El sentimiento del intestino - Leonor Martín Monge El método de desintoxicación más efectivo para el bienestar
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Leonor Martín Monge El sentimiento del intestino El método de desintoxicación más efectivo para el bienestar corporal y emocional
El poder autorreparador del cuerpo P or algún motivo que desconozco, siempre me ha atraído Egipto. En 1979, en una época de transformación personal y descubrimiento espiritual, hice mi primer viaje a este apasionante país. Y la verdad es que resultó ser un verdadero viaje iniciático. Recuerdo que mi vuelo llegó con varias horas de retraso, a causa de lo cual perdí el crucero por el Nilo que había contratado. Esto, que en un principio podía parecer una desgra- cia o un golpe de mala suerte, resultó ser en realidad un regalo. Dejándo- me llevar por la intuición, empecé a pasear por las ajetreadas calles de El Cairo y no tardé en conocer a un chico francés con el que entablé una buena relación. Con él viajé hasta Asuán, al sur del país, y allí conocimos a un beduino que nos invitó a pasar unos días en el desierto. Como era muy aventurera (aún lo soy), acepté. Y así fue como empecé una ruta que me llevó durante seis meses hasta el Teneré y de ahí a Argelia, viajando gran parte del tiempo con los tuareg. Allí entendí el mundo árabe, experi- menté lo que es dormir en el desierto bajo un manto de estrellas, sentí la soledad más profunda y conocí la hospitalidad, vi zahoríes que buscaban agua subterránea y aprendí a apreciar la forma de vida de los tuareg, su independencia, su sabiduría ancestral y su respeto por el desierto. Años después, en 2001, volví al país de los faraones. Tenía 45 años. En marzo había muerto de cáncer Estel, mi mejor amiga y mi más estre- cha colaboradora. Había sido un proceso largo y doloroso, así que al lle- gar agosto mi familia me propuso viajar a Egipto para cambiar de aires. Todo fue bien hasta que, ya en Barcelona, me puse una chaqueta y me picó en el brazo izquierdo una araña que por lo visto había viajado escon- dida allí. Me puse tan enferma que pensé que me moría, con temperatu- ras que muchos días no bajaban de los 41 grados. Tomé entonces una 15 El sentimiento del intestino
decisión que marcó mi vida: que me curaría sólo con métodos naturales. Y le pedí al Señor que me ayudara a salir de aquello para poder seguir con mi tarea. Porque por entonces ya estaba convencida, y sigo estándo- lo, de que todos tenemos una misión que cumplir en esta vida, y la mía es ayudar a las personas a curarse. Viví un mes y medio a base de agua con limón y tomillo. Adelgacé mu- chísimo y tuve otros problemas de salud, pero sobreviví, y mi familia, que se mantuvo en todo momento a mi lado, puede dar testimonio de que el cuerpo humano tiene tal fuerza que puede autocurarse incluso en casos extremos como aquél. Y que en la mayoría de enfermedades lo primero y fundamental que tenemos que hacer es ayudar al cuerpo a curarse me- diante métodos naturales. Ah, olvidaba decirte lo más curioso de todo: cuando tenía 17 años una pitonisa me vaticinó que moriría a los 45. Y en el fondo no se equivocó: la picadura de aquella araña egipcia y la enfermedad que vino después hicieron que muriera una parte de mí para que pudiera iniciar una nueva etapa y un nuevo proyecto. Toxicidad Te he explicado la anécdota anterior para ilustrar una idea básica de este libro y de mi forma de trabajar: que yo no curo el cuerpo de las personas, sino que ayudo al cuerpo a curarse. O dicho de otra forma: que yo no curo, sino que es la persona la que se cura proporcionando a su cuerpo, mediante diferentes técnicas y productos naturales, los medios para desin- toxicarse, recuperar fuerzas, sanarse y prevenir nuevas enfermedades. ¿Por qué cada vez se habla más de la importancia y los beneficios de la desintoxicación (o detoxificación, tomando la raíz anglosajona)? Pues porque cada vez hay más enfermedades que surgen o prosperan por culpa de nuestra forma de alimentarnos y nuestros hábitos, que nos per- 16 El poder autorreparador del cuerpo
judican y debilitan. La forma de vida actual, especialmente si vivimos en núcleos urbanos muy poblados, nos expone constantemente a sustan- cias tóxicas que penetran en nuestro organismo por diferentes vías. Algu- nas las ingerimos voluntariamente, por ejemplo las asociadas al consumo de alcohol o tabaco (sé de lo que hablo, pues con apenas veinte años fumaba tres paquetes de tabaco diarios, lo que me provocó una trombo- sis cerebral). Otras sustancias las consumimos sin darnos cuenta y de forma involuntaria, a través del aire que respiramos o de la comida que ingerimos. Es prácticamente imposible, en nuestro mundo supuestamen- te civilizado, no exponerse a sustancias tóxicas para el organismo; sus- tancias que no nos matan de golpe, sino lentamente, por acumulación, casi sin darnos cuenta. Ése es el verdadero peligro de la toxicidad que viene de fuera: que se va acumulando en el organismo sin que reparemos en ello y al final nos mata en forma de cáncer o de cualquier otra enfer- medad degenerativa. Sucede lo mismo que en el experimento de la rana: si se tira una rana a un cazo de agua hirviendo, inmediatamente salta e intenta salir, pero si la ponemos en un cazo con agua a temperatura am- biente y vamos calentando poco a poco el agua hasta llevarla a ebullición, la rana no se da cuenta y acaba muriendo abrasada. Por tanto, incluso aunque evitemos comer verduras y frutas tratadas con pesticidas, carnes superhormonadas o pescados que previamente han ingerido metales pesados en alta mar, inevitablemente acabaremos consumiendo toxinas. Si nuestro sistema de eliminación funciona correc- tamente, conseguimos expulsar la mayoría de ellas, pero si no es así se acumularán en diferentes partes del organismo y nos ocasionarán, a la larga o a la corta, problemas de salud. Por tanto, es importante que nuestro organismo funcione bien para que elimine todas esas toxinas que provienen de sustancias que ingeri- mos o respiramos. Los principales órganos involucrados en este proceso de eliminación son el hígado (que filtra la sangre y elimina las sustancias 17 El sentimiento del intestino
perjudiciales como drogas, bacterias, toxinas y proteínas extrañas), el in- testino y el sistema excretor, que incluye los riñones. Por eso, la salud gastrointestinal, y especialmente la permeabilidad e integridad del intes- tino, juega un papel muy importante. Ahora bien, el objetivo del método de depuración que te expongo en este libro no es sólo eliminar la toxicidad «física», sino también la emocio- nal. En realidad, ambos planos del ser humano, el físico y el emocional, están totalmente interrelacionados: una mala alimentación puede provo- car un estado físico alterado que dé lugar a miedos o angustias o ira, y recíprocamente los miedos o las angustias o la ira pueden alterar nuestro estado físico. Por eso la alimentación tiene tanto poder, pues no sólo previene o cura enfermedades físicas, sino también psicológicas e inclu- so espirituales. Abordar lo físico y cambiar la condición de la sangre a través de una alimentación sana e inteligente es la forma más fácil y direc- ta de influir en el estado de un ser humano en su conjunto. Por este motivo, debo insistirte en que aquí no hablo sólo de técnicas o de medidas concretas, sino también de sentimientos y de observación de uno mismo. Quiero decirte que cuando hablo de eliminar toxinas no me re- fiero sólo a las toxinas del cuerpo, sino también a las «toxinas emocionales». Porque muchos problemas orgánicos vienen de conflictos emocionales, que se pueden resolver, en todo o en parte, actuando sobre el organismo y depurándolo. Incidiendo sobre algunos órganos vitales alterados, especial- mente sobre el intestino y el hígado, podemos mejorar radicalmente proble- mas de ansiedad o tristeza, muy extendidos hoy en día incluso entre la po- blación infantil, lo cual se debe en gran parte a su mala alimentación. En definitiva, purificando nuestro cuerpo logramos sanar el conjunto; y, a su vez, manteniendo una buena «salud emocional» también contribui- mos al buen funcionamiento del cuerpo. Es por eso que cuando hablo de eliminar toxinas estoy hablando en el fondo de llevar una vida sana en todos los sentidos. Es decir, de vivir con plenitud. Fragmento de El sentimiento del intestino, de Leonor Martín Monge, Colección Naturalmente, Ediciones Invisibles, 2015.
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