Día de San Valentín: Caracterización de las Parejas Dominicanas - El Abstract
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Día de San Valentín: Caracterización de las Parejas Dominicanas Por Javier Fernández y Camila Goris 8 de febrero de 2021 La proporción de parejas casadas en la República Dominicana presenta una marcada reducción en las últimas décadas. En cambio, dos tercios de las relaciones afectivas dentro de los hogares en el país ocurren bajo la modalidad de unión libre, en consonancia con los países de la región. En los hogares nacionales se registra una brecha de 4.9 años a favor del hombre, amplificándose para quintiles de menor ingreso y las regiones cercanas a la frontera. En adición, la proporción de parejas en las que ambos miembros trabajan ha incrementado en 12.8 puntos porcentuales desde 2000. En contraposición, se observa una profundización en la dependencia financiera femenina, a pesar de registrar mayores niveles educativos. No obstante, el incremento en la participación en el mercado laboral de las mujeres casadas o unidas indica una mejora relativa de la autonomía femenina en la pareja dominicana. Una forma de conmemorar el próximo día de San Valentín es a través de la exploración de las estadísticas de las uniones afectivas en la República Dominicana. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, de 2001 a 2019, la cantidad de matrimonios oficiales registrados al año incrementó en 39.4%, equivalente a 5 puntos porcentuales por encima del incremento de la población mayor de 15 años para el mismo período. Mientras tanto, el número de divorcios registrados anualmente incrementó en 103.7%. Dicho de otra manera, por cada nuevo divorcio en 2001, se generaron 2.8 nuevos matrimonios, en comparación con 2019, año en que este valor se redujo a 2.3. Sin embargo, enfocarnos únicamente en las cifras de matrimonio oficiales ignora una realidad arraigada en la cultura dominicana y latinoamericana: la unión libre. La incidencia de la cohabitación informal en las parejas es una característica distintiva e histórica de los sistemas nupciales de América Latina, mientras que en regiones como Asia y Europa el surgimiento de esta modalidad se ha producido recientemente (Lesthaeghe, 2014)i. En particular, los mayores niveles de cohabitación informal dentro de la región se registran en América Central y el Caribe (López- Gay et al., 2015)ii. Según datos de la ENFT y la ENCFTiii, en el año 2000, el 61.6% de los jefes del hogar de República Dominicana vivía con una pareja. Este valor presentó una reducción sostenida en los años posteriores hasta ubicarse en 51.4% en 2019. Del total de parejas residiendo en el mismo hogariv en 2000, 54.1% estaban casadas mientras que 45.9% se encontraban en condición de unión libre. Desde entonces, la incidencia de la unión libre ha aumentado hasta representar la modalidad de unión del 68.6% de los hogares con parejas en 2019. La predominancia de la unión libre y su variación en el tiempo está estrechamente relacionada con los indicadores económicos de los hogares. Como se puede apreciar en el gráfico siguiente, en 2019, para el quintil de menor ingreso, el 79.5% de las parejas residiendo en el mismo hogar se
encontraba en condición de unión libre, mientras que este valor se ubicó en 47.3% para las parejas en el quintil de mayor ingreso. La ocurrencia de la unión libre en los hogares de menor ingreso se ha acentuado en el tiempo para los primeros cuatro quintiles, mientras que se ha mantenido estable punta a punta para los hogares en el quintil de mayor ingreso. Estos resultados están alineados con hallazgos de la literatura empírica latinoamericana. Rodríguez (2005) v encuentra que la probabilidad de estar en unión libre es mayor para las parejas de menor ingreso. Proporción de Hogares con Parejas en Unión Libre por Quintiles Fuente: Cálculos propios con datos de la ENFT y ENCFT. Independientemente de la modalidad de unión, un factor sobresaliente en el análisis de las dinámicas de parejas es la magnitud de la brecha de edad entre sus miembros. De acuerdo con el Foro Económico Mundial (FEM), la mediana de la brecha de edad tiende a ser menor en los países desarrollados. FEM, además, señala que existe evidencia de que a lo interno de un país las brechas de edad suelen ser más bajas en las parejas de mayor nivel socioeconómico. República Dominicana no es la excepción ya que las parejas en el quintil de mayor ingreso, en promedio, están conformadas por un hombre con 4.5 años por encima de la mujer. En contraste, en el quintil de menor ingreso esta diferencia se profundiza, teniendo el hombre 5.9 años más que la mujer, en la pareja promedio. Está diferencia se observa de forma más acentuada al analizar la mediana de la distribución, encontrándose en 5.0 y 3.0 para los quintiles 1 y 5, respectivamente. De igual modo, la brecha de edad para el quintil de menor ingreso presenta una desviación estándar de 8.3 años, superior a la dispersión del resto de quintiles, la cual va de 7.0 a 7.3 años.
Boxplot de la Diferencia de Edad entre Parejas por Quintil Fuente: Cálculos propios con datos de la ENFT y ENCFT. Ubicando este análisis en el territorio, el siguiente mapa indica que las parejas ubicadas al este del país se encuentran más próximas en edad, siendo la región Yuma (4.0) y la región Ozama o Metropolitana (4.5) las de menor brecha promedio. En el extremo opuesto del país se observan los valores más altos con brechas promedio de 6.9 años para la región El Valle y de 6.3 años para la región Cibao Noroeste. El hecho de que las regiones con mayores brechas de edad presenten distintos niveles de pobreza señala que las diferencias en la conformación de parejas no son determinadas únicamente por los niveles de ingreso. Mapa de la Diferencia de Edad entre Parejas por Región Fuente: Cálculos propios con datos de la ENFT y ENCFT.
Otro elemento de importancia en el análisis de la dinámica de parejas es la distribución de la generación de ingresos de las parejasvi habitando en el mismo hogar. En 2000, los hombres casados o en unión libre aportaban en promedio 60.7% de los ingresos de la pareja, en contraste con el 39.3% del ingreso generado por sus contrapartes femeninas. La proporción del ingreso generado por las mujeres que formaban parte de una pareja viviendo en el mismo hogar se redujo a 33.3% en 2019. La menor participación de las mujeres en la generación de ingreso no se debe a diferencias significativas en sus años de escolaridad. Por el contrario, los años de escolaridad promedio de las mujeres habitando con parejas en 2019 se colocó en 9.7, siendo superior, en primer lugar, a su valor en 2000 equivalente a 8.9, y, en segundo lugar, al promedio de sus contrapartes masculinas en 2019, que se ubicó en 7.2. Por otro lado, los menores niveles de ocupación en el mercado laboral de las mujeres residiendo con sus parejas pueden explicar parcialmente la menor participación de las mujeres en la generación del ingreso de la pareja, pero no su evolución en el tiempo. La tasa de ocupación de los hombres residiendo con una pareja se ha mantenido estable en torno al 86.0%, mientras que la tasa de ocupación de las mujeres se ubicó en 39.6% en 2000 y ascendió a 53.6% en 2019. Otros factores que podrían explicar la diferencia de generación de ingreso son el número de horas trabajadas, el tipo de ocupación y la brecha de edad entre los miembros de la pareja. Participación en el Ingreso, Años de Escolaridad y Tasa de Ocupación de las Parejas Dominicanas (2000 y 2019) Fuente: Cálculos propios con datos de la ENFT y ENCFT. En consonancia con el incremento en la ocupación de las mujeres viviendo en pareja, se puede observar que la proporción de los hogares en los que tanto el hombre como la mujer poseen trabajo ha aumentado de 35.6% en el 2000 a 48.4% en 2019. Este comportamiento ha venido acompañado de la reducción de los hogares con parejas en los que sólo los hombres trabajan en 13.5 puntos porcentuales.
Miembros de la Pareja con un Trabajo (2000 y 2019) Fuente: Cálculos propios con datos de la ENFT y ENCFT. Si bien la elección de las parejas de unirse ya sea en matrimonio o bajo la modalidad de unión libre es generalmente el resultado de una decisión consensuada, la presencia de uniones entre hombres mayores con adolescentes en el país le asigna una dimensión negativa a la existencia de amplias brechas entre los miembros de las parejas. De igual forma, si bien la diferencia en la participación de la generación de ingreso de las parejas puede ser fruto de un proyecto de vida conjunto que involucra el cuidado de los hijos y que es incompatible con la permanencia de ambos padres en el mercado laboral, existe amplia evidencia de que la dependencia financiera en la pareja está asociada con la violencia intrafamiliarvii. En consecuencia, el incremento en la participación en el mercado laboral de las mujeres casadas o unidas indica una mejora relativa de la autonomía femenina en la pareja dominicana. i Lesthaeghe, R. (2014). The second demographic transition: a concise overview of its development. Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 111, núm. 51, p. 18112-18115. ii López-Gay, A., Esteve, A., López-Colás, J., Permanyer, I., Turu, A. & Lesthaeghe, R. (2015). Geografía de la unión libre en América Latina y el Caribe a comienzos del siglo XXI. Scripta Nova. Revista Económica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona. iii Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo y Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo, respectivamente. iv De ahora en adelante, las parejas en el hogar tomadas en consideración en el artículo son aquellas en la que uno de sus miembros es el jefe del hogar. v Rodríguez, J. (2005). Unión y cohabitación en América Latina: ¿modernidad, exclusión, diversidad? CELADE, División de Población de la CEPAL y UNFPA, Serie Población y Desarrollo, núm. 57. Santiago de Chile: Chile, 2005. vi El ingreso de la pareja es diferente al ingreso del hogar puesto que el primero no incluye los ingresos generados por miembros del hogar que no sean el jefe del hogar y su pareja. vii Veáse Kalmuss & Straus (1982) y Rogers (2004).
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