La representación de los ludi romani en la sigillata hispánica - Re-Unir
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artículo secah [ARTIGO] La representación de los ludi romani en la sigillata hispánica Carlos Sáenz Preciado* y M.ª Pilar Sáenz Preciado** *Universidad de Zaragoza (casaenz@unizar.es), **Universidad Internacional de La Rioja (pilarsaenz@unir.net) I. INTRODUCCIÓN Hace tiempo que se han superado los estudios ceramológicos centrados exclusivamente en su valoración como una simple manufac- tura con tipologías, funcionalidad, así como en su valor cronológico para la datación. Producción, centros de consumo, mercados, etc., son términos que se han ido añadiendo a su estudio en los últimos años, y entre ellos el de las decoraciones, no tanto desde el punto de vista iconográfico, que en el caso de la sigillata hispánica ya lo había planteado Mezquíriz en su monografía de 1961, sino en su sentido y significado como un reflejo de la sociedad que los creó y de unos alfareros que las pensaron y dirigieron a públicos/ clientes concretos y determinados, dentro de la globalización que se pretendió alcanzar con la elaboración y comercialización de estas vajillas. Tradicionalmente se ha considerado la decoración de la sigillata hispánica pobre en escenas, si bien en los últimos años el panorama ha cambiado tras interpretarse algunas composiciones que anteriormente parecían una simple acumulación de motivos, sin orden ni relación alguna entre sí, pudiendo asegurarse que el leguaje decorativo es mucho más rico de lo que se creía. Bien es cierto que la riqueza de composiciones escénicas no podemos compararla con las producciones itálicas y gálicas, incluso si en la comparativa valoramos la calidad y ejecución de los punzones empleados, pero sí podemos afirmar que los alfareros hispanos crearon escenas, otra cosa es que algunas de ellas se escapan a nuestra comprensión, pero el cliente de su época sí era capaz de leerlas, y, por lo tanto, asimilarlas. La identificación de los motivos1, dejando aparte los zoomorfos que salvo excepciones no presentaban problemas, y los vegetales, generalmente ambiguos pero que en algunos casos podemos identificar en ellos arboriformes, hojas de vid, etc., se limitaron a la individualización de los dioses y semidioses del panteón romano con su significado intrínseco y poco más, destacando las represen- taciones de virtudes y alegorías que serán características de las decoraciones hispánicas. No obstante, dentro de estos planteamientos antiguos, Méndez-Revuelta afirmaba que a pesar de la pobreza de escenas en la sigi- llata hispánica: …cuando tales escenas aparecen, las más frecuentes parecen relacionables con el mundo de los juegos de circo y anfiteatro. En otras cabe dudar si se trata de cacerías o venationes de anfiteatro y algunas resultan indescifrables y cabe dudar tuvieran ningún propósito narrativo (1975: 140). En el repertorio iconográfico que presentaba Méndez Revuelta, se identificaban como motivos que podemos incluir en el campo de los ludi, que es el estudiaremos en el presente trabajo, desde máscaras teatrales (1975: 2.M: n.º 116-128), hasta las habituales bigas y cuadrigas, algunos posibles gladiadores, sin identificar el tipo, y poco más (1975: 3.Q: n.º 212-222). También se presentan otros motivos que son reconocidos como luchadores que portan distintos tipos de armas (hachas, lanzas y espadas) que relaciona con venatores o bestiarii (1975: 2.N: n.º 129-153), así como equites (1975: 2.N: n.º 154-168), bailarines, alguna posible damnatio ad bestias aunque las ve improbables (1975: 136-137: n.º 229-230), etc., identificando erróneamente otros motivos al ser vistos de manera descontextualiza, como trataremos con posterioridad. Debido a la calidad de los punzones o del detalle de su diseño es complicado poder identificar correctamente el tipo de arma que portan. Méndez-Revuelta ya planteó que: aunque existe una terminología precisa para las piezas de indumentaria, armamento, etc., las características de las representaciones nos obligan, dada su imprecisión a utilizar términos genéricos evitando arriesgar una identificación (1975: 124, not. 51). Si observamos los corpora de Mezquíriz (1961), Garabito (1978)2 y Mayet (1984), los motivos que pudiéramos incluir en el reperto- rio decorativo de los ludi se limitaban a bigas, cuadrigas y a una serie de figuras armadas identificadas como gladiadores o venatores/ bestiarii, pudiendo ser algunas de ellas simples cazadores, ya que la línea que los separaba de una escena cinegética es muy delgada, o incluso posibles legionarios, sin mayor intencionalidad de identificarlos correctamente3. Sin embargo, contamos con casos excep- cionales, como el vaso H.29 procedente de Castulo elaborado por Miccio en el que Almagro y Caballero plantearon una posible escena de damnatio ad bestias (1968-1972: 537, fig.10) (fig. 9.5). Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X artículo//99
secah artículo [ARTIGO] Figura 1. Pollice Verso (1872) (Jean-Léon Gerôme, 1824 – 1904. Phoenix Art Gallery, Phoenix, Estados Unidos). La mayor parte de los motivos se han es- una temática vinculada a los ludi romani. II. LOS LUDI ROMANI tudiado aislados, o a lo sumo se descri- Igualmente contamos con nuevos plan- Los ludi romani, en especial los mune- ben algunas escenas, en especial si eran teamientos a la hora de enfrentarse con ra gladiatoria, las venationes y los ludi cinegéticas, a lo que hay que sumar la los repertorios decorativos, y en concreto circenses, fueron el espectáculo de masas fragmentación de los recipientes, que, con los que aquí estudiaremos, pero cen- por antonomasia en el mundo romano salvo excepciones, imposibilita la visión trados en aspectos concretos (Montesi- que trascendió en el tiempo hasta con- completa de la escena, o incluso del nos 2017), que pretendemos desarrollar vertirse en una de sus señas de identidad vaso, que es lo que les da su auténtico y estudiar de una manera global. defendido o atacado, pero siempre pre- sentido, como sí podíamos hacerlo en La intencionalidad del trabajo es revalo- sente (fig. 1)5. Así, para Cicerón (Tusc. 2. las composiciones gálicas que presentan rizar estas decoraciones que se encuen- 17-41), Séneca (Dial. 2.11.4-5) o Plinio el escenas más desarrolladas y completas. tran más presentes de lo que pudiéramos Joven (Pan. 33), los numera gladiatoria Sin embargo, gracias a la publicación en pensar, ya que planteamos nuevas lectu- eran educativos al ofrecer lecciones de va- los últimos años de numerosos corpora ras para algunas escenas, o incluso otras lor y disciplina para los jóvenes especta- cerámicos de yacimientos peninsulares, identificaciones para motivos que tradi- dores, así como elemento fortalecedor y así como de algunos talleres alfareros, cionalmente se interpretaban de otra ma- relajante para el espíritu de aquellos que en especial del ámbito tritiense, este nera. No debe considerarse un trabajo de- lo presenciaban, sin olvidar la enseñanza panorama ha cambiado ostensiblemen- finitivo, todo lo contrario, pretendemos y el ejemplo militar que se extraían de te, produciéndose un enriquecimiento abrir una nueva línea de trabajo que con- ellos. En cambio, otros como Marco Aure- del catálogo y repertorio de punzones y tinuaremos en próximos trabajos algunos lio en su Meditaciones (6.46) declaraba la escenas que podemos incluir dentro de de los cuales se están concluyendo4. repugnancia que le inspiraban, mientras artículo//100 Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X
artículo secah [ARTIGO] que Tiberio y Diocleciano venían en ellos zar juegos de entidad, y exitosos, sería un Con esta regulación se institucionalizaron un derroche económico. buen gestor6. los juegos, convirtiéndose en el deporte y De cualquier manera, nunca hubo una Por ello, críticas como las de Cicerón (Off. entretenimiento nacional romano, si no oposición directa por el carácter de alie- 2.55-56) al derroche que suponían estos lo era antes, pasando a ser regidos y or- nación que era para el pueblo, debiendo espectáculos, dejaron paso a las alaban- ganizados por el emperador, frente a las esperar hasta finales del siglo IV con el zas y a ser considerados como méritos, al iniciativas particulares de épocas anterio- desarrollo y acceso al poder del cristianis- ser un signo de identidad de los nuevos res, haciendo de ellos el espectáculo por mo para apreciar una decadencia y gra- tiempos y una manera de representar el excelencia. En provincias, quedó desde el dual desaparición que llevaría a su abo- poder de Roma, manifestado en su visto- 22 a.C. bajo la organización de los praeto- lición por Honorio, si bien continuaron sidad y diversidad, fruto de la proceden- res, quienes se encargaron de los munera celebrándose la venatio y la tauromachia cia de los gladiadores y de los animales ordinarios (los oficiales), así como de los hasta el siglo VI al ser más del agrado de exóticos exhibidos en la arena, que no extraordinarios, a los que podían añadir- los gobernantes bárbaros, mientras en es más que el reflejo de su conquista del se iniciativas locales, pero siempre con oriente los juegos circenses perduraron mundo, que muy pronto pasarán a ser el control de las autoridades civiles, ya hasta la llegada de los musulmanes. plasmados como decoraciones de cual- muy lejos de la instrumentalización que Los juegos se vivieron con auténtica pa- quier ámbito de las artes, y del que la ce- se hizo de ellos en época republicana, pa- sión en la sociedad romana, calando rámica no pudo ser ajena. sando a considerarse ya como un derecho profundamente en todos sus estamentos, Lógicamente, las reformas de Augusto social al ser reclamados, por no decir que que transformaron la caduca república exigidos, al gobernante. siendo muchas veces germen de conflic- son un reflejo de la renovación social lle- Ya perfectamente regulados los juegos, to, pero sobre todo una válvula de esca- vada a cabo mediante la reconstrucción por la mañana se desarrollaban las vena- pe de la realidad que hubo que regular y jerárquica de la sociedad romana, dis- tiones que duraban hasta el mediodía en controlar para evitar que la “euforia” de torsionada por las guerras civiles vividas que eran sustituidas por luchas menores las gradas no fuese manipulada por inte- en el siglo I a.C. que tan profunda huella (exhibiciones) y ejecuciones capitales reses partidistas, o generasen conflictos, dejó en ella. Dentro de esta renovación, (damnati ad gladius y ad bestias), y por encontrando un ejemplo en el enfrenta- que terminó por afectar a todos los ám- la tarde el espectáculo principal, los com- miento que nos narra Tácito (Ana.14.17) bitos sociopolíticos, la gladiatura, por su bates gladiatorios, siendo estas divisiones entre los habitantes de Pompeya y Nocera importancia, no podía quedar al margen, las que emplearemos en el estudio de sus del año 59 que quedó reflejado en la co- regulándose su funcionamiento como representaciones en las decoraciones. nocida pintura actualmente expuesta en nos dice Suetonio (Diu. Aug. 43,3). Somos conscientes de la existencia de el Museo Arqueológico de Nápoles. Su Serán precisamente estas reformas la que muchos más ejemplos de los que presen- función, por lo tanto, no dejaba de ser un normalizaron las reglas mediante el esta- tamos en este trabajo al ser imposible ras- óptimo mecanismo de control social. blecimiento del munus legitimum, es de- trearlos todos, por ello este planteamien- En primer lugar, hay que destacar que los cir, la forma legitimada y regularizada por to de clasificación se encuentra abierto a ludi romani que vamos a tratar en este la ley de ofrecer y desarrollar los espec- nuevos grupos, apartados, etc. trabajo son los que se encuentran reor- táculos de gladiadores, cacerías, compe- Finalmente, queremos aclarar que no in- ganizados y regulados por la reforma au- ticiones atléticas y ejecuciones sumarias, cluimos en este estudio las representacio- gusta que formaba parte del vasto progra- creándose también los ludi imperiales nes de los ludi in palestra y los certamina ma de reformas sociales (cura morum) para su formación. A partir de estos mo- athelarum, que al igual que la gladiatura emprendido por Augusto a partir del mentos el espectáculo quedó dividido en se los consideraba parte de la educación 16 a.C., ya lejos del carácter religioso, e tres partes (ludi matutini, ludi meridia- de los jóvenes, ya que su desarrollo y con- incluso sagrado, que tuvieron en el pasa- ni y el munus gladiatorium). También se sideración social eran bien distintas a los do, hasta que en época tardorepublicana estableció la separación por sexos y clases espectáculos aquí estudiados. se convirtieron en manos de su organiza- sociales en las gradas, la desaparición de Estos espectáculos se desarrollaban prin- dor (editor) en una herramienta política algunos tipos de gladiadores y la creación cipalmente en palestras y estadios, in- de prestigio e instrumento electoral, e de otros, etc., siendo un punto importan- cluso en dependencias acondicionadas incluso de presión, al dar a entender a te de esta reforma la prohibición de los exprofeso para ello en algunas grandes los votantes que si era capaz de organi- numera sine missione. villas, pero también podían realizarse en Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X artículo//101
secah artículo [ARTIGO] los anfiteatros, en especial las peleas de púgiles y pancraciastas que eran las más violentas, pero siempre dentro de los in- termedios, junto a los paegniarius y otros animadores, soliendo intervenir ciudada- nos que pretendían exhibirse, del mismo modo que otros lo hacían con la esgrima, el arco, etc. En las decoraciones de sigillata con- tamos con ejemplos de ello, tanto en vajillas gálicas (Oswald 1936-1937: pls. LV.1173-1180 y LVIII.180-181), en los que se aprecia perfectamente como se pelea con caestus, como en las hispánicas en las que los ejemplos son dudosos, como los recogidos por Mayet (1984: pl. CXC- VIII.2406-2409) que pudieran ser pugilis- tas por su disposición y por la mano en- grosada que parece representar el guante o caestus. Son motivos controvertidos, Figura 2. Cuenco H. 37 procedente de Mérida (Bustamante 2013: 250, lám. 210, n.º 9). sobre los que debemos ser prudentes, Figura 3. Pintura procedente del anfiteatro de Mérida (Museo Nacional de Arte Romano, más cuando alguno de ellos aparece rela- Mérida. N.º Inv. CE 26719, Imagen CERES de Lorenzo Plana Torres). cionado directamente con un león y pu- dieran recrear una damnatio ad bestias (Mayet 1984: pl. CCV.2554). Queremos iniciar este trabajo con un cuenco H.37 procedente de Emerita (Bustamante 2013: 250, lám. 210.9) (fig. 2) en cuya decoración se refleja perfecta- mente este tipo de espectáculo y la popu- laridad alcanzada: en una de las metopas encontramos una serie de bigas, mientras en otra el espacio está compartido por una venatio en la que un bestiario azuza al felino contra un cérvido, mientras en el resto otros dos bestiarii se enfrentan a sendos leones, tratándose de una escena que recuerda perfectamente a la que se recreó en la pintura que decoró la balaus- ticamente desde la salida del sol, pudien- El tiempo resultante hasta la sesión de la trada del podium del anfiteatro emeriten- do alargarse hasta cuatro horas según nos tarde se rellenaba con representaciones de se (fig. 3), sin que fuese una recreación menciona Marcial en su Liber Spectacu- malabaristas, acróbatas, bufonadas, etc., ajena a sus habitantes ya que este espec- lorum7, pudiendo desarrollarse de varias siendo sustituidas poco después por las táculo formaba parte de su cotidianidad. maneras, con los venatores y los bestiarii damnati, ya dentro de los ludi meridiani, II.1. Los ludi matutini: las venationes como protagonistas, perdurando de en- que con el tiempo pasaron a convertirse Las venationes son la primera de las tres tre todos los ludi en los actuales festejos en un espectáculo con entidad propia. partes del munus legitimum implantado taurinos (Álvarez de Miranda 1962, Bláz- En un primer momento, se consideraban por Augusto. Se iniciaban temprano, prác- quez 1962 y 1987, Delgado 2007). como un espectáculo menor, un simple artículo//102 Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X
artículo secah [ARTIGO] Figura 4. Mosaico de Magerius (Smirat, Túnez) (Museo de Sousse, Túnez. Siglo III. Imagen: Sousse Archaeological Museum, autor Pascal Radigue). entretenimiento hasta el inicio de los ridad que alcanzó como recurso decora- En el fondo, no dejaba de ser una mues- combates gladiatorios, los auténticos pro- tivo, del que la sigillata no pudo quedar tra del carácter de Roma que presentaba tagonistas de los juegos, ganando noto- al margen. a las fieras como un trofeo y su exhibición riedad con el paso del tiempo, como se Este espectáculo fue evolucionando, des- como una muestra de poder, viéndose refleja su profusa recreación en pavimen- de cacerías tradicionales con los animales como los animales exógenos van incor- tos y pinturas, especialmente desde el autóctonos de cada región, a pie o a caba- porándose al espectáculo según avanzan siglo II (fig. 4), lo que indica la atracción llo acompañados por perros, hasta cace- sus conquistas, lo que reviste importantes y popularidad que terminaron alcanzan- connotaciones simbólicas, al enfrentarse rías y enfrentamientos con fieras exóticas, do en la sociedad romana, reflejado tam- el hombre con los animales, o lo que es mucho más atrayentes y espectaculares, bién en las decoraciones de las vajillas de lo mismo, la civilización que se impone al en las que el león será el protagonista sigillata. salvajismo y la barbarie representada por por excelencia, llegando a recrearse es- La cacería, trasladada al espectáculo de estos. la arena, buscaba acercar al espectador la cenarios artificiales con decorados y tra- Así, la victoria sobre los cartagineses trajo actividad cinegética propia, casi excluyen- moyas que imitaban bosques, montañas, consigo la llegada de animales proceden- te, de la aristocracia y las élites romanas selvas y paisajes con los que se acercaba tes del norte de África (leones y elefan- que veían en ella una manera de ejercitar al espectador la emoción de las cacerías tes), de la Galia y Germania (osos, linces y alcanzar la virtus que se exigía y espera- de las fieras en sus ambientes originales, y búfalos), la conquista de Egipto supuso ba de un romano, contribuyendo de esta buscando un realismo muy del gusto y la llegada de cocodrilos y otros animales manera a su formación, de ahí la popula- valoración del espectador. del sur como hipopótamos, rinoceron- Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X artículo//103
secah artículo [ARTIGO] tes, avestruces, jirafas, gacelas y monos, te son damnati ad bestias, en las que el del mismo punzón, u otro muy similar. algunos ya conocidos con anterioridad cazador realmente es un condenado que En el primer caso, su semejanza con una de manera aislada, mientras que desde se enfrenta a los animales salvajes con si- escena cinegética es total, más cuando las provincias orientales llegaron los ti- milar armamento. podemos encontrarlos junto a uno o va- gres, pitones, etc., procediendo también En este grupo ubicamos personajes con rios cánidos a modo de jaurías que aco- de intercambios comerciales con otros lanza que pueden ser identificados de san a los ciervos. territorios. muchas maneras (guerreros, gladiadores, Este espectáculo nos ha sido descrito por Muchos de estos animales, por no decir cazadores), sin que sea fácil distinguir su autores como Marcial, Plinio, Plauto, etc., que la mayoría, se emplearon en las de- identidad concreta, ya que solo pueden alcanzando gran popularidad como se re- coraciones de la sigillata, en especial en serlo en función del contexto de la escena fleja en los numerosos mosaicos que lo la gálica, y en menor medida en la hispá- en la que aparecen. Igualmente, el mismo representan del que tenemos numerosos nica. Estas recreaciones y su evolución punzón puede entenderse de distinta ma- ejemplos en el norte de África en donde durante los ludi matutini, dieron como nera, y solo la composición le da entidad, alcanzaron gran notoriedad, destacan- resultado numerosas variantes que pode- encontrándose a veces aislados dentro de do alguno de los exhibidos en el Museo mos agruparlas de distinto modo, siendo un círculo a modo de medallón. Arqueológico de Trípoli (Museo Assaraya conscientes de que algunas pueden iden- Nos encontramos, por lo tanto, con figu- Alhamra) destacando de entre todos ellos tificarse también como escenas cinegéti- ras que representan a un hombre vestido el mosaico de la villa de Dar Buc Amméra cas, como aquellas en las que aparecen con una túnica larga, o con camisola corta (Zliten, Libia), así como en Hispania en ciervos atacados por cánidos, por lo que y faldellín, portando una lanza sujeta con época bajoimperial (López 1991). preferimos no tratarlas en este trabajo. las dos manos que en realidad es un ve- Podemos establecer los siguientes gru- La simplicidad, minimalismo y miniatura nablum de madera con punta de hierro pos, apreciándose que generalmente el en algunos casos de los punzones que como se aprecia en los punzones de me- animal presenta mejor ejecución que su englobamos en este grupo, imposibilita jor calidad. En algunos casos parece que oponente, en el que salvo excepciones, muchas veces su correcta identificación, se les representa con el pecho desnudo, lo que prima es el detalle de la lanza que más allá de no estar clara la diferencia tratándose a nuestro entender más un puede estar sobredimensionada frente al entre venatores y bestiarii, sobre el que problema de la elaboración del punzón tamaño del cazador: existe un debate a la hora de definir y y de su pequeño tamaño que imposibi- • Exhibición de fieras amaestradas que determinar su función, de tal manera litaba plasmar detalles8, ya que, en los ejecutaban diversos actos: felinos co- que, mientras para unos son términos motivos mejor conservados o de mayor miendo de la mano del domador o que definen al mismo personaje (Auguet dimensión, se aprecian perfectamente los arrastrando carros engalanados, leo- 1972: 85), para otros, los bestiarii eran vendajes de protección que llevaban en nes pacíficos con pájaros y liebres en asistentes de los venatores con el encar- brazos y piernas, así como los correajes su boca, elefantes que se arrodillaban go de azuzar a los animales para que no con los que se sujetaba el peto de cuero ante el palco, osos bailando, etc. Las retrocediesen ante el cazador (Nossov al pecho, sin que se aprecien armaduras fuentes clásicas también mencionan 2009: 48). Otras teorías plantean que los o cotas de malla como es habitual en sus exhibiciones de animales exóticos venatores fuesen los cazadores mientras representaciones musivarias, lo que no que no tienen por qué ser fieras, los bestiarii se limitaban a enfrentarse a podemos negar que les aportaba una como los avestruces citadas por Plau- los animales sin el objetivo de matarlos, gran protección, pero que en cambio difi- to (Per. 200). sino de reducirlos, participando en es- cultaban sus movimientos. • Enfrentamientos entre animales sal- pectáculos diferentes (Luciani 1993: 160: A pesar de ser motivos sencillos, de esca- vajes: toros contra osos, elefantes, Shardrake 2010: 46). so detallismo con una simplicidad de lí- rinocerontes o felinos. Generalmente Por consiguiente, podemos pensar que neas cercanas al esquematismo, podemos los animales se enfrentaban encade- los venatores realizaban cacerías mientras identificarlos como venatores o bestiarii, nados entre sí, en especial cuando los bestiarii se enfrentaban a los animales según se enfrenten a un tipo de animal u eran grandes fieras, pero también se salvajes más agresivos, manteniendo esta otro, ya que tan pronto aparecen en una dejaban sueltos en el caso de cacerías la división en nuestro estudio. Esta confu- escena junto a ciervos, como en otras lo entre carnívoros y herbívoros que sión es lógica, más cuando también halla- hacen con animales salvajes, principal- tenían que ser perseguidos. En oca- mos en este grupo escenas que realmen- mente leones, tratándose muchas veces siones, los succursores (encargados artículo//104 Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X
artículo secah [ARTIGO] de provocar y azuzar a las fieras) les arrojaban maniquíes de paja, que- maban su piel con teas encendidas o les pinchaban con lanzas y punzones para provocar su ferocidad como es recreado en el mosaico de Zliten. En la sigillata hispánica los encon- tramos representados de la siguiente manera (figs.5-7, 11): – Leones/as contra toros: en los al- fares isturgitanos (Mayet 1984: pl. LV.345) (fig. 5.1). – Leoneses/as contra caballos en los alfares tritienses (Mayet 1984: pl. CCIII, n.2519, Almagro y Caballe- ro 1968-1972: fig. 2) (fig. 5.2). – Leones/as contra cánidos: en los alfares tritienses (inéditos proce- dentes el alfar najerillense de La Cereceda en Arenzana de Arriba) y en los isturgitanos (Mayet 1984: pl. LV.346) (fig. 5.3). – Leones contra jabalíes y cánidos: en los alfares isturgitanos (Roca 1976: lám. 56.767) (fig.5.10). Figura 5. Los ludi matutini: enfrentamiento entre animales salvajes. – Leones/as contra cérvidos: en los alfares tritienses (Mañanes 1976, – Pitones contra felinos: en los al- a pesar de ser mencionados como fig. 23, Mayet 1984: CCIII.2525) fares tritienses (Mayet 1984: pl. pentasii, leontii o tauriscii como se (fig. 5.4) y en los alfares isturgita- CCIII.2518, Almagro y Caballero plasma en el mosaico de Magerius nos (Delage y Fernández 2015: fig. 1968-1972: fig. 2) (fig. 5.9). (Smirat, Túnez) (fig. 4). Los anima- 4.1) (fig. 5.6). Asimismo, contamos con combinaciones les, en especial los felinos, podían – Leopardos contra cérvidos: en mixtas, como en un vaso metopado H.30 estar sujetos con largas cadenas en los alfares tritienses (Mayet 1984: isturgitano en el que se alternan escenas su enfrentamiento con el cazador, o pl. CCV.2520, 2523, 2524 y 2526- metopadas con cánidos atacando a un sueltos, creando el pánico entre los 2528, Almagro y Caballero 1968- ciervo y en la siguiente a un león (Mayet espectadores cuando saltaban a las 1972: fig. 5, Sáenz 2018: fig. 1984: pl. XXXIV.136). También hallamos gradas. En algunas ocasiones el vena- 148.589) (fig. 5.7). escenas de jaurías de cánidos acosando/ tor se enfrentaba al animal con una – Osos contra toros: en los alfares atacando a osos y jabalíes, tanto en Tri- mano atada, o subido en unos lar- isturgitanos (Delage y Fernández tium (Mayet 1984: CCV.2546 y 2548) gos zancos, como se aprecia en este 2015: fig. 4.2) (fig. 5.8), siendo el como en Isturgi (Fernández y Moreno mismo mosaico. La sigillata hispáni- oso dudoso, pero su cabeza y hoci- 2013: fig. 17)9. ca nos presenta varios casos (fig. 6), co, así como sus cuartos traseros, • Venatores armados con una lanza en- destacando un vaso metopado H.37 son similares en la representación frentados a animales salvajes, en las elaborado en Isturgi en el que se al- de otros osos elaborados en este que según Juvenal (4.249-259) y Mar- terna escenas en las que el venator se alfar (Mayet 1984: pl. LIII.297) o cial (Spect. 8) también participaban enfrenta indistintamente a un león, a incluso, aunque más estilizado, el mujeres (venadrices) vestidas como un jabalí y a un toro (Mayet 1984: pl. empleado en Bronchales (Atrián amazonas. No podemos asegurar si XXXIX.192) (fig. 6.1). Lo más habitual 1958: lám. VII.5) hubo una especialización entre ellos, es su enfrentamiento contra leones/ Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X artículo//105
secah artículo [ARTIGO] Figura 6. Los ludi matutini: venatores, bestiarios y tauromaquias. as de los que conocemos numerosos gi (Almagro y Caballero 1968-1972: venatores enfrentados a toros en los ejemplos en los alfares tritienses (Ma- fig. 5) (fig. 6.1). alfares isturgitanos (Mayet 1984: pl. yet 1984: pl. CCV.2545) (fig.6.2), en • Tauromaquias en las que los taurarii LV.342, Almagro y Caballero 1968- Bronchales (Mayet 1984: pl. XIV.88) se enfrentan a los toros de diversa ma- 1972: fig. 5) (fig. 6.6). Hay que des- (fig. 6.3) y en los isturgitanos (Mayet nera, estando muy representadas en tacar que esta escena es muy popular 1984: pl. LV.340, Almagro y Caballero mosaicos en los que se observan dis- también en los alfares gálicos en don- tintas técnicas y fases del espectáculo, 1968-1972: fig. 5) (fig.6.1), o en com- de toros, adornados con uittae y una siendo el más popular la persecución posiciones más complejas contra un especie de shabraque en su lomo se del toro por jinetes a caballo que es- felino y un toro (Gil 1995: fig.1) (fig. enfrentan a cazadores armados con quivaban sus embestidas hasta que 11.1 y 6.5). agotado, los jinetes saltaban sobre él escudo y espada, o sin escudo pero • Venatores enfrentados a animales en- y asiéndolo por los cuernos intenta- con jabalina (Hermet 1933: 30, pl. dógenos fieros, principalmente osos, ban derribarlo o quebrarle el cuello 23.240-246, 250-253 y 256-257) des- como en Tritium en donde el enfren- (Blázquez et al. 1990, Delgado, 2007: tacando al alfarero Germanvs que de- tamiento lo realiza un tracio (Mayet 243-246). Dentro de las decoraciones cora gran parte de su producción con 1984: pl. CCV.2549) (fig. 6.4) e Istur- hispánicas encontramos escenas con este tipo de representación. artículo//106 Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X
artículo secah [ARTIGO] seo, así como por compartir las mismas divinidades patronímicas, tal es el caso de la cazadora Diana protectora de la natura- leza, y de Silvano deidad tutelar de cam- pos y bosques. Finalmente, la sesión matutina se prolon- gaba con representaciones acrobáticas en la que se “jugaba” con los animales me- diante el empleo de pértigas para saltar sobre ellos, cestos de mimbre para ser embestidos con una o varias personas en su interior, etc. Uno de los más popula- res fue la taurokathapsia o salto sobre el toro, con varias modalidades en las que los acróbatas realizaban volteretas sobre el toro saltando directamente sobre él o tras apoyarse en sus astas, o esquivaban sus envestidas a modo de los recortadores actuales, tratándose de una reminiscencia de los juegos cretenses tan conocidos por las pinturas de Cnosos, Avaris, etc. Contamos con algunas escenas ambiguas, en la que el toro es el protagonista en im- provisadas composiciones, presentando los motivos distinto tamaño e incluso ca- lidad de ejecución, que bien pudiéramos incluir en este apartado. Podemos dudar de si se trata de un intento de represen- Figura 7. Molde n.º 55 procedente del alfar de Bronchales con escenas en las que venatores y bestiarii se enfrentan a distintos tipos de animales (Atrián 1958: molde 55, fig. 57). tar una taurokathapsia con el acróbata saltando por encima del toro, o de una damnatio ad bestias. No podemos negar En cualquier caso, este tipo de enfrenta- rros, no dejan de ser ambiguas al poder que es difícil identificar correctamente es- miento en la arena entre cazadores con ser realmente escenas cinegéticas, como tas representaciones, que son mucho más toros y jabalíes se encuentra perfecta- en el caso de las numerosas recreaciones ambiguas y pobres que las elaboradas en mente documentado, como en el caso de cazadores con cérvidos, y solo la visión la sigillata gálica, pero con las que guar- del bajo relieve procedente del mausoleo global del vaso con el resto de la decora- dan cierto paralelismo (Oswald 1936- de Gneo Aleii Nigidio Mayo, el lanista ción permite su inclusión dentro de los 1937: pl. LIV.1139 y 1141-1149). más conocido de Pompeya, ubicado en ludi. Dentro de las venationes hay que desta- la necrópolis de Puerta Stabiana (Pom- Lo que sí parece claro es que los taura- car las escenas elaboradas en Bronchales, peya) actualmente expuesta en el Museo rii estaban especializados en el enfrenta- encontrando muy esclarecedor el molde Arqueológico de Nápoles de Nápoles miento con los toros, sin que fuese exclu- n.º 55 (Atrián 1958: fig. 57) con venato- (ce. 20 – 30 d.C.) (fig. 14). yente, en caso de necesidad, para otros res y bestiarii cazando ciervos o enfrenta- La representación de individuos enfrenta- venatores, pudiendo ser una variedad dos a leones y leopardos, con la presencia dos a animales, aparezcan a pie o a caba- en razón a su habilidad con los astados, en algunas metopas de representaciones llo, armados con venablos o lanzas, con más, cuando todos ellos se formaban en de grifos que parecen presidir toda la es- arcos y flechas, o con escudo y espada, en el mismo ludus Matutinus de Domiciano cena (Atrián 1958: figs. 50, 55.1 y 91.3-13, las que pueden intervenir jaurías de pe- construido en las proximidades del Coli- láms. VIII.1, XI.3-4 y XII.1-2) (fig. 7)10. Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X artículo//107
secah artículo [ARTIGO] etc.) y con posteridad, debido a su popu- Esta damnatio presenta dos mo- laridad, cualquier condenado a la pena dalidades en las que tras finalizar el capital. A pesar de su notoriedad contó castigo el animal era muerto por los con detractores como Séneca quién no venatores o bestiarios, a pesar de que era partidario de este tipo de ejecuciones el objetivo principal del animal era el al considerarlas como mera homicida de sacrificar y no el de ser sacrificado: (Epist. Mor. Ad Lucilium, I,7). – El condenado desnudo o con un Su función, aparte de contribuir al espec- subligaculum, y en algún caso Figura 8. Acróbata en una taurokathapsia. táculo, se planteó como una labor ejem- vestido con una simple túnica, se plarizante y disuasoria, al ser una muerte enfrentaba a los animales salvajes cruel con los convictos desgarrados por armado con una lanza, y en me- Dentro de este grupo englobamos la las fieras, crucificados, decapitados o que- nor medida con una espada. Pre- figura femenina (Mayet 1984: pl. CXC- mados en la hoguera, con el ensordece- viamente había sido entrenado VI.2365 y 2367, Garabito 1978: tab.1.3)11 dor griterío de las gradas a su alrededor. para que el espectáculo fuese más (fig. 8.1.) identificada en algunos momen- Existían tres modalidades, dos de ellas vistoso, pero debía enfrentarse tos como Venus, otras veces como una presentes en las decoraciones hispánicas con las fieras, una y otra vez, en el danzarina, pero que la encontramos pre- (fig. 9), mientras la tercera es imposible mismo día o en posteriores, hasta sente en distintas composiciones, propio documentarla: su muerte (Mayet 1984: pl. CI, Al- de la polivalencia de algunos de los pun- • Damnatio ad bestias. En un primer magro y Caballero 1968-1972: fig. zones hispánicos y que solo el contexto momento se limitó a la ejecución de 2) (figs. 9.1 y 9.3). de la escena y de la decoración del vaso prisioneros de guerra, añadiéndose – El condenado a muerte por los completo permite su correcta lectura, algo parecido a lo que hemos visto con con posterioridad otro tipo de con- crímenes más graves se enfrenta- los venatores/bestiarii. denados, como los esclavos y libertos. ba a su condena desnudo o con Esta figura femenina la podemos encon- En algunas ocasiones se recreaban un subligaculum, y en algunos trar aislada, como aparece en un mol- con ellos dramas mitológicos en los casos con las manos atadas a la es- de de Bezares (Garabito 1978: fig. 5.9) que se representaban a Hércules, At- palda, amarrado a un poste, o su- (fig. 8.2) o relacionada con un toro o un tis, Parsifae, Dirce, etc. En este grupo jeto al lomo de un toro, en el que león (fig. 9.6), lo que nos presenta varias englobamos a Acteón, ampliamente el suplicio se podía incrementar opciones: que se pretendiese recrear una conocido por su presencia en Bron- con torturas o castigos previos14. acróbata en una taurokathapsia al modo chales, sin que podamos olvidar lo Dentro de este grupo podemos cretense, o una escena de suplicio vincu- excepcional que es este centro de la incluir la decoración en un vaso lada a una damnatio ad bestias al ser ata- decoración hispánica, encontrando procedente de Iruña (Álava), en cada por un león12, sin descartar que en autores como Montesinos (2002 y la que un toro con el lomo ador- algunas ocasiones esta escena fuese una 2017: 320-323) que descartan que sea nado con uittae cornea al aire a ménade posesa que debemos relacionar esta su lectura. Sin embargo, pode- un condenado (Mezquíriz 1961: con los cultos mistéricos dionisiacos13. mos encontrar un punto intermedio, T. II, lám. 59.331) (fig. 9.2). Es- Como siempre, el mismo punzón se em- si vemos en ello un intento de recrear- tas escenas aparecen también en plea para distintas recreaciones, lo que lo en la arena. Es atrayente pensar en las producciones gálicas (Hermet debe tenerse en cuenta a la hora de su un condenado vestido de ciervo que 1934: pl. 23.243-259). También correcta identificación. es atacado por perros entrenados. Sea podemos interpretarlo como un un ciervo, o sea Acteón, en ambos ca- acróbata efectuando una pirueta II.2. Los ludi meridiani sos está vinculado con los ludi siendo sobre el toro, como hemos visto Durante los ludi meridiani, que se cele- una clara damnatio ad bestias, más con anterioridad. En este grupo braban al medio día, se realizaban las eje- cuando contamos en Bronchales con situamos algunas de las decora- cuciones de los condenados a muerte. En otras representaciones de damnatio ciones de Miccio que desarrollare- un primer momento fueron los penados ad gladius e inclusos de venationes, mos a continuación. por los crímenes más execrables (parrici- lo que relaciona los programas deco- • Damnatio ad gladius. Los condena- dios, desertores, delitos de lesa majestad, rativos de este alfar con los juegos. dos se enfrentaban entre sí por pa- artículo//108 Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X
artículo secah [ARTIGO] Figura 9. Los ludi meridiani: escenas de distinto tipo de damnatio. rejas, o en grupo, hasta quedar solo Dentro de estas escenas contamos con de ficha de juego en la villa de El Soldán uno en pie que era ejecutado por varios ejemplos, como las recreadas por (Santa Coloma de Somoza, León) (Maña- un venator, un soldado, o un gladia- Miccio que en su momento ya fueron nes 1976: fig. 5.6), habiendo perdido su dor esclavo, nunca por un gladiador identificadas así (Almagro y Caballero sentido original en el vaso al convertirse auctoratus ya que lo consideraban 1968-1972: 537, fig. 2), en las que se ahora en parte de un juego de mesa, sin denigrante. Combatían desnudos o destaca una figura masculina desnuda que descartemos que esta ficha tuviese al- con subligaculum, armados con una en la que se han remarcado sus atribu- gún tipo de morbosidad dentro del juego espada, careciendo de cualquier tipo tos sexuales para que sea perfectamente (fig. 9.4). Este motivo aparece de nuevo de protección. Estaba limitado a los identificable, portando lo que parece una en otros vasos metopados del mismo al- hombres libres y veteranos del ejérci- espada o un garrote (figs. 9.1 y 9.3). La farero en el que una figura desnuda (tal to, tratándose de una muerte menos misma figura masculina se ha conserva- vez una mujer) es representada corriendo humillante que la anterior. do en un fragmento recortado a modo con la cabeza vuelta mirando a un leopar- Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X artículo//109
secah artículo [ARTIGO] do que salta sobre ella (Mayet 1984: pl. En cuanto a la damnatio ad ludum, la gladiatura funeraria prerromana indígena CXCVIII.2393-2394, Almagro y Caballero tercera condena que podía realizar un mencionada en las fuentes clásicas, es el 1968-1972: fig. 10 y lám. VII.1) (fig. 9.5), juez, esta no se celebraba en los ludi me- caso del mundus funebre organizado por similar a la composición que hallamos en ridiani. El individuo no era condenado Escipión el Africano en Carthago Nova en un fragmento recogido en la escombrera a muerte, como en los casos anteriores, el 206 a.C. en honor a su padre y tío (Tito de La Candamia (León) que ha sido in- sino a participar en los juegos, por lo que Livio, 28.21.2), o el funeral de Viriato en terpretada como una ménade y el león tras su entrenamiento y formación podía el 138 a.C. (Apiano, Iber. 75), encontran- (Rodríguez et al. 2014: n.º 18) (fig. 9.6 y iniciar una próspera carrera como gladia- do representaciones de combates, posi- 9.12) y en otra escena en la que un oso se dor y con suerte recibir la rudis. blemente rituales, tanto en la cerámica abalanza sobre su víctima caída (figs. 9.7 y Sorprende en la producción de Broncha- ibérica en la crátera de los caballeros de 9.10). Dentro de este grupo tenemos que les la profusión de decoraciones y com- Libisona (Uroz 2012: fig. 247), como en incluir también la aparecida en La Cerece- posiciones que podemos vincular con los la celtibérica en el conocido vaso de los da en la que un león salta sobre su vícti- distintos espectáculos que componen los guerreros de Numancia18. ma caída (Sáenz 1993: n.º 399) (fig. 9.8). juegos romanos. No solo documentamos Como vemos, hubo una tradición anti- Otro ejemplo de este espectáculo lo do- varios tipos de gladiadores como vere- gua de este tipo de enfrentamiento, de cumentamos en Bronchales con la repre- mos con posterioridad, sino también ve- ahí que podamos considerar que desde sentación de una pareja masculina enfren- natores y bestiarii, así como venationes e un primer momento el gusto por este tada entre sí, vestidos únicamente con un incluso damnationes16, destacando el ya espectáculo se encontraba muy arraiga- mencionado molde 55 de los estudiados do en la sociedad hispanorromana. Por faldellín y armados con una espada, tal por Atrián (1958: fig. 57) en el que apa- consiguiente, su representación en todas vez una gladius, que identificamos con recen varias escenas de este tipo (fig. 7). las artes y soportes fue muy habitual, re- una damnatio ad gladius (Atrián 1958: Hay que destacar uno de los motivos que flejo directo de su popularidad, sin que láms. IX.16-18 y XII.6, fig. 67) (fig. 9.9). aportan una importante entidad a estas las vajillas cerámicas fuesen ajenas a ello, Indiscutiblemente la escena es un duelo decoraciones y al conjunto de las pro- en especial la sigillata, paredes finas19, entre dos figuras armadas, pero su lec- ducciones de Bronchales. Se trata de una lucernas y terracotas, sin olvidar su repre- tura correcta cambia su significado, pero figura en posición encogida o fetal que sentación en mosaicos en donde pode- como venimos manteniendo a lo largo de viste un faldellín y lleva el torso desnudo mos decir que alcanza su protagonismo. este trabajo, hay que ver la configuración (Atrián 1958: figs. 49, 51, 53.11, 94.1.3.5 Las fuentes escritas, así como la iconogra- completa de los vasos para su correcta in- y 7) que hallamos también el alfar de fía, nos presentan una amplia variedad de terpretación, más cuando también están Pompaelo (García-Barberena, Mezquíriz los tipos de gladiadores existentes (ar- individualizados, tanto en escenas como y Unzu 2015: 415, fig. 2) (fig. 9.10). El maturae) y su complejidad a la hora de en medallones. Esta misma figura aparece motivo lo volvemos a encontrar en un enfrentarlos en igualdad de condiciones. en una composición de medallón enfren- cuenco H.37 aparecido en uno de los ver- Los que vamos a estudiar corresponden tándose a un oso con lo que se recrearía tederos romanos de Legio (Rodríguez et a los que están ya oficializados, por no una venatio o en su caso una escena cine- al. 2014: fig. 16) estando relacionado con decir que profesionalizados, en época im- gética (Atrián 1958: 94.4)15. el oso típico de Bronchales/Pompaelo lo perial, una vez superado la etapa inicial A pesar de su similitud, hay que descar- que nos lleva a pensar que la escena sea en la que eran prisioneros de guerra que tar una relación con otra figura que porta un intento de recrear una damnatio ad luchaban con panoplia y técnicas propias, faldellín y espada que aparece tanto en bestias (figs. 9.7 y 9.11)17. señas identitarias de su procedencia, que moldes como en cuencos ya elaborados definieron con el tiempo los distintos ti- (Atrián 1958: fig. 57, láms. IX.19, XI.4 y II.3. Los munera gladiatoria pos de gladiadores que combatieron en la XII.1-3 y6), encontrándolo en recreacio- Los juegos romanos, al convertirse en arena, pero alejados ya del carácter étnico nes de escenas cinegéticas y venationes espectáculo de masas olvidaron sus orí- que tuvieron en su origen. junto a otra figura que porta una lanza y genes sagrados, procediéndose a su regu- Consecuencia de la reforma augusta viste un faldellín similar en el que se apre- lación y profesionalización muy lejos de fue la desaparición de algunos tipos de cian los correas con las que se sujeta la tú- la vinculación que tuvo al principio con gladiadores, muy populares en algunos nica (Atrián 1958: fig. 57 y lám. IX.21) que las ceremonias funerarias. En el caso de momentos, pero que fueron sustituidos hay que relacionar con los ludi matutini, Hispania contamos con ejemplos de una por otros que rápidamente acapararon artículo//110 Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X
artículo secah [ARTIGO] el favor de los espectadores. Así, fueron desapareciendo progresivamente el sam- nita (samnis), el galo (gallus), el tracio (thraex) y el andabates, surgiendo otros con similares características y armamen- to, pero adaptados a un combate más igualitario, tal es el caso del secutor, el hoplomachus y el murmillo. Esta varie- dad de armamento y técnicas/tácticas de lucha, supuso que, en bien del espectá- culo, se enfrentasen entre sí gladiadores de distinto tipo, o se creasen otros nue- vos, como en el caso del retiarius para enfrentarlo, principalmente, al secutor, o desarrollándolos a partir de los ya exis- tentes, pero adaptándolos a los gustos de los espectadores siempre demandantes de novedades20. Los gladiadores se englobaban principal- mente en dos grupos atendiendo al tipo de armamento que portaban: los pesados o scutarii, caracterizados por el escudo que usaban (scutum), entre los que in- cluimos al samnis, gallus, murmillo y Figura 10. Vaso Drag. 30 elaborado en La Graufesenque procedente Nuestra Señora del Pueyo (Belchite, Zaragoza) (Museo de Zaragoza. N.º Inv 50.841. CERES, Imagen de J. Garrido la secutor, y los ligeros o parmularii con Peña). La representación de Mercurio actúa como eje central de la banda decorativa estando escudos más pequeños y ligeros como la flanqueada por una pareja de tracios enfrentados y de un retiario que derrota a un secutor. parma, al que pertenecen el thraex, re- tiarius, laquearius, etc., lo que definía o VIII-LIII, Hermet 1934: pls. 21 y 97) (fig. cas de época Flavia, concretamente con posibilitaba un planteamiento agresivo o 10) como hispánicas. Domiciano. defensivo del gladiador. De esta manera Centrándonos en estas últimas, a pesar En los motivos hispánicos, dentro de su se obtenía un equilibrio en el combate sencillez, se desarrollan los rasgos que de la simplicidad y sencillez en la ejecu- entre tácticas y armamento en pro del permiten su fácil identificación, tratándo- ción de los punzones, se distinguen per- espectáculo, algo importante al ser las se de arquetipos en los que no debamos fectamente la modalidad de combate que apuestas una de las principales diversio- buscar la representación de un individuo nes de los espectadores, dentro y fuera de coinciden con los más populares21, des- determinado, como sucede en el caso de las gradas. tacando la formada por el retiarius y el los mosaicos en el que es habitual la pre- Por todo ello, las parejas más frecuentes secutor, el habitual en las decoraciones, sencia de su nombre. En nuestro caso son que aparecen reflejadas en las decoracio- al ser este el combate preferido al enfren- anónimos, sin que debamos ver nada más nes cerámicas son las más populares del tarse dos tipos de gladiadores tan opues- que la representación de un gladiador, momento: el samnis y murmillo contra tos en armamento y tácticas (figs. 11). todo lo contrario a lo que sucede en los el traex o el hoplomachus, así como el se- También hemos documentado equites, vasos de paredes finas del calagurritano cutor contra el retiarius, siendo la única estando ausentes otros que fueron muy Verdullus en los que se han reflejado el excepción el provocator que se enfrenta- populares como los samnites y los galli nombre de algunos gladiadores y aurigas, ba entre sí y excepcionalmente contra el que desaparecieron durante el reinado y las facciones a las que pertenecían estos murmillo, como documentamos perfec- de Nerón, lo que es lógico si tenemos últimos (Mayer 1998, Baratta 2017, 2020), tamente en las decoraciones de sigillata, en cuenta que este tipo de decoración se por lo que no hay que descartar que en tanto gálicas (Oswald 1936-1937: pls. XL- desarrollará en las producciones hispáni- algún momento los documentemos tam- Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X artículo//111
secah artículo [ARTIGO] El enfrentamiento se desarrollaba en dos fases (Coarelli 2002: 155): en la primera, o eminus, se arrojaban jabalinas que les eran suministradas por los ministri o in- tentaban embestir con ellas (hay que re- cordar que la ausencia de estribos impide un empuje con fuerza), hasta derribar al contrincante, con lo que se pasaba a la segunda fase, o comminus, en la que se lucha a pie con la espada. Contamos con una amplia representación de equites (Mayet 1984: CCI.2489-2503), en las producciones de los alfares najeri- llenses de Bezares (Garabito 1978: tab. 2.2) (fig. 12.1) y Tricio (Garabito 1978: tab. 4.2 y 16) (fig. 12.2), en Bronchales (Atrián 1958: lám. IX.1, Mayet 1984: pl. XI.66 y 67) (figs. 12.3 y 12.4) y en Isturgi en los que se aprecia que portan un caduceo o una cor- nucopia pero que están relacionados con gladiadores (Mayet 1984: pls. XXXVII.180 y LIV.337-338), encontrándose sus modelos en los talleres sudgálicos (Oswald 1964: lám. XIV), presentando los punzones his- panos rasgos más simples y sencillos de ejecución23. Algunos de estos equites ge- Figura 11. Vasos decorados con temas gladiatorios. 1. Vaso H.30 procedente del basurero neran confusión por su ambigüedad al po- romano de Uralde (Treviño) decorado con escenas de venationes y enfrentamientos entre der interpretarse como representaciones un retiario y un tracio (Gil 1995: fig 1). 2. Cuenco H.37 procedente de Cástulo decorado con escenas de venationes y enfrentamientos entre un retiario y un tracio, presidido por una de escenas cinegéticas, o incluso, debido representación de Victoria portando una corona (Blázquez et al. 1984: fig. 55). al carácter sagrado del caballo, represen- tar la heroización ecuestre que simboliza bién en sigillata, si no lo tenemos ya descompensado, exceptuando cuando se la inmortalidad y la apoteosis del difunto, como veremos con posterioridad22. recreaban batallas famosas. así como objeto de culto según mencionan Los tipos de gladiadores (armaturae) El eques estaba equipado con un escudo Estrabón (3.3.7), Silio Itálico (3.361) y Ho- que hemos identificado en las decoracio- redondo plano (parma equestris), jaba- racio (Od. 3.3.34) entre otros autores 24. nes hispánicas son (figs. 11-13): lina y espada corta. Antes de la reforma La representación es sencilla, un jinete augusta llevaba casco y una lorica squa- armado con lanza o espada sobre un ca- Equites ballo con las patas delanteras levantadas, mata, pasando a un yelmo emplumado Se trata de un tipo de gladiador que llegando a apreciarse las bridas según su y túnica, sustituyéndose el gladius por combatía a caballo que se incluyó en los estado de conservación. Con frecuencia una espada roma, con lo que la táctica juegos a inicios del siglo I a.C. Según Isi- aparecen inscritos en círculos a modo de de combate varió de la estocada al cor- doro de Sevilla (Etym. 18.53) el munus un medallón, correspondiendo a autén- gladiatorum se iniciaba con este tipo de te. El brazo derecho se protegía con una ticas miniaturas recordando los reversos enfrentamiento, debiendo que tener en manica hecha de placas metálicas con un monetales de las acuñaciones celtibéricas cuenta que se trata de una fuente tardía acolchamiento interno, nunca usó ocreae y las representaciones de los dioscuros. de inicios del siglo VII. Debido a su pe- pero en las representaciones musivarias En algunos casos se aprecia que portan culiaridad rara vez se enfrenta a un gla- se aprecia como las tibias se protegían en la mano una corona y sobre el hombro diador a pie, ya que el combate estaría con fasciaem y los pies con botines. una palma (fig. 12.6), pero generalmente artículo//112 Boletín Ex Officina Hispana 12 _ (junio 2021) _ ISSN 1989-743X
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