Muerte celular programada (apoptosis)

 
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Muerte celular programada (apoptosis)
Introducción a la Biología Celular – 2a. Edición            Capítulo 18: Control del ciclo celular y muerte celular

Muerte celular programada (apoptosis)
       Las células de un organismo pluricelular son miembros de una comunidad muy
organizada. La cantidad de células que componen esta comunidad está regulada, en
forma estricta no solo por el control de la velocidad de división celular, sino también por el
control de la velocidad de muerte celular. Las células que ya no son necesarias se
suicidan mediante la activación de un programa de muerte intracelular. En consecuencia,
este proceso se denomina muerte celular programada, aunque con mayor frecuencia se
lo designa con el nombre de apoptosis (del vocablo griego que significa ''caer," con un
sentido similar a la caída de las hojas de un árbol).
       La magnitud de la muerte celular programada que tiene lugar en los tejidos en
desarrollo y en los tejidos adultos es sorprendente. Por ejemplo, en el sistema nervioso en
desarrollo de los vertebrados más de la mitad de las células que se generan en
condiciones normales mueren poco tiempo después de su formación. En la médula ósea y
el intestino del ser humano adulto normal mueren miles de millones de células por hora.
Podría pensarse que la muerte de tantas células representa un verdadero desperdicio,
sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría son totalmente normales en el momento
en que se suicidan. ¿Cuál es la finalidad de este proceso masivo de muerte celular?
       En algunos casos la respuesta es inequívoca. Las patas del ratón y las manos y los
pies del ser humano son modelados por un proceso de apoptosis durante el desarrollo
embrionario, ya que comienzan como estructuras en forma de pala, y los dedos de las
manos y los pies se separan a medida que mueren las células situadas entre ellos (fig.
18-18). En otros casos, las células mueren en el momento en que la estructura que han
constituido deja de ser necesaria. Cuando un renacuajo se transforma en rana por
metamorfosis, las células de la cola mueren, y la cola, que ya no es necesaria en el
adulto, desaparece (fig. 18-19). En otros casos, por fin, la muerte celular contribuye a re-
gular la cantidad total de células, como se explicará más adelante. En todos los ejemplos
mencionados, las células innecesarias mueren por apoptosis.

Fig. 18-18. La apoptosis en la pata de ratón en desarrollo moldea los dedos. A. La pata de este embrión de ratón
ha sido teñida con un colorante que marca específicamente las células que experimentaron un proceso de apoptosis.
Las células apoptósicas se observan como puntos de color verde brillante entre los dedos en desarrollo. B. Este proceso
de muerte celular elimina el tejido interdigital como se observa en la segunda imagen de la pata obtenida un día
después. En este caso, la cantidad de células apoptósicas es mínima o nula. (De W. Wood y col., Development
127:5245-5252, 2000. © The Company of Biologists.)

       En los tejidos adultos, la muerte celular equilibra exactamente la división celular. Si
ello no ocurriese, el tejido aumentaría o disminuiría de tamaño. Por ejemplo, si en una rata

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adulta se extirpa una parte del hígado, la proliferación de las células hepáticas aumenta

 Fig. 18-19. La apoptosis contribuye a la eliminación de la cola durante la metamorfosis del renacuajo. A medida
que el renacuajo se convierte en un ejemplar adulto, las células de la cola son inducidas para que experimenten un
proceso de apoptosis. Todas las modificaciones que se producen durante la metamorfosis, incluida la inducción de la
apoptosis en la cola del renacuajo, son estimuladas por un incremento del nivel sanguíneo de la hormona tiroidea.

para compensar la pérdida. Inversamente, si se le administra fenobarbital, que estimula la
división celular hepática, el hígado aumenta de tamaño. Sin embargo, después de
interrumpir el tratamiento con fenobarbital, la apoptosis hepática se incrementa en forma
notable hasta que el órgano recupera su tamaño original, por lo común en el curso de una
semana. Por lo tanto, el hígado mantiene su tamaño constante mediante la regulación de
los índices de muerte y de nacimiento celulares. Se explican a continuación brevemente
los mecanismos moleculares de la apoptosis y su control intracelular. En la sección final
se describe el control de la apoptosis mediante señales extrecelulares.

La apoptosis está mediada por una cascada
proteolítica intracelular
        Las células que mueren como consecuencia de una agresión aguda en general
aumentan de volumen y estallan, lo cual implica que su contenido se derrama sobre las
células vecinas; este proceso se conoce con el nombre de necrosis celular (fig. 18-20A).
Por el contrario, la célula que experimenta un proceso de apoptosis muere sin provocar
daños en las células adyacentes. Una célula en vía de apoptosis se retrae y se condensa
(fig. 18-20B), el citoesqueleto se colapsa, la envoltura nuclear se desensambla y el DNA
nuclear se fragmenta. Más importante aún, el proceso de apoptosis altera la superficie
celular de tal forma que inmediatamente atrae células fagocíticas, por lo general fagocitos
especializados denominados macrófagos (véase cap. 15). Estas células engloban a la
célula apoptótica antes de que pueda derramar su contenido (fig. 18-20C). La eliminación
rápida de la célula moribunda evita las secuelas deletéreas de la necrosis celular y per-
mite que el fagocito recicle los componentes de la célula apoptósica.

Pregunta 18-6

¿Por qué cree que el mecanismo de la apoptosis difiere del de la
muerte celular que se produce en la necrosis? ¿Qué podría suceder si
la apoptosis no tuviera lugar de una manera tan precisa y ordenada que
determina que las células comiencen a suicidarse desde su interior y se
evita el derramamiento del contenido celular en el espacio extracelular?

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Fig, 18-20. La apoptosis mata rápida y limpiamente a las células. Las micrografas electrónicas muestran células que
murieron por necrosis (A) o por apoptosis (B y C). En A y B las células murieron en un cultivo tisular, mientras que la
célula ilustrada en C murió en un tejido en desarrollo y fue fagocitada por otra célula. Obsérvese que en A la célula
aparentemente estalló, mientras que en B y C las células están condensadas pero relativamente indemnes. Las
vacuolas de gran tamaño presentes en el citoplasma de la célula en B representan un hallazgo inconstante relacionado
con la apoptosis. (Cortesía de Julia Burne.)

       La maquinaria responsable de este tipo de suicidio celular controlado parece ser
similar en todas las células. La apoptosis depende de la acción de una familia de
proteasas (proteínas que degradan a otras proteínas) llamadas caspasas. Las caspasas
se producen como precursores inactivos, denominados procaspasas, que son activados
por la escisión proteolítica en respuesta a señales inductoras de apoptosis. Las caspasas
activadas escinden (y, en consecuencia, activan) a otros miembros de la familia, y ello
conduce a una cascada proteolítica de amplificación (fig. 18-21). Estas enzimas también
escinden otras proteínas esenciales de la célula. Por ejemplo, hidrolizan a las proteínas
lamininas, las cuales forman la lámina nuclear subyacente a la envoltura nuclear; el
proceso determina la ruptura irreversible de la lámina nuclear (véase fig. 18-21).
De esta manera, las células se desmantelan a sí mismas rápida y limpiamente, y sus
restos pronto son incorporados y digeridos por otras células.
       Al igual que el ingreso en una nueva fase del ciclo celular, la activación del
programa de muerte celular por lo general se desencadena siguiendo la regla del "todo o
nada". La cascada proteolítica no solo es destructiva y se autoamplifica, sino que también
es irreversible: una vez que la célula llega a un punto crítico de la vía de destrucción, no
puede volver atrás. Por tal motivo es muy importante que la determinación de muerte esté
sujeta a un control estricto.

El programa de muerte celular está regulado
por la familia de proteínas intracelulares Bcl-2
      Todas las células animales nucleadas tienen la propiedad intrínseca de
autodestrucción. En estas células, las procaspasas inactivas se mantienen alertas y

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esperan la orden de destruir a las células. En consecuencia, no debe sorprender que la
actividad de las caspasas esté rigurosamente regulada para asegurarse de que la
apoptosis se mantenga bajo control hasta que sea necesaria.

Fig, 18-21. La apoptosis está mediada por una cascada proteolítica intracelular. A.
Todas las proteasas suicidas (caspasas) se sintetizan en la forma de proenzimas inactivas, o procaspasas, que se
autoactivan mediante una escisión proteolítica catalizada por otro miembro de la misma familia de proteasas. B. Luego,
cada molécula de proteasa activada puede escindir numerosas moléculas de procaspasas, lo cual a su vez activa a las
procaspasas y les permite seguir activando nuevas procaspasas. De esta manera, la activación inicial de una pequeña
cantidad de moléculas de proteasa conduce, mediante una reacción de amplificación en cadena (o cascada), a la
activación explosiva de gran cantidad de moléculas de proteasas. Algunas de las caspasas activadas degradan a otras
proteínas celulares, como las lamininas nucleares, lo cual lleva a la muerte controlada de la célula.

       Las principales proteínas que regulan la activación de las procaspasas son
miembros de la familia Bcl-2 de proteínas intracelulares. Algunos facilitan la activación de
las caspasas y la muerte celular, mientras que otras inhiben esos procesos. Dos de los
miembros promotores de muerte celular más importantes de la familia son las proteínas
llamadas Bax y Bak. Éstas activan a las procaspasas en forma indirecta mediante la
liberación del citocromo c desde las mitocondrias hacia el citosol. El citocromo c se une a
una proteína adaptadora, que luego activa a una procaspasa específica. La procaspasa

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Fig. 18-22. La apoptosis está regulada por miembros de la familia de proteínas intracelulares Bcl-2. Las
proteínas promotoras de muerte celular Bak y Bax, pertenecientes a la familia Bcl-2, contribuirían a formar
canales en la membrana mitocondrial externa, y esto permitiría la liberación del citocromo c en el citosol. El
citocromo c se une luego a una proteína adaptadora que promueve la agregación y la activación de una molécula
de procaspasa específica. Después de su activación, esta caspasa desencadena una cascada de caspasas que
conduce a la apoptosis.

activada desencadena la cascada de caspasas que conduce a la apoptosis (fig. 18-22).
Las proteínas Bax y Bak propiamente dichas son activadas por otros miembros
promotores de muerte celular de la familia Bcl-2 producidos o activados por diversas
agresiones celulares, como el daño del DNA
       Otros miembros de la familia Bcl-2, incluso la propia Bcl-2, inhiben la activación de
las procaspasas y la apoptosis en lugar de estimularla. Uno de los mecanismos
responsables de estos efectos consiste en el bloqueo de la liberación del citocromo c
desde las mitocondrias inducida por las proteínas Bax y Bak. Algunos miembros de la
familia Bcl-2 que promueven la apoptosis se unen a Bcl-2 y bloquean su actividad, y otros
miembros de la familia Bcl-2 la inhiben.
       El programa de muerte intracelular también es regulado por señales provenientes
de otras células, que pueden activarlo o suprimirlo. En realidad, la supervivencia, la
división y el crecimiento celulares están regulados por señales extracelulares que en
conjunto controlan la cantidad y el tamaño celulares en los organismos pluricelulares,
como se verá a continuación.

Control extracelular de la cantidad
y el tamaño celulares
       Un ovocito de ratón fecundado y un óvulo humano fecundado poseen un tamaño
similar a pesar de que el ratón adulto es mucho más pequeño que el hombre adulto.
¿Cuáles son las diferencias del control del comportamiento celular en el hombre y el ratón
que determinan las diferencias en el tamaño corporal? Esta misma pregunta fundamental
podría formularse en relación con los distintos órganos y tejidos de un organismo. ¿Qué
modificación del comportamiento celular explica la longitud de la trompa del elefante o el
tamaño del cerebro o el hígado de este animal? La mayoría de estos interrogantes
carecen hasta el presente de respuesta, pero por lo menos podemos sugerir los
componentes principales que deberán incluir las respuestas. El tamaño de los órganos y
el cuerpo está determinado por tres procesos esenciales: crecimiento, división y muerte
celulares. A su vez, cada uno de estos procesos se halla regulado por señales
provenientes de otras células del organismo, en combinación con los programas

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intrínsecos de cada célula.
       A continuación veremos cómo estas señales extracelulares estimulan la división, el
crecimiento y la supervivencia celulares y contribuyen de ese modo a controlar el tamaño
de un animal y el de sus órganos. Al final de la sección incluimos una breve descripción
de señales extracelulares inhibidoras que también cooperan en la regulación de estos
procesos.

Las células animales requieren señales extracelulares
para dividirse, crecer y sobrevivir
       Los organismos unicelulares, como las bacterias y las levaduras, tienden a crecer y
a dividirse con la mayor rapidez posible, y su velocidad de proliferación depende en gran
medida de la disponibilidad de nutrientes en el medio. Por el contrario, las células de un
organismo pluricelular deben ser controladas de manera que se dividan solo cuando el
organismo necesita otras células, sea para permitir el crecimiento de los tejidos o reponer
las células perdidas. En consecuencia, para que una célula animal se divida o crezca (e
incluso para que sobreviva) no es suficiente la presencia de nutrientes, sino también las
señales químicas provenientes de otras células, generalmente las células vecinas.
       La mayoría de las moléculas de señalización extracelular que afectan la división, el
crecimiento y la supervivencia celulares son proteínas solubles secretadas por otras
células o proteínas unidas a la superficie de otras células o a la matriz extracelular.
Aunque la mayoría de ellas actúa positivamente para estimular uno o más de estos
procesos celulares, algunas ejercen una acción negativa e inhiben un proceso específico.
Las proteínas de señalización que ejercen una acción positiva pueden ser divididas de
acuerdo con su función en tres clases principales:
1.     Los mitógenos estimulan la división celular, sobre todo contrarrestando los
mecanismos intracelulares de freno que bloquean la progresión a lo largo del ciclo celular.
2.     Los factores de crecimiento estimulan el crecimiento celular (aumento de la
masa celular) mediante la promoción de la síntesis y la inhibición de la degradación de
proteínas y otras macromoléculas.
3.     Los factores de supervivencia promueven la supervivencia celular por supresión
de la apoptosis.
       Estas categorías no se excluyen mutuamente, ya que numerosas moléculas de
señalización cumplen más de una de las funciones mencionadas. Lamentablemente, el
término "factor de crecimiento" se utiliza muchas veces en forma indiscriminada para
designar a una proteína que desempeña alguna de estas funciones. En realidad, la
expresión "crecimiento celular" a menudo es aplicada erróneamente para referirse al
aumento de la cantidad de células, que se debería llamar "proliferación celular."
       A continuación comentaremos estos tipos de moléculas de señalización por
separado.

Los mitógenos estimulan la división celular
      La mayoría de los mitógenos son proteínas de señalización secretadas que se
unen a receptores de la superficie celular. Después de activarse por la fijación del
mitógeno, estos receptores a su vez activan diversas vías de señalización intracelular
(véase cap. 16) que estimulan la división celular. Esas vías de señalización actúan sobre
todo mediante la abolición de los frenos moleculares intracelulares que bloquean la

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transición de la fase G1 del ciclo celular a la fase S.
       Un ejemplo importante de este tipo de freno molecular está representado por la
proteína del retinoblastoma (Rb), descubierta durante el estudio de un tumor ocular infantil
raro denominado retinoblastoma, en el que la proteína Rb está ausente o es defectuosa.
Esta proteína Rb, abundante cantidad en el núcleo de todas las células de los
vertebrados, se une a ciertas proteínas reguladoras de genes e impide que estimulen la
transcripción de genes requerida para la proliferación celular. Los mitógenos inhiben el
mecanismo de freno de la proteína Rb mediante la activación de vías de señalización
intracelular, que a su vez conducen a la activación de los complejos G1-Cdk y G1-S-Cdk

Fig. 18-23. Uno de los mecanismos medíante el cual los mitógenos estimulan la proliferación celular es la inhibición de
la proteína Rb. A. En ausencia de mitógenos, la proteína Rb desfosforilada mantiene a proteínas reguladoras de genes
específicas en estado de inactivación; estas proteínas reguladoras de genes son necesarias para estimular la
transcripción de genes diana que codifican proteínas indispensables para la proliferación celular. B. Los mitógenos se
unen a receptores de superficie celular y activan vías de señalización intracelular que conducen a la formación y la
activación de los complejos G1-Cdk y G1--S-Cdk mencionados antes. Estos complejos fosforilan (y por lo tanto inactivan)
a la proteína Rb. Las proteínas reguladoras de genes se encuentran de tal manera libres para activar la transcripción de
sus genes diana, lo cual lleva a la proliferación celular.

mencionados antes. Estas cinasas fosforilan a la proteína Rb y alteran su conformación
de manera que la proteína libera las proteínas reguladoras de generación de trombina
unidas a ella, las cuales pueden activar posteriormente los genes necesarios para que
continúe la proliferación celular (fig. 18-23).
       La mayoría de los mitógenos se identificaron y caracterizaron por sus efectos sobre
células en cultivo (fig. 18-24). Uno de los primeros mitógenos identificados de esta forma
fue el factor de crecimiento derivado de las plaquetas, o PDGF, que ejerce efectos muy
similares a los de muchos otros mitógenos descubiertos más adelante. Cuando se forma

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un coágulo sanguíneo (p. ej., en una herida), se estimulan las plaquetas que se
incorporan al coágulo para que liberen PDGF. El PDGF se une a receptores tirosinci-
nasas (véase cap. 16) de las células sobrevivientes en el sitio de lesión y las estimula
para que proliferen y contribuyan a la curación de la herida. Asimismo, si una intervención
quirúrgica o un traumatismo agudo causan destrucción parcial del hígado, las células
hepáticas y de otras partes del organismo elaboran una proteína llamada factor de
crecimiento hepatocítico que estimula la proliferación de los hepatocitos sobrevivientes.

Fig, 18-24. Esta micrografía electrónica de barrido muestra fibroblastos de rata que proliferan en cultivo. Las
células fueron cultivadas en presencia de suero de ternero, que contiene factores de crecimiento y mitógenos que
estimulan el crecimiento y la proliferación celulares. Las células esféricas que se observan en la parte inferior de la
figura adquirieron esta forma en preparación para la división celular. (Cortesía de Guenter Albrecht-Buehler.)

Los factores de crecimiento extracelulares estimulan
el crecimiento celular
       El crecimiento de un organismo o de un órgano depende tanto del crecimiento
como de la división celulares. Si las células se dividieran sin crecer, se tornarían cada vez
más pequeñas y no tendría lugar un aumento de la masa celular total. En organismos
unicelulares como las levaduras, el crecimiento celular (así como la división celular) solo
requiere la disponibilidad de nutrientes. En los animales, tanto el crecimiento como la divi-
sión celulares dependen de señales provenientes de otras células. Sin embargo, a
diferencia de lo que ocurre con la división celular, el crecimiento no depende del sistema
de control del ciclo celular, tanto en las levaduras como en las células animales. En
realidad, muchas células animales, por ejemplo, las células nerviosas y la mayoría de las
células musculares, crecen sobre todo después de que la división celular se detuvo.

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Fig, 18-25. Los factores de crecimiento extracelulares inducen un aumento de la
síntesis y una disminución de la degradación de macromoléculas. Esto lleva a un
aumento de la cantidad de macromoléculas y en consecuencia del crecimiento
total.

        Al igual que la mayoría de los mitógenos, la mayoría
de los factores de crecimiento se unen a receptores de
superficie celular que luego activan diversas vías de
señalización intracelular. Estas vías determinan la
acumulación de proteínas y otras macromoléculas mediante
el incremento de su velocidad de síntesis y la disminución de
su velocidad de degradación (fig. 18-25). Algunas proteínas
de señalización extracelular, como el PDGF, pueden actuar
como factores de crecimiento y como mitógenos, y de esa
manera estimulan el crecimiento celular y la progresión a
través del ciclo celular. Estas proteínas ayudan a asegurar
que las células conserven un tamaño apropiado a medida que
proliferan.
        En comparación con la división celular, los estudios
dedicados a examinar los mecanismos de control del tamaño
celular en los animales son sorprendentemente escasos.
Como resultado, aún se desconocen las causas por las
cuales los distintos tipos de células de un mismo animal
pueden presentar tamaños tan diferentes (fig. 18-26).

Las células animales requieren factores
de supervivencia para evitar la apoptosis
       Las células animales no solo necesitan señales
provenientes de otras células para crecer y proliferar, sino
también para sobrevivir. En ausencia de estos factores de
supervivencia, las células activarían el programa de suicidio
intracelular y morirían por apoptosis. Esta necesidad de
señales de otras células para la supervivencia contribuye a
que las células solo sobrevivan cuando y donde se las
requiera. Por ejemplo, las neuronas son producidas en
exceso en el sistema nervioso en desarrollo y luego compiten
por una cantidad determinada de factores de supervivencia
secretados por las células diana con las cuales establecen

Fig. 18-26. El tamaño de una célula nerviosa difiere significativamente del de
un linfocito. Estos dos tipos de células, que se dibujaron en idéntica escala,
provienen de la misma especie de mono y contienen la misma cantidad de DNA.
La neurona aumenta de tamaño en forma progresiva después de abandonar
definitivamente el ciclo celular. Durante este período, la relación entre el
citoplasma y el DNA aumenta notablemente (en algunas neuronas, en el orden de
más de 105). (Neurona de B. B. Boycott en Essays on the Nervous System [R.
Bellairs y L G. Gray, eds.]. Oxford, U. K.: Clarendon Press, 1974. © Oxford
University Press.)

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sinapsis. Las células nerviosas que obtienen una cantidad suficiente de factores de
supervivencia viven, mientras que las restantes mueren por apoptosis (fig. 18-27). Se
piensa que esta dependencia de señales de supervivencia provenientes de células
vecinas también sería el mecanismo responsable del control de la cantidad de células en
otros tejidos, tanto durante el desarrollo como en el organismo adulto.

Fig. 18-27. La muerte celular equilibra la cantidad de células nerviosas en desarrollo con la de células diana con
las que establecen contacto. El número de células nerviosas producidas por el organismo supera la cantidad limitada
de factor de supervivencia liberado por las células diana. En consecuencia, algunas células reciben una cantidad
insuficiente de factor de supervivencia para mantener abolido el programa de suicidio celular y, por lo tanto,
experimentan apoptosis. Esta estrategia de sobreproducción seguida de supresión garantiza que las células nerviosas
alcancen todas las células diana y que todas las células nerviosas "sobrantes" se eliminen en forma automática.

       Lo mismo que los mitógenos y los factores de crecimiento, los factores de
supervivencia suelen unirse a receptores de la superficie celular. La fijación de los
factores de supervivencia activa vías de señalización intracelular que mantienen inhibido
el programa de muerte celular, en general mediante la regulación de proteínas
pertenecientes a la familia Bcl-2 Por ejemplo, algunos factores de supervivencia
aumentan la producción de los miembros supresores de la apoptosis de esta familia de
proteínas (fig. 18-28).

Fig. 18-28. Los factores de supervivencia a menudo suprimen la apoptosis por la regulación de los miembros de
la familia Bcl-2. En este caso, el receptor activado activa a una proteína reguladora de genes en la superficie celular. La
proteína se desplaza luego hacia el núcleo, donde activa al gen codificador de la proteína Bcl-2, que inhibe la apoptosis.

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Algunas proteínas de señalización extracelular inhiben el
crecimiento, la división o la supervivencia celulares
       Las proteínas de señalización extracelular mencionadas -los mitógenos, los
factores de crecimiento y los factores de supervivencia- estimulan el aumento de tamaño
de los órganos y de los organismos en su totalidad. Sin embargo, algunas proteínas de
señalización extracelular ejercen una acción que se opone a la de estos reguladores
positivos y por lo tanto inhiben el crecimiento tisular. Por ejemplo, la miostatina es una
proteína de señalización que en condiciones normales inhibe el crecimiento y la prolife-
ración de los mioblastos que se fusionan para formar células musculares esqueléticas. En
ratones con una deleción experimental del gen de la miostatina, los músculos crecen
hasta alcanzar un tamaño varias veces mayor que el normal como resultado de la
cantidad y el tamaño de las células musculares. Cabe señalar que en dos razas de
bovinos criadas con la finalidad de que desarrollen músculos de gran tamaño se
documentaron mutaciones del gen que codifica a la miostatina (fig. 18-29).

Fig, 18-29. La mutación del gen de la miostatina conduce a un aumento notable de la masa muscular. Este
espécimen de la raza Belgium Blue fue producido por criadores de bovinos, pero sólo en fecha reciente se descubrió
que tenía una mutación del gen de la miostatina. Los ratones con una deficiencia de este mismo gen provocada
experimentalmente también desarrollan músculos muy voluminosos. (De A. C. McPherron y S.-J. Lee, Proc. Nati. Acad.
Se/. U.S.A. 94:12 457-12 461, 1997. © National Academy of Sciences.)

       Como se verá en el último capítulo, el cáncer también es consecuencia de
mutaciones que liberan a las células de los controles "sociales" normales que se ejercen
sobre su crecimiento, proliferación y supervivencia. Como las células neoplásicas son en
general menos dependientes que las normales de las señales de otras células, tienen
mayor capacidad para crecer, dividirse y sobrevivir que las células normales circundantes,
lo cual determina la formación de tumores potencialmente fatales.

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