LECTURAS TRANSVERSALES DEL QUIJOTE
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NÚMERO 27 DICIEMBRE DE 2006 ISSN 1696-7208 DEPOSITO LEGAL: SE – 3792 - 06 LECTURAS TRANSVERSALES DEL QUIJOTE AUTOR: Alejandro Salgado Martínez. Y porque veáis cuáles sois los hombres desgraciados y cuán a peligro tenéis lo que más estimáis, hase de advertir que las cosas de más valor en vosotros son la honra, la vida y la hacienda. La honra está junto al culo de las mujeres; la vida, en manos de los doctores, y la hacienda, en las plumas de los escribanos; ¡desvaneceos, pues, bien mortales! (Quevedo, Sueño del inferno, 124) Operibus credite, et non verbis (II, 25) REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 1 E- Mail ense41@csi-csif.es
INTRODUCCIÓN Fruto de la experiencia durante el curso 2003-2004, el siguiente trabajo es la plasmación de un proyecto de trabajo que pretendía abordar los contenidos transversales a partir de la lectura de diversos fragmentos de la obra cervantina. Desarrollado en el curso de Primero de Bachillerato por cuestiones tanto del Currículum Oficial —El Quijote se presenta como una lectura obligatoria para este curso— como referidas a la propia madurez de los alumnos. Fundamentamos nuestra labor en el apartado segundo del artículo 27 de la Constitución Española de 1978, donde se lee: “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”. Consideramos que los temas transversales tienen un valor importante para dicho desarrollo personal e integral de los alumnos, así como para construir un proyecto de sociedad más libre y pacífica, más respetuosa hacia las personas y también hacia la propia naturaleza que constituye el entorno de la sociedad humana. Leyendo El Quijote es posible pensar y reflexionar con los alumnos sobre todos los aspectos relacionados con la convivencia referidos a nuestras costumbres y a otras distintas, a mostrarlas, a conocerlas para que nos ayuden a sentirnos mejor, a elevar nuestra autoestima. Todo parece incluido en el libro, que procura abarcar cuanto rodea y afecta al ser humano y a la novela misma (autor, traductor, impresor, lector, comentarista...). En definitiva, constituye una síntesis poética del ser humano 1 . 1 En "De lo útil y de lo honrado" (Ensayos III, 1, 10), escribe Montaigne lo siguiente: "Nuestro ser está cimentado en cualidades enfermizas; la ambición, los celos, la envidia, la venganza, la superstición, la desesperación, alójanse en nosotros con posesión tan natural que reconocemos su imagen también en los animales; incluso la crueldad, vicio tan desnaturalizado; pues en medio de la compasión sentimos en nuestro interior cierta punta agridulce de voluptuosidad maligna al ver sufrir a los demás; y siéntenlo los niños [...] Y quien eliminase la semilla de dichas cualidades del hombre, destruiría las condiciones fundamentales de nuestra vida. Del mismo modo, en toda sociedad, hay oficios necesarios no sólo abyectos sino incluso viciosos; los vicios hallan su lugar y emplénse para la costura de nuestra unión, como veremos para la conservación de nuestra salud". O como diría F. Nietzsche, Humano, demasiado humano. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 2 E- Mail ense41@csi-csif.es
a) OBJETIVOS A partir de ahí establecimos una serie de objetivos que podrían enumerarse del siguiente modo: - Extraer los valores sociales propios de la época de Cervantes. - Deslindar las ideas peculiares y propias de Cervantes frente a las comunes de la época. - Distinguir similitudes y diferencias entre los valores sociales de la época cervantina y los actuales. - Profundizar en el conocimiento de la sociedad cervantina para valorar los avances sociales de nuestra época. - Conocer, ante los problemas sociales y morales que se plantean, las soluciones que aporta el Quijote y la resolución que en casos semejantes se da en la época actual. - Diferenciar las Instituciones que en aquella época proponían los valores sociales y las que velan por ellos ahora. - Profundizar en el conocimiento de los valores que se defienden en nuestra época y observar la evolución producida desde los siglos XVI y XVII. - Reflexionar que toda acción conlleva derechos y deberes. - Diferenciar que los derechos se consideran unidos a la libertad mientras que los deberes a la sumisión. - Poner en práctica las operaciones “Hacer valer mis derechos” y “Cumplir un deber”. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 3 E- Mail ense41@csi-csif.es
b) CONTENIDOS Los contenidos se eligieron a partir de una serie de temas que aparecen en El Quijote. Se procuró que fueran aquellos que pudiesen ofrecer una relación con determinados problemas de la época actual o que plantearan cuestiones significativas en el momento en que se escribió la obra, pero siempre intentando la aplicación a nuestros días como referente inmediato. Así, se seleccionaron los siguientes: • La ruptura del mito romántico sobre los fines de la Caballería Andante • Alonso Quijano El Bueno, ¿don Quijote EL Malo? • Virtudes y valores • El tema de la libertad • El tema de la justicia • El tema del amor y las ideologías • La amistad: don Quijote y Sancho • La mujer en la obra cervantina • La venganza • Castigos • El engaño REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 4 E- Mail ense41@csi-csif.es
c) METODOLOGÍA El método de trabajo era bastante sencillo: con suficiente antelación se repartían los textos selecccionados, sobre los cuales los alumnos tendrían que señalar algunas pautas de comportamiento de los diversos personajes y extrapolar los valores plasmados en el texto a la actualidad. Este ejercicio escolar de recreación de una obra clásica y su adaptación a la actualidad pretende hacer ver que precisamente son clásicas aquellas obras en las que subyace —aparte de condicionantes de época y cultura 2 — algo inherente a la condición humana donde el lector de hoy se puede reconocer porque presentan valores universales e intemporales que constituyen el eje de la literatura universal (amor, odio, muerte, valentía, libertad...). Por otro lado, la falta de valores que la obra de Cervantes denuncia en la sociedad española de hace 400 años 3 tiene la misma vigencia en la sociedad actual. De ahí, la universalidad ética de El Quijote. La ética y la moral en la literatura de la época Hasta Cervantes, las categorías sociales se interpretaban como categorías morales, porque en ellas se objetivan las expectativas sobre el comportamiento de los sujetos, definidos por relación a un código de privilegios y deberes, desde los que se pretende determinar el grado de vicio o virtuosismo. De este modo, el decoro prescribía paralelamente los límites sociales y morales del personaje. Paralelamente, el carácter del personaje se definía en relación a una condición actancial que sitúa al sujeto en una posición de decisión ante los hechos de la fábula, que habrán de desembocar, de forma lógica y verosímil, en un desenlace adecuado al orden social y moral. Existe, 2 Es evidente que algunos de los valores de la obra, como ya veremos, no tienen actualidad, pues son propios de la época del autor. De aquí surge un conflicto, pues algunos de los valores de la obra chocan frontalmente con los actuales o no tienen validez hoy día. 3 El Quijote ha sido estudiado desde múltiples puntos de vista: como una obra de arte del lenguaje, como espejo de un país y una época dinámicos y abigarrados, como apología de la libertad y el altruísmo, repertorio de consolaciones y panoplia de propuestas de vida. Como bien se sabe, entre estos factores interrelacionados (y con referencia sobre todo a España) se incluyen la explotación económica de las colonias americanas con su importación de plata y oro; el nuevo sistema mundial de comercio; la expulsión de los judíos y, más tarde, de los moriscos; la esclavitud, el cautiverio y la piratería; la incompetencia financiera de los Austrias con sus deudas, devaluaciones, inflación y adulteración de las monedas; marcados constrastes entre un ostentoso lujo y la pobreza más abyecta; transformaciones en las clases sociales (una nueva clase mercantil, la venta de títulos de nobleza, ciertas posibilidades de ascenso y descenso social); la movilidad geográfica; severas hambrunas y pestes; el constante problema del paro; y un largo etcétera. Por supuesto, tales sucesos y transformaciones tuvieron hondas repercusiones no sólo en la economía sino más extensamente en el carácter de las relaciones sociales y en la misma constitución del sujeto ético que entre tanto flujo de valores carecía de un estable centro axiológico. Aunque también se puede señalar el inmovilismo de determinados sectores, las resistencias ya no representaban la doxa tradicional sino más bien posturas en un ambiente polemizado en el que cabían actitudes que iban desde la reverencia hasta la burla, y en el que opinaban escritores de todo tipo que abarcaban desde novelistas hasta arbitristas. Podríamos imaginarnos en ese mundo caracterizado por abuso del poder, injusticia, cautiverio, esclavitud, menosprecio, vergüenza, envidia, crueldad, odio,rencor, malicia, hipocresía, venganza, castigo, obligaciones impuestas, acusaciones, culpa, resentimiento, victimización, etc. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 5 E- Mail ense41@csi-csif.es
pues, el reconocimiento de una tentativa de libertad humana, limitada a posteriori por los imperativos de un orden moral trascendente. De este modo, la anterior literatura convierte al personaje en una categoría social y moral determinada funcionalmente por el decoro de su condición estamental. Así se codificaba, desde la creación literaria, una concepción lógica, moral y funcional de prototipos estamentales. La moral en Cervantes y su tratamiento en este trabajo Sabemos que el género de la novela no tenía entonces mucho prestigio y que la desconfianza hacia él, de las autoridades eclesiásticas era profunda, probablemente a causa del miedo de que la literatura de entretenimiento pudiera -si no se tomaban severas medidas de prevención- emanciparse del control de la Iglesia. Así, la novela pasaba por ser un arte frívolo, con peligro de caer en la heterodoxia,al poner la distracción por encima de la moral. La Inquisición sometía, por lo tanto, la producción novelística a un riguroso control. Ya en tiempos de Cervantes, se puede observar una tendencia a la progresiva moralización de la literatura narrativa, una tendencia que se perfila claramente en el Guzmán de Alfarache, en el que la acción picaresca está, más de una vez, a punto de ahogarse en un mar de comentarios moralizantes. Con el tiempo iba prevaleciendo cada vez más la reflexión moral sobre la materia narrativa hasta que esta última, hacia la mitad del siglo XVII, desaparece por completo, como sucede en las 'novelas' de Gracián. Como ha señalado Hans-Jörg Neuschafer en su libro La ética del Quijote, podemos diferenciar por un lado la acción principal de los dos personajes frente a la acción de los episodios intercalados. Aún gozando ambas partes de una dimensión moral, la problemática de la acción principal, aun siendo análoga a la de las intercalaciones, no puede alcalzar, en el cómico mundo de la cotidianidad, la misma relevancia que en las novelitas intercaladas, por la sencilla raazón de que, en tiempos de Cervantes, lo cotidiano no admitía aún un tratamiento serio, mientras que lo serio estaba limitado a un ambiente elevado. Así pues, distinguimos las distintas aventuras por su morfología, las cuales admiten desde un principio una dicotomía muy general: 1. Aquellas en que el caballero actúa de protagonista. 2. Aquellas que, directamente o indirecta, atañen a otros personajes y en las que el caballero asume un segundo papel, cuando no el de mero espectador. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 6 E- Mail ense41@csi-csif.es
Teniendo en cuenta que Cervantes no sacrifica nunca la narración a la moralización -como lo hizo Mateo Alemán-, también es cierto que busca siempre un equilibrio entre entretenimiento y enseñanza. No hay más que leer el prólogo de las Novelas Ejemplares para darse cuenta de ello 4 . Además, en el Quijote no se le impone ya al lector ninguna lección ex cathedra. Todo lo relacionado con eneseñanza y moral está en boca de los distintos personajes que intervienen en la ficción y que por cosiguiente no dicen más que sus verdades, 'verdades' que el lector es libre de tomar o no en consideración. Los episodios intercalados sirven para poner de manifiesto que en el Quijote la vida no es solamente un juego, sino que este juego tiene sus límites, cuando están en tela de juicio los fundamentos de una moral cristiana y de un comportamiento verdaderamente ético. O, como decía Leo Spitzer: “como moralista, Cervantes no es, de ningún modo, perspectivista” (en el sentido ambiguo). iempre que Cervantes construye, sobre cuestiones éticas es lógico suponer que se trata de algo esencial para él, de algo que, a su juicio, pertenece al campo de lo normativo e incuestionable. Es relativamente fácil ir señalando cada uno de estos temas a medida que se lee el libro, ya sea resaltano y potenciando los actos positivos, o bien desechando los actos negativos. Lo primero que me llamó la atención es que en el Quijote la mayoría de estos temas tendrían que darse EX CONTRARIO. En la acción principal del Quijote hay, pues, una lección moral, aunque en buena parte negativa y como de fondo 5 . Pero será en los episodios intercalados, de estilo noble y seria 4 Para Cervantes era imposible la moralización si ésta no llevaba aneja un goce estético, porque ética y estética coincidían en la verdad artística. Por encima y por debajo de los avisos y ejemplos edificantes existía una región en que lo poéticamente verdadero y lo ejemplar se reconciliaban, y éste debe haber sido el sentido amplio en que Cervantes entendía la ejemplaridad. Al fin y al cabo, la literatura imaginativa era ejemplar simplemente por ser representación de la vida. (Edward C. Riley,Teoría de la novela en Cervantes, Madrid, Taurus, 1971, página 170). De este modo, se trataba de una mera advertencia al lector para que se fijase en ella, para que se diera cuenta de que la obra bien hecha, verosímil, armónica y consonante, implica el goce intelectual de la verdad artística y literaria, lo que conlleva inevitablemente la satisfacción ejemplar que produce la verdad moral aneja. Independientemente de que, en ocasiones, se roce o no, parcialmente, episódicamente, la inmoralidad. Y por ello también es imprescindible tener en cuenta que dicha ejemplaridad no se revela nunca con claridad (recuérdese que el autor advierte: si bien lo miras). Así pues, la ejemplaridad de estos relatos no sólo hace converger ética y estética, sino que implica, al necesitar de la participación activa del lector, una defensa de la dignidad y de la libertad humanas. Subrayaba también Cervantes en ese prólogo el carácter cristiano de su obra (en oposición a las novelitas de Boccaccio), y no en balde afirmaba Cervantes que su obra cumbre era, no el Quijote, sino Los trabajos de Persiles y Segismunda, donde el entretenimiento está aún más mezclado con la reflexión moral. Si esto se basaba en la firme convicción de Cervantes o más bien en el recelo hacia la Inquisición, no lo sabremos nunca. Pero tampoco importa saberlo ya que Cervantes llega siempre hasta los límites de lo que permitiría la ortodoxia reinante. 5 No es raro, pues una obra como el Lazarillo servía, en principio, como modelo de anticonducta. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 7 E- Mail ense41@csi-csif.es
filosofía, donde cuaje esa moral de manera eminente. En esta experiencia hice hincapié en el hecho de que mis alumnos se acercaran al libro como reflejo de la vida misma. Me explico, generalmente se tiene a don Quijote como modelo de persona honrada y justiciera, en cambio, sus actitudes no se corresponden con estos estereotipos 6 . En vez de reproducir las modalidades de conducta ética más común y tópica de su tiempo para reconfirmarlas, como ocurría en el teatro, por ejemplo, Cervantes las problematiza continuamente, poniéndolas en tela de juicio y mostrando sus facetas ocultas, su callada lógica. Cada novela ejemplar y cada episodio de las novelas largas es un experimento no sólo en el terreno artístico sino también en el ético. Surgen inevitablemente cuestiones de valor, de derechos, de obligaciones, de responsabilidad y reciprocidad. Esto no quiere decir que Cervantes abarque con igual intuición toda la gama humana. A diferencia de escritores como Dante o Shakespeare, Cervantes ahonda poco en la psicología de sentimientos tales como la envidia, el rencor, el odio, la vergüenza. Sus aciertos, a menudo insuperables, se encuentran por otros caminos, en lo que se refiere al retrato del alma humana y la descripción de los resortes según los cuales se mueve, se siente y se relaciona. 11.. LLA ARRU UPPTTU URRA ADDEELL M MIITTO ORRO OMMÁ ÁNNTTIIC COO SSO OBBR REE LLO OSS FFIIN NEESS D DEE LLA ACCA ABBA ALLLLEER RÍÍA AAAN NDDA ANNTTEE Hasta relativamente hace poco tiempo, los estudios cervantinos se acercaban a la figura de don Quijote bajo un velo de romanticismo. Lo esencial de ese entendimiento es la tesis de la tragicidad del Quijote, según la cual el protagonista es sólo superficialmente una figura ridícula y representa, en el fondo, el prototipo del idealista mal comprendido que buscando lo bello, lo bueno y lo justo, fracasa estrepitosamente porque el mundo no le entiende, ni quiere entenderle siquiera. Ahora bien, es importante que nuestro comprendan que en realidad y en la intención de Cervantes no es don Quijote quien tiene razón, sino el mundo que le rodea y el orden divino. Es, pues, 6 Es ya corriente aceptar que el pensamiento del autor del Quijote se expresa con frecuencia por boca del personaje epónimo, quien, amén de hombre de acción, es un “intelectual” que opina sobre todo, hasta un punto tal que la exposición de sus opiniones consume más tiempo narrativo que la de sus acciones. Es nuestra obligación que quede claro el deslinde entre don Quijote (personaje im aginario de Alonso Quijano) y Cervantes. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 8 E- Mail ense41@csi-csif.es
indicado que no se mida el mundo desde el punto de vista de don Quijote (como lo hicieron los románt icos) sino que, por el contrario, se mida a don Quijote desde el punto de vista del mundo teniendo en cuenta las consecuencias que su comportamiento tiene para los otros. Partiendo de esto, hay que considerar dos aspectos bien distintos: por un lado, la relación que tiene don Quijote con los demás como aventurero andante, poseído por un quimérico ideal caballeresco, y, por el otro, la relación que tiene con el mundo como amigo de Sancho Panza y de otros personajes de la novela. Veremos cómo don Quijote juega un papel completamente distinto como caballero andante y como amigo de Sancho. Tendremos que prestar especial atención a las consecuencias que esta falsa interpretación de la realidad tiene para don Quijote y para el mundo que le rodea. Para Cervantes ética y estética van juntas. El artista de la palabra tiene la misión sagrada de hacer posible que el hombre común y corriente ejerza su “libre albedrío”. Por eso no nos aclara Cervantes nunca el fondo último de su pensamiento. Pero tampoco nos lo oculta. Lo deja entrever por sugerencias y alusiones perceptibles para quienes estén dispuestos a desprenderse de las convenciones ideológicas de su sociedad y de su cultura, y a reaccionar libre pero esclarecidamente antes los datos y los hechos. Frente a ello, eEl héroe tradicional sólo tiene una opción única, que en consecuencia se convierte en irreversible destino literario. Para Alonso Quijano, el hacerse caballero andante es la posibilidad más inverosímil de todas, ya que es un invento de su locura, es la cabal expresión de su absoluta libertad de escoger. Don Quijote agrupa los males que va a combatir en ese número de cinco que con el de cuatro es tan característico de la época:. Los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer. Por otro lado, la frase de don Quijote (II, 28) para enseñarle cómo se han de perdonar los sujetos, y supeditar y acocear los soberbios, es alusión al PARCERE SUBJECTIS ET REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 9 E- Mail ense41@csi-csif.es
DEBELARE SUPERBOS 7 , que Virgilio atribuyó al pueblo romano y don Quijote a los caballeros andantes, según Clemencín. Al contraponer el mundo caballeresco vivido sobre todo por don Quijote al mundo vivido por la mayoría de los demás personajes, el Quijote yuxtapone y expone distintos sistemas de valores. El valor, la estima, la victoria, la venganza o la recompensa están tasados según los criterios fijos y previsibles de la lógica casi hermética presente en la idealización libresca del mundo caballeresco. Esto produce un constante extrañamiento, un juego de espejos y de ecos. Concretamente, don Quijote no asume la moral social de los demás: no valora de la misma manera que los demás a las personas y las cosas, hace como si desconociera las convenciones y pactos sociales más rudimentarios, pone en práctica nociones de justicia contrarias a las institucionalizadas, explica las cosas según distintos principios de causa y efecto -después de tanto palo en la Iª parte, hasta se imagina envidia por parte de sus encantadores-, no siente contento y tristeza de acuerdo con lo esperado, etc. Así, en muchas ocasiones, subvierte el orden establecido, lo cual es cómico y absurdo, pero también su transgresión de las normas deja al desnudo lo absurdo y lo formulaico de significativos aspectos de la economía ética que subyace en las relaciones humanas; de esta manera, la parodia nunca se limita sólo a lo caballeresco. Incluso su relación con el mundo libresco de la caballería, que tiene su propia economía ética, es más que problemática. Según el credo romántico el fracaso idealista ante la banalidad de los intereses materiales representa una catástrofe existencial. Contra esta opinión, Auerbach pone de relieve con toda razón la locura de don Quijote, quien no mejora nada y no ayuda a nadie (341) 8 . Y sigue diciendo que, comparado con esta locura, el mundo real, a pesar de sus defectos, parece funcionar bastante bien: don Quijote no tiene razón mientras está loco; él sólo está equivocado en un mundo bien ordenado, 7 ‘Ayudar a todos aquellos que son víctimas de injusticia y abatir a los arrogantes’ [Eneida, canto VI, v. 864) 8 Según la edición de la colección Dalp, Berna y Munich, 1964 (traducción de las citas N. J. N.) REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 10 E- Mail ense41@csi-csif.es
en el que todos, excepto él, están en su sitio. El mismo así lo reconoce al final, cuando, muriendo, se reintegra al orden establecido. 2. ALONSO QUIJANO EL BUENO, ¿DON QUIJOTE EL M ALO? El escudero del Lazarillo, orgulloso y vano,cuya idea de su propia importancia se aleja tanto de sus posibilidades reales, es un precursor del caballero manchego, y Lazarillo le tiene lástima, como se la tienen a don Quijote el cura y el canónigo. Y se lanza ahora una pregunta, ¿si Alonso Quijano es apodado el Bueno, acaso don Quijote es el Malo? Desde que don Quijote se decide a hacerse caballero andante se empeña en valer más al cobrar "eterno nombre y fama" (I, 1) mediante sus hazañas. Es decir, su enajenación consiste en valorar el mundo exterior desde la balanza de valores definida por su fantasiosa visión del mundo, y puede, gracias a su locura, despreciar aquellos aspectos de la realidad que puede percibir, pero como no le valen para configurar y corroborar su mundo, no los tiene en cuenta y no los valora como realidad. Consiste en querer mejorar el mundo, incluso en querer redimirlo. Se arroga, pues, don Quijote -aunque no sea intencionadamente- casi un papel de redentor divino, lo cual es, en el Siglo de Oro, un pecado grave, pura soberbia y pura arrogancia. Y no sólo esto. Al recobrar su razón descubre don Quijote también su verdadero ser: el de Alonso Quijano el bueno, que, durante casi cincuenta años, había llevado una vida honrada, hasta que cayó en aquella locura caballeresca que, al morir don Quijote como Alonso Quiijano, no es ya más que un episodio en la vida de un hombre en esencia bien intencionado. En el tercer capítulo de la novela, don Quijote se enfada con el autor, tratándole de ignorante, porque se había atrevido a mezclar la acción principal con “cuentos ajenos”. Pero naturalmente es don Quijote aquí parte interesada, ya que cualquier interrupción aparta la atención REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 11 E- Mail ense41@csi-csif.es
del lector de su protagonismo: y no sé yo qué le movió al autor a valerse de novelas y cuentos ajenos, habiendo tanto que escribir en los míos. [...] Pues en verdad que en solo manifestar mis pensamientos, mis suspiros, mis lágrimas, mis buenos deseos y mis acontecimientos pudiera hacer un volumen mayor o tan grande, que el que pueden hacer todas las obras del Tostado (II, 3). Esa moral del fracaso constituye el golpe de gracia que el Quijote asesta a los valores de la epopeya, arrumbando definitivamente el género en el pasado. Lo que Adorno llama la “ingenuidad épica”, o sea la irreflexiva inconciencia con que el héroe de la epopeya se arroja al mar de los acontecimientos para obtener la realización de un objetivo definido, pierde toda vigencia a partir del Quijote, donde no únicamente los objetivos del Caballero Andante son vagos o irrealizables, sino donde también los acontecimientos son de condición incierta, puesto que tienen para el héroe un sentido diferente del que tienen para los otros personajes, para el autor y para los lectores (por ejemplo, los molinos de viento son gigantes únicamente para don Quijote y siguen siendo vulgares molinos para todos los demás). A diferencia del héroe épico, que espera un progreso como resultado de sus aventuras, y que gana terreno, en muchos planos diferentes, a medida que esas aventuras se producen, don Quijote se encuentra al final de cada una de las suyas en el mismo lugar, defraudado e incluso malherido, física y moralmente, y sin embargo, aun habiendo anticipado vagamente su fracaso, decide continuar sus aventuras. 3. VI RT UD ES Y VA LO RES Hay virtudes apropiadas para cada tipo de persona. En algunos casos se destacan algunas características consideradas más femeninas o masculinas, tales como la compasión o la valentía. Incluso los esclavos deben tener sus virtudes, aunque irracionales, dice Aristóteles con ese tono tan complaciente, porque ¿cómo podrían obedecer sin la virtud del servilismo? (Política, 1259b). Mucho se habla en el Quijote, por ejemplo, de las virtudes de los caballeros andantes o de don Quijote en particular. Al caballero pobre, dice éste, no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido y oficioso, no soberbio, REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 12 E- Mail ense41@csi-csif.es
no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo (II, 6). Y se podrían añadir bastantes más virtudes caballerescas, entre ellas la valentía, la probidad y la honestidad. Sería inutil, sin embargo, intentar compilar una lista de las virtudes en las novelas cervantinas. A veces la virtud aparece en singular (o con la acepción específica de "honestidad" o como el conjunto de las virtudes),a veces en plural, y se añaden otras cualidades que pueden ser virtudes o no. Un rápido vistazo por unas cuantas enumeraciones de virtudes y otras excelencias en el Quijote revela que los personajes no seleccionan sus términos desde categorías rigurosamente pensadas: "la honra y las virtudes", "la calidad, bondad, virtud y hermosura", "su honor, hermosura, honestidad y recogimiento", "tan estremada hermosura, rara discreción, donaire y virtud", "virtudes, riquezas y liberalidades", "virtuoso y prudente", "los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres", etc. La belleza, por ejemplo, ¿es una "virtud"? Cualquier moralista de la época diría que no, pero la belleza neoplatónica en las obras de Cervantes tiene un carácter no sólo estético sino también ético. Como mínimo, se podría decir que esa extremada belleza, igual que el "buen entendimiento" o "discreción", está casi siempre en asociación con la virtud; sean estas cualidades virtudes o no, figuran entre lo más altamente valorado, y son igualmente dignas de alabanza y de admiración. Las virtudes éticas y otras cualidades relacionadas no son meros adornos del alma sino que obran activamente y afectan profundamente a la conducta y las relaciones humanas. 4. EL TEM A DE LA LIBERTAD Cervantes creía en la libertad del ser humano, en su facultad de regirse con autonomía y autodeterminación. Pero al mismo tiempo no dejaba de ver el peligro que conlleva el uso indebido del libre albedrío, que él llama "locura" y que amenaza con aniquilar precisamente este precioso don de la libertad, la incapacidad de relacionarse correctamente REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 13 E- Mail ense41@csi-csif.es
con los otros, el rechazo de la realidad o el sometimiento de las pasiones. En este sentido, don Quijote, frente a lo que creyó la exégesis romántica, no sería el paladín heroico de la libertad, la justicia y la solidaridad, sino un loco que quiso mejorar el mundo arrogándose un casi divino papel de redentor. Don Quijote, éticamente, habría sido para Cervantes un equivocado, ya que el mundo al que se enfrenta obedece leyes inexorables. En la locura de don Quijote no habría, pues, sólo extravío mental, sino también una dosis considerable de desatino ético. Así, han de tenerse en consideración ciertas normas éticas yciertas reglas de conducta personal; todo ello, como es natural, dentro de los márgenes de la fe católica y con el debido respeto a las autoridades eclesiásticas, pero siempre con un interés especial por el que si bien existe en el Quijote todavía un margen normativo, su ética no es fundamentalista, sino más bien casuística: que uno defienda su libertad, es un derecho natural, como se ve en el caso de Marcela, pero no es un derecho absoluto, como se ve en el caso de los galeotes. Así, afirma nuestro protagonisa: -La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres ( II, 58). En principio, la esclavitud representa una especie de grado cero del valor personal, ya que para los libres la cuestión del valor de un esclavo como persona suele ser casi irrelevante. El valor del esclavo se cotiza más en términos económicos que éticos, es decir, más en el contexto del mercado y de la utilidad que en el ámbito de las relaciones humanas, y este valor en el momento de compraventa se expresa como precio. 5. EL TEM A DE LA JUS TICI A Uno de estos problemas es el de la justicia. ¿Será una causalidad si dos de los episodios clave de la primera parte de la obra en que se evoca este tema (el de Andrés y el de los galeotes) corresponden a la momentánea instauración de un mundo al revés en que triunfan dos bellacos que tienen afinidad entre sí, Andrés y Ginés? REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 14 E- Mail ense41@csi-csif.es
El episodio de Andrés (I, 4) Si por descuido o intencionadamente no le interesa a don Qujoite, ni tampoco trata de informarse de la verdad de la historia, sino que tiene ya formado de antemano su juicio y no se le pasa por la cabeza que pueda ser falso. Y tal prejuicio le viene de la visión idealista del mundo forjada por las novelas de caballerías 9 , en las que, de manera análoga a la de los cuentos, hay solamente seres o totalmente buenos o absolutamente perversos 10 . Y como en esta escena se pega a alguien y en las novelas de caballerías sufre el bueno las injusticias del malo, es para don Quijote de antemano un hecho que Andrés es un ángel de inocencia y su amo un infame malvado. Sin embargo, la realidad es que Andrés ha cometido una falta y por lo tanto no se puede condenar a Haldudo porque le tome cuentas, aunque no se esté de acuerdo con la forma en que se las toma. De todas maneras, no es el campesino Haldudo una figura tan mala y negativa ni el criado Andrés una tan inocente y postiva como don Quijote cree. Don Quijote tampoco se librará del merecido castigo. Ha de pagar porque ha provocado un desastre. Empujado por su afán de gloria (o sea por su egoísmo) ha venido a ser un usurpador de potestad y un perturbador del orden social. El joven Andrés, a quien don Quijote había salvado de su cruel amo en el capítulo IV, reaparece de repente en el capitulo XXXI y se queja de que la intervención de don Quijote en su favor no tuvo efecto alguno, y lo que es todavía pero, le ganó un castigo más severo. El loco debe hacer frente ahora a las adversas consecuencias de un acto caballeresco que en aquel entonces pareció tener un éxito total. El mozuelo puede ser, de tal modo, el instrumento del castigo del presuntuoso hidalgo. El muchacho se enternece primero al recordar 9 Pero mientras que en Chrétien los símbolos no siempre se identificaban de inmediato, en el Amadís poseen una claridad que los hace tan fácilmente reconocible que sólo pueden ignorarse en perjuicio espiritual propio. Para el autor del Amadís parece que no hay problemas inherentes al mundo, a menos que los símbolos se malinterpreten o se ignoren a causa del pecado. Efectivamente, las características del bien y del mal parecen estar grabadas en la superficie de las personas y las cosas. 10 Una de las paradojas de la novela cervantina radica en la ausencia de maniqueísmo en los personajes principales: ni don Quijote es enteramente idealista, ni Sancho es un puro materialista. Aparte del proceso de ósmosis entre ambos. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 15 E- Mail ense41@csi-csif.es
las angustias pasadas y su breve triunfo. Pero este enternecimiento desaparece rápidamente y se halla sustituido por un rencor y un deseo de venganza que aumenta conforme va contando el jovenzuelo cómo ha salido todo al revés de lo evocado por don Quijote. El implacable Andrés no deja de lado ningún detalle y le echa en cara todas las desgracias que ha sufrido a causa de la intromisión de su “protector”. Y no vacila en rematar su relato con un rechazo de la ayuda del hidalgo y de todos los caballeros andantes. El héroe sale particularmente mal parado de la aventura, se transforma en anti- héroe y el mundo exaltador que ha construido se derrumba por completo al chocar con la fría realidad. el castigo es muy cruel en este caso también: don Quijote, profundamente humillado y desilusionado, queda corrido tanto más cuento que están presentes sus acompañantes, lo cuales se esfuerzan por no reírse “por no acaballe de correr”. El episodio de los galeotes (I ,22) Ven en camino un grupo de unos doce hombres, encadenados uno a otro y con esposas en las manos; inmediatamente dice Sancho que es una cadena de galeotes, añadiendo: “Gente forzada del rey”. Aquí se interfiere nada menos que en la justica estatal. La justicia en dos planos: el divino y el humano; y entre esos dos planos, el problema de la libertad. La voluntad del hombre nacido libre frente a frente a la ley social. “Van de por fuerza, y no de su voluntad”, dice don Quijote de los galeotes. “La justicia, que es el mesmo rey, no hace fuerza..., sino que los castiga”, contesta Sancho. Cervantes llena la vida de Ginés con la descripción de sus prisiones, sin decir nada de sus cultas. La tendencia del narrador a valorizar lo marginal también se advierte en el contraste existente entre la descripción de los galeotes y la de las guardas. Para el narrador, los galeotes son seres individuales, pues se detiene a dar detalles particulares de la apariencia y carácter de los condenados. Por otro lado, cuando el narrador se ocupa de las guardas tan sólo se refiere a ellas de una manera vaga llamándolas “una de las guardas” (I, 22). Además de dotar a los galeotes de un grado de definición que le niega a las guardas, continúa mostrándoles la empatía que ya se revelaba en el título. Al discurso subversivo de los galeotes se añade el de don Quijote, que realiza dos funciones opuestas: inicialmente forma parte del discurso marginal y se opone a las guardas, pero al vencerlas, se constituye en figura centralista y pretende imponer su voluntad. En su primer monólogo, don REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 16 E- Mail ense41@csi-csif.es
Quijote se descubre como legislador, ordenando su república imaginaria (en la que curiosamente decide hacer a los alcahuetes generales de galeras). En su segundo monólogo, sobrepasa su discurso político con un discurso jurídico-religioso. Aquí, don Quijote apela a la autoridad suprema, la justicia divina, de la que él es representante y ejecutor. En cambio, cuando don Quijote vence a las guardas y éstas huyen, se realiza un cambio de alianzas. Don Quijote pretende ocupar el espacio dejado por las guardas y someter a los galeotes a su voluntad, mandándoles adonde estaba Dulcinea. El caballero intenta obligarlos a una empresa tan descabellada como imposible, y es ahora Ginés el encargado de desvalorizar el discurso de don Quijote, poniendo en duda su sensatez. Se trata de una primera referencia al tema de la gratitud y de la ingratitud. Obviamente, la petición de don Quijote es a todas luces ridícula e improcedente, pero de lo que se trata es de denunciar la ingratitud del personaje. He aquí lo que dice el caballero manchego: De gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben, y uno de los pecados que más a Dios ofende es la ingratitud. Dígolo porque ya habéis visto, señores, con manifiesta experiencia, el que de mí habéis recebido; en pago del cual querría, y es mi voluntad, que, cargados de esa casdena que quité de vuestros cuellos, luego os pongáis en camino y vais a la ciudad del Toboso, y allí os presentéis ante la señora Dulcinea del Toboso y le digáis que su caballero, el de la Triste Figura, se le envía a encomendar” (I, 22)11 6. EL TEM A DEL AMOR Y LAS I DEOLOGÍ AS El episodio de los yangüeses (I, 4) Significativo para la conducta de don Quijote es en esta segunda aventura su exigencia de que Dulcinea fuese reconocida como la más hermosa de todas las mujeres, aunque nadie la hubiese visto. En esta exigencia se pone de manifiesto de forma clara y graciosa el mecanismo no solamente del quijotismo, sino el de todo dogmatismo ideológico que tiende a exigir la aceptación sin crítica de sus principios y reacciona a los reparos, especialmente a los irónicos, de la misma manera con 11 Otros ejemplos: “siempre los malos son desagradecidos” ( I, 23); “la ingratitud es hija de la sobervia, y uno de los mayores pecados que se sabe, y la persona que es agradecida a los que bien le han hecho da indicio que también lo será a Dios, que los hombres cometen, aunque algunos dizen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele dezirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno” ( II, 58); “bien puede ser que un cavallero sea desamorado; pero no puede ser, hablando en todo rigor, que sea desagradescido ” ( II, 67). REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 17 E- Mail ense41@csi-csif.es
que don Quijote responde: él no contesta a la crítica razonada de forma razonada 12 también sino que intenta liquidar al crítico, creyendo con ello llevar a cabo un hecho glorioso. De que Cervantes en esta escena está de parte de los pacíficos comerciantes y no de la del poseído caballero, no cabe la menor duda. Téngase en cuenta lo simpáticas y llenas de comprensión que aparecen estas gentes, con qué tranquilidad toman la exigencia de don Quijote, y cómo,al final, se vengan comedidamente del ataque bastante peligroso del caballero. En cambio, don Quijote, que arremete violentamente contra los comerciantes y que intenta obligarles por la fuerza a cumplir su voluntad, actúa de manera que merece en verdad palos y burlas. Así, valiéndose de una doble retórica del lenguaje religioso y de la amenaza, don Quijote procura imponer una creencia en forma de confesión, como si dijera: quiero que creáis y confeséis lo que quiero creer yo, precisamente porque yo os lo digo. En realidad, está intentando imponerles un reconocimiento de él mismo no sólo como caballero andante, sino como el que más vale, ya que la suprema belleza de la dama amada se traduce en el supremo valor del caballero amante. Las armas tiene la función de acreditar las palabras13 , de imponer una creencia en caso de que sea necesario. Si se considera el obrar de don Quijote no ya desde el punto de vista de su buena intención sino desde el de las malas consecuencias que tiene para los demás y para el mundo que le rodea. Entonces no se nos presentan ya los palos y las burlas como un amargo -más aún, como un trágico- fracaso del idealista ante la realidad, sino como el castigo con que el mundo se defiende de la locura de don Quijote. En aquellas aventuras en que don Quijote no recibe inmediatamente el castigo, tal como sucede en el caso de Andrés, en el del barbero y en el de los galeotes. En estos tres casos hay 12 Si os la mostrara [...], ¿qué hiciérades vosotros en confesar una verdad tan notoria? La importancia está en que sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender; (I, 4). 13 El mismo Caballero del Bosque, buen conocedor de los libros de caballería y de la primera parte del Quijote, se expresa en términos idénticos con respecto a su dama: "Si todas estas señas no bastan para acreditar mi verdad, aquí está mi espada, que la hará dar crédito a la mesma incredulidad." Pero una vez derribado, tiene que "confesar y creer " que el caballero al que venció -según afirmaba antes- no fue don Quijote (II, 4). En el discurso del caballero sobre la Edad de Oro (I, 11) en el que evoca un periodo en el que tenían vigencia en el mundo real los ideales morales y espirituales más elevados: “No había la fraude, el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y llaneza”, había verdadera justicia y no era necesaria la intervención legal, “porque entonces no había que juzgar ni quien fuese juzgado”. Don Quijote sabe que en esta Edad de Hierro las apariencias engañan. Él tiene un método de verificación mucho más fiable en el combate armado. Como en los romances artúricos, el combate armado es un medio de revelar la verdad en situaciones ambiguas: el ganador de la contienda triunfa, porque lo que sostiene resulta ser verdad. Con este método de comprobación, ¿para qué hace falta depender de las dudosas pruebas que nos ofrecen los sentidos? REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 18 E- Mail ense41@csi-csif.es
un segundo encuentro, en el que don Quijote sufre todavía, no un castigo físico, sino una reprimenda moral impresionante. En efecto, toda una galería de criaturas cervantinas, equivocadas a diferentes niveles y por diferentes motivos, sufrirán las consecuencias ineluctables de sus acciones erróneas 14 . De esta manera tenemos, por un lado, el amor platónico del pseudo-caballero que ni siquiera conoce a su inventada amada, y por el otro, las verdaderas pasiones de Dorotea, Fernando, Luscinda y Cardenio, que amenazan en serio la existencia de cuatro personas. Tenemos, por un lado, la ridícula prepotencia de don Quijote que, sin quererlo y sin saberlo, hace uso omiso de la libertad de los demás al imponerles su visión de las cosas; y, por el otro, la prepotencia problemática de Grisóstomo y de Lotario, que tiene consecuencias fatales. Y tenemos, al lado de las cómicas luchas de don Quijote contra molinos de viento y rebaños de ovejas, los avatares y peligros de la guerra auténtica, en el caso del Cautivo la guerra contra los turcos. 7. LA AMIS TAD: DON QUIJOTE Y SANCHO Las figuras de don Quijote y Sancho se han vuelto no solamente universales sino también populares, a la manera de otros arquetipos literarios (Sherlock Holmes/Watson, Dr. Jekyll/Mr. Hyde). Pero es patente aquí la superioridad del texto a la versión estilizada del mito 15 . A pesar de ser totalmente opuestos llegan a hacerse en el curso de la novela los mejores amigos, y esta amistad entre don Quijote y Sancho Panza, que está por encima de las diferencias de clase y de opinión y que les hace inseparables, es lo más maravilloso en la novela cervantina y acaso también lo más nuevo. Y en ello está también el motivo de la simpatía y del respeto que despierta don Quijote, pues al estar, por un lado, unido en amistad al en todo realista Sancho Panza, no se le puede tomar a mal, por otro, su orgullosa vanidad de seudo-caballero. 14 En el episodio de los molinos de viento, por ejemplo, las consecuenciasw las sufre directamente él. Y no se puden derivar porque en este caso don Quijote no se enfrenta con seres humanos, sino con cosas, que erróneamente considera con vida. 15 La novela es infinitamente más rica que los arquetipos que segrega: el dúo don Quijote-Sancho es groseramente contrastado en el mito, pero sutilmente matizado en el texto; el mito, con la supuesta claridad de sus figuras, es imprudentemente afirmativo, en tanto que el texto, en su enmarañada minucia, suscita, al mismo tiempo que la imprescindible exaltación, dudas e interrogaciones; a diferencia del libro, el mito, que creemos conocer de una vez y para siempre, nos dispensa de la reflexión y de la relectura. El mito es simplista y edificante; la novela, compleja y al mismo tiempo compasiva y cruel. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 19 E- Mail ense41@csi-csif.es
Se dice que el Quijote es acrónico, simbólico en todo espacio y todo tiempo. Las figuras de don Quijote y Sancho, tan diferentes en la visión de la vida, van rompiendo la equidistancia que les separa por medio del diálogo, hasta llegar a una aproximación trascendente escenificada en las despedidas de los personajes. Ambos, al final, se acercan recíprocamente, aproximándose así lo que en el ser humano aparece unido en equilibrio o con primacía de una u otra vertiente. La amistad de Sancho y de don Quijote va más allá de las relaciones de un caballero y su escudero; muestra sentimientos de lealtad, de admiración, de respeto. Don Quijote cree a lo largo de la Segunda parte que su dama está encantada y toda su esperanza está en que llegue el día de su desencantamiento. Durante su estancia en casa de los Duques se le había hecho creer que Dulcinea podría ser desencantada, si Sancho Panza se ofreciese a recibir voluntariamente 3.300 latigazos. Esta escena muestra de forma emocionante que don Quijote antepone, en definitiva, su amistad con el sencillo campesino (al que él mismo llama amigo) y su compasión hacia él y hacia su familia a su quimera caballeresca, y este comportamiento es tanto más hermoso porque don Quijote, aquí, aunque sólo transitoriamente, renuncia a que se cumpla su mayor deseo, cuando el cumplimiento parecía ya próximo. Dado el modo indirecto del desencanto de Dulcinea, la penitencia de Sancho debe caracterizarse como un acto de caridad, una buena obra en beneficio de otra persona que quedaría agradecida por algo que sólo Sancho puede hacer debido a cierta "virtud" que tiene en su persona y de la que carecen los demás personajes. Como la penitencia de don Quijote, la de Sancho no conlleva ninguna culpa, ningún arrepentimiento. Corresponde más bien a lo que se denomina "promesa", donde una persona puede prometer hacer algo para que un ser espirituall a cambio de esto efectúe algo deseable. Esta gran prueba de amistad de don Quijote tiene su respuesta en otro comportamiento a su vez tan hermoso y emocionante de Sancho Panza. Cuando la Duquesa, que le ha prometido una ínsula para gobernar, pone como aparente condición que tendrá que negarse a servir a su loco señor, admite ciertamente Sancho que su señor está chiflado, pero afirma que de ninguna manera le REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 20 E- Mail ense41@csi-csif.es
abandonaría, aunque tenga por ello que renunciar a la isla, que para él es también la ilusión más grande. Y lo paradójico aquí es que don Quijote, que fracasa siempre lamentablemente en sus gloriosas aspiraciones caballerescas, consigue sin darse cuenta, como amigo de Sancho Panza y de otras personas de la novela, lo que él justamente quería ser, un amigo y una ayuda de la humanidad. Así es que don Quijote al final no fracasa en verdad; pero muestra su grandeza de forma enteramente distinta a la que él originariamente había soñado: esto es, no con heroísmo ilusorio, sino con solidaridad humana; no con soberbia, sino con humildad. 8. LA MUJ ER EN LA OBRA CERVAN TINA Las buenas protagonistas femeninas 16 -cada una de modo diferente- suelen poseer muchas virtudes entre las que figuran necesariamente la discreción, la honestidad y la belleza. Estas últimas cualidades desempeñan un papel muy significativo en la conducta de cada mujer, formando el núcleo de su valor personal tanto para ella misma como para los demás personajes; si faltara alguna de ellas, valdría mucho menos el personaje como persona. Otros atributos como la nobleza o la riqueza pueden estimarse mucho y afectar decisivamente al desarrollo de la trama, pero no dejan de tener un carácter accesorio en términos del valor personal: en efecto, algunas de estas mujeres no son ricas, algunas no son pobres, otras lo son pero ni ellas ni sus pretendientes lo saben hasta el final. Pensemos, por ejemplo, en ese gran eufemismo que en la literatura de los Siglos de Oro se llama honra: en su mayoría, los personajes, sus autores y aun los críticos de hoy suelen considerar la honra como una virtud en sí con su propia aura, como si no fuera una "virtud" creada al servicio de cierto tipo de alianzas, y como si no sirviera de máscara para diversas clases de comportamiento y diversos fines. El crédito femenino es la moneda en curso legal según la cual la validez o no de las mujeres en el ámbito familiar y público de su tiempo. 16 En la novela de caballerías la dama era la depositaria del amor del caballero, personaje totalmente pasivo que podía desencadenar la acción pero nunca protagonizarla. Parejas conocidas donde la Dama no es protagonista: Ulises-Penélope, Tristán-Iseo, Amadís-Oriana, Quijote-Dulcinea, Arturo- Ginebra. Es verdad que hay documentadas históricamente figuras como "la monja alférez", "mujeres piratas", reinas con poder... Sin embargo, mujeres protagonistas de aventuras hay pocas. REVISTA I+E CSI—CSIF Sector de Enseñanza de Sevilla - C/ San Juan Bosco 51 B 41008 Sevilla. Tlf. 954069012 21 E- Mail ense41@csi-csif.es
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