La Gestión del Riesgo desde la Academia República Dominicana
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343 La Gestión del Riesgo desde la Academia República Dominicana Sistematización de la Experiencia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo tras el paso de las tormentas Noel y Olga República Dominicana, 2007 Autor: Nápoles Defrank de la Rosa Lic. En Sociología, por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Maestría en Comunicación por la Universidad APEC. Profesor de la Cátedra Sociología General de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad APEC. Responsable del Área de Información de la Unidad de Gestión de Riesgo a Desastres de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
344 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO “Nuestra era no es más peligrosa –ni más arriesgada- que las de generaciones anteriores, pero el balance de riesgos y peligros ha cambiado. Vivimos en un mundo donde los peligros creados por nosotros mismos son tan amenazadores o más, que los que proceden del exterior. Algunos de ellos son verdaderamente catastrófi- cos, como el riesgo ecológico mundial, la proliferación nuclear o el colapso de la economía mundial. Otros nos afectan como individuos mucho más directamente: por ejemplo, los relacionados con la dieta, la medi- cina o incluso el matrimonio (…) no puede ni considerarse la posibilidad de tomar una actitud meramente negativa hacia el riesgo, este tiene que ser siempre dominado, pero la adopción activa de riesgos es elemen- to esencial de una economía dinámica y de una sociedad innovadora”. Anthony Giddens Un mundo desbocado
345 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO I. INTRODUCCIÓN Si algo ha caracterizado la vida institucional de la Universidad Autónoma de Santo Domingo-UASD- ha sido situarse al lado de los sectores sociales más vulnerables de la República Dominicana cuantas veces las condiciones, -de cualquier índole-, les han sido adversas; poniendo en tales casos sus recursos humanos y materiales al servicio de la gente. Sobre esto sobran los ejemplos: crisis políticas, amenazas y conflictos económicos, disturbios meteorológicos, eventos sísmicos, etc. No otro fenómeno natural ocurrió en los días posteriores al 29 de octubre de 2007, cuando la geografía del país caribeño fue abatida por el paso de la tormenta Noel(1). Sin embargo, a diferencia de experiencias anteriores, tres hechos notables se pueden apreciar en esta que merecen ser registrados en sus mínimos detalles. En primer lugar, el gesto de colaboración de los sectores intra universitarios fue canalizado a través de una experiencia institucional, lo que evitó la dispersión de esfuerzos en un propósito común. La activación de la estructura definida por la “Oficina de Gestión de Riesgos”, la cual integra los mandos altos y bajos del organigrama jerárquico e incluso sectores con intereses disciplinarios diversos facilitó la tarea de interven- ción coordinada, que parten del diagnóstico previo de las necesidades más urgentes de las comunidades afectadas. En segundo lugar, las acciones no fueron unilaterales; sino enmarcadas en los planes de asistencia trazados por los organismos de emergencia del Estado, lo que también evitó la dispersión de recursos y supuso la concentración de los esfuerzos. En tercer lugar, y como consecuencia positiva, sirvió para sensibilizar a sectores con poder de decisión en los organismos colegiados, en los cuales surge la necesidad de formalizar un órgano que se enfocara en coordinar las políticas relativas a la gestión de riesgos. La creación, un año después de una “Unidad” para orientar los trabajos de incorporación del tema, así lo confirma. Aunque tales hechos pudieran ser suficientes para emprender la tarea de sistematizar la experiencia de “Noel y Olga”, la necesidad de profundizar en las posibles debilidades de la jornada e incluso identificar las que de seguro son tareas pendientes de resolver en el futuro, son algunas de las razones que refuerzan y justifican el presente esfuerzo. De seguro que este ejercicio de resaltar las fortalezas e identificar las debilidades no solo van ser útiles para la Universidad y el país; sino que pueden ser aprovechadas en jornadas similares por: instituciones, organis- mos y personas de otros países. 1. Se estima que aparte de los muertos y heridos, las pérdidas en la agricultura ascendieron a unos US$26 millones en los sistemas de riegos y drenajes, según informaciones de Listindiario.com de fecha 07 de noviembre de 2007.
346 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO II. METODOLOGÍA El informe final de la sistematización de la experiencia de la UASD en las tareas de asistencia y recupera- ción de las comunidades post-tormentas Noel y Olga comprende varias fases. En primer lugar, una fase para recopilar la información, que incluye la utilización de documentos bibliográficos y audiovisuales; así como entrevistas a profundidad con participantes claves en la experiencia. En segundo lugar se organizaron varios encuentros con personal que jugó un rol protagónico en el proceso, con cuales se intercambiaron opiniones y a quienes se les aplicó una matriz para recoger las experiencias particulares y poder valorar debilidades y fortalezas de la gestión. En tercer lugar, se procedió a la redacción del informe de sistematización. En cuarto lugar, se socializó el documento entre los actores de la comunidad quienes participaron y finalmente se hicieron los ajustes correspondientes. Recopilar la documentación escrita El primer paso fue la recopilación de todos los datos escritos, contentivos de la memoria del paso de las tormentas Noel y Olga en octubre de 2007. Entre estos documentos se pueden citar: periódicos nacionales (en sus versiones virtuales y formato físico), resoluciones del Consejo Universitario comprendidas, en los treinta días siguientes al evento: circulares, memorandos del Rector y vicerrectores, instructivos, planes, circulares; así como informes y comunicaciones de la dirección de la “Unidad de Gestión de Riesgos”. Levantamiento de informaciones primarias Entre las informaciones de campo u obtenidas de manera directa, se encuentran: las entrevistas a profundi- dad sobre el tema, a los protagonistas directos de la jornada de asistencia. Entre estos a: funcionarios que tomaron decisiones durante el proceso, profesores, estudiantes voluntarios, empleados (choferes, trabajado- res del comedor universitario, personal de mantenimiento, etc.) integrados en las diferentes brigadas de las ocho facultades y los dieciocho centros universitarios regionales en todo el país. Observación del campo e intercambio en las comunidades De igual modo, se hicieron visitas a las comunidades afectadas donde se establecieron albergues, que en algún momento fueron intervenidos por la Universidad. Entre estas comunidades se encuentran: Bayona, Sabana Perdida y el barrio Iván Guzmán Klang, de Engombe en Santo Domingo Oeste. Se contac- taron líderes comunitarios que sirvieron de enlace entre las familias refugiadas y las brigadas de la Univer- sidad. Redacción de sistematización Recopilada la información: tanto primaria como secundaria, se procedió a examinarla y a la elaboración de un documento tentativo, que fue sometido posteriormente a la consideración de los principales actores de
347 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO las jornadas de asistencia post-tormentas Olga y Noel. Socialización del documento y presentación final El documento preliminar se sometió a la revisión de personas, que colaboraron en calidad de participantes en la jornada y posteriormente se le hicieron las debidas correcciones al primer borrador. III. GLOSARIO UASD : Universidad Autónoma de Santo Domingo ISU : Instituto Sismológico Universitario COE : Comité de Operaciones de Emergencias UGR : Unidad de Gestión de Riesgos Kph : Kilómetros por hora ESAP : Escuela de Salud Pública IV. ANTECEDENTES La Gestión de Riesgo en la República Dominicana, una asignatura pendiente En la República Dominicana, como en muchos otros países de América Latina, la atención con respecto del riesgo a desastres estuvo enfocada; primero en el simple monitoreo de los eventos, en el caso; por ejemplo, de los hidrometeorológicos, y en segundo término, a las acciones de respuesta después de su impacto. Esto, muy a pesar de los enormes riesgos a que está expuesta la Isla, evidenciados con la ocurrencia frecuente de eventos naturales y su secuela negativa en términos de vidas humanas y daños materiales en la población(2). Incluso en las universidades, tradicionalmente escenarios privilegiados del debate de los problemas nacio- nales, “la discusión del tema de la prevención y mitigación de riesgos; todavía hoy no es bien entendida, ni mucho menos admitida como parte importante en la lucha “…por incorporar los elementos de la gestión de riesgos necesarios, para mantener la seguridad y sostenibilidad en estos futuros procesos de desarrollo”(3). La Defensa Civil fundada en 1966 mediante la ley 257, tuvo a su cargo hasta los primeros años de la década de los noventas, la “protección de vidas y bienes”, que funcionaron con precarios presupuestos en las temporadas ciclónicas y su misión estaba relegada a la asistencia de comunidades afectadas, por eventos naturales. 2. En el periodo de los últimos veinte años (1990-2010) alrededor de 17 fenómenos de este tipo se sintieron sobre territorios del Caribe (National Hurricane Center). En total los daños en muerte, heridos, personas desplazadas de sus hogares fueron cuantiosas y en el área de la agricultura fueron devastadores para sus economías. 3. Sarmiento, Juan P. El Desafío de la Gestión de Riesgos como estrategia de intervención multisectorial y participativa al servicio del desarrollo.
348 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO No es, sino a partir de los años noventas, cuando se presta atención a la importancia de la prevención y mitigación de las amenazas; principalmente por las corrientes que a nivel internacional iba tomando el tema, sobre todo en países seriamente expuestos a la ocurrencia de catástrofes producto de eventos de natu- raleza diversa(4). En el año 2002, se aprueba la Ley 147-02 sobre la gestión de riesgo en la República Dominicana, donde se establecen los principios que deben normar las acciones de: prevención, mitigación y respuesta en situacio- nes de desastre y asigna a cada institución tareas específicas, quien crea otros organismos que le son com- plementarios. A partir de la aplicación de la Ley, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la única institución pública del país, pasa a formar parte, entre otras entidades, del “Comité Técnico Nacional de Prevención y Mitiga- ción de Riesgo”. En uno de sus articulados la ley establece que cada entidad estatal debe formar sus propias unidades de gestión de riesgo. De manera aislada y sin contar con recursos suficientes, algunas personas, sobre todo ligadas al área de la Ingeniería, mantuvieron durante mucho tiempo, y mantienen actualmente, estrechos vínculos con organis- mos, que en el plano nacional e internacional han promovido la gestión de riesgo, como una necesaria política de Estado, y con sus esfuerzos, hacen opinión pública a través de los medios de comunicación y en foros académicos, contribuyeron a la promulgación de la precitada ley 147-02. Pese a la promulgación de la ley y al calor que a la discusión del tema han dado organismos internacionales y ONG tanto nacionales como internacionales, en el “Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, del año 2008” se establece que “…en la República Dominicana, las recientes tormentas Noel y Olga (….), pusieron en evidencia que las zonas y comunidades más expuestas al riesgo están insuficiente- mente preparadas y no están empoderadas para hacer frente a una emergencia con sus propias capacidades”. Y sigue diciendo el Informe: “No existen campañas de difusión masiva a través de los medios de comunica- ción ni programas educativos sobre preparativos a desastres. Las instituciones de respuesta a desastres no disponen de los recursos; ni humanos ni económicos necesarios para brindar una preparación adecuada”(5). En el plano educativo, concluye el Informe, las capacidades son prácticamente nulas y el tema es tratado como marginal por las autoridades nacionales. La ocurrencia del terremoto que devastó la capital haitiana el 12 de enero de 2010, activó los mecanismos de emergencia y se percibe una cierta preocupación de estos, por reforzar las acciones dirigidas en preparar a la población, sobre una eventual situación de catástrofe. 4. Allan Lavell sostiene que “la magnitud de los daños y pérdidas humanas y materiales asociadas con el impacto del Huracán Mitch en América Central, y con los terremotos en El Salvador en 2001, tuvo como consecuencia una reflexión seria, y un álgido debate sobre los factores ajenos a los eventos físicos en sí, que podrían ayudar en explicar los niveles de destrucción y el desquiciamiento sufrido en la economía y sociedad…” 5. PNUD. Informe de Desarrollo Humano, 2008
349 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO V. LA UASD EN EL ESCENARIO DE LA DISCUSIÓN DE LA GESTIÓN DE RIESGO La Universidad Autónoma de Santo Domingo, no solo es la más grande de la República Dominicana, sino la más antigua de América, fundada en 1538 mediante la bula papal “In Apostulatus Culmine”. En 1961 le fue concedida la autonomía por Ley y desde entonces, la vida institucional transcurrió en medio de pesaro- sas luchas por un adecuado tratamiento presupuestal por parte del Estado, que dejó en el camino decenas de muertos y mártires estudiantiles. Hasta mediados de los años sesentas fue la única Universidad y hasta el presente la única institución estatal con que cuenta el país. Su población actualmente es de unos 165 000 estudiantes, repartidos entre la Sede Central, en Santo Domingo y unos dieciocho centros universitarios regionales, en igual número de provin- cias y municipios. El hecho de ser el único centro de Educación Superior, que concentra en su seno la totalidad de los recursos humanos calificados (profesionales de las diferentes disciplinas) hizo que durante mucho tiempo, y todavía hoy, organismos tan importantes como el Instituto Sismológico Universitario, con capacidad para el registro de eventos sísmicos, fuera el único en el país. En el año 2005 se inicia una gestión del Gobierno que establece vínculos importantes con organismos universitarios regionales como el Consejo Superior de Universidades de Centroamérica (CSUCA) y suscri- be acuerdos sobre temas tan importantes como la “Gestión de Riesgo”, lo que permite a la USAID/OFDA/LAC asimilar la experiencia de estos países en la discusión del tema e integrarse en redes y foros de investigación. Como parte de esta visión también se establecen relaciones con organismos como USAID/OFDA/LAC (Oficina de la USAID para Desastres en el Extranjero) y se hacen esfuerzos por vincular la gestión de riesgo en los planes curriculares; se entrenan estudiantes de término de la carrera de Pedagogía en los planes de seguridad escolar y se crean diplomados de gestión de riesgos para el Sector Salud. En esta etapa, se inicia la participación de la Universidad en la “Comisión Nacional de Prevención, Mitiga- ción y Respuesta ante Desastres”(6), y se puede decir que por primera vez el tema de la gestión de riesgo adquiere un carácter institucional(7). El trágico acontecimiento de “Noel y Olga” viene a ser el nuevo escenario, donde se iba a poner a prueba la voluntad para llevar a cabo acciones concretas de mitigación y respuesta. 6. Ver comunicación del Secretario Administrativo de la Presidencia al Rector Roberto Reyna, quien agradece la participación de la Universidad en las reuniones de la Comisión, ante la temporada ciclónica. 7. Ver la referencia al tema en el discurso de toma de posesión como Rector del Mtro. Reyna en marzo de 2005.
350 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO VI. NOEL Y OLGA: EL NUEVO ESCENARIO Y SUS DESAFÍOS El evento La República Dominicana está situada en el centro del Caribe, en la llamada (por algunos expertos), “la ruta natural de los huracanes”. Cada año se forman en la zona decenas de ciclones tropicales: algunos se desva- necen, otros no pasan de depresiones y otros llegan a tener tanta fuerza que se convierten en peligrosos huracanes. La tormenta Noel tocó “Tierra Dominicana” el 28 de octubre de 2007 con vientos aproximados de 85 kph Desde las primeras horas de la mañana de ese día, los pronósticos de la Oficina Nacional de Meteorología advertían consecuencias devastadoras si no se tomaban las medidas de lugar. Y efectivamente, las consecuencias como se muestran en el cuadro siguiente, no dejan lugar a dudas para pensar en sus efectos letales. A poco más de cuarenta días del paso de Noel, se forma otro disturbio tropical, convertido en pocas horas en la tormenta Olga, que como es de suponer, agravó la situación de calamidad de miles de familias que se encontraban refugiadas en cientos de comunidades y provocó que otras muchas tuvieran que ser evacuadas de sus hogares por el efecto de: los vientos, las lluvias y los deslizamientos. Esta vez el Huracán alcanzó velocidades de 65 kph y azotó, sobre todo, comunidades de la región del Cibao, a unos 175 kilómetros al Norte de la capital y como nota curiosa, su formación se produjo fuera de la tempo- rada ciclónica que había finalizado el 30 de noviembre. Cuadro No. 1 Daños estimados en vidas y bienes por el paso de las tormentas Noel y Olga. República Dominicana 2007 Daños Estimados Tormenta Noel Tormenta Olga Personas fallecidas 87 31 Personas desaparecidas 43 Nd Personas desplazadas de sus hogares 78,752 34,480 Comunidades incomunicadas 62 76 Casas de particulares dañadas 16,024 6,896 Puentes y carreteras dañados 35 Nd Costo aproximado de pérdidas (US$) 445.5 Nd % del PIB Aprox. 1% Nd Fuentes: Elaborado con base en informaciones del PNUD - Periódico El País (13-12-2007) y Agencia EFE Nd = Informaciones No disponibles
351 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO Como suele suceder, la mayoría de las personas desplazadas de sus hogares son aquellas, en condiciones extremas de vulnerabilidad económica y social. En el caso que nos ocupa, las personas albergadas en los refugios vivían en su mayoría en terrenos cercanos a: cañadas, ríos, arroyos o lagunas; cuyas casas fueron inundadas por las aguas con su crecida; o residentes en laderas y montañas en donde ocurrieron deslizamientos de tierra. Las familias más afectadas durante la tormenta Olga, fueron aquellas que residían a orillas del río Yaque del Norte, a la altura del municipio de Santiago, cuyas casas fueron arrasadas; decenas de personas murieron, por la “descarga” de las aguas del complejo hidroeléctrico Tavera-Bao. En esa ocasión, los observadores de los organismos de socorro más conservadores, cifran la cantidad de muertos en 31 y cientos de familias desplazadas. En todo momento, el Instituto Sismológico Universitario estuvo atento al paso de la tormenta Noel. Así lo deja entrever en una comunicación su director al Rector Reyna del 30 de octubre. “Los trabajos –dice la comunicación- consistieron en: mantenimiento del centro de recepción de datos, funcionamiento de la red de cómputo, aseguramiento del sistema eléctrico de la Sede Central y vigilancia de la sismicidad”. Un informe de la Oficina Nacional de Meteorología del 30 de octubre, señalaba que la tormenta Noel se desplazaba hacia el Oeste, con vientos sostenidos de 75 kph. Había dejado a su paso valores acumulados de lluvias entre 100 y 250 milímetros; principalmente sobre la vertiente sur de la Cordillera Central y las regio- nes: Sureste, Suroeste, Norte, Noreste, Noroeste y el Valle del Cibao. El Centro de Operaciones de Emer- gencia mantenía hasta ese momento la “Alerta Roja” para 26 provincias.
352 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO VII. ACCIONES INSTITUCIONALES INMEDIATAS La que entonces era la Comisión de Gestión de Riesgos de la UASD, carecía hasta ese momento de una estructura física (oficinas) y sus funciones se habían limitado en el: diseño de planes de contingencia, diag- nóstico y otros trabajos en el plano de la prevención; no había tenido experiencia en la organización de un operativo de asistencia ni de poner en práctica los planes de contingencia, que se habían preparado desde meses anteriores. La intervención de la Universidad en las comunidades comenzó prácticamente de inmediato, luego del paso de la primera tormenta(8) y se llevó a cabo tomando como base el “Plan Institucional de Contingencia para dar respuesta a huracanes y tormentas tropicales”, que fue concebido desde el 2006 por la “Comisión para el Diseño e Implementación de la Estrategia de Gestión del Riesgo a Desastres”. Este instrumento normativo establecía responsabilidades y asignaba funciones a cada dependencia universi- taria que partía de su ámbito de gestión. Mandaba la conformación de un “Centro de Mando” conjuntamen- te con la Comisión de Gestión del Riesgo, lo que efectivamente se hizo. Pese a que, -como se muestra en el cuadro anterior-, las familias afectadas fueron más de medio centenar diseminadas en todas las regiones del país, la intervención de la UASD fue focalizada en los barrios de: Santo Domingo Oeste, San Cristóbal, Santiago y Montecristi. En el plan diseñado por la Comisión de Gestión de Riesgo se establecen, entre otras acciones, las siguientes: “1.- Convocar a la familia universitaria a sumarse en sus respectivas comunidades, a las labores de respues- ta de las entidades de emergencia; 2do. Conformar equipos de apoyo a las labores de asistencia que desarrollan las entidades de emergencia como: Defensa Civil, Cruz Roja, Salud Publica, y otras, descentralizando estas acciones en las áreas de: salud, rehabilitación y construcción, apoyo psicológico y apoyo logístico; En 3er lugar, instruir a los centros regionales a conformar brigadas de apoyo; 4to. Crear un centro de acopio para ayudar a los damnificados de algunas áreas específicas, en busca del apoyo de los sectores empresariales de las respectivas comunidades y 5to. Solicitar la elaboración de un diagnóstico de la situación general, en el cual participen: la Comisión Ambiental, la Comisión de Gestión de Riesgo y el Instituto de Urbanismo”. En el mismo documento se citan las posibles comunidades por intervenir, que parten de las informaciones suministradas por los organismos de emergencia. Entre estas se encontraban: el Distrito Nacional y la provincia de Santo Domingo; así como: las provincias de San Cristóbal, Bani, San Francisco, San Juan y San José de Ocoa. Se estimaron los recursos económicos que iba a conllevar la intervención, entre estos: vehículos, combusti- ble, dietas y vestimenta para identificar a los miembros de las diferentes brigadas. 8. El 29 de octubre de 200, a menos de veinticuatro horas de haber ocurrido el evento, el Rector de la Universidad Roberto Reyna instruye a la directora de la Unidad de Gestión de Riesgo, Mercedes Feliciano, que trace un plan de acción de apoyo a las comunidades afectadas por la tormenta Noel.
353 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO El trabajo mancomunado con los organismos de emergencia, las organizaciones “No Gubernamentales” y otras instituciones y grupos de la Sociedad Civil fueron un factor importante, en la primera fase de la jorna- da. Con Visión Mundial; por ejemplo: se estableció un Plan de acción para intervenir en la crisis de salud mental, mediante el cual se capacitaron cientos de estudiantes de Psicología, que luego prestaron servicio a las personas refugiadas. Entre las disposiciones más importantes en nivel de los organismos de dirección, se aprueban las siguientes resoluciones en el Consejo Universitario, acompañadas de algunas acciones del Rector, como ente ejecuti- vo. Cuadro No. 2 Acciones institucionales adoptadas por el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, sobre la asistencia a comunidades durante y después del paso de las tormentas Noel y Olga por la República Dominicana Año 2007 Documento Organismo Asunto Disponer que el dinero presupuestado para la celebra- ción de las fiestas navideñas que cada año llevan a cabo Resolución Consejo la Rectoría, las facultades, las escuelas, los departa- 2007-216 Universitario mentos administrativos y los centros regionales de la UASD, se destine para la ayuda y auxilio de los miem- bros de la familia universitaria afectados por la tormen- ta Noel. a) Disponer la creación de un fondo de solidaridad para socorrer a los miembros de la familia universitaria, que resultaron afectados por la tormenta Noel, para lo cual se aprueba, a manera de aporte, un descuento de RD$200.00 (doscientos pesos) a los sueldos de los profesores y RD$100.00 (cien pesos) a los empleados, durante diciembre del 2007, y que durante el próximo Resolución Consejo proceso de reinscripción o matriculación (2008-1), los 2007-218 Universitario estudiantes aporten la suma de RD$25.00 (veinticinco pesos). b) Este fondo de solidaridad será administrado por la Vicerrectoría Administrativa y una comisión creada para tales fines. c) Al igual que en ocasiones anteriores (Resolución No. 2004-153 y según expresa la circular de la Rectoría d/f 27-5-2004, “como este acto de colaboración y solidari- dad es esencialmente voluntario y espontáneo, todo servidor o servidora universitario, que por cualquier razón no esté en condición de hacer el citado aporte, puede notificarlo al Departamento de Contabilidad Administrativa, para los fines de lugar.”
354 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO Documento Organismo Asunto Aprobar la participación directa de la UASD a través Resolución Consejo de los organismos competentes del Estado, en la canali- 2007-219 Universitario zación de recursos y soluciones a los miembros de la familia universitaria de Bonao afectados por la tormen- ta Noel. Designar a los profesores: Lic. Radhames García, director del Centro Universitario Regional de Santiago (CURSA); Ing. Domingo Jiménez, Decano Facultad de Resolución Consejo Ingeniería y Arquitectura, y un equipo técnico- 2007-244 Universitario científico del Departamento de Ingeniería Hidráulica de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, para reali- zar una labor de acompañamiento a la Comisión creada por el Gobierno, para investigar la decisión del desagüe de la Presa de Taveras. Anuncio a la comunidad universitaria de la resolución Circular Rector 2007-216 del Consejo Universitario sobre suspensión 2007-121 de fiestas y aportes a los damnificados de la tormenta Noel. Fuente : Archivo Central de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. VIII. LOS PARTICIPANTES Y LOS ROLES El centro de mando de la Comisión funcionó en un salón contiguo a las oficinas de la Rectoría, alrededor del cual operaban desde el 29 de octubre los equipos formados en las diversas facultades y que tenían roles específicos en la intervención. La planificación del equipo se diseñó de la siguiente forma y obedeció a lo establecido en el “Plan de Contingencia”: Se formaron varias brigadas: una multidisciplinaria integrada por psicólogos, enfermeras, bioanalistas, trabajadores sociales y animadores culturales. La otra de mantenimiento, conformada por: ingenieros, arquitectos, electricistas y plomeros. La primera tenía la responsabilidad de llevar a cabo acciones epidemiológicas: levantar fichas clínicas por refugiados, evaluar los sospechosos de enfermedades transmisibles como: malaria, tuberculosis, etc., segui- miento a embarazadas, diagnósticos de salud según grupos de población refugiada, dar seguimiento a enfer- medades crónicas de adultos. Además, tenía la responsabilidad de coordinar con Interior y Policía y con el Centro de Operaciones de Emergencia la distribución de alimentos y medicinas, así como el análisis bacte- riológico de las cisternas y la cloración del agua de consumo humano y para la higiene. Un componente de
355 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO deportistas y animadores se encargaban de organizar: juegos, ejercicios, competencias, teatro, y talleres artísticos para niños; entre otros. La segunda tenía la función de revisar: las condiciones eléctricas de los refugios, el sistema sanitario y el abastecimiento de agua, la reparación de tuberías, cisternas y las condiciones generales de la infraestructura física. Cada una de estas brigadas debía rendir un informe diario, acompañado de una ficha con las informaciones relativas a la situación en cada uno de estos aspectos en cada refugio intervenido. Esta información contenía además las necesidades básicas de los albergues, a partir de lo cual se tomaban acciones dirigidas a resolver los problemas presentados, en el Consejo Universitario. El equipo de Salud lo integraron además estudiantes de término de las carreras del área de la Salud. La ESAP (Escuela de Salud Pública) encabezó el operativo de asistencia y se instaló una “Sala de Situación” para el monitoreo de los eventos mórbidos, que se producían en cada uno de los albergues. Previamente, se diseñó un instrumento para recolectar informaciones diarias que contenían datos como: abastecimiento y calidad de la alimentación, disposición de las excretas, disposición de agua para higiene y potable, número de refugiados por edad, su entrada y salida diaria, inmunizaciones, presencia de febriles, manifestaciones de vómitos, diarrea y otras manifestaciones de signos y síntomas. Además la presencia de vectores en los albergues como: ratas, mosquitos, etc., mantenimiento del orden y la disciplina en cada recinto. El instrumento se aplicaba cada día, se tabulaban las informaciones y se some- tían a las autoridades universitarias, quienes disponían tomar las decisiones de lugar, junto con las autorida- des nacionales. Desde los primeros días de la jornada, esto permitió detectar el crecimiento de febriles en los albergues y descartar brotes epidémicos de: malaria, dengue y leptospirosis. “Al cuarto y quinto día advertimos a las autoridades de Salud sobre lo que para nosotros eran brotes de leptospirosis, y se recibió como respuesta de las autoridades del Ministerio de Salud el calificativo de ‘alarmistas’ (…); posteriormente, admitieron las autoridades que estábamos frente a un considerable brote de esa enfermedad, el cual arrancó la vida a cerca de un centenar de personas; una buena parte de ellas hospedados en los albergues” (9) Si bien, como se ha dicho, la participación coordinada con los organismos oficiales permitió la unificación de esfuerzos, ello no significó de ningún modo que su personal calificado supeditara sus opiniones profesio- nales a los intereses oficiales, muchas veces condicionados por calculados efectos de opinión pública. Esta actitud tradicionalmente crítica de la UASD; sin embargo, no siempre fue lo debidamente contundente en otras situaciones, como la acontecida con el desagüe de la Presa de Taveras, en la que el Consejo Univer- sitario nombró una Comisión para “acompañar la Comisión creada por el Gobierno para investigar la decisión,” que tuvo como consecuencia la muerte de decenas de ciudadanos en la provincia de Santiago. Una actitud más cónsona con el perfil académico hubiese sido hacer una propia investigación con su perso- nal más calificado en el área, a través de la Comisión Ambiental. 9. Declaraciones del Prof. Miguel Catalino, director de la Escuela de Salud Pública y coordinador del Área de Salud.
356 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO Otro de los equipos formados fue el de Psicología, integrado por: psicólogos clínicos, terapeutas, familiares y estudiantes de prácticas supervisadas. Este equipo trabajó conjuntamente con otros de diversas universi- dades y llegó a capacitar unos 600 estudiantes, para el trabajo con niños y terapias lúdicas. Se crearon algu- nos instrumentos para diagnosticar las necesidades en salud mental de los afectados. El voluntariado de estudiantes de diferentes carreras universitarias, jugó un rol estelar en la experiencia; no solo porque sin tener un vínculo laboral con la institución su entrega fue tan valiosa, como la de aquellos asalariados (profesores y empleados), sirvieron en la mayoría de los casos como vínculo entre: las brigadas, los líderes comunitarios y las personas afectadas; porque muchos de ellos proceden de los mismos barrios y comunidades, a los que se les prestó la asistencia. Es el caso de José Miguel del Río, residente de Bayona, y quien se integró a las labores en el refugio que operó en la escuela Villa Nazareth de su sector. Esta relación comunidad-estudiantes-universidad facilitó la labor porque “se hablaba el mismo idioma”. El trabajo de los jóvenes voluntarios no solo se desarrolló en las brigadas (salud, psicología, etc.); sino en labores de apoyo logístico, como la distribución de alimentos en los albergues y seguimiento administrativo en el Centro de Acopio de: comestibles, ropas y medicamentos. Un aspecto notable fue que muchas personas en las comunidades, no asociaban la ayuda que recibieron con la Universidad. “Recibimos mucha ayuda –decían- pero en momentos como esos uno toma la ayuda, pero no se fija de donde viene”. Puede deberse en parte, al aspecto de la identificación de los voluntarios, hasta cierto punto descuidado. En la ocasión vistieron un uniforme de los juegos deportivos “Tony Barreiro” con el logo de la Universidad muy pequeño; gorra con la misma inscripción y no usaron “gafetes”. Un equipo del Departamento de Microbiología, se encargó de monitorear las condiciones de potabilidad de las aguas; tanto para el consumo humano como para la higiene de los refugios, en los que intervino la Universidad. Su función se centraba en garantizar las buenas condiciones del agua, a través de su análisis diario en los laboratorios. Al equipo de la Facultad de Ciencias Económicas, se le encargó hacer un levantamiento de informaciones de los refugios, que incluía la composición demográfica de las personas asistidas (edad de los refugiados, sexo, etc.), los niveles de pérdidas materiales; así como las condiciones de la vivienda. Algunos departamentos administrativos sirvieron a la plataforma creada con apoyo logístico. Tales fueron los casos de Planta Física, que mantuvo al tanto a la “Comisión de Gestión de Riesgo” de las condiciones de las estructuras físicas de la Universidad; el comedor universitario que coció los alimentos que se sirvie- ron en los refugios; Transportación y Mecánica, que apoyó con el transporte de personas, alimentos y otros bienes, a los sitios en donde se les requería; Economato Universitario, que sirvió material gastable de ofici- na.
357 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO Gráfico No. 1 Equipos operativos que trabajaron en torno a la Unidad de Gestión de Riesgos durante la asistencia a comunidades, después del paso de las tormentas Noel y Olga. Equipo de Salud Pública Equipo de Cs. Económicas Equipo de Psicología Unidad de Gestión de Riesgo a Desastre Equipo de Micro y Voluntariado Parasitología Fuente: Unidad de Gestión de Riesgos - UASD Asimismo: Ornato, Limpieza y Seguridad, que se encargaron de todo lo relativo con el mantenimiento de la limpieza en el campus y de su vigilancia. Otros departamentos académicos e institutos dependientes de las distintas facultades, prestaron su ayuda en la elaboración de: planes, mediciones y recomendaciones sobre diversos aspectos. Entre estos están: Sociología, Ingeniería, Agronomía y Sismológico y los institutos de Química y Urbanismo.
358 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO IX. EL TRABAJO EN LOS REFUGIOS Un reporte del 03 de noviembre del 2007, (después de la tormenta Noel y antes de haber ocurrido la tormen- ta Olga), daba cuenta de que un total de veinte refugios habían sido intervenidos por la Universidad. Estos fueron: CUADRO No. 3 Refugios habilitados por el paso de las tormentas Noel y Olga, por localidad y provincia según número de personas refugiadas Refugio Localidad Provincia Personas Refugiadas Escuela Villa Nazareth Bayona Santo Domingo Oeste Nd Escuela Bella Colina Manoguayabo Santo Domingo Oeste Nd Escuela Esteban Martínez Bayona Santo Domingo Oeste 120 Escuela Santísima Trinidad El Café Santo Domingo Oeste Nd Liceo Las Américas Manoguayabo Santo Domingo Oeste Nd Escuela Ercilia Pepín Batey Bienvenido Santo Domingo Oeste Nd Club Víctor Burgos Los Palmares Santo Domingo Oeste 250 Iglesia Pentecostal El Manguito, Sabana Perdida Santo Domingo Oeste 90 Escuela El Manguito Sabana Perdida Santo Domingo Oeste 250 Escuela Ecuador Sabana Perdida Santo Domingo Oeste 74 Liceo Hato Nuevo Manoguayabo Santo Domingo Oeste Nd Escuela Gina Arriba Bani Bani Nd Sindicato Sutrafado Bonao Monseñor Nouel Nd Escuela Ambrosina Ramírez Piedra Blanca Monseñor Nouel Nd Iglesia Monte Sion Bonao Monseñor Nouel Nd
359 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO Refugio Localidad Provincia Personas Refugiadas Escuela Sebastián Paredes Bonao Monseñor Nouel Nd Escuela Aida Cartagena P Santo Domingo Este Santo Domingo Este Nd Escuela San Rafael San José de Ocoa San José de Ocoa Nd Escuela Sabana Larga San José de Ocoa San José de Ocoa Nd Escuela barrio San Luis San José de Ocoa San José de Ocoa Nd Fuente: Informes diarios de brigadas Nd = Información no disponible En cada albergue se designó un coordinador, que sirvió de interlocutor con las diferentes brigadas de la Universidad y los organismos de asistencia; identificaba las necesidades de las personas refugiadas y en caso de emergencia, hacia los contactos de lugar para buscar ayuda. En esta parte, jugaron un rol importante líderes comunitarios como el caso de Leonel Arturo Pérez, de Bayona, quien se convirtió en el representante de unas 16 familias de su vecindario. Personas entrevistadas que estuvieron en el refugio habilitado en la escuela Esteban Martínez, de Bayona. Fuente: Archivo UGR - UASD Las personas en riesgo de ser impactadas por crecidas o deslizamientos, usualmente buscan refugio en luga- res oficialmente habilitados para casos de emergencia, como: escuelas, iglesias, clubes o alguna edificación en zona segura; por lo que el número de personas damnificadas en cada lugar depende de los refugios habi- litados en el barrio o comunidad y la cantidad de familias en situación de riesgo. En el caso que nos ocupa, se trata de familias compuestas por trabajadores fabriles, chiriperos (personas que realizan trabajos normales como albañiles, electricistas, plomeros, etc.), trabajadoras domésticas e inmi- grantes haitianos, con bajo nivel de escolaridad. Muchas de estas familias están compuestas por madres
360 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO solteras, con un promedio de edad de menos de 30 años. Entre las características de las viviendas, se puede señalar que son construidas en su gran mayoría de cemento con techos de zinc, en terrenos propiedad del Estado y que han sido ocupados ilegalmente. Muchas de estas personas que hicieron grandes esfuerzos han podido hacer paulatinamente “arreglos” en sus casas y pese a que viven con un gran temo, por las posibilidades de inundación cuando llueve, han atado su “modus vivendi en un lugar a todas luces inseguro. Es el caso de una ciudadana haitiana entrevistada, viuda y madre de siete hijos, quien dijo que cuando llueve no duerme, “para dar la voz de alarma” por si el río crece. Otro ciudadano haitiano compró un solar al lado de una laguna, en las proximidades del río y construyó una vivienda con tres habitaciones. Las personas en su mayoría en los refugios oscilaba –como se muestra en el cuadro- de unas 74 a 250. En la escuela Este- ban Martínez; por ejemplo, había unas 29 familias (más o menos 120 personas entre niños y adultos. Esto representó un grave problema, por los niveles de hacinamiento, que suponían tantas personas, en edificacio- nes generalmente pequeñas. Judith, una joven madre de dos niños, residente en el sector de Bayona, y que estuvo aproximadamente tres semanas en el refugio, admitió la incidencia entre los pequeños de gripe, conjuntivitis, y dermatitis. En algunos casos, la estadía de los refugiados se extendió a mes y medio. Viviendas que fueron inundadas en un barrio de la localidad de Bayona cercano a la margen oriental del río Haina.Fuente: Archivos de la UGR – UASD Aunque la mayoría de los entrevistados dijeron que el agua “no faltó” en los albergues, se sabe que las condiciones de hacinamiento en ellos, (en una de las aulas se congregaban hasta cinco familias), pudo haber sido una causa importante en la proliferación de estas enfermedades. Otras patologías cuya incidencia fue notable en las comunidades afectadas, semanas después de la tormen- ta, y ya fuera de los albergues, fue el dengue y la leptospirosis; esta última provocada por la orina de las ratas y común cuando se producen inundaciones. Para controlar la epidemia de roedores en algunas comuni- dades como Bayona. La Universidad a través de la Facultad de Agronomía repartió toneladas de raticidas; según declararon sus residentes con rotundo éxito.
361 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO Con respecto de los alimentos enlatados como: galletas, jugos y agua potable fueron suplidos desde el centro de acopio de alimentos y medicinas que funcionó en el Polideportivo de la Universidad, con la super- visión de los departamentos de Suministro y Contraloría. Las raciones alimenticias correspondientes al almuerzo, eran servidos desde el comedor de la Universidad. Pese a que la mayoría de las personas consultadas, que estuvieron en refugios coincidieron en que la calidad de los alimentos fue muy buena y que nunca faltaron: agua potable, jugos y alimentos enlatados “se podía comer”, dijeron algunos de la comida servida). Una visita al comedor universitario, donde se preparaban las raciones que se servían en el almuerzo, nos reveló condiciones muy pobres en la manipulación y manejo de los alimentos, caracterizadas por la falta de higiene en su preparación; espacios muy estrechos y sucios y el personal que lo prepara desprovisto de mascarillas y guantes. Se pudo obtener la información de que este personal no recibe la capacitación debida, que demandan tan delicadas tareas. El Decanato de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales dirigió un “diagnóstico de refugiados en la Escuela Esteban Martínez de Bayona,” en donde se levantaron informaciones socio económicas y demográ- ficas, con la finalidad de tener una idea de los afectos de la composición familiar; en los aspectos: educati- vo, de salud, laboral; otros y de establecer los niveles de daños ocasionados por la tormenta y de lo que se iba a derivar de sus necesidades más urgentes. Muchas de estas acciones, aunque necesarias en el momento no fueron seguidas en el tiempo ni por la Universidad ni por las instituciones estatales, por lo que se desaprovechó una excelente oportunidad de establecer programas de seguimiento, en el aspecto de la prevención que pudieran evitar la repetición en el futuro de situaciones similares a la acontecida o al menos atenuar en lo posible sus consecuencias. “Pudimos dar asistencia directamente a muchos afectados; aunque lamentablemente después de un tiempo no recibimos el apoyo logístico necesario por parte de las autoridades de la Universidad (autobuses para poder trasladarnos a los lugares, la provisión de alimen- tos; etc.), también algunas ONGs con las cuales habíamos laborado en ocasiones anteriores de desastres (caso Jimani), no quisieron integrarnos a sus equipos de trabajo, pues reporta- ron estar carentes de fondos, para realizar actividades de mayor amplitud.”(10) Vista frontal de la Escuela Básica Villa Nazareth, lugar donde funcionó uno de los refugios que dieron albergue a familias del barrio Bayona. Fuente: Archivos de UGR 10. Declaraciones de la profesora Mayra Brea, coordinadora de la Brigada de Psicólogos que trabajó en los albergues.
362 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO Otros participantes hubieran preferido, una mayor atención de las autoridades de la “Academia al Volunta- riado”, más allá del trabajo inmediato en los refugios. Pese al mantenimiento del vínculo con algunos miembros del grupo, no se le dio a esta un carácter institucional. X. LAS LECCIONES APRENDIDAS El riesgo no es una variable aislada del desarrollo, sino que forma parte de él y por lo tanto, su reducción estará supeditada a las posibilidades de un país, en alcanzar mayores niveles de vida para sus ciudadanos. En el caso de la República Dominicana, pese a los esfuerzos que a través de las últimas décadas se han hecho, para hacer variar los indicadores negativos de: atraso económico, ecológico y educativo; todavía son muchas las taras que impiden el definitivo avance, hacia niveles de prosperidad de una gran parte de su población. Variables como: la pobreza extrema, el analfabetismo y el riesgo en donde vive buena parte de sus pobla- ciones, permanecen muy por debajo de los indicadores promedios, en países del área. En esta última, los progresos han sido lentos y zigzagueantes. Una muestra es la de que a pesar de contar con una “Ley de Gestión de Riesgo”, los recursos para establecer mecanismos que provean de viviendas en lugares seguros a la gente y la de fortalecer los controles para la construcción de viviendas, en las afluentes de ríos y arroyos son muy débiles o inexistentes. Es frecuente observar dentro de estas debilidades, la construcción de viviendas por parte del Estado o de particulares, en los mismos lugares en donde antes se habían producido inundaciones o deslizamientos. Basten los ejemplos de Jimani, en el Sur, o la zona del Bajo Yuna, en el Noreste del país. La erradicación de dichos males es imposible pensarla, sin el establecimiento de políticas públicas que conduzcan al desarrollo económico y consecuentemente prioricen la reducción de vulnerabilidades. Mien- tras tanto, y paralelamente a la presión que se pueda ejercer para producir cambios en largo plazo, es respon- sabilidad de instituciones como las universidades hacer todo cuanto esté a su alcance, para crear las condi- ciones que reduzcan las posibilidades de riesgo de poblaciones amenazadas, en el corto y mediano plazos. Algunos de estos males salieron a relucir, luego del paso de las tormentas Noel y Olga y se reflejan en los razonamientos de quienes, como el caso del líder comunitario Leonel Arturo Pérez, fueron afectados; el cual con cierto dejo de amargura narra como, con mucho esfuerzo y casi sin ayuda oficial, lograron rehacer sus vidas y reconstruir sus viviendas en el mismo lugar. Muchas experiencias positivas nos deja la jornada de Noel y Olga y otras muchas tareas están pendientes de ser superadas. Entre unas y otras, existen las que están atadas a esos procesos macrosociales del Estado a las cuales nos hemos referido y , otras tantas pueden ser emprendidas en su solución por organizaciones que como las universidades, cuentan con recursos humanos calificados y sobre todo con un compromiso social indelegable. Abordaremos pues, con este sentido crítico, aquellas tareas positivas asimiladas y luego las que todavía se constituyen en obstáculos de la gestión de riesgo. El diseño de un plan de contingencia que venía gestándose desde el 2006 y su asunción por parte de las autoridades universitarias en el momento de la tragedia, permitió la estructuración de un órgano central
363 La Gestión del Riesgo desde la Academia EDUCACIÓN Y GESTIÓN DEL RIESGO alrededor del cual se concentró el trabajo que facilitó una asistencia fluida, constante y eficaz en las comuni- dades carenciadas, que fueron intervenidas por las brigadas de la UASD. La colaboración inster-institucional con los “Organismos Gubernamentales” debe fortalecerse; así como también con las “Organizaciones No Gubernamentales” y otras del Sector Privado, la cual posibilitó la no dispersión de las ayudas procedentes; tanto del interior como del exterior del país. La concentración de recursos y las necesidades más perentorias de los afectados constituyeron un punto clave en el éxito de la jornada. La relación de la Universidad con la “Sociedad Dominicana”, sobre todo con los sectores más carenciados, no es esporádica ni casual: se hace viva cada día porque quienes estudian en sus aulas son los hijos de esos sectores. El establecimiento de vínculos directos con: el liderazgo comunitario, la dirigencia política de base, los líderes religiosos, las instituciones comunitarias como: juntas de vecinos, clubes deportivos y culturales facilitaron el esfuerzo común de ayuda a los damnificados. Una de las más importantes lecciones de esta experiencia, fue la necesidad de formalizar la que entonces se tenía como una comisión, en una “Unidad de Gestión de Riesgos;” cuya actividad en los últimos tres años ha dejado acciones discretas, pero firmes y decididas en el camino hacia la incorporación de la prevención, en la cultura de la gente; a través de la capacitación. Estos esfuerzos no han sido mayores por el poco apoyo financiero y porque el tema solo es recordado en el momento, cuando el riesgo por el efecto de la amenaza inminente es casi inevitable. Una acción muy bien valorada por los universitarios, fue la decisión aprobada por el Consejo Universitario, de disponer de un fondo de solidaridad, con los aportes de los asalariados de la institución (profesores y empleados) y, previo análisis comprobatorio, “Socorrer a los miembros de la familia universitaria, que resultaron afectados por la tormenta Noel”, y aprobaron un descuento por nómina de: RD$200.00 (US$5.5 al cambio actual); RD$100.00 a los empleados (US$2.7) y RD$25.00 a los estudiantes (menos de US$1 al cambio actual). La contribución fue hecha de acuerdo con los niveles de daños sufridos por las familias afectadas, las que en su mayoría perdieron: los ajuares domésticos, techos de zinc y madera. Aunque la contribución no resar- ció los daños sufridos por estas familias en su totalidad, aligeró sus penurias económicas. XI. LAS TAREAS PENDIENTES Se hace necesario que el Estado priorice, en el marco de la “Estrategia Nacional de Desarrollo”, un conjunto de acciones tendentes a la prevención de riesgos a desastres, en las comunidades más vulnerables de la República Dominicana. Algunas de estas, -y que asumimos como válidas- están contenidas en estudios y diagnósticos realizados anteriormente, por organismos calificados, como el PNUD(11). Entre estas, “fortalecer el papel de los gobiernos municipales y las comunidades, (…), mejorar la coordinación interinstitucional (…), aumento de la inversión pública (…) e integración de la gestión de riesgo de desastres, en la planificación del desarro- llo”. Otras más particulares, nos conciernen como Universidad y son posibles de llevar a cabo, si se cuenta con la combinación de una firme voluntad de quienes toman decisiones y la sostenible disposición de la comu- nidad de mejorar sus condiciones de vida.
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