PATRICIA CAROLINA ARAMAYO TRIPKE DISEÑO DE INDUMENTARIA Y TEXTIL

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PATRICIA CAROLINA ARAMAYO TRIPKE DISEÑO DE INDUMENTARIA Y TEXTIL
Evaluación del 100 %

    “La beldad, a través de los tiempos ”
          Ensayo sobre varias culturas,
       desde la Prehistoria a la Antigüedad

  PATRICIA CAROLINA ARAMAYO TRIPKE
    DISEÑO DE INDUMENTARIA Y TEXTIL
              Legajo Nº O113668

Materia: TALLER DE REFLEXIÓN DEL ARTE II
         Profesora: CARLA FERRARI
       Año 2021 – 1º CUATRIMESTRE

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PATRICIA CAROLINA ARAMAYO TRIPKE DISEÑO DE INDUMENTARIA Y TEXTIL
¨La beldad,
   a través de los tiempos¨

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   Ensayo sobre varias culturas,

desde la Prehistoria a la Antigüedad

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PATRICIA CAROLINA ARAMAYO TRIPKE DISEÑO DE INDUMENTARIA Y TEXTIL
Abstract

A lo largo de la historia de la humanidad; el hombre, la mujer, han buscado representar la belleza,
según su visión de las cosas, el desarrollo de su intelecto y los cánones de cada época.

¨Beldad¨ es un vocablo de la lengua española, muy antiguo, casi en desuso. Con él, se destacaba
la belleza femenina y que hoy se recupera en este ensayo.

Un concepto muy arraigado en los albores de la humanidad, y que analizaremos desde la
Prehistoria, pasando por los distintos pueblos y culturas de la Antigüedad, por los objetos de
coquetería, la vestimenta, los polvos y ungüentos. Y, sobre todo, rescatando el impresionante
papel de la mujer de cada tiempo.

Palabras clave

Canon de belleza – arte – femenino – historia – beldad – accesorios – ornamentos – vestimenta
– mujer – hombre – época – artículos de tocador – coquetería.

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El mismo hombre que habitara la tierra, hace 30.000 años y que no dejó más que elementos
como los encontrados en las Cuevas de Europa, África y Asia y que aún hoy la ciencia investiga;
ese hombre, gustó y debió gustar a otro de su especie.

En su libro ¨Historia Social de la Literatura y del Arte 1¨, Arnold Hauser habla de este hombre
paleolítico como un ser en estado parasitario, con inestables moldes sociales, que debía
procurarse diariamente su alimento y cuidar de su vida. Sin embargo, un día hizo uso de la razón
para crear armas que lo ayudaran a cazar, a despellejar, a inventar un atuendo que lo cubriera e
incluso a proteger lo suyo, su entorno.

En sus ratos de ocio, imprimió su arte en las paredes de las cuevas y fabricó instrumentos de los
que se documentaron puntas de lanzas, arpones, punzones, pero también elementos parecidos
a una aguja, para coser sus pieles, entre otros.

Con materiales como la piedra, el hueso, el marfil y hasta la madera, concibió utensilios, pero
también pequeñas tallas de entre 5 y 25 cm., tal vez, amuletos de la fertilidad u objetos de culto.
Esas estatuillas llamadas Venus y que generalmente poseían prominentes senos, anchas
caderas y abdómenes abultados refuerzan la idea de un canon de belleza puesto en la fertilidad
de la mujer, su poder de dar vida, alimentar y cuidar de hijos sanos y fuertes.

Entre esos objetos encontrados está el peine, que dio la posibilidad de sacar el cabello de los
ojos y brindar comodidad y cierta higiene al retirar restos de suciedad de entre ellos. Incluso,
pudiendo peinar el de los animales que cazaban y que los proveía de pelo para la vestimenta.
Se encuentran realizados con hueso, esqueleto de peces y dientes de animales.

Como dicen los estudiosos, “al desparecer la sociedad que los realizó y aún no existir lenguaje
escrito que pudiera dar cuenta de ellos, solo quedaron los supuestos de los que hoy hablamos”.

Milenios más adelante, en culturas como las de los antiguos egipcios, cuyo canon de belleza
estaba representado por mujeres como Nefertiti o Cleopatra, a los peines se le suman muchos
artículos más de belleza. Nefertiti, representada con finos rasgos, morena, ojos color café, de
quien las esculturas muestran su lánguida belleza contrasta con la segunda, nacida bajo la
dinastía ptolemaica, llevando en sus genes raíces griegas y según investigaciones, su belleza
radicaba más que en su físico o su rostro, en su inteligencia y gran poder de seducción.

Los egipcios rindieron culto al embellecimiento, a la medicina para la juventud y desarrollaron y
dominaron la cosmética. Hacían uso de ella, niños, mujeres y hombres. Se encontraron
numerosos artículos de tocador como cucharas para fundir pigmentos, frascos para conservar
ungüentos, tarros para aceites, maquillaje y perfumes, y tablillas con fórmulas para realizarlos,
como así también pinzas, máquinas para afeitar, espejos, peines y pinceles.

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¨El cosmético más difundido era el Kohl realizado con galena, sulfuro de plomo y sustancias
descubiertas como cerusita, laurionita y fosgenita. Con todos estos elementos se preparaba una
pasta que se guardaba en pequeños tarros de alabastro, y que humedecida con saliva, se
aplicaba con palillos de marfil, madera o metal.”1

Para lograr el brillo de la sombras, usaban la parte iridiscente de algunos escarabajos que
trituraban y mezclaban con los polvos. Gustaban del color verde para los párpados, obtenido de
la malaquita en polvo. Una piedra que consideraban protectora de las malas energías del cuerpo,
cuyo uso aportaba equilibrio y bienestar. También pintaban sus uñas de pies y manos, teñían
con henna el cabello, para darle tonalidades rojizas y usaban el color rojo en los labios, obtenido
del óxido de hierro natural.
Para las castas más bajas solo estaba permitido el uso de tonalidades pasteles.
El canon de belleza se medía en 18 puños: 2 para el rostro, 10 desde los hombros a las rodillas
y 6 desde allí a los pies.
Por el intenso calor, sufrían de transpiración, lo que los llevaba a bañarse en varios momentos
del día, usar desodorantes que ellos fabricaban y así poder perfumar sus cuerpos.
La mujer fue símbolo de independencia, libertad y elección. Solo trabajos forzados no les estaba
permitido, por la única razón, que ese cuerpo debía estar apto, sano y cuidado para llevar en sí
a la siguiente generación.

Mientras en Sumeria; que es la región de Medio Oriente donde se ubicó esta civilización, la más
antigua del mundo, en la zona llamada Mesopotamia, entre los ríos Éufrates y Tigris, donde hoy
se encuentran los territorios de Turquía, Siria e Irak. Y que no solo fueron los inventores de la
rueda, el torno alfarero, el sistema sexagesimal, los ladrillos de adobe, las construcciones con
arcos, la escritura cuneiforme, las leyes escritas, la medicina y las ciudades – estado, entre otras.
También hicieron un culto a la beldad.
Entre los artículos funerarios de la reina Shub – Ad se encontraron cajas de malaquita donde se
guardaban cremas de belleza. Se sabe que hicieron estudios de la medicina, los animales y las
plantas, y que luego los sumerios practicaron tratamientos de belleza, para lograr maquillajes
que suavizaran sus marcados rasgos y resaltar otros como los ojos o los labios. Esto era
acompañado con impresionantes tocados de oro que imitaban hojas, collares de perlas y túnicas
muy adornadas de flecos y bordados metálicos.
Como en otras civilizaciones, esta mujer tuvo un gran poder de mando en la antigüedad.

1
 Ver: https://www.webconsultas.com/curiosidades/cosmeticos-en-el-antiguo-egipto-63 (consultado 11 de abril de
2021)

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En la Baja Mesopotamia, Asiria; que toma su nombre de la ciudad de Aššur, fundada a orillas del
río Tigris y en constante enemistad con Babilonia, tenían características comunes en su
vestimenta y rituales de belleza junto con los pueblos de la zona. La manera de vestir era más
sencilla y recatada, al punto de no llamar la atención. La mujer asirio-babilónica no tomaba parte
de la vida pública. Para este pueblo lo más importante era combatir, conquistar tierras, anexar
pueblos y armar un imperio.
Maquillaba sus ojos de negro y el rostro de rojo ocre, se permitía un cabello alisado hasta la
nunca para luego realizar pequeños bucles o trenzas, todas del mismo grosor, que luego tapaba
con una túnica.
El hombre se perfumaba cuidaba su cabello con elaboradas pelucas y usaban barbas postizas.
La mujer decidía no brillar, mas bien, admirar y venerar al hombre, como una potente arma de
seducción.

Otro pueblo cercano, los fenicios. Para conocer la vida fenicia, los investigadores se adentraron
en escritos históricos y bíblicos.
Esta mujer, esposa y madre de marinos y mercaderes, hombres de mar todo el tiempo y en
ocasiones, piratas y colonos; generalmente pasaba mucho tiempo sola, por lo que participaba
activamente de la vida social, política y económica de su pueblo, era decidida, independiente y
notablemente comprometida. Su cotidiana vida sencilla, cambiaba radicalmente cuando se
arreglaba para la conquista.
Para los fenicios el universo fue construido por la unión de las fuerzas femeninas y masculinas,
de allí la construcción de una sociedad igualitaria.
Era muy importante el hombre productivo, capaz de madurar e independizarse para formar una
familia bendecida a la que pudiera mantener. El papel de la mujer era crucial en la búsqueda y
selección de ese candidato, su demanda de reconocimiento, una unión que fuera aceptada y la
formación de una familia con hijos.
La vestimenta de esta mujer era una pieza básica, una túnica larga y recta de lana o lino, con
una falda más corta por encima y en ocasiones una manteleta drapeada sobre los hombros,
finamente bordada de vivos colores. Para las fiestas o la llegada de los esposos del mar, se
vestían con riqueza y abundancia de adornos, de los cuales siempre colgaban perfumeros en
pendientes y collares. Sobre todo, para menguar el feo aroma proveniente de la tintorería, rubro
del que junto con el bordado, fueron expertas.

Nos adentramos en las islas del Mediterráneo, donde la mujer cretense ha sido un símbolo de
belleza en sí misma. De baja estatura, pero de andar grácil y sugerente. Su forma de vestir, en
la que exaltaba cintura, probablemente con un corsé; y dejaba esbeltos y al aire sus pechos,
fueron imitados en épocas siguientes. La falda al comienzo llegaba hasta los muslos, para más

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tarde complejizarse con una suma de volados superpuestos que a veces mostraba los
borceguíes que calzaba. Recogía su cabello a media cola o a cola de caballo, mostrando sus
impresionantes ojos café, cejas finamente delineadas, labios finos y una nariz pequeña, con un
cuello provocativo.
Su coquetería era su indumentaria por sobre todo. Su carácter, típico de una sociedad matriarcal,
la llevaba a gozar de mucha libertad y ser considerada igual a los hombres.
La civilización cretense fue la civilización del oro, por lo que cada adorno, incluso lo que se
bordaba o cosía en las prendas, hasta la más sencilla, era de este rico metal.

La mujer persa a quien solo podemos imaginarla, puesto que el arte no le dedicó muchas obras
en al antigüedad. Fueron las primeras reclusas de la historia, vivían en el harem, en compañía
de otras mujeres. Se cubrían con un tupido velo, que incluso a veces también tapaba los ojos. A
pesar de ser una sociedad patriarcal, las mujeres eran respetadas y muy bien tratadas por las
leyes. Por ejemplo: ellas aportaban una dote al matrimonio, pero si se divorciaban, esa dote
regresaba a la mujer.
Su vestimenta era una túnica de lana o de seda hasta los tobillos, que se ceñía a la cintura o
bajo el busto, bordada con hilos de oro. Los persas fueron los primeros en usar ropa interior, que
consistía en amplios calzones que llegaban a las rodillas y camisas que se usaban debajo de las
túnicas. Crearon el bordado de aplicación y calzaban unos zapatos flexibles de forma anatómica
que ajustaban con cordones o abotonaban en sus tobillos.
Para la coquetería, las mujeres del pueblo juntaban las raíces de la “Iris Tuberosa”, las que
trituraban y disueltas en agua, juntaban una especie de barro denso con que frotaban sus mejillas
para lograr un color sonrosado que duraba varios días.
La mujer noble tenía a su servicio un “kosmetai”, como le llamaban los griegos a estos maestros
de la cosmética, y que durante varias horas trataban a la mujer para que esta se viera digna de
“Las mil y una noches”. Finalmente, se perfumaba con intensidad.

La mujer hebrea, no fue muy diferente de todas las anteriores. Se dice que caminaba erguida,
con la cabeza en alto, con movimientos sueltos y exquisita elegancia. El “Cantar de los Cantares”
le dedicó maravillosas palabras a esta mujer amada. Pero hay una diferencia entre la mujer del
Antiguo Testamento y la de la época del Talmud, donde adoptaron de manera tardía, viejas
costumbres atenienses, donde la mujer era relegada a la misma condición de los niños o los
esclavos.
La civilización hebraica tenía una vida sencilla y austera. Su atuendo se componía de dos piezas:
una túnica de fino lino, que la ataviaba hasta los pies y otra que era un gran velo, que la envolvía
desde la cabeza. Llevaba sandalias y una faja en las caderas, que podía tener varios colores y
estar bordada, tener ribetes y motivos en oro. Las más elegantes se adornaban los tobillos con

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brazaletes de oro llamados ajorcas, en el cuello colgaban redomitas con perfume y también en
los pendientes, como así también, usaban la “filacteria” ( una chapita donde estaban grabados
algunos Decálogos y se usaban para algunas fiestas religiosas) y un espejito de metal en la
cintura.

A mediada que avanzan los siglos, el foco se va moviendo a otras culturas que comienzan a
desarrollarse.
Cuando Homero describió a Helena, mujer de increíble belleza, que le costó tantas desventuras
por su infidelidad conyugal, ésta llevaba el vestido ceñido a la cintura, el cabello peinado y
recogido elegantemente, dejando parte de él sobre los hombros, y en el cuello, expuesto un collar
de ámbar. Pero igualmente cuidado era el atuendo de Penélope, fiel esposa de Odiseo,
entregada a las tareas domésticas mientras esperaba por años, la llegada de su marido. Esta
vestimenta clásica del período dórico es el “peplo”, una de las más simples, que primeramente
fue de lana y la mujer tejía la propia. Se trataba de un rectángulo de medida mayor al alto de la
persona, que se doblaba por encima del busto y caía, este excedente se plegaba o podía ceñirse
a la cintura, no tenía costura y se sujetaba en los hombros con dos “fíbulas” de metal (a modo
de broche, ya que los botones no aparecieron hasta entrada la Edad Media). Dejaban entonces
las caderas al aire, lo que llamaba mucho la atención a los viajeros que llegaban a Esparta.
También le agregaban al peplo una “orla” decorada a lo largo de los flancos, o en otras partes
de la superficie, colocados en líneas paralelas.
La cabeza la tenían al descubierto, aunque a veces se colocaban una mantilla de lana. Los pies
también los llevaban descalzos. Mucho después adoptaron sandalias, con suela de cuero a la
que se le añadían unas tiras que se entrelazaban por toda la pierna, realzando los tobillos.
Esta mujer no se maquillaba, solo usaba un óleo perfumado para el cuerpo y los cabellos.
La mujer espartana a diferencia de la ateniense, tenía igualdad con el hombre, en lo económico
y en los social, recibía educación y adiestramiento militar y era orgullosamente la encargada de
parir perfectos futuros soldados, vigorosos y disciplinados.
Durante la edad de oro de Grecia, la época de Pericles, la mujer griega no pasaba desapercibida.
Ser bello era una bendición de la naturaleza y de los dioses.            Sócrates combatió este
pensamiento. La falta de belleza pues tenía otro equilibrio, no solo estaba en la proporción física,
también lo estaba en la expresión del alma.
Si vestir el peplo era de una sencilla elegancia, vestir el “quitón”, adornado con camafeos era
completamente refinado. Usaban el clásico “himatión”, un velo que envolvía la cabeza y todo el
cuerpo. Esta dama ateniense era de cabellos rubios o teñidos, si eran oscuros. Usaba collares,
ajorcas y brazaletes de toda clase, agujones para el cabello, y poseía como coquetería, espejos
bellamente decorados, como así también abanicos, que aparecieron en el siglo V a. de C.,
realizados en hojas de plátano, de acacia y posteriormente, con materiales preciosos.

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La mujer etrusca, en lo poco que se sabe de ella, vivió en igualdad de condiciones con respecto
al hombre, participando de la vida social, los banquetes y hasta las competencias gimnásticas.
Su vestido tenía influencia griega, con un quitón menos amplio, que poseía adornados detalles
de lunares o punteado. La moda de este pueblo que habitó la zona de la actual Toscana, antes
del nacimiento de civilización romana, era el uso de una manta ribeteada con bordados, el arreglo
de sus cabellos y un maquillaje donde resaltaban ojos y cejas. Algunos hombres también se
maquillaban.
Al comienzo andaban descalzos pero luego adoptaron una especie de mocasín blando y cómodo
de cuero, o una botas con cordones, esto también era un símbolo de status. Las mujeres hacían
ejercicio desnudas, se depilaban completamente para tener la piel más suave y complementaban
su arreglo con joyas de un refinamiento asombroso, que más tarde fue imitado por otros.

Durante la época de conquista del pueblo romano, la mujer republicana fue austera y sobria en
su manera de vestir y su arreglo personal. Fue la primera en usar ropa interior, que consistía en
una especie de combinación de lana o lino, larga, que lucía con pudor en las termas. El cabello
le siguió en cuidados, cuando llegaron de la zona de la Galia, productos químicos que lograban
un color castaño claro y dorado. No se enamoraron de la cosmética y las joyas hasta llegado los
últimos siglos de la república, ya que su dedicación era el hogar y la familia.
Cuando llega la época imperial, esta mujer ya ha sufrido una gran transformación. Las telas de
su atuendo se refinan al extremo, se usan sedas transparentes de gran calidad. Hombres y
mujeres dedican tiempo a la coquetería y mientras el hombre hace alarde de las proporciones
de físico, rostro y altura, los cánones de belleza femeninos son de mediana estatura, pechos
pequeños y muslos carnosos y caderas anchas. Los pechos grandes son signo de vejez.
Ponían atención en los peinados, que llegaron a ser verdaderas obras arquitectónicas,
sosteniendo en la nuca, grandes rizos y bucles ensortijados con una armazón de metal, a los que
rociaban polvo de oro para lograr ese color rubio dorado.
Comenzaron a usar tacones, pero para comodidad, las sandalias de otras épocas siguieron
siendo la opción cómoda, ahora adornadas con hilos de oro y piedras preciosas.
Los botines de guerra de las conquistas a los pueblos germanos, eran los sacones de piel.
Los cosméticos fueron una debilidad, se empolvaban con polvo de tiza, estiércol de cocodrilo y
hasta se bañaban con leche de burra para conseguir una piel blanca y porcelanosa. Las clases
más bajas también usaban cosméticos pero de menor calidad, que debían aplicarse varias veces
al día. Se delineaban los ojos y ponían coloretes en las mejillas. Se pintaban los labios de rojo
con el fucus o el purpurissum, pigmentos a base de plantas.
La dentadura tenía especial cuidado, reemplazaban las piezas perdidas otras de humanos,
animales o tallas de marfil, y mantenían su blanco con polvo de piedra pómez o vinagre.

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Como conclusión a este trabajo, que no solo ha consistido en investigar usos y costumbres de
cada época, el papel de la mujer y los cánones de belleza, sino también, el trato entre las
personas, mujeres y hombres, acorde a cada cultura y momento histórico. La búsqueda de un
atractivo, algo para hacerse visible al otro, y esto sí es común a lo largo de la historia de la
humanidad, aunque la percepción de la beldad sea diferente para cada pueblo que ha habitado
este planeta.
Y como dice Umberto Eco en su libro “Historia de la Belleza”, ha sido asociada a lo bueno, a lo
que estaba bien. Pero beldad es mucho más, es desear y ser deseado. Y eso, que suscita deseo,
en uno mismo y en el otro, lleva al ser humano lo lleva a crear, a inventar, a construir y a diseñar,
entre otras cosas. Porque quien no posee atributos naturales, puede aflorarlos con indumentaria,
con accesorios, con maquillaje, tanto como con un buen lenguaje, con cultura, con modales y
otros artilugios persuasivos que el hombre ha sabido manejar desde la Prehistoria hasta nuestros
días.

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Bibliografía

DUBY, Georges (2006) Historia de las mujeres. “La Antigüedad.” Tomos 1. Editorial Taurus.
España.

ECO, Umberto (2004) Historia de la belleza. Editorial Lumen. (Material digital aportado por la
cátedra).

FEMIRAMA. (1963) Enciclopedia Femenina. Volumen I. Editorial Codex S.A. Buenos Aires (pág.
1, 21, 41, 61, 81, 101,121, 141).

HAUSER, A. (2002) Historia Social de la Literatura y el Arte. Tomo 1. Madrid: Debate. (Material
de consulta de la cátedra).

Enlaces de consulta

http://historiadelaindumentariaylostextiles.blogspot.com/2013/09/persas.html

http://alenarterevista.net/la-moda-y-el-arte-la-indumentaria-femenina-en-las-culturas-del-egeo-ii-
creta-por-virginia-segui/

https://canonesbelleza.wordpress.com/2007/05/23/desde-la-prehistoria-al-s-xx/

https://canonesbelleza.wordpress.com/2007/05/23/desde-la-prehistoria-al-s-xx/

https://www.caracteristicas.co/sumerios/

https://egiptologia.com/cuchara-de-la-nina-recogiendo-flores-de-loto/

https://elpais.com/cultura/2013/07/23/actualidad/1374612147_742497.html

https://www.elperiodic.com/opinion/artestetica/belleza-traves-edades-mujeres-antigua-roma_6101

https://enciclopediadehistoria.com/etruscos/

http://historiadelaindumentariaylostextiles.blogspot.com/2013/09/persas.html

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/cleopatra-reina-mas-joven-egipto_6795

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/legendarias-reinas-asiria_8426

https://www.ifergan-collection.com/ifergangallery/

https://www.juntadeandalucia.es/educacion/portals/delegate/content/4ba061aa-338e-40e2-874d-
313ee6ef3f04

https://www.larazon.es/blogs/lifestyle/de-la-etica-y-la-estetica/la-belleza-en-el-tiempo-JF14881008/

http://mujericolas.blogspot.com/2015/02/mujeres-en-la-antiguedad-reinas.html

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Anexo de imágenes

La Beldad en la Prehistoria

                                    Peine de hueso.

                              Museo Histórico de Estocolmo

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La Beldad en el Antiguo Egipto

   Cuchara de cosméticos de la
                                      Tumba de Menna.
   niña que arranca flores de loto.
                                      Retrato de una dama con cono de grasa
   Imperio Nuevo.
                                      perfumado.
   Museo del Louvre, París.

                                                                         13
La Beldad Sumeria

                                      Joyas de la Reina Puabi de Sumeria, encontradas

                                      intactas en su tumba.

                                      Tocado de hojas de oro, lapislázuli y cornalina.

                                      Museo Británico de Londres.

                                         Fragmento de pintura. Palacio de Mari.

La Beldad Asirio – Babilónica

                                                    Joyas y ornamentos con exquisito
           Friso de los leones, del
                                                    trabajo de orfebrería.
                   Palacio

         de Susa. Museo del
         Louvre.                                                                         14
La Beldad Fenicia

   Pendiente y colgante porta amuleto
   fenicio. Museo de Cádiz.

                                                      Anillo en espiral para recoger el cabello.

               Perfumero.

La Beldad Cretense

      “El pájaro azul”, “El toro Farnesio” y “Las damas azules”, frescos del Palacio de
      Cnosos. Cultura Minoica.

                                                        Diosas de las serpientes.

                                                                                              15
La Beldad Persa

                     Antigua joyería persa.

                     Museo de la Joya de Teherán, Irán.

                                   Pareja de brazaletes del tesoro de Oxus, que
                                   ha perdido su capa de piedras preciosas.
                                   Museo Británico de Londres.

                                  Maravillosas alfombras tejidas.

La Beldad Hebrea

                          Filacteria para ocasiones religiosas.

       Vestimenta.

                                                                           16
La Beldad Griega

     Vestimenta según la época.

                                  Espejo con relieve, época helenística.

                                  Museo del Louvre.

                                    Pintura de Guillaume Seignac.

                                                                       17
La Beldad Etrusca

   Exquisita orfebrería en oro.

   Museo Arqueológicos de Florencia y Ancona.

  Espejo femenino de bronce. S. IV a. C.

  Museo Arqueológico de Bolonia.

                                           Sarcófago policromado de mujer
                                           aristócrata etrusca. S. II a. C.
                                           Museo Británico.

                                                                      18
La Beldad Romana

 Época de la República.

                                Fresco hallado en Herculano.

                                Mujeres en tareas domésticas.

  Época Imperial.

                                                       Joyas.
         Calzado femenino.

         Museo de Salzaburgo.

                                                                19
Declaración jurada de autoría

A: Facultad de Diseño y Comunicación. Universidad de Palermo.

        Por la presente dejo constancia de ser el autor del Trabajo Práctico Final titulado

 “La Beldad, a través de los tiempos.”
que presento para la asignatura               Taller de Reflexión Artística II
dictada por el profesor                       Prof. Carla Ferrari

         Dejo constancia que el uso de marcos, inclusión de opiniones, citas e imágenes es

de mi absoluta responsabilidad, quedando la UP exenta de toda obligación al respecto.

        Autorizo, en forma gratuita, a la UP a utilizar       este material para concursos,

publicaciones y aplicaciones didácticas dado que constituyen ejercicios académicos de uso

interno sin fines comerciales.

                                           Patricia Carolina Aramayo Tripke
    13 de___junio   de 21
              / ___ / ___

            Fecha                                    Firma y aclaración

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