Las cuatrocientas lecturas de "El Quijote"
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Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” “L’home n’est rien, l’ouvre est tout” Flaubert. CARLOS A. ROSSO A.* Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré * Ph.D. en Literatura. Docente visitante en la Odense Universitet en Dinamarca. Docente titular y emérito de la Universidad del Valle. Docente hora cátedra las Universidades: Autónoma de Occidente, San Buenaventura, Libre e Icesi. mrosso@telesat.com.co Fecha de recepción:10/02/05 fecha de aprobación:18/03/05 8 El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” tes vino a tener, él era un afortuna- Resumen do. Explicaba las necesidades insa- En este artículo se trata tisfechas del autor español, mientras de reflexionar en torno a una él podía disfrutar de todo lo que a lectura plural de la novela de Cervantes le fue difícil obtener por Cervantes. Se conceptualiza la falta de opciones. No obstante se sobre las diversas interpre- declaraba un eterno deudor de sus taciones encontradas y se favores. ¡Cuántos más podríamos discuten unos ejes temáticos decir lo mismo! Gracias a Cervan- que marcan el cauce de la tes hemos vivido de la literatura. Sin obra. Interesa pensar en este duda todos los profesores en esta área libro de libros que es El somos sus deudores. Constantes deu- Quijote en dos motivos im- dores y herederos de su fortuna ta- portantes: la vida como arte sada en léxico, en figuras, en metá- y el engaño foras, en imágenes de un tiempo complejo que por la magia misma de Palabras claves: lectura. su fantasía permanece sin cambios. arte. verdad. mentira. desdo- Pero también, hemos consentido con blamiento. locura las diversas imposturas en- Abstract contradas en su genialidad. Lo he- mos disfrazado de contenidos acci- This article attemps to dentales, sin fondo, sin lograr captar perform an open-view rea- lo esencial. De Cervantes hemos he- ding of Cervantes novel. It cho una larga letanía de calificativos conceptualizes upon the va- innecesarios a veces y de su Quijote rious interpretations found in caricaturas de comportamientos para the tex and it discusses some ayudar a explicar la estupidez. Con of the argumentative axes él no sólo aprendimos a sentir el en- that characterixe the develo- gaño sino a comprenderlo, a sacar pment of this literary work. ventaja del absurdo, de la mentira, It is significant to reflect de la verdad, de la mentira que es upon this book among books, verdad y viceversa, a tomar en serio Don Quijote, from two me- el humor, a reír en broma, a enfren- aningful standpoint: Life art tar el paradojal mundo de los ensue- and as deceit. ños, teniendo tan cerca la tristeza y Key words: reading, art, los cambios de fortuna, a darnos truth, lies, unfolding cuenta de las grandes contradiccio- nes en las que vivimos de manera permanente. En fin, a discutir un pro- blema que se lleva desde la anciani- Introducción dad de los tiempos, advertir junto a El profesor Enrique Anderson la ambigüedad la “sabiduría de lo in- Imbert, en una de sus clases de lite- cierto”.1 ratura en la Universidad de Harvard, Cervantes y su Quijote van por señalaba que él tenía mucho que la vida en un galope que se siente agradecerle a Cervantes porque con siempre actual. A pesar del tiempo, sus obras le había ayudado a ganar- cuatrocientos años de su escritura, se la vida. Irónicamente anotaba sus figuras siempre juntas se repi- cómo frente a la adversidad de una ten en la constante aventura del vi- lucha sin fin que el propio Cervan- vir. Son ilustradores de una litera- 1. Milan Kundera, El arte de la novela, Barcelona, Tusquets Editores, S. A., 1987. El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005 9
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” un constante admirador del lengua- je cervantino, puedo confesar que en un momento alcancé a tener más de cuatro ediciones de esta obra, incluyendo una edición expurgada hecha en época de Franco en Espa- ña y que omitía las referencias non sanctas que la iglesia española no quería que se publicaran. Quisiera decir que hice de cada una de las ediciones una lectura obligada. Cuando me veían con los libros y me preguntaban por ellos, podía res- ponder que estaba releyendo Pero a veces estaba leyendo el capítulo que no había alcanzado a terminar en otra lectura de una edición ya ho- jeada. No era una relectura propia- mente, era más bien la lectura olvi- dada, de descubrimiento, como si Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré hubiese comenzado a leer por pri- tura dialógica que va configurando mera vez. Es decir, la hipócrita re- todos los matices, los temas huma- ferencia a la relectura. nos de su momento, las vibraciones Mis afectos por el libro y por de tantos hechos en lo que se está los personajes se han ido incremen- atestiguando y que se engarzan con tando con el tiempo. Cada vez que las ideas permitidas en tiempos de acaricio la edición de Aguilar y gran tensión significativa, de gran- vuelvo a subrayar nuevos pasajes, des miedos por la fe, y de constante nuevos términos, nuevas conjeturas preocupación por la historia que se para su interpretación, siento que el cuenta, que se cree, y con la que se trabajo de la relectura consiste en engaña. Como diría Dostoievski, “la el descubrimiento de lo inacabado. mentira se salva por otra mentira”.2 He ahí la cualidad del clásico. El Este artículo lo hemos titulado lector no acaba de percibir el tras- “Cuatrocientas lecturas”, pensando fondo de todo aquello que precede que en cuatrocientos años se haya dicha lectura, porque no se termina hecho una lectura de El Quijote por lo que se tiene que decir. Estamos año. El dato no es exacto. Es un su- en presencia de una sorpresa perma- puesto con el que apenas nos situa- nente. Y para contraste de todas las demás lecturas, un clásico como El mos en la aproximación más remo- Quijote podría estar configurando el ta. Y si el libro ya viene a ser un fin y el comienzo de dos modelos clásico, como es innegable, aco- de mundo, la dualidad que se da giendo una de las definiciones que entre los personajes con una preten- da Italo Calvino en torno a por qué dida locura y con una cordura que leer los clásicos, el sentido de la lec- cede al final en una exposición re- tura se refiere mejor a relectura. Es partida de los roles identificados. posible que cuando hablamos de releer El Quijote, la verdad es que, El objetivo que pretendo desa- como dice Calvino, haya “una pe- rrollar en este trabajo no es revisar queña hipocresía”.3 Yo, que he sido una actitud crítica que me gustaría 2. “La mentira se salva por la mentira”, en Revista Número, Edición 43, Dic. 2004. 3. Por qué leer los clásicos, Barcelona, Tusquets Editores, S.A., 1993. 10 El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” llevar a cabo, sino más bien re- la de Cervantes. Vivíamos en Madi- flexionar sobre lo que una lectura son, Estados Unidos y era tal la de- plural, enfocada sobre el deseo de voción sentida por esta lectura, que arrancar varias interpretaciones, se montaba en su bicicleta, blandía puede despertar en una motivación una espada de plástico que tenía y pedagógica de la obra cervantina. Se gritaba antes de partir en actitud ha dicho que si pudiéramos medir ofensiva: “In the name of Dulcinea, con un metro la extensión del tra- I run to battle.” Sus compañeros se bajo escrito suscitado en torno a El le unían en la noble empresa y no Quijote le daríamos la vuelta a la faltaba quién preguntara quién era tierra. ¡Cuánto papel! ¡Cuánta escri- Dulcinea. No era un nombre común, tura! ¡Cuántas ideas! Es toda una identificable con el de sus hermanas obra descomunal, titánica. Hombres o amigas. Pocos lo habían oído. Aca- reconocidos dedicados a nombrar a so podría tratarse de alguna princesa Cervantes, a citarlo en la correspon- desconocida fácil de encontrar en dencia con la novela que origina una otros textos. Otros niños más curio- corriente, la discute y la critica en sos se acercarían a los diccionarios ella misma. Algo, en fin, que conti- enciclopédicos para averiguar. La núa y sigue inspirando, como si fue- curiosidad infantil de ese momento ra una literatura sagrada, diferentes se advertía con más cuidado del que aproximaciones, maneras de reco- se encuentra en estos días. Quisiera nocer la adicción como apoyo a la pensar que en esos años se estaba creencia. El Quijote como persona- cerca de la comprensión del ideal de je, a manera de santo, recupera la luchar por una dama como la tarea función inspiradora para revelar los más fantástica que se podría derivar secretos del alma humana. dentro del arte. Es posible que este El Quijote es una novela que mismo hecho se pudiera encontrar en revisa la existencia, al decir de Kun- otros contextos, en otros tiempos y dera; repasa un sentido de realidad latitudes. Esta anécdota vista con el que era necesario escamotear por- paso del tiempo me ha ayudado a que el personaje ha quedado dete- consentir con una interpretación de nido en un siglo que ya ha pasado y lectura de El Quijote. Tal vez debe- como si despertara de un sueño apa- ría ser ésta una primera causa para rece en otro signado por la cruel- orientar mi análisis y referirme a la dad. Y esta similitud hay que desta- lectura trescientos setenta y cinco carla, porque los desplazamientos como un posible punto de partida. Es calificativos que se efectúen dentro bueno decir que no pretendo histo- de las visiones de Don Quijote en riar cada lectura. La primera que se el cambio de las percepciones de las me antoja pudo ser la de Cervantes cosas son la materia del absurdo. A mismo, quizá la de Cide Hamete Be- la vez lo que implica la locura, y la nengeli. A lo mejor, por ser este un fantasía que se crea sobre el deter- trabajo en el que el encanto formaba minismo del ideal. una parte integral, un primer lector Hoy, cuando la vida gira en tor- pudo ser el cura del Toboso, o el bar- no de las frivolidades más extremas, bero. De hecho en la novela figuran de la devaluación del carácter y de haciendo el censo de los libros que los valores propios de una sociedad, don Alonso Quijano tiene en su bi- necesitamos el credo del Quijote para blioteca, incluyendo los del propio convenir con los cambios, para edu- Cervantes. Otro primer lector pudo car las inteligencias. Recuerdo que ser uno de tantos lectores que en esos mi hijo Carlos, un físico, sempiter- días tenía la Santa Inquisición. Como no estudiante, cuando niño leyó una se sabe, nada era oculto para ellos y versión infantil en inglés de la nove- las creaciones de este tipo eran las El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005 11
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” primeras en ser escrutadas con sumo libro. Entonces, al armar el conjun- rigor. Los pecados por ser infiel se to su resultado sería la colección de cobraban hasta con la vida, no sin obras correspondientes. Esto es, la antes pasar por las consabidas tortu- relación de ver la novela como el ras, muy católicas todas ellas. Por lo libro de libros. Parecería que cada visto Don Quijote pasó el examen. autor que quiere destacarse por su De hereje tenía muy poco y no lo obra, se dedica a llevar a cabo este podían acusar de converso. Su accio- trabajo. A contar la historia que re- nar subversivo tampoco le acredita- vela lo que otros no han contado, ba el miramiento serio de los censo- con el lenguaje especial que sólo res del sistema. viene a ser usado en la obra respec- tiva. Y así como ocurre con García Las primeras lecturas debieron Márquez en sus Cien años, pasó con ser muchas y aunque difíciles de con- Cervantes. El resultado es entonces tar manifestaron su asombro por lo encontrarnos con una obra plural que allí se narraba. Las risas debie- que presenta múltiples facetas, cam- ron estar también por doquier. Hace bios y que explica, pero también cuatrocientos años, quienes tuvieron calla, en la misma forma como en la fortuna de tener entre sus manos su despliegue se va desarrollando. una edición de El Quijote podían sentirse venturosos de entrar al rei- En todas las posibles lecturas no de la novela moderna. De descu- que sobre esta novela se han hecho brirlo en un autor como Cervantes, a se pueden encontrar ciertas constan- quien colocaría para siempre en un tes que a lo largo del tiempo han con- lugar de privilegio la literatura espa- figurado uno de los aspectos míticos ñola, y a quien cualquier halago que más atractivos en la apreciación del se le pudiera hacer era corto. personaje caballeresco. Además, contribuyendo a resaltarlo, el autor El desarrollo de nuestro trabajo ha resuelto balancear la desbordante se irá entonces armando venciendo actuación del Quijote con alguien la mortal resistencia de los acuer- que revela su propia contradicción, dos lineales. Más bien estaremos en o mejor, destaca otra visión de un correspondencia con lo destacable punto de vista dedicado a protago- a pesar de las fechas y de los años nizar la discusión del rol principal. que tanto pesan para el recuerdo. El equilibrio que muchos lectores Nos vamos a referir a ciertos ejes ven en este cotejo, advierte un ca- temáticos que sirven para orientar rácter que se puede identificar con interpretaciones. Posiblemente no quien resulta ser un compañero de digamos nada nuevo. Sabemos que viaje. La novela, al fin y al cabo, en en el fondo de toda novedad se ha- su primera parte es narrada como una lla instalado muy bien, como la pa- serie de aventuras, de acuerdo con loma en la caja de Pandora, el ana- un pretendido derrotero. Don Qui- cronismo. jote y Sancho han salido al campo como si se tratara de viajar. Salen de Un libro de libros paseo y conversan de las cosas ele- mentales, cuentan historias que se Una aproximación que se ha van corrigiendo en la base de la dic- realizado en torno a El Quijote ha ción, se intercalan otras de persona- sido la de ver la novela como un jes que sirven para ilustrar los pro- conjunto de aventuras todas ellas blemas del amor, formalizan teóri- ligadas por el héroe y su escudero, camente el peso de las grandes dis- como si se tratara de redondear las cusiones con el propósito de aparen- diversas explicaciones de múltiples tar el trasfondo de una reseña histó- problemas. En el examen de cada rica de quien pretende ser crítico de uno de ellos se debería dedicar un su edad. 12 El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” Una lectura contextual de El Quijote nos lleva a observar como si el libro encarnara un quehacer satírico. Ya desde el prólogo se ha- llan las referencias a Lope de Vega, de quien se cuenta que en esos mo- mentos era uno de sus posibles ene- migos. Y puede ser esto cierto, a juz- gar por la forma como ese amigo que se presenta ante Cervantes para recomendarle el modo de encarar la escritura de un prólogo, le da las indicaciones sobre qué decir, a quién nombrar, a quién citar y las diferentes maneras de posar como intelectual erudito. Tal vez esto ex- plique, al comienzo de la obra, la serie de poemas y sonetos iniciales a los que la mayoría de los lectores no les pone mucha atención. Esta era una manía de Lope cuando ador- naba sus escritos utilizando todos los recursos que mostraban pesada- mente su erudición. Pero más allá de la ridiculiza- ción a Lope, hay que destacar la otra sátira que se ha señalado referente a los libros de caballería. La crítica a estos libros se deduce de las refe- rencias constantes que se van dan- do sobre ellos a lo largo de la pri- Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré mera parte y su contraste con las ello, chocarse con un género litera- situaciones que enfrenta Don Qui- rio que, si se comparaba con el tea- jote. Quiere esto decir que la nove- tro, no representaba en grado de la cervantina es un libro recreado importancia el gusto de un público, con la ayuda de otros libros. De la era de difícil aceptación. Sin embar- lectura de Cervantes a una literatu- go, al dar forma definitiva a su no- ra de su época se deriva una indica- vela, dejando atrás las obras que ción de caminos, todos ellos cerca- incluían esta materia como puntos nos al Quijote. Discutir sobre la pa- intermedios entre la epopeya y la rodia, la burla y la sátira era un ejer- novela actual, llega al éxito. Es la cicio aparentemente muy casual. universalidad que la caracteriza con Estar en contra de algo, disgustar la inclusión de ese mundo libresco con lo que se encuentra, marcar referencialmente discutido lo que oposiciones eran los temas de su hace de esta obra una muestra dife- momento. Con estos elementos se rente. Identificada con la picaresca iría integrando la novela que a juz- por todo lo que encarna de ese modo gar por sus contenidos tendría esa de vida tan hispánico, nivela su an- visión de un libro que encierra va- damiaje con motivos bucólicos para rios libros, un libro de libros, por conseguir un armonioso equilibrio qué no decirlo, una Biblia. real y poético. Para Cervantes, el poeta que se El elemento literario destacable dolía de no tener cualidades para es el caballeresco. Pero, ¿es El Qui- El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005 13
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” jote una novela de caballería? Posi- frente a Goliat, por ejemplo, se re- blemente sea la mejor. Como tam- suelve como victoria para el héroe bién se pueden señalar sus conteni- porque éste es un guerrero, su tino, dos pastoriles ( los amores de Mar- además, es ejemplar. Así mismo está cela y el pastor Crisóstomo), la in- respaldado por un dios que es un fac- fluencia de la novella italiana (El tor primordial en la lucha. El resul- curioso impertinente), sus cuidado- tado es finalmente indudable. El hé- sos retratos de la vida española a la roe cervantino, en cambio, es confi- manera de Velázquez, sus rasgos gurado por la ocasión y obedece a picarescos ( Ginés de Pasamonte) y los patrones que dicta la ficción mis- otros elementos literarios que se ma. Es un personaje que maneja una confunden en la trama por ese pe- doble identidad: un hidalgo que gasta culiar sentido del humor que mane- su vida y su hacienda en la llanura jó Cervantes. de la Mancha. Dedicado a la lectura consume cuanta novela de caballe- El libro de libros se arma enton- ría llega a sus manos. En este exce- ces con los aspectos destacados de sivo pasatiempo no duerme por leer una literatura que Cervantes cono- las aventuras que le atraen hasta ció, leyó y comentó con el criterio transformarse en el tipo de héroe que de hacer literatura de la literatura. Se para su tiempo resultaría ya anacró- va a confeccionar con un lenguaje nico. Es ridícula su transformación abarcador de términos, dichos y re- de hidalgo a caballero andante. Pero franes que recogen lo popular y lo es gloriosa la razón que lo lleva a culto. De este modo va a ejemplifi- querer recuperar los valores perdi- car un estilo y será su escritura una dos en un tiempo en donde todo se clara demostración del castellano desarrolla siguiendo los parámetros reinante como habla, como lengua y de intereses bastardos y por supues- nacionalidad. Desde esta perspecti- to luchar en un mundo lleno de in- va una lectura de la novela se perfila justicias y grandes decepciones. con un interés que no se detiene en los acontecimientos como tales, sino Se necesitaba un superhombre en la medida como marcan al lector, para enfrentar las luchas que había en lo que tienen de extraordinario, que hacer, para enderezar los entuer- de raro o de extravagante. Una aven- tos e iniquidades impuestos por la tura como la de los molinos, por maldad. ¿Cómo piensa Don Quijo- ejemplo, tiene múltiples niveles en te enfrentarse a esos peligros con su comprensión y en los propios sus atuendos anacrónicos y sus des- modos de percepción de las cosas. compuestas armas? ¿Qué puede Como acontecimiento es un despro- pasar cuando este héroe caiga en pósito. Don Quijote en su locura true- desgracia en su primera aventura? ca el orden de las cosas y convierte Y algo más desconcertante: ¿Quién un objeto, el molino, en un sujeto, el puede creer en sus acciones cada gigante. Previamente el personaje ha vez más desafortunadas? Es tal la sido afectado por ese mundo de la dolorosa impresión, que otra lectu- fantasía en el que ese tipo de cam- ra llega a complementar el cuadro bios puede darse. Literariamente era de visiones posibles. ¿Cómo un loco concebible un efecto como este. La llega a ser la personificación de la magia podía intervenir y proporcio- justicia, de los ideales de libertad, nar los cambios más audaces. Sólo del bien? Se podría pensar que cual- que aquí la evidencia de una reali- quier hombre, ante la pretensión de dad parece discutir de otra manera llegar a convertirse en el adalid de los efectos que una acción como la uno de los valores que aquí señala- señalada debería tener. Una lucha mos, el encontraría un límite mar- entre un gigante y un héroe, David cado por la imposibilidad. Porque 14 El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” frente a las dificultades la respues- para gobernar, que reflejan la vida ta más inmediata está en lo imposi- de corte con sus bromas y desma- ble. A lo largo de la historia cuán- nes y mostrar el desdoblamiento de tos hombres y cuántas sociedades los roles principales en la obra. han renunciado a las luchas por te- Mario Vargas Llosa, en el prólo- ner la imposibilidad en su frente. go a la edición del cuarto centena- También hay que decir que muchos rio, que la Real Academia de la Len- hombres, y muchos pueblos han di- gua Española acaba de publicar, lla- cho si a lo que hay que defender y ma la atención sobre este detalle e ante aquello por lo que vale la pena indica: “El Quijote no cree que la luchar se han organizado para resol- justicia, el orden social, el progreso, ver los conflictos. Don Quijote, dis- sean funciones de la autoridad, sino paratado y ridículo, se convierte en obra del quehacer de individuos que, ese tipo de hombre necesario en su como sus modelos, los caballeros tiempo. Cuando le dice a Sancho andantes, y él mismo, se hayan echa- Panza: “La libertad, Sancho, es uno do sobre los hombros la tarea de ha- de los más preciosos dones que a cer menos injusto y más libre y prós- los hombres dieron los cielos; con pero el mundo en el que viven. Eso ella no pueden igualarse los teso- es el caballero andante: un individuo ros que encierra la tierra ni el mar que, motivado por una vocación ge- encubre; por la libertad así como nerosa, se lanza por los caminos, a por la honra se puede y debe aven- buscar remedio para todo lo que anda turar la vida, y, por el contrario, el mal en el planeta. La autoridad, cuan- cautiverio es el mayor mal que pue- do aparece, en vez de facilitarle la de venir a los hombres”, en su dis- tarea, se la dificulta”.4 curso Don Quijote ilustra una opi- nión en torno a uno de los valores Esta apreciación del novelista más preciados, un derecho humano peruano nos mueve a pensar en lo irrenunciable y desde luego condi- que posiblemente era la discusión ción para afirmar la vida en su com- que Cervantes concibió como tema pleta conformidad. En esta aprecia- de importancia: la autoridad y la ción Cervantes, que sabe de lo que legitimidad del poder. Le importa- está hablando, sostiene una verdad ba por fuerza mayor tener presente tan actual para plantear aun más en el ideal de libertad. Pues, el espíritu tiempos como los actuales. ¿Sería libertario del personaje va a estar en este juicio formulado por un loco? desacuerdo con las ideas defendi- O bien, para hacer este tipo de con- das por el régimen. De otra parte, ceptos en momentos de dificultades lo que hoy llamamos corrupción debió ser algo muy exagerado en ese ¿es preciso pasar por loco para evi- tiempo para que personajes como tar represiones que lleven a esa pér- Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré Don Quijote pudieran mostrar algu- dida de libertad? Esta cita como na confianza. De ahí el recelo y el ejercicio para discutir con la posi- temor en sus acciones al cuestionar bilidad interpretativa, pudiera ver- la moral imperante. se como una hazaña del héroe que ya en la segunda parte de la obra no Es claro que Don Quijote en está tan interesado en salir a reco- cada aventura quiere descifrar con- rrer los caminos polvorientos de tenidos en conflicto. Sus recorridos España, sino más bien en dejarse van a estar comparando las distan- notar con desarrollos que ponen a cias que en sus lecturas resultan di- prueba las capacidades de Sancho ferentes. Por esto sus hazañas se ale- 4. “El Quijote: novela de hombres libres”, en Lecturas Dominicales, El Tiempo, 11 de diciembre de 2004, pág. 2. El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005 15
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” piensa que el camino de Don Qui- jote es una búsqueda de lo ya des- crito en las lecturas de los caballe- ros andantes nada estaría siendo nuevo. El efecto de la parodia a par- tir de esa semejanza lo que estaría señalando sería únicamente la ver- sión repetida de lo contado con los mismos pelos y señales. El ingre- diente que disloca esa semejanza se encuentra en el humor que, al igual que la magia, produce el efecto equivocado. La razón que Don Qui- jote encuentra en cada resultado fa- llido, a diferencia de lo que ocurre en otras ocasiones de igual factura en las otras novelas de caballería, se debe y es subrayado por efectos de la magia. Como dice Foucault: “Y dado que esta magia ha sido pre- vista y descrita en los libros, la di- ferencia ilusoria que introduce será siempre una similitud encantada”.5 El engaño de los tiempos Una propuesta de lectura para esta novela estaría en la condición con la cual distinguimos dos tiem- pos: el de los caballeros andantes y el que debe enfrentar Alonso Qui- jano. Digamos el tiempo renacen- tista y el barroco. Entre estas dos instancias se sitúa Don Quijote, flor y nata de la caballería andante. Hay Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré que recordar que en la primera sali- da, nuestro caballero sale a la aven- tura sin dinero y cree que por el he- cho de presentarse como tal, nadie le va a cobrar lo que gaste o deba pagar. Cuando se le aclara que eso era antes, y alistándose para su se- gunda salida recuerda que debe lle- var algún dinero porque puede ne- cesitarlo. Este cambio que está pre- visto en la novela es una señal de jan de ser victoriosas. No se puede modelos. Con este orden encontra- ruptura con los delirios de perma- olvidar que él trata es de modificar mos nuevos modos de apreciar la nencia de lo ideal negativo. La fal- la realidad, bien para comprobar si lectura de la novela. ¿Cómo encon- sa luminosidad, creada por las ideas se parece a la de los libros, cuando trar esa vía que nos lleva a la segu- renacentistas en España, debió nu- no para seguir las enseñanzas de sus ridad de reconocer lo mismo? Si se blar la consistencia de fuerza y de 5. Michel Foucault, Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI Editores, S. A., 1977, pág. 54. 16 El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” rigor que para épocas más críticas convence a Sancho, lo maravilla con no era posible mantener. Cervantes, sus discursos de caballero andante conocedor del asunto, lo razona y y reconciliado con su nueva figura lo ironiza. La fórmula que él prac- es Don Quijote. El cambio puede ser tica está en un lenguaje de múlti- teatral. Un actor desempeña el pa- ples perspectivas. A manera de ma- pel de un personaje y lo caracteriza gia y conservando el humor, permite para despertar atracción, para esta- descifrar ese distanciamiento. El blecer expectativas de convenci- tiempo del recuerdo que está con- miento y lograr a la vez los aplau- signado en las lecturas de Alonso sos, o el silencio. ¿Qué tan buen Quijano se discute con el tiempo actor llega a ser Alonso Quijano? que demuestra el engaño con la ver- ¿Será un experto en engaños? dad. La analogía que quiere encon- ¿Cómo convenir en esta doble iden- trar El Quijote con el pasado es un tidad que decide conservar por lo delirio cuyo valor se encuentra en menos hasta el final de la obra? la ficción. Cervantes no agotará sus recursos La señal del cambio en el tiem- de poeta y de dramaturgo en la es- po está presente en el lenguaje. El critura de su novela. Parte de esta Quijote encierra en su estructura dos potencialidad que trasmite en sus novelas. Una en la primera parte, páginas da lugar en una de tantas caracterizada por el continuo vagar lecturas a que podamos encontrar el de aventura en aventura de nuestro dramatismo escénico intercalado en caballero. La otra, la segunda parte, las aventuras del caballero de la en la que se discute la primera, por- noble figura. que hay personajes que han leído el El engaño está también reforza- texto y reconocen a Don Quijote do con el lenguaje. Aquí las pala- como el personaje real que está pre- bras ayudan en la conversión, para sente. Pero Don Quijote no ha leído recoger lo visto y pensado permi- ese libro, lo ha vivido, y deberá salir tiendo la semejanza que envuelve en defensa de los cambios que se este acto de creación. En el interior presenten por error o falsificación. de cada palabra permanece la reali- Él, que es el producto de tanta lectu- dad en tanto verdad de cada acto El ra, es ahora el personaje de uno de Quijote, que como señala Foucault: los libros, su ideal y sus acciones. “no está en la relación de las pala- El engaño de los tiempos traba- bras con el mundo, sino en esta te- ja en la doble personificación de nue y constante relación que las nuestro héroe. Recordemos que es marcas verbales tejen entre ellas ante todo Alonso Quijano, el apa- mismas. La ficción frustrada de las sionado lector, quien decide conver- epopeyas se ha convertido en el tirse por fuerza de los argumentos poder representativo del lenguaje. de tanta novela en la figura trascen- Las palabras se encierran de nuevo dente. Un Cid modificado cuya ca- en su naturaleza de signos”.6 pacidad trasformadora de acciones La cruel tarea de la literatura, en hazañas viene a ser el paradig- como le oiría alguna vez decir a ma de lo ejemplar. Aquí don Alon- Borges, consiste en contar mentiras, so renuncia a ser lo que ha sido, un en hacerlas verdades y por consi- anónimo hidalgo para mutarse en el guiente creer que lo que leemos tie- Quijote, de quíen tendrán mucho ne un alto grado de certeza para con- que decir los tiempos venideros. venir con ello. Nada más cierto, en Don Alonso engaña a los suyos, otra lectura de El Quijote, que com- 6. Ibídem, pág. 55. El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005 17
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” Caballero de la Triste Figura, dife- rente al Caballero de los Leones y por supuesto poco reconocido como Alonso Quijano el Bueno. En todo caso, dentro de la variedad de nom- bres se precisa el engaño funcional- mente equilibrado. Responde a una opción de vida señalada por los he- chos para fijar aspectos múltiples de su personalidad heroica. Igual cosa sucede en el itinerario de la novela. Cervantes no quiere escribir algo como el Amadís de Gaula. De ha- berlo hecho, Don Quijote hubiese tenido una genealogía diferente. Esto es, se habría puesto a tono con los indicativos de su tiempo. No hubie- ra nacido en el lugar del que no quie- re acordarse, y su cuna debería ser noble y no simplemente hidalga. Como el barroco permite el desbor- Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré de, la confusión, el contraste, Cer- vantes altera estos órdenes. ¿Hasta dónde esta diferencia viene a confi- gurar una parte del engaño en la no- vela? Sin duda, el engaño propuesto nos permite indicar que existe una conciencia desviada por la locura y la mezcla del desorden que causa el desfase de los tiempos. Con qué iro- nía Cervantes nos presenta el mun- do de las equivocaciones junto a los probar el engaño que se reconstru- olvidar el trabajo de la literatura en desvaríos literarios. En ellos su mo- ye con los distintos recursos de los su tarea de ir más allá de la vida, o delo de caballero está pleno de mo- que los humanos nos tenemos que de marcar un deslinde entre lo vago delos para imitar con una finalidad valer. Don Quijote se engaña al ena- e impreciso para destacar las dife- posible de perfección. La vida de morarse de quien a sabiendas debe rencias entre ficción y realidad? Los Don Quijote es una vida artística. Su ser transformada por nombre y por lectores de Cervantes tienen ante sus mundo es igualmente lo más próxi- deseo en el ideal de mujer. En di- ojos un arquetipo de imaginación mo al arte para convenir en la afir- cho engaño Sancho participa, aun con el que se pretende elevar un arte mación de valores como la sabidu- creyendo que lo que ve no es lo que desde realidades cambiantes. Iden- ría, la virtud, la fama, etc. tiene que creer que es. Pero, burla tificando la novela como una caja Puede ser cierto relacionar el burlando, cae en el juego planteado de sorpresas en donde el engaño engaño con los ideales, o con los por su señor. El engaño con la ver- aparece expresado como una ver- sueños. En este tema, Don Quijote dad se revela de cuerpo entero y dad, es apenas aceptable que los mismo se confunde como caballero aparenta en su accionar los distin- detalles examinados sobre esta base andante de imitación artística, al re- tos artificios de una magia especial. terminen exhibiendo las cualidades ferirse a los actos de Amadís preten- Las cosas desaparecen y aparecen de lo extraordinario. diendo repetirlos para sentirse como como por encanto. Rara manera de La imagen del engaño es a la vez el héroe. Recordemos el pasaje en el ofrecer el aspecto real de los acon- un cambio con el que se recrean los que Don Quijote se impone una pe- tecimientos y combinar con las acontecimientos. Uno de ellos, la nitencia en Sierra Morena, muy si- deformaciones o cambios la conti- variedad de identidades de los per- milar a la de Amadís cuando se sin- nuidad de las cosas. Pero, ¿cómo sonajes. Don Quijote es a la vez el tió desdeñado y engañado por su 18 El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” amada Oriana. Dice Don Quijote: con la imaginación. Las imágenes “Siendo, pues, esto ansí, como lo es, mentales que los lectores de un pa- hallo yo, Sancho amigo, que el ca- saje como el citado pueden tener son ballero andante que más le imitare apenas un ejemplo de cómo la vida [a Amadís] estará más cerca de al- imita la literatura con la literatura. canzar la perfección de la caballe- Esto mismo se pudiera decir de todo ría”. Lo particular en esta escena es lo que ocurre en la primera parte de que Don Quijote no ha sido engaña- la novela. Pues las acciones tienen do por ninguna dama, por esto San- consecuencias inesperadas y si bien cho le indicará:”Paréceme a mí […] se puede apuntar hacia condiciones que los caballeros que lo tal ficieron de ejemplaridad, por su rareza, es fueron provocados y tuvieron causa esta la condición cervantina que nos para hacer esas necesidades y peni- ofrece con su arte. tencias; pero vuestra merced, ¿qué El paso que conduce del enga- causa tiene para volverse loco? ño al desengaño está dentro de la ¿Qué dama le ha desdeñado, o qué novela proporcionado por el sueño. señales ha hallado que le den a en- Es el inconsciente el que le dará al tender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna niñería con Quijote la vuelta a su mundo inicial, moro o cristiano?”. A lo que repli- el cambio de caballero andante a cará el amo: “Ahí está el punto, […] Alonso Quijano el Bueno. El sueño y ésa es la fineza de mi negocio; que que se encuentra en el episodio de volverse loco un caballero andante la Cueva de Montesinos, en la se- con causa, ni grado ni gracias; el gunda parte de la obra, es el recur- toque está en desatinar sin ocasión so con el que Cervantes confronta y dar a entender a mi dama que, si un hecho real con la aventura lite- en seco hago esto, ¿qué hiciera en raria. Según los romances carolin- mojado?” ( I, Cap. XXV) gios, Montesinos era un valeroso caballero de la corte de Carlomag- Parece que el entusiasmo imita- no, asociado con su primo Duran- dor cede ante el revés dado por la darte, y sobreviviente del desastre cordura. El orden de la vida le da a de Roncesvalles. Por asociación, en nuestro caballero una razón que aca- el sueño aparece en la Cueva de su ba por sentirla y aceptarla, y como nombre en un lugar de la Mancha. todo debe continuar, entonces se in- Se sabe que Durandarte tenía un corpora al juego de los efectos. La gran amor por Belerma, una dama penitencia de Sierra Morena es en- asociada con el ideal del amor puro, tonces un ejemplo más del engaño eterno e inquebrantable, como el con la verdad. Un acto gratuito de la que el Quijote cree sentir por su literatura y, como dice Avalle-Arce, dama Dulcinea. En este episodio el “Por primera vez, en las letras occi- sueño y la aventura aparecen entre- Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré dentales, al menos, un artista se ha lazados en una especie de ensam- lanzado a explorar problemas y po- ble del pensamiento del noble ca- sibilidades que surgen cuando la vo- ballero. Aquí las asociaciones entre luntad de un hombre se convierte en realidad y sueño, entre memoria e su propia conciencia”. 7 inconsciente explican la historia que Don Quijote es fiel a la idea de Montesinos cuenta a Don Quijote. vivir la vida según la literatura. Es En este sueño, Dulcinea aparece decir, de consentir en el engaño, en encantada con el toque real. Es la el error de los tiempos mezclados figura aldeana y tosca, lejos de ser para arrinconar su voluntad y volar la hermosa princesa del Toboso. El 7. Juan Bautista Avalle-Arce, Nuevos deslindes cervantinos, Barcelona, Editorial Ariel, 1975, pág. 373. El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005 19
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” que me tienen, pues me han queri- do privar del contento que pudiera darme ver en su ser a mi señora. En efecto, yo nací para ejemplo de desdichados, y para ser blanco y terrero donde tomen la mira y asies- ten las flechas de la mala fortuna”. No obstante, nuestro caballero ejemplar no se rinde tan fácil. A pesar de las experiencias que conti- nuamente le quieren cambiar las apariencias él quiere defender la integridad de sus esquemas menta- les. En su conciencia, el mundo y sus problemas permanecen tal como en sus lecturas iniciales. Pero cuan- do en el sueño de la Cueva de Mon- tesinos ve a Dulcinea fea y hedion- da a ajos es el rompimiento del en- canto. Su inconsciente no da un Don Quijote de la Mancha, Gustavo Doré paso más para reconocer a la bella dama y tendremos entonces una muestra de descontento que nece- sariamente lo llevará a la desilusión de ser caballero. Admitirá entonces su deseo de volver a ser el de antes: “Ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien me dieron renombre de Bue- no”. El caballero renuncia a ser el que es, depone su nombre y declina se mantendrá hasta el final de la his- su voluntad. Todo el ideal respal- acercamiento real a este personaje dado por la labor de los encanta- se da por la vía del encantamiento toria. El total de las aventuras, cada hazaña, viene a representar dramá- mientos se viene abajo con la des- como cosa curiosa. Lo real es lo ilusión y el desengaño. Don Quijo- encantado, o mejor, debe aparecer ticamente el equilibrio de esta dia- léctica: “Nada se pierde, todo se te no admitirá que vivió engañado como tal, para discutir el desencan- durante el tiempo de su peregrina- to que se tiene, una vez las explica- transforma”.8 Se puede argumentar a este respecto que la permanente je. El mayor dolor lo tendría en el ciones falten o no convengan. Di- contradicción entre lo real y lo fic- encuentro con la verdad, ver cara a cha transformación cumple con la ticio se facilita por esa visión per- cara lo disparatado de su fascina- dialéctica cervantina en donde las manente que mantiene un cruce en- ción. El hecho de que Don Quijote apariencias no se pierden, se man- tre los dos planos. Don Quijote ya se quede como vacío por dentro, con tienen como las esencias de las co- lo ha notado y no puede concebir toda su amargura y debilidad, es una sas. Don Quijote admite los encan- que esto ocurra, sobre todo con su muestra clara de lo irrisorio de su tamientos por ser trabajos superio- Dulcinea. Ya en el capítulo décimo ideal. Su sueño se ha convertido en res de seres propuestos para inter- de la segunda parte, su bella dama pesadilla y pone en duda la posible ponerse en sus empresas, sus haza- ñas, irrumpir en sus sueños y no es una labriega zafia oliente a ajos fortaleza con la que inició con opti- permitir logro alguno. que le hace declarar: “Sancho, ¿qué mismo su lucha en los primeros ca- te parece cuán mal quisto soy de pítulos. De ahora en adelante la des- A lo largo de la novela esto es encantadores? Y mira hasta dónde integración de su talante de caba- visible, configura una tendencia que se extiende su malicia y la ojeriza llero nos va a mostrar los momen- 8. Ibídem, pág. 380. 20 El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005
Carlos A. Rosso A. Las cuatrocientas lecturas de “El Quijote” tos más tristes proporcionados por ma de resolver esta contradicción prende y el diverso encuadre que la desventura de un sueño, posible- según las medidas y proporciones pretende abarcar con lo literario. mente la imagen de otro engaño. como alcanza a apreciarse. El sue- Como es también parte del engaño Don Quijote soñador en oposición ño de Don Quijote en la Cueva de pasa rozando el resto de situaciones con el Quijote soñado nos revela el Montesinos, como capítulo central de conflicto de la novela. Lo mismo defecto del desdoblamiento de una que marca la desilusión, se llena de sucede con el sueño y las diversas naturaleza humana indefinible. todos los detalles de una realidad imágenes que sobre este recurso mugrosa proporcionada por los de- maneja Cervantes con la maestría de Se puede señalar que el engaño talles ridículos, vulgares y groseros quien conoce su arte y lo presenta proporcionado por la confusión de de la leyenda. de manera leve y pausada. los tiempos y por el deseo de solu- cionar aquellos entuertos difíciles, La lección que puede derivarse Hemos observado, también a ha facilitado la tarea de resolver el del sueño que origina este cambio de vuela pluma, el episodio de la Cue- problema de qué hacer con el loqui- ruta del caballero andante puede es- va de Montesinos como un capítu- to una vez se canse de soñar y de tar en “un sentido de la vida”. Una lo revelador de los artificios que conseguir muy poco. De otra parte, vez despierto y de regreso a su mun- maneja la novela en la búsqueda de el antagonismo creado entre el se- do, les dice a Sancho y al estudiante: una conclusión que rectifique la lo- ñor y su escudero frente a cómo ver “Dios os lo perdone, amigos, que me cura del Quijote. En detalle este una realidad dispareja y dudosa y habéis quitado de la más sabrosa y episodio es determinante con la idea otra más real y fatigosa debe ser re- agradable vida y vista que ningún de la derrota y la rectificación. La suelto con la vuelta a la normalidad. humano ha visto ni pasado. En efec- vida en su realidad supera la fanta- Para aquellos lectores a quienes les to: ahora acabo de conocer que to- sía y enfrenta el rigor de los idea- costó trabajo aceptar la renuncia de dos los contentos de esta vida pasan les. Don Quijote cede ante la impo- Don Quijote es inexplicable y pa- como sombra y sueño, o se marchi- sibilidad y ante el absurdo mismo radójico comprender el interior de tan como la flor del campo” (II, Cáp. de los encantamientos. Fieles al un hombre que de soñador quede XXII). Es esta la clara lección que pro- quijotismo en lo que tiene de heroi- derrotado por el soñado. La verdad fundamente se puede inferir, saber co y de humano descubrimos, como clara indica que el mundo del pasa- que la vida es sombra o sueño, pero lo hace el noble caballero, que una do carece de retorno. El ideal de la se vive como si no lo fuera. vida refleja arte y conviene en un caballería ha quedado atrás, no tie- estilo con muchas facetas elocuen- ne sentido en un hoy que discute Conclusiones tes. Puede ser vanidad insistir en su otras cosas y no está de acuerdo con intento por su falta de sentido. No Apenas hemos tocado en la su- los ideales pretéritos. El recurso del obstante, permite que el campo del perficie varias interpretaciones en sueño es utilizado por Cervantes ideal esté presente y no cambie a nuestra lectura de El Quijote. La como la estrategia que abre el ca- pesar de las intensas dudas que se apreciación de los detalles corres- mino de regreso para un Quijote opongan. Decidir entre la decepción pondientes a otros aspectos del aná- derrotado y su correspondiente des- y el entusiasmo es la tarea que lisis queda pendiente para un desa- doblamiento. Alonso Quijano debe realizar. En su rrollo posterior. Por ahora, quisiéra- Para quienes creemos en el qui- mos destacar en lo que hemos dicho lógica “la vida es algo más que sue- jotismo por todo el valor humano la percepción que en torno a la lec- ños y sombras”. que representa, es casi imposible tura de un libro de libros se puede Frente a los problemas de fic- aceptar el ideal trágico como la he- notar. Al tocar el tema del engaño, ción, realidad, verdad e ilusión rencia griega en permanente lucha un artificio cervantino como el de que preocuparon al siglo XVII, la con la vida. Vivir es el reto, el mila- interpretar el mundo del arte como respuesta cervantina es dada con gro que enfrenta la realidad del la señal vital es lo que transforma la la imaginación. Por eso, su Qui- morir. El Quijote, fiel a esta tradi- identidad de los personajes y con- jote es “esa extraordinaria ilusión ción, guarda esa correspondencia en vierte a la novela en el rompecabe- de experiencia humana que no es el momento de enfrentar lo inexo- zas desplegado en cada historia de una reducción ni una deforma- rable. Los lectores de la obra en su sus partes. El amor es un tema obli- ción de esa experiencia humana, aproximación al mundo cervantino, gado, pero hay que tocarlo de sosla- sino un esclarecimiento de su na- talvez se resistan a creer en la for- yo por las implicaciones que com- turaleza”.9 9. Edward C. Riley, Teoría de la novela en Cervantes, Madrid, Taurus Ediciones, S A., 1971, pág. 345. El Hombre y la Máquina No. 24 • Enero - Junio de 2005 21
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