LLENANDO EL TIEMPO: EL TIEMPO DE PARADOS Y PARADAS

Página creada Javier Gasull
 
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LLENANDO EL TIEMPO:
             EL TIEMPO DE PARADOS Y PARADAS
                                                                           Álvaro Briales
                                                                       abriales@ucm.es.
                                           Departamento de Sociología I (cambio social)
                                                    Universidad Complutense de Madrid

Resumen
En esta ponencia presentamos un análisis sobre las estrategias para llenar el tiempo en
la vida de las personas paradas. Ello forma parte de los primeros resultados de nuestra
investigación sobre los efectos del paro en las relaciones domésticas en los hogares
españoles, que a su vez se inscribe en un proyecto más amplio sobre la relación entre
trabajo, cuidados, vida personal y orden social en la sociedad española.
       Teóricamente, entendemos el paro como una situación multidimensional que va
más allá de la mera situación laboral, esto es, desde la articulación de la esfera de las
relaciones salariales con la esfera de las relaciones domésticas. De ese modo,
entendemos las estrategias temporales de las personas paradas en su relación con la
socialización laboral previa, la significación de la temporalidad en el desempleo y el
tipo de rol de género en la relación doméstica.
       Para obtener la panorámica más general, hemos seleccionado datos cuantitativos
de la Encuesta de Empleo del Tiempo (EET) de 2009-10 según la relación con la
actividad y el sexo de los sujetos. Así, comparamos los índices de participación y la
duración media diaria dedicados al trabajo doméstico y de cuidados y a las actividades
de tiempo libre. En segundo lugar, interpretamos los datos de tiempos a partir de los
datos producidos en grupos de discusión y entrevistas realizados en Madrid y Cádiz a
parados de corta y larga duración de clases medias y populares. Finalmente, hemos
construido cinco tipos de estrategias temporales que, según el éxito relativo con que se
desplieguen, se relacionan con los procesos de vulnerabilidad y desafiliación social así
como con el mantenimiento de una orientación hacia el futuro.

Palabras clave: paro, desempleo, tiempo social, estrategias temporales, vulnerabilidad.

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1. Introducción1
Vivimos en “un momento histórico traumático caracterizado por la escasez relativa de
tiempo.” (Prieto et al., 2009: XXVII). Es la época de la comida rápida, del estrés, de la
indiferenciación de las fronteras entre tiempo de trabajo y tiempo de vida, de los
conflictos de tiempo en general, como han señalado tantas investigaciones y -no hace
falta ser sociólogo para saberlo- todas las gentes que conocen y/o viven en las dinámicas
del mundo del trabajo y de las ciudades. Sin embargo, el bien más preciado, el disponer
de tiempo, paradójicamente es algo difícilmente realizable en la práctica para quien está
en paro. El tiempo de los parados y paradas se distingue por ser un tiempo que, por las
peculiaridades de la organización social en que vivimos, encuentra enormes obstáculos
para traducirse en actividad socialmente significativa. Es un tiempo vacío, o mejor,
vaciado, que ha de ser llenado.
        Así, en este trabajo vamos a presentar las primeras reflexiones de nuestra
investigación, desde el punto de vista de las diversas estrategias para “llenar” el tiempo
vacío del paro. Para ello, introduciremos algunos conceptos de partida para entender la
específica temporalidad del desempleo, y el significado del tiempo “lleno” y “vacío”. A
partir de ahí, interpretaremos los datos de la Encuesta de Empleo del Tiempo de 2009-
10 -en adelante, EET- respecto a las diferencias de tiempos entre parados y paradas,
para después analizar extractos de grupos de discusión y entrevistas realizados
recientemente a parados y paradas.

2. Algunos conceptos para aprehender la peculiar temporalidad del paro
Sabemos con certeza que una de las particularidades de la temporalidad capitalista es
que “el tiempo es dinero” (Adam, 1999), pero en un sentido muy definido. Si los
parados tienen mucho tiempo y poco dinero, podemos deducir que no es “el tiempo”
como tal lo que falta, sino la carencia de un tipo de tiempo susceptible de ser usado
como tiempo-recurso intercambiable por dinero: el tiempo abstracto del trabajo
(Postone, 1993)2. Habría que decir, por tanto, que “el tiempo abstracto es dinero”. Pero
si el tiempo de trabajo no es únicamente un tipo de tiempo específico, sino sobre todo el

1
  Esta ponencia forma parte de mi trabajo como investigador FPI en el proyecto dirigido por Carlos Prieto
“Trabajo, cuidados, vida personal y orden social en los mundos de vida de la sociedad española”
(CSO2010-19450). Agradezco a mis directores de tesis, Carlos Prieto y Eduardo Crespo, sus útiles
comentarios.
2
  Según Postone, en el quinto capítulo de su obra, la caracterización del tiempo en el capitalismo como
fundamentalmente abstracto y mercantilizado, sería compartida por otros autores de importancia para la
sociología del tiempo como Giddens, Thompson o Le Goff.

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tiempo-pivote3 a partir del cual se articulan los otros tiempos, podemos entonces
comprender la particularidad del paro por su falta de referencia con la norma temporal
general del trabajo. De este modo, la desaparición del pivote para tantos sujetos
trabajadores en la presente crisis del empleo, ha adquirido una intensidad tal que
amenaza verdaderamente con la ruptura de la ordenación societal del tiempo tal como la
conocíamos en las últimas décadas (Prieto, 1999). Si organizar la vida en torno a un
empleo aún es la norma, tal norma comienza a mutar cuando la excepción de un
desempleo cada vez menos protegido aparece tan masivamente. Es por ello que el actual
es un contexto de interés sociológico central para investigar los procesos de constitución
de las normas temporales a partir precisamente de sus formas concretas de
desestructuración.
        Esa pérdida del sentido de la actividad cotidiana por fuera del trabajo y de sus
condiciones sociales fue abordada de forma pionera en el hito que en este campo de
estudio supuso Los parados de Marienthal (Lazarsfeld et al., 1932), tras la crisis del 29.
Allí estaban ya delimitados muchos de los temas propios del estudio sociológico del
desempleo y su relación con el tiempo social: lo cíclico en el desempleo, el proceso de
desestructuración asociado a la duración esperada, los “dos tiempos” (op. cit.: 141) de
hombres y mujeres, la memoria de los parados, la indiferenciación de los días, etc. En
consecuencia, muchas investigaciones se han inspirado en esa obra, para el estudio tanto
del paro como del trabajo. Por otra parte, en las últimas décadas y sobre todo en los
últimos años, se han hecho una buena cantidad de investigaciones relativas al tiempo
social -la mayoría centradas en el mundo del trabajo y en el conflicto entre trabajo y
cuidados- así como en los tipos de sujetos que viven esos conflictos y sus dificultades
de coordinación de actividades cotidianas, encaje, sincronización, etc. (Prieto y Ramos,
1999). A pesar de las innumerables investigaciones sobre el desempleo en toda la
ciencia social, la problemática específica del tiempo en el paro no se ha abordado desde
la sociología del tiempo más que en su relación con el resto de problemáticas. Siempre
ha sido tratado tangencialmente desde análisis más generales (cf. Callejo et al, 2009), o
en trabajos puntuales (cf. Poveda, 2006) que aunque de gran interés no tienen la
extensión que cabría esperar del problema social considerado de mayor calado. Ello se
debe principalmente a que el paro, en tanto se define de forma puramente negativa, es
visto como un mero estado de transición sin entidad propia. Sin embargo, por las

3
  La idea del pivote es una idea clave que habría que desarrollar más. Ésta es tomada de Alaluf et al., 1995
(citado en Prieto y Ramos, 1999: 465-7), y según Jameson (2012: 148) se remonta a Fourier.

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características de la actual crisis del empleo y debido a la hegemonía de los análisis
economicistas sobre el desempleo, parece necesario dedicarle la atención que merece.
Porque, efectivamente, ¿qué significa la existencia masiva de personas con un tiempo
sobrante desmesurado, en un contexto social obsesionado por la flexibilización de todos
los tiempos, el relleno de todos los huecos posibles, la optimización de los ritmos, los
“malabarismos” para la colocación de todo en cada momento preciso del día, etc.?
Sorprendentemente, para masas enteras sólo queda tiempo superfluo. Es nuevamente la
paradoja del capitalismo del XIX en el XXI, esto es, “La condena de una parte de la
clase obrera al ocio forzoso mediante el exceso de trabajo impuesto a la otra parte…”
(Marx, 1872: 792). Un “ocio forzoso” que parece muy contemporáneo, si bien no
resulta tan ocioso en función del género, como veremos.

3. Llenando el tiempo del paro
                      …cuando me iba a quedar en paro […], y tomando una cerveza con amigos
                      que estaban en paro, un par de ellos, me decían: “Tú no te levantes pronto, tío,
                      para que el día sea más corto. Porque como te levantes muy pronto, se te va a
                      hacer súper largo” Joder, pero si tengo que llevar a mi hija […] al colegio […]
                      Tenía que madrugar más que cuando trabajaba. Y me decían: “¡Hostia, pues lo
                      llevas jodido!” que son muchas horas para rellenar. (GD parados LD)
Aunque aparece en ocasiones, no hemos escogido el significante “llenar” por su
especial significación en nuestro trabajo de campo. Más bien, lo relacionamos por
contraposición al vacío que la suspensión temporal de la relación salarial deja en la vida
cotidiana de la gente. En este sentido, el “llenar” significa, antes que nada, reestructurar
un tiempo vaciado. Por consiguiente, polemizamos en contra de ciertas visiones –“todos
disponemos del mismo capital; veinticuatro horas diarias […] Con este capital, unos
son ricos y otros son pobres.” (Buqueras, 2006: 212)-, donde opera una reducción del
tiempo a tiempo-recurso, el cual cada persona utilizaría libremente en cualquier
circunstancia. Por el contrario, en el paro, el tiempo es básicamente un tiempo-entorno,
“algo en lo que se está o por lo que se transita o se pasa” (Ramos, 2007: 189), marcado
por la ausencia que deja el desempleo. Es el día el que se pasa, y no la persona la que
pasa el día, lo que suele ser representado en el discurso como la “sensación de que se te
ha ido el día” o “se va el tiempo y no sé dónde se ha ido” (GD parados CD). Llenar el
tiempo es, por tanto, producir un entorno que permita que al menos una parte de éste
pueda ser usado significativamente por la persona en paro. Ello implica producir ritmos
cotidianos mediante actividades que hagan soportable la nueva normalidad que, sin

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embargo, es, por definición, excepcional. Definido lo anterior, pasamos a continuación a
describir las condiciones sociales fundamentales que hemos delimitado para abordar el
estudio de las estrategias temporales: primeramente, la socialización laboral previa;
segundo, la significación de la temporalidad en el paro; y tercero, el tipo de relación
doméstica en que la persona esté inserta y su rol de género.
           En primer lugar, cabe entender que el desempleo español de 2013 no tiene
mucho que ver desde el punto de vista temporal con el de 1994 o el de 1985. El
desempleo actual viene precedido por cambios inauditos en las normas de temporalidad
del trabajo, y en este sentido, el contraste entre el trabajo y el paro habrá de ser diferente
en muchos casos. De este modo, en España, cada vez hay menos parados previamente
socializados en la norma fordista4; esto es, en una ordenación del día “8/8/8” -8 h.
trabajo, 8 h. dormir, 8 h. ocio y casa- y en una ordenación del trabajo en el ciclo vital de
“48/48/48” -48 h./semana, 48 semanas/año, 48 años- (Hewitt, 1993: 2). En resumen, la
dificultad de estructurar el tiempo por fuera del trabajo encuentra barreras de modo
singular en los sujetos con una identidad profesional más asentada, esto es, de modo
muy general, más en varones que en mujeres, más en adultos que en jóvenes, más en ex-
trabajadores estables que en precarios, aunque cada situación tendrá otros
condicionantes.
           En segundo lugar, la incertidumbre del paro -que se supone excepcional aunque
pueda alargarse por uno, dos, cinco años, etc.- se vive respecto al éxito relativo en el
modo de llenar el tiempo de cada sujeto. En la extendida distinción entre la corta y la
larga duración del paro, podríamos distinguir, por ejemplo, entre quien está en paro -
parados de corta duración y precarios- y quien es parado -parados de larga duración-. El
significado de la temporalidad para el sujeto sería la dimensión fundamental para estar
o ser parado. Lo que sí es sabido es que la larga duración implica un riesgo de
desafiliación mucho mayor, ya que el paro se vive más como un estado ya normalizado
que como un momento de cambio; prima la dimensión estática sobre la dinámica.
Cuando se vive el momento en que se sobrepasan ciertas expectativas duracionales –no
medibles cuantitativamente- es cuando podemos hablar de que el sujeto asume el rol y
empieza a ser parado. Por otra parte, el mantenimiento de lo que hemos llamado ritmos
pre-paro –esto es, actividades que se realizaban con alguna frecuencia antes de la
pérdida del empleo y que eran más o menos independientes de éste- es otra de las claves

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    No en vano, nos ha costado bastante esfuerzo contactar este tipo de gente en nuestro trabajo de campo.

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para estructurar el tiempo con éxito. Además, si esas actividades son asumibles
económicamente y son compatibles con las nuevas actividades del tiempo de
desempleo, con mayor probabilidad podrán conservarse conforme avance la duración
del paro y más tiempo durará la estructuración exitosa de la cotidianidad.
       Por último, no se podría entender el tiempo en paro si no se aborda lo que ocurre
en el espacio que adquiere mayor centralidad: el hogar. El tipo de relación doméstica
que exista previamente a la situación de desempleo es el punto de partida de esa nueva
normalidad. En lo que se refiere a las actividades que han de realizarse se tenga o no
trabajo, el contraste entre el antes y el después estará marcado por el rol de género del
parado en el hogar y por la adaptación del sujeto al nuevo contexto donde han
aumentado las actividades domésticas por la falta de dinero. El paro entre hombres y
mujeres tenderá, por tanto, a estar diferenciado debido al diferente sentido de lo
temporal asociado al sexo y sus actividades socialmente asignadas. Como sabemos, el
tiempo libre asociado a la norma de empleo masculina es un tiempo libre muy distinto
del que se puede usar en la doble presencia femenina (Balbo, 1994). El tiempo de las
mujeres no es simplemente un tiempo-extra dedicado a lo doméstico, sino un tiempo
que le cuesta ser “tiempo propio”, es tiempo para-otros: “…un tiempo de ocio, en
sentido estricto, se reduce a los “huecos” que se derivan de sus obligaciones
familiares.” (Murillo, 2006: XXII). Si para el hombre los poros de la jornada laboral se
limitaban al tiempo en el trabajo, para las mujeres la lógica de la taylorización del hogar
(Hochschild, 2011: 207-17) hacía que los poros se doblaran en la casa y el trabajo. De
ese modo, aunque la ruptura de lo laboral en todos los casos permite que el tiempo
doméstico pueda ensancharse, según el género tendrá una significación diferencial. Ya
que el ritmo y densidad de los tiempos previos al paro estaban ya diferenciados, las
estrategias para llenar el tiempo no podrán ser las mismas según el rol de género de la
persona parada en su relación doméstica.

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3.1 El tiempo vacío del paro a partir de la Encuesta de Empleo del Tiempo 2009-10
A continuación, mostramos los tiempos de ocupados/as y parados/as ordenados según el
nivel de participación en la actividad en un día medio:
         TABLA 1. Diferencias en tiempo libre según sexo y relación con la actividad

                 Elaboración propia a partir de la Encuesta de Empleo del Tiempo 2009-10 del INE5.
Una cosa está clara según los datos de la EET: el desempleo aumenta, en todos los
casos, la realización de actividades de tiempo libre y el tiempo dedicado a las mismas.
Mirando la tabla por sexo, la diferencia en tiempo libre a favor de los varones es mayor
entre parados y paradas que entre ocupados y ocupadas, lo que evidencia que, sin
ninguna otra consideración, el paro por sí sólo aumenta las diferencias por género en
mera cantidad de tiempo libre. Aunque en el paro no hay diferencias de participación
según sexo en las dos actividades principales (medios y vida social), la televisión como
el componente básico de “medios de comunicación”, sigue siendo la actividad
fundamental del tiempo libre, muy por encima en participación y tiempo diario que
cualquier otra actividad. Los parados dedicarían casi una hora diaria más respecto a las
paradas, y una hora y media diaria más respecto a cuando estaban trabajando. En
deportes e informática sigue más alta la participación masculina (38% y 28%,
respectivamente), la diferencia por sexo respecto a la ocupación es de una hora diaria de
media.
         Si bien podríamos hacer muchos más análisis sobre las subactividades,
separando tipos de hogares, día de la semana, etc.6 para lo que en el estado preliminar
de nuestros resultados nos interesa, constatamos que el patrón que ya se había señalado

5
  Se ha excluido la categoría “Trabajo voluntario y reuniones” por tener un porcentaje de participación en
la actividad menor al 20%. Las medias de tiempos y participación se han obtenido a partir de la muestra
de la EET 09-10, que tiene 5321 ocupados, 4351 ocupadas, 1358 parados y 1176 paradas.
6
  Por otra parte, en la EET no hay posibilidad de estudiar el paro según corta o larga duración, ni tampoco
en términos de trayectorias personales.

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con los datos de la EET 2002-03 (Callejo et al., 2009: 22-7) se mantiene. De media, los
parados (3:23, 83%) siguen dedicando menos tiempo diario y participan un 10% menos
en el trabajo doméstico y de cuidados que las ocupadas (3:46, 93%), y la diferencia con
las paradas (5:35, 96%) es de más de 2 horas diarias. Se confirma lo que ya sabíamos
desde los primeros estudios que utilizaron estas metodologías de medición: hay “dos
relojes” (Prieto y Ramos, 1999: 484), y el paro, en términos societales, aumenta la
desincronización de esos dos relojes. Pero además de lo que ya conocíamos, si el paro
no sólo aumenta para todos los casos el tiempo dedicado al trabajo doméstico y al
tiempo libre, sino que además hace que esos aumentos profundicen más la división
diferencial de los tiempos entre hombres y mujeres, podemos concluir que con la actual
crisis del empleo, las diferencias se harán aún mayores. En fin, más hombres con más
tiempo “libre” desestructurado, y más mujeres con más cargas domésticas y de
cuidados.
        A la luz de estos datos, la dificultad de llenar el tiempo parecería algo mucho
más dificultoso para los parados que para las paradas, ya que éstos tienen mucho más
tiempo libre, y éstas un poco más de tiempo libre que compensan en parte con la
dedicación a las actividades domésticas. Pero estos datos, no dicen nada respecto a
cómo de llenos están esos minutos: ¿Son iguales los minutos de unas u otras personas?
¿Son iguales los minutos a lo largo de un día? ¿O después de dos meses en paro igual
que después de dos años? Por otra parte, la categorización de “paradas” tiene una
ambigüedad fundamental en el caso de las mujeres, pues sabemos que fluctúan entre el
paro y la llamada inactividad sin que necesariamente tenga que cambiar algo en su día a
día. Además, aunque aquí no tenemos el espacio, podríamos extendernos en cómo el
dispositivo de producción de datos puede tender a registrar un tipo de actividades y no
otras, etc. lo que apunta al meollo del problema de la invisibilidad de las tareas
asociadas a lo femenino (Pérez Orozco y López Gil, 2011: 22)7. En todo caso, desde la
perspectiva que manejamos, es fundamental acudir a los datos cualitativos para
interpretar con una base más sólida qué ocurre con esos meros minutos de los que nos
informa el particular cronómetro-encuesta de la EET.

7
  “La (in)visibilidad es una condición multifacética que […[ abarca, cuando menos, los siguientes
aspectos: la (no) disponibilidad de datos para medir los cuidados; la (in)existencia de conceptos para
aprehenderlos; la (no) garantía de derechos sociales asociados al trabajo de cuidados; la (in)existencia
de una remuneración asociada; la (falta de) regulación social y debate público sobre las condiciones en
las que deben proporcionarse; la (falta de) valoración social; y la (in)existencia de canales establecidos
para convertir la necesidad de cuidados en una demanda legitimada.”

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3.2 Estrategias temporales de parados y paradas
Las estrategias para llenar el tiempo del paro no son, por decirlo en términos bélicos,
ofensivas, sino básicamente de carácter defensivo, realizadas en la negatividad de un
tiempo-entorno al que queda supeditado el uso del tiempo, y a la espera de un uso
positivo en la vida pivotada en torno al empleo. Así, aparecen en los discursos con una
estructura del tipo “me obligo a X porque sino me pasará Y”. No terminan de construir
una nueva normalidad en ningún momento8. De esta manera, el contexto en el que se
despliega el discurso expresa únicamente prácticas que sirven “mientras tanto”, por más
o menos largo que, cuantitativamente, haya sido el periodo en paro. Por tanto, todo tipo
de parados comparten la dificultad de encontrar un sustituto posible para el hueco
dejado por la ausencia de empleo, de modo que el tiempo se intenta rellenar con
sucedáneos de tiempo ocupado.
        Y vivo las cosas muy parecidas él, en cuanto a como él se ha expresado. Intento que el tiempo
        libre sea el mismo tiempo que tenía antes cuando trabajaba y que el tiempo que antes trabajaba
        sea actualmente tiempo ocupado, en lo que sea, en mis proyectos, en mis estudios, en mí […]
        Cuando el tiempo libre invade el tiempo que considero que debería estar ocupado, me siento
        muy mal, y duermo mal por la noche. (GD parados CD)
        Hemos de señalar, que con la intención de limitar las formas de llenar el tiempo,
nos referimos aquí siempre a sujetos que conviven en pareja o convivían antes de perder
el empleo. De esta manera, hemos construido la siguiente clasificación de estrategias: 1)
Estrategia de acumulación de capital cultural y/o social; 2) Estrategia de
hiperactividad doméstica masculina; 3) Estrategia anti-ama de casa femenina; 4)
Estrategia de esfuerzos continuados; 5) No-estrategia de desestructuración. Estas
formas no se corresponden necesariamente con una persona en concreto y con carácter
indefinido, sino que se relacionan más bien con las fases que pueden ser características
de determinados sujetos según las condiciones anteriormente señaladas. En fin,
mostramos una primera aproximación a algunas estrategias que parecen tener una
representatividad desde la perspectiva estructural (Ibáñez, 1986). De este modo, los

8
  Con la “excepción” de aquellas mujeres que nunca llegaron a vincularse plenamente con el mundo
laboral, y por lo tanto, pueden desvincularse de éste y encontrar una normalidad en otras actividades. Por
lo mismo, no compartimos para este trabajo la definición oficial de la Encuesta de Población Activa en
todas sus partes, por lo que los parados que hemos escogido son aquellos que no tienen actividad
remunerada continuada, y siempre que deseen trabajar. No entraremos aquí en las discusiones sobre lo
activo o lo pasivo de la búsqueda de empleo, etc. Por último, para este trabajo nos hemos basado en
sujetos que para sí mismos son parados –y no están, según la distinción que hacíamos-. Es decir, que no
están en un momento de pura transición, sino relativamente instalados en su situación.

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sujetos de los cuales hemos escogido citas para este trabajo cumplían con las siguientes
condiciones sociales:
                                 TABLA 2. Fuentes de datos cualitativos9

Estrategia de acumulación de capital cultural y/o social
Esta modalidad se caracteriza por llenar el tiempo dedicándolo a la formación y/o a la
vida social con vistas a encontrar trabajo. Comencemos por la primera cuestión.
        Según la EET, los parados que estudian -un 10%- le dedican 3 horas y 40
minutos diarios de media, por lo que en tales casos el tiempo de paro tiene un soporte
importante para su estructuración. Desde el punto de vista del mantenimiento del ritmo
cotidiano, esta forma de llenar el tiempo, mientras dura, mantiene a los sujetos en unos

9
  Nuestro trabajo de campo se ha realizado entre octubre de 2012 y mayo de 2013. Los grupos de
discusión fueron contactados a través de una cooperativa especializada en investigación social, previa
reunión conjunta. Para las entrevistas de parados de larga duración de Madrid se contactó a través de
carteles colgados en oficinas del INEM de un barrio de clases populares –Vallecas- y de un barrio de
clases medias –Argüelles-. A los sujetos se les agradeció su participación con un cheque-regalo de 30 €.
Tanto el diseño de los perfiles de grupos de discusión como de las entrevistas se realizaron conjuntamente
en las reuniones del proyecto de investigación, así como el guión, aunque cada persona tenía flexibilidad
para adaptar la forma de la entrevista al perfil de la persona. La estrategia consistió en establecer una
lógica conversacional a partir del relato de la historia de vida del entrevistado. En total se realizaron 28
entrevistas: 12 a mujeres paradas en Madrid, 8 a varones parados de larga duración en Madrid, y 8 a
parados de corta duración en Cádiz. En mi caso, realicé 11 entrevistas a parados y paradas, siguiendo los
criterios del proyecto y, entre otras, la referencia central de Bourdieu (1993). El resto de entrevistas
fueron realizadas por otros miembros del proyecto, en Madrid y Cádiz. Todas las transcripciones se
encargaron a través del proyecto. Además, hemos seleccionada alguna entrevista para ver el punto de
vista de una mujer ocupada con pareja en paro.

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niveles de bienestar aceptables. Al dedicarse a la formación o a los estudios, los
desempleados sustituyen de modo óptimo los ritmos de la actividad laboral.
Típicamente, puede ocurrir en personas a las que el despido les ha supuesto la liberación
de unas condiciones laborales que rechazaban, y los primeros meses o el primer año
tienen la opción de poder entregarse a aumentar sus posibilidades de empleabilidad.
Para estos parados, invertir su tiempo en formación posibilita el acceso a puestos de
trabajo más atractivos, y así el paro puede ser subjetivado como oportunidad o como
“tiempo de reciclaje” (Poveda, 2006: 104). Tiende a darse en personas en las que el
despido no ha tenido un carácter traumático, con cualificación media o alta, y sin un
vínculo muy estabilizado con el mercado laboral. La proyección personal hacia el futuro
no se ha quebrado, y así el sujeto siente que puede rehacer su vida. La relación
doméstica estará comúnmente caracterizada por una seguridad laboral de la pareja, y las
cargas de cuidados serán asumibles como para compatibilizarlas con las nuevas
actividades:
       voy a empezar un master de diseño que he pensado que puede ser una cosa que me va a gustar y
       me puede llenar también el vacío que tengo un poco profesional ahora mismo y estudiando
       también inglés y con mi hijo que para mí sí es lo importante. (GD paradas)
Junto al discurso de la empleabilidad, puede aparecer el discurso del networking que en
términos más coloquiales suele presentarse como una especie de compulsividad por el
“hay que moverse”. En ese sentido, una actividad que puede funcionar como formación
o como ocio, al mismo tiempo puede ser facilitadora de nuevos contactos, que en un
determinado momento sirvan para conseguir una entrevista de trabajo o, en algún caso,
una idea de emprendimiento. El caso de Paloma en este sentido es paradigmático: con
37 años, marido con trabajo estable e hijos no demasiado pequeños, se dedica a hacer un
blog durante todo su tiempo libre, lo cual la EET habría categorizado simplemente
como “aficiones e informática”. Sin embargo, el blog le servía para promocionar
gratuitamente productos de marketing de empresas con las que contactaba, y que le
entregaban para que distribuyera entre quienes visitaban el blog. De ese modo podía
ponerse en contacto con empresas y personas, aprovechando para distribuir sus
currícula. Es un tiempo, por tanto, dedicado a acumular capital social, desde luego nada
“libre”, aunque sí entretenido y con capacidad de estructurar el día a día.
       Todo este tiempo ha sido dedicarme a la página que he hecho, a mi pequeño blog, […] como una
       válvula de escape. Tengo que hacer algo. […] Cuando salgo a repartir, voy con los currículums.
       Y bueno, “Hay una tienda que necesita gente”, pues dejo el currículum. Es moverse. (Parada
       CD2)

                                                                                                  11
La idea de invertir tiempo en capital –cultural o social- adquiere aquí toda su
significación. Implica usar el tiempo de manera que maximice las posibilidades de un
trabajo en un futuro próximo y, en consecuencia, la ordenación temporal cotidiana se
moviliza para sustituir la ausencia del trabajo: “me sigo levantando a las 8 de la
mañana, sigo yéndome a la calle, intentando, pues, bueno, amigos, amistades,
compañeros, gente que has conocido en tu época de trabajo.” (GD parados CD), o
“porque las amistades en esta época, hay que mantenerlas, que nunca se sabe, a ver si
te pueden dar trabajo, o dónde puede estar la oportunidad de tu vida.” (Parado LD 6.1)

Estrategia de hiperactividad doméstica masculina
Cuando, por algún motivo voluntario –no se quiere- o involuntario –no hay poder
adquisitivo-, no aparece un tiempo dedicado a la formación o ésta no ocupa un tiempo
suficiente, en el caso de algunos varones, la ausencia de actividad laboral puede llevar a
una necesidad imperante de evitar el aburrimiento a través de las únicas actividades que
parecen disponibles: las domésticas. Pero a menudo no se ocupan de todas ellas en la
misma medida, sino especialmente de aquellas asociadas a lo masculino, como son
“reparaciones”, o “actividades culinarias” según la categorización de la EET. El
ejemplo siguiente ilustra bien lo anterior:
       Eso fue la última vez que me quedé en paro, pinté toda la casa. […]. He dado plantas a mi padre,
       para cavar. […] esta semana he ido al pueblo, a ayudar a mi padre a plantar unos tomates. […].
       Es que quedarme sin hacer nada… el coco… yo no puedo. (Parado LD3)
En este tipo de casos, no prima tanto la obligatoriedad de lo doméstico, como la
necesidad de no dejar tiempo vacío. Tanto es así, que puede que el hombre por voluntad
propia presione a una mujer acostumbrada a cargar con los cuidados, que se lo delegue a
él. No con el objetivo de hacer los cuidados como tal, sino para que las horas no se
ocupen en pensar demasiado -“darle vueltas a la cabeza”-. Así lo relataba la pareja de un
parado:
       …yo antes lo hacía y ya: "Déjalo, yo lo hago", pues déjalo que yo lo hago, pues déjalo que yo lo
       hago, pues vale, pues hazlo, ya está. Es que también alguna ocupación le tengo que dar, de
       alguna forma lo tengo que tener distraído, porque un hombre sentado, levantarse y sentarse, a
       darle vueltas namás que a la cabeza, no. (Ocupada con Parado LD)
Este tipo de hiperactividad viene de que la ausencia de actividad útil concentraría la
atención en la propia situación, lo cual ha de ser evitado a toda costa. Por otra parte,
para los parados padres, es el cuidado de los niños el que resulta fundamental para dar
sentido a la actividad diaria. Los hijos no serían meramente una carga económica o de

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tiempo, sino que en muchos casos aparece como la condición de significatividad de la
existencia tanto para los parados como para las paradas, que les obliga a levantarse, a
llevarlos al colegio, hacer la comida, etc. de modo que permiten mantener la
estructuración de los días, distinguir los días laborables del fin de semana, etc. Por ello,
en la cita con que encabezábamos este apartado, quien aconsejaba a su amigo el no
levantarse pronto, por las dificultades de “rellenar” las horas, seguramente no tendría
hijos. Aunque, por otra parte, y especialmente en los varones, la inactividad puede
conllevar que la identidad de padre se vea mermada debido a sentimientos de vergüenza
frente a los hijos (Araujo, 2003: 12; Ramos, 2009: 148)

Estrategia anti-ama de casa femenina
               Entonces yo no concibo la vida sin trabajar porque para mí es un escenario que me
               complementa como persona, entonces cuando me vi en casa con un bebé y las cosas de
               casa, dije: “Dios mío, yo aquí me muero”. Entonces, digámoslo, me reinventé. (GD
               paradas)
Cuando una mujer, a menudo joven pero con expectativas de trabajar desde siempre, se
encuentra con que, en el paro, su espacio vital tiende a circunscribir al espacio
doméstico, muchas no pueden soportar la idea de quedar “encerradas”. Supuestamente
la salida al mercado de trabajo era irreversible y, de repente, el mercado cierra la puerta.
El paro rompe una estructura temporal aun en proceso de asentamiento, donde el trabajo
asalariado se hacía cada vez más central y se convertía en la norma para muchas
mujeres. Ee esta manera, esa “reinvención” expresa una estrategia activa para producir
una nueva normalidad que omita la importancia de lo doméstico. En estos casos, la
referencia al trabajo doméstico parece no ser un pilar tan recurrente en la estructuración
del tiempo cotidiano, a pesar de que tienen un perfil de alta dedicación al trabajo
doméstico-familiar. En este caso alguien puede usar también la estrategia de
acumulación de capital cultural o social que hemos señalado, pero con la particularidad
de omitir en el discurso lo relativo a lo doméstico.
       Yo las tareas domésticas las percibo como algo para mi propia supervivencia e igual que no
       hablo de cuándo me ducho ni de cuánto tiempo me ducho, ni de cada cuánto tiempo me lavo el
       pelo, tampoco hablo de mis tareas domésticas porque no son importantes. (GD paradas)
No se le otorga densidad a los cuidados, se invisibilizan, se automatizan para no
subjetivarlos como la actividad principal del día día, y quedan en un plano secundario.
Ello puede ser interpretado como el resultado de una hipersensibilidad por parte de las
mujeres socializadas en la norma de empleo a que el paro haga retornar un sentido del

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tiempo vital más propio de sus madres y abuelas. Aparecen grandes resistencias a caer
en un ritmo cotidiano marcado por las actividades domésticas. Pero en ocasiones, por
más que se trate de organizar el día sin referencia al hogar, las circunstancias pueden
obligar a estructurarlo a partir de los ritmos de los cuidados, y a que las dificultades para
evitar subjetivarlo de otra manera sean demasiado grandes. En la discusión de la cita
anterior, en el caso de una parada con cuatro hijos resulta prácticamente imposible por
una cuestión de cantidad de tiempo: “pero cuatro es que son seis horas en el día que
tienes que hacer, mi marido en algo me ayuda, pero hay que hacerlo, no es que lo
cuente, es que lo tiene que hacer alguien.” (GD paradas)

Estrategia de esfuerzos continuados
                       A mí lo que más me cuesta… yo por ejemplo no me suelo quedar en casa, casi
                       nunca; suelo salir, entonces me tengo que buscar adónde voy al día siguiente.
                       ¿Adónde vas, qué haces hoy, qué haces mañana…? Es un esfuerzo más grande
                       que mi trabajo buscar qué tengo que hacer. (GD parados LD)
Como dice el anterior parado, en esta modalidad cuesta más sobrellevar la cotidianidad
que en la presión de la vida laboral. Esta manera de estructurar los días se puede
encontrar en sujetos que están sintiendo la cercanía del límite de sus expectativas
duracionales, aunque les queda un margen para alcanzarlas. El día se pasa, pero con
dificultades, el sujeto también lo pasa. Aunque cada día hay que planificar el siguiente -
con la ayuda, por ejemplo, de la rutina de la agenda- se tiene éxito en articular algo, no
obstante, el repertorio de posibilidades se va terminando. Se mantienen algunos de los
ritmos pre-paro: -“procuro ir al gimnasio, que he ido siempre, no es caro, […] pues me
vale un poco de rutina antigua que me mantiene...” (GD parados LD). Algunos días son
iguales pero en general se consiguen distinguir y pasan más o menos rápido. En el caso
de los parados con mujeres ocupadas, los ritmos de los cuidados son fundamentales para
obligar al sujeto a construir su propio día, y también la presión de la pareja que previene
los riesgos de la potencial desestructuración del ritmo: “Que yo me levanto, y “tu te
levantas”, no como otros hombres que yo me entero que dice la mujer "¡Oh, pues mi
marido se queda hasta las tantas en la cama y no quiere hacer nada!" (Ocupada con
parado LD)

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No-estrategia de desestructuración
La última forma de llenar el tiempo que hemos delimitado se caracteriza por fracasar en
la estructuración de la cotidianidad, y por ser el periodo final de todos los esfuerzos que
se podían realizar. Nunca se da inesperadamente, sino tras haber superado ampliamente
las propias expectativas duracionales del desempleo. Ha desaparecido todo rastro de
ritmos pre-paro y ya no hay ninguna actividad que signifique el día a día. Es el que
cumple con el estereotipo del parado-víctima, representativamente en hombres que
previamente al paro asumían un rol masculino tradicional, socializados durante largo
tiempo en una norma de empleo estable, y que viven con gran conflictividad doméstica
y nula comunicación -si es que no ha habido ya separación-. En su soledad existencial
no hay posibilidad de que nadie ni nada obligue a pautar los ritmos diarios, como
veíamos en casos anteriores. En palabras de Castel (1997: 90), el parado estaría en el
límite de la inempleabilidad, como un mero inútil para el mundo: “me considero un
preindigente. Porque tengo mucha fuerza, mucha voluntad, pero los condicionantes que
el entorno me brinda me llevan a la indigencia.” (GD parados LD). Los ritmos
marcados por los hijos ya no contribuyen a darle significatividad al día. En todo caso,
pueden indicar un horario repetitivo entre cuyas horas no queda nada entre medias. No
hay “válvulas de escape” disponibles capaces de rehacer los ritmos. No se perciben
soluciones personales ni sociales. No se percibe la secuencia de los procesos, y
simplemente hay una negación inabordable: “No puedo hacer nada”, “no tengo nada”
(Parado LD2), o “¡¿qué hago?¡” (Parado LD7). “Lo que está clarísimo es que en esta
sociedad no te permiten que te bajes del tren. El tren sigue y no puedes bajarte.”
(Parado LD8). La metáfora del tren expresa el ritmo vertiginoso y constante del mundo
del trabajo que no descansa, y “bajarte del tren” significa no poder ya seguir el ritmo, no
tener posibilidad de subir en marcha porque la velocidad se ha descorporeizado.
Literalmente, uno no se ha bajado sino que ha sido arrojado: el parado queda
definitivamente parado. En fin, están desesperados, ven el “final” -“yo voy a luchar
hasta el final” (Parado LD7)- expresando su posición de supervivencia. La narración se
acaba y no hay más que decir. No hay futuro, no quedan estrategias:
       ¿Qué significa carecer de estrategias temporales y, por lo tanto, de orientaciones temporales? No
       esperar nada, algo difícil en las sociedades avanzadas; tal vez sólo susceptible de ser encontrado
       en los márgenes de la estructura social. (Callejo, 2005: 180):

                                                                                                     15
4. El paro, la vulnerabilidad, lo cíclico y el futuro. Reflexiones finales.
Como hemos visto tras las diferentes estrategias señaladas, la no-estrategia de
desestructuración es el final del proceso donde se fracasa en el intento de llenar el
tiempo. Así, el orden que hemos escogido para presentar las cinco estrategias no es
casual. Se corresponde con una secuencia –no lineal- de desestructuración en una
sociedad en crisis. Tal problemática, según Robert Castel (1997: 15), podría entenderse
a partir de los equilibrios entre las zonas que caracterizan el tipo de cohesión social:
integración, vulnerabilidad y desafiliación. De esta manera, las estrategias presentadas
podrían entenderse como formas asociadas a los momentos del proceso de
vulnerabilización que el paro implica. Pero como puntualiza Castel (op. cit.: 16), “se
trata menos de ubicar a los individuos en estas “zonas” que de aclarar los procesos
que los llevan de una zona a otra”. Así, en la zona de integración podríamos ubicar la
estrategia de acumulación de capital cultural/social, donde la vida cotidiana sigue
estructurada gracias a las circunstancias arriba descritas, si bien podemos decir que
empiezan a darse las condiciones de la vulnerabilidad. Las tres siguientes estrategias –
hiperactividad doméstica masculina, anti-ama de casa femenina, y esfuerzos
continuados- se distinguen por un malestar donde, en diferentes grados, la
vulnerabilidad se expresa cotidianamente en las dificultades de sentirse agente de la
vida propia. Aún hay márgenes para orientar la acción hacia el futuro -aunque en menor
medida en la estrategia de esfuerzos donde los soportes sociales se encuentran más
dañados-. Por último, en la que hemos llamado no-estrategia de desestructuración, la
desafiliación está ya produciéndose, se está en las puertas de la indigencia, como se
decía. En estos términos, el “parado” es una categorización que sirve al Estado para
indicar un riesgo potencial de desafiliación, y que señala justamente que la persona
sigue estando a disposición, y mantiene su condición trabajadora, y por tanto, importa.
Pero cuando la muerte social llega, ya no se será parado como tal, sino inempleable,
indigente, parásito, o cualquier otra cosa. Es ese uno de los puntos del proceso donde
cada vez más sujetos se encontrarían en el momento actual en España.
       De este modo, uno de los factores fundamentales para no terminar ahí se refiere
a aquellas estrategias que permiten mantener una orientación hacia el futuro: esa es la
clave diferencial para una “existencia que está marcada por determinados proyectos de
vida.” (Lazarsfeld et al., 1932: 113). Si no se ha llegado a un grado de desesperación
absoluta, la común subjetividad de lo temporal sabe que de algún modo, una vez
suavizados algunos efectos, habrá condiciones para volver a futurizar el tiempo:

                                                                                     16
“…tarde o temprano digo yo que saldremos de la crisis, alguna vez tendremos que
salir.” (Ocupada con Parado LD). La memoria recuerda y borra al mismo tiempo; por
un lado, sabe que lo cíclico indica que “las cosas irán mejor”, y al mismo tiempo borra
lo que también sabe: si están mejor después, un poco más tarde no cabe duda que
volveremos a oír el archirepetido “está muy mal la cosa”. Antes o después, cuando esta
crisis se pase, otra crisis sobrevendrá y el paro asolará el país y los barrios populares. A
menudo se olvida que fue lo mismo en los 90 (1992-4), en los 80 (1983-6), en los 70,
etc. No obstante, algunos parados sabían que el presente parece ser la repetición del
pasado: “yo esto ya lo he vivido, fue igual en los ochenta” (Parada LD6). En este
sentido, a pesar de que se intensifican los discursos que naturalizan el carácter cíclico
del desempleo y de la inevitabilidad de las crisis, para quienes su memoria no borró la
parte negativa de lo cíclico, saben que el periodo actual no es el último, lo que les
permite verse mucho menos afectados y crear nuevas estrategias. Estaban atentos a que
las promesas del futuro pueden ser engañosas, por lo que el contraste en el paro es
mucho menos intenso. Pero a su vez, los discursos dominantes buscan la aceleración del
tiempo para volver nuevamente a un “…sistemático sacrificio del presente en aras de
un futuro asegurado por la técnica o la utopía” (Ramos, 1992: XIII). La necesidad de
futuro se reclama por todas partes.
       Algo ha cambiado en la utopía porque es ya inconcebible que habrá buen empleo
para la mayoría: en todo caso, sería posible que en unos años pueda haber mucho, pero
no bueno. Para muchos, en sus circunstancias, aún no existe tan siquiera la posibilidad
de figurarse otro horizonte. Marta, de 34 años, trabajando desde los 14 hasta los 31, no
ha estado más de nueves meses en el mismo trabajo. Hacia el final de la entrevista y tras
recorrer su biografía, pasamos al plano del “deber ser”. Ante la pregunta sobre cómo
organizaría idealmente el tiempo de su vida, le cuesta entender el objetivo de tal
pregunta, deteniéndose a pensar unos segundos para tratar de imaginar lo que para ella
es inimaginable: “Pues yo necesito un trabajo de ocho horas todos los días. Y si es de
lunes a viernes, mejor (risas).” (Parada LD3). Una ligera risa que, bajo nuestro punto de
vista, condensa una densidad semántica riquísima sociológicamente. Implica que la
utopía del buen empleo no sólo no llegó a realizarse en su trayectoria laboral, sino que
ya nunca será verdad, al menos para ella. La imaginación sólo alcanza a soñar en una
vida que para alguna gente no tan lejana era lo normal. Pero Marta no llega a presentar
siquiera alguna de las posibles causas que, a su juicio, tendría tal situación, de por qué
las cosas eran de una manera y ahora son de otra. De por qué antes le sobraban trabajos

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malos y le faltaba tiempo, y ahora le sobra tantísimo tiempo. Es puro tiempo-entorno:
las cosas pasan, sin más. Es la radical incomprensión de una época donde, mientras
muchos no tienen nada de tiempo, otros, de tanto tiempo que tienen, no tienen nada.

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