Comentarios al trabajo de Madeleine Baranger: 'Mala fe, identidad y omnipotencia'

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REV. DE PSICOANÁLISIS, LXIII, 1, 2007, PÁGS. 47-55

                      Comentarios al trabajo de
                           Madeleine Baranger:
             ‘Mala fe, identidad y omnipotencia’

                                           *Jorge Luis Maldonado (Buenos Aires)

   Lector, cuando al terminar la lectura de este apasionante escrito de
Madé Baranger vuelvas la mirada hacia el punto de partida, encontra-
rás que quizás tu visión previa del concepto allí descrito pudo haber es-
tado impregnada por un malentendido surgido de su propio enunciado.
Pero entonces podrás formarte una nueva imagen de la dimensión de
la angustia que subyace en quienes, tras las experiencias traumáticas
tempranas que arrasaron con sus ideales y su mundo de ilusión, tuvie-
ron que apelar al recurso de la inautenticidad y distorsión de su propio
yo para poder sobrellevar su sufrimiento. Podrás también descubrir
cuán distante de todo juicio moral está la visión de la subjetividad que
Madé presenta bajo ese título. Una comprensión de esta naturaleza pude
yo mismo experimentar cuando me involucré en el estudio de esta pro-
blemática. (Maldonado, 1975)
    En el momento en que comencé a interiorizarme sobre este tema,
hacen ya varios años, designar como ‘mala fe’ las manifestaciones de
un paciente implicaba un riesgo de malentendido semántico, pues te-
nía para algunos un significado equivalente a establecer hacia el pa-
ciente un ‘juicio de valor’. Pienso, sin embargo, que el problema de la
mala fe y su correlato, el de la verdad y el engaño, está en la esencia de
la naturaleza humana. Estudiar el problema de la mala fe en su idio-
sincrasia y ubicarlo en su índole de organización patológica del carác-
ter es, precisamente, desprenderlo de su condición de ‘juicio de valor’.
En relación con esto, resulta notorio y significativo que los estudios so-
bre la patología del engaño y de la mala fe sean limitados y no hayan
tenido un desarrollo más intenso en la literatura analítica. Quizás las
limitaciones en la investigación estén relacionadas con el nivel de con-
fusión existente entre lo que es la indagación psicoanalítica del pro-
blema y la respuesta emocional que el tema suscita. Inclusive, el uso

   * Miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos
Aires
   Dirección: Juez Estrada 2725, 1425, jorgeluismaldonado@arnet.com.ar
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del término ‘mala fe’ despierta cierto resquemor en quienes se atreven
a desafiar una problemática investida con los atributos del tabú. Esta
condición tabú ha quedado establecida a nivel de la investigación y se
ha extendido parcialmente hacia su propia denominación, hacia la mera
mención del nombre de “la cosa temida”.
   La respuesta emocional que la mala fe despierta en el otro y el con-
siguiente juicio de valor que genera, tal vez sean factores que también
han obturado el desarrollo de nuevas investigaciones y determinado que
éstas permanecieran parcialmente veladas por el prejuicio. Acerca de
lo que engaña han sido tejidos diversos mitos que nos impiden fran-
quear la barrera del desconocimiento. Es como si la utilización del con-
cepto y del significado del engaño, estuviera bloqueada por una suerte
de maleficio que impide su aproximación. El engaño confiere poder y el
mantenimiento del poder requiere que su develamiento sea evitado. El
poder del engaño se encuentra sustentado en el desconocimiento y da
cabida a la arbitrariedad. La idealización del desconocimiento con-
tiene un carácter similar al que presentan las prohibiciones del hechi-
cero que obtura a sus súbditos el acceso a su cubil, donde supuestamente
mantiene ocultas las fuentes del dominio que le confieren prerrogati-
vas. También el engaño debe ser mantenido infranqueable porque en
su ser infranqueable reside la fuerza que de él obtiene quien lo os-
tenta. Develar el problema de la mala fe implica un desafío al poder
que impera en el desconocimiento.

                                                    Características del cuadro

   Madé considera la regla fundamental como una vía de acceso hacia
una posible definición de la mala fe, como un primer paso en el intento
de comprenderla, y diferencia las comunes transgresiones a esta regla
que no responden a un problema caracterológico de la intención del ana-
lizando de desvirtuar la base misma del proceso analítico. No se trata
sólo de una dificultad en el cumplimiento de la regla fundamental. Se
trata de que ésta resulta esencialmente distorsionada y esto responde
a “un deseo de pervertir radicalmente la situación analítica, de reducir
al analista a la impotencia y tornar todo el material inesencial”. La
técnica habitual de la mala fe consiste en entregar un material inac-
tual y en atraer la atención del analista hacia movimientos secunda-
rios. El analizando desvía la interpretación sobre un aspecto inesen-
cial de la situación y, en una fuga continua, muestra sucesivamente
máscaras distintas, tratando de presentar siempre máscaras vacías al
analista perseguidor. La mala fe aparece, pues, básicamente como un
juego proteico entre personajes internos divididos, destinados a man-

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tener la omnipotencia. Por otra parte, Madé ubica la comprensión de
este cuadro entre los trastornos de la identidad y relaciona el problema
de inautenticidad que la mala fe imprime al sujeto con las vicisitudes
de las introyecciones. Expresa que, si bien la identidad se establece a
partir de introyecciones que se integran en la estructura del yo confi-
gurando rasgos de carácter, en la mala fe estas introyecciones parecen
proporcionar al yo máscaras antes que rasgos. También destaca una
característica de la situación interna del yo que consiste en “una mul-
tiplicidad de identificaciones no sedimentadas contemporáneas y con-
tradictorias, que hace que el analizando se viva y se presente como va-
rios personajes, sin que pueda saberse quien es él auténticamente”. Pero
destaca que el sujeto no quiere renunciar a aspectos incompatibles de
sus personajes. Una característica interesante de esta condición es que
la inautenticidad aparece para el observador, pero el sujeto no tiene con-
ciencia de actuar múltiples personajes. De este modo, es posible apre-
ciar que el problema de la inautenticidad no queda limitado sólo a la
cuestión del engaño, sino que remite a la multiplicidad de identifica-
ciones que determinan en el analizando un nivel de inconciencia de esta
patología. En consecuencia, este trastorno de la identidad, que se ca-
racteriza por la inautenticidad del sujeto tanto consigo mismo como
con los demás, imprime a las relaciones de objeto un carácter artificial
que impide todo contacto real del sujeto frente a sus personajes inter-
nos y a sus objetos. Esta forma de defensa permite al sujeto no renun-
ciar a su omnipotencia y su función esencial consiste en ser una forma
de evasión ante la angustia.
    Es precisamente en la relación con la angustia, destacada en su tra-
bajo, donde reside el factor que diferencia la visión psicoanalítica de la
mala fe de otras apreciaciones posibles sobre este cuadro. El carácter
defensivo ante la angustia marca una diferencia radical entre la consi-
deración del cuadro de mala fe desde la perspectiva psicoanalítica y el
uso corriente del término teñido, con frecuencia, de una connotación mo-
ral que insinúa, por parte del objeto, un matiz de desdén hacia el su-
jeto que presenta esta patología. En realidad, esta última apreciación
es parte de la respuesta emocional que la mala fe despierta en el inter-
locutor. En este sentido, Lacan señala que, cuando en el plano de la
buena fe no se juega el juego, se suscita la cólera en el otro. El temor
del analista de imponer una apreciación moral sobre el paciente y de
tergiversar así el sentido de la actividad analítica, puede conducirlo a
la desestimación de estos cuadros que se han estructurado en función
de estas formas de organización patológica. Esto se puede observar tam-
bién como rasgos aislados en el transcurso de diversos análisis. El te-
mor del analista marca la necesidad de establecer una diferenciación
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entre el uso habitual del término y el estudio del problema desde la pers-
pectiva psicoanalítica. En este sentido, las respuestas emocionales del
analista, al estar relacionadas con la angustia, quedan instrumenta-
das como indicadores de una conflictiva inconciente que tiene lugar en
el analizando.
    Madé señala que la mala fe se manifiesta en la experiencia clínica
como alteración de la comunicación analista-paciente. La perturbación,
si no es detectada oportunamente, conduce a distorsiones en el proceso
analítico. Esta consideración me ha permitido observar en mi propia ex-
periencia analítica, que este tipo de patología tiende también a pertur-
bar la actividad interpretativa del analista. Esto puede ser observado
cuando el analista, a veces después de cierto tiempo, advierte que el
paciente tiende a inducirlo a formular interpretaciones erróneas y, tam-
bién, a tergiversar el sentido y a anular el efecto de otras interpreta-
ciones pasibles de reducir disociaciones, activar contenidos inconcien-
tes o despertar emociones. El analista descubre, a veces en forma tar-
día, que la naturaleza engañosa de esta patología fue determinante para
que ésta permaneciera inadvertida por cierto tiempo. La mala fe con-
duce así a una perturbación del diálogo analítico que resulta esencial-
mente tergiversado y es uno de los factores que conducen al estado de
impasse en el proceso analítico.
    La confusión semántica existente en relación al término ‘mala fe’
puede conducir a que las acciones del paciente sean evaluadas desde
una perspectiva distorsionada y a que el analista establezca aprecia-
ciones que contengan un carácter de condena. En forma independiente
de la superposición de significados establecidos sobre el término ‘mala
fe’, en la experiencia analítica encontramos diversas conflictivas; pero
encontramos también, tal como Lacan rescató de la obra de Freud, la
existencia de una conflictiva ya no moral sino ética, con la connotación
ideal que ésta contiene y que, a su vez, define el inconciente. También
una ética regula los procesos de intercambio en la relación analítica y
es en sus perturbaciones donde nuestra tarea requiere estar centrali-
zada. La insuficiente valoración de este problema por parte del ana-
lista puede transformarse en aval de esta sutil forma de resistencia
que finalmente conduce al desconocimiento.
    Madé muestra la relación de la mala fe con el problema de la verdad
y el engaño y considera que, en este cuadro, el sujeto necesita engañarse
a sí mismo al mismo tiempo que engañar al objeto, suscitando en éste
una particular complejidad. Toda defensa contiene un grado de men-
tira hacia el propio sujeto, pero el problema de la mala fe es de dife-
rente naturaleza. Para Madé, su aspecto fundamental está centrado
en fracasos del sujeto en la adquisición de su identidad y también en el

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uso de la ambigüedad que constituye uno de sus rasgos centrales. La
ambigüedad de esta patología consiste en la utilización de diversas iden-
tidades en forma alternativa, con la finalidad de eludir ansiedades vin-
culadas con objetos persecutorios. La relación con el engaño es funda-
mental para la comprensión de esta estructura caracterológica, sus ne-
xos con la cuestión del ataque a la verdad son múltiples y, debido a la
complejidad y condición engañosa de esta forma de organización pato-
lógica, el reconocimiento de este cuadro en la experiencia clínica se en-
cuentra dificultado.
    Desde mi punto de vista, en la mala fe el sujeto puede valerse no
sólo del engaño sino también del uso de la verdad para distorsionar el
sentido de la comunicación. Esto acontece cuando la verdad es sumi-
nistrada en condiciones tales que produce un efecto negativo en el ob-
jeto que la recibe y cuando su capacidad receptiva se encuentra menos-
cabada por el estado de vulnerabilidad de su psiquismo, ya que la co-
municación y comprensión de un enunciado dependen no sólo de quien
lo transmite sino, también, de las posibilidades del otro de incorpo-
rarlo en forma adecuada. De este modo, la verdad puede ser utilizada
con fines destructivos hasta constituir una suerte de perversión, en tanto
distorsión de la comunicación. Lamentablemente, esta perturbación
puede encontrarse también en el campo de la praxis médica, cuando con
la intención aparente de ejercer una transmisión “fidedigna” de la ver-
dad, se incurre en efectos perjudiciales sobre el paciente. También en
la experiencia analítica los analistas estamos expuestos a incurrir, de
múltiples maneras, en distorsiones de la supuesta verdad, cuando for-
mulamos interpretaciones que, de acuerdo al contexto en que son emi-
tidas, resultan pasibles de generar en el paciente efectos iatrogénicos;
esto acontece también, mediante la utilización tergiversada de nues-
tras teorías. Los analistas estamos expuestos a repetir, junto con el pa-
ciente, sus experiencias traumáticas y ciertas formas de transmisión,
supuestamente “fehacientes” de la verdad mediante interpretaciones
inapropiadas, pueden resultar -por parte del analista- propuestas de
enactments hacia el paciente, que son expresiones encubiertas de la re-
petición. En contraste con esto y como forma de rescate de nuestro error,
resulta alentadora la posibilidad de observar que se acrecientan los es-
critos técnicos que contemplan y discurren acerca de las condiciones
oportunas del interpretar y que nos ayudan a recapacitar acerca de nues-
tras falencias en la formulación de nuestras interpretaciones.
    Una visión retrospectiva de consideraciones teóricas, posteriores a
este trabajo, de autores poskleinianos, Bion, Money Kyrle, entre otros,
que estudiaron el problema del conocimiento y sus perturbaciones, me
conduce a encontrar una relación entre el tema de la mala fe y los pro-
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cesos mentales que son atinentes al desconocimiento. La mala fe afecta
esencialmente la curiosidad y se conecta con las perturbaciones del sa-
ber que tienen lugar cuando la curiosidad es alterada. En la experien-
cia clínica es posible advertir que resulta comprometido el tipo de curio-
sidad que está ligado al interés por conocer, indispensable para el pen-
samiento sublimado, y es sustituido por otro tipo de curiosidad que está
ligado a la destructividad de la experiencia de saber. Esta patología puede
ser de difícil resolución cuando el vínculo establecido en torno a una cu-
riosidad destructiva resulta idealizado, lo cual explica su carácter tenaz
y las dificultades para ser modificado en la relación analítica.
   Otros rasgos significativos caracterizan la descripción del cuadro de
mala fe. Uno de los ejes principales de esa descripción consiste en la
comprensión del uso que el sujeto hace de las identificaciones, en torno
al cual giran sus manifestaciones patológicas. En la mala fe existe una
utilización alternante entre diversas y contradictorias identificaciones
que le permite al sujeto eludir toda responsabilidad ante el engaño y la
distorsión de la verdad.

                                                    Una posible tópica del engaño

   Madé, siguiendo a Sartre, establece diferencias entre la mala fe y la
noción cotidiana de ‘mentira’, pero admite la relación con el engaño: “el
sujeto necesita engañarse a sí mismo al mismo tiempo que engañar al
objeto”. Sus consideraciones conducen a un nuevo interrogante: ¿es po-
sible pensar que el engaño se encuentra limitado solamente a la es-
tructura del yo conciente? El problema de la relación del inconciente con
la verdad y el engaño contiene, todavía y a mi entender, diversas en-
crucijadas que le imprimen cierto carácter de enigma. Esta cuestión se
encuentra ya en Freud cuando se refiere a los sueños “de carácter men-
daz” de ‘La joven homosexual’. En este escrito Freud plantea una cues-
tión relacionada con la tópica de la verdad y deja entrever cierta incer-
tidumbre acerca de la posibilidad de que el engaño surja del inconciente,
cuando descubre que era falso el contenido interpretado de los sueños
de su paciente.
   Al cuestionar sus propias concepciones, Freud plantea una primera
hipótesis que después refuta y se pregunta: ¿se trata acaso de que el
inconciente engaña? pero pronto abandona esta conjetura y llega a la
conclusión de que las ideas descubiertas a partir del análisis de los
sueños de su paciente respondían a un propósito de engañarlo que pro-
venía del preconciente; esto, ligado al deseo inconciente de agradar al
padre, creó un sueño mendaz. Algunos analistas sostienen, en concor-
dancia con otras manifestaciones de Freud, que el funcionamiento del

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inconciente no incluye el engaño, que el inconciente trata de encontrar
su expresión; entiendo que Madé concuerda con esta última concepción.
Sin embargo, si Freud consideraba que el deseo de engañar no prove-
nía del inconciente, que la verdad del inconciente pulsa por adquirir
expresión, ¿cómo se explica que llevara los hechos a tal extremo como
para interrumpir ese análisis? Quienes disienten con este criterio de
Freud piensan que fue una reacción contratransferencial de Freud con
su paciente el factor que lo llevó a sentirse “engañado” por ésta. Sin
embargo, la convicción de Freud acerca de la necesidad de interrumpir
ese análisis deja una sombra de incertidumbre respecto a la tópica del
deseo de engañar y a su eventual procedencia del inconciente. Lacan
piensa que “este es el punto donde Freud se niega a ver en la verdad,
que es su pasión, la estructura de ficción que está en su origen”. Tam-
bién Lacan señala, acerca de la mentira sintomática, que es el deseo lo
que se expresa a través de dichas mentiras y, en relación a la mentira
del niño, plantea la cuestión de lo que el sujeto quiere decir al mentir.

                                                 Aspectos subyacentes a la mala fe

   Retornando a la descripción del cuadro de mala fe, quisiera señalar
un punto esencial en el que Madé destaca el contenido de la estructura
íntima de esta patología. Consiste en su reflexión de que la mala fe de-
riva de la psicopatología de la idealización e indica que un aspecto par-
ticularmente significativo de estos cuadros reside en la incapacidad de
estos pacientes de encontrar ideales que les puedan dar satisfacción.
Una desilusión primitiva subyace a esta perturbación de los ideales.
Se refiere también a la incapacidad del yo para superar una vivencia
de desilusión con el objeto primitivo: el pecho, con la consiguiente per-
turbación en las posibilidades de integración, tanto del objeto como del
yo, y en el acceso acabado hacia la posición depresiva. “El sujeto no puede
elaborar la mala fe porque esto lo llevaría a la síntesis de los aspectos
idealizados y perseguidores del objeto primitivo”. Señala también que
después de la desilusión primitiva surge la introyección del objeto ide-
alizado y se lo identifica con una parte del yo que se vuelve omnipotente.
“El núcleo omnipotente del yo que se protege por la mala fe es el resto
de una relación con un objeto intensamente idealizado”. Pero la conse-
cuencia de esta introyección masiva del objeto idealizado en el yo es, en
casos extremos, que la realidad externa es vivenciada como radical-
mente desvalorizada, lo cual conduce a que encontremos en los pacien-
tes de mala fe una incapacidad de valorar esa realidad.
   Madé encuentra, asimismo, que en estos cuadros es significativa la
dificultad del analizando para aceptar a los padres como unidos y que-
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riéndose mutuamente. Pero un rasgo particularmente notorio descrito
en su trabajo, y que también he podido observar en mi propia experien-
cia clínica, es la duplicación de la figura paterna. He podido observar
que ambos aspectos de la figura paterna son adjudicados a objetos di-
ferentes, lo que, determina una suerte de doble paternidad. También
señala Madé que vinculado a acontecimientos traumáticos, una intensa
idealización de uno de los padres ha dejado lugar a una intensa desva-
lorización del sujeto mismo. El desencuentro con la propia identidad es
reflejo de la imposibilidad que tiene para encontrar tanto la unión de
sus padres como la unificación de los aspectos idealizados y desvalori-
zados del superyó, lo cual produciría estados de persecución tanto como
de culpa, depresión y desamparo. Por la misma razón, la realidad que
provocó la caída del ídolo omnipotente tampoco puede ser reconocida.
   Queda ubicado así el problema a nivel de los ideales, de la ilusión y
del trauma que determinó la consiguiente desilusión, y Madé llega a
una conclusión de crucial importancia: “El núcleo omnipotente del yo
que se protege por la mala fe es el resto de una relación con un objeto
intensamente idealizado”. Y aquí reside, a mi entender, el epicentro de
la riqueza de su trabajo. Su valor consiste en mostrar el reverso oculto
de la condición ostensible de la mala fe. Tras su fachada engañosa se
esconde la relación perdida del sujeto con sus ideales. Podríamos pen-
sar entonces que, lejos de la impronta de rechazo y condena a la cual
este cuadro inicialmente induce, tras el descubrimiento de la relación
del sujeto con sus ideales perdidos, la tarea analítica se transforma en
una labor de rescate de esos ideales que el sujeto ignora que posee y
que quizás vislumbra que, en algún momento podrá reencontrar en el
análisis. ¡Cuán lejos está esta comprensión de este cuadro a través de
las vicisitudes de los ideales, tanto de su pérdida como del anhelo oculto
de recuperación, de lo que podría ser una aproximación errónea al pro-
blema mediante el establecimiento de un juicio de valor que mencioná-
ramos inicialmente!
   Hay en todas estas consideraciones una impronta significativa de la
teoría de las relaciones objetales y, en particular, de la teoría de Mela-
nie Klein. A mi entender, en este punto reside un sesgo importante de
este estudio. Éste destaca no solo la necesidad de la mala fe de repro-
ducir procesos que pertenecen a la posición esquizo-paranoide cuya in-
tensidad le impide la unificación correspondiente a la posición depre-
siva. El trabajo incluye también la consideración de episodios traumá-
ticos que produjeron la desidealización de las figuras parentales, per-
tenecientes a una época ulterior del desarrollo infantil. Resulta de sumo
interés encontrar aquí esta conjunción de dos aspectos diferentes de la
teoría analítica que remite a momentos distintos y sucesivos de la es-

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tructuración del psiquismo, pero que yacen superpuestos.
   Madé me comentó, hablando recientemente con ella acerca de este
trabajo, que desde aquel momento en que fue inicialmente publicado,
numerosas fueron las nuevas experiencias analíticas que vivió y acu-
muló, y renovadas lecturas le aportaron nuevos enfoques al conocimiento
del tema. Me comentó también que, al detenerse a pensar acerca de la
confección de ese escrito, su visión actual del funcionamiento de la mente
humana la habría llevado a pensar sus ideas desde enfoques enrique-
cidos. Me resulta difícil concebir un trabajo sobre este tema que pudiera
despertar en mí, como lector, mayor resonancia que la que despierta
tal como actualmente se encuentra, tanto con su impronta kleiniana
como con su enfoque desde otros vértices, en cuya conjunción es donde,
a mi entender, precisamente reside su riqueza.

Descriptores: mala fe / paciente / identidad / omnipotencia / verdad

Keywords: bad faith / patient / identity / omnipotence / truth

                                                                 Bibliografía

Maldonado, J. L. (1975) Impasse y mala fe en el análisis de un pa-
  ciente. Revista de Psicoanálisis, Vol. XXXII, N° 1, pp. 115-141
También puede leer