MARIO RIVERO: EL POETA DE LOS HOMBRES ANÓNIMOS
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MARIO RIVERO: EL POETA DE LOS HOMBRES ANÓNIMOS Federico Díaz-Granados* * Poeta, periodista y docente de literatura. Autor de los libros de poesía Las voces del fuego (1995), La casa del viento (2000) y Hospedaje de paso (2003) y de las antologías de nueva poesía colombiana Oscuro es el canto de la lluvia (1997) e Inventario a contraluz (2001). Es profesor de literatura del Colegio Santa María y subdirector de la revista de poesía Golpe de Dados. E-mail: fedediazgranados@hotmail.com 236 NÓMADAS
M e han pedido unas cuan- tas cuartillas sobre la poesía de Mario Él ha sido siempre un hombre solitario. Un hombre de pocos ami- tor desprevenido. La suya tiene el don de remover los secretos pasadi- Rivero y no he podido saber si se tra- gos que desde muy joven abandonó zos del hombre con sus temblores. A ta de un espacio amplio para decir sus estudios de primaria para dedi- Rivero hay que leerlo varias veces todo lo que me suscita asomarme a carse a trabajar con su padre en las en la vida: en la juventud, en la su obra, o si por el contrario, se trata fábricas textiles de algún suburbio vejez, y sobre todo en la soledad. Su de un vestido apretado que me limi- de Medellín, y quien a lo largo de primera lectura nos sugiere el des- ta. Porque hablar de Rivero, de su su vida permitió la cercanía de muy enfado. Las siguientes, reflexión. Y importancia, de su poesía y de todas pocos afectos. En los años que llevo es que Rivero es el derrotado y el aquellas cosas que nos reúnen marginal por excelencia, puntualmente alrededor del como lo somos casi todos los café, del afecto, de sus perma- seres humanos que camina- nentes lecciones de vida y poe- mos por el mundo con el saco sía, es de alguna forma hablar de la soledad y lo vemos con de mi propia vida y mi forma- la tristeza empañando los ción. Porque siempre lo he ojos. La torpeza, la inutilidad creído: mis amigos asisten a la de tantas cosas, el fracaso de academia, a los museos, al las jornadas cotidianas, siem- cine. Yo visito a Mario Rivero, pre serán los temas a los que ritual que vengo haciendo des- inevitablemente retornare- de hace varios años, para pre- mos. Si la poesía sirve para senciar el ejercicio de la develar el significado del lucidez en el bello oficio de las mundo entonces la poesía palabras, para rastrear en las riveriana nos ayudará a mi- cosas cotidianas el hecho poé- rar ese mundo que él miró; tico y las preocupaciones del nos devuelve las palabras va- hombre. ciadas, vacías. Cada palabra suya carga una secreta ense- Lo he visto bajar innu- ñanza. De ahí que los jóve- merables veces por el barrio nes poetas acudan en su La Candelaria hacia la Ave- búsqueda para recoger las nida Jiménez, perdido entre breves lecciones de vida y su inmenso cuerpo, con los poesía. Esa es la prueba con- ojos y ademanes de un niño creta de su desapego por el grande. Sus diarias rutinas mundo y de su compromiso no van más allá de las de con una desaforada vocación cualquier hombre anónimo vital. que es inquilino de una ciu- Dibujo de Mario Rivero para la portada de su libro dad como Bogotá. Es el pri- Porque soy un poeta mer visitante de la Librería Conozco la Lerner y allí siempre surge en tor- frecuentando al maestro, se ha re- insobornable tristeza no a él alguna tertulia sobre los dis- ferido reiterativamente a muy pocos del tiempo tintos asuntos que preocupan al nombres como sus verdaderos ami- ciudadano común: política, arte, fa- gos: Alejandro Obregón, Aurelio Hablar de Mario Rivero es hablar rándula, fútbol, la baja o subida del Arturo, Héctor Rojas Herazo y Ma- de uno de lo capítulos más interesan- dólar o el último atentado terroris- ría Mercedes Carranza, entre otros. tes y fecundos de la poesía colombia- ta. Y de ahí, de ese diario vivir y de na. Con su voz pertenece al selecto esas pequeñas preocupaciones de la La poesía de Mario Rivero no grupo de poetas insulares que han ins- gente, nace su poesía. pasa impune ante los ojos de un lec- crito su nombre en el mapa de la tra- NÓMADAS 237
dición lírica de nuestro país. ¿Para qué De su vida nómada y sus di- entre 1958 y 1963 en el suple- le puede servir la poesía a un ser como versos oficios se ha nutrido su poe- mento dominical de El Tiempo Rivero? Para justificarse, para castigar- sía. En ella ha plasmado los azares dirigido entonces por Eduardo se, para transgredir. Sin duda perte- que debe sortear un cantante de Mendoza Varela, y que lo ubicó nece a esa gran tradición occidental, tangos, declamador, granjero, como un poeta del devenir, de la de la tierra donde el sol declina, don- vendedor de libros y de obras de truhanería y la antiacademia. Las de nos preguntamos por la inmortali- arte, trapecista, editor y volunta- cosas humildes, el asfalto, las lu- dad del alma y el devenir en el tiempo, rio de guerra, y manejador de to- ces de neón y el olor de la gasoli- donde la relación con Dios y el golpe reros, entre otros, para sobrevivir na tenían su portavoz lírico. Él tan de calendario tanto preocupan al hom- en un tiempo tan complejo, caó- sólo quería contar historias, de ahí bre moderno. Es su palabra que su posterior poesía un homenaje a la memoria estuviera llena de pala- para desterrar a los que ol- bras como balada, tango, vidan y a partir de la medi- saga, etc. Desde enton- da exacta del alma medir ces la poesía colombia- las circunstancias del exis- na no volvió a ser la tir y hacer de sus temas un misma. Al finalizar el si- inventario de desencantos. glo pasado, dicho libro fue catalogado dentro de Para Rivero, la vida siem- los veinte más importan- pre se antepone al arte y a tes de la poesía colom- la literatura. El escritor biana en el siglo XX en Guido Tamayo afirma en las diferentes encuestas el prólogo del libro Porque realizadas a críticos, poe- soy un poeta (Conversacio- tas y periodistas. nes con Mario Rivero): “Recuerda a Cioran en su Años después de su constante empeño por aparición, el escritor y crí- “creer”, sin conseguirlo. tico Andrés Holguín ha- No obstante su descrei- miento de la condición bría de sentenciar: humana y, para sorpresa del lector –y mía–, Mario “Cuando Mario Rivero Rivero posee una concien- publicó sus Poemas urbanos, en 1963, este libro lo situó cia de la trascendencia, en un primer plano. Fue una forma particular de elogiado, con razón, por entender y vivir lo religio- Nadaístas y no Nadaístas. so que nos hará aún más Poesía peculiar, fuera de compleja su personalidad” serie, nueva, de un andar (Rivero, 2000, p. 13). sonámbulo en medio de Mario Rivero, 1959 las cosas habituales. Poe- Nacido en Envigado, sía, sí, de la vida diaria, pero Antioquia, en 1935, Rivero ha sido tico y adverso para toda propues- en profundidad, con honda intui- siempre un “husmeacosas, un ta estética. ción de lo real más allá del motivo cuentacosas” (como dice en uno de fútil. Poesía densa, opaca, sus más bellos poemas), que ha insonora, desarticulada, que a ve- ces hechiza, subyuga. En varios deambulado por el mundo tras el ras- Poemas urbanos volúmenes posteriores esta poesía tro esencial de la vida, traduciendo de Rivero se ha afirmado, y ha el alma del hombre anónimo, triste, En 1963 apareció Poemas urba- buscado un cauce distinto a tra- del antihéroe en la palabra y el he- nos en su primera edición, libro vés de sus Baladas”(Holguín, cho poético. que recogía poemas publicados 1974, p. 279). 238 NÓMADAS
Sus textos sobre una ciudad con cias parecen ser marginales ante do la exactitud. Y “la poesía es humos de metrópoli recrearon el dia- los grandes acontecimientos. Por exactitud”, ha dicho Cocteau” rio vivir de unos habitantes con eso se destacan las figuras de pros- (Jaramillo, 1991, p. 498). guiños de ironía y trasfondo de lá- titutas y borrachos, obreros forni- dos y otras personas humildes...” grimas. Y es que esa reinvención de Mil instantes de vidas (Alstrum, 2000, p. 75). la realidad urbana la convirtió en un distintas puñado de versos multicolores. Des- de su lenguaje irreverente, el poeta En la obra de Mario Rivero el Rivero tomó los grandes temas se burla del entorno alienado que lector se regocija y se entristece; con- de la poesía como el amor, la muer- preside la ciudad, hasta un univer- templa instantáneas de su inútil tra- te, la soledad, la añoranza; temas so donde ingresan con la nostalgia jín como si fueran un collage de fotos representativos de la modernidad, la reflexión del ciudadano marginal viejas. Y esos obreros, modistillas, y los habitó del desencanto, el des- y sus acciones cotidianas. Uno de los rameras, vendedores callejeros, con- asosiego, la duda, en una original más interesantes apor- forma de poetizar, con- tes de Rivero fue nom- tando en verso las his- brar asuntos antes poco torias callejeras, los visitados por la poesía pequeños dramas de colombiana; tan her- los seres anónimos. mosa resulta la imagen sorpresiva de aquella Su vasta obra poé- Virgen de la Amnesia tica se encuentra re- como la de las calles unida en más de quince de La Candelaria, de volúmenes publicados a “las muchachas amon- lo largo de los últimos tonadas en la habita- cuarenta años, como ción que emanaban Poemas urbanos (1963), una gran niebla dul- Noticiario 67 (1967), Y ce”, la vendedora de vivo todavía (1972, Pre- crispetas con el vien- mio Casa de las Améri- tre puntiagudo, el pa- cas), Baladas sobre seante solitario del ciertas cosas que no se Parque Nacional, el deben nombrar (1973) , Mario Rivero con Federico Díaz-Granados crudo retrato del padre Mis asuntos (Antología, oloroso a aceite entre 1980), Los poemas del in- su overol azul, y el dolor de encon- formaron desde entonces el inmen- vierno (1984), Vuelvo a las calles trar los sitios del recuerdo destrui- so universo de la poética riveriana. (1989), Del amor y su huella, (1992), dos, sin aromas ni misterios, apenas La de la muchedumbre anónima y Poema con cámara, Camirí 1967, rescatados por su memoria. marginal. De igual forma, el poeta (1997), Flor de pena (1998), Qué co- Darío Jaramillo señaló razón (1999), V Salmos penitenciales, “A través de su obra abundan los (1999), La balada de los pájaros retratos, la anécdota y el comen- “Una hipótesis ya imposible sería (2001), Elegía de las voces (2002), tario periodístico del cronista que que Rivero no hubiera publicado Remember Spoon river (2003) y Bala- nos hace ver todo el panorama más que ese libro: Poemas urba- da de la gran señora (2003), libros que nocturno y diurno de la gran me- nos. En ese caso, que el tiempo ya crean un puente de ida y regreso den- trópoli con sus luces de neón, su descartó por la publicación de mugre, sus crímenes y sucesos tro de su misma poética, pasando del otros volúmenes, Mario Rivero se- banales, sus efímeras glorias, sus ría importante por haber protago- desenfado a la melancolía, de la re- escenas desagradables de miseria nizado una ruptura, por haber flexión a la imprecación, del amor al y las tragedias de hombres y mu- abierto caminos, por haber inten- desamor, reinventando su propia voz jeres desconocidos cuyas existen- tado la claridad, por haber logra- y sus propios sueños en cada volumen. NÓMADAS 239
Al preguntarle al poeta Fernan- poesía colombiana de todos los tiem- da de las cosas perdidas; y, los V salmos do Charry Lara por la poesía de pos. Con maestría, Rivero ha sabido penitenciales entre otros tantos textos, Rivero, éste contestó: “Los motivos hablar de las tristes gentes anónimas hacen parte de la insobornable anto- de la poesía de Mario Rivero son de nuestras ciudades, de sus sueños y logía que realiza el tiempo. Son poe- tomados no solamente de lo coti- de sus fracasos y a ello le ha dado mas habitados por las distintas lecturas diano sino también de lo urbano. como fondo los frenazos de los buses, que marcaron al poeta desde su in- Son una reveladora mirada sobre las el vocinglero de los vendedores am- fancia: la sencillez de los poetas nor- cosas que a diario nos rodean, pe- bulantes, la suciedad de las calles, la teamericanos, la sabiduría de la poesía netrando su misterio sin descartar luz turbia de los hoteles de paso” china, Francoise Villón, Charles su banalidad. Por eso los poemas de (Carranza, 1989, p. 7). Baudelaire, la Biblia, Enrique Santos Rivero simulan pobreza en Discépolo, Agustín Lara y recursos expresivos, por- Carlos Gardel, consciente que están comprometidos siempre de que la poesía es con un lenguaje que ante la matriz de la música y de todo quiere ser directo: que el epicentro de la mú- una visión honda y senci- sica popular latinoamerica- lla de la realidad. La dia- na reside en el tango y el fanidad de la palabra se bolero, ritmos que sirven de relaciona con el fácil en- escenario a muchos de sus tendimiento de unas imá- poemas. genes que quieren ser de comprensión inmediata: “Esos términos de Balada, nada de metáforas y Saga, Tango, etc., y los te- vocablos suntuosos o her- mas mismos de sus poemas señalan una circunstancia méticos o simplemente tan elemental que su men- complicados, sino que se ción es casi embarazosa: entreguen totalmente a la Rivero quiere contar. El pro- sensibilidad del lector”. pósito no es deslumbrante- mente nuevo, y sólo dentro La cercanía de Rivero del país cabe la mención de con la esencia de la vida en algunos nombres; los relatos todas sus manifestaciones y de De Greiff, algunos inten- tos en ese sentido de Alva- en sus distintas visiones es- ro Mutis (Maqroll) o de téticas lo han formado como Cote Lamus. Si Mario un autor educado en la aca- Rivero ocupa un sitio tan demia del mundo, que destacado en la actual poe- desmitifica la grandilocuen- sía colombiana, esto se debe cia de la literatura y crea la pues, no a lo rebuscado, a lo belleza con la palabra. Esa “original” de un concepto, fuente suprema del misterio la forma de poetizar, sino a creador donde el malevaje, Dibujo de Mario Rivero, para la portada del libro Mis asuntos la tenacidad y a la firmeza con que se ha aferrado a él, los orilleros el bajofondismo, y a la reciedumbre con que se ha los arrabales y los cafetines dejan su Poemas como Palabras a un amigo abrazado a su visión, a sabiendas del testimonio a través de la voz del poe- que se llama Dios; Tangos para Irma la precio que hay que pagar por esas ta. A lo que María Mercedes Carranza dulce; Una flor para Vincent; Momen- fidelidades o esas fantasmagorías” agregó: “Pues bien, ese niño grande to para Saulo Salinas; Balada de los (Valencia Goelkel, 1973, p. 8). que regala manzanas y versos ha es- hombres hambrientos; Balada de crito lo que es a mi parecer, una de las Juanito Goez alias “El hombre” (a peti- En 1972 fundó, en compañía de obras más sólidas e interesantes de la ción del honorable y con sonido); Bala- sus amigos Aurelio Arturo, Fernan- 240 NÓMADAS
do Charry Lara, Giovanni Quessep la más fuerte tradición lírica colom- en ese entonces dieron el nombre de y Jaime García Maffla, la revista Gol- biana. También ejerció la crítica de Rivero. Además lo respaldaba su pe de Dados, la más importante pu- arte durante más de treinta años. cultura sobre arte clásico y contem- blicación de poesía de Colombia en Desde niño le gustó la pintura y di- poráneo pues había tenido la opor- los últimos treinta años, que además bujaba “monitos” para distraer su tunidad de ver mucha pintura en da nombre a toda una generación soledad. Además muchos días de su libros y exposiciones, pues entre sus que se formó a través de sus pági- adolescencia los pasó en la Biblio- múltiples oficios, acompañó como nas. Ha sido Golpe de Dados otra de teca Piloto de Medellín devorando guía a dos excursiones de arte a las aventuras riverianas que ha so- cuanto libro se le atravesara. Tam- Europa. brevivido. Desde ese primer núme- bién acudió por curiosidad a la Es- ro, fechado enero-febrero de 1973, cuela de Bellas Artes de Medellín De aquellos momentos quedan y que traía poemas de Vicente en tiempos en que la dirigía Rafael muchos testimonios. Páginas de la re- Aleixandre, Aurelio Arturo, José Sáenz y estudiaban Augusto Ren- vista Diners, de El Espectador, del Ca- Emilio Pacheco y Mario Rivero, has- dón, Aníbal Gil y Fernando Botero. lendario Propal y libros que dedicó a ta el número 187, fechado enero-fe- Años después, luego de que Walter varios pintores. En 1972 publicó el pri- brero de 2004 y recién salido de los Engel, crítico de arte de El Especta- mer libro que se escribió sobre Fer- talleres de ABC (donde siempre se dor renunciara al diario para radi- nando Botero y posteriormente ha editado la revista), Golpe de Da- carse en Canadá, Mario entró a dedicó extensos volúmenes a Obre- dos ha conservado su sobriedad, su enriquecer el debate sobre el arte gón, Rayo, Manzur y Negret. Sobre mismo diseño, tamaño, tipo de pa- nacional desde esas páginas, en tiem- aquellos días, sobre el oficio de la pel, y exacto número de páginas. En pos en que Marta Traba y Casimiro crítica de arte en Colombia, sobre ellas se han divulgado poetas de dis- Eiger dominaban el panorama de la Marta Traba, Rivero es contundente: tintas generaciones, colombianos y crítica nacional. Don Guillermo “Marta miró mucho al porvenir, extranjeros, y entre los números me- Cano indagó entre artistas sobre con su mirada visionaria, pero yo morables que vale la pena destacar, quién podía reemplazar a Walter diría que desconoció, es decir, menciono los monográficos dedica- Engel y seis de los más prestigiosos negó nuestro pasado, y más aún dos a poetas como Héctor lo destruyó (...) Por qué se Rojas Herazo, María Mer- retira de la crítica: “Me re- cedes Carranza, Alvaro tiro de la crítica por can- Mutis, Aurelio Arturo, así sancio. Veinte años hice crítica en Diners ininte- como las traducciones de rrumpidamente, también poetas norteamericanos en Propal, pero ante todo contemporáneos realiza- porque sé cual es mi oficio. das por Jaime Manrique Yo soy un poeta (...) A mí Ardila, y los poetas rusos me merecen un gran res- del Siglo de Plata vertidos peto los críticos e historia- por Jorge Bustamante, en- dores que organizaron y organizan el devenir del tre otros. arte, lo clarifican y lo pre- sentan a los ojos de la historia; no la crítica cir- Balada de las cunstancial, mundana, es cosas perdidas decir, de acuerdo con las modas, y que también po- A Mario Rivero siem- dría ser definida como “los almuerzos del crítico”, así pre se le ha visto conta- como antaño se decía res- giado de la poesía, desde pecto a las obritas menores su infancia hasta hoy de pintores como Vásquez cuando su bibliografía se Ceballos, “los almorzaderos ubica en el meridiano de Libro de Mario Rivero sobre la pintura de Fernando Botero del pintor (...) La crítica de NÓMADAS 241
arte difiere totalmente de la teo- sensaciones, siendo este la primera llegados al territorio de la fábula; en ría filosófica del arte, en cuanto derrota de los hombres. Del amor y el que la poesía pasó a cumplir una que en la llamada crítica de arte su huella es un volumen de fascina- suerte de milagro o taumaturgia. se discute ya es sobre los méritos ción por el lenguaje, donde la poe- individuales de la obra, y precisa- sía hace vigilia a través de sus signos Los retratos de la noche, la casa mente aquí es donde entra hoy a operar esa progresiva mistificación desconocidos por un país cerrado a de la memoria, el viaje que no que rodea al arte y al artista, la sí mismo, ungido por la muerte y el exorciza los fantasmas sino que que tanto ha venido a transfor- desalojo de la alegría; sin duda otro ayuda a convivir con ellos; el mis- mar lo que en otra época fue dig- mo, eterno e irreverente tiempo no y hermoso trabajo de artesanos, permanece en el hecho poético en una actividad regida ya en donde la vocación creadora se si- todo por la publicidad (...) una túa una vez más en el hemisferio actividad de mercaderes, y tam- de la reflexión y el hombre, desde bién muchas veces de (...) far- una auténtica voz personal, que santes” (Rivero, 2000, pp. 111, 119-121). busca la ruta desconocida de un paraíso, de un idioma lejano de La suya es una poética que se Babel y de una belleza anclada en desprende del paisaje, que nace en los litorales del corazón, que sin las entrañas de la naturaleza para duda es la verdadera sede de la arribar al hombre, poblándolo de sus memoria, la sede del pensamiento. fantasmas, dolores y derrotas en esta En 1964 Gonzalo Arango había aventura fugaz que es la vida, sin descifrado la poética riveriana: otorgar optimismos ni esperanzas. “Así es la poesía de Mario: mara- villosa y humana; rutilante y con- Canción de los tingente; tierna y despiadada. perdedores Poeta del devenir, de la truhane- ría, de las cosas humildes, de los despojos del festín de la acade- Desde su primer libro, Rivero mia y la literatura oficial. En una tomó partido por el hombre, por la palabra: poeta de lo anti-poético. libertad, siendo el tiempo una cons- Yo, y todos los poetas de mi gene- tante estación a la que llegan todos ración Nadaísta que rivalizan con los temas de su poesía. En Baladas el él por los honores de una prima- paisaje y lo irracional se visten con cía estética, creemos que Mario es uno de los más netos y puros la piel de la palabra, habitando el poetas actuales; que es uno de los sueño y la intuición con los ritmos grandes poetas colombianos, que del asombro; en Vuelvo a las calles, se pueden contar con los dedos el tiempo gravita en calles donde los de la mano”(Arango, 1964, p. 8). fantasmas y demonios encuentran su hábitat, con la metáfora como un Si bien el tiempo es el eje alre- fuerte estallido de emociones, y la dedor del cual giran los temas de vida y la ciudad como divisa máxi- la libertad, entonces la muerte, el ma de la reflexión. En general en el silencio, la palabra y la noche se grueso de su poética el eje temático convierten en temas domésticos con son la ciudad y el cuerpo; la prime- de los libros de Rivero que marcan sus esquinas desconocidas como ra como espacio de convivencia, de una ruptura. Y desde ahí su poesía todas las esquinas del mundo y ha- paisaje o antipaisaje de sus habitan- se volcó hacia la infancia y la vejez bitadas por los hombres, con sus es- tes, y el segundo como capital de sus y su universo mítico, con sus héroes plendores y zozobras que habitan la heridas, sus dolores y la magia de las y antihéroes, sus pequeños milagros poética de Mario Rivero con apari- 242 NÓMADAS
ciones en algunos poemas y libros y deja un puñado de versos que per- gués Eugenio de Andrade. Estamos que cobran vigencia nuevamente siguen una razón ética para vivir. de acuerdo, parece contestar la poe- en sus últimos libros, Y son los desahuciados, los burla- sía de Rivero. Pero el futuro del hom- dos y tardíos que miran perplejos bre no nos interesa desfigurado y ahí “La nueva poesía colombiana e inocentes los que protagonizan sobrevivirá la eterna y misteriosa deudora toda ella de Rivero, ha su poesía. poesía. Ausencia y presencia, vacío disfrutado pero no aprovechado a y plenitud, duda y certeza, estarán cabalidad su lección. Quizá este presentes por siempre en la palabra. libro que reúne veinte años de su Desde Homero hasta San Juan trabajo, no distanciado del mal de la Cruz, de Virgilio a William gusto, no ignorante de sus Del desarraigo, de la estrepitosas caídas, permi- derrota, del desengaño y ta reconocer su impor- la soledad nace la poesía tancia dentro de nuestra de Mario Rivero. Esa es literatura. Un lugar donde su gran lección. Una poe- la imagen se hace palpable sía que coloca su voz al y el pensamiento sensación servicio del antihéroe, de instantánea; donde la anécdota en lugar de anu- los hombres anónimos que lar potencia el discurso. construyen su biografía a Donde existe el desdén partir de la tristeza. Ri- pero también el júbilo, y la vero, el mismo que marcó exultación convive con la una ruptura en la poesía pesadumbre. Un lugar en colombiana con Poemas fin, que sólo puede ser el urbanos, nos muestra aho- de nuestra derrota”(Cobo Borda, 1980, p. 5). ra un tono más reflexivo, donde la palabra queda decantada ante al asom- El husmeacosas, bro de la música. Rivero el cuentacosas deja a las nuevas genera- ciones de poetas colom- Sin duda Mario Rivero bianos, el magisterio de colocó a la poesía colom- una poética atravesada biana a la altura de su por la vida y el milagro del tiempo pues en sus pala- tiempo que habita en el bras se pueden reconocer hombre. los gestos de un país ca- rente de misterio. Por eso Del bando de los los jóvenes poetas de su equivocados, los disper- país lo buscan como a un sos, los roncos y débiles secreto confesor para que viene la poesía de Rivero. revise sus primeros inten- Y así, mientras mis ami- tos y los aconseje. Es in- gos siguen asistiendo a la cuestionable: la poesía colombiana Blake, desde el lamento del pobre academia, al cine, a los museos, yo necesitaba las certidumbres y las he- Job hasta Fernando Pessoa, la mayor sigo asistiendo a la cita puntual: ridas de un poeta como Rivero, que ambición del quehacer poético siem- visito a Mario Rivero en su casa de nos hablara al oído de nuestras tan- pre ha sido la misma: Ecce Homo pa- La Candelaria, sigo acudiendo a la tas pesquisas, de nuestra mar- rece decir cada poema. He aquí al lección de lucidez del amigo, del ginalidad para reconciliarnos con el hombre , he aquí su fugacidad so- poeta, del maestro. Hablamos lar- hecho de estar vivos. Desde ese des- bre la tierra. Porque el futuro del go, miramos con sorna y sospecha arraigo y marginalidad, Rivero nos hombre es el hombre, dice el portu- el mundo, y le pido que me lea una NÓMADAS 243
vez más uno de sus poemas que más humanos olores/ caminan para bus- me conmueven: car un aroma imbuscable/ el de los Bibliografía tallos de las flores muertas y de los La balada de los hombres pétalos podridos/ el olor que al mis- ALSTRUM, James, La generación desencan- mo tiempo es/ el olor de la muerte y tada de Golpe de Dados, Ediciones Uni- hambrientos versidad Central, Bogotá, 2000. el olor del nacer/ ARANGO, Gonzalo, Lecturas Dominicales, Los hombres hambrientos tienen Se cubre de moho el corazón/ de El Tiempo, Bogotá, abril 17, 1964. oro/ casas con retretes de mármol/ y estos hombres hambrientos/ Se CARRANZA, María Mercedes, Jueves Cul- vestidos suntuosos/ Pero no puedo entrecruzan a la deriva No se ven tural, La Prensa, Bogotá, noviembre 30 matar el hambre y la sed/ del tigre Son muchos en movimiento/ Sus de 1989. de sus ojos/ mujeres lavadas en aguas de caros COBO BORDA, Juan Gustavo, Lecturas perfumes sintéticos/ adustan ace- Dominicales, El Tiempo, Bogotá, mayo 5, Los hombres hambrientos son/ en chan también/ aquel olor que al- 1980. alguna forma hermosos/ por una canza los huesos/ Si levantan las GARCÍA MAFFLA, Jaime, Gaceta de magia mortal y execrable/ sus oídos cabezas hacia cosas más altas/ no Colcultura, octubre, 1992. se han vuelto sordos/ Pero los hom- distinguen otra cosa que el viento/ HOLGUÍN, Andrés, Antología crítica de la bres hambrientos simulan oír/ y pa- Remeros esclavos en un gran bajel poesía colombiana 1874-1974, Biblioteca gan bien a sus cantores/ de oro/ van los hombres y mujeres del centenario del Banco de Colombia, hambrientos.../ Editorial OP gráficas, Bogotá, 1974. Pregonan una extraña desespera- JARAMILLO Agudelo, Darío, Historia de la ción/ han perdido el recuerdo de los poesía colombiana, Casa de Poesía Silva, Bogotá, 1991. RIVERO, Mario, Porque soy un poeta, Casa de Poesía Silva, Bogotá, 2000. VALENCIA Goelkel, Hernando, “Sobre un arte de trovar”, El Periódico, Bogotá, enero 14, 1973. 244 NÓMADAS
IEPRI NÓMADAS 245
246 NÓMADAS Las ILUSTRACIONES Auguste Le Moyne, Ch ampán remontando el río Magdalen a, 21 x 28 cm, tinta m arrón/pape l, c . 1828
• Las portadillas que separan las seis secciones de la revista, reproducen obras -y detalles- de ÓSCAR JARAMILLO , importante grabador y dibujante antioqueño. Estas obras provienen de su reciente libro publicado por el Museo de Antioquia (2004), que contiene un amplio estudio de Alberto Sierra Amaya, curador del libro (las fotografías de los grabados son de Carlos Tobón). • El comienzo de cada uno de los artículos, con excepción de los correspondientes a la Sección VI, llevan tramado en el fondo un detalle de mural de José Clemente Orozco (ps. 10, 26, 36, 46 y 56) o de Diego Rivera (ps. 66, 76, 86, 102, 112, 128, 140, 152, 160, 170, 180, 194 y 210), tomados del libro Modern Mexican Art de Laurence E. Schmeckebier, publicado por The University of Minnessota en 1939 (no se dan los nombres de los fotógrafos). • Las obras de Fernell Franco, Óscar Muñoz, Éver Astudillo, Alicia Viteri, Eladio Vélez, Leonel Góngora, Alfredo Guerrero, José Antonio Suárez, Beatriz González, Maripaz Jaramillo, Pedro Alcántara, Bernardo Salcedo, Felisa Burzstyn, Guillermo Wiedemann, Juan Antonio Roda, Cornelis Zitman... fueron tomadas de los catálogos de exposiciones individuales o colectivas rea- lizadas a lo largo de 25 años en la galería del Instituto Colombo-Americano, el Museo de Arte Moderno de Bogotá, el Museo La Tertulia de Cali, el Museo de Arte de la Universidad Nacional, la Biblioteca Luis Ángel Arango y el Museo Nacional de Colombia. • Las obras de S ATURNINO RAMÍREZ provienen de su único y reciente libro, publicado por Ediciones Jaime Vargas & Museo de Arte Moderno de Bucaramanga. Bogotá, 2004, 250 ps. • Las obras de ENRIQUE G RAU , quien falleció en Bogotá el pasado 1 de abril, pertenecen a su último libro, publicado en Villegas Editores este año. • Los dibujos indígenas que aparecen tramados al finalizar muchos de los artículos son detalles de pinturas y dibujos sobre cerámica y en sellos de piedra de artistas precolombinos pertenecientes a las culturas Tumaco, Quimbaya y Sinú; las obras originales se encuentran en el museo arqueoló- gico «Casa del Marqués de San Jorge» de Bogotá. • El final de cada artículo está adornado con grabados del siglo XIX, tomados del libro La tierra y sus habitantes (Tomo III), publicado en Madrid por la Editorial Erisa en 1981, que reune solo las ilustraciones de la edición original (1879) dedicada a los viajes por “las cinco partes del mundo” de “los más célebres viajeros”; son grabados en madera que reproducen un dibujo original, que, en algunos casos, reproduce una fotografía, todo esto gracias a la ausencia de una tecnología que permitiera reproducir directamente las fotografías de los viajeros. Uno de los más fecundos y fa- mosos ilustradores de la época fue Riou, cuyos dibujos fueron pasados a la madera por diferentes y hábiles grabadores. • Las fotografías de Fernando Oramas (ps. 220 a 235) fueron tomadas para Nómadas por OLGALUCÍA JO RDÁN, y las de Mario Rivero (ps. 236 a 243) por PATRICIA LEÓN (marzo de 2004, Bogotá). • Los cuadros La fe del indio carbonero de Ramón Torres Méndez y Por las velas, el pan y el chocolate de Epifanio Garay, pertenecen al Museo Nacional de Colombia, con quien se ha convenido su reproducción en este número de Nómadas. • Le agradecemos a la Biblioteca Luis Ángel Arango el habernos permitido ilustrar la revista con las imágenes de obras de Francois Desiré Roulin, grabados todos de 1825 y permitirnos también la reproducción de obras de Ignacio Gómez Jaramillo y Óscar Muñoz. NÓMADAS 247
u. ANDES 248 NÓMADAS
Arte, Letras, Naturaleza y Ciudad PREMIO ATILA 2003 • El Parque de Zipaquirá, Lisandro Duque • Carta abierta al señor Presidente de los colombianos, Robinson Quintero • Pequeña arqueo- logía de barrio, Ricardo Méndez • Los Tiranos, la ciudad y el territorio, Luis Fernando Molina P. • Fragmentos sobre plantas marginales, José Manuel Jaramillo • Libro de Viajes, Rodolfo Häsler • CUENTOS, Roberto Burgos Cantor, Juan Manuel Roca, Joe Broderick, Peter Schultze-Kraft, Santiago Mutis D. • La consolación poética, Jorge Zalamea • POESÍA, Blanca Wiethüchter, Kostís Palamás, Yorgos Moleskis, Alda Merini • La ex- periencia del mar, Leonardo Archila • Entrevista con LUIS F AYAD, Jineth Ardila • ¿Así que no somos humanos?, Jorge Riechmann • SYBERBERG, León García. Distribuye Siglo del Hombre Editores: Tel.: 3377700 - Bogotá CREPS NÓMADAS 249
NÓMADAS Departamento de Investigaciones Universidad Central Bogotá Requerimientos E l Número 21 de la Revista Nómadas estará dedicado al tema Medios Masivos de Comunicación y Sociedad del Conocimiento y de la Información. Los interesados en escribir para esta edición deberán proponer al DIUC su artículo –vía correo electrónico o por el medio que esté a su alcance– en un resumen no superior a una página; en párrafo adicional identificar la investigación o línea de inves- tigación en la cual se fundamenta el tema que se propone, así como el estado en el que se encuentra dicha investigación. Esta propuesta se hará llegar antes del 31 de julio de 2004. El consejo editorial del número discutirá su pertinencia y se comunicará con el proponente. En caso de ser aceptado, las condiciones formales para la presentación del escrito definitivo son: extensión máxima de trece cuar- tillas tamaño carta, doble espacio, letra de 12 puntos. Incluirá un breve resumen inicial máximo de ocho renglones que deberá presentarse tanto en español como en inglés; el título no podrá exceder de seis palabras. La reseña biográfica del autor ocupará máximo dos líneas en nota a pie de página e irá en la página 1. El artículo incluirá seis palabras clave que recojan sus ideas fundamentales. La citación se hará dentro del texto utilizando paréntesis y relacionando el libro en la bibliografía (cita- ción americana). El ensayo se puede remitir vía E-mail a: nomadas@ucentral.edu.co en documento adjunto de word o impreso con su correspondiente disquete a la calle 75 No. 15-91 piso 6º. Departa- mento de Investigaciones Universidad Central. Suscripciones La suscripción de la revista Nómadas por un año (dos números) tiene un costo de $26.000 en Colombia, $30 dólares para América Latina, $35 dólares para Estados Unidos y $40 dólares para Europa. La suscripción por dos años (cuatro números) es de $46.000 pesos colombianos, $60 dólares para América Latina, $70 dólares para Estados Unidos y $90 dólares para Europa. (Incluido el porte de correo). Con la suscripción por 2 años se entrega un CD de los 10 primeros números de la revista. Para información adicional, dirigirse a la calle 75 No 15-91. Piso 6o. Departamento de Investigacio- nes Universidad Central. DIUC o la casilla de correos nomadas@ucentral.edu.co 250 NÓMADAS
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