periodístico sobre di- como una especie diferente de plantígrados, tales im- cha región magrebí, indicando la existencia de osos y perfecciones no empañaban el contenido de un estu- hienas aún en sus montañas: dio tan meritorio. No sólo serían los elementos probatorios recolec- Los montes rifeños nos ofrecen espléndidos tados por el susodicho Bourguignat la única prueba robles, corpulentas encinas, abundantes alcorno- ques, el cedro, el nogal, el abeto, el almendro, el consistente sobre la existencia del animal en la zona naranjo, el limonero y hasta hermosas viñas, muy argelina, sino incluso lo aportado por el arqueólogo tempranas, cuyos frutos explotan principalmente Reboud una década después42. De hecho, este inves- los hebreos. La caza es abundante y variada, pues tigador de Constantina referiría las informaciones re- hay perdices, conejos, jabalíes, venados, osos, cogidas por el capitán Sergent, con ascendencia sobre panteras, hienas, chacales, avestruces, gacelas, las tropas indígenas, en lo tocante a la presencia re- etcétera45. 98 - Argutorio 46 - II semestre 2021
El informe de Bécker tuvo amplio eco en los me- «Tampoco el oso, ni el búfalo, habitan ya nuestra dios de comunicación46 y fue finalmente editado en zona»48; si bien, existía la hipótesis de que un grupo formato de folleto por las imprentas del Ejército. No relicto sobreviviera en las soledades de la gran cordi- en vano, el citado no era cualquier advenedizo en llera del Atlas, como prudentemente se había indica- materia geográfica ni diplomática, pues, incluso, en do en el siglo anterior49. 1913, sería nombrado miembro de la Real Academia En fin, incorporado en 1956 parte del Magreb a la de la Historia y directivo de la Liga Africanista Es- corona de Marruecos, todavía persistiría alguna infor- pañola. Como corroboración de lo anterior, hemos mación proporcionada por cazadores marroquíes so- de aludir a la conferencia impartida en Vitoria por el bre la presencia del animal en las escabrosidades de capitán César Serrano, tras regresar de la guerra de la zona de Tetuán; incluso, se conocen algunas refe- Melilla, afirmando aún en la primavera de 1910 la rencias faunísticas similares, procedentes de otras zo- presencia del oso en la región del Rif47. nas de la Berbería, cuyas resonancias pueden situarse Adviértase, con el fin de clarificar esta revisión bi- hacia la misma época50. En cualquier caso, cuando bliográfica, que las relaciones expuestas fueron facili- el naturalista José Antonio Valverde logra visitar las tadas por militares, naturalistas y profesionales, todos antiguas posesiones africanas, el úrsido podía consi- ellos con suficiente cultura e información en relación derarse definitivamente extinto, lo mismo que el león con el Magreb; por lo que su contenido no debiera de del Atlas51. ser minusvalorado por meros celos intelectuales. Sea como fuere, la especie no pudo pasar desaper- En definitiva, resultan demasiados testimonios cibida en determinadas zonas montuosas del antiguo y referencias que indican el paso fugaz del oso por imperio de Marruecos hasta aproximadamente las la Berbería en las postrimerías del siglo XIX o, in- postrimerías del siglo XVII, pues de ello dan buena cluso, durante los primeros años del XX, como para cuenta los úrsidos estabulados en el zoológico parti- pensar que todo sea fruto de la fantasía o de la con- cular del sultán Mulay Ismail (1645-1727)52, las ca- fabulación. De hecho, a partir de 1915, se efectúan cerías permitidas por entonces contra el plantígrado en las proximidades de Fez varias prospecciones ar- en tierras de Tánger53 y hasta las referencias recogi- queológicas en la antigua ciudad romana de Volubilis, das por León el Africano años antes54; sin desdeñar, por último, la lengua marroquí o, mismamente, cierta descubriéndose en la denominada casa de Orfeo un interpretación etimológica relacionada con la antigua mosaico faunístico donde vienen representadas varias ciudad hispano-marroquí de Arcila55. especies africanas: el elefante, el ciervo… pero tam- bién un curioso oso, cuya fisonomía coincide con las descripciones de Crowther y Bourguignat: animal ro- In memoriam de los soldados españoles que hace busto, cabeza amplia, patas cortas, hocico puntiagu- cien años regaron con su sangre el Magreb en pro de do… mostrando diferencias notables con el modelo la civilización. clásico de oso pardo que exhibe el panel del Oso y los Pájaros en la romana Astorga, verbigracia. Mosaico de la ciudad romana de Volubilis. 1 Consúltense: Ramón Grande del Brío et alii, El Oso Pardo en el No- Con todo, la especie ursus debía de ser rarísima en roeste Peninsular, Salamanca, Amarú Ediciones, 2002; VV. AA., Informe sobre el Oso Pardo y las Montañas Galaico-Leonesas, Astorga, Editor nuestro Protectorado, en caso de que aún subsistiera, José Piñeiro, 2009. pues en 1935 el Estado Mayor del Ejército ya la esti- 2 Descripción Geográfica, Histórica y Estadística de la Provincia de Za- maba como ausente del territorio hispano-marroquí: mora, Madrid, librería General de Victoriano Suárez, p. 65. Argutorio 46 - II semestre 2021 - 99
3 32 Tierra Leonesa: ensayo geográfico sobre la provincia de León, León, Allen’s Indian Mail, 36, London, Tuesday, September, 2, 1845, pp. 511 Imprenta y Librería de Jesús López, p. 104. y 512. 4 33 L. G. de Linares, “¡Tierra de Lobos!”, Estampa, 242 (27.08.1932), Ma- “Hay osos”, cf. Salvador Valdés, Apuntes sobre el Imperio de Marrue- drid, p. 5. cos, Madrid, Imprenta de C. González, 1859, p. 9. 5 34 Conde deYebes, Veinte Años de Caza Mayor, Madrid, Plus Ultra, 1943, Catalogue des Mammifères et des Oiseaux Observés en Algérie par le p. 514. Capitaine Loche (du 45 de Ligne), París, Librairie D’Arthus Bertrand, 6 VV. AA., Diccionario Geográfico de España, tomo XIV, Madrid, Edi- p. 30. ciones del Movimiento, 1956-1961, voz “Quiroga”. 35 Histoire Naturelle des Mammifères de l’Algérie: exploration scientifi- 7 “D. Celso Emilio Ferreiro, Presidente de la Federación de Caza”, La que de l’Algérie pendant les années 1840, 1841, 1842, París, A. Bertrand, Noche, (11.11.1964), Santiago de Compostela, p. 8. 1867, p. 52. 36 8 Gabriel Pallarés, Guía de la Naturaleza Española, Madrid, El País Se- Fuente: Borrely, C. Le Jardin Zoologique de Marseille 1854-1987, manal, S. A., cuaderno “Galicia”, 1990, pp. 6 y 16; José Piñeiro Maceiras, memoria moderna del actual miembro del Museo de Historia Natural de “Fauna histórica de Cabrera y Maragatería”, El Faro Astorgano, mayo de Marsella, Cristophe Borrely; sin fecha, páginas 119, documento en PDF, 1997, . Academia EDU, archivo personal del autor. 9 37 A. Suárez de Puga, “Por la España desconocida, las cuevas del Silen- José Gómez de Arteche y Francisco Coello, Descripción y Mapas de cio”, Heraldo de Madrid, (20.09.1905), p. 2; La Correspondencia Galle- Marruecos; con algunas consideraciones sobre la importancia de la ocu- ga, Pontevedra, (23.09.1905), p. 1. pación militar de una parte de este Imperio, Madrid, Tip. de P. Mellado, 10 Walter Matthew Gallichan, Fishing and Travel in Spain, London, F. E. 1859, p. 55. Adviértase, por lo demás, que cuando ciertos autores antiguos Robinson, 1904, p. 125; Edgar Wigram, Northern Spain, London, Adam mencionan la presencia de ‘panteras’ y ‘tigres’ en la Berbería, el lector & Charles Black, 1906, p. 73. debiera identificarlos con el leopardo, el caracal o el guepardo, felinos 11 todavía subsistentes en el Magreb. Hans Gadow, In Northern Spain, London, Adam and Charles Black, 38 1897, p. 185. Por aquel entonces, la existencia del plantígrado en el territorio marro- 12 quí se mencionaba en varias monografías: Manuel Torrijos, El Imperio La investigación de Laredo Blanco fue considerada en su tiempo como de Marruecos, Madrid, Biblioteca de la Instrucción Universal, 1859, p. uno de los mejores trabajos recibidos por la Real Academia de Medicina de Barcelona. 141; Anónimo, Breve Escursión por el Imperio de Marruecos, Málaga, 13 Imprenta del Avisador Malagueño, 1860, p. 23; León Galindo y de Vera, Julio Laredo Blanco, Datos para el Estudio Médico-Topográfico de Intereses Legítimos y Permanentes que en África tiene España, Madrid, Ponferrada, Astorga, Imprenta Fidalgo, 1899, p. 46. Imprenta del Colegio de Sordo-mudos y de Ciegos, 1861, p. 10. Con 14 Diario de León, (26.05.1913), p. 1. anterioridad, Mariano Torrente, Geografía Universal, Física, Política é 15 Heraldo de Alcoy, (30.01.1906), p. 1. Histórica, volumen II, Madrid, Imprenta de Don Miguel de Burgos, 1828, 16 Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-americana, tomo XXXI, p. 146. 39 Barcelona, Hijos de J. Espasa Editores, 1916, p. 425. Consúltese “Preliminar importante”, en Salvador Valdés, Apuntes so- 17 La Ilustración Venatoria, 21 (15.11.1881), Madrid, p. 167. bre el Imperio de Marruecos,… s/n, 1859. 40 18 Manuel Fernández Núñez, Apuntes para la Historia del Partido de la Jules-René Bourguignat, “Note sur un Ursus nouveau”, Annales des Bañeza, Imprenta Viuda de Yoldi, 1919, p. 46. Sciences Naturelles, volumen 2, París, Victor Masson et Fils, 1867, pp. 19 41-51. Tomo I, Barcelona, 1881, p. 47. 41 20 Se trata del magistrado Aristide Horace Letourneux, nacido en Rennes Geografía General del Reino de Galicia-Provincia de Orense, casa en 1820 y muerto en Argel en 1890. Este jurista puede ser catalogado editorial Alberto Martín, Barcelona, 1931?, pp. 73, 575, 783, 812. 21 como un investigador multidisciplinar, pues cultivó múltiples facetas del Mariano de la Paz Graells, Fauna Mastodológica Ibérica, Memorias de saber: botánica, lingüística, zoología, etnografía, etc. Fuente: VV. AA., la Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales de Madrid, tomo Dictionaire des Orientalistes de langue française, París, F. Pouillon (éd.), 17, Madrid, Imprenta de Don Luis Aguado, 1897, p. 164. Karthala, 2008, pp. 592 y 593. 22 Consúltense: “El censo genético del oso halla huellas en 16 comar- 42 Víctor Reboud, “Excursion Archélogique dans les Cercles de Guelma, cas forestales de León”, (28.01.2021), www.diariodeleon.es; “Un trabajo de Souk-Ahras et de Lacalle”, en Recueil des Notices et Mémoires de la de campo coordinado por el Ministerio de Transición Ecológica detecta Société Archélogique du Département de Constantine, 17 volume, Alger, presencia de osos en Santa Colomba, Villagatón, Quintana y Truchas” Jourdan Libraire-Éditeur, 1876, pp. 8-10. (27.01.2021), ; “Termina el trabajo de campo 43 del censo”, (27.01.2021), . Cf. “Algunos datos referentes al imperio marroquí”, Revista Técnica 23 de Infantería y Caballería, núm. VIII, (15.10.1902), Madrid, p. 355. El Véase la crítica de Bernard Heuvelmans al respecto, en su obra póstu- Depósito de Guerra era el organismo del Estado Mayor, encargado de ma Les Ours Insolites d’Afrique (les Éditions de l’oeil du sphinx, París, reunir y conservar la documentación precisa para desarrollar campañas y 2015, pp. 180 y 181). operaciones militares. 24 Jerónimo Campo Angulo, Geografía de Marruecos, Madrid, Dirección 44 “En el país se crían leones, osos, panteras, hienas…”, Manuel Mínguez General de Navegación y Pesca Marítima, Sección de Hidrografía, 1908, y Vicente, Descripción Geográfica del Imperio de Marruecos (Mogreb p. 13. 25 el Aksa), Madrid, Es. Tipográfico de Ricardo Fé, 1906, p. 52. El autor Real Orden de 26 de mayo de 1909, Ministerio de la Guerra, Gaceta de era oficial del Cuerpo Facultativo de Estadística y publicaría también un Madrid, (31.09.1909). diccionario geográfico sobre dicho país. 26 Boletín de la Real Academia de la Historia, cuaderno II, febrero de 45 “El Rif: lo que es –lo que vale– la acción de España (V)”, La Época 1911, tomo 58, pp. 140-142. (25.08.1909), Madrid, p. 1. 27 Émile Deyrolle,”Les mammifères du Maroc”, Le Naturaliste, revue 46 Se publicó en los rotativos El Tiempo, de Reus, el Heraldo de Tarrago- illustrée des Sciences Naturelles, 516 (01.09.1908), París, Fils d’Émile na y el Diario de Las Palmas durante el verano de 1909. Deyrolle Éditeurs, p. 205. 47 28 “España en Marruecos”, Heraldo Alavés (15.04.1910), Vitoria, p. 1. Los Mamíferos de Marruecos, Trabajos del Museo Nacional de Cien- 48 cias Naturales, Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Comisión Histórica de las Campañas de Marruecos (1935): Geografía Científicas, serie zoológica nº 57, Madrid, p. 13. de Marruecos; Protectorado y Posesiones de España en África, tomo I, 29 Madrid, imprenta y talleres del Ministerio de la Guerra, p. 263. Esta co- Ibidem. misión militar había sido creada por el Decreto-Ley-Circular de 16 de 30 Ángel Cabrera, “Macanas zoológicas, o de como la ciencia sucum- septiembre de 1927, por el que se acordaba indagar la intervención de be ante la fantasía”, Caras y Caretas, 1821 (26.08.1933), Buenos Aires, España en territorio marroquí desde fines del siglo XIX; disponiendo al 1933, pp. 37 y 38. efecto de amplias facultades de investigación en los archivos oficiales 31 Orden de 25 de mayo de 1842. Fuente: The London Gazette, nº 20145, y corporativos, así como de medios materiales para desplazarse hasta la Tuesday, September, 27, 1842, p. 2604. zona del Protectorado. 100 - Argutorio 46 - II semestre 2021
49 Así opinaban los naturalistas Jacques Pellegrin y Luis Lozano Rey en lo que sigue: “Créese que el oso no ha desaparecido por completo de 1921 y 1930, al igual que el cazador británico sir Alfred T. Pease, en 1937: las montañas más altas”, (tomo XXXIII, Espasa Calpe, S.A., Barcelona- fuentes: Mémoires de la Societé des Sciences Naturelles du Maroc, tome Bilbao-Madrid, p. 329). I, n° 2, p. 82; Boletín de la Real Sociedad Geográfica, nº LXX, pp. 159 y 51 Este biólogo arriba a Marruecos en 1953, efectuando varios viajes natu- 161; y Les Ours Insolites d’Afrique (les Éditions de l’oeil du sphinx), p. ralísticos por el norte de África. Incidentalmente, anotaría la retirada pau- 180. En el siglo XIX, dicho criterio también había sido el parecer del co- latina del oso, el león o el búbalo del territorio norteafricano, a partir de merciante británico James Grey Jackson, tras vivir dieciséis años en Ma- los últimos compases del siglo XIX; cf. José Antonio Valverde, Sáhara, rruecos (cf. An account of the Empire of Marocco and the District of Suse, Guinea y Marruecos Expediciones Africanas, Madrid, Editorial Quercus London, 1809, p. 36) o el de los historiadores León Galibert y Antonio V&V, 2004, pp. 125 y 127-128. Rotondo (cf. La Argelia Antigua y Moderna y el Imperio de Marruecos, 52 tomo I, Madrid, 1859, p. 24). Décadas después, el religioso Manuel Pablo Ramón Grande del Brío et alii, datos inéditos. 53 Castellanos redactaba una memoria sobre las misiones de los franciscanos John Braithwait, Histoire des révolutions de l’empire de Maroc, depuis en el Magreb, manifestando lo que sigue: “En las impenetrables selvas de la mort du dernier Empereur Muley Ismael, Ámsterdam, Pierre Mortier las atlánticas vertientes [del Atlas] se crían leones, tigres, panteras, hienas, Librarie, 1731, pp. 37 y 223. chacales y osos”, cf. Apostolado Seráfico en Marruecos, primera parte, 54 En su famosísima Descripción de África de 1550, el escritor granadi- Madrid, 1896, p. 21. no Hasan-Ben Muhammad Al Al-Wazzan Al Fasi (León Africano) narra 50 Las últimas referencias del oso en Argelia y Marruecos se ubicarían cómo una osa y sus oseznos orientan a un extraviado buscador de tesoros alrededor de la década de 1950, en conformidad con lo divulgado por en una sima del Atlas, según le informa un noble de Fez. Este relato viene Paul Rode en 1943 o Émile Ennouchi en 1957 (Ramón Grande del Brío comentado como tal en la edición preparada por el religioso leonés Lu- et alii, datos inéditos). No en vano, en 1977, Lapeyre y Lopez también ciano Rubio en 1950; fuente: León el Africano, Descripción de África y aludirían a la presencia reciente del animal en las proximidades de Tetuán; de las cosas notables que en ella se encuentran, Madrid, Hijos de Muley- y, en 1981, el naturalista francés Luc Chazel recopilaba igualmente testi- Rubio, 1999, pp. 195 y 196. monios sobre la presencia de un raro animal plantígrado, grande, bípedo 55 y de color pardo, visto alguna vez en el Atlas central hacia 1870-1940. La voz arcila, procedería de artz (oso: artz [vascuence], arctos [grie- Consúltense: Claude Lapeyre y André Lopez (1977), “Mosaïques de Vo- go]); cf. Francisco Sureda Blanes, Abyla Herculana; introducción al es- lubilis (Maroc), à propos de quelques représentations animals liées au tudio de la etnología berberisca y al de la historia de Ceuta, primera mythe d’Orphée”, Bulletin de la Société d’Etude des Sciences Naturelles parte, Madrid, Calpe, 1925, p. 111; Fidel Fita, “Lápidas romanas de Iruña de Béziers, nouvelle série, n.s., 46, pp. 99-114; Lorenzo Rossi, “L’orso y León”, Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo III, cuaderno dell’Atlante”, Criptozoo (24.04.2017), 2017, ; I, julio 1883, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1883, p. 386. En Marruecos, Michel Raynal, “L’ours de l’Atlas vraiment a existé”, Institut Virtuel de el oso se conoce como dubb; consúltese: José Lerchundi, Vocabulario Cryptozoologie, 2009, . Precisamente, Español-Arábigo del Dialecto de Marruecos, Tánger, Imprenta de la Mi- en 1917, la Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana refería sión Católica-Española, 1892, pp. 195 y 349. Argutorio 46 - II semestre 2021 - 101
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