En el SENA desmejoran la calidad de la educación y las condiciones laborales de los instructores

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En el SENA desmejoran la calidad de la educación y las condiciones laborales de los instructores
Agencia de Información Laboral

     En el SENA desmejoran la calidad de la educación
      y las condiciones laborales de los instructores
                                      —Informe especial—

Desde su creación en 1957, el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, ha
posibilitado que miles de jóvenes colombianos de los estratos bajos, que no tienen
acceso a la universidad, se capaciten para el trabajo de manera gratuita, tanto así
que por mucho tiempo se le conoció como la “Universidad de los Pobres”.

Y son muchos también las y los
instructores que tienen en el SENA su
fuente de trabajo (cerca de 25 mil en
la actualidad), pero en unas
condiciones que están lejos de ser
satisfactorias, y que se han venido
deteriorando en los últimos años, lo
que no sólo les merma la calidad de
vida sino que afecta negativamente la
calidad de la educación que imparten.

Empezando porque el número de los
instructores de planta, que son quienes tienen mayor estabilidad y garantías
económicas y laborales, es mínimo frente a los vinculados por Orden de
Prestación de Servicios (OPS). Éstos son 22 mil, mientras el número de los de
planta no asciende a 3 mil.

Para indagar sobre las condiciones laborales de esa gran masa de instructores,
conversamos con varias personas que trabajan o trabajaron en la entidad, y con
dirigentes sindicales como Nicolás Zapata Vásquez, presidente de Sindesena
Medellín, uno de los sindicatos de la institución que hoy cuenta con 2.400 afiliados
en todo el país; Fabio Arias, Secretario General de la CUT Nacional, y Carlos Julio
Díaz, ex presidente de la CUT Antioquia.

Una contratación amarrada

La Sentencia C-614 de la Corte Constitucional dice que toda persona que haga
labores permanentes en el sector público, debe ser parte de la nómina. O sea que
En el SENA desmejoran la calidad de la educación y las condiciones laborales de los instructores
las entidades del Estado deben contratar directamente el personal que tienen
vinculado por terceros o por OPS. Pero en el SENA, al igual que en la mayoría de
los entes estatales, esta sentencia no se cumple y las OPS siguen al orden del
día. La inestabilidad laboral y la rotación continua son pan de cada día entre los
instructores del SENA, dice Nicolás Zapata, presidente de Sindesena Medellín.

                                 Si bien en el SENA hay contratistas con más de
                                 15 años vinculados por contratos OPS, que se les
                                 renueva cada año, no es el caso de la mayoría.
                                 Un primer factor de inestabilidad, según Zapata,
                                 es que se han incrementado contratos de entre 3
                                 y 10 meses, sin garantías de renovación. Y un
                                 segundo factor, asociado al primero, es que en
                                 muchos casos prima más la “rosca” que la calidad
                                 de la hoja de vida y la experiencia de los
                                 instructores. Se refiere a que llegan por
                                 recomendación política.

                                 “Tradicionalmente, y es algo sabido, cada regional
                                 se le ha entregado a un directorio político, que la
                                 utiliza para hacer clientelismo y colocar su gente”,
                                 señala Carlos Julio Díaz, de la CUT Antioquia.
Nicolás Zapata, Pte. Sindesena

“El SENA con frecuencia abre convocatorias para seleccionar instructores, y trata
de hacerlo de manera transparente, tienen formatos y requisitos que muchas
veces se acomodan para que los puestos queden en manos de determinadas
personas”, asegura Zapata.

Y lo confirma la sicóloga Diana Marín, ex empleada del SENA. Recuerda que
cuando empezó a trabajar varios compañeros le preguntaron quién la había
recomendado, como si esa fuera la ruta normal de acceso a la entidad. Lo que,
según ella, configura acoso laboral, ya que como condición para renovar el
contrato les exigen votar por determinado partido o candidato.

“Una formación profesional pertinente y de calidad no se logra con instructores por
el sistema de contratistas y sin estabilidad laboral, además sometidos al
clientelismo y la politiquería. Es una combinación perversa para las posibilidades
de la juventud trabajadora”, señala Fabio Arias, Secretario General de la CUT
Nacional.

A los instructores, como requisitos para empezar a trabajar, se les exige póliza de
cumplimiento y exámenes médicos preocupacionales, que deben pagar de su
bolsillo, como también asumir el pago de salud, pensión y ARL, calculado sobre el
40% del valor total del contrato. Por este concepto pagan entonces sumas altas,
de hasta $400 y $500 mil, sobre sueldos de $2 millones (tecnólogo) y $3 millones
(profesional) respectivamente. Además los cursos de capacitación y actualización
que deben hacer, virtuales o presenciales, no les cuentan cómo horas laboradas.

Las jornadas y condiciones laborales varían según el centro en que trabajen. Para
quienes laboran alejados de las áreas metropolitanas la situación es desventajosa
porque gastan más tiempo y dinero en desplazamiento. El SENA solo paga
viáticos y transporte a municipios alejados, a los cercanos los paga el instructor.

El clima laboral también deja qué desear. En su experiencia como sicóloga, Diana
Marín conoció, por encuestas, que son muchos los empleados que encuentran el
ambiente pesado y poco acogedor; o muestran inconformidad por el mal trato de
los jefes. “Pero no se atreven a expresar su malestar por temor de que no les
renueven el contrato. Conocí casos de instructores afectados física y
sicológicamente, y otros que renunciaron antes de cumplir el contrato”, dice.

Baja calidad educativa

Durante el Gobierno Uribe se dio un punto de quiebre en la institución: empezó a
pesar más la lógica de las cifras, la cantidad, antes que la calidad de la educación.
Aumentaron significativamente los cupos y egresados y se redujo el tiempo y la
intensidad de los programas. Todo para mostrar cantidad.

“Antes un curso para técnico profesional duraba 4 semestres y uno para tecnólogo
duraba 6, y un curso corto duraba entre 40 y 60 horas. Ahora manejamos
tecnologías de 3 semestres. Es decir, a los estudiantes se les están dando menos
elementos de capacitación. Por eso la entidad ha perdido favoritismo en el
mercado laboral”, dice John Jairo Clavijo, instructor de diseño en la entidad.

“El Presidente Uribe vio en el SENA un gran bastión para desarrollar su política,
pues era lo único social que tenía, y anunció que quería fortalecerlo. O por lo
menos lo hizo ver así, porque en realidad no hubo ningún fortalecimiento, la
calidad de la educación bajó. Y esa misma política la ha mantenido el Gobierno
Santos, quien este año ofertó cien mil cupos nuevos para formación de
tecnólogos”, dice por su parte el presidente de Sindesena.

“Cada módulo del estudiante se contaba como un curso completo, y así la
cantidad de trabajadores presuntamente capacitados llegó a la cifra de 5 millones,
lo cual era un embuchado”, afirma Fabio Arias, de la CUT.

Y Carlos Julio Díaz al respecto anota: “Se hace énfasis en impresionar a la
sociedad con la cantidad de gente que capacita el SENA, pero sin considerar si
esa capacitación es pertinente para el país, y si es útil para conseguir un trabajo”.

Lo otro es que las condiciones de contratación de los instructores repercute en la
calidad de la formación, pues no les permite prepararse, investigar y profundizar
en sus conocimientos. Antes, para ser instructor del SENA el aspirante debía
hacer un curso de pedagogía de un año. Hoy este curso es de 40 horas y puede
hacerse virtual.

“Por eso están llegando instructores con el componente del conocimiento pero sin
adiestramiento pedagógico ni experiencia laboral, que es clave en el SENA”,
concluye Clavijo, y asegura que no cree en el porcentaje de empleabilidad que da
el gobierno. Dice que no es cierto que de 100 egresados 70 consiguen empleo.
“Eso no está sustentado en ninguna parte, o son datos viejos”, señala.

Sobre la estrategia de ampliar la cobertura sucontratando la formación con
universidades e instituciones privadas, Fabio Arias opina que con ello el SENA
está desvirtuando su misión y suplantando la educación universitaria. ¿El SENA
es una institución de educación para el trabajo, o de educación superior formal?,
se preguntal. Sin contar con que los estudiantes formados por otras instituciones
son más costosos que los formados en las propias aulas y talleres del SENA.

Otro asunto que Carlos Julio Díaz ve como negativo, es que al SENA se le
asignen funciones que obedecen a compromisos sociales del gobierno, como
atender desplazados y actores de grupos ilegales.

Los aprendices

Un aspecto que también se ha deteriorado, advierte Zapata, es la condición
laboral de los aprendices del SENA. Se conocen casos en que éstos cumplen
horarios nocturnos, dominicales y festivos o jornadas muy extensas sin pago de
horas extras, pero como están sujetos a una nota académica hay pocas quejas.

Zapata recordó que antes del año 2002 el contrato de aprendizaje tenía fuerte
connotación laboral. A partir de ese año, con la Ley 789, de reforma laboral, el
salario que recibían los aprendices se cambió por “apoyo de sostenimiento”. Antes
tenían derecho a prestaciones sociales y a la mitad del salario correspondiente a
la técnica que estudiaban, y una vez ingresaran a la empresa patrocinadora para
hacer su práctica recibían un sueldo completo. Además se beneficiaban de la
convención colectiva de una empresa si ésta así lo pactaba con el sindicato.

“Ahora a los aprendices les pagan el 50% de un salario mínimo, sin importar el
cargo que sea, y el 75% cuando realizan las prácticas. Lo otro que se ve mucho es
que se forman en una técnica y terminan trabajando en otra cosa”, anota Zapata.

Parody y los sindicatos

En marzo de 2013 la dirección el SENA la asumió Gina Parody, y desde entonces
han sido frecuentes sus choques con las organizaciones sindicales, que
consideran que esta funcionaria no tiene experiencia suficiente para dirigir la
institución, y además ha mostrado animadversión hacia los sindicatos.
“La señora Parody no se presta para el diálogo, no recibe a los trabajadores ni
escucha sus requerimientos, y siempre busca deslegitimar la acción del sindicato.
Hay un pliego de peticiones negociado desde hace dos años, que cubre también
este año, pero lo ha desconocido”, asegura Zapata.

Por su parte, los instructores contratados por OPS no se atreven a exigir sus
derechos y la mayoría teme afiliarse al sindicato, pues les implicaría perder la
posibilidad de renovación del contrato.

Y sobre la Reforma Tributaria que dejó a cargo de los fondos comunes del
Ministerio de Hacienda la financiación de la institución, Fabio Arias dice que eso la
deja en la incertidumbre presupuestal, pues la que antes era una renta segura se
volvió renta competida, y eso más temprano que tarde dará al traste con el SENA.

“Los recaudos no están superando las expectativas. Ahora dependemos del
Ministerio de Haciendo, cuando el SENA siempre había tenido autonomía y
patrimonio propio e independiente, situación que puede redundar en desmejoras
laborales”, indica por su parte Nicolás Zapata, de Sindesena.

Pese a todo, la lucha de los sindicatos para evitar la privatización del SENA y
mejorar las condiciones laborales y educativas, continúa. Reconocen el valor que
tiene la entidad para los colombianos y las oportunidades que brinda a millones de
personas de los sectores más vulnerables.
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