Vivienda popular espontánea, Expresión de lo múltiple1
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Vivienda popular espontánea, Expresión de lo múltiple1 Fabio H. Avendaño T. “Hasta hace pocos años creíamos saber muy bien de qué estábamos hablando cuando nombrábamos lo popular o cuando nombrábamos lo urbano. Lo popular era lo contrario de lo culto, de la cultura de élite o de la cultura burguesa. Lo urbano era lo contrario de lo rural. Hasta hace muy poco estas dicotomías, profundamente esquemáticas y engañosas, nos sirvieron para pensar unos procesos y unas prácticas que la experiencia social de estos últimos años han disuelto. Hoy nos encontramos en un proceso de hibridaciones, desterritorializaciones, descentramientos y reorganizaciones tal que cual- quier intento de trabajo definitorio y delimitador corre el peligro de excluir lo que quizás sea más importante y más nuevo en las experiencias sociales que estamos viviendo. Así pues no se trata de definir, se trata más bien de comprender y asomarnos a la ambigüedad, a la opacidad, a la polisemia de esos procesos que han dejado de ser unívocos, que han perdido su vieja identidad”. Jesús Martín Barbero. “Dinámicas urbanas de la cultura” 1. A manera de preámbulo El rango de vivienda popular es usualmente apli- cado al tipo de edificación que se erige en contex- tos de tradición arraigada, donde la forma de vida, en principio, se debería basar en saberes (precep- tos y praxis) aprehendidos de ancestros, depura- dos y enriquecidos con cada nueva generación; esto se presentaría con mayor énfasis en algunos entornos rurales y pequeños poblados sometidos a un relativo aislamiento. Dentro de este tipo de con- textos se interpreta la edificación de vivienda como una actividad artesanal, por medio de la cual se provee de alojamiento una familia conforme a con- diciones ambientales y de sobreviviencia econó- Vivienda popular tradicional . 1 Esta temática se aborda enlazando posibilidades interpretativas diversas que permiten configurar una particular versión sobre el tipo de vivienda en cuestión. Al enlazar lo diverso (interfaz), según propósito, sólo se tensan en circunstancia partes de vectores de información para entretejer el encuadre de lo que se quiere mirar. Se intenta entonces un entretejer sin confinar, lo cual deja a cada vector en interfaz y a los que de este acto de intersección-bifurcación puedan emerger, para que de manera abierta continúen y sigan siendo lo que en esencia son, posibilidades que permiten interfases contingentes. No se pretende dentro de este escrito consolidar un corpus discursivo como demostración sino comunicar la transitoriedad interpretativa de lo que aquí se ha querido enlazar (léase mirar, mostrar), dejando ver las fugas (interrogantes) que pueden conducir a otras múltiples y diferentes interfases interpretativas. Serie Ciudad y Hábitat No. 11 75
mica propias de cada lugar. En estos entornos la obreros y posteriormente a desposeídos, que forma de vida se modela según tradiciones y nece- migraron hacia la ciudad en busca de mejores sidades, lo que se ha de reflejar en la organiza- condiciones de vida. La vivienda popular urba- ción de la edificación vivienda: -en su emplaza- na se identifica con las carencias de formas de miento, forma plástica, espacialidad, técnicas uti- vida que buscando mejores oportunidades de lizadas y aspiraciones estético-formales-. Dentro subsistencia abandonan sus entornos de tradi- de estos escenarios la vivienda habrá de formar ción y se encaminan a perseguir lo fortuito que parte entonces del fruto cultivado por la tradición, puede ofrecer la urbe. Grandes olas migratorias y a pesar de las deficiencias con respecto a los se dirigen hacia las ciudades, inicialmente como estándares que se pudieron ir consolidando como migrantes después como desplazados, rebasan- manifestaciones de irrupción de la modernidad, do muy pronto las limitadas oportunidades que la vida se habrá acostumbrado a ellas y las acep- podía brindar la ciudad. Sin detenerse el flujo ta como lo posible dentro de las particulares con- de inmigración y el crecimiento poblacional ur- diciones en que se vive. A partir de esta habitual bano, rápidamente se agudiza la lucha por el fijación, los grupos que habitan las áreas rurales derecho a permanecer en la ciudad, comienza y pequeños poblados han sido identificados como la penuria de la vivienda. Crecientes grupos de los portadores de tradiciones arraigadas. Con los población se tienen que someter a complejas di- vertiginosos cambios contemporáneos esta condi- námicas de sobrevivencia, esperando arrebatarle ción ha perdido su connotación de universalidad2, a lo contingente la ansiada oportunidad que les y ha llegado a convertirse en una idealización y ha de deparar un mejor futuro. Éstos, restringi- nostálgica quimera antes que en condición mani- dos de posibilidades, desposeídos de un saber fiesta dentro de fragmentos de espacio-tiempo es- contextual y bajo condiciones de precariedad e pecíficos; el ritmo vinculante de la vida contem- incertidumbre se ven obligados a buscarse un poránea ha movilizado la tradición arraigada, lugar en las márgenes de la ciudad anhelada, relegándola3. el interior les es adverso. Así, en inhóspitos bor- des de ciudad y en medio de complejas condi- En nuestro contexto, desde mediados del siglo ciones, diversos grupos humanos cada día in- veinte con mayor notoriedad y celeridad, se ha tentan salvaguardar una forma de vida impro- visto emerger un nuevo tipo de vivienda popu- visada, para guarecerla inventan la otra vivien- lar, la urbana; destinada inicialmente a grupos da popular urbana, la espontánea. Vivienda popular tradicional . Vivienda popular urbana en bordes de ciudad . 2 Fonseca y Saldarriaga reseñan que “Algunos de estos grupos, especialmente los que habitan en las áreas rurales, son vistos usualmente como los portadores de las tradiciones locales o regionales, lo cual es válido en el caso de comunidades que por un motivo u otro han permanecido en un estado de relativa estabilidad cultural. Esta condición sin embargo pierde validez en la mayoría de los casos. Los grupos populares latinoamericanos se transforman hoy aceleradamente en nuevas formaciones que actualmente conforman la base de la nueva cultura popular urbana” Lorenzo Fonseca y Alberto Saldarriaga, Arquitectura Popular en Colombia, herencias y tradiciones, p. 23 3 No se pueden excluir fragmentos de espacio-tiempo que por un relativo aislamiento puedan conservar con cierta integridad partes de sus tradiciones heredadas. Se podría pensar en lugares en donde aún no ha llegado de manera plena el asbesto-cemento, el zinc, el bloque (cerámico, cemento o escoria) , el concreto reforzado y los espejismos de modelos de vida distantes. 76 Expresión formal de la vivienda popular espontánea
Vivienda popular según niveles de sobrevivencia . La vivienda popular urbana es una de las partes tran en niveles extremos sólo logran sobrevivir más visible de la compleja trayectoria del habi- con precariedad, para ellos el sustento dentro de tar en la ciudad4; emprendida por grupos econó- las dinámicas es incierto; los grupos que no pue- micamente marginales, quienes con la esperan- den alcanzar un balance positivo, quedan exclui- za de mejorar condiciones y oportunidades se so- dos y sometidos a opresivos niveles de pobreza e meten a una forma de vida precaria, animados indigencia5. por el sueño, siempre pospuesto, de superarse en un mañana. La marginalidad, en este caso, se En nuestro caso la reflexión sobre la vivienda po- puede entender como el resultado del sometimien- pular espontánea, como “vivienda en propiedad”6, to de una forma de vida a las restrictivas y com- se ubica dentro de la franja de población que con plejas dinámicas económicas dominantes. Estas gran precariedad e incertidumbre logra permane- dinámicas tienden a expulsar formas de vida a cer en los lindes de las dinámicas económicas ur- la frontera del sobrevivir por imposibilidad de banas7. Estos grupos de población tienen la posi- acceso o sostenimiento dentro de sus cambiantes bilidad de obtener un ingreso (formal y/o infor- y costosas exigencias, las cuales se relacionan mal) y acceder a determinados niveles de consu- con el estado de solvencia (léase capacidad ad- mo (capacidad adquisitiva baja); no tienen ga- quisitiva) que se debe alcanzar como producto rantizada una estabilidad y constantemente están de la interacción ingreso – consumo – sustento. expuestos a quedar excluidos de las dinámicas Grupos populares, según el saldo de esta formales. Esta franja de población no puede obte- interacción, a favor o en contra, se integran o ner la vivienda como uno de los tantos bienes de marginan de las dinámicas económicas dominan- consumo que ofrece el mercado, su nivel de poder tes y en condición intentan su modesta o incierta adquisitivo (relación ingreso-consumo-sustento) no forma de vida. No todos los grupos son expulsa- lo permite, por lo cual ésta se les convierte en un dos al margen, algunos se logran sostener en la trabajo, en lo que se debe procurar “como sea, frontera, otros fluctúan interior-exterior por tem- con lo que sea, donde sea”. Dentro de estos gru- poradas y otros definitivamente quedan exclui- pos, pero de manera individual, cada cual y por dos. Se pueden diferenciar, entonces, grupos que sus propios medios logra acceder a un predio ur- están en los niveles inferiores de las dinámicas y bano, después, va comprando materiales de cons- alcanzan las condiciones mínimas que permiten trucción y emprende un lento proceso en pos de una modesta solvencia; los grupos que se encuen- consolidar su refugio urbano; se apoya en artesa- 4 Se puede considerar la vivienda específicamente popular, generalmente en propiedad, como una fase final de la trayectoria del habitar, el cual pasa por diferentes estancias y parajes, desde viviendas de recepción (inquilinatos, tugurios), pasando por viviendas en arriendo (compartidas o independientes) hasta poder acceder al proceso de consolidar la vivienda en propiedad (adquisición de predio urbano y autoconstrucción). 5 En este caso se debe tener en cuenta que las posibilidades de vida urbana digna dependen en gran medida de la interacción ingresos-consumo- sustento, y de múltiples y dinámicas condicionantes culturales colaterales. Esto evidencia la necesidad de examinar los niveles de vida urbana de manera integral y contextual, más allá de una reduccionista catalogación por estratos socioeconómicos y salarios mínimos de ingreso. 6 Propiedad que se construye ladrillo a ladrillo. 7 La reflexión sobre la vivienda popular espontánea, dentro de este escrito, toma como referentes a los amplios sectores de marginalidad urbana de Bogotá, D.C., en particular en las zonas, antes de periferia, hoy amplios cinturones de ciudad formal, sectores de Bosa, Soacha, Ciudad Bolívar, Kennedy, Engativá, Suba, Usme. Serie Ciudad y Hábitat No. 11 77
...procurarse la vivienda como sea, con lo que sea, donde sea . nos contratados por cortas temporadas y avanza medio de la lucha por salvaguardarse de lo cam- al paso de los recursos; ubicándose de este modo, biante y fortuito que depara la vida urbana y bajo en cuanto a la consecución de vivienda, dentro de crecientes presiones de inestabilidad económica. la categoría del auto-construir. Esta condición no En constante interacción y cambio, este conjunto implica una opción de libre escogencia o inclina- de circunstancias configuran las condiciones en ción hacia un placentero “bricolaje”, sino el úni- medio de las cuales se edifica la vivienda popular co y azaroso camino que han de emprender si pre- espontánea; asumida por usuarios sin mayor peri- tenden permanecer dentro del rango de lo urbano cia, desafiando con osadía la resistencia, equili- con deficitarias condiciones económicas. Se tie- brio y habitabilidad, conformando a partir de es- nen entonces que enfrentar a construir la vivien- tas acciones las heteróclitas y populosas franjas da, sin mayor o ninguna experiencia en el hacer, de la otra ciudad, la oficialmente denominada con las presiones por alojar al grupo familiar, en informal o subnormal. 2. Injusta realidad urbana En la ciudad ya es común encontrar que amplios grupos sociales privados de condiciones adecua- das para sobrevivir dentro del sistema económico vigente, por múltiples circunstancias emplazados en la urbe y sin opción, deban auto-procurarse un cobijo. Para ello se localizan en los denominados asentamientos “informales”8, recurren como úni- co camino a la “auto-construcción”9, y logran al- canzar como resultado habitáculos siempre en pro- mesa, tanto de consolidación, como de estabilidad y salubridad. En jornadas de fin del día y fines de semana y festivos, las familias y artesanos “convi- dados” y contratados, ladrillo a ladrillo van le- Ciudad informal en crecimiento . 8 En donde es más fácil adquirir un predio de promesa urbano (de urbanismo inexistente o deficitario), generalmente a “urbanizadores piratas”, con quienes se logran establecer diferentes modalidades de pago. 9 Se enfatiza la palabra compuesta auto-construcción para relevar un hacer constructivo no especializado ejecutado o gestionado por el necesitado de vivienda urbana y que no posee los recursos económicos para adquirirla como bien terminado. Este auto-hacer, o hacer para sí, se puede producir de manera directa por la familia que requiere el albergue (si posee un conocimiento artesanal básico) o indirectamente a través de un “maestro de barrio” (artesano contratista) quién aporta su saber empírico y sigue las indicaciones y determinaciones de la familia interesada (cliente – contratante). 78 Expresión formal de la vivienda popular espontánea
vantando el capazón que ha de esconderlos de la desfavorecidos económicamente, orientadas a res- intemperie. Las viviendas espontáneas, una a una guardar, como pueden, con lo que pueden y donde y ciento a ciento, ubicadas en áreas marginales, pueden, una existencia desprotegida14. La mayor consolidan una populosa y siempre creciente “ciu- parte de las actividades del hacer especializado, dad informal” poblada de carencias y esperanzas10. hoy en día, son regidas por el desarrollo tecnoló- gico y el de profesiones e instituciones que velan Desde el remoto afianzamiento de la Revolución porque se alcancen, como mínimo, niveles Industrial se hacía evidente el problema de habi- consensuados de responsabilidad, ¿dentro de ellas tación social urbana, en ese entonces ya se com- no debería estar el construir en todas sus manifes- prendía que este problema no era un problema taciones?. Sin embargo cuando no se puede dar centrado en la vivienda exclusivamente, sino que solución legal a una problemática creciente, tenía que ver con un contexto más amplio, el de la permisiva y cómodamente se institucionaliza un formación económica y la manera como un siste- ma excluía a quienes no lograban alcanzar la es- tabilidad y solvencia que les permitiera sostener el ritmo de una costosa vida urbana11. El enfoque de la problemática de la vivienda, como ha sido ampliamente debatido, no se puede centrar única y exclusivamente en los términos deficitarios cuan- titativos o en el control de la urbanización del suelo (sin modificar su propiedad, v. gr.), sino que, de manera integral, ha de acometer la búsqueda de alternativas de solvencia y justicia al problema so- cial. No se puede ya pensar en un Estado Benefactor (o de bienestar) que todo lo subsidie12, sino en propi- ciar la creación de oportunidades para desarrollar capacidades suficientes que permitan permanecer dentro de las dinámicas establecidas, proveerse de lo que se precisa y poder vivir la vida dentro de los parámetros de dignidad vigentes (A. Cortina)13 Por lo pronto es necesario resaltar que los alber- gues urbanos espontáneos que se han consolidado en las extensas franjas de marginalidad urbana, no son soluciones, en el amplio sentido de la pala- bra (resolver un problema), sino costosas y defi- cientes respuestas que precariamente erigen los Deficitarias condiciones creadas por la opresiva condena a improvisar un cobijo urbano . 10 Bogotá ha alcanzado un total acumulado de 1.374 asentamientos de origen ilegal, en los cuales se refugia una población de 1´372.436 habitantes, ocupando un área de 6.397,39 hectáreas D.A.P.D. (2002): Asentamientos de origen ilegal 2002. D.A.P.D., Subdirección de Gestión Urbanística, Bogotá. 11 Aún puede resultar inspirativo, en este caso, el pensamiento de Engels sobre la “penuria de la vivienda” (1887). F. Engels, Contribución al problema de la vivienda. Ed. Progreso, Moscú, 1980. 12 ¿En qué puede terminar una vivienda, así sea entregada por el Estado, si se carecen de los medios para alimentar la vida propia y la de la familia? Es muy conocida la experiencia de Venezuela (Multifamiliares de Caracas, -Urbanización 23 de Enero-, ver D.J. Dwyer, y E. Carlson). La cuestión social prima sobre la problemática de la vivienda aisladamente, pues la contiene. 13 A este respecto se puede pensar en el enfoque que Adela Cortina le da a la de justicia social. A partir de “potenciar la capacidad de hacer y ser”, esto implica, “empoderar a quienes tienen que tener la capacidad de llevar adelante su vida”. Brindar posibilidades para el desarrollo de capacidades, para que se puedan “elegir los funcionamientos que consideran valiosos” y poder “llevar a delante una vida que consideremos digna de ser vivida” Adela Cortina. Por una ética del consumo, pp. 214, 215 14 Aquí se les califica como “no soluciones” considerando que no pueden llegar a suplir de manera satisfactoria las condiciones “promedio” de la dignidad del habitar “sin” interés social. Condiciones que son necesariamente culturales (espacio-temporales) y no se pueden nivelar por lo mínimo, como lo promueve el BID, BM o el Programa HABITAT ONU. En algunas evaluaciones sobre este tipo de vivienda se les considera superiores (en satisfacción) a las que ofrece el mercado formal, pero en ese caso no se está haciendo referencia a indicios de dignidad del habitar sino que se entra a cotejar lo informal con los impropios habitáculos de “interés social” que ofrecen los urbanizadores. Interés social siempre ha sido sinónimo de reducción, en espacio y calidad, -lo indigno que confina-. Sería necesario diferenciar “satisfacción” de “imposibilidad”. Serie Ciudad y Hábitat No. 11 79
hacer sin condición, el cual es catalogado de “in- expansión, sin una alternativa viable y “digna” formal”, pues no se ajusta a los requerimientos de superación. establecidos y se descarga la problemática del refugio urbano en los hombros del necesitado. El Concentrándonos en la temática que ahora nos denominativo de “informal” no borra lo construi- convoca, dentro de esa innegable realidad hoy do de forma espontánea, sólo lo ignora formalmente; ampliamente presente en nuestras ciudades, se esta condición permanece hasta cuando los entes puede resaltar que a pesar de las circunstancias estatales, mediante “juegos del lenguaje”, legali- adversas y de precariedad, cada gestor de su vi- zan lo informal, sin ya poder subsanar las vienda busca adaptarse formalmente al entorno deficitarias condiciones creadas por quienes no en medio del cual se emplaza. Como consecuencia deberían ocuparse de ello (deficiencias estructu- tenemos la modelación del heterogéneo aspecto de rales, de habitabilidad y servicios, que son los barrios populares. Cada vivienda aporta a este acumulativas y en creciente deterioro), aunque contexto de insuficiencias la expresión de una oficialmente se disminuyen índices deficitarios de intencionalidad formal por medio de la cual aspi- cantidad y se formaliza la prestación de servicios. ra adecuarse a la “coacción cultural” actuante Qué son entonces los juegos del lenguaje: informal (Baudrillard). Cada vivienda connota las condi- – formal, ¿sólo distractivos que sin lograr subsa- ciones de una forma de vida que abriga sus impo- nar las avanzadas deficiencias y amenazas que sibilidades, e intenta denotar sus aceptaciones, as- en los entornos espontáneos se gestan e piraciones y adecuaciones dentro de un particular incrementan día a día, tranquilizan la conciencia entorno sociocultural. Sin afán valorativo o enco- de un país inviable económicamente para muchos?. miástico se puede destacar la manera cómo algu- nos creadores domestican y ennoblecen materia- Estas aclaraciones son para fijar una posición no les, colores, texturas y formas, para que lo preca- transigente frente a la auto-construcción como pro- rio, en algunos casos, pueda llegar a lucir mejor ceso a futuro, hoy incentivado incluso con subsi- que la cruda realidad que tiene que alberga; y dios estatales15, para que la población económica- cómo en otros, sin poder ocultar su condición, se mente desfavorecida continúe albergándose como tiene que dejar en evidencia y sólo se puede llegar pueda. Sin embargo, con ello no se pretende ne- a encerrar con una heteróclita mezcla de escuetos gar lo ya existente, lo cual por extensión y trayec- y desnudos materiales. Este aspecto formal es el toria ha entrado a formar parte de la contradicto- que en esta ocasión trataremos, sin poder sosla- ria idiosincrasia de la ciudad contemporánea, y yar lo antes señalado. El examen de la condición de manera urgente requiere de una intervención formal de la vivienda popular espontánea no pue- reestructurante (mejoramiento integral) que pue- de maquillar u ocultar las injustas circunstan- da mitigar, en parte, la injusticia en consolida- cias en medio de las cuales se materializa y co- ción. La vivienda informal se encuentra por fuera existe, por el contrario debe patentizar las hue- de todo paradigma de lo que ha de ser el habitar llas del esfuerzo individual orientado a auto-pro- urbano, pues desde todo punto de vista es anorma- curarse un refugio, a pesar y en condición al lidad16, lo cual conlleva a que se tenga que con- marginamiento a que es sometido quien dentro templar dentro de los rangos de precariedad e in- del actual sistema económico no logra consolidar justicia, en especial cuando es una realidad en una forma de vida solvente. 3. Diferencias La vivienda auto-construida, como otros estudios cias en medio de las que se trata de construir este ya lo han evidenciado, no se construye como un tipo de cobijo urbano imposibilitan, la mayor par- proceso totalizante y continuo, sino que su carac- te de las veces, poder planear con suficiencia un terística sobresaliente es la de hacerse ladrillo a proceso a futuro, lo que determina que el auto- ladrillo, -crecimiento progresivo-. Las circunstan- construir paso a paso no implique, de manera sine 15 Ver, por ejemplo, los programas de subsidios estatales para Mejoramiento de Vivienda, Construcción en Sitio Propio, lotes con servicios. 16 Eliminando en esta apreciación, claro está, todo sentimentalismo y elogio, con lo que generalmente se oculta la injusticia y se exalta la “gesta popular”, por la cual grupos humanos desfavorecidos logran sobrevivir a pesar de las adversidades (“No vale confundir la cosquilla con el regocijo”, J. Ortega y Gasset). 80 Expresión formal de la vivienda popular espontánea
qua non, un avanzar por etapas hasta llegar a forma se puede resaltar lo aleatorio y metamórfi- una totalidad –casa-. El crecimiento de la vivien- co, el pensamiento de la diferencia sobre el de la da por auto-construcción no está orientado de identidad, la aceptación de incongruencias y di- manera inevitable a la consolidación de una tota- vergencias sobre la tendencia a buscar constantes lidad predefinida, sino que el hacer se encausa a con las cuales definir procesos ineludibles o mo- tratar de suplir, según las posibilidades de oca- delos replicables. sión, las necesidades apremiantes de un presente. La totalidad “casa”, que bajo condiciones especí- Dentro de este panorama de diferencias se debe ficas de contexto se debe ambicionar, ante restric- igualmente contemplar la incidencia de la mano ciones múltiples se tiene que declinar y relegar a de obra que ejecuta. Se puede considerar al pro- un imaginario, bajo el aliciente hipotético de que pietario como un gestor, ya que debe financiar, se podrá colmar en un mañana si las condiciones suministrar, coordinar, ejecutar; puede él construir lo permiten. Para el auto-constructor la proyec- directamente apoyándose en ayudantes y artesa- ción en su hacer es muy corta y concreta, pues nos menores, o contratar mano de obra local. Ge- está asediada por inestabilidades y por las necesi- neralmente, por lo prolongado del proceso, toman dades propias y de su prole que exigen un techo, parte en el auto-construir diferentes ejecutores, un abrigo, lo que obliga a actuar, antes que a desde el inexperto propietario, su familia y alle- ensimismarse en un pormenorizado proyectar, e ir gados, pasando por los contratos temporales de adaptando sobre la marcha carencias y posibili- operarios o ayudantes o del consagrado artesano dades según las circunstancias. En consecuencia (maestro de barrio), hasta los ocasionales artesa- dentro de los barrios populares se pueden encon- nos menores (de carpintería y ornamentación). En trar viviendas con diferentes grados de consolida- un proceso que se extiende sin término predefinido, ción, por ende con diferentes apariencias forma- son diferentes los actores que toman parte en la les; sin necesariamente tener que relacionar los ejecución; el tiempo de construcción no es conti- estados de consolidación y expresión formal con nuo sino intermitente, con cortos periodos de ac- etapas de un inevitable proceso, sino con vivien- ción y largos compases de espera, mediado y posi- das que crecen según los grados de solvencia que bilitado por recursos y voluntades. El concurso de las posibilitan. El crecer al no dirigirse a diferentes participantes, implica igualmente, la predeterminaciones modélicas, deja abiertas po- emergencia de diferentes criterios de apreciación sibilidades de transformación según circunstan- sobre lo adecuado, lo práctico, lo funcional, lo téc- cias emergentes. Estas particulares materializa- nico, lo estético, diversidad que se conjuga y ma- ciones de cobijo urbano “informal” se desarrollan nifiesta en cada avance de la obra. sin meta de totalidad fija, ya que los ínfimos y siempre insuficientes recursos sólo permiten par- Dentro de un heterogéneo panorama configurado ciales realizaciones mientras las múltiples caren- por la expresión de voluntades individuales some- cias se incrementan con el diario vivir. De esta tidas a la presión de auto-alojarse, todo puede ser Cobijo urbano informal sin meta de totalidad . Diversidad conjugada . Serie Ciudad y Hábitat No. 11 81
posible, mientras creativamente se afronten los constrictivos parámetros que condicionan cada par- ticular e incierta existencia17. Sometidos al deve- nir de complejos condicionantes y esquivos recur- sos cualquier totalidad solo se puede soñar, y en condición sólo materializar recintos, que no son necesariamente partes de un todo. Así, entonces, la auto-ejecución de los recintos al no desarrollar- se como proceso de descomposición de una totali- dad predefinida, sino como proceso de colegir, por yuxtaposición, una fortuita totalidad18; cada esta- dio consolidado de vivienda puede, dentro de cir- cunstancias particulares, interpretarse como un todo. El rancho, por ejemplo, que se podría defi- nir como un albergue provisional, cuando las cir- cunstancias de sobreviviencia no mejoran, se tie- ne que quedar estancado y convertirse en vivien- da definitiva por varios años; para sus habitantes éste no representa una etapa, sino la casa que con gran esfuerzo han logrado consolidar, pues otra posibilidad no tienen y sin recursos y oportunida- des ¿cómo se puede proyectar?19. El núcleo de al- coba múltiple y servicios, con un muro sobre la calle o algún tipo de delimitación de protección (cerca de alambre de púas, mampara de tejas de zinc o materiales residuales varios), igualmente se puede leer como una casa, como una totalidad20, como la vivienda que se ha logrado arrancar a la imposibilidad. Aunque se pueda soñar con la gran edificación en varios pisos, como algunas de los alrededores (mediatos o distantes), lo que se ha alcanzado, por precario que resulte, ya es casa, no hay un paradigma de plenitud que alcanzar, lo añorado como totalidad se irá definiendo si las circunstancias lo permiten21. ...lo que se ha alcanzado, por precario que resulte, ya es casa 17 Hoy en día, la condición de incertidumbre por el por-venir, no es propia y exclusiva de este grupo de población, aunque en ellos es mucho más aguda y determinante su manifestación. En general ésta es una de las condiciones de nuestro vivir contemporáneo luego que se desvanecieron las promesas universales que iluminaban el futuro, como lo expone Bauman: “Nada se sabe con seguridad, y lo que se sabe puede saberse de maneras diferentes; una manera de saber es tan buena o tan mala (y desde luego tan precaria y volátil) como cualquier otra. La apuesta es ahora la regla donde antaño se buscaba la certidumbre, mientras la asunción de riesgos reemplaza a la obstinada persecución de objetivos. Y así hay en el mundo pocas cosas que podamos considerar firmes y fiables, nada que recuerde un grueso lienzo en el que podíamos tejer el itinerario de nuestra propia vida” Zygmunt Bauman. La sociedad individualizada, p. 103. (Incertidumbre agudizada igualmente con el incremento generalizado de la inestabilidad laboral -Ulrich Beck, Daniel Cohen-) 18 Interesante puede resultar el análisis de la continuación por auto-construcción que hacen los beneficiarios dentro del Programa de Sitio Propio. En este caso, impulsados por un subsidio estatal, grupos técnicos asesores predeterminan una totalidad, ejecutan un módulo básico de vivienda y dejan al usuario continuar según sus recursos y posibilidades. Posteriormente, los usuarios modifican la predeterminación totalizante y la someten a respuestas prácticas temporales (facilidad de ejecución y mínimo de inversión), a las que pueden acceder al fusionar requerimientos, restricciones y posibilidades en el momento de ejecutar. 19 Bauman, partiendo del pensamiento de Bourdieu, afirma que es “...improbable que haya una proyección hacia el futuro en personas que no tienen dominio sobre su presente” Z. Bauman, Op. cit., p.40 20 En este tipo de construcción nunca se cierran las posibilidades, todo se convierte en factible de expandirse o modificarse, por ello en algunos casos se dejan ciertas previsiones en cuanto a instalaciones técnicas, para enfatizar la posibilidad de algún día poder crecer, más no como predeterminación de una ineludible etapa inmediata o subsiguiente. 21 Un principio modesto de realidad, sobre lo cual dice Buaman, “El “principio de la realidad”, en términos sencillos, significa reducir el “quiero” al tamaño del “puedo”” Z. Bauman. Op. cit., p. 81. Las restricciones económicas limitan incluso el ambicionar, “...las prácticas populares tienen como principio de elección de lo necesario (“esto no es para nosotros”), en el sentido, al mismo tiempo, de lo que es técnicamente necesario, “práctico” (o, en otro lenguaje, funcional), es decir, necesario para ser “como hay que ser, sin más”, y de lo que viene impuesto por una necesidad económica y social que condena a la gente “sencilla” y “modesta” a unos gustos “sencillos” y “modestos” Pierre Bourdieu. La distinción, p. 386 82 Expresión formal de la vivienda popular espontánea
Cuando se está por fuera de las suficiencias para ción dominante de totalidad que dicta dentro de alcanzar totalidades, cualquier fragmento como un principio teleológico lo que se espera que se sinécdoque adquiere la condición de totalidad. El debe llegar a ser (¿modelo paradigmático de lle- soportar lo adverso, sin apoyo o asistencia exter- gar a ser lo que otros han logrado ser?). na, u oportunidades, obliga a obrar con las posi- bilidades que se le pueden arrancar a esa adver- Dentro de este contexto interpretativo, el pre- sidad, las precarias condiciones de subsistencia tender evidenciar el aspecto formal de la vivien- sólo posibilitan precarios amparos, siendo estos por da popular espontánea, se orienta entonces a sí mismos totalidad una vez se consolidan. Cual- referenciar las diferentes conformaciones del quier ampliación modifica lo existente (¡cambia significante casa, sin entrar a establecer etapas la casa!), ensanchando el referente habitación, sin de consolidación. Ahora bien, no se puede des- verse ninguno de los dos estados alcanzados como conocer que dentro de un contexto en el que se etapas, sino como totalidades factibles, modela- comparte la precariedad de recursos y la pre- das según las particulares condiciones temporales mura por habitar, las ejecuciones que han al- que los posibilitaron. Enfocar de esta forma a este canzado consolidaciones destacadas se convier- tipo de vivienda implica aceptar la multiplicidad ten en modelos de lo posible y en referentes que reinante según las particulares condiciones que orientan los procesos nacientes, pero estas no se las condicionan, y superar la diferenciación por instituyen en caminos ineludibles, sino en parte etapas que conllevaría a reducir lo diverso a con- del bagaje al que se puede acceder cuando se vencionales estados de fase; pues se estaría exa- va a emprender la intrincada labor del auto- minando a este tipo de vivienda desde una posi- construir. 4. Convergencias A pesar de lo heterogéneo del ambiente en que se particular escenario de interacción de emplaza la vivienda popular espontánea, es posi- cotidianidades23. Esto implica que hay una rela- ble destacar convergencias, a partir de leer par- ción del hacedor con estímulos funcionales, plás- tes en abstracción. Coincidencias dentro de lo he- ticos, volumétricos, cromáticos, decorativos, de terogéneo que se pueden interpretar como la ma- protección – seguridad, aprehendidos de diferen- nifestación del actuar obligado que incluye en sus tes fuentes y mezclados a través de las diversas materializaciones todo lo que se encuentre al al- materializaciones, los que ayudan a configurar un cance de la mano, desde lo material hasta los re- imaginario de lo que puede ser una vivienda ade- ferentes que se ven como posibilidades a seguir y cuada para expresar su forma de vida según las existen dentro de un entorno específico, el inte- condicionantes de su particular contexto24. Los grado por los que comparten una condición seme- términos de lo ideal se van depurando simplifi- jante22. Cuanto más factibles de emular (por faci- cando o complejizando según las posibilidades lidad de ejecución o posibilidad económica) resul- para su realización (técnicas, económicas, de mano tan algunas soluciones (técnicas, formales, espa- de obra, tiempo, voluntad creativa, etc.), ciales, decorativas, etc.) más se propaga dentro obteniéndose como resultado la materialización de del contexto su repetición, aunque con diferentes un estado temporal en el que la imposibilidad y el grados de interpretación (modificación). Sin lle- deseo conviven. gar a ser modelos hegemónicos, algunas partes prevalecen y se difunden de manera transversal, En cuanto a la expresión formal, se ha de tener en pues han demostrado ser adecuadas, por su ejecu- cuenta que cada respuesta habitacional busca fun- ción o posibilidad de asimilación, dentro de cada damentalmente materializar con premura el cobi- 22 Fonseca y Saldarriaga llaman a este tipo de producción, en la se comparte lo emergente, “hecho colectivo”. “Conocimientos compartidos, diversas formas de asociación entre vecinos amigos, entre personas que comparten una necesidad o un propósito, hacen que la construcción popular sea fundamentalmente un hecho colectivo”. Op. cit., p. 15 23 “La cultura propia del grupo ofrece además los elementos para que ese hecho colectivo se individualice y se apropie por cada familia o por cada usuario, permitiendo alcanzar la “diversidad dentro de la unidad” Fonseca y Saldarriaga. Op. cit., p. 15 24 Al respecto sería conveniente examinar, desde un enfoque sociológico y en profundidad, hasta qué punto la adopción de prevalentes se podría leer como signos identitarios o sólo como amalgama de posibilidades que en masa se interpretan como lo que distingue con respecto a otras manifestaciones (otros contextos urbanos), más no necesariamente constituyen identidad de grupo social. ¿Son grupo sólo en la medida en que comparten restricciones que los someten a cierta forma de vida? Serie Ciudad y Hábitat No. 11 83
Cada hacedor busca exhibir lo contextualmente aceptado . jo y resguardo de la vida familiar. Por ello no se cual el hacedor busca que su edificación esté pre- puede examinar la apariencia como algo aislado, sente dentro de su particular contexto según lo como una expresión puramente plástica, porque comúnmente aceptado –habitus-26. Cada particu- su objetivo en principio no es el de fruición o el de lar forma de presentación plástica, cromática y exteriorizar una voluntad de forma (aunque pue- simbólica, contempla el amplio repertorio de lo den existir excepciones). Sin embargo se puede aceptado como apropiado para exhibir la vivien- advertir que en la mayor parte de los casos las da27. De esta forma un heterogéneo repertorio de diferentes presentaciones del hacer reciben un es- formas, colores, materiales, ordenamientos, deco- pecial tratamiento y cuidado, tanto en su materia- raciones, al manifestarse dentro del medio por con- lización como en su apariencia, si esto no se dición y repetición, y ser distinguido por quien explicita en la humilde precariedad del rancho, distingue su pertinencia, se constituyen en refe- si se manifiesta como coincidente deseo de mejo- rentes de lo normal e indicativo de lo posible y rar algún día, de alcanzar una mejor presenta- adecuado; su combinación en casos particulares ción frente al entorno. En este sentido tenemos que resulta práctico (su uso extensivo ya lo ha confir- necesariamente ver la realización más allá de la mado), no requiere de una conciencia reflexiva28, ardua consolidación del precario refugio y situar- sino del desarrollo de lo que debe ser como debe la, tanto en materialización como en presencia, ser, actitud dentro de un acostumbramiento, una dentro de un trabajo de adaptación a un contexto adaptación al “gusto por necesidad” y por de conveniencias socio-temporales (afianzamiento “habitus”29. Acostumbramiento que al ser ejerci- de “distinciones”, Bourdieu). Así se posibilita la do en casos particulares ayuda a consolidar el lectura de indicios que advierten sobre cierto sen- imaginario de lo que debe ser una casa, según tido de “intercambio simbólico” 25, por medio del diferentes grados de posibilidad, dentro de un es- 25 Esta interpretación se puede entender como “valor de intercambio simbólico y de prestación social”, dentro de la orientación que le da Baudrillar al análisis sociológico del consumo. Dice el autor que “...los objetos no agotan jamás sus posibilidades en aquello para lo que sirven, y es en ese exceso de presencia donde adquieren su significación de prestigio, donde “designan” no ya el mundo, sino el ser y la categoría social de su poseedor” Jean Baudrillard. Crítica de la economía política del signo, p.5 26 Entendido como generador de prácticas y de sentido (Bourdieu) 27 Se podría pensar que presentar la vivienda sería algo similar a lucir la ropa, con lo que se supera la necesidad escueta o simple de abrigo y se accede a los referentes de una necesidad social, esto es poder aparecer ante los otros sin complejos ni vergüenzas, para lucir modestamente pero con la decencia que es aceptada socialmente (“necesidades moduladas socialmente” A. Cortina; “lo necesario que por regla de decencia ha llegado a serlo” A. Smith) 28 Baudrillard afirma que el consumo “es una institución social coactiva, que determina los comportamientos aun antes de ser reflexionada por la conciencia de los actores sociales” J. Baudrillard. Op. cit., p. 4. Bourdieu lo precisa en el sentido del gusto, como “propensión y aptitud para la apropiación (material y/o simbólica) de una clase determinada de objetos o de prácticas enclasadas y enclasantes, es la fórmula generadora que se encuentra en la base del estilo de vida, conjunto unitario de preferencias distintivas que expresan, en la lógica específica de cada uno de los sub-espacios simbólicos –mobiliario, vestido, lenguaje o hexis corporal- la misma intención expresiva” Bourdieu. Op. cit., pp. 172-173 29 “Es el habitus, -dice Boudieu-, es el que hace que se tenga lo que lo que gusta porque gusta lo que se tiene...” Op. cit. p.174 84 Expresión formal de la vivienda popular espontánea
pecífico entorno, tiempo y condiciones socio-eco- cas, vistas como acciones emergentes antes que nómicas30. La adopción del heterogéneo reperto- como costumbres arraigadas, que comienzan a rio emergente y asimilado dentro de un contexto caracterizar en convergencia a la vivienda popu- endógeno participa en la consolidación de prácti- lar urbana. 5. Expresión formal La presentación de la vivienda ante el espacio suplir, por encima de ellos se comienza a ostentar público, se puede leer como el ordenamiento que y con ello a insinuar un querer ser, demostrativo propende cada hacedor basándose en un bagaje de la vida que puede sostenerse y aspirar a lo sun- plástico-cromático y técnico, aceptado y comparti- tuoso; hacia el límite inferior se muestra el decoro do; parte constitutiva de un sistema de “preferen- con humildad, con decencia, una forma de vida cias”31 que se ha ido decantando dentro de cada que sólo permite un sobrevivir modesto; muy por contexto. El ordenamiento basado en un bagaje que debajo, se entraría dentro de lo indecoroso, lo in- es diverso y cambiante y que no necesariamente digno, lo rechazado, la pobreza manifiesta, una obliga a respuestas únicas o modélicas, sino que a forma de vida inviable, impregnada de precarie- partir de la articulación no parametrizada (combi- dad que aunque logre mantener el aliento no pue- naciones) de lo que es parametrizado (lo técnico) se de acceder a lo considerado dentro del grupo so- pueden obtener diversos resultados, induce a pen- cial como decente. Cada tendencia se logra leer sar en una expresión formal como un proceso en la expresión formal de la vivienda, desde las generativo32. Este ordenamiento, en su proceso de edificaciones que consiguen llegar a varios pisos articulación formal, adopta igualmente códigos so- y niveles de acabados, en cierto sentido suntuosos, ciales de diferenciación (intercambio simbólico – pasando por las viviendas modestas que alcanzan Baudrillard-) que se han instaurado y que después un piso o dos, con algún tipo de repello y color de de una notable trayectoria de prácticas se han ex- cubrimiento, hasta las construcciones que sólo al- pandido como vestigios de un sentido de gusto com- canzan una dimensión ínfima, y sin más tienen partido (comunidad de gusto –Y. Michaud-). que exhibir una mezcla de materiales desnudos y técnicas subvertidas. Influye en la acentuación Si examinamos la presencia física de la vivienda tanto de lo ínfimo como de la ostentación las con- como un atavío para aparecer frente al entorno diciones que presente el espacio público (calle, social, para expresar lo que es aceptado como andén), sus características de acabados e infraes- adecuado -valores, preferencias, pretensiones-, esto tructura (pavimento, colectores pluviales, termi- es, para señalar un posicionamiento social que se nación de andenes), éstas pueden moderar, agudi- ha adquirido o al que se aspira, se podría enton- zar o fortalecer la presentación plástica. ces interpretar la expresión formal como diversos modos de adecuación a una amalgamada conven- La lectura de la expresión formal se debería si- ción social aceptada. Lucir bien, adecuadamen- tuar entonces dentro de la interpretación socioló- te, no sentir vergüenza frente a los otros, sería en gica de las diversas articulaciones de rasgos com- principio la necesidad que debe suplir la expre- partidos (“preferencias manifiestas” –Bourdieu-) sión de la vivienda, una necesidad de carácter dentro de lo que es socialmente aceptado, entre sociocultural33. Dentro de este enfoque existirían otros, los niveles de decencia, superación y osten- unos mínimos sociales de dignidad que se deben tación34. Éstos en gran medida influencian y guían 30 Adecuada en este sentido resulta la reflexión de Caniggia y Maffei, en cuanto a que “cuando uno hace su casa con sus propias manos no sigue los dictámenes de las distintas escuelas o corrientes arquitectónicas, no elige fabricársela de vigas de acero o troncos de árbol: la hace como se hace una casa en ese determinado momento, en su área cultural, actuando así en plena conciencia espontánea”. Op. cit., p. 24 31 Entendido este sistema como “gusto”, el cual Bourdieu define como preferencias manifiestas, “el gusto es el principio de todo lo que se tiene, personas y cosas, y de todo lo que se es para los otros, de aquello por lo que uno se clasifica y por lo que le clasifican”. Op. cit., p. 53. Y, según Valerio Bozal, el “gusto” es “un sistema de preferencia individuales o colectivo”. 32 Análogo a la lingüística generativa-transformacional (N. Chomsky), en el sentido en que a partir de un número limitado de reglas y procedimientos se puede alcanzar un número ilimitado de expresiones formales. “Lo que se dice en un determinado momento nunca se ha dicho antes de la misma manera” (D. Bohm, D. Peat) 33 “la forma de comer, vestirse y alojarse en las distintas sociedades responde más a necesidades culturales que estrictamente biológicas” “...Las necesidades humanas son sociales, y siempre relativas a los productos que consumen los restantes miembros de la sociedad”. A. Cortina. Op. cit., pp. 160, 166 34 Lo que podría estar relacionado con lo que Y. Michaud denomina “comunidad de gusto”, dentro de la que se relativizan las apreciaciones realizadas en las experiencias estéticas, “a una comunidad de gusto le corresponden, en general, dominios de objetos adecuados en cuya experiencia el individuo forma sus modos de aprehensión”. Yves Michaud. El juicio estético, p. 50. Serie Ciudad y Hábitat No. 11 85
...de la desprotegida precariedad a la revestida ostentación . la manera como se elige, presenta y se encamina los escuetos metales de carpintería son discretos, el querer ser35. En este caso no tiene mayor impli- los niquelados, alardean; el color aplicado directa- cación la procedencia, tradición o gustos del ha- mente sobre el repello es modesto, los enchapes cedor, en sí mismo, sino la convalidación o conve- cerámicos, ostentan; el material de construcción niencia que sus manifestaciones puedan tener den- desnudo se presenta como lo inacabado o pobre, el tro del contexto, su aceptación, las posibilidades material de reciclaje es peyorativo, mientras lo en- de ejecución, y especialmente la condición de dis- chapado o recubierto, luce; la cubierta en asbesto- tinción que puede promover, lo cual sólo es cemento es precaria, insegura y provisional, la pla- aprehensible cuando se es capaz de “distinguir lo ca de concreto implica seguridad, superación, me- que distingue” (Baudrillard). Así entonces, la in- jores condiciones económicas. Serían muchas las terpretación que se pueda hacer de materiales, lecturas de aceptación y diferenciación que se po- acabados, carpinterías, colores, formas decorati- drían hacer de materiales, colores, formas, imple- vas, deberá estar directamente asociada con la mentos, etc., lo que indica que la adopción de uno identificación de las cambiantes dinámicas de lo u otro recurso formal no es ingenua, tampoco es que es socialmente aceptado, deseado, rechazado o una elemental condición de sensibilidad o gusto estigmatizado, dentro de cada tiempo-espacio. Los abstracto; en todo ello se manifiesta un gusto ajus- materiales por su apariencia y costo pueden consti- tado por los condicionantes que modelan la forma tuirse en símbolos de estabilidad económica, de de vida dentro de cada tiempo y lugar37 (comuni- suficiencia, de vida acomodada, por ejemplo los dad de gusto). La articulación de lo instituido mármoles por su pulcritud y fineza, las maderas contextualmente, se realiza, como se ha señalado, finas por su alto costo, los metales niquelados, las mediante una particular forma de escritura social cerámicas de brillo y textura, los colores acromáticos generativa, con la cual se imprime la distintiva (con tendencia al blanco)36. Así se pueden entrever impronta de una condición o aspiración del propie- ciertas tendencias de aceptación y diferenciación, tario o autor de la obra. 35 Cercano al pensamiento de Adela Cortina, con respecto al consumo “La satisfacción con el propio consumo siempre es relativa a lo que otros consumen, y una de las mayores fuentes de insatisfacción es carecer de determinados bienes cuando otros sí los tienen. [...] ...Si todas las casas del vecindario son más o menos iguales, todos están relativamente tranquilos; lo grave es que unas sean fastuosas y las otras miserables”. A. Cortina. Op. cit., p. 79. 36 Signos socialmente distintivos, las adopciones y preferencias de colores, formas, texturas, que adquieren connotación dentro de un particular contexto cultural. “...rasgos no sólo formalmente distintos, sino socialmente distintivos, siendo su valor contextual, naturalmente, relativo, ya que la desnudez de un muro puede ser o la de la miseria bruta, la de la indigencia, o la del lujo “brutalista”. J. Baudrillard. Op. cit., p. 29. La función social de los objetos “...es ante todo ser signos distintivos, objetos que distingan a aquellos que los distinguen. Los demás no los verán siquiera”. J. Baudrillard. Op. cit., p. 30. 37 Según la acepción de Bourdieu, entendido como “producto de los condicionamientos “normalmente” impuestos a los que están destinados a esta condición”. El autor al referirlo a las clases populares lo define como habitus, “... como necesidad hecha virtud”. Ante la privación de posibilidades “La necesidad impone un gusto de necesidad que implica una forma de adaptación a la necesidad y, con ello, de aceptación de lo necesario, de resignación a lo inevitable...”. Op. cit., pp. 381, 379. 86 Expresión formal de la vivienda popular espontánea
La expresión formal, al igual que el hecho de auto- ra suplir los mínimos sociales endógenos sólo puede construir, no se inscribe dentro de un proceso de aspirar a protegerse de la intemperie. En este caso libre elección, o de una desbordada voluntad crea- lo endógeno no hace referencia a una tradición dora, ya que sólo se hace factible a partir de supe- arraigada y cerrada, sino a lo posible y cambian- rar restricciones y posibilidades que emergen de te, según condicionamientos tempo-espaciales es- la interacción de las aspiraciones de presentación pecíficos40. Lo endógeno es lo mediato, lo cual es plástica-cromática con las posibilidades disponi- totalmente heterogéneo y mutante; es lo no confi- bles para la ejecución (económicas, técnicas, tem- nado, lo que constantemente es ensanchado con porales, etc.). La ostentación cuesta, y se hace vi- las penetraciones transversales de estilos de vida sible si las condiciones lo permiten y la voluntad metropolitanos y globales que se filtran a través lo guía, de otra forma se debe atender a lo siempre de medios de comunicación, principalmente, del urgente, la sobreviviencia. Lo que hace pensar en mercado de consumo, de la interacción vivencial los términos de necesidad-posibilidad como condi- con la otra ciudad, la de más allá (por trabajo, v. ción y condicionante. Dentro de los niveles de mar- gr.). Cuando se demuestra en la práctica que al- cada insuficiencia no se desconoce lo que es so- gunas de las manifestaciones o seducciones ex- cialmente aceptado como decente y ostentoso, sim- ternas son factibles de adquirir o ejecutar (bien plemente las condiciones en que se vive no permi- sea como trasposición o imitación41), se constitu- ten acceder a ello (gusto por necesidad, y no por yen en un nuevo referente de lo aceptado y posi- libre elección!) 38. Esto se manifiesta no sólo en la ble, se amplía el repertorio social de lo pertinente presentación de la vivienda, sino igualmente en la y factible dentro del contexto endógeno. La ex- alimentación, la educación, salud, espacio públi- presión formal concilia todo aquello que se pueda co, en el vestido, objetos de uso cotidiano, y todo lo costear, bajo el sentido de lo práctico, lo que con- demás necesario que con marcada dificultad se ha forma y transforma constantemente el “gusto por de procurar. En estos casos las necesidades se dis- necesidad” y los marcos que condicionan la for- tancian de los condicionantes sociales genéricos y ma de vida dentro de cada contexto42. se centran más en lo que se ha demostrado que es factible agenciar (condición endógena), lo prácti- co, lo “necesario para ser, como hay que ser, sin más” (Bourdieu). Se podría agregar que, en cier- tas circunstancias (especialmente de indigencia), desde que se pueda mantener el aliento poco im- portará como se luzca. Así entonces, la vivienda auto-construida comien- za a reflejar la inquietud por lucir cuando su pro- pietario la puede costear, e igualmente si existe la voluntad de hacer lo que se puede (que implica sacrificio)39, si las condiciones no permiten siquie- La expresión formal concilia el deseo con lo posible de costear . 38 “una elección forzada, producida por unas condiciones de existencia que, al excluir como puro sueño cualquier otra posible, no deja otra opción que el gusto de lo necesario”. P. Bourdieu. Op. cit., p.177. 39 Aquí es necesario tener en cuenta como complemento a la posibilidad económica la voluntad de hacer. Ante situaciones de solvencia económica similares no se logran viviendas coincidentes en consolidación o expresión formal, incluso una mayor solvencia económica no es indicio de una mejor apariencia formal de la vivienda. El poder y el querer. El poder como posibilidad de afrontar las diversas restricciones, el querer como decisión de ejecutar creativamente la posibilidad. 40 Lo endógeno y exógeno se enfoca en el texto, de manera convencional, para diferenciar lo aceptado dentro de los barrios populares (lo mediato) de lo que penetra desde los otros parajes de la ciudad y más allá de ella (lo distante). Sin considerar tradiciones de arraigo, estatismos o pertenencias, solo interacciones y apropiaciones provisionales (aceptaciones) que resultan prácticas de ejecutar dentro de contextos elásticos. 41 Se puede observar la aceptación - implementación de indicios de gustos externos, muchos de ellos costosos, pero que dentro de estos contextos se alcanzan gracias a ingeniosas imitaciones. Es el caso, por ejemplo, de acabados de materiales desde maderas hasta mármoles, logradas con pinturas, con materiales cerámicos o sintéticos; igual que sucede con las réplicas en apariencia y marquilla de la ropa, el calzado, los electrodomésticos, cosméticos, etc. 42 El sentido de lo práctico es lo que ayuda a filtrar lo imperiosamente necesario o la ostentación demostrativa, aislando aquello que no concuerda con ese sentido aceptado, precisa Bourdieu, “Nada es más ajeno a las mujeres de las clases populares que la idea, típicamente burguesa, de hacer de todos los objetos de su vivienda ocasión para una elección estética, de llevar hasta el cuarto de baño o la cocina, lugares estrictamente definidos por su función, la intención de armonía o de belleza, o incluso de hacer intervenir unos criterios propiamente estéticos en la elección de una cacerola o de un armario”. Op. cit., p.386. Serie Ciudad y Hábitat No. 11 87
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