ARGENTINA El Camino Hacia el Sistema Nacional de Cuidados Cecilia Fraga & Corina Rodríguez Enríquez - Development Alternatives with Women for a ...
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Doc umento de Dis cus ión de DAWN #36 Photo | Eric M.V. (ROWDY) from Pexels ARGENTINA El Camino Hacia el Sistema Nacional de Cuidados Cecilia Fraga & Corina Rodríguez Enríquez Fe br E r o, 2 0 2 2 1
s i o n c u s fo r dis A F T D R RegiÓN: Á r e a POL Í TI C A : Am Érica cui dados y protecci ón s oci al Lat inA Utilizando un enfoque feminista interseccional y de interrelaciones, este proyecto examina de cerca las transformaciones de políticas que han tenido lugar durante el periodo de excepcionalidad producido por la pandemia, explorando cómo pueden repercutir en el futuro en cuatro áreas políticas: macroeconomía; políticas laborales y derechos de las y los trabajadores; migración y movilidad humana; cuidados y protección social. 2
n ©2022 por DAWN bajo una licencia de Creative Commons Atribución-No comercial-Sin derivados 4.0 Internacional. (CC BY-NC-ND 4.0) ss i o c u dis Este documento forma parte de un esfuerzo internacional de investigación realizado por autoras feministas del Sur Global. Los Documentos de Discusión de DAWN tienen el o r propósito de generar un amplio debate y discusión de los análisis en curso sobre los diferentes f temas en los que trabaja DAWN. Los documentos se ponen a disposición antes de estar T F terminados como parte de nuestra misión de informar, crear redes y movilizar. D R A Agradecemos los comentarios recibidos de Yálani Zamora, Nanette Liberona y Soledad Salvador, a una versión preliminar de este trabajo. En el presente trabajo se decidió utilizar la forma “a/o” como lenguaje inclusivo, para conservar la concordancia con el resto de los trabajos en este mismo proyecto. Tal decisión no implica desconocer los límites de esa expresión, toda vez que invisibiliza las opciones diversas y no binarias, pero también reconociendo las controversias que implica el uso de la forma alternativa “e”, y de otras que pueden hacer la lectura compleja como “x” o “@”. Entendemos que no hay soluciones consensuadas respecto a cómo superar este sesgo sexista del lenguaje español. Opiniones y comentarios son bienvenidos y pueden enviarse a info@dawnnet.org. Este documento puede utilizarse libremente siempre que no se realicen modificaciones y se haga una clara referencia a la autora y a DAWN. Fraga, Cecilia and Rodríguez Enríquez, Corina. 2022. Argentina. El Camino Hacia el Sistema Nacional de Cuidados. Documentos de Discusión de DAWN No. 36. DAWN. Suva (Fiji). 3
Abreviaciones ASPO Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio CEPAL Comisión Económica para América Latina y el Caribe ENES Encuesta Nacional sobre la Estructura Social INDEC Instituto Nacional de Estadística y Censos MMGD Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad OIT Organización Internacional del Trabajo OSC Organización Social del Cuidado n PTC Parlamentos Territoriales de Cuidado TDCNR s Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado s i o i sc u fo r d F T D RA 4
Resumen En este artículo presentamos el recorrido hacia un sistema de cuidados en Argentina. A tal fin, recuperamos la historia reciente del movimiento feminista y los hallazgos de estudios académicos y de la sociedad civil que documentan la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados en las mujeres y la injusta organización social de los cuidados en el país. Identificamos el cambio de gobierno y la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad como una oportunidad para la entrada del feminismo en la institucionalidad pública, para luego concentrarnos en describir y analizar la estrategia desplegada por el ministerio hacia la creación de un sistema de cuidados. Específicamente, nos referimos a: la Mesa Interministerial de Cuidados, el Mapa Federal de Cuidados, la Comisión Redactora de un Anteproyecto de Ley para un Sistema Integral de Cuidados con Perspectiva de Género, y la Campaña Nacional i on Cuidar en Igualdad. En el marco de esta última, prestamos especial atención a los s s Parlamentos Territoriales del Cuidado con el interés de indagar en la construcción sc u participativa de políticas de cuidado y en el fortalecimiento de la dimensión comunitaria i d del mismo. Estos elementos nos permiten argumentar en favor de la potencialidad fo r transformadora de la experiencia analizada, advirtiendo sobre los obstáculos y desafíos T persistentes que debe enfrentar. RA F D 5
1. Introducción El presente artículo se enmarca dentro del proyecto “La pandemia como portal: transformaciones de políticas que disputan la nueva normalidad”, dentro del área de indagación sobre cuidados y protección social. En particular, presenta un análisis para el caso de Argentina y su proceso de construcción de un Sistema Nacional de Cuidados. Partiendo del marco conceptual elaborado para el proyecto, nos proponemos analizar desde una perspectiva feminista las características de este proceso, sus potencialidades y sus desafíos para operar en un sentido transformador. Los avances más recientes en el proceso hacia la construcción de un sistema de cuidados en Argentina coinciden temporalmente con la ocurrencia de la emergencia sanitaria del COVID-19. No se gesta a partir de la emergencia, ya que deviene de un n proceso de años de trabajo en esta agenda desde la academia, la sociedad civil, el si o movimiento de mujeres y feminista, y los espacios de política pública. Pero sí se s c u potencia por la coyuntura que derivó, entre otras cosas, en la visibilización de la i s centralidad y esencialidad del cuidado, como así también, por un contexto que expone r d con crudeza los nudos básicos de reproducción de la desigualdad, entre los cuales fo T sobresale la injusta organización social del cuidado. RA F Analizando este caso particular, pondremos a prueba las cuatro hipótesis planteadas por D Llavaneras Blanco y Cuervo (2021), indagando si el proceso que analizamos (a) expone un estancamiento en las políticas, dependientes de trayectorias previas; (b) abre espacio a una mayor intervención del sector privado, incluso controlando los procesos políticos; (c) aumenta el control biopolítico ampliando las tendencias autoritarias en curso; o (d) es transformador y progresista. Nuestra argumentación es que el caso que estudiamos se aproxima a la hipótesis (d) (abriendo posibilidades de un escenario transformador), enfrentando desafíos asociados a la hipótesis (a) (obstáculos planteados por trayectorias previas y dinámicas políticas, sociales y culturales arraigadas). El análisis se basa en sistematización de información y literatura sobre el tema (en particular en lo relativo al planteo del contexto y el marco general del proceso), y en la participación observante en parte del proceso que describimos (particularmente en los Parlamentos Territoriales de Cuidado (PTC), así como en el acceso a documentos elaborados por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (MMGD). 6
El artículo se organiza de la siguiente manera: a continuación, describimos las características principales de la organización social del cuidado (OSC) en Argentina y las principales implicancias del contexto de pandemia. Luego repasamos el contexto socio-histórico que permitió construir una agenda de cuidados en el país. Seguidamente, desarrollamos el proceso encabezado por el MMGD para la construcción de un sistema de cuidados con énfasis en el papel que desempeñan los PTC. En la última sección repasamos las principales conclusiones, volviendo sobre las cuatro hipótesis que guían el análisis. 2. El contexto de la OSC en Argentina y el impacto de la pandemia La organización social del cuidado en Argentina se caracteriza por varias dimensiones.i on En primer lugar, una visión que con matices (por clase social, por zona territorial, por s si dimensión del cuidado) todavía conserva una matriz mayormente familista y feminizada c u de los cuidados, es decir, el cuidado está concentrado en las familias y, dentro de ellas, d i s en el trabajo de las mujeres. En segundo lugar, una brecha de género persistente en el r fo tiempo de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (TDCNR). En tercer lugar, T una marcada desigualdad socio-económica en el acceso a servicios de cuidado que RA F deriva de una provisión pública insuficiente y una provisión mercantil marcadamente segmentada según la capacidad adquisitiva de la población. En cuarto lugar, aunque D todavía deficitaria, una mayor oferta pública de servicios de cuidado para niños y niñas, que para personas mayores y con discapacidad. La provisión pública de cuidados está concentrada en el aparato escolar, siendo los niveles de escolarización básica en Argentina muy elevados. Marcadamente menor es la cobertura de los servicios de educación inicial (para niños y niñas de hasta cinco años de edad). Este tipo de provisión pública de educación y cuidado para niños, niñas y adolescentes, es complementada por otra de corte más asistencial, focalizada en atender las necesidades de cuidado de los hogares de menores ingresos. En la forma de centros de desarrollo infantil o espacios de primera infancia, esta provisión suele articularse entre el Estado (que provee el financiamiento de los salarios de los trabajadores y las trabajadoras y el mantenimiento de la infraestructura) y organizaciones de la sociedad civil, que en muchos casos ya proveían estos servicios con anterioridad. Esa dimensión de la provisión pública del cuidado se caracteriza por su diversidad y por su distancia (en 7
términos de contenido y calidad) con el cuidado que se ofrece en ámbitos escolares. En quinto lugar, una provisión mercantil de servicios de cuidado de calidad muy dispar, con escasa regulación, concentrada en las grandes ciudades. En sexto lugar, condiciones de empleo precarias para las trabajadoras remuneradas del cuidado, en particular para quienes realizan tareas domésticas y cuidado domiciliario de personas. Este sector de empleo se caracteriza por su feminización y por el alto porcentaje de trabajadoras migrantes que lo integran. También por los bajos salarios y los altos niveles de informalidad, si bien éstos han ido disminuyendo desde la sanción (en al año 2013) de una nueva legislación que regula el trabajo en el sector, alineada con el convenio 189 de la OIT. Cada una de estas dimensiones del cuidado se expresan de manera diferente en los centros urbanos de mayor tamaño respecto de las ciudades más pequeñas o las zonas on rurales. También están fuertemente segmentadas por el nivel socio-económico de la s si población. En el caso de los hogares que viven en entornos de mayor vulnerabilidad c u social, un actor clave para atender las necesidades de cuidado son los arreglos i s d comunitarios. La dimensión comunitaria del cuidado pone foco en un aspecto poco fo r estudiado del trabajo de cuidados (Sanchís, 2020) e involucra la consideración de las T acciones de la organización comunitaria, y ofrece un terreno fértil para el análisis y la RA F reflexión en torno a las redes como tramas de apoyo para la provisión de cuidados D (Pérez Orozco, 2014). Lo que hoy denominamos cuidados comunitarios se vincula con las formas en que sectores desprotegidos en Argentina han resuelto la satisfacción de sus necesidades. El antecedente más reciente se remonta a la crisis económica, social y política en 2001/2002 y las estrategias para obtener o dar continuidad al trabajo como eje ordenador de los proyectos de vida de las personas y grupos: proyectos de autogestión, participación en la economía popular, social y solidaria, experiencias de intercambio y trueque, empresas recuperadas, proyectos cooperativos, entre otros. Desde el campo académico y social, el debate giraba en torno a los grados de autonomía de estas experiencias con respecto al Estado y los partidos políticos o movimientos sociales, así como también la emergencia de trabajadores/as sin patrón (Rebón, 2005). La reflexión actual sobre la dimensión comunitaria del cuidado se nutre de estas experiencias, pudiendo incluir -o no- estrategias de inserción laboral. Por ejemplo, la dimensión comunitaria del cuidado ha sido estudiada en relación con la satisfacción de 8
necesidades de alimentación, con la educación y actividades de juego de niñas y niños en el Conurbano Bonaerense, en las que destaca el rol que desempeñan las mujeres (Fournier, 2017). También está documentado el trabajo de cuidados que realizan las mujeres en ámbitos comunitarios, tornándolo un actor clave para comprender la provisión de cuidados en espacios vulnerables de la Región Metropolitana de Buenos Aires (Zibecchi, 2014). También se viene sosteniendo la necesidad de observar la provisión de cuidados en el contexto de la economía popular como una alternativa de autogestión de empleos que podría fortalecerse como estrategia de recuperación post- crisis. Es que la pandemia de COVID-19 y las acciones tomadas para hacerle frente tuvieron implicancias notables en la organización, los tiempos y el trabajo de cuidados. En Argentina, el primer caso de contagio se identificó a inicios de marzo de 2020 y ya on hacia el día 20 del mismo mes se dictaron las primeras medidas drásticas para contener s si la pandemia, incluyendo el cierre de los establecimientos escolares y un Aislamiento c u Social Preventivo Obligatorio (ASPO) bastante estricto en las primeras semanas. i s r d La OSC se vio afectada sustancialmente en este contexto, y aumentó de manera fo evidente la presión sobre los cuidados. En Argentina, esta situación se montó sobre una F T que, como ya mencionamos, evidenciaba el peso de los cuidados sobre las mujeres. RA Según lo consignó en su momento (año 2013) el módulo de trabajo no remunerado D relevado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), ya antes de la pandemia, en los hogares urbanos del país, las mujeres destinábamos el doble de tiempo que los varones (seis horas y media contra tres horas y media en promedio) a estas tareas.ii También se advertía que la jornada de TDCNR era significativamente mayor para las mujeres que vivían en hogares del primer quintil de ingresos (ocho horas diarias en promedio) que para las mujeres de los hogares del veinte por ciento de mayores ingresos (cuatro horas diarias en promedio). Con las medidas tomadas para enfrentar la pandemia, que implicaron el cierre de los establecimientos escolares y de cuidado, la imposibilidad de las trabajadoras de casas particulares de asistir a sus lugares de empleo, los mayores cuidados en general exigidos por el contexto y la permanencia de las personas en sus hogares, el TDCNR se incrementó. 9
Un relevamiento realizado por el INDEC indica que el 65,5% de los hogares encuestados debieron incrementar el tiempo dedicado a tareas domésticas. Aquellos hogares con presencia de niños, niñas y adolescentes lo hicieron en mayor proporción (72,5%) respecto del resto de los hogares (60,5%). El mayor porcentaje de incremento de las tareas domésticas (limpieza, preparación de alimentos y compras) se registra en hogares cuyos jefes y jefas tienen mayor nivel educativo, que son hogares donde esas tareas, previamente a la pandemia, solían contar con mayor participación del servicio doméstico. Asimismo, el estudio revela que el tiempo dedicado a tareas de apoyo escolar, en hogares con presencia de menores en edad escolar, se incrementó en el 66,1% de los casos (INDEC: 2020). causas se encuentran la limpieza de la casa (treinta y dos por ciento), la carga de cuidados (veintiocho por ciento), la preparación de la comida (veinte por ciento) y la on ayuda con las tareas escolares (veintidós por ciento). Según esta fuente, también el s si apoyo para realizar las tareas escolares es principalmente realizado por las madres c u (sesenta y ocho por ciento), en comparación con el apoyo de los padres (dieciséis por i s d ciento). fo r Así como el TDCNR se incrementó en el contexto de pandemia, las trabajadoras F T remuneradas de cuidado sufrieron consecuencias severas al verse primero RA imposibilitadas de trabajar y posteriormente obligadas a hacerlo en condiciones de D enorme inseguridad. En Argentina, si bien al inicio mismo del confinamiento el gobierno estableció que las personas ocupadas en el servicio doméstico debían gozar de licencia remunerada hasta que la actividad fuera habilitada nuevamente,iii el alto nivel de informalidad laboral y las características de la ocupación implicaron una elevada pérdida de empleos. El sindicato del sector, la Unión del Personal Auxiliar de Casas Particulares (Upacp) estimó que entre 50.000 y 55.000 trabajadoras de casas particulares perdieron su empleo en este período. Adicionalmente, entre quienes pudieron retener sus empleos, se constató la pérdida de ingresos. Según Wlosko et al (2020), el ochenta y dos por ciento de las trabajadoras no asistían a su lugar de trabajo, pero sólo el treinta y tres por ciento continuaban percibiendo la remuneración, aunque en algunos casos por montos menores. Para quienes siguieron trabajando por alguna condición de excepcionalidad (por ejemplo, en actividades de cuidado de personas dependientes) o porque estaban empleadas sin retiro y permanecieron en aislamiento conviviendo con el hogar 10
empleador, o porque fueron obligadas a hacerlo, lo que se verifica es un incremento en la intensidad del trabajo, la prolongación de las jornadas de trabajo y la pérdida de los descansos de fines de semana. Asimismo, estas trabajadoras se vieron enfrentadas a situaciones de mayores riesgos, ya sea porque en los hogares no se implementaban las medidas de seguridad y prevención necesarias, o porque debían asumir mayores riesgos en el cuidado de personas enfermas. Muchas de estas trabajadoras vieron, en este período, vulnerados sus derechos por falta de suficiente información, a la vez que se incrementaron las situaciones de violencia a las que habitualmente están expuestas, todo lo cual es presumible que se haya dado con mayor intensidad entre las trabajadoras migrantes (López Mourelo, 2020). Finalmente, el contexto de pandemia también ha expuesto cómo en las situaciones de emergencia, y allí donde las condiciones son más extremas y las carencias más on marcadas, son las redes comunitarias las que garantizan la reproducción cotidiana de la s si vida. En particular, las mujeres de los barrios pobres de los centros urbanos fueron c u quienes sostuvieron los cuidados en articulación con los mecanismos de solidaridad i s d motorizados por las escuelas, los clubes, las entidades de fomento. La comunidad fo r respondiendo donde el Estado no llega o lo hace con mucha deficiencia (Rodríguez T Enríquez, 2020). RA F Es en este contexto donde se produce una aceleración de la agenda de los cuidados, que D ya llevaba varios años de fortalecimiento en el país. 3. La consolidación de una agenda de cuidados en Argentina La cuestión de los cuidados se viene discutiendo en Argentina desde el año 2005 aproximadamente. Al amparo de los compromisos asumidos por el país al ratificar, hace ya veinticinco años, la Plataforma de Acción de Beijing y posteriormente, los sucesivos consensos resultantes de las Conferencias Regionales de la Mujer de América Latina y el Caribeiv, así como por el empuje de sectores académicos comprometidos con el tema y por la creciente atención que el activismo de mujeres y feminista le fue dando a la cuestión, se fue consolidando una agenda de los cuidados en Argentina. En una primera instancia, esta agenda favoreció la generación de información que permitiera fortalecer los diagnósticos existentes. Se realizaron tres encuestas de uso del tiempo de nivel subnacional (dos en CABA, en 2005 y 2016, y una en la Ciudad de 11
Rosario en 2010), y un módulo de trabajo no remunerado en el marco de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, que se relevó durante el tercer trimestre del año 2013 y que produjo, si bien precariamente, información sobre uso del tiempo de nivel nacional urbano (que citamos anteriormente)v. Posteriormente, la Encuesta Nacional sobre la Estructura Social (ENES) relevada entre 2014 y 2015 incluyó la indagación sobre estrategias de cuidado, y aportó información novedosa con un buen grado de representatividadvi. La información citada anteriormente sobre los impactos de la coyuntura Covid en los arreglos de cuidado da cuenta de cómo el tema ya forma parte de los intereses habituales de las estadísticas públicas y de la investigación social. La paulatina visibilización de la forma injusta de la OSC en Argentina fue permitiendo ir ganando terreno en la agenda legislativa. Una década después, en el parlamento nacional había innumerables proyectos de ley que proponían desde ampliación de on licencias laborales vinculadas con el cuidado hasta la construcción de sistemas federales s si de cuidado para la primera infancia, pasando por estrategias de reconocimiento, c u vii valorización y hasta remuneración del TDCNR . Sin embargo, ninguno de los d i s proyectos consiguió avanzar más allá de la discusión en comisión. r fo Adicionalmente, se fueron abordando cuestiones de cuidado en el marco de las F T negociaciones colectivas incluyendo, en algunos casos, cláusulas que reconocían el peso RA de las responsabilidades de cuidado y establecían compromisos para facilitar la D conciliación entre vida laboral y responsabilidades familiares, incluyendo la prestación de servicios de cuidado (o el pago de componentes salariales para adquirir estos servicios en el mercado), así como la ampliación de licencias paternales y parentales más allá de lo establecido en la ley de contrato de trabajoviii. En la misma línea, varias jurisdicciones sub-nacionales ampliaron parcialmente las licencias paternales o implementaron licencias parentales. Recientemente, la agenda de los cuidados en Argentina cobró más fuerza por la combinación de tres procesos: i) la expansión del movimiento feminista; ii) el cambio, a fines de 2019, del partido en el gobierno nacional, asumiendo una gestión más receptiva de algunas de las demandas feministas; iii) el impacto ya mencionado de la pandemia de COVID-19 en visibilizar la esencialidad del cuidado y las implicancias de su injusta organización social. 12
Con respecto a la expansión del movimiento feminista, el 3 de junio de 2021 se cumplieron 6 años del primer Ni una menos, una convocatoria espontánea a la manifestación pública que catapultó a miles de personas, la mayoría mujeres y entre ellas la mayoría jóvenes, a las calles, renovando el movimiento feminista nacional. La lucha contra la violencia de género convergió con el reclamo de más largo aliento por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo de la mano de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuitoix. Así, la violencia sobre los cuerpos de mujeres y niñas, y el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, acapararon los debates de feministas, medios de comunicación masiva, funcionarios y la sociedad en general. Estas demandas se articulaban con otras gestadas, entre otros espacios, en los Encuentros Nacionales de Mujeres.x Desde estos ámbitos comenzaron a visibilizarse on las dobles y triples jornadas de las mujeres y las tensiones entre la vida laboral y la vida s si familiar. En 2016, se convocó a un paro nacional de trabajo pago y no pago de una hora c u de duración y en 2017, en el marco de una acción global, mujeres de varios países i s d organizaron paros generales y movilizaciones en contra de la violencia de género en lo fo r que fue el Paro Internacional de Mujeres del 8 de marzo. Luego se sucedieron los paros T internacionales impulsados por el movimiento feminista en Argentina y España bajo la RA F consigna “si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”. Así se fue señalando la D urgencia de situar al cuidado como un problema de orden público y de derechos. La agenda de los cuidados en Argentina también cobró fuerza por el cambio de gobierno nacional hacia uno más receptivo de algunas de las demandas feministas. La institucionalidad de género se ve fortalecida con la creación del MMGD. Este Ministerio termina de colocar al cuidado en la agenda de política pública, nutriéndose para esto de las investigaciones académicas sobre la temática, proponiendo definiciones y puntos de partida: reconocer al trabajo de cuidados como un transmisor de las desigualdades, visibilizar su importancia para el sostenimiento del sistema social y económico, advertir la forma de la división sexual del trabajo que lo atraviesa, y la necesidad de una distribución más justa de los cuidados, tanto en las prácticas que suceden en el interior de los hogares, así como también entre el Estado, las familias, el mercado y las organizaciones sociales y comunitarias. Desde este entendimiento de los cuidados se crean espacios institucionales en el MMGD como la Dirección Nacional de Políticas de Cuidados bajo la órbita de la Secretaría de Políticas de Igualdad, con el 13
propósito de promover cambios culturales y disponer de recursos para transformar la distribución de los tiempos, los trabajos y las responsabilidades de cuidado. 4. Hacia la construcción de un sistema nacional de cuidados Como desarrollamos en la sección anterior, la agenda de los cuidados en Argentina no surge con la pandemia. Pero es con la creación del MMGD, bastante coincidente en el tiempo con este contexto, que la posibilidad de empujar concretamente políticas de cuidado en el marco de la construcción de un sistema federal integrado de cuidados comienza a tomar forma. Planteando desde el inicio la prioridad de “trabajar por una redistribución más justa de las tareas de cuidado”, una de las primeras medidas llevadas a cabo por el Ministerio fue “la creación del área de Cuidados, en el entendimiento de n que es necesario traducir la voluntad política de promover este cambio cultural en si o recursos concretos y tangibles. El siguiente paso fue la elaboración de un Mapa Federal s c u de los Cuidados, para el cual la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el i s Caribe) brindó apoyo.”xi fo r d Entendiendo desde el inicio que construir un sistema de cuidados implica un enorme T desafío institucional, dada la variedad de agencias que se verían involucradas en los RA F servicios de cuidado, en la regulación de dimensiones del cuidado y en su articulación D con otras prestaciones dentro del sistema de protección social, el Ministerio decidió la conformación de la Mesa Interministerial de Cuidados.xii Esta instancia reúne a catorce organismos del Poder Ejecutivo Nacionalxiii con el objetivo de debatir y planificar políticas que contribuyan a transformar la organización social del cuidado. Si bien su función no es solamente sentar las bases para la futura articulación institucional en el marco de un sistema federal de cuidados (por ejemplo, la mesa ha sido clave para articular políticas vinculadas con el cuidado en el marco de la emergencia sanitaria del COVID-19)xiv, es importante resaltar que uno de sus primeros resultados ha sido la elaboración de un documento que busca establecer “acuerdos conceptuales y operativos para la construcción de un lenguaje en común, un marco de sentido y un contexto de articulación” para direccionar el trabajo de la mesa en pos de “redistribuir y reconocer a los cuidados como una necesidad, como un trabajo y como un derecho”.xv El documento desarrolla así un breve marco conceptual que establece consensos en torno a la noción de cuidados, de derecho al cuidado, de OSC, y resulta 14
una primera sistematización de las políticas existentes (o que se planean desarrollar en el corto plazo) por parte de cada una de las instituciones que conforman la mesa. El trabajo previo en la construcción de esta agenda, el liderazgo del Ministerio en coordinar el proceso al interior del Poder Ejecutivo, y la presencia de feministas comprometidas no solamente en el MMGD sino también involucradas en otras áreas de gobierno ha sido clave para este consenso inicial en cuanto a las definiciones y los principios básicos en torno a los cuales ir construyendo un sistema de cuidados. Esto no implica que a lo largo del proceso y al avanzar en aspectos más específicos no se tengan que enfrentar diferencias y contradicciones, que habrá que ver en qué sentido se terminan resolviendo. Otro avance en la materia es la construcción de un Mapa Federal de Cuidados, que busca: i) proveer información para la gestión de políticas públicas, identificando i on soluciones potenciales a demandas de cuidado dentro de la oferta existente; ii) informar s s a la demanda y a la oferta de cuidados, para facilitar su encuentro; iii) sentar las bases para un futuro sistema de información. i sc u r d El acceso abierto al primer producto del mapeo de cuidados se presentó el 22 de julio de fo 2021. Es un mapa federal georeferenciado de la oferta actual de servicios de cuidado F T para los niños y niñas, personas mayores y personas con discapacidad, así como RA también de espacios de formación para el cuidadoxvi . D El otro eslabón de este proceso lo constituye la Comisión Redactora de un Anteproyecto de Ley para un Sistema Integral de Cuidados con Perspectiva de Género creada en octubre de 2020, que reunió a un número acotado de personas expertas en la materia con la misión de proponer una ley que enmarque normativamente a un futuro sistema de cuidados, establezca sus principios rectores, sus componentes, su gobernanza, la población prioritaria a la que buscará atender, las prestaciones que debería incluir, los agentes prestadores, así como los mecanismos de financiamiento que deberían garantizar su funcionamiento. Esta comisión terminó muy recientemente su tarea y entregó una propuesta de anteproyecto de ley a la Ministra del MMGD, iniciando un proceso de consultas y ajuste del proyecto con otras áreas del poder ejecutivo nacional, para su posterior remisión al parlamento nacional para su discusión. A la fecha no hay información sobre cuándo el Poder Ejecutivo elevaría el proyecto definitivo al Congreso. La perspectiva genera incertidumbre dada la reciente derrota 15
electoral de la coalición de gobierno en una instancia primaria de las elecciones legislativas de medio término. Es de esperar que en este nuevo contexto electoral, el gobierno pierda mayoría en las cámaras parlamentarias y tenga más dificultad para aprobar proyectos propios. Otro dato que genera dudas es la reciente designación como Jefe de Gabinete de un gobernador provincial abiertamente contrario a los derechos de las mujeres. Si bien simultáneamente el presidente ha manifestado su respaldo a la Ministra de las Mujeres y su compromiso con la agenda de igualdad de género, no deja de ser una señal preocupante. Finalmente, el último componente de este proceso lo constituye la Campaña Nacional Cuidar en Igualdad, que se plantea dos objetivos centrales: i) recuperar, en clave federal territorial, conceptualizaciones, saberes, conocimientos y prácticas pre-existentes en los distintos territorios en torno a los cuidados que permitan detectar prioridades que nutran on la formulación de política pública en materia de cuidados; y ii) propiciar la s si sensibilización federal en relación a las prácticas y políticas de cuidados, desde un c u enfoque integral, federal y de igualdad de género, promoviendo mayor conciencia y i s d corresponsabilidad colectiva sobre el derecho a cuidar y a recibir cuidadosxvii . fo r La principal línea de acción de esta campaña la constituyen los Parlamentos F T Territoriales de Cuidado (PTC), que son “espacios de confluencia y diálogo de lógicas RA multiactorales en los territorios de carácter comunitario, institucional-estatal, académico D y cultural” de cuyo intercambio se espera la “generación de pisos de consensos colectivos que nutrirán la agenda pública de cuidados”. A la vez que se busca sensibilizar sobre el tema, estos espacios permiten conocer las demandas específicas de cuidado, las condiciones en las que se construyen, los actores relevantes y tanto los consensos como las tensiones que podrían aparecer a la hora de avanzar con la implementación o expansión de políticas concretas. Los PTC son una experiencia novedosa y un intento de componer un proceso participativo con arraigo en los territorios. Constituyen la tercera de cinco etapas de la intervención a nivel provincial de la Campaña Nacional Cuidar en Igualdad.xviii Se realizan una vez concluida la etapa correspondiente a las Rondas Internas de Intercambio y Reflexión, en las que participan representantes de diversos sectores en cada provincia, por lo que se arriba a esta instancia con las conclusiones de un diálogo ya en curso. En las Rondas participan organizaciones sociales e instituciones de cuidado de la niñez, de personas mayores y con discapacidad, del sector salud y educativo, redes 16
de cuidado comunitarias, organizaciones feministas, áreas de gobiernos provinciales y municipales, sindicatos y asociaciones empresarias vinculadas a sectores del cuidado, representantes de organismos nacionales vinculados con la temática, universidades y representantes legislativos. La implementación de los PTC se organiza en función de tres ejes de intervención: político, cultural y comunicacional. La dinámica consiste en intervenciones de 5 minutos a cargo de una persona vocera por cada área temática del cuidado que presenta las conclusiones a las que arribaron en las Rondas en torno a dos preguntas que desde el MMGD orientaron el intercambio en los PTC: ¿cómo cuidamos hoy? ¿cómo queremos cuidar y ser cuidados/as mañana? Cabe resaltar que éstas no son instancias de toma de decisión, por lo que no resultan necesarios mecanismos de votación o adopción de resoluciones. Esto también permite la convivencia de posturas diferentes y hasta on contradictorias, que quedan asentadas en la sistematización de los encuentros. Como s si todo proceso participativo, no está exento de controversias, derivadas tanto del proceso c u de determinación de quiénes participan y quiénes no (aun cuando se intente que sea lo i s d más inclusivo posible), así como también de la desigual potencia de las voces (actores, instituciones) que intervienenxix. fo r F T Un aspecto que emergió en todos los PTC realizados hasta el momento como RA diagnóstico y punto de partida es la naturalización de las tareas domésticas y de cuidado D como algo que hacen las mujeres y los cuerpos feminizados, subrayando la importancia de visibilizar a la diversidad en este trabajo no remunerado. También la certeza de que, si las mujeres y LGBTI+ no realizan este trabajo, nadie lo hará. Esto estaría indicando que no existe una percepción social extendida sobre el Estado como un actor presente en la OSC ni tampoco emerge con claridad como un interlocutor válido para exigir medidas para una OSC más equitativa. Esto no impide que en ciertas ocasiones esto suceda: en sectores con organización sindical y en demandas específicas, como la de licencias parentales. Frente a la poca presencia del Estado, los y las participantes de los PTC ofrecen una descripción detallada sobre sus vidas cotidianas, cargadas de obstáculos, donde los modos en que se resuelven las necesidades de cuidado involucran la presencia de redes de proximidad familiares y comunitarias. Aquí aparece una cuestión relevante para los aspectos de la OSC que señalábamos al inicio. Por un lado, la familiarización del cuidado y la necesidad de expandir la provisión de servicios de cuidado adecuados para aliviar la carga de cuidados en los 17
hogares. También el desafío que imponen mandatos sociales en torno al cuidado (también evidentes en las narrativas de distintos actores en los PTC), como por ejemplo, el relacionado con la idea de la familia como el ámbito preferido para el cuidado de las personas mayores. En este sentido es interesante notar las distintas narrativas que aparecen en los PTC de las diferentes zonas territoriales, que presentan diferencias culturales marcadas. Por ejemplo, en el PTC de la Patagonia (zona sur del país) se enfatizó en las cuestiones vinculadas con la provisión de servicios y la profesionalización del trabajo de cuidados. En el de la región noroeste, se hizo hincapié en la necesidad de articular el cuidado provisto por servicios extra-domésticos (por ejemplo, en los centros de desarrollo infantil) con los provistos por las familias, dando cuenta de una mirada cultural que todavía sigue alojando el cuidado en las familias, aunque a la vez demanda acciones para redistribuir este cuidado en su interior. on Por otro lado, aparece la importancia de la dimensión comunitaria del cuidado. En s si particular, se subrayó la necesidad de apoyar económicamente y con una remuneración c u el trabajo de mujeres y LGBTI+ en merenderos y comedores comunitarios, i s d especialmente frente al mayor volumen de trabajo en el contexto de la pandemia y con fo r el arribo de más niños, niñas y personas mayores. Aquí aparece por delante un desafío T interesante a la hora de pensar cómo las políticas públicas pueden fortalecer y apoyar RA F este espacio, tal vez articulando con otras políticas sociales como las de sostenimiento D del ingreso. Un desafío para el Estado es avanzar sin colonizar con visiones sobre el cuidado que violenten las formas propias de las comunidades, pero a la vez favoreciendo la equidad y garantizando los derechos. Otra cuestión emergente en los PTC es la necesidad de reconocer los cuidados como un trabajo y una profesión. Parecería ser que las prácticas de cuidado vinculadas a las infancias, las personas mayores y las personas con discapacidad ofrecen experiencias fértiles para significar al cuidado como trabajo. Existe una demanda concreta por formación técnica y emocional de las cuidadoras, subrayando la falta de este tipo de herramientas y habilidades. También hay pedidos en favor de atender la salud mental de las cuidadoras, vinculada a situaciones de cuidado que no fueron elegidas, y la importancia de generar redes de apoyo para contener esta situación. El reconocimiento del cuidado como trabajo se alinea con los principios que el propio MMGD y la mesa interministerial han expuesto. 18
En contraposición, en los PTC no emergió la percepción del cuidado como un derecho, lo que está en consonancia con la falta de identificación del Estado como garante del cuidado. Sin embargo, sí se hizo referencia a la vinculación del cuidado con otros derechos como el acceso al agua, a la salud y a la educación. Por último, se ha reiterado la importancia de trabajar sobre las masculinidades para la construcción de una organización social más justa de los cuidados. Esto es indicativo de una percepción social que subraya el componente cultural de género para avanzar hacia una redistribución de los cuidados. Si bien esta idea podría ser contradictoria con la percepción de la existencia de una naturalización de la feminización de los cuidados, también podría indicar que los y las participantes de los PTC presenten visiones más progresistas que aquellas que circulan en los entornos sociales, laborales y familiares en que desenvuelven sus vidas. Sería importante considerar este posible sesgo de los y las on participantes de los PTC de cara a la construcción de políticas públicas en el territorio. s si Un último aspecto a resaltar, que surge de las consideraciones del propio MMGD en su sc u reflexión sobre la experiencia de los PTC, es lo que éstos operan en los territorios en i r d términos de reconocimiento y fortalecimiento de la voz de los actores y las actoras. En fo este sentido, se señala como implicancia positiva el reforzamiento de la capacidad de las F T áreas de género en los niveles sub-nacionales, a partir de su interacción con otras áreas RA de gobierno en la organización de las reuniones previas a los PTC. En este sentido, la D legitimidad dada por un proceso respaldado por el gobierno nacional permite, en algunos casos, brindarle reconocimiento y más poder a esta voz, que puede favorecer el empuje de acciones y narrativas más allá de la agenda de los cuidados. Dado lo embrionario de este proceso, no tenemos elementos para evaluar en qué medida las demandas y visiones surgidas en los PTC permearán realmente al diseño e implementación de las políticas de cuidado. Mucho dependerá de cómo se resuelvan los balances políticos dentro de la coalición gobernante, y del respaldo y también la exigencia que vaya imponiendo la sociedad civil y la ciudadanía en general. Los últimos sucesos electorales y cierta apatía de la ciudadanía en relación con los proyectos partidarios siembran dudas al respecto. Nos queda la esperanza en la fortaleza del movimiento feminista para seguir siendo un actor activo y demandante, y en las feministas que resistan en los espacios de toma de decisión y que permanezcan leales a este mandato. 19
5. Conclusiones: potencialidad transformadora con desafíos persistentes El proceso hacia la construcción de un sistema de cuidados se dio en gran parte por la presencia de mujeres feministas en la institucionalidad pública que, con base en el conocimiento producido en Argentina también desde el feminismo -o que incorpora la perspectiva de género-, construyeron un consenso acerca de la existencia de una injusta OSC. Este diálogo entre academia, organizaciones sociales y actores políticos, junto con la coyuntura pandémica, coadyuvaron a pasar de la percepción de injusticia a la gestión pública. Esta impronta feminista en el proceso analizado es, en sí misma, un elemento transformador. El proceso descripto permite reconocer la consolidación de una agenda de cuidados en n Argentina y el fortalecimiento de un sendero que aspira a construir un sistema de si o políticas públicas que habiliten el reconocimiento y la redistribución del trabajo de s c u cuidado, la expansión de los servicios de cuidado, la mejora en las condiciones de las i s trabajadoras del sector y la transformación cultural en torno a los arreglos de cuidado. fo r d Dos elementos del proceso aparecen como aquellos con mayor potencialidad T transformadora. Por un lado, la experiencia de los PTC como forma de construir las RA F bases para cambios sociales impulsados o fortalecidos por políticas públicas. Estos D espacios amplifican la voz de actores diversos a los que además permite dialogar entre sí. No exentos de tensiones y errores de inclusión, los PTC son una experiencia novedosa con gran potencial. Su alcance recién podrá apreciarse cuando el proceso madure lo suficiente como para advertir cuántas y cuáles de las cuestiones que trajeron los PTC se cristalicen realmente en las políticas. El otro aspecto refiere al reconocimiento del lugar que ocupan los arreglos comunitarios del cuidado en la OSC y de cómo pueden, en sí mismos, ser un locus de prácticas de cuidado transformadoras. De hecho, los PTC dan cuenta de las voces y experiencias desde los territorios e informan la existencia de redes que involucran alguna instancia de reflexión y colaboración que abre una cuña para la entrada de lógicas que no se apoyen de manera prioritaria en el mercado para la satisfacción de necesidades de cuidado. Un desafío por delante será encontrar maneras de articulación entre las políticas públicas y los arreglos comunitarios del cuidado que permitan, simultáneamente, 20
fortalecer derechos y operar transformaciones culturales y sociales, respetando los deseos y las aspiraciones de las personas y comunidades en los territorios. En síntesis, la hipótesis transformadora (hipótesis (d) en la introducción) parece verificarse en el caso analizado para Argentina, dada la mirada feminista y participativa que se imprime a este proceso desde el ámbito del MMGD, que incluye el reconocimiento de la existencia de la dimensión comunitaria del cuidado, y una preocupación por recolectar información y experiencias sobre las modalidades que específicamente adquiere este tipo de cuidado a nivel federal. En este sentido, parecería que los PTC son un espacio de escucha desde el Estado. Sin embargo, no es claro hasta qué punto estos saberes y sentires desde el territorio serán incorporados al marco normativo y a las políticas que conformen el sistema nacional de cuidados en Argentina. Al mismo tiempo, parecería que persisten lógicas político-partidarias que obstaculizan i on la planificación estratégica a largo plazo y la identificación y el sostenimiento de s s novedosas opciones de políticas y programas de manera constante en el tiempo sc u (hipótesis (a) en la introducción). El actual momento político electoral en Argentina i r d levanta algunas sombras sobre la posibilidad de sostener impulsos transformadores. fo Las otras dos hipótesis (avance del sector privado (b) y del control bio-político (c), no F T parecen verificarse en el caso concreto del proceso analizado (aunque sí podrían RA reconocerse en otros procesos políticos y de política en el país y en la coyuntura actual). D Por ejemplo, si bien el confinamiento implicó un control de la movilidad en el marco de un proceso de precarización del trabajo y de aumento de la pobreza en el país, el foco no parecería estar en el fomento de prácticas bio-políticas autoritarias generalizadas por parte del Estado en el sentido de un ejercicio direccionado hacia el control de las poblaciones, los cuerpos y el cercenamiento de los derechos políticos de las personas. Sin embargo, el contexto de restricciones ha dado lugar a situaciones específicas de abuso institucional. En definitiva, los procesos políticos como el que analizamos en este trabajo son complejos y dinámicos. Por lo mismo, el monitoreo ciudadano y feminista es esencial para preservar lo logrado y superar los obstáculos que persistentemente se recrean en la búsqueda de la ampliación de los derechos y la reducción de las desigualdades. 21
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