El orden de los signos en las frases

Página creada Pia Ibanez
 
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El orden de los signos en las
frases
                             Marian Valmaseda y Pilar Alonso

Junto a esta aparente libertad para determinado tipo de oraciones, existen
ciertas reglas en el orden de los signos en la frase cuando se trata, por
ejemplo, de oraciones interrogativas, que emplean partículas interrogativas
(qué, dónde, cuándo...). En el caso de que la pregunta sea suficientemente
larga, la partícula interrogativa suele ocupar el último lugar de la frase:

              Figura 65. Los zapatos marrones, ¿dónde están?

En algunos casos la partícula interrogativa puede hacerse dos veces: una en el
comienzo de la frase y otra vez al final por intereses comunicativos:

                        Figura 66. ¿Cómo voy, cómo?

Asimismo la partícula negativa suele ocupar un lugar determinado en la frase.
En la LSE la negación no se signa delante del verbo tal y como ocurre en
castellano (p.e.: «a María no la conozco», «esa película no me gusto»), sino
que la partícula «no» se coloca detrás del verbo:
Figura 67. A esa niña no la conozco (en LSE el orden es

                         A esa niña la conozco no)

Otra característica de la LSE es que para algunos verbos la negación del
mismo se realiza modificando el movimiento y la orientación del verbo, o
creando un nuevo signo que lleva ya incluida la negación:

                         Figura 68. No es necesario

                         Figura 69. No me apetece
Figura 70. No vale

Las expresiones faciales o corporales también tienen una función lingüística
en la LSE. Ya vimos en su momento que son importantes a nivel «fonológico»
(«qué/deber», ver figuras). Además pueden jugar un papel fundamental a nivel
morfosintáctico. Corina (1989) y otros investigadores muestran que
expresiones faciales y corporales específicas pueden servir para indicar
construcciones sintácticas, como preguntas, exclamaciones, frases
condicionales, o actuar como cuantificadores, adverbios temporales, etc.

Si la entonación es el componente básico que los oyentes tienen para entender
de qué tipo de oración se trata: una pregunta, una exclamación, una
declaración..., ¿cuál es el componente básico, en la LSE, para diferenciar
entre estos tipos de oraciones?

Para entender de qué tipo de oración se trata hay que fijarse y atender al uso
que se hace de la expresión facial. Veamos los siguientes ejemplos:

                         Figura 71. Es un niño sordo
Figura 72. ¿Es un niño sordo ?

Como vemos, ambas frases tienen el mismo número de signos e idéntico
orden. ¿Qué es lo que diferencia ambas frases?, ¿por qué sabemos que una es
interrogativa y otra declarativa? Lo que las diferencia es la expresión facial.
En la frase interrogativa la persona eleva las cejas, mientras que esto no ocurre
en la frase declarativa. Es decir, es necesario poner «cara de pregunta».

Además de la expresión facial de la frase interrogativa, existe otro detalle que
es imposible detectar en un simple dibujo: la duración de la frase. La duración
de la frase interrogativa es mayor que la declarativa. Las persona que hace la
pregunta mantiene durante unos segundos más el signo de «¿sorda?» en
suspenso, en espera de la respuesta.

Si queremos realizar una frase exclamativa, la única diferencia con la frase
declarativa o enunciativa, nuevamente, serán la expresión facial y corporal las
que caracterizan la frase exclamativa.

                        Figura 73. ¡Es un niño sordo!

Asimismo, para expresar frases condicionales, es necesario al inicio de la
frase realizar un signo concreto: «si» condicional, elevación de las cejas y
abrir más los ojos:
Figura 74. Si hace bueno, iré a pasear

Para diferenciar el tipo de oración la expresión facial es uno de los aspectos
claves a los que hay que atender. De no hacerlo así, el discurso se convertirá
en monótono y confuso.

Los componentes no manuales también actúan como cuantificadores:

                     Figura 75. Feo Figura 76. Feísimo

En este ejemplo vemos que para expresar el grado superlativo («feísimo»), es
necesario reforzarlo con la expresión facial más un movimiento de
enlentecimiento del signo.

En la LSE el grado superlativo de los adjetivos «guapo» y «bueno» (algo que
está bueno), se marcaría en el signo exagerando la expresión facial y
realizando al final un movimiento circular:
Figura 77. Guapísimo Figura 78. Bonísimo

El enlentecimiento del movimiento del signo no es una regla válida para
adjetivos de velocidad/rapidez, ya que la cualidad que se quiere expresar es la
contraria a lento. En estos casos es necesario exagerar la expresión facial y
realizar con más rapidez el signo.

El tiempo en la LSE puede indicarse a través de distintos mecanismos, uno de
ellos es el uso de adverbios no manuales. Las expresiones faciales y otras
conductas no manuales (movimientos del cuerpo), más el uso del

espacio y el movimiento, localizan una acción en el tiempo: «He visto a
Andrés hace poco, hace mucho, hace muchísimo».

Por ejemplo, para el concepto de una acción realizada recientemente se
emplean los signos de «ayer/hace poco»:

                   Figura 79. Ayer Figura 80. Hace poco .

Pero cuando lo que queremos expresar se ha realizado muy recientemente,
entonces cambia la expresión facial y el hombro se eleva hacia delante
indicando esto:
Figura 81. Hace poquísimo que encontré a Juan

De igual forma se pueden matizar los signos de «ahora» y «dentro de poco » .

Cuando el énfasis quiere ponerse en el tiempo verdaderamente distante en que
se realiza la acción, la expresión facial y un relajamiento corporal unido a
cierta lentitud en la realización del signo de futuro nos indican ese matiz:

                            Figura 82. Figura 83.

                  En el futuro Dentro de muchísimo tiempo

Igualmente, cuando la acción sucedió en un tiempo verdaderamente lejano,
además de la expresión facial, la repetición del signo da a entender que no fue
precisamente ayer cuando se llevó a cabo;
Figura 84. Hace tiempo

                         Figura 85. Hace muchísimo

Los componentes no manuales más el movimiento que adoptan los signos y el
uso del espacio añaden matices morfosintácticos básicos en la LSE. Aportan
un enorme caudal de información al signo inicial:

La condensación de estos mecanismos en un signo y el hecho de que todas sus
modificaciones sean espaciales, son la razón de que la lengua de signos
resulte, en el nivel visible y obvio, completamente distinta de cualquier lengua
hablada, y son también, en parte, la causa de que no se la considerase un
lenguaje. Pero es precisamente por eso, y por su gramática y su sintaxis
espaciales únicas, por lo que la lengua de signos es un verdadero lenguaje,
aunque sea una lengua completamente original (Sacks, 1991, p. 116).

Hasta aquí hemos realizado el análisis de algunas marcas morfosintácticas
tomando como punto de partida los aspectos o características de la lengua de
signos, como una lengua que se expresa a través de una modalidad visual-
gestual-espacial. Los dos puntos últimos que analizaremos serán: la creación y
transformación de los signos; algunas reglas básicas que las personas sordas
de la comunidad sorda utilizan para conversar en la LSE.
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