Las cuatrocientas lecturas de "El Quijote"

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Las cuatrocientas lecturas
    de “El Quijote”
                                                   “L’home n’est rien, l’ouvre est tout”
                                                                              Flaubert.
                                                                                                              CARLOS A. ROSSO A.*

                                                                                                                                                                  Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré

* Ph.D. en Literatura. Docente visitante en la Odense Universitet en Dinamarca. Docente titular y emérito de la Universidad del Valle. Docente hora cátedra las
   Universidades: Autónoma de Occidente, San Buenaventura, Libre e Icesi. mrosso@telesat.com.co
Fecha de recepción:10/02/05 fecha de aprobación:18/03/05

8                                                                                                    El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A.                                                                               Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

                                                        tes vino a tener, él era un afortuna-
    Resumen
                                                        do. Explicaba las necesidades insa-
        En este artículo se trata                       tisfechas del autor español, mientras
    de reflexionar en torno a una                       él podía disfrutar de todo lo que a
    lectura plural de la novela de                      Cervantes le fue difícil obtener por
    Cervantes. Se conceptualiza                         la falta de opciones. No obstante se
    sobre las diversas interpre-                        declaraba un eterno deudor de sus
    taciones encontradas y se                           favores. ¡Cuántos más podríamos
    discuten unos ejes temáticos                        decir lo mismo! Gracias a Cervan-
    que marcan el cauce de la                           tes hemos vivido de la literatura. Sin
    obra. Interesa pensar en este                       duda todos los profesores en esta área
    libro de libros que es El                           somos sus deudores. Constantes deu-
    Quijote en dos motivos im-                          dores y herederos de su fortuna ta-
    portantes: la vida como arte                        sada en léxico, en figuras, en metá-
    y el engaño                                         foras, en imágenes de un tiempo
                                                        complejo que por la magia misma de
        Palabras claves: lectura.
                                                        su fantasía permanece sin cambios.
    arte. verdad. mentira. desdo-
                                                        Pero también, hemos consentido con
    blamiento.
                                                        locura las diversas imposturas en-
    Abstract                                            contradas en su genialidad. Lo he-
                                                        mos disfrazado de contenidos acci-
        This article attemps to                         dentales, sin fondo, sin lograr captar
    perform an open-view rea-                           lo esencial. De Cervantes hemos he-
    ding of Cervantes novel. It                         cho una larga letanía de calificativos
    conceptualizes upon the va-                         innecesarios a veces y de su Quijote
    rious interpretations found in                      caricaturas de comportamientos para
    the tex and it discusses some                       ayudar a explicar la estupidez. Con
    of the argumentative axes                           él no sólo aprendimos a sentir el en-
    that characterixe the develo-                       gaño sino a comprenderlo, a sacar
    pment of this literary work.                        ventaja del absurdo, de la mentira,
    It is significant to reflect                        de la verdad, de la mentira que es
    upon this book among books,                         verdad y viceversa, a tomar en serio
    Don Quijote, from two me-                           el humor, a reír en broma, a enfren-
    aningful standpoint: Life art                       tar el paradojal mundo de los ensue-
    and as deceit.                                      ños, teniendo tan cerca la tristeza y
        Key words: reading, art,                        los cambios de fortuna, a darnos
    truth, lies, unfolding                              cuenta de las grandes contradiccio-
                                                        nes en las que vivimos de manera
                                                        permanente. En fin, a discutir un pro-
                                                        blema que se lleva desde la anciani-
Introducción                                            dad de los tiempos, advertir junto a
    El profesor Enrique Anderson                        la ambigüedad la “sabiduría de lo in-
Imbert, en una de sus clases de lite-                   cierto”.1
ratura en la Universidad de Harvard,                         Cervantes y su Quijote van por
señalaba que él tenía mucho que                         la vida en un galope que se siente
agradecerle a Cervantes porque con                      siempre actual. A pesar del tiempo,
sus obras le había ayudado a ganar-                     cuatrocientos años de su escritura,
se la vida. Irónicamente anotaba                        sus figuras siempre juntas se repi-
cómo frente a la adversidad de una                      ten en la constante aventura del vi-
lucha sin fin que el propio Cervan-                     vir. Son ilustradores de una litera-

1. Milan Kundera, El arte de la novela, Barcelona, Tusquets Editores, S. A., 1987.

El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005                                                                                    9
Carlos A. Rosso A.                                                                                           Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

                                                                                                     un constante admirador del lengua-
                                                                                                     je cervantino, puedo confesar que
                                                                                                     en un momento alcancé a tener más
                                                                                                     de cuatro ediciones de esta obra,
                                                                                                     incluyendo una edición expurgada
                                                                                                     hecha en época de Franco en Espa-
                                                                                                     ña y que omitía las referencias non
                                                                                                     sanctas que la iglesia española no
                                                                                                     quería que se publicaran. Quisiera
                                                                                                     decir que hice de cada una de las
                                                                                                     ediciones una lectura obligada.
                                                                                                     Cuando me veían con los libros y
                                                                                                     me preguntaban por ellos, podía res-
                                                                                                     ponder que estaba releyendo Pero a
                                                                                                     veces estaba leyendo el capítulo que
                                                                                                     no había alcanzado a terminar en
                                                                                                     otra lectura de una edición ya ho-
                                                                                                     jeada. No era una relectura propia-
                                                                                                     mente, era más bien la lectura olvi-
                                                                                                     dada, de descubrimiento, como si
Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré                                                               hubiese comenzado a leer por pri-
                                                        tura dialógica que va configurando           mera vez. Es decir, la hipócrita re-
                                                        todos los matices, los temas huma-           ferencia a la relectura.
                                                        nos de su momento, las vibraciones               Mis afectos por el libro y por
                                                        de tantos hechos en lo que se está           los personajes se han ido incremen-
                                                        atestiguando y que se engarzan con           tando con el tiempo. Cada vez que
                                                        las ideas permitidas en tiempos de           acaricio la edición de Aguilar y
                                                        gran tensión significativa, de gran-         vuelvo a subrayar nuevos pasajes,
                                                        des miedos por la fe, y de constante         nuevos términos, nuevas conjeturas
                                                        preocupación por la historia que se          para su interpretación, siento que el
                                                        cuenta, que se cree, y con la que se         trabajo de la relectura consiste en
                                                        engaña. Como diría Dostoievski, “la          el descubrimiento de lo inacabado.
                                                        mentira se salva por otra mentira”.2         He ahí la cualidad del clásico. El
                                                            Este artículo lo hemos titulado          lector no acaba de percibir el tras-
                                                        “Cuatrocientas lecturas”, pensando           fondo de todo aquello que precede
                                                        que en cuatrocientos años se haya            dicha lectura, porque no se termina
                                                        hecho una lectura de El Quijote por          lo que se tiene que decir. Estamos
                                                        año. El dato no es exacto. Es un su-         en presencia de una sorpresa perma-
                                                        puesto con el que apenas nos situa-          nente. Y para contraste de todas las
                                                                                                     demás lecturas, un clásico como El
                                                        mos en la aproximación más remo-
                                                                                                     Quijote podría estar configurando el
                                                        ta. Y si el libro ya viene a ser un
                                                                                                     fin y el comienzo de dos modelos
                                                        clásico, como es innegable, aco-
                                                                                                     de mundo, la dualidad que se da
                                                        giendo una de las definiciones que
                                                                                                     entre los personajes con una preten-
                                                        da Italo Calvino en torno a por qué
                                                                                                     dida locura y con una cordura que
                                                        leer los clásicos, el sentido de la lec-
                                                                                                     cede al final en una exposición re-
                                                        tura se refiere mejor a relectura. Es
                                                                                                     partida de los roles identificados.
                                                        posible que cuando hablamos de
                                                        releer El Quijote, la verdad es que,             El objetivo que pretendo desa-
                                                        como dice Calvino, haya “una pe-             rrollar en este trabajo no es revisar
                                                        queña hipocresía”.3 Yo, que he sido          una actitud crítica que me gustaría

2. “La mentira se salva por la mentira”, en Revista Número, Edición 43, Dic. 2004.
3. Por qué leer los clásicos, Barcelona, Tusquets Editores, S.A., 1993.

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Carlos A. Rosso A.                                                                         Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

llevar a cabo, sino más bien re-                  la de Cervantes. Vivíamos en Madi-
flexionar sobre lo que una lectura                son, Estados Unidos y era tal la de-
plural, enfocada sobre el deseo de                voción sentida por esta lectura, que
arrancar varias interpretaciones,                 se montaba en su bicicleta, blandía
puede despertar en una motivación                 una espada de plástico que tenía y
pedagógica de la obra cervantina. Se              gritaba antes de partir en actitud
ha dicho que si pudiéramos medir                  ofensiva: “In the name of Dulcinea,
con un metro la extensión del tra-                I run to battle.” Sus compañeros se
bajo escrito suscitado en torno a El              le unían en la noble empresa y no
Quijote le daríamos la vuelta a la                faltaba quién preguntara quién era
tierra. ¡Cuánto papel! ¡Cuánta escri-             Dulcinea. No era un nombre común,
tura! ¡Cuántas ideas! Es toda una                 identificable con el de sus hermanas
obra descomunal, titánica. Hombres                o amigas. Pocos lo habían oído. Aca-
reconocidos dedicados a nombrar a                 so podría tratarse de alguna princesa
Cervantes, a citarlo en la correspon-             desconocida fácil de encontrar en
dencia con la novela que origina una              otros textos. Otros niños más curio-
corriente, la discute y la critica en             sos se acercarían a los diccionarios
ella misma. Algo, en fin, que conti-              enciclopédicos para averiguar. La
núa y sigue inspirando, como si fue-              curiosidad infantil de ese momento
ra una literatura sagrada, diferentes             se advertía con más cuidado del que
aproximaciones, maneras de reco-                  se encuentra en estos días. Quisiera
nocer la adicción como apoyo a la                 pensar que en esos años se estaba
creencia. El Quijote como persona-                cerca de la comprensión del ideal de
je, a manera de santo, recupera la                luchar por una dama como la tarea
función inspiradora para revelar los              más fantástica que se podría derivar
secretos del alma humana.                         dentro del arte. Es posible que este
     El Quijote es una novela que                 mismo hecho se pudiera encontrar en
revisa la existencia, al decir de Kun-            otros contextos, en otros tiempos y
dera; repasa un sentido de realidad               latitudes. Esta anécdota vista con el
que era necesario escamotear por-                 paso del tiempo me ha ayudado a
que el personaje ha quedado dete-                 consentir con una interpretación de
nido en un siglo que ya ha pasado y               lectura de El Quijote. Tal vez debe-
como si despertara de un sueño apa-               ría ser ésta una primera causa para
rece en otro signado por la cruel-                orientar mi análisis y referirme a la
dad. Y esta similitud hay que desta-              lectura trescientos setenta y cinco
carla, porque los desplazamientos                 como un posible punto de partida. Es
calificativos que se efectúen dentro              bueno decir que no pretendo histo-
de las visiones de Don Quijote en                 riar cada lectura. La primera que se
el cambio de las percepciones de las              me antoja pudo ser la de Cervantes
cosas son la materia del absurdo. A               mismo, quizá la de Cide Hamete Be-
la vez lo que implica la locura, y la             nengeli. A lo mejor, por ser este un
fantasía que se crea sobre el deter-              trabajo en el que el encanto formaba
minismo del ideal.                                una parte integral, un primer lector
    Hoy, cuando la vida gira en tor-              pudo ser el cura del Toboso, o el bar-
no de las frivolidades más extremas,              bero. De hecho en la novela figuran
de la devaluación del carácter y de               haciendo el censo de los libros que
los valores propios de una sociedad,              don Alonso Quijano tiene en su bi-
necesitamos el credo del Quijote para             blioteca, incluyendo los del propio
convenir con los cambios, para edu-               Cervantes. Otro primer lector pudo
car las inteligencias. Recuerdo que               ser uno de tantos lectores que en esos
mi hijo Carlos, un físico, sempiter-              días tenía la Santa Inquisición. Como
no estudiante, cuando niño leyó una               se sabe, nada era oculto para ellos y
versión infantil en inglés de la nove-            las creaciones de este tipo eran las
El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005                                                                            11
Carlos A. Rosso A.                                                       Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

                     primeras en ser escrutadas con sumo         libro. Entonces, al armar el conjun-
                     rigor. Los pecados por ser infiel se        to su resultado sería la colección de
                     cobraban hasta con la vida, no sin          obras correspondientes. Esto es, la
                     antes pasar por las consabidas tortu-       relación de ver la novela como el
                     ras, muy católicas todas ellas. Por lo      libro de libros. Parecería que cada
                     visto Don Quijote pasó el examen.           autor que quiere destacarse por su
                     De hereje tenía muy poco y no lo            obra, se dedica a llevar a cabo este
                     podían acusar de converso. Su accio-        trabajo. A contar la historia que re-
                     nar subversivo tampoco le acredita-         vela lo que otros no han contado,
                     ba el miramiento serio de los censo-        con el lenguaje especial que sólo
                     res del sistema.                            viene a ser usado en la obra respec-
                                                                 tiva. Y así como ocurre con García
                          Las primeras lecturas debieron
                                                                 Márquez en sus Cien años, pasó con
                     ser muchas y aunque difíciles de con-
                                                                 Cervantes. El resultado es entonces
                     tar manifestaron su asombro por lo
                                                                 encontrarnos con una obra plural
                     que allí se narraba. Las risas debie-
                                                                 que presenta múltiples facetas, cam-
                     ron estar también por doquier. Hace
                                                                 bios y que explica, pero también
                     cuatrocientos años, quienes tuvieron
                                                                 calla, en la misma forma como en
                     la fortuna de tener entre sus manos
                                                                 su despliegue se va desarrollando.
                     una edición de El Quijote podían
                     sentirse venturosos de entrar al rei-             En todas las posibles lecturas
                     no de la novela moderna. De descu-          que sobre esta novela se han hecho
                     brirlo en un autor como Cervantes, a        se pueden encontrar ciertas constan-
                     quien colocaría para siempre en un          tes que a lo largo del tiempo han con-
                     lugar de privilegio la literatura espa-     figurado uno de los aspectos míticos
                     ñola, y a quien cualquier halago que        más atractivos en la apreciación del
                     se le pudiera hacer era corto.              personaje caballeresco. Además,
                                                                 contribuyendo a resaltarlo, el autor
                          El desarrollo de nuestro trabajo       ha resuelto balancear la desbordante
                     se irá entonces armando venciendo           actuación del Quijote con alguien
                     la mortal resistencia de los acuer-         que revela su propia contradicción,
                     dos lineales. Más bien estaremos en         o mejor, destaca otra visión de un
                     correspondencia con lo destacable           punto de vista dedicado a protago-
                     a pesar de las fechas y de los años         nizar la discusión del rol principal.
                     que tanto pesan para el recuerdo.           El equilibrio que muchos lectores
                     Nos vamos a referir a ciertos ejes          ven en este cotejo, advierte un ca-
                     temáticos que sirven para orientar          rácter que se puede identificar con
                     interpretaciones. Posiblemente no           quien resulta ser un compañero de
                     digamos nada nuevo. Sabemos que             viaje. La novela, al fin y al cabo, en
                     en el fondo de toda novedad se ha-          su primera parte es narrada como una
                     lla instalado muy bien, como la pa-         serie de aventuras, de acuerdo con
                     loma en la caja de Pandora, el ana-         un pretendido derrotero. Don Qui-
                     cronismo.                                   jote y Sancho han salido al campo
                                                                 como si se tratara de viajar. Salen de
                     Un libro de libros                          paseo y conversan de las cosas ele-
                                                                 mentales, cuentan historias que se
                          Una aproximación que se ha
                                                                 van corrigiendo en la base de la dic-
                     realizado en torno a El Quijote ha
                                                                 ción, se intercalan otras de persona-
                     sido la de ver la novela como un
                                                                 jes que sirven para ilustrar los pro-
                     conjunto de aventuras todas ellas
                                                                 blemas del amor, formalizan teóri-
                     ligadas por el héroe y su escudero,
                                                                 camente el peso de las grandes dis-
                     como si se tratara de redondear las
                                                                 cusiones con el propósito de aparen-
                     diversas explicaciones de múltiples
                                                                 tar el trasfondo de una reseña histó-
                     problemas. En el examen de cada
                                                                 rica de quien pretende ser crítico de
                     uno de ellos se debería dedicar un          su edad.
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Carlos A. Rosso A.                                                                               Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

      Una lectura contextual de El
Quijote nos lleva a observar como
si el libro encarnara un quehacer
satírico. Ya desde el prólogo se ha-
llan las referencias a Lope de Vega,
de quien se cuenta que en esos mo-
mentos era uno de sus posibles ene-
migos. Y puede ser esto cierto, a juz-
gar por la forma como ese amigo
que se presenta ante Cervantes para
recomendarle el modo de encarar la
escritura de un prólogo, le da las
indicaciones sobre qué decir, a
quién nombrar, a quién citar y las
diferentes maneras de posar como
intelectual erudito. Tal vez esto ex-
plique, al comienzo de la obra, la
serie de poemas y sonetos iniciales
a los que la mayoría de los lectores
no les pone mucha atención. Esta
era una manía de Lope cuando ador-
naba sus escritos utilizando todos
los recursos que mostraban pesada-
mente su erudición.
     Pero más allá de la ridiculiza-
ción a Lope, hay que destacar la otra
sátira que se ha señalado referente
a los libros de caballería. La crítica
a estos libros se deduce de las refe-
rencias constantes que se van dan-
do sobre ellos a lo largo de la pri-                                                      Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré
mera parte y su contraste con las                 ello, chocarse con un género litera-
situaciones que enfrenta Don Qui-                 rio que, si se comparaba con el tea-
jote. Quiere esto decir que la nove-              tro, no representaba en grado de
la cervantina es un libro recreado                importancia el gusto de un público,
con la ayuda de otros libros. De la               era de difícil aceptación. Sin embar-
lectura de Cervantes a una literatu-              go, al dar forma definitiva a su no-
ra de su época se deriva una indica-              vela, dejando atrás las obras que
ción de caminos, todos ellos cerca-               incluían esta materia como puntos
nos al Quijote. Discutir sobre la pa-             intermedios entre la epopeya y la
rodia, la burla y la sátira era un ejer-          novela actual, llega al éxito. Es la
cicio aparentemente muy casual.                   universalidad que la caracteriza con
Estar en contra de algo, disgustar                la inclusión de ese mundo libresco
con lo que se encuentra, marcar                   referencialmente discutido lo que
oposiciones eran los temas de su                  hace de esta obra una muestra dife-
momento. Con estos elementos se                   rente. Identificada con la picaresca
iría integrando la novela que a juz-              por todo lo que encarna de ese modo
gar por sus contenidos tendría esa                de vida tan hispánico, nivela su an-
visión de un libro que encierra va-               damiaje con motivos bucólicos para
rios libros, un libro de libros, por              conseguir un armonioso equilibrio
qué no decirlo, una Biblia.                       real y poético.
    Para Cervantes, el poeta que se                   El elemento literario destacable
dolía de no tener cualidades para                 es el caballeresco. Pero, ¿es El Qui-
El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005                                                                                  13
Carlos A. Rosso A.                                                        Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

                     jote una novela de caballería? Posi-         frente a Goliat, por ejemplo, se re-
                     blemente sea la mejor. Como tam-             suelve como victoria para el héroe
                     bién se pueden señalar sus conteni-          porque éste es un guerrero, su tino,
                     dos pastoriles ( los amores de Mar-          además, es ejemplar. Así mismo está
                     cela y el pastor Crisóstomo), la in-         respaldado por un dios que es un fac-
                     fluencia de la novella italiana (El          tor primordial en la lucha. El resul-
                     curioso impertinente), sus cuidado-          tado es finalmente indudable. El hé-
                     sos retratos de la vida española a la        roe cervantino, en cambio, es confi-
                     manera de Velázquez, sus rasgos              gurado por la ocasión y obedece a
                     picarescos ( Ginés de Pasamonte) y           los patrones que dicta la ficción mis-
                     otros elementos literarios que se            ma. Es un personaje que maneja una
                     confunden en la trama por ese pe-            doble identidad: un hidalgo que gasta
                     culiar sentido del humor que mane-           su vida y su hacienda en la llanura
                     jó Cervantes.                                de la Mancha. Dedicado a la lectura
                                                                  consume cuanta novela de caballe-
                          El libro de libros se arma enton-
                                                                  ría llega a sus manos. En este exce-
                     ces con los aspectos destacados de
                                                                  sivo pasatiempo no duerme por leer
                     una literatura que Cervantes cono-
                                                                  las aventuras que le atraen hasta
                     ció, leyó y comentó con el criterio
                                                                  transformarse en el tipo de héroe que
                     de hacer literatura de la literatura. Se
                                                                  para su tiempo resultaría ya anacró-
                     va a confeccionar con un lenguaje
                                                                  nico. Es ridícula su transformación
                     abarcador de términos, dichos y re-
                                                                  de hidalgo a caballero andante. Pero
                     franes que recogen lo popular y lo
                                                                  es gloriosa la razón que lo lleva a
                     culto. De este modo va a ejemplifi-
                                                                  querer recuperar los valores perdi-
                     car un estilo y será su escritura una
                                                                  dos en un tiempo en donde todo se
                     clara demostración del castellano
                                                                  desarrolla siguiendo los parámetros
                     reinante como habla, como lengua y
                                                                  de intereses bastardos y por supues-
                     nacionalidad. Desde esta perspecti-
                                                                  to luchar en un mundo lleno de in-
                     va una lectura de la novela se perfila
                                                                  justicias y grandes decepciones.
                     con un interés que no se detiene en
                     los acontecimientos como tales, sino              Se necesitaba un superhombre
                     en la medida como marcan al lector,          para enfrentar las luchas que había
                     en lo que tienen de extraordinario,          que hacer, para enderezar los entuer-
                     de raro o de extravagante. Una aven-         tos e iniquidades impuestos por la
                     tura como la de los molinos, por             maldad. ¿Cómo piensa Don Quijo-
                     ejemplo, tiene múltiples niveles en          te enfrentarse a esos peligros con
                     su comprensión y en los propios              sus atuendos anacrónicos y sus des-
                     modos de percepción de las cosas.            compuestas armas? ¿Qué puede
                     Como acontecimiento es un despro-            pasar cuando este héroe caiga en
                     pósito. Don Quijote en su locura true-       desgracia en su primera aventura?
                     ca el orden de las cosas y convierte         Y algo más desconcertante: ¿Quién
                     un objeto, el molino, en un sujeto, el       puede creer en sus acciones cada
                     gigante. Previamente el personaje ha         vez más desafortunadas? Es tal la
                     sido afectado por ese mundo de la            dolorosa impresión, que otra lectu-
                     fantasía en el que ese tipo de cam-          ra llega a complementar el cuadro
                     bios puede darse. Literariamente era         de visiones posibles. ¿Cómo un loco
                     concebible un efecto como este. La           llega a ser la personificación de la
                     magia podía intervenir y proporcio-          justicia, de los ideales de libertad,
                     nar los cambios más audaces. Sólo            del bien? Se podría pensar que cual-
                     que aquí la evidencia de una reali-          quier hombre, ante la pretensión de
                     dad parece discutir de otra manera           llegar a convertirse en el adalid de
                     los efectos que una acción como la           uno de los valores que aquí señala-
                     señalada debería tener. Una lucha            mos, el encontraría un límite mar-
                     entre un gigante y un héroe, David           cado por la imposibilidad. Porque
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Carlos A. Rosso A.                                                                                                Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

frente a las dificultades la respues-                   para gobernar, que reflejan la vida
ta más inmediata está en lo imposi-                     de corte con sus bromas y desma-
ble. A lo largo de la historia cuán-                    nes y mostrar el desdoblamiento de
tos hombres y cuántas sociedades                        los roles principales en la obra.
han renunciado a las luchas por te-                          Mario Vargas Llosa, en el prólo-
ner la imposibilidad en su frente.                      go a la edición del cuarto centena-
También hay que decir que muchos                        rio, que la Real Academia de la Len-
hombres, y muchos pueblos han di-                       gua Española acaba de publicar, lla-
cho si a lo que hay que defender y                      ma la atención sobre este detalle e
ante aquello por lo que vale la pena                    indica: “El Quijote no cree que la
luchar se han organizado para resol-                    justicia, el orden social, el progreso,
ver los conflictos. Don Quijote, dis-                   sean funciones de la autoridad, sino
paratado y ridículo, se convierte en                    obra del quehacer de individuos que,
ese tipo de hombre necesario en su                      como sus modelos, los caballeros
tiempo. Cuando le dice a Sancho                         andantes, y él mismo, se hayan echa-
Panza: “La libertad, Sancho, es uno                     do sobre los hombros la tarea de ha-
de los más preciosos dones que a                        cer menos injusto y más libre y prós-
los hombres dieron los cielos; con                      pero el mundo en el que viven. Eso
ella no pueden igualarse los teso-                      es el caballero andante: un individuo
ros que encierra la tierra ni el mar                    que, motivado por una vocación ge-
encubre; por la libertad así como                       nerosa, se lanza por los caminos, a
por la honra se puede y debe aven-                      buscar remedio para todo lo que anda
turar la vida, y, por el contrario, el                  mal en el planeta. La autoridad, cuan-
cautiverio es el mayor mal que pue-                     do aparece, en vez de facilitarle la
de venir a los hombres”, en su dis-                     tarea, se la dificulta”.4
curso Don Quijote ilustra una opi-
nión en torno a uno de los valores                           Esta apreciación del novelista
más preciados, un derecho humano                        peruano nos mueve a pensar en lo
irrenunciable y desde luego condi-                      que posiblemente era la discusión
ción para afirmar la vida en su com-                    que Cervantes concibió como tema
pleta conformidad. En esta aprecia-                     de importancia: la autoridad y la
ción Cervantes, que sabe de lo que                      legitimidad del poder. Le importa-
está hablando, sostiene una verdad                      ba por fuerza mayor tener presente
tan actual para plantear aun más en                     el ideal de libertad. Pues, el espíritu
tiempos como los actuales. ¿Sería                       libertario del personaje va a estar en
este juicio formulado por un loco?                      desacuerdo con las ideas defendi-
O bien, para hacer este tipo de con-                    das por el régimen. De otra parte,
ceptos en momentos de dificultades                      lo que hoy llamamos corrupción
                                                        debió ser algo muy exagerado en ese
¿es preciso pasar por loco para evi-
                                                        tiempo para que personajes como
tar represiones que lleven a esa pér-
                                                                                                                                                               Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré
                                                        Don Quijote pudieran mostrar algu-
dida de libertad? Esta cita como
                                                        na confianza. De ahí el recelo y el
ejercicio para discutir con la posi-
                                                        temor en sus acciones al cuestionar
bilidad interpretativa, pudiera ver-
                                                        la moral imperante.
se como una hazaña del héroe que
ya en la segunda parte de la obra no                        Es claro que Don Quijote en
está tan interesado en salir a reco-                    cada aventura quiere descifrar con-
rrer los caminos polvorientos de                        tenidos en conflicto. Sus recorridos
España, sino más bien en dejarse                        van a estar comparando las distan-
notar con desarrollos que ponen a                       cias que en sus lecturas resultan di-
prueba las capacidades de Sancho                        ferentes. Por esto sus hazañas se ale-

4. “El Quijote: novela de hombres libres”, en Lecturas Dominicales, El Tiempo, 11 de diciembre de 2004, pág. 2.

El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005                                                                                                   15
Carlos A. Rosso A.                                                                                                Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

                                                                                                                                                   piensa que el camino de Don Qui-
                                                                                                                                                   jote es una búsqueda de lo ya des-
                                                                                                                                                   crito en las lecturas de los caballe-
                                                                                                                                                   ros andantes nada estaría siendo
                                                                                                                                                   nuevo. El efecto de la parodia a par-
                                                                                                                                                   tir de esa semejanza lo que estaría
                                                                                                                                                   señalando sería únicamente la ver-
                                                                                                                                                   sión repetida de lo contado con los
                                                                                                                                                   mismos pelos y señales. El ingre-
                                                                                                                                                   diente que disloca esa semejanza se
                                                                                                                                                   encuentra en el humor que, al igual
                                                                                                                                                   que la magia, produce el efecto
                                                                                                                                                   equivocado. La razón que Don Qui-
                                                                                                                                                   jote encuentra en cada resultado fa-
                                                                                                                                                   llido, a diferencia de lo que ocurre
                                                                                                                                                   en otras ocasiones de igual factura
                                                                                                                                                   en las otras novelas de caballería,
                                                                                                                                                   se debe y es subrayado por efectos
                                                                                                                                                   de la magia. Como dice Foucault:
                                                                                                                                                   “Y dado que esta magia ha sido pre-
                                                                                                                                                   vista y descrita en los libros, la di-
                                                                                                                                                   ferencia ilusoria que introduce será
                                                                                                                                                   siempre una similitud encantada”.5

                                                                                                                                                   El engaño de los tiempos
                                                                                                                                                        Una propuesta de lectura para
                                                                                                                                                   esta novela estaría en la condición
                                                                                                                                                   con la cual distinguimos dos tiem-
                                                                                                                                                   pos: el de los caballeros andantes y
                                                                                                                                                   el que debe enfrentar Alonso Qui-
                                                                                                                                                   jano. Digamos el tiempo renacen-
                                                                                                                                                   tista y el barroco. Entre estas dos
                                                                                                                                                   instancias se sitúa Don Quijote, flor
                                                                                                                                                   y nata de la caballería andante. Hay
Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré

                                                                                                                                                   que recordar que en la primera sali-
                                                                                                                                                   da, nuestro caballero sale a la aven-
                                                                                                                                                   tura sin dinero y cree que por el he-
                                                                                                                                                   cho de presentarse como tal, nadie
                                                                                                                                                   le va a cobrar lo que gaste o deba
                                                                                                                                                   pagar. Cuando se le aclara que eso
                                                                                                                                                   era antes, y alistándose para su se-
                                                                                                                                                   gunda salida recuerda que debe lle-
                                                                                                                                                   var algún dinero porque puede ne-
                                                                                                                                                   cesitarlo. Este cambio que está pre-
                                                                                                                                                   visto en la novela es una señal de
                                         jan de ser victoriosas. No se puede                     modelos. Con este orden encontra-                 ruptura con los delirios de perma-
                                         olvidar que él trata es de modificar                    mos nuevos modos de apreciar la                   nencia de lo ideal negativo. La fal-
                                         la realidad, bien para comprobar si                     lectura de la novela. ¿Cómo encon-                sa luminosidad, creada por las ideas
                                         se parece a la de los libros, cuando                    trar esa vía que nos lleva a la segu-             renacentistas en España, debió nu-
                                         no para seguir las enseñanzas de sus                    ridad de reconocer lo mismo? Si se                blar la consistencia de fuerza y de

                                         5. Michel Foucault, Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI Editores, S. A., 1977, pág. 54.

                                         16                                                                                                El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A.                                                                        Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

rigor que para épocas más críticas                convence a Sancho, lo maravilla con
no era posible mantener. Cervantes,               sus discursos de caballero andante
conocedor del asunto, lo razona y                 y reconciliado con su nueva figura
lo ironiza. La fórmula que él prac-               es Don Quijote. El cambio puede ser
tica está en un lenguaje de múlti-                teatral. Un actor desempeña el pa-
ples perspectivas. A manera de ma-                pel de un personaje y lo caracteriza
gia y conservando el humor, permite               para despertar atracción, para esta-
descifrar ese distanciamiento. El                 blecer expectativas de convenci-
tiempo del recuerdo que está con-                 miento y lograr a la vez los aplau-
signado en las lecturas de Alonso                 sos, o el silencio. ¿Qué tan buen
Quijano se discute con el tiempo                  actor llega a ser Alonso Quijano?
que demuestra el engaño con la ver-               ¿Será un experto en engaños?
dad. La analogía que quiere encon-                ¿Cómo convenir en esta doble iden-
trar El Quijote con el pasado es un               tidad que decide conservar por lo
delirio cuyo valor se encuentra en                menos hasta el final de la obra?
la ficción.                                       Cervantes no agotará sus recursos
     La señal del cambio en el tiem-              de poeta y de dramaturgo en la es-
po está presente en el lenguaje. El               critura de su novela. Parte de esta
Quijote encierra en su estructura dos             potencialidad que trasmite en sus
novelas. Una en la primera parte,                 páginas da lugar en una de tantas
caracterizada por el continuo vagar               lecturas a que podamos encontrar el
de aventura en aventura de nuestro                dramatismo escénico intercalado en
caballero. La otra, la segunda parte,             las aventuras del caballero de la
en la que se discute la primera, por-             noble figura.
que hay personajes que han leído el
                                                      El engaño está también reforza-
texto y reconocen a Don Quijote
                                                  do con el lenguaje. Aquí las pala-
como el personaje real que está pre-              bras ayudan en la conversión, para
sente. Pero Don Quijote no ha leído               recoger lo visto y pensado permi-
ese libro, lo ha vivido, y deberá salir           tiendo la semejanza que envuelve
en defensa de los cambios que se                  este acto de creación. En el interior
presenten por error o falsificación.              de cada palabra permanece la reali-
Él, que es el producto de tanta lectu-            dad en tanto verdad de cada acto El
ra, es ahora el personaje de uno de               Quijote, que como señala Foucault:
los libros, su ideal y sus acciones.              “no está en la relación de las pala-
     El engaño de los tiempos traba-              bras con el mundo, sino en esta te-
ja en la doble personificación de                 nue y constante relación que las
nuestro héroe. Recordemos que es                  marcas verbales tejen entre ellas
ante todo Alonso Quijano, el apa-                 mismas. La ficción frustrada de las
sionado lector, quien decide conver-              epopeyas se ha convertido en el
tirse por fuerza de los argumentos                poder representativo del lenguaje.
de tanta novela en la figura trascen-             Las palabras se encierran de nuevo
dente. Un Cid modificado cuya ca-                 en su naturaleza de signos”.6
pacidad trasformadora de acciones                     La cruel tarea de la literatura,
en hazañas viene a ser el paradig-                como le oiría alguna vez decir a
ma de lo ejemplar. Aquí don Alon-                 Borges, consiste en contar mentiras,
so renuncia a ser lo que ha sido, un              en hacerlas verdades y por consi-
anónimo hidalgo para mutarse en el                guiente creer que lo que leemos tie-
Quijote, de quíen tendrán mucho                   ne un alto grado de certeza para con-
que decir los tiempos venideros.                  venir con ello. Nada más cierto, en
Don Alonso engaña a los suyos,                    otra lectura de El Quijote, que com-

6. Ibídem, pág. 55.

El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005                                                                           17
Carlos A. Rosso A.                                                                                                              Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

                                                                                                                          Caballero de la Triste Figura, dife-
                                                                                                                          rente al Caballero de los Leones y
                                                                                                                          por supuesto poco reconocido como
                                                                                                                          Alonso Quijano el Bueno. En todo
                                                                                                                          caso, dentro de la variedad de nom-
                                                                                                                          bres se precisa el engaño funcional-
                                                                                                                          mente equilibrado. Responde a una
                                                                                                                          opción de vida señalada por los he-
                                                                                                                          chos para fijar aspectos múltiples de
                                                                                                                          su personalidad heroica. Igual cosa
                                                                                                                          sucede en el itinerario de la novela.
                                                                                                                          Cervantes no quiere escribir algo
                                                                                                                          como el Amadís de Gaula. De ha-
                                                                                                                          berlo hecho, Don Quijote hubiese
                                                                                                                          tenido una genealogía diferente. Esto
                                                                                                                          es, se habría puesto a tono con los
                                                                                                                          indicativos de su tiempo. No hubie-
                                                                                                                          ra nacido en el lugar del que no quie-
                                                                                                                          re acordarse, y su cuna debería ser
                                                                                                                          noble y no simplemente hidalga.
                                                                                                                          Como el barroco permite el desbor-

                                                                                 Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré
                                                                                                                          de, la confusión, el contraste, Cer-
                                                                                                                          vantes altera estos órdenes. ¿Hasta
                                                                                                                          dónde esta diferencia viene a confi-
                                                                                                                          gurar una parte del engaño en la no-
                                                                                                                          vela? Sin duda, el engaño propuesto
                                                                                                                          nos permite indicar que existe una
                                                                                                                          conciencia desviada por la locura y
                                                                                                                          la mezcla del desorden que causa el
                                                                                                                          desfase de los tiempos. Con qué iro-
                                                                                                                          nía Cervantes nos presenta el mun-
                                                                                                                          do de las equivocaciones junto a los
probar el engaño que se reconstru-      olvidar el trabajo de la literatura en                                            desvaríos literarios. En ellos su mo-
ye con los distintos recursos de los    su tarea de ir más allá de la vida, o                                             delo de caballero está pleno de mo-
que los humanos nos tenemos que         de marcar un deslinde entre lo vago                                               delos para imitar con una finalidad
valer. Don Quijote se engaña al ena-    e impreciso para destacar las dife-                                               posible de perfección. La vida de
morarse de quien a sabiendas debe       rencias entre ficción y realidad? Los                                             Don Quijote es una vida artística. Su
ser transformada por nombre y por       lectores de Cervantes tienen ante sus                                             mundo es igualmente lo más próxi-
deseo en el ideal de mujer. En di-      ojos un arquetipo de imaginación                                                  mo al arte para convenir en la afir-
cho engaño Sancho participa, aun        con el que se pretende elevar un arte                                             mación de valores como la sabidu-
creyendo que lo que ve no es lo que     desde realidades cambiantes. Iden-                                                ría, la virtud, la fama, etc.
tiene que creer que es. Pero, burla     tificando la novela como una caja                                                      Puede ser cierto relacionar el
burlando, cae en el juego planteado     de sorpresas en donde el engaño                                                   engaño con los ideales, o con los
por su señor. El engaño con la ver-     aparece expresado como una ver-                                                   sueños. En este tema, Don Quijote
dad se revela de cuerpo entero y        dad, es apenas aceptable que los                                                  mismo se confunde como caballero
aparenta en su accionar los distin-     detalles examinados sobre esta base                                               andante de imitación artística, al re-
tos artificios de una magia especial.   terminen exhibiendo las cualidades                                                ferirse a los actos de Amadís preten-
Las cosas desaparecen y aparecen        de lo extraordinario.                                                             diendo repetirlos para sentirse como
como por encanto. Rara manera de            La imagen del engaño es a la vez                                              el héroe. Recordemos el pasaje en el
ofrecer el aspecto real de los acon-    un cambio con el que se recrean los                                               que Don Quijote se impone una pe-
tecimientos y combinar con las          acontecimientos. Uno de ellos, la                                                 nitencia en Sierra Morena, muy si-
deformaciones o cambios la conti-       variedad de identidades de los per-                                               milar a la de Amadís cuando se sin-
nuidad de las cosas. Pero, ¿cómo        sonajes. Don Quijote es a la vez el                                               tió desdeñado y engañado por su
18                                                                         El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A.                                                                                                                                 Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

amada Oriana. Dice Don Quijote:                          con la imaginación. Las imágenes
“Siendo, pues, esto ansí, como lo es,                    mentales que los lectores de un pa-
hallo yo, Sancho amigo, que el ca-                       saje como el citado pueden tener son
ballero andante que más le imitare                       apenas un ejemplo de cómo la vida
[a Amadís] estará más cerca de al-                       imita la literatura con la literatura.
canzar la perfección de la caballe-                      Esto mismo se pudiera decir de todo
ría”. Lo particular en esta escena es                    lo que ocurre en la primera parte de
que Don Quijote no ha sido engaña-                       la novela. Pues las acciones tienen
do por ninguna dama, por esto San-                       consecuencias inesperadas y si bien
cho le indicará:”Paréceme a mí […]                       se puede apuntar hacia condiciones
que los caballeros que lo tal ficieron                   de ejemplaridad, por su rareza, es
fueron provocados y tuvieron causa                       esta la condición cervantina que nos
para hacer esas necesidades y peni-                      ofrece con su arte.
tencias; pero vuestra merced, ¿qué
                                                             El paso que conduce del enga-
causa tiene para volverse loco?
                                                         ño al desengaño está dentro de la
¿Qué dama le ha desdeñado, o qué
                                                         novela proporcionado por el sueño.
señales ha hallado que le den a en-
                                                         Es el inconsciente el que le dará al
tender que la señora Dulcinea del
Toboso ha hecho alguna niñería con                       Quijote la vuelta a su mundo inicial,
moro o cristiano?”. A lo que repli-                      el cambio de caballero andante a
cará el amo: “Ahí está el punto, […]                     Alonso Quijano el Bueno. El sueño
y ésa es la fineza de mi negocio; que                    que se encuentra en el episodio de
volverse loco un caballero andante                       la Cueva de Montesinos, en la se-
con causa, ni grado ni gracias; el                       gunda parte de la obra, es el recur-
toque está en desatinar sin ocasión                      so con el que Cervantes confronta
y dar a entender a mi dama que, si                       un hecho real con la aventura lite-
en seco hago esto, ¿qué hiciera en                       raria. Según los romances carolin-
mojado?” ( I, Cap. XXV)                                  gios, Montesinos era un valeroso
                                                         caballero de la corte de Carlomag-
     Parece que el entusiasmo imita-                     no, asociado con su primo Duran-
dor cede ante el revés dado por la                       darte, y sobreviviente del desastre
cordura. El orden de la vida le da a                     de Roncesvalles. Por asociación, en
nuestro caballero una razón que aca-                     el sueño aparece en la Cueva de su
ba por sentirla y aceptarla, y como                      nombre en un lugar de la Mancha.
todo debe continuar, entonces se in-                     Se sabe que Durandarte tenía un
corpora al juego de los efectos. La                      gran amor por Belerma, una dama
penitencia de Sierra Morena es en-                       asociada con el ideal del amor puro,
tonces un ejemplo más del engaño                         eterno e inquebrantable, como el
con la verdad. Un acto gratuito de la                    que el Quijote cree sentir por su
literatura y, como dice Avalle-Arce,                     dama Dulcinea. En este episodio el
“Por primera vez, en las letras occi-                    sueño y la aventura aparecen entre-
                                                                                                          Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré

dentales, al menos, un artista se ha                     lazados en una especie de ensam-
lanzado a explorar problemas y po-                       ble del pensamiento del noble ca-
sibilidades que surgen cuando la vo-                     ballero. Aquí las asociaciones entre
luntad de un hombre se convierte en                      realidad y sueño, entre memoria e
su propia conciencia”. 7                                 inconsciente explican la historia que
     Don Quijote es fiel a la idea de                    Montesinos cuenta a Don Quijote.
vivir la vida según la literatura. Es                    En este sueño, Dulcinea aparece
decir, de consentir en el engaño, en                     encantada con el toque real. Es la
el error de los tiempos mezclados                        figura aldeana y tosca, lejos de ser
para arrinconar su voluntad y volar                      la hermosa princesa del Toboso. El

7. Juan Bautista Avalle-Arce, Nuevos deslindes cervantinos, Barcelona, Editorial Ariel, 1975, pág. 373.

El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005                                                                                                                                    19
Carlos A. Rosso A.                                                                                                              Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

                                                                                                                          que me tienen, pues me han queri-
                                                                                                                          do privar del contento que pudiera
                                                                                                                          darme ver en su ser a mi señora.
                                                                                                                          En efecto, yo nací para ejemplo de
                                                                                                                          desdichados, y para ser blanco y
                                                                                                                          terrero donde tomen la mira y asies-
                                                                                                                          ten las flechas de la mala fortuna”.
                                                                                                                               No obstante, nuestro caballero
                                                                                                                          ejemplar no se rinde tan fácil. A
                                                                                                                          pesar de las experiencias que conti-
                                                                                                                          nuamente le quieren cambiar las
                                                                                                                          apariencias él quiere defender la
                                                                                                                          integridad de sus esquemas menta-
                                                                                                                          les. En su conciencia, el mundo y
                                                                                                                          sus problemas permanecen tal como
                                                                                                                          en sus lecturas iniciales. Pero cuan-
                                                                                                                          do en el sueño de la Cueva de Mon-
                                                                                                                          tesinos ve a Dulcinea fea y hedion-
                                                                                                                          da a ajos es el rompimiento del en-
                                                                                                                          canto. Su inconsciente no da un

                                                                                 Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré
                                                                                                                          paso más para reconocer a la bella
                                                                                                                          dama y tendremos entonces una
                                                                                                                          muestra de descontento que nece-
                                                                                                                          sariamente lo llevará a la desilusión
                                                                                                                          de ser caballero. Admitirá entonces
                                                                                                                          su deseo de volver a ser el de antes:
                                                                                                                          “Ya yo no soy don Quijote de la
                                                                                                                          Mancha, sino Alonso Quijano, a
                                                                                                                          quien me dieron renombre de Bue-
                                                                                                                          no”. El caballero renuncia a ser el
                                                                                                                          que es, depone su nombre y declina
                                        se mantendrá hasta el final de la his-                                            su voluntad. Todo el ideal respal-
acercamiento real a este personaje                                                                                        dado por la labor de los encanta-
se da por la vía del encantamiento      toria. El total de las aventuras, cada
                                        hazaña, viene a representar dramá-                                                mientos se viene abajo con la des-
como cosa curiosa. Lo real es lo                                                                                          ilusión y el desengaño. Don Quijo-
encantado, o mejor, debe aparecer       ticamente el equilibrio de esta dia-
                                        léctica: “Nada se pierde, todo se                                                 te no admitirá que vivió engañado
como tal, para discutir el desencan-                                                                                      durante el tiempo de su peregrina-
to que se tiene, una vez las explica-   transforma”.8 Se puede argumentar
                                        a este respecto que la permanente                                                 je. El mayor dolor lo tendría en el
ciones falten o no convengan. Di-
                                        contradicción entre lo real y lo fic-                                             encuentro con la verdad, ver cara a
cha transformación cumple con la
                                        ticio se facilita por esa visión per-                                             cara lo disparatado de su fascina-
dialéctica cervantina en donde las
                                        manente que mantiene un cruce en-                                                 ción. El hecho de que Don Quijote
apariencias no se pierden, se man-
                                        tre los dos planos. Don Quijote ya                                                se quede como vacío por dentro, con
tienen como las esencias de las co-
                                        lo ha notado y no puede concebir                                                  toda su amargura y debilidad, es una
sas. Don Quijote admite los encan-
                                        que esto ocurra, sobre todo con su                                                muestra clara de lo irrisorio de su
tamientos por ser trabajos superio-
                                        Dulcinea. Ya en el capítulo décimo                                                ideal. Su sueño se ha convertido en
res de seres propuestos para inter-
                                        de la segunda parte, su bella dama                                                pesadilla y pone en duda la posible
ponerse en sus empresas, sus haza-
ñas, irrumpir en sus sueños y no        es una labriega zafia oliente a ajos                                              fortaleza con la que inició con opti-
permitir logro alguno.                  que le hace declarar: “Sancho, ¿qué                                               mismo su lucha en los primeros ca-
                                        te parece cuán mal quisto soy de                                                  pítulos. De ahora en adelante la des-
    A lo largo de la novela esto es     encantadores? Y mira hasta dónde                                                  integración de su talante de caba-
visible, configura una tendencia que    se extiende su malicia y la ojeriza                                               llero nos va a mostrar los momen-

8. Ibídem, pág. 380.

20                                                                         El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A.                                                                                            Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote”

tos más tristes proporcionados por                      ma de resolver esta contradicción               prende y el diverso encuadre que
la desventura de un sueño, posible-                     según las medidas y proporciones                pretende abarcar con lo literario.
mente la imagen de otro engaño.                         como alcanza a apreciarse. El sue-              Como es también parte del engaño
Don Quijote soñador en oposición                        ño de Don Quijote en la Cueva de                pasa rozando el resto de situaciones
con el Quijote soñado nos revela el                     Montesinos, como capítulo central               de conflicto de la novela. Lo mismo
defecto del desdoblamiento de una                       que marca la desilusión, se llena de            sucede con el sueño y las diversas
naturaleza humana indefinible.                          todos los detalles de una realidad              imágenes que sobre este recurso
                                                        mugrosa proporcionada por los de-               maneja Cervantes con la maestría de
     Se puede señalar que el engaño
                                                        talles ridículos, vulgares y groseros           quien conoce su arte y lo presenta
proporcionado por la confusión de
                                                        de la leyenda.                                  de manera leve y pausada.
los tiempos y por el deseo de solu-
cionar aquellos entuertos difíciles,                         La lección que puede derivarse                  Hemos observado, también a
ha facilitado la tarea de resolver el                   del sueño que origina este cambio de            vuela pluma, el episodio de la Cue-
problema de qué hacer con el loqui-                     ruta del caballero andante puede es-            va de Montesinos como un capítu-
to una vez se canse de soñar y de                       tar en “un sentido de la vida”. Una             lo revelador de los artificios que
conseguir muy poco. De otra parte,                      vez despierto y de regreso a su mun-            maneja la novela en la búsqueda de
el antagonismo creado entre el se-                      do, les dice a Sancho y al estudiante:          una conclusión que rectifique la lo-
ñor y su escudero frente a cómo ver                     “Dios os lo perdone, amigos, que me             cura del Quijote. En detalle este
una realidad dispareja y dudosa y                       habéis quitado de la más sabrosa y              episodio es determinante con la idea
otra más real y fatigosa debe ser re-                   agradable vida y vista que ningún               de la derrota y la rectificación. La
suelto con la vuelta a la normalidad.                   humano ha visto ni pasado. En efec-             vida en su realidad supera la fanta-
Para aquellos lectores a quienes les                    to: ahora acabo de conocer que to-              sía y enfrenta el rigor de los idea-
costó trabajo aceptar la renuncia de                    dos los contentos de esta vida pasan            les. Don Quijote cede ante la impo-
Don Quijote es inexplicable y pa-                       como sombra y sueño, o se marchi-               sibilidad y ante el absurdo mismo
radójico comprender el interior de                      tan como la flor del campo” (II, Cáp.           de los encantamientos. Fieles al
un hombre que de soñador quede                          XXII). Es esta la clara lección que pro-        quijotismo en lo que tiene de heroi-
derrotado por el soñado. La verdad                      fundamente se puede inferir, saber              co y de humano descubrimos, como
clara indica que el mundo del pasa-                     que la vida es sombra o sueño, pero             lo hace el noble caballero, que una
do carece de retorno. El ideal de la                    se vive como si no lo fuera.                    vida refleja arte y conviene en un
caballería ha quedado atrás, no tie-                                                                    estilo con muchas facetas elocuen-
ne sentido en un hoy que discute                        Conclusiones                                    tes. Puede ser vanidad insistir en su
otras cosas y no está de acuerdo con                                                                    intento por su falta de sentido. No
                                                             Apenas hemos tocado en la su-
los ideales pretéritos. El recurso del                                                                  obstante, permite que el campo del
                                                        perficie varias interpretaciones en
sueño es utilizado por Cervantes                                                                        ideal esté presente y no cambie a
                                                        nuestra lectura de El Quijote. La
como la estrategia que abre el ca-                                                                      pesar de las intensas dudas que se
                                                        apreciación de los detalles corres-
mino de regreso para un Quijote                                                                         opongan. Decidir entre la decepción
                                                        pondientes a otros aspectos del aná-
derrotado y su correspondiente des-                                                                     y el entusiasmo es la tarea que
                                                        lisis queda pendiente para un desa-
doblamiento.                                                                                            Alonso Quijano debe realizar. En su
                                                        rrollo posterior. Por ahora, quisiéra-
     Para quienes creemos en el qui-                    mos destacar en lo que hemos dicho              lógica “la vida es algo más que sue-
jotismo por todo el valor humano                        la percepción que en torno a la lec-            ños y sombras”.
que representa, es casi imposible                       tura de un libro de libros se puede                 Frente a los problemas de fic-
aceptar el ideal trágico como la he-                    notar. Al tocar el tema del engaño,             ción, realidad, verdad e ilusión
rencia griega en permanente lucha                       un artificio cervantino como el de              que preocuparon al siglo XVII, la
con la vida. Vivir es el reto, el mila-                 interpretar el mundo del arte como              respuesta cervantina es dada con
gro que enfrenta la realidad del                        la señal vital es lo que transforma la          la imaginación. Por eso, su Qui-
morir. El Quijote, fiel a esta tradi-                   identidad de los personajes y con-              jote es “esa extraordinaria ilusión
ción, guarda esa correspondencia en                     vierte a la novela en el rompecabe-             de experiencia humana que no es
el momento de enfrentar lo inexo-                       zas desplegado en cada historia de              una reducción ni una deforma-
rable. Los lectores de la obra en su                    sus partes. El amor es un tema obli-            ción de esa experiencia humana,
aproximación al mundo cervantino,                       gado, pero hay que tocarlo de sosla-            sino un esclarecimiento de su na-
talvez se resistan a creer en la for-                   yo por las implicaciones que com-               turaleza”.9

9. Edward C. Riley, Teoría de la novela en Cervantes, Madrid, Taurus Ediciones, S A., 1971, pág. 345.

El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005                                                                                               21
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