MARIO RIVERO: EL POETA DE LOS HOMBRES ANÓNIMOS

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MARIO RIVERO:
             EL POETA DE LOS
           HOMBRES ANÓNIMOS

                                                             Federico Díaz-Granados*

                *   Poeta, periodista y docente de literatura. Autor de los libros de poesía Las voces del fuego
                    (1995), La casa del viento (2000) y Hospedaje de paso (2003) y de las antologías de nueva
                    poesía colombiana Oscuro es el canto de la lluvia (1997) e Inventario a contraluz (2001). Es
                    profesor de literatura del Colegio Santa María y subdirector de la revista de poesía Golpe
                    de Dados. E-mail: fedediazgranados@hotmail.com

236   NÓMADAS
M       e han pedido unas cuan-
tas cuartillas sobre la poesía de Mario
                                                 Él ha sido siempre un hombre
                                             solitario. Un hombre de pocos ami-
                                                                                            tor desprevenido. La suya tiene el
                                                                                            don de remover los secretos pasadi-
Rivero y no he podido saber si se tra-       gos que desde muy joven abandonó               zos del hombre con sus temblores. A
ta de un espacio amplio para decir           sus estudios de primaria para dedi-            Rivero hay que leerlo varias veces
todo lo que me suscita asomarme a            carse a trabajar con su padre en las           en la vida: en la juventud, en la
su obra, o si por el contrario, se trata     fábricas textiles de algún suburbio            vejez, y sobre todo en la soledad. Su
de un vestido apretado que me limi-          de Medellín, y quien a lo largo de             primera lectura nos sugiere el des-
ta. Porque hablar de Rivero, de su           su vida permitió la cercanía de muy            enfado. Las siguientes, reflexión. Y
importancia, de su poesía y de todas         pocos afectos. En los años que llevo           es que Rivero es el derrotado y el
aquellas cosas que nos reúnen                                                                      marginal por excelencia,
puntualmente alrededor del                                                                         como lo somos casi todos los
café, del afecto, de sus perma-                                                                    seres humanos que camina-
nentes lecciones de vida y poe-                                                                    mos por el mundo con el saco
sía, es de alguna forma hablar                                                                     de la soledad y lo vemos con
de mi propia vida y mi forma-                                                                      la tristeza empañando los
ción. Porque siempre lo he                                                                         ojos. La torpeza, la inutilidad
creído: mis amigos asisten a la                                                                    de tantas cosas, el fracaso de
academia, a los museos, al                                                                         las jornadas cotidianas, siem-
cine. Yo visito a Mario Rivero,                                                                    pre serán los temas a los que
ritual que vengo haciendo des-                                                                     inevitablemente retornare-
de hace varios años, para pre-                                                                     mos. Si la poesía sirve para
senciar el ejercicio de la                                                                         develar el significado del
lucidez en el bello oficio de las                                                                  mundo entonces la poesía
palabras, para rastrear en las                                                                     riveriana nos ayudará a mi-
cosas cotidianas el hecho poé-                                                                     rar ese mundo que él miró;
tico y las preocupaciones del                                                                      nos devuelve las palabras va-
hombre.                                                                                            ciadas, vacías. Cada palabra
                                                                                                   suya carga una secreta ense-
    Lo he visto bajar innu-                                                                        ñanza. De ahí que los jóve-
merables veces por el barrio                                                                       nes poetas acudan en su
La Candelaria hacia la Ave-                                                                        búsqueda para recoger las
nida Jiménez, perdido entre                                                                        breves lecciones de vida y
su inmenso cuerpo, con los                                                                         poesía. Esa es la prueba con-
ojos y ademanes de un niño                                                                         creta de su desapego por el
grande. Sus diarias rutinas                                                                        mundo y de su compromiso
no van más allá de las de                                                                          con una desaforada vocación
cualquier hombre anónimo                                                                           vital.
que es inquilino de una ciu-
                                       Dibujo de Mario Rivero para la portada de su libro
dad como Bogotá. Es el pri-                         Porque soy un poeta
mer visitante de la Librería                                                                     Conozco la
Lerner y allí siempre surge en tor- frecuentando al maestro, se ha re-                      insobornable tristeza
no a él alguna tertulia sobre los dis- ferido reiterativamente a muy pocos                  del tiempo
tintos asuntos que preocupan al nombres como sus verdaderos ami-
ciudadano común: política, arte, fa- gos: Alejandro Obregón, Aurelio                            Hablar de Mario Rivero es hablar
rándula, fútbol, la baja o subida del Arturo, Héctor Rojas Herazo y Ma-                     de uno de lo capítulos más interesan-
dólar o el último atentado terroris- ría Mercedes Carranza, entre otros.                    tes y fecundos de la poesía colombia-
ta. Y de ahí, de ese diario vivir y de                                                      na. Con su voz pertenece al selecto
esas pequeñas preocupaciones de la            La poesía de Mario Rivero no                  grupo de poetas insulares que han ins-
gente, nace su poesía.                   pasa impune ante los ojos de un lec-               crito su nombre en el mapa de la tra-

                                                                                                                NÓMADAS       237
dición lírica de nuestro país. ¿Para qué         De su vida nómada y sus di-       entre 1958 y 1963 en el suple-
le puede servir la poesía a un ser como     versos oficios se ha nutrido su poe-   mento dominical de El Tiempo
Rivero? Para justificarse, para castigar-   sía. En ella ha plasmado los azares    dirigido entonces por Eduardo
se, para transgredir. Sin duda perte-       que debe sortear un cantante de        Mendoza Varela, y que lo ubicó
nece a esa gran tradición occidental,       tangos, declamador, granjero,          como un poeta del devenir, de la
de la tierra donde el sol declina, don-     vendedor de libros y de obras de       truhanería y la antiacademia. Las
de nos preguntamos por la inmortali-        arte, trapecista, editor y volunta-    cosas humildes, el asfalto, las lu-
dad del alma y el devenir en el tiempo,     rio de guerra, y manejador de to-      ces de neón y el olor de la gasoli-
donde la relación con Dios y el golpe       reros, entre otros, para sobrevivir    na tenían su portavoz lírico. Él tan
de calendario tanto preocupan al hom-       en un tiempo tan complejo, caó-        sólo quería contar historias, de ahí
bre moderno. Es su palabra                                                                   que su posterior poesía
un homenaje a la memoria                                                                     estuviera llena de pala-
para desterrar a los que ol-                                                                 bras como balada, tango,
vidan y a partir de la medi-                                                                 saga, etc. Desde enton-
da exacta del alma medir                                                                     ces la poesía colombia-
las circunstancias del exis-                                                                 na no volvió a ser la
tir y hacer de sus temas un                                                                  misma. Al finalizar el si-
inventario de desencantos.                                                                   glo pasado, dicho libro
                                                                                             fue catalogado dentro de
      Para Rivero, la vida siem-                                                             los veinte más importan-
      pre se antepone al arte y a                                                            tes de la poesía colom-
      la literatura. El escritor                                                             biana en el siglo XX en
      Guido Tamayo afirma en                                                                 las diferentes encuestas
      el prólogo del libro Porque                                                            realizadas a críticos, poe-
      soy un poeta (Conversacio-                                                             tas y periodistas.
      nes con Mario Rivero):
      “Recuerda a Cioran en su                                                                    Años después de su
      constante empeño por
                                                                                              aparición, el escritor y crí-
      “creer”, sin conseguirlo.
                                                                                              tico Andrés Holguín ha-
      No obstante su descrei-
      miento de la condición                                                                  bría de sentenciar:
      humana y, para sorpresa
      del lector –y mía–, Mario                                                               “Cuando Mario Rivero
      Rivero posee una concien-                                                              publicó sus Poemas urbanos,
                                                                                             en 1963, este libro lo situó
      cia de la trascendencia,
                                                                                             en un primer plano. Fue
      una forma particular de
                                                                                             elogiado, con razón, por
      entender y vivir lo religio-
                                                                                             Nadaístas y no Nadaístas.
      so que nos hará aún más
                                                                                             Poesía peculiar, fuera de
      compleja su personalidad”
                                                                                             serie, nueva, de un andar
      (Rivero, 2000, p. 13).                                                                 sonámbulo en medio de
                                                      Mario Rivero, 1959                     las cosas habituales. Poe-
     Nacido en Envigado,                                                                     sía, sí, de la vida diaria, pero
Antioquia, en 1935, Rivero ha sido          tico y adverso para toda propues-         en profundidad, con honda intui-
siempre un “husmeacosas, un                 ta estética.                              ción de lo real más allá del motivo
cuentacosas” (como dice en uno de                                                     fútil. Poesía densa, opaca,
sus más bellos poemas), que ha                                                        insonora, desarticulada, que a ve-
                                                                                      ces hechiza, subyuga. En varios
deambulado por el mundo tras el ras-        Poemas urbanos                            volúmenes posteriores esta poesía
tro esencial de la vida, traduciendo                                                  de Rivero se ha afirmado, y ha
el alma del hombre anónimo, triste,            En 1963 apareció Poemas urba-          buscado un cauce distinto a tra-
del antihéroe en la palabra y el he-        nos en su primera edición, libro          vés de sus Baladas”(Holguín,
cho poético.                                que recogía poemas publicados             1974, p. 279).

238      NÓMADAS
Sus textos sobre una ciudad con         cias parecen ser marginales ante           do la exactitud. Y “la poesía es
humos de metrópoli recrearon el dia-         los grandes acontecimientos. Por           exactitud”, ha dicho Cocteau”
rio vivir de unos habitantes con             eso se destacan las figuras de pros-       (Jaramillo, 1991, p. 498).
guiños de ironía y trasfondo de lá-          titutas y borrachos, obreros forni-
                                             dos y otras personas humildes...”
grimas. Y es que esa reinvención de                                                 Mil instantes de vidas
                                             (Alstrum, 2000, p. 75).
la realidad urbana la convirtió en un                                               distintas
puñado de versos multicolores. Des-
de su lenguaje irreverente, el poeta         En la obra de Mario Rivero el              Rivero tomó los grandes temas
se burla del entorno alienado que        lector se regocija y se entristece; con-   de la poesía como el amor, la muer-
preside la ciudad, hasta un univer-      templa instantáneas de su inútil tra-      te, la soledad, la añoranza; temas
so donde ingresan con la nostalgia       jín como si fueran un collage de fotos     representativos de la modernidad,
la reflexión del ciudadano marginal      viejas. Y esos obreros, modistillas,       y los habitó del desencanto, el des-
y sus acciones cotidianas. Uno de los    rameras, vendedores callejeros, con-       asosiego, la duda, en una original
más interesantes apor-                                                                            forma de poetizar, con-
tes de Rivero fue nom-                                                                            tando en verso las his-
brar asuntos antes poco                                                                           torias callejeras, los
visitados por la poesía                                                                           pequeños dramas de
colombiana; tan her-                                                                              los seres anónimos.
mosa resulta la imagen
sorpresiva de aquella                                                                                  Su vasta obra poé-
Virgen de la Amnesia                                                                               tica se encuentra re-
como la de las calles                                                                              unida en más de quince
de La Candelaria, de                                                                               volúmenes publicados a
“las muchachas amon-                                                                               lo largo de los últimos
tonadas en la habita-                                                                              cuarenta años, como
ción que emanaban                                                                                  Poemas urbanos (1963),
una gran niebla dul-                                                                               Noticiario 67 (1967), Y
ce”, la vendedora de                                                                               vivo todavía (1972, Pre-
crispetas con el vien-                                                                             mio Casa de las Améri-
tre puntiagudo, el pa-                                                                             cas), Baladas sobre
seante solitario del                                                                               ciertas cosas que no se
Parque Nacional, el                                                                                deben nombrar (1973) ,
                                         Mario Rivero con Federico Díaz-Granados
crudo retrato del padre                                                                            Mis asuntos (Antología,
oloroso a aceite entre                                                                             1980), Los poemas del in-
su overol azul, y el dolor de encon-     formaron desde entonces el inmen-          vierno (1984), Vuelvo a las calles
trar los sitios del recuerdo destrui-    so universo de la poética riveriana.       (1989), Del amor y su huella, (1992),
dos, sin aromas ni misterios, apenas     La de la muchedumbre anónima y             Poema con cámara, Camirí 1967,
rescatados por su memoria.               marginal. De igual forma, el poeta         (1997), Flor de pena (1998), Qué co-
                                         Darío Jaramillo señaló                     razón (1999), V Salmos penitenciales,
   “A través de su obra abundan los                                                 (1999), La balada de los pájaros
   retratos, la anécdota y el comen-         “Una hipótesis ya imposible sería      (2001), Elegía de las voces (2002),
   tario periodístico del cronista que       que Rivero no hubiera publicado        Remember Spoon river (2003) y Bala-
   nos hace ver todo el panorama             más que ese libro: Poemas urba-        da de la gran señora (2003), libros que
   nocturno y diurno de la gran me-          nos. En ese caso, que el tiempo ya     crean un puente de ida y regreso den-
   trópoli con sus luces de neón, su         descartó por la publicación de
   mugre, sus crímenes y sucesos
                                                                                    tro de su misma poética, pasando del
                                             otros volúmenes, Mario Rivero se-
   banales, sus efímeras glorias, sus        ría importante por haber protago-
                                                                                    desenfado a la melancolía, de la re-
   escenas desagradables de miseria          nizado una ruptura, por haber          flexión a la imprecación, del amor al
   y las tragedias de hombres y mu-          abierto caminos, por haber inten-      desamor, reinventando su propia voz
   jeres desconocidos cuyas existen-         tado la claridad, por haber logra-     y sus propios sueños en cada volumen.

                                                                                                          NÓMADAS          239
Al preguntarle al poeta Fernan-           poesía colombiana de todos los tiem-          da de las cosas perdidas; y, los V salmos
do Charry Lara por la poesía de               pos. Con maestría, Rivero ha sabido           penitenciales entre otros tantos textos,
Rivero, éste contestó: “Los motivos           hablar de las tristes gentes anónimas         hacen parte de la insobornable anto-
de la poesía de Mario Rivero son              de nuestras ciudades, de sus sueños y         logía que realiza el tiempo. Son poe-
tomados no solamente de lo coti-              de sus fracasos y a ello le ha dado           mas habitados por las distintas lecturas
diano sino también de lo urbano.              como fondo los frenazos de los buses,         que marcaron al poeta desde su in-
Son una reveladora mirada sobre las           el vocinglero de los vendedores am-           fancia: la sencillez de los poetas nor-
cosas que a diario nos rodean, pe-            bulantes, la suciedad de las calles, la       teamericanos, la sabiduría de la poesía
netrando su misterio sin descartar            luz turbia de los hoteles de paso”            china, Francoise Villón, Charles
su banalidad. Por eso los poemas de           (Carranza, 1989, p. 7).                       Baudelaire, la Biblia, Enrique Santos
Rivero simulan pobreza en                                                                               Discépolo, Agustín Lara y
recursos expresivos, por-                                                                               Carlos Gardel, consciente
que están comprometidos                                                                                 siempre de que la poesía es
con un lenguaje que ante                                                                                la matriz de la música y de
todo quiere ser directo:                                                                                que el epicentro de la mú-
una visión honda y senci-                                                                               sica popular latinoamerica-
lla de la realidad. La dia-                                                                             na reside en el tango y el
fanidad de la palabra se                                                                                bolero, ritmos que sirven de
relaciona con el fácil en-                                                                              escenario a muchos de sus
tendimiento de unas imá-                                                                                poemas.
genes que quieren ser de
comprensión inmediata:                                                                                  “Esos términos de Balada,
nada de metáforas y                                                                                     Saga, Tango, etc., y los te-
vocablos suntuosos o her-                                                                               mas mismos de sus poemas
                                                                                                        señalan una circunstancia
méticos o simplemente
                                                                                                        tan elemental que su men-
complicados, sino que se                                                                                ción es casi embarazosa:
entreguen totalmente a la                                                                               Rivero quiere contar. El pro-
sensibilidad del lector”.                                                                               pósito no es deslumbrante-
                                                                                                        mente nuevo, y sólo dentro
     La cercanía de Rivero                                                                              del país cabe la mención de
con la esencia de la vida en                                                                            algunos nombres; los relatos
todas sus manifestaciones y                                                                             de De Greiff, algunos inten-
                                                                                                        tos en ese sentido de Alva-
en sus distintas visiones es-
                                                                                                        ro Mutis (Maqroll) o de
téticas lo han formado como                                                                             Cote Lamus. Si Mario
un autor educado en la aca-                                                                             Rivero ocupa un sitio tan
demia del mundo, que                                                                                    destacado en la actual poe-
desmitifica la grandilocuen-                                                                            sía colombiana, esto se debe
cia de la literatura y crea la                                                                          pues, no a lo rebuscado, a lo
belleza con la palabra. Esa                                                                             “original” de un concepto,
fuente suprema del misterio                                                                             la forma de poetizar, sino a
creador donde el malevaje,         Dibujo de Mario Rivero, para la portada del libro Mis asuntos        la tenacidad y a la firmeza
                                                                                                        con que se ha aferrado a él,
los orilleros el bajofondismo,                                                                  y a la reciedumbre con que se ha
los arrabales y los cafetines dejan su        Poemas como Palabras a un amigo                   abrazado a su visión, a sabiendas del
testimonio a través de la voz del poe- que se llama Dios; Tangos para Irma la                   precio que hay que pagar por esas
ta. A lo que María Mercedes Carranza dulce; Una flor para Vincent; Momen-                       fidelidades o esas fantasmagorías”
agregó: “Pues bien, ese niño grande to para Saulo Salinas; Balada de los                        (Valencia Goelkel, 1973, p. 8).
que regala manzanas y versos ha es-           hombres hambrientos; Balada de
crito lo que es a mi parecer, una de las      Juanito Goez alias “El hombre” (a peti-           En 1972 fundó, en compañía de
obras más sólidas e interesantes de la        ción del honorable y con sonido); Bala-       sus amigos Aurelio Arturo, Fernan-

240     NÓMADAS
do Charry Lara, Giovanni Quessep         la más fuerte tradición lírica colom-           en ese entonces dieron el nombre de
y Jaime García Maffla, la revista Gol-   biana. También ejerció la crítica de            Rivero. Además lo respaldaba su
pe de Dados, la más importante pu-       arte durante más de treinta años.               cultura sobre arte clásico y contem-
blicación de poesía de Colombia en       Desde niño le gustó la pintura y di-            poráneo pues había tenido la opor-
los últimos treinta años, que además     bujaba “monitos” para distraer su               tunidad de ver mucha pintura en
da nombre a toda una generación          soledad. Además muchos días de su               libros y exposiciones, pues entre sus
que se formó a través de sus pági-       adolescencia los pasó en la Biblio-             múltiples oficios, acompañó como
nas. Ha sido Golpe de Dados otra de      teca Piloto de Medellín devorando               guía a dos excursiones de arte a
las aventuras riverianas que ha so-      cuanto libro se le atravesara. Tam-             Europa.
brevivido. Desde ese primer núme-        bién acudió por curiosidad a la Es-
ro, fechado enero-febrero de 1973,       cuela de Bellas Artes de Medellín                   De aquellos momentos quedan
y que traía poemas de Vicente            en tiempos en que la dirigía Rafael             muchos testimonios. Páginas de la re-
Aleixandre, Aurelio Arturo, José         Sáenz y estudiaban Augusto Ren-                 vista Diners, de El Espectador, del Ca-
Emilio Pacheco y Mario Rivero, has-      dón, Aníbal Gil y Fernando Botero.              lendario Propal y libros que dedicó a
ta el número 187, fechado enero-fe-      Años después, luego de que Walter               varios pintores. En 1972 publicó el pri-
brero de 2004 y recién salido de los     Engel, crítico de arte de El Especta-           mer libro que se escribió sobre Fer-
talleres de ABC (donde siempre se        dor renunciara al diario para radi-             nando Botero y posteriormente
ha editado la revista), Golpe de Da-     carse en Canadá, Mario entró a                  dedicó extensos volúmenes a Obre-
dos ha conservado su sobriedad, su       enriquecer el debate sobre el arte              gón, Rayo, Manzur y Negret. Sobre
mismo diseño, tamaño, tipo de pa-        nacional desde esas páginas, en tiem-           aquellos días, sobre el oficio de la
pel, y exacto número de páginas. En      pos en que Marta Traba y Casimiro               crítica de arte en Colombia, sobre
ellas se han divulgado poetas de dis-    Eiger dominaban el panorama de la               Marta Traba, Rivero es contundente:
tintas generaciones, colombianos y       crítica nacional. Don Guillermo
                                                                                            “Marta miró mucho al porvenir,
extranjeros, y entre los números me-     Cano indagó entre artistas sobre                   con su mirada visionaria, pero yo
morables que vale la pena destacar,      quién podía reemplazar a Walter                    diría que desconoció, es decir,
menciono los monográficos dedica-        Engel y seis de los más prestigiosos               negó nuestro pasado, y más aún
dos a poetas como Héctor                                                                           lo destruyó (...) Por qué se
Rojas Herazo, María Mer-                                                                           retira de la crítica: “Me re-
cedes Carranza, Alvaro                                                                             tiro de la crítica por can-
Mutis, Aurelio Arturo, así                                                                         sancio. Veinte años hice
                                                                                                   crítica en Diners ininte-
como las traducciones de
                                                                                                   rrumpidamente, también
poetas norteamericanos                                                                             en Propal, pero ante todo
contemporáneos realiza-                                                                            porque sé cual es mi oficio.
das por Jaime Manrique                                                                             Yo soy un poeta (...) A mí
Ardila, y los poetas rusos                                                                         me merecen un gran res-
del Siglo de Plata vertidos                                                                        peto los críticos e historia-
por Jorge Bustamante, en-                                                                          dores que organizaron y
                                                                                                   organizan el devenir del
tre otros.
                                                                                                   arte, lo clarifican y lo pre-
                                                                                                   sentan a los ojos de la
                                                                                                   historia; no la crítica cir-
Balada de las                                                                                      cunstancial, mundana, es
cosas perdidas                                                                                     decir, de acuerdo con las
                                                                                                   modas, y que también po-
   A Mario Rivero siem-                                                                            dría ser definida como “los
                                                                                                   almuerzos del crítico”, así
pre se le ha visto conta-                                                                          como antaño se decía res-
giado de la poesía, desde                                                                          pecto a las obritas menores
su infancia hasta hoy                                                                              de pintores como Vásquez
cuando su bibliografía se                                                                          Ceballos, “los almorzaderos
ubica en el meridiano de          Libro de Mario Rivero sobre la pintura de Fernando Botero        del pintor (...) La crítica de

                                                                                                                 NÓMADAS            241
arte difiere totalmente de la teo-    sensaciones, siendo este la primera       llegados al territorio de la fábula; en
      ría filosófica del arte, en cuanto    derrota de los hombres. Del amor y        el que la poesía pasó a cumplir una
      que en la llamada crítica de arte     su huella es un volumen de fascina-       suerte de milagro o taumaturgia.
      se discute ya es sobre los méritos    ción por el lenguaje, donde la poe-
      individuales de la obra, y precisa-
                                            sía hace vigilia a través de sus signos       Los retratos de la noche, la casa
      mente aquí es donde entra hoy a
      operar esa progresiva mistificación   desconocidos por un país cerrado a        de la memoria, el viaje que no
      que rodea al arte y al artista, la    sí mismo, ungido por la muerte y el       exorciza los fantasmas sino que
      que tanto ha venido a transfor-       desalojo de la alegría; sin duda otro     ayuda a convivir con ellos; el mis-
      mar lo que en otra época fue dig-                                               mo, eterno e irreverente tiempo
      no y hermoso trabajo de artesanos,                                              permanece en el hecho poético
      en una actividad regida ya en                                                   donde la vocación creadora se si-
      todo por la publicidad (...) una                                                túa una vez más en el hemisferio
      actividad de mercaderes, y tam-                                                 de la reflexión y el hombre, desde
      bién muchas veces de (...) far-
                                                                                      una auténtica voz personal, que
      santes” (Rivero, 2000, pp. 111,
      119-121).
                                                                                      busca la ruta desconocida de un
                                                                                      paraíso, de un idioma lejano de
    La suya es una poética que se                                                     Babel y de una belleza anclada en
desprende del paisaje, que nace en                                                    los litorales del corazón, que sin
las entrañas de la naturaleza para                                                    duda es la verdadera sede de la
arribar al hombre, poblándolo de sus                                                  memoria, la sede del pensamiento.
fantasmas, dolores y derrotas en esta                                                 En 1964 Gonzalo Arango había
aventura fugaz que es la vida, sin                                                    descifrado la poética riveriana:
otorgar optimismos ni esperanzas.
                                                                                          “Así es la poesía de Mario: mara-
                                                                                          villosa y humana; rutilante y con-
Canción de los                                                                            tingente; tierna y despiadada.
perdedores                                                                                Poeta del devenir, de la truhane-
                                                                                          ría, de las cosas humildes, de los
                                                                                          despojos del festín de la acade-
     Desde su primer libro, Rivero                                                        mia y la literatura oficial. En una
tomó partido por el hombre, por la                                                        palabra: poeta de lo anti-poético.
libertad, siendo el tiempo una cons-                                                      Yo, y todos los poetas de mi gene-
tante estación a la que llegan todos                                                      ración Nadaísta que rivalizan con
los temas de su poesía. En Baladas el                                                     él por los honores de una prima-
paisaje y lo irracional se visten con                                                     cía estética, creemos que Mario
                                                                                          es uno de los más netos y puros
la piel de la palabra, habitando el
                                                                                          poetas actuales; que es uno de los
sueño y la intuición con los ritmos                                                       grandes poetas colombianos, que
del asombro; en Vuelvo a las calles,                                                      se pueden contar con los dedos
el tiempo gravita en calles donde los                                                     de la mano”(Arango, 1964, p. 8).
fantasmas y demonios encuentran su
hábitat, con la metáfora como un                                                           Si bien el tiempo es el eje alre-
fuerte estallido de emociones, y la                                                   dedor del cual giran los temas de
vida y la ciudad como divisa máxi-                                                    la libertad, entonces la muerte, el
ma de la reflexión. En general en el                                                  silencio, la palabra y la noche se
grueso de su poética el eje temático                                                  convierten en temas domésticos con
son la ciudad y el cuerpo; la prime-        de los libros de Rivero que marcan        sus esquinas desconocidas como
ra como espacio de convivencia, de          una ruptura. Y desde ahí su poesía        todas las esquinas del mundo y ha-
paisaje o antipaisaje de sus habitan-       se volcó hacia la infancia y la vejez     bitadas por los hombres, con sus es-
tes, y el segundo como capital de sus       y su universo mítico, con sus héroes      plendores y zozobras que habitan la
heridas, sus dolores y la magia de las      y antihéroes, sus pequeños milagros       poética de Mario Rivero con apari-

242      NÓMADAS
ciones en algunos poemas y libros y     deja un puñado de versos que per-     gués Eugenio de Andrade. Estamos
que cobran vigencia nuevamente          siguen una razón ética para vivir.    de acuerdo, parece contestar la poe-
en sus últimos libros,                  Y son los desahuciados, los burla-    sía de Rivero. Pero el futuro del hom-
                                        dos y tardíos que miran perplejos     bre no nos interesa desfigurado y ahí
   “La nueva poesía colombiana          e inocentes los que protagonizan      sobrevivirá la eterna y misteriosa
   deudora toda ella de Rivero, ha      su poesía.                            poesía. Ausencia y presencia, vacío
   disfrutado pero no aprovechado a                                           y plenitud, duda y certeza, estarán
   cabalidad su lección. Quizá este                                           presentes por siempre en la palabra.
   libro que reúne veinte años de su       Desde Homero hasta San Juan
   trabajo, no distanciado del mal      de la Cruz, de Virgilio a William
   gusto, no ignorante de sus
                                                                                            Del desarraigo, de la
   estrepitosas caídas, permi-                                                          derrota, del desengaño y
   ta reconocer su impor-                                                               la soledad nace la poesía
   tancia dentro de nuestra                                                             de Mario Rivero. Esa es
   literatura. Un lugar donde                                                           su gran lección. Una poe-
   la imagen se hace palpable                                                           sía que coloca su voz al
   y el pensamiento sensación                                                           servicio del antihéroe, de
   instantánea; donde la
   anécdota en lugar de anu-
                                                                                        los hombres anónimos que
   lar potencia el discurso.                                                            construyen su biografía a
   Donde existe el desdén                                                               partir de la tristeza. Ri-
   pero también el júbilo, y la                                                         vero, el mismo que marcó
   exultación convive con la                                                            una ruptura en la poesía
   pesadumbre. Un lugar en                                                              colombiana con Poemas
   fin, que sólo puede ser el
                                                                                        urbanos, nos muestra aho-
   de nuestra derrota”(Cobo
   Borda, 1980, p. 5).
                                                                                        ra un tono más reflexivo,
                                                                                        donde la palabra queda
                                                                                        decantada ante al asom-
El husmeacosas,                                                                         bro de la música. Rivero
el cuentacosas                                                                          deja a las nuevas genera-
                                                                                        ciones de poetas colom-
    Sin duda Mario Rivero                                                               bianos, el magisterio de
colocó a la poesía colom-                                                               una poética atravesada
biana a la altura de su                                                                 por la vida y el milagro del
tiempo pues en sus pala-                                                                tiempo que habita en el
bras se pueden reconocer                                                                hombre.
los gestos de un país ca-
rente de misterio. Por eso                                                                  Del bando de los
los jóvenes poetas de su                                                                equivocados, los disper-
país lo buscan como a un                                                                sos, los roncos y débiles
secreto confesor para que                                                               viene la poesía de Rivero.
revise sus primeros inten-                                                              Y así, mientras mis ami-
tos y los aconseje. Es in-                                                              gos siguen asistiendo a la
cuestionable: la poesía colombiana      Blake, desde el lamento del pobre     academia, al cine, a los museos, yo
necesitaba las certidumbres y las he-   Job hasta Fernando Pessoa, la mayor   sigo asistiendo a la cita puntual:
ridas de un poeta como Rivero, que      ambición del quehacer poético siem-   visito a Mario Rivero en su casa de
nos hablara al oído de nuestras tan-    pre ha sido la misma: Ecce Homo pa-   La Candelaria, sigo acudiendo a la
tas pesquisas, de nuestra mar-          rece decir cada poema. He aquí al     lección de lucidez del amigo, del
ginalidad para reconciliarnos con el    hombre , he aquí su fugacidad so-     poeta, del maestro. Hablamos lar-
hecho de estar vivos. Desde ese des-    bre la tierra. Porque el futuro del   go, miramos con sorna y sospecha
arraigo y marginalidad, Rivero nos      hombre es el hombre, dice el portu-   el mundo, y le pido que me lea una

                                                                                                  NÓMADAS       243
vez más uno de sus poemas que más            humanos olores/ caminan para bus-
me conmueven:                                car un aroma imbuscable/ el de los      Bibliografía
                                             tallos de las flores muertas y de los
      La balada de los hombres               pétalos podridos/ el olor que al mis-   ALSTRUM, James, La generación desencan-
                                             mo tiempo es/ el olor de la muerte y       tada de Golpe de Dados, Ediciones Uni-
            hambrientos                                                                 versidad Central, Bogotá, 2000.
                                             el olor del nacer/
                                                                                     ARANGO, Gonzalo, Lecturas Dominicales,
      Los hombres hambrientos tienen         Se cubre de moho el corazón/ de            El Tiempo, Bogotá, abril 17, 1964.
      oro/ casas con retretes de mármol/ y   estos hombres hambrientos/ Se           CARRANZA, María Mercedes, Jueves Cul-
      vestidos suntuosos/ Pero no puedo      entrecruzan a la deriva No se ven          tural, La Prensa, Bogotá, noviembre 30
      matar el hambre y la sed/ del tigre    Son muchos en movimiento/ Sus              de 1989.
      de sus ojos/                           mujeres lavadas en aguas de caros       COBO BORDA, Juan Gustavo, Lecturas
                                             perfumes sintéticos/ adustan ace-          Dominicales, El Tiempo, Bogotá, mayo 5,
      Los hombres hambrientos son/ en        chan también/ aquel olor que al-           1980.
      alguna forma hermosos/ por una         canza los huesos/ Si levantan las       GARCÍA MAFFLA, Jaime, Gaceta de
      magia mortal y execrable/ sus oídos    cabezas hacia cosas más altas/ no         Colcultura, octubre, 1992.
      se han vuelto sordos/ Pero los hom-    distinguen otra cosa que el viento/     HOLGUÍN, Andrés, Antología crítica de la
      bres hambrientos simulan oír/ y pa-    Remeros esclavos en un gran bajel          poesía colombiana 1874-1974, Biblioteca
      gan bien a sus cantores/               de oro/ van los hombres y mujeres          del centenario del Banco de Colombia,
                                             hambrientos.../                            Editorial OP gráficas, Bogotá, 1974.
      Pregonan una extraña desespera-                                                JARAMILLO Agudelo, Darío, Historia de la
      ción/ han perdido el recuerdo de los                                              poesía colombiana, Casa de Poesía Silva,
                                                                                        Bogotá, 1991.
                                                                                     RIVERO, Mario, Porque soy un poeta, Casa de
                                                                                        Poesía Silva, Bogotá, 2000.
                                                                                     VALENCIA Goelkel, Hernando, “Sobre un
                                                                                        arte de trovar”, El Periódico, Bogotá, enero
                                                                                        14, 1973.

244      NÓMADAS
IEPRI

        NÓMADAS   245
246
NÓMADAS
                       Las
                 ILUSTRACIONES
          Auguste Le Moyne, Ch ampán remontando el río Magdalen a, 21 x 28 cm, tinta m arrón/pape l, c . 1828
• Las portadillas que separan las seis secciones de la revista, reproducen obras -y detalles- de ÓSCAR
  JARAMILLO , importante grabador y dibujante antioqueño. Estas obras provienen de su reciente
  libro publicado por el Museo de Antioquia (2004), que contiene un amplio estudio de Alberto
  Sierra Amaya, curador del libro (las fotografías de los grabados son de Carlos Tobón).
• El comienzo de cada uno de los artículos, con excepción de los correspondientes a la Sección VI,
  llevan tramado en el fondo un detalle de mural de José Clemente Orozco (ps. 10, 26, 36, 46 y 56)
  o de Diego Rivera (ps. 66, 76, 86, 102, 112, 128, 140, 152, 160, 170, 180, 194 y 210), tomados
  del libro Modern Mexican Art de Laurence E. Schmeckebier, publicado por The University of
  Minnessota en 1939 (no se dan los nombres de los fotógrafos).
• Las obras de Fernell Franco, Óscar Muñoz, Éver Astudillo, Alicia Viteri, Eladio Vélez, Leonel
  Góngora, Alfredo Guerrero, José Antonio Suárez, Beatriz González, Maripaz Jaramillo, Pedro
  Alcántara, Bernardo Salcedo, Felisa Burzstyn, Guillermo Wiedemann, Juan Antonio Roda,
  Cornelis Zitman... fueron tomadas de los catálogos de exposiciones individuales o colectivas rea-
  lizadas a lo largo de 25 años en la galería del Instituto Colombo-Americano, el Museo de Arte
  Moderno de Bogotá, el Museo La Tertulia de Cali, el Museo de Arte de la Universidad Nacional,
  la Biblioteca Luis Ángel Arango y el Museo Nacional de Colombia.
• Las obras de S ATURNINO RAMÍREZ provienen de su único y reciente libro, publicado por Ediciones
  Jaime Vargas & Museo de Arte Moderno de Bucaramanga. Bogotá, 2004, 250 ps.
• Las obras de ENRIQUE G RAU , quien falleció en Bogotá el pasado 1 de abril, pertenecen a su último
  libro, publicado en Villegas Editores este año.
• Los dibujos indígenas que aparecen tramados al finalizar muchos de los artículos son detalles de
  pinturas y dibujos sobre cerámica y en sellos de piedra de artistas precolombinos pertenecientes a
  las culturas Tumaco, Quimbaya y Sinú; las obras originales se encuentran en el museo arqueoló-
  gico «Casa del Marqués de San Jorge» de Bogotá.
• El final de cada artículo está adornado con grabados del siglo XIX, tomados del libro La tierra y
  sus habitantes (Tomo III), publicado en Madrid por la Editorial Erisa en 1981, que reune solo las
  ilustraciones de la edición original (1879) dedicada a los viajes por “las cinco partes del mundo”
  de “los más célebres viajeros”; son grabados en madera que reproducen un dibujo original, que,
  en algunos casos, reproduce una fotografía, todo esto gracias a la ausencia de una tecnología que
  permitiera reproducir directamente las fotografías de los viajeros. Uno de los más fecundos y fa-
  mosos ilustradores de la época fue Riou, cuyos dibujos fueron pasados a la madera por diferentes y
  hábiles grabadores.
• Las fotografías de Fernando Oramas (ps. 220 a 235) fueron tomadas para Nómadas por OLGALUCÍA
  JO RDÁN, y las de Mario Rivero (ps. 236 a 243) por PATRICIA LEÓN (marzo de 2004, Bogotá).
• Los cuadros La fe del indio carbonero de Ramón Torres Méndez y Por las velas, el pan y el chocolate
  de Epifanio Garay, pertenecen al Museo Nacional de Colombia, con quien se ha convenido su
  reproducción en este número de Nómadas.
• Le agradecemos a la Biblioteca Luis Ángel Arango el habernos permitido ilustrar la revista con
  las imágenes de obras de Francois Desiré Roulin, grabados todos de 1825 y permitirnos también la
  reproducción de obras de Ignacio Gómez Jaramillo y Óscar Muñoz.

                                                                                            NÓMADAS      247
u.
                ANDES

248   NÓMADAS
Arte, Letras,
   Naturaleza y
   Ciudad
        PREMIO ATILA 2003 • El Parque de Zipaquirá,
   Lisandro Duque • Carta abierta al señor Presidente de
   los colombianos, Robinson Quintero • Pequeña arqueo-
   logía de barrio, Ricardo Méndez • Los Tiranos, la ciudad
   y el territorio, Luis Fernando Molina P. • Fragmentos
   sobre plantas marginales, José Manuel Jaramillo • Libro
   de Viajes, Rodolfo Häsler • CUENTOS, Roberto Burgos
   Cantor, Juan Manuel Roca, Joe Broderick, Peter
   Schultze-Kraft, Santiago Mutis D. • La consolación
   poética, Jorge Zalamea • POESÍA, Blanca Wiethüchter,
   Kostís Palamás, Yorgos Moleskis, Alda Merini • La ex-
   periencia del mar, Leonardo Archila • Entrevista con
   LUIS F AYAD, Jineth Ardila • ¿Así que no somos humanos?,
   Jorge Riechmann • SYBERBERG, León García.
        Distribuye Siglo del Hombre Editores:
               Tel.: 3377700 - Bogotá

CREPS

                                            NÓMADAS       249
NÓMADAS
              Departamento de Investigaciones
                    Universidad Central
                          Bogotá

                                          Requerimientos
         E     l Número 21 de la Revista Nómadas estará dedicado al tema Medios Masivos de Comunicación
      y Sociedad del Conocimiento y de la Información. Los interesados en escribir para esta edición deberán
      proponer al DIUC su artículo –vía correo electrónico o por el medio que esté a su alcance– en un
      resumen no superior a una página; en párrafo adicional identificar la investigación o línea de inves-
      tigación en la cual se fundamenta el tema que se propone, así como el estado en el que se encuentra
      dicha investigación. Esta propuesta se hará llegar antes del 31 de julio de 2004. El consejo editorial
      del número discutirá su pertinencia y se comunicará con el proponente. En caso de ser aceptado, las
      condiciones formales para la presentación del escrito definitivo son: extensión máxima de trece cuar-
      tillas tamaño carta, doble espacio, letra de 12 puntos. Incluirá un breve resumen inicial máximo de
      ocho renglones que deberá presentarse tanto en español como en inglés; el título no podrá exceder
      de seis palabras. La reseña biográfica del autor ocupará máximo dos líneas en nota a pie de página e
      irá en la página 1. El artículo incluirá seis palabras clave que recojan sus ideas fundamentales. La
      citación se hará dentro del texto utilizando paréntesis y relacionando el libro en la bibliografía (cita-
      ción americana). El ensayo se puede remitir vía E-mail a: nomadas@ucentral.edu.co en documento
      adjunto de word o impreso con su correspondiente disquete a la calle 75 No. 15-91 piso 6º. Departa-
      mento de Investigaciones Universidad Central.

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      de correo). Con la suscripción por 2 años se entrega un CD de los 10 primeros números de la revista.
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      nes Universidad Central. DIUC o la casilla de correos nomadas@ucentral.edu.co

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