X COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina: El reto de luchar contra la pandemia y su impacto socioeconómico en un tiempo de desafíos ...

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INFORME TÉCNICO

XX   COVID-19 y el mercado
     de trabajo en Argentina:
     El reto de luchar contra la pandemia
     y su impacto socioeconómico en un
     tiempo de desafíos económicos serios

     Christoph Ernst
     Elva López Mourelo
     Michela Pizzicannella
     Sofía Rojo
     Carlos Romero
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                                Informe técnico   2

XXÍndice

1.   Introducción                                                                                  3

2.   Situación actual de la pandemia COVID-19 en Argentina                                         5

3.   Impacto socioeconómico de la crisis de la pandemia y canales
     de transmisión sobre el mercado de trabajo                                                   7

4.   Efectos de la COVID-19 sobre el mercado de trabajo                                           13

5.   Respuestas de política en Argentina                                                          31

6.   Consideraciones finales                                                                      37

7.   Bibliografía                                                                                 41
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
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1. Introducción1

La crisis sanitaria causada por la COVID-19 llegó a Argentina en un momento
de fragilidad económica y social, a poco más de cien días de que asumiera
una nueva administración. En un contexto marcado por la caída del PIB y un
alto nivel de inflación, el Gobierno estaba renegociando su deuda pública, que
había alcanzado niveles insostenibles. Como resultado, el mercado de trabajo
de Argentina ya acusaba un piso de recesión, una situación de gran debilidad
anterior a esta emergencia sanitaria, con una tasa de desempleo por encima
de los dos dígitos y con más de 3 de cada 10 asalariados en una situación
de no registro. Se trata de una precariedad laboral que afecta mayormente
a los sectores y grupos que, de acuerdo con las estimaciones, se verán más
perjudicados por las consecuencias económicas de la COVID-19.

Desde los primeros días de marzo el Gobierno comenzó a establecer
sucesivas medidas de distanciamiento social, hasta que el 19 de marzo
anunció el aislamiento social obligatorio. Un confinamiento estricto que
se ha ido extendiendo sucesivamente hasta la fecha (agosto de 2020), con
ciertas flexibilizaciones para algunas industrias y regiones con baja densidad
poblacional o con pocos casos de coronavirus confirmados. A través de este
confinamiento estricto, el Gobierno busca proteger la salud de la población y
ganar tiempo para fortalecer con personal y equipamiento un sistema sanitario
que permita enfrentar la pandemia en el país.

En este escenario, resulta muy complejo prever el impacto de esta crisis en
sus múltiples dimensiones. Con seguridad, el daño económico y social será
considerable y, si bien afectará a toda la economía sin excepción, algunos
sectores se verán más perjudicados que otros. Es el caso del comercio, el
turismo, la hotelería, la gastronomía, el transporte, el trabajo doméstico y las
actividades culturales. En la mayoría de los casos se trata de sectores grandes,
creadores de empleo y con un alto grado de informalidad, cuyos trabajadores
en muchas ocasiones viven en la pobreza, con recursos que no permiten
enfrentar periodos de freno de la actividad y que no cuentan con una protección
social adecuada. También merece especial atención la vulnerabilidad que
enfrentan las empresas de menor tamaño y los trabajadores independientes.
Por el contrario, los trabajadores de las actividades declaradas esenciales no
ven peligrar tanto su empleo como los otros sectores, pero están expuestos a
importantes riesgos, no solo de contagio, sino también psicosociales vinculados
a los altos niveles de estrés y presión en el lugar de trabajo.

1 Los autores desean agradecer los comentarios y sugerencias de los colegas de la OIT: Maribel Batista, Janine
Berg, Fabio Bertranou, Juan Chacaltana, Valeria Esquivel, Joaquín Etorena y Mauricio Dierckxsens; así como los
valiosos aportes de Pablo Dragún, Laura Giménez y Pilar Toyos de la Unión Industrial Argentina; y de Gerardo
Martínez, Marta Pujadas y el equipo de la Secretaría de Relaciones Internacionales de la UOCRA-CGT.
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Este documento describe la situación económica y laboral con respecto a la
crisis de la COVID-19 en Argentina. Detalla cómo la crisis afectará al empleo,
con especial atención a los impactos sectoriales y a los efectos en las pymes.
Además, el documento expone cómo la crisis afectará a la calidad del empleo
y cómo impactará en aquellos grupos de trabajadores que están en una
situación de mayor vulnerabilidad. Por último, resume las respuestas políticas
implementadas por el Gobierno argentino hasta el momento y proporciona
recomendaciones sobre cómo y en qué medida el país puede brindar apoyo
adicional a su mercado de trabajo, tanto en el presente como en el corto y
mediano plazo.
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2. Situación actual de la pandemia
COVID-19 en Argentina

Desde que el 30 de enero de este año la Organización Mundial de la Salud (OMS)
declaró que el brote del nuevo coronavirus representaba una emergencia de
salud pública de importancia internacional, Argentina comenzó a prepararse
para afrontar esta emergencia. A partir de febrero, el Gobierno estableció
recomendaciones de viaje a los países más afectados por este brote y aceleró la
puesta en marcha de protocolos sanitarios.

El primer caso de COVID-19 detectado en Argentina, un varón con antecedentes
de viajes a Italia y España, se informó el 3 de marzo en la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires (CABA), mientras que la primera muerte por coronavirus se
confirmó el 7 de marzo, en esa misma ciudad. El 11 de marzo la OMS declaró
la pandemia a escala mundial. En este contexto, Argentina implementó los
protocolos para la detección y tratamiento oportuno de personas enfermas o
expuestas al riesgo de contagio, con el objetivo de contener la enfermedad y
mitigar su diseminación. El aislamiento social y la cuarentena obligatoria,
vigentes desde el 20 de marzo, han sido las acciones más destacadas de esa
estrategia.

El aislamiento social, preventivo y obligatorio (Decreto 297/2020), dispuso que
todas las personas que habitan o se encuentran temporalmente en Argentina
deberán permanecer en sus domicilios habituales, solo pudiendo realizar
desplazamientos mínimos e indispensables para aprovisionarse de artículos
de limpieza, medicamentos y alimentos. En un principio, esta medida se
estableció para el periodo comprendido entre el 20 y el 31 de marzo. Desde
entonces, se extendió varias veces más, aunque con la introducción de ciertas
flexibilizaciones.

Es importante tener en cuenta que, dada la estructura federal de Argentina,
las autoridades provinciales y locales pueden solicitar excepciones a este
aislamiento, previa autorización por parte del gobierno nacional y siempre
que se cumplan una serie de requisitos, así como de la estricta aplicación de los
protocolos sanitarios correspondientes.

Estas medidas de aislamiento tienen como objetivo, además de contener la
expansión del virus, ganar tiempo para preparar una adecuada respuesta del
sistema de salud argentino a la crisis sanitaria. En este sentido, el sistema de
salud en Argentina enfrenta grandes desafíos que pueden limitar su capacidad
de respuesta. Entre ellos, destacan factores estructurales como la fragmentación
del sistema y la presencia de importantes brechas en la capacidad instalada,
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además de las diferencias sustantivas entre cada jurisdicción. A estos hay que
sumar también factores demográficos, como el alto número de adultos mayores,
especialmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por último, también
existen factores coyunturales como la presencia en curso de dos brotes más (el
dengue y el sarampión) que ponen en tensión, junto a la COVID-19, al sistema de
atención sanitaria del país (Naciones Unidas Argentina, 2020).

De acuerdo a los datos correspondientes al 11 de agosto, Argentina suma 253.868
casos positivos de COVID-19, de los cuales el 57,1% son casos de circulación
comunitaria y cerca del 90 por ciento se concentran en CABA y la provincia de
Buenos Aires. La cantidad de personas fallecidas asciende a 4.785.2

2 Información obtenida de los reportes diarios del Ministerio de Salud, disponibles en la siguiente web:
https://www.argentina.gob.ar/informes-diarios/agosto-de-2020
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
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3. Impacto socioeconómico de la
crisis de la pandemia y canales de
transmisión sobre el mercado de
trabajo

XX3.1. Contexto macroeconómico

Argentina ya se encontraba en una situación socioeconómica precaria antes de
verse golpeada por la crisis de la COVID-19, a pesar de una cierta estabilización
después de la crisis del 2018-19. Según las estimaciones de consultoras
privadas, la actividad económica registró una caída mensual del 10,3 por ciento
en marzo de 2020 y del 17,5 por ciento en abril de ese año (INDEC, 2020). Por
otra parte, la inflación anual fue del 43,4 por ciento en mayo de 2020 (INDEC,
2020). El panorama económico ya era sombrío y dependía en gran medida
de los resultados de la renegociación de la deuda soberana (Naciones Unidas
Argentina, 2020).

Si bien el contexto incierto de la evolución del virus dificulta prever los plazos
de las medidas de confinamiento y el consecuente impacto en el freno de la
actividad, las primeras estimaciones señalan que el coronavirus profundizará
la recesión en la que ya está sumida la economía argentina. Según el Ministerio
de Economía de la Nación, que coincide con datos de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL), la caída del 1,5 por ciento del PIB en
2020 estimada en enero de este año, se elevaría al 6,5 por ciento. Sin embargo,
las últimas estimaciones del FMI (-9,9 por ciento) y del banco JP Morgan (-10 por
ciento) prevén una caída del PIB más fuerte en Argentina para este año (Donato,
2020).

Las diversas estimaciones coinciden en que la contracción será profunda,
debido a los efectos globales y domésticos de la pandemia. El cierre de actividad
socavará la oferta agregada, mientras que la demanda se verá afectada por
un mayor desempleo, menores ingresos y una creciente incertidumbre, lo que
impulsará una disminución del consumo privado. Algunas actividades no van a
retomar sus niveles de demanda anteriores por un cierto tiempo, incluso aunque
se flexibilice el confinamiento, debido a su naturaleza basada en cercanía física
y contacto. Esto es así ya que, hasta que se distribuya la vacuna o el riesgo al
contagio sea muy bajo, va a existir el temor al contacto directo. Es el caso de,
por ejemplo, los bares, los hoteles o las actividades en grandes aglomeraciones.
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La inversión también se verá afectada por la volatilidad financiera y una
perspectiva económica incierta3, por lo que la economía se verá atrapada en un
círculo vicioso de disminución del consumo, menor empleo e ingresos, caída de
la inversión y menor ahorro.

Concretamente, la crisis económica asociada a la pandemia de la COVID-19
impactará en la economía argentina a partir de varios canales. Uno de los más
importantes es el comercio exterior. Aunque el comercio internacional cayó
solamente un 3 por ciento en los primeros tres meses, se prevé una disminución
del 27 por ciento para julio de este año. De igual modo, se observa una fuerte
caída de los precios de los productos primarios (en torno al 20 por ciento) causada
especialmente por una disminución del precio del petróleo (UNCTAD, 2020).

Si bien Argentina es un país de ingreso medio-alto y es la tercera mayor economía
de América Latina y el Caribe, ha llegado a ello sin depender excesivamente
de un crecimiento basado en el comercio internacional. De hecho, su tasa de
apertura4 se situó en el 30 por ciento en 2018 (UNCTAD, 2020). Sus exportaciones
de bienes y servicios representaron el 22,7 por ciento del PIB real en 2019, un
porcentaje inferior al de otros países latinoamericanos (Alzúa y Gosis, 2020).
Eso representa también un problema estructural de la restricción externa, no
solamente relacionado al tema de la deuda, sino también a la falta del comercio
exterior que permita generar divisas para financiar las importaciones (bienes
de capital, productos intermediarios), un limitante serio al crecimiento (Infante,
2013).

Un elemento a destacar en Argentina, además de su énfasis en la exportación
agrícola, es la relativa baja complejidad económica de su exportación,
caracterizada por ser menos diversificada que la de otros países con similares
niveles de ingreso (Dragún, et al., 2019). Por todo ello, el efecto de la disminución
del comercio exterior será relativamente menor que en otros países de la región.
Sin embargo, el 63,8 por ciento de las exportaciones se concentra en productos
agrícolas y sus manufacturas, dejando al país vulnerable a una reducción de sus
precios, en particular, de la soja, el trigo y el maíz (Naciones Unidas Argentina,
2020).

A esta situación se añade la caída de las actividades productivas de sus principales
socios económicos. Casi dos tercios de sus exportaciones están concentradas
hacia países fuertemente afectados por la COVID-19, como Brasil, la Unión
Europea, China y los países asiáticos, EE.UU. y Chile (Dragún, et al., 2019). En
Argentina los flujos comerciales bajaron en un 5 por ciento interanual en el
primer trimestre 2020, con gran impacto en las manufacturas, tanto industriales
3 La inversión va a estar supeditada a poder renegociar la deuda –para recibir capital externo– y a reducir la
brecha cambiaria, lo que permitiría tener un mercado local atractivo en pesos para fomentar el ahorro.
4 La tasa de apertura mide la relación entre el comercio internacional (exportaciones e importaciones) y el
producto interior bruto y se expresa en porcentaje.
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como de origen agropecuario (Giordano, 2020). Sin embargo, como resultado
de la rápida propagación de la COVID-19 y su impacto en los principales socios
comerciales, la reducción seguramente será mayor a lo largo de los meses
que vienen. Esto afectará tanto a la agricultura como a las exportaciones
manufactureras, también dañadas por la pérdida de competitividad producto
de la devaluación de las economías de la región.

El consumo privado, otro canal de transmisión, se verá fuertemente afectado
por las medidas de distanciamiento social. El estricto confinamiento decretado
por el Gobierno excluye solo un pequeño número de actividades esenciales,
que se va ampliando paulatina y gradualmente a medida que se reducen los
casos de contagio en los distintos territorios del país. Este shock de demanda
y de oferta se combina con un shock financiero, pues emergen problemas de
liquidez asociados a la fuerte disminución del consumo, poniendo en riesgo a las
empresas, en particular las micro y pymes. En este contexto donde ya había muy
baja rentabilidad, la subida de los costos de producción y la baja de demanda
complica aún más la sostenibilidad de las empresas.

El temor a la depresión económica y la falta de financiamiento frenarán las
inversiones, excepto en aquellas industrias que son clave para enfrentar el
brote (la industria alimentaria, la farmacéutica, la de equipos médicos, etc.). La
volatilidad mundial y la incertidumbre sobre el impacto de la COVID-19 en la
economía nacional causarán fuertes salidas de capital5: El índice EMBI+ de JP
Morgan casi se duplicó a 4.050 puntos hasta el 30 de abril de 2020, mostrando
las dudas de los inversores sobre la capacidad del Estado para evitar un
incumplimiento del pago de la deuda soberana. El índice S&P Merval (que mide
el rendimiento de la mayor cotización bursátil en el mercado bursátil de Buenos
Aires) disminuyó un 46,4 por ciento entre febrero y marzo, pero subió casi a
su nivel anterior a la crisis en mayo siguiendo la tendencia bursátil mundial.
Aunque existen controles cambiarios (hay un límite mensual de USD 200 en las
compras de divisas), el tipo de cambio informal sigue subiendo continuamente,
lo que demuestra una presión al alza en los mercados de divisas, lo que debilita
el mercado de ahorro en pesos. Además, el crédito sobre el PIB está muy por
debajo de los países vecinos, resultado en gran medida de una falta de ingeniería
monetaria moderna que financie la producción, un problema estructural
argentino que en este momento se sufre más que nunca.

La caída del mercado está siendo un golpe duro. Según un pronóstico hecho
recientemente (Corti M. B., 2020), se esperan fuertes caídas de la inversión privada
(-19,5 por ciento), de la demanda interna de importaciones (-17 por ciento), de
la demanda de consumo (-8 por ciento) y de la oferta, tanto en la producción
industrial (-8,5 por ciento) como en las exportaciones (-7,6 por ciento). El único
5 El flujo de capitales a China llegará a niveles bajos no vistos antes de 2004, a pesar de que Argentina, en su
modelo de expansión económica, no ha dependido de la inversión extranjera directa.
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Gráfico 1. Proyecciones para 2020, realizadas en febrero y mayo

Fuente: Elaboración de Corti et al., 2020, en base a Latin Focus Consensus Forecast, mayo 2020.
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componente que empujaría la demanda sería el consumo o gasto estatal (+1,4
por ciento) en forma leve (Gráfico 1). Debido a la extensión del aislamiento social
y preventivo obligatorio, existe una alta probabilidad de que estas tendencias se
agraven en los próximos pronósticos.

XX3.2. Contexto social

Los ingresos del trabajo son el elemento clave que determina el ingreso
disponible del hogar, y explican la mayor parte de la distribución del ingreso y de
la pobreza en Argentina. Puesto que la parada de la economía causó una fuerte
merma del ingreso laboral habitual, afectando sobre todo a los trabajadores de
menor ingreso y especialmente a los trabajadores informales que enfrentan
importantes limitaciones en el acceso a la protección social, se espera un fuerte
impacto en la pobreza y la desigualdad.

Un estudio reciente estima que la pandemia puede aumentar la tasa de
incidencia de la pobreza del 35,6 por ciento6 al 40,2 por ciento de la población sin
transferencias sociales y al 39,6 por ciento si se tienen en cuenta las medidas de
apoyo a los ingresos recientemente implementadas por el Gobierno. En la misma
dirección va la evolución de la tasa de incidencia de la indigencia, subiendo del
7,7 por ciento al 10,8 por ciento sin transferencias sociales y a 9,7 por ciento
considerando las transferencias realizadas por el Gobierno. La desigualdad de
ingresos laborales medida por el coeficiente de Gini aumentaría fuertemente
del 22,9 por ciento al 32,5 por ciento y la desigualdad de ingresos familiares per
cápita algo menos, del 44 por ciento al 45,6 por ciento sin transferencias sociales
y al 45,2 por ciento con transferencias, mostrando el efecto paliativo, aunque
parcial, de las medidas de protección recientemente implementadas (Bonaida
Foschiatti y Gasparini, 2020).

Otro elemento de exclusión clave en la actual situación de pandemia es el
sistema de salud. En Argentina, aunque la salud pública cubre a todas las
personas, este sistema presenta grandes desafíos debido a factores estructurales
como la fragmentación del sistema, la disparidad de la capacidad instalada de
los servicios de salud tanto a nivel nacional como subnacional, así como una
inadecuada atención del sistema de salud pública. El 21 por ciento de los hogares
argentinos no tiene cobertura de salud, mientras que el 19 por ciento de los
hogares no puede comprar medicamentos por motivos económicos (Naciones
Unidas Argentina, 2020).
6 En Argentina, la pobreza afecta más a los niños y jóvenes, con una tasa del 52,3 por ciento de los menores de
14 años y del 42,5 por ciento de los jóvenes entre 15 y 29 años (Ministerio de Economía, 2020). También es más
alta en algunas regiones, en particular en el Gran Buenos Aires (40,5 por ciento), las provincias del noreste (40,1
por ciento) y las provincias del noroeste (40,7 por ciento) (Naciones Unidas Argentina, 2020).
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                                                                            Informe técnico   12

En cuanto a la seguridad alimenticia, el presidente de la República, Alberto
Fernández, informó en un discurso reciente que más de 15 millones de personas
sufren de inseguridad alimentaria en el país (Naciones Unidas Argentina,
2020). En 2019, un 7,4 por ciento de los hogares se encontraba en situación de
inseguridad alimentaria severa (ODSA, 2020).

Otra exclusión importante se refiere al sistema educativo para los niños y niñas.
El cierre de escuelas, aunque temporal, es problemático por varios motivos. Causa
la disminución substancial del tiempo de instrucción, que afecta el desempeño
del aprendizaje y aumenta las desigualdades en materia de educación (Naciones
Unidas, 2020). Debido a que actualmente la educación se ofrece de forma virtual,
su acceso y calidad se verán afectados por las brechas digitales que todavía existen
en el país. En 2019, según los datos de la Encuesta de la Deuda Social, el 13 por
ciento de los hogares no tenía acceso a ningún tipo de conexión a internet, y el
37 por ciento no tiene una computadora para hacer las tareas escolares (UNICEF,
Mayo de 2020). Unas limitaciones que afectan principalmente a los niños y niñas
en situación de pobreza y ponen de manifiesto cómo las brechas en el acceso a la
educación pueden acentuar las fuertes desigualdades que existen.
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4. Efectos de la COVID-19 sobre el
mercado de trabajo

XX4.1. Análisis general del mercado de trabajo

Las perturbaciones económicas generadas por la pandemia de la COVID-19 se
suman a una condición de prolongada fragilidad del mercado de trabajo en
Argentina. Si bien en los últimos dos trimestres de 2019 se registró en Argentina
un ligero aumento de la tasa de empleo, su evolución en los últimos dos años se
mantuvo estable, mientras la tasa de actividad fue aumentando. El crecimiento
de la participación laboral, mayoritariamente vinculado a una mayor entrada
de las mujeres, se debe a la necesidad de contrarrestar la caída de los ingresos
de los hogares en recesión. En el primer trimestre de 2020, el impacto de la
pandemia de la COVID-19 sobre el mercado laboral comenzó a percibirse. De
hecho, la tasa de empleo se situó en el 42,2 por ciento, ligeramente por debajo de
la registrada en el mismo trimestre del año anterior y 0,8 puntos porcentuales
por debajo de la alcanzada a finales de 2019 (Gráfico 2, Panel A).

El desfase en el aumento entre la tasa de actividad y la tasa de empleo en el
país es síntoma de la creciente presión de la oferta laboral sobre el mercado de
trabajo. El dato más reciente sobre la desocupación registra que en el primer
trimestre de 2020 alrededor de 1,4 millones de personas buscaban activamente
trabajo, con una tasa de desempleo del 10,4 por ciento (Gráfico 2, Panel B). Esta
cifra refleja un notable aumento con respecto al trimestre precedente, así como
en relación al mismo trimestre del año anterior, reflejando de este modo los
primeros impactos de la crisis. El crecimiento del desempleo fue mayor en el
caso de las mujeres, lo cual resultó en una tasa de desocupación del 11,2 por
ciento, frente al 9,7 por ciento de los varones.

A ello se suma el incremento de otras formas de presión sobre el mercado
laboral, como el número de subocupados y ocupados demandantes. En general,
se registra que la presión de la oferta laboral sobre el mercado alcanzó el 28,3
por ciento en el primer trimestre de 2020, es decir casi 3 de cada 10 personas
activas trabaja menos de 35 horas semanales, no trabaja y busca activamente
empleo, o trabaja y se encuentra en alguna forma de búsqueda laboral (Gráfico
2, Panel C).

Las medidas de aislamiento en respuesta a la pandemia están resaltando la
relevancia de la informalidad laboral en el sistema productivo argentino. Desde
principios de 2018, la tasa de trabajadores no registrados ha aumentado hasta
alcanzar al 35,8 por ciento del total de los asalariados a comienzos de 2020,
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Gráfico 2. Indicadores del mercado de trabajo en Argentina. 2018-2020

 XXPanel A - Tasa de                                XXPanel B - Tasa de
 actividad y Tasa de                                actividad y Tasa de
 empleo                                             desocupación

 XXPanel C - Presión sobre el                       XXPanel D - Asalariados no
 mercado de trabajo                                 registrados

Nota: Desocupados abiertos: no trabajan y buscan trabajo; Subocupados demandantes: trabajan menos de
35 horas laborales y buscan trabajo; Otros ocupados demandantes: trabajan más de 35 horas semanales y
buscan trabajo.

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), INDEC.
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                                                                                              Informe técnico   15

con una mayor incidencia entre las mujeres (Gráfico 2, Panel D). El freno de
las actividades económicas impide que los trabajadores informales generen
ingresos y los empuja hacía la pobreza. Además, la elevada incidencia de la
informalidad laboral entre las mujeres las expone a una mayor vulnerabilidad
socioeconómica frente a la crisis.

Los datos disponibles para los primeros meses, desde el decreto del aislamiento
social preventivo y obligatorio, muestran cómo la crisis de la pandemia de la
COVID-19 impactó fuertemente en el mercado de trabajo argentino. Si bien
todavía no se cuenta con información para el conjunto de la fuerza laboral,
ya se dispone de ciertos datos administrativos sobre el impacto en el empleo
registrado. Según la Encuesta de Indicadores Laborales del MTEySS, en los
meses de marzo y abril de 2020, se registraron caídas de aproximadamente el
3 por ciento anual en el empleo privado registrado en empresas de más de 10
trabajadores.7 Se trata de la mayor caída de los meses de marzo y abril desde
el año 2002 (MTEySS, 2020) y se debe fundamentalmente a un mayor aumento
de la tasa mensual de salida (1,9 por ciento y 1 por ciento en marzo y abril,
respectivamente) en comparación con la tasa de entrada (1,4 por ciento y 0,4 por
ciento en marzo y abril, respectivamente).

En cuanto a los motivos de esas salidas, se observa un aumento de las bajas
registradas debido a finalizaciones de contratos a tiempo determinado o
de períodos de prueba, mientras que disminuyen significativamente las
desvinculaciones motivadas por renuncias. De hecho, la disminución en
el porcentaje que representan este tipo de bajas casi alcanzó los 18 puntos
porcentuales entre febrero y abril de 2020. Por el contrario, el peso de los despidos
en el total de las salidas permanece constante, en torno al 11 por ciento, en los
meses de marzo y abril (Gráfico 3, Panel A).

En comparación con los meses anteriores, destaca claramente el fuerte aumento
en la tasa de suspensión. Mientras que, en marzo de 2020, el número de
suspensiones se mantuvo por debajo del 1 por ciento, en línea con lo observado
a los últimos meses, esta cifra se disparó hasta alcanzar las 7,5 suspensiones por
cada 100 trabajadores. También cambiaron los motivos de estas suspensiones.
Si bien normalmente las razones disciplinarias motivan en torno al 85-90 por
ciento de las suspensiones, este porcentaje disminuyó al 14,5 por ciento en abril
de 2020. El porcentaje de suspensiones que se deben a “otras causas” superó el
70 por ciento en abril de 2020, indicando una correlación fuerte con la crisis de
la COVID-19 (MTEySS, 2020).

7 Estos datos proceden de la Encuesta de Indicadores Laborales del MTEySS, que considera el empleo registrado
en las empresas con más de 10 empleados en 12 aglomerados urbanos. En conjunto, cubre al 52,4 por ciento de los
asalariados registrados en el país. Por lo tanto, se trata de una cifra parcial y debería leerse como una estimación
a la baja del impacto de la pandemia en el empleo de Argentina en marzo de 2020.
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                                    Informe técnico   16

Gráfico 3. Indicadores de empleo registrado. Febrero-Abril 2020

 XXPanel A - Motivación de las bajas registradas en empresas
 privadas de más de 10 trabajadores

 XXPanel B - Cambio mensual en el empleo registrado según
 modalidad ocupacional

Nota: La serie incluida en el Panel B está corregida por estacionalidad.

Fuente: Encuesta de Indicadores Laborales (MTEySS, 2020) y Datos del SIPA.
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                           Informe técnico   17

Este impacto en el empleo registrado también se presenta en la evolución
del número de trabajadores registrados, según datos del Sistema Integrado
Previsional Argentino (SIPA). Si bien ya se registraba una tendencia descendiente
a lo largo de 2019 y comienzos de 2020, destaca particularmente la disminución
observada en el número total de cotizantes a partir del comienzo de la crisis.
En abril de 2020, el número de trabajadores registrados disminuyó en 274.300
personas (es decir, un 2,3 por ciento en comparación con febrero del 2020)
(Gráfico 3, Panel B). Es probable que esta disminución se refleje en un aumento
del desempleo sino también de la informalidad laboral. Además, se observa que
los trabajadores asalariados representan el mayor porcentaje de las pérdidas de
cotizantes, alcanzando el 70,2 por ciento del total de bajas (Gráfico 3, Panel B).

En este contexto, se estima que algunos grupos se verán especialmente afectados
por el impacto de la crisis de la COVID-19 en el mercado de trabajo. Por ejemplo,
los adultos mayores de 60 años fueron declarados grupo de riesgo a causa de
su mayor vulnerabilidad frente a la COVID-19 y deben cumplir con las medidas
de aislamiento en sus hogares. Sin embargo, la reducida cobertura del sistema
jubilatorio junto a la disminución de los hogares multigeneracionales (alrededor
del 66 por ciento de las personas siguen siendo jefes de hogares después de los 60
años) llevan a muchos adultos a permanecer ocupados. La necesidad de trabajar
es particularmente fuerte entre las mujeres mayores, debido a la precariedad
en sus trayectorias laborales y a los ingresos más bajos durante la vida laboral,
factores que se traducen en menores montos y coberturas jubilatorias en
comparación con los varones (CEPAL-OIT, 2018).

Las consecuencias del cese de la actividad productiva en Argentina también
impactan fuertemente en el empleo juvenil, que ya se vio muy vulnerado por los
últimos años de recesión. La desocupación juvenil aumentó significativamente
hasta llegar alrededor del 18 por ciento en el primer trimestre de 2020, dato
que sube al 23,9 por ciento entre las mujeres de 14 a 29 años. De hecho, los
datos del primer trimestre de 2020 muestran que las mujeres jóvenes (14 a 29
años) fueron el grupo más afectado por el incipiente impacto de las restricciones
impuestas en el marco de la pandemia de la COVID-19. Si ya la precariedad y
la intermitencia laboral caracterizaban el empleo juvenil en el país, la crisis
generada por la COVID-19 puede tener un efecto disruptivo en la capacidad
de los jóvenes de construir una trayectoria laboral estable, afectando así las
condiciones de los hogares de bajos ingresos que se sostienen con los ingresos
laborales de sus integrantes jóvenes.

La mayor precariedad laboral de los trabajadores migrantes en comparación
con los nativos de Argentina hace que esta categoría se encuentre más expuesta
al impacto socioeconómico de la crisis de la COVID-19. Los migrantes, que
representan el 3,8 por ciento de la población ocupada en Argentina, registran
una concentración particularmente alta en la informalidad. De hecho, el
porcentaje de trabajadores no registrados alcanza el 46 por ciento de los
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                                          Informe técnico   18

migrantes asalariados (frente al 34 por ciento en el caso de los nativos). Al riesgo
de la pérdida de empleo y la dificultad de acceso a las medidas de ayuda8 que
enfrentan estos trabajadores, se suma la incertidumbre sobre el impacto en su
residencia en el país, el acceso a una vivienda y la imposibilidad de volver a su
lugar de origen por el cierre de fronteras.

XX4.2. Contexto sectorial

XX 4.2.1. Impacto de las medidas de aislamiento en el empleo sectorial

La paralización de la actividad económica ocasionada por el aislamiento afecta
a todas las actividades, con la excepción de aquellas consideradas prioritarias
en el contexto de emergencia sanitaria. En un primer momento, se definieron
como actividades esenciales la prestación de los servicios de salud, seguridad,
cuidado y atención de personas; las cadenas de valor (incluyendo las etapas de
producción primaria, manufacturas, transporte y comercio) de la producción
de alimentos y bebidas, medicamentos, instrumentos médicos y combustibles; y
las actividades de saneamiento y generación de energía en sus diversas formas9.
A lo largo de estos meses, el esquema se fue modificando, para incluir nuevas
actividades que no involucran el desplazamiento de muchas personas y cuyo costo
económico es muy elevado si se paralizan. Entre las actividades flexibilizadas se
incluyen: las industrias de proceso continuo, como las de aluminio, siderurgia o
las curtiembres de cuero (que forman parte de la cadena de valor de la carne);
algunas obras de construcción (principalmente la obra pública); el comercio
electrónico; los despachos y las mensajerías.

A partir de las repercusiones observadas a escala mundial, la OIT propone una
clasificación para los sectores en cinco segmentos que, con algunos ajustes, se
aplica al caso de Argentina (OIT, 2020). Los sectores más afectados por la crisis
(riesgo alto y medio alto) son los no exceptuados y aquellos más vulnerables a
los cambios en el ciclo económico. Estos sectores concentran el 60 por ciento del
empleo total, lo que da cuenta de la gravedad que tiene la crisis sobre el mundo
del trabajo. Además, se trata de sectores fuertemente feminizados. Los sectores
altamente impactados por la crisis concentran el 46 por ciento del total de
mujeres ocupadas en la Argentina, mientras que estos mismos sectores emplean
al 37 por ciento de los varones (Gráfico 4).

8 Cabe destacar que los migrantes que no cuentan con dos años de residencia en el país no tienen acceso al
Ingreso Familiar de Emergencia otorgado por el Gobierno.
9 Decretos N° 297/20, 325/20, 335/20, 355/20 y 459/20 y Decisiones Administrativas N° 427/20, 429/20, 450/20,
467/20, 468/20, 490/20 y 745/20.
https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-297-2020-335741normas-modifican
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                                 Informe técnico   19

Gráfico 4. Empleo total sectorial según grado de vulnerabilidad a la crisis COVID-19
Varones y mujeres En miles Promedio 2019

Nota: 1. Excepto alimentos, combustibles, bebidas y medicamentos. 2. Por ejemplo, agencias de
viajes, actividades administrativas, etc. Las manufacturas menos afectadas incluyen: Alimentos
y bebidas, refinación de petróleo, industria química, farmacéutica y material médico.

Fuente: Elaboración propia en base a EPH.
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                                           Informe técnico   20

El comercio es un sector con un importante peso en la economía argentina, pues
concentraba unos 2 millones de trabajadores en 2019 (1,2 millones registrados
y 0,8 no registrados), de los cuales, el 41 por ciento eran mujeres. Entre ellos, 1,2
millones de trabajadores se desempeñan en rubros comerciales10 que han sido
fuertemente afectados por las medidas de aislamiento social.

Durante el mes de marzo las ventas en los comercios minoristas cayeron un 57,6
por ciento. Las actividades que inicialmente fueron consideradas esenciales por
el gobierno (alimentos y bebidas, farmacias y ferreterías) tuvieron una caída
promedio del 31 por ciento respecto del mismo período de 2019, mientras que
en los sectores restantes la baja promedio fue del 75 por ciento (Confederación
Argentina de la Mediana Empresa -CAME-, 2020).

Esta caída de las ventas en el comercio tuvo un claro impacto en los trabajadores
del sector. Como resultado de un acuerdo entre la Federación de Empleados
de Comercio (FAECYS) y las principales cámaras del sector, unos 800.000
trabajadores afectados por el cierre temporal de los establecimientos fueron
suspendidos por 60 días recibiendo el 75 por ciento de su salario neto.11 Estos
acuerdos sectoriales afectan principalmente a los trabajadores asalariados
formales del sector. Sin embargo, en Argentina, el sector del comercio presenta
bajos niveles de concentración económica y una elevada informalidad.

El cierre obligatorio de muchas tiendas físicas y la cautela presente en la
sociedad por la posibilidad de contagio al exponerse al contacto con otras
personas ha llevado a los consumidores a volcarse al comercio electrónico.
Según indicaron los últimos resultados obtenidos por la Cámara Argentina de
Comercio Electrónico (CACE), las ventas online de los supermercados durante las
primeras tres semanas de la cuarentena crecieron un 300 por ciento en relación
con las tres semanas previas al inicio del aislamiento (Dadamio, 2020). Esta
modalidad no solo fue adoptada por los grandes comercios sino también por los
pequeños comercios de cercanía, creando puestos de trabajo relacionados con
la distribución de los productos.

Esta situación constituye una oportunidad de crecimiento para el trabajo de
mensajería realizado a través de plataformas digitales (por empresas como,
por ejemplo, Rappi, Glovo, o PedidosYa). Los servicios de mensajería a demanda
permitieron la subsistencia de sectores cuya actividad se vio más afectada por
las medidas de aislamiento, en particular el sector gastronómico y los pequeños

10 Comercio de alimentos y bebidas, farmacias, ferreterías y combustibles.
11 Esta medida se produjo a través de un acuerdo entre la Federación Argentina de Empleados de Comercio y
Servicios (FAECYS), la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), la Confederación Argentina de la Mediana
Empresa (CAME) y la Unión de Entidades Civiles Empresarias (UDECA) (Infobae, 2020). Estos acuerdos sectoriales
son a su vez resultado del acuerdo tripartito entre el gobierno nacional, la UIA y la CGT (Resolución 397/2020,
disponible en https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/228461/20200430).
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                                          Informe técnico   21

emprendimientos.12 Un hecho que llama la atención sobre las condiciones del
sector, donde los trabajadores se exponen al riesgo de contagio bajo una figura
como el monotributo, que no otorga cobertura por enfermedad profesional ni
licencia por enfermedad en caso de que el trabajador resulte enfermo (López
Mourelo E., 2020).

Las manufacturas crean 1,2 millones de puestos de trabajo formales de manera
directa en Argentina, de los cuales, solo un 25 por ciento son ocupados por mujeres,
que lejos de distribuirse de manera homogénea entre las distintas actividades
se concentran en algunas industrias. La producción de bienes considerados
esenciales (es decir, alimentos, bebidas, medicamentos, equipamiento médico,
combustibles, entre otros) concentra 368 mil puestos de trabajo, de los cuales
un 38 por ciento corresponden a mujeres. Se trata de un porcentaje superior al
observado para la media del sector manufacturero debido a que la producción
de alimentos y medicamentos son las manufacturas que concentran la mayor
inserción laboral femenina. El resto de las manufacturas, que generan casi tres
veces más puestos de trabajo, atraviesa una fuerte interrupción de la producción
y de las ventas.

Según una encuesta realizada en el mes de abril por el Centro de Estudios
de la Unión Industrial Argentina, las medidas de aislamiento provocaron
una fuerte interrupción en la producción y ventas de más de 1.300 empresas
manufactureras. El 56 por ciento de las empresas encuestadas declaró no estar
produciendo y el 63 por ciento reflejó caídas en las ventas mayores al 60 por
ciento. Si se consideran las empresas de las ramas de actividad declaradas no
esenciales, el 64 por ciento estaba sin producir y el 71 por ciento registraba
caídas en las ventas superiores al 60 por ciento. Estos porcentajes descendían
al 35 por ciento y 43 por ciento, respectivamente, en el caso de empresas de los
sectores esenciales (CEU-UIA, 2020).

El sector de la construcción concentraba en 2019 a 1 millón de trabajadores,
de los cuales el 40 por ciento eran trabajadores independientes y otro 40 por
ciento trabajaba en microempresas (menos de 5 ocupados). Se trata de un sector
altamente vulnerable en cuanto a sus condiciones de trabajo y que también se
encuentra fuertemente afectado por las medidas de emergencia sanitaria. Un
relevamiento de la Cámara Argentina de la Construcción muestra que el 72 por
ciento de las empresas sufre una baja en la facturación superior al 40 por ciento
(en términos reales) respecto a 2019. Entre febrero y abril de 2020, esta caída de
los ingresos vino también acompañada por una disminución en el número de
trabajadores (Marketing&Estadística, 2020).

12 Las principales aplicaciones de servicios de mensajería a demanda desarrollaron protocolos de actuación y
sensibilización para la prevención de la COVID-19 (Madariaga et. al., 2020).
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                            Informe técnico   22

El sector de los hoteles, restaurantes y agencias de turismo es posiblemente
el más impactado por la crisis y el que más demorará en recuperarse, ya que
probablemente estará afectado por cambios futuros en los comportamientos de
los consumidores. En el año 2019 concentraba alrededor de 420 mil trabajadores,
con una elevada participación de mujeres (alrededor del 47 por ciento) y de
jóvenes.

Al igual que otros sectores, la hostelería y el turismo integran un importante
universo de pequeñas empresas y de trabajadores independientes e informales,
que no cuentan con un respaldo patrimonial para hacer frente a un período
tan prolongado sin ingresos y se encuentran en grave riesgo de cerrar (Mundo
Gremial, 2020). Para hacer frente a la crisis, las actividades gastronómicas se
han adaptado a vender alimentos para ser consumidos en los hogares, a través
de sistemas de delivery, tanto propios como contratados a plataformas digitales.

En el sector hotelero, las estrategias son más difíciles de implementar. Se
establecieron acuerdos con gobiernos municipales y provinciales de las distintas
jurisdicciones del país para alojar a viajeros que deben cumplir un período de
aislamiento antes de integrarse a sus comunidades. Otro segmento de hoteles,
muchos de ellos pertenecientes a sindicatos, se adaptaron como “hoteles-
hospitales” y esperan recibir pacientes con cuadros que no resulten agudos
pero que necesiten aislamiento. De esa manera, contribuyen a descomprimir la
presión sobre los hospitales y acceden a ingresos que les permiten cubrir una
parte de sus costos fijos de funcionamiento (Infobae, 2020).

La cadena agroalimentaria es un sector clave de la economía argentina, no solo
por su contribución a la generación de divisas, sino también (y especialmente)
por contribuir a la seguridad alimentaria tanto a nivel nacional como global.
Pese a las dificultades que genera el contexto actual, la actividad del campo no se
detuvo y se estima que se sembrarán superficies similares a la campaña pasada
(Lema, 2020). Además, desde la perspectiva de las exportaciones, los mercados
de alimentos se vieron relativamente poco afectados hasta la fecha (Lema, 2020).

El impacto del virus sobre el sector primario depende especialmente de
la intensidad de uso del factor trabajo. No menos de 40 por ciento del valor
agregado se origina en los cultivos de soja, maíz, girasol y trigo, que demandan
relativamente poco trabajo en relación con la disponibilidad de tierra y
capital. En ese tipo de actividades, las posibilidades de mantener la producción
respetando el adecuado distanciamiento social son altas. De igual modo, los
procesos agroindustriales asociados a estas producciones son asimismo capital-
intensivos. La ganadería vacuna también utiliza relativamente poco trabajo en
su faceta de producción, pero es intensiva en el uso de este factor en las etapas
de procesamiento, distribución y comercialización. Estas etapas son susceptibles
al impacto de las restricciones. Por ejemplo, los frigoríficos enfrentan el desafío
de desarrollar protocolos adecuados para evitar los contagios (Martínez, 2020).
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                               Informe técnico   23

De persistir en el tiempo la emergencia sanitaria, se pueden esperar dificultades
en producciones trabajo-intensivas (frutales y hortalizas) que utilizan mano
de obra estacional, proveniente de diversas regiones del país y de los países
limítrofes. En situaciones de pandemia, esta movilidad de los trabajadores
golondrina se verá comprometida.

XX 4.2.2. Impacto sobre trabajadores expuestos a riesgos de salud

La pandemia actual pone de relieve las condiciones del sistema de salud y de sus
trabajadores, que representan alrededor del 6 por ciento del empleo en el país y
el 12,5 por ciento de los trabajadores esenciales (EPH, INDEC, 2019). La fuerza de
trabajo del sector de la salud se compone por un 70 por ciento de trabajadoras
mujeres, equivalente al 9,8 por ciento de las mujeres empleadas. En el conjunto, las
mujeres se ven especialmente sobrerrepresentadas en las ocupaciones técnicas
–como enfermeras, parteras, etc.–, mientras se releva un número mayor de
varones en las ocupaciones profesionales –médicos, farmacéuticos, directores–.
Esta segmentación refleja también distintas condiciones laborales en términos
de ingreso, calidad del trabajo y exposición al contagio, que penaliza fuertemente
a las mujeres del sector respecto de sus colegas varones. Por ejemplo, el 20,4 por
ciento de las trabajadoras de la salud trabaja en la informalidad, contra el 14,7
por ciento de los varones (East, Laurence y López Mourelo, 2020).

La predominancia del empleo de mujeres se releva asimismo en el trabajo de
cuidado de personas, otro sector exonerado de las medidas de aislamiento,
donde se registra una elevada exposición a riesgos de salud frente a la COVID-19.
Alrededor del 25 por ciento de las trabajadoras domésticas, es decir más de
330.000 empleadas, se desempeñan en tareas de cuidado de personas que, como
en el caso de adultos mayores y enfermos, tienen una fuerte vulnerabilidad
frente al virus. Por otro lado, la elevada incidencia de la informalidad laboral
en este grupo de trabajadoras agrega a la amenaza del contagio una condición
de total desprotección sanitaria y laboral. Al respecto, se registra que solo el
16,2 por ciento de las trabajadoras domésticas informales tiene acceso a alguna
licencia por enfermedad, porcentaje que baja al 9,4 por ciento para la obra social.
Cabe subrayar también las implicancias económicas y de salud de la sobrecarga
horaria que muchas de estas trabajadoras enfrentan en la coyuntura actual. A
este suplemento horario hay que sumar el trabajo de cuidado –intensificado por
el cierre de las escuelas– en los propios hogares de las trabajadoras, de las cuales
el 44 por ciento son jefas de hogares (López Mourelo E., 2020).

Entre los trabajadores que están en la primera línea de trabajo en el contexto de
la COVID-19, cabe mencionar también: los servicios de emergencia y seguridad
–como los bomberos, las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas–; los
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                                          Informe técnico   24

trabajadores que se ocupan en la obra pública; los trabajadores del transporte
y del tratamiento de los desechos y el personal de los servicios vinculados con
el agua y la energía. La mayoría de estos sigue trabajando en el espacio público
y en actividades que implican el contacto y la cercanía con otras personas, lo
cual los expone a un riesgo de contagio elevado, sobre todo considerando la
insuficiencia de los dispositivos de protección. En esta categoría, la sobrecarga
horaria producida por la gestión de la crisis actual puede conllevar un aumento
de estrés y de malestar psicológico para los trabajadores, especialmente para
aquellos que desempeñan su actividad en sectores vinculados a las emergencias.

XX 4.2.3. Impacto sectorial de la crisis sobre el PIB y el empleo en 2020

Resulta difícil estimar los impactos futuros de la crisis de la COVID-19 sobre el
PIB y el empleo de Argentina, porque no se conoce cuál será la duración de
la emergencia sanitaria y aún no se cuenta, para los meses transcurridos, con
estadísticas de fuentes oficiales sobre sus efectos. A continuación, se presenta
un ejercicio de estimación que aplica un modelo de extracción hipotética
(MEH). Estos modelos surgieron con el objetivo de identificar sectores clave de
la economía, en términos de variables tales como: producción, valor agregado
o empleo. Para esto se extrae el sector elegido y se estudia cómo repercute en la
economía (ver el Anexo Metodológico para más detalle).

Sobre la base de la información disponible (principalmente de fuentes privadas),
se establecieron hipótesis sobre la caída en el valor agregado de los sectores
más afectados por la crisis, de manera tal que el efecto conjunto lleve a una
contracción del PIB del 10 por ciento, similar a la estimada por el FMI y por
consultoras privadas.13 Concretamente, se asumieron contracciones iniciales
similares a las observadas en 2009 para los sectores de la construcción (-20
por ciento) y de las manufacturas (-12 por ciento). En el caso de las actividades
afectadas por las medidas de aislamiento y/o la disminución en los precios
internacionales, se estimaron caídas más elevadas que en 2009. Es el caso de los
hoteles y restaurantes (-30 por ciento) y servicios sociales y comunitarios, que
cayeron un -20 por ciento (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC)
(b), 2020). También se asume una contracción del 10 por ciento en el trabajo
doméstico, si bien aún no se cuenta con información sobre la dinámica de este
sector, que afecta particularmente al trabajo de las mujeres menos calificadas.
Estos shocks iniciales se calibraron para obtener la caída en el PIB agregado
mencionada. En el Cuadro 1 se observa, por ejemplo, que el sector de alimentos y
bebidas presenta una caída del PIB del 4 por ciento. Esto es un efecto puramente

13 El MEH requiere hacer shocks de caída de producción iniciales en uno o más sectores de la economía que se
expanden a través de las cadenas de producción a los restantes sectores.
COVID-19 y el mercado de trabajo en Argentina
                                                                            Informe técnico   25

indirecto de los shocks producidos sobre otros sectores más afectados por las
medidas de aislamiento.

Es importante destacar que los sectores más afectados por esta crisis de la
COVID-19 son intensivos en materia de trabajo, ya que el distanciamiento social
afecta particularmente a aquellas actividades que requieren desplazamientos y
contacto personal. Es por ello que sus efectos sobre el empleo serán mayores a
los registrados en otras crisis, que estuvieron más focalizadas en sectores como
el exportador o el financiero.

Este ejercicio de simulación muestra que, ante esta contracción en la actividad,
el empleo se contraería un 11,3 por ciento en 2020 como resultado del impacto de
la COVID-19. Teniendo en cuenta la población ocupada de 2019, esta contracción
significaría que más de 1.200.000 personas perderán sus empleos en 2020 como
consecuencia de esta crisis, tanto en el sector formal como el informal. Sin
embargo, este ejercicio de simulación no considera los efectos de las políticas
públicas destinadas a sostener el empleo y, por lo tanto, esta caída debería
resultar parcialmente amortiguada por el paquete de medidas implementadas
a tal efecto.

No obstante, no solo es importante la magnitud de la contracción sino también el
tipo de sectores afectados, tanto en términos del PIB como del empleo. En este caso,
las actividades que sufrieron un mayor impacto en el empleo son restaurantes
y hoteles (-32 por ciento) y la construcción y los servicios comunitarios (-20 por
ciento). En la industria manufacturera, los efectos son muy diferentes entre
ramas de actividad: en alimentos y bebidas se esperan efectos moderados, así
como en el sector químico. Por el contrario, los impactos más elevados se estiman
en la producción de textiles, calzado y cueros, minerales, metales y productos
elaborados, así como en el sector automotriz, que ve afectadas sus actividades
tanto por los efectos domésticos como globales de la pandemia (Cuadro 1).

Los sectores más grandes, donde se producen en mayor medida los impactos
de la crisis, producen efectos diferentes entre los perfiles de trabajadores. Así,
la destrucción de puestos de trabajo será mayor para los varones (-12,6 por
ciento) que para las mujeres (-9,4 por ciento); para los jóvenes (-12,5 por ciento)
y para los trabajadores con calificación operativa (-13,3 por ciento) (Gráfico
5). El impacto sobre el empleo de las mujeres es menor que en los varones
debido principalmente a la mayor concentración de mujeres en algunas de las
actividades con menor pérdida de empleo en este contexto de crisis, como los
servicios de enseñanza, la administración pública y el sector salud.
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